Skip to main content

Full text of "Anales"

See other formats


Digitized  by  the  Internet  Archive 

in  2009  with  funding  from 

University  of  Toronto 


http://www.archive.org/details/analesmuseonat04mexi 


ANALES 


A  ANALES 


DEL 


■  Museo  Nacional  de  Arqueología 

Historia  y  Etnología      ^t^ 


^  ^  poc^       5>  ^ 


TOMO  IV 


^.¿¡^^#1^- 


'-^■■ 


^'^:m^'^ 


MÉXICO 

MUSEO  N.  DE  ARQUEOLOGÍA,  HISTORIA  Y  ETNOLOGÍA 
1912 


S.    3.  S^ 


JL 


TaU,KKRS     DK     IsiPKfcNXA.     FOTOGRAKATtO     V     lC>"fl'A  nEBNAClON     DKL.     EftXAMl.KiIMIKNTO. 


< 


APUNTES  BIOGRÁFICOS 

DKt,   EXMO.   K   ILMO. 


SU.  iih'.  II.  m  mi  mi  de  mm  y  ii:í^p(i, 

or.lSl'O  KI.KCTO  DK  LA  SEDK  DK  I.EÓN   DE  NK'AKAliUA 
Y     (K>r.EI!NAIK)l!    r>E    LA     DE    (UADALAJAKA    EN    LA    Nl'EVA    (¡ALICIA, 

l'Oi; 

J.  IGNACIO  DÁVILA  GARIBI, 

Académico  de   número  de  las  Academias 

de  Literatura,   Historia,   Derecho  Natural  y  Filosofía  del  Instituto  San  José 

de  Guadalajara. 


^ 


A  MI   KXCKLEXTE  AMKiO  .JfAX   B.  líílÍNIZ    DEDICO   ESTE    INSKINIFICAXTE 
TriAl'.A.KJ,   EN"  TESIIMDXKI  DE    AMISIAD  V  (IHATITUD. 

El.  Autor. 


A.NAOJS.— Tomo  IV. 


LÁM.  1. 


limo.  Sr.  Dr.  D.  Juan  Cruz  Kuiz  de  Cabanas. 


'4 

u 


Anai.ks.-T.  IV. 


L.ím.  2. 


I. 

El  Exmo.  é  limo.  Sr.  Doctor  en  Sagrada  Teología,  D.Juan  Cruz  Ruiz 
de  Cabanas  3-  Crespo,  Oliispo  electo  de  la  Sede  de  León  de  Nicaragua  y 
Gobernador  de  la  de  Guadalajara  en  la  Nueva  Galicia;  del  Consejo  de 
su  Majestad;  Caballero  Gran  Cruz  de  la  Real  y  Distinguida  Orden  Ame- 
ricana de  Isabel  la  Católica;  Gran  Canciller  3-  Gran-Cruz  de  la  Imperial 
Orden  de  Guadalupe;  Limosnero  Ma_Yor  del  Emperador  Agustín  I  de 
México,  etc.,  etc.,  nació  en  la  villa  de  Espronceda,  Diócesi  de  Calaho- 
rra, Provincia  de  Navarra,  E.spaña,  el  día  3  de  Mayo  del  año  de  1752, 
siendo  sus  progenitores  D.  Tomás  Ruiz  de  Cabanas  y  D'^Manviela  Cres- 
po; sus  abuelos  en  la  línea  paterna,  D.  Bartolomé  Ruiz  de  Cabanas  y 
D"  Beatriz  Hernández;  y  en  la  línea  materna,  D.  Juan  Crespo  y  D'  Flo- 
reana  Desoxo.  El  día  8  del  mismo  mes  y  año,  apadrinado  porsutío  D. 
José  Ruiz  de  Galianas,  filé  regenerado  con  las  aguas  del  liautismo  por 
el  Cura  de  la  Parroquia  de  S.  Vicente  de  aquella  villa,  Pbro.  D.  Manuel 
de  Besga.    l 

Empezó  sus  estudios  en  Viana,  los  siguió  en  Pamplona  y  Alcalá  y 
los  terminó  en  Salamanca,  donde  ingresó  en  el  Colegio  Ma3'or  de  San 


1   Véase  el  aiie.\o  n''  1. 


Anales.  T.  IV.— 2. 


10 

Bartolomé,  sol  ¡resaliendo  entre  sus  eonipañeros  por  su  eselareeido  ta- 
lento 3'  virtudes,  y  haciéndose  acreedor  á  la  confianza  de  uno  de  los 
más  encumbrados  jícrsonajes  de  la  Corte,  el  Exmo.  c  limo.  Sr.  Dr.  D. 
Agustín  Rubín  de  Cevallos,  c[uien  le  honró  hasta  el  grado  de  hacerle  su 
Consultor  de  Cámara. 

Recibió  en  la  Universidad  de  Alcalá  los  grados  menores  y  mayores 
en  Sagrada  Teología;  fué  opo.sitor  á  canongías  de  oficio  en  las  catedra- 
les de  Falencia,  Vallad olid.  Jaén,  Badajoz,  Cuenca  y  Burgos.  En  esta 
última  obtuvo  la  Magistral,  y  además  la  dignidad  de  Abad  en  la  Iglesia 
Colegial  de  Cervatos,   i 

El  Arzobispo  de  Burgos  en  aquella  época,  limo.  Sr.  Dr.  D.José  Ramírez 
de  Arellano,  comprendiendo  que  por  su  ancianidad  y  achaques  se  ha- 
bía descuidado  algún  tanto  de  su  Seminario,  quizo  poner  remedio  á  es- 
te mal,  entregando  el  establecimiento  á  una  persona  que  tuviera,  ade- 
más de  talento  y  virtud,  suma  laboriosidad.  Y  hallando  reunidas  todas 
estas  cualidades  en  el  joven  capitular  Cabanas,  no  vaciló  en  darle  el 
Rectorado  de  dicho  Seminario  Conciliar.  Honroso  cargo  que  desempe- 
ñó dignamente  nuestro  biografiado  hasta  su  promoción  al  Episcopado. 
En  este  tiempo  empezó  á  dar  pruebas  palpables  de  su  ardiente  caridad, 
socorriendo,  consolando  y  proporcionando  franca  hospitalidad  á  los 
sacerdotes  franceses  que  emigrabíin  á  esa  Provincia,  víctimas  de  la  re- 
volución de  svi  país. 

Nombrado  Visitador  Ajjostólico  del  Arzobispado  de  Burgos,  en  Sede 
vacante,  recorrió  todos  los  i)ueblos  de  la  Ar(¡iñdiócesi,  proporcionando 
á  los  fieles,  no  sólo  auxilios  espirituales,  sino  también  pecuniarios,  por- 
que su  corazón  bondadoso  y  caritativo  estaba  siempre  ansioso  de  dar 
consuelo  al  afligido  y  limosna  al  necesitado. 

La  pureza  de  costumbres,  amor  al  retiro,  piedad,  ¡irudencia,  lalx)- 
riosidad,  talento  y  fama  cjue  le  habían  conquistado  ki  r¿\pida  transfor- 
mación del  Seminario,  levantado  del  estado  de  abandono  en  c[vie  se  ha- 
llaba, al  grado  de  prosperidad  en  que  lo  jjuso,  reclamaban  jjara  nuestro 
sacerdote  un  campo  más  dilatado  donde  pudiera  dedicarse  con  más 
fruto  á  los  trabajos  de  su  ajjostólica  labor.  Era  preciso  (¡ue  una  mitra 
ornara  esa  frente  venerable,  circinidada  ya  por  una  aureola  de  virtud  y 
de  saber,  y  que  esas  manos  ([ue  tan  pródigamente  habían  socorrido  al 
infeliz,  empuñaran  desde  luego  el  ávireo  báculo  pastoral.  Así  lo  com- 
prendía el  Rey  y,  cuando  en  179-4-  quedó  acéfala  en  la  América  Central 
la  Sede  de  León  de  Nicaragua,  no  vaciló  en  ofrecérsela  al  limo.  Sr.  Ca- 
banas que  sólo  tenía  42  años  de  edad. 

1  Santoscoy  en  su  «Báculo  Pastoral  de  la  Ijjlesia  de  Guadalajara.»  dice  que  fué  Ma- 
gistral Y  Abad  de  Cervatos  y  Dignidad  de  Burgos,  Lo  mismo  se  lee  en  el  Diccionario  Uni- 
versal de  Historia  y  Geografía,  publicado  en  México,  de  1853  á  56,  tomo  IV,  pág.  380. 
Pero  en  la  Corona  Fúnebre  del  limo.  Sr.  Cabanas  se  ve  claramente  que  no  fué  así.  Ade- 
más, en  el  Libro  de -A^ctas  de  la  Catedral  de  Burgos,  marcado  con  el  n"?  12,sehaceconstar 
que  dicho  Prelado  sólo  fué  Magistral  de  Burgos  y  .\1)ad  de  Cervatos.  Véase  el  anexo  n°2. 


11 

El  y.  Cabildo  ^Ic'tr()i)()litan()  recibió  con  stimo  ajorado  la  acertada 
detci-miiiación  de  su  Majestad,  y  se  a])resuró  á  felicitar  al  lilecto  y  á 
tributarle  el  homenaje  de  costumbre.  En  segviida  comisionó  al  fabri- 
(|iiero  jjara  fiue  se  encargase  de  ])re])arar  un  magnífico  regalo  (jue  había 
de  ofrecerse  á  S.  S.  I.  como  recuerdo  de  su  consagración  e])iscopal.  Es- 
te regalo  consistía  en  una  mitra,  mi  liáculo  y  una  reliquia  de  S.  Juíin 
de  Sahagvin.    l 

Cuando  el  \'.  I'rclado  recibió  sus  Bulas,  dirigió  á  sus  antiguos  com- 
pañeros de  Cabildo  una  carta  llena  de  agradecimientos,  en  la  (|ue, 
entre  otras  cosas,  les  ¡jide  perdón  de  sus  defectos  3'  les  ruega  continííen 
gtiardándole  la  hermandad. 

«Los  embarazos  de  la  Corte  — dice  Sánchez  Resa —  le  impidieron  sa- 
lir tan  luego  como  ansiaba;  y  para  calmar  en  algún  modo  los  ardientes 
fervores  de  su  zelo,  dirigió  á  suObisjjado  ima  Pastoral  llena  de  imción, 
tic  amor  v  de  sabiduría.»  - 


II. 

Acá  en  la  Nueva  España  lloralja  la  Iglesia  de  Guadalajara  la  pre- 
matura muerte  de  su  Pastor  el  limo.  Sr.  Dr.  D.  Esteban  Lorenzo  de 
Tristán  y  Esmenota,  acaecida  en  San  Juan  de  los  Lagos  el  4  de  Abril 
de  1794-,  cuando  este  Prelado  aun  no  se  jDosesionaba  personalmente  del 
gobierno  de  la  Diócesi. 

El  Cabildo  Sede  \'acante  haliía  impetrado  del  Rey  un  nuevo  Pastor. 
Su  Alajestíul  pensó  luego  en  el  Obisjjo  electo  de  León  de  Nicaragua  y 
dispuso  se  le  trasladara  á  Guadalajara.  Dicho  limo.  Sr.,  había  sidoya 
consagrado  el  19  de  Abril  de  1795  y  preparaba  su  viaje  al  Nuevo  Mun- 
do, cuando  recibió  la  noticia  de  su  traslación,  por  Bula  fechada  en  Ro- 
ma el  18  de  Diciembre  del  propio  año. 

Nuevos  obstáculos  se  presentaron  entonces  para  retardar  su  mar- 
cha, mas  supo  vencerlos  con  facilidad  y  salió  sin  dilación  rumbo  á  su 
Sede  en  uno  de  los  primeros  meses  del  año  de  1796. 

«Los  riesgos  é  incomodidades  de  una  navegación  dilatada:  la  conti- 
nua zozobra  en  el  mar  por  la  inesperada  declaración  de  guerra  de  una 
potencia  respetable:  la  desecha  tempestad  que  sufre  á  la  vista  de  Vera- 
cruz,  en  donde  se  vio  sumergido  en  los  abismos  del  Occeano:  los  temores 
del  vómito  en  la  costa:  las  duras  impresiones  del  clima  y  sus  mortíferos 
insectos:  todo  todo  lo  sufre  con  la  ma3'or  resignación,  y  aquel  espíritu 
tan  vivo  para  entender  y  obrar  lo  que  cumple  á  sus  obligaciones,  pare- 
cía del  todo  insensible,  por  la  paciencia  y  mansedumbre  con  que  se  su- 
jetaba á  toda  ])rivación  y  sufrimiento.»  '^ 

1  Véase  el  anexo  n"?  2. 

2  Elogio  Fúnebre  del  linio.  Sr.  Cabanas,  pá.tj.  til. 

3  Sánchez  Resa.   Obra  citada,  pátr.  02. 


12 

El  19  de  Julio  de  ese  mismo  año,  el  AI.  I.  Sr.  Lie.  D.  Salvador  An- 
tonio Roca  y  Guzmán,  21"  Dean  de  esta  Catedral,  tomó  posesión  del 
Gobierno  de  la  Diócesi,  en  nombre  y  por  poder  del  limo.  Sr.  Obispo 
electo,  el  cual  se  presentó  en  la  Sede  cuatro  meses  despviés,  verificándo- 
.se  su  entrada  solemne  en  la  ciudad  episcopal,  el  día  3  de  Diciembre  del 
año  de  1796,  en  medio  de  los  atronadores  aplausos  y  entusiastas  acla- 
maciones del  católico  pueblo  tapatío. 

Antes  había  visitado  S.  S.  I.  las  ciudades  de  Zacatecas,  Pinos.  Jerez, 
Aguascalientes  y  otras  muchas  del  Norte  de  la  Diócesi,  socorriendo  pró- 
digamente á  sus  habitantes  pobres,  que  desde  luego  cre3-eron  encontrar 
en  el  limo.  Sr.  Cabanas  un  digno  sucesor  del  inolvidable  Obispo  Al- 
calde. 


III. 

El  día  5  de  Agosto  de  1798  consagró  para  la  Diócesi  de  Sonora  al 
limo.  Sr.  D,  Fr.  Francisco  de  Jesvis  Rousset  3-  Rosa,  verificándose  la 
ceremonia  en  la  Catedral  (entonces  Parroquia)  de  Zacatecas,  y  asistien- 
do como  obispos  mitrados  el  Dr.  D.  Pedro  Díaz  de  Escandón  y  el  Lie. 
D.  Juan  José  Moreno,  capitulares  de  la  Catedral  de  Guadalajara.  El  5 
de  Enero  de  1799  bendijo  en  Aguascalientes  el  magnífico  camarín  de 
la  Iglesia  de  S.  Diego,  el  cual  había  empezado  á  construirse  el  año 
de  1792;  celebró  allí  la  primera  misa  3'  confirió  órdenes.  1 

A  fines  de  Ma^-o  de  ISOO  mandó  celebrar  en  su  Catedral  solemnísi- 
mas exequias  en  descanso  del  alma  de  S.  S.  Pío  VI,  fallecido  en  Valencia 
del  Droma  el  29  de  Agosto  de  1799.  La  noche  del  26  se  cantó  la  Vigi- 
lia en  la  que  hizo  de  preste  S.  S.  L,  quien  se  dignó  oficiar  de  pontifical 
en  la  ftmción  religiosa  del  día  siguiente.  2 

El  año  de  1802  había  practicado  ya  la  primera  visita  pastoral  en 
todos  los  pueblos  de  su  extenso  Obispado,  siendo  incontables  las  per- 
sonas á  quienes  administró  el  sacramento  de  la  confirmación. 

Cuando  estuvo  S.  S.  I.  en  Cocvila  (1802)  subió  al  cerro  llamado  de 
la  Cruz,  para  ver  la  obra  material  del  templo  que  en  acjuel  lugar  se  es- 
taba edificando  á  expensas  del  benemérito  religioso  franciscano  espa- 
ñol, Fr.  Juan  Antonio  de  Galdín;  y  acompañado  de  dicho  sacerdo- 
te, del  Sr.  Cura  de  aquella  Parroquia  D.  Juan  José  de  Ilaro,  del  R. 
P.  Guardián  del  convento  de  S.  Miguel;  de  otros  varios  religiosos  y  ve- 
cinos principales  de  la  población,  3-  de  los  indios  más  antiguos  de  cada 
uno  de  los  barrios  y  congregaciones  de  Colimilla  \-  la  Guitarrilla,  se  di- 
rigió al  lugar  donde  está  ahora  el  mirador,  3  y  después  de  recitar  algu- 
nas preces  en  latín,  bendijo  desde  allí  al  pueblo,  rogando  al  Cielo  por  su 

1  «Gazeta  de  México»  del  lunes  11  de  Febrero  de  17tl9. 

2  «Gazcta  de  Aléxico»  de  6  de  Agosto  de  1800. 

3  Desde  allí  se  divisa  cómodamente  la  vista  panorámica  de  la  ¡loblación. 


13 

felicidad.   Después  diri<;ió  á  los  presentes  una  breve  plática,  con  tal  un- 
ción, que  muchos  de  ellos  no  pudieron  contener  las  lá<;rimas.   i 

Debido  á  la  solicitud  de  tan  celoso  Pastor,  S.  S.  Pío  VII,  por  Breve 
de  15  de  Noviembre  de  1805,  instituyó  para  la  ciudad  de  Ouadalajara 
la  (iliiduluencia  de  las  cuarenta  horas»  vulgarmente  llamada  «Jubileo 
Circular.»  - 


IV. 

No  se  habían  cumplido  todavía  tres  años  del  arribo  del  limo.  Sr. 
Cabanas,  á  la  capital  de  su  Obispado,  cuando  ya  este  celosísimo  Pas- 
tor había  emprendido  grandes  obras  que  habrían  de  inmortalizar  su 
nombre.  Estaba  convencido  S.  S.  I.  «de  la  importancia  de  un  clero  ins- 
truido y  virtuoso,  ciue  ya  tenía  y  que  deseaba  hacer  aún  más  ejem- 
plar, 3  concibió  el  proyecto  de  transformar  la  antigua  casa  de  Oblatos 
en  un  establecimiento  donde  los  qixe  se  destinaban  al  ministerio  sagra- 
do recibieran,  con  una  sólida  instrucción,  una  esmerada  educación 
sacerdotal,  y  donde,  seriamente  examinada  y  aprobada  su  vocación,  se 
prepararan  por  la  práctica  de  la  virtud ,  en  el  silencio  y  recogimiento, 
al  más  tremendo  de  los  ministerios.  En  el  mismo  establecimiento  debía 
vivir  un  competente  número  de  misioneros  diocesanos,  bajo  la  obedien- 
cia del  Ordinario.  Habían  de  dar  misiones  en  la  ciudad  y  en  los  pue- 
blos de  la  Diócesi,  oír  confesiones,  presidir  los  santos  ejercicios,  etc. 

Dos  otras  consideraciones  movían  al  buen  Prelado:  quería  poneres- 
ta  casa  á  disposición  de  aquellos  eclesiásticos  que,  olvidados  del  peso 
de  sus  obligaciones  y  de  la  santidad  de  su  estado,  habían  caído  en  al- 

1  Así  me  lo  han  rt-feiido  algunos  ancianos  de  Cocida,  entre  otros,  D.  Ignacio  Rodrí- 
guez Nijen,  que  trabajó  como  peón  en  la  construcción  de  dicho  templo,  acarreando  la- 
drillo; fué  mozo  del  R.  P.  Galdín  hasta  el  año  de  1829,  y  más  tarde  sirviente  del  Conven- 
to de  San  ^Miguel  durante  muchos  años. 

2  Carta  Pastoral  que  el  limo.  Sr.  Espinosa  dirigió  al  V.  Cabildo,  Clero  y  pueblo  de 
la  Diócesi  de  Guadalajara  con  fecha  26  de  Febrero  de  1856,  insertando  el  Breve  de  S.  S. 
Pío  IX,  que  hace  extensivo  el  Jubileo  Circular  para  todos  los  pueblos  de  la  Diócesi. 

3  Efectivamente:  varios  de  los  sacerdotes  ordenados  por  el  limo.  Sr.  Cabanas  reci- 
bieron más  tarde  la  consagración  episcopal  y  ocuparon  un  lugar  muy  distinguido  en 
nuestro  episcopado,  ñgurando  no  sólo  como  prelados  doctísimos,  sino  también  como  va- 
rones verdaderamente  apostólicos.  Tales  fueron  los  limos.  Sres.  Aranda  y  Carpinteiro, 
Obispo  de  Guadalajara,  Prelado  Doméstico  de  S.  S.  y  Asistente  al  Solio  Pontificio,  Caba- 
llero de  la  Orden  del  Santo  Sepulcro,  Presidente  Honorario  del  Instituto  de  África,  etc.; 
Espinosa  y  Dávalos,  Obispo  también  de  Guadalajara  y  su  primer  Metropolitano,  Prela- 
do Doméstico  de  S.  S.  y  Asistente  al  Solio  Pontificio,  Patricio  Romano,  Consejero  de  Es- 
tado, Comendador  de  la  Orden  de  Guadalupe,  etc ;  Barajas  y  Moreno,  primer  Obispo 

de  San  Luis  Potosí,  Patricio  Romano,  Prelado  Doméstico  de  S.  S.,  Asistente  al  Solio 

Pontificio,  Comendador  de  la  Orden  de  Guadalupe  y  Caballero  de  la  de  S.  Gregorio ; 

Portugal  y  Solís.  Consejero  de  Estado,  Miembro  de  varias   Academias  y   el   primero  de 

los  Prelados  de  .\niérica  á  quien  se  ofireció  la  púrpura  Cardenalicia ;  .\podaca  y  Lore- 

to.  Obispo  de  Linares,  y  Garciadiego  y  Moreno,  Obispo  de  las  Californias. 


14 

guna  de  las  muchas  fragilidades  que  rodean  nuestra  vida,  para  que  re- 
jjarasen  sus  faltas,  y  por  santos  ejercicios  se  dispusiesen  á  traliajarcon 
nuevas  energías  y  sin  perjuicio  personal,  para  la  gloria  de  Dios.  Por 
fin,  deseaba  ofrecer  allí  un  asilo  á  los  eclesiásticos  ancianos  y  enfermos. 

Sólo  en  corazones  grandes  nacen  tan  nobles  proyectos. 

Por  minuta  del  17  de  Septiembre  de  1799  pidió,  conforme  á  la  legis- 
lación de  entonces,  la  aprobación  real,  y  la  recibió  á  los  cinco  días  del 
mes  de  Diciembre  de  1800. 

La  antigua  casa  de  Oblatos  fué  reformada,  ó  mejor  dicho,  derri- 
bada hasta  los  cimientos;  y  á  costa  de  grandes  sumas  y  en  medio  de 
muchas  dificultades  que  el  enemigo  de  todo  bien  suscitaba,  se  levantó 
un  edificio  más  grande  y  más  hermoso,  que  se  abrió  el  1"  de  Diciembre 
de  1801  y  desde  luego  fué  llamado  «Colegio  Clerical.»  i 

Treinta  mil  pesos  se  gastaron  en  la  construcción  de  esta  obra,  ámás 
de  los  ochenta  y  cuatro  mil  que  le  fueron  señalados  de  fondos  y  los  mil 
anuales  con  que  desde  1801  grabó  la  Mitra  en  favor  de  dicho  estableci- 
miento. -' 


El  hecho  más  notable  del  pontificado  del  limo.  Sr.  Cabanas  es  la 
fundación  del  renombrado  Hospicio  ó  Casa  de  Misericordia  para  des- 
validos, ancianos,  huérfanos  y  exjjósitos,  uno  de  los  más  gigantescos 
edificios  de  Guadalajara. 

Este  Hospicio  — dice  Gibbon —  «es  una  {de  tantas)  de  esas  construc- 
ciones, orgullo  de  la  ciudad  y  admiración  de  todo  viajero  inteligente;»  3 
es  — dice  Navarrete —  «la  gloria  de  Jalisco;»  -^  «One  of  the  most  famous 
üf  the  institutions  of  Guadalajara  is  the  Hospicio»  ha  dicho  Marie  Ro- 
binson  Wright.  5 

Su  longitud  es  de  185  metros  y  170  su  anchura.  Tiene  un  pórtico 
de  columnas  estilo  toscano  que  da  muy  bonita  vista  al  edificio;  un  her- 
moso templo  en  forma  de  crviz  griega  con  una  cú])ula  de  34-  metros  de 
altura,  notable  por  su  «hermosura  y  singular  atrevimiento  arquitectó- 
nico;» 23  patios  con  sus  respectivos  jardines,  numerosos  corredores,  sa- 
lones-dormitorios, salas  de  estudio  y  de  trabajo,  etc.,  etc. 

Trescientos  hombres  trabajaron  en  su  edificación  y  se  gastaron  dos- 
cientos treinta  mil  ochocientos  sesenta  y  cuatro  pesos,  de  los  cuales  el 

1  R.  P.  Juan  M.  ThiU,  S.  M.— Xtra.  Sra.  de  la  Soledad  de  Guadalajara.  (Jal.)— 
Revista  Mariana,  tomo  I,  pág.  495. 

2  Diccionario  Universal  de  Historia  3-  Geografía,  publicado  en  Méxic(>del853-isr)6. 
Tomo  IV.  Art.  «Jalisco,»  párrafo  relativo  á  los  prelados  de  Guadalajara. 

3  Vagancias  y  Recuerdos,  etc.,  pág.  S9. 

4  Compendio  de  la  Historia  de  Jalisco.    Parte  II,  pág.  óO. 

5  Picturesque  Mé.xico,  pág.  275. 


15 

Sr.  Cíibíiña.s  (lió  de  su  ijceulio  ciento  cuarciiUi  y  cíiicd  mil  novecien- 
tos treinta.  Además,  dicho  limo.  Sr.  dotó  al  Establecimiento  con  va- 
rias fincas  en  la  ciudad,  tres  haciendas  y  el  rancho  de  Juanacastle,  más 
treinta  mil  pesos  impuestos  á  rédito. 

La  guerra  de  Independencia  no  permitió  á  nuestro  ()bis])o  ver  ter- 
minada su  obra,  pues  en  1810  se  sus]3cndieron  los  trabajos,  faltando 
ai'm  la  Iglesia,  la  cual  se  concluyó  el  año  de  18-10  Ijajo  el  pontificado  del 
limo.  Sr.  Dr.  D.  Diego  Aranda  y  Carijinteiro,  y  fué  su  costo  úocc  mil 
pesos.  1 


VI. 

Mas  no  se  crea  c(ue  estas  fueron  las  únicas  obras  cjue  llevó  á  eal)o 
nuestro  ilustre  biografiado;  no,  su  pontificado  fué  tan  fecundo  en  (jbras 
buenas,  que  sería  muy  difícil  formar  una  lista  de  todas  ellas. 

De  muchas  ni  siquiera  noticia  se  tiene,  porque,  como  es  bien  sabido, 
las  personas  caritativíis  jírocuran  ocultar  siempre  sus  caridades.  Lo 
ijue  á  nuestro  conocimiento  ha  llegado,  además  de  lo  que  acabamos  de 
indicar,  es  lo  siguiente: 

Favoreció  con  crecidas  sumas  al  Seminario  Conciliar;  le  dio  nue- 
vas con.stituciones;  le  donó  su  biljlioteca;  aumentó  el  niunero  de  cá- 
tedras; mejoró  mucho  la  enseñanza  y  mantuvo  seis  becas  hasta  su 
fallecimiento.  Institu^-ó  en  todas  las  parroquias  las  conferencias  mo- 
rales y  de  rúbricas. 

Dio  acertadas  reglas  para  el  buen  gobierno  de  los  curatos  y  mejora 
de  costumbres  del  pueblo. 

Según  afirma  Santoscoy,  prohibió  los  incendios  ó  altares  del  Vier- 
nes de  Dolores,  por  edicto  fechado  en  Tonalá  el  23  de  Marzo  de  1803. 

Hizo  la  erección  de  la  parroquia  de  Jesús. 

Socorrió  generosamente  los  curatos  escasos  de  fondos  y,  no  conten- 
to con  los  frecuentes  auxilios  que  les  proporcionaba,  repartió  entre  ellos 
su  vajilla  de  plata,  no  dejando  en  su  jjalacio  más  alhajas  (pie  sus  pecto- 
rales y  anillos.  Después,  con  ciento  ochenta  mil  pesos  creó  el  fondo  lla- 
mado de  «parroquias  pobres.» 

Sostuvo  hasta  su  muerte  algunos  cstalilecimientos  de  primera  ense- 
ñanza en  diversos  puntos  de  la  Di()cesi;  socorric)  con  generosidad  los 
colegios  de  indias  de  Cuezcomatitán  y  Cajititlán;  dotó  á  tres  niñas 
huérfanas  en  S.  Juan  de  los  Lagos,  donde  se  hallaba  de  tránsito  el  año 
de  1808;  a3atdó  con  sus  limosnas  á  la  conclusión  del  aula  mayor  de  la 
Universidad,  y  en  varias  ocasiones  proijorcionó  auxilios  pecuniarios  al 
citado  establecimiento. 

1  Todos  estos  datos  que  he  dado  acerca  del  Hospicio,  los  he  tomado  de  la  preciosa 
obrita  tilulada:  Guadalajara.  (La  Florencia  Mexicana.) — Vagancias  y  Recuerdos. — El 
Salto  de  Juanacatlán  y  el  Mar  Chapálico  por  Eduardo  .\.  Gibbon,  págs.  90  á  117. 


16 

El  Colegio  de  niñas  de  San  Diego  mereció  su  especial  protección: 
«dotó  con  la  suma  de  $12,000  la  fundación  de  una  escuela  pública  en 
el  mismo  Colegio;  hizo  desmontar  y  cultivar  la  huerta  disponiéndola 
en  cuadros;  y  adicionó  las  constituciones  del  Señor  I'arada,  en  9  de  Di- 
ciembre de  1799,  conformándolas  algo  más  al  espíritu  de  la  época.»  i 

Hizo  venir  á  su  Sede  un  profesor  para  la  enseñanza  de  los  principios 
de  bellas  artes;  dio  mil  pesos  anuales  para  líi  dotación  de  una  clase  de 
arquitectura  3-  dibujo  en  el  Cole.gio  de  San  Juan. 

Fomentó  por  diversos  medios  la  propagación  de  la  vacuna. 

Fundó  en  Agi:ascalientes  el  Convento  de  religiosas  de  la  Enseñan- 
za. 2 

Trabajó  con  empeño  en  la  fundación  del  Apostólico  Colegio  de  Za- 
popan,  favoreciéndolo  con  cantidades  considerables;  costeó  el  viaje  de 
los  religiosos  que  debían  venir  á  fundar,  y  mientras  la  construcción 
de  la  finca  se  terminaba,  les  franqueó  para  habitación  la  casa  que  tenía 
en  aquella  villa. 

Dos  años  antes  de  su  muerte  i'egaló  dos  mil  pesos  al  Hospital  de 
Belén,  fundado  por  su  ilustre  antecesor  el  limo.  Sr.  Alcalde. 

Mejoró  el  Santuario  de  Xtra.  Sra.  de  San  Juan,  destinando  capella- 
nes al  culto  de  la  Virgen  Santísima,  proveA'endo  la  inversión  de  sus  ren- 
tas y  la  economía  en  su  manejo. 

Donó  á  la  Catedral  la  reliquia  de  San  Juan  de  Sahagún  que  había 
traído  de  Burgos  como  recuerdo  de  sus  viejos  amigos  los  capitulares 
de  aqiiella  Metropolitana;  dotó  con  seis  mil  pesos  la  función  de  dicho 
Santo  3'  le  mandó  levantar  un  altar  de  mármol  en  la  capilla  interior 
del  Convento  del  Carmen.  El  día  12  de  Junio  de  1812  se  celebró  por 
vez  primera  la  función  religiosa  anual  de  este  Santo.  Con  tal  motivo, 
pontificó  el  limo.  Sr.  Cabanas  \'  predicó  el  Rector  de  la  Universidad, 
Prebendado  Dr.  D.  Toribio  González,  -i 

1  Santoscoy.   Artículo  titulado:  «El  Colojiio  ilc  Xiñas  do  San  Diejío.» 

2  Allí  se  hallaba  el  limo.  Sr.  Cabanas  en  Octubre  26  de  1807.  No  se  sabe  si  fué  ex- 
presamente á  recibir  á  las  monjas  de  la  Enseñanza  y  darles  posesión  de  su  nuevo  Con- 
vento, cuyo  acto  se  verificó  el  día  citado.    (Juan  B.  Iguíniz.) 

3  Los  datos  relativos  á  las  donaciones  hechas  por  el  Ilnu).  Sr.  Cabanas,  menciona- 
das hasta  aquí,  las  he  recogido  de  diversas  obras,  entre  otras:  Diccionario  Universal  de 
Historia  y  Geografía,  publicado  en  México  de  1853  á  56,  tomo  IV,  artículo  «Jalisco.» — 
.\lberto  Santoscoy:  Canon  Cronológico  de  los  Gobernantes  de  Jalisco,  pág.  203;  Báculo 
Pastoral  de  la  Iglesia  de  Guadalajara. — Alfaro  y  Pina:  Relación  Descriptiva  de  la  Fun- 
dación, Dedicación,  etc.  de  las  Iglesias  y  Conventos  de  México,  pág.  298. — Navarrete: 
Compendio  de  la  Historia  de  Jalisco.  Parte  11,  ])ág.  36. — Gazeta  de  México. — El  Telé- 
grafo de  Guadalaxara,  etc.  etc. 


17 


VIL 


Con  fondos  que  para  ello  había  dejado  el  limo.  Sr.  Maestro  D.  Fr. 
Antonio  Alcalde  y  Barriga,  de  feliz  memoria,  dio  principio  nuestro  ilus- 
tre biografiado  á  la  obra  del  actual  Sagrario  Metropolitano,  el  cual 
quedó  terminado  bajo  el  pontificado  del  limo.  Sr.  Dr.  D.  Diego  Aranda 
3'  Carpinteiro  el  año  de  1839. 

Acerca  de  la  colocación  de  la  primera  piedra  de  dicho  templo,  toma- 
mos lo  siguiente  de  la  Gaceta  de  México  del  -i  de  Mayo  de  1808:  «El 
día  de  hoy  (19  de  Abril  de  1808)  vio  el  público  de  esta  capital,  con  uni- 
versal regocijo  dar  principio  á  la  fábrica  de  la  iglesia  del  Sagrario  de  la 
Catedral,  y  })oner  la  primera  piedni,  precediendo  la  bendición  de  ella 
con  la  solemnidad  3^  decoro  que  corresponde  á  un  acto  pontifical  como 
éste,  que  (juiso  executar  por  sí  mismo  el  Illmo.  Sr.  Obispo  de  esta  dióce- 
sis ür.  D.Juiin  Cruz  Riiiz  de  Cabanas,  acompañado  de  su  V.  Cabildo  y 
con  asistencia  del  M.  I.  Sr.  Presidente  Vice  Patrono  Real,  D.  Roque 
Abarca,  de  muchas  personas  distinguidas,  3-  de  un  numeroso  concurso 
del  pueblo. 

«Colocado  en  la  parte  del  atrio  de  la  Catedral,  destinado  para  esta 
obra,  el  altar  con  los  paramentos  pontificales,  el  dosel  de  S.  Illmá.  ha- 
cia un  lado,  3'  el  bufete,  telliz  3'  silla  del  Sr.  Presidente  hacia  el  otro,  y 
asimismo  las  sillas  de  los  Capitulares,  se  vistió  el  Prelado  de  Pontifi- 
cal, V  respondiendo  el  coro,  hizo  la  solemne  líendición  de  la  primera  pie- 
dra que  iba  á  colocarse  en  los  cimientos  de  dicha  iglesia,  que  estaban 
ya  demarcados  3'  en  partes  zanjados  v  abiertos  con  arreglo  al  plano 
que  conforme  á  la  mente  de  S.  M.  se  pidió  á  la  Real  Academia  de  S. 
Carlos  de  México.  En  el  mismo  acto  de  la  bendición,  y  á  su  debido 
tiempo,  bajó  personalmente  el  Sr.  Presidente  á  la  zanja  del  cimiento 
por  una  cómoda  escalera  tjue  al  intento  se  formó  de  cantería,  3^  se  con- 
duxo  la  piedra  que  S.  S.  mismo  a3-udó  á  poner  3'  asegurar  en  su  sitio, 
que  filé  en  el  centro  del  respaldo  cjue  corresponde  al  presbiterio  de  la 
nueva  iglesia. 

«Esta  piedra,  que  forma  un  cuadrilongo  de  más  de  vara,  se  labró  cu- 
riosamente y  en  hueco,  en  figura  de  una  arca,  con  su  respectiva  lápida, 
para  colocar  dentro  de  ella  otra  arca  más  curiosa  de  piedra  de  alabas- 
tro, conocida  con  el  nombre  de  tecal,  de  media  vara  de  extensión  3'  de 
figura  quadrilonga,  para  depositar  en  ella,  lo  que  en  iguales  casos  se 
acostumbra,  y  al  intento  presentó  el  Illmo.  Sr.  Obispo  una  colección  c/e 
medallas  de  oro  y  plata  de  las  Imágenes  que  se  veneran  en  los  santua- 
rios de  su  diócesi,  como  el  de  María  SSma.  del  Patrocinio  de  la  Bufa  de 
Zacatecas,  de  los  de  Ntra.  Sra.  de  San  Juan,  de  Zapopan,  de   Talpa, 

Anales.  T.  IV.— 3. 


18 

de  Mexicíiltzingo,  y  de  el  Corazón  de  Jesús  de  Mesticacan,  las  Guias  de 
forasteros  política  y  eclesiástica  de  Madrid  del  año  próximo  pasado 
por  no  tener  la  del  actual,  y  la  de  México  del  corriente  año  y  asimismo 
varias  medallas  de  oro  y  plata  de  las  acuñadas  con  motivo  de  la  glo- 
riosa proclamación  3^  jura  de  nuestro  augusto  Soberano  el  Sr.  D.  Car- 
los IV  (que  Dios  guarde),  no  sólo  de  las  que  en  tan  plausible  ocasión 
acuñó  y  repartió  el  V.  Cabildo  eclesiástico  y  el  Ilustre  AA'untamiento 
de  esta  ciudad,  sino  también  de  las  que  con  el  mismo  objeto  acuñaron 
V  dieron  las  ciudades  de  Aléxico,  Yeracruz,  Guanaxuato,  S.  Luis  Poto- 
sí y  el  Real  de  los  Catorce,  ofreciendo  también  el  Sr.  Presidente  poner 
en  dicha  arca  un  manuscrito  en  que  se  iludiese  conservar  hasta  la  más 
remota  posteridad  lo  perteneciente  á  esta  época,  y  lo  más  que  S.  S.  te- 
nía por  conveniente. 

«El  mismo  día  dio  el  Illmó.  Sr.  Obispo,  por  efecto  de  su  natural  be- 
neficencia, quatro  dotes  de  á  300  ps.  cada  uno  á  quatro  niñas  huérfa- 
nas y  pobres  de  conocida  virtud,  honradez  y  buen  nacimiento,  haciendo 
también  memoria  de  que  en  aquel  mismo  día  se  celebraba  el  aniversa- 
rio de  su  consagración.»  1 


VIII. 


La  munificencia  del  limo.  Sr.  Cabanas  parecía  no  tener  límites:  los 
caminos  de  Autlán  3'  de  Colima  estaban  en  aquella  época  casi  intransi- 
tables 3'  necesitaban  una  pronta  reparación.  S.  S.  I.  se  apresuró  á  en- 
tregar al  Gobierno  civil  la  cantidad  de  cuatro  mil  pesos  para  que  se 
compusieran  dichos  caminos.  2 

Impulsó  notablemente  la  agricultura,  proponiéndose  que  adelanta- 
se mucho  en  su  Obispado  el  cultivo  del  añil  3-  del  cacao,  y  para  que  sus 
proyectos  no  fueran  solamente  teóricos,  ofreció  á  los  cultivadores  pre- 
mios pecuniarios  que  puso  á  disposición  del  Consulado  para  que  les 
aplicase  el  mérito.  3  Por  este  medio  impulsó  también  eficazmente  la 
siembra  de  semillas  de  primera  necesidad. 

El  documento  que  publicamosá  continuación  de  esta  biografía,  mar- 
cado con  el  n"3,nos  da  á  conocer  los  grandes  proA-ectos  del  progresista 
Obispo  de  Guadalajara  para  conseguir  el  adelanto  de  la  agricultura  en 
los  vastísimos  terrenos  de  sti  Diócesi,  3-  sobre  ttxlo,  en  los  de  la  costa, 
desde  Coahua3'ana  hasta  el  Tviito,  cpie,  .según  S.  S.  I.,  se  hallaban  en 

1  Gaceta  de  México.  Tomo  XV,  pág.  299. 

2  .\lfaro  y  Pifia.  Obra  citada,  pág.  299. 

3  Saiitoscoy.  Báculo  Pastoral,  columna  -i'' 


19 

esa  fecha  despoblados  y  sin  cultivo,  ápesar  de  ser  los  más  feracesy,  por 
consi.üuiente,  losque  con  mayor  segviridad  podían  proporcionar  la  sub- 
sistencia y  la  riqueza  de  sus  cultivadores. 

En  este  mismo  documento  se  nota  el  decidido  empeño  de  S.  S.  I.  en 
hacer  que  se  construyeran  presas  y  se  multiplicaran  los  aguajes  en  las 
campiñas  de  Jerez,  Matchuala  y  Mazapil  á  fin  de  que  se  fertilizaran 
esos  terrenos  y  fuera  más  llevadera  la  vida  de  sus  pobres  moradores. 

Anhelaba  aún  el  digno  sucesor  del  limo.  Sr.  Alcalde,  la  apertura  de 
caminos  rectos  desde  la  capital  de  su  Diócesi  hasta  Zacatecas  por  el 
rumbo  de  Ixtlahuacán  del  Río  y  cañones  de  Juchipila  y  Tabasco;  y  des- 
de la  misma  capital  para  Autlán  de  la  Grana  y  Cuauhtitlán,  hasta  los 
puertos  de  Navidad  y  Santiago.  Y  otros  dos  caminos  que,  partiendo 
también  de  Guadalajara,  tuvieran  por  término  las  ciudades  deSanBlas 
y  de  Colima,  i 

Proporcionó  oportunos  auxilios  á  las  víctimas  del  terremoto  de  25 
de  Ma^-o  de  1S06  que  llenó  de  luto  tantos  hogares  enSa3-ula,Zapotlán 
y  Colima. 

En  el  calamitoso  año  de  1807  proveyó  de  alimentos  á  los  pobres 
más  necesitados,  del  norte  de  la  Diócesi. 

Envió  á  España  un  donativo  de  300  pesos  para  auxilio  de  los  va- 
lientes defensores  de  la  ciudad  de  Zaragoza  ct)ntra  las  huestes  invaso- 
ras  de  Napoleón.  2 

En  general,  en  tiemjDo  de  epidemia  ó  escasez  de  semillas  siempre  es- 
taba listo  para  socorrer  al  necesitado.  Aun  los  veinticinco  mi!  pesos 
en  que  consistía  su  patrimonio,  los  testó  á  beneficio  de  los  ])()bres. 


IX. 


A  beneficio  del  real  erario  cedió  S.  S.  I.  casi  todo  lo  (jue  le  corres- 
pondía en  la  masa  decimal  de  la  Sta.  Iglesia  de  León  de  Nicaragua  por 
el  tiempo  que  había  sido  su  Prelado  (electo),  lo  cual  se  estimaba  pru- 
dentemente en  diez  y  seis  mil  pesos.  De  esta  suma  había  que  separar 
773/7  quinientos,  que  destinaba  S.  S.  I.  para  otras  atenciones  píiblicas  y 
piadosas  de  aquel  Obispado.  Además,  en  unión  de  su  Cabildo,  facilitó 
en  la  misma  fecha  al  real  erario  la  cantidad  de  cuarenta  mil  pesos.  3 
Posteriormente  entregó  á  la  Corona  cincuenta  mil  pesos:  treinta  mil 
como  regalo  y  veinte  mil  en  calidad  de  préstamo.  'I- 

El  año  de  1808  que  se  hizo  otra  colecta  de  donativos  píivn   atender 

1  Véase  el  anexo  n?  3. 

2  Bi1)lioteca  Histórica  Jalisciense,  de  Mayo  15  de  1910. 

3  Gaceta  de  Mé.xico  del  lunes  28  de  Enero  de  1799. 

4  Gaceta  de  México  de  Junio  4-  de  1805. 


20 

á  las  exigencias  de  la  Alonarquía  española,  el  limo.  Sr.  Cabanas,  en 
unión  del  Al.  I.  Sr.  Deán  v  V.  Cabildo  de  sti  Iglesia,  ofrecieron  un  dona- 
tivo de  sesenta  mil  pesos,  los  cuales  fueron  enviados  al  puerto  de  Vera- 
cruz  para  embarcarlos  en  el  primer  buque  que  llevase  caudales  á  Espa- 
ña, aun  antes  de  qvie  hubiese  circulado  la  proclama  del  superior  Go- 
bierno. 1 

Tal  era  la  solicitud  con  que  atendía  S.  S.  I.  á  las  necesidades  de  to- 
dos. 

Con  motivo  de  la  guerra  de  la  Independencia,  tuvo  que  despren- 
derse varias  veces  de  cantidades  considerables  de  dinero,  y  ya  consu- 
mada ésta,  dio  algunos  donativos  para  sostener  el  Imperio,  y  á  su 
monarca  Iturbide. 


X. 


Hasta  aquí  hemos  descrito  al  limo.  Sr.  Cabanas  como  bienhechor 
insigne  de  la  humanidad  doliente,  como  hombre  progresista  y  em- 
prendedor cjue  fomenta  la  instrticción  pública  é  impulsa  el  adelanto  de 
las  ciencias  y  como  pastor  celosísimo  que  procura  la  ilustración  3- pure- 
za de  costumbres  de  su  clero.  Estudiémosle  ahora  en  el  mundo  de  la 
política,  mezclándose  íntimamente  en  los  asuntos  relativos  á  nuestra 
Independencia  Nacional. 

Dado  el  primer  grito  de  Independencia  en  el  pueblo  de  Dolores  (Gto.) 
el  15  de  Septiembre  de  ISIO,  por  el  ¡Dárroco  de  aquella  feligresía,  D.  Mi- 
guel Hidalgo  y  Costilla,  llega  á  Guadalajara  la  noticia  de  la  insurrec- 
ción el  19  del  mismo  mes  y  año;  y  un  día  después,  expide  S.  S.  I.  á  los 
párrocos  de  la  Diócesi  una  importante  circular  noticiándoles  lo  acaeci- 
do 3'  ordenándoles  exciten  á  sus  respectivos  feligreses  á  la  «unión 3' con- 
cordia.» Después,  el  4  de  Octubre,  ordena  á  todos  los  curas  de  la  Diócesi 
que  fijen  en  las  puertas  de  los  templos  y  lean  desde  el  ]3Úlpito  la  procla- 
ma de  la  «Junta  Superior  auxiliar  de  Gobierno,  Seguridad  y  Defensa  de 
Guadalajara,»  formada  el  27  de  Septiembre  anterior. 

Y  viendo  la  rapidez  con  que  se  propagaban  los  deseos  de  emancipar 
el  territorio  mexicano  de  la  antigua  metrópoli,  y  que  millares  de  indi- 
viduos abandonaban  sus  hogares  y  marchaban  gustosos  á  engrosar 
las  filas  de  los  insvirgentes,  promulga  un  edicto  (15deOctidiredel810) 
amenazando  con  la  excomunión  á  todos  los  adictos  á  la  causa  de  la 
Independencia. 

El  Obispo  electo  de  Michoacán  y  Gobernador  de  aquella  Sagrada 
Mitra,  D.  Manuel  Abad  y  Queipo,  así  como  otros  prelados,  habían  ful- 
minado anatemas  contra  los  principales  caudillos  de  la  revolución. 

1   Gaceta  Extraordinaria  de  México,  de  11  de  Noviembre  de  ISUS. 


21 

Nuestro  l)io.<;rañado  creyó  un  [lel)cr  suyo  excoraul^íir  también  por 
su  parte  á  Ilidaljío  y  á  sus  partidarios  a'  con  este  fin  expidió,  el  24-  de 
Octubre,  luia  carta  pastoral  jjor  la  cual, despuésdedcnunciará  Hidalgo 
como  SEDICIOSO,  cisiiÁTico  y  hereje  formal,  3' dará  conocer  las  medi- 
das ])reventivas  tomadas  por  la  Inquisición  en  contra  de  dicho  Cura,  y 
recordar  á  sus  diocesanos  que  el  Arzol3Ís])o  de  México,  Dr.  D.  Francisco 
Javier  de  Lizana  y  Beaumont,  había  fulminado  cuatro  veces  la  excomu- 
nión contra  Hidalgo  y  sus  partidarios,  la  lanza  él  también  por  su  par- 
te contra  todos  los  de  su  Diócesi  que  sean  promotores  ó  adictos  al  le- 
vantamiento. 

Pero  los  principales  jefes  de  la  Insurrección  hacían  ver  á  los  de  su 
partido  el  bien  tan  grande  que  resultaría  á  la  Religión  y  á  la  Patria 
con  la  Independencia,  y  evita1)an  con  sumo  cuidado  llegara  á  oídos  de 
los  combatientes  todo  lo  que  en  edictos,  decretos,  pastorales  y  escritos 
sueltos  se  decía  en  contra  del  levantamiento.  Adeinás,  Hidalgo  procu- 
raba defenderse  de  los  principales  cargos  que  le  liacían  los  oljispos  y  la 
Inquisición,  3- fácilmente  lo  conseguía,  pues  el  pueblo  lo  consideraba  co- 
mo un  gran  sabio,  y  mejor  seguía  sus  opiniones  que  las  de  cualquier 
individuo  del  partido  contrario.  Así  es  que  las  amenazas  del  limo.  Sr. 
Cabanas  no  tuvieron  el  resultado  favorable  que  el  Prelado  debió  espe- 
rar. 

En  cuanto  á  la  cruzada  de  eclesiásticos,  de  que  hal)lan  varios  histo- 
riadores siguiendo  áBustamante,  creemos  conveniente  hacer  notar  que 
no  aparece  en  la  actualidad  documento  justificativo,  existiendo  otros 
del  mismo  tiempo  \-  que  se  refieren  á  menudencias  mucho  menos  impor- 
tantes \-  trascendentales  que  la  que  nos  ocupa;  por  lo  cual,  sin  negar  del 
todo  que  sea  cierta  la  aseveración  de  Bustamante,  creemos  debe  po- 
nerse en  tela  de  juicio. 


XI. 


Los  desastres  cometidos  por  los  insurgentes  en  Zacoalco  v*  en  La 
Barca  llenaron  de  temor  á  los  españoles  que  había  en  Guadalajara,  y 
al  saber  que  Torres  se  apresuraba  á  tomar  la  ciudad,  trataron  de  po- 
nerse en  salvo.  La  Junta  Auxiliar  de  Gobierno  se  disolvió,  y  el  6  de 
Noviembre  del  mismo  año;  el  limo.  Sr.  Cabanas,  en  compañía  de  otros 
españoles,  huv'ó  á  San  Blas,  donde  permaneció  varios  días,  hasta  que, 
temeroso  de  que  Laraj'cn  entregara  la  villa  al  Cura  Mercado,  se  retiró 
al  puerto  de  Acapulco  á  bordo  del  bergantín  San  Carlos,  el  día  28  de 
Noviembre  del  año  de  1810. 

Por  ese  tiempo  el  Gobernador  de  Nuevo  León,  D.  Manuel  Santa- 
María,  se  declaró  por  la  revolución,  y  los  españoles  radicados  en  Mon- 


22 

terre3'  entraron  en  grandísima  alarma.  «El  obispo  D.  Primo  Feliciano 
Marín  — dice  Alamán —  se  fugó  y  pudo  embarcarse,  y  así  caminaban 
hacia  México  por  los  dos  mares  opuestos,  el  de  Giaadalajara  por  el  del 
Sur,  dirigiéndose  A  Acapulco,  y  el  de  Monterrey,  por  el  golfo,  navegan- 
do hacia  Veracruz.»  i 

No  convenía  á  nuestro  biografiado  permanecer  muchos  días  en  Aca- 
]iulco,  y  así,  en  la  primera  oportunidad  cjue  tuvo,  continuó  su  marcha 
hacia  la  cajjital  de  la  entonces  Nueva  España,  donde  pensaba  estable- 
cerse ]jor  algún  tiempo,  en  tanto  mejoraba  la  situación  ]iolítica  del 
país. 


Xll. 


A  fines  de  1811,  el  limo.  Sr.  Cabanas  se  resolvió  á  regresar  á  su  Se- 
de, aprovechando  un  viaje  del  Coronel  .\ndrade  á  las  Provincias  del  In- 
terior. 

Apenas  salido  de  México,  se  vio  varias  veces  atacado  por  numerosas 
partidas  de  enemigos  que  se  atrevieron  á  hacer  fuego  muy  cerca  del  co- 
che que  conducía  á  Su  Ilustrísima.  - 

«Al  paso  por  el  peligroso  punto  de  Calpulalpan,  filé  atacado  el  con- 
vov  por  todas  las  partidas  reunidas  del  cura  Correa  (23  de  Noviem- 
bre), los  Villagranes  y  los  AnaA-as,  que  componían  el  número  de  dos  mil 
hombres.  La  larga  extensión  de  seis  leguas  que  el  convoy  ocupaba,  con 
la  escolta  de  cuatrocientos  hombres,  presentaba  muchos  puntos  de  fácil 
acceso,  no  obstante  lo  cual  los  insurgentes  fueron  rechazados  3-  se  les 
quitaron  trescientas  muías  cargadas  que  habían  tomado,  aunque  siem- 
pre quedaron  en  su  poder  algunas.  La  acción  fué  bastante  empeñada 
para  haber  tomado  parte  en  ella  aun  la  escolta  c[ue  acompañaba  el  co- 
che del  Obispo  que  se  vio  en  peligro  de  ser  cogido.  Correa  fué  declarado 
excomulgado  y  fijado  su  nombre  en  tablilla  en  las  puertas  de  las  igle- 
sias de  México.»  3 

Llegada  á  Guadalajara  la  noticia  del  próximo  arribo  del  Prelado  á 
la  Capital  de  su  Obispado,  tomáronse  grandes  preparativos  para  ha- 
cerle una  digna  y  entusiasta  recepción,  -t 

«Fué  á  recibirle  á  Querétaro  vin  cuerpo  de  caballería  mandado  por 
D.  Ángel  de  Linares  que  lo  escoltaba  hasta  Lagos,  donde  lo  recibió  el 
Coronel  D.  José  Dávalos  al  frente  de  otra  fuerza  é  hizo  su  entrada  en 
la  Capital  el  día  8  de  Marzo  (de  1812);  el  General  Cruz  fué  temprano  á 

1  Alamán. — Historia  de  México.  Tomo  II,  pág.  96. 

2  Véase  el  anexo  n*?  5. 

3  .\lanián. — Historia  de  México.  Tomo  II,  pág.  4-08. 

4  Véase  el  anexo  ii*?  5. 


23 

S.  Pedro  á  recibirlo  acompañado  de  las  ¡¡rincipalcs  autoritladcs  y  le 
condujo  triuiifalinente  hasta  la  Catedral  i)or  en  medio  de  una  valla  for- 
mada por  el  Regimiento  de  riiehla,  de  Tolnca  y  los  dragones  de  Esjja- 
ña  Y  de  Querétaro,  dándole  escolta  el  Regimiento  de  Húsares  ([ue  esta- 
ba equipado  con  gran  lujo.»  i 


XIII. 


Por  algún  tiempo  continuó  nuestro  biografiado  oponiéndose  tenaz- 
mente al  movimiento  de  insurrección.  En  la  carta  pastoral  que  con  mo- 
tivo de  su  regreso  á  Guadalajara  dirigió  á  sus  diocesanos  el  4  de  Abril 
de  1812,  hablando  de  los  insurgentes  y  de  sus  partidarios,  les  dice,  entre 
otras  cosas:  «que  los  separará  del  gremio  de  la  Iglesia  como  á  miem- 
bros podridos,  fijando  sus  nombres  y  apellidos  en  los  parajes  piiblicos 
que  corresponda  y  convenga  para  notoria  condenación,  castigo  3-  es- 
carmiento de  su  incorregible  é  imperdonable  rebeldía  y  obstinación.» 

En  vista  de  tantos  servicios  en  pro  de  la  España,  se  le  condecoró  con 
las  insignias  de  Gran  Cruz  de  la  Real  Orden  Americana  de  Isabel  la  Ca- 
tólica, 3'  algún  tiempo  después  la  Cámara  le  presentó  al  Rey  para  la 
Sede  Arquiepiscopal  de  Santiago  2  de  cu^-o  gobierno  no  llegó  á  tomar 
posesión  porque  el  Alonarca  español  no  tuvo  á  bien  obsequiar  los  de- 
seos de  la  Cámara,  en  vista  de  c(ue  el  Prelado  se  había  decidido  por  fin 
en  favor  de  la  Independencia  3-  a3-udaba  con  su  poderosa  influencia  á 
que  se  consumara. 


XIV. 


En  efecto,  S.  S.  I.  se  había  convencido  de  cjue  la  voluntad  general  de 
la  nación  era  la  independencia,  3' que  ésta  llegaría  á  con.segviirse  sin  efu- 
sión de  sangre,  valiéndose  de  medios  meramente  diplomáticos,  3'  bajo 
las  banderas  de  la  Religión.  «No  os  pido  otra  cosa — decía  Iturbide — que 
lo  que  vosotros  mismos  debéis  pedir  3-  apetecer:  Unión,  íraternidad,  or- 
den, quietud  interior,  vigilancia,  horror  á  cualquier  movimiento  turbu- 
lento     Asombrad  á  las  naciones  de  la  culta  Europa:  vean  que  la 

América  Septentrional  se  emancipó  sin  derramar  una  sola  gota  desan- 
gre.  En  el  transporte  de  vtiestro  júbilo,  decid:   ¡Viva  la  religión  santa 

1  Pérez  Verdía. — Historia  Particular  del  Estado  de  Jalisco.   Tomo  II,  pág.  102. 

2  Coroua  Fiinebre,  pág.  76. 


24 

que  profesamos!  ¡Viva  la  América  Septentrional  Independiente  de  to- 
das las  naciones  del  globo!  ¡Viva  la  unión  que  hizo  nuestra  felicidad.»  1 

Las  cosas  habían,  pues,  cambiado  notablemente;  el  limo.  Sr.  Caba- 
nas no  podría  desaprobar  estos  planes  i^orque  él  también  amaba  la  paz 
y  exhortaba  constantemente  á  sus  diocesanos  ala  unión  y  concordia.  2 

La  oposición  que  al  principio  hizo  á  la  insurrección,  debió  ser  origi- 
nada por  los  innumerables  desórdenes  y  atropellos  c|ue  cometían  los 
insurgentes  y  porque  creería  que  el  levantamiento  iniciado  en  Dolores 
no  obtendría  un  resultad(j  feliz,  y  sí  acarrearía  muchos  males  á  la  reli- 
gión, turbaría  la  ¡Daz  de  muchos  pueblos,  llenaría  de  luto  muchos  hoga- 
res y  se  regaría  con  sangre  de  hermanos  una  jjorción  más  ó  menos  ex- 
tensa de  nuestro  territorio. 

Iturbide,  casi  seguro  de  que  contaría  con  la  aprobación  3^  ayuda  del 
limo.  Sr.  Cabanas,  le  comunicó  su  jjlan  y  se  puso  de  acuerdo  con  él  pa- 
ra lo  cjue  en  adelante  se  había  de  hacer.  El  Prelado  se  adhirió  gustoso 
á  la  causa  de  la  Independencia  prestando  innumerables  servicios  y  tra- 
bajando con  empeño  hasta  la  consumación  de  la  misma.  El  23  de  Ju- 
nio de  1.S21  se  solemnizó  en  Guadalajara  la  jura  de  la  Independencia, 
y  después  de  la  festividad  religiosa,  el  Obispo  obsequió  con  un  banqvie- 
te  al  Dr.  San  Martín,  orador  de  la  fiesta,  el  cual  estuvo  á  la  mesa 
al  lado  del  General  Cruz. 


XV. 


En  las  elecciones  de  diputados  C|ue  .se  hicieron  para  las  Cortes  de  los 
años  de  1822  y  1823,  el  Obispo  de  Guadalajara  iué  electo  por  la 
Nueva  Galicia.  Va  consumada  la  Independencia  y  perdida  la  espe- 
ranza de  un  príncipe  español,  se  trató  de  exaltar  al  trono  al  libertador 
de  México,  D.  Agustín  de  Iturbide;  el  Sr.  Cabanas  vio  con  gusto 
esta  elección  y  procuró  empeñosamente  cjue  se  realizara.  Igual  em- 
peño mostraron  el  Obispo  de  Puebla,  varios  canónigos  y  muchos  sacer- 
dotes 3-  religiosos;  pero  al  tratarse  de  la  consagración  y  coronación  del 
Emperador  «no  se  notaba  3'a  en  el  clero  el  empeño  que  antes  había  mos- 
trado al  promover  y  auxiliar  la  Independencia:  de  los  españoles  sólo  el 
ObisjDO  de  Guadalajara,  Cabanas,  se  empeñaba  en  sostener  el  Imperio 
3-  al  nuevo  monarca,  3-  para  esto,  habiéndose  trasladado  á  México  pa- 
ra asistir  á  la  coronación,  puso  á  disposición  del  gobierno  $35,000  to- 
mados de  las  obras  pías  de  su  Iglesia,  en  cuenta  de  la  .segiinda  cuota 
que  le  correspondía  por  el  préstamo  asigníido  á  las  catedrales  3'  cle- 
ro.» 3 

1  Plan  de  Iguala.  (24  de  Febrero  de  1821.) 

2  Véase  el  anexo  n?  4-. 

3  Zamacois. — Historia  de  México.    Tomo  XI,  p&g.  338. 


25 

Creada  la  Imperial  Orden  de  Guadalupe,  para  premiar  el  mérito  mi- 
litar y  los  servicios  hechos  á  la  nación,  se  otorgó  al  limo.  Sr.  Cabanas 
la  condecoración  de  Gran  Cruz  y  filé  después  Gran  Canciller  de  la  Or- 
den. 

Al  tratarse  de  la  formación  de  la  casa  Imperial,  se  nombró  á  nuestro 
biografiado  Limosnero  Ma\'or  del  Emperador.  Y  llegado  el  memora- 
ble 22  de  Julio  de  1822,  día  designado  para  la  consagración  y  corona- 
ción del  Emperador  y  Emperatriz,  tuvo  nuestro  Obispo  la  suerte  de  ser 
él  el  consagrante. 

El  13  de  Agosto  del  mismo  año  era  el  día  destinado  para  la  inau- 
guración de  la  Orden  de  Guadalupe.  Iturbide  debía  ser  condecora- 
do con  las  insignias  de  Gran  Maestre  de  la  Orden,  que  recibiría  de 
mano  del  limo.  Sr.  Cabanas. 

No  quiero  dejar  de  relatar  esta  suntuosa  ceremonia  que,  sin  duda, 
fué  una  de  las  fjue  más  gratos  recuerdos  dejaron  á  nuestro  Obispo,  pe- 
ro mejor  (|ue  relatado  con  mis  propias  palabras,  transcribiré  la  hermo- 
sa narración  que  en  el  capítulo  VII  del  tomo  XI  de  su  monumental 
Historia  de  México,  hace  el  historiador  Zamacois. 

i(Recil)ida  la  comitiva  por  el  cabildo,  á  la  puerta  de  la  Colegiata,  el 
Emperador  fué  conducido  desde  allí  bajo  de  palio  al  presbiterio  y  he- 
cha una  Ijreve  oración  ante  la  Santa  Imagen,  ])asó  á  colocarse  en  el 
trono  que  le  estaba  preparado.  Cantóse  el  Te-Deum,  y  acabado  éste, 
el  Obispo  de  Guadalajara,  c(ue  hacía  de  gran  Canciller,  acompañó  al 
Emperador  desde  el  trono  hasta  el  dosel,  en  el  (jue  estaba  el  Obispo  de 
Puebla  C[ue  iba  á  celeljrar  la  misa,  en  cu3-as  manos  prestó  el  juramento 
prevenido  por  los  estatutos  de  la  Orden,  por  el  cual  los  Caballeros  se 
obligaban  no  sólo  á  defender  las  bases  del  jjlan  de  Iguala  y  la  persona 
del  Emijcrador,  sino  también  á  ol)edecer  las  disposiciones  del  gran 
maestre  y  cumplir  todo  lo  prevenido  en  los  mismos  estatutos,  en  que 
se  comprenderá  la  íntima  devoción  á  su  patrona.  Entonces  se  le  vistió 
el  manto  y  demás  insignias,  y  vuelto  al  trono  se  comenzó  la  misa. 

«Después  del  evangelio  y  sermón  que  predicó  el  Dr.  D.  Agustín  Igle- 
sias, el  secretario  leyó  en  alta  voz  la  fórmula  del  juramento  que  todos 
los  Caballeros  prestaron,  y  el  obispo  Gran  Canciller,  sentado  en  un  si- 
llón y  vuelto  el  rostro  al  pueblo,  vistió  las  insignias  al  príncipe  impe- 
rial, al  de  la  Unión  y  á  los  jjríncipes  mexicanos  que  le  fueron  presenta- 
dos por  el  canónigo  de  la  Iglesia  Metropolitana,  Maniau,  nombrado 
maestro  de  ceremonias  de  la  Orden,  y  en  seguida  fueron  á  besar  la  ma- 
no al  Emperador.» 


Anales.  T.  IV. 


26 


XVI. 


En  el  primer  semestre  del  año  de  1824  salió  nuestro  biografiado  á 
practicarla  visita  pastoral  i  y  sintiendo  quebrantada  su  salud,  tuvo 
que  detenerse  en  el  rancho  de  los  Delgadillos,  del  curato  de  Xochistlán, 
donde  se  agravó  3'  murió  después  de  haber  recibido  los  santos  sacra- 
mentos de  la  Eucaristía  y  Extrema-Unción  con  humildad  y  fervor  edi- 
ficantes. Eran  las  cinco  y  media  de  la  tarde  del  2S  de  Noviembre  de 
1824  cuando  exhalaba  su  último  aliento  el  iDenemérito  Obispo  de  Gua- 
dalajara,  el  Exmo.  é  limo.  Dr.  D.  Juan  Cruz  Ruiz  de  Cabanas  j' Crespo, 
á  los  72  años,  6  meses  y  25  días  de  edad;  29  años,  7  meses  y  9  días  de 
pontificado,  y  28  años,  4  meses  _v  9  días  de  haber  tomado  posesión  del 
gobierno  episcopal  de  esta  Sede. 

Luego  que  llegó  á  Guadalajara  la  triste  nueva  de  su  fallecimiento, 
el  V.  Cabildo  mandó  dar  el  toque  de  Vacante  y  dobles  siguientes  en  la 
Matriz  y  demás  templos  de  la  ciudad  3-  comisionó  á  los  Sres.  Canónigo 
Doctoral  Dr.  D.  Aliguel  Ignacio  Gárate  3-  Preliendado  Dr.  D.  Toribio 
González  para  qtie  se  encargasen  de  los  funei-ales  de  su  difunto  Oljispo. 


XVII. 


«La  noche  del  día  1°  de  Diciembre  llegó  el  cadáver  (á  Guadalajara) 
acompañado  de  más  de  mil  luces  3-  entre  las  lágrimas  y  suspiros  de  nn 
pvieblo  que  amaba  á  su  Prelado,  y  qvie  con  im  elocuente,  aunque  mvido 
lenguaje,  procuraba  manifestar  sus  más  tiernos  afectos:  en  grupos  co- 
rrían, aun  los  más  infelices,  á  recibir  á  distancia  el  cadáver  de  su  Pas- 
tor, ocurriendo  antes  á  las  cererías  á  comprar  velas,  cu3'o  precio  exce- 
día á  sus  miserables  facultades;  y  anhelaban  todos  por  conducir  en  sus 
hombros,  ó  á  lo  menos  tocar  en  la  parte  que  les  fuese  posible,  el  cajón 
en  que  venía  depositado.  Quedó  en  la  casa  que  había  sido  de  su  mo- 
rada, 3'  en  los  tres  días  siguientes  se  procuró  que,  de  los  cuatro  altares 
qiie  se  habían  puesto  en  la  misma  sala  donde  estaba,  se  ocupase  uno 
en  siete  misas  cantadas  con  Vigilia,  cjue  correspondían  á  cada  hora, 
desde  las  cinco  de  la  mañana  hasta  medio  día,  turnándose  las  Parro- 
quias, Comunidades  de  Religiosos,  Capellanes  de  Monasterios  3'  Cole- 

1  Probablemente  fué  á  fines  de  Mayo  ó  principios  de  Junio,  pues,  según  consta  en  el 
Archivo  del  Sagrario,  la  última  vez  cjue  confirmó  el  Sr.  Cabanas  fué  el  2+  de  Mayo  de 
ese  año. 


27 

gios,  Y  quedando  los  tres  altares  restantes  para  las  misas  rezadas  cine 
comenzaban  también  á  las  cinco  hasta  las  once  del  día. 

«En  estos  días,  á  pesar  del  mal  tiem[)o,  concurría  un  numeroso  pue- 
blo á  todas  horas,  aun  por  la  noche,  atributar  el  oljsequio  de  sus  lágri- 
mas y  los  últimos  homenajes  á  quien  había  sido  su  Padre;  y  el  día  5,  á 
las  siete  de  la  mañana,  se  comenzó  el  funeral  por  el  canto  del  Oficio  de 
Difuntos,  á  cjue  dieron  principio  los  religiosos  de  la  Merced,  y  siguieron 
los  Carmelitas,  Agustinos,  Franciscanos  y  Dominicos,  concluyendo  el 
Cabildo;  todos  los  que,  bajo  cruz  y  ciriales,  así  como  las  Parroquias, 
acompañaron  el  cadáver  hasta  la  Santa  Iglesia  Catedral,  y  también 
las  Cofradías,  Colegios,  la  Universidad,  el  Muy  Ilustre  Aj'untamien- 
to,  la  Oficialidad  y  el  Supremo  Tribimal  de  Justicia.  Los  balcones  3^ 
ventanas  de  las  casas  del  tránsito  estaban  adornadas  con  colgaduras 
negras  3'  blancas. 

«Al  llegar  á  Catedral  se  cantó  vtna  Misa  solemne,  después  de  tomar 
sus  respectivos  asientos  los  concurrentes,  y  haberse  colocado  el  cadá- 
ver en  un  hermoso  Catafalco.»  l 

Posteriormente,  en  los  días  19  y  20  de  Mayo  del  siguiente  año,  vol- 
vieron á  hacérsele  solemnísimas  exequias  en  la  misma  Catedral,  ha- 
biendo pronunciado  la  oración  latina  el  Dr.  D.  José  Miguel  Gordoa  y 
Barrios,  Canónigo  Lectoral  de  la  propia  Catedral,  y  sucesor  inmediato 
del  limo.  Sr.  Cabanas  en  el  gobierno  de  la  Sede.  La  oración  castellana 
estuvo  á  cargo  del  Dr.  D.  José  Domingo  Sánchez  Resa,  entonces  Pre- 
bendado }'  después  Deán  de  la  misma  Iglesia  3'  Obispo  electo  de  Ma- 
cra  I.  P.  I. 


XVIII. 


El  General  D.  Guadalupe  Victoria,  Presidente  de  la  República  Mexi- 
cana, en  carta  fechada  en  la  capital  el  8  de  Diciembre  de  1824-,  decía  al 
V.  Cabildo  de  Guadalajara,  refiriéndose  á  su  inolvidable  Obispo  el 
limo.  Sr.  Cabanas:  «deja  en  pos  de  sí  ejemplos  mu3'  ilustres  y  memoria 
toda  de  bendición.» 

El  Ministro  de  Justicia  y  Negocios  Eclesiásticos,  D.  Pablo  de  la 
Llave,  en  su  inemoria  presentada  á  las  Cámaras,  los  días  5  3-  7  de  Ene- 
ro de  1825,  decía  que  el  limo.  Sr.  Cabanas  acababa  de  fallecer  colma- 
do de  años  3'  merecimientos que  era  digno  de  nuestra  gratitud 

que  debía  ocupar  un  lugar  mu3'  distinguido  en  el  corazón  de 

los  mexicanos. 

1    Corona  Fúnebre,  págs.  77  y  78. 


28 


XIX. 

EPIGRAFÍA. 

El  cuerpo  del  linio.  Sr.  Ruiz  de  Cabanas  está  sepultado  en  el  templo 
de  la  Soledad  de  Guadalajara,  á  la  derecha  del  presbiterio.  (iSt)bre  su 
tumba  — dice  Santoscoy —  i  se  lee  esta  inscripción  bien  sencilla  3-  trun- 
ca en  su  segunda  línea,  como  se  ve: 

COR  STRENUE  MAGNUN  VERÉ   PIUM 

EXMI   ATQUE    YLMI   PASTORIS   O.    D  JOANIS   CRUCIS   RUIZ   DE    CABAÑ 

HIC  JURE    DEPOSITUM 
PER  MISERICORDIAM   DEI   REQUIESCAT  IN   PACE»  ^ 

Al  decir  de  algunas  personas,  en  el  altar  de  la  Virgen  de  Guadalupe 
de  la  Capilla  de  San  Javier,  anexa  al  mismo  templo,  fueron  depositados 
los  ojos  de  este  ilustre  Obispo,  inas  no  se  encuentra  actualmente  en  di- 
cho altar  alguna  inscripción  ó  señal  que  justifique  esta  creencia. 

Las  entrañas  del  mitrado  se  conservan  en  la  actualidad  en  una  va- 
sija de  cristal,  dentro  de  un  nicho  cavado  junto  al  altar  principal  de  la 
capilla  del  rancho  de  los  Delgadillos,  perteneciente  á  la  Parroquia  de 
Nochistlán,  en  el  Estado  de  Zacatecas.  3 

El  Sr.  SantoscoA',  en  su  artículo  «El  Colegio  de  Niñas  deSan Diego,» 
dice  que  en  el  coro  bajo,  al  lado  izquierdo  del  altar  del  fondo,  existe  in- 
crustada en  la  pared  una  plancha  de  mármol  con  ini  resalto  oval  en  el 
que  está  la  inscripción  que  sigue: 

RUIZ  DE    CABANAS 

(J  MISCREMINI  MEA  M 

w  SALTEM   NOS   AMICI   MEI  "< 

D.    D   D. 

Últimamente  el  H.  Ayuntamiento  de  esta  capital,  con  motivo  de  la 
nueva  nomenclatura  de  la  ciudad,  dedicó  al  limo.  Sr.  Callanas  la  calle 
del  frente  del  Hospicio,  cambiándole  el  nombre  de  «Calle  del  Pórtico» 
por  el  de  «Calle  de  Cabanas.» 

1  Canon  Cronológico  de  los  Gobernantes  de  Jalisco,  pág.  203. 

2  Él  escribía  en  1890.  En  la  actualidad  no  se  encuentra  ya  esa  inscripción,  que  pro- 
bablemente fué  borrada  hace  unos  diez  años,  con  motivo  del  nuevo  decorado  del  templo. 

3  No  hemos  logrado  averiguar  si  haj'  allí  alguna  inscripción  alusiva  al  Sr.  Cabanas. 


29 


XX. 


iconografía. 

Se  conservan  actualmente  varios  retratos  (pintura  al  óleo)  del  limo. 
Sr.  Cabanas,  tanto  en  Guadalajara  como  en  algunas  poblaciones  de  la 
Provincia  Eclesiástica  guadalajarense. 

He  aquí  la  lista  de  los  de  que  hemos  podido  tomar  nota: 

1.  Sala  Capitular  de  la  Catedral  de  Guadalajara. 

Retrato  de  cuerpo  entero,  tamaño  natural.  Tiene  al  pie  la  siguiente 
inscripción: 

«El  Illmo  Sor.  Dr  D  Jvian  Cruz  Ruiz  Cavañas  Colegial  del  viejo  y 
Maior  de  S  Bartholomé  de  Salamanca,  Canónigo  Magistral  y  Abad  de 
Cervatos  Dignidad  de  la  Santa  Iglesia  Aletropolitana  de  Burgos  Obis- 
po de  Nicaragua  y  de  Guadalaxa. » 

2.  Seminario  Conciliar  Mayor  de  Guadalajara. 

Retrato  de  medio  cuerpo,  tamaño  natural.  No  tiene  inscripción  vi- 
sible. 

3.  Capilla  del  Hospicio  de  Guadalajara. 

Retrato  de  cueqjo  entero,  tamaño  natural.  En  una  columna  que 
aparece  en  el  cuadro,  se  lee  la  siguiente  inscripción: 

«El  Hospicio  de  Guadalajara  á  su  ilustre  fundador,  Dr.  D.  Juan 
Cruz  Ruiz  Cabanas.» 

4.  Iglesia  de  la  Soledad  de  Guadalajara. 

Retrato  de  tamaño  natural,  busto.  No  fué  posible  tomar  nota  de 
la  inscripción. 

5.  Templo  de  S.  Felipe  de  Guadalajara. 

Retrato  de  cuerpo  entero,  tamaño  natural.  Tiene  al  pie  la  inscrip- 
ción  siguiente: 

«El  Illo  Sor  D.r  Juan  Cruz  Ruiz  d  Cabanas  di  viejo  3-  mallor  d 
S.n  Bartolomé  d  Salam.ca  Canónigo  Magistral  3'  Abad  de  Cerbatos, 
Dignidad  de  Ui  Sta  Iglecia  Metropolitana  d  Burgos  Obpo  d  Nicaragua 
y  d  Guadalaxara  e.  y.nsigne  byenechok  de  esta  co.ngregacio.x.  ad. 
1804.» 

6.  Santuario  de  la  Bufa  de  Zacatecas. 

Retrato  de  medio  cuerpo,  tamaño  natural.  Tiene  al  pie  esta  ins- 
cripción: 


30 

«El  Illmo.  Sr.  Dr.  D.Juan  Cruz  Ruiz  d  Cabanas  Digmo  Obispo  de 
esta  Diócesis  Estuvo  en  este  Santuario  todo  el  día  4  de  Octe  d  96  y  lo 
visitó  la  mañana  del  7  d  Septe  de  1798,  erigió  canónicamente  sus  Ca- 
pellanías y  proveyó  se  publicasen  las  gracias  con  que  lo  enriqueció  la 
Silla  Apostólica,  año  d  1800.» 

7.  Santuario  del  Corazón  de  Jesiís.  (Mexticacan,  Jal.) 
Retrata  de  cuerpo  entero,  tamaño  natural. 

(No  ftié  posible  conseguir  copia  de  la  inscripción.) 

8.  Santuario  de  Ntra.  Sra.  de  San  Juan  de  los  Lagos,  (Jal.) 
Retrato  de  ¿cuerpo  entero?  tamaño  natural.   Está  colocado  en  la 

Sacristía,  juntamente  con  los  de  otros  trece  prelados  de  la  Iglesia  de 
Guadalajara.   Tiene  al  pie  el  nombre  del  mitrado  3-  la  fecha:  1797. 

9.  Templo  Parroquial  de  Lagos  de  Moreno. 

Retrato  de  medio  cuerpo  y  tamaño  natural.  Tiene  la  siguiente  ins- 
cripción: 

«Vro  Rto  del  Illmo  Sor.  D.r  D."  Juan  Cmz  Ruiz  de  Cabanas  Digno 
Obispo  de  Guadalajara,  fecho  en  Lagos  en  Mayo  de  1810  y  á  los  cin- 
cuenta y  ocho  As  de  la  edad  de  su  Sria  Illma.» 

Últimamente  me  encontré  otro  retrato  del  Sr.  Cabanas  en  la  Iglesia 
de  San  Diego  de  esta  ciudad.  Es  de  cuerjjo  entero,  tamaño  natural  (pin- 
tura al  óleo).   Tiene  al  pie  esta  inscripción: 

«El  Illmó  Sor  D.  D.  Juan  Cruz  Ruiz  Cabanas,  Colegial  di  Viejo  y 
Maior  de  S.  Bartolomé  d.  Salamanca,  Canónigo  Magistral  3-  Abad  d 
Cervatos,  Dignidad  d.  la  S.ta  Iglesia  Metropolit.a  d.  Burg.s  Obpó.  d. 
Nicaragua  3-  d.  Guadalax.a  » 

10.  Parroquia  de  Jesús  de  Guadalajara. 

Retrato  de  cuerpo  entero  3-  tamaño  natural.  Tiene  la  siguiente  ins- 
cripción: 

«R.o  del  Exnio.  é  Illmo.  Sr  Dr  D.  Juan  Crviz  Ruiz  de  Cabanas,  Dig- 
nísimo Obpo  de  Guadalajara.  A  petición  del  Presb.»  D.  Juan  M.a  Co- 
rona concedió  licencia  para  que  se  les  dijese  Misa  á  las  gentes  que 
fuera  de  murallas  comensaron  á  formar  este  Curato  de  Jesús.  Des- 
pués q.e  aumentó  la  población  se  hizo  a3'uda  de  Parroq.a  del  Santua- 
rio de  Ntra  Sra  de  Guadalupe,  últimamente  por  decreto  de  l.o  de 
Feb.o  de  1815  lo  segregó  del  Santuario  3-  lo  erigió  en  beneficio  colado 
nombrando  para  primer  Cura  propio  al  Sr  Presb.»  D."  José  García 
Monasterio.  Hizo  confirmaciones  en  la  Capilla  de  Jesús,  en  la  casa  lla- 
mada Mexiquito  3'  fué  bienhechor  especial  de  esta  Iglecia  Este  re- 
cuerdo de  gratitud  á  su  memoria  Se  mandó  retratar  por  el  Sr  Presb. o 
Lie  D."  Antonio  Gomes  actual  Cura  interino  de  esta  Parroquia  de 
Jesús  3'  se  colocó  en  esta  Sacristía  hoi  l.o  de  Julio  de  1859.» 


31 


XXI. 


bibliografía. 

1.  Carta  Pastoral. 

Carta  Pastoral  |  Oué  el  Ihistrísimo  Señor  |  Don  Jvian  Rtiiz  de  Caba- 
nas, I  Obispo  de  León  de  Nicaragua,  |  Dirige  |  A  Todos  los  Fieles  de  su 
Diócesis  I  Madrid  |  En  la  Imprenta  de  Don  Benito  Cano  |  Año  de  1795 
I  Con  las  licencias  necesarias. 

Subscrita  con  motivo  de  su  promoción  al  Episcopado.  En  Madrid  á  28  de  Marzo  de 
1795. 

B.  Alemán.    (Guadalajara,  Jal.) 

2.  Carta  al  Virrey  Azanza. 

«Exmo  Sor — Con  fha  de  28  de  Agosto  pró.xinio  pasado  .se  sirve  V. 
E.  prevenirme  el  que  este  á  la  mira  del  porte  y  conducta  del  ex-Jesuita 

D.  Lorenzo  Joseph  de  Caljo,  lo  que  executaré  con  toda  exactitud,  y  se- 
gún Y.  E.  se  sirva  ordenarme;  bien  que,  y  á  decir  verdad  nada  temo  del 
referido  Sacerdote  y  aun  espero  con  los  más  graves  fundamentos,  que 
lexos  de  dar  lugar  á  la  menor  transgresión  de  las  respetal^les  disposi- 
ciones de  la  Iglesia  3^  del  Estado,  será  siempre  un  digno  exemplar  de  la 
vida  más  arreglada  3'  verdaderamente  sacerdotal.    Dios  guarde  á  V. 

E.  ms  as.  Guadalaxa  ySepte  1"  de  1799 — Exmo  Sor. ^Juan  Cruz  Ohpo 
de  Guadalaxa — Exmo  Sor  Don  Miguel  Joseph  de  Azanza,  Virrey  y  Capn 
Gral  de  N.  E.» 

Santoscoy.   «Nayarit,»  pág.  L.xxxvi. 

3.  Decreto. 

Nos  el  Doctor  D.  Juan  Cruz  Ruiz  de  Cabanas  |  por  la  gracia  de  Dios 
3'  de  la  Santa  Sede  Apostólica,  Obisj)o  de  ¡  Guadalaxara  del  Consejo  de 
su  Magestad  &c. 

En  fol. — Sin  portada  ni  pie  de  impr. — 11  págs.  s.  n.,  v.  en  bl.  Decreto  anunciando  (jue 
cesan  en  la  Diócesi  los  Aranceles  parroquiales  del  -arzobispado  de  Mé.xico  y  publica  el 
acordado  por  la  Real  Audiencia  de  Guadalajara. — Fechado  en  dicha  ciudad  el  9  de  Octu- 
bre de  1809. 

B.  Gordoa,  León  (Gto.)  («La  Imprenta  en  la  Nueva  Galicia.  1793-1821.  Apuntes  l)i- 
bliográficos»  por  Juan  B.  Iguíniz,  n'?  92.) 

4.  Carta  Pastoral. 

Nos  el  Doctor  D.  Juan  |  Cruz  Ruiz  de  Cabanas,  por  la  gracia  de  | 
Dios  y  de  la  Santa  Silla  Apostólica  |  Obispo  de  Guadalaxara,  del  Con- 
sejo de  S.  M.  &c. 

Fol. — Sin  portada  ni  pie  de  imprenta. — 4-1  págs.  n.,  v.  en  bl. ^Pastoral  expedida  en 
Guadalajara  á  21  de  Marzo  de  1810,  en  la  que  transcribe  varios  decretos  de  la  Santa  Se- 


32 

de  y  del  Patriarca  de  las  Indias,  acerca  de  la  Jurisdicción  ordinaria  castrense  en  los  do- 
minios españoles. 

B.  Gordoa.  («La  Imprenta  en  la  Nueva  Galicia.  1793-1821.  Apuntes  bibliográficos» 
por  Juan  B.  Iguíniz,  n"?  102.) 

5.  Carta  Pastoral. 

Nos  el  Dr  D.  Juan  Cruz  Ruiz  de  Ca-  |  bañas  por  la  gracia  de  Dios  3' 
de  la  Santa  1  Sede  Apostólica  Obispo  de  Guadalaxara.  A  1  todo  el  Ve- 
nerable Clero  Secular  y  regu-  |  lar,  y  á  todos  nuestros  muy  amados 
fieles:  salud,  paz  y  gracia  en  Ntiestro  Señor  Jesu-  |  cristo. 

En  4°   Sin  portada  ni  pie  de  imprenta. — Pastoral  con  motivo  de  los  asuntos  políticos 
de  España,  fechada  en  Guadalajara  á  30  días  de  .\bril  de  1810. 
B.  Instituto  «San  José.»  Guadalajara,  (Jal.) 

6.  Circular. 

El  exemplar  que  acompaña  á  este  es  de  la  |  proclama  publicada  por 
la  Junta  Auxiliar  de  |  Gobierno  instalada  en  esta  Capital  el  29  del  |  úl- 
timo septiembre:  su  tenor  instruirá  á  V  de  \  los  loables  sentimientos 
que  promueve,  3'  de  las  |  interesantes  verdades  que  conviene  inculcar  | 
con  la  ma3-or  viveza  3-  poner  en  toda  claridíid  |  á  la  vista  del  Pueblo 
para  evitar  su  seducción,  ¡  3-  los  incalculables  trastornos  qtte  le  son 
con-  I  siguientes  como  lo  espero  del  zelo,  fidelidad  3-  pa-  |  triotismo,  que 
V  ha  acreditado  siempre  3'  exi-  |  gen  las  urgentes  circunstancias  del  dia. 
A  el  I  efecto  publicará  dicha  proclama  desde  el  Pul-  |  pito,  3-  la  fixará 
en  la  puerta  principal  de  la  |  Iglesia  para  que  pueda  el  pueblo  comoda- 
I  mente  enterarse  de  su  contenido  |  Dios  guarde  á  V  muchos  años. 
Guada-  |  laxara  octubre  4- de  1810  \  Juan  Cruz  Obpo  de  Giiadalax.a  (rú- 
brica). 

Pérez  Verdía.   «Historia  Particular  del  Estado  de  Jalisco.»  Tomo  II,  pág.  35. 

7.  Carta  Pastoral. 

Nos  el  Dr  D  Juan  Cruz  Ruiz  de  Cabanas,  ])or  la  gracia  de  Dios  3-  de 
la  Santa  Silla  Apostólica,  Obispo  de  Guadalaxara,  del  Consejo  de  Su 
Alagestad  &c.  A  nuestro  Venerable  Clero  Secular  3-  Regular  3-  á  todos 
los  Fieles  de  nuestra  Diócesis. 

Subscrita  en  Guadalajara  á  15  de  Octubre  de  1810. — Se  excita  á  los  habitantes  de  la 
Diócesi  á  la  reconciliación  mutua. 

«Bol.  Ecco.  V  Científico  del  Arzobispado  de  Guad.»  Tomo  VII,  pág.  157. 

8.  Edicto. 

Nos  el  Dr  D  Juan  Cruz  Ruiz  de  Cabanas,  por  la  gracia  de  Dios  3-  de 
la  Santa  Sede  Apostólica  Obispo  de  Guadalajara,  nuevo  Re3'no  de  Ga- 
licia, del  Consejo  de  S.  M.  &c.  &c. 

Edicto  haciendo  extensiva  á  su  Diócesi  la  excomunión  fulminada  contra  Hidalgo  por 
el  Obispo  electo  de  Valladolid,  Inquisición  y  Arzobispo  de  México.  Fechado  en  Guadala- 
jara á  24  de  Octubre  de  1810. 

Hernández  y  Dávalos.  Tomo  II,  pág.  182. 

9.  Carta  Pastoral. 

Nos  el  Doctor  D  Juan  Cruz  Ruiz  |  de  Cavañas,  por  la  gracia  de  Dios 


33 

3'  de  la  |  Santa  Sede  Apostólica  Obispo  de  Guadalaxa-  |  ra  en  el  Nuevo 
Re3'no  de  Galicia,  del  Con-  |  sejo  de  S.  M  &c.  |  A  nuestros  muy  amados 
curas,  y  á  todos  los  Eclesiás-  \  ticos  y  Fieles  de  ambos  sexos  de  nuestra 
cara  Gre3-,  sa-  |  lud  paz  y  gracia  en  nuestro  Señor  Jesucristo. 

En  4-° — ()  hojas  sin  numerar. — Dada  en  Guadalajara  el  -í  de  Abril  de  1812.  Se  lamen- 
ta de  la  forzada  separación  de  su  Diócesi,  en  que  se  había  visto;  condena  la  insurrección 
y  ordena  se  preste  la  debida  atención  á  sus  edictos. 

B.  del  Autor. 

10.  Edicto. 

Nos  el  Dür  D.  Juan  Cruz  Ruiz  de  Cava-  |  ñas  por  la  gracia  de  Dios  y 
de  la  Santa  Sede  Apostoli-  |  ca  Obispo  de  Guadalaxara,  Nuevo  Reyno  de 
Galicia,  del  |  Consejo  de  Su  Magestad  &c 

Dado  en  la  ciudad  de  Guadalaxara  á  quince  de  |  septiembre  de  mil  ocho- 
cientos y  doce  años,  firmado  ¡  sellado  3-  refrendado  según  estilo=Juan 
Cruz,  obispo  de  Guadalaxara=Por  mandato  de  S  S  Illmá  el  \  Obispo 
mi  señor=Dr.  Toribio  González,  secretario. 

Edicto  relativo  al  culto  de  la  Santa  Cruz. 

Tomado  de  «El  Telégrafo  de  Guadalaxara»  de  22  de  Octubre  de  1812. 

B.  Pública  de  Guadalajara. 

11.  Edicto. 

Nos  el  Dr  D  Juan  Cruz  Ruiz  de  Cavañas  por  la  |  gracia  de  Dios  3-  de 
la  Santa  Sede  Apostólica  Obispo  de  Guadala-  |  xara  Nuevo  Re3-no 
de  Galicia  del  Consejo  de  su  Alagestad  &c. 

En  fol.  7  hojas  sin  port.  ni  pie  de  inipr.  ni  núm.   Edicto  dado  en  Guadalajara  el  9  de 
Octubre  de  1813,  ordenando  el  cumplimiento  del  art.  12  de  la  Constitución. 
B.  del  Instituto  «San  José"    (Guadala'ara). 

12.  Edicto. 

Dado  en  Guadalajara  á  15  de  Abril  de  1815.  En  ese  edicto  se  inser- 
ta el  Decreto  relativo  al  restablecimiento  de  la  Inquisición. 

B.  del  Instituto  «San  José»  (Guadalajara). 

13.  Carta  Pastoral. 

Nos  el  Dr  Don  Juan  Cruz  Ruiz  de  Cabanas  |  por  la  gracia  de  Dios  y 
de  la  Santa  Sede  Apostólica  Obispo  |  de  Guadalaxara  Nuevo  Re3-no  de 
Galicia  del  Consejo  de  |  su  Magestad  &c.  |  A  nuestro  Venerable  Clero 
secular  y  regular  y  á  todos  los  fieles  de  |  nuestra  Diócesi  salud  3'  gracia 
en  nuestro  Señor  Jesucristo. 

Fol.  16  págs.  Dada  en  Guadalajara  á  3  de  Septiembre  de  1815,  contra  los  revolu- 
cionarios. 

B.  del  Seminario  Mayor  (Guadalajara). 

14.  Carta  Pastoral. 

Nos  el  Dr  D  Juan  Cruz  Ruiz  de  |  Cabanas,  por  la  gracia  de  Dios  y  de 
la  Santa  Sede  |  Apostólica,   Obispo  de  Guadalaxara,  nuevo  Re3'no 

An.vles.  T.  IV.— ó. 


34 

de  Galicia  del  |  Consejo  de  su  Magestad,  y  Caballero  Gran  Cruz  de  la 
Real  Orden  |  Americana  de  Isabel  la  Católica  &c. 

Fol.  7  hojas  sin  portada,  ni  pie  de  imprenta.  Pastoral  dada  en  Guadalajara  á  4-  de 
Agosto  de  ,1820,  transcribiendo  los  decretos  de  las  Cortes  que  mandan  suprimir  el 
Tribunal  de  la  Inquisición. 

B.  del  Instituto  «San  Joséi  (Guadalajara). 

15.  Circular. 

Señor  |  El  Exnió.  Sr,  D.  Antonio  Porcel,  |  Ministro  de  la  Goberna- 
ción de  Ultra-  |  mar,  me   coinunica   con   fecha  de  -t  de  Ma-  |  yo  de  este 

año  la  Real  orden  que  sigue 

Guadalajara  Se-  |  tiembre  19  de  1820  ¡  Juan  Cruz  Oliispo  de  Guadala- 
jara. 

Fol.    2  hojas  sin  portada  ni  pie  de  impr.,  v.  en  bl.    En  esta  circular  se  inserta  el  Real 
decreto  que  ordena  se  explique  á  los  fieles  la  Constitución. 
B.  del  Instituto  «San  José»  (Guadalajara). 

16.  Edicto. 

Nos  el  Doctor  Don  [  Juan  Cruz  Kuiz  de  Cabanas  por  |  la  Gracia  de 
Dios  y  de  la  Santa  Sede  Apos-  |  tólica  Gbispo  de  Guadalajara,  y  Caba- 
llero I  Gran  Cruz  de  la  Orden  Americana  de  Isabel  ¡  la  Católica  &c.  | 
A  todos  los  fieles  de  ambos  sexos  de  luiestra  Dio-  |  cesis  salud  paz  y 
gracia  en  nuestro  Sr  Jesucristo. 

En  4'?,  sin  port.  13  págs.  Edicto  relativo  .al  ayuno.  Está  dado  en  Guadalajara.  á  2 
de  Marzo  de  1822. 

B.  del  Seminario  Mayor   (Guadalajara). 

17.  Casos  y  Censuras. 

Nos  el  Dr.  D.  Juan  Cruz  Ruiz  de  |  Cabanas  jior  la  Gracia  de  Dios  y 
de  la  Santa  Sede  Apos-  |  tolica.  Obispo  deGuadalajara,  Limosnero  Ma- 
yor de  S  M  y  I  Caballero  Gran  Cruz  de  la  (Jrden  Imperial  de  Atni  |  Se- 
ñora de  Guadalupe  y  Canciller  de  la  Misma. 

Fol.  Sin  port.  ni  pie  de  impr.  Sólo  se  conservan  las  8  primeras  páginas  del  ejem]5lar 
que  conocemos. 

B.  del  Instituto  «San  José»  (Guadalajara). 

1 S .   Declaraciones  y  Prevenciones 

Dado  en  la  Santa  Visita  de  Teocaltiche  á  2  de  Noviem- 
bre de  182-1-. — ^Juan  Cruz  Obispo  de  Guadalax.a 

En  folio. 

B.  del  Instituto  «San  José»  (Guadalajara). 


ó) 


XXII. 


ADICIONES. 

Ya  escrito  lo  anterior  hemos  tenido  ocasión  de  reco<;eral<innos  nue- 
vos datos,  fiue  vamos  á  dar  á  conocer  en  esta  parte  adicional,  á  fin  de 
que  el  humilde  trabajo  (|ue  estamos  publicando  cjuede  lo  más  completo 

]3osiljlc: 

1.  El  limo.  Sr.  Cabanas  contriljuyó  con  crecidas  sumaspara  la  edi- 
ficación del  c'ictual  Santuario  del  Corazón  de  Jesús  de  Alexticacan.  En 
la  Sacristía  de  dicho  Santuario  se  ha  conservado  hasta  el  jircsente  un 
retrato  del  Prelado  I)icnhcchor. 

2.  Por  mandato  del  limo.  Sr.  Cabanas,  se  construyó  en  la  Bufa  de 
Zacatecas,  junto  al  Santuario  de  la  X'iriicn  i)atrona  del  luj;ar,  la  casa 
denominada  «El  Hospicio,»  la  cual  comenzó  á  taliricarse  en  el  mes  de 
Mayo  de  1SU5. 

Acerca  de  esto,  nos  dice  el  limo.  Sr.  Veres:  ((SÍL;uieudo  el  ])lano  (|ue 
S.  S.  1.  (Cabanas)  ajiroljó  en  carta  escrita  al  Presb.  Don  Martín  .\ntonio 
de  Azconobita,  Ca})ellán  de  la  Bufa,  el  día  1-í  de  Abril  del  expresado 
año  de  l!S05  se  destinaron  jjara  la  familia  del  sacristán  las  ]3Íezas  ([ue 
para  habitación  del  capellán  había  construido  el  P.  Bezanilla  al  Norte 
de  la  cjue  da  entrada  á  la  ante-S£icristía,  y  se  cdií.có  á  continuación  de 
ésta  y  de  la  sacristía  un  departamento  independiente  del  del  sacristán 
C|ue  debería  servir  para  Casa  de  Ejercicios,  coni])uesto  de  cinco  cuartos 
muA'  amijlios  y  un  patio  con  dos  corredores,  en  comunicación  con  la 
ante-sacristía.  Al  (oriente  de  los  anteriores  y  dando  vista  al  Sur  la  fa- 
chada, se  fabricó)  otro  dejiartan.ento  de  02  varas  de  frente  jxjr  -ÍG^A  de 
fondo,  c(/n  tres  patios,  algunas  piezas  jiara  huéspedes,  tres  habitacio- 
nes para  otros  tantos  capellanes,  cada  una  con  sala,  alcolja,  comedor 
y  cocina  y  otros  cuartos  más  para  los  sirvientes.  En  el  patio  ]3rincii)al 
que  tiene  21  varas  en  cuadro,  se  hizo  un  corredor  por  cada  lado,  tle  4- 
varas  de  ancho,  prolongando  hacia  el  Poniente  el  del  lado  Norte  hfista 
encontrar  el  cjue  se  levantó  del  mismo  lado  en  el  patio  del  departamen- 
to destinado  ])ara  los  ejercitantes.  En  el  sejíundo  jjutio  se  construyó 
un  al.^iljc  de  12  varas  de  largo  y  QV2  de  ancho  cjue  tuvo  de  costo  cerca 
de  dos  mil  pesos;  y  en  la  fachada  del  edificio  im  corredorde62  varas  de 
largo  ])or  5  de  ancho  con  quince  arcos.  La  fábrica  se  terminó  en  Octu- 
bre de  ISIO  y  costó  de  veintidós  mil  á  veintitrés  mil  pesos  hal)iendo  di- 
rigido las  obras,  D  Francisco   Ignacio  de   Minez,  cpiien  formó  los  dos 


3f> 

planos  que  se  mandaron  al  limo  Sr  Cabanas  en  Febrero  de  1805  pa- 
ra que  S.  S.  1.  designara  el  cjue  deliía  ejecutarse  si  alguno  de  ellos  mere- 
cía su  aprobación.»  i 

Este  Prelado  era  tan  devoto  de  la  Virgen  del  Patrocinio  en  la  Ima- 
gen venerada  en  el  Santuario  de  la  Bufa,  (lue  permaneció  en  él  todo  el 
día  4-  de  Octubre  de  1796  y  le  visitó  también  la  mañana  del  7  de  Sep- 
tiembre de  1798;  erigió  canónicamente  sus  capellanías  y  prove^-ó  se 
publicasen  las  gracias  con  cjue  lo  enriqueció  la  Santa  Sede  el  año  de 
1800.  2 

Según  dice  el  limo.  Sr.  Veres  Acevedo,  en  la  Visita  Pastoral  que 
practicó  el  Sr.  Cabanas,  en  Septiembre  de  1798,  concedió  se  continuase 
celebrando  misa  en  el  Santuario,  á  condición  de  que  el  Capellán  hicie- 
se «una  breve  explicación  de  la  doctrina  cristiana  después  del  Evange- 
lio en  los  Domingos  y  días  de  fiesta  entera,  en  estilo  claro  y  acomoda- 
do á  la  capacidad  de  los  asistentes,  bajo  la  pena  de  diez  pesos  qtie  esta- 
ría obligado  A  pagar  por  el  mismo  hecho  defaltar  á  ella; 3' que,  avisado 
Su  Señoría  Ilustrísima  de  la  omisión  por  el  Cura  Vicario,  A  quien  sobre 
esto  hace  particular  encargo,  se  procedería  á  lo  que  hubiese  lugar  por 
derecho  y  se  revocaría  desde  luego  la  licencia.»  3 

Los  cinco  primeros  capellanes  del  Santuario,  después  de  su  restaura- 
ción en  1795,  fueron  nombrados  por  el  limo.  Sr.  Cabanas.  Los  nom- 
bres de  estos  sacerdotes  son:  Br.  Mariano  de  Bezanilla,  Br.  Martín  An- 
tonio de  Azconobieta,  Cosme  Hinojos,  Donaciano  Cayetano  Rodríguez 
\'  Martín  Antonio  de  Azconobieta  (seg^mda  vez). 

3.  Durante  el  pontificado  del  limo.  Sr.  Cabanas  se  concedió,  por 
real  cédula  de  22  de  Septiembre  de  1807,  la  provisión  de  las  tres  canon- 
gías,  dos  raciones  y  dos  medias  raciones  que  faltaban  en  la  Catedral 
guadalajarense  para  llegar  al  número  de  prebendas  de  su  erección,  ó 
sea,  á  5  Dignidades,  10  Canongías,  6  Raciones  y  6  Medias-raciones,  -i- 

4.  Del  «Canon  Cronológico  razonado  de  los  Gobernantes  de  Jalis- 
co» tomamos  lo  sigTiiente: 

«Residía  en  1818  en  el  Palacio  de  los  Presidentes  de  la  Nueva  Gali- 
cia, el  que  á  la  sazón  tenía  ese  carácter  y  el  de  Jefe  Superior  Político  de 
la  Provincia,  el  General  Don  José  de  la  Cruz;  y  frente  á  la  habitación 
de  este  alto  funcionario,  en  la  casa  situada  en  la  esquina  oriente  de  la 
cuadra  del  Palacio  Municipal,  vivía  la  viuda  del  español  Rubín  de  Ce- 

1  Veres  .\cevedo. — El  Santuario  de  la  Bufa,  extramuros  de  la  ciudad  de  Zacatecas. 
— Historia  de  la  Sagrada  Imagen  de  Nuestra  Señora  del  Patrocinio pág.  221. 

2  Así  lo  dice  la  inscripción  del  retrato  del  Sr.  Cabanas  que  se  conserva  en  el  Santua- 
rio de  la  Bufa.    En  la  XX  parte  de  esta  Biografía  puede  verse  la  inscripción  completa. 

3  Obra  citada,  págs.  260  á  262. 

4  Pueden  verse  los  documentos  relativos  á  este  asunto  en  la  Sección  Histórica  del 
Tomo  VHI  del  «Boletín  Eclesiástico  y  Científico  del  Arzobispado  de  Ou.-idalajara,»  donde 
acaban  de  ser  publicados  por  el  Sr.  I'bro.  Lie.  D.  Francisco  O.  .\lemán. 


37 

lis,  señora  llena  de  encantadora  belleza.  El  General  Cruznopiido  resis- 
tir á  los  atractivos  que  de  continuo,  se  puede  decir,  tenía  á  la  vista; 
requirió  de  amores  á  la  dama  y  ella  no  se  le  mostró  insensible;  y  por 
tanto  de  balcón  á  balcón,  calle  de  ])or  medio,  cjue  diría  un  notario,  se 
entabló  sabrosa  y  continuada  jilática;  tan  sabrosa  y  continuada,  (jue 
llegó  á  ser  el  palillo  de  dientes  de  las  conversaciones  de  toda  la  <ícnte 
de  la  ciudad,  y  hasta  lleiró  á  los  oídos  del  ilustre  obispo  Don  Juan  Cruz 
Kuiz  de  Cabanas,  que  gobernaba  en  aquella  época  la  diócesis. 

«Apenas  este  Prelado  tuvo  informes  verídicos  de  lo  que  pasaba  en- 
tre el  Sr  Crviz  y  la  Sra  Ortiz  Viuda  de  Celis,  se  dirigió  á  la  casa  de  la 
última,  y  desde  allí  mandó  llamar  con  premura  al  Sr  Jefe  Político,  con 
quien  llevaba  cordiales  relíiciones  de  amistad.  Acudió  luego  este  señor 
al  llamamiento  llevando  consigo  á  sus  ayudantes;  y  apenas  entró  al 
salón  en  que  el  obispo  le  aguardaba,  el  Sr  Cabanas  le  manifestó  que 
siendo  la  primera  avitoridad  de  ki  Provincia,  tenía  que  dar  buen  ejem- 
plo á  todos  sus  habitantes;  que  era  grave  el  escándalo  que  daba  á  toda 
la  ciudad  con  sus  amores,  y  que,  por  lo  mismo,  no  le  cabía  más  recurso 
para  satisfacer  tal  escándalo,  (|ue  casarse  inmediatamente  con  la  bella 
viudita. 

«En  vano  Cruz  objetó  (jue  no  jjodía  dar  ese  paso  sin  el  real  consen- 
timiento; el  obispo  le  respondió  c|ue  él  cargalia  con  toda  la  responsabi- 
lidad. En  vano  que  el  mismo  General  alegara  que  no  se  llenarían  los 
requisitos  que  ]Dreceden  al  matrimonio;  el  obispo  dijo  qvie  los  dispensa- 
ba. En  vano,  por  último,  que  el  afligido  Cruz  opusiera  fiue  no  había 
testigos;  el  obispo  le  señaló  á  los  familiares  y  ayudantes  C[ue  esperaban 
en  la  antesala.   No  hubo  remedio:  el  matrimonio  se  efectuó.»  ^ 

Acerca  de  este  asunto,  el  distinguido  historiógrafo  Juan  B.  Iguíniz, 
con  fecha  14  de  Junio  de  1909  dio  á  conocer  desde  las  columnas  de  «El 
Regional»  un  interesantísimo  documento  que  encontró  al  revisar  el 
Archivo  del  Sagrario  Metropolitano  de  Guadalajara,  en  el  librode Ma- 
trimonios marcado  con  el  número  21. 

Dicho  documento  está  concebido  en  estos  términos: 

«Digo  yo  el  Dr  D  Jacinto  Martínez  Cura  Rector  de  esta  Santa  Igle- 
sia Catedral  de  Guadalajara,  que  en  veinte  de  Julio  de  mil  ochocientos 
diez  y  nueve  recibí  el  siguiente  Sviperior  Despacho  de  mi  Exmo  é  Ilustrí- 
simo  Prelado  con  el  certificado  al  calze  del  Sc^r,  su  Srio.  de  Cámara  y 
Goviemo  que  en  él  se  cita. 

«Nos  el  Dor  Juan  Cruz  Ruiz  de  Cabanas,  por  la  gracia  de  Dios  y  de 
la  Santa  Sede  Apostólica,  Obispo  de  Guada  Nuevo  Reyno  de  la  Galicia 
del  Consejo  de  su  Magd.  y  Caballero  Gran  Cruz  de  la  Real  om  Ameri- 
cana de  Isabel  la  Católica  etc. — Hacemos  saver  al  Cura  Rector  del  Sa- 
grario de  Nuestra  Santa  Iglesia  Catedral  como  con  vista  de  las  diligen- 
cias Matrimoniales  practicadas  ante  nos  mismo  y  en  nuestra   Secreta- 

1    SaiUnscDy.   ( )l)i-;i  citada,  páu. '.il . 


38 

ría  pnra  el  cine  intentan  contraher  de  la  una  parte  el  Exnio.  Sor.  D. 
Josef  de  la  Crvtz  natural  de  la  Ciudad  de  Salamanea  en  España,  hijo  le- 
"iítinio  de  los  Sres.  D.  Francisco  de  la  Cruz  3-  Doña  María  del  Pilar 
Fernández,  Mariscal  de  Campo  de  los  Reales  Ejércitos,  Caballero  Gran 
Cruz  de  la  Real  om  Americana  de  Isabel  la  Católica,  Presidente  de  la 
Real  Audiencia,  Govemador  y  Comandante  General  de  esta  Provincia 
de  N.  G.  etc.,  y  de  la  otra  la  Sra.  Doña  Juana  Ortiz  de  Rosas,  natu- 
ral del  Real  Rosario  en  la  Provincia  y  Obispado  de  Sonora  é  hija  legíti- 
ma de  D.  Juan  Francisco  Ortiz  de  Rosas,  Contador  Oficial  Real  que  fué 
de  las  Caxas  Reales  de  esta  Capital,  3-  de  Doña  María  del  Carmen  Iba- 
ñes  de  la  Barrena  ya  difuntos  proveímos  un  Decreto  cuyo  tenor  es  á  la 
letra  el  siguiente  —  Guadalajara  Julio  cíitorce  de  mil  ochocientos  diez  y 
nueve  —  Vistas  estas  diligencias  practicadas  en  comprobación  de  la  li- 
vertad  y  soltura  del  Exmo.  Sor.  D.  Josef  de  la  Cruz  Presidente  y  Co- 
mandante General  de  esta  Provincia  y  por  lo  mismo  de  nuestra  Juris- 
dicción Eclesiástica  Castrense  y  de  la  Sra.  D' Juana  Ortiz  de  Rosas  c[ue 
lo  es  de  nuestra  Jurisdicción  Eclesiástica  ordinaria  las  aprovamos  y 
declaramos  laastantes  para  el  matrimonio  que  en  virtud  de  la  Real  li- 
cencia de  veinte  3'  dos  del  último  Febrero  comunicada  por  el  Exmo  Sor 
Virrej'  de  estos  Dominios  en  oficio  del  diez  y  seis  del  próximo  pasado 
Junio  intentan  contraer.  En  consecjuencia  y  en  vis(ta)de  las  facultades 
cjue  nos  competen  dispensamos  al  expresado  Exmo  Sor  D  Josef  de  la 
Cruz  _v  á  la  referida  Sra.  D"  Juana  la(s)  moniciones  conciliares  para  que 
ni  antes  ni  después  del  matrimonio  se  publiquen  Y  mandamos  t|ue  jire- 
ccdiéndose  por  nos  mismo  á  la  celebración  del  Santo  Sacramento  del 
matrimonio  en  la  forma  dispuesta  ]jor  la  Iglesia  y  librándose  Despacho 
al  Cura  Rector  de  Nuestra  Santa  Iglesia  Catedral  con  inserción  de  esta 
Providencia  y  con  certificación  á  svi  calce  que  se  deberá  extender  por 
nuestra  Secretaría  con  expreción  del  día,  solemnidad  3-  lugar  3-  hora  en 
que  presenciíimos  el  matrimonio.  Se  guarde  por  dho  Párroco  el  expre- 
sado Despacho  en  su  respectibo  Despacho  digo  Archivo  y  la  partida  de 
Matrimonio  se  siente  como  es  debido  en  el  Libro  á  donde  corresponda 
á  su  Excelencia  Ilustrísima  lo  decretó  3-  firmó — El  Obispo  de  Guadala- 
xara  —  Ante  mí  —  Dor.  Toribio  González  —  Secretario  —  Y  ¡lara  que  lo 
contenido  en  el  citado  Decreto  tenga  su  debido  3-  puntual  cumplimiento 
mandamos  dar  3-  dimos  el  presente  en  la  Ciudad  de  Guadalajara  á  ca- 
torce días  del  mes  de  Julio  de  mil  ochocientos  diez  y  nueve  años— Juan 
Cruz  Obispo  de  Guadalaxara  —  Por  mandato  de  S.  E.  I.  el  obispo  mi 
Sor — Dor  Toribio  González — Secretario» 

«El  Dor.  D  Toribio  (ionzález  Prevendado  de  esta  Santa  Iglesia  Ca- 
tedral 3'  Secretario  de  Cámara  y  Goviemo  del  Exmo  é  limo  Señor  Dr 
Juan  Cruz  Ruiz  de  Cabanas  Caballero  Gran  Cmz  de  la  Real  Orn  Ame- 
ricana de  Isabel  la  Católica  del  Consejo  de  S.  M.  dignísimo  Obispo  de 
esta  Diócesi  de  N.  G.  etc — En  cumplimiento  de  lo  mandado  en  el  Supe- 
rior Despacho  que  antecede  Certifico:   Que  ho3'  día  de  la  fecha  como  á 


39 

los  tres  (juartos  pt'ira  las  siete  tle  la  mañana,  píisú  su  Exceleneia  Ilus- 
trísima  jiersonalmcnte  al  Real  Palacio  de  esta  Capital  y  en  imo  de  los 
])rinci])ales  salones  del  mismo  decorosamente  jireparado  y  adorn.'ido 
casó  _v  dio  las  (sic)  con  arreglo  á  las  disposiciones  y  Rito  de  hi  Iglesia  al 
Exmo.  Sr.  Presidente  de  esta  Real  Audiencia,  Gobernador  y  Coman- 
dante General  de  esta  Provincia  D  Josefde  la  Cruz  y  á  la  Sra  D''  Juana 
Ürtiz  de  Rosas  hija  legítima  del  finado  Contador  de  la  Tcsorerúi  de 
Real  Hacienda  de  esta  Capital  D  Juan  ( )rtiz  de  Rosas  y  de  D"'  María 
del  Carmen  Ibáñez  de  la  Barrena:  One  en  el  acto  de  celebrar  el  matri- 
monio asistieron  á  su  Excelencia  Ilustrísima  revestidos  de  Capa  los 
Sres  Dean  de  esta  Santa  Iglesia  Licenciado  D.  Pedro  Dias  Escandon  y 
Tesorero  de  la  misma  Provisor  y  Vicario  y  gral  de  este  Obispado  Dor. 
D  Juan  Jüsef  Alartínez  de  los  Ríos  y  Ramos  quienes  también  continua- 
ron la  propia  asistencia  en  el  Santo  Sacrificio  de  la  Misa  que  inmedia- 
tamente después  del  Matrimonio  celebró  su  Exceleneia  Ilustrísima. 
yue  á  estos  actos  religiosos  concurrieron  y  se  hallaron  los  Sres  Oj-do- 
res  y  Fiscales  de  esta  Real  Audiencia  Dos  Dignidades,  Dos  Canónigos 
y  Dos  Prevendados  de  esta  Santa  Iglesia  Catedral,  Los  Ministrcis  de 
Real  Híicienda,  Los  Alcaldes,  tres  Regidores  del  Ihistrc  Ayuntíimicnto, 
el  Señor  Prior  y  Cónsules  del  Real  Tral.  del  Consulado  todos  los  Xefes 
militares,  y  varios  oficiales  de  los  Cuerpos  de  Tropa,  todos  Xefes  de 
oficinas  de  S.  M  3'.  varias  personas  principales  y  sujetos  distinguidos 
de  esta  Capital.  Y  haviéndose  concluido  todo  como  á  las  ocho  de  la 
mañana  repitió  S.  E.  I.  vervalmente  la  orden  (|ue  por  Escrito  tenía  da- 
da en  el  presente  Despacho  para  que  ¡niesta  esta,  esta  (sic)  Certifica- 
ción en  debida  forma  se  pasase  como  está  prevenido  al  Cura  del  Sagrario. 
En  testimonio  de  lo  cual  doy  la  ])resente  en  la  Ciudad  de  Guadídaxara 
á  diez  y  nueve  días  del  mes  de  Julio  de  mil  ochocientos  diez  y  nueve  (jue 
firmé  con  su  S.  E.  I.  y  de  su  orn  de  que  doy  fe.  —  El  Obispo  de  Guadala- 
xara — Dor  Toriljio  González — Secretario  Y  en  cumplimiento  le  inan- 
dé  copiar  en  este  Libro  y  lugar  y  original  (jueda  custodiado  en  este 
archivo  de  mi  cargo  en  el  lugar  correspondiente.» 


TAMOANCHAN. 


ESTUDIO  ARQUEOLÓGICO  É  HISTÓRICO, 
POR  LOS  SrES. 

Pablo  Hennino,   Arzoiíispo  D.  Francisco  Plaxcarte, 
Lie.   D.  Cecilio  A.   Róbelo 

Y 

D.  I'iíURo  González. 


AXALES.    T.  I\'. — 0. 


^3 


La  región  misteriosa  que  lleva  este  nombre,  y  que  se  menciona  tan- 
tas veces  en  códices  y  por  historiadores,  es  uno  de  los  problemas  de  la 
arqueología  americana,  cuya  solución  se  ha  ensayado  sin  que  los  resul- 
tados obtenidos  pudieran  llamarse  satisfactorios.  ElSr.  Beyer  cree  f|ue 
esta  región  se  puede  identificar  con  la  vía  láctea;  Preuss  ve  en  ella  el  inte- 
rior déla  tierra;  y  Lehmann  opina  c|vie  esel  globo  terráqueo  en  su  tota- 
lidad, i  Hay,  pues,  vma  diversidad  de  opiniones  completa.  La  mejor  so- 
lución, según  nuestra  opinión,  es  siempre  la  del  Sr.  Séler,  que  no  pierde 
de  vista  que  en  la  antigüedad  el  nombre  Tamoanchan  se  aplicaba  á  va- 
rias localidades  distintas  y  (|ue,  por  lo  mismo,  sería  erróneo  el  querer  li- 
mitar su  significado  á  una  sola.  ~  En  efecto,  es  posible  distinguir  tres 
regiones  de  este  nombre;  sin  embargo,  las  aplicaciones  de  él,  ó  descansan 
en  una  idea  fundamental,  común  á  todas  ellas,  y  parece  que  ésta  predo- 
minó átal  grado,  que  las  circunstancias  especiales  que  diferencialDanun 
Tamoanchan  del  otro,  desaparecían;  ó  estas  diferencias  entre  uno  3- 
otro  Tamoanchan  eran  tan  liien  conocidas,  que  el  simple  contexto  era 
suficiente  para  hacer  ver  de  cuál  de  ellos  se  trataba.  Por  supuesto  ([ue 
]jara  nosotros  el  asunto  no  se  jiresenta  tan  sencillo,  puesto  qtie  precisa- 

1  Cf.  Hermán  Be\-er,  Tamoanchan,  das  alt  mcxikanisohc  Paradies,  .\nthropos,  Wicn. 
190.S.  Band  3,  Heft  5,  6;  pág.  870. 

2  Cf.  Séler,  Codex  Borgia.  Berlín.  i;i0-l-1906. 


44 

mente  los  pormenores  que  se  sobreentendían  para  poder  solncionar  es- 
te problema,  necesitamos  conocerlos. 

Como  lo  ha  demostrado  el  Sr.  Séler,  Tamoanchan  significa  «casa  de 
descenso»  (del  cielo),  i  y  como  en  ésto  los  antiguos  veían  xma  faz  de  la 
existencia  htimana  que  precedía  al  nacimiento  carnal  en  la  tierra,  ó  lo 
fundamental  para  ver  la  luz  en  este  mundo;  esta  frase  llegó  á  ser  para 
ellos  xm  equivalente  de  «nacer,»  «ver  la  luz  del  mundo.»  Pero  aquel  des- 
censo del  cielo  ó  nacimiento  espiritual,  como  nosotros  lo  llamaríamos, 
estaba  en  manos  de  Ometecuhtli  y  Omecihuatl,  es  decir,  de  los  dioses 
de  la  generación  por  excelencia,  los  que  residían  en  el  más  alto  de  los 
cielos;  por  consiguiente  allí  estaba  también  el  primer  Tamoanchan.  A 
éste  le  podríamos  llamar  el  Tamoanchan  teológico.  Pero  á  más  de  éste 
había  otros  dos  que,  á  juzgar  por  los  datos  que  acerca  de  ellos  nospro- 
porcionan  los  historiadores,  merecen  el  nombre  de  terrestres  ó  históri- 
cos, y  parece  que  se  colocó  el  primero  de  ellos  al  poniente  de  las  Améri- 
cas,  al  otro  ladodel  mar,  en  Chiconauhapan  ó  Chiconauhtlan;  el  otro 
en  el  continente  Sud— americano,  en  Xochitlauaca,  AmiljjampanXotchi- 
tlalpan.  Acerca  del  uno  dicela  tradición  maya:  -  «Esta  es  la  serie  de  los 
Katunes  desde  que  fué  la  partida  de  la  tierra,  de  la  casa  Nonoval,  en 
donde  estaban  los  cuatro  Tutvil  Xiuh,  en  Zuiva,  en  el  Poniente.  Vinie- 
ron ellos  {los  cuatro  Tutul  Xiuh)  de  la  tierra  Tulapan  Chiconahthan 
(Chiconauhtlan=  la  tierra  de  los  nueve  ríos»).  Y  dice  la  tradición  Cakchi- 
kel  acerca  del  segundo:  3  «Cuatro  hombres  vinieron  de  Tulan.  Donde  se 
levanta  el  sol  es  un  Tulan,  y  uno  es  en  Xibalbay,  y  uno  es  donde  se  po- 
ne el  sol,  y  uno  donde  se  halla  Dios.  Por  consiguiente  hay  cuatro  (luga- 
res del  nombre  de)  Tulan,  dicen  ellos,  ó  hijos  miestros,  y  donde  se  pone 
el  sol  venimos  de  Tulan,  del  otro  lado  del  mar,  r  á  nuestra  llegada  en 
Tulan  vimos  la  luz;  viniendo  de  allá  fuimos  engendrados  por  nuestras 
madres  y  nuestros  padres,  como  dicen  ellos.»  Se  ve  en  estas  descripcio- 
nes que  el  primer  Tamoanchan  histórico  estaba  en  un  lugar  al  otro  la- 
do del  mar,  al  poniente  de  las  Américas;  el  otro,  en  este  continente  mis- 
mo, en  el  lugar  de  donde  tomó  origen  la  raza  de  estos  Tutul  Xiuh,  Tula, 
nos  ó  Toltecos. 

Ahora  bien,  es  este  último  Tamoanchan  del  cual  pensamos  ocupar- 
nos más  detenidamente  acjuí,  siendo  el  pinito  que  respecto  de  él  más  nos 
debe  preocupar,  si  cuanto  de  él  se  dice  es  mito,  ó  si  debe  considerársele 
como  hecho  histórico.  La  tradición  cakchikel,  como  vimos,  le  da  carác- 
ter completo  de  este  último;  pero  si  del  punto  de  vista  no  indígena  se 
le  puede  considerar  como  tal,  es  otra  cuestión.  Por  desgracia,  la  ar- 
queología, que  nos  debía  ayudar  para  cercioramos  de  punto  tan  inte- 
resante, está  mu^-  lejosde  penetrar  en  los  tiempos  deeste  Tamoanchan, 
tierra  de  nacimiento  primordial  americano;  sin  embargo,  hay  fjue  conce- 

1  Cf.  Séler,  Codex  Bor^ia.  Berlín.  1904..  Tomo  I,  p.  184-. 

2  Maya  Chronicles.  Brinton,  Phil.  18,S2,  p.  100. 

3  Cakchikel-Aiinals.  Brinton,  Phil.  lSsr>,  p.  (58. 


45 

der  qvielos  cuantos  datos  c|iic  existen  para  elucidar  el  prohlenia  de  este 
Tamoanehan,  tienen  tendencia  conijiletamente  histórica. 

Según  las  dos  tradiciones  citadas, hay  correlación  con  los  d  os  Tamoan- 
chan  terrestres  entre  cuatro  lugares  del  nomlire  de  Tulan.  estando  dis- 
tribuídíís  éstos  de  tal  modo,  (|ue  dos  de  ellos,  Tulan  Tulajjan  y  Tulan 
Zuiva  se  hayan  en  terrenos  del  Tamoanehan  Chiconauhtlan,  es  decir, 
del  otro  lado  del  mar,  al  jionicnte  de  las  Américas.  Tratando  de  deter- 
minarlos por  medio  de  la  tradición  cakchikcl,  obviamente,  el  Tulan  Zui- 
via  del  Poniente  de  la  tradición  maya  es  idéntico  al  Tulan  llamado 
en  aquella,  «de  la  puesta  del  sol;»  el  otro,  Tulan  Tulapan,  cuyo  nombre 
determinativo  parece  ser  un  paralelo  al  nombre  Mazapán,  cai)ital  anti- 
gua de  los  Mayas  en  la  península  yucatecíi,  fácilmente  se  llamó  así  por 
ser  la  capital  antigua  de  los  Tidanos  ó  Toltecos  de  ultramar;  allí  tam- 
bién habrá  estado  la  casa  ó  templo  llamado  en  la  tradición  maya  Nono- 
val;  pero  si  se  hallaba  allí  el  templo,  estaría  allí  también  el  dios  á  quien 
este  fué  dedicado,  y  entonces  Tulan  Tulapan  de  la  tradición  maya  no 
es  otro  que  el  de  la  tradición  cakchikel  llamado  «donde  está  Dios.»  En 
cuanto  á  los  otros  dos  Tulan,  estaban  en  el  continente  americano  mis- 
mo, por  las  consideraciones  siguientes:  Corresponde  el  primero  de  ellos 
á  la  tierra  natal,  original  de  las  tribus  americanas,  por  la  razón  de  que 
se  llama  Tulan  «déla  salida  del  sol.»  Significa  ésto,  no  como  pudiera 
creerse  que  este  Tulan  estaba  situado  en  Oriente, aunque  por  cierto  los  cua- 
troTutul  Xiuh  viniendo  del  Oeste, indefectiblemente  tenían  (jue  abordar  en 
vin  lugar  al  Oriente  del  punto  de  su  partida,  sino  como  en  el  habla  indi, 
gena  «sol»  y  «era  histórica»  son  sinónimos,  el  nombre  de  este  Tulan,  in- 
terpretado debidamente  significa:  «Lugar  donde  nació  el  solóla  erahis- 
tórica,  donde  tuvo  ésta  su  principio.»  Tratándose  ac[uí  de  Tíllanos  ó 
Toltecas,  la  era  mencionada  no  puede  haber  sido  otra  que  la  délos  Tol- 
tecas  primitivos  en  este  continente,  y  como,  en  efecto,  se  les  llama  á  és- 
tos los  primeros  jiobladores  de  la  América,  este  Tulan  «de  la  salida  del 
tol»  resxilta  necesariamente  idéntico  con  el  Tamoanehan  americano,  la 
sierra  natal,  original  de  las  tribus  americanas. 

Yuxtapuesto  al  primer  Tulan  americano  se  encuentra  otro  llamado 
Tulan  Xibalba}',  el  cual  desde  luego  se  distingue  de  su  compañero  por 
el  hecho  de  que  no  puede  haber  sido  la  tierra  natal,  original  de  las  tribus 
americanas,  por  haberlo  sido  aquél.  Como,  además,  está  determinado 
por  vm  nombre,  Xibalbíiy,  que  resulta  ser  puramente  geográfico,  tam- 
poco estaba  situado  en  la  misma  región  que  aquél;  además,  siendo  Tu- 
lan «déla  salida  del  sol»  incuestionablemente  el  más  antiguo  de  los  dos, 
Tulan  Xibalbay,  en  cuanto  á  tiempo,  ha  de  ser  más  reciente.  En  efecto, 
se  confirman  todas  estas  teorías  examinando  el  caso  im  poco  más  deta_ 
lladamente.  Así  porejemplo,  llama  Ixtlilxochitl  i  á  los  fimdad  ores  del  im. 
perio  tolteco,  cu^'a  capital  fué  la  Tula,  hoy  día,  del  Estado  de  Hidalgo, 

1      Cr.  IxtlilxiK-liitl.  México.  ISin.  Tercera  Relación,  p.  29. 


46 


y  cuyo  reino  confinaba  con  los  Chichimecos  en  el  Norte,  «Huehuetlapa- 
laneca,»  es  decir,  «los  que  habían  venido  del  Norte;»  como,  además,  su 
fundación  cae  en  el  siglo  VIII  de  nuestra  era  y  por  consiiruente  es  muv 
reciente,  sin  duda  alsruna  es  éste  el  Tulan  Xiball)ay  de  la  tradición  cak- 
chikel.  Pero  resulta  entonces  que  el  autor  de  la  tradición  cakchikcl 
estaba  iierfectamente  orientado,  saliendo  sus  declaraciones  acerca  dees- 
te  Tulan,  del  todo  exactas.  Ahora  bien,  si  esto  lo  era  en  imo  de  los  dos 
casos,  no  hay  motivo  para  creer  que  no  lo  haya  sido  también  en  el  otro. 
Además,  como,  sin  duda  altíuna,  cierto  principio  han  de  haber  tenido 
las  tribus  americanas  en  este  continente,  es  bien  proljídile  que  la  infor- 
mación que  tuvo  respecto  de  él  sea  del  todo  fidedicrna,  óen  otros  térmi- 
nos, de  carácter  netamente  histórico.  Por  consijíuiente,  cada  dato  que 
resulte  con  respecto  al  Tulan  «de  la  salida  del  sol,))  será  aplicable  desde 
luejío  al  TamoanchanXoehitlauaca,  Amilpampan  Xochitlalpan,  jjroce- 
dimiento  tanto  más  justificable,  cuanto  ([ue  la  identidad  precitada  está 
confirmada  ])or  toda  una  serie  de  datos  adicionales  c|ue  en  seguida  jire- 
senta  remos. 

Por  ejemplo:  el  Tainoanchan 
americano  en  los  códices  se  repre- 
senta frecuentemente  por  medio  de 
un  árbol,  cuyo  tronco,  en  la  mayo- 
ría de  los  casos,  está  roto,  eviden- 
temente, para  dar  á  entender  que 
ya  no  está  en  pie;  que  las  institu- 
ciones ó  la  época  que  representa 
pertenecen  á  un  pasado  lejano. 
(Fi,ií.  1.)  Extraña,  sin  endjar^o, 
por  qué  para  simbolizar  aquel  le- 
jano Tamoanchan  los  indígenas  se 
valían  de  un  árbol;  hay  aquí  pre- 
cisamente un  problema  que  está 
todavía  para  solucionarse.  Cree 
el  Sr.  Beyer  C|ue  como  los  antiguos 
veneraban  los  astros,  este  árbol  de- 
bía identificarse  con  el  árbol  celes- 
tial de  la  vía  láctea,  l  sin  embargo, 
no  es  posible  aducir  á  favor  de  semejante  teoría  declaración  de  historia- 
dor alguno  que  la  justifique.  Por  lo  contrario,  la  opinión  de  los  cronistas 
indígenas,  respecto  de  este  árbol,  es  del  todo  distinta.  Así  dice,  por  ejem- 
plo, el  \-a  citado  cronista  maya:  «Esta  es  la  serie  de  los  Katunos  desde 
que  sucedió  la  partida  de  la  tierra,  de  la  casa  Nonoval,  donde  estaban 
los  cuatro  Tutu!  Xiuh,  en  Zuiva,  en  el  Poniente.  Vinieron  de  la  tierra 
Txdapan  Chiconahthan.»  Acjuí  tenemos  una  explicación  de  este  siml)o- 


Coi  TeU»riancjRem«nc.í  Pag .  1 9. 

Fio.  1.  El  .\rbol  de  Tamoancha.v. 


1      Cl.  HeriDan  lieyer,  tibr.T  cit..  p.  871. 


47 


lisuio,  como  luí'is  clara  no  la  podemos  desear,  siendo  el  termino  ((ue  la 
encierra  el  de  Tutiil  Xiiih,  nombre  de  los  cuatro  individuos  venidos  de 
'rula])an  de  los  nueve  ríos  á  las  costas  de  América.  Su  etimolo,i;ía  es  la 
si.siuiente:  Tutul  es  reiterativo  deTvd,  maya,  por  estar  lleno,  rebosar,  por 
estar  repleto,  ehorreíir,  tíotcar.  Xiuh  significa  árbol,  mata,  \-  porconsi- 
.¡iuiente,  Tutul  Xiuh,  árbol  ([ue  chorrea,  (|ue  .uotca.  Lo  que  asociaban 
con  este  cuadro  extraño  los  mayas  á  primera  vista  no  se  comprende; 
sin  embarco,  encontramos  como  variante  cakchikel,  j)or  Tutul  Xiuh 
Tutul  Cu,  con  la  interpretación  «échese  derrame,»  l  expresión  (jue  Pío 
Pérez,  en  su  vocabulario  maya,  da 
como  equivalente  de  los  términos 
I)ertenecientes  á  este  idioma  «ixin- 
té  3'  molixinté.n  Estas  dos  palabras 
contienen  la  clave  del  problema, 
]iorque  ixinté,  ó  también  iximché, 
sifinifica  «el  árbol  teta  de  mujer,» 
«árbol  chichihua,»  y  «mt)lixinté,» 
«árbol  nodrizot|ue alimenta.»  A  su 
vez  tiene  paralelo  este  último  tér- 
mino entre  los  Nahoas  encontrán- 
dose con  ellos  el  así  llamado  chi. 
chihualquauitl,»  «árbol  nodrizo,» 
pintura  del  folio  tres  del  Códice 
Ríos,  el  (|ue,  como  demuestra  la 
ilustración,  evidentemente  fué  lla- 
mado así  porque  de  sus  hojas,  al- 
jíunas  de  las  cviales  tienen  forma 
lie  teta  de  mujer,  estaba  goteando  leche,  alimentando  un  número  de 
criaturas  sentadas  alrededor  de  su  tronco.  (Fig.  2.) 

Siendo  Tutul  Xiuh  sinónimo  de  Chichihual(|uauitl,yla  función  dees- 
te último  la  cjue  expone  el  Códice  Ríos,  indudíiljlcmente  tuvo  la  misma, 
entre  los  mayas,  el  Tutiil  Xiuh,  y  efectivamente  es  otro  nombre  del  ár- 
l)ol  referido  en  aijuel  idioma  yaxché,  «el  árl)ol  ])or  excelencia,»  «el  árbol 
original,  jirimero,»  el  mismo,  en  fin,  que  el  autor  del  Isagoge  Histórico 
describe  diciendo  que  «era  un  árbol  que  en  mitad  de  la  siesta,  por  más 
que  ardiese  el  sol,  daba  ima  sombra  muy  fresca  con  im  rocío  delga- 
dot|uc  ídegraba  el  corazón.»  -  Por  otra  parte,  la  idea  decste  árljolyde 
su  función  no  era,  según  la  tradición  maya,  de  origen  nctamenta  ameri- 
cano, sino  (|ue  como  los  cuíitro  hombres  fun(huU)res  de  la  raza  tolteca 
llamados  Tutul  Xiuh  vinieron  del  otro  lado  del  mar,  seguramente  se 
quería  decir  (|ue  eran  sacerdotes  del  culto  relacionado  con  este  árbol 
y  c|ue  lo  trajeron  déla  tierra,  de  la  casa  Nonoval  «donde  está  Dios,))á  es- 

1  Vocalnil.-irio  Cakchikel  de  Sta.  Lucía  Cot^'uinalhuapa,  Guatemala.  Lib.  inédito 
en  posesión  del  rrof,  I>r.  Otto  Sttoll,  Zuricli;  copia  en  la  del  autor. 

2  Madrid,  ItSUl.',  pp.  402,  403. 


FlG  '2.     líl.   CniClllIUAl.nr.VlITL. 


48 

te  continente  para  introducirlo  en  su  nueva  jjatria  el  Tulan  «de  la  salida 
del  sol.»  Pero  si  era  éste  el  lugar  donde  tomaron  su  origen  las  tribus 
americanas  primitivas  y  ésta  la  religión  á  cuya  sombra  se  desarrolla- 
ron, entonces  era  perfectamente  natural  asociar  su  tierra  natal  Ta- 
moanchan,  como  lo  hacían  con  el  árbol  original  ó  de  la  vida;  por  con- 
sigTiiente,  este  simbolismo  es  una  ]3rueba  más  de  C[ue  efectivamente  es- 
te Tamoanchan  \-  el  Tulan  «de  la  salida  del  sol»  son  idénticos:  tan  his- 
tórico el  uno  como  el  otro. 

Hemos  llamado  natural  que  los  americanos  antiguos  simbolizaran 
el  Tamoanchan,  la  tierra  natal  común,  por  medio  del  árbol  primero 
original  Chichihualquauitl;  entonces,  para  ser  consecuentes,  deben  ha- 
berse considerado  ellos  mismos  tanto  hijos  del  uno  como  del  otro.  Y 
así  sucede  efectivamente.  De  los  Tolteca  nos  dicen  Sahagún  é  Ixtlilxo- 
chitl,  que  su  nombre  verdadero  había  sidoChichimeca,  yquedetal  nom- 
bre se  preciaban;  ^  querían  con  esto  indudablemente  indicar  el  verda- 
dero significado  de  Toltecatl,  (jue  sin  i)üsibilidad  de  equivocación  es 
mamón,  criatura  que  se  alimenta  de  leche,  lo  mismo  que  chichimeca,  cu- 
ya íntima  relación  con  chicliihualc|uauitl  s;dta  á  la  vista.  Siendo  el 
Chichihualquauitl,  en  maya,  el  Tutul  Xiuh,  claro  está  que  entre  Tolte- 
catl y  Tutul  Xiuh  originalmente  había  la  misma  relación  que  en  ná- 
huatl entre  Chichimec  y  Chichihuakiuauitl;  la  idéntica  interdependen- 
cia se  nota,  además,  entre  el  árbol  de  la  vida,  el  árbol  primero,  original, 
3^  los  nombres  de  mtiehas  otras  de  las  naciones  antiguas  civilizadas. 

Consideraremos,  por  ejemplo,  el  origen  y  nombre  de  los  Za])otcca. 
Respecto  del  primero,  dice  Burgoa  -  que  algunos  de  ellos,  para  jactar- 
se de  su  valor,  se  decían  hijos  de  leones  y  de  diversos  animales  feroces; 
otros,  señores  de  linaje  antiguo,  fueron  producidos  por  los  árboles  de 
más  tamaño  y  sombra;  mientras  (|ue  otros,  de  carácter  duro  y  obsti- 
nado, eran  descendientes  de  las  rocas,  etc.  Se  ve  qvie  los  señores  de  lina- 
je antigtio  descendían  de  aquellos  árboles  primitivos,  indudablemente 
los  cuatro  Tutul  Xiuh  de  la  tradición  maya,  3-  ese  parentesco  está  ex- 
presado también  en  el  nombre  de  este  pueblo.  Se  deriva  Zapoteeatl  evi- 
dentemente del  zapote,  símbolo  del  árbol  de  la  vida  de  esta  tribu;  aho- 
ra bien,  zapote  es  una  palabra  de  filiación  ma^-a,  debiendo  leerse  real- 
mente zaepohté,  árbol  que  da  una  coagulación  blanca,  «el  chicle.»  Za- 
poteco,  pues,  como  non^bre  de  tribu,  no  es  otra  cosa  que  un  sinónimo  de 
Tultecatl  \'  Chichimecatl. 

Otra  tribu,  que  sin  duda  alguna  pertenecía  á  los  adoradores  del  ár- 
bol de  la  vida  \-  de  él  derivaba  su  origen,  era  la  de  los  T'lmeca-Xicalan- 
ca.  Así  desde  luego  lo  declara  el  primero  de  estos  nombres,  pues  que  el 
ulli  no  es  otra  cosa  que  leche  de  árbol  coagulada.  Pero  también  en 
el  nombre  de  Xicalanca  tenemos  una  alusión  al  mismo  árbol,  siendo, 

1  Sahagún,  ed.  Bustaniantc,  tomo  3.  pp.  113—147:  Ixtlilxochitl,  Relaciones,  Méxi- 
co, 1S91,  p.  16. 

2  Bancroft,  Xatiac  Races,  tomo  III,  ]).  47. 


49 

según  el  Popol  Vuh,  el  árbol  de  xíoara,  el  de  «en  medio  del  caminon  (|ue 
tan  luego  como  se  colocó  en  sus  ramas  la  cabeza  de  Hunhun  Ahpu 
que  había  sido  asesinado  por  los  reyes  de  Xibalbay,  Hun  Carné  y  Yu- 
cnb  Carné,  se  cubre  de  frutos  xícaras  qtie  hasta  el  día  llevan  el  nombre 
del  dios  asesinado,  de  la  estirpe  de  los  Ouetzalcoatl.  l  Es  posible  ver  en 
esta  dualidad  del  apellido  de  los  Ulraeca-Xicalanca  una  alusión  al  agua 
y  pan  de  la  vida,  y  sacar  de  allí  la  consecuencia  de  que  este  pueblo  ó 
tribu  representa  una  fase  del  culto  del  árbol  de  la  vida  más  antigua. 
Y  efectivamente  hace  Ixtlilxochitl,  respecto  de  ellos,  la  observación  de 
que  no  solamente  había  sido  una  sola  tribu,  aunque  de  nombre  doble, 
sino  que  los  Tolteca  habían  sido  los  terceros  pobladores  de  esta  tie- 
rra, si  se  colocaba  en  primer  término  á  los  Gigantes  y  en  segundo  á  los 
Ulmeca-Xicalanca.»  - 

Otro  nombre  de  tribu  que  es  prueba  evidente  de  que  los  que  lo  lleva- 
ban se  consideraban  hijos  del  árbol  de  la  vida  es  el  de  los  Itzaes.  Pre- 
cursores de  los  MaA^as,  no  parecen  existir  tradiciones  respecto  de  su  ori- 
gen; pero  es  tan  clara  la  relación  de  éste  con  el  Itztahté,  el  árbol  del 
liquidámbar,  Itzamat,  la  ceiba,  el  árbol  sagrado,  por  una  parte,  é  Itz- 
tancil,  trasudar  de  la  goma  de  los  árboles,  Itz,  la  goma  trasudada  é 
Itzamna  el  dios  de  los  Itzaes,  que  no  se  necesitan  tradiciones  especiales 
para  aclarar  el  origen  y  filiación  de  esta  tribu. 

Lo  mismo  se  puede  decir  de  los  Quichés,  cvtj'a  descendencia  de  los 
cuatro  Tutul  Xiuh  está,  además,  documentada.  3  Encontramos  en  el 
idioma  de  ellos  el  tema  Yi,  Yit,  Yitz,  equivalente  del  Itz  ó  Ytz  ma^-a, 
significando  3'itz,  en  quiche,  exprimir  y  también  el  jugo  exprimido.  Es, 
además,  Quiche,  originalmente  Quitzé  ó  Yitzé  como  lo  prueba  el  nombre 
que  se  da  en  el  Popol  Vuh  al  primero  de  los  cuatro  Tutul  Xiuh  y  que  es 
Balam  Quitzé.  3  Ig-ualmente  los  Cakchikeles,  parientes  cercanos  de  los 
MaA'as,  se  dicen  descendientes  del  árbol  de  la  vida,  jíor  derivarse  su 
nombre,  según  sus  Anales,  del  caca-ché,  árbol  colorado  ó  de  la  saneare 
siendo  ésta  con  todas  las  naciones  civilizadasde  la  antigüedad  america- 
na, el  símbolo  de  la  energía  vital.  Encontramos,  además,  este  pueblo  tt)- 
davía  en  posesión  de  la  idea  original  del  árbol  de  la  vida,  pues  que  se  en- 
cuentra consignado  en  sus  Anales,  en  un  pasaje  relativo  ala  creación  del 
hombre,  que  cuando  á  éste  se  creó,  «fué  alimentado  con  madera,  fué  ali- 
mentado con  hojas.»  4  Vimos  que  en  la  pintura  del  Códice  Ríos  son  pre- 
cisamente las  hojas  del  árbol  de  la  vida  las  que  destilan  la  leche  con 
que  se  alimentan  los  chichimecos.   La  capital  de  esta  tribu,  antes  de  la 

1  Popol  Vuh,  p.  88. 

2  Ixtlilxochitl,  Relaciones.  Méx.  1891,  pág.  28. 

.'!  Estos  son  los  nombres  de  los  primeros  hombres  que  fueron  creados,  que  fueron  he- 
chos. El  primero  fué  Balam  Quitzé,  el  segundo  Balam  Ak'ab,  el  tercero  después  Mahucu- 
tah,  el  cuarto  Iqi  Balam,  y  estos  son  los  nombres  de  nuestras  primeras  madres  (Tutul 
Xiuh)  y  padres. — Popol  Vuh,  p.  198. 

4  Cakchikel-Annals,  Brinton,  Phil.  1885,  p.  78. 

An.\les.  T.  IV.— 7. 


50 


conquista,  llevaba  el  nombre  de  Iximché,  sinónimo  del  ixinté,  antes  dis- 
cutido, un  nombre  que  después  los  tlaxcalteca  que  acompañaban  á  Al- 
varado  tradujeron  del  todo  correcto  con  QuavihtemoUan,  Guatemala. 
También  los  Chiapanecos  pertenecen  á  las  tribus  cu^-a  tierra  natal 
debe  de  haber  sido  el  Tamoanchan  americano,  porque,  dice  Núñez  de  la 
Vega  en  sus  Instituciones  Diocesanas:  ^  «y  tienen  por  muy  asertado 
que  en  las  raíces  de  aquella  ceiba  son  por  donde  viene  su  linaje.»  Cosa 
parecida  dice  Burgoa  de  los  Mixtéeos:  2  «La  familia  gobernante  se  decía 
descendiente  de  dos  jóvenes  nacidos  de  dos  árboles  magestxiosos  qvie 
había  en  el  barranco  de  Apoala.»  Por  lo  general  cuanto  dato  directo  ó 
indirecto  existe  acerca  del  origen  y  filiación  de  las  naciones  civilizadas 
de  América,  compriieba  que  su  tierra  natal  original  fué  aquel  Tulan  de 
la  salida  del  sol  ó  principio  de  la  era  tolteca. 

Si  la  influencia  de  la  antigua  tierra  natal  y  del  culto  que  allí  se  prac- 
ticaba, originalmente  fué  tan  grande  que  los  principales  de  las  naciones 
civilizadas  de  la  antigüedad  americana  derivaron  su  nombre  de  él,  ha}- 
que  suponer  que  su  influencia  en  otros  sentidos  no  era  menos  grande, 
V  que  por  ejemplo  ha^-a  dejado  huellas  bien  proftmdas  en  su  modo  de 
¡jensar.  Y  cjue  este  efectivamente  fué  el  caso,  lo  comprueba  plenamente 
el  sistema  de  escritura  en  boga  entre  los  mayas. 

Examinaremos,  por  ejemplo,  el  primero 
de  sus  signos  diurnos:  Imix.  (Fig.  3.)  La 
palabra  es  un  compuesto  que  analizado 
sigTiifica  mujer  (ix)  de  teta  (im),  es  decir, 
chichihua,  un  concepto  relacionado  con 
tanta  ma^-or  probabilidad  con  el  árbol 
primitivo,  cuanto  que  imix  es  el  signo  pri- 
mero, el  del  origen,  siendo  aquel  árbol 
igualmente  el  ]irimero,  el  original.  Como  vimos,  se  consideraban  las  ho- 
jas de  este  árbol,  por  ser  los  órganos  ijue  destilaban  leche,  las  mamas 
de  una  madre  amorosa,  y,  efectivamente,  dice  Núñez  de  la  Vega  acer- 
ca del  primer  signo  diurno,  imox,  de  los  chiapanecos,  que  corresponde 

con  el  maya,  imix:  3  Imox y  su  veneración 

se  refieren  á  la  ceiba,  el  árbol  original  de  es- 
ta tribu.  De  acuerdo  con  su  nombre,  encon- 
tramos que  la  forma  de  este  signo  es  la  de  un 
pecho  femenino,  indicando  los  puntos  de  co- 
pal alrededor  del  pezón  y  las  rayas  cib  junto 
á  la  base,  que  se  trata  de  un  pecho  de  mujer 
en  lactancia. 

En  conceptos  parecidos  descansa  la  explica- 
ción del  decimonono  signo  diurno  de  los  ma- 


FiG.  3.    El  gofo  Imix. 

a.  Lauda,  p.  242. 

b.-e.   Seler,  163,  164,  16.-),  160. 


a.  b. 

Fig.  4.    El  glifo  C.\r.\c. 


a.  Landa,  p.  244. 

b.  Cod.  Tro.,  14  b. 


1  Constituciones  Diocesanas.  Preámbulo,  p.  9. 

2  Bancroft,  Natioe  Races.  Tomo  III,  p.  73. 

3  Constituciones  Diocesanas.  Preámbulo,  p.  9. 


51 


vas,cauac.  (Fijí.4.)  ElSr.Scler  ojjina  i  que  el  significad  o  de  esta  palabra 
es  «chubasco,  agaucero,  acompañado  de  rayos  y  truenos;»  y  de  acuerdo 
con  esto  ve  en  el  glifo  de  este  signo,  que  se  parece  á  una  uva,  un  cvimidode 
nubes.  Sin  embargo,  no  parece  la  explicación  dada  por  él,  estar  de!  todo 
conforme  con  las  ideas  de  los  antiguos  americanos,  respecto  de  este 
signo,  cuando  menos,  si  tomamos  en 
cuenta  la  figura  N"  5,  que  es  la  repro- 
ducción de  un  detalle  existente  en  la 
StelaJ  de  Copan.  En  el  centro  de  él 
vemos  como  símbolo  del  chichiliual- 
cuauitl,  el  signo  imix,  por  debajo 
del  cual  brota  la  savia  de  éste  en  go- 
tas hermosas  3'  grandes,  parecidas  á 
piedras  preciosas,  chalchihuitl,  produ- 
ciendo el  signo  cauac.  Este  proceso, 
en  ma3-a,  se  llamaba  mol,  acumula- 
ción, y  probablemente  es  esta  la  expli- 
cación que  debemos  preferir,  puesto 
que  generalizada  no  afecta  en  nada  la 
del  Sr.  Seler,  por  ser  el  dios  del  ár- 
bol de  la  vida  también  el  de  los  agua- 
ceros fertilizantes.  (Fig.  6.)  Pregun- 
tándosele á  éste,  Itzamna,  cuál  era  el 
significado  de  su  nombre,  contestó  cjue 
Itzen  caan,  itzen  muj-al,  id.  est,  «soy 
el  rocío  del  cielo,  la  humedad  de  las 
nubes.»  Si  fué  mu^- estimada  la  exu- 
dación del  árbol  chichihualquauitl, 
no  lo  era  menos  la  humedad  destila- 
da ]3or  las  nubes 


Fig.  5.  De  Maudslay,  Biología  Cen- 
trali— Americana,  Tomo  I,  pl.  68.  Copan, 
Stela  J.  West  Face. 


Esta  parece  que  fué  en 
la  mente  indígena  la  interdependencia  de 
estos  dos  conceptos.    Por  lo  demás,  la 
mayoría  de  los  glifos   cauac   consi.ste   en 
ima  pequeña  cruz  que  significa  árbol,  ma- 
dera, y,  además,  en  indicaciones  de  un  pe- 
zón rodeado  de  puntos  de  copal  y  de  ra- 
jaos cib.    Evidentemente  por   su  carácter 
este  signo  está  íntimamente  relacionado 
con  el  árbol  original. 
No  menos  interesante  en  este  sentido  es  el  signo  diurno   segundo 
de  los  maA-as,  ik.  (Figs.  7  y  8.)   Significa  la  palabra   «viento,»  «exha- 
lación,» «espíritu»   y  por  eso   mismo  tiene  cierta  filiación  con  el  árbol 
aludido,   pero  más  explícito   aún  es  el  glifo   que  consiste  en  su  par- 


Fio.  6. 

Seler,  818. 
Id.     820. 


1   Seler,  .\bhandlungen.  Tomo  I,  p.  496. 


52 


w 


te  esencial,  de  una  uva  cauac  más  ó  menos  grande, 
á  veces  reducida  á  una  sola  gota  que  pende  de  una 
línea  curva  de  carácter 


FiG.  7.   El  glifo  IK 
Seler,  200. 


©0 


a. 
FiG.  S. 


1). 
El  glifo  IK. 


Landa,  p.  2-t2. 
Cod.  Dresd..  2  b. 


especial,  como  también 
ocurre  en  el  glifo  kan. 
Con  los  Xahoas  encon- 
tramos que  el  signo  co- 
rrespondiente al  maya  ik,  que  es  ehecatl,  en 
los  códices  se  interpreta  por  medio  del 
coatí,  signo  de  la  fuerza  vital  3'  de  la  gene- 
ración, recordando  á  Quetzalcoatl,  el  dios 
de  la  generación  y  de  la  fertilidad  por  exce- 
lencia. 

Perfectamente  obvia  también  es  la  relación  con  el  chichihualquauitl 
del  decimosexto  signo  diurno  maya,  cib.  El  significado  de  la  palabra 
es  copal,  cera,  resina,  3-  á  eso  también  alude  el  glifo,  que  en  la  ma3'oría 
de  los  casos  es  una  gota  de  savia  ó  resina  que  por  ser  negra  recuerda  el 

ulli.  (Fig.  10.)  De  esta  gota  pende  un  hi- 
lo recordando  que  es  gota  caída  ó  en  el 
acto  de  caer,  de  substancia  resinosa. 
Con  frecuencia  hay  en  el  glifo  cib  una  se- 
gunda línea  paralela  al  contomo  supe- 
rior de  él,  conectada  con  éste  por  medio 
de  ra\-os  de  trasudación,  ó  también  estos 
ra3'OS  de  trasudación  conectan  el  signo 
cib  propiamente  con  la  línea  de  contomo. 
Una  combinación  de  Cib  y  Cauac  parece  el  decimoséptimo  sig- 
no diurno  de  los  ma3-as,  Caban,  porque  al  lado  de  una  gota  cib  se  en- 
cuentra otra  parecida  á  la  de  cauac,  como  la  lle- 
gamos á  conocer  en  el  glifo  ik.  (Fig.  11.)  Fácil- 
mente este  dualismo  se  refiere,  por  una  parte,  á  la 
humedad  fertilizadora  de  las  nubes;  por  otra,  á 
la  capacidad  de  la  tierra  de  producir,  bajo  la  in- 
fluencia de  acjuélla,  la  vegetación  exuberante,  con-  p,g 
sid erándose  esta  última  también  bajo  el  simbolis- 
mo de  la  leche  goteada  del  árbol,  ó  alimento.  1 
Alude  á  esto,  indudablemente,  el  nombre  de  este 
glifo,  caban,  porque  cab  significa  el  cúmulo  ó  lo  acumulado,  amonto- 
nado; la  cera,  miel,  etc.  La  relación  que  éste  tenía  con  tierra  por  medio 
de  caban,  resulta  tal  vez  de  la  circunstancia  particular  á  la  agri- 
cultura indígena,    de    circundar   la    planta    alimenticia  por  excelen- 


b.  c. 

FiG.  10.  El  glifo  Cib. 

a.  Cod.  Dresd.,   6  b. 

b.  Id.         42  c. 

c.  Cod.  Tro.,  101  d. 


.11.  El  glifo  C.\ba.n. 

Cod.  Dresd..  15  b. 
Cod.  Tro..      71  a. 


1  « solía  (la  tierra)  como  padre  \-  madre  criarnos  y  darnos  leche  con  los  mante- 
nimientos, j-erbas  y  frutos  que  en  ella  se  criaban,  y  ahora  todo  esta  perdido.» — Oración 
á  Tlaloc.   Sahagún,  ed.  Bustamante.  Libro  6,  cap.  8,  p.  66. 


53 


el 


De    la   misma 
signo    diurno 


b. 
FiG.  13.   El  glifo  Kan. 

a.  Cod.  Dresd.,  6  b. 

b.  Cod.  Tro.,    104  c. 

c.  Landa,  p.  242. 


cia,  el  maíz,  en  cierta  época  de  su  desarrollo,  con  un  cúmulo  de 
tierra.  Da  esto  por  consecuencia  la  mejor  con- 
servación de  la  humedad,  así  como  la  extirpación 
de  3'erbas  nocivas,  creciendo  la  mata  así  cuidada 
mucho  más  vigorosa,  rindiendo  fruto  más  abun- 
dante. Por  consiguiente,  cabe  la  suposición  de 
que  caban,  tierra  ó  cúmulo  de  tierra,  se  refie- 
re más  bien  á  la  tierra  productora  de  inilpas 
3'  frutos    que   á   la    tierra,    en    sentido    general. 

'(Fig.  12.) 

,     ,,  ,.        .,       Fig.  12.  Glifo  Caban. 

manera    halla    sti    explicación 

maya,   correspondiente   al   nú-        '-°^-  ^''"■'  !''■  ^^■ 

mero  cuatro  llamado  Kan.  (Fig.  13.) 
Cabe  la  suposición  de  que  su  nom- 
l)re  no  sea  sino  una  variante  de 
caan,  cielo:  cuando  menos  parece 
aceptable  esta  teoría  tomando  en 
cuenta  que  en  el  glifo  de  Kan  pa- 
rece estar  contenido  el  nombre  del 
dios  Itzamna.  El  número  cuatro, 
así  como  los  días  de  este  número 
entre  los  Nahoas,  eran  de  Quetzal- 
coatí,  dios  de  la  fertilidad  por  excelencia,  de  esta  nación,  cuyo  árbol  sa- 
grado era  el  pochote.  Ahora  bien,  es  este  dios  idéntico  al  Itzamna 
de  los  Maj'as,  cuj-o  árbol  sagrado  es  la  ceiba.  Se  dice  tanto  de  Quetzal- 
coatí  como  de  Itzamna  que,  aunque  dioses,  habían  andado  en  forma  de 
hombres  en  la  tierra;  al  uno  como  al  otro  se  le  atribuían  muchos  mila- 
gros, motivo  por  el  cual  recibieron  los  nombres  idénticos  de  «huemac» 
y  «cab-ul.»  Como  vimos,  Itzamna,  preguntado  por  el  significado  de  su 
nombre,  contestó:  Itzen  caan,  itzen  muyal,  so}'  el  rocío  del  cielo,  la  hu- 
medad de  las  nubes,  y  en  esta  interpretación  parece  que  se  funda  la 
conformación  especial  del  glifo.  Aunque  existen  de  él  toda  una  serie  de 
variantes,  sólo  en  detalles  pequeños  se  alejan  de  la  norma  comprendida 
en  las  palabras  citadas.  Está  este  por  regla  general  dividido  en  dos 
partes,  viéndose  en  la  de  arriba,  las  mas  veces,  ó  un  pezón,  ó  dos  gotas 
cauac,  ó  el  glifo  Muluc.  Es  probable  que  esta  parte  signifique  el  firma- 
mento, el  cielo,  ó  más  bien,  el  rocío  del  cielo  ó  del  firmamento.  La  lí- 
nea divisoria  referida  tiene  la  particularidad  de  estardibujada  con  uníi 
curva,  hacia  abajo  de  la  cual  varias  líneas  de  trasudación,  ya  derechas, 
ya  inclinadas,  pasan  al  contorno  inferior  del  glifo.  Con  esta  combina- 
ción parece  que  se  quería  indicar  la  forma  de  una  nube  muy  cargada  y 
muj'  colgante,  despidiendo  lluvia,  es  decir,  significaría  esta  partedel  gli- 
fo la  humedad  de  las  nubes.  Además,  era  Kan  el  glifo  de  los  años  del 
Oriente  que  eran  consagrados  al  dios  del  maíz,  representante  de  Itzam- 
na ó  del  mismo  Itzamna  rejuvenecido;  por  eso  también  se  les  conside- 


o 


54 

raba  fértiles  y  felices.    En  efecto,  había  motivo  sobrado  para  expresar 
en  el  glifo  la  relación  que  tenía  con  el  dios  mencionado. 

Ya  que  tuvimos  ocasión  de  referirnos  al  glifo  Muluc,  discutiremos 
en  seguida  á  éste,  que  taml3Íén,  como  lo  indica  su  noml)re  derivado  de 
ol,  ul,  está  relacionado  con  el  árbol  primitivo.  No  se  sabe  á  punto  fijo 
el  significado  de  la  palabra  muluc,  pero  por  entrar  en   su   composición 

el  tema  mol,  es  seguro  se  trata  de  una  varia- 
ción del  significado  de  éste.  (Fig.  14-.)  El  glifo 
nos  ayuda  para  determinar  en  qué  dirección  se 
ha  de  buscar  ésta  3- está  precisamente  su  uso  en 
^  conexión  con  Kan,  el  que  resuelve  la  cuestión. 

FlG.  14-.    El   GLIFO  .Ml-LCC.       „     ,  1         TI       •       1        ,1     1  ,  ,•,-  1 

bstando  dibujado  Muluc  en  este  gliio  en  la  zo- 

a.  Seler,  496.  j-j,^  reservada  al  firmamento  ó  cielo,  siendo  por 

j ,'   -'   ■  otra  parte,  Muluc  el  glifo  del  Norte,  es  decir, de 

la  región  de  la  obscuridad,  indudablemente  se 
refiere  en  Kan,  al  cielo  obscuro,  nublado.  Está  la  pala  lira,  además,  indu- 
dablemente en  íntimo  parentesco  con  el  cakchikel  mulumic,  que  signifi- 
ca como  nombre  verbal,  lomerío  grande,  colectividad  de  lomas,  y  como 
adjetivo,  borrascoso.  Temas  afiliados  como  muh  en  cakchikel  y  muk 
significan  la  humedad  obscura,  tinta  para  teñir,  los  lugares  húmedos  y 
obscuros  y  el  sepelio,  entierro,  el  ce- 
menterio. Por  otra  parte,  mulul  sig-  ájWffi 
nifica  jicara  y  por  eso  también  en-  ^^ 
contramos  ciertas  variantes  de  Mu-      ^  y^  ^ 

luc  dibujadas  en   forma   de  un  reci-      '        p,^  ^.    ^^  ^^^^^  ^^^^^^ 

piente  lleno  de  líquido.  (Fig.  15.)    De 

1  ,  ,     '.  ,  ^      ?        .    '  a-c.   Seler,  507,  508,  509. 

todos  modos,  la  idea   predominante 

es  la  de  la  obscuridad,  humedad,  cielo  borrascoso,  característicos  de  la 

región  del  Norte,  casa  de  los  muertos. 

Otro  signo  diurno  maya  relacionado  con  el  árbol  de  la  vida,  si  bien 

no  tan  directamente  como  los  C|ue  acabamos  de  discutir,  es  el  décimo- 
cuarto  de  la  serie  llamada  hix,  yiz,  ó 
ix,  ó  más  bien,  ah-ix,  ah-iz.  (Fig.  16.) 
El  Sr.  Seler  traduce  este  nombre  co- 
rrectamente con  (dorujo;»  l  no  obs- 
tante, no  da  una  explicación  com- 
pleta del  glifo.  Las  dos  variantes 
principales  de  éste,  ó  representan  un 
tigre  cuyo  nombre,  halam,  también 
servía  para  designar  á  los  grandes 
Ijrujos,  ó  la  cara  de  un  ahan,  dibvija- 
do  de  frente,  viéndosele  los  ojos  y  la 

boca  y  á  veces  también  algunas  de  las  arrugas  de  la  fisonomía.    Esta 

1   Seler.  .\bliandlunsíeii.  Tomo  I,  p.  4-87. 


m&(¿Bwm 


b. 

c. 

d. 

Fig.  1(3. 

El  glifo  Ix 

a. 

Cod 

.  Dresd, 

.    4  b. 

b. 

Id. 

52  b. 

c. 

Id. 

64  a. 

d. 

Id. 

44  b. 

e. 

Cod 

.  Tro., 

82  a. 

55 


a. 

b. 

FlG. 

17.   El  glifo  Mex 

a. 

Cod.Dresd.,30b. 

b. 

Id.          10  b. 

c. 

Id.          36  c. 

cara  se  halla,  además,  determinada  por  un  si^no  imix,  el  signo  del  co- 
Ijal,  ó  una  línea  cib,  ó  también  ])or  combinaciones  de  unos  con  otros, 
siendo  indudablemente  el  objeto  de  estos  infijos  la  alusión  á  itz,  la  savia 
del  árbol.  Por  consiguiente,  el  glifo  hix,  se  compone  de  una  cara  de  hom- 
bre como  indicación  de  tal  é  itz,  el  determinativo,  resultando  ah-itz. 

Una  explicación  parecida  se  puede 
aplicar  al  decimoquinto  signo  diurno 
maya  llamado  (ah-)men.  (Fig.  17.)  Se- 
gún explica  el  Sr.  Seler,  significa  men, 
en  niava,  «hacerse,  trabajo,  obra,»  i 
ah-nien,  el  que  hace,  el  artesano,  el  pe- 
rito, el  sabio  ó  brujo.  Naturalmente 
que  este  nombre  no  se  aplicaba  á  cual- 
quiera, sino  que  se  le  daba  preferente- 
mente á  personas  de  cierta  madurez  de  intelecto,  experiencia  y  talento. 
De  conformidad  con  ésto,  hallamos  dibujados  en  el  glifo,  como  alusión  á 
la  edad  madura,  la  cara  de  un  anciano.  En  cuanto  al  calificativo  de  sa- 
bio, lui  término  en  ma^-a  para  expresar  sabiduría  es  itzat,  derivado  del 
mismo  itz,  disentido  antes.  Para  expresarlo  en  el  glifo  se  inscribieron 
en  la  cara  del  anciano  líneas  cib  ó  también  una  serie  de  gotas  partien- 
do del  ojo  hacia  la  derecha,  serie  cuyo  primer  miembro  substituye  á  ve- 
ces el  mismo  ojo  de  la  cara,  indicando  tal  vez  la  sabiduría  que  emana 
de  los  intelectos  de  los  ancianos  sabios.  Por  consiguiente,  el  glifo  men 
realmente  hace  alusión  á  un  ah-itz  ó  ah-men.  Muy  interesante  tam- 
bién en  esta  conexión  es  la  manera  como  este  mismo  glifo  en  cakchikel 
recibió  el  nombre  de  Tziquin.  Quiere  decir  esta  palabra,  pájaro,  y  muy 
propiamente  el  Sr.  Seler  llama  la  aten- 
ción al  hecho  de  que  esto  debía  corres- 
]jonder  al  mexicano  cuauhtli,  águila.  Sin 
embargo,  no  tiene  relación  ni  con  pájaro 
ni  con  águila  alguna  el  glifo  referido,  si- 
no nos  debemos  fijar  en  el  hecho  de  que 
yuxtapuesta  en  algunas  variantes  del 
men  á  los  rayos  cib  y  la  serie  de  gotas  hay 
ima  cara  ahau.  (Fig.  18.)  Por  supues- 
to que  también  en  esta  forma  el  glifo 
se  puede  leer  ah-itz,  ah-men;  pero  tam- 
bién puede  invertirse  el  orden  de  los  di- 
versos signos.  Si  para  este  caso  subs- 
tituimos además  el  término  ahau  por  el 
más  completo  de  Kinich-Ahau,  ó  Kin, 
sol,  recibimos  la  versión  Kin-Itz  ó  tam- 
bién Itz-Kin,  Tzi-Kin.  También  los  va- 


P"!^/ 

G& 


FiGs.  18  V  19.   El  glifo  Men. 


b. 


Seler,  694. 
Id.  695. 
Id.  698. 
Id.  699. 
Id.    700. 


I  En  combitiación  con 
[        Ben  y  Laniat. 


1   Seler,  Abhandlungen.  Tomo  I,  p.  489. 


56 


riantes,  N.OS698,  699  y700  (Fig.  19)  se  pueden  leer  del  mismo  modo;has- 
ta  tenemos  en  ellos  una  plena  confirmación  de  lo  antes  expuesto,  por  tener 
en  ellos  en  lugar  de  la  cara  del  Ahau  otras  características  del  dios  Sol, 
como  son  el  signo  para  lósanos  del  Oriente,  Ben,  que  á  él  le  pertenecían. 
3' al  lado  de  éste  el  glifo  Lamat,  representando  este  último  uno  de  los  días 
de  la  serie  de  veinte  en  que  caía  el  principio  de  un  período  de  Venus.  Por 
cierto  que  aqiií  otra  vez,  como  con  el  glifo  men,  se  trata  del  dios  Sol, 
Itzamna-Quetzalcoatl,  dios  del  origen,  de  la  fertilidad  y  de  los  buenos 
años,  protector  de  los  sabios  y  patrono  del  árbol  primero. 

Estos  son  los  más  obvios  de  los  casos  en  que  se  descubren  relacio- 
nes entre  los  signos  diurnos  de  los  maj-as  3-  el  árbol  de  la  vida,  el  árbol 
primitivo.  Pero  como  estos  signos  no  sólo  se  usaban  para  la  designa- 
ción de  los  días,  sino  que  entraban  también  en  otras  combinaciones,  re- 
sultan relacionados  con  el  árbol  referido  algunos  glifos  de  las  veinte- 
nas, sobre  todo,  los  de  aquellas  que  como  mol,  chan,  3'ax,  zac  3-  ceh  co- 
rresponden á  nuestros  meses  de  Diciembre,  Enero  3-  Febrero,  es  decir,  al 
tiempo  más  agradable  del  año  A'ucateco.  Sin  embargo,  nos  ocupare- 
mos sólo  del  glifo  de  mol,  por  parecer  el  único  que  ofrece  algo  de  nuevo. 
Mol  significa,  como  ya  dijimos,  la  acumulación  ó  lo  acumulado,  el 
montón,  entendiéndose  que  como  se  refiere  primordialmente  al  árbol 
de  la  vida,  se  trata  de  productos  alimenticios,  etc.  De  allí  evidentemen- 
te el  término  de  mole,  nombre  del  famoso  plato  indígena,  generalmente 

apreciado.  Representa  esta  misma  idea 
el  .íílifo  (Fig.  20),  por  estar  el  contomo 
de  él  circundado  de  puntos  de  copal  ó 
por  consistir  de  ellos  en  su  totalidad. 
Además,  es  fácil  ver  que  la  apertura  en  la 
parte  baja  del  glifo,  circundada  de  un 
círculo,  representa  una  boca,  en  relación 
con  la  cual  están  dos  gotas  cauac.  Si 
interpretamos  éstas  como  expresión  del 
alimento,  encontramos  que  por  la  rela- 
ción existente  entre  la  boca  3-  ellos,  se  trata  indudablemente  de  «el  ali- 
mento introducido  por  la  boca,»  siendo  otra  circunstancia  que  como 
prueba  lo  correcto  de  esta  explica- 
ción el  hecho  de  que  esta  boca  deter- 
minada así,  ft-ecuentemente  se  ha- 
lla combinada  con  el  glifo  Manik  que 
consiste  en  una  mano  en  el  acto 
de  cerrarse.  (Fig.  21.)  El  Sr.  Seler 
ve  en  esta  mano  el  gesto  que  hasta 
el  día  acostumbran  los  indígenas  de 
la  Nueva  España  para  expresar  la 
idea  de  «comer.»  Ahora  bien,  si  es 
esto  lo  que  significa,  no   puede   sor- 


■SJ  íS)  0 


Fig. 


b. 
20. 


El  glifo  Mol. 


Landa,  p.  306. 
Cod.Dresd..49.  2.  14. 
Id.  4-7.  2.  22. 

Naranjo  Stairnay  10,  B.  T. 


b. 
Fig.  21. 


c. 
El  glifo  M.\X!K. 


1).   Templo  de  Inscripciones,  Palenque, 
según  Maudslay,  pl.  62,  H  1  3-  G  11. 
Landa.  p.  242. 
Cod.  Dresd.,  4  c. 


;)/ 


a.  b. 

FiG.  22.  GuFo  DEL  «Ciclo.» 


])rfii(lcr  (.•iK'ontrar  cu  C()inl)iníición  con  él  un  signo  (¡iie  expresa  la  idea 
adicional  (le  hacer  entrar  comida  jjor  la  boca.  Por  supuesto  que  ésta 
no  habrá  sido  la  única  aplicación  del  glifo  mol,  sino  que  cuando  lo  en- 
contramos como  glifo  del  mes  del  mismo  nombre,  se  tratará  de  una  va- 
riante de  esta  idea.  En  el  caso  mencionado,  como  el  glifo  está  eireun 
dado  de  puntos  de  copal;  como  además,  mol  es  el  mes  en  que  los  agri- 
cultores yucatecos  celebraban  la  fiesta  á  la  deidad,  fácil  es  C|ue  en  este 
glifo  tengamos  que  ver  un  enjambre  c[ue  es,  en  efecto,  nada  más  que  una 
acumulación  de  cera  y  miel,  introducida  por  una  abertura  ó  boca. 

Por  fin,  otro  glifo  que  nos  merece  al- 
guna atención  es  el  del  ciclo  (Fig.  22)  que 
está  compuesto  esencialmente  de  dos  sig- 
nos ehen.  (Fig.  23.)  Chen  significa  ma- 
nantial, cisterna;  su  filiación  con  che,  ár- 
bol, es  evidente.  Originalmente  hay  que 
ver  tal  vez  en  esta  palabra  una  alusión  á 
la  ftiente  de  la  vida,  cual  lo  era,  por  ejem- 
plo, el  árbol  ixinchc.  La  duplicación  de  "•  Templo  de  la  Cruz,  Palenque,  B  3. 
„„+„„■  ,  .  ,  b.  Yaxchilan,  Dintel  21,  B  1. 

este  signo  en  el  caso  presente  es  de  supo- 
nerse que  tiene  por  motivo  una  alusión  á  la  dualidad  de  los  dioses  de 

la  generación,  qvie  son  precisamente  los 
dispensadores  de  las  fuentes  de  la  vida. 
Así,  por  ejemplo,  la  Oniecihuatl  de  losNa- 
hoas  no  sólo  la  tiene  expresada  en  su 
nombre,  sino  que  en  muchos  casos  lleva 
en  las  manos  un  par  de  mazorcas.  (Fig. 
24.)  Considerando  la  estrecha  relación 
C|ue  existía  con  los  mayas  entre  el  árbol 
de  la  vida  y  el  maíz,  iximehé  3^  ixim,  v 
que  aquel  árlDol  era  el  símbolo  de  la  tie- 
rra natal  original  en  este  continente,  se 
podía  ver  en  esos  dos  signos  chen,  un  paralelismo  con  las  mazorcas  de 
la  Oniecihuatl,  madre  de  los  homl)res  y  de  los  dioses,  cuyo  papel  en  la 
mitología  indígena,  como  tal,  necesariamente  la  coloca  al  principio  de 
toda  historia,  y  por  otra  parte,  al  principio  de  cada  ciclo  ó  era  mayor, 
puesto  que,  según  la  creencia  de  los  pueblos  ma3'a-c|uichés,  cada  uno  de 
éstos  es  caracterizado  precisamente  por  el  nacimiento  de  una  raza  nue- 
va, así  como  cada  fin  de  era  lo  fué  por  la  destrucción  de  una  raza  vieja,  l 
Por  supuesto  que  estas  no  serán  las  únicas  huellas  que  haya  dejado 
el  árbol  jjrimitivo  en  el  sistema  gráfico  de  los  mayas;  no  obstante,  se- 
rán suficientes  los  casos  citados  para  hablar  muy  alto  en  favor  de  la 
influencia  de  aquel  Tamoanchan  cuyo  símbolo  es.  Sol)re  todo,  si  ésta 
tanto  se  nota  en  la  glífiea  ma\'a,  no  menos  la  habrá  en  el  mismo  idio- 

1    Para  la  litstoria  de  las  creaciones  ó  eras  mayores  el".   Popol   Vuli,   primera  parte, 
e;ips.  1.  2,  3;  tercera  ijarle,  caps.  1,  2. 

An.u.iís.  T.  IV.— s. 


a.  b. 

Fig.  23.   El  glifo  Chen. 

Templo  de   la   Cruz,    Paleni|ue, 

V  14-. 
Tem])lo    de    Inscripciones,     id., 

Maudslav,  pl.62,  L  11. 
Ccipan,  Stela  N,  B  17. 


58 

nía,  una  teoría  tanto  más  justificable,  cnanto  (jne  es  fácil  confirmarla. 
Por  cierto  que  las  derivaciones  á  (jue  se  presta  la  raíz  vi,  yitz,  itz,  no 
son  tan  numerosas  ])or  no  jiermitirlo  sn  forma;  ])ero  no  estaba  en  este 
caso  la  equivalente  ol.ul,  cjue  ])or  principiar  por  vocal  invita  ala  varia- 
ción ad  infinjíi/;;;  por  medio  de  ¡prefijos,  circunstancia  favorable  que 
aprovecharon  los  antiguos  mayas,  hasta  el  «irado  de  ])oderse  aseverar 
que  no  existe  otra  raíz,  en  su  idioma,  que  presente  un  desarrollo  más 
grande  que  ésta. 

En  conclusión,  será  propio  dar  cíibida  á  algunas  consideraciones 
acerca  de  la  ubicación  geográfica  de  aquella  famosa  tierra  natal  origi- 
nal. Ya  dijimos  que,  según  las  indicaciones  de  los  historiadores,  debe  de 
haber  estado  en  la  región  Sur  del  Continente.  En  efecto,  Sahagún,  el 
que  más  precisa  el  rumbo  que  se  seguía  para  llegar  á  ella,  la  coloca  en 
tina  parte  al  Sur  de  la  hoy  República  de  Guatemala.  En  el  décimo  libro 
de  su  obra,  dice: 

«(Las  tribus  que  habian  abordado  en  Panuco)  seguian  la  costa, 
miran  las  montañas,  especialmente  la  Sierra  Nevada  y  el  Volcán, 
y  siempre  siguiendo  la  costa  llegaron  a  Guatemala. 

«Desjíues  vinieron  3-  llegaron  al  lugar  cjue  se  llama  Tamoanchan 
y  alli  permanecieron  mucho  tiempo.»  1 
Con  este  dato  está  de  acuerdo  el  hecho  de  que  el  árb(jl  de  la  vida  era 
una  lactífera,  especie  de  árboles  <|ue  sólo  se  dan  en  las  regiones  tro])i- 
cales.  Por  otra  parte,  la  mayoría  de  las  naciones  civilizadas  de  la  an- 
tigua América  nunca  han  mostrado  disposición  alguna  de  alejarse  mu- 
cho de  las  zonas  asíacondicionadas,  pues  Chiapanecos,  Zapotecos,  -Mix- 
téeos, Ma^'as  de  Yucatán  y  Guatemala,  en  gran  parte  ocupan,  aun 
hoy,  regiones  que  representan  la  orilla  Norte  de  aquel  antiguo  Ta- 
moanchan. Hasta  el  día,  en  la  parte  septentrional  del  Continente  sud- 
americano abundan  los  nombres  geográficos  derivados  de  ol,ul,  de  mo- 
do que  efectivamente  todos  los  indicios  concurren  á  darle  la  razón  á 
Sahagtm  cuando  coloca  el  Tamoanchan  primitivo  americano,  como  lo 
hace  en  el  ])asaje  citado. 


Simultáneamente  han  visto  la  luz  ])ública,  ])ara  bien  de  la  Arqueo- 
logía Nacional,  el  opúsculo  del  Sr.  Pablo  Henning,  que  arriba  inserta- 
mos y  un  libro  del  Sr.  Obispo  de  Cuernavaca,  D.  Francisco  Planearte  y 
Navarrete,  ambos  con  igual  título:  Tamoanchan. 

Los  dos  autores,  persiguiendo  idénticos  fines,  quieren  dilucidar  la 
cuestión  histórica  referente  á  cjue  si  existió  Tamoanchan,  dónde  estuvo 
ubicada,  por  qué  se  le  llamó   así,    quiénes  la   fundaron  3-  si  I103'  día  se 

1    Cr  Sck'i',  CuuiciUarid  del  Cod.  I!()ru;ia.  Toiiiu  I.  p.  !>',). 


puede  reconocer  como  patria  riv  ¡os  dioses  y  cl  paraíso  terrenal  en  don- 
de fueron  formados  los  primeros  hombres  de  México  y  de  la  América 
Central. 

A  fuer  de  bibliófilos,  nunca  jamás  como  críticos,  ciucrcmos  terciar 
en  el  asimt<j  sólo  i)ara  ilustrar  hmnildemcntc  á  los  lectores  délos  «Ana- 
les,» porque  como  no  han  leído  el  li1)ro  último  del  Sr.  Planearte,  de- 
seamos prepararlos  con  las  sitíuientes  ])romesas  hechas  ])or  el  mismo 
ex])resado  Señor. 

Tratando  con  un  «rrupo  de  sus  amigos  sobre  el  pro^'ccto  de  escribir 
acerca  de  Tamoanchan,  y  contestando  á  quien  en  nombre  de  losdemás 
hal)lal)a,  el  Sr.  I'lancarte  inserta  en  la  Introducción  de  su  novísimo 
libro,  lo  que  sigue: 

— «Tendría  curiosidad  de  saber,  dijo  cl  amigo,  cómo  pruebas  la  tesis 
(jue  acabas  de  enunciar. 

— «Tengo  buenos  argumentos  i)ara  hacerlo,  i-ei)licó  el  interpelado,  y 
])oderosas  pruebas. 

«Todos  tomaron  parte  en  la  discusión,  ipie  surgió  viva  y  animada, 
]3ero  amigable  y  cariñosa,  en  c|ue  la  crítica  más  fina  iba  del  brazo  con 
las  expresiones  más  comedidas  y  amistosas.  El  fin  de  la  disputa  fué, 
que  vo  formalmente  me  comprometiera  á  probar  lo  dicho la  ma- 
teria era  fecunda  \-  no  me  salió  un  artículo  sino  un  libro. 

«En  la  discusión  se  ]3ropusicron  algunas  bases  que  deberían  servir 
de  norma  í'i  mi  trabajo.  Ante  todo,  se  debía  prohibir  en  él  la  entrada 
á  la  fantasía.  Lo  C|ue  dijera  lo  deliía  probar  científicamente  y  las  de- 
ducciones C|ue  sacara  habían  de  tener  por  fundamento  la  tradición  es- 
crita, la  observación  ajena  ó  jjropia  y  la  autoridad  de  respetables  escri- 
tores. No  había  de  hacer  ninguna  suposición  gratuita  y  arbitraria. 
Podía  fundar  alguna  en  ligeros  motivos  de  credibilidad,  siempre  que  de 
esa  suposición  no  se  dedujeran  conclusiones  importantes  qi;e  tuvieran 
])or  único  fundamento.  La  sustancia  no  había  de  sacrificarse  á  la  for- 
ma, de  manera  que  el  artículo  no  había  de  tener  las  pretensiones  de  una 
obra  literaria  de  puro  entretenimiento:  sería  la  fonna  una  cosa  entera- 
mente secundaria  para  presentar  la  materia  correcta  y  lo  menos  des- 
agradable posible.  Estas  bases  estaban  conformes  con  mi  modo  de 
pensar  v  fueron  desde  luego  aceptadas  de  buena  gana. 

« El  trabajo  está  terminado,  la  promesa  cumplida:  ojalá  y  que 

haya  logrado  probar  lo  qne  prometí  y  persuadir  no  sólo  á  mis  amigos, 
sino  á  cuantos  leyeren  estas  páginas,  de  que  el  E.stado  de  AI  órelos  fué 
en  tiempos  remotísimos  un  centro  donde  la  civilización  se  diHindió 
por  todo  México  y  la  América  Central.» 

El  Sr.  Henning  aduce  por  su  parte  como  opiniones  propias,  los  co- 
mentarios de  Be^-er,  quien  dijo  ciue  Tamoanchan  es  una  región  de  la  vía 
láctea,  la  cual  opinión  pertenece  al  Sr.  Chavero;  de  Preuss,  que  lo  con- 
sidera un  antro  en  el  interior  de  la  tierra;  de  Lehmann,que  dice  que  Ta- 
moanchan es  la  totalidad  de  todo  el  globo  terráíjueo,  y  de  Seler,  (juien 


60 

opina  que  es  una  palabra  aplicada  á  varias  localidades;  es  decir,  los 
autores  antedichos  se  han  lanzado  jjor  las  rcüiones  etéreas,  porque  el 
Sr.  Henning  manifiesta  que  Tamoanchan  se  aplica  á  localidades  distin- 
tas, llamadas:  casa  de  descanso  (el  cielo);  nacimiento  espiritual  ó  Ta- 
moanchan teológico;  Tulapan  Chiconautlan,  tierra  de  los  nueve  ríos,  y 
Tidan,  del  otro  lado  del  mar.  Por  fin,  el  mismo  Sr.  Henning',  entrando 
en  disquisiciones  lingüísticas,  concluye  con  Sahagún,  nuestro  positivo 
árbol  de  la  vida  etnográfica  nacional,  con  lo  que  sigue: 

«(Las  tribus  que  habían  abordado  en  Panuco)  seguían  la  costa,  mi- 
ran las  montañas,  especialmente  la  Sierra  Nevada  y  el  Volcán,  y  siem- 
pre siguiendo  la  costa  llegaron  á  Guatemala. — Después  vinieron  y  lle- 
garon al  lugar  que  se  llama  Tamoanchan  y  allí  permanecieron  mucho 
tiempo.» 

La  palabra  Tamoanchan  no  tiene  todavía  interjDretación  efectiva 
por  ser  el  producto  de  hibridismos  cuyas  radicales,  sin  emloargo,  dicen 
lo  suficiente  para  considerarla  ya  como  la  significación  de  un  mito,  ya 
como  una  región  geográfica,  ó  ya  como  un  suceso  histórico  averigua- 
do. Es  interesante  leer  la  opinión  del  Sr.  Róbelo,  jjeritísimo  autor  del 
«Diccionario  de  Mitología  Xahoa.u  i 

Por  lo  que  hace  á  la  ubicación  real  de  Tann)anchan,  el  Sr.  Orozco  y 
Berra  hace  observar  que  los  «términos  de  relación  que  preceden,  condu- 

1  T.\MO.\.NCH.\.N.  Xada  ó  muy  poco  se  sabe  de  la  significación  de  esta  ¡lalalira,  ])ues 
los  cronistas  é  historiadores  no  están  de  acuerdo  en  lo  que  lian  expuesto  sobre  ella;  y 
ponjue  uno  de  éstos  dice  t|ue  es  el  Paraíso  y  que  vinieron  en  Imsca  de  él  al  .\naluiac  los 
primeros  pobladores;  nos  ocupamos  del  Tamo.\.nch.\n  en  este  diccionario,  pues  más  bien 
parece  un  mito  que  un  hecho  ó  lugar  históricos. 

El  P.  Sahagún  dice:  «Según  que  afirman  los  viejos  en  cuyo  poder  estaban  las  pintu- 
ras y  memorias  de  las  cosas  antiguas,  las  que  primeramente  vinieron  á  poblar  á  esta 
tierra  de  Nueva  España,  vinieron  de  acia  el  norte  en  demanda  del  paraíso  terrenal:  traian 
por  apellido  T.\mo.\nch.\,  y  es  lo  que  ahora  dicen  Ticte.mo.\ch.\n,  que  (|uiere  decir 
buscamos  nuestra  casa  natural:  por  ventura  inducidos  de  algún  oráculo,  que  alguno  de 
los  muy  estimados  entre  ellos  habia  recibido  y  divulgado,  que  el  paraiso  terrenal  está 
acia  el  medio  día,  como  es  verdad  según  casi  todos  lo  escriben,  (|ue  está  debajo  de  la 
linea  equinoccial,  y  poblaban  cerca  de  los  mas  altos  nnintes  que  hallaban  por  tener  re- 
lación que  es  un  monte  altísimo,  y  es  asi  verdad.»  Según  Sahagún.  estos  primeros  po- 
bladores fundaron  á  Ti'L.\  y  á  Ciiolvla  y  entre  ellos  vino  QrKTZALCo.\Ti.,  las  cuales 
aseveraciones  son  falsas,  como  lo  han  demostrado  escritores  posteriores.    (Véase  Qi'E- 

TZALCOATL.) 

Por  la  interpretación  de  la  lámina  XXlll  del  Códice  Telleriíuio,  se  viene  en  conoci- 
miento de  que  Tamo.\.\ch.\.\,  el  paraíso,  era  el  lugar  de  la  residencia  de  la  diosa  de  los 
amores,  XocHioiETZALLi.  y  de  que  allí  estalla  el  árbol  Xochitlicac.\.\  (V.)  cuyas  flo- 
res cogidas  ó  sólo  tocadas  hacían  fieles  y  dichosos  enamorados.  Tan  guardada  estaba 
por  su  corte,  compuesta  de  genios  femeninos  y  de  enanos,  que  hombre  alguno  podía  ver- 
la, lo  cual  no  evitaba  que  valiéndose  de  sus  servidores,  mandara  embajada  á  los  dioses 
que  codiciaba.  En  esta  interpretación,  T.\.mü.\.nch.\.n  es  un  puro  mito,  como  del  paraíso 
bílilico. 

Según  una  de  las  mejores  tradiciones,  ha  años  sin  cuenta,  que  los  primeros  poblado- 
res vinieron  en  na\-íos,  por  la  mar,  y  desembarc.nron  en  la  costa  que  se  llamó  Panutla  ó 
Panoavan,  conocida  hoy  por  Panuco  (del  Estado  de  Tanmulii)as).   caniin.-iron  por  la  ri- 


c't'ii  fácilmente  á  un  error,  ])ues  ])uc(le  creerse,  y  íilyunos  lo  han  creído, 
(|ue  Tanioanchan  estal)a  situado  al  Sur,  más  adelante  de  la  Provincia 
de  Guatemala,  siendo  así  C(ue  después  se  dice  (|ue  Taiuoanclian  i'ué  edi- 
ñcado  á  jjocíi  distancia  de  Tcotihuacán,  es  decir,  dentro  ó  no  muy  lejos 
del  \'allc  de  México.  Para  no  incurrir  en  im  tal  error,  dice  (|ue  la  ma- 
nera de  entender  el  relato  es:  c[ue  fundado  Tamoanchan,deallí  salieron 
los  emisarios,  por  líis  costas,  hacia  Guatemala.» 

¿Para  qué  seguir  en  sus  jjruebas  al  muy  intelitientc  Sr.  Planearte,  si 
su  libro  es  un  haz  de  luz  t|ue  no  consiente  opacidades?  Nos  bastará,  pa- 
ra cerrar  este  estudio,  insertar  á  la  letra  los  dos  siyuientes  párrafos,  y 
declarar  que  se  ha  dilucidado  ]3or  fin,  con  acopio  de  razones,  que  Ta- 
nioanchan fué  y  es  una  región  bien  determinada.    He  aquí  lo  probado: 

«Ha  sido  muy  discutida  entre  los  escritores  cpie  tratan  de  a.suntos 
históricos  ó  arqueológicos  de  México,  no  sólo  la  ubicación,  sino  aun  la 
existencia  real  de  la  Ciudad,  ó  más  bien  región,  determinada  con  el 
nombre  deTamoanchan,  C|ue  según  la  tradición  indiana,  coinunicada  al 
cronista  franciscano  Saluigún,  fué  lugar  donde  primeramente  tuvieron 
asiento  fijo  los  ulmecas. 

«Si  leemos  con  atención  el  párrafo  de  este  insigne  3- diligente  escritor 
(Sahagún),  de  él  podemos  deducir:  1" — Une  estando  en  la  región  de  Ta- 
nioanchan, Oxomoco,  Cipactonal  y  sus  otros  dos   compañeros,   arre- 

l)era  de  la  mar,  guiados  por  un  sacerdote  que  traía  al  dios,  hasta  la  provincia  de  Guate- 
mala, y  fueron  á  poblar  en  Tamoanchan.  Vivieron  a(|uí  mucho  tiempo  con  sus  sabios  ó 
adivinos  awoxoaque.  (V.)  Estos  sabios  no  permanecieron  en  Tamoanchan,  |ities  torna- 
ron á  embarcarse  llevándose  al  dios  y  las  ])intiiras,  haciendo  promesa  de  volver  cuando 
el  mundo  se  acabase. 

En  la  colonia  quedaron   sólo  cuatro  de  los  .^..moxoaqce:  Oxomoco,   Cipactoxai,, 

Tl.ALTETlíCUI  y  XOCHICAHIA.   (V.) 

T.^MO.wcHA.x  estaba,  sejjún  esta  tradición,  cerca  de  Teotihitacán,  pues  los  morado- 
res de  aquél  venían  á  hacer  sacrificios  á  este  segundo  lugar,  en  dimde  construyeron  las 
dos  grandes  pirámides  dedicadas  después  al  sol  y  á  la  luna.  Estos  colonos  de  Ta.moax- 
chan  inventaron  hacer  el  pulque.    (V.  Mayahuel.) 

ürozco  y  Berra,  refiriéndose  á  esta  tradición,  dice  que  esos  primeros  pobladores  que 
desembarcaron  en  Panuco,  fiíeron  irlandeses  de  los  que  descubrieron  la  América  en  el  si- 
glo X,  (|ue  traían  por  caudillo  á  un  oliispo  católico  irlandés,  (|uien  figuró  después  en 
.\nahuac  con  el  nombre  de  Qcktzalcoati,.  Pero  Chavero  combatió  esta  opinión  victo- 
riosamente,   (V.  QuETZAI-COATI,,) 

Orozco  y  Berra  hace  observar  que  los  términos  de  la  relación  ((ue  precede  conducen 
fácilmente  á  un  error,  pues  puede  creerse,  y  algunos  lo  han  creído,  que  Ta.moa.nchax  es- 
taba situado  al  Sur,  más  adelante  de  la  provincia  de  Guatemala,  siendo  así  que  después 
se  dice  que  Tamoanchan  fué  edificado  á  poca  distancia  de  Teotihuacán,  es  decir,  dentro 
ó  no  mu_v  lejos  del  Valle  de  México.  Para  no  incurrir  en  tal  error,  dice  que  la  verdadera 
manera  de  entender  el  relato  es;  que  fundado  Tamoa.nchax,  de  allí  salieron  los  emigran- 
tes, por  las  costas,  hacia  Guatemala. 

Chavero,  después  de  decir  cómo  se  estalilecieron  las  civilizaciones  en  la  región  <|uiché 
y  en  la  península  maya,  por  las  teocracias  de  Votan  y  de  Zamna,  agrega:  La  faja  de  tie- 
rra entre  la  mesa  central  y  el  Golfo  llamábase  primitivamente  Tamo.\nch.\x.  Conserva- 
han  la  tradición  de  la  raza  los  habitantes  de  esa  región,  de  haber  venido  en  barcas,  por 
elOrientc,  v  como  esa  tierra  sirviese  de  paso  al  interii>r,  llamáronla  los  mexicanos,  P.'ino- 


62 

glaron  el  calendario  ritual  y  los  demás  recuerdos  de  la  tribu,  con  cu3'os 
libros  é  ídolo  principal  habían  carsrado  los  otros  jefes  al  separarse  pa- 
ra seguir  su  viaje  hasta  Guatemala;  2" — Que  Tamoachan  no  estaba 
muy  lejos  de  Teotihuacán;  3" — Que  para  ir  deTamoanchanáTeotihua- 
cán,  pasaron  por  Xumiltepec;  4° — Que  Tepuztecatl  y  sus  compañeros 
descubrieron  el  jjulcjue  en  la  región  de  Tamoanchan.  Pero  como  to- 
dos estos  hechos  pasaron  en  Territorio  que  hoy  comprende  el  Estado  de 
Morelos,  se  sigue  que  Tamoanchan  no  es  un  país  mitológico  y  fantás- 
tico, como  pretenden  algunos,  sino  real  y  verdadero,  ríe!  ciinl empero  se 
apoderó  más  tarde  la  mitología.)) 

P.  González. 


iaya,  Paatlan  ó  Panuco;  de  Pantli,  puente.  (Esta  etimología  no  es  exacta.  No  llamaron 
á  la  tierra,  Panuco,  sino  al  río  que  conserva  todavía  el  nonilire  y  está  situado  en  Tamíli- 
co. V.  PANUCO.)  Da  en  sefjuida  el  mismo  autor,  en  su  concepto,  que  la  probable 
etimoloofía  de  Ta.vio.\nchax  estaba  á  lo  largo  de  la  costa  del  (íolfo,  si  bien  la  raza  se  ha- 
bía extendido  á  la  rejíión  quiche  y  á  la  península  maya. 

El  P.  Ríos,  interpretando  la  lámina  XXIIl  del  Códice  Tclleriano  Kemen.se,  de  (|ue 
hemos  hablado  arriba,  dice:  «tamoancha  oxuchitlicacan,  quiere  dezir  en  romance  allí  es 
su  casa  donde  avaxaron  y  donde  están  sus  rrosas  levantadas. 

«Este  lugar  que  se  dice  tamoancha  y  xuchitlicacan,  es  el  lugar  donde  fueron  criados 
estos  dioses  quellos  tenian  q.  casi  es  tanto  como  dezir  El  paraíso  terrenal  y  asy  dizen  (| 
estando  estos  dioses  en  aquel  lugar  se  desmandavan  en  cortar  rosas  y  ramas  de  los  ;ir- 
voles,  y  (|ue  por  esto  se  enojo  mucho  el  tonaceteuctli  y  la  muger  tonacaciuatl  y  (|.  los 
echo  de  aipiel  lugar  y  azi  vinieron  unos  á  la  tierra  y  otros  al  infierno  y  estos  son  los  (|ue 
á  ellos  ponen  los  temores.»  En  esta  interpretación  del  fraile  dominico  se  trasluce  desde 
luego  la  tendencia  de  la  época,  de  encontrar  en  las  pinturas  de  los  indios  pasajes  bíblicos. 
El  P.  Ríos,  en  la  lámina  que  interpreta,  nos  da,  aunque  mu)-  desfigurada,  intencional- 
mente,  la  leyenda  de  .\dán  y  Eva  en  el  Paraíso  terrenal.  Los  dioses  de  los  indios  mere- 
cieron más  la  expulsión  porque  cortaban  muchas  flores  y  ramas,  estropeaban  el  j.'irdín, 
mientras  que  nuestros  primeros  pretendidos  padres  sólo  se  comieron  una  manzana. 

Resulta  de  todo  lo  expuesto  que  el  Tamoanchan  más  bien  aparece  como  un  mito 
ininteligible,  que  como  un  lugar  geográfico  fijo  ó  un  suceso  histórico  averiguado;  y  nos 
confirma  en  esta  opinión  la  divergencia  de  ellas  en  Chavero  después  de  decir  en  «México 
á  Través  de  los  Siglos»  que  el  Tamoanchan  era  la  costa  del  Golfo,  diez  y  seis  años  des- 
pués en  su  obra  «Los  Dioses  -astronómicos  de  los  Antiguos  Mexicanos,»  dice  (|ue  el  Ta- 
moanchan estaba  en  la  Vía  Láctea  y  que  era  el  Tlaloccan  ó  sea  la  morada  de!  dios 
Tlaloc;  V  se  funda,  para  hacer  esta  aseveración,  en  que  los  dioses,  según  las  teogonias, 
habían  sido  creados  en  la  Vía  Láctea,  y  diciendo  el  P.  Ríos,  .según  hemos  visto,  tjue  los 
dioses  fueron  creados  en  Tamoanchan,  luego  este  lugar  estaba  en  la  Vía  Láctea. 


LOS  CUATRO  SOLES. 

l'||^:\IA  siiüiii;  fiisMiiGONÍA  ^aiiha 

POR 

EL  Lie.  CECILIO   A.  RÓBELO, 

Miembro  honorario 

de  la  Sociedad  de  Geografía   y   Estadística  y  de  número  de  la   Academia 

Mexicana. 

de    la    Sociedad    Científica     -Antonio    Álzate-    y    actual    Director 

del    Museo    Nacional 

de  Arqueología,    Historia  y  Etnología. 


I. 


El  Gran  Ometecutli,  en  Omeyocan, 
Morada  de  placer  y  de  riquezas, 
Con  Otnecíhiiatl,  su  inmortal  consorte,  (1) 
Formó  los  cielos  de  la  obscura  nada, 
Para  que  moren  los  finitos  Seres 
Que  al  mundo  habrán  de  dar  luz  y  la  vida. 
Teotlatláubco,  mansión  del  dios  del  fuego, 
Cielo  esplendente  de  rojiza  lumbre, 
Salió  el  primero  de  la  mente  increada 
Para  alumbrar  el  anchuroso  espacio;  (2) 
El  Teocozáuhco,  el  amarillo  fuego. 
El  cielo  donde  el  sol  su  luz  difunde 
Con  que  ilumina  espléndida  la  esfera. 
Ardoroso  surgió  del  alto  empíreo:  (3) 
\'éspero  su  mansión  tiene  en  Teoíztac 
Do  blanca  luz  difunde  rutilante:  (4) 
Estos  tres  cielos  forman  el  Teteocan.  (5) 


Anales.  T.  IV. 


66 


II. 


Regiones  inferiores  cjue  se  llaman 
Cielos  también,  salieron  de  su  seno 
Cuando  el  Teteocan  hubo  terminado. 
Itzapan  Nanazcayan,  la  terrible  (6) 
Morada  de  los  muertos,  donde  el  cetro 
Mictlantecútli  empuña  majestuoso  (7) 
Es  la  postrer  mansión  de  los  humanos; 
Allí  mora  la  Luna,  y  á  los  muertos 
Melancólica  fase  los  alumbra; 
Es  la  región  do  piedras  de  obsidiana 
Con  gran  rumor  sobre  las  aguas  crujen 

Y  rechinan  y  truenan  y  se  empujan 

Y  forman  tempestades  pavorosas:  (8) 

Y  sigue  otra  región,  Xoxóubco  claro,  (9) 
Ese  es  el  cielo  azul  que  todos  vemos 
Mientras  el  sol  alumbra  esplendoroso: 
Viene  después  el  cielo  de  la  noche, 
Yaráubco  triste  de  tiniebla  densa:  (10) 
El  cielo  que  «se  hiende  ó  se  taladra,» 
Mamaloáco  sin  fin,  del  firmamento 
Ocupa  alta  región;  y  las  estrellas 
Errantes,  vagarosas  ó  veloces 

Lo  cruzan  por  doquier,  siempre  brillando; 
Los  ftinestos  cometas  se  divisan 
En  ese  espacio  de  terrores  lleno, 
Taladrando  con  cauda  refulgente 
O  crínitos,  abismos  insondables;  (11) 
La  «estrella  tira  saeta;»  Citlahnína,  (12) 
A  menudo  el  pavor  más  grande  infunde: 
El  ardiente  Huiztlán,  el  Mediodía,  (13) 
Entre  celajes  de  esmeralda  3-  oro, 
A  Ouetzalcoátl,  el  de  plumero  verde. 
Trasparente  mansión  siempre  prepara:  (14) 
Cabe  la  estrella  vespertina  alumbra 
Hermoso  Tonatiúb,  con  ra^-os  de  oro. 
Claridad  y  calor  siempre  vertiendo:  (15) 

Y  abajo  el  Tetlalíloc,  el  «espacio,»  (16) 
Do  las  estrellas  sin  cesar  fulgTiran, 
Citlalco  luminoso  y  coruscante;  (17) 
De  allí  las  aguas  en  menuda  lluvia 

Se  precipitan  al  Tlalocan  Meztli,  (18) 


67 


Donde  se  cuajan  en  espesas  nubes 
Que  bajan  á  refjar  la  tierra  ardiente; 
Desde  aquella  región  los  vientos  soplan, 

Y  ó  bien  desciende  cefirillo  suave, 

O  el  violento  huracán  que  todo  arranca;  (19) 

Y  en  medio  de  los  vientos  3-  las  nubes 
Plácida  Luna  los  espacios  hiende.  (2ü) 


III. 


Y  luego  que  el  Creador  formó  los  cielos 

Y  los  astros  que  en  ellos  reverberan. 
Hizo  la  Tierra,  3^  sustentóla  en  hombros 
De  ciertos  dioses,  que  reposo  buscan 
Cuando  el  vigor  por  el  cansancio  pierden, 

Y  otros  dioses  soportan  la  fatiga;  (21) 
Mas  si  vacilan  en  su  dura  faena. 

La  tierra  se  estremece,  3'  sobrevienen 
Los  terremotos  que  el  espanto  causan; 
Las  aguas  que  circundan  á  la  tierra 
(El  anchuroso  mar),  al  cielo  se  inien, 
Formando  casi  idéntica  substancia.  (22) 


IV. 


Circundada  la  tierra  por  los  mares 

Y  sumergida  en  ellos  mucho  tiempo. 
Convirtióla  Natura  en  «Vieja  Rana» 

De  fauces  mil  3'  ensangrentadas  lenguas; 
Metamorfosis  tal  la  diviniza, 

Y  el  raro  nombre  de  Ilancueye  toma:  (23) 
Iztamixcóbuatl,  la  feroz  «serpiente 

De  ntibe  blanca,»  que  en  Citlálco  vive,  (24-) 
Con  ella  se  une  en  contubernio  dulce, 

Y  seis  tlacame  con  amor  engendran;  (25) 
Los  seis  hermanos  en  la  tierra  moran 

Y  son  el  tronco  de  diversas  razas: 

El  primogénito,  el  gigante  Xélbua,  (26) 

De  Itzocan  y  Epatlán  y  CuauhqiiechoUan  (27) 

Las  ciudades  fundó;  Tenoch,  el  grande  (28) 

Caudillo  azteca,  en  México  detiene 

La  marcha  de  su  pueblo,  3'  edifica 

La  gran  Tenochtitlán,  ciudad  lacustre;  (29) 


68 

La  fuerte  Cuetlaxcoapan  funda  Ulmecatl;  (30) 

A  su  indolente  pueblo  le  da  asiento 

En  las  costas  del  Golfo,  Xicaláncatl;  (31) 

El  valiente  Mixtécatl  se  guarece 

De  Mixtecapan  en  las  agrias  sierras;  (32) 

Otómitl,  el  xocóyotl,  siempre  vive  (33) 

En  montañas  á  México  cercanas 

Y  allí  prospera  en  ricas  poblaciones, 

Como  eran  ToUan,  del  saber  emporio, 

Xilotepéc  y  Otompan,  del  trabajo.  (34) 


Ha3'  otro  mito  de  belleza  Heno, 
Sobre  el  origen  de  la  raza  humana: 


Del  dios  Cjue  da  el  calor,  del  esplendente 
Tonacatéuctli  de  cabellos  de  oro, 
Bebe  el  amor  Tonacacíbuatl  bella  (35) 
(La  misma  tierra  cuando  se  halla  enjuta), 
Y  Oxomoco  y  Cipactli  áe  ellos  nacen:  (36) 
Aquélla  la  Noche  es,  3-  éste  es  el  Día. 
Después  de  dar  la  vida  á  estos  gemelos 
Transfórmase  en  mujer  la  diosa  bella, 
La  estrecha  una  serpiente  en  sus  anillos, 
Y'  3-érg'uese  terrible  Cihuacóhuatl;  (37) 
Del  híbrido  consorcio  nacen  fuertes 
El  hombre  y  la  mujer,  primer  pareja. 
De  la  especie,  feliz  progenitura. 


VI. 


Creció  la  humanidad,  pobló  la  tierra; 
Las  artes  \'  las  ciencias  florecieron; 
Ubérrima  la  tierra,  con  svis  frutos 
La  vida  derramó;  los  animales 
En  los  espesos  bosques  discurrían; 
Y  el  hombre  por  doquier  el  gozo  abarca. 
Muchos  siglos  felices  transcurrieron;  (38) 
Empero  al  fenecer  un  año  infausto  (39) 
Una  deidad  desciende  del  Empíreo, 


A.NALES. — Tcl.MO  IV. 


LÁM.  4. 


Codex  Ríos        Pao.  I/vuelta 

CHALCHIUTLICUEYE. 


Cod  Rírf;  pa^4  wpíta 


ATONATIUH. 


69 


Ln  de  «su  falda  azul,»  Cbalcbiucueye ;  (40) 

Y  abrió  los  cielos;  3-  torrentes  de  agua 
Anegaron  la  tierra;  y  sumergidos 
Fueron  gigantes,  hombres  y  animales. 
Una  mujer  y  un  hombre  se  salvaron 

En  hueco  tronco  de  ramoso  abuéhuetl,  (41) 

Sobrenadando  en  caudalosas  aguas 

Que  en  proceloso  mar  cambian  la  tierra. 

Atonatiúh  llamaron  los  nahoas  (42) 

Al  cataclismo  ó  destructor  dikxvio 

Que  en  tlacamicbin  convirtió  á  los  hombres 

Y  en  moradores  de  la  mar  y  lagos.  (43) 


YII. 

Muchos  siglos  de  nuevo  transcurrieron,  (44) 
De  nuevo  se  pobló  la  tierra  enjuta; 
A  florecer  las  artes  y  las  ciencias 
\'olvieron  otra  vez;  tranquilo  el  hombre 
Gozaba  de  ventura,  3'  no  temía 
Que  Tonatiúb  airado  se  tomara. 
Llegó  una  primavera;  mas  los  campos 
Con  su  verde  esmeralda  no  se  visten. 
Los  árboles  sus  hojas  no  renuevan. 
La  cu/fu/ízcaí/ alegre  sus  gorjeos  (45) 
No  viene  á  hacer  oír,  ni  la  builota  (46) 
Gime  en  ácaí/ cimbrada  por  el  viento,  (47) 
Sino  que  aciago  y  triste  llega  un  día;  (48) 
Del  frígido  Mictlampa  se  alzan  nubes  (49) 
Precursoras  de  recias  tempestades; 
Los  vientos  con  furor  soplan  y  zumban; 
El  Tlalocan  se  cubre  de  tiniebla; 
Los  aricóles  doblegan  su  alta  copa; 
Las  aves  hu^-en  del  espeso  bosque 
En  alas  del  terror  más  que  en  las  su3'as: 
Desde  lo  alto  del  cielo  pavoroso, 
Desciende  un  dios  con  cauda  de  culebra, 
De  plumas  mil  vistosas  adornada; 
Su  diestra  mano  un  báculo  sostiene, 
Y  la  siniestra  empuña  de  quetzalli 
Plumero  verde,  olímpica  divisa; 
Es  Quetzalcóatl,  el  numen  de  los  vientos:  (50) 
Con  voz  de  trueno  que  el  espacio  llena, 
Implacable  maldice  á  los  humanos 


70 


Y  á  perecer  condénalos  terrible: 
Ebécatl.  su  ministro,  presuroso  (51 ) 
El  mandato  fatal  luego  obedece, 

Y  al  violento  Huracán  y  al  Cierzo  helado 
Sobre  la  tierra  con  furor  empuja: 


Destituidas  las  ciudades  y  los  pueblos. 
En  las  cavernas  se  guarece  el  hombre, 
Pero  se  encuentra  con  hambrientas  fieras, 
Y  entre  sus  garras  con  terror  perece: 
El  océlotl  feroz,  innumerables  (52) 
Víctimas  hace  de  la  especie  humana. 
Los  raros  hombres  que  salvarse  logran 
Vagando  por  los  campos  y  los  montes, 
En  ozomatli  (monas)  se  convierten.  (53) 
Feliz  una  pareja  en  su  caverna 
Salvarse  pudo,  y  fiíé  la  destinada 
Por  el  Creador  para  poblar  el  mundo. 
Ehecatonatiúh,  tal  es  el  nombre  (54-) 
Que  azorados  le  dieron  los  nahoas 
Al  cataclismo  con  que  plugo  al  Cielo 
Del  hombre  castigar  la  vida  insana. 


VIII. 

Vuelven  los  hombres  á  poblar  la  tierra 

Y  ésta  á  brindar  sus  flores  y  sus  frutos; 
La  nueva  humanidad  goza  de  lleno 

De  los  placeres  que  la  vida  ofrece; 

Y  pasa  el  tiempo,  y  se  amontonan  siglos, 

Y  no  haj'  memoria  del  dolor  pasado.  (55) 
Empero  el  dios  cjue  rige  á  los  mortales. 
Desde  el  Teteocan  su  mirada  fija 

Sobre  la  tierra,  v  otra  vez  resuelve 


71 

Que  el  hombre  muera  y  ajjurar  el  mundo, 

Xiubtecútletl,  el  dios  de  los  volcanes,  (55') 

Es  el  enviado  del  celeste  empíreo 

Para  cumplir  la  voluntad  suprema: 

Amarillo  se  toma  el  claro  cielo 

Por  los  vapores  que  el  azufre  exhala 

De  los  volcanes  en  el  hondo  abismo: 

Cuando  el  calor  ya  ahogaba  á  los  mortales, 

Aparece  en  el  cielo  el  dios  terrible, 

\'istiendo  cauda  de  amarilla  lumbre 

Formada  por  relámpago  perenne, 

Sañudo  el  rostro,  con  las  manos  llenas 

De  íécpaí/ destructor  que  al  viento  arroja;  (56) 

Y  entre  fragor  de  truenos  y  de  rayos 
Se  aleja  de  la  tierra  3-  vuelve  al  cielo. 
Apenas  hubo  el  numen  ascendido 

A  su  feliz  mansión,  ígneos  torrentes 
De  los  volcanes  por  el  cráter  surgen 

Y  ardiente  lava  por  la  falda  corre; 
Del  cielo  caen  raudales  de  ceniza, 
Lluvias  de  fuego  y  de  caliente  arena, 

Y  en  la  tierra  la  dura  roca  hierve: 
Urgidos  de  terror  huj-en  los  hombres 

Y  con  ellos  también  los  animales; 
Mas  la  pálida  muerte  se  apodera 

De  todo  el  que  respira  aquel  ambiente. 
Apiadados  los  dioses  de  infelices 
Que  acaso,  como  Lot,  fueron  virtuosos, 
En  aves  voladoras  los  cambiaron,  (57) 

Y  huyeron  de  la  muerte  en  raudo  vuelo. 
La  frígida  intemperie  de  los  siglos 

.\1  fin  endureció  la  ardiente  lava, 

Y  quedaron  tendidas  las  corrientes 
Desde  los  picos  que  rodean  el  Valle 
Hasta  las  hondas  grietas  de  Atenquique, 
Y'  desde  allí,  veloces  serpenteando, 
Hasta  la  sierrfi  hirviente  en  Guatemala: 
Entonces  se  formaron  en  el  Valle 

Los  negros  pedregales  que  circundan 
A  Tlalpan  y  Mixcoac,  3-  por  A\-otla 
Líis  grandes  masas  de  tezontli  rojo:  (58) 
El  Popocatepétl,  el  Xinantécatl, 
El  pedregoso  Axochco,  el  Citlalté]3etl,  (59) 
En  los  extensos  valles  que  dominan 
Quedaron  desde  entonces  de  aXalaxa.. 


72 


También  en  esta  vez  una  pareja, 
En  subterránea  cueva  guarecida, 
Por  milagro  salvóse  de  la  muerte. 

Y  el  Anáhuac  pobló:  la  vida  toma, 

Y  brotan  frutos  de  la  fértil  tierra. 
Tletonatiúb,  ardiente  «sol  de  fuego,»  (60) 
Llamóse  al  espantoso  cataclismo. 


IX. 


Citlaltónac,  «lucero  refulgente,»  (61) 
Hermoso  dios  que  mora  en  Omevócan, 
Con  Citlalcuéitl.  el  «faldellín  de  estrellas,»  (62) 
Se  une  en  consorcio  con  amor  fogoso, 

Y  crea  los  dioses  que  en  el  cielo  viven; 
Alas  una  vez  al  alumbrar  la  diosa 
Nació  un  tajante  y  relumbroso  técpatl; 

Y  al  ver  los  dioses  á  tan  raro  hermano, 
Arrójanlo  indignados  de  la  altvira; 
Cuando  á  caer  sobre  la  tierra  llega 

El  duro  pedernal,  mil  y  seiscientos 
Héroes  ó  dioses  del  lugar  brotaron, 

Y  el  gran  Cbicomoztóc,  ó  «siete  cuevas,»  (63) 
Albergue  fué  de  aquellos  celestiales. 
Viéndose  solos  en  su  nuevo  mundo, 

Pues  ya  los  hombres  perecido  habían 
Por  el  Tletonatiúb,  y  aun  infecunda  (64) 

Y  desierta  se  hallaba  el  ancha  tierra. 
Acordaron  mandar  una  embajada 
Solicitando  de  su  augusta  madre 

El  don  precioso  de  crear  vivientes, 
Para  formar  con  ellos  servidumbre. 
A  Tlotli,  gavilán,  le  confirieron 
De  embajador  el  eminente  cargo. 
La  diosa  respondió  con  voz  severa, 
Que  si  abrigaran  sentimientos  nobles 

Y  pensamientos  de  su  origen  dignos. 
Su  afán  constante,  su  único  deseo 
Debieran  ser  vivir  eternamente 

Con  sus  hermanos  en  el  alto  empíreo: 
Mas  pues  g-ustaban  del  terráqueo  globo. 
Que  acudieran  al  dios  de  los  infiernos, 
Al  jefe  del  Mictlán,  y  le  pidieran 
Huesos  de  muerto,  con  su  propia  sangre 


-12- 


Anales.— Tomo  IV. 


LÁ.M.  5. 


O  OÓCQ 

Ü  OQ'óO 


Códice  I^iüs       pao  6 

EHECA.TONA.TIUH. 


XIUTECUTLETL. 


A.N.vi.iis. — Tomo  IV 


l'üSil'illli'í' 


Códice  Ríos    pac^.  6  vui 


$v  ^^^-^^  ■ ' --^P? 


.sJ 


Ifí" 


■^'^ 


H.b  vuelta. 


TLEITONATIUH. 


íiríHíillMIilJMFlír'iT!-!!;.:»; '; 


»!fp»iiiiiiiiii>iíi(ií'ii«iiñi!fv"'ííSj""Mi'i;;;ri;;.|,  :, 


TLALTONATIUH. 


73 


Regáranlos,  que  al  fin  ])rocliKMrííin 

Al  hombro  y  la  mujer,  los  procreadores 

De  pueblos  y  comarcas  del  Anáhuac. 

Y  le  advirtió  la  diosa  al  emisario 

Que  el  que  fuei-a  al  Mictlán  mu}'  cauto  fuera, 
Porque  el  dios  infernal  arrepentirse 
Después  i)udiera,  y  le  (|nitaba  el  hueso. 
Al  inti-épido  Xólotl  cupo  en  suerte 
Marchar  á  las  regiones  del  infierno 
Para  el  hueso  pedir,  y  en  los  umbrales 
Del  antro  apenas  se  posó  su  planta. 
Cuando  al  encuentro  le  salió  el  Tecútli:  (65) 
En  breve  arenga  la  embajada  expuso 
El  numen  terrenal,  y  el  fiel  custodio 
Del  fúnebre  Mictlán  donóle  un  hueso: 
La  dádiva  en  sus  manos  viendo  Xólotl, 
De  allí  se  ajjarta,  y  en  veloz  carrera 
Hacia  la  tierra  con  ardor  retorna: 
Aunque  el  dios  infernal,  en  pos  del  héroe 
Presuroso  corrió,  no  le  dio  alcance, 

Y  á  su  mansión  volvióse  enfurecido; 
Pero  en  su  fuga  el  terrenal  tropieza, 
Al  svielo  cae,  y  suelta  su  reliquia, 

Y  el  hueso  se  rompió,  se  hizo  pedazos; 
Con  cuidado  recoge  los  fragmentos 

Y  hacia  la  tierra  su  camino  sigue 
Impávido  Xolótl,  y  á  sus  hermanos 
Entrega  los  pedazos  desiguales: 

En  un  tecáxitl  áe  bruñida  piedra  (66) 
Echaron  las  astillas  con  gran  celo 

Y  las  regaron  con  su  propia  sangre; 
A  la  cuarta  mañana  salió  un  niño; 
Volvieron  á  regar,  y  á  los  tres  días 
Una  niña  surgió  del  hondo  cáxitl. 
Del  mismo  Xólotl  bajo  la  custodia 
Los  dos  niños  quedaron  en  su  infancia, 

Y  con  leche  C|ue  extrajo  de  los  cardos 
Alimento  les  dio  mu}'  saludable: 
Crecieron  los  infantes,  y  su  raza 
Pronto  pobló  la  solitaria  tierra. 

De  los  hombres  la  altura  es  diferente. 
Porque  también  lo  fueron  los  pedazos 
Del  hueso  C|ue  rompió  Xó/oí/ huyendo. 


Anales.  T.  IV.— 10. 


74 


X. 


Desptiés  de  invichos  siglos  de  ventura;  (67) 
Cuando  la  humanidad  sobre  la  tierra 
Esparcida  se  hallaba  cual  los  astros 
En  el  espacio  inmenso  de  los  cielos; 
Cuando  comarcas,  pueblos  y  ciudades 
Poderosas  se  alzaban  en  Anáhtiac, 
Como  Palenque,  Uxmal  y  Xochicalco;  (68) 
Cuando  el  Wxtóíi  en  la  feliz  CholóUan  (69) 
Altísima  pirámide  levanta; 

Y  cuando  el  bronco  y  pertinaz  tarasco 
Sus  colosales  yákatas  erige;  (70) 
Entonces  ¡a^-!  cual  la  oriental  Palmira 
En  ruinas  se  convierten  las  ciudades 

Y  perecen  también  sus  moradores. 
La  Centeotl,  la  Cercs  del  nahoa,  (71) 
La  que  el  maíz  produce  en  abvindancia, 
Vuelve  airada  la  faz  á  los  humanos, 

Y  con  fuego  que  brota  de  sus  ojos 

Las  mieses  tuesta  y  quema  las  praderas. 
Apiztli  asolad  ora  se  propaga  (72) 
Desde  el  Mictlampa,  donde  mora  el  Cierzo  (73) 
Hasta  el  Huiztlán,  del  Ábrego  guarida;  (74) 

Y  recorre  también,  llevando  horrores, 
Desde  el  Tlalócan,  donde  el  sol  se  asoma,  (75) 
Hasta  el  umbroso  3-  triste  Cihuatlainpa:  (76) 
Del  hambre  en  pos  camina  la  Miquiztli,  (77) 
\'  su  gviadaña  fiera,  cortadora, 

Segando  va  la  vida  del  anciano. 

Del  niño  y  la  mujer  en  su  miseria: 

Los  hombres  quedan  en  tormento  horrible 

Esperando  exhalar  su  último  aliento; 

Y  cuando  juzgan  que  su  fin  se  acerca. 
Las  iras  de  los  dioses  los  azotan 
Con  nuevo  padecer  que  ya  ni  sienten: 
Fatigados  los  dioses  que  en  sus  hombros 
La  gran  mole  soportan  de  la  tierra, 

Sin  fuerza  y  sin  vigor,  que  ya  les  faltan, 
Vacilantes,  apenas  la  sostienen, 

Y  la  sacuden  grandes  terremotos; 

Al  hombre  en  su  dolor  no  lo  amedrenta 
La  nueva  plaga  que  sus  males  dobla. 


75 

Sino  tranquilo  y  plácido  se  pone 
Cuando  la  tierra  se  abre  y  se  lo  traf^a. 

Apiadada  la  diosa  de  la  gente 
Que  sobrevive  á  tan  terribles  males, 
Vagando  por  los  campos  y  los  montes 
Y  de  la  mar  por  solitarias  playas. 
Desciende  del  empíreo,  más  serena; 
Es  la  Centeótl  con  otros  atributos; 
Xochiquetzáia,  la  festiva  diosa,  (7!S) 
La  del  amor  y  grandes  alegrías. 
Baja  empuñando  entretejidas  ramas 
De  yerbas  y  de  flores,  y  la  tierra 
Con  su  hálito  sagrado  fertiliza; 
En  breve  tiempo  esmáltanse  los  prados 
Con  flores  brillantísimas  y  amenas; 
Del  árbol  cuelgan  sazonados  frutos. 
Se  cuaja  en  el  nopal  la  fresca  tuna, 
Suave  néctar  destilan  los  magueyes, 
Las  milpas  se  sazonan  en  los  campos, 
Y  de  tlaoltzín  rebosan  los  tzincólotl;  (79) 
Los  dioses  fatigados  que  soportan 
De  la  tierra  la  inmensa  pesadumbre. 
Por  otros  vigorosos  se  cambiaron:  (8U) 
En  otra  Arcadia  convirtióse  Anáhuac. 
Tlaltonatiúh,  terril)lc  «sol  de  tierra,»  (81) 
Tal  fué  el  nombre  que  dieron  los  nahoas 
A  la  funesta  edad  en  que  murieron 
Acosados  por  hambre  encrudecida, 
O  agobiados  por  fuertes  terremotos. 


El  agua,  el  aire,  el  fuego  y  aun  la  tierra. 
Los  elementos  todos  contra  el  hombre 
Pronúncianse  á  su  vez,  siempre  conspiran 
Para  que  muera,  y  del  terrestre  mundo 
Se  pierda  ó  se  disipe  su  memoria.  (82) 


76 


NOTAS  DEL  AUTOR. 

(1)  El  dios  creador  de  todas  las  cosas  se  llama  Omeíecuí/j;  mora  en  la  re- 
gión más  alta  de  los  cielos,  en  un  lugar  llamado  Omeyocan.  «Viendo  los  nahoas, 
dice  el  Sr.  Chavero,  que  todo  en  la  naturaleza  se  reproduce  por  un  par,  creyeron 
lógico  hacer  par  á  su  primera  divinidad;  y  por  eso  le  dieron  como  esposa  á  la 
diosa  O/neciAuaí/.»  Pero  ésta  no  era  una  persona  distinta,  sino  la  misma  del 
Creador;  y  para  significar  esta  Unidad  y  esta  Dualidad  simultáneas,  se  le  dio 
el  nombre  de  Owctecutli,  «el  señor  ó  el  varón  de  los  dos»  y  el  de  Omecihuatl,  «la 
mujer  ó  hembra  de  los  dos;»  y  como  para  insistir  más  en  la  idea,  se  le  colocó  en 
el  Omeyocan,  "Morada  de  la  Dualidad»  (omeyotl,  dualidad;  can,  lugar).  No  son 
«dos  cielos,»  como  ha  creído  el  Sr.  Chavero  {México  ¿i  través  de  los  sifflos. 
Tom.  I,  pág.  91),  sino  el  «cielo  de  los  dos,»  «cielo  de  la  dualidad.»  Sólo  la  Trini- 
dad de  los  cristianos  puede  darnos  una  idea  de  esta  Dvialidad. 

(2)  Teotlathiuhco  se  compone  de  Tcotl,  dios;  tlatlaulujui,  rojo,  colora- 
do; co,  en,  donde:  «donde  el  dios  rojo;»  pero  perifraseando  el  concepto,  significa: 
«mansión  del  dios  rojo,  del  dios  del  fuego.»  La  creación  del  Teotlatlaubco  equi- 
vale, en  la  cosmogonía  nahoa,  á  la  creación  de  la  Luz  en  el  Génesis  de  Moisés. 

(3)  Teocozau/jco  se  compone  de  Teotl,  dios;  cozauhqui,  amarillo;  co,  en, 
donde:  «donde  el  dios  amarillo;»  pero,  por  perífrasis  significa:  «mansión  del  dios 
amarillo.»  La  creación  del  Teocozauhco  es  la  creación  de  la  nebulosa  ígnea  de 
que  se  formó  el  sol. 

(4)  Teoiztac  se  compone  de  Teotl,  dios;  iztac,  blanco;  c,  contracción  de  co, 
en,  donde:  «donde  el  dios  blanco;»  y,  por  perífrasis,  significa:  «mansión  del  dios 
blanco.»  Aquí  el  dios  es  la  estrella  de  la  tarde.  Como  los  nahoas  no  le  dañen 
este  caso  nomljre  especial,  hemos  empleado  en  el  verso  la  palabra  poética  Vés- 
pero. 

(5)  Teteocan  se  compone  de  teteo,  dioses,  plural  de  tcotl,  dios,  y  de  can,  lu- 
gar: «morada  de  los  dioses.»  Equivale  al  Olimpo  de  los  griegos,  á  la  Gloria  de 
los  cristianos,  ó  al  Paraíso  de  los  musulmanes. 

(6)  Itzapannanazcayan  es  un  solo  vocablo,  pero  lo  hemos  dividido  en  dos 
en  el  verso  para  facilitar  su  lectura.  Se  compone  de  itztli,  obsidiana;  atl,  agua; 
pan,  en;  nanatzca,  crujir,  rechinar;  yaii,  lugar;  y  significa:  «lugar  donde  cruje  6 


77 

rechina  sobre  el  agua  de  piedra  de  obsidiana.»  Era  el  cielo  de  las  tempestades, 
la  región  donde  se  forma  el  granizo.»  Comparaban  los  nahoas  el  ruido  precur- 
sor de  las  tempestades  de  granizo  con  el  sordo  rumor  que  producirían  los  can- 
tos de  obsidiana  arrebatados  por  una  impetuosa  corriente. 

(7)  Mictlantecutli  se  compone  de  mkth'in,  el  infierno;  de  teciitli,  jefe  ó  señor: 
«el  señor  ó  dios  de  los  infiernos.»  lira  el  Pintón  de  los  nahoas.  Mictlíin  se  com- 
pone de  micqui,  muerto,  y  de  thiti,  en:  «mansión  de  los  muertos.»  Mictlantccu- 
tli  tenía  en  el  templo  mayor  de  México  una  capilla  llamada  tlalxko,  «el  ombligo 
ó  vientre  de  la  tierra.»  También  el  poeta  de  la  teología  católica  creía  que  el  in- 
fierno estaba  en  el  centro  de  la  tierra. 

(8)  Véase  la  nota  6. 

(9)  A'oAOu/2co  se  compone  de  xoxouliqiii,  color  azul,  y  de  co,  en,  donde: 
«donde  (está)  lo  azul,»  el  cielo  que  se  ve  de  día. 

(10)  rarauAco  se  compone  de  j'a_r/!íí/jí/V,  ob.scuro,  y  de  co,  donde:  «donde 
(está)  lo  obscuro,»  el  cielo  que  se  ve  de  noche. 

(11)  Jl/a/na/oaío  se  compone  de  mama/oa,  inflexión  del  verbo  mama/;,  per- 
forar, atravesar,  y  de  co,  en,  donde:  «donde  se  taladra  ó  perfora.»  Como  los  co- 
metas y  las  estrellas  errantes  se  pierden  de  vista  en  el  cielo  á  medida  que  se  ale- 
jan, fingían  los  nahoas  que  hendían  ó  taladraban  el  firmamento  para   perderse. 

(12)  Citlaliiiniina,  que  hemos  visto  en  algunos  autores,  y  citlnlintlnmina, 
como  escribe  el  Sr.  Chavero,  son  dos  barbarismos  en  el  idioma  azteca,  porque 
segiin  las  reglas  de  composición,  por  incorporación  el  primer  vocablo  pierde  las 
letras  finales  in,  y  queda  formada  la  palabra  citlalwina,  lo  mismo  que  Citlalte- 
petl,  nombre  del  volcán  de  Orizaba. 

Citlalmina  se  compone  de  citlalin,  estrella,  y  de  mina,  tirar  flechas  ó  saetas: 
«estrella  tira  saeta;»  tal  era  el  nombre  que  le  daban  los  nahoas  á  los  cometas 
que  tenían  cauda,  á  diferencia  del  crinito  que  llamaban  xihuitl,  yerba.  Al  come- 
ta en  general  le  daban  el  nombre  de  citlalpopoca,  estrella  humeante. 

(13)  Huitztlán,  e\&ur.    Véase  la  nota  74. 

(14)  Quetzalcoatl  se  compone  de  qiietzalli,  hermosa  pluma  verde,  y  de  coatí, 
culebra  ó  serpiente.  Los  nahoas  llamaban  á  Venus,  cuando  era  matutina,  ci- 
tlalpol,  aumentativo  de  citlalin,  estrella,  y  significa:  «estrella  grande;»  y  cuando 
era  vespertina,  huey  citlalin,  «grande  estrella.»  Parece  que  sólo  le  daban  el  nom- 
bre de  Quetzalcoatl  cuando  aparecía  en  su  elongación  austral.  Como  Lucifer  ó 
estrella  matutina,  la  llamaban  también  Tlaliiiitzcalpantecutli ,  «el  señor  de  la 
Aurora  ó  del  Alba.»    Véase  la  nota  50. 

(15)  Tonatiuh.  El  Sr.  Orozco  y  Berra  dice  que,  aunque  el  sol  tenía  diversos 
nombres,  por  excelencia  se  le  llamaba  Tcotl  (Dios),  y  cjue  el  apellido  tonatiuh 
significa  un  accidente  y  quiere  decir  «el  que  va  resplandeciendo.»  No  hemos  po- 
dido averiguar  el  origen  de  esta  significación,  porque   «resplandecer»  es  tla-ncx- 


78 

tía,  y  «resplandecer  ó  brillar  el  sol»  es  tonanieyotin,  derivado  de  tonameyotl, 
rayo,  luz,  raj'o  de  sol;  compuesto  de  tonatiuh,  el  sol,  y  de  rnerotl,  rayo.  Cree- 
mos que  tonatiuh  se  compone  de  tona,  hacer  calor,  producir  calor,  y  de  tiub, 
desinencia  de  los  verbos  que  se  conjugan  con  el  verbo  ir,  la  cual  toman  en  el  in- 
dicativo, V.  g.:  nitlii-poa,  yo  cuento;  nitla-poatiiih,  yo  voy  á  contar  ó  vov  con- 
tando. Tonatiuh,  bajo  la  forma  substantiva,  significa:  «el  que  va  calentando, 
produciendo  calor.» 

(16)  Tetlaliloc.  Xo  hemos  podido  averiguar  la  etimología  de  esta  palabra. 
Todos  los  intérpretes  de  los  Códices  están  conformes  en  que  significa:  «el  Espa- 
cio.» 

(17)  Citlalco  se  compone  de  citlalin,  estrella,  y  de  co,  en,  donde:  «donde  (es- 
tán) las  estrellas;»  el  cielo  estrellado. 

(18)  Los  nahoas  llamaban  al  Oriente  el  Tlalocan  (Véase  la  nota  75);  y  dis- 
tinguían el  Oriente  del  sol  del  de  la  luna  agregando  el  nombre  de  ésta,  MeztU. 

(19)  Los  nahoas  creían  que  el  cielo  de  las  estrellas  era  el  cielo  de  las  lluvias. 
En  una  pintura  del  Códice  Vaticano  se  ven  unas  gotas  de  agua  que  cuelgan  del 
ilhuicatl  Tetlaliloc  y  que  se  unen  al  otro  cielo  ó  ilhuicatl  Tlalocan  Meztli,  donde 
empieza  la  región  de  las  nubes.  También  el  Génesis  nos  habla  de  las  «aguas 
superiores. » 

(20)  En  la  misma  pintura  de  que  hemos  hecho  mención  en  la  nota  anterior, 
se  obser\-a  que  junto  á  la  luna  está  el  símbolo  del  aire,  ebecatl;  y  esto  induce  á 
creer  que  los  nahoas  suponían  que  la  luna  estaba  en  el  cielo  de  las  nubes  y  en 
nuestra  atmósfera.  En  los  sistemas  astronómicos  de  Ticho  Brahe  y  de  Ptolo- 
meo,  que  la  culta  Europa  admitió  como  verdades  científicas  hasta  que  Galileo  y 
Copémico  demostraron  su  falsedad,  se  enseñaban  mayores  absurdos. 

(21)  Otros  pueblos  tenían  el  mismo  mito,  aunque  variado.  Según  los  cali- 
fornios, la  esfera  se  sostenía  en  las  espaldas  de  siete  gigantes.  Los  mayas  de- 
cían, que  cuando  Dios  creó  el  mundo  puso  á  los  cuatro  hermanos  Bacab  hacia 
los  cuatro  extremos  del  cielo,  para  que  lo  sustentasen  y  no  se  cayese:  estos  her- 
manos se  llamaban  Kan,  Muluc,  Ix,  Cahuac.  Ambos  pueblos  creían  que  cuando 
los  gigantes  ó  los  genios  flaqueaban,  vacilaba  la  tierra  y  sobrevenían  los  terre- 
motos. 

(22)  Dice  el  P.  Sahagún  (tomo  III,  pág.  309),  « los  antiguos  habitantes 

de  esta  tierra  pensaban  que  el  cielo  se  juntaba   con   el  agua   en  la  mar,  como  si 

fuera  una  casa:  que  el  agua  son  las  paredes,  3' el  cielo  está  sobre  ellas; »   En 

el  MS.  154  de  Muñoz  Camargo,  citado  por  Orozco  y  Berra,  se  dice:  que  la  tierra 
era  plana,  terminaba  en  los  países  conocidos,  y  más  allá  de  las  costas  se  exten- 
día la  mar,  cuj-as  aguas  se  unían  con  los  cielos;  que  éstos  y  aquéllas  eran  de  la 
misma  materia,  aunqiie  los  cielos  más  densos. 

(23)  Ilancueye  se  compone  de  ilamatl  ó  ilantli,  vieja,  y  de  cueye,  corrupción 
de  cueyntl,  rana:  nrana  vieja."    El  Sr.  Orozco  y  Berra,  siguiendo  á  Torquemada, 


79 


incide  en  el  error  de  llamar  á  esta  diosa  Jlancucitl,  que  se  compone  de  ilantli, 
vieja,  y  de  cueitl,  falda  ó  enagvias,  y  significa  «enaguas  de  vieja.»  Con  esta  sig- 
nificación queda  enteramente  desfigurado  el  mito,  y  se  aparta  el  sabio  historia- 
dor del  común  sentir  de  los  escritores  antiguos.  El  Sr.  Chavero  escrilic  Ilancuey, 
y  le  da  la  significación  de  «Rana  vicia.» 

(24)  /zífjm/.vco/iííaí/ se  compone  de /zíac,  blanco,  niixtli,  nube,  y  colmatl, 
culebra:  «culebra  de  nube  blanca.»  Era  el  nombre  que  daban  á  la  nebulosa  que 
los  griegos  llamaban  «Vía  láctea»  y  los  españoles  «Carrera  de  Santiago.» 

(25)  Tlacame,  hombres,  plui'al  de  tlucatl,  homljre. 

(26)  Los  indios  creían  que  nuestro  territorio  estuvo  poblado  primitivamen- 
te por  gigantes,  y  lo  acreditaban  con  los  grandes  huesos  de  paquidermos  que 
encontraban  fósiles  en  las  excavaciones.  Los  llamaban  quinametzin  6  huetla- 
came. 

(27)  El  primero  y  el  último  de  estos  nombres  están  hoy  muy  adulterados  y 
son  Izúcar  (Matamoros)  y  Huaqucchula.  Fundó  además  á  Tcopantlán,  Tehua- 
cán,  Cozcatlán,  Teotitlán  y  otros  lugares. 

(28)  Te/íocA  se  compone  de  teí/,  piedra,  y  figuradamente,  cosa  dura,  y  de 
nochtli,  tuna:  «tuna  de  piedra,  ó  dura.»  Este  nombre  le  dan  los  indios  á  la  tu- 
nita  colorada.  Entre  los  nahoas,  los  nombres  de  persona  provenían,  en  muchos 
casos,  de  nombres  de  objetos,  y  entonces,  para  distinguirlos,  .suprimían  al  nom- 
bre de  persona  la  sílaba  ó  letras  finales;  así  Te-nochtli,  nombre  de  la  fruta,  se 
convierte  en  Te-noch,  nombre  de  la  persona. 

(29)  Tenochtitlán  se  compone  de  Tenoch  (Véase  la  nota  anterior),  de  ti,  li- 
gadura eufónica,  y  de  í/an,  cerca  ó  junto,  y  en  general,  lugar:  «lugar  de  Tenoch,* 
esto  es,  fundado  por  él. 

(30)  Cuet/aA-coapa/j  era  el  lugar  donde  hoy  está  la  ciudad  de  Puebla.  (Ul- 
mécatl)  fundó,  además,  á  Totomihuacan  y  á  Iluitzilapan. 

(31)  Esta  población  se  extendió  hacia  Coatzacoalco,  y  comprende  á  Xica- 
lanco  cerca  de  Tabasco  y  al  otro  Xicalaneo  cercano  á  Veraeruz. 

(32)  Hoy  se  llama  simplemente  la  Mixteca. 

(33)  A'ocorot/ significa  «el  último  hijo.»  De  esta  palabra  se  ha  formado  el 
aztequismo  «socoyote»  con  la  misma  significación. 

(34-)  Estas  poblaciones  llevan  hoy  el  nombre  de  Tula,  Jilotepec  y  Otumba, 
y  todas  pertenecen  al  Estado  de  Hidalgo. 

(35)  El  Sr.  A.  Chavero,  en  su  obra  monumental  México  á  través  de  los  si- 
glos, t.  I,  pág.  94,  dice:  «Tonacatecuhtli,  que  es  el  nombre  del  sol  cuando  á  su 
vez  es  creador  de  las  otras  creaturas,  significa  el  señor  de  nuestra  carne  ó  el  se- 


80 

ñor  que  nos^  alimenta.  Los  nahoas  comprendían  los  efectos  benéficos  del  sol  so- 
bre las  sementeras  }•  sobre  todos  los  seres  de  la  tierra,  y  le  atribuían  con  razón 
la  virtud  vivificadora  que  expresaban  con  su  nombre. » 

«Para  significar  el  sol  como  astro,  de  su  nombre  de  Tonacatecuhtli formaron 
Tonatiuh.  Lo  representaban  entonces  por  un  círculo,  porque  el  astro  se  mani- 
fiesta redondo  á  la  vista,  y  hacia  la  circunferencia  repartían  simétricamente  v 
alternados  unos  signos  en  figura  de  .\  y  otros  en  forma  de  aspas.  Tenemos  ya 
el  sol  como  creador  con  el  nombre  de  Ometecuhtli,   como   vivificador  con   el   de 

Tonacatecuhtli  y  como  astro  con  el  de  Tonatiuh. « Lástima  grande  que 

no  sea  verdad  tanta  belleza. 

Veamos  sobre  la  interpretación  del  Sr.  Cha  vero  lo  que  dice  el  insigne  nahua- 
tlato michoacano  Macario  Torres: 

«Cuando  dos  verbos  están  compuestos  con  la  partícula  ti.  el  primero  se  con- 
serva invariable  y  adquiere  una  significación  gerundiva,  y  el  segundo,  de  quien 
está  regido,  es  el  que  se  conjuga.  Para  verificar  la  unión,  se  coloca  el  verbo  an- 
tecedente en  el  pretérito  perfecto  de  indicativo,  número  singidar,  sin  el  signo  o  y 

suprimiendo  la  c  final,  caso  de  que  en  ella  termine 

El  verbo  del  fin  no  se  altera,  excepto  yaiih  y  onoc  que  siempre  pierden  las  dos 
primeras  letras,  v.  g.:  tlacuatiuh,  va  comiendo;  chocatiiih.  va  llorando:  TONA- 
TIUH, va  alumbrando » 

.\1  llegar  á  este  punto  pone  la  siguiente  nota: 

« — Hé  aquí  demostrada  con  evidencia  la  etimología  del  nombre  dado  por  los 
mexicanos  al  sol.  In  tonatiuh  se  traduce  sin  dificultad  el  que  va  alumbrando,  y 
esa  palabra  está  formada  con  toda  sujeción  á  las  reglas  gramaticales,  pues  el 
pretérito  perfecto  de  tona  es  tonac,  y  pierde  la  c  final  en  la  composición  de  que 
se  viene  tratando. 

«Xo  sucede  lo  mismo  con  la  voz  tonacatecuhtli,  de  donde  el  Sr.  Alfredo  Cha- 
vero  pretende  derivar  aquel  nombre,  siguiendo  á  otro  autor  más  ó  menos  respe- 
table. (Dicción,  geog.  y  estadíst.  .\rt.  «Calendario  .\zteca,»  párr.  8.)  En  primer 
lugar,  tonacatecuhtli  es  un  disparate,  puesto  que  la  palabra  nacaí/esuna  de  las 
que  en  contposición  con  un  pronombre  posesivo  no  sólo  pierden  la  ti  sino  tam- 
bién la  vocal  antecedente,  y  así  se  dice  nonac,  monac,  tonac,  mi  carne,  tu  carne, 
nuestra  carne.  En  segundo  lugar,  la  misma  palabra  está  muy  mal  empleada, 
porque  tanto  ella  como  omití,  hueso,  yeztli,  sangre,  etc.,  no  sirven  para  desig- 
nar las  partes  integrantes  del  cuerpo:  en  su  lugar  se  emplean  los  derivados  na- 
cayotl,  omivotl,  yezotl,  etc.:  de  manera  que  la  expresión  nuestra  carne,  esto  es, 
la  que  compone  nuestros  cuerpos,  no  se  traduce  tonac.  sino  tonacayo. 

«Observaremos,  por  último,  que  el  nombre  Tonacayotecuhtli,  ó  Tonacatecu- 
tli,  como  quiere  el  Sr.  Chavero,  es  un  epíteto  forzadísimo  para  dar  á  entender 
qne  al  sol  debemos  nuestro  ser;  y  por  otra  parte  es  del  todo  inverisímil  que  ese 
epíteto  se  haya  desfigurado  tanto  hasta  convertirse  en  Tonatiuh.» 

ALFAXE  vient  dEQVVS,  sans  doute, 
Mais  il  faut  avouer  aussi 
Qu'en  venant  de  lájusqu'ici, 
II  a  bien  changé  de  route. 

Véase  la  nota  15. 


81 

(36)  Las  etimologías  de  Oxomncn  y  de  Cipactli  son  desconocidas.  EISr.  Cha- 
vero  creyó  haber  encontrado  la  de  Cipactli  {Méx.  á  través  de  los  siglos,  t.  I, 
pág.  96);  pero  el  Sr.  Macario  Torres  (Estudios  gramaticales  sobre  el  uNa- 
huatl,i>  págs.  81  á  91 )  ha  demostrado  que  esa  etimología  es  absurda. 

(37)  Cihuacohiiatl  se  compone  áe  ciliitatl,  mujer,  hembra,  y  de  coAuaí/,  cu- 
lebra: la  culebra  mujer.  Se  llama  también  Coatlicue,  la  de  la  falda  de  culebras; 
Cihuateotl,  el  dios  mujer.  El  ídolo  de  este  dios  tiene  la  cara  de  culebra,  cuyo 
cuerpo  se  enreda  en  el  de  la  mvijer,  y  su  cola  termina  en  la  parte  inferior;  viste 
una  falda  ó  enagua  tejida  de  culebras  y  adornada  de  borlas  y  de  plumas. 

(38)  Desde  la  época  en  que  los  nahoas  ponían  la  creación  de  la  humanidad 
hasta  el  sol  de  agua,  transcurrieron,  según  la  opinión  de  casi  todos  los  historia- 
dores, entre  ellos  Humboldt,  4008  años. 

(39)  Los  nahoas  conservaron  memoria  del  mes  y  aun  del  día  en  que  se  veri- 
ficó el  cataclismo,  fvié  el  día  matlactli  atl  (diez  aguas),  y  el  mes  Atcmoztli  (caída 
ó  fin  de  las  aguas),  que  equivale  al  31  de  Diciembre. 

(40)  Chalchiiitliciicye  ó  Chalchiuitlicuc  se  compone  de  Chalchihuitl,  esmeral- 
da, piedra  preciosa  verde,  /,  su,  cueitl,  falda,  enagua.  Era  la  diosa  del  agua, 
coiTipañera  del  dios  de  la  lluvia,  Tlaloc.  La  pintaban  con  un  traje  v  tocado  azu- 
les, con  gotas  de  agua;  el  rostro,  las  manos  y  los  pies  amarillos;  calzado,  cactli 
blancos;  empuñando  con  la  mano  derecha  un  tzotzopaztli,  instrumento  para 
apretar  los  tejidos;  y  con  la  izquierda  un  malacatl,  huso  para  hilar  algodón. 
Era  patrona  de  los  navegantes  y  de  los  pescadores,  y,  usando  de  la  graciosa 
frase  de  un  fraile  historiador,  «de  cuantos  tenían  granjerias  en  el  líquido  elemen- 
to.» El  sabio  arqueólogo  D.  Leopoldo  Batres  lia  dado  el  nombre  de  esta  diosa 
á  un  ídolo  de  Metztli  que  yacía  abandonado  en  Teotihuacán.  Aliquando  dormi- 
tat  Homerus. 

(41 )  Ahuebuetl  se  deriva  de  ahuehuetic,  que  no  envejece;  compviesto  de  a,  no, 
y  de  huehuetic,  envejecido;  aludiendo  á  que  esos  árboles  no  envejecen,  sino  que 
durante  siglos  están  lozanos.  El  Sr.  M.  Torres  (Obra  citada  en  la  nota  36), 
que  apunta  esta  etimología,  ha  ridiculizado  la  que  dio  el  Sr.  Payno  diciendo  que 
aAue/joet/ significa  «tambor  de  agua.» 

(42)  Atonatiuh  se  compone  de  atl,  agua,  y  de  tonatiuh,  sol:  «sol  de  agua.» 

(43)  Tlacamichin  se  compone  de  tlacatl,  hombre,  persona,  y  de  michin,  pez: 
«hombre-pez.»  Los  nahoas  creían  que  los  hombres,  al  inundarse  la  tierra,  se 
habían  convertido  en  peces. 

(44)  Entre  el  Atonatiuh  y  el  segimdo  cataclismo  que  se  va  á  describir  trans- 
currieron 4804  años. 

(45)  Cüj'cíi/t^cat/ significa  «golondrina,»  onomatope^a  tomada  del  gorgeo 
de  esa  ave. 

Anales.  T.  IV.— 11. 


82 

(•i6)  HuHota  es  un  azteiinismo  introducido  al  castellano,  tomado  de  huilotl. 
paloma. 

(47)    .-lcaí7  significa  «caña,»  ó  carrizo. 

(48^  El  cataclismo  que  estamos  describiendo  se  inició  el  día  ce  ocelotl  (un 
tigre),  del  mes  Pachtli  (heno),  que  equivale  á  un  día  desconocido  de  Marzo. 

(49)  V.  la  nota  51. 

(50)  Oiietzíticoatl  se  compone  de  coatí  ó  cohuatl,  culebra,  y  de  qvetzalli, 
pluma  larga,  verde  y  rica,  en  sentido  figurado  «preciado,  valioso:»  «culebra 
depluma  rica,  culebra  preciosa,»  y  metafóricamente,  «persona  de  gran  valía»  por 
sus  prendas  y  saber,  ^ueíza/coaí/ es  iin  personaje  misterioso  que  figura  en  la 
mitología  y  en  la  historia  tolteca,  unas  veces  como  hombre  v  otras  como  dios. 
Su  historia  es  muy  complexa  y  no  cabe  en  los  estrechos  límites  de  una  nota. 

Entre  los  nahoas  era  el  dios  del  aire  y  de  los  vientos.  Iztamixcoatl  en  su  se- 
gunda esposa  CAima/íHa  engendró  á  Quetzalcoatl.  (Y.  la  nota  24.)  Este  hijo 
filé  la  estrella  Venus,  como  vespertina.  «Como  á  los  helenos  les  llamó  la  aten- 
ción el  lucero  de  la  mañana,  que  brotaba  de  las  ondas  del  mar  que  al  Oriente  te- 
nían, así  les  llamó  á  los  nahoas  habitadores  del  Pacífico  el  astro  vespertino  que 
flotaba  en  las  olas  del  horizonte.  Su  luz,  reflejando  en  el  movedizo  oleaje  debió 
hacerlo  aparecer  como  brillante  culebra,  y  al  deificarlo  le  llamaron  Quetzal- 
coatí.*    (A.  Chavero,  México  á  través  ele  los  siglos,  pág.  100.)   V.  la  nota  14. 

(51)  iJAécat/ significa  «viento.»  Lo  representaban  por  una  cabeza  fantásti- 
ca. Al  viento  del  Este  lo  llamaban  Tlalocayotl,  derivado  de  Tlalocan,  el  Orien- 
te, ó  sea  la  residencia  de  Tlaloc  (V.  la  nota  75);  al  del  Norte,  Mictlampa  ehé- 
catl  (Y.  la  nota  73);  al  del  Oeste,  Cihuatlampa  ehécatl,  (Y.  la  nota  76);  al  del 
Sur,  Huitztlampa  ehécatl  (Y.  la  nota  74). 

(52)  Oce/ot/ significa  «tigre.» 

(53)  Los  nahoas  creyeron  cjue  los  hombres  que  habían  perecido  por  el  Ehe- 
catonatiuh  se  habían  convertido  en  monas.  Lo  que  probablemente  sucedió  fué 
que  los  monos,  que  habitaban  los  países  cálidos,  azotados  por  los  vientos  gla- 
ciales del  Norte,  abandonaron  las  regiones  boreales  buscando  mejores  climas,  é 
hicieron  su  aparición  por  primera  vez  en  las  regiones  tropicales  del  Anáhuac. 

^54)  Ehecatonatiub  se  compone  de  ehécatl,  viento,  y  de  tonatiuh,  sol,  y  sig- 
nifica «sol  del  viento,»  ó  terminado  por  los  vientos.  En  opinión  de  los  sabios,  el 
Ehecatonativh  era  el  recuerdo  que  conservaban  los  nahoas  de  la  época  glacial 
que  conocemos  hoy  por  la  ciencia  de  la  geología. 

(55)   El  período  duró  4010  años. 

(55')  Xiuhtecutletl  se  compone  de  xihuitl.  año,  de  tecutli,  señor,  y  de  í/et/, 
niego,  }•  significa:  «Fuego  señor  del  año.»  Los  Sres.  Orozco  y  Berra  y  Chavero 
escriben  Xiuhtecutlitletl;  pero  esta  escritura  es  errónea,  porque,  según  las  reglas 


63 

de  composición  por  incorporación,  la  sílaba  tli  de  tecutU  se  pierde  por  apócope. 
Xiiiteciitli  era  el  señor  del  año  y  de  la  yerba.  Como  numen  del  fuego  le  daban 
también  el  nombre  de  Ixcozauqui  (ixtli,  cara;  cozauhqui,  amarillo:  «rostro ama- 
rillo,» esto  es,  color  de  fuego).  Los  mexicanos  le  tributaban  reverente  culto  y 
tenía  consagrados  muchos  templos.  En  la  comida  le  ofrecían  el  primer  bocado 
de  cada  manjar  y  el  primer  sorbo  de  la  bebida,  arrojando  uno  y  otro  al  fuego. 
En  ciertas  horas  del  día  quemaban  copnlli  en  su  honor. 

(5G)    Técpaí/ significa  «pedernal.» 

(57)  Así  como  en  el  jeroglífico  que  representa  el /I íoi2aí/u/i  se  observan  dos 
peces,  y  en  el  que  representa  el  Ehecatonatiuh  se  observan  tres  monas,  en  la  pin- 
tura del  cataclismo  que  estamos  describiendo  se  ven  tres  aves  al  rededor  de  la 
gruta  en  que  se  salva  la  pareja  humana;  y  de  ahí  vino  la  tradición  de  que  los 
hombres  se  habían  convertido  en  pájaros. 

(58)  Tetzontli  se  compone  de  tctl,  piedra,  y  de  tzontli,  cabellos:  «cabellos  de 
piedra.»  .\un  cuando  la  roca  ígnea  que  lleva  este  nombre  se  asemeja  algunas 
veces  á  una  maraña  de  cabellos  solidificada  ó  petrificada,  lo  cual  podría  justifi- 
car la  etimología  que  hemos  dado,  sin  embargo,  nosotros,  fundados  en  la  auto- 
ridad del  P.  Molina,  creemos  que  la  verdadera  escritura  de  la  palabra  es  tezon- 
tli  (substituj-endo  con  la  zeta  la  c  cedilla  que  se  empleaba  en  el  sigloXVI);  y  en- 
tonces la  etimología  es  la  siguiente:  tet!,  piedra,  y  zontli,  forma  substantiva  del 
adjetivo  zonectic  6  zoiitic,  cosa  ligera  ó  liviana,  y  significará:  «piedra  ligera,»  lo 
cual  conviene  perfectamente  al  basalto  de  que  tratamos. 

(59)  Popocatépeí/,  Monte  que  humea;  A'í'naníccaí/,  Señor  desnudo;  Ajusco 
ó  Axochco,  Brote  de  agua;  Cithiltépetl,  Monte  de  la  Estrella. 

(60)  T/eío/jat/!//;  se  compone  de  í/eí/,  fuego,  y  de  foí¡aí/n/2,  sol:  «sol  de  fue- 
go,» ó  terminado  por  el  fuego.  También  se  llama  esta  época  Qiiiauhtonathih, 
«sol  de  lluvia,»  de  quiabiiitl,  lluvia.    Se  aludía  á  la  lluvia  de  fuego. 

(61)  Citlaltonac  se  compone  de  citlalin,  estrella,  y  de  tonac,  el  que  alumbra, 
refulgente,  particip.  de  pres.  de  tona,  alumbrar,  calentar. 

Citlaltonac  es  el  mismo  OmetccutH  de  quien  se  ha  hablado  en  la  nota  1'* 

(62)  Citlalcueitl  se  componí- (\l' citlalin,  estrella,  y  de  cíje/í/,  falda,  enagua. 
Se  escribe  también  este  nombre  bajo  la  forma  Citlalicue,  y  entonces  significa  «su 
falda  de  estrellas,»  porque  la  /  que  precede  á  ciieitl  es  el  pronombre  posesivo 
«su,»  y  cucitl  pierde  las  finales  itl  porque  se  incorpora  con  el  referido  pronombre. 

Citlalcueitl  es  la  misma  Omcciliiintl  de  que  se  ha  hablado  en  la  nota  1* 

(63)  Chicumoztoc  se  compone  de  chicóme,  siete,  y  de  oztotl,  cueva:  «siete 
cuevas.»  Estas  siete  cuevas  representan  siete  grandes  centros  que  constituj-en 
siete  distintas  nacionalidades  que  poblaron  el  Anáhuae.  Las  tradiciones  están 
contestes  en  que  el  Chicomoztoc  estaba  en  el  Noroeste  (hoy  Estado  de  Sinaloa), 
y  lo  confirman  las  extensas  ruinas  que  allí  se  encuentran. 


84 

(64-)   Véase  la  nota  60. 

(65)  Tecuí/i  significa  «señor,  noble,  jefe.» 

(66)  Tecáxitl  st  compone  de  tetl.  piedra,  y  de  cáxitl,  vasija:  «vasija  de  pie- 
dra.»  De  cáxitl  se  ha  formado  en  el  castellano  el  aztequisino  «cajete.» 

(67)  El  cataclismo  del  Tletonatiuh  aconteció  en  el  signo  chiconahui  ollin 
(nueve  movimientos);  y  duró  la  edad  4804  años. 

(68)  Las  portentosas  ruinas  de  Pa/enf/ue  están  situadas  á  48  leguas  de  la 
isla  del  Carmen,  en  el  Estado  de  Chiapas.  Las  rviinas  de  Uxmal  se  encuentran 
en  una  hacienda  del  mismo  nombre,  á  16  leguas  de  Mérida,  en  el  Estado  de  Yu- 
catán. Las  ruinas  de  Xochicalco  están  situadas  á  6  leguas  S.  O.  de  Cuemavaca, 
en  el  Estado  de  Morelos. 

(69)  Los  vixtoti  eran  los  descendientes  de  Xelhua,  primogénito  de  Iztamix- 
cohuatl.    Véase  el  verso  que  corresponde  á  la  nota  26. 

CboloUan,  hoy  Cholula,  en  el  Estado  de  Puebla,  se  reputa  corrupción  de  un 
nombre  de  lengua  extraña,  probablemente  maya,  porque  en  el  Sur  de  Yucatán 
se  encuentra  Chuhil. 

(70)  Se  da  el  nombre  de  yákatas  á  las  ruinas  de  unos  grandiosos  monumen- 
tos que  se  encuentran  en  el  Estado  de  Michoacán. 

( 71 )  Centeotl  se  compone  de  ccntli,  mazorca  de  maíz,  y  de  teotl,  dios,  divini- 
dad: la  "diosa  del  maíz.»  La  «tierra,»  tlalli,  era  xina  divinidad.  Negando  sus 
frutos,  presenciando  la  muerte  de  los  animales  y  de  los  hombres  y  encerrando 
sus  despojos  en  su  seno,  desnudo  de  su  verdor  durante  el  invierno,  presenta  una 
faz  angustiosa  y  dura,  y  entonces  se  le  considera  como  madrastra,  como  un  nu- 
men hostil,  y  se  le  daba  el  nombre  de  Chicotnecohuatl,  «siete  culebras;»  y  es  la 
diosa  de  la  germinación  de  las  plantas,  y  el  numen  de  la  esterilidad  y  del  ham- 
bre. La  fertilidad  abimdosa  de  la  tierra,  el  nacimiento  constante  de  nuevos  in- 
dividuos, la  reaparición  de  las  plantas  en  la  primavera,  la  ofrecen  como  blanda 
V  amorosa,  y  entonces  se  le  considera  como  una  madre,  y  se  le  da  el  nombre  de 
Chalchiuhcíhvatl,  «mujer  preciosa;»  y  preside  á  la  abundancia  y  al  regocijo.  Es- 
ta misma  diosa  presidía  á  la  producción  del  maíz,  base  de  la  alimentíición  de 
acjuellos  pueblos,  y  recibía  el  nombre  particular  de  Centeotl. 

( 72 )  Apiztli  es  el  hambre. 

(73)  Mící/awipa  se  compone  de  micqui,  «muerto,»  y  de  las  posposiciones 
tlan  \ pa,  y  significa:  «lugar  de  los  muertos,  los  infiernos.»  Como  los  nahoas  po- 
nían este  lugar  á  la  derecha  de  la  salida  del  sol,  los  españoles  tradujeron  mic- 
tlampa,  el  Norte. 

(74)  Huitztlán  ó  Huitztlampa,  el  Sur,  residencia  de  las  diosas  Huitzaaoa, 
de  donde  tomó  el  nombre. 


85 

(75)  Tlalocan,  el  Oriente,  lugar  de  Tlnloc,  «dios  de  las  lluvias.» 

(76)  Cihuatlampa,  el  Poniente,  se  compone  de  cihiíatl,  mujer,  y  délas  pos- 
posiciones tlan  y  pa:  «lugar  de  las  mujeres.»  Estas  mujeres  eran  las  diosas  Ci- 
hiiapipUtin  «mujercitas:»  eran  las  mujeres  que  morían  en  el  primer  parto,  y  cu- 
yas almas  iban  al  cielo,  al  lado  opuesto  de  donde  sale  el  sol,  al  Occidente.  De 
ahí  salían  armadas  y  en  son  de  guerra  á  recibir  al  sol  á  su  paso  por  el  meridia- 
no, nepantlatonatiuh  (sol  en  medio),  lo  ponían  sobre  unas  ricas  andas  llamadas 
quetzalapancayotl  (armadura  brillante),  y  con  danza  guerrera  lo  llevaban  has- 
ta el  Ocaso,  donde  terminaba  su  tarea;  entonces  amanecía  en  el  infierno,  los  re- 
probos se  levantaban  para  llevar  al  sol  al  orto  siguiente;  mientras  las  cihuapi- 
piltin  bajaban  á  la  tierra,  ya  para  poner  espanto,  ya  para  entregarse  á  labores 
femeniles. 

(77)  Miquiztli  es  la  Muerte.   Su  símbolo  era  un  cráneo. 

(78)  Xochiquetzalli  se  coinponc  áe  xochitl,  flor,  y  quetzalli,  pluma  larga, 
verde  y  rica;  en  sentido  figurado:  «preciado,  valioso,  hermoso:»  »Flor  hermosa.* 
La  Centeotl,  considerada  como  productora  de  las  flores  y  de  los  arbolados,  es 
la  diosa  Xochiquetzalli. 

(79)  Tlaoltzin  se  compone  de  tlaolli,  maíz,  y  de  tzin,  apócope  de  tzintli,  ex- 
presión de  diminutivo  afectuoso:  «maicito.»  Como  el  maíz  era  }'  sigue  siendo  la 
base  de  la  alimentación  de  los  indios,  siempre  lo  han  considerado  como  una  co- 
sa muy  benéfica,  y  por  eso  emplean  el  vocablo  en  la  forma  diminutiva,  pues  todo 
lo  que  les  causa  bienestar,  provecho,  utilidad,  etc.,  lo  expresan  en  esa  forma;  así 
dicen  aún  en  castellano:  «mi  casita,»  «mi  bucicito,»  «ini  siembrita.» 

Tír/;jco/oí/ significa  «troje.» 

(80)  Véase  la  nota  21  y  el  verso  á  que  corresponde. 

(81)  T/a/íoíJaÍJu/j  se  compone  de  tlalli,  tierra,  y  de  tonaí/íz/j,  sol:  «sol  de 
tierra.» 

(82)  Los  mexicanos  dieron  por  terminada  la  cuarta  época  ó  cuarto  sol,  des- 
de el  día  en  que  fundaron  Tenochtitlán  y  se  constituyeron  en  un  pueblo  nuevo  y 
tuvieron  un  dios  nuevo  también.  Según  el  Sr.  Orozco  y  Berra  (Hist.  ant.,  tora.  I, 
pág.  17),  el  quinto  sol  de  los  mexicanos  fué  el  18028  del  mundo,  VIII  tochtli, 
694-  de  Jesucristo,  y  se  inició  con  la  dedicación  de  las  pirámides  de  San  JuanTeo- 
tihuacán  al  sol  y  á  la  luna.  Este  quinto  sol  acabó  en  1521,  en  que  la  ciudad  de 
México  quedó  soinetida  á  los  españoles. 

Si  los  sacerdotes  mexicanos  hubieran  continuado  su  cronología  durante  la 
dominación  española,  habrían  iniciado  un  sexto  sol  con  la  fecha  de  la  Conquis- 
ta, y  habría  terminado  en  1810 

«Al  grito  salvador  del  cura  Hidalgo.» 


GUERRA  1)H  INDEPENDENCIA 


Wl^ 


!&  BPAiiliS  DE  Mil 


JESÚS  M.    ESCUDERO. 


%n 


Voila  en  gage  nion  é])ée: 
j'y  vais  la  reprendre! 

F.  FÉLIX. 


Entre  todos  los  proceres  de  la  libertad  americana,  entre  los  más  es- 
forzados capitanes  insurgentes  de  las  dos  vastas  penínsulas  que  forman 
el  Continente,  entre  los  genios  militares  más  extraordinarios,  se  eleva 
la  más  excelsa  figura  que  admirar  pudieran  las  naciones:  ¡Morelos!  Nin- 
guno le  aventaja,  ninguno  como  él,  fué  el  prototipo  más  completo  del 
mártir  que,  traspasando  los  humanos  límites,  invadiera  el  legendario 
olimpo  de  los  semi-dioses,  y  con  toda  verdad  conquistara  gloriosa 
inmortalidad.  Nadie  como  él  ejerció  más  poderoso  y  eficaz  influjo  en 
la  emancipación  de  las  colonias  españolas,  todas,  de  aquende  el  Atlán- 
tico. 

Y  estas  afirmaciones  no  descansan  en  lej'endas  más  ó  menos  fantás- 
ticas, no,  sino  en  hechos  portentosos,  real  3'  verdaderamente  ciertos, 
consignados  imparcial  y  explícitamente  en  la  Historia,  aun  por  los  no- 
toriamente apasionados  detractores  de  la  causa  de  la  Independenci;i 
de  México. 

Anales.  T.  IV.— 12. 


90 

Morelos  fué  el  primer  ^enio  militar  de  su  siglo  en  ambas  Américas, 
y  quizás  en  el  mundo  entero.  Xo  afirmo  en  lo  absoluto  lo  último,  por- 
que, desde  luego,  la  índole  y  dimensiones  del  presente  estudio  no  me 
permitirían  probar  mis  asertos,  no  siéndome  posible  establecer  compa- 
raciones entre  el  prohombre  de  que  justamente  se  enorgullece  México, 
y  cada  uno  de  los  remarcables  paladines  de  las  otras  partes  mundia- 
les, en  virtud  de  las  disímbolas  circunstancias  de  unos  3'  otros.  Limito, 
pues,  mi  modesta  labor  á  lo  que  aun  en  el  día  se  llama  la  América 
española,  agitada  por  causas,  miras  é  intereses  de  absoluta  identidad, 
en  los  primeros  albores  del  siglo  XIX. 

No  lo  igualan,  ni  menos  lo  superan,  los  ilustres  patriotas  de  la  Ban- 
da Oriental  del  Plata,  que  se  llaman  Artigas,  Benavides,  López  y  Ron- 
deau;  no,  los  altoperuanos  Saavedra  y  Moreno;  no,  los  generosos 
argentinos  Belgrano,  Balcarce,  Castelli,  Alvear,  Ocampo,  Puyrredón, 
Rivadavia,  San  Martín;  tampoco  el  valiente  chileno  O'Higgins,  ni  Ala- 
riño;  ni  el  mismo  venolozano  Aliranda,  que  antes  había  obtenido  lau- 
ros en  Francia  al  lado  de  Dumouriez  y  también  había  tenido  el  honor 
de  luchar  bajo  las  banderas  de  Washington,  en  las  antiguas  colonias 
inglesas  del  Xorte  que  hoy  forman  nuestra  vecina  república;  ni  siquie- 
ra el  más  distinguido  campeón  venezolano,  Bolívar,  el  apellidado  Li- 
bertador  ! 

¿Por  qué? — Abramos  la  biblia  de  la  historia,  y  despojados  de  toda 
pasión,  contemplemos  los  hechos  de  todos  y  cada  uno:  el  laudo  de  este 
gran  libro,  arbitro  imparcial  \- justiciero,  al  dar  á  cada  cual  lo  que  me- 
rece, nos  colocará  en  primera  línea,  y  sobre  toda  la  esplendente  plé3'a- 
de  de  inmortales  latino-americanos  irradiarán  las  indeficientes  y  pode- 
rosas fulguraciones  del  almo  sol  de  América,  Morelos. 

Señalemos  los  acontecimientos  históricos  más  notables  de  la  época 
para  comparar  la  trascendencia  y  utilidad  de  las  campañas  de  todos 3- 
cada  uno  de  los  principales  caudillos  de  todos  los  pueblos  latino-ame- 
ricanos; desde  Ocampo,  San  Martín,  etc.  3'  Bolívar,  el  más  distinguido 
de  los  del  Sur,  hasta  Morelos,  el  primero  entre  los  más  esclarecidos  de 
la  totalidad,  no  por  el  brillo  de  sus  victorias,  sino  porque  éstas  y  aun 
su  misma  muerte  de  águila  que  cae,  noble  3"  digna,  fueron  material  y 
moralmente  tan  fecundas  en  bienes  inmediatos  para  la  causa  común  de 
la  libertad,  como  fecundísimas  fueron  también  en  desastres  de  todo  gé- 
nero para  la  opresión. 

Al  mencionar  ligeramente  los  sucesos  de  una  3-  de  otra  región,  hare- 
mos previamente  notar  las  diferencias  3-  semejanzas  que  guardaban 
entre  sí  las  naciones  que  en  los  actuales  momentos  celebran  el  primer  cen- 
tenario de  su  emancipación,  para  concluir  en  que  á  México  corresponde 
la  preeminencia  por  haber  sido  la  primera,  cronológicamente  3- en  todo 
orden  de  ideas,  que  se  lanzó  á  la  rebelión  3-  supo  por  sí  sola  recuperar 
su  soberanía. 


91 


II. 


Al  comienzo  de  la  dominación  española,  en  el  Sur  de  nuestro  Conti- 
nente, se  estableció  el  Virreinato  del  Perú,  y  á  éste  siguió  el  de  Nueva 
Gríinada,  y  las  audiencias  anexas  á  dichos  virreinatos,  así  como  las 
capitanías  generales  de  Caracas  y  Chile.  En  1559  se  erigió  la  Real 
Audiencia  de  Charcas,  con  asiento  en  Chuquisaca,  Alto  Perú  (hoy  So- 
livia), y  su  jurisdicción  se  extendía  á  todo  lo  que  hoy  es  el  Departa- 
mento peruano  del  Puno,  al  Paragua3'  y  á  la  Provincia  argentina  del 
Tucumán.  Los  jesuítas,  desde  1593,  fueron  fundando  parroquias  en 
el  Paraguay-  para  convertir  indios  á  la  fé  católica.  Estas  parroqviias, 
que  se  llamaron  reducciones  ó  misiones,  llegaron  á  sumar  hasta  33,  y 
los  hijos  de  S.  Ignacio,  ([ue,  en  honor  de  la  verdad  sea  dicho,  contribu- 
yeron eficazmente  á  la  civilización  de  aquellas  comarcas,  alcanzaron 
tal  predominio  sobre  conquistadores  y  conquistados,  que  verdadera- 
mente reinó  en  todo  el  país  la  poderosa  Sociedad  de  Jesús.  En  1750 
España  cedió  al  Reino  de  Portugal  el  territorio  ocupado  por  las  reduc- 
ciones; pero  once  años  después  se  incautó  del  mismo,  expulsando  más 
tarde   á  los  misioneros  ó  reductores. 

Por  real  cédula  de  1"  de  agosto  de  1776  fué  creado  otro  Virreinato, 
el  de  Río  de  la  Plata,  que  comprendía  lo  que  hoy  es  República  Argenti- 
na, Paraguay,  Banda  Oriental  (Urugua}')  y  el  Alto  Perú  (la  cuarta 
parte  de  Sud  América).  El  primer  virre}-  ftiéD.  Pedro  de Zeballos,  que  só- 
lo gobernó  seis  meses  más  ó  menos,  sucediéndole  el  que  verdaderamen- 
te inauguró  el  régimen  virreinal,  tan  felizmente  liberal  en  Buenos  Aires, 
D.  Juan  José  de  Vértiz,  de  grata  memoria,  mexicano  de  origen,  1  que 
debido  precisamente  á  su  nacionalidad,  2  gobernó  dignamente  la  colo- 
nia más  de  quince  años,  haciéndola  prosperar  en  todos  sentidos,  prin- 
cipalmente en  el  orden  intelectual,  pues  que  desde  antes  de  la  erección 
del  Virreinato,  siendo  Gobernador  de  Buenos  Aires,  supo  emplear 
los  cuantiosos  bienes  de  los  jesuítas,  expulsados  por  su  antecesor  el 
Gobernador  D.  Francisco  Bucareli,  en  fomentar  la  educación3' beneficen- 
cia públicas;  á  su  gobierno  se  deben  las  mej  oras  introducidas  en  la  capital, 
fundación  de  paseos,  hospitales,  casas  de  correción  y  de  expósitos,  intro- 
ducción de  alumbrado,  construcción  de  fincas  y  muchas  obras  que  lo 
acreditan  de  hábil  y  progresista.  Llevó  á  cabo  la  exploración  de  la  Pata- 
gonia,  y  á  orillas  del  Río  Negro  fundó  la  ciudad  del  Carmen. 

Después  de  quince  años  de  importantes  servicios,  Vértiz  solicitó  su 
retiro,  el  cual  le  fué  concedido  en  términos  honoríficos  en  1784. 

No  poca  fortuna  tuvo  el  pueblo  argentino  con  c]ue  su  gobierno  vi- 

1  C.  M.  Urien. — Hist.  y  Geografia  Argentinas. — Págs.  22  y  23. 

2  Ibíd. — Págs.  citadas. 


92 

rreinal  principiara  bajo  tan  felices  auspicios,  \'  no  es  menor  nuestra 
satisfacción  al  considerar  que  ciuien  así  lo  educaba  y  sabiamente  lo 
preparaba  en  cierto  modo  á  la  conquista  de  un  envidiable  destino,  era 
un  hijo  de  México,  verdadera  cuna  de  las   libertades   americanas.    Dice 

Urien:  « y  á  este  origen  se  debe  sin  duda  el  progreso  que  imprimió 

su  gobierno  á  estas  regiones,  porque  Vértiz,  inspirado  en  el  espíritu 
nuevo,  llegó  á  consumar  ima  revolución  moral  en  las  ideas  y  en  las  cos- 
tumbres de  su  época.» 

A  Vértiz  lo  reemplazó  D.  Nicolás  Cristóbal  del  Campo,  Marqués 
de  Loreto,  tercer  Virrej^  de  Buenos  Aires.  Durante  su  administración 
nada  ocurrió  notable,  ni  se  distinguió,  como  su  antecesor,  por  un  espíri- 
tu liberal  y  progresista  (1784-1792).  l 

Al  Marqués  de  Loreto  sucedió  el  Teniente  General  D.  Nicolás  de 
Arredondo  (4"  Virrey),  cjue  duró  hasta  1795.  En  esa  época  se  expor- 
taron algunos  miles  de  pieles  de  caballo  y  se  introdujeron  en  cambio, 
al  país,  esclavos  negros  en  grande  escala.  Ya  entonces  empezó  á  figurar 
en  la  administración  D.  Manuel  Belgrano,  como  primer  secretario  del 
recién  establecido  Tribunal  del  Consulado. 

De  1795  á  1797  gobernó  el  5'^'  Virrey  D.  Pedro  Meló  y  Portugal, 
ciuien  falleció  en  Montevideo  el  mes  de  abril  de  este  tiltimo  año,  y  no 
fué  reemplazado  sino  hasta  marzo  de  1799,  por  el  6°  Virrey,  Marqués 
D.Gabriel  Aviles  y  del  Fierro,  que  promovido  al  año  siguiente  al  Virrei- 
nato del  Perú,  fué  substituido  por  el  Mariscal  del  Pino  y  Rojas,  en  cuyo 
gobierno  se  inauguró  el  nuevo  siglo  con  el  primer  periódico  que  túvola 
colonia,  el  «Telégrafo  Mercantil,»  c^ue  fué  suprimido  en  octubre  de  1801 
por  orden  del  Virrey,  publicándose  en  cambio,  desde  diciembre  del  mis- 
mo año,  «El  Semanario  de  Agricultura,  Indvistria  y  Comercio,»  redac- 
tado por  D.  Hipólito  Viej'tes. 

En  el  tiempo  de  del  Pino  se  fundaron  en  Buenos  Aires  una  Escuela 
de  Pintura  3'  otra  de  Francés,  y  cátedras  de  Química,  Anatomía  y  Me- 
dicina (1801-1804). 

Al  Mariscal  del  Pino  sucedió  el  8°  Virrey,  el  Marqués  de  Sobremon- 
te.  Durante  su  administración  ttivieron  lugar  en  ambos  mundos  su- 
cesos políticos  que  directa  ó  indirectamente  influyeron  en  favor  de  los 
destinos  de  las  posesiones  españolas  del  Plata. 

En  virtud  de  la  conducta  de  España  hacia  Napoleón,  la  Gran  Bre- 
taña, en  guerra  con  Francia,  cre3'ó  conveniente  apoderarse  de  cuatro 
fragatas  españolas  cjue  llevaban  caudales  del  Río  de  la  Plata  á  la  Pe- 
nínsula; este  acto  de  piratería  hizo  que  Carlos  IV  declarase  la  guerra 
al  Gobierno  Británico,  y  aliado  con  Francia  empeñase  el  desastroso 
combate  de  Trafalgar,  donde  España  sufrió  el  golpe  decisivo  de  muer- 
te, como  potencia  naval,  que  la  imposibilitó  para  la  defensa  marítima 
de  sus  colonias  americanas. 

1   Ibídem.— Pág.  23. 


93 

Así  fué  fácil  á  Sir  Guillermo  Car  Berresford,  después  de  posesionar- 
se de  la  colonia  holandesa  del  Cabo  de  Buena  Esperanza,  entrar  al  Rio 
de  la  Plata  el  6  de  julio  de  1806,  l  y  desembarcar  en  la  costa  de  Quil- 
mes  mil  seiscientos  treinta  y  cinco  soldados  que  se  apoderaron,  por 
sorpresa,  de  Buenos  Aires,  dispersando  á  setecientos  vecinos  monta- 
dos, que  fué  la  única  fuerza  que  el  Virrey-  pudo  oponer  al  invasor.  Nó- 
tese la  debilidad  de  España  en  el  Mediodía,  si  se  tiene  en  cuenta  el  for- 
midable ejército  que  entre  nosotros  y  con  nosotros  sostenía  en  el 
Septentrión. 

El  Alarqués  de  Sobremonte  huyó  vergonzosamente  á  Córdoba.  (Sus 
defensores  dicen  que  para  reunir  las  tropas  del  Virreinato  y  recuperar 
la  ciudad  perdida.) 

El  enemigo  saqueó  las  cajas  fiscales  y  extrajo  de  ellas  $1.43S,4-14-.00^ 
que  mandó  á  Londres,  para  dar  una  idea  de  las  riquezas  del  Pla- 
ta, lo  que  produjo  un  efecto  extraordinario  y  alentó  al  Gobierno  inglés 
á  enviar  al  año  siguiente  una  nueva  expedición,  más  poderosa,  contra 
tan  tentadoras  y  descuidadas  regiones. 

No  podemos  dispensamos  de  copiar,  en  apoj^o  nuestro,  á  uno  de  los 
dos  autores  antes  citados,  para  realzar  más  el  contraste  que  ofrecían 
los  virreinatos  de  México  y  Buenos  Aires  al  comenzar  la  centuria  que 
hoy  celebramos. 

Así  cuenta  este  episodio: 

«Berresford  expidió  una  proclama,  procurando  tranquilizar  al  pue- 
l)lo;  ofreció  garantías  á  las  personas  y  propiedad  particular,  preconi- 
zando al  mismo  tiempo  el  derecho  soberano  adquirido  por  su  rey  en  vir- 
tud de  la  victoria. 

"Alientras  los  servidores  del  re^^  abandonaban  en  manos  del  ene- 
migo la  capital  del  virreinato,  el  pueblo,  guiado  por  sus  propios  ins- 
tintos, no  pensó  más  que  en  la  reconquista,  y  decidió  prepararse  á  la  lu- 
cha para  expulsar  al  invasor. 

«El  nervio  y  el  alma  de  este  movimiento  meinorable  fueron  don  Mar- 
tín de  Alzaga,  Alcalde  de  primer  voto  y  el  Capitán  de  navio  Santiago 
Liniers,  marino  francés  al  servicio  de  España,  que,  al  mando  de  un  bu- 
c(ue,  se  encontraba  en  la  Ensenada  de  Barragán  cuando  se  rindió  la 
capital,  y  que  pasó  á  Montevideo  con  el  objeto  de  promover  una  expe- 
dición contra  los  invasores. 

«Organizado  el  ejército  en  Montevideo  el  día  23  de  julio,  salió  Liniers 
déla  Colonia  con  una  fuerza  de  más  de  mil  hombres,  en  una  escuadri- 
lla de  embarcaciones  pequeñas.  Favorecida  poruña  espesa  niebla,  llegó, 
sin  ser  vista  por  los  buques  ingleses,  al  Puerto  del  Tigre,  estableciendo 
un  cuartel  general  en  el  pueblo  de  San  Femando.  Mientras  tanto,  los 
alcaldes  de  la  campaña  de  Buenos  Aires, unidos  á  Juan  Martín  de  Pui- 

1  Urien  afirma  que  la  acción  tuvo  lugar  en  la  fecha  indicada;  pero  Magariños  Cer- 
vantes asienta  que  el  desembarco  de  Quilmes,  á  4  leguas  de  la  ciudad,  se  efectuó  el  15  de 
de  junio,  y  que  Berresford  entró  en  Buenos  Aires  el  día  27. 


94 

rredón  l  y  Martín  de  Alza,s:a,  reunieron  algunas  milicias  y  empeñaron 
una  refriega  con  los  ingleses  (31  de  julio)  en  la  chacra  de  Pedriel,  á 
cuatro  leguas  de  la  ciudad.  Aunque  los  ingleses  dispersaron  fácilmen- 
te aquel  grupo  de  vecinos,  estas  partidas  se  unieron  á  la  división  de  Li- 
niers,  engrosada  por  los  vecinos  de  la  costa  y  muchos  jóvenes  que  ha- 
bían partido  de  la  ciudad. 

«El  10  de  agosto,  Liniers,  á  la  cabeza  de  un  ejército  de  dos  milhom- 
bres, ocupaba  los  arrabales  del  Oeste  de  Buenos  Aires  (Corrales  de  Ali- 
serere,  hoy  Plaza  11  de  septiembre),  y  desde  allí  intimó  rendición  al 
General  inglés,  dándole  15  minutos  de  término  para  decidirse,  siendo 
desechadas  sus  proposiciones.  Entonces  el  ejército  déla  reconquista  se 
dirigió  á  la  plaza  de  toros,  hoy  San  Martín,  donde  estaba  el  parque  de 
artillería  de  la  ciudad,  defendido  por  una  pequeña  fuerza  inglesa. 
Aquí  tuvo  lugar  el  primer  encuentro,  y  el  parque  fué  tomado  á  la  bayo- 
neta. Berresford  tuvo  que  reconcentrarse  en  el  corazón  de  la  ciudad, 
reduciendo  la  defensa  al  estrecho  recinto  de  la  plaza  maj-or  (ho^'  Victo- 
ria) y  á  las  calles  vecinas.  El  12  de  agosto,  Liniers,  que  había  dividi- 
do su  ejército  en  cuatro  columnas,  atacó  casi  simultáneamente  por  las 
calles  del  Norte  y  del  Oeste  que  conducen  á  la  plaza,  donde  las  avanza- 
das inglesas  habían  tenido  cjue  replegarse,  hostilizadas  por  el  fuego  que 
el  vecindario  hacía  desde  los  balcones  }'  azoteas.  Después  de  dos  horas 
de  sangrienta  lucha ,  Berresford  se  vio  obligado  á  encerrarse  en  el  ftierte  de 
San  Juan  de  Austria  (hoy  casa  delgobiemo  nacional), desdedondele- 
vantó  á  los  pocos  momentos  bandera  de  parlamento,  convencido  de 
la  imposibilidad  de  sostenerse.  Liniers  le  exigió  se  entregase  á  discre- 
ción, y  el  General  inglés  no  tuvo  otro  medio  que  hacerlo,  enarbolando 
el  pabellón  español,  después  de  sostener  dignamente  el  honor  de  sus  ar- 
mas.   Berresford  quedó  prisionero  con  todos  sus  soldados. 

«La  victoria  del  12  de  agosto  de  1806  reveló  al  pueblo  de  Buenos 
Aires  su  virilidad  y  le  hizo  presentir  los  destinos  que  le  aguardaban. 

«La  conducta  del  Virrey  Sobremonte,  durante  estos  sucesos,  levan- 
tó un  grito  general  de  indignación,  y  como  consecuencia  de  ella,  el  14 
de  agosto  de  1806  el  Cabildo  convocó  á  los  vecinos  principales,  y  la 
Asamblea  decidió  la  suspensión  de  Sobremonte  3- el  nombramiento  de  Li- 
niers como  jefe  político  y  militar.  (Adviértese  aquí  que  el  pueljlo  de  la 
capital  del  Virreinato,  en  fuerza  de  las  circustancias  excepcionales, 
es  cierto,  iba  entrando  ya  de  hecho  en  el  goce  pleno  de  sus  derechos,  pues 
que  se  le  convocaba  para  que  se  reuniese  á  tomar  parte  en  la  dirección 
de  los  asuntos  públicos,  y  en  asamblea  popular  se  destituía  al  más  alto 
funcionario,  lo  que  traducirían  los  anglo— americanos  actuales  con  es- 
tas dos  palabras  unidas:  «Self  Gouvernment.»  ¿Sucedería  algo  semejan- 
te en  la  Nueva  España?)  Mientras  este  sviceso  acontecía,  Sobremonte 
se  había  trasladado  á  Montevideo  para  hacerse  cargo  de  la  defensa  de 
la  plaza. 

1    ó  Puirredón,  que  más  tarde  fijíuraría  valienteiiiente  entre  los  independientes. 


95 

«Entretanto,  la  conquista  británica  amenazaba  ser  renovada  y  era 
]ireciso  prepararse  para  la  defensa.  A  todo  proveyó  la  Asamblea  del 
Caljildo  del  1-i  de  af^osto.  La  reconquista  tuvo  la  virtud  de  despertar 
un  espíritu  guerrero  en  todas  las  clases  y  los  peligros  de  la  situación 
fueron  causa  de  cjue  las  autoridades  fomentasen  el  ardor  militar,  po- 
niéndose el  Cabildo  resueltamente  á  la  cabeza  del  movimiento.  Se  dis- 
puso el  alistamiento  de  todos  los  ciudadanos,  sin  distinción  de  clase. 
Los  criollos  formaron  el  Regimiento  de  Patricios  y  el  Batallón  de  Arri- 
beños ó  Provincianos;  los  españoles  organizaron  los  batallones  que  se 
llamaron  de  Gallegos,  Andaluces,  Vizcaínos  y  otros,  según  la  provincia 
á  que  pertenecían  los  qvie  lo  formaban.  (Este  hecho  corrobora  lo  enun- 
ciado poco  ha,  y  obliga  á  calcularcuán  diferentes  sistemas  de  gobierno 
hubo  en  una  y  otra  colonias:  los  nueve  virreyes  de  la  del  Sur  concedían 
la  calidad  de  ciudadanos  á  sus  gobernados,  sin  distinción  de  clase:  allí 
casi  no  había  diversidad  de  castas;  los  63  vicemajestades  (hechas  pocas 
honrosas  excepciones)  de  la  del  Norte,  veían  en  los  oprimidos,  si  no  bes- 
tias de  carga ,  «siei-vos  que  nacieron  para  callar  r  obedecer. »  Allá  el  go- 
bierno 3' el  ejército  estaban  en  manos  de  criollos  casi  por  completo;  aquí 
los  hijos  todos  del  país  nunca  pasaron  de  puestos  inferiores.  También 
confirma  lo  transcrito,  nuestra  opinión  de  la  escasez  de  tropas  regulares 
españolas  ó  realistas  en  las  provincias  de  aquel  virreino,  un  poco  me- 
nos desprovisto  de  defensa  que  las  otras  posesiones  españolas  del  Sur.) 

«En  momentos  que  se  festejaba  en  Londres  la  toma  de  Buenos  Aires, 
\'  se  aceleraba  la  segimda  invasión  con  el  fin  de  consolidar  la  domina- 
ción Ijritánica,  llegaba  allí,  casi  simultáneamente,  la  noticia  de  la  recon- 
quista, dando  lugar  con  este  hecho  á  que  se  aprontara  con  más  veloci- 
dad la  nueva  expedición.  Dos  meses  después  de  la  rendición  de  Berres- 
ford,  el  General  Sir  Home  Popham  atacaba  á  Montevideo,  ansioso  de 
apoderarse  de  la  llave  del  Plata,  lo  cual  consiguió  mediante  un  ataque 
desesperado:  toda  la  Banda  Oriental  cayó  en  su  poder.  Alentados  los 
ingleses  por  el  buen  éxito  con  que  al  parecer  se  empeñaba  la  fortuna  en 
secundar  sus  planes  de  dominio, determinaron  lavar  la  manchadesu  pa- 
sada derrota,  apoderándose  de  la  capital  del  virreinato,  teatro  de  su 
desdoro  y  humillación.  El  Teniente  General  Whitelocke,  inteligente  y 
esforzado  guerrero,  fué  encargado  de  llevar  á  cabo  tan  alta  empresa. 

«Lleno  de  confianza  y  protegido  por  61  buques,  salta  con  doce  mil  ve- 
teranos en  las  playas  de  Buenos  Aires  el  1'  de  julio  de  1807  (Ensenada 
de  Barragán).  Acto  continuo  marcha  el  ejército  inglés  3^  llega  á  esta- 
cionarse á  la  plaza  11  de  septiembre,  donde  chocan  los  antagonistas, 
siendo  desfavorable  el  lance  para  Liniers.  El  4-,  le  intima  rendición  el 
jefe  sitiador;  pero  Liniers  le  contesta  que  se  defenderá.  El  6,  resolvie- 
ron los  ingleses  atacar  la  ciudad;  para  el  efecto,  sedividieron  en  tres  co- 
lumnas cjue  marcharon  indistintamente  por  las  calles  de  Defensa,  una; 
por  la  de  B.  Mitre  (de  las  Torres),  otra,  y  la  tercera  por  la  hoy  Char- 
cas, hasta  el  Retiro.    La  primera  se  apoderó  de  Santo  Domingo;  la  se- 


96 

gunda  de  San  Miguel;  la  tercera  del  Retiro,  pasando  en  seguida  á  San- 
ta Catalina.  Heroica  fué  la  resistencia;  A'  á  pesar  de  estos  triunfos,  á 
las  cinco  de  la  tarde  caían  vencidos  los  ingleses,  los  cuales,  renovando 
el  ataque  al  día  siguiente  con  las  tropas  de  reserva,  lo  fueron  doblemen- 
te, dando  por  resultado  definitivo,  que,  los  que  no  se  hallaban  muertos, 
fuesen  heridos  ó  prisioneros.  Victoria  tan  espléndida  del  pueblo,  obli- 
gó al  invasor,  no  sólo  á  abandonar  á  Buenos  Aires,  sino  también  las 
plazas  de  la  Banda  Oriental,  en  el  término  de  tres  meses. 

«En  las  luchas  contra  los  ingleses,  los  hijos  del  país  adquirieron  la 
conciencia  de  su  valor  y  se  dieron  cuenta  de  lo  que  eran  capaces.  Pen- 
saron que,  así  como  se  hallaron  con  fuerza  suficiente  para  rechazar  un 
enemigo  poderoso,  bien  podían  independizarse  de  España.  De  las  se- 
millas que  sembraron  los  ingleses,  germinó  el  25  de  mayo  de  1810.» 


El  objeto  de  trasladar  aquí  las  palabras  mismas  de  este  fidedigno 
escritor,  es  no  escatimar  al  noble  pueblo  argentino  los  aplausos  que 
merecen  sus  más  heroicas  hazañas:  mas  como  sería  interminable  esta 
labor,  ya  no  nos  será  posible  detenemos  en  detalles  y  continuaremos  la 
narración  histórica  de  la  manera  más  sucinta. 


Durante  la  suspensión  de  Sobremonte,  Liniers,  D.  Jaime  ó  D.  San 
tiago  (Jacques),  permaneció  en  el  gobierno  lleno  de  legítimos  ho- 
nores; ascendido  á  Mariscal,  justa  recompensa  que  á  sus  servicios  le 
acordó  la  Corona,  hasta  que  el  noveno  y  último  Virrey'  del  Ríodela  Pla- 
ta, D.  Baltasar  Hidalgo  de  Cisneros,enl809,  tomó  posesión  de  su  car- 
go.  1806-1809. 

Cisneros  fué  nombrado  por  la  Junta  de  Sevilla,  la  que  declaró  la 
guerra  á  Napoleón  cuando  Femando  VH  estaba  prisionero  en  Bayona. 

La  primera  dificultad  que  halló  el  Virrey  D.  Baltasar  al  llegar  al 
poder,  fué  la  escasez  de  numerario  para  atender  á  los  pagos  de  los  gas- 
tos más  indispensables  del  gobierno;  cierto  que  al  sigiiiente  año  se  tri- 
plicaron las  rentas  aduanales,  debido  á  que  á  instancias  de  Moreno  (el 
mismo  primer  secretario)  permitió  que  se  embarcaran  en  barcos  ingle- 
ses pieles  y  lanas  3-  se  autorizó  á  los  mismos  buques  desembarcar  sus 
mercancías;  pero  ya  estas  ventajas  no  serían  para  la  Corona,  sino  pa- 
ra sus  futuros  rebeldes. 

A  la  mitad  de  marzo  de  1810  se  supo  que  los  franceses,  acampados 
en  Córdoba  y  Sevilla,  España,  habían  dispersado  las  Juntas  guberna- 
tivas, y  el  Virrey  comunicó  al  pueblo,  en  una  proclama  expedida  el  18 


Anales. — Tomh  I\', 


LÁii.  '!. 


Simón  Bdlívar. 


97 

del  mismo  mes,  la  triste  situación  de  la  Metrópoli,  i  El  Cabildo,  con 
fecha  21  de  maA'O,  pasó  un  oficio  al  Virrey  pidiéndole  permiso  upara 
convocar  la  principal  y  inás  sana  parte  del  vecindario,  á  fin  de  que,  en 
un  congreso  público,  expresase  la  voluntad  general  y  acordase  las  me- 
didas más  oportunas  para  evitar  toda  desgracia  y  asegurar  su  suerte 
venidera.»  - 

Muy  á  su  pesar  accedió  el  Virrey,  amilanado  por  los  alarmantes  sín- 
tomas y  rumores  siniestros  que  corrían  entre  el  pueblo,  cuya  actitud  le 
causó  miedo,  miedo  que  Castelli  supo  explotar  audazmente  exagerán- 
dole el  peligro  que  le  amenazaba.  3 

«Además,  dice  Unen,  las  tropas  mandadas  por  D.  Cornelio  Saave- 
dra,  particularmente  los  batallones  patricios,  estaban  ganados  por  los 
revolucionarios.»  -^ 

Impotente  el  Virre3' para  luchar,  consintió  al  fin  en  que  se  convocara 
la  parte  sana  del  vecindario  para  cjue  expresase  la  voluntad  del  pueblo. 

La  asamblea  popular,  que  constaba  de  600  notables  del  país  5  (un 
ejército),  se  reunió  el  día  22  de  mayo  en  la  galería  superior  del  Cabildo, 
y  se  declaró  en  ella  que  no  siendo  compatibles  la  autoridad  del  Virrevy 
la  tranquilidad  pública,  el  Cabildo  se  abrogaba  la  facultad  de  nombrar 
una  junta  capaz  de  ejercer  dicha  autoridad.  El  partido  europeo  obtu- 
vo que  Cisneros  fuese  nombrado  Presidente  de  la  Junta;  pero  el  pueblo, 
que  desde  el  24  se  había  reunido  en  la  plaza  principal  gritando  que  sa- 
liese al  balcón  el  Caballero  Síndico  Procurador  D.  Julián  de  Le3'va,  pro- 
testó contra  la  presidencia  de  Cisneros,  y,  aunque  el  Caballero  Síndico 
salió,  en  efecto,  al  balcón,  recomendándole  que  no  perturbase  el  orden, 
que  se  retirase,  cpie  ellos  (los  cabildantes)  estaban  trabajando  por  el 
bien  público,  el  pueblo  gritó  con  más  fuerza: 

«Lo  que  queremos  es  deponer  al  Virrey-. » 

Cisneros  renunció  entonces;  los  españoles  se  resignaron  3-  LcA'va 
anunció  á  los  bonaerenses  su  fácil  triunfo. 

¡Qué  btiena  fe  la  del  Virrey!  ¡Qué  afortunado  Síndico!  ¡Quédocilidad 
de  europeos!    ¡Qué  majestad  de  pueblo  soberano! 

¡Cuan  distinto  el  cuadro  si  nos  trasladamos  en  espíritu  á  nuestra 
colonia  y  repasamos  los  disímbolos  nombres  de  Iturrigara 3-,  de  la  blan- 
ca víctima  de  Verdad,  de  Azcárate,  de  los  siniestros  oidores  Aguirre  y 
Bataller,  de  Bravo  el  Inquisidor,  de  Gabriel  J.  de  Yermo  3^  sus  tenebro- 
sos esbirros,  y  sobre  todo,  si  evocamos  la  postrada  condición  del  me- 
droso rebaño  cu3-o  nombre  santificó  con  su  sangre  el  Protomártir  del 
Continente! 

1  Autor  anónimo  (se  firma  A.  de  A.)  dice:  « informó  á  los  habitantes  de  los  suce- 
sos de  la  Península  y  de  su  incertidumbre  sobre  la  legitimidad  de  su  propia  autoridad.» 

2  Magariños. — Estudios  históricos  sobre  el  Río  de  la  Plata. — Págs.  102—3. 

3  Ibídem. — Página  116. 

4-   Hist.  y  Geogr.  argentinas. — Pág.  28. 

5  R.  C— Hist.  de  la  América  del  Sur.— Pág.  110. 

Anales.  T.  IV.— 13. 


98 

El  día  25  de  ma3^o  de  1810,  iiltimo  de  la  dominación  en  la  capital  de 
aquel  Virreinato,  el  Cabildo  publicó  una  acta,  estableciendo  la  Junta 
de  Gobierno,  formada  así: 

Presidente,  Vocal  y  Comandante  general  de  armas,  D.  Comelio  de 
Saavedra;  Vocales:  Dr.  D.  Juan  José  Castelli,  Dr.  D.  Manuel  Alberti, 
Lie.  D.  Alanuel  Belgrano,  D.  Miguel  de  Azcuénega,  D.  Domingo  Mateu 
y  D.  Juan  de  Larrea,  y  Secretarios,  los  Dres.  D.  Mariano  Moreno  y  D. 
Juan  José  de  Passo. 

En  la  tarde  del  mismo  25  todos  los  miembros  de  la  Junta  otorgaron 
el  juramento  respectivo,  y,  desde  uno  de  los  balcones  el  Presidente 
arengó  al  pueblo  y  le  recomendó  orden,  circunspección  y  armonía. 


Triunfante  la  revolución  en  la  capital,  la  Junta  revolucionaria  se 
erigió  en  Poder  Ejecutivo,  y  se  propuso  llevarla  revolución  á  las  inten- 
dencias todas  que  habían  integrado  el  Virreinato;  pero  algunos  realis- 
tas influyentes  como  Liniers  y  el  marino  Juan  Gutiérrez  de  la  Concha, 
Gobernador  de  Córdoba,  que  de  acuerdo  con  el  Virrey,  que  se  hallaba 
asilado  en  aquella  ciudad  y  arrepentido  tardíamente  de  su  debilidad, 
pretendían  contrarrestar  el  movimiento  de  los  independientes  y  trata- 
ban de  organizar  un  ejército  que  marchara  sobre  Buenos  Aires.  Sabe- 
dora la  Junta  de  lo  que  se  tramaba,  envió  una  división,  con  el  título  de 
auxiliadora,  fuerte  de  un  mil  doscientos  hombres  al  mando  de  los  co- 
roneles Ortiz  de  Campo  y  Antonio  Balcarce,  la  cual  dio  alcance  en  Ca- 
beza de  Tigre  á  los  reaccionarios  Liniers,  Concha,  Allende  y  Rodríguez, 
los  que  fueron  pasados  por  las  armas  en  el  Monte  de  los  Papaga^^os. 
El  Virre3-  y  los  miembros  de  la  Audiencia,  en  castigo  de  su  complicidad 
en  la  reacción,  fueron  expulsados  á  las  Islas  Canarias. 

Después  de  este  acontecimiento,  el  ejército  de  Ocampo  recibió  refuer- 
zos y  orden  de  marchar  al  Norte  hacia  el  Alto  Perú  á  batirá  los  realistas, 
generales  Go^-oneche  y  Xieto  y  Coronel  Córdoba.  Córdoba  fué  derro- 
tado en  Tupiza  por  Balcarce,  á  quien  tocó  la  primera  victoria  sobre  los 
realistas.  Nieto  y  Goyoneche  fueron  derrotados  también  en  Santiago  y 
Gotagaita.  Córdoba  3-  Nieto  fueron  fusilados,  lo  que  nos  obliga  á  con- 
fesar que  los  primeros  actores  de  la  revolución  argentina  torpemente 
inauguraron  con  crueldades  la  campaña,  y  las  represalias,  consecuen- 
cia de  tales  actos  de  barbarie,  si  no  pueden  atribuirse  á  ellos,  justo  es 
decirlo,  con  menos  razón  á  sus  adversarios. 

D.  Juan  José  Passo  fué  comisionado  para  participar  al  pueblo  de 
Montevideo  el  nuevo  régimen,  al  que  se  opusieron  algunos  partidos 
formados  por  europeos  y  fortalecidos  con  la  llegada  de  tropas  españo- 
las al  mando  del  General  Elio,  quien  tomó  el  título  de  Capitán  General. 

Entre  tanto,  Belgrano,  á  la  cabeza  de  novecientos  hombres  marchó 


99 

á  someter  al  Paraguay-,  que  gobernaba  el  Intendente  Velasco.  Yedro, 
íjue  conuindaba  á  los  paragnaA-os,  derrotó,  en  29  de  enero  y  9  de  mar- 
zo de  1811  sucesivamente,  en  Paraguari  yTel)icuar¡,  á  Belgrano,  quien 
se  vio  obligado  á  repasar  el  Paraná,  después  de  haber  convenido  en  un 
acuerdo  ó  capitulación  que  sancionaba  la  segregación  de  aquel  ])aís, 
que,  á  pesar  de  caer  bajo  la  influencia  de  su  futuro  tiranodictador  José 
Gaspjir  Rodríguez  de  Francia,  aseguró  definitivamente  su  Indepen- 
dencia. 

Después  de  las  victorias  de  Ocampo  y  Balcarce  en  el  Norte,  cuando 
aumentado  su  ejército  con  cinco  mil  hombres  se  preparaba  á  invadir  el 
Perú,  gobernado  ]Dor  el  \'irrey  Abascal,  Castelli,  que  los  seguía  como 
Gobernador  del  Alto  Períi,  celebró  con  GoA'oneche  un  armisticio  propues- 
to por  el  Ayuntamiento  de  Lima  y  aceptado  por  la  Junta  de  Buenos 
Aires. 

No  teniendo  los  independientes  á  otro  enemigo  sino  á  Elio,  que  en 
nombre  del  Gobierno  español  bloqueaba  al  Puerto  de  Buenos  Aires, 
marcharon  contra  él,  en  níimero  de  cuatro  mil,  mandados  por  el  Coro- 
nel Martín  Rodríguez  en  combinación  con  Belgrano,  que  regresaba  de- 
rrotado del  Paragua3%  y  auxiliados  eficazmente  por  D.  Venancio  Bena- 
vides  y  por  Artigas,  rico  propietario  de  la  Banda  Oriental,  que  en 
ese  mismo  año  abandonó  la  casa  real  y  recibió  de  los  insurgentes  ar- 
mas y  mtmiciones  para  fomentar  la  rebelión  en  su  país  natal,  formando 
guerrillas. 

Después  de  varios  encuentros  desfavorables  á  los  españoles,  princi- 
palmente el  de  San  José  de  las  Piedras,  los  patriotas  llegaron  hasta 
Montevideo  y  con  nuevos  refuerzos  le  pusieron  sitio  á  fines  de  ma^'ode 
1811,  dirigidos  por  D.  José  Rondeau.  Elio,  que  no  podía  sostenerse, 
pidió  ayuda  á  los  portugueses  del  Brasil,  y  la  Princesa  Carlota,  ven- 
diendo todas  sus  joyas,  mandó  en  auxilio  de  los  sitiados  al  General 
Sousa  con  cuatro  mil  homlires.  Antes  de  que  llegaran  los  portugueses, 
Elio  y  el  Gobierno  de  Buenos  Aires  entablaron  negociaciones  de  paz  en 
noviembre  del  año  citado,  por  las  que  .se  estipuló  que  los  portugueses 
habían  de  retirarse  al  Brasil  y  los  argentinos  evacuarían  tamljién  la 
Banda  Oriental. 

Al  mismo  tiempo  que  se  levantaba  el  sitio  de  Montevideo,  el  Gene- 
ralTristán  derrotaba  en  el  Río  Nazareno  al  ejércitoauxiliadory  seapo- 
deraba  de  la  Provincia  de  Salta,  haciendo  crítica  la  situación  de  los 
independientes,  en  virtud  de  que  los  portugueses,  en  lugar  de  retirarse, 
cometían  toda  clase  de  excesos  en  el  territorio  de  la  Plata.  No  obstan- 
te ésto,  se  envió  á  Belgrano  contra  ellos  con  una  división  de  cuatro 
mil  soldados,  lo  qne  intimidó  á  Sousa  y  lo  hizo  firmar  la  paz  el  6  de  ju- 
nio de  1812. 


100 


III. 


Suspendemos  aquí  la  narración  de  las  campañas  que  con  éxito  va- 
rio sostenían  los  patriotas  de  las  provincias  todas  del  Virreinato  de 
Buenos  Aires,  para  ocuparnos  del  resto  de  la  América  del  Sur,  y,  como 
no  sería  posible  consagrar  á  cada  país  especial  capítulo,  continuare- 
mos enumerando  en  globo  los  acontecimientos  todos  que  en  esa  parte 
de  la  América  se  efectuaron,  en  el  orden  cronológico  en  que  fueron  suce- 
diéndose,  sin  omitir  aquellos  en  los  que,  directa  ó  indirectamente  ten- 
gan conexión  con  los  insurgentes  platenses. 

Ya  se  sabe  que  á  México  corresponde  el  honor  de  haber  sido  el  pri- 
mero en  pretender  ser  libre  y  que  el  gobierno  residiese  en  el  pueblo  (9 
de  julio  de  1808),  y  que  á  los  ecuatorianos  toca  el  segundo  lugar  por 
su  movimiento  revolucionario  iniciado  en  Quito  el  año  de  1809,  que 
aunque  fué  reprimido  en  esa  época,  surgió  de  nuevo  al  año  siguiente 
(19  de  agosto). 

El  Consejo  Municipal  de  Caracas,  Capitanía  General  de  este  nom- 
bre, se  erigió  en  Junta  Suprema  de  Gobierno  en  19  de  abril  de  1810,  re- 
conociendo á  Femando  VII,  3-  al  mismo  tiempo  rebelándose  contra  los 
derechos  de  la  Regencia  de  Cádiz,  que,  como  se  sabe,  había  substituido 
á  la  Junta  Suprema  que  para  el  Gobierno  de  España  é  Indias  se  había 
constituido  antes  en  aquel  Puerto. 

A  la  vez  cjue  en  Caracas  se  formaba  la  Junta  3-a  citada,  llegaban  á 
la  Colonia  agentes  europeos  pretendiendo  se  jurase  fidelidad  en  ella 
á  José  Bonaparte,  y  fueron  rechazados  al  grito  de  ¡Viva  Femando!  En 
las  colonias  españolas  eran  Napoleón  y  sus  partidarios,  los  afrancesa- 
dos, odiados  generalmente  como  en  la  Aletrópoli. 

Las  provincias  de  Nueva  Granada  se  sublevaban  simultáneamente, 
y  el  Virrey,  acusado  de  haber  consentido  en  entregar  la  América  á  los 
franceses,  era  desterrado  á  Cartagena.  Constitu3'óse  una  Junta  de  Go- 
bierno en  Santa  Fé  de  Bogotá,  que  reconocía  á  Fernando  VII  é  invita- 
ba á  Caracas  á  que  hiciese  otro  tanto,  uniéndosele;  pero  el  General  Ali- 
randa  no  quiso  acceder  á  lo  propuesto,  3^  respondió  á  los  representantes 
de  la  Junta  Neo-Granadina  que  las  provincias  venezolanas,  unidas, 
formarían  un  pueblo  libre. 

Después  de  Quito  se  inició  la  revolución  en  Charcas  y  la  Paz,  Alto 
Perú,  en  ma3-o  de  1809,  y  cuando  Castelli  y  Balcarce  penetraron  hasta 
el  Potosí,  muchos  caudillos  secundarios  se  les  unieron.  Al  año  siguien- 
te se  sublevó  Chile,  cu3-os  indómitos  hijos,  dignos  soldados  del  valiente 
O'Higgins,  sufrieron  con  resignación  por  largos  años  las  terri1)les  per- 
secuciones del  Comandante  San  Bruno,  sostenidos  con  las  esperanzas 
que  les  infundía  su  activa  correspondencia  con  todos  los  jefes  de  las  par- 


101 

tidas  insurgentes  del  Alto  y  del  Bajo  Perú,  así  como  con  Pii;>Tredón, 
(jue  desde  Buenos  Aires  estaba  en  constante  comunicación  con  (J'Hif;- 
gins  y  con  Bolívar. 

Al  llegar  á  este  punto  de  mi  relato,  no  solamente  estoy  dispensado 
de  locídizarlo  á  cada  pueblo,  sino  que  es  de  forzosa  obligación  genera- 
lizarlo, puesto  ([ue  se  advierte  claramente  que  todos  los  patriotas  sud- 
americanos hicieron  causa  común,  3'  en  el  teatro  de  la  guerra  no  se  pre- 
sentaron más  que  dos  partidos:  realistas  é  independientes.  Pero  como 
el  olíjeto  de  esta  humilde  jjroducción  no  es  hacer  la  historia  de  América, 
sino  únicamente  un  ligerísimo  estudio  psicológico  de  los  principales  hé- 
roes de  la  época  á  que  nos  referimos,  basado  en  los  hechos  más  culmi- 
nantes, debemos  implorar  se  nos  excuse  de  habernos  detenido  demasia- 
do en  detalles,  y  continuaremos,  para  no  ser  difusos,  ocupándonos  sólo 
de  tres  de  los  principales  capitanes  del  Sur,  cuyas  hazañas  nos  falta 
considerar:  éstos  son  Bolívar,  Miranda  y  San  Martín. 

Los  brillantes  triunfos  de  este  último  pueden  resumirse  en  muy  po- 
cas palaliras,  mas  no  por  esto  dejan  de  ser  trascendentales. 


D.  Gaspar  de  Vigodet  substituyó  á  Elio  en  el  Gobierno  delUruguaj', 
y  aprovechando  las  fuerzas  navales  de  que  disponía,  intentó  penetrar 
á  Buenos  Aires,  y,  al  efecto,  dejando  la  indispensable  guarnición  en  Mon- 
tevideo, desembarcó  el  13  de  febrero  de  1813  en  las  márgenes  del  Para- 
ná. Se  envió  contra  él  al  Coronel  San  Martín,  quien  aprovechando  una 
llanura,  con  sólo  la  caballería  derrotó  completamente  á  Vig  )det,  quien 
se  jactaba  de  destruir  por  completo  á  la  Junta  de  Buenos  Aires. 


Pezuela,  sucesor  de  Goyeneche  en  el  mando  del  ejército  realista  del 
Perú,  se  encontró  en  Vilcapugio,  más  acá  del  Potosí,  á  Belgrano,  cpiien, 
deshecho  por  completo,  se  replegó  sobre  Auyoma,  al  Norte  de  Chuqui- 
saca,  donde  fué  nuevamente  derrotado  por  el  enemigo.  En  virtud  de 
estas  derrotas,  Belgrano  fué  substituido  por  San  Martín,  qviien  disci- 
plinó un  ejército  de  tres  mil  quinientos  hombres  en  unos  cuantos  días, 
con  el  que  formó  guerrillas,  é  interceptando  las  comunicaciones  de  los 
realistas,  los  privaba  de  toda  clase  de  recursos. 

A  petición  de  los  insurgentes  de  Chile,  después  que  la  República  Ar- 
gentina había  proclamado  en  Tucumán  su  Independencia,  San  Martín, 
que  era  Gobernador  de  Mendoza,  pasó  á  Chile  con  cuatro  mil  hombres, 
habiendo  jurado  previamente  permanecer  unidos  en  sentimientos  3' en 
esfuerzos  para  no  consentir  en  adelante  tirano  alguno  en  América,  y  á 


102 

fuerza  de  buenos  espartanos  no  soportar  nunca  las  cadenas  de  la  escla- 
vitud, «mientras  brillaran  estrellas  en  el  cielo  y  corriese  sangre  por  sus 
venas»  i  3'  atravesó  los  Andes  por  el  paso  de  Los  Platos,  que  hasta  en- 
tonces se  tenía  por  impracticable,  y  el  11  de  febrero  de  1817  libró  ba- 
talla al  ejército  realista,  que  desde  el  día  anterior  había  tomado  posi- 
ciones en  Chacabuco.  Vencidos  los  españoles,  San  Alartín  entró  en 
Santiago  el  día  15  si.s:uiente. 

O'Higgins,  previendo  que  los  realistas  reforzados  por  cinco  mil  hom- 
bres enviados  del  Perú  lo  atacarían,  mientras  se  preparaba  á  resistir, 
proclamó  la  Independencia  de  Chile  el  1°  de  enero  de  1818. 

El  General  realista  Osorio  sostuvo  contra  San  Alartín  varios  com- 
bates de  poca  importancia  hasta  que  logró  derrotarlo  por  completo  en 
Caucha  ó  Concha  Rayada;  pero  poco  después,  el  5  de  abril,  el  mismo 
Osorio  era  aniquilado  en  la  sangrienta  batalla  de  Alaj'po,  donde  se 
consumó  la  emancipación  de  Chile. 

Los  chilenos  desde  luego  salieron  de  su  territorio  á  librar  del  3'ugo 
hispánico  á  sus  hermanos  de  los  demás  pueblos,  y  así,  unidos  á  los  pe- 
ruanos, batieron  á  dos  mil  soldados  que  acababan  de  desembarcar  pro- 
cedentes de  España,  3-  en  seguida,  la  marina  chilena,  mandada  por  el 
oficial  inglés  Lord  Cochrane,  recorría  los  mares  y  desembarcaba  cinco 
mil  hombres  en  las  costas  del  Perú,  3'  San  Martín  3-  Lord  Cochrane  to- 
maban la  ciudad  de  Lima  el  28  de  julio  de  1821,  día  en  que  se  proclamó 
la  Independencia  peruana.  En  3  de  agosto  siguiente,  San  Martín  era 
nombrado  General  en  Jefe  del  ejército  insurgente  3-  se  le  confiaba  el  pro- 
tectorado de  la  libertad  del  Perú. 


De  Miranda  hablaremos  al  referimos  á  Bolívar,  así  como  de  Páez, 
Rivas  3'  otros  caudillos  cjue  necesariamente  deben  figurar  en  esta  narra- 
ción. 


D.  Juan  Vicente  Bolívar  3-  Ponce,  Coronel  de  las  milicias  en  las  lla- 
nuras de  Aragua,  donde  tenía  valiosas  posesiones,  era  mu3- considerado, 
y  no  solamente  estaba  relacionado  con  la  aristocracia  castellana,  sino 
que,  además,  estaba  emparentado  con  la  nobleza.  Tuvo  cuatro  hijos, 
siendo  el  menor  D.  Simón,  á  cpiien  se  envió  mu3- joven  á  Madrid,  al  la- 
do de  su  tío  el  Marqués  de  Palacios,  á  fin  de  que  perfeccionara  su  edu- 
cación. Simón  Bolívar  nació  en  Caracas  el  año  de  1785,  3' niU3^  joven 
aún,  huéríano  3-  dueño  de  una  fortuna  inmensa,  después  de  viajar  por 

1    América  del  Sur.^.\utor  anónimo. — Páj;.  120. 


103 

varias  partes  de  Europa,  contando  sólo  18  años,  se  unió  en  matrimo- 
nio á  su  prima,  la  hija  del  Marqués  del  Toro,  con  la  que  volvió  á  Cara- 
cas, donde  á  los  cinco  meses  tvivo  la  pena  de  verla  morir,  víctima  de  la 
fiebre  amarilla.  Este  triste  acontecimiento  lo  impulsó  á  viajar  de  nue- 
vo por  Europa  y  por  los  Estados  l'nidos,  teniendo  oportunidad  de  co- 
nocer al  Presidente  Washington. 

Cuando  regresó  á  sus  posesiones  de  Aragua,  los  revolucionarios  so- 
licitaron sus  servicios  y  lo  comisionaron  para  que  fuera  á  implorar  á 
Londres  la  protección  de  la  Gran  Bretaña:  fué,  en  efecto,  acompañado 
de  D.  Luis  López  y  Méndez,  y  fué  recibido  fríamente  en  aquella  capital, 
en  virtud  de  estar  ligado  el  Gobierno  inglés  con  las  Cortes  españolas 
contra  la  invasión  francesa.  Regresó  entonces  trayendo  algnnas  ar- 
mas á  América,  3'  con  Aíiranda,  antiguo  conspirador  venezolano  que 
recorría  el  extranjero  para  allegar  recursos  á  la  revolución  de  su  patria, 
y  á  pesar  de  su  avanzada  edad,  se  unió  á  Bolívar  para  venir  á  ofrecer 
sus  servicios  á  sus  conciudadanos,  quienes  lo  colocaron  á  la  cabeza  del 
movimiento. 

El  General  realista  Monteverde  logró  recobrar  á  Venezuela  estre- 
chando á  Miranda  á  capitular,  prometiéndole  una  amnistía  en  favor 
de  los  rebeldes,  promesa  que  cumplió  enviando  á  Miranda  á  un  calabo- 
zo de  Cádiz  en  el  cual  murió  en  1816,  sufriendo  la  decepción  de  contar 
á  Bolívar  entre  sus  enemigos.  En  vista  de  las  críticas  circunstancias 
de  la  causa  revolucionaria,  Bolívar  se  refugió  en  la  Isla  de  Curazao  y 
allí  reunió  á  los  insurgentes  dispersos  para  llevarlos  en  número  de  tres- 
cientos á  Cartagena,  provincia  libre  de  Nueva  Granada,  cuyo  Congreso 
le  facilitó  armas,  víveres  y  dinero  para  que  salvase  á  un  mismo  tiempo 
de  la  opresión  á  Venezuela  y  á  la  misma  Nueva  Granada,  confiriéndole 
el  mando  de  quinientos  hombres  á  las  órdenes  de  Manuel  Castillo,  los 
que  unidos  á  los  venezolanos,  formaron  un  ejército  de  ochocientos  sol- 
dados que  tuvieron  por  segundo  jefe  á  Rivas. 

¡El  genial  Cura  de  Nucupétaro  no  exigió  del  Generalísimo  ni  dinero, 
ni  armas,  ni  hombres:  él  solo  regresó  á  su  curato! 

La  expedición  salió  de  Cartagena  á  principios  de  1813  y  el  Congre- 
so ordenó  en  seguida  á  Bolívar  que  ocupase  Barrancas,  villa  al  borde 
del  Río  Magdalena;  pero  el  futuro  Dictador  desobedeció  las  órde- 
nes de  aquel  H.  Cuerpo  y  se  dirigió  al  pueblo  de  Tenerife. 

¡Morelos  no  sólo  no  desobedeció  al  Congreso,  su  propia  hechura,  si- 
no que,  lleno  de  abnegación  sublime,  se  supo  sacrificar  por  escoltarlo! 

Habiéndose  apoderado  de  la  población  últimamente  citada,  mar- 
chó sobre  Monpox  y  Ocaña  que  tomó  sucesivamente,  venciendo  la  dé- 
bil resistencia  del  enemigo. 

Para  que  no  se  crea  que  inventamos,  alteramos  i'i  oinitimos  algo,  ni 
que  exageramos  apasionadamente  el  número  de  tropa  con  que  contó 
Bolívar,  sin  esfuerzo  alguno,  copiamos  textualmente  á  tmo  de  los  au- 
tores antes  citados. 


104 

Dice  en  las  páginas  115  v  siguientes  de  sit  Historia  de  la  América 
del  Sur: 

«Las  crueldades  de  Alonteverde  salvaron  la  revolución,  obligando  á 
los  moderados  á  echarse  en  brazos  de  los  patriotas.  Los  reclutas  llega- 
ban de  todas  partes,  y  seguido  ^-a  de  más  de  dos  mil  hombres,  cuando 
Bolívar  penetró  en  los  Andes,  vio  unirse  á  sus  banderas,  en  los  alrede- 
dores de  Pamplona,  muchos  miles  de  voluntarios  desde  que  consiguió 
reunirse  con  Ribas  en  el  territorio  de  Venezuela.  Con  Ribas  habían  ve- 
nido seiscientos  granadinos,  enviados  por  el  Congreso  de  Tunja,  al  mis- 
mo tiempo  que  el  coronel  Briseño,  destacado  en  Guadalito,  llegaba  con 
un  cuerpo  de  caballería.  Sin  más  retardo,  Bolívar  atacó  á  los  realistas 
en  la  Grita  3-  después  en  Mérida,  acabando  por  hacerse  dueño  del  dis- 
trito de  este  nombre:  con  la  misma  rapidez  ocupó  la  provincia  de  Va- 
rinas.  En  tanto,  Marino,  ese  joven  estudiante  que  después  de  haber  re- 
corrido en  pocos  meses  todos  los  grados  militares  era  3'a  citado  como 
uno  de  los  más  firmes  sostenes  de  la  revolución,  batía  á  Monteverde, 
se  hacía  dueño  de  las  provincias  de  Cumaná  y  de  Barcelona  3'  tomaba 
el  título  de  general  en  jefe  y  dictador  de  las  provincias  orientales  de  Ve- 
nezuela. Favorecido  por  estos  sucesos,  que  por  otra  parte  contraria- 
ban sus  miras  unitarias,  Bolívar  dividió  su  ejército  en  dos  cuerpos, 
pues  tomó  el  mando  de  uno  de  ellos,  confió  el  otro  á  Ribas,  y  acosando 
siempre  á  los  españoles  los  batió  en  Niquitas,  Betioca,  Caracha,  Bar- 
qtiisimeto  y  Varinas,  alcanzando  por  fin  á  Monteverde  á  quien  destro- 
zó, marchando  después  sobre  Caracas,  en  cu^'a  capital  hizo  su  entrada 
Bolívar  (4-  de  agosto  de  1813),  en  una  carroza  arrastrada  por  doce  her- 
mosas jóvenes,  siendo  indescriptible  el  entusiasmo  con  que  fué  recibido  el 
desde  entonces  saludado  con  el  título  de  Libertador.  En  pocos  meses 
había  recorrido  ciento  cincuenta  leguas,  librado  quince  batallas  y  nu- 
merosas acciones  de  guerra.  Su  gloria  habría  sido  completa,  si  en  es- 
ta tan  memorable  campaña  no  hubiera  respondido  con  sangrientas  eje- 
cuciones á  las  horribles  crueldades  de  Monteverde.  C|ue  nunca  pueden 
justificar  las  suyas. 

«La  liberación  de  \'enezuela  parecía  estar  completamente  aseglara- 
da, pues  Bolívar  ocupaba  casi  la  mitad  de  la  capitanía  general  y  Mari- 
ño  el  resto.  Los  españoles  ocupaban  sólo  algunos  puntos  sin  impor- 
tancia, estando  Monteverde  bloqueado  en  Puerto  Cabello:  difícil  era 
preveer  que  la  fortuna  volviese  las  espaldas  á  los  americanos. 

«Bolívar,  que  había  tomado  el  título  de  dictador  de  las  provincias 
occidentales  de  Venezuela,  no  pensaba  en  restablecer  el  gobierno  civil, 
único  elemento  en  que  pueden  vivir  sin  peligro  las  democracias;  pero  los 
ecos  de  la  opinión  pública,  llegando  hasta  él,  diéronle  á  entender  clara- 
mente el  error  que  cometía,  3-  se  apresuró  á  convocar  una  Asamblea, 
ante  la  cual  dio  cuenta  de  sus  ojjeraciones  3-  de  sus  planes,  y  presentó 
su  dimisión.  Esta  no  le  fué  admitida,  confiriéndosele  la  dictadura  has- 
ta tanto  que  Venezuela  pudiese  reunirse  á  la  Nueva-Granada. 


105 

«Los  realistas,  (juc  no  habían  ijcrdido  toda  csi)cranza,  armaron  á 
los  esclavos  bajo  promesa  de  libertarles,  á  los  vagamundos  y  euantas 
gentes  sin  modo  de  vivir  conocido  pudieron  encontrarse.  A  la  cabeza 
de  esas  bandas  santíuinarias  fitíuralja  el  feroz  Puy,  el  cual,  después  de 
haberse  apoderado  de  Varinas,  fusiló  en  ella  á  quinientos  patriotas: 
Puy  era  un  luf;arteniente  de  Bover,  el  más  temible  de  los  adversarios 
de  Bolívar.  Este  Bover,  castellano  de  orijien,  había  sido  sucesivamen- 
te marino,  «íuardacosta  y  buhonero,  y  reducido  á  prisión  por  sus  fecho- 
rías, había  llegado  á  América  buscando  un  asilo  contra  la  persecución 
de  la  justicia.  Sin  (|ue  se  sepa  el  motivo,  se  alistó  en  las  filas  realistas, 
en  las  que  figuraba  como  capitán  de  milicias  cuando  las  derrotas  sufri- 
das por  los  españoles.  Hizo  un  llamamiento  á  los  vagos,  á  los  perse- 
guidos por  la  justicia,  á  los  negros,  á  los  mulatos,  y  con  esta  gente  or- 
ganizó una  partida  que  mereció  por  su  ferocidad  el  nombre  de  Legión 
infernal,  en  la  cual  figuraban  muchos  llaneros,  bárbaros  de  la  llanura, 
boyeros,  á  la  vez  que  carniceros,  aco.stumbrados  á  domar  los  más  fero- 
ces caballos,  y  que  como  glnetes  no  tienen  rival.  Los  llaneros  despre- 
cian al  montañés  que  se  envilece  caminando  á  pié,  igualmente  que  al 
europeo  que  no  puede  resistir  un  galope  continuado  de  diez  v  seis  horas. 
Alontan  en  pelo  y  no  usan  más  vestido  que  una  especie  de  calzón  corto 
ó  calzoncillos.  Tendidos  sobre  sus  caballos,  la  lanza  en  ristre  y  el  lazo 
en  la  otra  mano,  caen  sobre  el  enemigo,  lo  hieren  y  destrozan  con  la  ra- 
pidez del  raj^o.  No  haj'  caballería  regular  que  pueda  resistir  el  choque 
de  estos  cosacos  de  las  estepas  colombianas  que  siempre  dejan  tras  sí 
huellas  terribles.  Se  había  excitado  la  codicia  de  estos  nómadas,  ofre- 
ciéndoles distri1)uir  las  tierras  de  los  vencidos,  y  con  esto  consigviió  nuiy 
pronto  reunir  un  ejército  de  ocho  mil  hombres. 

«Desde  el  momento  en  que  Bover  aparece  en  el  teatro  de  la  guerra, 
revistió  ésta  tal  carácter  de  ferocidad  y  barbarie,  que  de  una  parte  y 
otra  se  rivalizó  en  cometer  atrocidades.  Justo  es  confesar,  sin  embar- 
go, que  fué  Bover  quien  la  inició  degollando  en  un  solo  día  mil  doscien- 
tos prisioneros.  La  enérgica  actividad  de  Bover  fué  más  de  una  vez  pa- 
ralizada por  la  incuria  de  los  generales  españoles,  y  Bolívar  consiguió 
liatirle  varias  veces  al  igtial  que  á  sus  lugartenientes  el  mukito  Roseta 
y  el  jefe  de  guerrillas  Yáñez.  Cometió  el  dictador,  sin  embargo,  la  im- 
prudencia de  aventurarse  con  todas  sus  fuerzas  en  las  vastas  llanuras, 
en  donde  fué  sorprendido  y  destrozado  por  la  caballería  de  Bover.  Ma- 
rino, Ijatido  casi  al  mismo  tiempo,  fué  rechazado  hacia  Cumaná.  El 
vencedor  penetró  en  Caracas  con  tal  precipitación,  que  el  dictador  tu- 
vo sólo  el  tiempo  necesario  para  meterse  en  im  Ijuíjuc  confiando  la  sal- 
vación de  la  República  á  la  discreción  de  los  elementos.  Ribas  rehizo  á 
las  dispersas  fuerzas  americanas  y  continuó  sosteniendo  la  campaña; 
pero  en  la  batalla  de  Eriza  fué  batido  definitivamente  por  Bover  que, 
herido  de  una  lanzada,  espiró  en  el  campo  de  batalla.  Sus  feroces  sol- 
dados le  hicieron  unos  funerales  dignos  de  su  persona;  mujeres,   niños, 

A.N.\LES.  T.  IV.— 14. 


106 

ancianos,  todos  fueron  pasados  á  cuchillo;  y  Ribas,  ijue  había  caíilo  pri- 
sionero, filé  fiísilado  y  su  cabeza  enviada  á  Caracas  para  ser  expuesta 
públicamente  (diciembre  de  lS14-).n 

Y  más  adelante  asrrega  el  mismo  autor: 

«Estando  comprometida  la  paz  interior  de  Colombiíi  por  las  disen- 
siones de  los  partidos,  Bolívar,  encargado  en  acjuel entonces  (1826)  del 
gobierno  dictatorial  del  Perú,  vino  íipresuradamente  á  su  patria,  y  pa- 
ra salvarla  de  la  anar([uía  que  la  amenazaba,  se  apoderó  de  la  dicta- 
dura. El  ejército  y  la  mayoría  del  país  aplaudieron  esta  resolución;  jiero 
una  parte  del  elemento  civil,  entre  el  que  figuraban  sus  más  decididos 
adversarios,  trataron  de  presentarlo  á  la  nación  como  un  hombre  am- 
bicioso, que  aspiraba,  siguiendo  las  huellas  de  Napoleón,  á  i^roclamar- 
se  emperador.  Nunca  fiíltaron  enemigos  que  calumniaran  á  los  gran- 
des hombres,  y  Bolívar  no  podría  librarse  de  que  los  suyos  le  supusieran 
la  ambición  que  no  sentía,  la  de  elevarse  un  trono  solare  las  ruinas 
de  la  libertad  de  su  patria.  No  podría  desear  una  corona  el  hombre  que 
prefería  «el  título  de  ciudadano  al  de  libertador,  porque  éste  trae  su  orí- 
gen  de  la  guerra  3-  ac¡uél  de  la  ley,»  segiin  la  noble  y  bella  respuesta  que 
dio  al  Congreso  que  le  ofrecía  la  presidencia  de  la  Kepiiblica  colombia- 
na en  Santo  Tomás  de  la  Angostura;  no  podría  desearla  tampoco  el 
que,  al  resignar  el  poder  en  el  ]iresidentedel  Senado,  le  escribía  en  1S24: 
«Deseo  convencer  á  la  Europa  y  á  la  América  del  horror  que  me  inspira 
el  poder  supremo,  bajo  cualquier  nombre  C|ue  se  le  designe:  mi  concien- 
cia está  indignada  por  las  atroces  calumnias  que  contra  mí  acumulan 
los  liberales  de  la  América  y  los  serviles  de  Europa;i>y  porfin,  nopodría 
aspirar  á  fundar  un  imperio  para  sí,  el  Cjuc  en  el  mensaje  que  dirigió  al 
Congreso  de  Bolivia,  al  acomjjañarlc  un  proyectt)  de  constitución,  se 
expresaba  en  los  siguientes  términos:  «La  libertad  es  ya  desde  hoy  in- 
destructible en  América ,  etc 


«No  es  por  eso  menos  cierto,  sin  embargo,  que  Bolívardeseó  retener 
la  dictadura  durante  toda  su  vida;  pero  ponjue  la  consideraba,  (juizá 
sin  ecpiivocarse,  como  el  único  medio  de  llevar  á  cabo  la  comjjleta  inde- 
pendencia y  el  engrandecimiento  de  su  jjatria.  Deben  perdonársele  sus 
defectos,  que  los  tuvo  como  hombre,  y  reconocer  su  incansable  activi- 
dad, su  bravura,  su  pasión  por  la  gloria  é  independencia  de  su  país,  su 
desinterés  v  su  generosidad. 


«Se  pueden  censurar  algunos  de  sus  actos,  y  especialmente  su  sed  de 
mando,  pero  no  se  puede  dudar  de  la  purezadesus  intenciones,  etc » 

Y,  finalmente,  refiriéndose  el  repetido  autor  al  Congreso  paname- 
ricano de  Panamá,  convocado  por  Bolívar  en  1S26,  prosigue: 

« No  falta  quien  aseg-vira  cjue  Bolívar  abrigaba  en  secreto  el 


107 

propósito  de  orofanizar  con  la  Coloinl)ia,  el  Perú,  la  Bolivia,  la  Plata 
_V  el  Chile  una  jírandc  é  inmensa  Ke]júl3lica,  de  la  cual  se  proponía  ser  el 
iefe  supremo,  quedando  así  dividido  el  Continente  americano  en  só- 
lo cuatro  jirandes  Estados:  México,  enjírandecido  á  expensíis  de  Gua- 
temala; los  Estados-Unidosdcl  Norte;  el  Brasil,  y,  por  último,  abajo,  con 
el  nombre  de  Estados-Unidos  del  Sur,  el  resto  déla  América  meridion.al. 

«Sin  que  pretendamos  afirmar  ni  negar  el  propósito  atri])uído  á  Bo- 
lívar, es  lo  cierto  que  en  esta  época  estaba  casi  ya  realizada  la  unión  de 
las  tres  Ke])úblicas  de  Bolivia,  Perú  y  Colombia,  bajo  el  título  de  Con- 
federación, con  una  capital,  residencia  de  un  jefe  vitalicio  3^  hereditario. 
El  sistema  centralizad  or,  á  que  tan  aficionado  se  mostraba  el  Libertador, 
contaba  en  el  país  con  muchos  adversarios,  3*  el  más  importantede  ellos 
era  sin  duda  Páez,  el  antiguo  compañero  de  armas  de  Bolívar,  que  re- 
presentaba en  el  Senado  colombiano,  á  Venezuela,  de  cuyo  país,  que  le 
había  confiado  el  mando  militar,  reclamalia  la  autonomía  absoluta». 

No  es  preciso  continuar  la  intrincada  historia  de  la  Confederación 
colombiana,  formada  por  Quito  (hoy  I\ci)úl)lica  del  Ecuador),  Vene- 
zuela, Bolivia  3-  Nueva  Granada  (hov  República  de  Colomliia,  desmem- 
brada con  la  pérdida  de  Panamá),  ni  fué  ese  nuestro  primer  intento; 
sin  embargo,  conviene  seguir  á  Bolívar,  á  fin  de  no  omitir  nada  que  á 
sus  hechos  ]3ueda  referirse:  en  su  huida  llegó  á  Cartagena,  que  con  la 
Provincia  de  Santa  Alarta  se  había  constituido  en  República,  cuyo  Pre- 
sidente era  Torrices,  cuando  todo  el  resto  de  Nueva  Granada  y  \'cne- 
zuela  se  hallalia  en  completa  anarcjuía. 

En  septiembre  de  esc  iiño,  1 814,  se  reunió  un  nuevo  Congreso  en  Tun- 
ja,  al  cual  el  Libertador  ofreció  sus  servicios  3',  aceptándosele,  recibe  en- 
cargo de  marchar  contra  el  dictador  Alvarez,  de  Bogotá;  éste  promete 
formalmente  unirse  á  la  confederación  que  anhelaba  Bolívar,  3-  al  unirse 
los  jefes  venezolanos  á  los  granadidos,  el  Libertador,  nombrado  Capi- 
tán General  de  Nueva  Granada  3'  Venezuela,  se  dirige  con  tres  mil  hom- 
l)respor la  Provincia  de  Magdalena  3' sorprende  á  los  realistas  en  Mon- 
pox,  3'  allí  fusila  á  cuatrocientos  prisioneros.  Como  el  Presidente  To- 
rrices le  negase  los  refuerzos  que  le  exigía,  Bolívar  y  Torrices  iban  á 
trabar  una  lucha  fratricida;  pero  como  ala  sazón  se  acercaba  un  nuevo  3- 
formidable  refuerzo  al  común  enemigo,  se  evitó  el  lance,  y  Bolívar,  dejan- 
do su  tropa  en  Cartagena,  unida  á  los  independientes  allí  existentes,  se 
embarcó  rumbo  á  Jamaica  en  busca  de  socorros. 

El  refuerzo  al  enemigo  que  temían  los  insurgentes,  consistía  en  diez 
mil  soldados  que  vendrían  de  la  Península  al  mando  del  General  Mori- 
llo, según  Fernando  VH,  al  volver  á  Madrid  3'  ocupar  su  trono,  hizo  co- 
municar á  todos  los  virreinatos  para  intimidar  con  esta  sola  noticia 
á  los  rebeldes.  En  efecto,  se  organizó  la  expedición  de  Morillo,  jiero  no 
consta  exactamente  el  número  de  su  gente. 

Bolívar  supo  en  el  extranjero  que  Morillo,  después  de  reducir  á  cs- 
combrosla  ciudad,  entraba  en  Cartagena  el  G  de  dicieml)redc  ISlf).     La 


108 

toma  de  esta  plaza  significó  á  los  españoles  nada  menos  que  la  recon- 
quista detoda  Nueva  Granada,  por  lo  que,  ya  se  preparaban  á pasar  al 
territorio  del  Perú;  pero  Morillo,  después  de  importantes  victorias,  fué 
batido  el  16  de  febrero  de  181 6  por  los  independientes  Torrices  3' Urda- 
neta,  y  vio  pasarse  quinientos  soldados  de  sus  filas  á  las  de  los  patrio- 
tas, capturados  sus  convoA'es  por  los  corsarios  y  volado  uno  de  sus 
buques.  Y  no  era  esto  todo:  el  Almirante  holandés  Brión  conducía  á 
Bolívar}-  Marino  con  mil  c[uinientos  hombresde  los  más  decid  os,  aumen- 
tados con  mil  negros  que  les  projíorcionó  Pétion,  el  Presidente  de  Haití. 
Este  Almirante  Brión,  al  servicio  deVenezuela,  costeó  de  su  propio  peculio 
casi  todos  los  gastos  de  una  expedición  compuesta  de  dos  buques  de 
guerra  3' trece  barcos  de  transporte,  y  el  2  de  ina^-o  de  1816  obtuvo  una 
victoria  sobre  la  flotilla  española,  á  la  que  apresó  dos  embarcaciones. 
Al  día  siguiente  desembarcó  Bolívar  en  la  Isla  Margarita,  de  la  que  tu- 
vo que  salir  de  nuevo  por  serle  adversa  la  fortuna  y  refugiarse  en  Ja- 
maica para  invadir  después  la  GuaA-ana,  que  había  permanecido  fiel  al 
gobierno  español.  Dirigió  muy  bien  esta  campaña,  secimdado  hábil- 
mente por  Brión,  y  el  17  de  julio  del  mismo  año,  entró  triunfante  en  An- 
gostura, capital  de  la  Provincia.  Morillo,  entretanto,  fué  á  sitiar  per- 
sonalmente á  la  Margarita  y  sufrió  serios  descalabros  en  mar  \'  tierra, 
por  los  que,  la  escuadra  realista  tuvo  que  alejarse,  escapando  como  por 
milagro  de  ser  destruida  totalmente,  y  él  mismo,  derrotado  dos  veces 
por  la  caballería  del  intrépido  Páez,  dejó  gran  niimcro  de  armas  3'  pri- 
sioneros en  ])oder  de  los  insurgentes. 

Bolívar,  en  vista  de  su  triunfo  en  la  Gua3-ana,  hizo  de  Angostura  la 
capital  provisional  de  los  republicanos,  repartió  las  propiedades  entre 
sus  soldados 3' se  ocupó  en  organizar  la  administración  de  la  Provincia. 

La  causa  independiente  iba  por  fin  obteniendo  inapreciables  venta- 
jas: numerosos  voluntarios  acudían  de  Francia,  Inglaterra  3'  los  Estados 
Unidos;  los  representantes  de  Venezuela,  eran  recibidos  oficialmente  en 
Washington  3-  Londres,  reconociéndose  tácitamente  á  los  beligerantes, 
3''  López  Aléndez,  encargado  en  Inglaterra  de  contratar  empréstitos  3- 
reclutar  hombres,  los  había  visto  afluir  con  dinero,  armas  3'  municio- 
nes, en  tal  número,  que,  además  de  los  recursos  necesarios  para  conti- 
nuar la  guerra,  «contaba  la  nueva  Repxiblica,  á  finesdelSlS  con  nueve 
mil  combatientes  extranjeros.»  1 

Así,  á  pesar  de  que  los  españoles  poseían  tranquilamente  desde  hacía 
dos  años  la  Nueva  Granada,  poco  á  poco  fueron  desalojados  por  los  in- 
surgentes todos,  3'  en  1°  de  julio  de  1819  eran  batidos  en  Sagamoso  3- 
Tanjíi  por  Bolívar  y  Santander,  lo  que  impulsó  á  las  autoridades  de  Bo- 
gotá á  huir  precipitadamente,  quedando  dicha  ciudad  abierta  á  los  in- 
dependientes. Estos  acontecimientos  3'  la  toma  del  fuerte  3'  ciudad  de 
Barcelona  jjor  Brión  (18  de  julio  de  1819),  aseguraron  el  triunfo  délos 

1    K.  C.    Historia  (le  la  América  del  Sur.  Pág.  1125. 


109 

republicanos,  y  al  reureso  de  Bolívar  á  Angostura,  donde  el  15  de 
febrero  anterior  había  instalado  el  Conureso,  esta  Corj)oraeión  rea- 
lizaba el  17  de  diciembre  el  proyecto  tan  acariciado  del  Libertador, 
reuniendo  dos  naciones  en  una  sola,  que  en  honor  del  Descubridor  del 
Nuevo  Miuido  lial)ía  de  llamarse  Re])úl)lica  de  Coloml)in. 


» 

*  * 

No  termina  con  esto  la  l)rillante  carrera  del  Libertador,  sino  con  la 
victoria  decisivamente  favorable  á  su  país,  última  de  Bolívar,  y  obteni- 
da el24  de  junio  de  1821,  en  las  llanuras  de  Carabobo,  la  cual  tuvo  co- 
mo consecuencias  inmediatas,  la  sumisión  de  las  ciudades  de  Valencia, 
Caracas  y  Guayaciviil,  y  la  rendición  de  Cartaoena  y  Cumaná  á  los  re- 
ptililicanos. 

Basta  con  lo  anteriormente  dicho,  para  que  se  pueda  formar  un  jui- 
cio acerca  del  Liljcrtador  de  los  países  que  le  tributaron  honores  y  le 
confirieron  el  mando  supremo,  vinas  veces  aislados  y  otras  unidos,  y  le  die- 
ron reiteradas  muestras  de  gratitud:  el  Alto  Peni,  desde  entonces  se 
llama  Bolivia,  y  la  primitiva  Colombia,  cuando  Bolívar  anunció  á  su 
Congreso  la  intención  de  expatriarse,  acordó,  en  ma^-o  de  1830,  asignar- 
le una  pensión  de  $30,000  anuales,  pagaderos  en  cualqviier  punto  del 
globodonde  quisiera  radicarse;  pero  en  cambio,  no  le  faltaron  enemigos 
ni  le  faltaron  desengaños,  j- en  el  mismo  año  de  1830, ell7  de  diciembre, 
ya  próxima  á  disolverse  la  Confederación  que  tantos  afanes  le  costara, 
en  San  Pedro,  lugar  inmediato  á  Santa  Marta,  murió  lleno  de  amargu- 
ras 3- temores  por  la  patria  de  sus  ilusiones,  á  la  que  se  había  consagra- 
do por  completo.  Días  antes  de  morir,  escribió  esta  tierna  despedida 
á  su  pueblo: 

«Digo  con  verdadero  dolor  que  soy  víctima  de  mis  enemigos,  ciue  me 
han  conducido  al  sepulcro;  y  sin  embargo  de  esto,  yo  los  perdono. — Co- 
lombianos, os  dejo.  En  mis  últimos  momentos  ruego  á  Dios  por  la  tran- 
quilidad de  la  Colombia,  3'  si  mi  muerte,  desvaneciendo  las  animosida- 
des de  los  partidos  y  restableciendo  entre  vosotros  la  concordia,  puede 
contribuir  á  este  apetecido  resultado,  llevaré  un  sentimiento  de  satisfac- 
ción á  la  tumba  C[ue  para  mi  se  abre.» 


Hemos  dado  una  rápida  ojeada  á  los  principales  acontecimientos 
de  la  América  del  Sur,  desde  la  parte  más  meridional  ocupada  por  las 
provincias  del  Plata,  hasta  el  Panamá,  límite  con  Centro-América;  vea- 
mos ahora  cómo  se  hallaba  el  campo  de  acción  de  los  nuestros. 

Nada  omití  en  lo  ciue  atañe  á  los  sudamericanos,  y  en  cuanto  á  lo 


lio 

que  se  refiere  á  la  guerra  en  nuestro  suelo,  solóme  ocuparé  de  lo  concer- 
niente á  Morelos,  nobilísimo  móvil  de  mi  asunto. 

Novo3',pues,  á  narrar  de  los  otros  episodios  de  nuestra  independen- 
cia, sino  lo  que  indispensablemente  debo  mencionar  para  la  mejor  com- 
prensión de  mi  insignificante  labor. 

«Al  principiar  el  siglo  XIX  el  virreinato  de  Nueva  España  era  la  por- 
ción más  importante  de  los  dominios  que  los  reyes  españoles  poseían  en 
el  Continente  Americano.  Extendíase  este  vasto  país  por  la  costa  del 
mar  Pacífico  desde  los  16°,  en  los  confines  con  la  Capitanía  General  de 
Guatemala,  hasta  más  allá  del  Cabo  Mendocino,  á  los  42°  de  latitud 
septentrional.  Por  el  lado  del  Oriente,  una  línea  que  partiendo  del  Gol- 
fo de  Honduras  continuaba  por  las  costas  de  la  península  de  Yucatán 
y  seguía  el  contorno  del  Golfo  Mexicano  hasta  la  Luisiana,  marcaba 
sus  términos  por  ese  rumbo.  Desde  el  extremo  oriental  de  la  Provincia 
de  Texas,  en  las  orillas  del  seno  ó  Golfo  de  México,  otra  línea  imagina- 
ria que  se  dirigía  hacia  el  noroeste  é  iba  á  terminar  en  las  playas  del 
Grande  Océano,  bajo  los  42°  de  latitud  boreal,  cerraba  el  jjerímetro  de 
Nueva  España,  separándola  por  este  lado,  aunque  de  una  manera  incierta 
y  vaga,  de  los  Estíidos  Unidos  de  la  América.  La  vasta  superficie  com- 
prendida éntrelos  límitesque  hemos  indicado,  pudiera  calcularse  en  cerca 
de  doscientas  rail  leguas  cviadradas.  Una  población  que  apenas  ascendía 
á  seis  millones  de  habitantes  ocupaba  este  inmenso  territorio, »   i 

Para  defenderlo  la  Corona  tenía  en  él  lo  mejor  de  su  ejército,  pues 
que  con  razón  le  daba  mayor  importancia  que  á  las  otras  colonias. 

El  gobierno  virreinal  contaba,  pues,  ordinariamente  con  cuarenta 
mil  soldados  perfectamente  armados 3- equipados,  y  al  tenerse  en  la  Co- 
lonia noticias  de  los  desgraciados  y  bochornosos  acontecimientos  déla 
Metrópoli,  el  Virrey  Iturrigara^- aumentó  este  número  con  la  creación  de 
nuevas  milicias  y  regimientos  de  voluntarios  como  el  de  Fernando  VII: 
ya  vemos  que  sin  contar  los  diez  inil  hombres  que  constantemente  se 
hallaban  sobre  las  armas,  guarneciendo  los  presidios  del  Norte  y  pvier- 
tos  de  ambos  Océanos,  próximas  á  la  frontera  de  los  Estados  Unidos, 
los  veteranos  acantonados  por  el  mismo  \'irrey,  en  Xalapa,  excedíande 
ciuince  mil. 

En  cuanto  á  elementos  pecuniarios,  ¡cjué  diferencia  tan  enorme,  com- 
parado este  virreinato  con  el  de  Buenos  Aires,  por  ejemplo! 

Mientras  Cisneros  allá,  encontraba  exhausto  el  erario,  Iturrigaray 
acjuí,  tenía  considerable  superávit.  Las  rentas  de  Nueva  España  enton- 
ces, se  calculan  en  veinte  ó  veintidós  miillones  de  pesos,  que  se  distri- 
buían así:  diez  y  medio  se  destinaban  alas  necesidades  de  la  Colonia  mis- 
ma; tres  millones  y  medio,  á  otras  colonias  de  América,  Cuba,  Sto.  Do- 
mingo, Puerto  Rico,  etc.,  principalmente,  y  el  resto  á  la  Metrópoli.  En 
1808  había  en  las  cajas  reales  catorce  millones  de  pesos,  lil^res,  de  los 

1    «México  á  Través  de  los  Sigilos». — Tomo  111,  lil)rc)  primero,  pá.i;.  15, 


111 

ciuc  se  remitieron  en  ealidail  de  ;iuxili<).  á  la  renínsula;  dos  á  la  Junta 
de  Sevilla  y  medio  á  la  de  Oviedo,  Asturias,  y  muy  posible  es  ijue  algo 
también  á  la  de  Cádiz:  Iturrifíaray  no  reeonoeía  á  uintíuna  de  kis  tres, 
l)erü  auxiliaba  á  todas. 

Nadie  ignora  lo  que  aeonteció  en  Nueva  España  al  reeibirse  en  ella 
(8  de  junio  de  1808)  noticias  de  la  prisión  de  la  familia  real,  en  Bavona; 
renuncia  de  la  corona  en  favor  de  José  Bonapíirte;  etc.,  etc.;  es  inolvida- 
ble la  Junta  de  México  en  9  dejuliodelSOS,  aurora  C|ueanimciaba  la  re- 
dención de. América;  la  primera  (|ue  se  reunió  en  el  Continente,  v  en  la  c[ue 
resplandeció  majestuoso  el  verbo  creador  de  Verdad,  el  ilustre  apóstol 
que  con  su  sangre  generosa  daría  testimonio,  como  los  primeros  márti- 
res del  Cristianismo,  de  la  fe  en  la  validez  y  sol)eranía  popidares.  Ya 
se  recordarán  la  astuta  suspicacia  de  los  oidores  .\guirre  y  Bataller,  las 
estultas  anatematizaciones  del  inquisidor  Bravo,  la  conducta  incolora 
del  .\rzobis]DO,  la  decisión  delosado  viejo  D.  Gabriel  J.  de  Yermo, la ])ri- 
sión  de  Iturrigaray,  la  muerte  misteriosa  del  Padre  Talamantes,  el  nom- 
bramiento de  Virrey  á  D.  Pedro  Garibay,  su  substitución  por  el  Arzobi.s- 
l)o  (D.  Francisco  Xavier  de  Lizana),  la  conspiración  de  los  Michelena 
y  el  Padre  Santa  María,  en  \'allad(jlid,  los  conjurados  de  Ouerétaro,  el 
advenimiento  de  Venegas,  (|ue  no  tuvo  cara  de  virrey,  3-  sobre  todo, 
el  glorioso  y  onniipotente  grito  de  Dolores  y  sus  consecutivos  sucesos. 


No  pretendo  el  honor  de  ser  en  este  trabajo  biógrafo  delSr.  Morelos; 
pero  así  como  he  dado  cuenta  del  ilvistre  origen  del  libertador  Bolívar 
y  honradamente  narré,  á  grandes  rasgos  todas  sus  hazañas,  honrada- 
mente también  quiero  presentar  desde  su  origen,  al  más  ilustre  liberta- 
dor, Morelos,  y  á  grandes  rasgos  igualmente,  por  equidad,  enunciaré 
los  inimitables  hechos  de  este  maravilloso  genio. 

D.  José  María  Morelos  y  Pavón  nació  el  30  de  septiembre  de  1765 
en  la  ciudad  de  Yailadolid,  Intendencia  de  este  nombre  (hoy  Alorelia, 
capital  del  Estado  de  Michoacán).  Sus  progenitores  fueron  D.  Manuel 
Morelos  y  Da.  Juana  Pavón.  Por  muerte  de  D.  Manuel,  su  hijo  tra- 
bajó desde  muy  tierna  edad  con  su  tío  D.  Felipe,  de  arriero,  conducien- 
do recuas,  de  México  á  Acapulco  y  otros  puntos,  hasta  que  entró  al  Co- 
legio de  San  Nicolás,  de  su  tierra  natal,  del  cual  era  Rector  el  inmortal 
D.  Miguel  Hidalgo.  Bajo  la  dirección  de  éste,  Morelos  hizo  sus  estudios 
siguiendo  la  carrera  eclesiástica  (|uc  terminó  con  brillo,  y  recibió  las  sa- 
gradas órdenes,  pasando  á  servir  sucesivamente  varios  curatos,  hasta 
el  de  Carácuaro  y  Necupétaro,  en  el  que  se  hallaba  cuando  re])ercutió 
por  aciuellos  rumbos  el  prepotente  grito  de  rebelión  lanzado  en  Dolores. 

Morelos  se  presentó  á  Hidalgo  en  Indaparapeo,  en  octubre  de  1810, 
cuando  el  Generalísimo  niíirchaba  á  Yailadolid  (Morelia),  pidiéndole  se 


112 

k-  noinljrasc  Capellán  del  ejército  insurgente;  pero  su  antiguo  y  perspi- 
caz maestro  le  contestó  con  el  nombramiento  de  Teniente  General,  y 
llevándolo  aparte,  á  unos  cuantos  pasos  de  la  oficialidad  (|ue  los  rodea- 
ba, en  voz  baja  le  explicó  la  nulidad  de  la  excomunión  fulminada  contra 
los  independientes,  por  Abad\'Queipo,  ObispoelectodeMichoacán,  dán- 
dole instrucciones  especiales  para  que  encendiera  la  tea  revolucionaria- 
mente redentora  en  el  Sur  del  Reino,  y  tomase  el  Puerto  de  Acapulco. 

El  humilde  Cura  volvió  luego  á  su  pueblo  de  Carácuaro  y  allí  armó 
veinticinco  hombres  con  lanzas,  y  con  ellos  marchó  á  Churumuco;  atrave- 
só el  Alexcala,  en  la  híicienda  de  lasBalsas,  y  entró  en  territorio  del  hoy  Es- 
tado de  Guerrero.  En  Coahua^-utla  se  le  unieron  algunos  hombres  ar- 
mados,almando  de  D.  Rafael  Yaldovinos,yavanzandohastalascostas 
del  grande  Océano,  en  Zacatula  engrosó  sus  pequeñas  filas  con  50  sol- 
dados á  las  órdenes  del  Capitán  de  Alilicias  de  ese  Puerto,  D.  Marcos 
Martínez.  Se  dirigió  á  Tecpan,  donde  el  Capitán  realista  D.Juan  Anto- 
nio Fuentes  huyó  á  Acapulco  y  su  gente  se  desertó,  pasándose  en  su  ma- 
3'or  parte  á  Morelos.  Este  entró  en  Tecpan  el  7  de  noviembre  de  1810 
con  sus  tropas  considerablemente  aumentadas.  Este  lugar  de  la  co.sta 
le  proporcionó,  sin  haber  quemado  un  solo  cartucho,  abundantes  recur- 
sos. Allí  se  le  incorporó  D.  Hennenegildo  Galeana  que  tanto  había  de 
distinguirse  despviés.  Al  día  siguiente  también  se  le  unieron  en  el  Zanjón  D. 
Juan  y  D.  Fermín  Galeana,  hermanos  de  D.  Hermenegildo  l  con  sete- 
cientos hombres,  sin  armas  casi  todos.  Allí  comenzó  Morelos  á  tener 
artillería;  su  primera  pieza  fué  el  «Niño,»  pequeño  cañón  que  servía  en 
la  Hacienda  de  San  José,  propiedad  de  los  Galeana,  para  hacer  salvas 
en  las  fiestas  rehgiosas.  El  9  de  noviembre  pasó  por  Coyu3'a  y  avanzó 
hasta  el  Aguacatillo,  donde  entró  el  día  13  con  dos  mil  hombres  arma- 
dos con  fusiles,  lanzas,  espíidas  y  flechas.  En  este  lugar  se  atrincheró 
con  tercios  de  algodón.  Previamente  había  destacado  setecientos  hom- 
iDres,  con  Yaldovinos  á  la  cabeza,  con  orden  de  ocupar  el  Veladero,  que 
es  una  posición  ([ue  domina  el  Puerto  de  Acapulco.  Carreño,  el  Jefe  de  es- 
ta plaza,  envió  contra  ellos  cuatrocientos  realistas,  los  que  después 
de  un  ligero  tiroteo  se  desbandaron,  dejando  tiradas  muchas  armas,  y 
se  pasaron  muchos  de  ellos  á  los  independientes.  Morelos,  adeinás  del 
Aguacatillo,  fortificó  la  Cuesta,  el  Marqués,  las  Cruces  y  el  mismo  Vela- 
dero. Actos  prudentísimos,  porque  el  Virrey  ya  había  ordenado  que 
una  sección  de  la  Brigada  de  Oaxaca,  mil  quinientos  hombres,  marchase  á 
atacar  á  los  insurgentesdelSur,  al  mando  de  D.Francisco  París,  Coman- 
dante de  la  cjuinta  división  de  milicias.  A  éste  se  unió  D.  José  Sánchez 
Pareja,  Comandante  de  la  sexta  división  de  la  costa,  3' así  lograron  dis- 
persar, el  1"  de  diciembre,  á  \'aldovinos,  que  comandaba  una  sección 
de  las  fuerzas  de  Morelos;  pero  otro  de  sus  capitanes,  en  cambio,  D.  Mi- 

1  I).  Pablo,  que  tan  brillantemente  se  condujo  en  el  sitio  de  Cuautla,  era  hiji)  de  D. 
José  Antonio,  hermano  también  de  D.  Hermenegildo.  —  García  Cubas.  —  Historia  de 
México. 


n^ 


An.M-KS. — TciMii  1\'. 


I.ÁM. 


D.  José  María  Mokelos  y  Pavón. 


i 


fíuel  (le  Avila,  rechazó  cu  Llano  Grande,  con  seiscientos  soldados,  auna 
fuerza  (jue  de  Acapulco  salió  mandada  jjor  D.  Juan  Antonio  Fuentes  y 
por  Rodríguez,  Subdelejiado  de  Tecpan.  Este  murió  á  resultas  de  las 
heridas  c[ue  recibió  en  la  contienda,  algunos  días  más  tarde. 

El  S  del  mismo  mes,  París  atacó  vigorosamente  en  íían  Marcos  y  las 
Cruces,  á  los  independientes,  peleándose  con  bravura  por  ambas  partes 
durantetodo  el  día,  y  suspendiéndose  el  combate  en  la  noche,  sin  haber 
obtenido  ventaja  ni  unos  ni  otros;  tres  ó  cuatro  días  más  tarde,  el  jefe 
realista  atacó  las  posiciones  de  la  Sabana  que  defendía  el  Coronel  D. 
Julián  de  Avila,  con  solo  seiscientos  homlires,  mientras  que  los  asaltantes 
eran  dos  mil  soldados  con  dos  cañones.  París  había  sido  reforzado  por 
tropas  que  de  Acapulco  salieron  en  su  auxilio,  y  dividió  su  gente  en  tres  co- 
lumnas, mandando  él  mismo  la  del  centro;  la  de  la  derecha,  Sánchez  Pa- 
reja, }'  D.  Francisco  Rionda  la  de  la  izquierda;  mandando,  además,  una 
sección  de  cien  hombres  á  flanquear  la  posición  de  Avila.  Los  queata- 
caban,  rompieron  sus  fuegos  de  artillería,  los  cuales  fueron  eficaz  y  cer- 
teramente contestados  por  los  disparos  del  «Niño.»  Los  realistas  mos- 
traron arrojo  y  decisión,  pero  los  independientes  se  mantuvieron  firmes 
en  sus  puestos.  Después  de  largas  horasdelucha,  París  se  retiró  á  Tres- 
palos,  dejando  varíos  muertos  y  herídos  en  el  campo. 

Después  de  este  hecho  de  armas,  Alorelos,  á  pesar  de  las  ventajas  que 
sus  capitanes  le  habían  procurado,  quedó  en  muy  difícil  situación,  pues 
que  carecía  de  municiones  y  se  hallaba  entre  dos  fuegos:  París,  en  Tres- 
palos  y  Acapulco  con  fuerte  guarnición  lo  amenazaban.  Afortunada- 
mente tuvo  noticia  de  que  en  el  campamento  de  París  había  un  capitán, 
Mariano  Tabares, resentido  por  haber  recibido,  poco  hacía,  injusto  cas- 
tigo. No  era  Morelos  quien  desperdiciara  la  probable  ocasión  propicia 
y,  entablando  negociaciones  con  Tabares,  logró  combinar  un  plan  con 
él.  En  consecuencia,  mandó  al  mismo  Coronel  de  Avila  con  seiscientos 
soldados  contra  los  realistas,  la  noche  del  4  de  enero  de  1811:  á  una 
señal  de  Tabares,  Avila  atacó  impetuosamente  y  venció,  tomando  al 
enemigo  ochocientos  prisioneros,  setecientos  fusiles,  cinco  cañones,  cin- 
cuenta y  dos  cajones  de  parque,  varíos  pertrechos,  víveres,  etc. 

Alg-unos  historiadores  pretenden  que  París  fué  fusilado  sobre  el  cam- 
po, por  Morelos;  pero  esto  no  es  de  admitirse  por  varías  razones;  pri- 
mera 3'  principalísima:  Paris  figura  en  acciones  posteriores,  y  no  es  proba- 
ble que  no  sea  el  mismo  de  Tres-pa/os,  y,  además,  Morelos  no  estuvo  per- 
sonalmente en  el  teatro  de  la  acción;  Zarate,  en  «México  á  Través  de  los 
Siglos,»  no  sólo  afirma  que  Paris  huyó  en  medio  de  la  confusión,  sino 
que  transcribe  el  siguiente  párrafo  del  mismísimo  Alamán,  deturpador 
de  la  Independencia  y  de  sus  héroes:  «Morelos,  — dice  con  este  motivo 
Alamán —  sin  haberse  presentado  todavía  él  mismo  en  el  campo  de  ba- 
talla, había  logrado  por  medio  de  sus  tenientes,  los  Avila,  batir  con 
fuerzas  inferiores  á  las  realistas;  y  en  el  corto  espacio  de  dos  meses, 
habiendo  empezado  la  campaña  con  veinticinco  hombres  que  sacó  de 

Anales.  T.  IV.— 15. 


114 

su  curato,  había  reunido  más  tic  ilos  mil  fusiles,  cinco  cañones,  ]iorción 
de  víveres  3'  municiones,  todo  tomado  del  enemigo,  ti 


Después  de  la  victoria  sobre  París,  Al  órelos  marchó  al  cerro  déla  Z^^a- 
na,  donde  se  situó  el  8  de  febrero,  intentando  tomar  Acapulco,  lo  que 
no  consiguió  por  carecer  de  gruesa  artillería,  municiones  y  tropas  sufi- 
cientes. Este  intento  fué  desastroso  para  las  tropas  de  Morelos,  pues  á 
consecuencia  de  la  traición  del  artillero  español  Gago,  los  insurgentes 
fueron  acríbillados  por  la  artillería  de  los  baluartes,  3- siete  barcos  que  se 
hallaban  surtos  en  la  bahía,  salvándose  de  una  completa  derrota, sólo  por 
la  serenidad  y  admirable  energía  de  su  General,  que  para  impedirles  la  hui- 
da, tendióse  en  tierra  en  la  única  estrecha  salida  de  que  disponían  sus 
soldados,  los  cuales  prefiríeron  la  muerte,  á  hollar  con  su  planta  el  res- 
petable cuerpo  de  tan  extraordinario  Caudillo.  El  19  del  mismo  mes, 
una  vigorosa  salida  de  la  guarnición  del  Puerto  obligó  á  los  asaltantes 
á  retirarse  á  sus  antiguas  posiciones  de  la  Sabana,  donde  permanecie- 
ron por  es])acio  de  un  mes  repartiéndose  su  fuerza,  que  constaba  de 
dos  mil  doscientos  hombres,  en  el  Fe/ac/ero,  las  Cruces,  Aguacatillo  y  la 
misma  Sabana  y  rechazando  denodadamente,  mandados  por  el  bravo 
Galeana,  á  las  fuerzas  de  D.  Juan  Antonio  Fuentes  y  del  Oidor  Recacho. 
Viendo  Morelos  que  se  agotaban  rápidamente  los  víveres  y  escasos  ele- 
mentos de  guerra  de  que  podía  disponer,  dejó  á  Avila  bien  fortificado  en 
el  Veladero,  y,  rompiendo  las  líneas  de  Fuentes,  la  noche  del  3  de  mayo 
se  dirigió  á  Chilpancingo  con  sólo  trescientos  soldados,  perseguido  de 
cerca  por  los  realistas,  sobreponiéndose  á  las  torturas  del  hambre,  alas 
inclemencias  de  mortíferos  climas,  y,  como  el  audaz  cartaginés  en  su  ca- 
mino á  Roma,  rompiendo  las  montañas  para  abrirse  paso.  Llegó  por 
fin  este  guerrero  excepcional  á  la  hacienda  de  la  jBrea,3-desde  allí  envió 
á  Galeana  á  Chichihualco,  finca  de  los  señores  Bravo,  familia  ó  legión 
de  bravos  3'  acendrados  patriotas:  D.  Leonardo,  D.  Aliguel,  D.  Víctor  3^ 
D.  Máximo,  hermanos,  3-  D.Nicolás,  hijo  del  primero,  que  entonces  con- 
taba diez  y  nueve  años  y  qvie  pronto  inmortalizaría  su  nombre,  no  sólo 
con  sus  meritísimos  hechos  de  armas,  sino  aun  más,  por  el  acto  sin  igual  en 
la  historia  del  Universo,  manifestación  de  la  grandeza  de  su  alma:  indul- 
tando trescientas  vidas  (que  podía  segar  impunemente  3'  sin  escrúpu- 
lo), como  sublime  represalia  al  inicuo  asesinato  de  su  padre. 


En  aquel  punto  uniéronse  estos  héroes  al  que  de  entonces  en  más  se- 
ría su  digno  jefe  3'  hábil  mentor  en  el  doloroso  3'  difícil  camino  de  la  in- 
mortalidad. Allí  mi.smo hicieron  su  debut,3'capitaneadosporGaleana, 
desbarataron  la  división  del  Comandante  Garrote,  tomándole  cien  pri- 


115 

sioneros,  trescientos  fusiles y.srancantidafl  de  mtiniciones  y  pertrechos, 
todo  lo  cual  sii]:)o  aprovechar  AIt)relos  para  reforzar  y  armar  su  <;ente 
y  entrar  triunfante  á  Chilpanciniío  el  24  de  mayo  del  memorable  1811. 

Después  del  descalabro  sufrido  por  los  realistas,  Garrote  se  retiró  á 
Tixtla  á  donde  lo  siguió  Morelos  y  lo  aniquiló  por  completo,  tomándo- 
le más  de  seiscientos  prisioneros,  ocho  cañones  y  doscientos  fusiles.  In- 
mediatamente después  de  tan  lirillante  triunfo,  ordenó  la  fortificación  de 
Tixtla  para  dejar  allí  al  ínclito  Galeana,  dignamente  secundado  por  D.Ni- 
colás Bravo,  y  regresó  á  Chilpancingo,  ciudad  en  la  que  se  celebraba  la 
fiesta  del  15  de  agosto,  con  corridas  de  toros,  lides  de  gallos,  funciones  de 
acrólDatas  y  otras,  propias  de  las  ferias.  Con  tal  motivo,  parte  de  la  guar- 
nición de  Tixtla  se  dirigió  á  la  feria,  en  tanto  que  Fuentes,  que  había  sus- 
pendido su  atacjue  al  Veladero  y  se  hallaba  j'a  en  Chilapa,  siendo  infor- 
mado de  la  posición  de  los  independientes,  quiso  aprovechar  el  propicio 
momento  de  atacará  los  de  Tixtla,  y  así  lo  hizo  el  mismodía  15.  Infor- 
mado á  su  vez  Alorelos,  destacó  un  correo  para  anunciar  al  impertérri- 
to Galeana  qvie  al  día  siguiente  sería  con  él.  Los  americanos,  no  obs- 
tante su  escasa  fuerza  y  falta  de  municiones,  se  sostuvieron  con  entere- 
za, y  al  día  siguiente,  cuando  se  hallaban  en  lo  más  álgido  del  combate, 
los  realistas  no  se  dieron  cuenta  del  avance  del  infalible  Alorelos,  y  sí 
extrañaron  inusitado  alboroto,  manifestado  porlos  independientes,  con 
alegres  rcpicjues  3' cohetes  lanzados  desde  las  torres  de  la  parroquia,  y  al 
cjuerer  incjuirir  la  causa,  se  hallaron  entre  dos  fuegos,  desconcertados 
por  las  certeras  líalas  del  «Niño,»  cañón  que  debe  haberse  regocijado  al 
sentirse  disparado  ¡jcjr  Alorelos  en  i)crsona.  El  Jefe  realista  ordenó  des- 
de luego  la  formación  de  cuadro  para  resistir  el  ataque  simultá.neo;  pe- 
ro Bravo  y  Galeana  no  dieron  tiempo  á  cjue  se  cumpliera  esta  orden,  y 
cayendo  con  el  ímpetu  del  alud,  vencieron  toda  resistencia  con  el  corte 
de  sus  bien  tem])la(los  aceros.  Fuentes  y  Recacho  fueron  los  primeros 
que  apelaron  á  la  fuga  y,  seguidos  de  su  destrozada  división,  que  presa 
de  terror  pánico  tiralialasarmasenelcamijo,  huyeron  á  Chilajia,  donde 
entraron  en  confusión  indescriptiljle,  mezclados  con  sus  perseguidores. 
Morelos  entró  tras  de  ellos  á  dicha  plaza  y  les  tomó  cuatrocientos  prisio- 
neros, otros  tantos  fusiles,  cuatro  cañones  y  gran  cantidad  de  parque 
_v  otros  pertrechos.  Gago,  el  traidor  artillero,  pagó  allí  cara  su  perfidiay 
el  dinero  en  que  había  vendido  la  entrega  de  Acapulco,  así  como  ac[uel 
Toriliio  Navarro,  que  había  recibido  del  ilustre  vencedor  recursos  para 
reclutar  gente,  y  se  había  pasado  al  eneníigo.  Este  par  de  traidores  fué 
pasado  por  las  armas:  vínica  ejecución  de  prisioneros,  pues  los  otros, 
en  parte  engrosaron  las  filas  insurgentes,  y  en  parte  fueron  enviados  á 
Tecpan  y  Zacatula. 

Dueño  Morelos  de  Chilapa,  población  fabril  ya  desde  entoces,  hizo 
tejer  toda  la  manta  necesaria  para  qxie  se  vistiesen  todas  sus  semides- 
nudas  tropas;  reorganizó  su  ejército,  enviando  al  efecto  emisarios  á  la 
costa  á  reclutar  soldados,  3'  se  ocupó  en  disciplinar  á  los  reclutas  y  en 


116 

reparar  su  armamento.  Ya  contando  con  algún  respiro,  se  dedica  á  di- 
versos asuntos  políticos  y  administrativos,  dictando  decretos  y  muy 
acertadas  disposiciones,  y  sosteniendo  muA'  activa  correspondencia  con 
la  Junta  de  Zitácuaro,  escribiendo  todo  de  su  puño  a'  letra,  dando  tan 
raras  pruebas  de  actividad  y  talento,  que  arranca  elogios  al  íicérrimo 
defensor  de  la  opresión,  D.  Lucas  Alamán. 

Entre  otras  promulgaciones  suA-as,  no  debe  olvidarse  la  que  tendía 
á  la  extinción  del  antipatriótico  antagonismo  llamado  guerra  de  castas, 
que  su  clarÍA^idente  y  adelantado  espíritu  de  sociólogo  columbraba  como 
hidra  maléfica  que  sería  perniciosa  á  la  fraternidad  nacional. 


Hasta  aquí  hemos  puesto  de  relicA'e  las  sorprendentes  dotes  intelec- 
tuales del  Sr.  Morelos  como  capitán  y  como  estadista;  ])ero  mucho 
nos  falta  que  admirar  desde  este  último  punto  de  A-ista,  si  meditamos 
sus  rcA-elantes  manifestaciones  advertidas  en  sus  obras  de  más  trascen- 
dencia, como  son  sus  notas  y  opiniones  acerca  de  las  bases  para  el  pro- 
A'ecto  de  Constitución  cjue  le  sometiera  Rayón;  el  decreto  aboliendo  la 
esclavitud,  a'  las  reglas  preliminares  para  la  erección  del  Congreso  l  que 
había  de  inA-estirlo  de  l;i  dignidad  de  Generalísimo  y  Jefe  supremo  del 
EjecutÍA-o,  á  la  cual  inA-estidura,  el  avig"usto  Al  órelos  añadiría  otro  dic- 
tado, con  una  modestia  encantadora,  nombrándose  á  sí  mismo  siervo 
de  la  nación. 

Mucho  tendríamos  aún  <  [ue  decir  de  sus  insólitas  hazañas  de  guerrero, 
únicas  en  su  género  y  en  circunstancias  incomparables;  pero  no  nos  es 
posible  seguirlas  una  á  una,  ni  es  necesario,  dada  la  ikistración  de  c[uie- 
nes  han  de  leemos,  y  como,  por  otra  parte,  cada  acción  efectuada  por 
el  insigne  superhombre  entraña  en  todo  orden  de  ideas  una  epopeA'a  de 
las  más  excelsas  en  los  épicos  anales  de  la  humanidad,  juzgamos  un  de- 
lirio intentar  cantarlas,  y  sólo  nos  atrcA-eremos  á  enumerarlas  cronoló- 
gicamente, pues  para  consignarlas  todas,  aun  sin  entrar  en  grandes  de- 
talles, no  bastaría  este  limitadontimerodepáginas;  serían  precisos  grue- 
sos A'olúmenes. 

Antes  de  proseguir,  séanos  permitido  exponer  hechos  que  rcA'elan  el 
envidiable  carácter  del  magnánimo  campeón,  en  el  orden  moral. 

Un  Padre  Ah-a  le  escribía  desde  esta  capital,  adA-irtiéndole  que  dos 
hombres  habían  de  presentársele  como  armeros;  pero  que  no  eran  tales, 
sino  asesinos  que  llcA-aban  el  siniestro  designio  de  envenenarlo.  Efecti- 
A'amente,  se  presentaron  dichos  dos  individuos  al  General  victorioso, 
quien  ordenó  fueran  arrestados;  pero  antes  de  que  transcurrieran  mu- 
chos días,  los  hizo  poner  en  libertad,  los  perdonó  y  colmó  de  faA-ores 
como  si  le  hubiesen  prestado  un  gran  servicio  al  atentarcontrasuvida. 
¿Nó  se  inspiraría  BraA^o  en  esta  lección  práctica?  ¿Nó  germinaría  en  su 
corazón  este  bello  ejemplo  para  fructificar  muy  pronto? 

1  Alamán  dice  que  esto  era  sencillamente  hacer  la  Constitución. 


117 


Tabares,  aquel  Capitán  que  vendió  al  realista  París,  y  un  norteame- 
ricano, David  Faro,  disgustados  porque  no  se  les  concedían  los  ascen- 
sos á  que  injustificadamente  as]5Íraban  en  el  ejército  independiente,  tra- 
maron una  contrarrevolución,  pero  siendo  sofocada  ésta,  sus  autores 
fueron  aprehendidos  y  fusilados  como  traidores  por  orden  del  gran  Jefe, 
justo  y  severo  juez  para  con  los  iscariotes. 

El  Obispo  Campillo,  de  Puebla,  envió  tanto  á  Rayón  como  al  inven- 
cible Adalid  del  Sur,  un  descosido  manifiesto  para  convertirlos  á  la 
causa  realista,  \'  ambos  contestaron  con  dignidad,  rechazando  las  pro- 
posiciones contenidas  en  aquel  escrito,  siendo  notable  por  su  alto  y  cir- 
cunspecto estilo  la  respuesta  del  Sr.  Morelos. 


Terminaba  1811,  y  en  su  último  mes,  tan  fecundo  en  éxitos  para  el 
invicto  Caudillo,  salía  éste  de  Chilapa  y  se  dirigía  á  Tlapa  para  mar- 
char infatigable  contra  Chiautla,  donde  derrotando  al  español  Alusitti 
el  día  -i,  le  toma,  como  es  lógico  esperar,  muchos  prisioneros,  municio- 
nes, víveres  y  cañones,  entre  los  que  se  hallaba  el  que  el  arrogante  rea- 
lista había  bautizado  con  el  jircsuntuoso  nombre  «Mata-Morelos. »  Des- 
pués de  esta  jornada,  pasa  el  egregio  vencedor  á  Izúcar,  en  dondeentra 
el  día  10  y  hace  la  inapreciable  adquisición  de  D.  Mariano  Matamoros, 
Cura  de  Jantctelco,  que  allí  se  le  presenta,  y  antes  de  mucho  infligiría 
tan  rudos  golpes  á  las  armas  es])añolas.  El  realista  Soto-Alaceda  sale 
de  Puebla  contra  los  independientes  y  es  derrotado  por  completo  el  17, 
])ara  morir  dos  días  después  á  causa  de  las  heridas  que  recibiera  en  el 
combate.  Salen  los  vencedores  de  Izúcar  3-  se  dirigen  á  Cuautla,  llegan- 
do á  dicha  plaza  el  24-.  Galeana  es  enviado  contra  los  realistas,  á  quie- 
nes deshace  por  completo,  á  fines  del  año,  en  Tepecuacuilco  y  en  el  im- 
portante mineral  de  Taxco. 

Al  empezar  1812,  en  l-l,  16  y  20  de  enero,  desembarcan  sucesiva- 
mente en  Veracruz,  ])roccdentes  de  España,  el  batallónde  Asturias,  el  de 
Lovera  y  el  regimiento  de  infantería  «América.» 

Porlier,  que  tantos  estragos  causara  á  los  patriotas  del  Bajío,  sale 
de  Toluca  contra  los  del  Sur,  y  el  día  3  del  mismo  enero  bate  ¿í  algunas 
partidas  de  éstos  en  Tecualo3-a.  Allí  es  atacado  por  Galeana  el  día  17 
y  sufre  un  descalabro  que  lo  obliga  á  replegarse  á  Tenancingo,  y  forti- 
ficarse. El  infatigable  Afórelos  lo  persigue  y  derrota  totalmente  el  22 
del  mismo  enero.  Porlier  huye  hasta  Toluca,  á  cu3-a  población  causa 
compasión  el  lastimoso  aspecto  de  los  derrotados.  Los  triunfadores 
regresan  á  Cuautla,  que  los  recibe  con  regocijo  el  día  9  de  febrero,  ocho 


118 

días  antes  de  que  empezara  el  renombrado  y  glorioso  sitio,  único  en  el 
mundo. 

S.  E.  el  Virrey  D.  Francisco  Xavier  de  Venegas  se  encargó  de  sinte- 
tizar la  trascendental  importancia  de  las  campañas  anteriores  de  aqxiel 
Morelos,  cuyo  mérito  excepcional  admiraba  muy  á  pesar  suyo,  y  á  quien 
insultaba,  y  aparentando  despreciarlo,  temía  y  hacía  en  parte,  exigua  y 
mentecata  justicia,  cuando  daba,  en  8  de  febrero,  orden  á  Calleja  para 
que  atacara  al  principal  Corifeo  de  la  revolución: 

Leamos: 


«Los  de  Santa  María  Tixmadage  y  algi;nos  otros  pueblos  de  la  di- 
rección de  Valladolid,  interceptan  la  correspondencia  y  giro  de  aquella 
con  esta  ciudad,  }■  después  de  que  el  ejército  se  ha  retirado  de  Toluca, 
vuelven  á  aparecer  gavillas  de  Tenancingo  3-  aquel  rumbo,  permanecien- 
do siempre  en  rebelión  los  ranchos  ó  sierras  inmediatas  A  aquella  ciudad, 
el  Real  de  Temascaltepec,  Sultepec  y  países  confinantes. 

«Peor  aspecto  presenta  todavía  el  camino  viejo  de  Puelola  y  toda 
aquella  provincia .  Los  rebeldes  ocupan  con  ñierzas  considerables  los  pue- 
blos de  Teotihuacán,  Otumba,  Calpulalpan,  Apan  y  todas  las  hacien- 
das del  territorio,  talando  3-  destruyendo  todo,  é  insultando  incesante- 
mente á  los  infelices  moradores  adictos  á  la  buena  cansa  (¡ue  viven  en 
la  inquietud  doméstica. 


«De  este  estado  de  trastorno  público  se  sigue  la  dificultad  ó  absoluta 
imposibilidad  de  la  precisa  correspondencia  con  Oaxaca  y  su  provincia, 
y  lo  que  es  más,  con  la  plaza  y  Puerto  de  Veracruz,  último  golpe  que  se 
puede  dar  al  comercio  de  este  Reino  3'  causa  que  ha  de  motivar  un  sen- 
sible desaliento  en  la  Península  3-  una  opinión  en  toda  la  Europa,  denues- 
tro  estadodedecadencia;  juzgando  por  la  falta  de  noticias,  quelos  rebel- 
des ha3'an  consegniido  triunfar  de  las  tropas  reales,  sufriéndose  desde 
luego  el  estanco  de  capitales,  habiendo  en  esta  ciudad  más  de  dos  millo- 
nes de  pesos  en  poder  del  conductor,  para  trasladarse  á  aquella  plaza, 
sin  que  lo  ha3-a  podido  verificar  en  el  espacio  de  algninos  meses,  por  la 
dificultad  que  ofrecen  los  caminos  3-  la  falta  de  tropas  para  superarla. 

«Todos  estos  males,  el  perjuicio  de  estar  interceptado  el  comercio  de 
Acapulco,  imposibilitada  la  descarga  de  la  Nao  3'  la  traslación  de  sus  efec- 
tos á  lo  interior  del  Reino,  privándose  el  real  Erario,  en  medio  de  su  pe- 
nuria, de  un  millón  de  pesos  que  debería  reportar  de  los  derechos  de  aquel 
cargamento,  y  la  inminencia  de  que  aquella  plaza  y  su  Puerto  puedan 
sucumbir  á  las  fuerzas  de  la  insurrección,  están  apo3-ados  por  el  cuer])o 
de  Morelos,  corifeo  de  la  insurrección  en  la  actualidad,  3-  podemos  de- 
cir que  ha  sido  en  ella  el  genio  de  ma3'or  firmeza,  de  recursos  3' astucias, 
habiendo  ciertas  circunstancias  favorables  á  sus  designios,  prestádole 


119 

mayor  osadía  y  fontianza  cu  llevarlos  á  caho,  principalineiitc  el  ataque 
ele  Tixtla,  en  que  derrota  aquella  división,  (jue  aunque  debiera  haber  si- 
do respeta l)le  por  su  número,  ])erdió  todas  las  ventajas  en  la  disei])lina,  en 
la  relajación  y  en  el  desorden,  y  sobre  todo,  en  la  inca]jacida(l  de  su  co- 
mandante para  conducirla. 

«Es,  pues,  indispensable  combinar  un  plan  que  asegure  dar  áMorelos 
3'  á  su  fi'avilla  un  golpe  de  escarmiento  C|ue  los  aterrorice,  hasta  el  gra- 
do (le  que  abandonen  á  su  infame  caudillo,  si  no  se  logra  aprehenderlo. 

«Sus  principales  puntos  ocupados  son  Izúcar,  Ouautla  y  Taxco,  ha- 
biendodestacado  en  estos  últimos  días  una  vanguardia  riue  ocupó  sucesi- 
vamente los  pueblos  de  Totolapa,  Buenavista,  Xuchi,  Tlalmanalco  y 
Chalco,  la  cual  se  ha  reijlegado  posteriormente  á  Totolapa  y  Quautla, 
teniendo  avanzadas  en  Buenavista. 

«El  plan  que  dictan  las  referidas  posesiones  del  enemigo  es  de  un  ata- 
que simultáneo  en  los  puntos  de  Izúcar  y  Ouautla  para  no  darle  lugar 
á  que  reúna  el  todo  de  sus  fuerzas  en  alguno  de  los  dos;  y  aunqiie  sería 
más  completa  la  operación  atacando  con  la  misma  simultaneidad  al  Real 
de  Taxco,  prestaría  inconveniente  la  necesidad  de  subdividir  las  fuerzas, 
no  siendo  suficientes  las  que  ha\'  en  Toluca,  especialmente  por  la  esca- 
sez (jue  tienen  de  oficiales  para  desempeñar  el  ataque  de  acjuel  punto,  l 


México,  8  de  Febrero  de  1812. — Venegas.» 


D.  Félix  María  Calleja  del  Rey  (jue  acababa  de  tomar  á  Zitácuaro, 
tan  hábil  y  valientemente  defendida  por  los  Rayón,  á  urgentes  y  reite- 
rados llamamientos  del  Virrey  vino  á  México  adonde  arribó  é  hizo  su 
entrada  triunfal  el  día  5  de  lebrero.  Todas  las  esperanzas  del  Gobier- 
no y  aliados  se  cifraban  en  Calleja,  de  quien  se  esperaba  todo;  ese  todo 
era  el  golpe  decisivo  á  la  revolución,  en  Cuantía,  desde  donde  constante- 
mente se  desprendían  partidas  de  inde]iendientes  que  se  aventuraban 
hasta  San  Agustín  de  las  Cuevas  (Tlalpan),  á  cuatro  leguas  de  esta  ciu- 
dad, y  tenían  en  continuo  sobresalto  á  los  realistas,  Venegas  in  capite, 
que,  como  se  recordará,  confesaba  en  su  orden  á  Calleja  que  aquellas 
avanzadas  llegahnn  hasta  Chalco. 

Este  último,  distinguido  y  terrible  corifeo  de  la  tiranía  (devolvamos 
cortésraente  á  S.  E.  sus  epítetos),  al  principio  sintió  repugnancia  de  ir  con- 
tra los  del  Sur;  quizá  presentimientos  de  instinto  le  hacían  entrever 
el  éxito  negativo  de  la  malhadada  expedición;  jiero  después,  las  mani- 

1  Colección  de  docuinentos  dej.  E.  Hernández  Dávalos.  Tomu  I\',  págs.  31  y  siguien- 
tes, que  existe  enelArchivo  Gral.  de  la  Nación,  citadaporD.JulioZárateenelTomoIIIde 
«México  á  Través  de  los  Siglos.» 


120 

testaciones  de  que  fué  objeto  lo  impulsaron  á  autosugerirse  que  cual 
otro  César  llegaría,  vería  y  vencería,  y  así  decidido,  al  llegar  frente  á 
las  gavillas,  como  llamaba  á  los  insignes  C(ue  habían  de  abatir  su  orgu- 
llo, dispuso  todo,  de  manera  qvie  á  la  pviesta  del  sol  ya  estuviera  des- 
cansando en  su  aristocrático  hospedaje  de  México.  ¡Y  pensar  que  después 
de  setenta  y  tres  penosos  días  nada  era  lo  que  había  ganado,  y  sí  mucho 
é  inestimable  lo  perdido! 

En  virtud  de  las  instrucciones  de  Venegas,  Calleja,  el  General  espa- 
ñol más  prestigioso  en  América,  marchaba  contra  el  más  temible  ene- 
migo de  la  opresión  á  Cuantía  de  las  Amilpas,  hoy  justamente  Cuantía 
Morelos:  Calleja,  el  vencedor  de  Acúleo,  Calderón  y  Zitácuaro,  manda- 
ba el  ejército  del  centro,  lo  más  granado  de  la  gente  de  armas  de  que 
disponían  kis  dominadores,  compuesto  de  veteranos  de  los  más  experi- 
mentados, pues  desde  el  principio  de  la  campaña  habían  sido  conduci- 
dos con  admirable  disciplina,  de  triunfo  en  triunfo,  porque  justo  es  de- 
cirlo, Calleja,  á  pesar  de  sus  bárbaras  crueldades,  no  debe  ser  privado 
de  su  honra  militar,  ni  de  su  valor,  ni  de  su  pericia,  ni  de  su  perspicacia, 
ni  de  sus  enérgicas  aptitudes  de  mando.  Si  era  orgulloso  y  despótico 
hasta  sobrepasar  los  límites  de  la  peculiaridad  de  su  raza,  era  un  com- 
pleto soldado,  el  único  digno  de  medir  sus  osadías  con  las  de  su  invicto 
y  superior  adversario. 

Sus  tropas,  bien  provistas  de  cuanto  fuese  necesario  para  todas  las 
eventualidades  de  una  larga  lucha,  salieron  de  esta  capital  el  11  del 
misino  febrero,  en  número  de  siete  mil  hombres  de  las  tres  armas:  mag- 
nífica caballería,  gruesa  y  potente  artillería,  y  valiente  infantería,  refor- 
zada, además,  por  los  batallones  de  Lovera  3' Asturias,  el  cual,  más  tar- 
de debería  dejar  de  existir  todo  entero,  aniquilado  por  el  bravo  Ala- 
tamoros  en  el  camino  de  Veraeruz. 

Por  su  parte  los  independientes  solamente  eran  inferiores  á  sus  con- 
trarios, en  número  y  elementos  materialesdedefensa;  por  lo  demás,  tam- 
bién halíían  sido  traídos  triunfantes,  por  toda  la  extensa  zona  del  Sur, 
desde  el  Océano  Pacífico  hasta  San  Agustín  de  las  Cuevas,  (Tlaljjan), 
y  contaban  con  el  inagotable  genio  de  su  idóneo  General;  pero  se  hallaban 
en  circunstancias  en  todo  favorables  al  enemigo,  pues  que,  además  de 
guarecerse  ellos  en  una  plaza  de  débiles  casas  de  adobe,  techadas  con  en- 
debles cañas,  se  hallaban  también  rodeados  de  ricas  fincas  de  campo, 
pertenecientes  á  españoles,  organizadas  militarmente  con  servidores 
adictos  á  la  causa  real,  y  capaces,  en  un  momento  dado,  de  resistir  y 
hasta  aprehender  á  oficiales  insurgentes,  como  lo  hicieran  los  depen- 
dientes y  servidumbre  de  aquel  Yermo  (el  aprehensor  de  Iturrigara^-), 
con  D.  Leonardo  Bravo  3^  compañeros,  al  terminar  el  cerco  que  vamos 
á  mencionar.  Y  no  fueron  éstas  las  únicas  ventajas  de  los  realistas; 
A'a  iremos  señalando  otras  más,  no  despreciables. 


121 


lil  l!S  de  feljrcro  de  1812  se  avistal)an  las  avanzadas  encnníías  y 
Cuautla  ilja  á  ser  teatro  de  acontecimientos  estupendos. 

Iban  á  chocar  dos  enormes  fuerzas,  sólo  comparables  á  las  más  impo- 
nentes de  la  naturaleza:  una,  Calleja,  el  titánico 3' colérico  torbellino,  osa- 
do é  impetuoso,  con  la  conciencia  de  sti  valor,  sus  fuerzas  y  ventajas; 
la  otra,  Morelos,  altiva  é  inconmovible  montaña  ciu'a  serena cvispide se 
eleva  hasta  los  cielos,  consciente  de  su  deber  y  de  sus  derechos,  de  su 
l)rivilegiíid o  espíritu  sin  miedo  y  de  su  indómita  constancia.  El  hura- 
cán arrancaría  rocas  para  lanzarlas  con  furia  contra  la  eminencia;  la 
cumbre  haría  explosión  como  activísimo  ígneo  cráter,  y  resistiría  im- 
pertérrita al  irritado  é  impotente  vendaval. 

El  resultado  de  este  formidable  choque  sería:  de  una  parte,  inútiles 
pérdidas  de  vidas,  tiempo  a-  dinero  para  conquistar  el  desprestigio,  y 
una  humillante  compasión  de  los  suyos;  de  la  otra,  angustias  infinitas, 
sacrificios  sobrehumanos,  durísimas  penalidades,  heroicidades  legenda- 
rias, para  cubrirse  de  legítima  gloria  y  alcanzar  un  triunfo  tan  efectivo 
como  si  hubiera  hecho  polvo  á  su  arrogante  antagonista,  á  quien  obli- 
gaba á  rendirle  tributos  de  respetuosa  admiración,  que  habían  de  per- 
petuarse en  las  pósteras  generaciones  de  ambos  mundos. 

El  ya  vacilante  solio  del  despotismo  más  oscilaba,  mientras  la  na- 
ciente encina  de  la  libertad,  robustecida  se  alzaría  más  enhiesta  y  mul- 
tiplicaría sus  raíces. 


No  entra  en  nuestro  plan  la  descripción  del  memorable  sitio  de  Cuan- 
tía, cuva  grandiosa  epopeA'a  por  sí  sola  requiere  una  obra  especialmen- 
te á  ella  consagrada,  siendo,  además,  superfino  nuestro  intento,  porque 
las  heroicas  hazañas  de  nuestros  inmortales,  aun  cuando  jamás  serán 
ensalzadas  lo  suficiente,  han  sido  A'acantadasporinspiradasliras.j',  so- 
bre todo,  nadie  las  ignora,  ni  los  niños,  ya  que  felizmente  por  loable 
disposición  del  doctísimo  hombre  de  Estado  que  orienta  los  destinos  in- 
telectuales del  país,  al  difundir  desde  la  escuela  elemental  el  culto  sacra- 
tísimo de  la  patria,  presenta  á  las  almas  infantiles  modelos  de  grande- 
za, heroísmo  y  abnegación  sviblimes. 

Según  el  limitado  plan  de  este  trabajo,  debía  únicamente  nombrar- 
se Cuantía,  para  abonar  al  gran  Caudillo,  en  cu^-o  honor  se  escribe,  la 
más  cuantiosa  cifra  de  su  incalculable  haber;  pero  es  de  extricta  jus- 
ticia honrar  también  la  augustíi  memoria  de  los  lugartenientes  que 
con  él  supieron  merecer  la  gratitud  de  los  redimidos,  y  á  quienes  él  esco- 
gitó con  tan  admirable  penetración.  Séanos  permitido  señalar  nada  más 

An-.\les.  T.  IV.— 16. 


122 

los  hechos  concretos  ijuc  los  honran,  y  que  al  efectuarse  en  Cuantía 
íigigantan  el  inmenso  pedestal  de  imperecedera  gloria  en  que  se  ostenta 
el  excelso  Morelos. 

Sabido  es  que  Calleja  se  presentó  ante  la  plaza  c^ue  había  de  sitiar,  el 
18  del  mes  va  citado,  con  más  de  siete  mil  hombres,  que  algunos  auto- 
res hacen  ascender  á  doce  mil,  lo  cual  no  carece  de  verdad,  pero  sí  de 
explicación.  Las  tropas  cjue  componían  el  ejército  del  centro  fueron 
constantemente  reforzadas  sin  tasa,  en  el  concepto  que  ésto  fué  efec- 
tuándose á  medida  que  avanzaba  el  tiempo,  3-  no  al  iniciarse  el  jirímer 
ata([ue.  Sea  como  fuere,  la  superioridad  ninnerica  de  los  realistas  siem- 
pre fué  abrumadora,  acentuándose  más  á  medida  cjue  transcurría  el 
tiem])o,ycon  él,  la  peste,  el  hambre  y  los  combates  reducían  á  los  sitia- 
dos á  la  tercera  parte. 

Recuérdese  qvte  Yenegas  ordenó  Cjue  simultáneamente  con  Cuantía 
se  atacara  Izvicar,  y  que  Llano  con  dos  mil  hombres  se  encargó  del  asal- 
to de  dicha  población,  y  que  al  ser  rechazado  por  el  invicto  Guerrero  y 
el  Padre  Sánchez,  recibió  orden  de  abandonar  Izíicar  y  cooperar  en 
Cuantía.  De  allí  salió  el  insurgente  urdiera  con  trescientos  soldados, 
cuyo  contingente  no  volvió  á  entrar  á  la  heroica  Ciudad,  con  orden  de 
ocupar  la  barranca  de  Tla^-acac  para  impedir  cpie  Llano  se  reuniese  con 
Calleja;  pero  éste,  al  darse  cuenta  de  la  salida  de  Urdiera,  destacó  contra 
él  fuerzas  considerables,  que  dispersaron  fáeihnente  á  los  insurgentes,  y, 
ya  se  sabe,  Calleja  aumentaba  su  ejército  con  dos  mil  combatientes, 
mientras  el  General  independiente  perdía  trescientos,  más  los  cien  dra- 
gones que  á  las  órdenes  de  Alatamoros  y  Perdiz  con  intrepidez  asombro- 
sa arrollaron  las  líneas  sitiadoras  para  ir  en  busca  de  víveres  que  des- 
graciadamente no  se  logró  introducir  á  la  plaza.  Si  á  estas  bajas  se 
agregan  las  naturalmente  causadas  por  el  primer  combate,  que  fué  uno 
de  los  más  sangrientos,  no  es  aventurada  la  hipótesis  de  que  los  insur- 
gentes antes  de  estar  completamente  circunvalados,  apenas  ascendían 
á  dos  mil,  3'  es  de  todo  punto  sorprendente,  y  aun  parece  increíble,  que 
estos  denodados  defensores,  reducidos  ámenos,  día  por  día,  tuvieran  en 
jaque,  diezmándolo,  al  cueipo  de  ejército  que,  por  su  gran  número  ho- 
mogéneo, disciplina,  ecjuipo  y  elementos,  fué  el  primero  que  se  agrupara 
bajo  el  pendón  de  Castilla  en  el  Nuevo  Mundo  desde  que  Colón  lo  brin- 
dara á  los  Re\-es  Católicos. 

El  General  realista  desde  luego  quiso  reconocer  las  fortificaciones  de 
Cuantía,  que  halló  ejecutadas  con  inteligencia,  no  obstante  c[ue  el  insig- 
ne Morelos  apenas  hacía  unos  cuantos  días  cjue  se  hallaba  en  aquella 
plaza.  Si  bien  es  cierto  que  D.  Leonardo  Bravo  ya  había  empezado  á 
fortificarla  durante  la  expedición  de  su  Jefe  contra  Porlier,  ignoraba  có- 
mo 3-  por  quién  sería  atacado,  3- con  ma3'or  razón,  que  .sería  necesario  re- 
sistir un  sitio. 

Cuando  el  desdeñoso  Jefe  español,  á  tiro  de  cañón  recorría  las  trin- 
cheras V  se  situaba  en  las  colinas  de  Cuautlixco,  á  media  legua  de  los 


123 

pntriotas,  el  activo  General  de  éstos  lo  observaba  desdeSaiiDicíío,  yno 
piidieiulo  contener  la  ardiente  im])acicncia  de  hallarse ca.ra  acara  con  el 
realista,  salió  temerario  del  períinetro  fortificado,  con  algunos  hombres 
desu  escolta,  ájiesardela  opinión  contraria  del  mismo  impetuoso  Galea- 
na,  del  andaz  Matamoros  y  de  los  valientes  Bravo,  á  inquietar  á  los 
contrarios.  El  General  Calleja,  con  su  peculiar asttieia,  había  embosca- 
do alíjunas  trojias  con  cañones á  ambos  lados  del  camino  que  fundada- 
mente supuso  recorrería  Morelos,  cuyo  arrojo  temerario  no  desconocía 
el  Jefe  realista.  El  ardid  surtió  en  parte  el  efecto  deseado,  puesen  unos 
cuantos  minutos  la  escolta  del  atrevido  General  insurgente  quedó  diez- 
mada por  los  fuegos  cruzados  de  las  emboscadas,  y  este  ilustre  Jefe  cer- 
cado de  enemigos  que  intentaban  aprisionarle,  lo  c|ue  hubieran  conse- 
guido si  Galeana,  rápido  como  el  rayo,  no  hubiera  caído  sobre  ellos, 
destrozando  con  su  terrible  espada  cuanto  se  oponía  á  su  paso  y  auxi- 
liando á  su  venerado  General,  ([uien  sin  perder  im  instante  su  habitual 
imperturl)able  serenidad,  había  em])ezado  á  vender  muy  cara  su  liber- 
tad. Ambos  regresaron  á  la  ciudad  en  medio  de  las  aclamaciones  del 
ejército  y  de  un  pueblo  delirante  de  entusiasmo,  cjue  había  experimenta- 
do mortal  angustia  ante  el  inminente  peligro  del  (pie  justamente  era 
su  ídolo. 

Al  día  siguiente,  19,  Calleja  dispuso  el  asalto  de  aquel  caserío,  forma- 
do en  su  ma^'or  parte  de  chozas  de  zacate  y  el  resto  de  adobe,  cjue  nunca 
creyó  necesitar  sitiar  en  forma,  y  alas  siete  de  la  mañana  destacó  cuatro 
columnas  de  infantería,  una  batería  y  dos  de  sus  mejores  regimientos  por 
el  rumbo  del  Calvario,  extremidad  Norte,  de  donde  una  calle  recta  con- 
duce á  la  plazuela  de  San  Diego,  cuyas  fortificaciones,  iglesia  y  convento 
se  confiaron  á  la  defensa  del  indómito  Galeana.  Los  asaltantes  llegaron 
valientes  hasta  ponerse  á  tiro,  sin  que  se  les  inquietara,  pues  esta  era 
la  orden  superior  dada  á  los  indei)endientes,  y  se  rompieron  los  fuegos 
por  ambas  partes:  por  una  }'  otra  se  luchó  con  decisión  y  bizarría,  lle- 
gando los  combatientes  hasta  golpearse  con  sus  fusiles  ya  que  no  po- 
dían cargarlos  de  nuevo  por  estar  confundidos  luchando  cuerpo  A 
cuerpo. 

A  estar  bien  provistos  de  bayonetas  los  insurgentes,  quizá  desde  en- 
tonces este  primer  combate  hubiera  sido  decisivo,  qucdíindo  el  campo 
por  el  ilustre  Morelos,  vencedor  en  acjuella  jornada  de  más  de  siete 
horas. 

Los  actos  de  heroísmo  se  hicieron  vulgares  entre  unos  y  otros  ad- 
versarios: Galeana  saltó  las  trincheras  y  peleó  á  pecho  descubierto, 
disparando  sin  cesar  su  certera  carabina.  Distinguiólo  el  Coronel  es- 
pañol Sagarra  y  se  dirigió  á  él,  empeñándose  un  combate  singular  en- 
tre ambos,  cuyo  resultado  fué  la  muerte  de  Sagarra.  El  vencedor  le 
quitó  las  armas,  y  tomándolo  por  un  pie  lo  arrojó  al  campamento  in- 
surgente, y  los  realistas  quedaron  atónitos  ante  aquel  nuevo  Acjuiles. 

Otros  dos  coroneles  realistas,  pundonorosos  y  esforzados,  murieron 


124 

en  esa  sangrienta  acción:  el  CondedeCasaRvily  D.Juan  N.  Oviedo.  Los 
soldados  del  Rey,  al  sufrir  tan  considerables  pérdidas,  se  encolerizaron 
y  arremetieron  con  más  fuerza  contra  los  imjjávidos  independientes, 
que  supieron  oponerles  una  inexpugnable  barrera  humana.  Se  produjo 
un  tremendo  choque,  y  en  el  mismo  instante  doscientos  indios  que  se  ha- 
liían  parapetado  tras  las  bardas  del  convento,  lanzaron  con  sus  hon- 
das una  terrible  lluvia  de  piedras  contra  los  asaltantes,  desconcertán- 
dolos un  tanto;  pero  repuestos,  se  dividieron,  y  entrando  en  las  casas  de 
una  y  otra  líneas  de  la  calle,  las  fueron  horadando  para  abrirse  cami- 
no hacia  San  Diego,  abrigados  contra  los  fuegos  3-  piedras  de  los  insur- 
gentes, á  quienes  impunemente  empezaban  á  flanquear.  Galeana  desta- 
có á  su  sobrino  D.  Pablo  á  detenerlos,  lo  que  hizo  éste  con  empuje  sor- 
prendente, arrojándoles  granadas  de  mano  al  mismo  tiempo  que  el 
«Niño,»  enviado  con  toda  oportunidad  por  el  actívisimo  Morelos,  dis- 
paraba preciso. 

El  intrépido  D.  Hermenegildo  se  multiplicaba,  pero  tenía  c[ue  dejar 
largo  tiempo  unos  puntos,  para  acudir  á  los  de  mayor  peligro,  y  así  fué 
que  en  una  de  las  baterías  donde  él  no  se  hallaba,  se  oyó  un  grito  trai- 
dor «Galeana  está  derrotado,»  é  intimidados  los  artilleros  huyeron  ha- 
cia el  centro  de  la  plaza  dejando  abandonado  un  cañón,  al  que  una  co- 
lumna enemiga  se  avalanzaba  con  presteza;  pero  la  patria  entre  sus  gi- 
gantes héroes  contaba  todavía  con  un  defensor  de  doce  años,  Narciso 
Mendoza,  que  sin  vacilar  vuela  al  punto  abandonado  y  dispara  la  pie- 
za causando  gran  estrago  á  los  que  iban  á  tomarla.  Alorelos,  Galeana 
y  Bravo,  D.  Leonardo,  augusta  trinidad  de  semidioses,  llegan  opor- 
tunos, y  con  su  sola  presencia  dan  fin  á  la  pelea. 

Más  de  mil  quedaron  fuera  de  combate  entre  muertos  y  heridos  de 
ambos  beligerantes. 

Este  primer  asalto  significó  á  los  independientes  un  raA-o  de  esperan- 
za y  un  brillante  triunfo;  y  á  los  tiranos  dura  lección  y  descalabro  de- 
sastroso. 

A  las  tres  de  la  tarde  se  retiró  derrotado  Calleja  á  las  lomas  de 
Cuatlixco  y  hacienda  de  Santa  Inés.  Él,  C[ue  al  comienzo  de  la  l)ata]la 
seguía  á  sus  tropas  en  coche,  porque  desde  el  coche  creía  vencer  cómo- 
damente! Y,  «comunicaba  á  Venegas  el  desastre  que  acababa  de  sufrir, 
aunque  atenuando  las  pérdidas  y  afirmando  que  el  nvimero  de  indepen- 
dientes encerrado  en  Cuantía  excedía  de  doce  mil,  con  treinta  piezas  de 
artillería.  (Ya  se  sabe  el  verdadero  total  de  sus  defensores,  3'  que  su  ar- 
tillería no  excedía  de  quince  cañones,  ¡la  mitad!);  que  este  pueblo  estaba 
fortificado  con  inteligencia;  que  no  era  posible  tomarlo  por  asalto;  3- 
que  para  establecer  un  sitio  en  regla,  necesitaba  refuerzos  de  gente  3'  ar- 
tillería. En  esa  misma  noche  del  19  reunió  en  junta  de  guerra  á  todos 
los  jefes  superiores  de  su  ejército,  3' todos,  sin  excepción,  opinaron  que  era 
menester  diferir  el  ataque  hasta  que  se  recibiesen  los  medios  necesarios 
para  repetirlo  con  probabilidades  de  buen  éxito.   Al  día  siguiente,  20dc 


125 

febrero,  envialia  micvn  comiinieación  al  \'irrey,  asegurándole  qnc  el 
]juel)l()  exigía  un  sitio  tle  seis  ú  ocho  diíis,  con  tro])as  suficientes  j^ara 
dirigir  tres  ataques  3^  circunvalarle,  pues  íiunque  su  recinto  ocu])al)a 
más  de  una  legua,  podía  reducírsele  á  la  tercera  ]3arte. 

«Si  Cuautlíi  no  quedase  demolida  como  Zitácuaro,  decía  Calleja  en 
esta  comunicación,  el  enemigo  mviltiplicaría  sus  fortificaciones  en  para- 
jes convenientes,  y  la  insurrección,  que  se  halla  en  su  último  término, 
cundiría  rájjidamente  y  tomaría  un  nuevo  y  vigoroso  aspecto.»    1 

Y  perseverando  en  el  propósito  de  demolerla,  empezó  desde  luego  á 
establecer  su  cuartel  general,  proveeduría,  hospitales,  depósito  de  par- 
que, etc.  El  infatigable  Afórelos  desplegó  á  su  vez  imponderable  activi- 
dad, ampliando  sus  magistrales,  pero  improvisadas  obras  de  defensa, 
principalmente  por  el  rumbo  de  Bvienavista,  el  más  próximo  á  las  |30si- 
ciones  realistas,  avanzando  un  reducto  en  el  platanar,  para  defender  el 
río  de  aquel  ¡junto;  estableció  una  maestranza  para  la  fabricación  de 
municiones,  y  envió  á  todas  las  haciendas  \'  pueblos  accesibles  expedi- 
ciones en  busca  de  víveres.  Estas  expediciones  se  repitieron  con  éxito 
vaiños  día  santes  y  después  de  establecido  el  asedio.  Es  injustificable  que 
se  acuse,  como  no  ha  faltado  quien,  á  tan  previsor  guerrero,  por  lo 
que  no  pudo  evitar  y  más  lo  enaltece,  por  el  hambre  que  hubo  en  Cuan- 
tía, á  la  que  se  sobrepusieron  con  tan  honorable  entereza  sus  tropas  y 
los  habitantes  á  quienes  se  instó  para  que  abandonasen  en  tiempo  opor- 
tuno la  población.  Siempre  continuó  en  esta  diligente  actitud  el  eximio 
General,  no  jugando  á  la  malilla  (como  decían  sus  despechados  detrac- 
tores, no  sabiendo  qué  cargo  inventar  contra  él,  ya  que  lo  contem¡)la- 
ban  inmaculado  como  el  que  más,  verdadero  caballero  sin  tacha),  sino 
multiplicándose  portentosamente  en  la  batalla,  á  la  que  jamás  escati- 
mó su  valiosísimo  contingente  personal;  en  la  administración,  gobier- 
no y  dirección  de  todos  los  ramos  indispensables  en  las  circunstancias, 
y  en  todos  los  sitios  en  donde  su  aliento  poderoso  era  necesario  para 
levantar  los  espíritus;  ora  á  la  cabecera  del  doliente  herido,  ora  cabe  el 
sencillo  tiimulo  de  los  mártires,  ora  en  la  choza  de  los  deudos  de  las  víc- 
timas de  la  barbarie  de  los  asaltantes  (como  los  que  habitaban  las  ca- 
sas horadadas  por  los  realistas  rechazados  el  19),  oraenlasjamaieas  y 
sencillos  bailes  que  para  el  pueblo  organizaba  bajo  los  disparos  mis- 
mos de  artillería  sitiadora.  Y  en  todas  partes  se  adaptaba  á  todas  las 
condiciones,  prodigando  palabras  de  consuelo  y  estímulo,  tan  confor- 
tadoras y  eficaces,  como  que  dimanaban  de  su  verbo  creador  \-  prodi- 
gioso que,  como  el  plectro  de  Tirteo,  convertía  en  invencibles  adalides 
á  los  neófitos  adeptos  de  la  libertad. 

No  faltaron  diarios  encuentros,  escaramuzas  continuas  y  reconoci- 
mientos mvituos  durante  todo  febrero,  que  terminó  con  el  ingreso  de  la 
fuerza  de  Llano  á  las  líneas  de  Calleja,  y  á  partir  del  1"  de  marzo,  los 

1    México  á  Través  de  los  Siíjlos. — Tom.  III,  pao;.  2'.>U. 


126 

insignificantes  tiroteos  se  tornaran  en  combates  generales,  en  los  que 
sobresalía  Galeana,  pues  ni  lui  momento  dejó  de  hostilizar  á  los  realis- 
tas C[ue  iban  ]3rogTesando  en  los  trabajos  de  zapa  qvie  habían  de  ter- 
minar el  día  9.  Concluida  la  instalación  total  de  las  baterías  sitiado- 
ras, tronaron  los  cañones  y  morteros  de  todos  los  puntos,  y  las  grana- 
das, bombas  y  metrallas  llovieron  sin  interrupción,  de  día  y  de  noche,  so- 
bre el  recinto  de  los  estoicos  indejiendientes.  Calleja,  lleno  de  estupor 
escribía  el  día  12  á  S.  E.  Yenegas:  i 

«Cuento  lio^-,  cuatro  días  de  fuego  que  sufre  el  enemigo,  como  pu- 
diera una  guarnición  de  las  más  bizarras,  sin  dar  ningún  indicio  de 
abandonar  la  defensa.  Todos  los  días  amanecen  reparadas  las  peque- 
ñas brechas  que  (ac|uí  se  apercibe  á  disculpar  su  impotencia)  es  capaz 
de  abrir  mi  artillería  de  batalla:  la  escasés  de  agua  la  han  suplido  con 
(sangre,  debía  decir)  pozos;  la  de  víveres,  con  maíz  que  tienen  en  abun- 
dancia (y  en  la  posterior  penuria,  con  animales  inmundos,  cueros  ele 
los  arneses,  yerbas,  y  si  preciso  fuera,  con  piedras  que  Afórelos  sabría 
convertir  en  pan,  debía  añadirse) ;  y  todas  las  privaciones,  con  un  fa- 
natismo difícil  de  comprender  (por  miopía  obstinada  que  no  permite 
columbrar  lo  excelso)  y  que  haría  necesariamente  costoso  un  segundo 
asalto  cjue  sólo  debe  emprenderse  en  una  oportunidad  que  no  perderé 
si  se  presenta».  Y  poco  después  pedía  «c|ue  se  hiciese  venir  artillería 
gruesa  de  Perote  y  todo  cuanto  pudiese  necesitarse  sin  perder  instante, 
prefiriendo  acjuélla  á  todas  las  demás  atenciones,  á  las  que  se  podía 
después  ocurrir;  y  si  el  Yirrey  no  estuviese  conforme  con  estas  ideas,  pe- 
díale cjue  previniese  terminantemente  lo  que  debía  ejecutar,  en  circuns- 
tancias que,  por  cualquiera  parte  que  se  mirasen,  ofrecían  muchas  difi- 
cultades para  el  acierto.» 

El  2  de  abril  el  batallón  de  Lovera  reciljió  orden  de  desviar  el  curso 
del  río  Jxichitengo,  para  privar  del  agua  á  los  sitiados,  lo  que  ejecutó  la 
misma  noche;  pero  el  persi)icaz  Morelos  inmediatamente  ordenó  al 
intrépido  Galeana  deshiciera  la  obra  de  los  realistas,  y  construyera  un 
pequeño  fuerte  para  defender  en  lo  sucesivo  la  toma  de  agua.  Así  se 
efectuó  en  pleno  día  bajo  los  fuegos  enemigos,  y  al  amanecer  el  día  3, 
estaba  reconquistado  el  dominio  del  río,  muy  disputado  durante  todo 
el  resto  del  sitio,  pero  cjue  no  perdieron  ya  los  americanos. 

Yéase  lo  que  Calleja  dice  á  este  respecto:  «Al  amanecer  de  ayer  (día 
3),  quedó  cortada  el  agua  de  Juchitengo  que  entraba  en  Cuantía,  y  te- 
rraplenada la  zanja  cjiíe  la  conducía,  y  ordené  al  Señor  Llano  por  ha- 
llarse próximo  á  su  camjjo  de  que  destinase  el  batallón  de  Lovera,  con 
su  comandante  á  sólo  el  objeto  de  impedir  que  el  enemigo  rompiese  la 
toma;  pero  á  pesar  de  todas  mis  precauciones,  y  enmedio  del  día,  per- 
mitió, por  descuido,  cjue  no  sólo  la  asaltase  el  enemigo  sino  cjtie  cons- 
truyese sobre  la  misma  presa  un  caballero  ó  torreón  cuadrado  y  cerra- 

1  Véanse  Bustaniante  y  Alamán,  citados  en  «México  á  Través  de  los  Siglos.» — Tomo 
III,  págs.  288  y  siguientes. 


127 

do,  y  ailcinás  un  cs])al(lóii  (|iic  comunica  el  liosquc  con  el  torreón,  por 
cu_vas  obras  carnó  un  iíran  número  de  traljajadores,  sostenidos  desde 
el  bos(|ue.  Y.ájjesarde  su  ventajtjsa  situación,  disijuse  (|uc  el  mismo 
batallón  de  llovera,  ciento  cincuenta  patriotas  de  San  Luis  y  cien  <;ra- 
naderos,  todo  al  cargo  del  Sr.  Coronel  don  José  Antonio  Andradc,  ata- 
case el  torreón  ó  parapeto  á  las  once  de  la  noche,  lo  que  verificó  sin 
efecto,  y  tuvimos  cuatro  heridos  y  un  muerto.  Sigue  el  enemigo  con  ex- 
traordinaria actividad  reparando  ruinns,  construA-endo  nuevas  l)ate- 
rías  y  atacando  alternativamente  todos  ¡os  puntos  de  la  línea.»  Naáii 
tenemos  que  agregar  á  lo  que  asienta  la  parte  contraria;  pero  debemos 
insistir  acerca  de  la  personalidad  conspicua  de  Alorelos. 

Continuándose,  como  se  ha  dicho,  la  disputa  desesperada  de  la  po- 
sesión del  río,  los  sitiados,  siemjjre  con  su  invicto  General  en  primer 
término,  dieron  repetidas  y  envidiables  pruebas  de  abnegación  v  bra- 
vura, estimulados  siempre  por  los  inenarrables  ejemplos  del  denodado 
guerrero,  que  en  más  de  una  ocasión  se  halló  en  tan  inminente  peligro,  que 
sus  soldados  lo  obligaron  á  viva  fuerza,  tanto  como  era  comijatible 
con  el  respeto  profundo  que  le  guardaban,  á  apartarse  siquiera  un  pun- 
to de  donde,  inútilmente  quizás,  en  aquellos  momentos,  estaba  en  ries- 
go su  preciosa  vida. 

Fuego  nutrido  seguían  haciendo  los  contrarios,  sin  tregua,  y  á  me- 
dida que  avanzaba  el  tiempo,  no  obstante  que  los  que  no  avanzaban 
eran  ellos,  tomaban  ya  imponderables  proporciones  las  calamidades 
de  aquella  plaza,  no  3'a  con  la  incesante  función  de  los  cañones,  sino 
aun  con  la  escasez  de  víveres  3'  con  la  peste,  consecuencias  inevitables 
del  asedio  y  del  pavoroso  hacinamiento  de  insepultos  cadáveres;  pero 
nada  abatía  el  irreducible  valor  de  aquellos  esclarecidos  patriotas,  dig- 
nos descendientes  de  aquél  que  sonreía,  tres  centurias  antes,  en  la  ho- 
guera, cual  si  se  solazara  «en  un  deleite  ó  baño.» 

Estimábase  por  los  adversarios  tan  inconmensurable  grandeza,  3'  sin- 
ceramente la  admiraban.  Calleja  no  podía  substraerse  á  esta  justa  ad- 
miración, 3',  dice  Zarate,  «mezclando  la  verdad  3-  la  impostura,»  escri- 
bía al  Virre3-  el  24  de  abril: 

«Si  la  constancia  3'  actividad  de  los  defensores  de  Cuautla,  fuese  con 
moralidad  3'  dirigida  á  una  causa  justa,  merecería  ídgún  día  un  lugar 
distinguido  en  la  historia.  Estrechados  por  nuestras  tropas  3-  afligidos 
por  la  necesidad,  manifiestan  alegría  en  todos  los  sucesos:  entierran 
sus  cadáveres  al  son  de  rei)iques  en  celebridad  de  su  muerte  gloriosa,  y 
festejan  con  algazara,  bailes  3'  borrachera  el  regreso  de  sus  frecuentes 
salidas,  cualquiera  que  hava  sido  el  éxito,  imponiendo  pena  de  la  vida 
al  que  hable  de  desgracias  ó  de  rendición.» 

No  necesita  comentarios  esta  apología,  en  gran  manera  profétiea, 
la  cual  inconscientemente  destinaba  3-a  lugar  distinguido  en  la  historia 
á  los  activos  defensores,  en  celebridad  de  su  gloriosa  muerte. 

En  otro  lugar,  el  mismo  General  castellano  que  preveía  la  aproxi- 


128 

iiuicióii  de  la  temida  estación  de  lluvias  v  estaba  conveiieido  de  que  no 
haijía  más  sohición  al  difícil  aprieto  en  que  se  hallaba,  que  la  de  levan- 
tar el  sitio,  hace  preciosas  confesiones,  resumiendo  la  historia  de  su  pri- 
mer descalabro:  «El  19  de  febrero  asalté  por  cuatro  puntos  diferentes 
á  Cuautla,  que  no  estaba  ni  de  mucho  fortificada  como  en  el  día;  mi 
tropa  acostumbrada  á  la  victoria,  no  dudaba  obtenerla.  Tomé  todas 
las  disposiciones  que  creí  convenientes,  pero  nada  bastó,  y  tres  veces 
fueron  rechazados  y  vueltos  á  la  carga,  y  en  la  última  fué  necesario  cjue 

3'0  mismo  condujese  á  los  granaderos   acobardados etc.»   Decía 

lo  anterior  á  fin  de  obtener  la  íinhelada  orden  de  Yenegas  (jue  viniera  á 
sacarlo  del  atolladero  en  que  presentía  fundadamente  hundirse  sin  re- 
medio y  sin  excusa,  al  caer  (¡qué  coincidencia  anfibológica!)  los  prime- 
ros aguaceros;  pero  sus  rivalidades  con  S.  E.  y,  por  consiguiente,  la  obs- 
tinación dolosa  de  éste,  ¡quién  lo  creyera!  lejos  de  hundirlo,  atenuaron 
su  derrota,  obligándolo  á  permanecer  en  el  papel  de  héroe  por  fuerza, 
para  que  levantara  un  campo  que  no  pudo  tomar,  y  libraron  á  1(js  in- 
dependientes de  un  triunfo  más  efectivo  (jue  el  muy  cabal  é  indisjjuta- 
ble  que  moralmente  obtuvieron. 

Si  se  hubiera  levantado  el  sitio,  como  fatalmente  sucedería,  áser  en- 
terados los  de  la  plaza  del  lastimoso  estado  sanitario  3^  moral  de  los 
que  los  cercaljan,  el  acobardado  ejército  de  D.  Félix  María  no  habría 
llegado  sin  novedad  á  sus  cuarteles  de  México;  Afórelos,  reforzado  por 
Matamoros  y  D.  Aliguel  Bravo,  que  no  se  hallaban  muy  lejos  de  Cuau- 
tla, habría  batido  sin  dificultad  á  los  «diez  mil  de  la  retirada.»  Díga- 
lo si  nó,  el  temerario  valor  3-  el  empuje  irresistible  con  que  á  principios  de 
abril  atacaron  él,  Galeana  3-  Agua3'o  el  Fortín  del  Calvario,  donde  Ca- 
lleja tenía  sus  más  formidables  cañones  3- morteros,  3- era,  además,  pun- 
to de  apo30  mutuo  de  su  campíimento  3-  el  de  Llano. 

Agua3'o  llegó  á  penetrar  al  Fortín,  cargando  su  gente  á  la  bayoneta 
con  la  decisión  que  no  conocían  los  realistas,  á  c[uienes desalojó  tomán- 
doles la  artillería,  que  no  pudo  llevarse  por  el  escaso  número  de  su  tro- 
pa 3'  por  no  haberle  dado  tiempo  los  dos  comandantes  citados,  qtie 
unidos  cargaron  contra  él  el  grueso  de  sus  principales  batallones. 

Pero  lo  escrito,  escrito  estaba,  3-  el  27  de  abril  perdían  los  sitiados 
la  última  esperanza  de  ser  socorridos  con  víveres,  después  de  los  meri- 
torios é  infnictuosos  esfuerzos  de  Bravo  (D.  Aíiguel)  3-  del  diligente  Ma- 
tamoros para  forzar  las  líneas  sitiadoras  3'  penetrar  á  la  plaza.  Alore- 
los  no  dejó  de  cooperar  á  este  intento;  pero  aunque  en  éste  su  postrer 
combate,  dentro  del  perímetro  fortificado,  hizo  prodigios  inefables  de 
bizarría,  no  se  logró  el  éxito  deseado,  aunque  conquistó  nuevos  lauros. 

El  día  30,  Calleja  3'a  juzgó  oportuno  pactar  una  honrosa  capitula- 
ción con  tan  dignos  antagonistas,  y  al  efecto  envió  como  preliminares, 
copias  del  Bando  del  Gobierno,  relativo  al  indulto,  ofreciéndolo  espe- 
cialmente á  los  principales  caudillos,  Morelos,  Galeana  3-  Bravo  (D.  Leo- 
nardo).  El  primero,  va  sabemos  con  qué  espartana  inflexibilidad  escri- 


129 

bió  ni  dorso  del  ])a]X'l  del  es])añol:  (il<iual  «íracia  otorjio  á  Calleja  y  los 
SUYOS,»  y  esa  misma  noche  escribió  él  mismo  la  orden  de  a(juella  bri- 
llante salida  que  inmortalizó  á  sus  actores  é  hizo  célebre  el  nombre  de 
Cuantía,  destruyendo,  con  genial  denuedo,  el  viejo  apotegma:  «plaza  si- 
tiada, plaza  tomada.»  Y  no  se  ignoran  las  proezas  realizadas  por  aquel 
grupo  de  macilentos  enfermos,  que  á  las  dos  de  la  mañana  del  1"  de  ma- 
yo de  1812,  rompieron  como  nadie  antes  lo  hubiese  intentado,  un  fé- 
rreo estrecho  círculo,  formado  con  todas  las  reglas  del  arte  de  la  guerra 
y  con  todos  los  elementos  requeridos,  en  el  amplísimo  plazo  de  setenta  y 
tres  días.  Ya  no  suman  mil  soldados  aquellas  reducidas  tropas  y,  no 
obstante,  después  de  que  fueron  sentidos  por  los  centinelas  y  atacados 
por  fuerzas  infinitamente  más  numerosas  (diez  mil  hombres  lo  menos), 
luchaban  intrépidos,  sin  cañones  ni  parapetos,  sostenidos  por  las  po- 
tentes voces  de  sus  bravos  capitanes. 

Al  llegar  á  la  Hacienda  de  Guadalupita,  fueron  cercados  por  todo  el 
ejército  enemigo;  el  caballo  en  que  iba  Morelos  cae  herido,  y  el  General 
está  á  ptmto  de  ser  prisionero;  pero  los  suyos  no  desmayan,  levantan 
presurosos  el  alma  de  su  santa  causa  y,  al  grito  sencillamente  tierno 
que  aun  conmueve  los  corazones  de  los  buenos:  ¡Viva  la  Virgen  de  Gua- 
dalupe! ¡Viva  la  América!  ¡Viva  la  Independencia!  arrollan  potentes  á 
los  cjue  les  cierran  el  paso,  y  vencen,  dejando  enel  campo  sólo  ciento  cin- 
cuenta cadáveres,  cuando  parecía  humanamente  imposible  que  no  mu- 
rieran todos. 

Calleja  aseguraba  cjue  los  muertos  de  esa  memorable  batalla  fueron 
cuatro  mil;  pero  no  era  raro  en  los  generales  españoles  acrecer  ó  dismi- 
nuir, según  conviniera,  la  cifra  de  los  contrarios,  y  este  despechado 
militar,  desde  sus  primeros  ]iartes  aumentó  á  su  antojo  los  tres  mil  de- 
fensores de  Cuantía.  Y  no  ignoraba  el  verdadero  número:  Alamán  con- 
fiesa que  el  norteamericano  Nicolás  Colé,  prisionero  de  los  realistas, 
informó  al  sitiador  detalladamente  acerca  de  todas  las  condiciones  de 
los  heroicos  sitiados,  y  que,  á  pesar  de  que  tales  informes  fueron  á  Ca- 
lleja de  gran  importancia,  ordenó  la  ejecución  de  Colé. 

Era  natural  que  algo  invocara  en  su  favor  el  General  c[uc  nada  po- 
día ya  contra  un  enemigo  que  burlabasu  vigilancia  de  cancerbero,  3- que 
por  enfermedad  ó  decaimient'i  moral  no  se  había  dado  cuenta  de  su  fra- 
caso, puesto  que  dos  horas  3-  media  después  de  que  el  ilustre  sitiado  ha- 
bía roto  las  líneas  de  circvinvalación,  él  todavía  escribía  al  Virre}',  pi- 
diendo, sin  ambajes  ya,  la  venia  de  levantar  el  cerco,  en  estos  términos: 
«Conviene  mucho  que  el  ejército  salga  de  este  infernal  país  lo  más  pron- 
to posible,  y  por  lo  que  respecta  á  mi  salud,  se  halla  en  tal  estado  de 
decadencia,  que  si  no  le  acudo  en  el  corto  término  que  ella  puede  dar- 
me, llegarán  tarde  los  auxilios.  V.  E.  se  servirá  decirme  en  contesta- 
ción lo  que  deba  hacer.» 

Le  era  sensible,  y  con  razón,  haber  perdido  tiempo,  salud  y  fama  en 
un  asedio  inútil  que  costaba  un  millón  setecientos  mil  pesos,  otro  tan- 

Anales.  T.  IV.— 17. 


130 

to  cu  municiones  y,  cu  cuanto  á  hombres,  una  cautidail  mayor  ([uc  el 
doble  de  los  que  perdieron  los  insurgentes,  sin  contar  ni  los  valientes 
jefes,  antes  mencionados,  ni  los  heridos,  ni  los  atacad  os  de  las  fiebres  pa- 
lúdicas ([ue  de  aquel  infernal  país  llevaba  al  Gobierno  como  fruto  de  su 
infeliz  expedición;  fruto  amargo  que  saborearían  los  habitantes  de  Mé- 
xico, Puebla  Y  otras  ciudades  de  las  más  popvdosas  del  reino.  ¿Qué  bo- 
tín le  brindaba  la  población  desocupada  por  su  libre  enemigo?  Escom- 
bros y  montones  de  muertos  en  las  calles  y  casas;  lamentos  y  maldicio- 
nes de  heridos  y  enfermos  en  las  iglesias,  mitad  hospitales,  mitad 
inorgiies;  en  los  déljiles  parapetos,  mudos  é  irrecusables  testigos  de  in- 
sólitos valerosos  actos  de  los  defensores,  y  en  todos  los  ámbitos,  la  ine- 
vitable convicción  propia  de  que,  trocados  los  papeles,  Morelos  habría 
vencido  en  tres  horas  (no  tardaba  en  demostrarlo  la  tomadeOaxaca), 
y  él,  Calleja,  habría  sucumbido  al  primer  embate,  el  del  19,  aun  cuan- 
do no  hubiera  sido  tan  terrible  como  debiera  serlo,  á  dirigirlo  Morelos 
ó  Galeana. 

Y  después,  al  volver  á  la  capital,  ¿qué  esperaba  de  todos  aquellos 
que  entusiasmados  á  su  vuelta  de  Zitácuaro,  le  arrojaban  flores  y  cifra- 
ban en  él  tan  risueñas  esperanzas  ya  desvanecidas?  La  fría  indiferencia 
V  el  irónico  voto  de  gracias  de  S.  E.,  satisfecho  de  poder  quitar  justi- 
ficadamente el  mando  á  su  rival,  para  confiarlo  á  otroGeneral,  al  Con- 
de de  Alcaraz. 

Pero  no  se  trata  de  presentar  pequeño  á  Callejíi,  no  lo  era  tanto,  ni 
Al  órelos  lo  necesita  para  ser  ensalzado,  y,  jDor  otra  parte,  el  valiente 
soldado  español  que  tuvo  la  honra  de  combatir  contra  tan  insigne  ad- 
versario, posteriormente  ftié  justo  hacia  él.  Dice  Zarate,  citando  áBus- 
tamante:  «El  mismo  Calleja,  algunos  años  más  tarde,  y  cuando  retira- 
do á  su  patria  podía  juzgar  con  entera  calma  los  sucesos  en  que  tuvo 
tan  jirineipal  participio,  se  complacía  en  proclamar  el  mérito  de  los  ilus- 
tres defensores  de  Cuantía,  enalteciendo  entre  todos  al  denodado  Mo- 
relos.  1 

Alamán,  también  citado  por  Zarate,  se  rinde  ala  evidencia,  3-  escribe: 

«en  cuanto  á  Morelos 

se  volvió  á 

presentar  pronto  en  campaña,  más  pujante  y  temible  que  antes.  Su  re- 
pvitación  había  crecido  con  los  últimos  sucesos,  y  aunque  en  el  resulta- 
do del  sitio  de  Cuantía  el  triunfo  quedase  por  ¡)arte  de  los  realistas,  la 
fama  y  la  gloria  fueron  sin  duda  para  Morelos.»   - 

1  Il)id,  Pág.  29S. 

2  Ibid.  Pag.  298. 


131 


Cuantía  es  el  ediiipendio  de  l;i  <íloria  y  virtiifles  del  primer  america- 
no del  siiílo:  si  se  le  estudia  eomo  jíuerrero,  nada  hay  ([ue  agregar,  le- 
yendo sus  épicas  acciones  y  los  elogios  aun  de  los  cjue  naturalmente 
le  eran  hostiles;  si  como  hálDÍl  gobernante,  resjjonde  la  general  alegría  de 
una  plaza  agobiada  por  inconcebil)le  aglomeración  de  cataclismos;  si 
como  filántropo,  nótase  la  tierna  compasión  hacia  los  oprimidos,  y  su 
amor,  a1)negación  y  cuidados  paternales  jiara  con  su  jiueblo,  demostra- 
dos durante  el  sitio  y  especialmente  el  !'■'  de  maj-o,  su  gran  día  de  prue- 
ba, en  el  que  resplandece  más  su  magnanimidad  incalculable,  cuando 
])or  no  abandonará  la  barliarie  de  los  chasc|ueados  sitiadores  la  pobla- 
ción indefensa,  carga  con  los  habitantes  de  Cuantía  como  liuen  pastor, 
comprometiendo,  no  ya  la  im])edinienta  de  su  tropa,  sino  aun  la  ])ro- 
])ia  existencia. 


Nos  es  penoso  susjjcnder  esta  breve  reseña  histórica,  pero  es  imposi- 
ble continuarla  en  razón  de  que  se  haría  interminable,  en  el  escaso  tiem- 
po (|ue  aun  nos  (pieda,  este  ya  dituso  trabajo. 

Sentimos  no  poder  seguir  las  luminosas  huellas  del  Generalísimo 
desde  Ocuituco  á  Izx'icar,  Chiautla,  Córdoba,  Orizaba,  Aculcingo,  ílua- 
juapan,  Tehuacán  y  Etla  hasta  Oaxaca,  sitios  todos  donde  sus  armas 
obtuvieron  rápidas  y  brillantes  victorias,  útilísimas  á  la  causa  nacional. 

En  todas  y  cada  una  conquistó  personalmente  y  por  medio  de  sus 
capitanes  los  Bravos,  Matamoros,  Trujano  el  devoto  é  invicto  sitiado 
por  más  de  cien  días,  inmarcesibles  lauros,  apoderándose  de  enormes 
cantidades  de  municiones,  cañones  3- pertrechos,  de  miles  de  prisioneros, 
ricjuísimos  convoyes  como  el  del  valiente  Laljacjui,  de  gruesas  sumasde 
numerario,  de  multitud  de  efectos  valiosos  y  productos  de  aquellas  co- 
marcas que  significaban  al  Gobierno  colonial  muchos  millones  de  pe- 
sos, 1  y,  sobre  todo,  sustrayendo  del  dominiíj  español  la  importante  zo- 
na del  Sur,  la  más  rica  y  vasta  de  lo  poblado  del  reino,  interceptando 
las  vitales  comunicaciones  de  la  capital  misma. 

Quisiéramos  hacer  notar  los  contrastes  cjue  á  primera  vista  resultan 
si  se  comparan  los  ataques  y  sus  éxitos,  condiciones  y  elementos  de  las  dos 
plazas  en  que  figura  el  gran  Morelos  como  actor,  ora  defendiendo,  ora 
asaltando,  Cuantía  y  Oaxaca. 

La  primera,  débil  villorrio  de  accesible  topografía,  es  inexpugnaljle, 
únicamente  por  que  él  la  defiende;  la  segunda,  ciudad  principal  rodeada 

1  Sólo  el  depósito  de  tabaco  (jiiemado  en  Orizaba  por  orden  del  Morelos,  repre- 
sentaba un  valor  de  más  de  catorce  millones  de  pesos. 


132 

de  escariDadas  trincheras  naturales,  resistentes  muros  de  soberbios  edi- 
ficios, coronada  de  imponentes  bocas  de  fuego  (sesenta  cañones,  cua- 
tro veces  el  número  de  los  de  Cuautla),  con  víveres  y  municiones  para 
resistir  un  año,  y  con  una  guarnición  numerosamente  igual  si  no  es  que 
superior  á  los  asaltantes,  es  tomada  en  tres  horas,  sólo  ])or  que  así  lo 
prevenía  á  sus  espartanas  legiones,  diciéndoles  en  esta  sobria  orden  del 
día:  «A  acuartelarse  en  Oaxaca.»  No  por  ser  tan  rápida  esta  célebre  ac- 
ción dejó  de  entrañar  episodios  de  esplendente  y  sublime  patrotismo; 
allí  se  mostraron  tal  cual  eran  los  Galeana,  Bravo,  Matamoros,  Gue- 
rrero y  el  invicto  denodado  Victoria  (antes  Fernández),  digno  de  figu- 
rar en  Ilion:  el  que  al  oponérsele  un  ancho  toso  de  agua  y  viendo  vacilar 
á  sus  soldados,  desprecia  las  balas  y  grita  á  los  enemigos  del  lado 
optiesto,  al  mismo  tiempo  que  les  envía  su  propio  acero:  «Va  mi 
espada  en  prenda,  voy  por  ella,»  y  se  lanza  á  nado  á  honrar  su  caballe- 
resca arrogancia. 

No  nos  es  posible  continuar  reseñando  tantos  y  tantos  triinifos  co- 
mo los  de  Acapidco,  en  el  sitio  y  toma  de  la  plaza  y  fortaleza,  cpie  con 
tanta  constancia  estuvo  amagando  Avila,  mientras  (¡uc  su  infatigable 
General  no  decidiera  ir  á  ocuparlos. 

Oviisiéramos  al  continuar  proclamando  sus  victorias  acompañarlo 
en  sus  derrotas,  que  también  las  tuvo,  ¿por  qué  nó?  y  en  su  proj)iaCar- 
thago  por  arcanos  inescrutables,  como  el  insigne  vencido  de  Escipión; 
siendo  en  la  derrota  tan  colosal  como  lo  fué  en  la  bonanza,  pues  (jue 
después  de  ser  batido  por  Llano  é  Iturbide,  escribe  á  un  amigo:  mTodn- 
vía  queda  mucho  de  Morelos,  y  Dios  todo  entero.»  Y  era  verdad:  mu- 
cho de  Morelos  lleva  impreso  la  proclamación  de  la  Independencia  que 
desde  un  principio  él  se  esforzó  por  desenmascarar,  separando  su  cau- 
sa de  la  del  pobre  Fernando  VII;  mucho  de  su  espíritu  gigante  que- 
dó impregnado  en  la  abolición  de  la  esclavitvid  y  en  la  primera  car- 
ta constitucional  de  la  Nación;  mucho  en  S.  M.  el  Congreso  que  le 
debió  el  ser,  la  unidad  y  las  más  felices  ideas  é  inspiradas  soluciones  en 
los  asuntos  más  arduos;  pero  somos  impotentes  para  cantar  las  precla- 
ras cualidades  del  integérrimo  Jefe  del  Poder  Ejecutivo,  del  inmaculado 
«Siervo  de  la  Nación,»  del  abnegado  que,  escoltando  al  Congreso  en  su 
éxodo  heroicamente  doloroso,  cae  en  manos  del  sanguinario  Concha, 
lleno  de  magestuosa  serenidad,  diciendo  como  el  nazareno  svdílime  al 
que  le  aplicara  inmundo  beso:  «Parece  que  nos  conocemos,  Sr.  Carran- 
co,»  lo  que  equivalía  ó  al  menos  substituía  la  frase  sagrada:  «A  qué  ve- 
nís, amigo  mío?» 

No  necesitamos  tampoco  consignar  aquí  las  atrocidades  de  los  dos 
odiosos  tribunales  que  le  formaron  sendas  causas  y  lo  condenaron  á  de- 
gradación y  muerte.  Esta  augusta  tragedia  merece  especialísimo  estu- 
dio y  no  queremos  tratarla  á  la  ligera  en  estas  líneas  inspiradas  en  los 
inimitables  hechos  militares  del  héroe  por  excelencia,  y  en  los  bienes  con- 
secutivos de  ellos  para  la  causa  de  la  libertad.   Nadie  ignora,  por  lo  de- 


133 

más,  qnc  sit  muerte  fué  como  sn  vida;  concierto  armonioso  de  valor  he- 
roico y  noble  jicnerosidad;  altivez  3'  bondad:  virtud,  kiz,  preexcelsa 
gloria!! 


Para  concluir,  permítasenos  reca]Mtidar  brevísimamente  lo  reseña- 
do, y  rectificar  algunos  puntos  en  que  nuestra  humilde  ojiinión  diside  ente- 
ramente de  la  de  algunos  escritores  acerca  de  la  preponderancia  de  ciertos 
países,  con  respecto  á  otros  en  nuestra  América,  en  virtud  de  sus  éxi- 
tos y  de  los  méritos  de  sus  respectivos  hombres  ilustres,  protestando 
producimos  con  verdad  y  sin  pasión,  según  lo  han  demostrado  el  princi- 
pio V  secuela  de  lo  (|ue  va  escrito.  A  las  naciones  todas  las  juzgamos, 
sin  distinción  de  nombres,  de  iguales  origen  y  destino,  y  á  los  héroes 
según  su  valer  moral,  para  cuya  apreciación  no  se  toma  en  considera- 
ción el  eficiente  de  sus  triunfos,  más  bien  la  pureza  de  sus  miras,  la  inte- 
gridad de  su  conducta  3'  la  magnitud  de  sus  ideas,  aunciue  no  siempre  el 
éxito  haya  correspondido  á  sus  afanes.  Es,  por  otra  parte,  notoriamen- 
te cierto  qvie  tod  os  los  esforzados  campeones  de  que  se  ha  hecho  referencia , 
aun  los  más  aptos,  fueron,  á  excepción  del  invicto  Vicente  Guerrero,  Ija- 
tidos  en  más  de  una  ocasión  por  afortunados  realistas. 


IV. 

El  movimiento  revolucionario  más  efectivo  en  la  América  del  Sur  fué 
el  de  los  íirgcntinos  y  alto])eruanos,  quienes,  después  de  obtener  señala- 
dos triunfos  y  sufrir  también  serias  derrotas,  lograron  emanciparse  de 
España  y  ayudaron  á  los  chilenos  y  peruanos  á  sacudir  el  3'ugo  opre- 
sor. Belgrano,  Saavedra,  CastelH,  Ocampo,  Artigas  y  Benavidcs,  Al- 
vear  y  San  Alartín,  fueron  coronados  por  victorias  sucesivas,  pero  tam- 
bién sufrieron  desastrosos  reveses,  inevitables  en  toda  lucha. 

El  régimen  virreinal  cesó  de  hecho  en  Buenos  Aires  el  25  de  mayo  de 
1810;  pero  la  Independencia  de  las  provincias  unidas  del  Plata  no  se 
proclamó  sino  hasta  el  9  de  julio  de  1816,  en  Tucvimán,  1  y,  aunque  al 
principio  de  la  revolución,  los  bonoarenses  sin  quemar  un  cartucho  de- 

1  «Nc>  habiendo  aceptado  las  facciones  (sic)  del  Reglamento  (se  refiere  al  bosquejo 
de  Constitución  Política),  el  pueblo  se  amotinó  el  día  22  de  noviembre  del  año  de  1811, 
sancionando  el  Estatuto  Provisional  del  Gobierno  del  Río  de  la  Plata  á  nombre  del  señor 
don  Fernando  Vll.n  Debe  advertirse  que  hasta  la  declaración  de  la  Independencia  por 
el  Congreso  de  Tucumán,  en  1816,  la  idea  revolucionaria  no  se  había  escrito  ostensible- 
mente en  las  banderas  y  proclamas,  por  cuanto  se  hacía  de  una  manera  indirecta,  de  te- 
mor de  la  acción  con  que  podía  y  debía  contrarrestarla  España  y  sus  aliados.  — Urien. 
Hist.  V  Geog.  Argentinas.   Páji,  33. 


134 

pusieron  fácilmente  al  Virre\'  Cisneros  y  se  erigieron  en  Junta  de  Go- 
bierno, ésta  no  ftié  reconocida  en  adelante  por  todas  las  provincias  del 
Virreinato,  y  después  de  ensayar  distintas  formas  de  administración,  la 
anarquía  se  enseñoreó  en  aquel  vasto  territorio,  y  como  consecuencia, 
la  desmembración  del  mismo  no  se  hizo  esperar;  el  Paraguay,  que  por 
sugestiones  del  Dr.  Francia,  rechazó  á  las  fuerzas  auxiliadoras  de  la 
Junta  que  mandaba  Belgrano,  quedó  para  siempre  segregado;  la  Ban- 
da Oriental  (el  Uruguay'),  quedó  también  separada  para  siempre  de  la 
nación  argentina,  y  el  mismo  Alto  Períi,  á  donde  primero  enviaron  sec- 
ciones auxiliadoras  (que  verdaderamente  á  quien  auxiliaban  era  á  la 
misma  Argentina,  puesto  cjue  no  salían  de  sus  límites),  avixiliado  y  auxi- 
liador de  argentinos  y  peruanos,  se  separó  cuando  consumó  su  Indepen- 
dencia, a^-udado  también  por  Bolívar  y  Sucre. 

Los  argentinos,  que  se  dicen  los  primeros  de  América  en  aquella  me- 
morable época  3"  que  llaman  á  Buenos  Aires  la  cuna  de  la  lilícrtad  del 
Continente  latino-americano,  i  no  sólo  no  fueron  los  primeros,  ni  con- 
sumaron en  rigor  su  Independencia  antes  que  nosotros,  -  sino  ([ueni  si- 
quiera pudieron  libertar  todo  su  suelo.  Aléxico,  no  salvó  vínicamente 
sus  200,000  leguas  cuadradas,  sino  que  las  aumentó  con  toda  el  área 
que  ocupan  los  pueblos  de  Centro  América,  que  aunque  no  todos  per- 
manecieron en  lo  sucesivo  bajo  nuestra  bandera,  sí  continuó  Chiajjas. 
Desde  1821  hasta  182'i  la  inmaculada  bandera  tricolor  ondeó  desde  el 
río  Sabinas  hasta  el  istmo  de  Panamá. 

Afirman  cpic  la  influencia  platense  se  hizo  sentir  entonces  desde  Bue- 
nos Aires  hasta  el  mismo  Panamá,  que  ellos  generosamente  derrama- 
ron su  sangre  y  su  oro  para  libertar  á  toda  la  América  del  Sur:  hay  al- 
go de  cierto,  pero  hay  cjue  modificar  tal  aseveración,  pues  lo  cjue  puede 
asegurarse  sin  exagerar  es  cjue  ellos  hicieron  causa  común  con  los  de- 
más, por  convenir  así  á  sus  vitales  intereses,  y  la  ayuda  que  imjjartie- 
ron,  recíprocamente  la  reciljieron  de  sus  auxiliados:  si  coad^-uvaron  á 
la  liberación  de  Chile,  éste  y  los  granadinos  les  aj-udaron  á  vencerá  los 
realistas  del  Perú,  cjue  impedían  la  emanci])ación  del  Alto  I'erú,  parte 
integrante  de  las  Provincias  del  Plata,  y  si  auxiliaron  también  á  Co- 
lombia, Colombia  entera  los  socorrió  eficazmente  y  con  Bolívar  3-  Su- 
cre consumaron  la  redención  del  mismo  Alto  Perú  (Bolivia). 

Su  generosidad,  no  por  ser  obligada,  deja  de  ser  meritoria,  pero  era 
indispensable:  sin  atacar  á  los  realistas  de  Chile  y  del  Perú,  é.stos  hu- 
bieran marchado  contra  Buenos  Aires  3-  hubieran  sido  efímeras  las  fá- 
ciles V  prematuras  victorias  de  la  Junta,  Directorio  y  Triunvirato  ar- 
gentinos. 

1  Magariños.   Pá<í.  102. 

2  «El  28  de  noviembre  de  1815,  en  Sipe— Sipe,  Pezuela  derrotó  de  la  manera  más  com- 
pleta á  las  tropas  de  Rondeau,  que  era  el  mejor  ejército  que  hasta  entonces  organizó  la 
Revolución.»  Urién.  Pág.  38.  Y  á  este  golpe  mortal  se  debiéronlos  desastres  de  las  fuer- 
zas argentinas  en  Santa  Fé  (Montonera)  en  ISIG  siguiente. 


135 

Eli  cuanto  á  su  iiillujo  cu  los  destinos  de  los  otros  países  hermanos, 
no  lo  negamos;  lo  ejercieron  como  mútuíimente  lo  ejercieron  A  su  vez 
los  demás  en  los  mismos  argentinos;  pero  \n  influencia  mexicana  fué  á 
todas  luces  la  más  poderosa  y  eficaz,  no  sólo  en  Centro-América,  sino 
en  todo  el  Continente.  Ayuda  moral  y  pecuniaria  la  impartió  México 
á  todos,  puesto  que  todos  defendían  la  misma  causa.  Véanse  si  no,  los 
tratados  de  alianza  con  Colombia  cuando  todavía  no  se  consumaba  la 
Indei)endencia  de  toda  la  América  Meridional,  3^ recuérdese  que,  no  hace 
mucho  (dos  ó  tres  años),  Venezuela  declarabíi  j^úblicíimente  que  la  deu- 
da hasta  entonces  insoluta  que  contrajo  con  México,  era  sagrada,  por- 
c|ue  jirovenía  de  préstamo  hecho  en  tiempo  de  la  Independencia  venezo- 
lana, l 

Además,  apenas  estalilccida  la  República,  el  Presidente  D.  Guadalu- 
pe Victoria  prestaba  toda  clase  de  auxilios  á  los  cubanos  residentes  en 
el  país,  que  conspiraban  contra  la  opresión  de  su  Isla.  El  Congreso  na- 
cional autorizó  al  Ejecutivo  para  que  se  hostilizase  á  los  españoles  fue- 
ra de  nuestro  territorio,  y,  al  efecto,  se  ordenó  que  parte  considerable  del 
ejército  se  acantonase  en  Yucatán  para  que  íuera  embarcado  con  rum- 
bo á  Cuba.  Santa-Ana,  Gobernador  de  la  Penínsvila  maya,  embarcó 
quinientos  hombres  por  su  propia  cuenta,  destinados  á  tomar  las  for- 
talezas culjanas  del  Morro  y  la  Cíibaña. 

Si  la  expedición  no  llegó  á  efectuarse,  culpa  fué  de  nuestras  dificulta- 
des intestinas;  pero  no  por  ello  dejó  de  impartirse  ayuda  pecuniaria, 
oficial  y  privada,  á  los  patriotas  antillanos;  si  las  tentativas  del  go- 
bierno mexicano  no  los  favorecieron  como  lo  necesitaban,  sí  pusieron 
en  jaque  á  las  naves  españolas  del  Atlántico  y  beneficiaron  indirecta- 
mente á  los  sud-americanos,  puesto  que  los  ruidosos  aprestos  para  la 
invasión  de  Cuba  por  nuestros  soldados  alarmaron  á  España  y  la  obli- 
garon á  concentrar  gran  parte  de  sus  fuerzas  para  defender  á  lama3^or 
de  las  Antillas.  ^ 


En  cuanto  al  influjo  moral  de  Aléxico  en  la  emancipación  de  las  cin- 
co repúblicas  de  Centro  América,  influjo  feliz  en  el  que  no  tuvieron  sino 
principalísima  parte  el  gran  M órelos  y  su  digno  Teniente  General  Ma- 
tamoros, juzgúese  de  su  superioridad  sobre  el  que  pudieron  ejercer  los 

1  En  1S26  D,  Vicente  Rocafuerte,  representante  de  México  en  Londres,  prestó  á  la 
Repiiblica  de  Colombia  sesenta  y  tres  mil  libras  esterlinas,  sin  réditos  ni  intereses  de  nin- 
guna clase.  Colombia  no  pagó  durante  treinta  años  ni  un  solo  penique  á  México,  y  en 
1S57  el  Gobierno  liberal  de  la  República  enagenó  el  crédito  á  muy  bajo  precio,  á  un  co- 
merciante de  esta  plaza, 

2  Olavarría  y  Ferrari.  «México  á  Través  de  los  Siglos.»  Tomo  IV,  cap.  Xll,  págs. 
152  V  siguientes. 


136 

sudamericanos,  jjor  la  lectura  de  los  sijíuientes  párrafos  tomados  de 
autores  extranjeros,  centro  y  sud-americanos,  y  de  documentos  irrefu- 
tables como  lo  son  el  manifiesto  del  Gobierno  colonial  (sic),  ya  conver- 
tido, de  Guatemala  al  pueblo  de  Costa  Rica,  y  el  acta  de  Independencia 
del  mismo  pueblo: 

« Establecióse  aquí  como  en   Etiropa   igual  despotismo, 

cometiéronse  las  mismas  depredaciones,  púsose  el  mismo  yugo  sóbrela 
cerviz  de  los  colonos.  Mas  la  guadaña  del  tiempo  había  cortado  las 
raíces  del  vetusto  tronco  en  que  se  apoyaba  la  tiranía,  y  éste  no  pudo 
vivir  más:  lentamente  fuese  secando  é  inclinándose  hacia  el  polvo  de  la 
tierra  para  confundirse  con  él. 

«Faltaba  el  empuje  de  un  brazo  para  que  se  derrumbara  con  estré- 
pito, y  ese  brazo  fué  el  de  Jorge  Washington,  el  de  Miranda,  el  de  Bolí- 
var, el  de  San  Martín,  el  de  Hidalgo  y  el  de  Morelos.»  (Montero  Ba- 
rrantes.— Historia  de  Costa  Rica.  Cap.  XXXVI,  págs.  163  y  164.) 

«Ya  los  síntomas  se  habían  manifestado  en  Centro  América.  El  5 
de  noviembre  de  ISll  estalló  en  San  Salvador  una  conspiración  fra- 
guada por  el  Presbítero  D.  Alafias  Delgado,  D.  Manuel  José  Arce,  el 
Padre  D.  Nicolás  de  Aguilar,  D.  Juan  Manuel  Rodríguez  3-  otros,  con 
el  objeto  de  apoderarse  de  tres  mil  fusiles  y  más  de  doscientos  mil  pesos 
depositados  en  las  cajas  reales,  para  sustentar  con  estos  poderosos  ele- 
mentos la  proclamación  de  la  independencia  á  que  aspiraban;  pero  no 
existía  un  plan  bien  combinado,  ni  los  recursos  indispensables  para  una 
empresa  que,  por  otra  parte,  no  contaba  todavía  con  la  simpatía  de 
todos  los  pueblos,  y  el  intento  fracasó.»    (J.  B.  Calvo.) 

«Otras  sublevaciones  tuvieron  lugar  en  León  de  Nicaragua  en  13  y 
26  de  diciembre  del  mismo  año,  y  en  Granada  el  22.  Todas  fueron  re- 
primidas. 

«En  Guatemala,  en  1811  y  1813,  y  de  nuevo  en  San  Salvador  en 
1814,  muchos  patriotíis  distinguidos  fueron  perseguidos  y  procesados 
porqixe  conspiraban  ó  por  sus  benéficas  manifestaciones  en  favor  de  la 
independencia.»    (Ibid.  Pág.  169.) 

«Gobernaba  á  la  sazón  en  Guatemala  el  Brigadier  D.GabinoGainza 
y  en  Costa  Rica  el  Teniente  Coronel  D.  Juan  Alanuel  Cañas.  Las  noti- 
cias recibidas  en  la  primera,  de  los  sucesos  de  México,  produjeron  una 
gran  efervescencia  en  todos  los  ánimos  y  determinaron  la  corriente  de 
la  opinión  pública  en  favor  de  la  completa  separación  de  la  Madre  Pa- 
tria. 

«Gainza  no  cpiiso  ó  no  pudo  oponerse  al  curso  de  los  acontecimien- 
tos, y  con  fecha  14  de  septiembre  de  1821  dirigió  la  siguiente  circular 
que  precedió  á  la  proclamación  de  la  independencia. 

«Asuntos  del  mayor  interés  que  pueden  ocurrir  á  la  felicidad  y  tran- 
quilidad públicas,  han  llamado  en  el  día  toda  la  atención  de  esta  Supe- 
rioridad.— En  su  consecuencia  he  dispuesto  que  el  limo.  Sor.  Arzobispo 
y  los  individuos  del  Ven.  Cabildo  Eclesiástico,  j)or  ausencia  del  Sr.  Re- 


137 

gente,  dos  de  los  s.s.  Ministrosdela  Ávida,  territorial,  el  primer  Alel.,  dos 
Regidores  y  dos  de  los  Síndieos  del  A\'iintamieiit()  Constitueioníil, 
dos  individuos  de  las  Corporaciones,  el  primer  Jefe  ó  Comandante  de 
cada  Cuerpo  Militar  de  esta  guarnición,  el  Sr.  Auditor  de  Grra.,  el  Pro- 
toniédico,  un  prelado  de  cada  orden,  los  Padres  Curas  de  la  ciudad  y 
los  Secrets.  de  Govno.  y  Diputación  Provl.  se  reunirán  el  día  de  maña- 
na 15  á  las  ocho  de  ella  en  el  Salón  de  Palacio,  por  lo  tanto  espero  (que 
U.)  no  taltarán  á  la  hora  señalada  á  fin  de  que  auxilien  con  sus  luces; 
y  de  quedar  enterado  U.,  espero  el  correspondiente  aviso. — Dios  Gue.  á 
U.nis.as. — Palacio  de  Guatemala,  14deSetb.de  1821. — GabinoGainza.» 

«A  consecuencia  de  la  convocatoria  que  precede,  se  reunieron  las  per- 
sonas allí  citadas  estando  presente  una  multitud  de  gente  de  todas 
condiciones  que  pedía  la  independencia.  Después  de  haber  hecho  uso  de 
la  palal^ra  varios  de  los  comprendidos  en  la  circular,  se  extendió  la  fa- 
mosa acta  que  contenía  la  declaratoria  explícita  de  que  Centro  Améri- 
ca asumía  la  plenitud  de  sus  derechos.»  (Ibid.,  pág.  citada  y  siguien- 
tes.) 

El  rumor  de  los  acontecimientos  verificados  en  Guatemala  había 
llegado  á  Costa  Rica,  y  se  esperaba  ansiosamente  tener  conocimiento 
exacto  de  ellos.  Había  una  agitación  extraordinaria  en  todos  los  espí- 
ritus, que  se  sentían  dilatados  con  las  auras  de  la  libertad,  que  á  tra- 
vés del  Océano  y  de  las  selvas  llegaban  á  este  rincón.  Por  fin  llegó  el 
momento.  A  las  doce  del  día,  sábado  13  de  octubre  del  mismo  año,  se 
recibió  la  correspondencia  que  traía  el  correo  mensual  de  Guatemala  y 
León,  entre  la  cual  venía  el  Manifiesto  del  Sr.  Gainza  y  un  acuerdo  de 
la  Diputación  Provincial  de  León,  acompañado  de  un  oficio  del  Jefe  Po- 
lítico Superior  de  la  misma  ciudad. 

El  primero  de  los  documentos  citados  decía  así: 

«El  Gobierno  de  Guatemala  os  habla,  ciudadanos,  de  lo  que  voso- 
tros mismos  habéis  proclamado.» 


«Resonó  en  la  Nueva  España  la  voz  de  la  independencia  y  los  ecos 
se  oyeron  al  momento  en  Guatemala:  se  encendió  entonces  el  deseo  que 
jamás  se  había  apagado;  pero  los  Guatemaltecos,  pacíficos  siempre  y 
tranquilos,  esperaban  que  los  de  México  llegasen  á  su  último  término. 
Duró  meses  esta  espectativa;  pero  la  energía  de  los  sentimientos  crece 
en  progresión.  Las  noticias  de  N.  España  la  aumentaban  á  cada  co- 
rreo. Se  movió  Oaxaca;  l  el  movimiento  pasó  á  Chiapa,  cjue  está  en 
contacto  con  ella.» 

1  Y  después  de  tomarla  gloriosamente  el  gran  Morelos,  su  intrépido  segundo,  el 
Sr.  Matamoros,  dio  elocuentísima  lección  en  Tonalá  á  los  realistas  de  Guatemala,  que 
temerariamente  habían  traspasado  las  fronteras  que  entonces  los  separaban  de  los  in- 
domables insurgentes. 

AXALES.  T.  IV.— 18. 


138 

«Era  natural  que  se  comunicase  á  todas  las  provincias  ])on|ue  cu 
todas  ellas  es  una  la  voluntad,  uno  el  deseo.  Mantenerse  indiferentes 
era  quedarse  aislados:  exponerse  á  divisiones  funestas;  cortar  relacio- 
nes y  sufrir  todos  los  riesgos.»    (Manifiesto  citado.) 

«Este  discurso  de  los  hijos  de  Guatemala  produjo  los  efectos  del  ra- 
3-0.  Abrasó  los  pechos:  encendió  los  deseos,  y  el  Gobierno,  espectador 
de  ellos,  consultó  al  instante  á  la  Exenia.  Diputación  Provincial,  lle- 
vando á  la  vista  los  papeles  oficiales  de  Chiapa.»  (Montero  Barrantes. 
Pág.  179.) 

«Cuando  algunos  funcionarios,  sin  resistir  la  independencia,  decían 
solamente  que  se  esperase  el  resultado  final  de  México,  un  murmu- 
llo sordo,  pero  perceptible,  indicaba  la  desesperación» etc. 

(Palacio  de  Guatemala,  15  de  .septiembre  de  1S21. — Gabino Gainza. 
—Rúbrica.) 

« En  la  ciudad  de  Cartago,  á  los  veintinueve  días  del  mes  de 

Octubre  de  mil  ochocientos  veintiuno,  con  premisas  de  las  plausibles 
noticias  de  haberse  jurado  la  independencia  en  la  capital  de  México  y 
en  la  Provincia  de  Nicaragua,  juntos  en  cabildo  extraordinario  j- abier- 
to el  Al.  N.  y  L.  A.  de  esta  ciudad,  los  señores  Vic"  y  Cura  Rector,  el 
Ministro  de  Hacienda  pbca.,  inumerables  personas  de  distinción  3^  pue- 
blo, se  le^'cron  los  oficios  y  bando  del  S.  J.  P.  superior,  don  Miguel  Gon- 
zález Saravia,  de  11  y  18  del  corriente  en  que  conforme  al  voto  de  los 
partidos  de  Nicaragua  se  juró  en  León  el  día  11  del  mismo  la  indepen- 
dencia absokita  del  Gbno.  español  y  bajo  el  plan  que  adopte  el  imperio 
mexicano. — Habiéndose  leído  también  el  manifiesto  de  Guatemala  so- 
bre el  verdadero  aspecto  de  su  independencia,  por  unánime  voto  de  to- 
dos los  circunstantes  se  acordó:  1"  Oue  se  publicjue,  proclame  3' jure 
solemnemente  el  jvieves  1"  de  noviembre  la  Independencia  absoluta  del 
Gobierno  español:  2"  Que  absolutamente  se  observarán  la  constitu- 
ción 3^  le3-es  que  promulgue  el  Imperio  mexicano,  en  el  finne  concepto 
de  que  en  la  adopción  de  este  plan  consiste  la  felicidad  3-  verdaderos  in- 
tereses de  estas  Pro  vs.;  3°  Que  se  proceda  inmediatamente  á  recibir  el 
juramento  correspondiente,  etc » 

« El  poderío  del  león  ibero  había  terminado  en  Centro  Amé- 
rica. Esta  era  libre,  é  iba  á  entrar  en  el  concierto  de  las  naciones,  l 
guiada  por  el  águila  triunfadora  del  Anáhuac. 

Y  nótese  que  todo  esto  se  refiere  á  tiempo  notoriamente  anterior  á 
las  gestiones  de  Iturbide  y,  con  ma3'or  razón,  á  la  impolítica  incursión 
del  impopular  General  Vicente  Filisola. 

Por  lo  que  atañe  á  lo  que  consientemente  asentamos  al  principio, 
acerca  de  la  eficaz  cooperación  de  Morelos  á  la  liberación  del  resto  del 
Continente,  creemos  estar  en  lo  justo:  recuérdese  la  bonancible  situa- 
ción del  tesoro  virreinal  de  Nueva   España  al  iniciarse  su  glorioso  le- 

1   M.  Barrantes.  Fiu  del  Cap.  XXXVI,  pág.  1S6. 


139 

vaiitamiento,  así  como  el  armi])otcnte  estado  r1cdefensaf|ue guardaba, 
Y  meditando  sin  prejuicios  de  ninguna  especie  las  victorias  de  Morelos> 
tan  oportunas  y  preciosas  para  su  causa,  se  convendrá  en  que,  el  me- 
nos versado  en  filosofía  histórica  desculjrirá  fácilmente  este  fatal  axio- 
ma: Sin  los  triunfos  de  Alorelos,  el  virrey  no  sólo  hubiera  j)odido  paci- 
ficar su  jurisdicción,  sino  que  habría  además  acudido,  con  toda  proba- 
bilidad, casi  con  la  certeza  de  obtener  com])leto  éxito,  en  auxilio  de  los 
demás  virreyes  y  goberníintes  realistas  del  Sur.  La  razón  es  obvia  y 
sencillamente  lógica:  tenía  á  su  disposición  antes  de  las  campañas  mo- 
rclianas,  muchos  millones  de  pesos  en  efectivo  y  valiosos  productos  que 
monopolizalja;  muchos  miles  de  soldados  bien  provistos  de  cuanto  era 
entonces  necesario  para  entrar  en  acción,  y  un  militar  superior  á  todos 
sus  ])aisanos,  el  General  Calleja  del  Rey,  con  cuya  gloria  sólo  Morelos 
podía  dar  al  traste;  una  población  eviropea,  naturalmente  adicta  á  la 
corona,  más  rica  y  numerosa  que  la  de  todas  las  colonias  españolas 
jvmtas;  un  alto  clero  inexorablemente  disjjuesto  al  crimen,  si  ])rcciso 
fuese,  j)ar;i  martirizar  al  inficiente  y  lanzarlo  á  los  infiern<js  en  último 
caso.  Una  Inquisición  más  temible  y  tenebrosa  que  la  de  la  España  de 
Felijje  II,  y  una  comunicación  marítima  con  la  Metrópoli  más  corta  y 
directa  que  las  de  las  otras  posesiones.  El  Jefe  supremo  de  la  revolu- 
ción en  México,  el  ilustre  Raj'ón,  no  podía  sostenerse  por  sí  solo  (sin 
Morelos)  en  el  interior  (Bajío)  del  país,  y  siendo  batido  más  pronto  de 
lo  ([ue  fué,  hubiera  dejado  á  lf)s  realistas  expeditos  para  unirse  á  los 
de  Guatemala  y  el  reñí,  y  estando  como  estaban  Chile,  Nueva  Grana- 
da y  Ecuador,  ya  pacificados  entonces,  y  antes  que  Brown  derrotara 
la  flotilla  de  Romarate  en  el  Plata,  habrían  con  facilidad  colocado  de 
nuevo,  si  les  placía,  al  mismísimo  Cisneros  en  la  capital  argentina. 
Existiendo  Morelos,  no  pudo  coexistir  la  preponderancia  española  en 
América.  Despose^-ó  á  los  poderosos  realistas  de  sus  soldados  criollos, 
de  sus  cañones  y  fortalezas,  de  su  dinero,  tabaco,  añil,  grana  y  vainilla 
oaxaqueños  y  guatemaltecos  para  convertirlos  en  fusiles,  como  escri- 
bía á  Ra^-ón,  dejando  á  la  real  Hacienda  en  tal  penuria,  (]ue  para  aten- 
der á  las  más  urgentes  é  indispensables  erogaciones  hubo  que  recurrir, 
por  la  quincuagésima  vez  C[uizá,  á  los  préstamos  forzosos  y  aun  á  la 
venta  y  fundición  de  los  ornatos  3'  platería  de  los  templos  todos,  excep- 
tuándose apenas  los  vasos  sagrados,  t  Y  no  sólo  le  arrebató  su  fama  á 
Calleja,  si  que  también,  con  el  heroísmo  y  generosidad  sin  precedentes 
de  él  y  sus  dignos  capitanes  (Bravo),  trasladó  el  prestigio  y  añeja  ve- 
neración de  las  oriflamas  flordelisadas  que  proclamaban  el  derecho  di- 
vino de  las  realezas,  á  las  nobles  é  insurgentes  banderas,  eminentemente 

1  Véase  la  orden  3-a  citada  del  Virrej-  Venegas  á  Calleja  para  que  atacara  á  Morelos 
— 8  de  febrero  de  1812 —  y  se  verá  que  no  privó  al  Real  Erario  de  recursos  por  medio  de 
actos  vandálicos,  sino  en  buena  lid,  aniquilando  al  enemigo  é  interceptándole  sus  princi- 
pales comunicaciones. 


140 

republicanas,  en  cuyo  escudo  campearía  muy  en  breve  el  águila  de  Te- 
nocli,  soberana  y  augusta,  que  ya  protegía,  no  sólo  á  sus  polluelos, 
sino  también  á  los  cachorros  criollos,  que  como  la  indómita  Leona  Vi- 
cario se  acogieron  á  la  sombra  de  sus  potentes  alas. 


VI. 

Como  se  ha  visto,  los  patriotas  de  las  repúblicas  hermanas  del  Sur 
heroicamente  lucharon  para  obtener  su  Independencia;  ¡)ero  nosotros 
no  les  cedimos  un  punto  en  arrojo  y  bizarría:  mientras  ellos  luchaban 
unidos  contra  un  común  enemigo  menos  fuerte  que  el  nuestro,  y  que  no 
pudiendo  hacer  frente  á  todos  simultáneamente  se  debilitaba  como  por 
fatalismo  más  y  más,  l  nuestros  héroes  luchaban  desesperadamente 
sin  ayuda  extraña,  contra  un  adversario  infinitamente  más  poderoso. 
Aquéllos  poseían  desde  el  comienzo  de  la  contienda  toda  clase  de  ele- 
mentos no  tomados  al  enemigo,  como  lo  hicieron  los  mexicanos,  sino 
3^a  en  sus  manos  desde  que  servían  á  la  corona  castellana.  Allá  se  pro- 
nunciaron en  primera  línea  los  militares  y  gobernadores;  aquí  humildes 
y  pacíficos  eclesiásticos.  Aquéllos  contaban  con  tropas  disciplinadas  j 
pertectamente  armadas  y  equipadas;  aquí  improvisaban  tropas  con 
medrosas  y  desordenadas  chusmas  en  su  mayor  parte,  sin  más  armas 
que  flechas  y  hondas  inofensivas  contra  la  metralla,  las  balas  y  las  ba- 
A^onetas  realistas.  Los  del  Sur  fueron  preciosamente  ayudados  en  el 
mar  por  escuadras  ó  flotillas  mandadas  hábilmente  por  valientes  ma- 
rinos extranjeros  2  jr  en  tierra  socorridos  con  dinero  y  un  contingente 
no  despreciable  de  más  de  nueve  mil  hombres  también  extranjeros;  los 
de  Nueva  España,  entregados  á  sus  projjios  esfuerzos,  se  emanciparon 
solos.  En  aquellas  latitudes  la  ya  caduca  marina  española,  sin  bases 
firmes  de  operaciones;  en  éstas,  las  naves  realistas  se  abrigaban  y  re- 
forzaban en  segurísimos  asilos  de  uno  y  otro  océanos,  tales  como  Aca- 
pulco,  San  Blas,  Veracruz  y  los  puertos  de  Cuba  y  las  Floridas.  Y,  sin 
embargo,  México  venció  por  su  propio  poder,  y,  como  las  demás  nacio- 
nes latino-americanas,  limpió  los  mares  de  los  buques  españoles  que 
amenazaban  nuestros  litorales,  ¡con  sólo  noveles  marinos  mexicanos! 

Ahora  bien,  si  personalizamos  estas  rectificaciones,  si  nos  referimos 
concretamente  á  los  héroes,  también  tendremos  que  concluir  sin  jactan- 
cia, que  los  nuestros,  Morelos  por  ejemplo,  es  el  jirimero  de  su  siglo,  el 

1  «Son  dignas  de  mención  las  victorias  conseguidas  por  el  gobierno  (virreinal)  de 
Lima,  por  más  que  no  le  fuesen  de  verdadero  provecho,  pues  obligado  á  diseminar  sus 
fuerzas  para  luchar  con  los  sublevados  de  Quito.  .\lto  Perú  y  Chile,  es  fuerza  reconocer 
que  su  situación  era  muy  comprometida.» — R.  C — Hist.  de  la  .\mérica  delSur.  Pág.  111. 

2  El  irlandés  Brown,  en  Buenos  .\ires;  el  holandés  Brion  en  las  playas  de  Nueva 
Granada,  y  el  inglés  Lord  Cochr.ine  en  l.as  costas  chilenas. 


i 


141 

legendario,  el  más  ii()tal)le  é  inmaeulado:  San  Martín,  el  máseelebrado 
de  los  argentinos,  no  jjuede  eoniparársclc,  no  íuédesinteresado,  niama- 
ba  lo  snñciente  la  libertad  para  dominar  sus  ambiciones  monániuicas. 
El  siguiente  trozo  de  una  obra  de  autoridad  reconocida,  al  atestiguar 
lo  asentado,  coincide  con  las  miras  (|ue  dejal)a  traslucir  Bolívar  en  el 
Congreso  de  Panamá. 

«Por  ese  tiempo  (1827-1S2S)  don  \'icente  Rocíifuerte,  que  se  había 
mostrado  celoso  republicano,  deseni]jeñaba  en  Londres  el  importante 
encargo  de  representar  al  gobierno  de  México,  que  le  había  nombrado 
ministro  plenipotenciario.  Hacia  el  mes  de  abril,  Rocafuerte  había  des- 
cubierto algo  de  la  trama  política  encaminada  á  cambiar  la  organiza- 
ción reptiblicana  en  América,  y  con  fecha  20  del  mismo  mes  dirigió  una 
extensa  nota  al  Ministro  de  Relaciones  en  Aléxico,  en  la  cual  avisaba: 
que  un  señor  García  del  Río,  monarquista  decidido  y  hombre  peligroso 
y  de  amaño,  ajjareeía  como  agente  propulsor  del  cambio  para  estable- 
cer monarquías  en  las  repúblicíis  hispano-americanas. 

(I De  pronto  García  del  Río  se  presentaría  al  gobierno  de  México  ha- 
ciéndole grandes  ofrecimientos  de  dinero,  por  vía  de  empréstito,  apo- 
yados en  cartas  de  recomendación  del  famoso  banquero  Laffite  y  otros 
mu}'  acreditados;  pero  su  objeto  principal  sería  aumentar  los  elemen- 
tos de  discordia,  calcular  la  fuerza  de  los  partidos  y  graduar  las  resis- 
tencias que  los  republicíinos  pudieran  oponer  á  los  monarquistas. 

«El  pensamiento  era  maquiavélico,  y  Rocafuerte  aseguró  que  tan  au- 
daz personaje  pretendía  realizar  el  vasto  plan  de  formar,  con  avixilio 
del  emperador  del  Brasil,  una  monarquía  de  Buenos  Aires  y  Chile,  co- 
locando en  ella  á  un  príncipe  del  agrado  del  emperador  de  Austria;  ha- 
cer del  Alto  y  del  Bajo  Perú  otra  monarcjuía  para  el  General  San  Mar- 
tín; dejando  á  Bolívar  de  presidente  perpetuo,  de  emperador  ó  rev,  co- 
mo ciuisiera  titidarse  en  Colombia. 

«Es  de  creer  que  el  mismo  General  San  Alartín  era  uno  de  los  que 
más  impulsaban  la  idea,  aguijoneado  por  la  ambición:  no  disimulaba 
sus  opiniones,  y  Rocafuerte  afirma  que,  hallándose  en  compañía  deMi- 
chelena,  le  oyó  decir:  nqtie  his  instituciones  repiihlicíinas  no  convenían 
á  la  América;  que  el  país  no  estaba  bastante  adelantado  para  ese  sis- 
tema de  libertad;  que  la  paz,  primer  bien  de  toda  sociedad,  no  podría 
ñjarse  entre  nosotros  sino  bajo  la  monarquía.» 

«El  hecho  referido  viene  confirmando  el  concepto  de  que,  si  bien  allá 
en  Europa  flotaba  la  idea  de  fundar  monarquías  en  América,  america- 
nos eran  los  que  allí  robustecían  el  pensamiento  y  le  daban  consisten- 
cia con  sus  frecuentes  solicitudes.»  l 

Aunc|ue  esta  transcripción  indirectamente  implica  también  cargos 
contra  Bolívar,  c[ueremos  absolverlo  y  declararlo  el  único  de  los  sud- 
americanos que  por  su  fama  pudo  aspirar  á  ser  comparado  con  More- 

1    Olavanía  y  Ferrari. — «México  á  través  de  los  siglos.»  Cap.  XIV,  páfl-  175. 


142 

los.  Lo  que  hemos  dicho  antes  que  hava  sido  desfavorable  á  tan  dis- 
tinguido patricio  venezolano,  no  lo  rebuscamos  expresamente  en  su 
contra;  sencillamente  forma  parte  de  una  fiel  narración,  de  cu^-o  sereno 
tono  no  nos  hemos  despojado  ni  aun  al  tratar  otros  puntos,  por  vía 
de  rectificación  á  lo  expuesto  por  algunos  autores  apasionados. 


Las  rectificaciones  que  acabamos  de  hacer  no  obedecen  á  un  deseo 
de  aparecer  nosotros  como  el  primer  pueblo  del  Nuevo  Mundo,  sino  á 
un  espíritu  de  justicia,  que  no  por  empezar  en  nuestra  propia  casa,  de- 
ja de  ser  la  más  extricta.  Por  otra  parte,  en  América  ningún  pueblo  es 
primero  que  otro  ni  ninguno  inferior  á  los  demás;  todas  las  nacio- 
nes latino-americanas  son  igualmente  nobles  desde  su  origen,  del  mis- 
mo modo  heroicas  é  igualmente  hidalgas  por  atavismo.  Todas  son 
dignas  de  hermosa  suerte,  todas  persiguen  los  mismos  ideales  y  en  to- 
das germinan  idénticas  ideas,  grandiosas  y  elevadas.  En  este  año  una 
y  otra  porción  de  América  celebran  y  conmemoran  el  más  feliz  y  colo- 
sal acontecimiento  en  sus  anales,  3-  México  fraternalmente  las  saluda. 
No  pretendemos  opacar  la  refulgente  fama  de  aquellos  héroes  herma- 
nos nuestros,  de  hace  un  siglo;  sino,  al  contrario,  con  devoción  reme- 
moramos sus  preclaros  nombres  y  les  ofrendamos  nuestra  entusias- 
ta admiración;  pero  el  modesto  trabajo  que  emi)rendimos,  casi  se  li- 
mita á  poner  de  relieve  las  excelsitudes  del  inmortal  genio  c|ue  ]n 
inspirara,  y,  para  terminar,  haremos  la  síntesis  del  bello  parangón  es- 
tablecido: 


Bolívar,  nació  de  familia  ilustre,  como  Washington;  como  él,  tuvo 
una  fortuna  que  generoso  puso  al  servicio  de  su  patria;  como  él,  la  li- 
bertó y  guió  en  la  senda  de  los  pueblos  libres,  y  como  él,  murió  retira- 
do á  la  vida  privada. 

Luchó  como  Belgrano,  Artigas  y  San  Martín;  venció,  como  ellos, 
y  como  ellos  fué  héroe  y  obtuvo  por  lauro  ver  coronados  sus  afanes, 
emancipando  como  ellos  á  cinco  naciones,  que  como  libertador  lo  acla- 
man.  ¡Honor  á  él! 


Morelos  nació  pobre  y  humilde  como  Jesús,  su  divino  Maestro;  co- 
mo él,  se  dedicó  desde  su  infancia  á  rudos  trabajos;  como  él,  abrazó 
gustoso  una  vida  de  sacrificios  incesantes;  como  él,  predicó  el  evange- 
lio, con  el  que  consoló  al  proletario,  al  huérfano  y  á  la  viuda,  y  curó  á 


I 


143 

las  almas;  como  el,  niarehó  voluntarianiente  á  su  Gól<íota  v  fué  entrc- 
iíado  j)or  los  suyos,  inicuamente  juzfíado  por  fariseos,  3'  muerto  en  un 
])atíbulo. 

Como  Mahoma  tuvo  su  hégira,  con  elocuencia  sobrehumana  recitó 
su  Corán  á  las  multitudes  y  al  golpe  de  la  cimitarra  suriana,  implan- 
tó el  islamismo  de  la  libertad. 

En  el  Congreso  fué  tribuno  como  Cicerón,  integérrimo  en  la  admi- 
nistración como  Trajano  y  Antonino,  y  en  el  combate,  lacónico,  espar- 
tano é  intrépido  como  Leónidas;  fué  héroe  como  Aquiles,  astuto  como 
Aníbal,  magno  como  Alejandro,  vencedor  como  César,  legiskidor  co- 
mo Moisés,  redentor  como  Hidalgo  y  mártir  comoCristo! 

¡Sombras  ilustres  de  los  heroicos  guerreros  sudamericanos, 

LOS  MÁS  CONSPÍCUOS,  QUE  OS  LLAMÁIS  O'HlGGINS,   BeLGRANO,    ArTIGAS, 

Miranda,  Páez,  Bolívar  y  San  AIartín:  presentad  las  armas  ante 
Morelos,  el  modelo  más  acabado  y  sublime  de  quien  fuisteis  dig- 
nos émulos! 

¡La  luz  ha  eliminado  ya  las  tinieblas  de  la  noche:  tocan  á 


,1 


gloria! 

México,  1"^  de  mayo  de  1910. 


\4'5 


INFORME  DEL  DELEGADO  DE  MÉXICO 


m\\ 


EN  EL 


iA\Tn¡) 


jü 


u\ 


iicMisns. 


ÜR.  ALFONSO  PRUNHÜA. 


Anales.  T.  IV.— lii. 


Tengo  la  honrarle  elevaral  superior  conocimiento  del  señor  Presiden- 
te de  la  República,  por  el  digtiísimo  conducto  de  usted,  mi  informe  como 
Delegado  de  México  al  XVIII  Congreso  Internacional  de  Americanis- 
tas, qvie  se  celebró  en  Londres,  del  27  de  mayo  último  al  1°  del  actual. 


1  .—Antecedentes. 


Los  Congresos  Internacionales  de  Americanistas,  según  los  Estatu- 
tos aprobados  en  París  en  1900,  tienen  por  objeto  «el  estudio  histórico 
y  científico  de  las  dos  Américas  y  de  sus  habitantes.» 

Hasta  hoy  se  han  celebrado  18  de  esos  congresos;  habiéndose  reu- 
nido el  primero  en  Nancy,  en  1875,  bajo  la  presidencia  del  Barón  de 
Dumas,  y  los  demás  en  los  lugares  3-  fechas  que  .se  indican: 

II.  En  Lvixemburgo  (1877) . 

III.  En  Bruselas  (1879). 

IV.  En  Madrid  (1881). 

V.  En  Copenhague  (1883). 

VI.  EnTurín  (1886). 
VIL  En  Berlín  (1888). 

VIII.  En  París  (1890). 

IX.  En  Huelva  (1892).. 


148 

X.  EnStockholm  (1S94-). 

XI.  En  México  (1895). 

XII.  En  París  (1900),  por  setriinda  vez. 

XIII.  En  Nueva  York  (1902). 

XIV.  En  Stuttgart  (1904-). 

XV.  EnQuebec  (1906). 

XVI.  En  Viena  (1908). 

XVII.  Se  dividió  en  dos  sesiones: 

1."'  En  Buenos  Aires  (maj'o  de  1910). 

2."  En  México  (septiembre  de  1910).  ])or  se<runda  vez. 

XVIII.  En  Londres  (1912). 


2. — Generalidades. 

Para  el  mejor  éxito  de  las  labores  del  XVIII  Congreso,  cjuedaron 
designados  un  Comité  General  3-  un  Comité  Organizador.  El  primero, 
compuesto  de  veinticuatro  miembros,  algunos  de  ellos  pertenecientes  á 
la  alta  nobleza  inglesa,  otros  de  elevada  situación  política  y  los  demás, 
de  reconocida  competencia  intelectual,  como  los  Vicecancilleres  de  las 
Universidades  de  Oxford,  Cambridge,  Londres,  Alanchester,  Liverjjool 
y  Edimburgo;  el  Presidente  de  la  «Royal  Society»  y  otros  más.  El  Comi- 
té Organizador,  formado  por  quince  personas,  de  las  cuales  fué  Presi- 
dente el  Sr.  Alfred  P.  Alaudslay,  profesor  honorario  de  nuestro  Museo 
Nacional  de  Arqueología,  Historia  y  Etnología.  Se  dignó  aceptarel  pa- 
tronato del  Congreso  S.  A.  R.  el  Ducjue  de  Connaught;  fué  Presidente 
Sir  Clemens  R.  Markham,  geógrafo  3-  explorador  muy  disting^iido;  Se- 
cretario, el  Sr.  F.  C.  A.  Sarg;  Ayudante  del  Secretario,  la  Srita.  .\.  C. 
Bretón,  y  Tesorero,  el  Sr.  R.  B.  Martin. 

Las  sesiones  del  Congreso  se  celebraron  en  el  Imperial  Institute, 
ocupado  hoy  en  gran  parte  por  la  Universidad  de  Londres,  quien  cedió 
varios  de  sus  departamentos  para  ese  fin. 

Una  de  las  particularidades  más  interesantes  ftié,  seguramente,  la 
abstención  absoluta  del  Gobierno  Inglés,  lo  que  no  fué  óbice,  sin  embar- 
go, para  el  éxito  del  Congreso.  Debe  hacerse  notar,  á  este  propósito, 
que  la  conducta  de  dicho  Gobierno  es  la  misma  en  todos  los  casos  seme- 
jantes; nunca  es  él  el  que  invita  para  los  Congresos  Internacionales  ni 
toma  bajo  su  cargo  ninguno  de  los  gastos  de  éstos,  como  pasa  con  otros 
Gobiernos,  entre  otros  y  muy  particularmente  el  Mexicano;  su  inter- 
vención se  limita  sólo  á  transmitir  por  conducto  de  su  Ministerio  de  Re- 
laciones Exteriores,  las  invitaciones  dirigidas  á  los  Gobiernos  extranje- 
ros por  los  Comités  organizadores  respectivos.  Estos,  auxiliados  por 
las  diversas  instituciones  científicas  interesadas  y  por  distinguidas  per- 
sonalidades políticas  é  intelectviales,  son  los  que  sacan  avantes  los  Con- 
gresos. 


14M 

I.ííiialincnte  intercsrinte  fue  la  ausencia  c<)mi)leta  de  esos  individuos 
de  la  localidad  (jue,  en  todos  los  Cous^resos,  se  inscriben  en  gran  canti- 
dad, para  ])articii)ar  únicamente  en  los  festejos;  puede  asegurarse  eme  en 
el  Conji'reso  de  C[ue  se  ficnjja  este  informe,  ninguno  de  sus  miembros 
dejó  de  ser  un  individuo  interesado  en  el  Americanismo. 

Otro  detalle  digno  de  mencionarse  es  que,  por  no  cumplirse  exacta- 
mente con  el  reglamento  interior  del  Congreso,  algunos  oradores  se  ex- 
cedieron considerablemente  en  sus  lecturas  ó  conferencias,  con  detrimen- 
to de  otros  que  no  pudieron  presentar  sus  trabajos  ó  tuvieron  que  ha- 
cerlo solamente  en  resumen.  Igual  cosa  sucedió  con  las  discusiones.  Pe- 
ro tal  vez  una  y  otra  cosa  no  sean  defectos  de  este  Congreso,  sino  en 
general  de  la  organización  de  todas  las  asambleas  de  la  misma  índole. 

De  esa  causa  dependió,  sin  dtida  alguna,  la  complexidad  y  aparente 
incoherencia  que  se  notó  en  el  Congreso,  en  cuanto  á  la  variedad  de  los 
trabajos  emprendidos.  Es  cierto  que,  para  evitarhasta  cierto  punto  este 
mal,  se  dividieron  las  labores  en  VI  secciones,  como  diré  más  adelante;  pe- 
ro ni  aun  así  se  logró  la  homogeneidad  <iue  se  deseaba,  lo  que  redundó  se- 
guramente en  perjuicio  del  éxito  del  Congreso.  El  defecto  es,  sin  embar- 
go (como  antes  hacía  yo  notar),  de  carácter  general  3',  aunque  se  va 
procurando  corregirlo  en  las  diversas  asambleas  científicas  interna- 
cionales, no  ha  llegado  á  lograrse  su  desaparición.  Todos  los  asisten- 
tes á  esta  clase  de  congresos  están  acordes  en  pensar  que  tal  vez  el  re- 
medio consistiría  en  señalar  algunos  puntos,  limitados,  para  el  estudio; 
en  confiar  la  redacción  de  las  memorias  relativas  á  competentes  espe- 
cialistas y  en  someter  éstas  á  la  disciisión  del  Congreso.  Sin  embargo, 
todos  creen  igualmente  que  la  supresión  de  las  llamadas  comunicacio- 
nes libres,  tal  vez  traería  la  extinción  de  los  Congresos,  porque  muchos 
se  aljstendrían  de  tomar  parte  en  ellos  si  no  pudieran  presentar  sus  tra- 
bajos. 

En  todo  caso,  estos  defectos  de  ninguna  manera  deben  ser  motivo 
para  dicha  extinción,  porque  son  aún  mayores  las  ventajas  que  resul- 
tan de  los  Congresos  y,  por  ejemplo,  si  los  de  Americanistas  no  existie- 
ran, de  seguro  que  no  habría  oportimidades  para  que  las  personas  que 
se  dedican  con  tanto  desinterés  al  estudio  del  «Americanismo»  se  encon- 
traran periódicamente  para  cambiar  ideas  é  impresiones,  y  de  seguro 
también  que  los  trabajos  relativos  se  entorpecerían  ó  quedarían  muchas 
veces  sin  publicarse. 


3. — Delegados  y  AIiemhros  del  Congreso. 

Diez  gobiernos  europeos  estuvieron  representados:  Austria,  Alema- 
nia, Bélgica,  España,  Francia,  Grecia,  Holanda,  Italia,  Noruega  y  Sue- 
cia.  Además,  el  «Board  of  Education»  de  Inglaterra  delegó  un  represen- 
tante V  otro  tanto  hizo  Hambvirgo. 


150 

De  los  Gobiernos  americanos,  catorce  enviaron  delegaciones:  Argenti- 
na, Solivia,  Brasil,  Chile,  Colomliia,  Costa  Rica,  Estados  Unidos,  Gua- 
temala, Honduras,  México,  Panamá,  Perú,  San  Salvador  y  Venezuela. 

Por  último,  estuvieron  igualmente  representadas  las  siguientes  co- 
lonias inglesas:  Australia,  Canadá,  Guayana  inglesa  y  Honduras  bri- 
tánica. 

La  Delegación  Mexicana  esttivo,  finalmente,  constituida  por  el  Sr.  D. 
A.  Carneiro  de  Fontoura  y  por  mí;  el  Sr.  D.  Francisco  del  Paso  y  Tron- 
coso,  nombrado  Presidente  de  la  Delegación,  nos  escribió  una  atenta  co- 
municación al  Sr.  Fontoura  y  á  mí,  anunciándonos  que  «fuerza  ma- 
yor» le  detenía  en  Madrid;  y  los  Señores  Dr.  Nicolás  León  y  Juan  Mar- 
tínez Hernández  no  llegaron  á  venir  al  Congreso,  como  seguramente 
lo  sabría  oportunamente  esa  Secretaría  al  muy  digno  cargo  de  Ud.  De- 
bo hacer  notar,  sin  embargo,  c(ue  estuvo  presente  en  el  Congreso  el  Sr. 
D.  Teoberto  Alaler,  residente  en  Mérida,  quien  me  manifestó  que  esta- 
ba nombrado  delegado  en  lugar  del  Sr.  Martínez  Hernández;  pero  no 
llegué  atener  noticia  oficial  de  tal  nombramiento  y  entiendo  que  tampo- 
co la  hubo  en  la  Secretaría  del  Congreso,  pues  no  se  reconoció  al  Sr. 
Maler  con  el  carácter  de  delegado  de  México. 

57  instituciones  científicas  de  diversos  paí.ses  europeos  y  americanos 
estuvieron  igualmente  representadas,  contándose  entre  ellas  Universida- 
des, Academias,  Institutos,  Museos  y  Sociedades. 

De  México  estuvieron  representadas:  la  Escuela  Internacional  deAr- 
cjueología  y  Etnología  Americanas,  por  el  Dr.  Franz  Boas,  Director  deesa 
institución  en  el  último  año;  y  la  Sociedad  Científica  «Antonio  Álzate,» 
por  mí,  que  tengo  la  honra  de  ser  su  Presidente  en  este  año.  La  Univer- 
sidad Nacional  de  México  nombró  su  representante  al  Sr.  del  Paso  y 
Troncoso,  quien,  como  llevo  dicho,  no  pudo  concurrir  al  Congreso. 

Según  los  datos  aproximados  que  pude  obtener,  se  inscribieron  cerca 
de  trescientos  miembros  (comprendiendo  en  esta  cifra  á  las  institucio- 
nes que  tuvieran  dicho  carácter  por  haber  pagado  su  cuota  de  inscrip- 
ción) y  como  cuarenta  «asociados.»  La  asistencia  real  al  Congreso  fiíé 
alrededor  de  cien. 

El  número  de  trabajos  inscritos  en  el  programa  general,  fué  de  83, 
de  los  cuales  sólo  se  leyeron  poco  más  de  la  mitad,  entre  otros  motivos 
por  no  estar  presentes  los  autores. 

Los  trabajos  de  miembros  mexicanos,  fueron  los  siguientes: 

1.  «Dato  Arciueológico,»  por  D.  Leopoldo  Batres. 

2.  «Reconstrucción  de  los  basamentos  de  los  monumentos  de  Palen- 
que,» por  D.  Leopoldo  Batres. 

3.  «La  Arqueología  de  Atzcapotzalco,»  por  D.  Manuel  Ganiio. 

4.  «Relación  maya  de  la  creación  del  mundo,»  por  D.  Juan  Martínez 
Hernández. 

5  y  6.  «División  territorial  de  Nueva  España  en  el  año  de  1536»  y 
«El  Códice  Kingsborough,»  por  D.  Francisco  del  Paso  y  Troncoso. 


151 

7.  «La  legislación  mexicana  sobre  monumentos  aniueolójíicos,»  por 
D.  Alfonso  Pruneda,  y 

8.  «El  Folklore  de  Milpa  Alta.  Valle  de  México,»  por  D^'  Isabel  Ra- 
mírez Castañeda,  i 

Además,  el  Sr.  del  Paso  y  Troncóse  presentó  al  Congreso  un  ejem- 
plar de  la  obra  «Códice  Kingsborongh.  Memorial  de  los  Indios  de  Te- 
petlaoztoc  al  Monarca  Español  contra  los  Encomenderos  del  Pueblo,» 
impresa  á  expensas  de  nuestro  Gobierno,  dedicada  á  la  memoria  de 
Lord  Kingsborough,  el  célebre  americanista,  \''  en  homenaje  á  dicho 
Congreso;  y  el  Sr.  Carneiro  de  Fontoura  presentó  igualmente  impresa 
una  memoria  suya  en  francés,  solare  «México  y  la  Actualidad.» 

Los  trabajos  del  Sr.  Batres  y  del  Sr.  Martínez  Hernández,  fueron 
también  impresos  por  su  respectiva  cuenta  y  distribuidos  entre  los  con- 
gresistas. 


4. — Sesiones  del  Congreso. 

Como  dije  anteriormente,  las  labores  del  Congreso  se  dividieron  en 
seis  secciones,  siendo  éstas  las  siguientes: 

I.  Paleo-antropología; 

II.  Antropología  física; 

III.  Lingüística; 

IV.  Etnología  y  Arqueología; 

V.  Etnología  general,  y 

VI.  Historia  colonial. 

Los  trabajos  correspondientes  á  la  sección  IV,  se  dividieron  en  tres 
grupos;  a.  Trabajos  sobre  Norte  América,  b.  Trabajos  sobre  la  Améri- 
ca Central,  y  c.  Trabajos  sobre  Argentina,  Brasil  3-  Peni. 

Las  secciones  referidas  tuvieron  sesión  en  la  mañana  3-  tarde  del  día 
28  de  ma^'o,  en  la  mañana  del  29,  en  la  mañana  y  tarde  del  30  y  en  la 
mañana  del  1"  del  actual.  Hubo,  además,  dos  sesiones  generales:  la  de 
apertura  y  la  de  clausura. 

La  sesión  de  apertura  se  efectuó  el  27demayoiiltimo,  álas3.30dela 
tarde,  en  el  Salón  de  Conferencias  de  la  Universidad  de  Londres,  bajo 
la  presidencia  de  Sir  Clemens  R.  Alarkham,  Presidente  del  Congreso,  á 
quien  acompañaban  en  la  plataforma  los  Señores  Sarg,  Secretario  del 
mismo  Congreso;  Osler,  Delegado  del  Board  ofEducation;  Gennadius, 
Ministro  de  Grecia  en  la  Gran  Bretaña  y  Delegado  de  su  Gobierno; 
Maudslaj-,  Presidente  del  Comité  Organizador;  Seler,  Presidente  del 
XVII  Congreso;  Heger,  Delegado  de  Austria  y  Secretario  General 
del  XVI  Congreso,  3'  Lafone  Quevedo,uno  de  los  delegados  argentinos. 

El  Presidente  principió  anunciando  á  la  asamblea  que  S.  M.  el  Rey 

1  De  estos  ocho  trabajos  sólo  fué  leído  el  del  subscrito,  porque  los  demás  autores  no 
estuvieron  presentes  en  el  Congreso. 


152 

saludaba,  por  su  conducto,  al  Congreso,  deseando  el  mejor  éxito  en  sus 
trabajos,  y  continuó  dando  la  bienvenida  á  todos  los  delegados,  hacien- 
do, á  ese  propósito,  un  sumario  recuerdo  de  lo  que  los  diferentes  países 
ahí  representados  habían  hecho  por  el  Americanismo. 

En  seguida,  Sir  William  Osler  dio  la  bienvenida  en  nombre  del 
Board  of  Education,  y  el  Sr.  Maudslay  hizo  otro  tanto  en  el  del  Comi- 
té Organizador;  bienvenidas  que  contestó  el  Sr.  Dr.  S.  A.  Latbne  Oueve- 
do,  uno  de  los  delegados  de  la  República  Argentina,  en  nombre  de  todos 
los  delegados. 

A  continuación  pronunciaron  cortas  alocuciones  los  referidos  Seño- 
res Seler  y  Heger,  en  su  carácter,  respectivamente,  de  Presidente  y  Se- 
cretario General  de  Congresos  anteriores. 

Después  el  Secretario  General,  Sr.  Sarg,  dio  lectura  á  la  lista  de  vice- 
presidentes y  secretarios  electos  f)or  el  Comité  en  la  sesión  preliminar 
que  había  celebrado  en  la  mañana.  El  que  este  informe  subscribe  recibió 
el  honor  de  ser  designado  como  uno  de  los  secretarios,  cargo  que  des- 
empeñó en  la  sesión  del  jueves  30  por  la  tarde  (Sección  de  Etnología 
General). 

Dicha  lectura  dio  ñn  á  la  sesión  de  apertura  del  Congreso,  desptiés 
de  la  cual  se  sirvió  unté  á  los  asistentes.  Terminado  éste,  el  Dr.  R.  Piets- 
chmann  dio  una  conferencia  con  numerosas  pro^-ecciones  sobre  el  ma- 
nuscrito peruano  recientemente  descubierto  de  Huaman  Poma,  en  el 
que,  además  de  encontrarse  diversos  retratos  de  incas  y  de  sus  es- 
posas, se  hallan  numerosas  representaciones  gráficas  de  costumbres  y 
usos  del  antiguo  Perú  y  se  hacen  variadas  alusiones  á  la  conducta  de 
los  primeros  gobernantes  españoles  de  esa  que  fué  colonia  española. 

La  sesión  de  clausura  se  efectuó  el  sábado  1"  del  actual,  á  las  3  de  la 
tarde,  en  el  mismo  Salón  de  Conferencias  de  la  Universidad  de  Londres, 
bajo  la  presidencia  de  Sir  Clemens  R.  Markham. 

En  esta  sesión  se  dio  lectura  á  varias  proposiciones  cjue  fueron  so- 
metidas á  la  aprobación  del  Congreso.  La  primera  de  ellas,  formula- 
da por  el  Dr.  Boas,  se  refirió  á  que  los  Congresos  de  Americanistas  se 
celebren  cada  4  años  y  no  cada  2,  para  dar  más  tiempo  á  las  investiga- 
ciones. Esta  proposición,  de  conformidad  con  lo  pedido  por  el  Dr. 
Hrdlicka,  de  Washington,  (|uedó  aplazada,  para  resolverse  hasta  el 
Congreso  de  1914-,  con  el  fin  de  que  todos  los  congresistas  tuvieran  cal- 
ma y  tiempo  suficientes  para  meditar  su  conveniencia. 

La  segunda  proposición,  hecha  por  el  Sr.  Heger,  tendía  á  que  los 
Gobiernos  y  las  Instituciones  científicas  pudieran  solamente  nombrar 
dos  delegados:  fué  rechazada  por  gran  mayoría. 

La  tercera,  hecha  también  por  el  Sr.  Heger,  relativa  á  qiie  el  Secreta- 
rio General  debe  hacer  una  lista  de  los  miembros  supervivientes  dej 
Consejo  Permanente  del  Congreso,  para  entregarla  á  su  sucesor,  fué 
aprobada. 

Igualmente  lo  fué  la  moción  hecha  por  el  Dr.  Boas,  para  que  senom- 


I. 

«í 

w 

< 
z 


o 


^ 


153 

brara  un  Comité  de  Biblio^^ratuí  Americanista,  {|ue  (lel)erá  infoniiaren 
cuanto  á  sus  trabajos  preliminares  en  el  Con^íreso  de  1914. 

Después  de  estas  proposiciones,  el  Secretario  General  y  el  Dr.  Hrd  licka , 
sucesivamente,  dieron  lectura  á  las  invitaciones  del  Instituto  Smithso- 
niano  de  los  Estados  Unidos,  de  la  Universidad  Católica  de  Washing- 
ton, de  la  Georgetown  University  y  de  la  Sociedad  Arqueológica  de 
Washington,  i)ara  que  el  próximo  Congreso  se  celebre  en  1914-  en  la  ca- 
pital de  los  Estados  Unidos,  invitaciones  que  fueron  aceptadas  por  acla- 
mación. 

En  seguida,  el  Sr.  D.  Arturo  I'onansky,  Delegado  de  Bolivia,  invitó 
al  Congreso,  en  nombre  del  Gobierno  de  esa  nación,  para  cjue  una  vez 
terminadas  las  sesiones  en  Washington,  se  trasladara  á  Bolivia,  en 
donde  podría  efectuarse  otra  serie  de  sesiones  y,  sobre  todo,  estudiarse 
las  ruinas  arqueológicas  de  esa  nación.  Esta  invitación  fué  igualmente 
aceptada. 

Se  nombró,  desjjués,  al  Comité  de  Publicaciones  de  la  Alemoria  del 
XVIII  Congreso,  y,  en  nombre  de  varios  de  los  miembros  no  ingleses  de 
la  Asamblea,  se  hizo  un  obsequio  á  la  Señorita  A.  C.  Bretón,  por  sus 
servicios  al  Americanismo,  y  en  particular,  por  sus  trabajos  para  la  or- 
ganización del  Congreso. 

La  reunión  terminó  con  diversas  alocuciones  de  despedida  del  Presi- 
dente y  de  otras  personas,  y  con  los  votos  de  gracias  que,  á  moción  de 
varios  congresistas,  se  dieron  al  mismo  Presidente,  al  Secretario  Gene- 
ral, al  Comité  organizador  y  á  la  Universidad  de  Londres,  por  su  par- 
ticipación en  el  éxito  del  XVIII  Congreso  Internacional  de  America- 
nistas. 


5. — Trabajos  del  Congreso. 

En  la  imposibilidad  de  referirme  á  todos  los  trabajos  presentados, 
lo  que  alargaría  demasiado  este  Informe,  voy  á  ocuparme  sucintamen- 
te de  los  que,  á  mi  modo  de  ver,  fueron  más  importantes. 

Seccio.n  I. — uEl  Paleolítico  en  América,»  por  el  Dr.  Capitán  (de  Pa- 
rís). El  autor  dice  que  casi  siempre  es  posible,  en  todo  el  Antiguo  Mun- 
do, poder  señalar  una  industria  cuaternaria,  estudiando  minuciosa- 
mente los  útiles  cuíiternarios  3'  teniendo  el  análisis  estratigráfico  cui- 
dadoso de  las  condiciones  de  3acimiento  de  los  diversos  tipos  caracte- 
rísticos de  esos  útiles;  pregunta  si  los  mismos  métodos  son  aplicables 
en  América;  añade  que  algunos  autores  no  han  vacilado  en  responder 
por  la  afirmativa,  en  tanto  que  en  la  actualidad  esta  opinión  se  discu- 
te mucho  y  aun  es  rechazad;i,  en  lo  absoluto,  por  eminentes  etnógrafos 
americanos,  y  concluye  diciendo  que  tal  vez  ambas  opiniones  son  dema- 
siado absolutas  y  que  la  cuestión  merece  ser  estudiada  con  todo  deta- 

A.NAI.ES.    T.   I\'.— 20. 


154 

11c,  nuevamente.   Esta  interesante  nienioria  estuvo  ilustrada  con  luinie- 
rosas  ijroyeeeiones. 

En  esta  misma  Sección  el  Dr.  Hrlicka  (de  Washintíton)  hizo  la  crí- 
tica de  los  trabajos  emjjrendidos  en  la  Argentina  jjor  el  finado  Dr.  Ame- 
ghino,  según  los  cuales  era  indudable  la  existencia  del  hombre  cuaterna- 
rio en  Sudamériea.  Según  esa  erítiea,  hecha  en  eiertos  momentos  eon 
bastante  severidad,  no  es  posible  admitir  como  ciertas  las  conclusiones 
del  sabio  argentino. 

Sección  II. — vLu  trejumnción  en  c¡  Perú,»  jjor  el  Dr.  Jidio  C.  Tello 
(de  Lima).  Este  importantísimo  trabajo,  tjue  honra  á  su  joven  autor 
(un  ilustrado  médico  peruano,  dedicado  últimamente  á  estudios  de  an- 
tropología), se  basó  en  una  rica  colección  de  cráneos  trepanados,  de  su 
propiedad,  que  se  guardan  ho3'  en  el  Aluseo  «Warrem»  de  la  Universidad 
de  Harvard.  Las  numerosas  proyecciones  que  ilustran  la  memoria  del 
Dr.  Tello,  hicieron  ver  una  serie  de  cráneos  trepanados  por  los  indios 
Yanyos  del  Perú,  ki  mayor  parte  de  ellos  con  un  fin  terapéutico,  jjor  le- 
siones traumáticas  ó  inflamatorias  (específicas  ó  nó)  del  cráneo.  El  au- 
tor dio  á  conocer  sus  ideas  acerca  del  niodiis  opernndi  en  esas  trei)ana- 
ciones  y  llamó  la  atención  acerca  de  que  era  indutlalile  que  muchos  de 
los  que  las  sufrían,  sobrevivían  á  ellas. 

Seccio.n  III. — «Fonética  del  idioma  uiexicíiuo, » ])or  el  Dr.  Franz  Boas 
(de  Nueva  York).  El  autor  hace  un  análisis muA-  minucioso  de  la  es- 
tructura fonética  del  mexicano,  tal  como  se  habla  en  el  Yalle  de  Méxi- 
co, Morelos,  Jalisco,  parte  de  Yeracruz  y  Sur  de  Oaxaca,  haciendo  no- 
tar las  diferencias  que  existen  entre  los  diversos  dialectos,  especialmen- 
te entre  los  del  Norte  y  los  del  Sur.  Esta  memoria  es,  sin  duda  alguna, 
una  valiosa  contribución  al  estudio  de  nuestras  lenguas  indígenas. 

uLos  verbos  en  el  lenguaje  de  los  indios  Cora,  del  Occidente  de  Mé- 
xico,'» por  el  Dr.  K.  T.  Preuss  (de  Berlín).  En  esta  memoria,  igualmen- 
te muy  importante  para  la  lingüísticíi  americana,  el  autor  se  refiere  al 
verljo,  el  elemento  más  importante  del  hasta  aquí  no  estudiado  idioma 
Cora,  (jue  pertenece  al  grupo  de  Sonora  y,  por  consecuencia,  se  relacio- 
na en  su  estructura  al  idiomíi  náhuatl. 

«Cuatro  palabras  esquimales  de  Xewfoundland  en  el  idioma  Eiriks- 
saffa,«  por  el  Sr.  Guillermo  Thalbitzer  (de  Copenhague).  El  autor,  cjue 
ha  pasado  algún  tiempo,  en  unión  de  su  esposa,  entre  los  esquimales, 
estudiando  sus  costumbres  y  siridioma,  ha  encontrado  cuatro  palabras 
de  éste  incrustadas  en  el  idioma  (jue  se  habla  en  Groenlandia,  y,  según 
sus  interiJretaciones,  se  llega  á  l;i  conclusión  de  que  los  esquimales  ha- 
bitaron probablemente  algunas  partes  de  Xcwfoundland  en  el  siglo  XI 
y  que  las  palabras  en  cuestión  son  las  primeras  señaladasde  un  lengua- 
je aborigen  en  América.    El  autor,  además,  ha  encontrado  relaciones 


15") 
importantes  entre  Ins  diversos  pueblos  ríe  los  confines  boreales  de  Amé- 


rica. 


SiíCCioN  IY.—«E1  cubre  prccnloinhiiio  en  Aiiiéricn,»  ])or  el  Sr.  Kow- 
laiul  B.  Orr  (de  Toronto).  En  esta  memoria  se  habla  de  las  localidades 
en  que  el  cobre  ha  sido  encontrado,  su  distribución,  losmétodoscm])lea- 
dos  i)ara  temjilarlo  vlosusos  ornamentales  ú  otros,  á  quesedestinabíi. 

a  Algunos  problemas  en  el  estudio  de  loa  antiguos  cliff-dwellers  de  Amé- 
rica,» porel  Dr.  J.  O.  Kinnaman.  El  autor  estudia  las  condiciones etnoló- 
g'icas  de  esos  pueblos,  de  il  onde  vinieron,  cuál  fué  la  dirección  de  su  inmi- 
gración, y  trata  de  exjjlicar  por  qué  construyeron  sus  habitaciones  en 
lufíares  casi  inaccesibles;  después  discute  las  relaciones  cjue  pueda  ha- 
ber entre  los  actuales  indios  «Pueblo»  y  los  «cHfF-dwellers,»  y  haciendo 
notar  las  dificultades  cronológicas  que  se  presentan,  llega  á  la  conclu- 
sión de  que  no  es  posible  todavía  tener  una  opinión  exacta  en  cuanto  á 
dichos  (icliff— dwellers.» 

^.Trabajos  de  la  Escuela  Internacional  de  Arqueología  v  Etnología 
Americanas,»  por  el  Dr.  FranzBoas.  En  esta  interesante  memoria,  ilu.s- 
trada  con  proyecciones,  el  autor  relata  las  investigaciones  llevadas  á 
cabo  por  la  institución  referida,  durante  el  año  en  que  fué  su  Director: 
los  trabajos  sobre  la  alfarería  de  AtzcapotzalcoydeCulhuacán;  el  estu- 
dio de  los  dialectos  mexicanos  y  de  las  relaciones  entre  ellos  y  las  len- 
guas del  Norte  de  Aléxico;  la  formación  de  un  mapa  lingüístico  del  Esta- 
do de  Oaxaca,  basado  en  el  estudio  de  los  vocabularios  recogidos  por  el 
Dr.  Peñíifiel;  el  estudio  del  tepecancj,  (|ue  resultó  ser  ini  dialecto  del  Pi- 
ma,  siendo  los  pueblos  que  lo  hablan,  muy  semejantes  á  los  Coras  y 
Huicholes,  y  otras  investigaciones  relativas  á  antiguas  tradiciones;  todo 
lo  cual  demuestra  lo  importante  de  la  obra  cmjirendida  por  la  Escuela 
Internacional  de  Arqueología  y  Etnología  Americanas,  en  el  último  año. 

«Las  prácticas  mágicas  de  los  indios  Coras  de  Jalisco,  México,»  por 
el  Dr.  K.  T.  Preuss  (de  Berlín).  El  autor,  que  ha  pasado  algún  tiempo 
entre  esos  indios,  estudia  los  caracteres  distintivos  de  stis  prácticas  de 
magia,  especialmente  de  las  cpie  tienen  jjor  objeto  el  obtener  de  los  dio- 
ses el  cumplimiento  de  sus  deseos.  En  estas  prácticas,  los  pensamien- 
tos y  las  palabras  son  considerados  por  los  Coras  como  la  parte  verda- 
deramente intrínseca  de  las  ceremonias,  y  hacen  admitir  la  idea,  emiti- 
da 3-a  por  otros  autores,  de  que  en  esos  casos  no  son  decisivos  en  sus 
efectos  los  actos  mágicos  mismos,  sino  el  cqjoder»  mágico  del  que  los 
ejecuta.  Parecen  tan  importantes  las  investigaciones  del  Dr.  Preuss,  so- 
bre los  indios  Coras,  que  tal  vez  sería  conveniente,  en  opinión  del  que 
subscribe,  que  el  Museo  Nacional  de  Arqueología,  Historia  y  Etnología 
adc|uiriera  la  obra  de  dicho  señor:  «La  Expedición  del  Nayarit,»  ]3ara 
hacerla  traducir  y  darla  á  conocer  por  medio  de  sus  Anales  ó  en  publi- 
cación separada. 

«Sobre  el  signo  del  mono  en  los  códices  mexicanos  y  mayas,»  jjor  el 


156 

Sr.  Hermán  Be\-er  (de  Dresden).  El  autor  sostiene  la  opinión  de  Fürs- 
temann,  Schelllias  y  Brinton,  de  que  el  dios  C  (el  dios  ma^-a,  con  la  ca- 
ra armamentada)  tiene  cabeza  de  mono,  y  refuta,  después  de  un  exa- 
men cuidadoso  de  los  dioses  bárbaros  de  los  códices  mayas,  la  teoría 
del  Profesor  Seler,  de  que  la  cara  del  dios  C  está  formada  ])or  una  cule- 
bra de  dos  cabezas. 

«Alffunos  problemas  del  calendario  centro— americano,»  por  el  Dr. 
Walter  Lehmann  (de  Munich).  El  autor,  que  avmque  todavía  joven,  se 
distintíue  ya  por  sus  conocimientos  ainericanistas,  estudia  en  su  memo- 
ria, con  todo  detalle,  diferentes  problemas  del  calendario  mexicano  y  del 
calendario  maya,  haciendo  notar  su  antigüedad  respectiva  y  otros 
puntos  de  igual  interés. 

«La  creación  del  mundo  según  los  mayas,»  por  el  Sr.  D.Juan  Mar- 
tínez Hernández.  Este  trabajo,  que  fué  distribuido  impreso  entre  los  con- 
gresistas, se  refiere  á  las  páginas  del  manuscrito  maya  de  Chunmayel, 
que  contienen  la  versión  maya  de  la  creación  del  mundo,  y  que  el  autor 
publica  ahora  por  primera  vez  con  su  traducción  al  español.  Según  el 
autor,  ((bajo  el  simbolismo  usado  puededistinguirseunaadmiral^lecon- 
«cepción  cósmica,  con  el  calendario  como  base;  la  religión  de  losma\'as 
((no  es  exclusivamente  la  adoración  del  Dios  de  la  Luz  ni  tampoco  pu- 
((ramente  un  culto  de  los  números;  ambos  están  incluidos,  debido  á  las 
((relaciones  íntimas  entre  las  estrellas  y  las  matemáticas;  dicha  religión 
((era  un  culto  del  calendario.» 

kEI  medio-punto  en  la  arquitectura  maya,»  por  el  Conde  M.  de  Pe- 
rigny  (de  París).  En  esta  memoria,  su  autor  se  refiere  á  un  género  es- 
pecial de  ruinas  de  Nakcun,  encontradas  por  él  en  el  Peten,  en  1905-06, 
y  descubiertas  completamente  en  1909-1910.  Ese  edificio,  al  que  ha  lla- 
mado ((Casa  de  los  Sacerdotes,»  por  su  destino  probable,  presenta  algu- 
nas bóvedas  en  forma  de  medio-punto,  lo  cual  parece  ser  interesante 
desde  el  momento  que  no  se  le  encuentra  en  las  demás  ruinas  mayas  co- 
nocidas. Algo  parecido  observó  el  autor  en  las  ruinas  del  Río  Beque, 
estudiadas  por  él  en  1907-1908;  concluyendo  su  estudio,  que  fué  acom- 
pañado de  proyecciones  demostrativas,  con  la  observación  de  que  aun 
cuando  los  antiguos  niaras  edificaron  sus  ciudades  en  una  época  que  con 
mucha  razón  se  considera  bastante  antigua,  conocían  ya  el  medio- 
punto,  sobre  lo  cual  deseó  llamar  la  atención  del  Congreso. 

KÁlgTinas  características  de  la  arquitectura  maya,»  por  el  Dr.  Capi- 
tán (de  París).  Esta  interesante  memoria,  acompañada  igualmente  de 
proyecciones,  se  refiere  á  dos  particularidades  curiosas  que  presenta, 
entre  otras  mvichas,  la  arquitectura  maya:  la  construcción  de  todos 
los  monumentos  sobre  elevaciones  de  tierra  ó  mampostería,  á  veces  muj' 
altas,  y  el  hecho  de  que  las  fachadas  de  sus  edificios,  con  su  complicada 
ornamentación,  parecen  ser  la  reproducción,  en  piedra,  de  fachadas  he- 
chas primitivamente  en  madera. 

«Un  dato  arqueológico»  y  ^Reconstrucción  de  los  basamentos  de  las 


Anales.— Tomo  IV. 


LÁM.  11. 


Mosaicos  mexicanos  existentes  en  el  Museo  Británico. 


157 

riiinns  de  Palenque, i^  por  D.  Leopoldo  Batres  (de  México).  En  estas 
inonofiratías,  (listril)UKlas  ini])resas  entre  los  conurcsistas,  el  autor  da 
á  conocer  su  opinión  sobre  la  venladera  forma  de  los  basamentos  de 
las  ruinas  de  Chichén-Itzá  3-  de  Palenque,  no  descritas  antes  de  él,  sej¡ún 
los  resultados  de  las  exploraciones  que  ha  hecho  en  los  últimos  años. 

ti  Las  ruinas  de  Uxnial,»  por  el  Dr.  Eduardo  Scler  (de  Berlín).  Por 
medio  de  numerosas  proyecciones,  el  autor  dio  cuenta  de  su  visita  á 
esas  célebres  ruinas,  á  principios  de  1911,  3^  aprovechó  la  oportunidad 
para  criticar  á  la  Secretarííi  de  Instrucción  Pública  y  Bellas  Artes  por 
sus  determinaciones  para  trasladar  al  Mviseo  Nacional  algunos  de  los 
monumentos  de  Uxmal. 

Despviés  del  trabajo  del  Dr.  Seler,  el  Dr.  Beyer  (de  Dresden)  dijo  que 
tenía  entendido  que  el  Gobierno  Mexicano  había  dispuesto  esa  trasla- 
ción para  salvar  piezas  importantes,  de  exploradores  ó  touristas  dema- 
siado activos,  (jue  pudieran  sacarlas  del  país  fraudulentamente,  como 
por  desgracia  había  3'a  acontecido  en  otras  ocasiones;  3-  que,  por  lo  de- 
más, en  el  Museo  dichas  piezas  estaban  á  disposicióndecuantosdesea- 
ran  estudiarlas. 

El  subscrito  apoyó  en  todas  sus  partes  lo  dicho  por  el  Dr.  Be3'er. 

«Algrinos  amuletos  de  Teotiliuacán,»  por  el  Dr.  Capitán  (de  París). 
El  autor,  por  medio  de  diversas  ]jroyccciones,  llama  la  atención  acerca 
de  dos  clases  de  amuletosde  Teotiliuacán,  bastante  poco  conocidos,  que 
ha  estudiado  en  el  Museo  de  esas  ruinas:  unos  de  obsidiana  3'  otros  de 
esquisto.  Entre  los  primeros  hay  dos  grupf)s:  uno  formado  ]3or  alíjii- 
nas  figuritas  de  cuadrúpedos  y  otro  que  corresponde  á  un  pequeño  in- 
dividuo, habiendo  unos  ejemplares  que  representan  un  dragón  muy 
singular.  Entre  los  amuletos  de  esquisto,  el  autor  menciona  iilaquitas 
planas  ovales,  que  llevan  huellas  de  ocre  rojo,  cu3'a  interpretación  pue- 
de ser  mu3'  interesante. 

<tAlgunas  observaciones  sobre  las  cabecitas  de  barro  de  Teotiliua- 
cán,» por  la  Sra.  Barnet  (de  París).  La  autora,  que  es  preparado- 
ra del  curso  de  antigüedades  americanas,  profesado  por  el  Dr.  Cajjitan 
en  el  Colegio  de  Francia,  después  del  estudio  de  centenares  de  dichas  ca- 
becitas, llega  á  estas  conclusiones:  !■' — Las  cabecitas  de  Teotihvuicán  tie- 
nen orígenes  y  significados  mu3'  diversos;  provienen  de  figuritas  planas; 
de  figuritas  aplicadas  y  de  figuritas  con  agujeros,  destinadas  á  fijarse 
por  medio  de  un  lazo.  2" — Son  á  veces  cabezas  de  verdaderas  estatui- 
tas.  3*^ — Algunas  son  simples  aplicaciones,  sin  agujeros,  destinadas  á 
fijarse  sobre  objetos  de  cerámica  ó  de  otra  clase,  3'  4-'' — Algunas  cabeci- 
tas y  algunas  figuras  de  brazos  ó  de  piernas,  que  se  encuentran  con  aque- 
llas, pueden  ser  consideradas  como  ex-votos.  El  trabajo  de  la  Sra.  Bar- 
net estuvo  igualmente  ilustrado  con  proyecciones. 

«Los  ñ-escos  de  Teotiliuacán,»  por  el  Dr.  Eduardo  Seler  (de  Berlín). 
En  esta  memoria,  acompañada  también  de  numerosas  é  importantes 
proyecciones,  el  autor  describe  los  interesantes  frescos  de  Teotiliuacán, 


158 

descubiertos  en  distintas  épocas  por  D.  Leopoldo  Batres,  yhacenotarle 
sig^nificado  que,  en  su  concepto,  puedan  tener  las  fijíuras  representadas 
y  las  semejanzas  (|ue  ha  encontrado  entre  ellas  y  las  cjue  se  ven  en  la  al- 
farería de  Teotihuacán.  Presenta  ijíualmente  diversas  proyecciones 
sobre  las  cabecitas  de  ese  lugar,  dando  su  ojiinión  en  cuanto  á  lo  ciue 
pueden  siijTiilicar. 

ttUna  nota  sobre  la  posición  y  extensión  de  los  terrenos  del  Gran  Tem- 
plo de  Tenochtitlán,  y  la  posición,  estructura  y  orientación  del  Teoca- 
IH  de  Huitzilopochtli,»  por  el  Sr.  Alfredo  P.  Alaudslay.  Esta  memoria, 
distribuida,  aunque  en  corto  número  de  ejemplares,  entre  los  congresis- 
tas, y  magníficamente  impresa,  trata  de  las  dimensiones  asignadas  por 
los  diversos  cronistas  é  historiadores  del  gran  teocalli  de  Tent)xtitlán, 
haciendo  el  autor  las  críticas  que  juzga  pertinentes. 

^Excavaciones  en  Ouiriguá,  Guatemala,  por  el  Instituto  Arqueológico 
de  América,»  porel  Sr.  Eduardo  R.  Hewett  (deSanta  Fé).  El  autordees- 
tetrabajo,  el  distinguido  y  muy  caballeroso  Director  de  la  Escuela  de  Ar- 
queología Americana  de  Santa  Fé,  rama  del  Instituto  Arqueológico  de 
América,  da  á  conocer,  acompañando  su  relato  de  proyecciones,  los  in- 
teresantes resultados  obtenidos  en  las  exploraciones  hechas  en  Ouiri- 
guá,  la  antig^la  ciudad  maya. 

kLos  antiguos  monumentos  de  piedra  de  San  Agustín,  y  las  investi- 
gaciones arqueológicas  en  el  Distrito  del  alto  Río  Magdalena,»  porel 
Dr.  K.  Teodoro  Stoepel  (de  Heidelberg).  En  esta  memoria,  ilustrada 
también  con  jiroyeccioncs,  el  autor  da  cuenta  de  las  ex])loraciones  he- 
chas en  el  Ecuador  por  encargo  del  Aluseo  Real  de  Etnología  de  Berlín; 
dicho  resultado  ftié  interesante,  porque  pudieron  estudiarse  bien  las  an- 
tiguas esculturas  y  templos  de  la  región,  C|ue  denotan  una  civilización 
avanzada  y  que,  sin  embargo,  pasaron  inadvertidas  á  los  cronistas  es- 
pañoles, tal  vez  por  estar  ocultas  esas  ruinas  por  la  maleza.  Entre  lo 
más  importante  de  lo  descubierto,  se  encuentran  varios  ataúdes  de  jiie- 
dra  maciza,  de  más  de  dos  varas  de  largo,  en  c|ue  ese  pueljlo  enterraba 
á  sus  príncipes  ó  á  sus  grandes  sacerdotes. 

^^Descubrimientos  arqueológicos  en  Ecuador  y  en  Colombia,»  por  el 
Dr.  K.  Teodoro  Stoepel  (de  Heidelberg).  El  mismo  autor  de  la  memo- 
ria anterior,  presentó  otra  sobre  sus  exploraciones  hechas  en  los  dos 
países  indicados,  y  que  dieron  por  resultado  el  descubrimiento  de  im- 
portantes monumentos  prehistóricos,  que  mucha  luz  han  de  traer  segu- 
ramente sobre  el  conocimiento  de  los  pueblos  antiguos  de  Sud- América. 

iiLos  Ouimbayas,»  por  D.  Ernesto  Restrepo  Tirado  (de  Bogotá). 
Este  trabajo  fué  distribuid  o  impreso,  entre  los  congresistas.  En  él  se  dan 
detalles  muy  interesantes,  en  g^ran  parte  desconocidos,  acerca  de  los 
quimbayas,  pequeña  tribu  que  vivió  en  el  río  Cauca  y  sufrió  mucho 
con  la  llegada  de  los  españoles,  bajo  las  órdenes  de  Robledo,  en  1540,  y 
que  después  de  varias  guerras  con  otras  tribus,  y  de  varias  epidemias, 
algunas  de  ellas  de  viruela,  se  vio  casi  destruida,  refugiándose  los  pocos 


I 


159 

supervivientes  en  las  montañas,  en  donde  fueron  extenninados  por  los 
1  'ijaos. 

vLciíi  iinttilacioncs  en  los  vasos  ¿intropoiuoribs  del  niitiífiío  I'crt'i,» 
por  el  Dr.  Lizardo  Vélez  Lójdcz  (de  Liniíi). 

«Fiffuras  ¿uitrupoinorths  inutilaclas  del  Perú,»  porel  Dr.  Rieardo  Pal- 
ma, jr.  (de  Lima).  Estas  dos  memorias  se  refieren  á  las  mutilaciones 
(|ue  se  observan  en  algunos  de  los  vasos  ó  figuras  de  barro  de  las  anti- 
guas tundjas  peruanas.  Según  los  dos  autores  mencionados,  aunc|uccsas 
nuitilaciones  pueden  haber  tenido,  en  ocasiones,  alguna  causa  patológi- 
ca (sífilis,  etc.),  parece  indudable  C|ue  en  otros  casos  se  debieron  á  cas- 
tigfJS,  á  riñas,  á  algunos  fines  rituales  ó  á  otros  motivos  independien- 
tes de  enfermedad. 

uPuntos  de  contacto  entre  las  civilizaciones  prehistóricas  del  Brasil 
y  la  Argentina  y  las  de  los  países  de  la  costa  del  Pacífíco,»  por  el  Dr. 
Antonio  Carlos  Simoens  de  Silva  (de  Río  de  Janeiro).  El  autor  hace  no- 
tar las  semejfinzas  c|ue  hay  entre  las  piedras  encontradas  en  las  exca- 
vaciones de  Perú,  Solivia  y  Chile,  3'  las  halladas  en  Brasil  y  Argentina; 
observa  C|ue  la  deformación  del  cráneo  se  practicaba  en  la  Argentina  lo 
mismo  C|ue  en  el  Perú  y  Bolivia,  y  (|ue  los  ídolos  y  alfarería  nativa  del 
Amazonas  y  del  í'erú  j)resentan  gran  semejanza.  Además,  las  leyen- 
das de  la  región  del  Amazonas  y  las  tradiciones  peruanas,  tienen  mu- 
chos puntos  de  contacto,  todo  lo  cual  demuestra  las  relaciones  tan  es- 
trechas que  hubo  entre  ambas  civilizaciones:  la  del  E.  y  la  del  O.  de  Sud- 
América. 

ttlnfornie  sobre  una  colección  de  objetos  encontrados  en  antiffvosse- 
pulcros  de  la  civilización  Diagiiita,  en  el  Noroeste  de  la  Argentina,»  por 
el  Sr.  Franz  Heger  (de  Viena).  El  autordescribe  la  rica  colección  de  ob- 
jetos arqueológicos  recogida  por  el  Sr.  Rodolfo  Schreiter,  de  Tucumán, 
en  los  vallesde Santa  María  y  de  Calchac|viu  (N.  O.  de  la  Argentina),  en 
diversos  cementerios  y  restos  de  ruinas  de  los  antiguos  habitantes  de 
esa  región,  objetos  que  se  conservan  ahora  en  el  departamento  antro- 
pológico del  Museo  de  Historia  Natural  de  Viena.  Algunos  de  los  obje- 
tos de  esa  colección  demuestran,  en  concepto  del  autor,  la  inflvienciade 
la  antigua  cultura  peruana  que  penetró  en  la  Argentina  Noroccidental 
en  la  época  de  los  antiguos  emperadores  de  los  incas,  antes  de  la  con- 
quista. 

Shcciox  \'. — «Costunibres  de  los  guayaki  en  el  nacimiento  de  los  ni- 
ños,» por  el  Sr.  D.  C.  Mayntzhusen  (del  Alto  Paraná).  En  esta  curio- 
sa nota  se  relatan  las  costumbres  de  esos  pueblos  sudamericanos  cuan- 
do nace  una  criatura,  en  cu^'O  acto  interviene  de  un  modo  particular  el 
llamado  «yoaré.D  especie  de  partero,  ayudado  por  una  mujer  ó  «upia- 
ré.»  Esta,  desijués  de  alginias  prácticas  de  aseo  y  de  masaje,  procede 
á  la  deformación  de  la  cabeza  del  niño,  apretándola  fuertemente  con 
ambas  manos,  una  atrás  y  otra  adelante,  para  llegará  producir  uncrá- 


160 

neoniesoccfalo;  esta  maniobra  ((iie  la  criatura  tolera  sin  llorar,  es  repe- 
tida por  la  madre  tres  días  después.  El  padre,  entretanto,  huye  á  los 
bosques,  en  donde  está  tres  días  sin  comer,  hasta  quetoma  un  baño,  lo 
i|ue  hace  también  la  madre,  para  espantar  al  demonio. 

«La  vida  diaria  de  los  indios  kekchi  de  Guatemala,»  por  el  Dr.  Karl 
Sapper  (de  Estrasburtío).  El  sabio  autor  de  esta  memoria,  á  ({uien  se 
deben  importantes  trabajos  sobre  etnología  mexicana,  causó  la  admi- 
ración del  Congreso  con  la  rica  colección  de  importantes  proyecciones 
en  que  hizo  ver  las  ocupaciones  diarias  de  los  hombres,  de  las  mujeres  y 
de  los  niños  kekchi,  en  el  hogar  y  en  el  campo;  sus  festividades,  sus  ca- 
pacidades productoj-as,  sus  opiniones  religiosas  y  algunas  peculiarida- 
des de  carácter,  siendo  esta  conferencia  un  verdadero  modelo  de  lo  que 
la  fotografía  puede  hacer  para  conservar  documentos  etnoló.<íicos.  El 
Dr.  Sapper  llamó  la  atención  de  los  congresistas,  en  cuanto  á  que  la  po- 
blación india  de  Centro-América  presenta,  desde  la  primera  mitad  del 
siglo  XVII,  un  decidido  y  gradual  proceso  de  mejoramiento,  que  secon- 
tinúa  hasta  la  hora  presente. 

nDescubriinientos  recientes  en  la  Guaraná  Holandesa,»  por  el  Sr.  L. 
C.  von  Panhnys  (de  La  Haya).  El  autorrelata  los  resultad  os  de  la  lla- 
mada expedición  «Suriname,»  la  sexta  de  las  organizadas  por  el  Comi- 
té de  investigaciones  científicas  del  interior  de  la  Guayana  Holandesa, 
que  trajo  por  consecuencia  el  estudio  etnológico  de  los  negros  Bush que 
viven  en  las  orillas  del  río  Suriname,  adonde  fueron  importados  de  Áfri- 
ca en  otras  épocas,  llevando  consigo  el  paludismo  que  está  acabando 
con  la  población  indígena  de  la  región.  Est£\  conclusión,  descubierta  por 
el  teniente  Flu,  va  á  ser  motivo,  seguramente,  de  serias  consideraciones 
del  Gobierno  Holandés,  en  bien  de  la  conservación  de  la  población  in- 
dígena de  la  comarca,  ya  qixe  en  la  Guayana  británica,  donde  no  hay  ne- 
gros Bush,  hay  todavía  trece  mil  indios.  El  teniente  Flu  descubrió  igual- 
mente la  existencia  de  líi  filariosis  en  esa  región,  el  modo  como  se  trans- 
mite, y  la  acción  maravillosa  del  salvarsán  (606)  sobre  la  «framboesía 
tropical,»  pues  en  pocos  días  un  hospital  que  contenía  trescientos  vein- 
tiocho pacientes  atacados  de  esa  enfermedad,  tuvo  cjue  clausurarse  por 
haber  sanado  todos  con  aquella  droga. 

«.Nota  sobre  los  salvajes  del  Canadá,»  por  el  Sr.  Alfonso Gagnon  (de 
Quebec).  En  este  trabajo  el  autor  da  cuenta  del  estado  actual  de  la 
población  de  los  aborígenes  del  Canadá,  su  condición  económica,  mo- 
ral é  intelectual;  refiere  lo  que  el  Gobierno  hace  para  mejorar  su  suerte 
y  los  progresos  realizados  á  este  respecto. 

i' La  protección  de  los  aborígenes  del  Brasil,»  por  el  Dr.  M.  de  Olivei- 
ra  Lima  (de  Río  de  Janeiro).  El  autor,  después  de  referir  lo  que  se  ha 
hecho  en  el  Brasil  para  proteger  á  la  población  aborigen  desde  los  tiem- 
pos de  la  conquista,  y  los  fracasos  qvie  han  resultado  de  las  prácticas 
establecidas,  hace  notar  que  recientemente  se  ha  organizado  un  servicio 
regular,  más  racional  y  lógico,  que  consiste  en  la  formación  de  grandes 


a 


■a 


^     O 


c 
I 

üi 

H 
►J 
<l 
Z 

<: 


71  W 


,^     3 

3 


"5 


Anai.ks.— Ti>.\i!i  1\'. 


LÁM.  13. 


B. 


ANTir.rmiADES  Mexicanas  existentks  ex  el  MrsKO  Bkitá.nico. 


A. — Cráneo  de  cristal  de  roca. 

B. — Vaso  de  alabastro  provinieiite  de  la  Isla  de  Sacrificios. 


i 


I 


161 

campamentos  y  vastas  reservas,  cons£if;rad()s  exclusivamente  á  esos 
pueblos,  que  se  encuentran  ahora  sometidos  á  una  conducta  propia. 
Uno  de  los  primeros  resultados  benéficos  de  esta  conducta,  ha  sido  la 
pacificación  de  algunas  de  las  tribus  ijuerreras  (dcaingang»  en  San  Pa- 
blo, á  lo  largo  del  Ferrocarril  del  Noroeste. 

«Resultados  científicos  ele  la  Sección  Etnológica  de  la  Expedición 
Riahouschinsky  de  la  Sociedad  Geográfica  Imperial  de  Rusia,»  por  el 
Sr.  Waldemar  Jochelson  (de  San  Petersburgo).  En  1808  la  Sociedad 
Geográfica  Imperial  de  Rusia  organizó  una  expedición  á  Kamchatka, 
á  expensasdelSr.  F.  ¡'.Riabouseliinsky,  comprendiendo  cinco  secciones: 
zoológica,  botánica,  geológica,  meteorológica  y  etnológica,  la  última 
de  las  cuales  fué  encabezada  por  el  autor  de  esta  memoria,  habiendo 
incluido  también  en  su  programa  el  estudio  de  las  Islas  Aleucianas.  En 
esta  importante  expedición,  en  que  tomó  pártela  esposa  del  autor,  mé- 
dica, como  somatologista,  se  hicieron  excavaciones  en  diversos  lugares, 
encontrándose  variados  y  valiosos  implementos  prehistóricos;  se  estu- 
dió el  lenguaje  aleuta,  que  es  de  origen  esquimal,  el  folk-lore  y  el  tipo 
físico  de  aciuel  pueblo.  En  Kamchatka,  se  hicieron  también  excavacio- 
nes con  resultados  importantes;  se  encontraron  varias  relaciones  entre 
el  lenguíije  de  los  nativos  y  algunos  de  los  idiomas  indios  americanos  y 
se  descubrieron  también  muchas  semejanzas,  aun  identidades,  entre  la 
mitología  Kamchadal  y  la  de  los  indios  americanos  del  Noroeste.  Esta 
interesante  conferencia  estuvo  ilustrada  con  numerosas  proyecciones 
fijas  y  con  ocho  cinematográficas,  reprCvSentando  estas  últimas,  diver- 
sas escenas  típicas  de  las  poblaciones  indígenas  de  Kamchatka.  Esta 
aplicación  del  cinematógrafo  á  la  etnología,  y  en  general  á  las  expedi- 
ciones científicas,  me  parece  particularmente  interesante  y  me  permito 
llamar  la  atención  de  esa  Secretaría  en  cuanto  á  las  ventajas  induda- 
bles que  resultarían  de  dicha  aplicación  para  conservar  en  nviestro  Mu- 
seo de  Arqueología,  Historia  y  Etnología  documentos  cinematográfi- 
cos en  que  se  recogieríin  muchas  costumbres,  danzas,  prácticas  religio- 
sas ó  de  la  vida  diaria,  industrias,  &,  pertenecientes  á  nuestros  pueblos 
aborígenes  y  que  están  desapareciendo  de  día  en  día.  Tales  documen- 
tos serían  de  un  valor  inestimable  para  los  historiadores. 

En  la  Sección  V,  el  subscrito  Wó  en  la  sesión  efectuada  la  tarde  del 
jueves  30  de  mayo  último,  su  trabajo  sobre  «La  legislación  mexicana 
sobre  monumentos  arqueológicos, \>  del  que  me  es  honroso  acompañar 
un  ejemplar  á  este  informe.  El  Sr.  Dr.  Boas,  que  presidía  esa  sesión, 
expresó,  al  terminar  mi  lectura,  su  gratitud  al  Gobierno  Mexicano  por 
todas  las  facilidades  que  siempre  le  había  proporcionado  al  llevar  á  ca- 
bo sus  investigaciones  arqueológicas  y  etnológicas. 

Sección  VI. —  (tUna  nueva  serie  de  pinturas  al  óleo  representando  la 
mezcla  de  razas  en  México,»  ])or  el  Sr.  D.  Franz  Heger  (de  Viena).  El 
autor  habla  de  una  quinta  serie  de  pintviras,  existente  en  el  Departa- 

Anales.  T.  IV.— 21. 


162 

mentó  Etnográfico  del  Aluseo  de  Historia  Natural  de  Viena  y  provi- 
niente  del  antiguo  Museo  de  Mirtimar,  que  puede  añadirse  á  las  cuatro 
que  ya  existían  conocidas,  en  París,  en  el  Museo  Nacional  de  México  y 
en  el  Museo  Nacional  de  Historia  Natural  de  Madrid.  En  la  serie  á  que 
se  refiere  el  Sr.  Heger,  hay  diez  pinturas,  cada  una  de  las  cuales  re- 
presenta á  una  familia,  inclu^'endo  los  padres  y  su  descendencia,  cada 
uno  desempeñando  quehaceres  diversos.  Esta  serie,  desgraciadamente 
incompleta,  presenta  algunas  variantes  respecto  de  las  anteriormen- 
te conocidas,  en  cuanto  á  las  relaciones  corresijondientes  á  las  dife- 
rentes mezclas  de  razas. 

«Fray  Diego  de  Landa,  Inquisidor  de  los  Indios  en  Yucatán, n  por  el 
Dr.  D.  José  Toribio  Medina  (de  Santiago  de  Chile).  El  erudito  autor 
de  esta  memoria,  á  quien  se  deben  importantes  piiblicaciones,  entre 
ellas  «La  Imprenta  en  México,»  se  ocupa  en  ella  de  la  vida  de  Fr.  Diego 
de  Landa,  aprovechando  al  efecto  los  datos  que  suministran  los  anti- 
guos cronistas,  entre  ellos  López  Cogolludo.  Relata  su  modo  de  pro- 
ceder con  los  indios,  las  diligencias  mandadas  practicar  á  este  respecto 
por  el  Consejo  de  Indias,  los  autos  de  fé  celebrados  por  él,  su  proceso 
en  España,  su  ascenso  al  episcopado,  el  amparo  pedido  ])or  los  indios 
ante  la  Audiencia  de  México  y  otros  incidentes  interesantes  que  termi- 
nan con  la  muerte  del  Inquisidor. 

«Un  manuscrito  español  relativo  á  los  Lacandones,  en  los  Archivos 
de  Indias  de  Sevilla,»  por  el  Sr.  Alfredo  Marston  Tozzer  (de  Harvard). 
En  este  trabajo  se  llama  la  atención  acerca  de  la  riqueza  del  Archivo 
de  Indias  en  manuscritos  interesantes,  á  pesar  de  lo  cual  poco  se  apro- 
vechan de  ellos  los  países  hispano-aniericanos.  El  autor  presenta  una 
traducción  inglesa  de  una  carta  escrita  en  1695,  en  Vera  Paz,  Guate- 
mala, en  la  que  se  puede  uno  dar  cuenta,  primero,  de  los  métodos  usa- 
dos por  los  españoles  para  inducir  á  los  nativos  á  adoptar  el  cristia- 
nismo y,  en  segundo  lugar,  se  conocen  las  antiguas  costumbres  del 
pueblo.  El  autor  llama  la  atención  especialmente  sobre  la  gran  seme- 
janza que  existe  entre  la  religión  de  los  Chol-Lacandones  de  fines  del 
siglo  XVII  y  la  de  los  Lacandones  de  habla  maj-a  de  principios  del  XX. 

«El  Gobierno  de  Don  Manuel  de  Aniat,  Virrey  de  Perú,  1 T61-1 776, v 
por  el  Sr.  B.  Glanvill  (de  Londres).  En  esta  memoria  se  traza  la  bio- 
grafía de  ese  Virrey,  cuya  vida  se  dedicó  á  mejorar  la  situación  del  rico 
Virreinato  que  tuvo  encomendado;  sus  medidas  administrativas;  sus 
expediciones  organizadas  para  establecer  puertos  en  islas,  entre  ellas 
las  de  Tahití,  que,  á  pesar  del  interés  del  Gobierno  Español,  no  pudie- 
ron ser  colonizadas  por  descviido  ó  incapacidad  de  los  siguientes  virre- 
yes; sus  actos  caritativos,  &.,  &.,  hasta  su  retiro  y  regreso  á  España, 
en  donde  acabó  sus  días,  apartado  de  la  vida  pública,  en  Barcelona. 

«Apunte  breve  sobre  algunas  fuentes  para  la  historia  eclesiástica  de 
Hispano-América  en  la  primera  época  colonial,»  por  el  Rev.  Charles 
Warren  Currier  (de  Washington).   El  autor  da  en  su  interesante  me- 


163 

moría  lina  noticia  de  las  ]irincipale.s  fuentes  en  que  puede  hacerse  la  his- 
toría  de  la  Ifílesia  en  la  América  Española  en  la  primera  época  colonial: 
diversos  escritores  mexicanos  (Mendieta,  Torquemada,  Dávila  Padi- 
lla, Pérez  de  Rivas);  un  manuscrito  orijíinal  de  la  Biblioteca  del  Con- 
greso en  Washington;  «El  Concilio  Provincial  de  México  en  1585;»  la 
historia  de  Juan  Díaz  de  la  Calle,  3-  otros  muchos,  de  donde  tal  vez  no 
muy  tarde  podrá  salir  esa  historia,  que  tanto  interés  tiene  en  la  de  la 
colonización  española  en  América. 


ü. — ExHIIilCION   ARQUEOLÓGICA. 

Durante  los  días  en  cjuc  se  celebró  el  Congreso,  estuvo  abierta  en 
uno  de  los  salones  de  la  Universidad  de  Londres  una  pequeña  exhibi- 
ción arcjueológica  no  desprovista  de  interés. 

Entre  lo  que  ahí  estuvo  expuesto  puede  citarse  una  colección  de  ma- 
pas del  Valle  de  México,  que  comprendía:  una  copia  del  mapa  sobre  pa- 
pel de  maguey-,  de  parte  de  la  ciudad  de  México,  existente  en  nuestro 
Museo  Nacional;  una  vista  del  Valle  en  1910,  y  la  copia  de  un  mapa  de 
Alonso  de  Santa  Cruz  (1550),  cuyo  original  está  en  la  Biblioteca  de  la 
Universidad  de  Upsala,  Suecia. 

Diversas  fotografías  de  mapas  y  manuscritos  relativos  á  México, 
existentes  en  el  Archivo  General  de  la  Nación. 

Fotografías  de  las  ruinas  de  Copan,  de  Tikal,  de  Chichén  Itzá,  de 
Palenc|ue,  de  Ouiriguá  y  de  San  Agustín  (Colombia). 

Algunos  objetos  arqueológicos  y  etnológicos  del  Perú  y  Bolivia,  y 
otros  de  la  Guaj-ana  Británica,  distinguiéndose  entre  estos  últimos  una 
hermosa  hacha  de  cristal. 

Una  colección  de  pinturas  de  los  frescos  de  Cliichcn  Itzá,  hechas  por 
Miss  A.  C.  Bretón. 

Diversos  libros  antiguos  relativos  á  América  y  algunos  contempo- 
ráneos, entre  los  cuales  debe  citarse  especialmente  la  traducción  ingle- 
sa hecha  por  el  Sr.  Maudsla}^,  y  cuidadosamente  impresa,  de  la  Histo- 
ria de  México  por  Bernal  Díaz  del  Castillo,  publicada  por  D.  Genaro 
García. 


7. — La  Memoria  del  XVII  Congreso. 
(Sección  de  México.) 

A  solicitud  del  Sr.  Lie.  D.  José  Romero,  Secretario  que  fué  del  XVII 
Congreso  Internacional  de  .\mericanistas,  jiresenté  al  XVIII  Congreso, 
por  conducto  de  su  Secretario  General,  un  ejemplar  de  la  jMemoria  de 
los  trabajos  de  aquella  asamblea  en  .su  sesión  de  México  (Congreso  del 


164 

Centenario);  habiendo  hecho  esa  presentación  en  nombre  de  la  Comi- 
sión de  Publicaciones  respectiva  y  en  el  del  Goliierno  Mexicano,  bajo 
CUYOS  auspicios  se  efectuó  dicho  XVll  Congreso  3'  se  ha  publicado  la 
Memoria. 

Es  justo,  con  este  motivo,  hacer  notar  la  eficacia  y  oportunidad  del 
Sr.  Lie.  Romero,  pues  pudo  darse  así  cumplimiento  á  una  práctica  es- 
tablecida en  estos  Congresos,  de  tener  publicada  ya  la  Memoria  res- 
pectiva cuando  se  reúna  el  siguiente.  Y  esto  es  tanto  más  satisfactorio 
cuanto  que  la  República  Argentina  no  ha  llegado  todavía  á  publicar  la 
Memoria  correspondiente  á  la  sesión  celebrada  por  el  mismo  XYII 
Congreso,  en  Buenos  Aires,  en  mayo  de  1910. 


8. — La  Escuela  Internacional  de  ARorEOLOGLi. 
Y  Etnología  Aíieric.\nas. 

Por  indicación  del  Sr.  Dr.  Franz  Boas,  Secretario  de  la  Junta  Direc- 
tiva de  la  Escuela  Internacional  de  Arqueología  3-  Etnología  America- 
nas, se  reunieron  el  Sr.  Dr.  Eduardo  Seler,  Representante  del  Gobierno 
de  Prusia  en  esa  Junta;  el  Sr.  Byron  Gordon,  Representante  de  la  Uni- 
versidad de  Pennsylvania,  3-  el  mismo  Sr.  Boas,  que  representa  en  dicha 
Junta  á  la  Universidad  de  Columbia,  para  tratar  de  algunos  asuntos 
pertenecientes  á  la  Escuela  referida.  El  que  subscribe  asistió  igualmente 
á  esa  reunión,  invitado  por  los  tres  representantes  antes  mencionados, 
por  su  carácter  de  Delegado  del  Gobierno  Mexicano  en  el  Congreso  de 
Americanistas  y  por  estar  al  tanto  de  la  marcha  de  la  Escuela. 

El  Sr.  Dr.  Boas  informó  que  en  el  presente  año  de  trabajos,  corres- 
pondía, según  los  estatutos,  al  Gobierno  Francés,  nombmr  al  Director 
de  la  Escuela;  pero  que  como  dicho  Gobierno  no  había  nombrado  has- 
ta la  fecha  su  representante  en  la  Junta  Directiva  ni  ratificado  formal- 
mente su  adhesión,  y  tampoco  la  Universidad  de  Harvard  podía  en 
este  año  hacer  tal  nombramiento  de  Director,  proponía  (el  Sr.  Boas) 
que  se  dirigiera  atenta  nota  al  Gobierno  Mexicano  para  que  él,  si  no 
encontraba  en  ello  inconveniente,  se  sirviera  designar  al  repetido  direc- 
tor. La  proposición  del  Sr.  Boas  fué  aprobada,  3^  en  tal  virtud,  se  diri- 
girá oficialmente  á  esa  Secretaría. 

El  propio  Sr.  Boas  informó  después  que,  deseoso  de  aumentar  los 
recursos  de  la  Escuela  y  de  ampliar  lo  más  que  fuere  posible  su  esfera 
de  acción,  había  comenzado  á  tratar  de  C[ue  la  Academia  deCienciasde 
San  Petersburgo  tomara  parte  en  los  trabajos,  habiendo  hablado  \-a, 
al  efecto,  con  el  Dr.  Sternberg,  Director  del  Museo  de  dicha  Academia, 
quien  se  ofreció  á  iniciar  las  negociaciones.  Iguales  pasos  había  dado 
cerca  del  Gobierno  de  Ba viera  y  del  Museo  de  Leipzig;  3-  era  de  esperar- 
se que  estas  gestiones  tuvieran  resultados  satisfactorios. 

Por  último,  el  repetido  Sr.  Boas  informó  cjue,  en  unión  del  subscrito, 


AXAI.KS. — ToMci  IV. 


LÁM.  14. 


Piezas  de  aharería  del  antiguo  Perú,  existentes  en  el 
Museo  Británico. 


165 

había  hablado  con  el  Sr.  Atnbrossetti,  Delcsíado  de  la  República  Ar<ien- 
tina  en  el  Congreso,  jiara  tratar  de  cjuc  el  (jobierno  de  esa  ini])ortante 
nación  participara  igualmente  en  los  trabajos  de  la  Escuela  Interna- 
cional de  Arf(ueología  y  Etnología  Americanas,  lo  cual  sería  muy  inte- 
resíinte  desde  todos  puntos  de  vista;  habiendo  jjrometitlo  el  Sr.  Am- 
brossetti  tlar,  en  su  oportunidad,  los  pasos  necesarios  cerca  de  su  Go- 
bierno, pensando  que  tíd  vez  éste  acogería  favorablemente  la  ideíi. 


9. — Visitas  y  excursiones. 

El  Comité  Organizador  arregló  una  visita  al  Museo  Británico,  que 
se  llevó  á  cabo  el  miércoles  29  de  ma3'0  por  la  tarde. 

En  el  imponente  edificio  ocupado  por  el  Aluseo,  esperaba  á  los  con- 
gresistas S.  A.  R.  el  Duque  de  Connaught,  patrono  del  Congreso  y  uno 
de  los  «trustees»  de  ac[uella  célebre  institución,  quien  dio  la  bienvenida 
en  términos  expresivos.  En  seguida  se  distribuyó  entre  los  concurren- 
tes una  pequeña  guía  impresa  especialmente  para  el  caso,  con  ilustracio- 
nes, del  Departamento  de  Antigüedades  Americanas,  qtie  está  á  cargo 
del  Dr.  C.  H.  Read.  Después,  guiados  por  este  señor,  fuimos  conduci- 
dos al  rico  departamento  de  manuscritos,  en  donde  se  guardan  algu- 
nos mexicanos,  la  ma^-or  parte  de  los  cuales  han  sido  publicados  ya 
por  Lord  Kingsborough  y  otros  americanistas. 

De  ahí  pasamos  al  Departamento  de  Antigüedades  Americanas,  pe- 
queño pero  mu}-  rico.  En  él  se  conservan  piezas  de  diferentes  lugares 
de  América;  pero  entre  lo  más  notable  se  encuentran  varias  piezas  be- 
llísimas, incrustadas  de  mosaico  de  malaquita,  turcjuesa  y  otras  pie- 
dras, de  las  que  no  haj'  siquiera  un  ejemplar  en  nuestro  Museo  Nacio- 
nal, y  que  forman  parte  de  la  riquísima  colección  de  objetos  de  arte 
indígena  enviados  por  Cortés  al  Emperador  Carlos  V;  varias  piezas  de 
obsidiana  igualmente  importantes;  un  cráneo  de  cristal  de  roca,  de  ta- 
maño natural,  cuA-a  autenticidad,  sin  embargo,  fué  puesta  en  duda  por 
mu3^  distinguidos  profesores;  una  rica  colección  de  alfarería  de  la  Isla 
de  Sacrificios  y  dos  hermosos  vasos  de  alabastro  de  la  misma  proceden- 
cia; una  colección,  igualmente  rica,  de  alfarería  peruana  y  otros  más 
objetos  tampoco  desprovistos  de  interés. 

Debo  hacer  mención  especial,  sin  emijargo,  de  varias  lápidas  rica- 
mente esculpidas,  provinientes  de  Menché  Tinamut,  Bancos  del  Usuma- 
cinta,  3'  llevadas  de  ahí  al  Museo  Británico  por  el  Sr.  Maudsla3'enl893. 

Después  de  la  visita  al  Departamento  Americano,  en  donde  los  con- 
gresistas tuvieron  oportunidad  de  estudiar  los  ejemplares  y  de  cambiar 
ideas  en  el  particular,  la  mayor  parte  de  a((viéllos,  entre  los  cuales  se 
contó  el  que  esto  escribe,  siguió  visitando  el  riquísimo  Museo  Británico, 
cu3-as  colecciones  son  de  las  más  valiosas  del  mundo. 

El  mismo  Comité  Organizador  arregló  dos  excursiones  para  los 


166 

miembros  extranjeros 3- delegados,  alas  célebres  Universidades  de  Cam- 
bridge y  de  Oxford,  siendo  por  cuenta  de  aquéllos  el  importe  de  los  pa- 
sajes respectivos. 

La  excursión  á  Cambridge  se  llevó  á  cabo  el  viernes  31  á  las  doce 
del  día;  los  congresistas  visitaron  el  nuevo  Museo  Arqueológico  Ameri- 
cano que  se  está  organizando  en  la  Universidad  y  del  c[ue  sf)n  ejempla- 
res importantes  los  moldes  de  varios  monumentos  de  Copan,  donados 
por  el  Sr.  Maudslay;  en  seguida,  formando  pequeños  grvipos,  recorri- 
mos los  principales  colegios  que  componen  la  Universidad,  admirando 
la  espléndida  organización  de  ésta  y  la  bellezadesusedificiosyparques; 
á  las  cuatro  de  la  tarde  fuimos  obsccjuiados  con  un  té  en  el  hall  del 
Chirist's  College,  y  después  emprendimos  el  regreso  á  Londres. 

La  excursión  á  Oxford,  tan  concurrida  ó  más  chuela  anterior,  se  efec- 
tuó el  lunes  3  del  actual;  habiendo  salido  de  Londres  á  las  9.45  a.  m. 
en  un  tren  esj^ecial  añadido  al  ordinario  de  pasajeros.  Llegados  á  la 
ilustre  Universidad,  fuimos  conducidos  á  la  arcaica  y  muy  rica  Biblio- 
teca Bodleiana,  en  donde  pudimos  ver  diversos  manuscritos  mexicanos, 
los  cuales  también  han  sido  publicados  ^-a  por  Lord  Kingsborougli  y 
otros.  Ahí  supe  C|ue  se  guarda  igualmente  un  códice  maya,  aún  inédito, 
que  conoció  j^a  D.  Francisco  del  Paso  y  Troncoso,  quien  tal  vez  piense 
publicarlo  entre  los  Documentos  antiguos  que  está  publicando  bajólos 
auspicios  de  nuestro  Gobierno. 

Formando  pequeños  grupos,  guiados  por  alumnos  de  la  Universi- 
dad, comenzamos  á  visitar  las  diver.sas  partes  com])oncntcs  de  ésta, 
hasta  las  12.30  en  que  acudimos  á  la  «Convocation  IIousc,)!  en  donde 
pudimos  presenciar  una  interesante  ceremonia:  la  imposición  del  grado 
de  doctor  honoris  causa  de  la  Universidad  de  Oxford,  hecha  por  el  Vice- 
canciller de  la  Universidad  en  favor  de  los  Señores  Franz  Boas  y  Alfred 
P.  Maudslay,  por  sus  servicios  á  la  ciencia. 

A  la  1  de  la  tarde  se  sirvió  en  el  «New  College  Hall»  un  huich,  con 
que  la  Universidad  obsecjuió  á  sus  huéspedes. 

Terminado,  los  asistentes  volvieron  á  formar  diversos  grupos  para 
continuar  la  visita  de  los  diversos  Colegios  (Trinity  College,  Brassnoi- 
se  College,  Magdalen  College,  &.)  y  para  conocer  el  Museo  Ashmolea- 
no,  en  donde  se  guarda  una  interesante  colección  de  pinturas,  otra  de 
antigüedades  y  otra  de  reproducciones  y  moldeados. 

A  las  4  se  efectuó  un  garden-party  en  los  jardines  del  «Somerville 
College,»  habiéndose  representado  algunos  bailes  típicos  por  campesi- 
nos de  Oxford.  El  té  con  que  ftiimos  obseciuiados  los  concurrentes  fué 
galantemente  servido  por  las  señoritas  alumnas  del  Colegio. 

A  las  7.30  p.  m.  salía  el  tren  de  la  estación  de  Oxford  para  Londres. 

Ambas  visitas  á  las  célebres  ciudades  universitarias  y  á  sus  benemé- 
ritas é  ilustres  instituciones,  á  quienes  tanto  debe  el  alma  inglesa  y  el 
alma  humana  en  general,  dejaron,  sin  duda,  honda  huella  en  los  congre- 
sistas, como  la  dejaron  en  el  que  este  informe  escribe. 


167 


10. — FlíSTiyoS   SOCIALUS. 

Los  ccjnjírcsistas  fuimos  agasajados  de  diversas  maneras  durante 
nuestra  permaneneia  en  Londres. 

Además  del  té  efeetuado  el  día  de  la  sesión  inaugural,  del  (|ue  ya  he 
hablado,  y  además  de  las  inolvidables  cxeursiones  á  las  Universidades 
de  Cambridge  y  de  Oxford,  se  efectuaron  otras  fiestas,  marcadas  todas 
con  el  sello  especial  de  la  cortesía  inglesa. 

El  jueves  30,  el  Presidente  del  Congreso  y  el  Comité  Organizador 
ofrecieron  un  suntuoso  banquete  á  los  Delegados  extranjeros,  en  el 
gran  salón  del  Hotel  «Trocadero,»  con  asistencia  de  varios  miembros 
del  Cuerpo  Di¡)lomático  acreditado  ante  la  Corte  de  S.  \l.  Británica. 
Después  del  banquete,  en  el  que  hubo  detalles  interesantes  ligados  con 
las  refinadas  costumbres  inglesas,  brindaron  el  Presidente,  el  Ministro 
de  Noruega,  el  Sr.  Dr.  Lafone  Quevedo,  delegado  de  la  Argentina,  y  el 
Sr.  Dr.  D.  Rafael  Altamira,  delegado  de  España,  que  estuvo  particular- 
mente elocuente. 

Por  último,  el  4-  del  actual,  en  la  noche,  el  Hon.  Embajador  de  los 
Estados  Unidos  de  América  y  su  muy  distinguida  esposa,  dieron  una  bri- 
llante recepción  en  honor  de  los  miembros  del  Congreso,  en  el  palacio 
de  Dorchester  que  ocupa  la  Embajada  Americana.  Este  suntuoso  edi- 
ficio, uno  de  los  mejores  de  Londres,  que  guarda  una  rica  colección  de 
pinturas  de  Velázquez,  Rembrandt,  Van  Dyck,  Alurillo,  Rubens  y  otros 
grandes  maestros,  se  vio  lleno  de  distinguidísima  concurrencia,  que  com- 
prendía á  casi  todo  el  Cuerpo  Diplomático  acreditado  en  Londres,  á 
elevados  jjersonajes  de  la  nobleza  inglesa,  á  hombres  de  ciencia  como 
Sir  William  Crookes  a-  Sir  Ernest  Shackleton,  y  á  millonarios  conocidí- 
simos como  Mr.  Andrew  Carnegie  y  Mr.  J.  Pierpont  Morgan.  Esta  re- 
cepción fué  un  dignísimo  broche  de  oro  del  XVIII  Congreso  Internacio- 
nal de  Americanistas. 


1 1 . — Conclusión. 

He  terminado  mi  informe.  Señor  Ministro,  y  esjjero  cpie  el  desempe- 
ño de  mi  comisión  sea  del  agrado  del  Sr.  Presidente  de  la  República,  (jue 
se  dignó  confiarme  tan  honroso  encargo,  y  de  usted,  siquiera  por  la  bue- 
na voluntad  con  que  me  propuse  hacerme  digno  de  la  representación 
que  llevé,  3^  por  el  celo  y  el  cariño  con  que  siempre  procuré  dejar  bien  pues- 
to el  nombre  de  nuestra  patria  muv^  amada. 

El  Congreso  de  Americanistas  de  Londres  no  produjo  ninguna  co- 
municación sensacional,  de  esas  capaces  de  coninover  un  continente. 
Tal  vez  por  los  trabajos  en  él  presentados  no  esté  llamado  á  ocupar, 


168 

desde  el  jmnto  de  vista  científico,  un  lugar  muy  importante  en  la  serie 
de  esas  asambleas.  Pero  es  indudalílc  que  fué  una  reunión  brillante,  y 
que  á  ese  brillo  contribuyó  mucho  el  esfuerzo  del  Comité  Organizador 
3'  el  alto  ambiente  de  Londres,  la  gran  metrópoli  británica. 

En  todo  caso,  el  resumen  de  mis  impresiones  personales  se  condensa 
en  estas  cuantas  palabras:  hay  muchas  gentes,  de  todas  nacionalida- 
des, que  se  preocupan  mucho  y  mu^- desinteresadamente  por  los  proble- 
mas del  Americanismo,  y  que  dedican  buena  parte  de  su  vida  al  estudio 
de  ellos,  sin  que  sea  un  obstáculo  para  ello  lasexpediciones lejanas,  difí- 
ciles y  en  ocasiones  peligrosas  que  tienen  que  hacer  en  muchos  casos. 
Es  indispensable  que  nosotros  los  mexicanos,  más  interesados  que  na- 
die en  estas  cosas,  tomemos  ejemplo  de  esos  sabios,  de  esos  beneméritos 
trabajadores  y  que,  siguiendo  sus  huellas,  nos  consagremos  á  exhumar 
las  reliquias  de  nuestro  pasado,  de  ese  pasad  o  de  donde  arrancan  la  ftter- 
za  y  la  virilidad  de  nuestra  raza.  Y  es  indispensable  también  C[ue  a  bra- 
mos nuestros  brazos  á  los  investigadores  de  buena  fé,  á  los  que  tenien- 
do la  ciencia  por  bandera,  vengan  á  nuestro  territorio  á  estudiar  ese 
pasado  nuestro;  y  (jue  les  facilitemos  en  cuanto  sea  posible  su  benemé- 
rita labor. 

Reitero  á  usted,  Señor  Ministro,  las  seguridades  de  mi  atenta  y  res- 
petuosa consideración. 

A  bordo  del  «Ltisitania,»  entre  Liverpool  y  Nueva  York,  junio 
de  1912. 

Alfonso  Pruneda. 


Señor  Secretario  de  Instrucción  Pública  y  Bellas  Artes. 

México. 


íl- 


amCTiüS  ÍÍNiS  i  GENEIW 


M 


POR 


CARLOS  MAGIAS. 


Anales.  T.  IV —22. 


INTRODUCCIÓN. 


El  hombre  forma  un  todo  que  existe  por  el  concurso  de  cada  una  de 
sus  partes,  por  ésto  debe  estudiarse  en  el  desarrollo  de  sus  órganos  físi- 
cos Y  en  sus  facultades  intelectuales,  llevando  este  estudio,  como  fin 
práctico,  el  perfeccionamiento  físico  3'  el  perfeccionamiento  intelectual. 
Todas  las  ciencias  que  ayudan  á  la  persecución  de  este  fin  constituyen 
la  Antropología  general. 

Un  hombre  nacido  roljusto,  creado  en  condiciones  salubres,  con  nu- 
trición sana  y  abundante,  cuj'o  espíritu  no  sea  agitado  por  los  cambios 
de  suerte  y  la  presencia  de  enemigos,  adquiere  una  organización  física 
que  realiza  el  ideal  del  primer  género  de  perfección. 

La  hal^ilidad  que  el  ejercicio  puede  dar  á  nuestros  órganos,  nos  hace 
aptos  para  llenar  diversas  funciones,  siendo  la  educación  física  la  que  pro- 
duce el  perfeccionamiento.  Pero  á  más  de  ésto,  nosotros  nacemos  con 
disposiciones  más  ó  menos  marcadas  ó  aptitudes  naturales  para  tal  ó 
cual  ocupación;  pero  en  todo  caso  se  ve  que  sólo  el  ejercicio  hace  al  ar- 
tista. Así,  pues,  si  la  herencia,  el  clima  }•  la  nutrición  son  las  condicio- 
nes del  perfeccionamiento  físico,  la  voluntad  libre  del  hombre  es  el  prin- 
cipio. 

Las  influencias  físicas  é  intelectuales  se  neutralizan  ó  se  dominan  se- 


172 

gún  los  casos,  no  estando  bien  marcados  los  límites  de  estos  dos  órde- 
nes de  influencias. 

El  entendimiento  es  perfectible  lo  mismo  que  nuestros  órganos,  pero 
también  nacemos  más  ó  menos  bien  dotados  de  inteligencia  y  más  ó  me- 
nos susceptibles  de  diferentes  grados  de  desarrollo,  siendo  el  estudio  para 
la  inteligencia,  como  el  ejercicio  para  el  desarrollo  de  los  órganos  físicos. 

Dentro  de  la  Antropología  general  hay  una  ciencia  que  se  ocupa  del 
conocimiento  de  los  pueblos  y  á  la  que  se  ha  llamado  Etnología. 

La  definición  de  la  Etnología  es  un  asunto  en  el  cual  ha^-  diversas 
opiniones,  confundiéndola  algunos  con  la  Etnografía  ó  ciencia  descrip- 
tiva de  los  pueblos;  otros  con  la  Etno-psicología  ó  estudio  de  las  facul- 
tades intelectuales  de  los  mismos,  y  otros,  en  fin,  con  la  Antropología 
general,  que  se  ocupa  de  fijar  las  le^-es  que  rigen  al  hombre  en  todas  sus 
relaciones  con  el  medio  que  habita. 

Opiniones  muy  respetables  son  todas;  pero  dada  la  diversidad  de  con- 
ceptos, se  hace  necesario  formar  un  criterio  particular  que  le  sir^aáuno 
de  guía  en  los  estudios  é  investigaciones  de  esta  clase,  por  lo  que  me  to- 
mo la  libertad  de  manifestar  en  este  trabajo  el  criterio  que  durante  mis 
estudios  he  fonnado  respecto  al  campo  ó  concepto  de  la  Etnología. 

El  presente  estudio  se  divide  en  dos  partes,  que,  como  se  ve  por  los 
ligeros  apuntes  anotados,  se  refieren :1a primera  al  estudio  de  los  carac- 
teres físicos,  3"  la  segunda  al  de  los  caracteres  intelectuales,  haciendo 
antes  un  capítulo  aparte,  intitulado: 


CONCEPTO  DE  LA  ETNOLOGÍA. 

La  Etnología  es  una  rama  de  la  Antropología  general,  que  se  ocupa 
del  conocimiento  de  los  pueblos.  (Etnos,  pueblo  y  7oo-os,  conocimiento.) 

Como  se  ve,  la  etimología  de  la  palabra  indica  que  la  Etnología  se 
ocupa  del  conocimiento  de  los  pueblos,  sin  expresar  bajo  qué  punto  de 
vista. 

Acabamos  de  decir  que  el  conocimiento  del  hombre  no  se  adquiere 
solamente  por  el  estudio  de  sus  caracteres  físicos,  sino  que  es  también 
necesario  atender  á  sus  caracteres  intelectuales;  es  decir,  debe  conocerse 
su  cuerpo  y  sus  tendencias  psíquicas,  para  poderlo  distinguir  de  la  ma- 
nera más  clara  y  completa  posible.  Bajo  este  concepto,  parece  á  prime- 
ra vista  que  se  confunde  la  Antropología  general  con  la  Etnología,  mas 
es  bien  clara  la  diferencia  que  existe  enere  una  y  otra  ciencia,  como  en 
seguida  trataré  de  demostrarlo. 

Para  demostrar  que  la  Antropología  general  es  distinta  de  la  Etno- 
logía, son  necesarias  algunas  consideraciones  respecto  al  campo  de  va- 
rias ciencias,  perfectamente  establecido. 

La  Historia  Natural  abarca  el  conocimiento  de  todos  los  seres  natu- 
rales, encontrándose  éstos  divididos  en  minerales  v  orgánicos. 


Anai.ks. — Tomo  IV. 


LÁM.  15. 


Fig.  1. 
Esqueleto  ue  Goril.\. 


Fig.  3. 
Esqueleto  de  Ho.müre  Europeo. 


Fig.  2. 
C.vl.weka  de  Gokii.a. 


173 

La  Biología  (conocimiento  de  la  vidíi)  se  ocupa  de  los  seres  orgáni- 
cos y  se  divide  en  general  y  especial,  ocupándose  la  general,  de  los  prin- 
cipios fundamentales  de  la  vida,  y  la  especial,  de  las  plantas  y  de  los 
animales  (Zoología  y  Botánica). 

La  Zoología  ó  estudio  de  los  animales  se  divide  también  en  general 
y  especial,  comprendiendo  la  primera  todas  aquellas  cuestiones  que  afec- 
tan ala  vida  y  organización  de  los  seres  zoológicos,  tratando  de  adaptar 
los  principios  generales  de  la  Biología  á  los  organismos  animales. 

La  Zoología  especial  se  ocupa  de  clasificar  los  seres,  analizando  su 
organización,  su  género  de  vida,  sus  formas;  aplica  los  principios  de  la 
Zoología  general  á  cada  agrupación  de  animales  y  aun  á  cada  animal, 
si  tal  extensión  se  quiere  dar  á  este  estudio.  Como  el  estudio  del  hom- 
bre tiene  importancia  excepcional,  con  él  se  forma,  dentro  de  la  Zoolo- 
gía, una  parte  que  recibe  el  nombre  de  'Antropología. 

La  Antropología,  como  lo  indica  su  fundador  B.  Broca,  «es  la  histo- 
ria natural  del  género  humano,»  abarcando,  por  consiguiente,  al  hom- 
bre bajo  todos  sus  aspectos  y  bajo  todas  sus  relaciones  con  el  medio  que 
habita.  Se  trata  en  ella  de  fijar  las  reglas  generales  ó  leyes  que  rigen  ala 
humanidad  relacionada  entre  sí  y  con  el  medio  ambiente.  De  la  misma 
manera  que  la  Biología  general  se  ocupa  de  estudiar  los  fenómenos  funda- 
mentales de  la  vida,  la  Antropología  estudia  estos  mismos  fenómenos,  pe- 
ro relativos  únicamente  al  hombre,  en  el  sentido  extensivo  de  la  palabra. 

La  Etnología  es,  dentro  de  la  Antropología  general,  una  ciencia  de 
especialización,  ocupándose  de  aplicar  las  leyes  antropológicas  al  estu- 
dio de  los  pueblos,  siendo  éstos  las  agrupaciones  accidentales  del  género 
humano.  Por  tanto,  la  Etnología  es  á  la  Antropología,  como  la  Biolo- 
gía especial  lo  es  á  la  Biología  general;  como  la  Zoología  especial  es  á 
la  Zoología  general. 

No  puede  considerarse  á  la  Zoología  como  una  ciencia  puramente  de 
clasificación,  puesto  que  las  clasificaciones  zoológicas  solamente  forman 
uno  de  los  capítulos  de  la  Zoología. 

En  resumen,  la  Antropología  se  ocupa  del  estudio  del  género  huma- 
no de  un  modo  general,  y  la  Etnología  se  ocupa  del  estudio  de  los  ca- 
racteres distintivos  de  los  pueblos,  estudiando  cada  grupo  en  particu- 
lar y  comparando  unos  con  otros.  Por  ejemplo:  la  Antropología  nos 
explica  las  causas  que  modifican  la  coloración  de  la  piel  en  los  seres  hu- 
manos; las  le3-es  de  la  herencia  que  rigen  los  cruzamientos;  las  causas 
que  modifican  el  estado  social,  pero  sin  referirse  á  una  sola  raza  en  par- 
ticular. Mientras  que  la  Etnología  nos  dice  que  entre  tales  ó  cuales  ra- 
zas ha}-  éstas  ó  aquellas  semejanzas  ó  diferencias,  deducidas  del  estudio 
de  los  caracteres  físicos  é  intelectuales  de  cada  raza  en  particvxlar. 

Los  caracteres  distintivos  de  los  pueblos  se  dividen  en  dos  catego- 
rías: caracteres  físicos  y  caracteres  intelectuales,  formando  ambos  los 
dos  grandes  capítulos  de  la  ciencia  etnológica. 


174 

PRIMERA  PARTE. 

Estudio  de  los  caracteres  físicos. 

Para  el  estudio  de  las  razas  humanas  puede  segnirse  el  mismo  cami- 
no que  sigue  el  zootecnista  para  el  estudio  de  los  animales  domésticos. 

En  Zootecnia,  antes  de  dar  á  conocer  las  formas  del  cxierpo  en  una 
raza  bovina,  por  ejemplo,  se  insiste  sobre  el  desarrollo  másemenos  no- 
table de  los  sistemas  huesoso  y  muscular;  sobre  la  ma^-or  ó  menor  ap- 
titud para  la  engorda;  sobre  las  cualidades  para  producir  leche;  sobre  la 
predisposición  para  contraer  algunas  enfermedades  ó  para  resistir- 
las. Es  decir,  que  al  lado  de  los  caracteres  exteriores  se  colocan  los  ca- 
racteres físicos,  deducidos  de  la  anatomía,  de  la  fisiología  y  de  la  pato- 
logía. 

Si  se  trata  de  una  raza  canina,  se  habla  de  sus  instintos  para  la  ca- 
za, de  su  habilidad  para  correr;  del  desarrollo  de  sus  facultades  de  gra- 
titud 3'  obediencia  para  con  el  amio;  es  decir,  que  á  los  caracteres  físicos 
se  agregan  los  intelectuales. 

M.  Cuvier,  en  su  doctrina  de  los  caracteres  dominantes,  indica  que 
debe  atenderse  en  primer  lugar  á  los  caracteres  intelectuales,  cuando  se 
trata  del  estudio  del  hombre,  y  por  ésto  se  considera  en  primera  catego- 
ría á  las  poblaciones  en  las  cuales  esta  clase  de  manifestaciones  han 
alcanzado  el  más  alto  grado  de  desarrollo. 

En  Etnología,  como  en  Zoología  y  Botánica,  se  recurre  también  al 
método  natural,  tomando  en  consideración  los  caracteres  más  genera- 
les y  persistentes. 

Los  caracteres  físicos  parecen  ser  menos  variables  que  los  intelectua- 
les, pues  bien  sabido  es  que  un  individuo  puede  en  poco  tiempo  avanzar 
ó  descender  en  la  escala  social,  cambiar  de  lenguaje,  de  religión  y  de  cos- 
tumbres, sin  que  los  caracteres  tomad  os  de  su  organismo  físico  se  trans- 
formen. 

Los  caracteres  físicos  presentan  entre  sí  una  cierta  jerarquía,  según 
sus  grados  de  persistencia  en  los  individuos.  En  algunas  generaciones 
las  aptitudes  patológicas  y  las  particularidades  fisiológicas  propias  de 
una  raza,  se  alteran  ó  transforman  bajo  la  influencia  del  medio,  lo  mis- 
mo que  los  caracteres  exteriores,  como  los  rasgos  de  la  fisonomía,  la 
estatura,  el  color,  etc.  En  cambio,  las  diferencias  craneanas  originales 
persisten  ó  reaparecen  por  fenómenos  de  atavismo,  en  un  niimero  más 
ó  menos  considerable  de  individuos,  puesto  ciue  algunas  calaveras,  bien 
caracterizadas,  mezcladas  con  otras  de  la  misma  procedencia,  pero  de 
un  tipo  diferente,  muestran  que  es  posible  reconocerlas. 

Cuando  se  trata  de  razas,  los  caracteres  más  fijos  y  por  consiguiente 


175 

más  generales,  no  tienen  el  mismo  valor  que  cuando  se  trata  de  espe- 
cies, siendo  en  algunos  casos,  aun  los  caracteres  craneológicos,  insu- 
ficientes para  los  estudios. 

El  estudio  de  la  evolución  humana  puede  indicar  las  causas  inmedia- 
tas productoras  de  las  diferencias  que  distinguen  nuestras  razas,  bajo 
el  punto  de  vista  físico.  Esta  evolución  se  lleva  á  efecto  bajo  la  influen- 
cia del  medio  ambiente,  siendo  sobre  este  particular  muy  interesantes 
las  experimentaciones  llevadas  á  cabo  por  la  escuela  transformista,  por 
lo  (|ue  estudiaremos  á  grandes  rasgos  lo  relativo  al 


Origen  primario  de  la  especie  humana. 

Las  teorías  transformista s  tienen  de  común  que  todas  ellas  hacen 
derivar  las  especies  superiores  de  las  inferiores,  por  medio  de  transmu- 
tación, admitiendo  algunos  autores  la  transformación  brusca  y  otros 
la  transformación  lenta. 

En  la  primera  hipótesis  se  admite  que  una  madre  perteneciente  á  una 
especie  dada,  en  lugar  de  producir  hijos  que  se  le  parezcan,  da  otro  tipo 
que  sirve  de  punto  de  partida  para  la  formación  de  una  especie  nueva, 
de  un  género  y  aun  de  una  clase  distinta  á  aquella  de  la  cual  formó  par- 
te. M.  Geoffroy  Saint  Hilaire  admitió  que  ima  ave  puede  salir  del  huevo 
de  un  reptil. 

La  transformación  lenta  requiere  x\n  número  indefinido  y  considera- 
ble de  generaciones,  las  que  se  van  apartando  poco  á  poco  del  tipo  de 
origen  ó  tipo  primitivo.  Lamark  fué  en  realidad  el  primero  que  abrió 
camino  al  transformismo,  siendo  después  sus  ideas  completadas  por 
Mr.  Darwin,  quien  por  no  haber  conservado  en  toda  su  pureza  la  doc- 
trina del  maestro,  dio  lugar  á  la  fonuación  del  llamado  Darwinismo. 

El  punto  de  partida  para  Mr.  Darwin  es  un  prototipo  organizado 
que  no  es,  propiamente  hablando,  ni  animal  ni  vegetal.  Sus  descendien- 
tes son  poco  á  poco  caracterizados  hasta  que  unos  adquieren  los  caracte- 
res esenciales  del  animal  y  otros  los  del  vegetal,  siendo  de  esta  manera 
constituidos  los  dos  tipos  fundamentales  que,  en  virtud  de  la  ley  de  ca- 
racterización permanente,  el  primero  no  tendrá  por  descendientes  más 
que  animales  y  el  segundo  vegetales  solamente. 

El  homljre  actual,  según  la  doctrina  darwinista,  es  considerado  co- 
mo un  antiguo  pitecoide,  derivado  de  los  monos  catarrinianos.  Cuan- 
do se  comparan  aisladamente  y  término  á  término  los  elementos  anató- 
micos del  hombre  y  de  los  monos  superiores,  se  encuentran  muchas  se- 
mejanzas, pero  también  algunas  diferencias  considerables  y  muy  signi- 
ficativas. En  el  hombre,  los  miembros  inferiores  y  todas  sus  dependencias 
sobrepasan  rauy  notablemente  á  los  miembros  superiores  ó  torácicos, 
siendo  ésto  contrario  á  lo  que  pasa  en  los  monos.  Este  contraste  es  tan- 
to más  palpable,  cuando  que  los  tipos  de  monos  son  más  elevados,  co- 


176 

mo  el  gorila  y  orangután,  por  ejemplo.  Cada  hueso  del  gorila  lleva  una 
protuberancia  por  la  cual  pueden  distinguirse  de  los  huesos  humanos 
correspondientes.  Bajo  el  punto  de  vista  de  la  teratología,  resulta  que 
los  monos  superiores  no  llegan  al  nivel  de  la  microcefalía  de  las  razas 
humanas,  por  lo  que  el  hombre  posee  el  desarrollo  cerebral  que  lo  sepa- 
ra de  los  monos.  Todas  estas  diferencias  tan  marcadas  3-  que  pueden 
notarse  fácilmente  en  los  dibujos  respectivos  que  ilustran  el  presente  tra- 
bajo, han  dado  lugar  á  la  investigación  de  una  forma  intermedia  entre 
el  hombre  y  los  monos,  siendo  el  descubrimiento  de  Dubois,  de  unos  res- 
tos que  no  se  han  podido  colocar  de  una  manera  segura  en  alguna  de 
las  dos  categorías,  los  que  iiltimamente  más  han  llamado  la  atención. 
Sin  embargo,  parece  que  todavía  no  ha3'  nada  seguro  sobre  este  parti- 
cular. 

Según  Air.  Darwin,  un  tipo  específico,  una  vez  constituido,  da  naci- 
miento á  variedades  que  se  propagan  3-  se  caracterizan  cada  vez  más, 
siendo  solamente  después  de  siglos  3-  por  accidente,  cuando  se  verifica 
la  separación  de  las  razas,  constitu3-endo  éstas,  especies  en  vía  de  for- 
mación. 


Particularidades  distintivas  que  resultan  del  estudio  del  organismo. 

Los  caracteres  físicos,  distintivos  de  las  razas,  se  dividen  en:  exterio- 
res, anatómicos,  fisiológicos  3'  patológicos. 

1. — Caracteres  exteriores. — Entre  estos  caracteres  se  encuentran  en 
primer  lugar  las  particularidades  que  presenta  el  conjunto  de  los  cabe- 
llos ó  cabellera  3-  los  caracteres  de  los  cabellos,  considerados  aislada- 
mente. Los  cabellos  no  solamente  suministran  datos  más  ó  menos  se- 
guros para  la  caracterización  de  los  grupos  fundamentales  de  la  huma- 
nidad, sino  que  dan  ignalmente  datos  para  distinguir  las  razas  secun- 
darias. Humboldt  observó  en  América  la  persistencia  de  la  cabellera 
indígena,  después  de  varias  generaciones  y  á  pesar  del  cruzamiento  con 
los  blancos. 

La  cabellera  puede  ser:  lisa,  ondulada,  bucleada,  rizada  3-  lanosa, 
siendo  éstos  los  principales  tipos. 

El  estudio  de  los  cabellos,  considerados  aisladamente,  suministra 
diferencias  microscópicas  mu3-  interesantes:  la  forma  de  la  sección  trans- 
versal puede  ser  redonda,  elipsoide,  triangular,  etc.,  siendo  mu3'  persis- 
tente. La  coloración  de  los  cabellos  debe  también  tomarse  en  cuenta 
entre  los  caracteres  distintivos;  esta  coloración  puede  apreciarse  por 
medio  de  las  tablas  crojnáticas  de  AI.  Broca. 

El  color  de  la  piel  ha  tenido  gran  importancia  desde  hace  mucho 
tiempo,  según  lo  confirman  los  nombres  generalmente  dados  alas  razas 
ó  tipos  fundamentales  de  la  humanidad:  blanca,  amarilla,  cobriza  3' ne- 


Anales. — Tomh  IV. 


LÁM.  K). 


Fis.  4-. 

jiiviíN  .\kka  (.\i-iii(,  a).    I'I(;mi:ii. 

(Se  ve  tiuo  liis  iiiioiiiliriis  Idráclcos  siiii 

cnsi  (k-  iííual  longitud  (jiif  los 

alKliiiiiiiialts.) 


Fig.  r>. 

Tiro  DE  CABELLERA  LISA. 


Fig.  G. 
Tipo  de  cabellera  o.ndilada. 


Fig,  7. 

Tiro  DK  CABELLERA  [IICI.EADA. 


Fig.  S. 

TlIM)  DE  CABELLER.V  RIZADA. 


Anales.— Tomo  IV. 


L.Í.M.  17. 


Fig.  9. 

Tll>0  HE  CABELLERA  LA.NOSA. 


Fig.  10. 

Cráneo  Braquicéfalo. 


Fig.  11. 
Cráneo  Dolicockfalo. 


Fig.  12. 


1. — Cráneo  de  Negro. 


2. — Cráneo  di;  Mongol. 


177 

gra.  Sin  cmbnruo,  la  coloración  de  la  piel  es  muy  variable,  pues  basta 
que  un  individuo  cambie  de  clima  para  que  su  color  se  modirtque  masó 
menos  visiblemente. 

La  expresión  general  de  los  ojos  y  el  color  del  iris,  son  caracteres 
que  se  transmiten  con  gran  persistencia. 

El  conjunto  de  la  cara  ó  fisonomía,  constituyela  distinción  cjue  cada 
uno  estalilece  instintivamente  entre  las  diversas  razas  humanas. 

La  estatura  cambia  no  solamente  por  la  edad  y  el  sexo,  sino  que  va- 
ría también  según  la  influencia  de  los  agentes  exteriores,  pero  sin  que 
estas  variaciones  pasen  de  ciertos  límites  impuestos  por  cada  raza.  Se 
admite,  en  general,  que  la  estatura  normal  varía  entre  125  y  199  centí- 
metros; abajo  de  125  comienza  un  estado  anormal  que  se  llama  enanis- 
mo y  arriba  de  199  es  también  un  estado  anormal  llamado^/^o-ant/smo. 
La  estatura  varía  en  vm  mismo  individuo,  aun  cuando  ha^'a  llegado  al 
límite  del  crecimiento,  habiéndose  observado  que,  en  la  mañana,  en  los 
momentos  de  levantarse,  hay  un  aumento  de  uno  á  dos  centímetros, 
siendo  este  aumento  ficticio,  según  se  puede  ver  verificando  la  medida 
en  la  noche,  cuando  los  discos  fibrocartilaginosos,  situados  entre  las 
vértebras,  han  sido  comprimidos  por  el  peso  del  tronco.  M.  Tojjinard 
propone  la  división  de  la  estatura  en  cuatro  grupos,  que  son: 

Pequeña abajo  de  160  cmts. 

Menor  que  la  media entre  160  3'  165  cmts. 

Ma3'orque  la  media entre  165  y  167  cmts. 

Grande de  170  cmts.  en  adelante. 

En  el  sexo  femenino  se  considera  ellímite  práctico  del  crecimiento  en- 
tre los  17  y  23  años,  a'  en  los  hombres,  de  los  24  á  los  29  años.  Se  ha 
observado,  en  casi  todas  las  razas,  que  la  estatura  de  la  mujer  es  doce 
centímetros  menor  que  la  del  hombre. 


2. — Caracteres  anatómicos. 

Bajo  el  punto  de  vista  anatómico,  el  esqueleto  es  el  que  suministra 
el  mayor  número  de  datos  para  distinguir  las  razas  humanas,  siendo 
los  caracteres  del  cráneo  los  más  importantes. 

Las  partes  blandas  del  organismo  dan  iónicamente  datos  dudosos  3- 
variables.  Así,  se  sabe  de  una  manera  general,  ((ue  en  el  negro  el  siste- 
ma nervioso  periférico,  la  porción  venosa,  el  aparato  circulatorio  y 
el  conducto  de  los  órganos  glandulares,  son  relativamente  más  desarro- 
llados que  en  el  blanco.  Pero,  por  una  parte,  estos  caracteres  no  se  pres- 
tan á  una  medida  precisa  y,  por  otra,  no  se  ha  hecho  la  comparación 
sino  tomando  como  referencia  las  dos  razas  extremas.  Solamente  el  en- 
céfalo indica  variaciones  persistentes  respecto  á  peso,  en  las  distintas 

A.NALES.   T.  IV —23. 


178 

razas,  y  se  ha  llegado  á  demostrar  que  este  peso  no  está  siempre  en  re- 
lación directa  con  el  desarrollo  de  la  intelitíencia. 

Los  caracteres  que  pueden  observarse  sobre  el  cráneo,  se  dividen  en 
descriptivos  y  craneométricos,  refiriéndose  los  primeros  á  la  conforma- 
ción y  los  segundos  á  las  dimensiones. 

El  cráneo  es  la  parte  del  esqueleto  que  presenta  en  sus  variedades  la 
ma^'or  persistencia,  siendo  las  diferencias  en  la  forma  y  en  las  dimen- 
siones, en  correkición  con  las  del  cerebro  y  las  de  los  órganos  mastica- 
(lores,  las  que  sirven  para  distinguir  las  razas  y  las  especies,  tanto  en  el 
hombre  como  en  los  otros  vertebrados.  Por  el  estudio  del  cráneo  pue- 
de distinguirse  el  sexo,  atendiendo  á  los  siguientes  datos:  en  la  mujer  el 
hueso  frontal  es  casi  paralelo  al  eje  vertical  de  la  cabeza,  y  de  superficie 
ligeramente  bombeada  ó  convexa;  la  cavidad  craneana,  más  reducida 
que  en  el  hombre;  los  bordes  orbitarios  más  cortantes,  las  salientes 
muscvilares  menos  marcadas,  y  el  peso  del  cráneo,  en  general,  menor, 
comparado  con  otros  masculinos  de  la  misma  edad  y  de  la  misma  raza. 

La  capacidad  craneana  normal  varía  entre  1100  y  2200  centíme- 
tros cúbicos,  en  todas  las  razas  humanas. 

La  forma  general  del  cráneo  es  un  ovoide,  pero  este  ovoide  puede  ser 
más  ó  menos  arredondado  ó  alargado,  presentando  dos  formas  extremas 
que  se  distinguen  con  los  nombres  de  braquicefalía  y  dolicocefalía.  La 
primera  se  refiere  á  los  cráneos  cortos  en  donde  los  diámetros  transver- 
so y  antero-posterior  máximos,  tienden  al  equilibrio,  y  la  segunda  se 
aplica  cuando  el  diámetro  antero-posterior  es  mayor  cjue  el  diámetro 
transverso.    (Figs.  10  3'  11.) 

La  expresión  numérica  del  cráneo  se  expresa  en  el  llamado  índice  ce- 
fálico, el  cual  se  obtiene  multiplicando  el  diámetro  transverso  máximo, 
por  100,  y  dividiendo  el  residtado  por  el  diámetro  antero-posterior  má- 
ximo. Según  el  índice  obtenido,  se  clasifica  al  individuo  valiéndose  de 
la  tabla  formada  por  M.  Topinard,  en  la  que  se  encuentran  subdivisio- 
nes de  las  dos  formas  extremas  de  la  bóveda  craneana,  siendo  éstas  las 
siguientes:  Ultradolicocéíalos,  Dolicocéfalos  verdaderos,  Sub-dolicocé- 
falos,  Mesaticéfalos,  Sub-mesaticéfalos,  Braquicéfalos,  Sub-braquicéfa- 
los  y  Ultraljraquicéfalos. 


3. — Caracteres  ñsiológicos. 

Como  pertenecientes  á  la  misma  especie,  todos  los  seres  humanos 
poseen  una  naturaleza  fundamentalmente  idéntica.  Pero  las  razas  no 
han  podido  ser  constituidas  sin  qtie  este  fondo  común  se  modifique,  y  de 
estas  modificaciones  ha  resultado  para  cada  una  lo  que  pudiera  lla- 
marse naturaleza  adquirida. 

La  influencia  déla  temperatura  se  manifiesta  sobre  la  mayor  ó  menor 
precocidad.    Según  M.  Ouatregafes,  cada  grado  de  latitud  abate  un  po- 


179 

co  más  de  un  mes  líi  edad  á  la  eual,  la  mujer  es  púber,  observándose  el 
máximo  de  retardo  (de  18  á  20  años)  en  algunas  tribus  de  la  América- 
boreal,  }•  el  mínimo  (de  10  á  12  años)  en  las  regiones  intertropicales  de 
los  dos  continentes,  siendo  la  duración  de  la  gestación  exactamente 
la  misma  en  todas  las  razas  humanas.  La  mayor  ó  menor  rapidez  del 
desarrollo,  acusado  por  la  edad  de  la  jiubertad,  parece  no  ejercer  nin- 
guna influencia  sobre  la  duración  de  la  vida. 

El  estudio  de  las  funciones  de  la  respiración,  la  circulación,  digestión, 
etc.,  no  suministra  datos  seguros  ]iara  las  clasificaciones  raciales,  por- 
que estas  funciones  se  encuentran  expuestas  á  multitud  de  variaciones, 
según  multitud  de  causas  enteramente  locales. 


4. — Caracteres  patológicos. 

Como  los  agentes  patógenos  obran  sobre  lo  (|ue  tienen  de  común 
las  distintas  razas  humanas,  provocan  en  todas  ellas  necesariamente  los 
mismos  efectos;  pero  las  aptitudes  especiales  de  cada  raza  modifican  su 
acción,  atenuándolos  ó  exaltándolos.  En  suma,  las  diversas  formas  de 
enfermedades  resultan  de  tres  factores  esenciales:  la  causa  productora 
del  mal;  la  naturaleza  original  de  la  raza  y  la  naturaleza  adquirida  por 
la  misma.  Por  esto  se  observa  que  los  mismos  agentes  morbosos  ejer- 
cen una  acción  más  ó  menos  enérgica,  según  las  razas.  Así,  por  ejemplo, 
las  fiebres  palúdicas  tienen  mayor  acción  en  los  blancos  C[ue  en  los  ne- 
gros, siendo  la  mortalidad  de  los  primeros  de  36  por  mil,  y  en  los  se- 
gundos solamente  de  cuatro  por  mil,  según  observaciones  hechas  en 
América  por  AI.  Boudin. 

Cada  raza  tiene  sti  temperamento  patológico  propio,  pudiendo  éste 
modificarse  bajo  la  acción  de  nuevas  condiciones  de  existencia.  Una  ra- 
za transportada  á  un  medio  nuevo  y  al  principio  j^erjudicial  para  ella, 
con  el  transcurso  del  tiempo  se  aclimata,  adquiriendo  de  esta  manera 
las  inmunidades  que  le  faltaban.  Los  mestizos  adquieren  la  inmunidad 
por  herencia,  según  lo  demuestra  el  hecho  de  que  un  cuarto  de  sangre 
negra,  según  la  opinión  del  Dr.  Nott,  basta  para  ponerlos  al  abrigo  de 
la  fiebre  amarilla. 

Las  innnmidades  patológicas  lo  mismo  pueden  ganarse  que  perder- 
se bajo  la  influencia  del  medio  ambiente  en  que  se  encuentre  colocado  el 
individuo,  por  lo  que  los  caracteres  patológicos  tampoco  ]meden  tomar- 
se como  datos  seguros  en  la  clasificación  de  las  razas. 


180 


SEGUNDA  PARTE. 
Caracteres   intelectuales. 

La  suma  de  las  facultades  intelectuales  de  los  pueblos,  constituyen 
su  grado  de  civilización. 

En  los  pueblos  naturales  ó  salvajes,  como  les  llaman  algunos,  se  no- 
ta la  falta  de  unión  entre  los  coetáneos,  siendo  esta  desunión  un  sig- 
no muy  marcado  de  un  grado  bajo  de  cultura.  En  cambio,  á  medida 
que  la  civilización  aumenta,  se  nota  en  relación  directa  el  desenvolvi- 
miento de  una  cohesión  íntima  de  las  generaciones,  por  lo  que  se  han 
dividido  los  pueblos  en  incivilizados,  seinicivilizados  y  cultos,  según  el 
grado  de  cohesión  que  en  ellos  exista.  Los  caracteres  principales  que 
sirven  para  marcar  el  grado  de  civilización  de  un  pueblo,  son:  el  lengua- 
je, el  estado  social  y  las  costumbres,  debiéndose  estudiar  estas  últimas, 
tomando  siempre  en  cuenta  los  elementos  naturales  ó  materias  primas 
de  que  se  disponga  para  observar  el  genio  de  los  individuos,  en  los  pro- 
cedimientos para  utilizarlas,  á  fin  de  satisfacer  sus  necesidades. 


1 . — Lenguaje. 

Entre  los  caracteres  intelectuales  es  al  lenguaje  al  que  se  ha  dado 
maj'or  valor.  El  lenguaje  articulado  es  una  facultad  especial  que  la  na- 
turaleza ha  dado  al  género  humano;  sin  embargo,  lo  relativo  á  su  ori- 
gen es  todavía  en  la  actualidad  mu}'  discutido.  Pero  desde  luego  los  ór- 
ganos productores  de  la  voz  tienen  la  misma  forma  y  composición  en 
todos  los  hombres,  variando  únicamente  en  las  combinaciones  que  se 
llevan  á  efecto  con  los  sonidos,  dando  lugar  á  la  formación  de  las  diver- 
.sas  lenguas,  susceptibles  de  períecciona miento. 

Las  lenguas  más  perfeccionadas  serán  aquellas  que  han  alcanzado 
un  mayor  grado  de  evolución,  contando,  por  lo  tanto,  con  ma3'or  nú- 
mero de  palabras  para  la  designación  de  los  objetos. 

Siendo  explicada  la  génesis  del  lenguaje  como  un  don  que  la  natura- 
leza ha  dado  al  género  humano,  el  perfeccionamiento  será  adquirido 
por  medio  de  la  observación  y  el  estudio,  originados  por  la  necesidad 
que  tenemos  de  comunicamos  en  nuestras  impresiones  y  anudarnos  pa- 
ra la  satisfacción  de  nuestras  necesidades. 

Se  nota  cierta  armonía  entre  los  resultados  que  se  obtienen  por  el 
estudio  de  las  lenguas  para  la  determinación  de  un  grupo  étnico  y  los 
que  se  obtienen  por  el  estudio  de  los  caracteres  físicos;  pero  es  mejor  to- 


Anales. — Tomo  IV. 


t  *~ 


LÁM.  IS. 


Fig.  13. 
Cr.í.neo  de  Olmeca. 


Fig.  14. 
Cráneo  de  Yucateco. 


181 

mar  el  mayor  número  de  cfiracteres  distintivos,  á  fin  tic  (|ueladistinción 
sea  completa. 

Los  idiomas  ó  lenguas  han  sido  clasificados  en  tres  grupos:  monosi- 
lábicos, aglutinantes  y  de  fiexión. 

En  las  lenguas  monosilábicas,  las  raíces  de  las  palabras  son  invaria- 
bles, es  decir,  que  no  hay  declinación  ni  conjugación,  como  por  ejemplo, 
en  la  lengua  China,  que  es  monosilábica  pura. 

En  las  lenguas  aglutinantes  las  palabras  son  formadas  por  la  unión 
de  varios  elementos  que  cada  uno  tiene  su  clasificación  y  que,  en  conjun- 
to, tienen  im  significad  o  puramente  relativo.  La  lengua  americana  pue- 
de citarse  como  ejemplo  de  aglutinantes  puras. 

Las  lenguas  de  flexión  difieren  de  las  aglutinantes  en  que  la  raíz  de 
las  palabras  puede  ser  modificada  en  su  forma,  para  expresar  sus  rela- 
ciones con  otra  raíz.   Las  lenguas  Grecolatinas  son  de  flexión. 

Existen,  además,  lenguas  de  transición  entre  los  grupos  principales 
que  acabamos  de  citar. 

La  escritura,  ó  sea  el  conjunto  de  sigTios  que  sirven  para  fijar  las  pa- 
labras, no  constituye  un  carácter  etnológico,  toda  vez  que,  como  se  sa- 
be, son  usados  los  mismos  signos  por  multitud  de  razas  diferentes. 


2. — Estado  social. 

El  hombre,  aim  en  sus  jirimeras  épocas  de  existencia,  nunca  vivió 
completamente  aislado,  pues  sin  medios  suficientes  de  combate  para  de- 
fenderse de  los  animales  feroces,  necesitaba  la  unión  con  sus  semejantes, 
lo  mismo  que  para  cumplir  con  sus  instintos  genésicos  tuvo  cjue  unirse 
con  la  mujer. 

La  primera  forma  de  la  sociedad  humana  se  presenta  en  la  familia, 
que  en  su  forma  más  simple  es  la  unión  de  un  hombre^- una  mujer.  Aun 
cuando  en  algunos  pueblos  la  poligamia  se  halle  muy  extendida,  por  re- 
gia general  la  formación  de  la  familia  comienza  por  la  admisión  de  una 
sola  mujer  en  la  casa  del  hombre. 

La  vida  en  común  de  varias  familias,  da  lugar  á  la  formación  de  la 
Tribu,  en  la  que  se  reconoce,  por  lo  general,  á  un  hombre  como  jefe,  con 
lo  que  se  inicia  una  organización  social  más  avanzada.  Después,  la 
unión  de  varias  tribus  ó  el  gran  desarrollo  de  una  tribu  sola  da  lugar  á 
la  formación  de  xin pueblo,  siendo  la  reunión  de  varios  pueblos  la  que  cons- 
tituye una  nación,  cuyo  organismo  político,  á  primera  vista  tan  compli- 
cado, es  en  esencia  la  forma  original  de  asociación,  puesto  que  se  reco- 
noce también  un  jefe  como  principal. 

El  estado  social  que  se  deriva  evidentemente  de  las  facultades  inte- 
lectuales, no  debe  tomarse  como  carácter  de  raza,  puesto  que  fácilmen- 
te se  transforma  más  ó  menos  espontáneamente,  ó  bajo  la  inflviencia,  ó 
por  imitación  de  algún  pueblo  extraño.   Las  consideraciones  que  pue- 


182 

den  sacarse  del  estado  social,  muestran  en  toda  la  humanidad  que  sus 
tendencias  ó  predisposiciones  naturales  son  las  mismas,  cualquiera  (|vie 
sea  el  pueblo  que  se  considere,  y  solamente  atendiendo  á  su  grado  de 
evolución,  pueden  dividirse  los  pueblos  en  cazadores,  pescadores,  pasto- 
res y  agricultores.  Las  naciones  más  adelantadas  seguramente  han  pa- 
sado por  estas  etapas  de  la  civilización. 

La  variedad  en  los  diversos  grados  de  la  civilización,  se  revela  prin- 
cipalmente por  las  instituciones  y  las  costumbres,  siendo  estas  últimas 
las  que  suministran  los  mayores  datos  para  los  estudios  de  Etnolo- 
gía. 

La  Historia  de  los  pueblos  presta  importantísima  ayuda  en  todas 
las  investigaciones  etnológicas,  constituyendo  la  guía  más  segura  para 
aclarardudasj' relacionar  unos  hechos  con  otros.  Pone  de  manifiesto  los 
grandes  movimientos  de  los  pueblos;  las  emigraciones  que  han  efectuad  o; 
las  guerras  que  los  han  aproximado  y  mezclado,  haciendo  comprender, 
de  una  manera  clara,  la  naturaleza  mixta  ó  meztisaje  de  la  mayor  par- 
te de  las  poblaciones  actuales. 


3. — Las  costumbres. 

Como  acabamos  de  decir,  el  estudio  de  las  costumlares  suministra  muy 
importantes  datos  para  apreciar  el  grado  de  civilización  de  un  pueblo, 
debido  á  que  se  encuentra  en  ellas  la  manifestación  de  la  inteligencia, 
llevando  como  fin  todas  las  ocupaciones  del  hombre,  asegurar  su  sub- 
sistencia y  procurarse  el  mayor  número  de  comodidades. 

Para  el  estudio  de  las  costumbres  se  ha  intentado  seguir  un  Cuestio- 
nario donde  se  encuentran  numerados  los  datos  que  deben  recogerse  y 
la  interpretación  que  debe  dárseles.  Los  estudios  que  he  visto  formados 
bajo  la  dirección  de  dicho  Cuestionario,  resultan  cansados  en  su  lectu- 
ra y  no  se  manifiesta  en  ellos  el  criterio  del  que  escribe,  cuyo  criterio 
debe  ser  aplicado  en  cada  caso  en  particular. 

En  general,  el  estudio  de  las  costumbres  comprende  nueve  cuestiones, 
que  son  las  siguientes: 

1 . — Alimentación. 

2. — Habitaciones. 

3. — Vestido  3'  adornos. 

4. — Caza  y  pesca. 

5. — Agricultura  y  ganadería. 

6. — Industria  3-  comercio. 

7. — Medicina. 

cS. — Religión  y  supersticiones. 

9. — Fiestas  3-  placeres. 


183 

Con  el  estudio  de  estos  nueve  puntos,  cu3'a  apreciaeión  debe  hacer- 
se en  cada  caso  particular,  se  obtienen  los  datos  necesarios  para  la  dis- 
tinción de  los  pueblos,  según  su  Lirado  de  cultura. 


RESUMEN. 

La  Etnología  comprende  el  estudio  de  los  caracteres  distintivos  de 
los  pueblos,  cuyos  caracteres  se  dividen  en  Físicos  é  Ixtelecti".\i.es. 

La  Etnología  está  basada  en  la  Etnografía  y  la  Antropología  gene- 
ral, puesto  que  la  primera  da  el  conocimiento  descriptivo  de  los  pueblos, 
y  la  segunda  indica  las  causas  que  intervienen  en  la  formación  de  los 
caracteres  raciales. 

México,  Septiembre  de  1909. 


IS^ 


MIGCEL  Um  y  JOSÉ  JIMIA  AHilNTA, 

PRIMEROS     MÁRTIRES    DE     LA     INDEPENDENCIA    EN    OAXACA, 

POR  K.  AMADOR. 


Anales.  T.  IV— 24. 


\%  ( 


En  un  pequeño  trabajo  C|ue  con  el  título  de:  Los  Caudillos  de  la  In- 
dependencia ante  el  Patíbulo  presenté  en  el  Concurso  Histórico  á  C|ue 
el  Museo  Nacional  de  Arqueología  convocó  el  año  de  1909,  figuran 
unos  breves  apuntes  relativos  á  los  patriotas  Miguel  López  y  José  Ma- 
ría Armenta,  cuyos  nombres  de  bautismo  ignoraba  yo  entonces,  á  pe- 
sar de  las  empeñosas  investigaciones  que  hice  para  conocerlos  y  para 
adquirir  datos  referentes  al  lugar  de  su  nacimiento  y  á  algunas  otras 
circunstancias  de  la  vida  de  dichos  individuos. 

Después  de  publicado  el  referido  trabajo  en  el  tomo  III  de  los  Ana- 
les del  Museo,  ha  venido  á  mis  manos  im  interesante  manuscrito  que  el 
Sr.  Lie.  D.  Cecilio  A.  Róbelo,  Director  de  dicho  Museo.se  sirvió  propor- 
cionarme, y  como  ese  documento,  que  lleva  el  título  de  Escarmiento  y 
Desengaño  de  Insurgentes,  contiene  algunos  datos  importantes  relati- 
vos á  López  y  á  Armenta,  creo  conveniente  y  necesario  reconstruir  ó 
ampliar,  á  instancias  del  Sr.  Róbelo,  el  breve  artículo  que  á  esos  infor- 
tunados patriotas  consagré  en  el  trabajo  á  que  antes  me  refiero,  y  del 
que  debo  reproducir  aquí  la  parte  más  esencial. 

En  el  manuscrito  mencionado  se  dice  lo  siguiente;  «Miguel  López, 
arriero,  3' José  Maria  Armenta,  Sargento  sastre  naturales  del  rancho 
del  Cacalote  junto  á  Puruandiro  en  la  Provincia  de  Vallad olid,  fue- 
ron destinados  por  el  ajjostata  tra^'dor  y  cabecilla  de  rebeldes  Miguel 
Ydalgo  y  Costilla,  cura  que  fue  del  Pueblo  de  los  Dolores,  para  venir  á 


188 

■sublevar  y  saquear  la  Provineia  de  Oaxaca.  Al  primero  le  dio  en  23  de 
Octubre  de  1810  en  Acambaro  el  título  de  Coronel,  quien  trajo  consigo 
en  clase  de  su  Seuundo  á  Amienta,  en  el  camino  cogvneron  (sic)  en  cali- 
dad de  mozo  á  Sebastian  Pérez,  arriero  del  mismo  Parage.»  l 

El  historiador  D.  Carlos  M.  Bustamante  refiere  que  un  F.  Calderón, 
guardacaminos  en  la  Cuesta  del  Rey,  fué  (¡uien  acompañó  á  López  y  á 
Armenta  á  Oaxaca,  y  que  después  perdió  el  juicio  3'  murió  lastimosa- 
mente en  la  cárcel.  {Cuadro  Histórico,  tomo  I,  Carta  24,  p.  5.) 

Fácil  es  comprender  á  primera  vista,  ciue  el  autor  del  citado  manus- 
crito era  algún  enemigo  de  la  Insurrección,  á  juzgar  por  el  tono  acre 
con  c[ue  trata  al  Cura  Hidalgo,  y  hasta  me  inclino  á  suponer  que  dicho 
autor  puede  haber  sido  Fr.  Ramón  Casaus,  á  quien,  como  adelante  se 
verá,  encomendó  el  Obispo  de  Oaxaca  el  encargo  de  escribir  un  romance 
en  nombre  del  Coronel  López. 

«El  Cura  Hidalgo,  deseando  que  la  voz  de  la  Independencia  cundie- 
ra por  todas  partes,  haciendo  un  llamamiento  patriótico  para  crear 
partidarios  y  defensores  de  la  libertad  mexicana,  había  comisionado  al 
Coronel  López  y  á  Armenta,  á  fin  de  que  pasaran  á  revolucionar  en  la 
Provincia  de  Oajaca;  pero  desgraciadamente  fueron  poco  cautos  al  pre- 
sentarse en  aquella  ciudad,  pues  como  iban  disfrazados  de  arrieros  y 
vestidos  con  el  traje  que  usaban  los  tierradentreños,  se  hicieron  sospe- 
chosos y  se  les  aprehendió.  Registrados  escrupulosamente,  nada  pudo 
descubrirse  que  llegara  á  comprometerlos,  y  por  lo  mismo,  consiguie- 
ron que  se  les  pvi.siera  en  libertad,  jjasando  como  inocentes;  pero  la  con- 
fianza que  este  caso  les  inspiró  los  hizo  caer  en  un  error  funesto,  crej^en- 
do  que  el  Intendente  de  la  Provincia,  D.  José  María  Lasso  Nacarino, 
t|ue  era  criollo  ó  americano,  podía  ser  un  buen  partidario  de  la  Inde- 
pendencia. Así  es  que  imprudentemente  le  hicieron  saber,  en  lo  confi- 
dencial, el  objeto  de  la  misión  que  los  llevaba  á  Oajaca,  mostrándole 
los  nombramientos  que  les  había  expedido  el  mismo  Cura  Hidalgo  y 
que  ocultaban  en  lat  suelas  de  los  zapatos. 

«Don  José  María  Lasso,  obrando  de  una  manera  pérfida  y  nada  ca- 
ballerosa, se  apoderó  de  esos  docvunentos,  que  le  sirvieron  como  com- 
probantes de  la  culpabilidad  de  López  y  de  Armenta,  y  por  lo  mis- 
mo, procedió  contra  ellos,  formándoles  la  sumaria  respectiva,  en  la  que 
resultaron  sentenciados  á  la  pena  de  horca,  castigo  que  fué  aprobado 
por  la  Real  Sala  del  Crimen,  y  que  se  ejecutó  en  la  misma  ciudad  de 
Oajaca,  con  festinación  3^  solemnidad,  habiéndoles  cortado  las  cabezas, 
que  fueron  colgadas  para  espectáculo  público,  en  un  punto  inmediato 
á  dicha  población.»  {Cuadro  Histórico  de  Bustamante,  t.  I,  Carta 
24,  p.  5. — Historia  de  Oaxaca  por  el  Presh.  José  Antonio  Gay,  t.  H, 
p.  381.)  2 

1  A  efecto  de  facilitar  la  lectura  del  original,  se  han  puesto  completas  las  palabras 
que  en  abreviado  contiene. 

2  Anales  del  .Museo,  t.  III,  N?  7.— 1912. 


189 

Los  restos  humanos  de  López  y  Armenta  permanecieron  en  la  Cues- 
ta de  San  Juan  del  Rey  hasta  que  el  Cura  Morolos  mandó  retirarlos  de 
allí,  para  (jue  fueran  inhumados  solemne  y  cristianamente. 

La  relación  anterior  no  contiene  algunos  puntos  que  están  consifi- 
nados  en  la  que  hace  el  manuscrito  Escarmiento  y  Desengaño  de  Insur- 
gentes, y  por  tanto,  es  oportuno  insertarla  en  seguida.  Dice  así,  refi- 
riéndose á  López  y  á  Armenta: 

«Entraron  presos  en  esta  Ciudad  (Oaxaca)el  dia  9  de  Noviembre  de 
dicho  año;  (1810)  y  formada  la  sumaria,  y  remitida  á  la  Suj^erioridad 
fueron  sentenciados  por  la  Real  Sala  del  Crimen  en  15  de  Diziembre  los 
dichos  López  y  Armenta  á  la  pena  de  horca  3'  ser  desquartizados,  po- 
niéndose en  parajes  Públicos  sus  cabezas  y  brazos.  El  29  de  Diziembre 
del  mismo  año  fueron  puestos  en  Capilla  y  el  ultimo  dia  del  año  haor- 
cados  (sic)  y  desquartizados  como  reos  de  la  mas  alta  traycion  contra 
Dios,  contra  el  Rey  y  la  Patria.  Pérez  fue  sentenciado  á  la  pena  de 
200  azotes  y  10  años  de  presidio,  y  á  ser  pasado  por  debajo  de  la  orea 
como  se  verifico  después  de  colgados  los  que  lo  trageron  como  á  su  sir- 
viente. Puestos  en  Capilla  y  reconociendo  sus  delirios,  y  enormes  aten- 
tados, procuraron  la  salbacion  de  sus  almas  dando  muestras  de  verda- 
dero arrepentimiento  y  conpuncion  Cristiana,  confesándose  y  comul- 
gando, y  reconociendo  en  la  sentencia  de  muerte  la  justicia  }•  misericor- 
dia de  Dios,  3'  la  de  sus  Ministros  3-  demostrando  en  sus  defectos  loque 
espone  el  siguiente  romance  con  que  ellos  mismosdescubren  su  corazón, 
y  desean  reparar  el  escándalo,  valiéndose  de  un  Sacerdote  para  que  asi 
lo  haga  saber  al  Pueblo  Cristiano.» 

He  aquí  el  mencionado  romance: 

«¡Oh  Eterno  Dios!  3a  tu  piedad  imploro. 
Aquí  humilde  confieso  mis  delitos 
Aquí  a  tus  divinos  pies  postrado 
encontrar  mi  remedio  haora  confio? 
Infelis  de  mi  alma  si  siguiera 
la  carrera  del  crimen  3-  delirio 
3'  si  tu,  Jesús  mió  me  dejares 
andar  errante  fuera  de  tu  aprisco. 
¡Que  crimenes,  mi  Dios,  tan  excecrables; 
en  un  tiempo  tan  corto  he  cometido 
contra  ti,  contra  el  Re3',  contra  la  Patria 
firrastrado  de  pérfidos  desigTiios! 
En  mi  privada  vida  (vida)  Yo  gozaba 
de  dias  aplacibles  3-  tranquilos, 
con  mi  querida  esposa  que  haora  llora 
la  infamia  3-  traición  de  su  marido, 
que  de  oprobio  ki  cubre  3-  de  vergüenza 
y  mancha  la  memoria  de  sus  hijos. 


190 

¡Desben turada  Esposa!  de  tus  Ijrazos 
me  arrancaron  los  crueles  asesinos 
haciendo  que  siguiera  sus  banderas 
quando  acabas  de  dar  á  luz  un  hijo, 
y  furiosos  me  priban  del  consuelo 
de  saber  si  recibe  ó  nó  el  Bautismo. 
Perdona  mi  furor  pues  te  abandono, 
siguiendo  al  fin  el  Bárbaro  partido 
De  un  Cura  excomulgado  por  herege 
y  por  rebelde  al  Re3'  y  Jesús  Cristo. 
El  corazón  de  pena  se  me  parte 
al  verte  desolada  y  con  siete  hijos, 
que  fueran  de  mi  vida  las  delicias, 
y  haora  de  la  tu^-a  son  martirio. 
Sin  mi  apoyo  y  sudor,  sin  mi  Trabajo 
perezeran  de  ambre  los  Chiquitos 
y  tú  lagrimas  solo  podras  darles 
detestando  mi  nombre  y  mis  delirios. 
Ah!  que  ciego  y  furioso  boy  corriendo 
la  carrera  del  crimen,  y  he  admitido 
de  Coronel  el  nombre  con  ciue  benga 
á  sublebar  al  Pueblo  mas  trancjuilo. 
Perdonad  Oaxaqueños  á  un  malbado 
que  há  intentado  venir  á  seduciros 
á  talar  vuestros  campos,  á  robaros 
tratándoos  como  á  viles  enemigos, 
encendiendo  la  guerra  en  vuestro  seno, 
vertiendo  vuestra  sangre  en  sacrificio, 
por  complazer  á  un  loco  que  intentaba 
derribar  el  altar  y  el  Trono  mismo, 
para  que  todo  horror  fuere  y  matanzas, 
y  vosotros  quedareis  cautivos. 
Con  ficciones  y  sueños  me  há  engañado, 
con  promesas  y  el  grado  me  á  perdido, 
con  blasfemias  3'  horribles  heregías 
de  Dios  me  haze  olbidar  los  beneficios. 
Sin  rastro  de  Cristiano,  ni  aun  de  homI)re 
de  un  abismo  corriendo  á  otro  abismo 
venia  desbocado  á  que  este  suelo 
Padeciera  desastres  infinitos. 
Los  templos  del  Señor  fueron  violados 
asesinados  ftieran  sus  ministros 
las  Virgenes  mas  puras  ultrajadas, 
las  esposas  de  Dios  escarnio  mió. 
Los  Talamos  v  casas  luto  v  Uantí  > 


191 


muertos  con  crueldad  los  hombres  ricos 
y  en  medio  de  la  Plaza  degollados 

sin  compasión  alguna  los  obispos 

\'ucstra  Madre,  mi  Dios,  que  en  esa  Imagen 

de  la  soledad  es  tierno  asilo 

del  Pueblo  Oaxciqueño,  deribada 

ó  escarnecida  fuera  por  mí  mismo. 

Este  el  Plan  de  la  guerra  3-  de  la  empresíi 

este  el  fin  era  el  fin  de  mi  destino 

si  Dios  apiadado  no  me  hiciese 

pagar  en  una  horca  mis  designios 

Sí,  ¡Justo  Juezl  conozco  mi  locura 

mi  crimen  horroroso  aqui  Publico; 

y  veo  vuestra  mano  compasiba 

en  conducirme  luego  há  este  suplisio. 

Ali  alma  se  perdiera  sin  remedio 

y  tal  vez  yá  ardería  en  el  abismo 

si  continuado  hubiera  con  las  tropas 

que  el  bando  siguen  del  hombre  mas  inic[U(). 

Perdón,  mi  Dios,  pequé,  mis  culpas  lloro, 

y  os  ofrezco  mi  vida  en  sacrificio; 

ni  con  otras  mil  vidas  pagaría 

lo  cjue  os  debe  pagar  mi  desatino: 

\'os  abriste  mis  ojos  por  que  viera 

lo  enorme,  lo  sacrílego,  lo  impio 

de  aquesta  traición  tan  detestable 

<iue  ¡leba  tantos  crímenes  consigo. 

Con  lágrímas  de  sangre  borrar  quiero 

la  memoría  y  la  infamia  del  delito 

clamando  que  mi  ahna  no  se  pierda 

como  merezco  siendo  tan  indigno. 

Piedad,  Jesús,  piedad  de  este  malbado, 

que  emprendió  la  carrera  de  asesino, 

de  ladrón,  de  traydor,  y  de  blasfemo 

haciéndose  el  mas  vil  de  los  nacidos. 

\irgen  Santa,  mi  amparo  y  mi  remedio 

mi  consuelo,  mi  vida,  y  dulce  asilo 

¿á  quién  invocaré,  sino  ati.  Madre, 

que  al  buen  ladrón  lograstes  el  auxilio, 

con  que  buelto  á  Jesús  perdón  alcanza 

y  perdón  le  asegura  Dios  benigno? 

De  Soledad,  ó  Madre,  Yo  te  invoco, 
ati,  á  tí  acudo  y  vuelo  en  mi  conflicto, 
de  tí  espero,  ¡oh  mi  Madre!  que  me  ampjires, 
()ue  presentes  mi  espirita  á  tu  hijo, 


192 

cubre  mis  culpas  con  tu  Santo  \'elo, 
con  tus  lagrimas  borra  mis  delitos, 
escúchame  benigna  Madre  amada 

para  que  tu  hijo  escuche  mis  gemidos 

Oh  Patria,  ó  Re^-  Femando,  ó  Ciudadanos 

perdonad,  perdonad  á  este  hombre  impio; 

mi  escándalo  olbidad,  para  que  nunca 

os  acordéis  que  fui  vuestro  enemigo, 

amigo  quiero  ser,  é  ir  á  el  Cielo 

á  pedir  por  vosotros  de  continuo 

para  que  el  Cielo  os  compense  con  mil  bienes 

los  males  con  que  Yo  quise  oprimiros 

Escarmentad  en  mí  fieles  Vasallos 
vuestro  pecho  cer(r)ad  á  hombres  malignos, 
que  intentan  asolar  el  Rej-no  todo, 
y  asi  perderos  como  me  han  perdido. 
Escarmentad  en  mi,  mirad  la  suerte 
que  por  tra3'dor  me  cabe  en  un  suplicio, 
A-  pedid  al  Señor  que  asi  me  libre 
de  las  penas  sin  fin  que  hé  merecido. 

¡Ay  mi  Jesús!  ¡Ay  mi  Dios!  ¡mi  eterna  vida! 
no  desprecies  mi  animo  contrito, 
hoA"  con  tu  sangre,  limpia  mis  maldades 
y  mi  alma  hoy  recive  compasibo.» 

A  este  Romance  se  alude  en  la  «Canción  Elegiaca»  qvie  Fr.  Tomás 
Blasco  dedicó  al  jefe  realista  D.  José  de  la  Cruz  y  en  la  que  hizo  apare- 
cer al  Coronel  López  derramando  lágrimas  de  arrepentimiento.  (Colec- 
ción de  Documentos  de  Hernández  Dáralos,  t.  III,  p.  244.) 

El  historiador  D.  Carlos  Al.  Bustamante  refiere  que  á  López  y  á  Ar- 
menta  se  les  hizo  firmar  retractaciones,  y  que  el  Obispo  Fr.  Ramón  Ca- 
saus  compuso  un  Acto  de  Contrición  en  «muy  malas  coplas  que  se  reim- 
primieron en  México.»  Es  muj-  probable  que  las  mencionadas  coplas 
no  fueron  otra  cosa  que  el  «Romance  endecasílabo»  que  se  acaba  de  co- 
piar, pues  hasta  ahora  no  se  conoce  ó  no  ha  sido  publicada  la  composi- 
ción en  verso  á  que  alude  Bustamante. 

Como  quiera  que  sea,  lo  cierto  es  que  los  patriotas  López  y  Armen- 
ta,  víctimas  de  la  inicua  perfidia  de  D.  José  María  Lasso  Nacarino,  ftie- 
ron  atrozmente  sacrificados  en  la  ciudad  de  Oaxaca  el  día  31  de  diciem- 
bre de  1810,  y  que  los  realistas,  no  conformes  con  haberles  dado  una 
muerte  realmente  inhumana  y  bárbara,  quisieron  arrojar  sobre  ellos  la 
negra  mancha  de  la  ignominia,  haciéndolos  aparecer  como  infieles  á 
la  buena  causa  que  acababan  de  abrazar,  3-  como  hombres  débiles  y  tí- 
midos, que  al  primer  gesto  amenazadordel  peligro,  sedoblegaban  sumi- 
sos y  arrepentidos  de  una  obra  en  que  apenas  estaban  iniciados. 


193 

Es  realmente  dudoso  el  heeho  de  que  esos  primeros  mártires  de  la  In- 
dependeiieia  hayan  dado  muestras  de  arrepentimiento  ó  firmado  las  re- 
traetaeiones  que  se  les  atribuyen,  y  aun  cabe  asegurar  que  ellas  fueron 
supuestas  ó  falsas,  como  puede  demostrarse  por  las  siguientes  razones. 

En  primer  lugar,  es  preciso  advertir,  que  según  lo  expresa  claramen- 
te el  manuscrito  ya  citado,  López  y  Amienta  «descubrieron  su  corazón, 
y  deseando  reparar  el  escándalo,  se  valieron  de  un  Sacerdote  para  que 
así  lo  hiciera  saber  al  Pueblo  Cristiano.» 

¿Oué  certidumbre  ha^'  en  ésto  para  creer  ó  para  afirmar  que  dichos 
reos  hayan  dado  muestras  de  verdadero  arrepentimiento,  cuando  es 
bien  sabido  que  los  sacerdotes  realistas  lograban  apoderarse  de  la  con- 
ciencia de  sus  penitentes,  para  arrancarles  retractaciones  indecorosas, 
en  las  que  no  sólo  se  les  hacía  abjurar  y  aborrecer  la  causa  de  la  liber- 
tad mexicana,  sino  también  declararse  culpables  de  errores  que  no 
habían  propagado  y  de  crímenes  que  no  habían  cometido? 

¿Qué  crédito  puede  merecer  Fr.  Ramón  Casaus,  el  autor  del  u  Acto  de 
Contrición»  ó  del  «Romance  Endecasílabo,»  referente  al  arrepentimien- 
to del  Coronel  López,  cuando  ese  sacerdote  había  dado  evidentes  prue- 
bas del  horror  y  la  animadversión  que  le  ocasionaba  todo  lo  que  á  la 
causa  de  la  Independencia  se  refería,  como  lo  demostró  en  el  «Anti-Hi- 
dalgo,»  esa  monstruosa  diatriba  escrita  con  la  emponzoñada  pluma  del 
encono  y  con  el  inmundo  cieno  de  la  vil  calumnia?  ¿Qué  crédito  puede 
merecer,  repito,  un  sacerdote  sugestionado  ó  dirigido  por  el  Obispo 
de  Oaxaca,  D.  Antonio  Bergosa  y  Jordán,  terrible  enemigo  de  los  insur- 
gentes, á  quienes  en  estrafalarias  y  nada  piadosas  pastorales  pintaba 
como  á  seres  terribles  y  fantásticos,  dotados  de  formas  inverisímiles  y 
extra-humanas? 

López  y  Armenta,  según  refiere  el  manuscrito  tantas  veces  citado, 
tuvieron  conocimiento  de  la  terrible  sentencia  pronunciada  contra  ellos 
por  la  Real  Sala  del  Crimen,  hasta  después  del  15  de  Diciembre;  pero  ni 
durante  el  tiempo  en  que  se  les  estuvo  tramitando  la  sumaria,  ni  al  no- 
tificárseles dicha  sentencia,  habían  dado  muestras  de  verdadero  arre- 
pentimiento, y  no  fué  sino  un  día  antes  de  su  tremendo  suplicio  cuando 
«reconociendo  sus  delirios  y  enormes  atentados,  procuraron  la  salva- 
ción de  sus  almas  dando  muestras  de  verdadero  arrepentimiento.» 

No  se  necesita  mucha  penetración  para  descubrir  que  ese  intempesti- 
vo arrepentimiento,  en  lo  que  se  refiere  á  los  asuntos  de  la  insurrección, 
no  fué  otra  cosa  que  una  burda  y  manifiesta  superchería  fraguada  por 
Fr.  Ramón  Casaus,  pues  basta  la  lectura  del  «Romance  Endecasílabo» 
para  persuadirse  de  que  él  no  fué  obra  del  Coronel  López,  y  de  que  las 
tremendas  confesiones  que  se  ponen  en  sus  labios,  son  tan  vergonzosas  3' 
repugnantes,  que  ni  el  criminal  más  empedernido,  ni  el  facineroso  más 
obsecado,  ni  el  delincuente  más  convicto  de  atroces  culpas,  se  habría 
atrevido  á  hacerlas,  aun  sobrecogido  de  un  grande  temor  al  cadalso  ó 
á  la  condenación  eterna.   Y  sin  embargo,  el  Coronel  López  desciende  á  la 

Anales.  T.  IV.— 25. 


1^4 

triste  categoría  de  un  reo  vulgar,  de  un  hombredesprovisto  de  entereza, 
de  un  revolucionario  tímido  y  débil,  que  se  declara  seducido  y  engaña- 
do por  «un  cura  hereje  y  rebelde,»  y  que  para  reparar  el  escándalo  no 
consumado  todavía,  de  tantos  y  tan  atroces  crímenes,  acaba  por  decla- 
rarse malvado,  traidor,  herege,  asesino,  ladrón,  «sin  rastro  de  cristia- 
no, ni  aun  de  hombre,»  dispuesto  á  violar  templos,  á  asesinar  sacerdo- 
tes, á  ultrajar  á  las  vírgenes  y  á  las  esposas  de  Dios,  á  degollar  á  los 
Obispos,  á  cubrir  con  llanto  y  luto  los  hogares  y  á  cometer  otros  detes- 
tables delitos ! 

No;  el  sentido  común  y  la  lógica  rechazan  como  apócrifas  esas  igno- 
miniosas confesiones,  porque  si  bien  es  cierto  que  López  y  Armenta  eran, 
como  asienta  Bustamante,  hombres  de  poca  cultura,  en  cambio,  esta- 
ban dotados  de  buenas  intenciones,  y  no  es  de  creerse  que  hubieran  cjue- 
rido  tocar  el  extremo  de  la  degradación  y  de  la  deshonra  para  legar  á 
sus  hijos  una  memoria  manchada  ú  obscurecida  por  un  arrepentimien- 
to cjue  no  sintieron  y  por  confesiones  que  níaliciosamente  se  pregona- 
ron en  sus  nombres. 

Por  otra  parte,  ¿es  creíble  que  López  y  Armenta,  homlires  indoctos 
y  humildes  arrieros,  se  hubieran  ocupado  en  formular  su  ai"repentimien- 
to,  no  haciendo  uso  de  la  forma  acostumbrada  para  esos  casos,  sino 
prefiriendo  el  estilo  poético  y  no  el  estilo  más  sencillo  y  más  común  en- 
tre la  gente  del  pueblo,  como  las  coplas,  las  décimas,  las  cuartetas,  las 
quintillas,  &,  sino  el  verso  endecasílabo,  que  por  su  estructura  y  carác- 
ter es  de  orden  superior  en  el  arte  de  la  versificación.  Pero  aun  conce- 
diendo que  López  y  Armenta  hubieran  sido  capaces  de  expresar  sus  pen- 
samientos en  versos  endecasílabos,  ¿puede  adinitirse  que  un  día  antes 
de  ser  conducidos  al  suplicio,  se  hubiesen  ocupado  en  dar  forma  poética 
á  su  arrepentimiento?  ¿Xo  es  más  natural  suponer  qvie  en  aciuellas  po- 
cas horas  de  inquieta  3-  de  tremenda  angustia,  y  ante  la  aterradora  es- 
pectativa  de  una  muerte  próxima,  debieron  haber  ocupado  esas  horas 
en  atender  á  las  exhortaciones  del  sacerdote  que  los  auxiliaba;  en  elevar 
sus  ruegos  al  Supremo  Juez  de  vivos  y  muertos;  en  pedirle  perdón  y  for- 
taleza para  emprender  el  viaje  eterno,  y  no  en  confeccionar  versos  en 
que  alterna  el  tierno  amor  del  hogar  con  el  odio  y  los  terribles  cargos 
al  Caudillo  seductor;  en  que  las  voces  de  una  conciencia  extraviada  3'  re- 
pleta de  iniquidades,  se  mezclan  con  el  ardiente  deseo  de  reparar  el  escán- 
dalo de  crímenes  imaginarios,  3-  en  que  el  arrepentimiento  svirge  de  es- 
píritus cruelmente  atormentados  por  los  desengaños  3- los  remordimien- 
tos, que  en  forma  de  espectros  fatídicos  aparecen  al  pie  del  cadalso? 

Se  necesitaría  una  buena  dosis  de  candor  3-  de  credulidad  para  con- 
vertir en  autores  de  tan  fantástica  le3'enda  á  unos  infelices  jóvenes  cu- 
3'os  nombres  fueron  tomados  para  autorizar  una  repugnante  superche- 
ría, que  algún  tiempo  después  se  encargó  de  descubrir  el  sacerdote  que 
prodigó  los  últimos  constielos  de  la  religión  á  esos  primeros  mártires 
de  la  libertad  en  Oaxaca. 


195 

Ese  sacerdote  fué  el  Canónigo  D.  José  de  San  Martín,  Cjiíien  refirién- 
dose á  este  mismo  asunto,  dice  lo  siguiente: 

«El  Obisjjo  Auxiliar  de  Oaxaca,  Don  Fray  Ramón  Casaus,  publicó 
una  retractación  á  nombre  de  los  Señores  López  j' Amienta,  la  que  estu- 
vieron muy  distantes  de  hacer,  y  lo  aseguro,  porque  yo  los  disj)usc  ])ara 
ir  al  suplicio.»    {Documento  en  el  Archivo  General  de  la  Nación.) 

Este  solo  testimonio  bastaría  para  asegurar  que  López  \'  su  com- 
pañero Amienta  sucumbieron  con  dignidad  y  sin  humillarse  ante  sus 
vengativos  martirizadores,  y  también  para  prol)ar  que  desde  entonces 
se  recurrió  alartificio  y  al  engaño,  con  el  fin  de  hacer  públicas  y  ruido- 
sas las  supuestas  retractaciones  de  los  principales  insurgentes. 

Así  terminó  la  breve  carrera  ]Datriótica  de  aquellos  dignos  hijos  de 
México,  sacrificados  inhumana  y  cobardemente  por  los  realistas,  quie- 
nes no  satisfechos  con  tan  inicua  venganza,  levantaron  el  negro  dedo 
de  la  calumnia  para  señalarlos  como  hombres  de  carácter  tímido  y 
flexible,  que  los  hizo  doblegarse  ante  la  imponente  espectativa  del  cas- 
tigo. 


\^1 


LAS  ORDENES  MILITARES  EN  MÉXICO, 


DON  MANUEL  ROMERO  DE  TERREROS  Y  VIXEN' 


Marqués  de  San  Fuancisco. 


No  es  nuestro  propósito  escribir  la  historia  de  las  Ordenes  de  Caba- 
llería ó  ConJecorííCío/jes,  como  vulgarmente  se  les  llama,  sino  solamen- 
te hacer  una  breve  reseña  de  aquellas  propiamente  militares  1  que  tvi- 
vieron  afiliados  en  México  durante  la  dominación  española,  por  el  inte- 
rés que  i)uedan  aportar  tales  datos  al  estiidio  de  nuestra  historia  colo- 
nial. Daremos  por  lo  tanto  una  lista,  la  más  completa  que  nos  sea  po- 
sible, de  los  caballeros  originarios  de  lo  que  es  hoy  la  República  Mexicana, 
así  como  de  los  cjue,  aimque  nacidos  fuera  de  la  Nueva  España,  ejercie- 
ron cargos  de  importancia  en  ella. 

Debemos,  pues,  principiar  por  definir  qué  cosa  es  una  orden  militar. 
Llámanse  así  a([uellas  instituciones  que  uniendo  el  carácter  militar  al  reli- 
gioso, tuvieron  su  origen  poco  después  de  las  Cruzadas  como  consecuen- 
cia de  ellas.   El  objeto  de  rescatar  de  manos  de  los  infieles  el  Sepulcro  de 

1  Muchas  personas cinifuiidcn  las  órdenes inüitares  con  las  condecoraciones,  porcl  he- 
cho de  que  á  ambas  clases  se  les  da  el  nombre  común  de  órdenes  de  caballería,  v  de  (¡ue 
las  segundas  tienen  ó  han  tenido,  como  las  primeras,  ceremoniales  para  su  imposición. 
Mientras  las  militares,  como  se  verá  en  el  presente  artículo,  son  bien  pocas,  es  muy  cre- 
cido el  número  de  las  que  pertenecen  á  la  clase  de  condecoraciones,  como  las  órdenes  es- 
pañolas de  Carlos  III,  Isabel  laCatólicaydemás, 3' la  mexicana  de  Guadalupe;  de  las  que, 
como  decimos,  no  es  nuestro  ánimo  tratar.  Quedan,  pues,  excluidos  de  nuestra  reseña 
tanto  el  Toisón  de  Oro  (no  obstante  ser  la  que  ocupa  el  primer  lugar  de  las  órdenes  espa- 
ñolas) como  las  Reales  Maestranzas  de  Caballería.  De  la  primera  conviene  recordar  que 
se  ha  hallado  siempre  tan  encumbrada,  y  requiere  tan  altos  méritos,  que  solamente  tres 
personajes  en  México  fueron  condecorados  con  ella  durante  la  época  colonial:  los 
Yirrc^-es  Duíjucs  de  N'eraguas  y  deAlburquerque  y  Conde  de  Fuenclara;  y  en  cuanto  á  las 


200 

Nuestro  Salvador,  revmió  en  Tierra  Santa  tan  distintas  naciones,  que  na- 
tural fué  que  se  agruparan  los  cruzados  de  cada  país  para  orar  y  soco- 
rrerse mutuamente  en  sus  penas  y  enfermedades.  De  estas  asociaciones 
nacieron  las  órdenes  militares,  cuyos  miembros,  teniendo  por  principal 
objeto  hacer  la  guerra  á  los  infieles,  se  formaron  en  cuerpos  monásti- 
cos á  la  vez  que  político-militares,  recabando  del  Papado  la  suficiente 
autoridad  para  lo  primero,  y  obteniendo  para  lo  segundo  varios  privi- 
legios de  tierra,  señorío  y  jvirisdicción  de  parte  de  sus  respectivos  sobe- 
ranos. Adoptaron  todos  la  insignia  de  la  Cruz,  pero  variándola  de  for- 
ma y  de  color  para  distinguirse  entre  sí.  Se  recordará  que  la  flor  de  la 
noljleza  europea  fué  la  cjue  se  alistó  bajo  estas  insignias  de  la  Cruz,  y, 
por  lo  tanto,  la  mayor  parte  de  los  primeros  miembros  de  las  órdenes 
fueron  de  noble  cuna,  siendo  esto,  indudablemente,  el  origen  de  que  pa- 
ra pertenecer  á  ellas  en  épocas  posteriores,  se  exigiera,  entre  otras,  la 
calidad  de  nobleza  de  sangre,  requisito  que  se  ha  observado  más  ó  me- 
nos hasta  nuestros  días.  Componíanse,  como  hemos  dicho,  de  dos  cla- 
ses de  individuos:  los  conventuales  de  ambos  sexos,  que  vivían  en  comu- 
nidad y  clausura  bajo  la  regla  de  alguna  orden  religiosa,  profesando 
votos  de  castidad,  pobreza  y  obediencia,  y  los  cruzados,  que  vivían  en 
el  siglo,  dedicados  á  la  guerra,  casados  ó  solteros,  segiui  los  estatutos 
de  cada  milicia.  Atenuaban  éstos  los  votos,  substituyéndolos  con  los  de 
continencia  conyugal,  subordinación  y  sujeción  á  los  preceptos  de  su  Je- 
fe y  la  obligación  de  no  poseer  bienes  ni  disponer  de  ellos  sin  licencia  de 
ariuél.   Solía  llamárseles  «freiles,»  tanto  á  los  unos  como  á  los  otros. 

Reconocían  por  Superior  á  uno  de  sus  miembros,  electos  por  los  de- 
más, á  quien  se  titulaba  «Gran  J\/aesíre,))  y  se  nombraban  los  caballeros 
de  mayor  importancia  para  ejercer  distintos  cargos,  denominándoseles 
«Dignidades  de  la  Orden.))  Además,  como  se  componía  de  personajes  de 
influencia  y  alcurnia,  esparciéronse  pronto  por  toda  Europa  y  adqui- 
rieron grandes  propiedades  que  producían  pingües  rentas,  las  que  se 
adjudicaban  como  «encomiendas,))  á  los  caballeros  que  llenaban  deter- 
minados requisitos. 

Como  de1)e  suponerse,  adquirieron  las  órdenes  militares  gran  poder 
é  influencia  en  los  países  en  donde  se  instituA'eron,  y  ocupan  preferente 
lugar  en  las  páginas  de  la  historia  medioeval. 

Maestranzas,  instituciones  i)eculiares  á  España,  que  tuvieron  su  origen  en  las  con<íre>ía- 
ciones  de  la  nobleza  que  erijfieron  los  reyes  en  ciertas  ciudades  con  el  objeto  de  que  sus 
miembros  se  adiestraran  en  el  manejo  de  la  caballería,  y  que  hasta  la  fecha  existenconla 
denominación  de  Reales  Maestranzas  de  Ronda,  Sevilla,  Granada,  Valencia  y  Zaragoza, 
tampoco  pueden  considerarse  como  órdenes  militares,  aunque  hayan  gozado  de  casi  tan 
grande  estima  como  éstas.  Tainpoco  tratamos  de  las  Ordenes  de  San  Fernando  y  de 
San  Hermenegildo,  puesto  que,  si  llevan  el  nombre  de  militares,  se  debe  á  que  se  otor- 
gan exclusivamente  por  méritos  de  guerra,  y  carecen  de  las  condiciones  esenciales  de 
las  órdenes  capitulares  ó  de  hábito.  La  llamada  Orden  Militar  de  la  Merced,  no  pasa- 
ba de  ser  una  especie  de  Cofradía  para  la  redención  decautivos,  que  estaba  sujeta  é  incor- 
porada á  la  orden  religiosa  de  su  nombre. 


201 

Dol  ])astaiitc  crecido  número  de  estas  milicias,  much;is  han  sido  su- 
])riniidas,  aljíunas  secularizadas,  y  pocas  subsisten  hasta  la  fecha.  En- 
tre las  primeras  puede  señalarse  la  famosa  de  los  Templarios  ó  nCaha- 
lleros  del  Templo  de  Salomón»  (llamados  así,  porque  su  primera  casa 
en  Jerusalén  estaba  situada  cerca  del  Templo),  que  fué  instituida  en  1118 
por  algunos  cruzados  franceces,  y  la  cual,  después  de  haberse  extendi- 
do por  toda  Europa  y  alcanzado  gran  poder  en  la  edad  media,  degene- 
ró de  manera  tal,  que  mereció  ser  abolida  en  1513  por  el  Papa  Clemen- 
te V. 

En  cuanto  á  las  cjuc  han  sido  secularizadas  ó  convertidas  á  la  cla- 
se de  condecoraciones,  citaremos  la  de  San  Lázaro,  ftmdada  para  com- 
batir la  lepra  3'  cuyo  Gran  Maestre  era  siempre  un  leproso;  unida  por 
Gregorio  XIII  en  1572  á  la  de  San  Maur/c/o,  que  fundara  el  Duque  Ama- 
deo de  Salxn-a,  se  confiere  en  la  actualidad  porel  Reyde Italia.  EnPor- 
tugal  han  sido  reducidas  á  condecoraciones  civiles,  la  de  Cristo,  que  fun- 
dó el  Re^'  Dionis  en  1318,  l  la  de  San  Benito  de  ^Ifís,  semejante  3' origi- 
naria de  la  española  de  Calatrava,  y  la  de  Santiago,  que  introdujo  en 
aquel  reino  Don  Alfonso  I  en  1177,  mejor  conocida  por  la  de  v^Santiago 
de  la  Espada.» 

Quedan  algunas  en  pleno  vigor,  comolamuA-  extendida  de  San  Juan 
de  Jerusalén  (de  la  cual  hablaremos  á  su  debido  tiempo)  3'  la  de  Santa 
María  de  los  Teutones,  en  Austria  3'  Holanda;  y  otras  que,  aunque  des- 
pojadas de  sus  antiguas  posesiones  y  esplendor,  son  hasta  la  fecha  con- 
feridas por  sus  Grandes  Maestres,  no  obstante  haber  éstos  perdido  sus 
tronos.  Nos  referimos  á  las  de  San  Jorge  Constantiniano  y  San  Esteban 
de  Toscana;  aquélla  conferida  por  el  Jefe  de  la  Casa  de  Borbón-Sicilia, 
y  ésta  por  el  de  la  de  Toscana. 

Si  las  circunstancias  especiales  en  ijue  se  encontraba  la  Península  Ibé- 
rica desde  los  primeros  años  de  su  historia,  impidieron  que  proporciona- 
ra un  contingente  numeroso  al  rescate  del  Sepvdcro  Santo,  dieron,  en 
cambio,  origen  á  aquellas  instituciones  de  Santiago,  Calatrava,  Alcán- 
tara y  Moníesa,  que,  como  dice  el  Mariiuésde  Líiurencín,  son  gloria  pu- 
rísima 3'  hermosa  tradición  de  la  nacionalidad  española  que  tanta  y  tan 
decisiva  influencia  tuvieron  en  la  epopeya  de  la  Reconquista,  en  el  des- 
cubrimiento del  Nuevo  Mundo  y  en  todos  cuantos  pasos  de  empeño  y 

1  Los  únicos  caballeros  del  Hábito  de  Cristo  que  vivieron  en  Nueva  España,  fueron 
el  Comendador  Juan  Baeza  Herrera,  uno  de  los  primeros  pobladores  de  México,  según 
Dorantes  de  Carranza,  y  D.  Antonio  de  Souza,  hijo  de  un  noble  portugués,  castellano 
de  Acapulco.  En  el  año  de  1687  este  caballero  fué  reducido  á  prisión  en  la  ciudad  de  Mé- 
xico, y  al  saber  las  autoridades  que  muchas  personas  se  estaban  armando,  con  el  propó- 
sito de  atacar  la  cárcel  de  Corte  y  libertarlo,  declararon  que  había  muerto  en  la  noche 
del  23  de  Junio,  víctima  de  fortísimo  tabardillo.  Diéronle  á  beber  una  substancia  que  lo 
privó  de  conocimiento  por  algunas  horas  y  sacando  su  aparente  cadáver  de  la  prisión, 
condujéronlo  á  la  Iglesia  de  Santo  Domingo,  diciendo  que  allí  se  verificaría  su  entierro  á 
puerta  cerrada,  por  lo  contagioso  de  la  enfermedad.  Fué  remitido  en  secreto  á  España, 
y  allí  vivió  muchos  años.    (Diario  de  Robles.) 

A.NALiís.  T.  IV.— 2C>. 


202 

trances  de  honor  V  de  fortuna  registran  las  admirables  páginas  del  li- 
bro inmortal  de  la  historia  de  España.  Invadida  la  Península  por  los 
musulmanes,  encontraron  los  españoles  amplio  campo  en  donde  pelear 
por  su  Dios,  por  su  Re^-  y  por  su  Patria,  sin  necesidad  de  salir  de  su  te- 
rritorio, estableciéndose  así  una  continua  cruzada,  llena  de  empresas  3- 
heroicidades,  por  la  leyenda  idealizadas,  que  sólo  terminó  cuando  la  her- 
mosa ciudad  de  Granada  abrió  sus  puertas  á  los  conquistadores  reyes 
católicos,  Femando  é  Isabel. 

Fundada  cada  una  de  estas  milicias,  como  más  adelante  veremos, 
por  particulares,  y  aumentando  rápidamente  en  poder  y  riqueza,  por 
la  calidad  de  sus  individuos  y  la  extensión  de  sus  propiedades,  ele- 
vábase á  la  alta  categoría  de  un  Estado  dentro  de  otro  Estado,  y  co- 
rrespondiendo á  su  Jefe  la  autoridad  soberana,  la  jurisdicción  civil  3- 
criminal,  y,  en  suma,  los  atriljutos  todos  del  poder  supremo,  llegó  á  ser 
cada  Maestrazgo  objeto  de  la  codicia delosMagnatesdeCastilla.  Alas 
de  una  vez  los  Grandes  Maestres  de  las  Ordenes  Militares  hicieron  tem- 
blar á  los  reyes,  razón  por  la  cual  todos  los  monarcas,  desde  D.  Juan 
II,  intentaron  incorporará  la  Corona  estas  dignidades,  para  deshacer  el 
poder  que  de  continuo  los  amenazaba;  pero  esto  no  pudo  lograrse  has- 
ta que  el  político  Rey  Católico  obtuvo  el  Gran  Maestrazgo  de  Calatra- 
ra  en  1487,  por  Bula  de  Inocencio  VIII,  y  se  adjudicaron  éste  y  los  de  San- 
tiago Y  Alcántara  peqjetuamente  á  la  Corona  de  Castilla,  por  Bvda  de 
Adriano  VI,  expedida  en  4-  de  Agosto  de  1523.  Agregóseles  más  tar- 
de el  Alaestrazgo  de  Alontesa,  por  Bula  de  Sixto  V,  de  15  de  Marzo  de 
1587,  y  á  petición  de  Felipe  II. 

El  establecimiento  en  la  América  española  de  gobiernos  cuya  cabeza 
representaba  la  persona  del  Monarca,  hizo  que  en  torno  de  cada  virrey 
se  congregasen  cortesanos,  grandes  oficiales  y  militares,  formando  una 
corte  que  era  como  el  reflejo  de  la  que  rodeaba  á  los  Carlos  y  Felipes. 
Siendo  la  ma3'or  parte  de  los  virreyes  miembros  de  las  casas  más  ilus- 
tres de  España  y  profesos  casi  todos  en  las  órdenes  militares,  fué  muy 
importante  el  papel  que  representaron  tanto  los  títulos  de  nobleza,  co- 
mo los  caballeros  calatravos,  santiaguistas  y  demás,  no  sólo  en  los  ac- 
tos sociales  de  la  época  virreinal,  sino  también  en  los  oficiales  y  religio- 
sos, como  puede  colegirse,  por  ejemplo,  de  lo  que  dice  Guijo  refiriéndo- 
se á  la  procesión  del  Santo  Oficio,  verificada  en  México  en  10  de  Abril 
de  164-9:  — «Sacó  el  estandarte  el  Conde  de  Calimaya,  y  llevaron  las  bor- 
las un  sobrino  del  Señor  Arzobispo,  caballero  del  orden  de  Calatrava, 
3"  Don  Cristóbal  de  Bonilla,  caballero  del  orden  de  Santiago.  Acompa- 
ñaron al  dicho  Conde  todos  los  caballeros  de  hábito  3-  la  nobleza  del 
reino,  con  toda  gala  y  bizarría.»  l 

Y  no  se  crea  que  estos  honores  se  prodigaban.  Si  antes  de  conferirse 
un  título  de  Castilla,  se  exigía  casi  siempre  una  información  de  nobleza 

1   Diario  de  Sucesos  Notables. 


203 

por  parte  del  interesado,  In  concesión  de  una  orden  no  se  hacía  sinodes- 
pués  de  haber  llenado  ciertos  requisitos,  nada  leves  por  cierto.  Exigía- 
se al  ]>retenclicnte  c|ue  acreditase  su  leffitiiukhid,  limpieza  de  sangre  é 
hidalguía,  y  (juc  demostrase,  además,  tener  los  suficientes  mediosde  vi- 
da para  poder  llevar  decorosamente  las  insignias  de  la  orden,  l  Probá- 
base la  legitimidad  jjor  medio  de  las  partidas  |3arro(iuiales de  bautismo 
del  pretendiente;  sus  padres  }■  alíñelos,  por  ambaslíneas,asícomolasde 
matrimonio  de  éstos  y  de  sus  ocho  bisabuelos,  más  los  respectivos  tes- 
tamentos. Esto  no  (juiere  decir  que  hijos  no  legítimos  estuvieran  impo- 
sibilitados jiara  ingresar  en  las  órdenes,  pues,  como  todas  las  reglas 
tienen  sus  excepciones,  se  encuentran  casos  como  el  de  D.  Martín  Cor- 
tés, quien  á  pesar  de  haber  sido  hijo  del  Con([uista(lor  y  de  D*  Ma- 
rina, vistió  el  hábito  de  Santiago.  Consistía  la  limpieza  de  sangre  en 
profesar  la  religión  católica,  apostólica,  romana,  sin  mezcla  alguna  de 
herejía;  no  descender  ])or  ninguna  línea  de  raza  mora  ó  judía,  y  no  ha- 
ber sido,  ni  el  interesado  ni  sus  ascendientes,  sentenciados  por  tribvmal 
alguno,  ni  religioso  ni  civil.  La  nobleza  de  sangre  ó  hidalguía  se  deri- 
vaba de  la  descendencia  de  los  godos,  tanto  los  llamados  al  ])rineipio 
ricos-honies,  cjue  Carlos  Y  reconoció  como  los  primeros  Grandes  de  Es- 
paña, cuanto  los  demás  <ídeCasa  y  Solar  conocidos,))  llamados  así  por 
poseer  el  tronco  de  su  linaje  una  casa-palacio  en  el  lugar  de  su  origen, 
casas  muchas  de  ellas  que  hasta  hoy  pueden  admirarse,  diseminadas 
por  la  Península  y  siempre  coronadas  sus  puertas  con  los  escudos  de 
íirmas  del  fundador.  Los  hidalgos  no  pagaban  pechos  ni  desempeña- 
lian  t)ficios  viles,  entendidos  por  tales  los  mecánicos  ó  manuales  y  los 
de  «mercaderes  y  cambiadores,»  pudiendo  seguir  solamente  tres  carre- 
ras: la  iglesia,  las  armas  y  la  agricultura;  de  tal  suerte  que  los  grados 
superiores  religiosos  y  militares  sólo  se  concedían  á  los  hidalgos. 

Cuando  una  persona  deseaba  ingresar  en  alguna  de  las  órdenes,  ele- 
vaba una  petición  al  Monarca,  quien  si  á  bien  lo  tenía,  concedía  la 
merced  de  hábito  para  que  en  determinado  plazo  se  presentaran  las 
pruebas  que  arriba  quedan  indicadas.  Si  por  algún  motivo  no  podía 
el  pretendiente  satisfacer  todos  los  requisitos,  en  debida  forma,  proce- 
díase mu3'  á  menudo  á  levantar  una  información  de  testigos,  la  cual 
constituía  parte  de  las  pruebas;  pero  como  no  pocos  acudían  á  los  Re- 
yes de  Armas,  para  qvie  les  procurasen  pruebas  de  nobleza  que  no  te- 
nían, aconteció  que  fraguaban  éstos  historias  y  leyendas,  de  todo  pun- 
to falsas,  que  en  lugar  de  dar  brillo  á  la  familia  de  sus  clientes,  restá- 
banle el  poco  que  pudiera  tener,  llegando  á  tal  extremo  las  cosas,  que 
hoy  en  día  sólo  se  admiten  documentos  legalmente  comprobados,  y  los 
despachos  ó  ((Ejecutorias  de  Nobleza,»  dados  por  los  Reyes  de  Armas  y 
(jue  carecen  de  dicha  comprobación,  son  completamente  inútiles.  Las 
ejecutorias  que  eran  causadas  debidamente  en  ciertas  Chancillerías, 
como  la  de  Vallad olid,  sí  eran  válidas  para  las  pruebas  indicadas. 

1    No  hay  constancia  anterior  al  .año  de  1500,  de  que  se  hicieran  pruebas. 


204 

Como  hemos  dicho,  hay  excepciones  á  toda  regla,  y  hubo  casos  en 
que  el  Monarca  dispensó  todas  ó  parte  de  las  pruebas  á  algún  indivi- 
duo á  quien  cjuiso  favorecer  de  especial  manera,  ya  fuera  debido  á  los 
méritos  de  éste  ó  únicamente  al  real  capricho. 

Aprobadas  por  el  Consejo  de  las  Ordenes  (creado  al  principio  del  si- 
glo XVI)  las  pruebas  que  presentara  el  pretendiente,  despachaba sele 
título  ele  Caballero  y  más  tarde  se  verificaba  el  cruzamiento  ó  toma  de 
hábito,  según  las  ceremonias  que  más  adelante  describiremos.  Estos 
cruzamientos  constituían  verdaderos  acontecimientos  sociales,  verifi- 
cándose en  algunas  de  las  iglesias  de  la  orden  respectiva,  ú  otras  que 
tuvieran  ese  privilegio,  y  en  presencia  de  nuiuerosos  invitados.  Llamá- 
banse «tomas  de  hábito»  porque  era  parte  de  la  ceremonia  que  el  nue- 
vo caballero  vistiese  un  manto  largo  de  tela  blanca,  que  tenía  en  el  pe- 
cho ó  sobre  el  hombro  izquierdo,  y  recortada  de  paño  del  color  respec- 
tivo, la  cruz  de  la  orden,  ceremonia  que  significaba  que  entraba  á  for- 
mar parte  de  la  orden  militar  el  neófito,  de  la  misma  manera  que  un 
individuo  se  hacía  religioso.  Estos  mantos,  llamados  también  capitu- 
lares, porque  con  ellos  se  asistía  á  los  capítulos  y  funciones  de  la  orden, 
podían  lucirse  en  ocasiones  de  gala,  como  refiere  Guijo  en  su  «Diario  de 
Sucesos  Notables,))  describiendo  la  novena  que  se  hizo  en  el  Convento 
de  San  Francisco  de  México,  en  Octubre  de  1653,  en  honor  de  la  Inma- 
culada Concepción:  « El  miércoles  celebraron  los  caballeros  del 

orden  de  Santiago  y  asistieron  veintiséis  con   sus  mantos  y  en  bancos 

rasos,  excepto  el  Virrey,  que  aunque  se  le  puso,  estuvo  en  su  sitial; 

el  jueves  celebraron  los  caballeros  de  Calatrava  y  asistieron  siete;  el 
viernes  la  celebró  el  orden  de  Alcántara.»  Cuando  morían  los  caballe- 
ros eran  amortajados  en  sus  mantos  capitulares. 

Para  el  uso  diario  ó  i'euniones  sociales  en  que  no  podía  usarse  el 
manto,  lucíase  la  cruz  de  la  orden  recortada  en  paño  de  su  color  3'  co- 
sida al  lado  izquierdo  del  pecho,  sobre  el  traje  ó  capa;  l  ó  pendiente  de 
un  ojal  de  la  casaca  una  medalla  con  dicha  cruz.  Dábase  á  la  primera 
el  nombre  de  ubábito»  y  á  la  segunda  el  de  «venera,»  la  cual,  por  cierto, 
constituía  muy  á  menudo  una  alhaja  de  valor.  Del  inventario  que  se 
hizo  de  los  bienes  cjue  quedaron  por  muerte  del  primer  Conde  de  Regla, 
en  1781,  extractamos  lo  siguiente: 

«It. — Una  venera  con  ciento  siete  diamantes  Rosas  y  tablas,  monta- 
dos en  plata,  y  en  ellos  la  Cruz  del  Orden  de  Calatrava. 

(dt. — Una  dicha  con  setenta  diamantes  Rosas,  montados  en  pla- 
ta, y  en  ella  la  crviz  en  oro  del  Orden  de  Calatrava. 

1  Hasta  hoj'  se  usa  de  esta  manera  el  hábito  en  el  traje  de  etiqueta,  pero  la  indu- 
mentaria actual  es  tan  poco  apropiada  al  caso,  que  para  las  grandes  ceremonias  los  ca- 
balleros de  las  órdenes  españolas  usan,  desde  1S62,  muA'  vistoso  uniforme  militar  que  se 
compone  de  una  levita  de  paño  blanco,  con  la  cruz  del  color  respectivo,  así  como  el  pan- 
talón, bocamangas  y  cuello;  casco  con  plumas,  acicates,  espada  y  demás.  La  levita  de 
los  Caballeros  de  Malta  es  roja  y  el  pantalón  azul. 


HABITD5      DE     LA5. ORDENES 


CALATRAVA 


ALCÁNTARA 


M0NTE5A 


SAN  JUAN  ó  MALTA. 


205 

«It. — Una  dicha  de  Camino  con  su  Cruz  de  Calatrava,  por  uno  y 
otro  lado,  con  siete  dianiantitos  en  plata  y  cpiatro  Rubíes  en  oro,  el 
fondo  de  concha  nácar.» 

Al.nún  tieinjjo  después  de  la  toma  de  hábito,  llen;iban  los  (|ue  lo  de- 
seaban ciertos  requisitos  que  constituían  la  profesión,  (¡uedando  así 
«caballeros  profesos  de  tal  ó  cual  orden.» 

Aunque  todas  las  órdenes  eran  consideradas  de  la  misma  categoría, 
la  de  Santiago  era  la  preferida,  por  lo  que  el  número  de  caballeros  de 
ella,  tanto  en  México  como  en  España,  resulta  el  doble  de  las  otras,  jun- 
tas. Quizás  se  haya  debido  esto  á  la  devoción  al  Apóstol  Santia<ío, 
Patrón  de  España,  al  mayor  número  de  pinjíües  encomiendas  (|ue  te- 
nía, ó  al  hecho  de  que,  en  cierta  época,  para  Santiago  nada  más  se  ne- 
cesitaba probar  la  nobleza  de  los  padres  del  pretendiente,  y  no  la  de 
sus  cuatro  costados,  como  para  Calatrava  y  Alcántara.  La  qxie  menos 
caballeros  ha  tenido  es  la  de  Alontesa,  escogida  generalmente  por  fa- 
milias oriundas  de  Aragón  y  Cataluña. 

De  las  antigtias  órdenes  militares  que  tuvieron  su  cuna  en  Jerusalén 
y  que  se  extendieron  por  España,  además  de  la  extinguida  de  los  Tem- 
plarios y  de  la  de  San  Juan,  cuéntase  la  del  Santo  Sepulcro,  fundada, 
según  se  dice,  en  1099,  y  llamada  así  por  proceder  de  los  Canónigos  re- 
gulares que  instituyó  Godofredo  de  Bouillon  para  guardar  el  Sepulcro 
de  Nuestro  Señor.  Mu^'  extendida  en  la  actualidad  como  condecora- 
ción pontificia,  sólo  conserva  su  carácter  primitivo  en  España,  en  los 
Capítulos  de  Aladrid  y  Valencia,  pero  sin  alcanzar  ni  con  mucho  el 
prestigio  de  que  gozan  las  demás  órdenes  militares  en  el  Reino.  No  he- 
mos tenido  noticia  de  cjue  hubiera  caballeros  sepiilcrinos en  México,  du- 
rante la  época  colonial,  no  obstante  el  hecho  de  encontrarse  escvilpida 
en  una  ventana  del  antiguo  Convento  de  San  Francisco  la  cruz  de  la 
Orden  (que  es  roja,  potenzada  y  acantonada  de  cuatro  más  pequeñas) 
y  en  el  basamento  de  la  torre  de  la  Iglesia  de  Santa  Catarina,  otra  pa- 
triarcal, semejante  á  la  que  todavía  usan  en  Zaragoza  las  Señoras  Co- 
mendadoras del  Santo  Sepulcro. 

Podemos  decir  que  las  órdenes  de  que  hemos  hablado  existen  hasta 
la  fecha  en  España,  regidas  por  institutos,  usos  3'  ceremonias  ()ue  han 
variado  poco  de  los  antiguos. 


ORDEN  DE  SANTIAGO. 

Reinaba  D.  Fernando  II  en  León  y  Galicia  por  los  años  de  1170, 
cuando  trece  de  sus  caballeros,  arrepentidos  de  su  pasada  mala  vida  y 
encabezados  por  D.  Pedro  Fernández  de  Fuente  Encalada,  decidieron 
unirse  con  el  doble  objeto  de  pelear  en  contra  de  los  musulmanes  y  de 
proteger  de  éstos  á  los  numerosos  peregrinos  que  acudían  á  visitar  la 


206 

tumba  del  Apóstol  Santiago  en  Compostela.  Careciendo  de  ayuda  es- 
piritual, determinaron  unirse  á  los  Canónigos  regulares,  que,  bajo  la  re- 
gla de  San  Agustín,  tenían  su  convento  en  el  cercano  lugar  de  Loyo; 
formulada  su  pretensión  y  aprobada  por  los  Arzobis])os  de  Toledo  y 
Santiago,  dieron  principio,  el  29  de  Julio  de  1170,  A  los  ejercicios  y  actos 
de  la  Orden,  bajo  la  regla  que  observaban  dichos  Canónigos.  Tomaron 
el  nombre  de  Caballeros  de  Santiago,  y  acudió  á  Roma  Pedro  Fernán- 
dez de  Fuente  Encalada  y  allí  obtuvo,  por  Bula  del  Sumo  Pontífice  Ale- 
jandro III,  de  Julio  5  de  1175,  no  sólo  la  confirmación  de  la  Orden,  sino 
también  concesión  de  varios  privilegios,  como  el  de  no  pagar  diezmos  y 
el  de  que  las  iglesias  de  la  Orden  no  estuviesen  sujetas  á  los  diocesanos, 
teniendo,  en  cambio  de  esta  gracia,  que  juagar  un  censo  anual  á  la  San- 
ta Sede. 

Entre  las  reglas  que  se  dieron  á  la  institución,  figuraba  la  de  que  los 
en  ella  recibidos,  no  podían  tornar  al  siglo  ni  pasar  á  otra  sin  permiso 
de  su  Alaestre,  y  de  que  siempre  había  de  haber  un  Consejo  de  trece  (en 
memoria  del  Salvador  y  los  doce  Apóstoles),  C[uienes  ha1)ían  de  resolver 
los  asuntos  de  la  Orden.  Los  que  querían  casarse,  podían  hacerlo,  pero 
se  obligaban  á  guardar  continencia  conyugal. 

Llamóseles  al  principio  «Frailes  de  Cáceres,»  por  haber  sidoesta  ciu- 
dad la  primera  donación  que  les  hiciera  el  Rey  leonés  Fernando  II. 

Su  primitiva  divisa  fué  una  cruz  cuadrada  con  las  puntas  ñorlisa- 
das,  de  color  rojo,  y  el  lema:  Ruhet  ensis  sangiiine  arahum,  pero  pron- 
to fué  substituida  por  (da  cruz  de  la  espada,»  llamada  así  por  su  forma. 
En  cuanto  al  origen  de  ésta,  hay  quienes  creen  que  se  deriva  de  aque- 
llas cruces  de  los  peregrinos  que  estaban  afiladas  en  sus  puntas  inferio- 
res para  poderlas  clavar  en  el  suelo  mientras  oraban,  i  Contando  á 
Fernández  de  Fuente  Encalada,  tuvo  la  Orden  de  Santiago  cuarenta 
Grandes  Maestres  y  alcanzó  rápidamente  tan  grandes  honores,  triun. 
fos  y  riquezas,  que  llegó  á  tener  tres  dignidades,  once  conventos,  ochen- 
ta y  siete  encomiendas  3^  dos  prioratos.  1  A  la  muerte  del  Gran  Maes- 
tre D.  Alonso  de  Cárdenas,  en  14-93,  se  le  dio  esta  di.gnidad  en  admi- 
nistración á  D.  Fernando  el  Católico,  y  adjudicóse  en  perpetviidad  á 
la  Corona  de  Castilla,  como  ya  hemos  visto,  en  1523. 

Las  Dignidades  de  la  Orden  son  los  Comendadores  Mayores  de  Cas- 
tilla, de  León  y  de  Montalbán,  y  la  insignia  ó  idiábito»  la  cruz  degules 
(rojo),  en  forma  de  espada. 

1  Durante  el  reinado  de  la  Casa  de  Austria,  empezaron  á  enajenarse  las  propieda- 
des de  las  Ordenes,  y  en  los  años  1836  á  1847,  se  efectuó  la  total  venta  de  sus  posesio- 
nes, dejando,  por  lo  tanto,  de  existir,  de  hecho,  las  encomiendas,  aunque  su  nombre  ha 
quedado  como  dictado  honorífico. — Clil  Dorregaray,  José. — «Historia  de  las  Ordenes  de 
Caballería.»— Madrid,  1864. 


207 


VIRREYES  DE  NUEVA  ESPAÑA  QUE  VLSTIERON 
EL  HÁBITO  DE  SANTIAGO. 

1"  D.   Antonio  de   Mendoza,   Comendador   de  Socuéllanos.     1535- 

1550. 
2''   D.  Luis  de  Velasco  y  Alarcón.    1559-1504.. 
3"?  D.  Gastón  de  Peralta.   1566-156S. 

8'?  y  ll"?    D.  Luis  de  Velasco  3'  Castilla,  Marques  de  Salinas  de  Río 
Pisuerga.   1590-1595. 

10"  D.  Juan  de  Mendoza  y  Lvina,  Marqués  de  Montesclaros.  1603- 
1607. 

IS"  D.  Diego  Fernández  de  Córdoba,  Marqués  de  Guadalcázar.  1612 
-1621. 

14°  D.  Diego  Carrillo  de  Mendoza  y  Pimentel,  Marqués  de  Gelves  3- 
Conde  de  Priego.    1621-1624. 

15'-'   D.  Rodrigo  Pacheco  Ossorio,  Marcjués  de  Cerralvo.  1624-1635. 

16"  D.  Lope  Díaz  de  Armendáriz,  Alarqués  deCadereita.  1635-1640. 

19"  D.  García  Sarmiento  de  Sotomayor,  Conde  de  Salvatierra,  Alar- 
([ués  de  Sobroso.    1642-1648. 

22"  D.  Francisco  Fernández  de  la  Cueva,  Duque  de  Alburquerque. 
1653-1660. 

23'  D.  Juan  de  Leiva  y  de  la  Cerda,  Marqués  de  Leiva  y  de  Ladra- 
da, Conde  de  Baños.    1660-1664. 

32'  D.  José  Sarmiento  de  Valladares,  Conde  de  Moctezuma  y  de  Tu- 
la, Duque  de  Atlixco.    1696-1701. 

34"  D.  Francisco  Fernández  de  la  Cueva  Enríquez,  Duciue  de  Albur- 
querque.  1707-1711. 

35'  D.  Fernando  de  Alencastre,  Noroña  y  Silva,  Duque  de  Linares, 
Marqués  de  X'aldefuentes,  Comendador  Mayor  de  Portugal.  1711 
-1716. 

37'   D.  Juan  de  Acuña,  Marqués  de  Casafuerte.  1722-1734. 

39'-'  D.  Pedro  de  Castro  y  Figueroa,  Duque  de  la  Conquista  y  Alar- 
qués  de  Gracia  Real.   1740-1741. 

43'  D.  Francisco  Cagigal  de  la  Vega.   1760. 

53'  D.  Migiiel  de  la  Grúa,  Talamanca  3-  Branciíorte,  Marqués  de 
Branciforte,  Comendador  de  Bienvenida.   1794-1798. 

54'  D.  Miguel  José  de  Azanza.   1798-1800. 

56'  D.  José  de  Iturrigaray.   1803-1808. 


208 


CABALLEROS  RESIDExNTES  EN  MÉXICO,  i 

Abarca,  Francisco;  Corregridor  de  Aléxico.   1752. 

AcEVEDO  Cosío,  Estrada  y  Lugo;  quinto  Marqués  de  Uluapa,  Procu- 
rador General  de  la  Nueva  España.   1799. 

Agesta,  Alanuel  de;  Depositario  General  y  Regidor  de  Aléxico.  1731. 

Agüero  y  González  de  Agüero,  José  Carlos  de.   1739. 

Alarcón,  Martín  de.   1733. 

Albornoz,  Muñoz  y  Legaspi,  García  de;  Adelantado  de  Filipinas.  1615. 

Aldasoro  y  González  Lucena,  Aliguel  de.   1784. 

Altamir.\no  y  Castilla,  Juan.   1590. 

Altamiraxo  y  Yelasco,  Fernando;  primer  Conde  de  Santiago.  16U9. 

Altamirano  3'  Velasco,  Juan;  segundo  Conde  de  Santiago.   1625. 

Alvarado,  Gaspar.   1699. 

Alyarado,  Pedro  de;  Conquistador.   Dorantes  de  Carranza  dice  de  él 
lo  siguiente: 

«Consiguió  el  hábito  de  Santiago,  aunque  antes  le  había  traído 
en  las  conquistas  sin  merced  ni  facultad,  3'  debióse  de  aficionar  á 
traelle  con  la  ocasión  de  cjue  siendo  mo(,'o  3'  pobre  3'  pasando  por 
Badaxós  para  venir  á  las  Indias,  un  tío  su3-o,  caballero  del  hábito, 
le  dio  un  vestido  su3-o  con  las  cruces,  y  poníasele,  3-  de  allí  vino  el 
error  3'  engaño  de  que  algunos  le  quieren  hacer  caballero  deste  há- 
bito antes  que  le  tuviese  por  título  y  merced »  - 

Alvarado  3-  Villafañe,  Jorge.    1687. 

Alvarez  Campana,  José.   Veracruz,  1800. 

Alza  3^  de  Garbiso,  León  de;  Alcalde  AIa3'or  de  San  Luis   Potosí  3'  de 
Río  Verde.   1642. 

Ansaldo  de  Peralta  y  Contreras,  Juan  Bautista  de;  el  día  26  de  Junio 

1  Hemos  formado  las  listas  de  los  caballeros  mexicanos  de  las  Ordenes  Militares, en 
vista  de  los  índices  de  pruebas  de  los  caballeros  que  lian  vestido  los  hábitos  de  Sa  ntia. 
go,  Calatrava.  Alcántara  _v  Montesa.  desde  1501,  publicados  en  Madrid  por  D.  Vicente 
Vignau  V  D.  Francisco  R.  de  l'hagón,  en  1901  y  1903.  Como  estos  señores  asientan,  no 
todos  los  expedientes  existen  hoy  en  el  Archivo  Histórico  Nacional  de  Madrid,  pues  mu- 
chos fiíeron  destruidos  antes  de  que  se  hiciera  la  traslación  de  los  documentos  de  los  an " 
tiguos  archivos  de  cada  Orden.  Prueba  de  ello  es,  que  no  figuran  allí  los  nombres  de  buen 
número  de  caballeros  que  hemos  encontrado  en  los  Diarios  de  Guijo,  Robles  y  Castro 
Santa  Ana  y  documentos  análogos,  así  como  en  las  Gacetas  y  otras  publicaciones  de  la 
época,  cjue  sería  prolijo  enumerar.  Algunos,  aunque  pocos,  hemos  tomado  de  la  volumi- 
nosa obra  que  con  el  títiilo  de  «Historia  Genealógica  de  las  familias  más  antiguas  de  Mé- 
xico,» dio  á  la  estampa,  hace  pocos  años,  nuestro  finado  amigo  D.  Ricardo  Ortega  y  Pérez 
Gallardo,  obra  que  si  bien  incurre  en  numerosos  errores  y  da  cabida  en  sus  páginas  á  al- 
gunas familias  que  no  tenían  por  qué  aparecer  en  ella,  faltandii,  en  cambio,  otras  que  s' 
debían  constar  allí,  tiene  el  gran  mérito  de  ser  la  única  de  su  género  en  México. 

2  Sumaria  Relación  de  las  Cosas  de  Nueva  España.   México.   1902. 


209 

de  16S3  recibió  el  hábito  en  la  I;;lesia  de  la  C()nce¡K'ión,  en  ¡¡resen- 
cia  de  diez  3'  siete  caballeros. 

Arizcún  y  de  Iri.iíoyen,  Francisco  Javier  de.  Puebla  de  los  Aiifíeles. 
1743.' 

Arroyo  Sardaneta,  Simón  Eugenio  de.  Guanajuato.  1772. 

Baeza,  Juan  Luis  de.  1640. 

Barre.\  y  Jiménez  Cobo,  Fernando  de  la;  Regidor  de  Mé.xico.  1642. 

Barrio  y  de  Junco  Espriella,  Pedro  del;  Cajjitán  de  Infantería  del  Real 

,      Palacio.    1729. 

Barrutia  y  de  Acta  Echenagusia,  Ignacio  Francisco  de.  1719. 

Basarte,  José  de;  Gobernador,  Capitán  General  y  Presidente  de  la  Au- 
diencia de  Guadalajara.  Tomó  el  hábito  de  Santiago  en  la  Parro- 
quia de  Zacatecas  en  19  de  Marzo  de  1753,  fungiendo  de  Maestre 
D.  Alonso  de  la  Camjja. 

Bexavides  y  de  la  Cerda,  Cristóbal.   1654. 

Bermeo  y  de  Alcega,  Diego.   1649. 

Berrio  y  Zaldívar,  Miguel  de;  Conde  de  San  Mateo  de  Valparaíso; 
Marcjués  del  Jaral  de  Berrio;  del  Consejo  de  Hacienda.    1773. 

Bonilla  y  Mañozca,  Cristóbal  de;  Familiar  del  Santo  Oficio.  1646. 

Bórica  y  Rétegui,  Diego.    1785. 

Burgos,  José  de;  Presidente  de  la  Audiencia  de  Guadalajara.  1731. 

Bustillo,  Juan  Ignacio.  Veracruz.  1789. 

Calderón  y  Valdés,  Vicente  Félix;  Regidor  perpetuo  de  Ouerétaro. 
1748. 

Camargo  de  Castejón,  Alonso.  1639. 

Camargo  y  González  de  Legarda,  Luis  de.   1637. 

Cano  Moctezuma  y  Contreras,  Diego  de.  1620. 

Carballido  3' Zurita,  Diego  Manuel;  TenienteAIguacil  Mayor  de  la  San- 
ta Cruzadíi;  Alcalde  ordinario  de  México.  1670. 

Careaga  Sanz  y  de  Urrutia,  Lucas  de.   1707. 

Caso  Ponce  de  León  3'  Sainz,  Baltasar  Antonio.  Chiapas.  1665. 

Castilla,  Luis  de;  Regidor  3'  Alférez  Real  de  la  Ciudad  de  México. 
1538. 

Castilla  y  Laeza,  José;  Capitán;  Alcalde  Ma3'or  de  San  Luis  Potosí. 
1784.   " 

Castillo  y  Mújica,  Manuel  Francisco  del.  1643. 

Castro,  Gaspar  de;  Oidor  de  la  Real  Audiencia  de  México.  1621.  Reci- 
bió el  hábito  en  la  Iglesia  de  Santo  Domingo. 

Ceballos  Gómez  del  Corro,  José  Manuel  de;  Coronel  de  Milicias  Pro- 
vinciales de  la  Villa  de  Córdoba.  1781. 

Cervantes  Casaus  de  Carvajal,  Juan  de.  1619. 

Cervantes,  Leonel;  Comendador,  Conquistador.  1524. 

Cervantes  y  Cervantes,  Juan  de.  1670. 

Cerecedo,  Juan  de;  Contador  de  Tributos.  1689. 

Colina,  Antonio.  1808. 

A.NALEs.  T.  IV.— 27. 


210 

Cortés  Altamirano,  Hernando;  GobernadorA-  Capitán  General  de  Nue- 
va España.  1525. 

Cortés  de  Arellano,  Pedro.  1600. 

Cortés,  Martín;  hijo  del  Conquistador  y  de  Da.  Marina.  1329. 

CosuEL.\  3'  de  Echávarri,  Manuel.  1750. 

CoTER.\  y  Rivascacho,  José  Alariano  Antonio  de  la.  1760. 

Crespo  de  Monroy,  Benito;  Obispo  de  Puebla.  1734. 

Crespo  y  Alvarez,  Francisco  Antonio;  Corregidor  de  México.  Se  cruzó 
en  la  Iglesia  de  San  Agnistín,  en  7  de  Julio  de  1785. 

Cruzat,  Góngora  y  de  Rada,  Fausto;  Sargento  Mayor.  1593. 

Cuevas  y  el  Barrio,  Pedro  de;  Alcalde  ordinario  de  México.  1731. 

Chacón  y  Mójica,  Antonio  Jerónimo  de;  Alcalde  Mayor  de  Santa  'Ma- 
ría, de  los  Lagos.  1703. 

D.ÍVALOS  y  Bracamonte  y  Espinosa  de  los  Monteros,  Alonso  Alejo. 
1699.  Primer  Conde  de  Miravalle. 

DÁVALOS  3'  Bracamonte  3-  Espinosa  de  los  Monteros,  José  .\ntonio  Dio- 
nisio. 1702. 

D.\VALOS  3"  Bracamente  3'  de  Ulíbarri  Guevara,  Pedro  Alonso;  Conde 
de  Aliravalle;  Canciller  3-  Alguíicil  Ma3-or  de  Cruzada.  1699. 

D.ÍYiLA,  Galindo  y  del  Barrio,  Juan.  Puebla.  1683. 

Deza  Ulloa  y  Murcia,  Antonio.  Huejotzingo.  1686. 

DoNGO  3'  Martínez  de  la  Serna,  Carlos  Manuel;  Cadete  de  Reales  Guar- 
dias de  Infantería  Espíiñola.  1760. 

EcHÁv.VRRi,  Francisco  Antonio;  Asesor  de  Cruzada;  Juez  del  Estado  3- 
Marquesado  del  Valle.  1753.  Oidor  de  la  Real  Audiencia  de  México. 

Echavarría  Valera  3'  de  Riofrío,  Juan  de;  Patrón  del  Monasterio  de 
Monjas  de  San  Lorenzo  de  la  Ciudad  de  México.  Recibió  el  hábito 
en  dicho  Convento  el  31  de  Diciembre  de  1652.  En  11  de  Septiembre 
de  1676,  se  declaró  un  fuerte  incendio  en  la  Iglesia  de  San  Agustín, 
y  habiendo  quedado  expuesto  el  Santísimo  Sacramento,  D.  Juan 
extrajo  la  Custodia  de  entre  las  llamas,  por  cu3'o  motivo  mandó  es- 
culpir una  custodia  en  su  casa,  en  la  calle  que  ho3-  lleva  su  nombre  1 

Escal.wte  3-  Mendoza  3' Lainez,  Juan  de;  del  Consejo  de  S.  M.;  Oidor 
de  la  Real  Audiencia  de  México;  Fiscal  del  Crimen.  Recibió  el  hábito 
en  la  Iglesia  de  San  Agustín,  el  30  de  Junio  de  1656. 

Esc.\XDÓx  y  de  Llera,  Alanuel  Ignacio  de;  segundo  Conde  de  Sierragor- 
da.  Querétaro.  1787. 

EscANDÓx  3-  la  Helguera,  José  de;   primer  Conde  de  Sierragorda.  1749. 

EscoRZ.\  3'  Escalante,  Pedro.  1706. 

Espejo  Maldonado,  Diego  de.  1623. 

Espinar  Alarting,  Diego  del;  Capitán  de  Caballos  Corazas.  1652. 

EsTR.^DA  Valdés  3'  Ramírez,  Bartolomé  de;  Contador  AIa3-or.  1665. 

F.\GO.\G.\  3'  delragorri,  Francisco  de;  Apartador  del  oro  de  la  plata.  Se 

1  Véase  «Mé.xico  Viejo  y  .\necdótico,»  por  Luis  González  übregón. 


211 

cruzó  en  la  Iglesia  de  Jesús  María,  el  8  de  Abril  de  1736,  apadrinado 
por  el  Marc(ués  de  Castel-fuerte,  ex-Virrey  del  Pcri^. 

Fajardo  y  Chacón,  Diego.  1607. 

Fernández  de  Castro  de  la  Moneda,  Gaspar;  Oidor  de  la  Real  Audien- 
cia de  Mé.xico.  16+6. 

Fern.índez  de  Jáuregui  y  de  \'illanueva,  Antonio;  Capitán  del  Kcginiien- 
to  de  Caballería  Ligera,  (¿uerétaro.  1779. 

Fernández  de  Villanucva,  Echeverría  y  Vej^tia  _v  Delgado  Carneros, 
Mariano.  174-2. 

Fernández  de  \'illaimeva  y  Linage  y  Veytia,  José;  Señor  de  la  Casa 
de  Veytia,  Oidor  de  la  Real  Audiencia  de  México,  y  Superintenden- 
te de  la  Casa  de  Moneda.  1737. 

Fernández  Molinillo  3'  García  del  Moral,  Francisco;  Secretario  del 
Virreinato.  1728. 

Fernández  Molinillo  3-  García  del  Aloral,  Gabriel;  Capitán  de  la  Real 
Guardia  de  á  caballo  de  México.  1734. 

Fernández  Savaniego,  Juan;  Gobernador  de  Yucatán.  1715. 

FiGUEROA  3'  Silva,  Antonio;  Gobernador  de  Yucatán.  1728. 

Flores  de  Valdés  y  Urrutia,  Agustín  Alfonso  de.  1668. 

Galindo  Quiñones  y  Barrientos,  Francisco;  Oidor  decano  de  la  Audien- 
cia de  Guadalajara.  1759. 

Gallo  3-  de  Pardiñas,  Juan  Ensebio  de;   Castellano  de  Acapulco.  1719. 

García  de   Salcedo  y  García  de  Santa3-ana,  Francisco.  El  Parral.  1695. 

García  de  Salcedo  y  García  de  Santayana,  Manuel.   El  Parral.  1695. 

GÓMEZ  de  Cervantes  Mejía  Altamirano,  Gonzalo.  México.  1670. 

GÓMEZ  de   Cervantes  3'  López,  Gonzalo.  1640. 

GÓMEZ  de   Cervantes   y  López,  Juan.  164-0. 

GÓMEZ  de  la  Cortina,  Joaquín;  Marqués  de  Morante.  184-8.  1 

GÓMEZ  de  la   Cortina,    Pedro.  1818. 

GÓMEZ  de  la   Cortina,   Servando  José;  Conde  de  la  Cortina.  1793. 

Gómez  de  la   Cortina,   Vicente;  Conde  de  la  Cortina.  1816. 

González  de  Echevarri  y  ligarte,  Francisco  Antonio.  1735. 

GoNZ.\LEZ  de  Mendoza  3-  de  Espejo  Guznián,  Diego;  Gentilhombre  dv 
Cámara.  1629. 

Guerrero  y  de  Ángulo,  Pedro.  1623. 

Guevara  Altamirano,  Fernando  de.  Puebla.  1660. 

Guevara  Altamirano  3'  Portocarrero,  Iñigo  de.  Puebla.  1660. 

Gutiérrez  Rubalcava,  Antonio.  1744.  Se  ordenó  en  1754. 

Gutiérrez  Rubín  de  Celis  y  de  los  Ríos,  José  Nicolás.  1743. 

Gutiérrez  Rubín  de  Celis  y  de  los  Ríos,  Juan  Ignacio.  1728. 

Hurtado  de  Mendoza,  Lie.  Pedro.  1697. 

Iglesias  y  Cotillo,  Agustín  de;  Teniente  Coronel  del  Regimiento  de  Mi- 
licias de  México.    1768. 

1  Nació  en  Mé.xico  durante  la  d(ini¡nación  cspañiila,  y  de  familia  mexicana. 


212 

Iturbide,  Juan  Esteban  de;  Gobernador  del  Estado  del  Valle.    1729. 

Jayakes,  Lorenzo;  Teniente  Coronel  de  Artillería.    1755. 

Jiménez  de  los  Cobos  y  del  Sen,  Manuel  José;  Capitán;  Correo  Mayor. 
1708. 

Labastida  y  Yedros,  Pedro  de;  Oidor.    1686. 

Larrea  y  Diez  Ibáñez,  Leandro  José  de.   1768. 

Larrea  y  Palomino,  Juan  Bautista  de.   1689. 

Laso  de  la  Vega  3'  Brito,  Miguel;  Capitán  del  Regimiento  de  España. 
Vera  cruz.  1771. 

Laso  de  la  Vega  y  Brito,  Pedro.   Veracruz.   1771. 

León  y  Luna,  Francisco  de.  1694.  Fué  despojado  del  hábito  en 
1725. 

León  y  Luna,  Gabriel.   1694-. 

Lexarr-AZ  y  de  Monroy,  José  Antonio;  Corregidor  de  Querétaro.  1695. 

López  Adán  3-  González,  Francisco;  Oidor;  del  Consejo  de  S.  M.  1739. 

Manrique,  Jerónimo;  Castellano  de  Acapulco.   1648. 

Martínez  de  Lejarza  y  Vizcaya,  Juan  José;  Capitán  de  Infantería  de 
Valladolid  de  Alichoacán.  Se  cruzó  en  la  Iglesia  de  San  Agustín  de  Va- 
Uadolid,  en  12  de  Junio  de  1785. 

Meaye  y  de  Castillobeitia,  Ambrosio  de;  Capitán  de  Milicias  de  Mé- 
xico.  1768. 

^Medina  y  Picazo,  Francisco  Antonio  de;  Tesorero  de  la  Real  Casa  de  Mo- 
neda.  1680. 

Mejía  Altamirano  Núñez,  Rodrigo  de.    1688. 

Mendinueta  y  de  Garro,  Pedro  Fermín  de;  Teniente  Coronel.  Se  cruzó 
en  el  ConYcnto  del  Carmen  de  San  Ángel,  en  10  de  Agosto  de  1756, 
ñmgiendo  de  Gran  Maestre  D.  Domingo  de  Trespalacios,  3'  de  pa- 
drinos D.  Francisco  de  CháYarri,  D.  Manuel  Cosuela  3-  D.  José  Va- 
lenciano. 

Meneses  Monro3-  3-  Mendoza  Bracamonte  y  Zapata,  Bernardino; 
Conde  dePeñalba;  Alcalde  Ordinario  déla  Ciudad  de  México.  1701. 

Molino  de  Lérida,  Francisco.   1561. 

M0LLINED0  3- VillaYÍcencio,  Tomás  de;  Alcalde  Ma3-or  de  Tehuantepec. 
1782. 

MONTEMAYOR  Y  Prado,  Felipe  de.    1689. 

Mota  y  Portugal,  Antonio  de  la.   1619. 

Nogales  3'  de  Aranda,  Miguel  Ramón  de.  Veracruz.   1687. 

XoRiEGA  y  de  Cobielles,  Melchor  de;  Comisario  de  Guerra.   1780. 

NÚÑEZ  Morquecho,  Diego;  Oidor  de  la  Real  Audiencia  de  México;  Pre- 
sidente de  la  de  Guadalajara. 

Ordaz,  Diego  de;  Conquistador.  Dorantes  de  Carranza  dice  de  él  lo  si- 
guiente:  « Segundo  Procurador  General  que  fué  á  Castilla 

Después  fué  por  Gobernador  al  Río  Marañón,  3-  consiguió  por  sus 
serYÍcios  y  calidad  el  hábito  de  Santiago,  3- este  caballero,  como  ani- 
moso, fué  uno  de  los  que  subieron  á  la  cumbre  del  Yolcán  de  la  Pue- 


213 

bla  (Popocatepetl).»  Más  tarde  se  le  concedió  (|iie  diclio  volcán  figu- 
rara en  su  escudo  de  armas. 

Orejón  y  de  Socis,  Diego;  Corregidor  de  México.    1642. 

Ortega  y  de  Tapia,  Juan  de.    1671. 

Ortiz  de  Cazqueta  y  Ballesteros,  Bartolomé;  Marqués  de  Altamira. 
1687. 

Ortiz  de  Largacha  y  Gómez,  Diego.   Veracruz.  1668. 

OssoRio  Barra  y  de  Valcárcel,  Lorenzo.   1694-. 

OzT.v  y  Múzquiz,  Juan  Casimiro  de.   1782. 

P.\CHECO  de  Córdoba  Bocanegra,  Carlos  de;  Marqués  de  Yillamayor; 
Adelantado  del  Nuevo  Reino  de  Galicia.    1631. 

P.\iiPLON.\  y  Bitrián,  Martín  de.    1726. 

P.\Rini\.\s  Villar  de  Franco  y  Fernández  Franco,  Juan  Isidro.    1680. 

P.VRDO  de  Figvieroa  y  de  Lujan,  Sigonci  y  Recalde,  José;  Capitán  de  las 
Guardias  del  Real  Palacio  de  Aléxico.    1734. 

P.\RDO  de  Nájera,  Isidro;  Contador  del  Tribunal  de  Cuentas.    1728. 

PÉREZ  Gálvez,  Crespo  y  Gómez,  Antonio;  Conde  de  Pérez  Gálvez.  Reci- 
bió el  hábito  en  la  Iglesia  de  San  Agustín,  en  el  año  de  1801,  de  ma- 
nos de  D.  Juan  José  Martínez  de  Lexarza,  siendo  padrinos  de  espue- 
las D.  Antonio  de  Septién  y  D.  Juan  de  Jáuregui,  y  de  espada  el  Mar- 
cjués  de  San  Juan  de  Rayas. 

PoNCE  de  León  3'  Cueto,  Tomás;  Veinticuatro  de  Sevilla.  Puebla.  1677. 

Puente  y  Peña,  Castejón  3-  Salcines,  José  de  la;  Marqués  de  Villapuen- 
te.   1696. 

RÁBAGO  y  Roiz,  José  de;  Contador  Mayor  de  la  Real  Casa  de  Moneda 
de  México.   1756. 

R.\BAGO  y  Terán  3'  Roiz,  Felipe  de;  Capitán  Comandante  del  Real  Pre- 
sidio de  San  Sabá  de  las  Amarillas.    1768. 

Rengel  de  Alcaraz  Paez  Nieto  de  Villegas  y  González  de  Vargas;  pri- 
mer Conde  de  Alcaraz.    1779. 

Retes  \'  Largacha,  José  de;  Apartador  del  oro  de  la  plata.   1681. 

Rincón  Gallardo,  Manuel;  primer  Marqués  de  Guadalupe.   1804. 

Río  DE  Loz.v  y  Gordejuela,  Rodrigo  del;  Conquistador  de  los  indios 
chichimecas;  Gobernador  3'  Capitán  General  de  Nueva  Vizca3^a.  1588. 

RiVADENEYRA  de  Oñatc,  Francisco.   1609. 

Rodríguez  de  Alliuerne  3-  Miranda  de  Albuerne,  Juan;  Marqués  de  Al- 
tamira; del  Consejo  de  S.  M.;  Oidor  de  la  Real  Audiencia  de  México 
3^  Consultor  del  Santo  Oficio.   1751. 

Rodríguez  de  Pedroso  y  Soria,  Antonio;  segundo  Condede  Jala;  Maes- 
trante  de  Sevilla.  1769.  Al  quedar  viudo,  se  ordenó  de  sacerdote  en 
el  Convento  de  Santa  Isabel,  el  5  de  Junio  de  1784. 

Rodríguez  de  Vargas  3- Guerra,  Tomás;  Familiar  del  Santo  Oficio  de 
la  Inquisición.  1720. 

Rodríguez,  Saenz  de  Pedroso,  Manuel;  primer  Conde  de  Jala;  Capitán 
de  Granaderos;  Regidor  peqjetuo  de  México.  1754. 


214 

Rodríguez  y  García  de  Are  llano,  José  Julián;  Capitán  de  Granaderos. 
México. "l769. 

Rodríguez  y  de  Madrid,  Isidro.   1713. 

Rodríguez  y  de  Madrid,  Sebastián.   1713. 

Romero  de  Terreros,  Trebuesto  }•  Dávalos,  José  María  Antonino; 
primer  Marqués  de  San  Cristóbal.  Se  cruzó  en  la  Iglesia  de  San  Agus- 
tín del  Puerto  de  Cádiz,  en  1802. 

Romero  de  Terreros  v  López  de  Peralta  de  Villar  Villamil;  cuarto 
Conde  y  primer  Duque  de  Regla;  Marqués  de  San  Cristóbal;  de  San 
Francisco  y  de  Yillaherraosa  de  Alfaro;  Conde  de  San  Bartolomé  de 
Jala;  Maestrante  de  Sevilla;  Gran  Cruz  de  la  Orden  de  Carlos  III. 
Se  cruzó  en  la  Iglesia  de  las  Comendadoras  de  Santiago  en  Madrid,  á 
31  de  Diciembre  de  1851,  y  profesó  el  22  de  Enero  de  1853  en  la  Igle- 
sia de  San  Jorge  de  Valencia,  i' 

Rubí.v  de  Celis,  Juan  Ignacio;  Cura  de  Santa  María  la  Redonda.  1753. 

Ruiz  de  Morales  y  de  Molina,  Antonio;  Obispo  de  Puebla.  1572. 

Saa yedra  a-  Giráldez;  Teniente  de  Fragata.  Se  cruzó  en  la  Iglesia  de 
Monterrey  el  17  de  Septiembre  de  1796,  á  manos  de  D.  Diego 
de  Bórica  y  Rétegui. 

SÁEXZ  de  Santa  María  3'  Sáenz  Rico,  Ignacio  José.  Veracruz.  1748. 

S.\ENZ  de  Santa  María  y  Sáenz  Rico,  Pedro  José  Ignacio.  \'eracruz. 

Sáez  Izquierdo,  Francisco;  Corregidor  de  México;  Gobernador  de  Yu- 
catán. 1664. 

Salced.\  y  Mejía,  Jerónimo  Magdaleno  de.  Valladolid  de  Michoacán. 
1652. 

SÁNCHEZ  de  Tagle  y  de  la  Campa,  Manuel;  Capitán  del  Regimiento 
Provincial  de  México.  1783. 

S.ÍXCHEZ  de  Tagle  y  González  de  Llano,    Francisco  Antonio.  1729. 

San  Martín  de  Echeverri,  Martín;  Corregidor  de  México.  1659. 

Serrano  Rosales  y  González  Dávila,  Francisco.  1635. 

Silva  Enríquez  3'  Ochoa  de  .Yvila,  Francisco  de.  1630. 

SoLÍs  Mendoza  3'  Cantero,  Femando;  Castellano  de  San  Juan  de  Ulúa. 
1668. 

Su-ÍREZ  de  Sousa,  Femando.  1664. 

Taboada,  Antonio  de;  Alcalde  Ma3-or  de  Soconusco.  1674. 

Ter.ín  de  los  Ríos.  Tomás;  Coronel  de  los  Reales  Ejércitos:  Capitán 
General  de  la  Nueva  Galicia;  Presidente  déla  Real  Audiencia  de  Gua- 
dalajara.  1728. 

Trebuesto  Alvarado,  Pedro  de.  1728 

Trespalacios  y  Escandón,  Domingo  de;  Oidor  de  la  Real  Audiencia  de 
México.  1753. 

Ubill.í  3'  Se,guera.  Miguel  de.  1676. 

1  Nació  en  .\Ié.\ici>  durante  la  dominación  española. 


215 

Ukiiíe,  Castejóu}-  Medrano,  José  Joaquín  de;  Oidor.  1702. 

ITkibe  3^  Castro,  José  de.  Tomó  el  hábito  en  la  Iglesia  de  San  Cosme,  el 
21  de  Noviembre  de  1703.  Fueron  sus  padrinos  Fray  Dietío  de  Ifi 
Cadena,  Provincial  de  San  Agustín,  y  el  Tesorero  Francisco  de  Me- 
dina Picazo:  asistieron  doce  caballeros. 

Urki'ti.\  de  Vergara  y  Flores  de  Valdés,  Antonio  de.  1668. 

Urrutia,  Retes  y  de  Inoriza,  Juan  de;  primer  Marqués  de  la  Villa  de^ 
Villar  del  Águila.  1687. 

Ursúa  Arizmendi,  Martín  de;  Conde  de  Lizárraga;  Gobernador  de  Yu- 
catán. 1621. 

Ursúa  y  de  Elizalde,  Francisco  Jerónimo;  Conde  del  Fresno  de  Ui  Fuen- 
te; Regidor  decano  de  México.  1704-. 

Valc.írcel  y  Formento,  Domingo;  Alcalde  del  Crimen.  Se  cruzó  en  la 
Iglesia  de  Jesús  María,  el  18  de  Octubre  de  1734-. 

Valdés  y  Beltrán,  Fernando.  1651. 

Valdés  y  Beltrán,  García  de;  Conde  de  Mecel  de  Peñalba;  Alcalde  Ma- 
yor de  Puebla;  Gobernador  de  Yucatán.  1658. 

Yaldiyielso  y  Azlor,  Pedro;  Conde  de  San  Pedro  del  Álamo.  1752. 

Valdivielso  y  Villa,  José  Domingo  de;  Capitán  del  Presidio  del  Pasaje. 
1768. 

V.\LENCiANo  y  Aguirre,  José  Manuel.  1752. 

Valenzuela  y  Enciso,  Fernando  de;  Marqués  de  Villasierra.  Vino  á  Mé- 
xico por  haber  caído  en  desgracia  en  la  Corte,  en  donde  había  sido 
favorecido  por  la  Reina  Madre  de  Calos  II.  Se  le  decía:  «El  Duende.» 
1672. 

Velasco  Altamirano,  Nicolás  de.  1613. 

Velasco  y  de  Ircio,  Antonio.  1598. 

Velasco  y  de  Ircio,  Francisco.  1576. 

Velasco  y  Tejada,  Manuel.  1694. 

Velázquez  de  la  Cadena  y   Caballero,  Pedro.  1672. 

YeláZQUEZ  de  la  Cadena  y  de  Orduña,  Diego;  Señor  de  la  Villa  de  Ye- 
cla.  1696. 

VÉLEZ  de  Escalante  y  Pérez  de  Ortegón,  Felipe.  Tomó  el  hábito  en  el 
Oratorio  de  San  Felipe  Neri,   el  29  de  Noviembre  de  1692. 

VÉLEZ  de  Medrano  y  Manso  de  Zúñiga,  Pedro.   1621.  « Llegó  á  Ve- 

racruz  un  navio y  trajo  por  nuevas que  había  llegado  la  flota 

que  despachó  el  Señor  Obispo  Gobernador,  libre  de  las  manos  del 
enemigo  holandés  y  portugués,  en  que  venía  por  General  D.  Pedro 
Vélez  Medrano,  del  hábito  de  Santiago,  General  que  fué  de  la  arma- 
da real  de  barlovento  de  este  reino,  año  de  1646,  persona  que  estuvo 
en  este  reino  en  tiempo  del  Conde  de  Salvatierra,  y  su  mujer  é  hijos 
dejó  en  la  Villa  de  Atlixco,  jurisdicción  de  la  Puebla;  que  habiendo 
pretendido  la  plaza  de  castellano  en  Acapulco,  no  se  la  dieron  y  se 
pasó  al  portugués  y  se  C[uitó  el  hábito  de  Santiago  \'  se  puso  el  de 
Cristo.  Y  así  vino  cédula  de  S.   M.   para  qtie  trajese  á  su  mujer  é  hi- 


216 

jos  á  esta  Ciudad  3-  se  remitiese  á  los  reinos  de  Castilla  con  toda  co- 
modidad.»— Guijo.  Diario  de  Sucesos  Notables. 

Vera  Aceves  3' Mejía,  Juan  de;  Capitán  3' Sargento  Mayor;  Tesorero 
de  la  Real  Casa  de  Moneda.  164-6. 

Verdugo  Guardiola,  Guzmán  y  de  Santa  Cruz,  Luis  de;  Conde  de  la 
Moraleda.  1682. 

Vergara  Urrutia  3'  García  de  Espinaredos,  Antonio  de;  Sargento  Ma- 
3-or  del  Reino.  1644. 

VÉRTiz  3'  Ontañón,  Juan  José  de;  Gobernador  de  Nueva  Vizca3-a.  170S. 

ViLLALBA  y  de  AngT.do,  Juan  de;  Teniente  General  de  los  Reales  Ejérci- 
tos. 1756. 

Villa viCENCio  y  Villavicencio,  Agustín  de;  Oidor  de  la  Real  Audiencia 
de  México.  1641. 

Villegas  3-  de  Sandoval,  Diego.  Pátzcuaro.  1629. 

Vivero  y  Velasco  de  Luna,  Luis.  Cholula.  1624. 

Yandiola  3"  del  Campo,  Juan  José;  Capitán  de  Milicias;  Comandante 
del  Cuerpo  de  Dragones  de  San  Juan  Bautista.  Durango.  1800. 

Yriarte  3-  de  Hualde,  Manuel  de;  Sargento  AIa3-or  de  la  Frontera  del 
Parral.  1706. 

Zaldívar  3-  Diez  de  Mendoza,  Vicente  de;  Maestre  de  Campo.  Zacate- 
cas. 1626. 

Zapata  Alaldonado,  Francisco.  Guadalajara.  1615. 

Zavala  3'  Zavala,  Agustín  de.  Zacatecas.  1625. 

Zurita  3-  de  Heredia,  Pedro  de.  1675. 


ORDEN  DE  CALATRAVA. 

La  Villa  de  Calatrava,  situada  sobre  la  margen  izquierda  del  río 
Guadiana  y  el  castillo  de  su  nombre,  fueron  ganados  á  los  moros,  des- 
pués de  reñidas  luchas,  por  D.  Alfonso  III  en  114-7,  quien  encomendó  su 
defensa  á  los  Caballeros  Templarios.  A  pesar  de  tan  aguerridos  defenso- 
res, difícil  era  para  la  plaza  resistir  al  enemigo  musulmán  que  en  gran- 
des números  acudía  á  asediarla,  y  temiendo  un  desastre,  presentáronse 
los  Templarios  al  Re3'  Don  Sancho  III,  renunciando  el  cargo  C|ue  les  ha- 
bía sido  conferido.  Hallándose  el  Monarca  en  grande  conflicto,  decidió 
mandar  publicar  por  tod  os  sus  dominios  que  el  que  acudiese  á  defender  la 
plaza  3'  castillo  de  Calatrava,  los  obtendría  en  propiedad  para  sí  3'  sus 
sucesores.  Los  únicos  que  respondieron  al  llamamiento  fueron  dos  mon- 
jes cistercienses,  Fra3'  Raimundo  Serra,  Abad  de  Fitero  3-  Fra3'  Diego 
Velázquez,  hidalgo  3-  antiguo  soldado  del  Emperador.  Tanto  disgustó 
al  Re3-que  sólo  acudieran  estos  dos  eclesiásticos,  que  al  principio  se  des- 
entendió de  la  propuesta,  pero  insistiendo  los  monjes,  otorgó  la  escritu- 
ra  de  donación  en  Almazán,  á   1"   de   Enero  de   1158.    Retiñidos  al- 


217 

jíuiios  miles  (le  hombres  (muelu>s  de  los  eualcs  profesaron  en  la  orden 
del  Cister),  marcharon  bajo  el  mando  del  Abad  de  Fitcro  3-  de  Fray 
Die.Lio;  tomaron  posesión  del  castillo  3'  pusiéronle  en  tan  buen  estado 
de  defensa,  que  nada  pudieron  en  contra  de  él  los  musulmanes,  bastando 
los  guerreros  no  sólo  para  guarnecer  la  plaza,  sino  aun  para  extender 
sus  conquistas  á  las  poblaciones  cercanas. 

Quiso  el  abad  establecer  una  orden  militar,  y  consiguió  del  re^'  el 
permiso  necesario,  instituyéndola  en  1158,  bajo  la  reglade  San  Benito 
y  con  el  laudable  fin  de  hacer  la  guerra  á  los  moros  y  defender  la  Fe  de 
Cristo.  Tomó  el  nombre  de  Calatrava,  y  en  26  de  Septiembre  de  1164, 
expidió  el  Papa  Alejandro  III  una  Bula,  aprobándola,  l 

Fué  su  jjrimer  jefe  el  mismo  Fra^-  Raimundo,  conservando  el  dicta- 
do de  abad  hasta  su  muerte,  cuando  fué  cambiado  al  de  Gran  Maestre, 
invistiéndosele  á  Don  García. Tuvo  esta  orden  siete  dignidades:  el  iWaes- 
íre,  el  Lugarteniente  General,  el  Comendador  Mayor  de  Aragón  (ó  de 
Alcañiz),iil  Clavero,  el  Prior  del  Convento  de  Calatrava,  el  Sacristán 
Mayor  y  el  Obrero;  ciento  treinta  encomiendas,  diecisiete  prioratos  y 
cinco  conventos.  Desde  su  primer  Gran  Maestre  gobernaron  treinta, 
hasta  Don  Garci  López  de  Padilla,  á  cuA^a  muerte  pasó  la  Jefatura  de 
la  Orden  á  la  Corona  de  Carlos  V. 

La  Cruz  de  Calatrava  es  ñoreteada  de  gules,  pero  la  primitiva  fué 
de  sable  (negro). 


VIRREYES  DE  NUEVA  ESPAÑA  QUE  VISTIERON 
EL  HÁBITO  DE  CALATRAVA. 

4-2"  D.  Agustín  de  Ahumada  y  Villalón,  Marqués  de  las  Amarillas. 
Comendador  de  la  Reina.  1755-1760. 

45"  D.  Carlos  Francisco  de  Croix,  Marqés  deCroix,  Comendador  de 
Molinos  y  Lagunarota.  1766-1771. 

49"  D.  Bernardo  de  Gálvez,  Conde  Gálvez.  Comendador  de  Bola- 
ños.  1785-1786. 

51"  D.  Manuel  Antonio  Flores,  Comendador  de  Molinos  3'  Laguna- 
rota.  1787-1789. 

52"  D.  Juan  Vicente  de  Güemes  Pacheco  de  Padilla,  2°  Conde  de  Re- 
villagigedo.  Comendador  de  Peña  de  Martos.  1789—1794. 

53"  D.  Migviel  de  la  GrúaTalamanca  y  Branciforte,  Marqués  de  Bran- 
ciforte.  Grande  de  España,  Comendador  de  Torres  y  Cancna.  1794— 
1798. 

59"  D.  Francisco  Javier  Venegas  de  Saavedra.  1810-1813. 

61"  D.  Juan  Ruiz  de  Apodaca,  Conde  del  Venadito,  Comendador  de 

Ballaga  y  Alganga.  1816-1821. 

1  En  1540  conmutó  Paulo  III  el  voto  de  castidad  absoluta  porel  de  castidad  conyu- 
gal. 

AxAi-Ks.  T.  IV.— 28. 


218 


CABALLEROS. 

Aguirke  Negro  3- Estrada  Martínez  deMaturana  \'  Estrada,  José  Fran- 
cisco de;  Oidor  de  la  Real  Audiencia  de  Aléxico.  1734. 

Aller  Díaz  Ingnanzo,  Pedro  Alonso;  ^Marqués  de  Santa  Cruz  de  In- 
guanzo.  1800. 

Arandia  y  Santiesteban,  Ibáñez  Echeverría  y  Alberro,  Pedro  Manuel 
de.  1750. 

ArÍstegui,  Pedro  Ignacio  de.  17SS. 

Arredondo  y  Mioño,   Pelegrín  y  Bustamante,  Joaciuín.  1796. 

Alvarez  Serrano  y  Bernardo  de  Ouirós  Blasmontc  yRasjel,  Fernando. 
1651. 

Azoca,  Femandode.  Recibió  el  hábito  el  20  de  Enero  de  1653,  en  el  Con. 
vento  de  San  Francisco.  1675. 

Becerra,  Francisco.  1675. 

Bena vides  Ponce  de  León  Alanrique  de  Artcaga  y  Salvago,  Luis  de. 
1624. 

BÉRTiz  3'  Salcedo,  Juan  José  de.  Alérida.  1760. 

Biempica,  Salvador;  Obispo  de  Puebla. 

Brexa  V  Negrete  Cano  de  la  Peña,  Manuel  Francisco  de  la.  1799. 

Bruna,  Bartolomé;  Alcalde  del  Crimen.  1756. 

Busto  3^  Mo\'a,  Jerez  y  Ocampo,  Francisco  Matías  de;  Mangues  de  San 
Clemente.  Guanajuato.  1738. 

Campa,  Juan  Alonso  de  la.  1752. 

Canal,  Manuel  Tomás  de  la.  San  Miguel  el  Grande.  1731. 

Canales  Gacio  Barbera  3-  Cabestan3-,  Francisco.  Tomó  el  háljito  en  la 
Iglesia  de  Monserrate  el  13  de  Noviembre  de  1692. 

Canseco  Ponce  de  León,  Manrique  de  Arteaga  3-  Salvago,  Francisco. 
1618.  Entró  en  la  Compañía  de  Jesús  antes  de  despachársele  el  há- 
bito 3'  murió  en  ella. 

Ceballos  Villegas  Bustamante  y  Sais,  Diego  de.   1698. 

Cortés  Hermosilla  Pizarro3-  Pizarro,  Luis,  hijo  natural  del  Conquista- 
dor. 1545. 

Cossío,  Toribio  de;  Marqués  de  Torre  de  Campo.  1714. 

Diez  de  la  Mora,  Aligucl;  Corregidor  de  México.  1728 

Estrada  3-  Xiño  de  Castro,  Ramírez  Jove  3-  Córdoba,  Felipe  de.  1702. 

Fernández  de  Jáuregui  3"  Urrutia,  Sebastián.  Ouerétaro.    1755. 

Fern.vndez  de  la  Madrid,  Luis  Manuel;  Gentilhombre  de  Boca;  Oi- 
dor de  la  Real  Audiencia  de  Aléxico.  1724. 

Fernández  de  Otañes  3-  Otañes  Cuesta  3-  Pucheta,  Fre3-  Andrés.  Pue- 
bla. 1765.  Como,  según  las  definiciones  de  la  Orden,  los  caballeros 
profesos  podían  anteponer  á  sus  nombres  el  dictado  de  ((Fre3',))  elevó 
un  escrito  al  Rey  Carlos  III,  de  quien  obtuvo  Cédula  fechada  en  Aran- 
juez  á  3  de  Mavo  de  1783,  confirmándolo  en  el  uso  de  dicho  dictado 


2t9 

que  no  abandonójamás.  Publicó  un  formulario  de  las  ceremonias  pa- 
ra la  toma  de  Hábito  de  Calatrava.  i 

Frrxáxdkz  de  Santa  Cruz  y  de  Cantabrán,  Guión  de  Colmenares  3' 
Sáenz  de  Yillanueva,  Joaquín  Manuel;  Alarqués  de  Buenavista.  To- 
mó el  hábito  en  el  Oratorio  de  San  Felipe  Neri  el  2  de  Octubre  de... 
1700. 

Flores  de  \'íildcs,  Antonio  Alonso;  Capitán  del  Batallón  de  Méxi- 
co. 1G46. 

GoNZ.vLiíZ  del  Campillo  y  Alvarez  Rubín  de  Noriega  y  Bear,  Agustín; 
Capitán  del  Keginiiento  fijo  de  Guanajuíito.  Tomó  el  hábito  en  la 
Iglesia  de  Monserrate  de  México,  fungiendo  de  Gran  Maestre  D. 
Joaquín  de  Arredondo,  de  Freile  el  Prior  de  San  Benito,  Fray  Miguel 
Ruiz,  y  de  padrino  D.  Manuel  Francisco  déla  Breña  y  Negrete;  27 
de  Junio  de  1804. 

GoNZ.ÍLEZ  de  Cossío  3-  de  la  Herrán,  Gómez  de  Linares  y  de  la  Herrán, 
Juan  Manuel;  primer  Conde  de  Torre  Cossío.  1767. 

GoRRÁEZ  Beaumont  yBuitrago,  Liñán  y  Benedi,  Francisco  de.  1649. 

Hoyo  y  Azoca  y  Serrano  de  Rosales  y  de  Avila,  Francisco  de.  1000. 

JÁUREGUi,  José  de.  Se  cruzó  en  la  Iglesia  de  Monserrate  en  Abril  de 
1754. 

Jiménez  de  Bohorquez  y  Dávila,  Velázquez  y  Gaviria,  Juan.  Mérida. 
1662. 

Lanzagorta  y  Landeta  Urtusaústegui  y  Saravia,  Francisco  Anto- 
nio de. 

Lanzac.orta  y  Landeta,  l'rancisco  de.  En  ()ctul)re  de  1752  recibió  el 
hábitcj  junto  con  el  anterior,  su  padre,  en  la  Parroquia  de  San  Mi- 
guel el  Grande,  fungiendo  de  Maestre  D.  Juan  Alonso  de  la  Campa, 
y  de  padrinos  el  Alférez  Real  D.  Francisco  de  Landeta  y  D.  José  de 
la  Campa. 

Lr.N.v  y  Arias,  Mariscal  3'  Corleto,  Francisco  Mateo  de;  Contador  del 
Real  Tribunal  de  Cuentas.  Guadalajara.  1710. 

LuY.\NDO  y  Camacho  Jania  3^  Arroniaquirós,  Luis  Miguel  de;  Regidor 
perpetuo  de  la  ciudad  de  México.  169S. 

Llano,  José  Alariano;  Corregidor  de  Oaxaca.  1784. 

Madrazo  Escalera,  Rueda  y  González  Valdivielso,  Diego.  1689. 

Malo  de  Villavicencio  Salas  3-  Arias,  Pedro;  Oidor  decano  de  la  Real 
Audiencia  de  Aléxico.  1709. 

1  Formulario  |  Manual  |  de  las  Ceremonias  |  que  se  practican  para  recibir  el  Aljito  de  | 
la  Ínclita  Militar  Orden  |  de  Calatrava,  |  aprobada  y  confirmada  |  Por  la  Santidad  de 
Alejandro  tercero,  |  en  veinte  y  cinco  de  Septiembre  de  |  mil  ciento  sesenta  y  cuatro,  |  ba- 
xo  la  re^la  del  Patriarca  |  Señor  San  Benito,  I  Y  las  que  corresponden  á  su  Pofesión.  | 
Sacadas  |  del  Libro  de  las  Definiciones  |  de  dicha  Orden,  |  Conforme  al  Capítulo  General 
celebrado  |  en  Madrid  el  año  de  mil  seiscientos  |  cincuenta  y  dos.  |  Impreso  en  la  Puebla 
de  losAnu;eles,  |  en  la  Oficina  de  Don  Pedro  de  la  Rosa.  I  Año  de  1783.  |  — Un  volumen  en 
8vo.  con  XX  páginas  preliminares  y  119  de  texto,  y  una  lámina  con  el  retrato  de  Car- 
los III. 


220 

Manrique  de  Lara  y  Manrique  de  Aguayo  y  Bazán,  Sabiniano;  Caste- 
llano de  Acapulco.  1631. 

Martínez  de  Aguirre,  Munárriz  y  Fuentes,  Jwaii  Jacinto.  Recibió  el 
hábito  el  20  de  Julio  de  175-i,  en  el  Santuario  de  Guadalupe,  de  ma- 
nos del  Prior  de  Monserrate,  Fray  Ramiro  González.  Fungió  de  Gran 
Maestre  D.  José  Rodríguez  del  Toro,  y  fueron  padrinos  D.  Juan  Vi- 
cente Güenies,  hijo  del  Virrey,  y  los  Marqueses  de  Torres  de  Rada  y 
San  Miguel  de  Aguayo. 

MiCHAUS  y  Aspíroz,  López  de  Cestoa  y  Ecliarri,  Martín  Ángel  de;  Sar- 
gento Mayor  del  Regimiento  de  Infantería  del  Comercio  de  México. 
1819. 

MoNSALYE  y  Monsalve,  Córdoba  y  Bazán  de  Albornoz,  Francisco  An- 
tonio de.  1655. 

MoNTEiRDE  y  Antillón,  Luis  de.  1720. 

Moscoso  y  Cortés,  Córdova  y  Vela.sco  y  Bravo  de  Saravia,  Jaeintode; 
Alcalde  de  México.  1670. 

Pablo  Fernández  y  Arteaga,  Fernández  y  Mexía  de  Vera,  Francisco 
Marcelo;  primer  Marqués  de  Prado  Alegre.  1768. 

Padilla  3'  Estrada  Gómez  de  Arratia  y  Niño  de  Castro,  José  Gregorio 
de;  tercer  Marqués  de  Santa  Fe  de  Guardiola.  174-1. 

Padilla,  Gómez  de  Arratia  Guardiola  y  Guzmán  Meira  y  Cisneros, 
Juan  Ildefonso  de;  segundo  Marqués  de  Guardiola.  1691. 

Padilla  y  Guardiola,  Castrejón  y  Guzmán,  Juan  de;  primer  Marqués 
de  Guardiola.  1682. 

Pardo  de  Lago  y  Medrano,  Altamirano  3-  Correa  de  Silva,  Jeróninu) 
Andrés.  1718. 

Patino,  José.  1728. 

Peña  y  Salcines  Tazón  y  San  Cipriano,  Francisco  de  la.  1688. 

Porras,  José  de.  1790. 

Rad.\,  José  de;  Marqués  de  las  Torres  de  Rada,  Gran  Canciller  de  Nue- 
va España.  1753. 

R1AÑ0  y  Barcena  de  los  Cuetos  y  Velarde,  Juan  Antonio  de;  Intendente 
de  Guanajuato.  1797. 

Rivaguda  3"  Encío  Ojeda  3'  San  Vicente,  Alvaro  de;  Alcalde  Mayor  de 
San  Miguel  el  Grande;  Gobernador  de  Campeche.  1690. 

Rodríguez  de  Medina  3-  Monel,  Estrada  y  Sandier,  Alonso  Ignacio. 
1666. 

Rodríguez  del  Toro  é  Isturiz  Heredia  3' Guerra,  José;  Oidor  de  la  Real 
Audiencia  de  México.  Tomó  el  hábito  el  8  de  Febi'ero  de  1753,  en  la 
Iglesia  de  las  Capuchinas,  fungiendo  de  Gran  Maestre  el  Marqués 
de  las  Torres  de  Rada. 

Rojas  3-  Mejía  de  Sandoval,  Vírues  3-  Morquecho,  Juan  de.  1667. 

Romero  de  Terreros,  I'edro;  ])rimer  Conde  de  Regla;  fundador  del 
Monte  de  Piedad.  1752. 

Ruiz  de  Zavala  y  Gordejuela,  Sáez  de  Alalia  3'  Lois,  Juan.  1680. 


221 

SÁENZ  (le  Santa  María  _v  (tÍI,  Prudencio  y  Sáenz  de  Santa  María,  An- 
tonio, Jalajia.  1798. 

Samanikc.o  del  Castillo  Tazóny  IJanta,  Manuel  de;  Conde  de  Sama- 
niejio  del  Castillo;  Cajjitán  de  Dra.Líones  de  Sierra Li'ord a.  1819. 

Samanieoo  3"  Pacheco  de  Foumeau  y  de  Rivera,  Carlos  de;  Alcalde  de 
México  en  1703. 

S.í.NCHKZ  de  Tagle  y  Pérez  de  Bustamante  de  la  Rasa  y  Pérez  de  Cas- 
tro, Pedro.  1695. 

Sandoyal  y  Castro,  Garcitello;  .Mealde  Mayor  de  Chalco.  165-1. 

Septiéx  y  Castillo,  Antonio;  Capitán  de  Caballería  provincial  de  üuc- 
rétaró.  1784. 

SoLÍs  Barrasa  y  Quiñones  Ulloa  Ordvn'ia  y  Vázquez  de  Ulloa,  Francisco 
de.  1619. 

SuÁREZ  Muñoz,  Manuel;  Alcalde  de  Corte.  1695. 

Valc.\rcel  y  Altamirano  Baquerizo  y  Gorráez,  Antonio.  1762. 

Yaldiyielso  y  de  Echeverz,  Azlor  3-  Mier,  José  Francisco  de.  1745. 

Valdiyielso  y  Tagle,  Pedro  Hermenegildo  de.  1734. 

Villar  Villamil  Trelles  Omaña  y  Villademoros,  Fernando  Antonio 
de;  Teniente  de  Capitán  Genei-al  y  Gobernador  de  las  Costas  del 
Mar  del  Sur.  1713. 

Villar  Villamil  3-  Primo,  Alvarado  y  Villanueva,  José;  Teniente  de 
Granaderos.  Tomó  el  hábito  en  la  Parroquia  de  Tacuba,  el  10 
de  Agostodel802;  fungió  de  Freile  el  Abad  de  Monserrate,  de  Gran 
Maestre  el  Marqxiés  de  Santa  Ci-uz  de  Inguanzo,  3'  de  padrinos:  D. 
Agvistín  de  Breña,  D.  Pedro  Ignacio  Arístegui,  D.  Joaquín  Benito  de 
Medina  y  Torres  y  D.  Esteban  González  de  Cossío. 


ORDEN  DE  ALCÁNTARA. 

Don  Suero  3-  Don  Gómez  Fernández  Barrientos,  hermanos  nobles  de 
Salamanca,  instigados  por  un  anciano  ermitaño,  decidieron,  junto  con 
otros  caballeros,  construir  una  fortaleza  en  el  lugar  de  San  Julián  de 
Pereiro,  sobre  las  márgenes  del  río  Coa  3'  á  diez  millas  de  distíincia 
de  Ciudad  Rodrigo,  con  el  objeto  de  defender  aquel  territorio  de  las  co- 
rrerías de  los  moros.  Quisieron,  para  tal  efecto,  constituirse  en  Orden  Mi- 
litar, 3'  Don  Ordoño,  Obispo  de  Salamanca,  á  quien  acudieron  para  que 
los  aprobase,  les  envió  alg"unos  monjes  del  Cister  para  que  los  instru- 
3'esen  y  cuidasen  en  sus  necesidades  espirituales.  Adoptaron  la  mencio- 
nada regla,  3-  observándolos  tres  votos,  de  castidad,  pobreza  y  obedien- 
cia, mortificábanse  con  a3-unos  y  otras  penitencias.  Aprobada  la  orden 
por  Alfonso  IX  de  León,  y  valiéndose  del  mencionado  obispo,  obtuvie- 
ron los  Caballeros  de  San  Julián  ele  Pereiro  (pues  así  se  les  llamaba)  la 
confirmación  de  ella,  por  Bula  de  Alejandro  III,  en  29  de  Diciembre 
de  1177. 


222 

No  conviniendo  á  los  caballeros  de  Calatrava  seguir  custodiando 
el  castillo  3' lugar  de  Alcántara,  que  algún  tiempo  antes  ganaran  ba- 
jo el  gobierno  del  Gran  Maestre  D.  Martín  Fernández  de  Quintana, 
ofrecieron  la  plaza  en  1218  á  los  Caballeros  de  San  Jvilián,  teniendo  en 
cuenta  la  identidad  de  regla  y  objeto  de  ambas  instituciones.  Aceptá- 
ronla éstos  de  bvien  grado  3-  cambiaron  su  nombre  primitivo  porel  de 
Alcántara,  pero  por  el  convenio  que  para  esto  se  hizo,  quedaron  en  cier- 
to modo  sujetos  á  los  caballeros  de  Calatrava. 

Tuvo  treinta  y  siete  Grandes  Maestres,  siendo  el  último  D.  Juan 
de  Zúñiga. 

Dos  son  sus  dignidades:  Comendador  Mayor  y  Clavero;  y  su  cruz 
(en  lo  antiguo  llana  de  sable)  es  floreteada  de  sinoplc  (verde),  de  igual 
forma  r|ue  la  de  Calatrava. 


VIRREYES  DE  NUEVA  ESPAÑA  QUE  VISTIERON 
EL  HÁBITO  DE  ALCÁNTARA. 

21°  D.  Luis  Enríquez  de  Guzmán,  Conde  de  Alba  de  Liste,  Mar- 
qués de  Villaflor.  1650—1653. 

25'='  D.  Antonio  Sebastián  de  Toledo,  Marqués  de  Mancera.  1664 
-1673. 

29"  D.  Melchor  Portocarrero,  Lasso  de  la  Vega,  Conde  de  la  Mon- 
clova.  1686-1688. 

30°  D.  Gaspar  de  Sandoval,  Silva  y  Mendoza,  Conde  de  Galve. 
1688-1696. 

37"  D.  Juan  de  Acuña,  Marqués  de  Casafuerte,  Comendador  de 
Adelfa.  1722-1734. 

40"  D.  Pedro  Cebrián  3^^  Agustín,  Conde  de  Fuenclara,  Comendador 
de  las  Pueblas.  1742-1746. 

47"^  D.  Martín  de  Mayorga.  1779-1783. 


CABALLEROS. 

Alcega,  Ibargoen  3-  Alcega,  Alza3'aga  3-  Alquiza,  Luis  de.  16U4. 

Altamirano  3'  Castilla,  Altamirano  y  Sosa,  José.  1626. 

Azoca,  Francisco  de.  1650. 

Bañuelos,  Carrillo  3-  Peñalosa,  de  la  Cerda  3-  Vivero  Tarsis,  Jerónimo; 

Regidor  de  México.  1648. 
Bonayía  y  Zapata,  Bernardo;  Comendador  de  Betundeira.   Durango. 

1800. ' 
Campa  Cos  y  Cos  Sánchez  de  Cos  3'  Sánchez  de  la  Garzada,  Femando 

de;  Coronel;  primer  Conde  de  San  Mateo  de  Valparaíso.  1725. 


223 

CoNTKicuAS  y  Torres,  Gucrnici  Ayala  y  E,u'ninc),  Juan  de;  Oidor  de  la 

Real  Audiencia  de  México.  1666. 
Cortés  y  Arellaiio,  Zúñij^a  y  Arellano,  Jerónimo.  1590. 
Fekn.índkz  de  Careaba  y  Rodríguez  García  y  Fernández  de  la  Mata, 

Manuel;  Capitán  de  Caballería.   Tomó  el  hábito  el  29  de  Junio  de 

1804,  en  la  Iglesia  de  Monserrate,  fungiendo  de  Gran  Maestre  D. 

Benito  de  Medina  y  Torres,  y  siendo  sus  padrinos  D.    Esteban 

González  de  Cosío  y  D.  Francisco  de  la  Breña. 
FoNCEKKAüA  y  Ulíbarri,  Montano  y  Hurtado  de  Mendoza,  José  Ber- 
nardo de;  Capitán  de  Milicias  3'  Alférez  del  Ayuntamiento  de  \'a- 

Uadolid  de  Alichoacán.  1791. 
FoNSECA,  Juan  de.  1659. 
Gil  y  Sáenz  de  Santa  María  López  Sáenz  Rico  y  Monterdede  Antillón, 

Juan  José;  Alférez  del  Regimiento  de  Reales  Guardias  de  Infantería 

Española.  Yeracruz.  1798. 
González  de  Cosío,  Esteban.  1788. 
Hoyuela  y  Cabrera  González  Serna  y  Ayala,  José  Julián  de  la;  Capitán 

del  Regimiento  de  Infantería  del  Príncipe.  1775. 
Larrea,  Juan  de.  1692. 

Larrea,  Luis  de.  Este  y  el  anterior  tomaron  el  hábito  el  día  3  de  No- 
viembre de   1692  en   la  Capilla  de  Aranzazu  del  Convento  de   San 

Francisco,  apadrinándolos  el  Virrey  Conde  de  Galve. 
Lobo  y  García  de  Campos,  Candiani  y  Arraido,  Manuel;   Teniente  de 

Navio  de  la  Real  Armada.  Jalapa.  1802. 
Luna  y  Arellano,  Tristán  de;  Mariscal  de  Castilla;  Señor  de  Siria  y  Bo- 

robia.  Fué  nombrado  Gobernador  de  la  Jamaica,  pero  no  habiendo 

aceptado,  se  le  desterró.  Puebla.  16-42. 
LuYANDü  Bermeo  3' Camaeho  Jania,  Camachojania  y  Arroniaquirós, 

Juan  Bautista  de;  primer  Marqués  de  Salvatierra.  1679. 
Medina  y  Torres  de  la  Cruz  Saravia  3-  Maldonado,  Joac[uín  Benito  de; 

Capitán  del  Regimiento  de  Infantería  Provincial  de  México.  Tomó 

el  hábito  en  30  de  Agosto  de  1786,  en  la  Iglesia  de  Monserrate. 
Medina  y  Torres  de  la  Cruz  Saravia  y  Maldonado,  Francisco  Antonio 

de.  México.  1761. 
Medina  3'  Torres  de  la  Cruz  Saravia  3'  Maldonado.  Juan  María  de. 

1761. 
MoNSALYE  3'  Bazán  de  Albornoz,  Armendáriz  3^  Alljornoz,  Francisco 

de.  México.  1639. 
MoNTE.vc.UDO  y  \'aliente  Cros  y  Escribano,  López  Ortiz  Jiménez  de   \'i- 

llarreal,  Nicolás  de;  Capitán  del  Regimiento  ñjo  de  México.  1792. 
Nogales  Dávila,  Pedro;  Obispo  de  Puebla.  1708. 
Pedreguera  3'  Morales,  Obregón  3'  A3'ala,  Manuel  José  de  la;  Guardia 

de  Corps  de  la   Compañía  Americana;    Marqués  consorte  de  San 

Francisco.  Jalapa.  1804. 
Peña  3'  Rueda  Salcines  y  Esquivel,  Andrés  de  la.  1693. 


224 

Ramírez  3-  Vaklés  Menéndez  y  Valdés,  Alonso;  Corregidor  de  México; 
Alcalde  Mayor  de  Soconusco.   1663. 

Retes  3'  Largacha  Salazar  Largacha  3'  Salazar,  Domingo  de;  Mar- 
qués de  San  Jorge.  1690. 

SÁNCHEZ  de  Tagle  3^  Valdivielso,  Pérez  de  Bustamante  3^  Mier,  Fran- 
cisco. 1745. 

Tello  de  Guzmán  3-  Valdés,  Alaldonado  3-  Cervantes,  Francisco.  1632. 

Trebuesto,  Alvarado  3^  Velasco,  Pedro  de;  Conde  de  Miravalle.  1713. 

Ursúa  Monarres,  Francisco;  Conde  del  Fresno  de  la  Fuente.  Diólc  el 
hábito  el  Yirre3'  Conde  de  Galve  en  la  Iglesia  de  San  José  de  Gracia, 
á  19  de  Octubre  de  1689. 

Urrutia  3'  Arana  Pérez  de  Inoriza  3-  Chávarri,  Juan  Antonio  de;  Mar- 
qués de  la  Villa  del  Villar  del  Águila.  1698. 

Valdivielso  3'  Sánchez  de  Tagle,  Mier  3'  Pérez  de  Bustamante,  Fran- 
cisco Manuel  de.  174-5. 


ORDEN  DE  MONTESA. 

Al  extinguirse  la  orden  de  los  Templarios  por  Clemente  V,  ordenóse 
que  sus  propiedades  pasaran  á  poder  de  la  de  San  Juande  Jerusalén,  3- 
dicha  medida  empezaba  á  cumplirse  en  España,  cuando  Jaime  II  de 
Aragón  pretendió  que  los  bienes  3'  rentas  de  los  primeros  le  fueran  ce- 
didos para  una  orden  que  deseaba  fundar,  con  el  objeto  de  defender  á 
sus  vasallos  de  las  correrías  de  los  moros.  No  quiso  acceder  el  Papa 
Clemente,  pero  sí  su  sucesor  Juan  XXII,  3-  en  seguida  reunió  el  Monar- 
ca aragonés  á  lo  más  florido  de  su  reino  3'  cjuedó  instituida  la  orden, 
cjiíe  aunque  había  de  seguir  la  regla  de  Calatrava  3-  gozar  de  las  pro- 
piedades que  ésta  tenía  en  Aragón,  adoptó  el  nombre  de  Santa  María  de 
Mantesa,  por  llamarse  así  la  villa  en  donde  quedó  establecida  su  ca- 
becera. 

Tropezó  con  algunas  dificultades  debido  á  la  demora  del  Maestre 
de  Calatrava  en  armar  á  los  neófitos  caballeros  Montesanos,  pero  al 
fin  quedó  instituida  3'  nombróse  á  D.  Guillen  de  Eril  como  su  primer 
Gran  Maestre. 

Aprobáronse  sus  constituciones  por  Clemente  VII,  3^  en  24  de  Abril 
de  1400  se  unió  á  la  orden  de  San  Jorge  de  AJíama,  cu3-o  origen  fué  el 
siguiente: 

En  21  de  Septiembre  de  1201,  el  Re3'  D.  Pedro  II  de  Aragón  hizo 
donación  de  la  fortaleza  3^  monasterio  de  Alfama,  situada  á  cinco  le- 
guas de  Tortosa,  en  el  Principado  de  Cataluña,  á  D.  Juan  de  Almena- 
ra 3^  otros  caballeros  para  que,  además  de  hacer  la  guerra  á  los  infie- 
les, se  rindiese  culto  á  San  Jorge.  Profesaron  los  caballeros  la  regla  de 
San  Agustín,  con  algunas  modificaciones,  3-  aprobáronse  los  estatutos 
respectivos  por  Gregorio  I,  en  15  de  Ma3'o  de   1373.  El  que  primero 


225 

ejerció  el  Gran  Maestrazjío  fué  el  citado  Almenara,  caballero  catalán, 
y  después  de  él  hubo  nueve  hasta  D.  Fr.  Francisco  Kipollés,  en  cuyo 
tiempo  yá  instancias  del  Re^-  Martín,  quien  veíamu}-  próxima  la  ruina 
de  la  orden  por  lo  relajado  de  sus  costumbres,  unióse  á  la  de  Montesa 
por  Bula  de  Benedicto  III. 

No  se  incorporó  la  Orden  de  Montesa  á  la  Corona  hasta  el  reinjido 
de  Felipe  II,  ciuien  obtuvo  parfi  ello  Bula  de  Sixto  V,  dada  en  Roma  á 
15  de  Marzo  de  1587. 

Sus  divinidades  son:  el  Comendador  Mayor  de  Peñíscola,  el  Obrero 
V  los  Albaceas,  á  quienes  antiguamente  correspondíala  administración 
de  los  bienes  de  los  freires  difuntos. 

Usaban  en  un  principio  los  caballeros  de  Montesa  la  cruz  primitiva 
deCalatrava,  es  áecir,  fíordelisada  de  sable;  pero  al  efectuarse  la  unión 
con  la  Orden  de  San  Jorge  de  Alfama,  adoptaron,  con  autorización  apos- 
tólica, la  de  este  Santo,  ]lana  y  de  ffules. 


VIRREY  DE  NUEVA  ESPAÑA  QUE  VISTIÓ 
EL  HÁBITO  DE  MONTESA. 

44"  D.  Joaquín  de   Monserrat,  Marqués  de  Cruillas;  Comendador 
de  Monrov  v  Burriano  v  Bailío  de  Sueca.  1760-1766. 


CABALLEROS. 

GÓMEZ  de  la  Cortina  3-  Gómez  de  la  Cortina,  José  Justo;  Ser.  Con- 
de de  la  Cortina;  Marqués  de  Moncalvo;  Conde  de  Castro;  Barón  de 
Preol  y  Balbere.  1828. 

Gutiérrez  de  Terán  3-  González,  Tomás;  Guardia  de  Corps  de  la  Com- 
pañía Americana.  1802 

JiME.N'o  3-  Cantalapiedra,  Francisco  de  Paula;  .\lcalde  Ma3-or  de  Teo- 
titlán  del  Camino.  Oaxaca.  1779. 

Lobo  y  García  de  Campos,  Jerónimo;  Capitán  del  Regimiento  de  Ma- 
ría Luisa.  Jalapa.  1804. 

Mo.\'SERR.\T  3'  Acuña,  D.  Manuel.  Fué  armado  por  su  padre  el  Mar- 
qués de  Cruillas,  Virre3',  en  el  Real  Palacio  de  México,  el  22  de 
Marzo  de  1761. 

Vidal,  Abarca  3-  Balda,  Antonio;  Gobernador,  Capitán  General  3'  Pre- 
sidente de  la  Audiencia  de  Guadalajara. 


.\.SALES.  T.  IV.— 29. 


22Ó 


ORDEN  DE  SAN  JUAX  DE  JERUSALÉX,  Ó  DE  MALTA. 

Corría  el  año  de  1048,  cuando  unos  mercaderes  de  Amalfi,  estableci- 
dos en  la  Ciudad  Santa,  obtuvieron  permiso  del  Califa  de  Egipto  para 
erigir  una  capilla  3-  hospital  con  el  objeto  de  auxiliar  á  los  peregrinos 
enfermos  ó  necesitados.  Escogieron  por  patrón  á  San  Juan  Bautista 
y  encomendaron  la  naciente  institución  al  cuidado  deunosmonjes,  quie- 
nes pronto  concjuistaron  el  honroso  nombre  de  hospitalarios,  y  presta- 
ron tan  buenos  servicios,  que  al  subir  Godofredo  de  Bouillon  al  trono  de 
Jerusalén,  obsequió  con  largueza  ásu  Prior  Fray  Fierre  Gerard  deTung. 

Habiendo  decidido,  además  de  observar  los  tres  votos  ordinarios, 
cuidar  á  los  peregrinos  y  acudir  en  defensa  de  la  Iglesia  combatiendo 
á  los  infieles,  asumió  la  institución  el  carácter  de  orden  religioso— mili- 
tar, bajo  la  regla  de  San  Agustín,  y  fué  aprobada  por  el  Fapa  Pascual 
II  en  1113  y  confirmada,  cinco  años  más  tarde,  por  Calixto  11. 

Adoptaron  por  bandera  una  cruz  blanca  en  camporojo,y  hasta  hoy 
la  acuartela  el  Gran  Maestre  con  sus  armas  de  familia. 

Aunque  Gerard  sólo  se  denominara  Rector,  su  sucesor  Raimundo  de 
Podio  adoptó  el  dictado  de  Maestre,  y  bajo  su  gobierno  se  inició  aque- 
lla serie  de  eminentes  servicios  de  los  hospitalarios,  que  tanto  contribu- 
veron  al  engrandecimiento  de  los  cristianos  en  Oriente,  y  que  fueron  re- 
compensados por  príncipes  y  reyes  con  valiosísimos  dones  y  mercedes 
de  tierras.  Al  caer  Jerusalén  en  poder  de  Solimán,  en  1188,  trasladóse 
el  Gran  Maestrazgo  (pues  Rogelio  des  Moulins  adoptara  el  título  de 
Gran  Maestre  del  Santo  Hospital  de  San  Juan  de  Jerusalén)  á  San  Juan 
de  Acre,  que  á  su  vez  ca^'ó  en  1295,  viéndose  los  caballeros  obligados  á 
refugiarse  en  Limisol,  en  Chipre;  pero  no  habiendo  podido  ponerse  de 
acuerdo  con  el  Rey  de  aquella  Isla,  emprendieron  y  efectuaron  la  con- 
quista de  Rodas,  bajo  el  mando  del  Gran  Maestre  Villaret  en  1308.  Allí 
permanecieron  más  de  dos  siglos,  y  contuvieron  repetidas  veces  el  em- 
puje de  los  turcos  y  sarracenos,  resistiendo  el  memorable  sitio  de  1480, 
\-  haciendo  el  nombre  de  los  «Caballeros  de  Rodas))  universalmente  res- 
petado. Cayó,  por  fin,  la  heroica  Isla  en  poder  de  Solimán  en  1523  y 
se  refugió  el  Gran  Maestrazgo  en  Candía  y  otros  puntos  de  Italia,  has- 
ta el  año  de  1530,  cuando  el  Emperador  Carlos  V  les  cedió  la  Isla  de 
Malta,  con  la  condición  de  que  habían  de  hacer  la  guerra  á  los  musul- 
manes, y,  en  caso  de  recuperar  Rodas,  devolverla  á  él  ó  á  sus  sucesores. 
Desde  entonces  fueron  conocidos  los  Caballeros  de  San  Juan  con  el  alias 
vde Malta. ^i  que substitu^-eron  al  «de  Rodas.»  y  continuaron  sus  glorio- 
sos hechos  de  armas  contra  los  infieles,  descollando  entre  ellos  la  heroi- 
ca resistencia  al  sitio  de  los  turcos  en  1565,  que  opusieron  bajo  el  Gran 
Alaestre  La  Valette,  en  cuvo  honor  fué  fundada  la  ciudad  de  ese  nombre. 


227 

De  paso  para  Egipto,  apoderóse  de  Alalta  Napoleón  en  10  de  Junio 
de  1798,  y  tres  días  después  celebró  un  convenio  con  el  Gran  Maestre 
Hompesch,  por  el  cual  la  soberanía  de  la  Isla  pasó  á  la  República  Fran- 
cesa. 

Trasladóse  el  Gran  Maestrazgo  sucesivamente  á  Cortona,  Mesina, 
Cataniíi  y  Roma,  en  donde  reside  hasta  la  fecha. 

Extendida  la  Orden  por  toda  Europa,  dividíase  en  ocho  naciones  ó 
lenguas,  entre  ellas  Aragón  y  Castilla,  y  componíase  de  Grandes  Prio- 
ratos, Bailiatos  y  Encomiendas. 

Las  propiedades  de  la  Orden  en  Aragón  tuvieron  peregrino  origen. 
Al  morir  D.  Alfonso  I,  dejó  por  herederos  de  su  Reino  á  la  Orden  de 
San  Juan,  junto  con  las  del  Templo  y  Santo  Sepulcro,  mas  cuando  acu- 
dió Raimundo  de  Podio  á  tomar  posesión  de  la  herencia,  encontró  al 
Príncipe  de  Aragón  y  al  Conde  de  Barcelona  de  ella  adueñados,  pero  con- 
cediéronle éstos  algunas  tierras.  D.  Jaime  I  dio  ciertas  propiedades 
á  los  caballeros  de  San  Juan  de  Mallorca,  como  recompensa  de  lo  mu- 
cho que  lo  ayudaron  en  la  concjuista  de  la  Isla,  y  la  lengua  de  Castilla 
se  formó,  como  otras,  por  los  donativos  de  soberanos  y  particula- 
res. ' 

Los  Caballeros  de  San  Juan  se  dividían  en  varias  clases,  que,  con  li- 
geras modificaciones,  hasta  hoy  se  conservan;  el  nombre  genérico  de 
caballeros  se  daba  á  los  nobles,  3' su  oficio,  ademásde  la  guerra,  era  asis- 
tir á  los  heridos;  los  capellanes  se  dedicaban  al  servicio  religioso  y  los 
sirvientes  y  donados  eran  como  aspirantes,  éstos  y  aquéllos  como  escu- 
deros de  los  caballeros. 

El  voto  de  castidad  absoluta  fué  modificado  al  de  continencia  con- 
yugal, excepto  en  el  caso  de  los  Comendadores,  quienes,  á  diferencia  de 
las  órdenes  españolas,  aún  disfrutan  de  sus  respectivas  rentas. 

La  insignia  de  la  Orden  de  San  Juan  ha  sido  siempre  la  conocidísima 
«Cruz  de  Malta,»  blanca,  de  ocho  jjuntas,  que  antaño  lucían  los  caba- 
lleros en  una  sobrevesta  de  paño  encarnado,  3'  hasta  ho}'  en  el  negro 
manto  capitular. 

Los  donados  y  sirvientes  sólo  tienen  derecho  á  media  cruz,  es  decir, 
sin  el  brazo  superior. 

1  En  17  Je  Abril  de  1802  declaró  Carlos  IV  incorporadas  á  la  Corona  las  lenguas 
de  Aragón  y  de  Castilla,  pero  por  el  Concordato  de  1851  se  dispuso  que  se  reunieran  los 
territorios  de  la  Orden  de  San  Juan  á  sus  respectivas  diócesis.  Los  revés  de  España  si- 
guieron nombrando  Caballeros  de  San  Juan  hasta  el  -i  de  Septiembre  de  1885,  cuando 
volvieron  á  unirse  las  /en^uas  citadas  al  Gran  .Maestrazgo,  residente  en  Roma. 


228 


VIRREYES  DE  NUEVA  ESPAÑA  QUE  VISTIERON 
EL  HÁBITO  DE  SAN  JUAN. 

4-6°  Frey  Don  Antonio  María  de  Bucareli  y  l'rsíia,  Baylío.  1771- 
1779. 

En  la  preciosa  placa  de  Ijronce  de  su  sepulcro  en  la  Basílicíi  de  Gua- 
dalupe, leemos  que  allí  yacen  los  despojos  mortales  del  «Excmo.  Señor 
Baylío  Fre3'  Don  Antonio  Alaría  Bucareli  y  Ursúa,  Henestrosa  Laso  de 
la  Vega  Villacís  y  Córdova,  Caballero  Gran  Cruz  y  Comendador  de  la 
de  Tocina  en  el  Orden  de  Malta,  Gentilhombre  de  Cámara  de  S.  M.  con 
entrada,  Teniente  General  de  los  Reales  Exércitos.  Virrey,  Gobernador 
y  Capitán  General  desta  Nueva  España," — \-  que  habiendo  nacido  en  Se- 
villaá24-de  Enero  de  1717,  falleció  en  Méxicoen9de  Alírilde  1779. — En 
los  retratos  que  de  él  existen  en  el  Museo  Nacional  y  otros  lugares,  apare- 
ce como  «Comendador  de  la  Bóveda  de  Toro,»  por  lo  que  inferimos 
c|ue  posteriormente  disfrutó  la  de  Tocina.  Conviene  recordar  que  en  la 
orden  de  Malta  se  daba  el  nombre  de  Grandes  Cruces  á  los  Caballeros 
de  Justicia, porque  en  ellos  recaían  los  grandes  cargos,  como  eran  los  de 
Bailíos,  Priores  y  Gran  Maestre. 

53°  D.  Miguel  de  la  Grúa  Talamanca  y  Branciforte,  Marqués  de 
Branciforte.  1794-1798. 


CABALLEROS. 

DÍAZ  de  Meoqui,  Francisco. 

MoNCAD.\  y  Branciforte,  Pedro  de;  Marqués  de  Villafont;  Brigadier  de 

los  Reales  Exércitos.  1760. 
Ruiz,  Joaquín. 
Vellerixo  \'illal()1jos,  Baltasar.  1605. 


229 


CEREMONIAL. 

Sefííin  las  Definiciones  de  las  órdenes,  las  tornas  de  hábito  debían 
efectuarse  en  las  cabeceras  respectivas,  pero  teniendo  el  re3'  facultad  de 
dispensarla,  por  «niu}'  justas  causas,»  resultó  que,  después  de  la  incor- 
poración de  los  Maestrazgos  á  la  Corona,  aquella  disposición  se  con- 
virtió en  la  excepción  á  la  regla. 

Debía  poner  el  hábito  un  caballero  de  la  misma  orden  que  el  preten- 
diente; pero,  también  con  real  dispensa,  podía  hacerlo  uno  de  cualquie- 
ra otra. 

He  aquí  el  ceremonial:  i 

De  la  forma  de  dar  el  Abito,  y  armar  Caballero. 

El  Caballero  que  ha  de  recibir  el  Abito,  se  debe  confesar  primera- 
mente con  Religioso  de  la  Orden,  porque  toma  estado  de  Religión;  3^ 
vestido  de  sus  ropas  seglares  venga  al  Capítulo  ó  Iglesia,  donde  estará 
aderezado  para  darle  el  Abito,  3-  estarán  el  Comendador  ó  Caballero  á 
quien  es  mandado  le  arme  Caballero,  3-  el  Religioso  que  le  ha  de  dar  el 
Abito,  3'  otras  personas  de  la  Orden  capitularmente  con  sus  Mantos,  3- 
traiga  porPadrino  á  un  Comendador  ó  Caballero  profeso:  y  hecha  re- 
verencia al  dicho  Comendador  ó  Caballero  que  le  ha  de  armar  Caballe- 
ro, estando  sentado,  3-  él  en  pie,  le  presentará  la  Comisión:  la  qualleída 
en  alta  voz,  de  manera  que  .se  oiga,  se  levantará  el  dicho  Comendador  ó 
Caballero,  3-  la  tomará  en  su  mano,  y  la  obedecerá  con  todo  acatamien- 
to, besándola  \'  poniéndola  sobre  su  cabeza. 

El  Comendador  ó  Caballero  que  le  hubiere  de  armar  Caballero, 
le  apercibirá  y  dirá  de  esta  manera. 

Sabed,  que  en  nuestra  Orden  ha3-  una  definición,  que  dispone  que 
ninguna  Persona  pueda  ser  admitida  por  Caballero  de  ella,  si  no  fuere 
noble  Hijo-dalgo  de  Sangre,  de  todas  partes,  limpio  de  toda  mala  ra- 
za; 3'  que  si  después  de  dado  el  Abito  se  hallare  v  pareciere  tener  algún 
defecto  de  los  contenidos  en  la  dicha  Definición,  le  será  quitado  el  dicho 
Abito  3'  la  Encomienda,  si  la  tuviere:  Por  tanto,  ved  si  con  esta  condi- 
ción 3- protestación  le  queréis  recibir.  Responda:  Señor,  con  tal  con- 
dición y  protestación  le  recibo. 

Luego  traerán  una  Espada  dorada  en  una  fuente,  delante  del  Sa- 
cerdote, el  qual  puesta  la  Estola  sobre  el  manto,  teniendo  delante  una 

1  Lo  tiimamiis  del  "Formulario  Manual"  de  Frcv  .Andrés  Fernández  de  Otañes. 


230 

Cruz,  Agua  bendita  y  la  vela  encendida  (como  se  hace  en  la  Bendición 
de  los  Vestidos),  la  bendecirá  en  la  forma  siguiente: 


BENDICIÓN  DE  LA  ESPADA. 

X'.  Adjutorium  nostrum  in  nomine  Domine. 

Tj¿.  Qui  fecit  Coelum  &  terram. 

^.  Salvnm  fac  servum  tuum. 

R.  Deus  meus  sperantem  in  te. 

^^.  Esto  ei  Domine  turris  fortitnrlinis. 

R.  A  facie  inimici  mei. 

T.  Nihil  proficiat  inimicus  in  eo. 

R.  Et  filius  iniquitatis  non  apponat  nocere  ei. 

S.  Domine  exaudí  orationem  meam. 

R.  Ei  clamor  meus  ad  te  veniat. 

Y.  Dominus  vobiscum. 

R.  Et  cum  spiritu  tuo. 


OREMUS. 

Domine  Sánete,  Pater  Omnipotens,  .-Eterne  Deus,  que  ad  tuendam 
justitiam,  atque  malitiam  improborum  coercendam  usuní  .líl^idij  homi- 
nibus  permisisti,  &  hunc  Sacrum  Ordinem  Militarem  al  Christiani  po- 
puli  Ecclesiarum  viduarum,  atcjue  orphanorum  protectionem,  contra 
saevitiam  paganorum,  4:  inimicos  Sanctíe EcclesÍ£e  institui  voluisti,  pro- 
pitiare  qua?sumus,  supplicationibus  nostris,  &  hunc  Ensem,  quo  hodie 
famulus  tuus  príecingi  desiderat,  per  invocationem  sancti  tui  nominis, 
&  per  Adventum  Jesu-Christi  Filij  tui  Domine  nostri,  &  per  menta  Bea- 
torum  Patrum  nostrorum  Benedicti  &Bernardi,  benedicere  »J«  digneris: 
ut  hic  famulus  tuiís,  qui  hodierna  die  eo  tua  contendente  largitateprít- 
cingitur  hostium  suorum  visibilium  &  invisibilium  elidat  superbiam,  & 
eorum  contumatiam  déxteríE  tute  virtute  prosternat.  Per  eumdem  Do- 
minum  nostrum  Jesum  Christum  Filium  tuum,  qui  tecum  vivit  &  reg- 
nat.inunitateSpiritus  Sancti  Deus  peromnia  sa'culasa;culorum.  Amén. 

Hecho  esto,  ceñirá  el  Padrino  la  Espada  bendita  al  Caballero  que 
ha  de  recibir  el  Ahito,  y  el  Comendador  ó  Caballeros  de  la  Orden  le  cal- 
zarán unas  espuelas  doradas:  y  luego  se  ponga  de  rodillas  el  novicio, 
y  la  persona  que  le  tiene  de  armar  Caballero  sacará  la  Espada  de  la 
vayna,  y  tocarle  ha  con  ella  en  la  cabeza  y  en  el  hombro,  tres  veces,  y 
dirá  cada  vez: 


231 

Dios  Todopoderoso  os  haiía  buen  Caballero;  y  Señor  San  Benito  _v 
Señor  San  Bernardo  sean  vuestros  abogados,  l 

Y  él  y  todos  los  presentes  dirán:  Amén. 

Hecho  esto,  le  quitarán  la  Espada  y  las  Espuelas,  y  luego  el  Caba- 
llero que  ha  de  recibir  el  Abito,  hará  venia  ante  el  Religioso  que  se  loba 
de  dar  {que  estará  sentado  con  su  Manto) ,  elqual  le  preguntará:  ;Quéde- 
inandáis?  El  responderá:  La  misericordia  de  Dios  y  del  Rej-  nuestro 
Señor,  Administrador  perpetuo  de  esta  Santa  Orden,  y  vuestra  en  su 
nombre,  y  de  vuestra  Orden. 

Y  luego  enderezará  el  cuerpo,  y  quedando  puesto  de  rodillas,  le  di- 
rá el  Religioso  estas  siguientes  palabras: 

Amigo,  esta  misericordia  que  demandáis,  es  sana  y  santa  para  la 
ánima,  3-  muy  áspera  y  fuerte  para  el  cuerpo,  por  muchas  cosas  que 
habéis  de  guardar  y  cumplir.  Que  algunas  veces  querréis  comer,  y  ha- 
ceros han  aj'unar;  3^  otras  veces  querréis  dormir,  y  haceros  han  velar;  3' 
habréis  menester  vestir,  3-  otras  cosas,  3-  no  os  las  darán.  Y  por  el  con- 
trario, algunas  veces,  quando  no  queráis  comer,  os  lo  darán;  3'  quando 
querráis  velar,  os  mandarán  dormir,  y  otras  cosas  contra  vuestra 
voluntad  os  darán  3'  mandarán:  3-  conveniros  ha  á  todo  ser  obediente, 
3-  hacer  lo  que  os  mandaren.   Esto  ved  si  lo  podréis  hacer  y  cumplir. 

Responda:  Sí,  con  la  ayuda  de  Dios  y  de  S.  M.  y  de  vuestra   Orden. 

Y  dígale  más:  Pues  allende  de  esto,  conviene  que  renunciéis  todo  lo 
propio  que  tuviéredes,  3'  seáis  pobre  de  espíritu,  no  teniendo  cosa  algu- 
na por  vuestra,  sin  licencia  de  S.  M.,  como  Administrador  perpetuo  de 
esta  Santa  Orden,  3-  de  sus  Sucesores  en  la  Dignidad  Maestral.  Asi- 
mismo habéis  de  ser  obediente  toda  vuestra  vida  á  S.  M.  3'  á  ellos,  y 
habéis  de  renunciar  vuestra  propia  volimtad,  sujetándola  á  la  del  Se- 
ñor Maestre  y  de  sus  sucesores  en  la  Dignidad  Maestral  de  esta  Santa 
Orden,  en  todo  y  por  todo.  Esto  ved  si  lo  renunciáis  y  prometéis 
así. 

Responda:  Señor,  así  lo  renuncio  3-  prometo,  permaneciendo  en  es- 
ta Santa  Religión. 

Dígasele  más:  Pues  habéis  de  decir  verdad  y  de  desengañar  á  S.  M. 
y  á  nuestra  Orden,  3'  á  mí  en  su  nombre,  demás  de  esto,  de  estas  dos 
cosas. 

La  primera,  si  fuisteis  prometido  á  otrfi  Orden  antes  que  á  ésta, 
IKjrque  en  tal  caso  no  podéis  ser  admitido  en  nuestra  Orden:  y  puesto 
([ue  vos  lo  negásedes  3-  encubriésedes,  sabiéndose  3-  demandándolo  os 
entregarán  3'  darán. 

La  segundíi,  si  tenéis  alguna  enfermedad  incurable,  así  como  lepra 
ó  gota  caduca,  por  razón  de  la  cual  fuésedes  inútil  para  la  Orden,  que 
I)or  cualescjuiera  de  estas  dos  cosas  no  podéis  ser  recibido  en  esta  Or- 
den; y  aunque  os  recibamos  encubriéndolo  vos,  3-  sabiéndose  después, 

1  ü.  en  su  caso,  San  .Agustín. 


232 

os  echarán  de  ella,  y  só  tíil  condición  3-  protestación  os  recibimos  y  da- 
remos el  Abito:  por  ende  decid  la  verdad. 

Responda:   Só  tal  condición  3'  protestación  lo  quiero  recibir. 

Dígasele  más:  También  conviene  que  sepáis,  cómo  permaneciendo 
en  esta  Santa  Orden  habéis  de  guardar  \'  cumplir  tres  cosas. 

La  primera,  que  (como  dicho  es)  habéis  de  ser  obediente  á  S.  M.  3- 
á  susSucesores  en  la  Dig:nidad  Maestral,  toda  vuestra  vida,  en  todo  lo 
que  os  mandaren. 

La  segunda,  que  habéis  de  ser  casto  y  continente,  guardando  casti- 
dad con3'ugal  toda  vuestra  vida. 

La  tercera,  que  habéis  de  ser  pobre  de  espíritu,  y  no  habéis  de  tener 
cosa  alguna  sin  licencia  de  S.  M.  3'  de  sus  Sucesores  dichos. 

Por  ende  ved  también  si  aquesto  podréis  guardar  3'  cumplir. 

Responda:  Sí,  con  la  a3-uda  de  Dios  3'  de  S.  M.  3'  de  vuestra  Orden. 

Y  luego  se  le  tome  Juramento  en  un  Misal  {si  el  que  recibe  el  Abito 
tiene  edad  para  hacerle)  y  dígasele:  Pues  conviene  juréis  á  Dios,  á  San- 
ta María  y  á  los  Santos  Evangelios,  que  de  aquí  adelante,  bien  3'  fiel- 
mente á  todo  vuestro  poder,  llegaréis  todo  el  provecho,  honra  3-  bien 
que  justamente  pudiéredes  á  S.  M.  3'  á  sus  Sucesores  en  la  Dignidad 
Alaestral,  3-  á  nuestra  Santa  Orden  3-  Caballería,  y  apartaréis  de  S.  M. 
3'  de  toda  ella,  todo  el  daño,  mal  3'  deshonra  que  supiéredes  y  pudiére- 
des, con  todas  vuestras  fuerzas.  ¿Esto,  vos,  juráislo  así? 

Responda :   Sí  j  u  r o . 

Dígale  el  Sacerdote:  También  conviene  que  sepáis,  cómo  ¡permane- 
ciendo en  esta  Santa  Orden  habéis  de  hacer  al  tiempo  de  la  Profesión 
quarto  Voto,  de  defender  y  afirmar  que  la  Virgen  María,  Madre  de  Dios 
3'  Señora  Nuestra,  fué  concebida  sin  pecado  original.  Por  ende  ved  tam- 
bién si  estáis  presto  de  lo  cumplir. 

Responderá:   Sí,  con  la  a3^uda  de  Dios  3-  de  la  Santísima  Virgen. 

Luego  le  volverá  á  preguntar:  Pues  habéis  de  saber,  que  para  este 
Voto  no  es  necesario  que  preceda  el  año  de  la  aprobación,  como  para 
los  tres  esenciales  de  la  Religión:  Por  tanto,  ved  si  queréis  desde  luego 
hacer  Voto  de  defender  este  purísimo  Misterio. 

Responderá:  Sí,  Señor,  r  hágalo  de  esta  manera. 

Yo  (N.  N.)  hago  Voto  á  Dios,  3'  al  Señor  Maestre,  y  á  vos,  ([ue  estáis 
en  su  nombre,  que  ahora '3'  siempre  defenderé  3- afirmaré C|ue  la  Virgen 
MARÍA,  Madre  de  Dios  3-  Señora  nuestra,  fué  concebida  sin  pecado  ori- 
ginal; 3' que  nunca  ca3-óen  ella  esta  mancha,  sinoqueenel  instantede  su 
Concepción  dichosa  3-  de  la  unión  de  su  Alma  y  Cuerpo  fué  prevenida 
de  la  Divina  Gracia  3-  preservada  de  la  culpa  original:  v  esto  por  los 
méritos  de  la  Pasión  3-  Muerte  de  CHRISTO  nuestro  Redentor,  que  ha- 
bía de  ser  su  Hijo,  previstos  3'a  en  el  Divino  Consistorio;  por  lo  qual 
fué  verdaderamente  redimida  3'  con  más  noble  género  de  redención  que 
todos  los  otros  hijos  de  Adán:  3'  que  en  esta  verdad,  3-  por  honra  de  la 
Santísima  Virgen,  con  la  a3-uda  de  Dios  Omnipotente,  viviré  y  moriré. 


233 

Dirá  luego  el  Sncerdotc:  Dios  Todojxxleroso  os  lo  dcxc  cumplir  á 
salvación  de  vuestra  Anima,  y  honra  vuestra  y  de  la  Orden. 

Responda  él  y  todos:  Amén. 

El  Prior:  ó  Freyle  que  le  ha  de  dar  el  Ahito,  puesta  la  Estola  como 
dicho  es.  bendecirá  el  Manto,  Ropilla,  Capa  y  Escapulario  con  sus  Cru- 
ces, con  la  Bendición  siguiente: 


BENEDICTIO    VESTIAIENTORUAI. 

)í'.    Adjutorium  nostrum  in  nomine  Domine. 

I^.  Oui  fecit  Coelum  et  terram. 

"\¡^.  Sit  nomen  Domine  benedictum. 

It.  E.\  hoc,  nunc,  &  uscjue  in  sa;culum. 

X .  Dominus  vobiscum. 

Ji.    Et  cum  spiritu  tuo. 

OREMUS. 

Domine  Jesu—Christe,  (|ni  tegimen  nostne  mortalitatis  induere  diji- 
natus  est:  obsecramus  inmensa^  tua-  largitatis  abundantiam,  ut  hoc 
genus  Vestimentorum,quod  Sancti  Patresadinnocentia-,  v  el  humilitíi- 
tis  indicium,ab  renuntiantibus  síecuIo  ferré  sanxerunt:  tuita  »í«benedi- 
cere  digneris,  ut  his  famulus  tuus,  q\ú  hoc  usus  fuerit,  te  induere  me- 
reatur.  Qui  vivis  &:  regnas  cum  Deo  Patre,  in  unitate  Spiritus  Sancti 
Deus,  per  omnia  Sfecula  síeculorum.  Amen. 

Le  echará  Agua  bendita  sobre  las  l'cstiduras. 

Dada  la  Bendición  le  desnudarán  la  Capa  y  la  Ropilla,  diciendo: 
Exuat  te  Domimis  veterem  hominem,  cum  actibtis  suis. 

Después  le  pondrá  el  escapulario  encima  del  jubón,  diciendo:  Induat 
te  Dominus  novum  hominem,  Cjui  secundum  Deum  creatus  est,  in  justi- 
tia,  &  sanctitate,  &  veritate. 

Lo  mismo  se  dirá  al  vestir  de  la  Ropilla,  Capa  y  Manteo. 

Hecho  esto,  se  dirá  la  Misadel  Espíritu  Santo,  á  la  qual  el  nuevo  Ca- 
ballero ofrecerá  y  comulgará:  y  acabada,  así  el  Comendador  ó  Caba- 
llero que  le  ha  dado  el  Abito,  como  todos  los  de  la  Orden  que  estuvie- 
ren presentes,  le  darán  la  Paz  y  besarán  la  Cruz,  en  señal  de  amor  y 
hermand¿¡d. 

Un  escribano  tomaba  razón  de  la  ceremonia  en  el  reverso  de  la  Cé- 
dula y  daba  fe  del  acto  con  todos  sus  pormenores,  expidiendo  testimo- 
nio, autorizado  por  otros  tres  escribanos,  al  interesado,  Cjuien  lo  pre- 
sentaba al  Consejo  dekis  Ordenes,  y  en  vista  de  él,  se  le  despachaba  Cé- 
dula para  la  Profesión,  la  cual  se  hacía  de  la  siguiente  manera: 

A.N.vLEs.  T.  IV.— 30. 


234 


De  la  forma  de  híicer  la  Profesión. 

Qualqnier  Caljallero  de  la  Orden,  antes  C[ue  haga  su  Profesión, 
en  la  forma  que  luego  se  dirá,  será  obligado  á  confesarse  y  eomulgar  en 
cjualquier  lugar,  Convento  ó  Iglesia,  en  que  con  licencia  del  Señor  Maes- 
tre hiciere  la  dicha  Profesión;  _y  el  Prior,  Capellán  ó  Religioso  que  la  hu- 
biere de  dar,  no  la  dará  sin  que  primero  le  conste  híiber  cumplido  con 
esta  obligación. 

El  que  hubiere  de  hacer  Profesión,  cumplido  el  tiempo  ele  la  aproba- 
ción, venga  al  Capítulo  ó  Iglesia  donde  estuviere  el  Señor  Maestre  ca- 
])itularmente,  ó  la  Persona  que  por  él  hubiere  de  toniíir  la  Profesión, 
con  ima  Persona  ó  dos  de  la  Orden,  vestidos  con  sus  Mantos  blancos, 
V  haga  la  venia  y  presente  la  Cédula  de  S.  M.,  y  si  hubiere  alguna  dis- 
pensación, ni  más  ni  menos,  las  quales  seentregíirán  al  Cantor  ó  Secre- 
tario, el  qual  las  leerá  en  voz  que  todos  la  entiendan,  3'  leídas,  tomará 
las  dichas  Cédulas  el  que  hubiere  de  recibir  la  Profesión, y  las  besará  y 
l^ondrá  sobre  su  cabeza;  3'  ante  todas  cosas  apercibirá  al  Novicio,  y  le 
dirá  lo  siguiente: 

Ya  sabéis  cómo  en  nuestra  Orden  hay  una  Definición  que  manda  que 
los  Caballeros  c[ue  haA'an  de  profesar  en  ella,  se  obliguen  antes  de  ])rofe- 
sar  á  nombraren  su  finy  muerte  Disponedores,  Personas  de  Orden,  que 
cumplan  las  obligaciones  que  tienen  en  razón  de  la  dicha  Orden.  Y  así 
mismo  que  obliguen  sus  Bienes  habidos  \'  por  haber,  que  no  sean  de  Ma- 
3-orazgo,  aunciue  después  se  vinculen  y  hagan  Ma\'orazgo,  sometiéndo- 
los á  los  Jueces  y  Tribunales  de  la  Orden,  paní  que  de  ellos  los  dichos 
Disponedores  cumplan  en  primer  lugar,  prefiriendo  estas  deudas  á  to- 
das lasdemás,  todas  las  cosas  que  el  que  profesa  quando  muere  tuviere 
obligación  de  pagar  á  la  Orden.  Por  tanto,  ved  si  así  os  obligáis  de  lo 
hacer  y  cumplir,  y  renunciáis  todas  las  leyes  que  contra  esto,  en  favor 
vuestro,  pueda  ser. 

Responda:  Señor,  así  me  obligo,  y  lo  renuncio. 

Luego  se  postrará  en  el  suelo  delante  del  que  le  hubiere  de  tomar  la 
Profesión,  el  qual  preguntará  al  Novicio:  ¿Qué  prometéis? 

El  Novicio  responderá:  Estabilidad  y  firmeza. 

El  que  se  la  da  diga:  Dios  os  dé  perseverancia. 

Y  responderán  todos:  Amén. 

Levántese  el  Novicio,  y  puesto  de  rodillas  delante  del  que  le  recibe 
la  Profesión,  y  puestas  las  manos  entre  las  suyas,  diga: 

Señor,  \-o  (N.  N.)  hago  Profesión  á  Dios,  \-al  Señor  Maestre,  \' á  vos 
([ue  estáis  en  su  nombre,  y  prometo  Obediencia  3'  Castidad  conyugal, 
v  vivir  sin  propio,  según  la  Regla  del  Señor  San  Benito,  l  Estatutos  3- 

1  O  San  Agustín. 


235 

Privile-jios  de  la  Orden  y  Caballería  de  Calatrava,  de  la  Orden  del  Cis- 
ter.  1 

Y  asimismo  hago  voto  que  ahora  y  siempre  defenderé  y  afirmaré  que 
la  Virgen  MARÍA,  Madre  de  Dios  y  Señora  nuestra,  fué  concebida  sin 
pecado  original,  y  cjue  nunca  cayó  en  ella  esta  mancha,  sino  que  en  el 
instante  de  su  Concepción  dichosa  y  de  la  unión  de  su  Alma  y  Cuerpo, 
fué  prevenida  de  la  Divina  Gracia  3-  preservada  de  la  culpa  original:  3- 
esto  por  los  méritos  de  la  Pasión  3-  MuertedeCHRISTO  nuestro  Reden- 
tor, que  había  de  ser  su  Hijo,  previstos  ya  en  el  Divino  Consistorio;  por 
lo  C[uefué  verdaderamente  redimida,  3-  con  más  noble  género  de  Reden- 
ción ([ue  todos  los  otros  hijos  de  Adán:  y  que  en  esta  verdad  y  por 
honra  de  la  Santísima  Virgen,  con  la  a3'^uda  de  Dios  Omnipotente,  vivi- 
ré 3'  moriré. 

Y  el  Señor  Maestre  ó  el  que  estuviere  en  su  lugar,  diga:  Dios  os  dé 
vida  perdurable. 

Y  él  y  todos  respondan:  Amén. 

Y  darle  ha  el  Sei'ior  Maestre,  ó  el  que  tuviere  sus  veces,  Paz  en  el  ca- 
rrillo, V  él  le  besará  la  mano  v  levantarse  ha.  - 


1  O  «de  Alcántara.»  «de  Montesa,»  ó  «de  Santiago.» 

2  Estas  ceremonias  se  observan  hasta  la  fecha  en  España,  con  ligeras  modificacio- 
nes. 


on 


CUADROS  DE  MESTIZOS 


MUSEO  DE  MÉXICO. 


^ 


rl 


^ 


ri 


^ 


f1 


Jñ     M 


i 


i    i 


íl 


m 


El  ilustre  Profesor  R.  Blanehard.cle  la  Facultad  de  Medicina  de  Pa- 
rís y  miembro  de  la  Academia  de  Aledicina  de  Francia,  visitó  todo  el 
Norte  de  la  República  Mexicana,  desde  Ciudad  Juárez  hasta  Veracruz,  en 
1907,  haciendo,  durante  su  larga  expedición,  profundosy  grandes  estu- 
dios sobre  las  diferentes  especies  mestizas  c[ue  ]jviel:)lan  el  vasto  territorio 
de  México. 

En  1907  publicó  el  Profesor  Blanchard,  en  Le  Journal  de  la  Société 
des  Amerícanistes  de  París,  un  hermoso  trabajo  sobre  dichos  interesan- 
tes estudios,  que  llamaron  poderosamente  la  atención  de  las  ilustracio- 
nes euro])eas,  sóbrela  materia,  y  cuj'o  trabajo  fué  nuevamente  publica- 
do en  un  elegante  folleto,  soberbiamente  ilustrado,  en  el  mismo  año,  da- 
da la  gran  aceptación  que  había  tenido  la  primera  publicación. 

El  Profesor  R.  Blanchard,  ])ara  llevar  á  cabo  su  meritorio  y  alaba- 
do trabajo,  hizo  un  profundo  y  detenido  estudio  sobre  los  cuadros  de 
mestizos  que  se  conservan  en  el  Museo  de  México,  y  que  por  decirlo  así, 
son  un  gráfico  de  las  diferentes  especies  mestizas  C|ue  jmeblan  aún  hoy 
la  gran  República  Mexicana. 

Para  dar  á  conocer  estas  especies  con  toda  exactitud,  sólo  tenemos 
(|ue  seguirpaso  á  paso  al  Profesor  R.  Blanchard  en  sus  interesantes  estu- 
dios, pues  ellos,  por  svi  veracidad,  claridad  \-  método,  excusan  á  quien 
quiera  conocer  las  especies  mestizas  mexicanas,  de  toda  nueva  investi- 
gación y  trabajo. 


240 

Siguiéndolo  paso  á  paso,  llegaremos  á  un  conocimiento  perfecto  de 
la  materia. 

La  población  mexicana  está  compuesta  de  los  mismos  elementos  que 
ofrecen  las  demás  naciones  que  fueron  colonias  americanas  españolas. 
En  ella  se  distinguen  las  siguientes  siete  razas: 

I. — Los  individuos  nacidos  en  Europa,  vulgarmente  conocidos  con  el 
nombre  de  Gachupines. 

II. — Los  españoles  criollos,  ó  los  blancos  de  raza  europea,  nacidosen 
América. 

III. — Los  mestizos,  descendientes  de  blancos  y  de  indios. 
IV. — Los  mulatos,  descendientes  de  blancos  y  de  negros. 
V. — Los  zambos,  descendientes  de  negros  y  de  indios. 
VI. — Los  indios,  ó  raza  cobriza  indígena,  y 

Vil. — Los  negros  africanos. 

Haciendo  abstracción  de  subdivisiones,  resultan  cuatro  castas:  los 
blancos,  comprendidos  baj  o  la  denominación  general  de  españoles;  los  ne- 
gros, los  indios  y  los  hombres  de  raza  mixta,  mezcla  de  europeos,  de 
africanos,  de  indios  americanos  y  malayos,  pues  á  causa  de  la  comuni- 
cación frecuente  que  existe  entre  .\capulco  y  las  Islas  Filipinas,  muchos 
individuos  de  origen  asiático,  sean  chinos,  sean  malayos,  han  ido  á  es- 
tablecerse á  la  antigua  Xueva  España. 

Concretando  más  el  origen  de  las  antiguas  poblaciones  hispano- 
americanas, y  particvdarmente  la  de  México,  nos  encontramos  en  pre- 
sencia de  tres  elementos  étnicos,  bien  diferentes:  los  indios  ó  raza  indí- 
gena, los  blancos  que  fueron  de  Europa  y  los  negros  procedentes  de 
África. 

Del  contacto  de  estas  tres  razas,  resultaron  inuchas  y  diversas  espe- 
cies. 

El  mestizo  fué,  durante  mucho  tiempo,  considerado  como  un  ser  hu- 
mano, sin  duda,  pero  fuera  de  toda  jerarquía  social.  El  blanco,  á  pesar 
de  haber  contribuido  á  su  producción,  no  lo  admitió  como  igual  suyo, 
y  él  mismo  se  negaba  á  asimilarse  al  indio  y  al  negro  de  pura  raza.  Se 
hizo,  pues,  necesario  establecer  categorías  y  castas  basadas  en  el  gra- 
do de  mezcla  de  sangre,  ó  sea  de  mesticidad. 

En  las  ciudades,  el  clero,  encargado  del  registro  civil  por  las  parti- 
das de  bautismo  que  se  levantaban  inmediatamente  á  cada  nacimiento. 
Bastaba  que  el  origen  de  la  madre  fuese  conocido  y  que  la  paternidad 
fuese  presunta,  para  clasificar  al  mestizo  más  ó  menos  exactamente. 
En  los  campos  se  verificaban  numerosos  nacimientos  que  no  eran  ins- 
criptos en  la  parroquia,  3-  cin-as  paternidades  era  imposible  de  deter- 
minar. 

«El  orgullo  castellano,  dice  el  ProfesorR.  Blanchard,  no  podía  correr 
el  peligro  de  promiscuidades,  para  él  inaceptables,  en  ima  sociedad  tan 
jerárquica  como  era  entonces  la  sociedad  española,  y  precisaba  poder 
designar  por  vni  término  técnico  estos  diversos  grados  de  mesticidad. 


AXALF.S. — To.Mll  I\', 


LÁM.    l'J. 


1. — He  español  é  india,  mestizo. 


K\X\.^ 


'2. — l>e  lucstizo  y  española,  castizo. 


A.NAI.IÍS.-TdMil  IW 


LÁM.  20. 


3. — Di-  castizíL  y  es|)añoI,  t-spafiol. 


4.— De  (.'siiafidla  y  iic,un>,  imiIaU 


Anales.— Tomo  IV. 


LÁM.  21. 


5. — De  cspaiiiil  V  mulata,  iniirisco 


6. — De  español  _v  iiii>risL'n,  all)iiu). 


Anales, — Tomci  I\'. 


LÁM.  22. 


7. — De  es])añi>l  y  albina,  torna  atrás. 


8. — De  inilid  v  turna  atrás,  lolio. 


A.NAi.ics.-To.Md  1\-. 


LÁ.M.  2;í. 


!l. — lie  lc:li(i  é  ¡lulia.  saiiibavo. 


10. — De  saniliayo  é  india,  canil Hij( 


^> 


I.ÁM.    1.'  +  . 


11. — De  c'inibují)  _v  mulata,  alliarazado. 


12. — He  alliarazado  v  iimlaLa.  liarcino. 


Anales.— ToM. I  IV. 


L.ÍM.  2,1 


13. — I)c  l)arcinii  v  nuilata,  L'i>vote. 


14. — De  Cdvdta  é  indin,  c-h 


¿u. 


Anales. — Tomh  I\'. 


LÁM.  26. 


15. — De  chamizo  v  mestiza,  ci>V(ite-meslizi 


16. — De  coyote  v  mestizo,  ahí  te  estás. 


241 

para  los  casos  en  que  se  Imliicse  de  detínir  á  un  mestizo,  ateniéndose  á 
una  regla  segura  é  indiseutilile." 

Esta  necesidad  de  establecer  una  base  ])ara  conocer  y  definir  á  los 
mestizos,  fué  causa  de  (|ue  las  autoridades  antiguas  de  Nueva  España 
ordenasen  la  pintura  délos  cuadros  de  mestizos  que  aún  se  conservan  en 
el  Museo  de  México,  y  los  ctuiles  debían  servir  de  norma  en  todos  los 
asuntos  en  que  hubiese  que  conocer  la  jjrocedencia  de  raza  de  cualquier 
individuo  mestizo,  ó  fuese  su  grado  de  mesticidad. 

La  primera  mención  de  estos  cuadros,  en  Franciíi,  fué  hecha  por  el 
I'rofesor  E.  T.  Hamy,  quien  descubrió  en  París,  en  la  casa  de  un  lilircro 
ó  comerciante  de  libros  y  estampas,  nueve  pinturas  en  cobre,  la  última 
de  las  cuales  llevaba  la  firma  de  Ignacio  de  Castro,  pintor  español,  que 
ejerció  su  arte  en  Méxicoen  el  siglo  XVIII.  Hamy  hizo  la  descripción  de 
estos  cuadros,  cuya  procedenciíi  mexicana  no  es  discutible.  Estos  cua- 
dros ftjrman  Ikm-  parte  del  Museo  de  París. 

Los  que  mandaron  pintar  las  autoridades  de  Nueva  España  para 
C|ue  sirvieran  como  códigos,  á  los  cuales  tenían  que  someterse  todas  las 
cuestiones  en  que  se  ventilasen  orígenes  mestizos  ó  grados  de  mestici- 
dad, se  encuentran  en  la  sección  etnográfica  del  Museo  Nacional  de  Méxi- 
co. ConstitU3-en  dos  series  de  pinturas  del  más  alto  interés.  A  pesar 
del  inmenso  histórico  valor  de  estos  cuadros,  su  importancia  excepcio- 
nal parece  haber  sido  totalmente  desconocida  dvu-ante  mucho  tiempo. 
Nadie  ha  hecho  mención  de  ellos  antes  del  Profesor  K.  Blanchard,  niaun 
siquiera  los  conservadores  de  dicho  Museo,  señores  Herrera  y  Cicero, 
fjuienes  escribieron  una  obra  en  la  que  trataban  de  los  mestizos. 

Las  pinturas  existentes  en  el  Museo  de  México  son  de  dos  cla.ses: 

L — Diezyseiscuadros  representando  «las  ca.stas  de  México,  é])oca  co- 
lonial.» Cada  uno  de  ellos  nos  representa  al  padre,  á  la  madre,  íil  hijo, 
con  su  color  de  piel  respectivo,  3' entregados  á  su  ocupación  favorita. 
Todos  tienen  una  corta  leyenda  3'  un  número  de  orden.  No  tienen  ni  fe- 
cha ni  firma. 

H. — Una  gran  tela  pintada,  dividida  en  diez 3- seis  compartimientos, 
cada  uno  de  los  ctiales  tiene  casi  las  mismas  dimensiones  que  los  cua- 
dros anteriores  3-  casi  igual  á  la  de  los  cuadros  del  Museo  de  París.  Ca- 
da uno  de  estos  compartimientos  representa  un  grupo  de  tres  personas 
igualmente:  el  padre,  la  madre  3'  el  hijo,  cada  cual  de  color  de  su  piel. 
También  están  representados  en  sus  ocupaciones  habituales,  pero  bajo 
diferentes  aspectos  que  los  diez  3'  seis  cuadros  precedentes.  Cada 
compartimiento  tiene  su  inscripción,  pero  tampoco  se  advierte  en  ellos 
fecha  ni  firma. 

Son  conocidas,  pues,  al  presente,  tres  series  de  pinturas,  representan- 
do los  diversos  grados  de  mesticidad  que  se  observaban  en  México  en  el 
siglo  XVIIL   Estos  documentos,  como  se  comprenderá  bien,  tienen  un 

Anales.  T.  IV.— 31 . 


242 

alto  valor  etnográfico,  por  darse  á  conocer  trajes,  oficios,  herramientas, 
habitaciones  y  demás  particularidades  que  en  ellos  se  observan.  Tam- 
bién tienen  un  gran  valor  social,  pues  nos  enseñan  los  nombres  de  las 
diferentes  especies  de  mestizos,  entonces  más  conocidas,  con  pinturas  ó 
demostraciones  gráficas.  Desgraciadamente,  tienen  menor  valor  ari- 
tropológico;  el  tipo  anatómico  de  los  diversos  personajes  es  puramen- 
te fantástico,  siendo  su  único  punto  débil;  hasta  como  obras  de  arte 
son  notables,  pues  su  ejecución  es  bastante  buena,  y,  además,  nos  dan 
informaciones  mviy  preciosas,  por  lo  cual  su  mérito  histórico  es  muy  no- 
table. 

Los  cuadros  existentes  en  el  Museo  de  París  son  de  Ignacio  de  Cas- 
tro. Es  probable  cjue  los  diez  y  seis  cuadros  del  Museo  de  México  tam- 
bién sean  suyos,  dada  la  similitud  del  dibujo,  ó  por  lo  menos,  que  hayan 
salido  de  su  taller. 

Elgrancuadrodivididoendiezy  seis  compartimientos,  existente  en  él 
Museo  de  México,  difiere  notablemente  de  las  otras  d  os  series  de  cuadros; 
es  la  obra,  seguramente,  de  otro  artista,  mas  recuerda  á  aquéllos  por  el 
número  de  sus  compartimientos,  por  las  dimensiones  y  hasta  por  las 
inscripciones.  Esto  también  permite  suponer  que  haA'a  salido  del  mis- 
mo taller  que  aquéllos.  Es  permitido  pensar  que  diversos  artistas  se 
ocuparon  á  la  vez  del  mismo  asunto,  bajo  la  dirección  de  Ignacio  dé 
Castro,  por  encargo  de  los  centros  administrativos  de  la  antigua  Nue- 
va España.  La  cifra  de  diez  y  seis  empleada  en  los  tres  ejemplos  que  se  han 
presentado,  prueba  bien  que  ha^-  algo  de  definido  y  de  oficial,  que  no  es 
propio  en  el  artista. 

He  aquí  las  inscripciones  de  los  diez 3- seis  cuadros  del  Aluseo  de  Mé- 
xico, las  de  los  diez  y  seis  compartimientos  del  gran  cuadro  del  mismo 
Museo,  y  las  de  los  nueve  cuadros  del  Aluseo  de  París,  que  llevan  los  nú- 
meros del  8  al  16,  faltando  los  siete  primeros. 

Los  diez  y  seis  cuadros  del  Museo  de  México  tienen  4-0  centímetros 
de  altura  por  50  de  ancho.   Estas  son  sus  inscripciones: 

1. — De  español  é  india,  mestizo. 

2. — De  mestizo  y  española,  castizo. 

3. — De  castiza  y  español,  español. 

4. — De  española  y  negro,  mulato. 

5. — De  español  y  mulata,  morisco. 

6. — De  español  y  morisca,  albino. 

7. — De  español  y  albina,  torna  atrás. 

8. — De  indio  y  toma  atrás,  lobo. 

9. — De  lobo  é  india,  sambavo. 
10. — De  sambayo  é  india,  cambujo. 
11. — De  cambujo  y  mulata,  alvarazado. 
12. — De  alvarazado  y  mulata,  barcino. 
13. — De  barcino  y  mulata,  coyote. 


243 

14. — De  coyota  é  indio,  chamizo. 

15. — De  ehamizo  y  mestiza,  coyote  mestizo. 

16. — De  co3'ote  3-  mestizo,  ahí  te  estás. 

El  gran  cuadro  del  Museo  de  México  tiene  un  metro  cincuenta  cen- 
tímetros de  altura  por  un  metro  seis  centímetros  de  ancho.  Sus  diez  y 
seiscompartimientüs  son  iguales,  midiendo  cada  uno,  inclusa  la  inscrip- 
ción, 37  centímetros  y  medio  de  alto  por  26  3-  medio  de  ancho.  Sus  tí- 
tulos son  los  siguientes: 

1. — De  español  con  india,  mestizo. 

2. — De  mestizo  con  española,  castizo. 

3. — De  castizo  con  española,  español. 

4. — De  español  con  negra,  mulato. 

5. — De  mulato  con  española,  morisco. 

6. — De  morisco  con  española,  chino. 

7. — De  chino  con  india,  salta  atrás. 

8. — De  salta  atrás  con  mulata,  lobo. 

9. — De  lobo  con  china,  j7£iaro. 
10. — De  jíbaro  con  mulata,  alrarazado. 
11. — De  alvarazado  con  negra,  cambujo. 
12. — De  cambujo  con  india,  sambayo. 
13. — De  samba3'o  con  loba,  calpamulato. 
14. — De  calpamidato  con  cambuja,  tente  en  el  aire. 
15. — De  tente  en  el  aire  con  mulata,  no  te  entiendo. 
16. — De  no  te  entiendo  con  india,  torna  atrás. 

En  ñn,  los  nueve  cuadros  del  Museo  de  París,  tienen  las  inscripciones 
sigviientes: 

8. — De  indio  con  negra  nace  lobo. 

9. — De  lobo  y  negra  nace  chino. 
10. — De  chino  é  india  nace  cambujo. 
11. — De  cambujo  é  india  nace  tente  en  el  aire. 
,      12. — De  tente  en  el  aire  3'  mulata  nace  alvarazado. 
13. — De  alvarazado  é  india  nace  barcino. 
14. — De  barcino  é  india  nace  calpamulato. 
15.— De  indio  y  mestiza  nace  coyote. 
16. — Indios  mecos  nombrados  apaches.  '-' 

Estudiando  estos  títulos,  se  observa  que  especies  del  mismo  origen 
reciben  nombres  diferentes,  y  que  un  mismo  nombre  puede  ser  dado  á 
diferentes  especies.  Mas,  además  de  las  especies  determinadas  en  los  cua- 
dros 3' títulos  expresados,  ha3'  que  agregar  otras  infinitas.  Estas  varia- 
ciones pueden  consignarse  de  dos  maneras:  por  cuadros  de  cifras  ó  por 
gráficos. 


244 

Representemos  por  100  la  masa  de  sangre  de  un  individuo  de  jjura 
raza  blanca,  negra  ó  india.  Un  mestizo  de  español  y  de  india  tendrá  50 
por  100  de  sangre  blanca  3-  50  por  100  de  sangre  india.  De  la  misma 
manera,  un  mestizo  de  español  y  de  negra  tendrá  el  50  por  100  de  san- 
gre blanca  y  el  50  por  100  de  sangre  negra.  Esto  puede  ser  anotado 
bien  por  cifras  ó  bien  por  una  columna  de  una  altura  determinada,  que 
se  divide  en  dos  mitades  de  colores  diferentes.  Admitido  este  sistema, 
nada  más  fácil  que  representar  por  alturas  y  colores  diversos  las  canti- 
dades de  sangres  diferentes  que  pueden  hallarse  en  un  mestizo.  Así  son 
obtenidos  los  cuadros  y  gráficos  que  representan  nuestras  ilustraciones. 

Dice  el  Profesor  R.  Blanchard  que  en  sus  estudios  no  pudo  descubrir 
la  menor  información  sobre  las  castas  de  México,  en  los  tiempos  en  que 
este  país  era  colonia  española,  no  sabiéndose  de  ellas  otra  cosa  sino 
que  estaban  basadas  en  el  color  de  la  piel  3-  sobre  el  grado  de  mezcla  de 
las  tres  razas,  blanca,  negra  é  india.  Es  indudable  que  existirán  en  los 
archivos  de  España  \' de  México  documentos  administrativos  que  apor- 
tarán mucha  luz  á  estos  estudios.  Así,  pues,  las  pinturas  antes  indica- 
das, son  los  únicos  documentos  auténticos  conocidos  hasta  hov. 

Aunciue  la  administración  española  en  Aléxico  en  el  siglo  XVIII  só- 
lo hubiese  admitido  diez  y  seis  combinaciones  ó  especies  de  mestizajes, 
es  indudable  que  éstas  eran  infinitas,  si  bien  las  comprendidas  en  aquel 
número  fuesen  las  principales.  Esta  afirmación  encuentra  su  confirma- 
ción en  las  diferentes  obras  publicadas  después  de  la  Independencia  de 
México,  es  decir,  en  la  época  en  que  las  castas 3' distinciones  sociales  no 
tenían  ya  la  importancia  que  en  los  tiempos  de  la  dominación  española. 

Vire3',  en  su  obra  Historia  natural  del  género  bitmano,  consagra  un 
largo  é  importante  capítulo  á  los  mulatos  3'  á  los  mestizos  en  general. 
Distingue  en  los  mestizos  americanos,  ajusto  título,  muchas  catego- 
rías ó  mezclas  de  sangres,  según  esta  mezcla  sea  entre  individuos  de  ra- 
zas puras  ó  mestizas,  entre  mestizos  en  primer  grado,  etc.  Esta  distin- 
ción filé  seguida  después  por  la  mayor  parte  de  los  autores.  Se  hace 
igual  uso  de  la  indicación  numérica  para  determinar  la  mezcla  de  san- 
gre, mas  este  sistema  es  expviesto  á  algunos  errores  en  el  cálculo.  El 
sistema  decimal,  generalmente  adoptado,  es  el  más  seguro,  al  mismo 
tiempo  que  tiene  la  ventaja  de  convertir  en  gráfica  una  comparación 
sinóptica. 

El  resultado  del  cruzamiento  de  la  raza  blanca  con  la  negra,  produ- 
ce la  mulata,  y  la  de  la  blanca  con  la  india,  la  mestiza.  Estos  son  los 
productos  de  la  primera  generación  ó  el  cruzamiento  en  primer  grado. 
La  segunda  generación  comprende  el  producto  de  la  mezcla  precedente 
con  sangre  primitiva.  Así,  en  estas  segundas  líneas,  la  sangre  pura  es- 
tá en  proporción  de  tres  cuartos  por  un  cuarto  de  sangre  india  ó  ne- 
gra. En  las  terceras  generaciones,  los  productos  se  purifican,  no  que- 
dando apenas  ninguna  mezcla  en  las  cuartas  generaciones. 

Todas  estas  mezclas  se  complican  más,  cuando  castas  3a  mu3'  mez- 


Anales.— Tomo  IV. 


I.ÁM.  27, 


'I  »        ■      •       f.'-...7,i;,  ÍL-lo        oh         (.,dlj  [     ,<,ÍH„(.,.i         01     MJ-lfK- 


f    .«X 


^ 


Cuadros  de  Mestizos  del  Museo  X.  de  Méxici 


245 

ciadas  se  unen  entre  sí.  Así,  un  tercerón  y  una  mulata  ])roflucirán  un 
tipo  denominado  snltn  atrás,  pues,  volviendo  hacia  el  nc.iíro,  salta 
atrás,  como  indica  el  nombre.  En  general,  todas  las  razas  que  pro<lu- 
cen  mi  hijo  de  color  más  subido  (jue  el  de  los  padres,  son  dcnomina<las 
.Sc'í/íc'í  atrás. 

Hay  productos  que  tienen  siete  ú  ocho  sangres  diferentes. — Es  de 
notarse  que  los  caracteres  de  todas  las  castas  son  claramente  distin- 
guidos antes  de  volverse,  por  la  mezcla  de  pura  sangre  á  una  raza  pu- 
ra en  que  desajiarezcan  los  signos  de  todas  las  mezclas.  La  cuarta  mez- 
cla, ó  sea  la  del  cuarterón,  tmida  al  blanco,  produce  el  quinterón,  en 
la  (¡ne  apenas  son  advertidos  signos  de  mezcla.  Después  ya  no  se  ad- 
vierte distinción  alguna. 

Dice  Armin,  que  la  población  de  México  continúa  estando  dividida 
en  dos  grupos:  Una,  la  gente  de  razón,  es  decir,  de  raza  española,  y  de 
otra  parte,  la  gente  sin  razón,  es  decir,  las  personas  de  color.  El  quinte- 
rón entra  aún  en  esta  categoría,  mas  el  producto  de  la  mezcla  de  nn 
(luinterón  con  un  blanco,  entra  ya  en  la  categoría  de  blanco,  teniendo 
,su  sangre  una  proporción  de  96,88  por  100  de  sangre  blanca  por  3,12 
de  sangre  negra. 

Todavía  hoy,  en  los  Estados  Unidos,  se  clasifican  de  mulatos  á  los 
ciiarterones  que  sólo  tienen  un  octavo  de  sangre  negra.  El  quinterón, 
que  sólo  tiene  una  dieciseisava  parte,  es  ya  bien  difícil  de  distinguir  del 
blanco  de  raza  pura,  tanto  el  color  de  su  piel  es  claro,  pero  persisten  en 
él  caracteres  que  permiten  recontjcerlo;  por  ejemplo,  el  color  de  sus 
uñas,  que  son  azviladas  y  no  rosadas.  Se  cvienta  en  los  Estados  Unidos 
la  trágica  historia  de  un  oficial  de  la  Marina  americana,  á  quien  sus 
camaradas  creían  de  pura  raza  blanca.  Unas  fiestas  fiíeron  dadas  con 
motivo  de  la  llegada  de  una  escuadra  extranjera.  Uno  de  los  oficiales 
extranjeros  dijo  al  americano,  á  cuyo  lado  estaba  sentado  en  un  ban- 
(|uete,  .sin  dar  ninguna  importancia  á  sus  palabras:  "¡Cómo!  ¡Tiene  Ttd. 
las  uñas  azuladas!  ¿Uuc  es  eso?"  A  la  mañana  siguiente,  el  oficial  se 
había  suicidado. 

Las  mezclas  de  mestizos  con  mestizos,  mvdatos  con  mulatos,  tercero- 
nes con  tercerones,  etc.,  se  denominan  generalmente  tente  en  el  aire, 
IJuesto  que  continúan  con  su  mismo  color,  sin  aproximarse  á  ninguna 
de  las  razas  puras. 

Si  im  mestizo  ó  un  mulato  se  une  á  una  mujer  blanca,  si  un  cuarte- 
rón casa  con  una  (juinterona,  los  productos  se  llaman sa/ío  airas,  por- 
(juc  en  lugar  de  aproximar.se  á  la  raza  blanca,  se  inclinan  á  las  gentes 
de  color.  Los  descendientes  de  negros  cruzados  con  indios,  llevan  el 
nombre  de  zambos. 

En  la  obra  de  Herrera  y  Cicero  se  encuentra  el  capítulo  siguiente,  que 
es  mu3'  interesante: 

«Mestizos  de  México. 

«Se  encuentran  en  diferentes  o))nis  las  denominaciones  por  las  cua- 


246 

le^  eran  designados  los  individuos  de  las  diversas  castas  que  seforma- 
rop  durante  la  época  colonial,  por  la  mezcla  de  las  tres  razas  madres: 
española,  india  y  negra,  que  constituían  en  aquel  tiempo  la  población 
de]  país,  conocido  hoy  con  el  nombre  de  República  Mexicana.  La  rique- 
za bibliográfica  á  la  cual  nos  referimos,  es  bien  pequeña  en  verdad,  mas 
su  importancia  disminuye  aún  más  por  el  hecho  de  la  confusión  naci- 
da :por  designarse  á  estas  castas  con  nombres  idénticos,  de  lo  cual  pro- 
cede que  muchos  autores  designen  ciertas  castas  con  nombres  que  no 
les  corresponden,  y  sobre  todo,  porque  ningún  autor  describe  los  carac- 
teres propios  de  cada  una  de  estas  castas. 

.  «Los  nombres  correspondientes  á  muchas  de  éstas  son,  no  obstan- 
te, bastante  expresivos  y  demuestran  que,  en  la  época  en  que  fueron 
inventados,  correspondían  á  diferencias  fáciles  de  apreciar.  De  la  iden- 
Ijidad  de  ciertos  nombres,  se  puede  deducir  que  había  un  cierto  pareci- 
do con.  las  castas  á  las  cuales  se  daban  dichos  nombres;  el  examen  de 
dichos  cuadros  gráficos,  relativos  á  ellas,  autorizan  aún  más  esta  hipó- 
tesis. 

;  «A  medida  que  aumentaba  la  población  de  la  colonia,  los  cruza- 
mientos eran  cada  vez  más  numerosos  y  más  complicados;  las  denomi- 
naciones de  que  acabamos  de  hablar,  perdieron  mucho  de  su  valor  y 
su  .aplicación  se  hizo  cada  vez  más  confusa,  hasta  el  punto  de  que  las 
p.ersQnas  sensatas  se  vieron  obligadas  á  simplificar  mucho  la  clasifica- 
ción, reduciéndola  á  seis  nombres  solamente.  No  se  tuvo  ya  en  cuenta, 
pues  esto  no  fué  entonces  fácil,  la  generación  de  la  cual  procedía  la  cas- 
ta, Sedesignó  con  el  nombre  de  criollo,  á  todo  descendiente  de  español  y  de 
española;  de  mestizo,  a\  que  procedía  de  español  y  de  india;  de  7í2u/aío,á 
aquél  cuya  sangre  era  una  mezcla  de  española  3-  de  negra;  de  zambos, 
á  Jos.  que  eran  descendientes  de  negros  mezclados  á  los  indios;  de  tente 
en  el  aire,  á  los  que  tenían  en  su  sangre  mezcla  de  las  tres  razas  y  se 
míintenían  por  sus  uniones  sucesivas  á  la  misma  distancia  del  tronco 
africano;  y  en  fin,  salta  atrás,  eran  aquéllos  que  retrocedían  hacia  el 
expresado  tronco.  Las  denominaciones  de  mestizo,  mulato,  zambo  y 
salta  atrás,  son  hoy  las  más  generalmente  usadas;  en  la  actualidad  se 
emplea  muy  rara  vez  la  voz  criollo,  así  como  la  de  tente  en  el  aire,  que 
era  una  metáfora  mu\'  expresiva  y  comprensible. 

«Examinemos  los  cruzamientos  de  la  población  mexicana,  siguien- 
do un  cierto  orden  y  haciendo  algunas  observaciones  que  juzgamos 
vitiles. 

.  «Comenzando  por  el  cruzamiento  de  las  razas  española  é  india,  ve- 
mos el  primer  producto.  Lleva  el  nombre  de  mestizo.  Algunos  autores 
dan  también  á  este  producto  el  nombre  de  coyote,  mas  otros  designan 
cpn  este  nombre  el  producto  del  indio  con  la  mestiza. 

«El  producto  del  mestizo  con  la  española  se  llama  castizo;  también 
se  le  da  el  nombre  de  cuarterón,  que  pronto  veremos  aplicado  á  un 
producto  bien  distinto. 


247 

«La  mezcla  de  un  castizo  con  uníi  española  hace  desaparecer' la 
influencia  atávica  india;  su  producto  no  es  ^-a  mestizo,  sino  espa- 
ñol. 

«Tomemos  ahora  las  mezclas  de  las  razas  española,  3'  negra;  vemos 
al  mestizo  de  primera  sangre,  designado  con  el  nombre  de  mulato,  que 
no  se  presta  á  ninguna  confusión.  Esta  comienza  con  el  mestizo  de  se- 
gundo grado,  designado  con  la  denominación  de  morisco,  en  tanto  (yue 
llevan  el  de  cuarterones  los  mismos  que  anteshan  sido  denominados 
castizos.  Esta  última  voz  ha  sido  muy  poco  aplicada  en  México,  pero 
en  las  Antillas  y  en  los  Estados  Unidos,  no  habiendo  sido  efectuada  la 
mezcla  más  que  entre  negros  y  blancos,  sus  productos  son  denomina- 
dos tercerones,  cuarterones,  etc.,  según  que  en  la  tercera  ó  en  la  cuarta 
generación  los  mulatos  se  hayan  mezclado  con  los  blancos. 

«La  confusión  es  mayor  aún  al  llegar  á  la  tercera  sangre.  Las  tres 
obras  principales  qvie  hemos  consultado,  difieren  en  este  punto. 

«Los  mestizos  derivados  de  negro  y  de  india,  son  denominados  za;j2- 
bos;  y  los  zambos  prietos  son  en  esta  categoría  los  mestizos  de  tercera 
sangre;  teniendo  en  cuenta  que  la  influencia  atávica  es  inuy  poderosa 
en  la  raza  negra  y  casi  nula  en  la  india,  hay  razones  para  pensar  ciue 
el  mestizo  de  tercera  sangre  representa  el  retomo  á  la  raza  primitiva 
(negra  en  este  caso). 

«El  predominio  de  poder  de  la  raza  negra,  se  oljserva  aun  en  los 
mestizos  que  hemos  denominado  secundarios.  Todos  son  derivados  de 
zambos,  ó  salta  atrás,  es  decir,  de  mestizos  que  poseen  una  gran  canti- 
dad de  sangre  negra.  Es  idéntica  la  fórmula  de  ca/pa-mu/ato,  producto 
de  zambo  y  de  mulata,  y  de  no  te  entiendo,  producto  de  tente  en  el  aire 
y  de  mulata.  Esta  analogía  es  la  justificación  de  los  f|ue  dan  el  no  te 
entiendo  como  sinónimo  de  salta  atrás. 

«En  cuanto  al  chino,  diremos,  que  no  pensamos  que  haya  tenido 
nunca  el  menor  parecido  entre  el  mestizo  de  este  nombre  v  el  habitan- 
te de  China.  En  México  es  mu^'  frecuente  llamar  chino  á  los  que  tienen 
los  cabellos  rizados,  carácter,  como  se  sabe,  muy  general  en  la  raza  ne- 
gra, y  que  también  tienen  los  mestizos  derivados  de  esta  raza. 

«No  podemos  acertar  cuál  fué  el  origen  de  las  palabras  lobo,  tente 
en  el  aire,  ahí  te  estás,  jíbaro,  alrarazado  y  cambujo,  aplicadas  á 
otros  mestizos  mexicanos.» 

El  Profesor  R.  Blanchard,  antes  de  concluir  su  trabajo,  dice  que  la 
Nueva  España  no  fué  la  única  colonia  española  que  hizo  uso  de  la  pin- 
tura para  representar  los  diferentes  grados  de  mesticidad.  Añade  qvie, 
en  sus  relaciones  profesionales  con  médicos  de  la  América  Central,  de 
Colombia,  de  Venezuela  y  del  Perú,  á  los  cuales  mostró  las  fotografías 
de  los  cuadros  del  Museo  de  México,  preguntándoles  si  habían  visto  en 
sus  países  pinturas  análogas,  la  respuesta  fué  siempre  negativa.  Esto 
no  quiere  decir  que  no  existan.  El  Dr.  Blanchard  cree  que,  á  excepción 
de  los  países  en  los  que  el  elemento  negro  no  ha  penetrado  (Argentina, 


248 

Clñle,  Paraguay  y  Urug'uay),  se  podrán  encontrar  documentos  de  esta 
naturaleza  en  las  antiguas  colonias  españolas  de  América. 

El  Profesor  Blanchard  dirigió  entonces  á  España  sus  investigacio- 
nes. Escribió  al  doctor  Bolívar,  director  del  Museo  de  Historia  Natu- 
ral de  Madrid.  La  contestación  no  se  hizo  esperar.  En  dicho  Museo 
había  cuadros  análogos  á  los  de  los  Museos  de  México  y  de  París,  y 
por  ellos,  el  Dr.  Bolívar  le  enviaba  unos  gráficos  y  un  cuadro  de  inscri]}- 
ciones  de  las  mezclas  de  las  castas  en  las  antiguas  colonias  españo- 
las. 

He  aquí  el  cuadro  de  inscripciones  formado  por  el  director  del  Mu- 
seo de  Historia  Natural  de  Madrid. 

1. — Indios  infieles  de  la  Montaña,  Misionarios. 

2. — Indios  serranos  tributarios  civilizados. 

3. — Español  é  india  serrana  ó  civilizada,  produce  mestizo. 

4-. — Mestizo  y  mestiza,  produce  mestizo. 

5. — Español  y  mestiza,  produce  cuarterón. 

6. — Cuarterona  de  mestizo  y  español,  produce  quinterón. 

7. — Español  con  quinterona  de  mestizo,  produce  español. 

8. — Negros  bozales  de  Guinea,  ídem. 

9. — Negra  y  espíiñol,  producen  mulato. 
10. — Mulatos,  Ídem. 

11. — Mulata  con  español,  cuarterón  de  mulato. 

12. — Español  y  cuarterona   de   mnlato.  ]:)roduce  quinterón  de  mu- 
lato. 
13. — Quinterón  y  requinterona  de  mulato,  español. 
14. — Español  y  requinterona  de  mulato,  produce  gente  lilanca. 
15. — Español  y  gente  blanca,  produce  casi  limpios  en  su  origen. 
16. — India  con  mulato,  produce  chino. 

AZTECA. 


En  el  «MUXDU.L  Magazine.»   París,  Yol.  II,  iiúni.  TI,  de  Marzo  de  1912. 


-2.^^ 


XVIII  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 
HISTORIA   COLONIAL. 

DIVISIÓN  TERRITORIAL  DE  NUEVA  ESPAÑA  EN  EL  AÑO  1636. 

MEMORIA 

rOR  F.  Dl'L  PASO  Y  TROXCÜSO. 


Anales.  T.  IV.— 32. 


»ar  c^^^x^2^  <^^:'>^^cj3^>;^c^]j^r!^H^y  ^CE^' 


No  entraba  en  mis  intenciones  escribir  este  artículo,  porque  la  idea 
primitiva  del  asunto  no  es  inía,  sino  ajena,  y  me  fué  sugerida  por  suje- 
to establecidoen  Italia,  quien,  colaborando,  según  medice,  con  otra  per- 
sona en  obra  importante  que  ambos  escriben  acerca  de  México,  me  hi- 
zo, en  carta  de  recientedata,  estas  dos  preguntas:  «¿Podría  Ud. decirme 
«cuál  era  la  división  exacta  del  territorio  de  Nueva  España  en  1636? 
« ¿Eran  las  provincias:  Nuevo  Reino  de  Galicia,  Nueva  Vizcaya,  Guate- 
«mala,  Yucatán,  Soconusco,  Nuevo  Santander,  con  varias  islas?»  Plan- 
teadíi  la  cuestión  en  talestérminos,á ella  respondo  por  capítulos,  y,  co- 
mo al  hablar  de  aquel  vastísimo  territorio,  que  llamaban  Nueva  Espa- 
ña, tendré  que  referirme  á  las  diversas  partes  que  lo  integraban,  y  á  la 
cohesión  ó  dependencia  ó  simples  relaciones  de  buena  vecindad  que  ha- 
bía entre  todas  ellas,  téngase  presente,  para  disculpar  las  deficiencias 
de  mi  trabajo,  que  la  máquina  de  gobierno  y  administración  de  los  do- 
minios españoles  en  ambas  Américas  — hasta  que  se  creó  la  división  por 
Intendencias  afines  del  siglo  XVIII —  fué  complicadísima  y  funcionó  em- 
brolladamente  por  cerca  de  tres  siglos.  Hoy  tenemos  dificultad  para 
entenderla,  )'  para  mí  pienso  que  muchos  de  aquellos  tiempos  tampoco 
la  entendían. 


ORIGEN  Y  EXTENSIÓN  DEL  NOMBRE  NUEVA  ESPAÑA. 

El  nombre  Nueva  España  era  muA^  elástico,  ya  que  se  aplicaba  no 
solamente  al  Reino  así  llamado,  sino  también  á  territorios  que  con  él 
colindaban,  ó  que  á  él  se  avecindaban,  ó  que  de  él  dependían  á  cortas  ó 


252 

á  largas  distancias,  y  que  caían,  por  decirlo  así,  dentro  de  su  zona  de 
influencia.  Impúsole  Hernán  Cortés  á  las  costas  que  antes  habían  des- 
cubierto Hernández  de  Córdoba  y  Grijalba;  3'  cuando  D.  Hernando  y 
sus  compañeros,  después  de  conquistadas  aquéllas,  fueron  descubriendo 
y  dominando  nuevos  territorios,  el  nombre  Nueva  España  extendióse 
á  todas  las  tierras  nuevas  por  donde  aquellos  aventureros  iban  pene- 
trando; así  es  que  lo  explorado  entre  los  años  1521  y  1525  por  Cor- 
tés en  la  Huasteca;  Olid  en  Michoacán;SandovalenCoatzacoalco  y  Za- 
catilla; Francisco  Cortés  y  Alonso  de  Avalos  en  Colima  y  cantones  del 
Sur  de  Xalixco;  Diego  de  Godoy  en  Chiapa;  Orozco  y  Rangel  en  Oaxa- 
ca;  Pedro  de  Alvarado  en  Tecuantepec,  Soconusco,  Guatemala  y  el  Sal- 
vador; Olid,  Francisco  de  las  Casas,  y  luego  el  mismo  Hernán  Cortés 
en  Tabasco,  el  Peten,  la  Verapaz  y  Honduras;  todo  aquello  nombróse 
Nueva  España,  como  quiera  que  de  orden  de  D.Hernando  y  con  elemen- 
tos que  de  México  salieron,  se  habían  descubierto,  conquistado  y  pobla- 
do en  parte,  ó  explorado  por  lo  menos,  todas  aquellas  provincias.  En 
mapas  antiguos  arranca  el  nombre  Nueva  España  desde  Centro-Amé- 
rica, 3-  en  informaciones  de  méritos  hechas  por  sujetos  que  no  habían 
conquistado,  no  en  México  ni  en  otro  de  sus  territorios  actuales,  sino 
en  Guatemala  exclusivamente,  llámanse  ellos  á  sí  mismos  «Conquista- 
dores de  Nueva  España.» 

El  Real  Consejo  de  Indias  dio  todavía  ma3-or  extensión  al  nombre 
Nueva  España  cuando,  hecha  la  demarcación  general  de  las  comarcas 
del  Nuevo  Mundo  pertenecientes  á  la  madre  patria,  ideó  subdividir 
aquel  continente  vastísimo  en  dos  grandes  fracciones,  para  cada  una 
de  las  cuales  creóse  — dentro  del  Consejo  y  á  fin  de  facilitar  el  despa- 
cho de  los  negocios —  una  Secretaría  especial  que,  por  el  título  de  los 
dos  únicos  ViiTe3-es  que  había  en  América  entonces,  tomaron  los  nom- 
bres de  Secretaría  de  Nueva  España  3-  Secretaría  del  Peni.  Las  regiones 
comprendidas  en  cada  una  de  a(|uellas  vastas  demarcaciones,  designá- 
banse respectivamente  bajo  el  nombre  de  Indias  Occidentales  de  Nueva 
España  ó  Indias  Occidentales  del  Perú. 

Las  Indias  de  Nueva  España,  en  1636,  comprendían  todo  lo  domi- 
nadopor  la  madre  patria  en  aquel  tiempo,  desde  Costa  Rica  (inclusive) 
para  el  Norte;  así  es  que  sus  territorios  correspondían  casi  todosá  Nor- 
te-América, salvo  el  de  Venezuela  en  Sud-América,  incor]oorado  en  la 
Secretaría  de  Nueva  España  por  depender  de  la  Real  .\udiencia  de  la  Is- 
la Española  ó  Santo  Domingo,  3-  exceptuand  o  también  el  territorio  de  las 
Islas  Filipinas,  que  no  caía  3-a  dentro  del  Continente  americano,  pero 
que  de  él  dependía  políticamente.  Las  Indias  de  Nueva  España  esta- 
ban subdivididas  en  cinco  grandes  regiones,  con  sendas  Audiencias,  cu- 
3'as  metrópolis,  eran  respectivamente:  1"'  Santo  Domingo,  en  la  Isla 
homónima;  2*  Guatemala,  en  el  Reino  del  mismo  nombre  (ho3'  Centro- 
América),  3*  Guadalajara,  en  Nueva  Galicia;  4-''  México,  en  Nueva  Espa- 
ña; 5*  Manila,  en  las  Islas  Filipinas. 


253 


l'-í   REGIÓN:  AUDIENCIA  DE  SANTO  DOMINGO. 

La  Audiencia  de  Santo  Domingo  tenía  bajo  su  jurisdicción,  el  año 
1636,  á  las  cuatro  Antillas  mayores  (pues  Jamaica  no  fué  conquista- 
da por  Inglaterra  sino  vuios  veinte  años  más  tarde),  á  la  península  de 
Florida  (en  la  cual  tenían  los  españoles  la  ciudad  de  San  Agustín,  con  al- 
gtmos  fuertes),  Y  á  toda  la  Costa  Firme,  desde  Maracaibo  inclusive  has- 
ta la  Guaj-ana  española,  más  allá  del  Orinoco;  las  cuales  comarcas  de 
Sud-América  estaban  sujetas,  no  sólo  política  sino  eclesiásticamente,  á 
las  Antillas,  pues  el  Obispo  de  Venezuela  era  sufragáneo  del  Arzobispo 
de  Santo  Domingo,  y  las  provincias  de  Cumaná  3'  Guayana,  con  las  is- 
las de  Trinidad  y  Margarita,  dependían  de  la  mitra  de  Puerto  Rico. 
Las  Antillas  menores  (de  Sotavento,  de  Barlovento,  Vírgenes  y  Lucayas) 
salvo  las  dos  de  Sotavento,  ya  nomljradas  ( Margarita  y  Trinidad ) ,  nun- 
ca las  pobló  España,  y  por  ese  tiempo  estaban,  unas  despobladas,  y 
otras,  las  que  demoran  más  al  Sur,  habitadas  por  indios  caribes,  ca- 
níbales, gentiles  é  independientes.  En  las  despobladas  hacían  escala, 
por  tiempos,  aventureros  europeos  (franceses,  holandeses  é  ingleses) 
que  venían  á  piratear,  y  los  cuales,  en  fuerza  de  visitarlas,  fueron  que- 
dándose de  asiento,  saliendo  á  saltear,  desde  allí,  las  posesiones  espa- 
ñolas y  los  buques  de  cabotaje  que  hacían  el  pequeño  comercio  entre 
todas  ellas.  Primero  D.  Fadrique  de  Toledo,  con  la  gran  armada  que 
llamaban  del  Océano,  y  algunos  años  después  el  Marqués  de  Cadere^-ta 
— luego  Virrey  de  Nueva  España —  con  la  flota  de  Indias,  desalojaron  á 
los  piratas  de  las  pequeñas  Antillas  y  destruyeron  sus  establecimientos 
en  las  islas  de  San  Martín  y  de  San  Bartolomé,  quedando  al  finalizar  el 
primer  tercio  del  siglo  XVII,  presidiadas  las  dos  por  soldados  españo- 
les. Mas  no  cesó  por  esto  la  plaga  de  piratas:  echados  de  una  isla,  ve- 
nían otros  nuevos  á  tomar  asiento  en  islas  más  lejanas,  dentro  del  mis- 
mo archipiélago,  para  continuar  sus  depredaciones,  tanto,  que  fué  ne- 
cesario abandonar  con  el  tiempo  los  presidios  de  San  Bartolomé  y  San 
Martín  para  llevar  los  soldados  á  otros  puntos  de  maj'or  importancia 
y  donde  había  más  crecidos  intereses  que  defender;  quedando,  por  tan- 
to, las  Antillas  menores  á  discreción  de  aquellos  aventureros,  que  sin 
obstáculo,  fueron  ocupándolas  todas.  La  navegación  por  el  mar  Anti- 
llano era  muy  difícil,  y  penosísima  la  vida  en  todas  aquellas  posesiones 
españolas,  que  poco  á  poco  iban  despoblándolas;  de  modo  que  sus  ren- 
tas no  bastaban  á  cubrir  los  fuertes  gastos  que,  para  su  defensa  y  con- 
servación, era  necesario  hacer.  Como  Nueva  España  era  colonia  riquí- 
sima, se  ordenó  al  Virrey  que  cubriera  ese  déficit,  y  aquel  funcionario, 
periódicamente  situaba  las  cantidades  en  metálico,  y  aun  á  veces  en  vi- 
tuallas, que  las  Antillas  mayores,  los  fuertes  de  la  Florida,  y  el  castillo 


254 

de  Araya  en  Cnnamá  (quedefendía  las  salinas  hümónimas)  necesitaban 
para  completar  sus  gastos  ó  provisiones,  y  hacía  el  Virrey  la  situación 
por  medio  de  barcos  artillados  que  favorecían  así  la  comunicación  en- 
tre aquellas  desoladas  colonias.  Nueva  España  servíales,  pues,  de  am- 
paro, y  ya  se  comprende  por  qué  se  hallaban  dentro  de  su  zona  de  in- 
fluencia. 


2'  REGIÓN:  AUDIENCIA  DE  GUATEMALA. 

La  Audiencia  de  Guatemala  extendía  su  jurisdicción  á  todo  Centro- 
América,  y  además,  á  Soconusco  y  Chiapa,  que  hoy  pertenecen  á  Aléxi- 
co.  Fué  creada  poco  antes  de  mediar  el  siglo  XVI,  }•  llamóse  primero 
«Audiencia  de  los  Confines  de  Guatemala  y  Nicaragua»  solamente;  pe- 
ro se  formó  con  provincias  que  habían  estado  en  tres  jurisdicciones  dis- 
tintas: Chiapa  y  Guatemala,  que  habían  correspondido  siempre  al 
distrito  de  la  AudienciadeNuevaEspaña;  Honduras,  que  había  pertene- 
cido en  cierto  tiempo  á  la  Audiencia  de  Santo  Domingo;  y  Nicaragua  y 
Costa  Rica,  primitivamente  comprendidas  en  la  jurisdicción  del  Darién. 
Advierto,  sin  embargo,  que  todas  las  provincias  de  Centro- América  en- 
traban ya  en  el  distrito  de  la  Audiencia  de  Nueva  España  cuando  se 
creó  la  de  los  Confines,  pues  desde  que  se  instaló  en  México,  el  año 
1528,1a  1*  Audiencia,  trajo  Cédula  para  que  la  obedeciesen  lasprovincias 
comarcanas,  citándose  allí  expresamente  á  Guatemala,  y  en  confirma- 
ción de  tal  derecho,  se  ordenó,  seis  años  después,  que  un  Oidor  de  Méxi- 
co visitase  á  Guatemala.  Extendióse  más  lejos  aún  la  jurisdicción  de 
Nueva  España  con  la  real  Cédula  comunicada  el  año  1533  al  Gober- 
nador de  Honduras  para  que  informase  á  la  Audiencia  de  Nueva  Es- 
paña de  lo  que  conviniese  proveer  para  su  gobernación;  3'  más  íntima 
dependencia  resultó  de  otra  Cédula,  expedida  el  año  1537,  ordenando 
cjue  las  justicias  de  la  provincia  de  Nicaragua  obedeciesen  á  la  Audien- 
cia de  Nueva  España.  Todo  lo  que  hoj- es  Centro-América,  estuvo,  por 
tanto,  sujeto,  desde  aquel  tiempo  y  liasta  1544,  al  Virrey  de  ^México. 

Por  otra  parte,  la  Avidiencia  de  los  Confines,  durante  cierto  tiempo, 
ni  tuvo  asiento  estable,  ni  límites  precisos  ó  fijos,  ni  jurisdicción  cierta, 
siendo  tan  mudable  su  distrito  cuanto  lo  fué  su  cabecera,  pues  cuando 
en  1544  comenzó  á  funcionar,  entraron  en  su  jurisdicción  —juntamente 
con  todas  las  provincias  de  Centro-América —  Chiapa  y  Yucatán,  en- 
tonces gobernadas  por  D.  Francisco  de  Montejo,  y  que  también  fueron 
quitadas  á  la  Audiencia  de  México;  pero  pasado  algún  tiempo  se  dio 
Cédula  para  la  devolución  de  Yucatán  á  México,  por  la  dificultad  que 
había  para  visitar  la  península  desde  Gracias  á  Dios,  primer  asiento  de 
la  Audiencia  de  los  Confines,  3- aun  desde  Guatemala,  donde  se  trasladó 
á  los  cinco  años;  en  cuj^o  nuevo  asiento,  con  varias  vicisitudes,  perma- 
neció hasta  el  año  1563  próximamente,  y  en  esa  época,  no  sólo  se  qui- 


255 

tó  la  Audiencia  de  allí  para  ponerla  en  Panamá,  sino  cjue  sus  antiguos 
territorios  fueron  divididos  en  dos  fracciones,  tirando  la  línea  divisoriíi 
desde  la  bahía  de  Fonseca  en  el  mar  del  Sur,  al  río  de  Ulúa  (jue  desem- 
boca en  el  mar  de  las  Antillas;  de  modo  que  todo  lo  situado  al  Ponien- 
te y  Norte  de  la  dicha  línea,  quedase  dentro  del  distrito  de  la  Audiencia 
de  México,  y  lo  sitviado  al  Oriente  y  Sur  corresjjondiese  á  la  Audien- 
cia de  Panamá  ó  de  los  Confines,  ala  cual  se  dio  por  límite  al  Sur  híistacl 
río  del  Darién  por  un  mar,  y  hasta  la  costa  de  Buenaventura  por  el  otro. 
Volvió,  pues,  álajurisdicciónde  Nueva  España  casi  todo  lo  que  se  habííi 
conquistado  en  tiempo  de  Cortés,  ó  poco  más  tarde,  con  elementos  lle- 
vados de  México,  es  decir:  Chiapa,  Soconusco,  la  Verapaz,  Guatemala, 
el  Salvador  y  tma  parte  de  Honduras,  incluyendo  la  villa  de  Gracias  á 
Dios  y  el  puerto  de  San  Gil  de  Buenavista,  c[uedando  Guatemala  y  sus 
distritos,  reducidos  á  la  condición  de  simple  gobierno  de  provincia,  con 
lo  cual,  en  cierto  modo,  asistíase  al  descjuite  de  las  pretensiones  corte- 
sianas  contra  la  emancipación  de  D.  Pedro  de  Alvarado. 

Esta  nueva  distribución  de  territorios  no  i)re\'aleció,  sin  embargo, 
porquecinco  años  después,  en  156(S,  el  Consejo  de  Indias  ordenó  que  se 
pusiera  nuevamente  Audiencia  en  Guatemala,  y  volvieran  á  su  jurisdic- 
ción los  territorios  que  formaban  el  distrito  de  la  Audiencia  de  los  Con- 
fines en  1563,  menos  Yucatán,  que  antes  por  Cédula  se  había  ordenado 
fuese  devuelto  á  México.  Ambas  datas  marcandos  épocas  de  resonan- 
cia histórica,  pues  en  el  año  1563,  había  vuelto  con  gran  aparato  á 
Nueva  España  el  2°  IVIarqués  del  Valle,  D.  Martín  Cortés,  quien  estuvo 
á  punto  de  realizar  la  emancipación  de  aquel  Reino;  y  en  1568,  los  jue- 
ces pesquisidores,  enviados  con  este  motivo  á  México  por  Felipe  II,  vol- 
vían á  España  dejando  sólidamente  afiíTnado  el  prestigio  de  la  Corona. 
Pero  el  peligro  había  sido  muy  serio,  porque  si  la  conjuración  del  Mar- 
qués del  Valle  hubiera  triunfado  en  México,  siendo  Guatemala  simple 
provincia,  en  imión  más  íntima  con  aquel  Reino  hubiera  perdido  Espa- 
ña simultáneamente  las  dos  regiones;  de  modo  que,  á  mi  manera  de  ver, 
la  conjuración  fué  una  de  las  causas  determinantes  del  restablecimiento 
de  la  Audiencia  en  Guatemala,  y  este  acto,  la  consecuencia  lógica  y  na- 
tural de  aquel  fracaso  de  los  criollos,  ávidos  de  independerse  antesde 
tiempo.  La  sentencia  dice  bien:  «Divide  y  dominarás.»  Eso  fué  lo  c|vie 
hizo  España  en  este  caso. 

En  cuanto  á  Chiapa  y  Soconusco,  no  les  tocó,  al  correr  de  los  tiem- 
pos, la  misma  suerte  simultáneamente.  Chiapa,  en  gran  parte,  fué  con- 
quistado por  los  años  1523  y  24,  gobernando  Cortés  en  México,  y  sus 
pueblos,  encomendados á  la  Villa  del  Espíritu  Santo,  en  Coatzacoalco; 
posteriormente  rebeláronse  los  indios,  3^  á  su  pacificación  envió  en  1527 
Alonso  de  Estrada,  que  gobernaba  entonces  en  México,  á  Diego  de  Ma- 
zariegos,  quien  fundó  la  1'  puebla  española  con  el  nombre  de  Villa  Real, 
cambiado  sucesivamente  por  los  de  Villa  Viciosa,  San  Cristóbal  de  los 
Llanos  y  Ciudad  Real  de  Chiapa.   La  1"  Audiencia  de  México  reempla- 


256 

zó  á  Mazariegos  por  D.  Juan  Enríquez  de  Guzmán  el  año  1529;  3'  en 
tiempo  de  la  2'  Audiencia  de  Nueva  España,  que  comenzó  á  gobernar 
en  1531,  se  concertó  poner  la  jirovincia  bajoel  gobierno  de  D.  Pedrode 
Alvarado,  quien  hizo  nuevo  concierto,  años  después  de  ceder  Chiapa,  re- 
cibiendo en  cambio  á  Honduras,  gobernado  entonces  por  D.  Francisco 
de  Montejo,  y  este  último  tuvo  quieta  posesión  de  la  provincia  por  al- 
gunos años  más,  hasta  que,  instalada  el  de  15-t4  la  Audiencia  de  los 
Confines,  ésta  le  quitó  la  gobernación  de  Chiapa.  Hasta  ese  tiempo  es- 
tuvo la  provincia,  constantemente,  bajo  la  jurisdicción  de  ^México,  ala 
cual  volvió  en  1563,  y  definitivamente  salió  de  ella  seis  años  después  pa- 
ra quedar  bajo  la  de  Guatemala,  cuando  allí  se  puso  Audiencia  de  nue- 
vo. La  provincia  de  Soconusco,  en  el  siglo  XVI,  comprendía  toda  la 
costa,  desde  los  límites  de  Tecuantepec  hasta  el  río  Tilapa  ó  tal  vez 
más  adelante,  y,  á  raíz  de  su  conquista,  D.  Hernando  Cortés,  goberna- 
dor entonces  de  Nueva  España,  la  puso  en  su  cabeza,  ó,  para  más  claro 
hablar,  encomendó  la  provincia  en  sí  mismo,  y  la  poseyó  como  enco- 
mendero, 3'a  material,  3'a  virtualmente,  hasta  que,  por  la  Cédula  de  los 
veintitrés  mil  vasallos  que  debía  comprender  su  Marquesado,  salió  Soco- 
nu.sco  de  su  dominio,  y  se  puso  en  corregimiento  por  el  Rey.  Como  aque- 
lla renta  era  pingüe,  quedaba  el  territorio  junto  á  Tecuantepec  poseído 
por  el  Marqués,  y  á  éste  le  convenía  no  cejaren  su  pretensión  sobre  Soco- 
nusco; al  fin  obtuvo  que  se  le  concediera  el  residuo  del  tributo,  como  si 
dijéramos,  la  renta  líquida,  restados  los  gastos  de  administración  ó  de 
corregimiento;  así  es  que  Soconusco,  siendo  de  la  Corona  políticamente, 
aumentaba  los  haberes  de  Cortés  con  sus  rentas.  Es  de  creer  que  cesa- 
ra esta  combinación  al  morirel  conquistador:  lo  cierto  es  que  la  provin- 
cia (formada  entonces  por  los  departamentos  de  Tonalá  y  Soconusco, 
en  Chiapa)  continuó,  aún  después  de  creada  la  Audiencia  de  los  Confi- 
nes en  1544,  incorporada  á  Nueva  España  por  varios  años  aún,  estan- 
do regida  por  un  Corregidor  ó  Alcalde  mayor,  nombrado  por  el  Virrey, 
quien  hacía  visitar  aquélla  cuando  convenía.  En  1556  se  mandó  incor- 
porar á  la  Audiencia  de  los  Confines;  volvió  al  dominio  de  México  en 
1563,  y  de  nuevo  se  ordenó  en  1569  quedase  bajo  la  jurisdicción  de  la 
Audiencia  restablecida  en  Guatemala.  Desde  1561  se  puso  en  Soconus- 
co gobernador  popio,  el  cual  era  nombrado  por  el  Rey  directamente. 

Con  lo  expuesto  en  los  párrafos  anteriores,  queda  explicado  que  la 
Audiencia  restablecida  en  Guatemala  fuera  pretorial,  ejerciendo  juris- 
dicción plena  en  todas  sus  provincias.  Era,  pues,  independiente,  política 
3'  administrativamente,  como  asimismo  lo  era  en  ramos  de  guerra  3' 
hacienda,  pues  económicamente  bastábase  así  misma,  por  ser  niU3-  rica 
la  tierra  en  producciones,  3-  bien  poblada  de  indios  que  pagaban  tribu- 
to; pero  en  lo  eclesiástico  dependía  aún  en  1636,  de  Nueva  España,  por- 
que no  había  sido  creado  entonces  el  Arzobispado  de  Guatemala,  erec- 
ción que  se  hizo  hasta  1742;  asíesque  todavía  por  más  de  un  siglo, sus 
obispados  (con  excepción  del  de  Honduras,  dependiente  del  Arzobispo 


257 

de  Santo  Doniintio)  fueron  suíratiáneos  del  Afzobis]3ado  de  Mcxieo.  De 
eonsiguiente,  si  la  dependeneia  polítiea  cesó,  había  Cjuedado  sienij^re  Gua- 
temala dentro  de  la  zona  de  influencia  de  Aléxico,  no  sólo  por  su  depen- 
dencia eclesiástica,  sino  por  otros  dos  concejDtos:  las  relaciones  de  co- 
mercio }•  las  relaciones  de  cultura. 

En  ]5unto  á  comercio,  adviértase  que,  por  ser  mticho  más  poljlada 
la  costa  del  Pacífico,  y  quedar  bien  distante  la  del  mtir  de  las  Antillas 
— adonde  anualmente  venían  naos  de  España  con  mercancías, —  3-  estar 
este  mar  infestado  de  piratas,  v  ser  difíciles  y  costosas  las  comunicacio- 
nes con  aquella  costa,  dependía  el  comercio  de  Guatemala,  en  parte  del 
de  Nueva  España  y  en  parte  del  de  Panamá,  desde  donde  iban  algunas 
embarcaciones  al  puerto  de  Realejo  en  Nicaragua;  pero  mu}-  activo  era 
también  su  comercio  con  Nueva  España,  3'a  terrestre  por  la  vía  de  Oa- 
xaca  3'  aun  Tabasco,  ya  marítima  por  embarcaciones  que  de  nuestras 
costas  del  Pacífico  iban  al  puerto  de  Acaxutla.  En  cuanto  al  comercio 
directo  con  España  por  lasnaos  de  Honduras,  había  decaído  en  aquellos 
tiempos,  porque  los  piratas  extendieron  á  tal  grado  sus  depredaciones, 
que  ocuparon  é  impusieron  rescate  á  Trujillo,  quemaron  á  Puerto  Ca- 
ballos, é  incesantemente  capturaban  las  embarcaciones  que  de  Golfo 
Dulce  iban  á  los  otros  puertos;  pretendiendo  la  Audiencia  de  Guatema- 
la, con  tal  motivo,  por  los  años  1626  á  28,  pasar  su  comercio  direc- 
to con  España  del  mar  de  las  Antillas  al  Seno  Mexicano,  para  cu3-o  efec- 
to pidió  que  se  anexase  á  su  distrito  la  provincia  de  Tabasco,  depen- 
diente de  la  Audiencia  de  México,  mas  como  la  Cédula  de  erección  de 
ésta,  dábale  como  jurisdicción  costera  todo  el  Seno  Mexicano,  las  pre- 
tensiones de  Guatemala  fracasaron,  3- su  comercio  siguió  dependiente  en 
parte  del  de  Nueva  España. 

En  cuanto  alas  relaciones  de  cultura,  crecieron  después  de  1568  más 
bien  que  decaer.  Dije  ya  que  Guatemala  seguía  dependiendo  eclesiásti- 
camente de  Aléxico,  3',  por  la  unión  estrecha  que  Iglesia  3'  Estado  man- 
tenían entonces,  la  instrucción  era  eclesiástica  principalmente,  3'  Guate- 
mala bebía  en  las  fuentes  de  cultura  de  México,  de  cuya  floreciente  Uni- 
versidad salían  criollos  eminentes  mexicanos  — como  Zapata  Sando- 
val,  González  Soltero,  Sáenz  Mañozca,  Gómez  de  Cervantes,  Gómez 
de  Parada —  que  iban  de  Obispos  después  á  Guatemala,  difundían  allí  la 
cultura  de  Nueva  España,  estrechaban  los  lazosde unión  entre  criollos, 
y  robustecían  por  ese  camino  la  zona  de  influencia  del  Reino  de  Nue\'a 
España  en  el  de  Guatemala.  Por  lo  demás,  la  independencia  política 
del  último  Reino  tenía  más  de  apariencia  que  de  realidad.  No  era  raro 
que  Oidores  de  Nueva  España  — como  Alonso  Maldonado,  Antonio  Ro- 
dríguez de  Quesada,  Pedro  de  Villalobos—  fueran  á  Guatemala  de  Visi- 
tadores 3-  aun  de  Presidentes  de  Audiencia.  A  ma3'or  abundamiento,  el 
prestigio  del  Virre3- de  México  en  las  Indias  de  Nueva  España,  era  incon- 
trastable, como  único  Presidente  de  Audiencia  que  ostentaba  la  repre- 
sentación directa  de  la  persona  del  Rev:  la  Corte  misma  cuidaba  de  no 

AN.A.LES.  T.  IV.— 33. 


258 

restarle  influencias:  toda  pretensión,  de  las  otras  Audiencias,  que  podía 
menoscaliar  ese  ascendiente,  pasábase  á  consulta  del  Virrey  mismo: 
Así  fué  rechazada  la  pretensión  de  Guatemala  de  anexarse  TalDasco:  así 
también  fracasó  la  erección  de  Arzobispado  en  Guatemala,  solicitada 
por  la  Audiencia  de  aquel  Reino  desde  principios  del  siglo  XVII.  Y  es 
que  auxiliaba  poderosamente  al  brazo  político  el  eclesiástico,  3'  entra- 
ba en  el  interés  de  la  Corte  que  siguiera  ejerciendo  el  Virrey  de  México, 
por  tales  medios,  influencia  en  Guatemala. 


3^  REGIÓN:   AUDIENCIA  DE  GUADALAJARA. 

Gobernaba  el  Reino  de  Nueva  Galicia,  políticamente,  y  ejercía  juris- 
dicción para  las  apelaciones,  en  el  Reino  de  Nueva  Vizcaya,  por  lo  cual 
se  la  consideraba  como  Audiencia  no  pretorial,  3- así  se  la  llamaba;  dan- 
do á  entender  con  esto,  que  no  ejercía  jurisdicción  plena  en  todas  sus 
comarcas;  de  modo  que  los  territorios  que  caían  dentro  del  distrito  de 
la  Audiencia  dcGuadalajara,  unos  eran  administrados  por  ésta  3- otros 
no;  así  es  que  conviene  tratar  de  losdos  Reinos  de  Nueva  Galicia  y  Nue- 
va Vizca^'a,  en  sendos  párrafos,  con  la  separación  debida,  como  en  se- 
guida lo  hago: 


1>— REINO  DE  NUEVA  GALICIA. 

Estaba  enclavado  por  completo  en  el  territorio  actual  de  nuestra 
República,  3'  su  jurisdicción  comprendía,  en  1636,  lo  siguiente:  (1") 
El  Estado  de  Xalixco,  menos  tres  Cantones  (La  Barca,  Sayula,  Zapo- 
tlán),  parte  del  de  Autlán  y  algo  del  de  Tequila  (Etzatlán),  que  todo 
esto  dependía  de  Nueva  España.  (2")  El  Territorio  de  Tepic,  salvo  los 
indios  Coras  de  la  sierra  del  Xa3'arit,  gentiles  ó  independientes  enton- 
ces, pues  no  se  les  redujo  y  cristianizó  sino  un  siglo  más  tarde,  por  ma- 
no de  los  Jesuítas.  (3°)  Una  parte  del  Estado  de  Sinaloa  ó  sea  la  pro- 
vincia de  Culiacán,  cu3'o  distrito,  al  Sur,  comenzaba  en  el  río  Elota  3- 
terminaba  unas  28  leguas  al  Norte  de  Culiacán;  gobernábala  un  Alcal- 
de ma3'or,  puesto  por  el  Presidente  de  la  Audiencia  de  Guadalajara,  3- 
era  la  única  región  del  Estado  de  Sinaloa  que  dependía  de  Nueva  Gali- 
cia, con  cu3'os  territorios  no  tenían  continuidad,  pues  toda  la  parte 
comprendida  entre  los  ríos  Elota  3-  Cañas,  era  del  di.strito  de  Nueva 
Vizca3'a.  (4-°)  Los  Estados  de  Aguascalientes  3'  Zacatecas,  por  entero. 
(5')  Los  tres  Partidos  actuales  de  Catorce,  Moctezuma  3'  Salinas,  del 
Estado  de  San  Luis  Potosí,  en  cu3'a  región  estaban  3-a  fundadas  las  po- 
blaciones de  Cedros  ó  Cedral,  Charcas  3-  Venado,  que  gubemativamen- 


259 

te  dependían  de  Nueva  Galicia;  el  resto  de  lo  que  hoy  es  Estado  de  San 
Luis  caía  en  la  jurisdicción  de  la  Audiencia  de  Nueva  Esi)aña,  y  estaba 
repartido  entre  las  diócesis  de  Michoacán  3-  México. 

Los  territorios  de  que  hablo  aquí,  fueron  explorados  en  gran  parte 
por  la  expedición  que  salió  de  México  el  año  1529,  á  las  órdenes  de 
Ñuño  de  Guzmán,  émulo  y  enemigo  de  Cortés;  en  odio  al  cual  impuso 
Guzmán  á  las  tierras  nuevas  otro  nombre,  para  que  constara  no  haber- 
las descubierto  D.  Hernando,  y  borrar  así  en  todo  aquéllo  el  nombre 
Nueva  España,  creado  por  Cortés  3-  que  se  iba  generalizando;  pero  no 
prosperó  su  malintento,  pues  en  el  Consejode  Indias  resolvieron  que  lo 
descubierto  se  llamara  simplemente  Nueva  Galicia,  y  á  mayor  abunda- 
miento, una  Real  Cédula  expedida  el  año  1533,  dirígese  á  Ñuño  de  Guz- 
mán como  «Gobernador  de  la  Galicia  de  Nueva  España,»  lo  que  parece 
bastante  significativo  sobre  la  conservación  del  nombre  geográfico  ge- 
neral creado  por  Cortés,  3^  que  aquel  otro  inquieto  gobernante  había 
querido  prescribir.  En  esa  misma  cédula,  3-  en  otra  del  año  1537,  de- 
clárase la  supremacía  de  Nueva  España,  pues  la  primera  Cédula  impone 
al  Gobernador  de  Nueva  Galicia  la  obligación  de  informar  sobre  sus  co- 
sas á  la  Audiencia  de  México,  3'  la  2''  Cédula  ordena  que  obedezcan  las 
justicias  de  Xalixco  ala  misma  Audiencia. 

Todo  esto  cesó,  naturalmente,  al  ser  creada  en  1548  la  Audiencia 
de  Nueva  Galicia,  que  comenzó  á  gobernar  por  sí  misma,  primero  en 
Compostela,  de  donde  se  tlasladó  dos  años  después  á  Guadalajara,  3- 
cuyo  Presidente  provéela  de  autoridades  subalternas  átodo  su  distrito; 
pero,  con  todo,  en  los  ramos  de  Hacienda  3'Guerra,  dependía  Nueva  Ga- 
licia del  Yirre3-de  Aléxico;  así,  por  ejemplo,  quedaban  las  salinas  de  Pe- 
ñón Blanco  en  la  jurisdicción  de  la  Audiencia  de  Nueva  Galicia,  pero  las 
administraba  el  Virre3'  de  Nueva  España,  3-  éste  mismo  hacía  los  nom- 
bramientosde  administradores  de  azogues,  3-  de  soldados  3'  capitanes  á 
guerra,  como  entonces  decían.  Llegó  á  tal  grado  la  cosa,  que  se  trató 
alguna  vez  de  suprimir  la  Audiencia  de  Nueva  Galicia,  y  entiendo  no  se 
hizo,  más  bien  por  consideraciones  judiciales,  que  políticas.  Esta  de- 
pendencia económica  y  militar  se  comprende  bien,  recordando  que  Nue- 
va Galicia,  por  el  hecho  de  no  tener  costa  sino  en  el  Pacífico,  debía  pro- 
veerse de  mercancías  europeas  en  los  mercados  de  Nueva  España,  v  de 
este  último  Reino  procedía  todo  su  comercio  con  el  exterior.  Además, 
por  su  misma  situación  geográfica,  era  déliil  Nueva  Galicia  para  de- 
fenderse con  sus  propios  elementos,  y  ocurría  en  casos  de  peligro  al  Vi- 
rre3-  de  Nueva  España,  quien  proveía  lo  necesario  por  estar  el  otro  Rei- 
no dentro  de  su  zona  de  influencia. 

La  Cédula  de  erección  de  la  Audiencia  de  Nueva  Galicia,  dábale  co- 
mo jurisdicción  «las  provincias  de  Nueva  Galicia  y  Culiacán,  con  las  de 
Cópala,  Colima,  Zacatula  3-  los  pueblos  de  Ávalos»  (ho3'  Cantón  de  Sa- 
yula  en  Xalixco);  pero  no  entró  en  posesión  de  todo  aquéllo  la  nueva 
Audiencia,  porque  lo  contradijo  la  de  México,  según  quedará  explica- 


260 

do  más  adelante.  Las  competeneias  de  jurisdiocióii  entre  Xneva  Galicia 
y  Nueva  España,  estuvieron  á  punto  de  causar  un  rompimiento  en 
tiempo  del  Virrey  Villamanriqíie,  pero  resolvióse  la  cuestión  en  favor 
de  México  y  quedaron  las  cosas  como  van  apuntadas  arriba.  Só- 
lo después  de  mucho  tiempo  entró  en  el  distrito  de  la  Audiencia  deGua- 
dalajara  todo  lo  que  I103'  comprende  Xalixco  3- aun  Colima;  Cópala, 
en  1636,  era  de  Nvieva  Vizcaya;  en  ciianto  á  Zacatula,  con  las  costas 
de  Michoacán  ó  provincia  de  Motines,  jamás  obtuvo  Nueva  Galicia 
que  se  le  adjudicaran,  y  fueron  siempre  de  Nueva  España. 


2'?— REINO  DE  NUEVA  VIZCAYA. 

El  Reino  de  Nueva  Vizcaya  entraba  en  el  distrito  de  la  Audiencia  de 
Nueva  Galicia,  virtualmente,  para  las  apelaciones  judiciales;  pero  regíase 
por  sí  mismo,  siendo  su  autoridad  suprema  un  Gobernador,  que  al  mismo 
tiempo  era  Capitán  General  y  tenía  facultad  para  nombrar  las  autorida- 
des subalternas  de  la  provincia,  de  modo  que  no  estaba  subordinado  en 
lo  político  al  Presidente  de  Guadalajara,  y,  como  él,  dependía,  en  los  ra- 
mos de  Hacienda  y  Guerra,  del  Virrc}-  de  Nueva  España,  quien  nombra- 
ba los  militares  que  guarnecían  los  presidios  fronterizos  del  Reino,  y 
aun  tenía  bajo  su  inspección  á  los  misioneros  que  hacían  entradas  por 
las  tierras  nuevas  para  catequizar  á  los  indios  infieles,  y  luego  los  con- 
gregaban en  pueblos.  La  supremacía  del  Virrey-  de  México  en  Nueva 
Vizcaya,  llegaba  al  extremo  de  que,  si  vacaba  el  gobierno  por  muerte  del 
titular,  ú  otras  causas,  el  Virrey  tenía  facultad  para  proveer  la  plaza 
de  Gobernador  y  Capitán  General,  interinamente,  mientras  el  Conse- 
jo de  Indias  proveía  la  vacante. 

Cabeza  del  Reino  de  Nueva  Vizca3-a  era  la  ciudad  de  Durango,  sede 
3-a  de  una  diócesis  creada  en  1621  con  el  título  de  Obispado  de  Gua- 
diana, por  haberse  llamado  así  también,  al  principio,  aquel  distrito. 
La  jurisdicción  de  Nueva  Vizcaya,  en  1636,  comprendía  lo  que  sigue: 
(1")  El  Estado  actual  de  Durango,  salvo  la  villa  de  Nombre  de  Dios, 
cuyo  territorio  estuvo  primeramente  comprendido  en  la  Audiencia  de 
Nueva  Galicia;  pero,  á  causa  de  la  guerra  con  los  Chichimecos,  se  suje- 
tó entonces,  3-  por  algún  tiempo  lo  estuvo,  al  Virre3-  de  Nueva  España, 
de  quien  dependía  el  Alcalde  ma3'or  de  la  Villa,  no  obstante  que  la  Au- 
diencia de  Guadalajara  lo  contradijo,  hasta  que  se  devolvió  á  Nueva 
Galicia  más  tarde,  y  finalmente  se  agregó,  con  el  curso  de  los  años,  á 
Nueva  Vizca3'a.  (2°)  Los  tres  distritos  meridionales  del  Estado  de  Coa- 
huila,  donde  no  había,  en  el  tiempo  dicho,  sino  dos  poblaciones  dignas 
de  mención:  la  villa  del  Saltillo,  de  labradores  españoles,  y  el  pueblo  de 
Parras,  de  indios  regnícolas  de  varias  naciones  (Irritilas  principalmen- 


261 

te),  congregados  por  los  PP.  de  la  Compañía.  (3")  Todo  el  Estado  ac- 
tual de  Sinaloa,  menos  la  provincia  de  Ciiliacán,  cuyos  límites  apunté 
al  tratar  de  Nueva  Galicia;  los  territorios  (jue  allí  pertenecían  á  Nueva 
Vizca^'a  estaban,  unos  al  Norte  y  otros  al  Sur  de  Culiacán.  Al  Sur  que- 
daban dos  provincias,  comprendidas  entre  los  ríos  Elota  por  el  Norte, 
y  Cañas  por  el  Sur:  la  más  septentrional  llamábase  Provincia  de  Có- 
pala, cuj'a  cabecera  era  la  villa  de  San  Sebastián,  y  la  más  meridional 
era  la  Provincia  de  Chiametla,  que  más  tarde  se  llamó  del  Rosario. 
Al  Norte  de  Culiacán  dependía  de  Nueva  Vizcaya  una  sola  comarca,  y 
era  la  Provincia  de  Sinaloa,  siendo  su  cabecera  la  Villa  homónima  de 
San  Felipe  y  Santiago;  estaba  dividida  la  provincia  en  dos  fracciones 
por  el  río  del  Fuerte,  de  modo  que  su  antiguo  territorio  corresponde 
actualmente  á  dos  Estados  de  nuestra  Repúljlica.  (4")  EnelEstadoac- 
tual  de  Sonora  entraba  la  parte  septentrional  de  dicha  Provincia  de  Si- 
naloa, en  la  otra  banda  del  río  del  Fuerte,  y  que  llegaba  por  el  Norte 
hasta  el  río  Mayo,  donde  los  PP.  de  la  Compañía  tenían  ya  misiones, 
que  poco  á  poco  fueron  estableciendo  más  y  más  al  Norte  del  río  Ma- 
yo, en  el  territorio  que  más  tarde  se  llamó  Provincia  de  Ostimuri.  Ha- 
bitaban el  resto  de  Sonora  indios  gentiles,  no  reducidos  atin;  aquella 
región  y  también  la  Baja  California,  pertenecían,  sin  embargo,  virtual- 
mente  á  España,  que  había  exjilorado  sus  territorios  é  intentado  algu- 
nos establecimientos  coloniales  desde  la  primera  mitad  del  siglo  XVI, 
pero  sin  perseverar  en  ellos.  (5')  En  el  Estado  de  Chihuahua  pertene- 
cían entonces  á  Nueva  Vizcaya  los  distritos  del  Sur,  donde  ya  estaban 
fundadas  estas  poblaciones:  la  villa  de  Santa  Bárbara,  el  valle  de 
San  Bartolomé  (hoy  Allende),  el  Real  de  minas  de  Todos  Santos  (hov 
Jiménez),  y  por  último,  San  José  del  Parral  (actualmente  Hidalgo  del 
Parral),  que  tomó  forma  de  pueblo  en  el  año  1632.  Alientras  que  los 
franciscanos  del  convento  de  Santa  Bárbara  doctrinaban  á  Tepehua- 
nes  y  Conchos,  los  PP.  Jesuítas  habían  descubierto  j-a,  por  ese  tiempo, 
á  los  serranos  Tarahumares,  comenzaban  á  convertirlos,  y  sus  misio- 
nes, como  siempre,  dependían  del  Virrey  de  México.  El  resto  de  Chi- 
huahvia  estaba  sólo  habitado  por  indios  infieles,  y  en  mucha  parte  sin 
habitantes,  pues  papeles  de  la  época  dicen  que  para  ir  á  Nuevo  Aléxico, 
desde  la  última  población  de  Nueva  Vizcaya,  pasábanse  unos  llanos  des- 
poblad os  de  trescientas  leguas  de  extensión. 


3'— REINO  DE  NUEVO  MÉXICO. 

En  ese  tiempo  llamaban  provincia  interna,  con  toda  propiedad,  á 
la  que  no  tenía  costas,  y  el  nombre  aplicábase  muj'  bien  á  la  Provincia 
de  Nuevo  México,  el  rincón  más  remoto  3'  septentrional  puesto  bajo  el 
amparo  del  Virrey  de  México  en  las  Indias  de  Nueva  España.  Bien  con- 
sideradas las  cosas,  no  debía  figurar  en  esta  reseña  Nuevo  México,  po-  - 


262 

que  ocurrió  su  levantamiento  y  se.ííregación  de  la  comunidad  cristiana, 
unos  años  apenas  después  de  1636,  3-,  además,  porque  no  dependía  su 
gobierno  de  Nueva  Galicia  ni  de  Nueva  Yizca3'a  en  aquel  tiempo,  sino 
directamente  del  Virrey-  de  Nueva  España:  pero  considerando  que,  des- 
pués de  ocurrida  su  recuperación,  quedó  en  la  zona  de  Nueva  Galicia 
para  las  apelaciones,  3'  para  lo  eclesiástico  en  Nueva  Vizca3'a,  por  cer- 
canía; considerando  también  que,  para  ir  allá,  era  forzoso  el  paso  por 
Nueva  Vizca3'a,  pongo  en  este  lugar  lo  referente  á  esa  remota  región, 
que  será  bien  poco.  La  provincia  ó  Reino  de  Nuevo  México,  en  1636, 
podía  compararse,  idealmente,  á  una  isla  cristiana  perdida  en  medio  de 
un  mar  pagano,  3'a  que  por  Occidente,  Norte  3-  Oriente  cercábanla  tie- 
rras muy  dilatadas,  recorridas  á  tiempos  por  indios  cazadores  3'  salva- 
jes; mientras  ciue,  por  la  banda  del  Sur,  la  tierra  cristiana  más  próxi- 
ma, distaba,  como  dije,  centenares  de  leguas,  con  escasos  habitantes  en 
el  intermedio,  gentiles  también.  Aquel  reducido  núcleo  de  cristianos  es- 
pañoles é  indios  agricultores,  recién  convertidos  (pues  no  tenían  4-0 
años  de  conquistados),  habitaba  el  alto  valle  del  Río  Grande  del  Nor- 
te, cerca  de  su  nacimiento,  3^  estaba  regido  por  un  Gobernador  que  te- 
nía las  mismas  facultades  del  de  Nueva  Vizca3-a;  pero,  como  su  provin- 
cia estaba  cercada  de  indios  de  guerra,  quedaba  subordinado,  por  ese 
concepto,  al  Virre3"  de  Nueva  España,  quien  tenía  bajo  su  inspección  á 
los  misioneros  franciscanos  de  la  Custodia  de  Nuevo  ¡México,  íinicos 
doctrineros  de  ac^uel  apartado  territorio. 


4*  REGIÓN:  AUDIENCIA  DE  MÉXICO. 

La  Audiencia  de  México  era  la  segunda  en  antigüedad  de  las  cinco 
que  se  crearon  en  las  Indias  de  Nueva  España,  precediéndola  en  data, 
solamente  la  de  Santo  Domingo,  pues  la  de  México  entró  en  funciones 
á  fines  de  1528.  Su  jurisdicción  era  la  más  extensa,  rica  é  importante 
de  todas,  pues  tenía  costas  en  ambos  mares,  3-  un  autor  demárcalas 
como  sigue:  «Desde  el  cabo  de  Honduras  hasta  el  de  la  Florida,  por  el 
mar  del  Norte,  3'  por  la  del  Sur  desde  donde  acaba  la  Audiencia  deGua- 
temala, hasta  donde  comienza  la  de  la  Galicia.» 

La  demarcación  por  el  mar  del  Norte  resulta  clara.  Comenzando 
por  el  cabo  de  Honduras,  hasta  el  cabo  de  la  Florida,  comprendía  to- 
da la  costa  del  Seno  Mexicano,  3-  la  costa  oriental  de  Yucatán  en  el 
mar  de  las  Antillas.  Esta  es  la  demarcación  que  fijaron  á  la  dicha  Au- 
diencia al  tiempo  de  crearla  en  1527,  y  la  razón  que  para  ello  hubo 
fué,  que  por  esa  época,  poco  más  ó  menos,  capitulóse  con  Montej  o  la  con- 
quista de  Yucatán,  con  Panfilo  de  Narváez  la  de  la  Florida;  se  confió  el 
gobierno  de  Panuco  á  Ñuño  de  Guzmán,  3-  se  dio  la  Cédula,  xa  por  mí 
citada,  para  que  obedecieran  á  la  Audiencia  de  México  todas  las  pro- 
vincias comarcanas, cre3-endo  que  la  expedición  de  Narváez  no  fracasa- 


263 

ría,  3-  por  tanto,  t|ue  toda  la  costa  del  Seno  Mexicano,  desde  Yucatán 
hasta  el  cabo  de  Florida,  (luedaría  conquistada  y  poblada.  Entiendo 
((ue  para  tal  señalamiento  se  tuvo  á  la  vista  en  Esjjaña  un  mapa  del 
Seno  Mexicano,  de  aquel  tiempo,  que  publicó  Navarrete,  algo  cambia- 
do, y  que  publicaré  yo  de  nuevo  en  facsímile,  para  conservarle  su  origi- 
naliilad.  La  Cédula  que  hal)la  de  las  provincias  comarcanas,  bañadas 
])or  el  mar  del  Xorte,  dállalas  como  pobladas  en  1527,  porque,  dividi- 
vlo  ese  litoral  en  cuatro  zonas,  una  de  ellas  ocupada  ya,  contábase  con 
(juc  las  otras  tres  c|ucdarían  ocu]5adas  también  sin  dificultad.  Ln  I'' 
zona,  que  comprendía  la  costa  entre  Cabo  Hibueras  y  Laguna  de  Tér- 
minos, tocó  á  Montejo  3^  él  había  3'a  emprendido  su  conquista.  La  2'' 
zona,  desde  Tabasco  á  los  límites  de  la  Huasteca,  estaba  A-a  poblada 
por  los  conquistadores  de  México.  La  3*  zona,  entre  la  Huasteca  3-  el 
Río  Bravo,  se  dio,  con  la  gobernación  de  Panuco,  á  Ñuño  de  Guzmán; 
él  halló  poblada  3-a  la  co-sta  de  Huasteca  veracruzana,  é  hizo  explorar 
])or  su  teniente  Sancho  de  Caniego  la  otra  costa  que  va  de  Río  Panuco 
á  Río  Bravo,  pero  no  la  pobló  ni  se  pensó  en  poblarla  después.  En 
cuanto  á  la  4-'  zona,  entre  Río  Bravo  3-  Cabo  de  Florida,  fué  campo  de 
acción  de  Panfilo  de  Narváez,  cu3-a  expedición  fracasó,  3' por  tanto,  que- 
dó esa  costa  despoblada.  Y  todavía  un  siglo  después,  en  1636,  seguían 
las  cosas  en  el  mismo  estado  casi,  porque  la  costa  poblada,  de  la  cual 
estaba  Nueva  España  en  posesión  real,  era  solamente  la  que  corre 
al  Sudeste,  desde  la  boca  del  Panuco  (cerca  de  la  cual  demoraba  la  vi- 
lla de  Tampico)  hasta  la  bahía  de  Chetemal,  en  cu3-a  cercanía  estaba 
la  villa  de  Salamanca  de  Bacalar.  De  allí  al  Cabo  de  Higueras,  la  cos- 
ta no  tenía  pobladores  españoles,  ni  tampoco  los  había  desde  la  boca 
del  Pántxco  al  Cabo  de  la  Florida;  pero  España  se  creía  con  legítimo  de- 
recho á  todo  aquéllo,  por  halier  tomado  posesión  Caniego  de  la  costa, 
entre  los  ríos  Panuco  3-  Bravo;  3-  haber  explorado  3'  tomado  posesión 
de  una  parte  de  la  costa  entre  Río  Bravo,  3^  el  Cabo  de  la  Florida,  pri- 
mero Panfilo  de  Narváez,  que  de  España  fué  allá;  luego  Hernando  de 
Soto  3'-  sus  compañeros,  que  fueron  desde  Cuba,  3-  por  último,  D.  Tris- 
tán  de  Arellano,  c|ue  salió  de  Nueva  España;  por  más  que  fracasaran 
esas  tres  expediciones,  hechas  de  1527  á  1559;  pero  se  creía  en  Espa- 
ña tener  aún  pleno  derecho  á  la  posesión  de  aquellas  costas,  porc(ue  la 
•i'  expedición,  que  fué  con  Pedro  Menéndez  de  Aviles  en  el  último  tercio 
del  siglo  XYL  logró  permanecer  en  la  costa  oriental  de  Florida,  3-  algo 
en  la  costa  occidental,  aunque  de  modo  precario. 

La  costa  correspondiente  al  Reino  de  Nueva  España  en  el  mar  del 
Sur,  sí  estaba  enteramente  poljlada,  pero  sus  lindes  resviltan  vagos  tal 
como  los  traen  los  autores,  pues  escriben  éstos,  como  dije  arriba, 
que  comienza  esta  costa  donde  acaba  la  de  Guatemala,  3^  acaba  donde 
comienza  la  de  Nueva  Galicia,  lo  cual  es  indicio  de  que  no  había  límites 
fijos  entre  las  tres  Audiencias,  por  la  parte  de  la  costa,  sino  variables, 
inciertos  y  litigiosos,  como  era  la  verdad;  pues  por  la  banda  de  Gvia- 


264 

témala,  cixando  se  creó  su  Audiencia,  ésta  no  poseía  la  costa  de  Soco- 
nusco, que  no  se  le  dio  definitivamente  sino  hasta  el  año  1569,  restán- 
dola de  Nueva  España;  y  así,  el  año  1636,  lajurisdicción  costanera  de  la 
Audiencia  de  México  empezaba,  por  ese  lado,  en  la  línea  fronteriza  en- 
tre Soconusco  y  Tecuantepec.  Más  vaga  todavía  era  lajurisdicción  cos- 
tanera de  la  Audiencia  de  México  por  la  banda  de  Nueva  Galicia,  pues, 
ateniéndonos  á  la  Cédula  de  creación  de  esta  última  Audiencia,  debían 
entrar  en  su  jurisdicción  «las  provincias  de  la  Nueva  Galicia  3' Culia- 
cán,  con  las  de  Cópala,  Colima  y  Zacatula,  y  los  pueblos  de  Avalos.» 
Ahora  bien,  Nueva  España  3'  sus  gobernantes  nunca  se  avinieron  á  los 
límites  cjue  por  el  Sur  eran  concedidos  á  Nueva  Galicia,  porqr.e  los  pue- 
blos de  Avalos  (ho3'  Cantón  de  Sa3'ula  en  Xalixco)  3'  Colima  3'  Zacatu- 
la, fueron  desculjiertos  3'  sometidos  3-  cristianizados  por  los  conquista- 
dores de  México,  y  la  Audiencia  de  Nueva  España,  defendiendo  su  buen 
derecho,  supo  conservarlos  hasta  la  época  de  que  hablo.  Ha3'más  aún: 
tengo  á  la  vista  una  Memoria  escrita  en  Guadalajara  por  el  año  1610, 
3'  en  ella  declara  su  autor  que,  auncjue  las  provincias  de  Avalos,  Autla, 
Amula,  Tenamaztlan  3'  Euzatlan  eran  del  Obispado  de  Nueva  Galicia, 
en  lo  político  dependían  del  VirTe3-  de  Nueva  España,  quien  nombraba 
todos  los  ministros  de  justicia  que  en  ellas  ejercían:  de  Zacatula,  Coli- 
ma, Zapotlán  y  La  Barca  no  habla  esa  Memoria,  porque  tocaban  al 
Obispado  de  Michoacán,  3'  por  tanto,  á  Nueva  España.  Presumo  que 
las  incursiones  de  corsarios  ingleses  3'  holandeses  por  el  mar  del  Sur, 
habrán  sido  inotivo  para  que  conservara  Nueva  España  la  costa  que 
ho3'  es  del  Cantón  de  Autlán  en  Xalixco,  á  fin  de  proteger  así  el  puerto 
de  Salagua,  en  la  costa  de  Colima,  que  3-a  era  de  Nueva  España,  ejer- 
ciendo acción  combinada  3-  uniforme  para  salvar  aquellos  puertos  de 
una  incursión;  y  lo  cierto  es  que  unos  cuarenta  años  después  de  haber 
sido  escrita  la  Alemoria  citada,  se  conservaba  todavía  esa  costa  bajo 
el  amparo  del  Virre3^  de  México,  dado  que  los  amagos  de  aquellos  ene- 
migos aun  no  cesaban.  Digo,  pues,  que,  poraqueltiempo,  la  jurisdicción 
costanera  de  la  Audiencia  de  México,  por  el  mar  del  Sur,  acababa  en  la 
provincia  de  Autlán,  comprendiendo  el  puerto  de  la  Navidad,  3-,  como 
comenzaba  en  Tecuantepec,  extendíase  á  los  litorales  de  los  Estados  de 
Oaxaca,  Guerrero,  ¡Michoacán  3-  Colima,  3-  á  una  parte  del  de  Xalixco. 
Tal  era  lajurisdicción  costanera,  completa,  de  Nueva  España,  en  am- 
bos mares,  3'  según  ella,  podemos  decir  qué  provincias  gobernaba  di- 
rectamente, 3-  cjué  otras  regiones  tenían  gobiernos  especiales,  pero  siem- 
pre dependientes  del  Yirre3'  de  Aléxico  3-  comprendidos  en  el  distrito  de 
su  Audiencia.  La  costa  del  mar  del  Sur,  3-a  señalada,  salvo  la  de  Au- 
tlán 3-  puerto  de  Navidad,  en  litigio  con  Nueva  Galicia,  entraba  por  en- 
tero en  el  Reino  de  Nueva  España  propiamente  dicho;  mas  no  así  la  del 
Seno  Mexicano,  en  cjue  Nueva  España  gobernaba  solamente  desde  la 
boca  del  Panuco  hasta  la  costa  de  Tabasco,  empezando  allí  el  gobierno 
de  Yucatán,  que,  siguiendo  la  costa,  remataba  en  el  Cabo  de  Honduras. 


265 

A  su  vez  las  costas,  entonces  despobladas,  cjue  hoy  son  de  Tamauli- 
pas,  y  aun  las  de  Texas  en  gran  parte,  podían  atribuirse  al  Nuevo  Rei- 
no de  León,  dada  la  vaguedad  con  que  se  fijó  su  extensión  al  ser  crea- 
do en  el  último  cuarto  del  siglo  XYI.  Hablaré,  pues,  en  sendos  párra- 
fos, primero  del  Reino  de  Nueva  España,  luego  del  Nuevo  Reino  de  León 
y  finalmente  de  la  Provincia  de  Yucatán;  advirtiendo  que,  si  una  sola 
de  esas  tres  comarcas  constituía  el  Reino  de  Nueva  España  propiamen- 
te dicho,  y  las  tres  reunidas  formaban  el  distrito  de  su  Audiencia,  la  es- 
fera de  acción  del  Virrey  extendíase  mucho  más  lejos  aún,  que  la  de  la 
Audiencia  por  él  presidida,  ya  que  tutelaba  ese  funcionario,  en  cierto 
inodo,  á  la  Audiencia  de  Nueva  Galicia,  al  gobierno  de  Niieva  Vizcaya, 
al  de  Nuevo  Aléxico  3-  á  todos  los  territorios  en  general,  que  con  el  tiem- 
po llamáronse  Provincias  Internas;  que  á  todo  el  conjunto  de  regiones 
enumeradas  llegaba  la  autoridad  del  Virrey',  y  todas  ellas,  de  consi- 
guiente, desde  Yucatán  á  Californias,  constituían  el  vasto  Reino  de 
Nueva  España. 


I"?— REINO  DE  NUEVA  ESPAÑA,  PROPIAMENTE  DICHO. 

La  subdivisión  del  Reino  de  Nueva  España  en  provincias,  no  existía, 
si  nos  colocamos  en  el  punto  de  vista  civil,  pues  antes  de  la  creación 
de  Intendencias,  á  fines  del  siglo  XVIII,  no  se  pensó  en  agrupar  peque- 
ñas comarcas  para  formar,  con  cierto  número  de  ellas,  regiones  que 
fueran  centros  secundarios  de  gobierno  y  administración:  el  Reino  está 
subdividido  en  pequeñas  jurisdicciones,  llamadas  Alcaldías  mayores  y 
Corregimientos,  que  no  tenían  cohesión  unas  con  otras,  por  más  veci- 
nas que  fueran;  ni  menos  obedecían  á  un  centro  regional  que  fiscaliza- 
ra constantemente  y  de  cerca,  su  administración,  sino  que  directamen- 
te dependían  todas  3'  cada  una  del  centro  común,  ó  sea  de  México  mis- 
mo, por  grande  que  fuera  su  distancia.  La  idea  de  subdividir  aquel  Rei- 
no vastísimo  en  centros  regionales  diversos,  estuvo,  sin  embargo,  en  ger- 
men desde  los  primeros  tiempos  del  poder  colonial,  pues  pasados  ape- 
nas trece  años  de  la  Conc[uista,  expidióse  Real  Cédula  subdividiendo  el 
Reino  en  cuatro  provincias:  Aléxico,  Michoacán,  las  Mistecas  3^  Coa- 
tzacoalco,  de  las  cuales  fijábanse  los  linderos,  pero  simplemente  llevá- 
base la  mira  de  instituir  en  cada  una  de  ellas  un  Prelado  que  las  admi- 
nistrara espiritualmente,  de  modo  que  aquellas  cuatro  regiones  no  eran 
sino  provincias  eclesiásticas  con  sendos  Obispos,  3'  por  cierto  que,  no 
habiendo  hallado  práctica  la  institución  del  Obispado  de  Coatzacoalco, 
se  suprimió  esa  provincia,  3^  su  pro3^ectada  jurisdicción,  dividida  en  frac- 
ciones, fué  pasando  con  el  tiempo  á  otros  tres  Obispados,  uno  de  los 
cuales,  el  de  las  Mistecas  figuraba  en  la  Cédula,  3-  los  otros  dos:  Chia- 
pa  y  Yucatán,  fueron  creados  posteriormente. 

An.\les.  T.  IV.— 34. 


266 

La  jurisdicción  de  la  sede  proyectada  en  Coatzacoalco,  es  curiosa  y 
merece  tig"urar  en  la  Historia,  bien  que  sus  linderos  no  sean  claros:  atri- 
buíasele  toda  la  costa  del  mar  del  Norte,  desde  la  boca  del  río  Alvarado 
hasta  la  punta  de  Xicalanco  y  Puerto  de  Términos.  Por  el  Oriente  su 
lindero  es  vago,  pero  claro  resulta  que  abrazaba  parte  del  distrito  del 
Carmen  (Campeche);  todo  Tabasco;  gran  parte  de  Chiapa,  compren- 
diendo la  jurisdicción  de  la  Yillaviciosa  (que  así  se  llamó  jirimero  en 
Chiapa  la  que  después  fué  Ciudad  Real),  y  de  allí  por  las  sien-as  hasta 
dar  en  Soconusco.  Por  el  Sur,  toda  la  costa  de  Soconusco,  advirtien- 
do que  antiguamente  se  daba  este  nombre  á  los  dos  departamentos  de 
Soconusco  3"  Tonalá  en  Chiapa.  Finalmente,  por  el  Oeste  y  Sudoeste 
los  límites  actuales  entre  Tecuantepec  3-  Chiapa,  luego  la  Sierra  de  Oa- 
xaca  y  el  cauce  del  Río  Alvarado  hasta  su  boca,  de  modo  quedentrode 
la  provincia  de  Coatzacoalco  entrasen  Xaltepecy  Tuchtepec.  En  suma, 
los  territorios  comprendidos  dentro  de  los  linderos,  vienen  á  ser  los  tér- 
minos antig~uos  de  la  Villa  del  Espíritu  Santo,  antes  que  se  fundaran  las 
villas  de  la  \'ictoria  en  Tabasco,  la  Yillaviciosa  (luego  Ciudad  Real)  en 
Chiapa,  y  la  Villa  de  San  Ildefonso  (después  Villa  Alta)  en  Oaxaca;  es 
decir,  tenemos  reproducidas  en  ese  amojonamiento,  las  pretensiones  de 
los  vecinos  de  la  Villa  del  Espíritu  Santo  en  Coatzacoalco,  segtin  quedan 
expuestas  en  la  Historia  de  Bemal  Díaz,  por  lo  que  habían  ellos  con- 
quistado en  Chiapa,  Tabasco  y  Oaxaca  con  antelación  al  establecimien- 
to de  las  otras  tres  villas,  3-  aun  lo  que  ellas,  por  su  parte,  habían  con- 
quistado más  tarde;  pretensiones  que  no  tuvieron  efecto  en  cuanto  á  la 
diócesis  pro3-ectada,  pues  con  el  distrito  de  la  Villaviciosa  se  formó  el 
Obispado  de  Chiapa;  el  distrito  de  la  Villa  de  la  Victoria  se  dio  más  tar- 
de al  Obispado  de  Yucatán,  3'  la  diócesis  de  Oaxaca  ó  Antequera  quedó 
ensanchada  desde  la  sierra  de  la  Villa  de  San  Ildefonso  hasta  la  costa  que 
corre  de  la  boca  del  Río  Alvarado  en  Veracruz  á  la  barra  de  Santa  Ana 
ó  tal  vez  á  la  de  Chiltepec  en  Tabasco. 

El  ntunero  de  Obispados,  creados  porla  Cédula,  debió  reducirse  á  tres 
por  la  supresión  del  de  Coatzacoalco;  pero  se  manttivo  el  número  de 
cuatro  por  un  acuerdo  de  la  Audiencia  de  Nueva  España,  con  data 
de  1535,  distribu3endo  los  territorios  adjudicados  á  la  Mitra  de  Méxi- 
co, entre  ésta  3-  la  de  Tlaxcala,  cu3-o  Prelado  administraba  3-a  las  flore- 
cientes poblaciones  del  valle  de  Puebla  de  los  Ángeles. 

Las  cuatro  provincias  eclesiásticas  fueron  entonces,  Aléxico,  Tlax- 
cala, Michoacán  3-  las  Mistecas.  No  existiendo,  de  consiguiente,  otra 
grandivisióndelReino,  que  diré  cuál  era  el  estado  que  guardaba,  en  1636, 
cada  vina  de  las  cuatro  sedes  nombradas. 

Diócesi  de  México. — Erigida  primero  en  Obispado,  pasó  á  me- 
diados del  siglo  XVI  á  ser  Arzobispado,  del  cual  eran  sufragáneos  los 
demás  Obispos,  3-a  en  Nueva  España,  3'a  en  Nueva  Galicia,  ya  en 
Centro  -  América  (salvo  el  de  Honduras).  El  Arzobispado  de  Mé- 
xico pasaba  de  mar  á  mar,   teniendo  la  costa  de  la  Huasteca  en  el 


2ft7 

mar  (U-l  Norte  ó  Seno  Alexieaiio,  y  la  de  Acapulco  en  el  Océano  I'aeífico, 
llamado  antes  mar  del  Sur.  Comprendía  lo  siuniente:  (1")  El  Distrito 
Federal  y  los  tres  Estados  actuales  de  México,  Morelos  é  Hidalgo.  (2°) 
El  Estado  de  Querétaro,  con  excepción  de  la  sierra  entonces  habitada 
por  indios  Pames,  gentiles  é  inde])en(lientes,  pues  no  se  redujeron  si- 
no un  siglo  después  por  mano  de  misioneros  franciscanos.  (3")  La  Huas- 
teca potosina,  ó  sean  los  tres  Partidos  de  Tancanhuitz,  Valles  y  Tama- 
zunchale,del  Estado  de  San  Luis.  (4-'-')  La  Huasteca  veracruzana,  ó  sean 
los  Cantones  de  Ozuluania  y  Tanto^'uca  en  el  Estado  de  Veracruz.  (5'') 
Dos  distritos  del  Estado  actual  de  Guanajuato,  á  saber:  Iturbide  (Ca- 
sas Viejas)  y  Victoria  (Xichú).  (6'')  Cincodistritos  del  Estado  actual  de 
Guerrero,  á saber:  Alarcón  (Taxco),  Aldama  (Teloloapan),  Bravos(Chil- 
pancingo),  Hidalgo  (Iguala)  3-  Tavares  (Acapulco). 

Obispado  de  Tlaxcala.  —  Con  asiento  en  Puebla,  por  lo  cual  fué  lla- 
mado más  tarde  Obispado  de  Puebla  de  los  Angeles.  También  pasaba 
de  mar  á  mar,  teniendo  en  el  del  Norte  la  costa  veracruzana  desde  Alva- 
rado  á  Tamiahua,  y  en  el  mar  del  Sur  la  costade  Ayutla  óde  la  provin- 
cia marítima  que  antiguamente  llamaban  «de  Xalapa.Cintlaj- Acatlán 
de  la  Costa,»  en  el  actual  Estado  de  Guerrero.  Comprendía  lo  siguien- 
te: (V-)  Los  Estados  actuales  de  Tlaxcala  y  Puebla.  (2°)  Casi  todo  el 
Estado  de  Veracruz,  menosdos  Cantones  septentrionales:  Tanto^'uca  v 
Ozuluama,  pertenecientes  á  la  Mitra  de  México;  tres  Cantones  del  Sud- 
este, completos:  los  Tuxtlas,  Acayúcan,  Minatitlán,  y  además,  imapar- 
te del  Cantón  de  Cosamaloápan,  administrado  todo  ello  por  la  Mitre 
de  Oaxaca.  (3'-')  Los  tres  distritos  de  Huaxuápan,  Tzilacayoápan  v 
Xiuixtlaliuácan  (hoy  Justlahuaca)  del  EstadodeOaxaca.  (4")  Los  cin- 
co distritos  de  Aliénele  (Ayutla),  Álvarez  (Chilapa),  Guerrero  (Tixtla), 
Morelos  (Tlapa),  y  Zaragoza  (Cuamuchtitlán)  en  el  Estado  de  Gue- 
rrero. 

Obispado  de  Michoacán. — La  Cédula  erigiendo  la  provincia  en  1534 
declaraba  capital  á  Tzintzimtzan;  pero  el  primer  Obispo  trasladó  la 
sede  á  Pátzcuaro,  y  más  tarde  se  pasó  á  \'alladolid  de  Guaj-angareo, 
donde  ya  estábil  en  el  viltimo  cuarto  del  siglo  XVL  Sólo  tenía  costas 
en  el  mar  del  Sur,  y  eran  las  de  Colima,  las  de  la  provincia  de  Motines 
(hoy  distrito  de  Coalcomán)  en  el  Estado  de  Michoacán,  y  las  de  la 
antigua  provincia  de  Zíicatula,  en  el  actual  Estado  de  (Guerrero,  hasta 
Técpan.  El  mapa  coetáneo  del  Obispado,  que  publicó  el  cronista  Gon- 
zález Dávila  en  el  siglo  XVIL  da  muy  buena  idea  de  los  extensos  terri- 
torios que  administraba.  El  Obispado  comprendía,  en  1636,  lo  si- 
guiente: (l°)Los  Estados  actuales  de  Michoacán  y  Colima,  por  entero. 
(2')  Casi  todo  el  Estado  de  Guanajuato,  salvo  los  distritos  de  Xichú  v 
Casas  Viejas  (hoy  Victoria  é  Iturbide),  que  pertenecían  á  la  Mitra  de 
México.  (3")  Dos  Cantones  del  Estado  de  Xalixco:  Zapotlán  y  La  Bar- 
ca, de  modo  que  la  laguna  de  Chápala  estaba  por  mitad  comprendida 
en  el  Obispado.  (4")  Tres  distritos  del  Estado  deGuerrero,  á  saber: Ga- 


268 

leana  (Técpan),  La  Unión  (Coahuavutla  y  Zacatilla),  y  Mina  (CoA'uca 
de  Catalán  y  Ciizamala).  (5")  Una  gran  parte  del  Estado  de  SanLnis 
Potosí,  salvo  los  tres  distritos  de  Catorce,  Moctezuma  y  Salinas,  que 
pertenecían  al  Ol3Íspado  de  Guadalajara,  y  otros  tres  distritos  de  la 
Huasteca  potosina  (Tancanhuitz,  Valles  y  Tamazunchale),  qvie  corres- 
pondían al  Arzobispado  de  México. 

Obispado  de  Anteqiiera  de  Oaxaca. — La  región  llamada  «Provincia 
de  las  Mistecas»  en  la  Cédula,  cambió  su  nombre  por  este  otro,  en  ra- 
zón de  haberse  declarado  asiento  del  Obispo  la  ciudad  de  Oaxaca.  Te- 
nía costas  el  Obispado  en  los  dos  mares:  en  el  Sur  la  que  corre  desde 
Tecuantepec  hasta  el  distrito  de  Abasólo  en  Guerrero  (inclusive);  por 
el  mar  del  Norte  ó  Seno  Mexicano  le  correspondían  las  costas  de  los  Es- 
tados de  Veracrtiz  y  Tabasco,  desde  el  río  de  Alvarado  hasta  los  Agua- 
lulcos  ó  algo  más  al  Oriente.  Su  jurisdicción  extendíase  á  lo  siguiente: 
(1°)  Casi  todo  el  Estado  actual  de  Oaxaca,  menos  los  tres  distritos  de 
Huaxuápan,  Xiuixtlahuácan  y  Tzilaca3'oápan,  pertenecientes  á  la  Mi- 
tra de  Puebla.  (2")  El  distrito  de  Abasólo  (antes  de  Ometepec)  en  el 
actual  Estado  de  Guerrero.  (3°)  Tres  Cantones  y  parte  de  otro  en  el  Es- 
tado de  Veracruz,  á  saber:  los  de  los  Tuxtlas,  Acayúcan  y  Minatitlán, 
completos,  y  una  parte  del  Cantón  de  Cosamaloápan  comprendiendo 
los  pueblos  de  Chacaltiánquiz,  Tesechoacan,  Otatitlán,  Tlacoxálpan, 
el  famoso  y  antigaio  pueblo  de  Cuauhcuezpaltepec,  hoy  arruinado,  y 
extensas  llanuras  hasta  la  sierra.  (4")  El  Partido  de  Huimanguillo 
(antes  de  los  Ahualulcos)  en  el  actual  Estado  de  Tabasco.  En  papeles 
antigtxos  he  visto  inscritos  también,  como  del  Obispado  de  Oaxaca, 
pueblos  que  ho3'  pertenecen  al  Partido  de  Cunduacán  en  Tabasco. 

Estas  cuatro  provincias  eclesiásticas  constituían  la  Nueva  España, 
propiamente  dicha;  pero  había  otras  comarcas  que  caían  dentro  de  su 
jurisdicción  y  que  integraban  el  distrito  que  gobernaba  y  administraba 
su  Audiencia.  Esos  territorios  hallábanse,  unos  en  el  Obispado  de  Nue- 
va Galicia  y  otros  en  el  Obispado  de  Yucatán,  sujetos  á  la  Audiencia  de 
México,  y  eran  éstos: 

En  el  Obispado  de  Nueva  Galici.\  la  Audiencia  de  Nueva  España 
gobernaba  los  Cantones  de  Autlán,Sayula  y  el  distrito  de  Etzatlán,  cu- 
yas justicias  eran  nombradas  por  el  Virrey'  de  México  y  de  él  dependían 
directamente,  habiendo  un  Alcalde  Mayor  en  Atitlán,  que  tambiénloera 
del  Puerto  de  Navidad;  otro  Alcalde  Mayor  de  los  pueblos  de  Avalos 
en  Saj'ula,  3-  otro  Alcalde  Ma^-or  del  Real  de  minas  de  Etzatlán,  pues- 
tos los  tres  por  el  Virre3'.  Atrás  expuse  las  razones  de  tal  dependencia. 

En  el  Obispado  de  Yucatán  estaba  sujeta  la  provincia  de  Tabasco 
á  la  Audiencia  de  México  y  gobernaba  esa  provincia  un  Alcalde  MaA-or; 
la  cabecera,  fundada  pocos  años  después  de  la  Conquista,  se  llamó  pri- 
mero Villa  de  la  Victoria,  pero  ha  ido  cambiando  nombres,  pues  en 

1636  llamábanla  San  Juan  de  Villa  Hermosa;  en  el  siglo  XVHI  Villa 
Hermosa  de  la  Victoria  3'  ho3'es  la  Ciudad  de  San  Juan  Bautista  de  Ta- 


269 

basco;  era  residencia  del  Alcalde  Mayor,  pero  éste  ])ara  mayor  seguri- 
dad contra  los  piratas  del  Golfo,  pasábase  por  tiempos  unas  veces  á 
Xalapa,  otras  á  Tacotalpa, dejando  en  la  cabecera  un  simple  Teniente. 
Tabíisco  anduvo  por  mucho  tiempo  unido  A  Yucatán,  porque  lo  dio  en 
gobernación  á  Montejo  la  Audiencia  de  México,  en  virtud  de  Real  Pro- 
visión, para  que  de  allí  reorganizara  la  reconquista  de  la  Península;  en 
1636,  sin  duda  por  las  pretensiones  de  Guatemala,  se  declaró  de  nuevo 
que  Tabasco  estaba  sujeto  ala  Audiencia  de  México,  tal  como  á  raíz  de 
su  fundación  lo  estuvo. 


2"?  NUEVO  REINO  DE  LEÓN. 

Capituló  su  descubrimiento  y  población  el  capitán  Luis  de  Carva- 
jal en  1579,  con  título  de  Gobernadorpordos  vidas,  dándole  á  la  tierra 
nueva  200  leguas  de  latitud  jotras  tantas  de  longitud  y  poniéndole  su 
jurisdicción  hasta  la  boca  del  Panuco,  donde  Carvajal  debía  construir 
un  fuerte.  Según  parece,  poco  se  hizo,  hasta  que  se  mandó  continuar  la 
empresa  en  1583.  La  1*  exploración  se  hizo  partiendo  de  la  Huasteca 
para  ir  á  Mazapil,  desde  donde  se  pasó  á  la  tierra  nueva.  La  primera 
puebla  fundada  se  llamó  Santa  Lucía,  y  la  tierra  descubierta  el  Nuevo 
Reino  de  León.  Pasado  algún  tiempo,  el  Conde  de  Monterrey;  pero  to- 
davía en  1610  persistía  el  nombre  de  Santa  Lucía,  según  el  autor  de  la 
Memoria  escrita  en  Guadalajara,  de  que  hablé  atrás,  quien  dice  que 
Monterrej-  era  en  acjuel  tiempo  un  lugar  miserable  de  20  vecinos  esca- 
sos, labradores  españoles  muy  pobres,  quienes  ni  aun  casas  de  adobes 
tenían,  sino  de  palizadas  embarradas,  3' agrega,  que  aquel  Nuevo  Reino 
se  podía  llamar  con  razón  Reino  de  Anillo,  por  no  contar  con  otro  po- 
blado sino  aquel  pobre  lugar  á  pesar  de  lo  cual  tenía  la  tierra  nueva  lí- 
mites oficiales  y  muy  dilatados,  colindando  con  la  Nueva  España  por 
la  Huasteca  y  río  Panuco,  y  siendo  su  lindero  por  el  Oriente  la  costa 
del  Seno  Mexicano,  en  la  extensión  A-a  dicha.  Gobernando  el  Marqués 
de  Guadalcázar,  y  muerto  3'a  el  descubridor,  nombró  el  Virrej-  Gober- 
nador y  Teniente  de  Capitán  General  al  capitán  Agustín  de  Zavala, 
quien  gozó  de  los  empleos  doce  años. 

Cuando  comenzó  á  gobernar  el  Alarqués  de  Cerralvo,  aun  no  había 
en  todo  el  Nuevo  Reino  de  León  más  poblado  español  que  la  Villa  de 
Monterrey,  pobre  siempre;  al  grado  de  que  se  daba  ración  á  los  vecinos 
por  cuenta  del  Re_v,  sosteniendo  allí  Justicia  Mayor  y  una  escuadra  de 
soldados  con  su  capitán,  que  ocasionaban  crecidos  gastos,  para  que  la 
villa  no  se  despoblase.  Lucieron  por  aquel  tiem]jo  mejores  días  para 
ese  rincón  del  mundo,  pues  el  hijo  del  capitán  Zavala,  llamado  D.  Alar- 
tín,  capituló  en  Madrid  el  año  1625  la  fundación  allí  de  dos  nuevas  vi- 
llas, obteniendo  para  sí  título  de  Gobernador  y  Teniente  de  Capitán  Ge- 


270 

neral,  con  facultad  de  nonabrarlos  ministros  de  justicia,  como  la  tenían 
ya  los  gobernadores  de  Nueva  Vizca^-a  y  Nuevo  México.  Pasó  primero  á 
la  villa  de  Nuestra  Señora  de  Monterrey,  duplicó  el  número  de  sus  ve- 
cinos, la  hermoseó,  3'  de  allí  fué  á  fundar  la  Nueva  Villa  de  San  Gregorio 
de  Cerralvo,  cu^-o  sitio  era  rico  en  minas,  con  lo  cual  prospero  la  villa 
recién  fundada,  que Zavala  señaló  para  cabecera  del  Nuevo  Reino.  A  es- 
ta fundación  que  tuvo  higar  el  año  1627,  sucedió  diez  años  después  la  de 
la  villa  de  San  Juan  Cadereyta,  situándola  en  camino  para  el  puerto 
de  Tampico  y  la  Huasteca,  tal  vez  con  la  mira  de  que  no  prescribieran 
los  límites  señalados  al  Nuevo  Reino  hasta  la  costa  del  Seno  Mexicano, 
á  raíz  de  su  primera  fundación,  pues  exploró  Zavala  el  territorio  por  el 
Sur,  descubrió  salinas  por  ese  rumbo,  se  puso  en  contacto  con  los  in- 
dios del  tránsito  y  llegó  hasta  la  Huasteca.  La  nvieva  villa  se  pobló 
con  agricultores  3-  ganaderos  3-  abrió  camino  más  tarde,  bien  que  mu3' 
lentamente,  para  la  exploración  en  zonas  limitadas  de  los  despoblados 
que  hasta  la  costa  existían. 

Tal  era  el  estado  (jue  guardaba  el  Nuevo  Reino  de  León  por  el  año 
1636,  ó  poco  después.  Había  tres  villas  de  españoles  fundadas:  el  terri- 
torio, espiritualmente administrado  por  la^Mitra  de  Guadalajara,  esta- 
ba en  el  distrito  de  la  Audiencia  de  México,  3'  sus  autoridades  por  el  Vi- 
rre3-  de  Nueva  España;  se  había  concertado  la  paz  con  los  indios  vagos, 
3"  prosperaban  por  tanta  agricultura,  minería  3-  sobre  todo  ganadería; 
pero  aun  estaba  en  mantillas  aquel  Nuevo  Reino  despoblado;  ni  bien 
andado  ni  trillado  de  españoles  como  decía  un  autor  de  la  época;  sin 
linderos  determinados  por  la  parte  del  Norte,  3-  separado  aún  de  los  lí- 
mites fijos  que  se  le  habían  dado  al  Sur  3-  Oriente  (Río  Panuco  y  la  cos- 
ta del  Golfo)  por  el  desierto  de  Jaumave,  como  entonces  decían,  3-  la 
sierra  de  Tamaolipa  ó  Tamaolipan,  según  escribían,  también  con  más 
propiedad  que  ho3\  Por  más  de  un  siglo,  aquella  zona  quedó  inexplo- 
rada casi,  por  lo  menos  de  un  modo  general  y  metódico,  3-  á  ello  contri- 
bu3-ó  el  nuevo  estado  de  vagancia  en  que  se  pusieron  los  indios;  pero 
exploraciones  limitadas  fueron  haciéndose  por  varias  partes  3-  con  el 
curso  de  los  tiempos,  á  medida  que  fueron  aumentando  las  crías  de  ga- 
nado, pues  los  pastores  de  las  haciendasllevaban  los  ganados  á  los  des- 
poblados en  busca  de  nuevos  pastos,  3-  se  les  protegía  contra  las  depre- 
daciones de  los  indios  con  partidas  cortas  de  soldados,  que  llamaban 
«escolteros,»  porque  daban  escolta;  pero  esto  no  bastaba  para  orga- 
nizar en  forma  el  avance  de  la  cultura,  y  la  vasta  zona,  entre  las  costas 
3'  el  Nuevo  Reino,  seguía  despoblada  de  cristianos,  y  sólo  recorrida  por 
partidas  de  indios  infieles. 

El  nombre  de  Nuevo  Santander  todavía  no  se  creaba  en  1636,  ni  se 
creó  y  empleó  sino  cuando  había  pasado  3-a  más  de  un  siglo,  3-  esto  res- 
ponde á  una  de  las  preguntas  cjue  se  me  dirigieron  y  puse  al  principio 
del  opúsculo.  Ese  nombre  que  se  impuso  á  la  zona  despoblada  que  ha- 
bía entre  la  costa  y  el  Nuevo  Reino  de  León,  se  aplicó  al  .ser  aprobado 


271 

el  proveció  ¡¡rescntado  ])oi'  el  Cui-oiiel  I).  José  de  Eseaiidóii,  más  tarde 
Conde  de  Sierra  Gorda,  ])ara  fundar  en  la  zona  inhabitada  ])or  cristia- 
nos, varias  i)oblaciones,  desde  la  sierra  de  Tamaolijjan  hasta  la  costa. 
Previamente  se  habían  hecho  cuíitroexi)k)raciones,  alguna  de  ellas  por 
la  parte  del  Norte,  cruzando  el  río  Bravo  desde  Texas,  ya  en  parte  habi- 
tada jjor  cristianos;  otra  por  la  parte  del  Sur,  viniendo  de  la  Huasteca, 
y  que  hizo  Escandón  mismo  el  año  1 74-4-,  jjoco  más  ó  menos,  en  la  cual  ex- 
ploración se  impuso  á  la  barra  de  Soto  la  Marina  el  nombre  de  barra 
de  Santander,  que  hasta  hoy  conserva  y  cjue  llevó  toda  ki  provincia  de- 
finitivamente. Aprobado,  pues,  el  provecto  del  Coronel  Escandón,  con 
dictamen  favorabledel  Oidor  Mai"qués  de  Altamira,  en  tiempo  del  Virrey 
Güemes  y  Horcasitas,  Conde  de  Revillagigedo  (casado  con  Da.  María 
de  Padilla),  que goljernódelT-tBá  1755,  tomáronse  los  apellidos  del  Vi- 
rrey, desu  esposa,  y  el  título  nobiliario  paradar  nombre  á  cuatro  pobla- 
ciones; Güemes,  Horcasitas  (hoy  Maxixcátzin),  Padilla  y  Revillagigedo 
(ho\'  Guerrero);  otrosdos  nombres  de  pueblas:  Llera  3-  Escandón,  salie- 
ron de  apellidos  de  la  familia  del  Coronel  fundador;  otros  tres  tomáronse 
de  poblaciones  de  la  provincia  montañesa  en  España:  Santander  (íioa' 
Jiménez),  Reinosa^-Laredo,  quedando  jjara  toda  la  provincia  nueva,  el 
nombre  de  Nuevo  Santander,  que  conservó  por  tres  cuartos  de  siglo, 
mientras  duró  el  período  colonial,  y  que  se  cambió  por  el  de  Tainauli- 
pas,  consumada  la  Inde¡)endencia. 

Resumiendo:  el  Nuevo  Reino  de  León,  en  1636,  tenía  por  demarca- 
ción los  territorios  de  los  dos  Estados  actuales  de  Nuevo  León  y  Ta- 
mauli])as.  Cuando  en  1579  se  determinó  su  creación,  se  le  atribu^'óima 
extensión  de  200  leguas  Norte-Sur  y  otras  tantas  Oriente-Poniente;  pe- 
ro sus  límites  eran  indeterminados  al  Norte  y  Poniente,  porque  aun  no 
se  fimdaba  la  provincia  de  Nueva  Extremadura  (ho\'Coahuila),  no  la  de 
Nuevas  Filipinas  (después  Texas),  fundaciones  que  se  iniciaron:  la  1* 
medio  siglo  después,  en  tiempo  del  Conde  de  la  Monclova,  y  la  2"  más 
tarde  aún.  Por  el  Oriente  y  Sur  sí  tenía  límites  fijos,  pero  virtuales:  la 
costa  del  Seno  Mexicano  y  la  provincia  déla  Huasteca,  perteneciente  al 
Arzobispado  de  México,  de  las  cuales  quedaba  separado  el  Nuevo  Rei- 
no por  desiertos,  montañas  y  despoblados  que  no  ha1)ían  sido  bien 
explorados  aún  en  1636;  por  el  Poniente  y  Sur  tenía  contacto  con  te- 
rritorios habitados  ya  y  pertenecientes  á  Nueva  Vizcaya  (Saltillo),  á 
Nueva  Galicia  (Cedral),  y  al  Obispado  deMichoaeán  en  Nueva  España 
(Guadalcázar).  Por  ese  mismo  tiempo,  el  Nuevo  Reino  de  León  no  te- 
nía sino  tres  villas  fundadas:  Monterrey,  Cadereyta  y  Cerralvo,  siendo 
ésta  última  la  cabecera.  Dependía  del  Obispo  de  Nueva  Galicia  en  lo  ecle- 
siástico, de  la  Audiencia  de  México  para  las  apelaciones,  del  Virrey  de 
Nueva  España  en  asuntos  de  Guerra  y  Hacienda,  y  de  su  Gobernador 
propio  en  los  de  administración  interior. 


272 


3"  — PROVINCIA  DE  YUCATÁN. 

Anduvo  mucho  tiempo  unida  con  Tabasco  por  los  motivos  que  di  en 
el  1°,  al  fin,  cuando  traté  del  Reino  de  Nueva  España,  propiamente  di- 
cho. La  península  exclusivamente,  forma  hoy  los  dos  Estadosde Cam- 
peche al  Poniente,  Yvicatán  al  Norte,  y  el  territorio  de  Quintana  Roo  al 
Oriente.  Fué  dos  veces  conquistada,  primero  por  Montejo  y  Alonso  de 
Avila  en  1526  y  27;  pero  subleváronse  los  indio3  y  tuvieron  que  aban- 
donar el  país  aquellos  primeros  conquistadores.  Para  organizar  el  des- 
quite, Montejo  obtuvo  de  la  Audiencia  de  México,  y  en  virtud  de  Real 
Provisión,  el  Gobierno  de  Tabasco,  y  hecha  ya  la  reconquista  en  15403' 
41,  quedaron  unidas  las  dos  provincias,  que  formaron  juntas  el  Obispa- 
do de  Yucatán,  cuando  éste  fué  creado.  Su  Gobernador  era  Capitán  Ge- 
neral también;  nombraba  las  autoridades  menores,  los  guardas  3'  vigi- 
lantes de  las  costas,  los  Capitanes  á  guerra,  3'  tenía  otra  facultad  de 
que  sólo  gozaban  él  3^  el  Presidente  de  Guatemala:  encomendar  indios, 
pues  los  encomenderos  eran  necesarios  en  aquella  provincia,  á  fin  de  te- 
nerla poblada  con  gente  castellana  que  servía  para  organizar  la  defen- 
sa del  país  contra  los  constantes  amagos  de  piratas  3^  corsarios. 

La  provincia  caía  dentro  del  distrito  de  la  Audiencia  de  México  y 
dependía  de  aqviel  centro,  no  sólo  en  las  causas  de  apelación,  sinoporla 
facultad  especial  que  tenía  el  Virrey  de  Nueva  EsiDaña,  cuando  vacaba 
el  gobierno  de  Yucatán  por  muerte  del  titular  ú  otras  causas,  de  nom- 
brar Gobernador  3-  Capitán  General  interinamente,  mientras  venía  el 
cargo,  proveído  en  propiedad  por  el  Consejo  de  Indias,  que  á  tanto  equi- 
valía esta  facultad,  cuanto  á  mantener  la  provincia  en  tutela  del  Virre3% 
como  también  lo  estaba  la  Nueva  Vizca3-a,  según  quedó  atrás  decla- 
rado. Yucatán,  por  otra  parte,  se  mantuvo  casi  siempre  comprendido  en 
la  jurisdicción  de  la  Audiencia  de  México,  desde  que  ésta  se  creó,  salvo 
unos  cuantos  años,  de  mediados  del  siglo  XVI,  que  se  puso  bajo  la 
dependencia  de  la  Audiencia  de  los  Confines,  pero  volvió  pronto  á  ser  de 
Nueva  España,  según  quedó  explicado  al  tratar  de  la  Audiencia  de  Gua- 
temala. La  primera  Cédula  para  devolver  Y'ucatán  á  México,  fué  del 
año  1548,  pero  en  otros  papeles  he  leído  que,  por  desavenencias  entre 
un  visitador  que  fué  de  México  3^  los  franciscanos  de  Yucatán,  volvió 
este  gobierno  á  la  Audiencia  de  los  Confines  poco  después,  hasta  que  se 
dio  2*'  Cédula  en  1560  para  que  Yucatán  y  Tabasco  fueran  del  distrito 
de  la  Audiencia  de  Nueva  España. 


273 


5='  KEÍÍIOX:   ArDIEXCIA  DE  MANILA. 

La  Secretaría  de  Nueva  España  en  el  Consejo  de  Indias  despachaba 
tamT)ién  los  nejíocios  de  otra  región  con  Avuliencia  propia,  y  era  la 
5^,  comprendida  en  la  zoníi  de  influencia  del  \'irreY  de  México;  pero  esa 
región,  constituida  por  un  grande  archipiélago,  no  formaba  parte  del 
Continente  Americano,  del  cual  hablábase  á  gran  distancia,  v  de  consi- 
guiente, no  quedaba  comprendida  en  las  Indias  Occidentíiles,  bien  que, 
por  estar  al  Occidente  de  México,  se  dio  á  la  región,  al  principio,  el  nom- 
bre de  «Islas  del  Poniente,»  que  más  tarde  se  cambió  por  el  de  Islas  Fi- 
lipinas. En  la  exploración  de  ellas,  á  raíz  de  su  descubrimiento  por  Ma- 
gallanes, tuvo  Nueva  España  intervención  directa  y  exclusiva,  desde... 
1527  que  las  exploró  AlvarodeSaavedra.  enviado  antes  de  mediar  el  si- 
glo por  el  Virrey  Mendoza,  y  al  fin,  conquistándokis  López  de  Legíizpi  en 
1565,  con  expedición  que  de  un  puerto  de  Nueva  España  salió  también, 
como  las  dos  anteriores.  Sin  embargo,  por  el  conjunto  de  circunstan- 
cias expuesto  antes,  el  nombre  Nueva  España  no  se  híicía  extensivo  á 
ellas,  materialmente,  aunque  á  decir  verdad,  de  las  cinco  Audiencias  que 
dependían  de  la  Secretarííi de  Nueva  España  en  el  Consejo  de  Indias,  la 
de  Filipinas  ó  de  Manila  era,  después  de  la  de  Nueva  Galicia,  la  que  tenía 
más  íntima  relación  con  Nueva  España,  porque  todas  sus  transacciones 
con  la  Península  Ibérica  .se  hacían  forzosamente  á  través  del  territorio 
mexicano;  sus  funcionarios  civiles,  militares  ó  eclesiásticos,  para  llegar 
á  Filipinas,  yendo  de  la  madre  patria,  pasaban  necesariamente  por  Mé- 
.xico  y  hacían  allí  escala;  tanto,  que  los  misioneros  que  doctrinaban  á 
los  filipinos  tenían  hospicios  fundados  en  México,  donde  se  albergaban 
y  descansaban  y  se  reformaban,  antes  de  ir  á  ejercer  allá  sus  ministe- 
rios; el  comercio  filipino  con  España  se  hacía  exclusivamente  á  través 
del  Reino  de  Aléxico  (cuyo  Virrey  nombraba  los  capitanes  de  mar  que 
hacían  ese  comercio),  3- había,  finalmente,  migraciones  mutuas,  de  filipi- 
nos á  México,  donde  formaron  la  casta  llamada  «de  los  chinos,»  y  de 
mexicíinos  á  Filipinas,  bien  que  la  última  era  muchas  veces  forzada,  por 
leva  militar  ó  por  deportación,  pues  la  gente  maleante,  á  Filipinas  era 
enviada  por  castigo;  en  suma,  las  IsUis  Filipinas,  en  la  data  de  1636, 
podían  considerarse  como  una  sub-colonia  del  Reino  de  México,  á  la 
cual,  sin  embargo,  no  alcanzaba  el  nombre  común  de  Nueva  España,  bien 
que  se  hallara  dentro  de  su  zona  de  influencia,  va  que,  al  ocurrir  la  va- 
cante del  más  alto  funcionario  de  aquel  archipiélago  — que  llevaba  el  tí- 
tulode Gobernador,  Capitán  General 3' Presidente  de  su  Audiencia, —  te- 
nía facultad  el  Virre\'de  México  para  nombrar  al  sucesor,  interinamen- 
te, mientras  iba  de  nuevo  provisto  el  cargo,  por  el  Consejo  de  Indias,  3- 
asimismo  proveía  el  Virre3-  un  pliego  cerrado,  que  se  llamaba  de  «mor- 

Anales.  T.  IV.— 35. 


274 

taja,»  para  designar  por  escala  cierto  níimero  de  personas,  ininediata- 
mente después  de  la  vacante,  hasta  que  llegaba  el  nombrado  ad  interim. 
por  el  mismo  Virrey.  En  suma,  no  estaban  las  Filipinas  en  la  Nueva 
España  continental,  pero  integraban  los  territorios  en  ese  tiemi)o  lla- 
mados «Indias  de  Nueva  España.» 


RESUMEN. 

Lo  haré,  concretándome  á  las  preguntas  que  han  motivado  esta  re- 
seña Y  que  se  han  puesto  al  principio  de  la  Memoria;  para  decir,  según 

ellas,  cuál  era  la  división  exacta  del  territorio  de  Nueva  España  en 

1636:  tenemos  que  considerar  la  cuestión  colocados  en  tres  puntos  de 
vista  diferentes:  (1°)  El  distrito  de  gobierno  de  la  .\udiencia  de  Mé- 
xico, es  decir,  lo  que  directamente  gobernaba  ésta.  Entonces  Nueva 
España  estaba  dividida  en  cuatro  provincias  eclesiásticas:  México,  Pue- 
bla, Michoacán,  Oaxaca,  y  gobernaba  parte  de  otros  dos  Obispados: 
Nueva  Galicia  y  Yucatán,  como  se  puede  ver  en  las  secciones  res])ectivas 
pormenorizadamente.  (2")  La  esfera  de  acción  directa  del  Virrey  de 
México;  entonces  el  gran  Reino  de  Nueva  España  comprendía  todo  lo 
que  directamente  gobernaba  su  Audiencia,  expresado  en  el  níimero  an- 
terior, y  además,  los  Reinos  de  Nueva  Galicia,  Nueva  Vizcaya,  Nuevo 
México,  Nuevo  León  y  Provincia  de  Yucatán,  según  queda  por  menor 
expuesto  en  los  capítidos  de  referencia.  (3°)  La  zona  de  influencia  del 
Virrey  de  México,  que  abarcaba  la  zona  geográfica  vastísima,  llama- 
da entonces  «Las  Indias  de  Nueva  España,»  y  comprendía  todos  los  te- 
rritorios expresados  en  losdosniímeros  anteriores,  y  además,  los  distri- 
tos de  las  Audiencias  de  Santo  Domingo,  Guatemala  y  Filipinas,  con 
regiones,  unas  continentales  y  otras  insulares,  como  atrás  queda  tam- 
bién explicado. 

Madrid,  Mayo  de  1912. 


MATAMOROS. 

APUNTKS  RIOCrAfICOS 

POR  EL  DR.  J.  M.  DE  LA  FUENTE. 


PREÁMBULO. 


Cuanto  más  admiralia  la  honorabilidad,  honradez  y  enertíía  de  Ma- 
tamoros, sus  dotes  administrativas,  su  actividad  y  acierto  para  orga- 
nizar, instruir  y  disciplinar  sus  tropas,  cual  ningún  otro  insurgente 
supo  hacerlo,  así  como  su  valor  sereno  3' sus  hechos  heroicos,  tanto  más 
aumentaban  mis  deseos  de  conocer  algunos  antecedentes  de  ese  ilustre 
mártir  de  nuestra  Independencia,  que  entre  todas  sus  glorias  tuvo  la  de 
haber  sido  segundo  en  jefe  del  gran  General  Don  José  María  Morelos; 
pero  ningún  historiador  da  luz  alguna  sobre  el  nacimiento,  patria  y 
prosapia  del  héroe,  y  todosellos,  copiando  áAlamán,  comienzan  su  bio- 
grafía desde  el  16  de  Diciembre  de  1811,  en  que  Matamoros  se  le  pre- 
sentó á  Morelos  en  Izúcar.  Aun  han  sido  pocos  los  C[ue,  saliendo  de  ese 
cartabón,  han  copiado  la  noticia  que  nos  daBustamante  deque  Mata- 
moros hizo  sus  estudios  en  el  colegio  de  Tlatelolco.  Sus  mismos  biógra- 
fos, que  podían  estar  mejor  informados,  nada  nuevo  nos  dicen  y  ellos 
mismos  se  lamentan  de  cjue  las  tinieblas  que  envuelven  los  antecedentes 
del  héroe,  no  les  hayan  permitido  siquiera  descubrir  cjué  Estado,  qué 
ciudad  ó  qué  lugar  puede  gloriarse  de  haber  sido  la  patria  del  heroico 
cura  de  Jantetelco,  3*  tan  sólo  en  algunos  artículos  de  periódicos  es  en 
donde  he  leído  algunas  veces  que  Matamoros,  según  unos,  fué  michoa- 
cano,  según  otros,  poblano,  y  otros handicho  C[ue  nació  en  Tlaxcala.y 
hasta  han  señalado  im  pueblo  de  aquel  Estado  en  donde,  según  dicen, 
se  meció  su  cuna. 

En  vista  de  esta  falta  de  noticias  serias  \'  fidedignas,  emprendí  inda- 
gaciones por  mi  propia  cuenta  3- registré  algunos  archivos,  entre  otros, 
los  de  Puebla,  pero  sin  ningún  resultado;  mas  no  por  esto  me  di  por 
vencido:  lejos  de  esto,  seguí  mis  investigaciones  con  todo  empeño  3-  con 


278 

la  esperanza,  aunque  remota,  de  encontrar  algún  día  las  noticias  del 
héroe  que  perseguía. 

A  la  vez  que  yo  hacía  estas  indagaciones,  emprendía  trabajos  aná- 
logos el  conocido  erudito  y  sabio  arqueólogo  Sr.  Lie.  D.  Cecilio  A.  Ró- 
belo, actual  Director  del  Museo  Nacional  de  Arqueología,  Historia  y  Et- 
nología, quien  también,  como  3-0,  registró  los  archivos  de  Puebla  y 
otros  varios;  pero  todas  sus  pesquisas  fueron  infructuosas,  3'  entonces, 
siendo  como  es,  justo  apreciador  de  los  méintos  del  héroe,  3-  entusiasta 
admirador  de  sus  renombradas  hazañas,  siendo  Magistrado  del  Tribu- 
nal Superior  inició  ante  el  Congreso  del  Estado  de  Mótelos,  un  pro3-ec- 
todeW  por  el  queel  Estado  deMorelosadoptaracomohijobenemérito 
al  heroico  caudillo  de  la  Independencia,  D.  Mariano  Matamoros,  cu3-o 
pro3-ecto  fué  aprobado  por  la  Legislatura,  3'  elevado  á  la  categoría  de 
ley,  se  promulgó  el  9  de  Ma3'o  de  1888,  á  la  vez  que  se  le  erigía  un  mo- 
numento en  Jantetelco  al  ilustre  caudillo,  el  que  se  inauguró  el  .ó  de  Ene- 
ro del  siguiente  año  de  18S9,  3-  el  cual  se  debió  también  á  iniciativa  del 
señor  Róbelo,  segTÍn  se  desprende  del  telegrama  que  le  dirigió  el  Sr.  Go- 
bernador Preciado  el  día  de  la  inauguración,  el  que  á  la  letra  dice: 
nSr.  Lie.  Cecilio  A.  Róbelo. — En  medio  del  mayor  entusiasmo,  se  des- 
«cubrió  solemnemente  á  las  10  de  la  mañana,  el  monumento  consagra- 
ndo á  Matamoros. — Con  positiva  satisfacción  lo  felicito  por  este  suceso, 
nque  la  iniciativa  de  Ud.  preparó  y  que  el  Gobierno  de  mi  cargo  ha 
«realizado  con  la  Patriótica  y  distinguida  colaboración  de  Ud. — Je- 
1.1  sus  H.  Preciado. « 

Entretanto  que  el  señor  Róllelo  satisfacííi  sus  patrióticos  deseos, 
honrando  la  memoria  de  Alatamoros,  3-0,  por  mi  parte,  é  ignorante  de 
sus  trabajos,  seguía  mis  investigaciones;  pero  éstas  fueron  por  mucho 
tiempo  completamente  infructuosas,  hasta  que  al  ñn  vinoá  ocurrírseme 
una  idea,  que  debió  haber  sido  la  primera  que  se  me  ocurriera,  3- ésta  fué 
C|ue,  habiendo  sido  sacerdote  Matamoros,  era  de  rigor,  según  las  le3-es 
de  su  época,  el  que  hubiera  recibido  algún  grado  universitario,  aunque 
sólo  hubiera  sido  el  de  bachiller  en  Artes,  y  por  lo  mismo,  era  en  los  li- 
bros de  la  extinguida  Universidad  en  donde  podría  encontrar  algún  ra3-o 
de  luz  que  alumbrara  el  camino  de  mis  investigaciones,  3-  con  esa  con- 
vicción, registré  los  libros  en  que  se  asentaban  los  grados  de  bachilleres 
en  Artes,  3-  en  el  correspondiente  álos  añosde  1770á  1794,  me  encontré 
un  asiento  por  el  que  consta  que  Matamoros  recibió  el  grado  de  Bachi- 
lleren Artes  en26  de  Agosto  de  1786,  y  que  presentó  fe  de  bautismo,  con 
la  quecomprobó  ser  hijo  legítimo  de  español  3-  naturalde  México,  3- en  el 
libro  de  bachilleres  en  Teología,  que  comprende  del  año  de  1776  al  de 
1810,  encontré  otro  asiento  que  comprueba  que  Matamoros  recibió  el 
grado  de  Bachiller  en  Teología  el  26  de  Octubredel789,y  que  presentó 
sus  certificados  de  ser  natural  de  México  3-  colegial  de  Tlatelolco.  ' 

1  Véanse  adelante  las  copias  ínte^as  de  estos  asientos. 


279 

En  ])osesión  ya  de  estos  datos  jirincipales,  fácil  me  fué  encauzar  mis 
investigaciones  sol)re  una  senda  firme  y  segura,  puesto  que  sabiendo 
que  Matamoros  había  sido  originario  de  México,  en  los  archivos  exis- 
tentes en  esta  ciudad  era  en  donde  podía  encontrar,  probalilemente, 
las  noticias  cpie  buscaba,  y  aun  concebí  la  esperanza  de  poder  encontrar- 
me con  algún  descendiente  de  la  familia  Matamoros,  que  pudiera  con- 
servar algunas  tradiciones  ó  documentos  de  familia,  con  los  cuales  pu- 
diera aclararse  el  misterio  que  durante  un  siglo  híi  envuelto  la  patria  y 
la  prosapia  del  héroe. 

Todo  era  ya  cuestión  de  constancia,  paciencia  y  tiem])o. 

En  efecto,  pasó  algún  tiempo,  y  un  día  me  encontré  con  la  Sra.  Jose- 
fina Salazar  y  Aranda  Matamoros,  bisnieta  de  Matamoros,  y  ella  me 
proporcionó  algunos  datos  interesantes  de  la  familia  y  se  prestó  gusto- 
sa á  ayudarme  en  mis  trabajos,  y  al  efecto,  me  presentó  con  sus  primas 
hermanaslasSras.  Luz  y  Concepción  Aranda  y  Matamoros,  quienes  me 
I)usieron  al  corriente  de  muchos  datos  genealógicos  de  la  familia;  me  fa- 
cilitaron retratos,  un  árbol  genealógico  de  la  familia  Aranda  Matamo- 
ros y  cdgunos  otros  documentos. 

Luego  me  presentó  Josefina  con  su  tía  la  Srita.  Angela  Salazar  y 
Kujano,  sobrina  segunda  de  Matamoros  por  la  línea  materna  y  la  más 
anciana  de  los  supervivientes  de  la  familia,  pues  cuenta  actualmente 
noventa  años  de  edad,  los  que  cumplióel  3  de  Agosto  último  de  este  año 
de  1911,  3'  es  también  sobrina  carnaldeDa.  Catalina,  la  que  fué  aman- 
te de  Matamoros  y  en  quien  éste  tuvo  á  su  hija  Benita,  de  la  qvie  á  su 
tiempo  hablíiré. 

Da.  Angela,  como  la  más  anciana  y  más  allegada  á  Matamoros,  es 
la  que  conserva  mayores  datos  y  tradiciones  de  familia,  y  por  herencia 
conserva  también  varios  objetos  que  pertenecieron  á  Matamoros  y  á 
su  hija  Da.  Benita,  perocostó  un  verdadero  triunfo  hacerla  hablar:  á  to- 
do contestaba  «no  me  acuerdo,»  y  por  último,  dijo  que  nada  diría  por- 
C(ue  eran  secretos  de  familia  que  había  ofrecido  guardar,  \^  sólo  tras  de 
muchas  instancias  y  con  la  a^-uda  de  su  sobrina  Josefina,  pude  obtener 
que  me  comunicara  algunos  datos,  los  que  paulatinamente  fué  amplian- 
do en  los  días  subsecuentes,  hasta  que  al  fin  terminaron  por  completo 
sus  reservas  y  no  tuvo  ya  inconveniente  en  comunicarme  todo  cuan- 
to ella  sabía  relativo  á  la  familia  Matamoros,  y  terminó  por  enseñarnos 
lasreliquias  de  Matamoros  y  de  su  hija  Benita,  queella  conservaba  como 
sagrados  recuerdos  de  familia,  entre  las  que  figuran  una  Divina  Infanti- 
ta,  que  ella  tiene  en  la  cabecera  de  su  cama  y  dice  que  quiere  conservar- 
la hasta  su  muerte,  y  un  Niño  Dios  que  es  el  que  utilizaba  Matamoros 
en  las  posadas  que  hacía  anualmente;  esta  imagen  se  encuentra  hoy  en 
la  parrocjuia  de  San  Pablo,  adonde  la  regaló  Da.  Dolores,  hermana  ma- 
yor de  Da.  Angela,  que  era  quien  conservaba  todas  esas  reliquias  de  fa- 
milia, las  que  á  su  muerte  quedaron  en  poder  de  su  hermana  Angela, 
quien    á    mis    instancias,   las  vendió  al  Museo    Nacional,  en  donde 


280 

ho3'  se  encuentran,  exoe])t()  las  dos  imásíenes  de  Cjue  he  hecho  refe- 
rencia. 

Como  era  natural,  deseando  que  esta  biografía  fueselomás  comple- 
ta posible,  no  quedé  del  todo  satisfecho  con  los  datos  que  hasta  allí  ha- 
bía adquirido  y  con  los  que  me  proporcionaron  los  supervivientes  de  la 
familia  Matamoros,  sino  que  seguí  mis  investigaciones  en  los  archivos, 
Y  mis  trabajos  no  fueron  del  todo  inútiles,  puesto  que  en  el  Archivo  Ge- 
neral de  la  Nación  me  encontré  un  autógrafo  de  Matamoros,  que  es  el 
¡irimero  y  único  hasta  hoy  que  se  ha  conocido  de  este  caudillo,  y  el  cual 
])ublico  aquí  en  el  lugar  que  le  corresponde;  además  me  encontré  copias 
de  importantes  cartas  de  Matamorosy  otros  varios  documentos,  entre 
los  cuales  los  hay  que  aclaran  algunos  hechos  históricos  y  otros  que 
evidencian  los  errores  en  C|ue  híin  incurrido  algunos  historiadores  en  lo 
muy  poco  que  liablan  de  Alatamoros. 

En  el  archivo  del  Arzobispado  me  encontré  los  datos  completos  de 
la  carrera  eclesiástica  de  Matamoros,  desde  las  primeras  licencias  que 
se  le  concedieron  para  celebrar,  al  recibir  las  sagradas  órdenes,  y  la  no- 
ticia de  las  parroquias  que  sirvió,  como  vicario  y  como  cura,  hasta 
la  de  Jantetelco,  de  donde  se  lanzó  á  la  revolución. 

En  el  archivo  del  extinguido  Convento  de  San  Francisco,  el  que,  en 
parte,  existe  hoy  en  la  Biblioteca  del  Museo  Nacional,  en  la  carpeta  R. 
me  encontré  el  informe  c|ue  rindieron  en  5  de  Febrero  de  1773,  los  R.  R. 
P.  P.  Fr.  Francisco  Villerías,  vicario  del  Convento  de  religiosas  de  San 
Juan  de  la  Penitencia  y  Fr.  Pedro  Priego,  predicador  y  morador  de  la 
Recolección  de  San  Cosme  de  la  ciudad  de  México,  y  que  fueron  comisio- 
nados para  investigíir  las  cosas  notables  que  hubiere  en  el  archivo  del 
Convento  grande  de  San  Francisco,  y  en  ese  curioso  informe  me  encon- 
tré dos  asientos,  por  los  que  se  ve  claramente  que  los  antepasados  de 
Matamoros  fueron  también  originarios  de  la  ciudad  de  México  y  que 
eran  poseedores  de  algunos  bienes  de  fortuna,  según  lo  que  se  lee  en  los 
asientos  referidos;  el  primero  de  ellos,  que  se  encuentra  en  el  folio  4  del 
informe,  dice  textualmente:  «D.  Nicolás  Matamoros  dexo  mil  pesos  en 
«  un  sitio  ó  Chinampa  para  vna  fiesta  á  S.  S.  Miguel,  no  produce  lo  que  de- 
«  hiera  por  lo  que  ya  no  alcanza  para  sermón,  deberá  reducirse  solamen- 
i<  te  á  la  misa  cantada  por  ser  mui  poco  lo  que  produce  la  Chinampa. « 

Y  el  segundo  de  estos  asientos  se  encuentra  en  el  folio  2,  vuelta,  del 
«Resumen  de  las  obras  pías,»  anexo  al  mismo  informe,  y  á  la  letra  dice: 
«Z^.'T  Francisca  Díaz  y  Matamoros  r  su  marido  instituyeron  212  misas 
« las  52  cantadas,  y  las  160  rezadas,  con  el  capital  de  20,000  ps.  sobre 
«  un  ingenio  de  azucaren  Xalapa  ó  su  jurisdicción.)) 

«Se  perdió  esto  enteramente,  y  quedó  el  convento  declarado  por  ab- 
« suelto  por  N.  P.  Soto,  bajo  la  compensación  que  se  dice  en  la  tablilla 
i(  del  Choro.» 

En  el  archivo  del  Ministerio  de  Guerra  y  Marina,  existe  un  volumi- 
noso expediente  relativo  á  los  servicios  que  prestó  á  la  causa  de  la  In- 


Anales. — Tomo  IV. 


L.ÍM.  28. 


"      ^ 


^     \  i// 


# 


i>.  .\Iiuiano  Matamoros. 


A.NAM-S.— TdMii   I\'. 


I,ÁM,  20. 


Objetos  que  pertenecieron  á  Matamoros. 

La  camisa  es  de  niño,  de  cambray  de  lino,  adornada  con  randas,  y  es  tradición  de  familia 

c|uc  esta  camisa  fué  la  c|ue  le  pusieron  á  Matamoros  jiara  bautizarlo. 


( )bJctos  (.¡ne  pertenecieron  á   .Míitanioros. 
La  mascada  es  de  camliray  de  seda,  adornada  con  randas,  deshilados  y  liordados 

de  seda,  todo  blanco. 


Ax.vi.Ks 


IV, 


r,ÁM. ;«). 


■ 

^^^^^■'  '  jK^^^^'  ' 

3 

^^^1 

Bi.     .    rlH 

^K-flP^ 

Hf 

^K 

Pi 

a 

m^ 

1 

K^*^U 

9 

Vv    4 

1 

^^1 

^^^v 

■B^  V'  -  Éá 

Ibb^^^ 

■  .^ 

H 

%^^ 

^^^^^^^^^K» 

x^ 

m 

1 

^1 

Y 

^B 

P^B 

^1 

^^^H 

«^ 

fcj.1 

PF 

1 

^m 

[^■P''" 

-f 

Sra.  Concejjción  Araiida  Matamoros  é  Ibellez  y  sus  hijos  Enrique,  Alfredo  y  Arturo; 
bisnieta  y  tataranietos  de  Matamoros,  respectivamente. 


J=  '-J 


AxAi.ES. — Tomo  IV. 


LÁM.  32. 


Niño  Dios  (¡ue  perteneció  á  Matamoros. 


281 

depeiulencia  el  Teniente  Ci)ronel,,!j;ríulua(lode  Coronel,  D.  Mariano  Ma- 
tamoros, de  quien  la  historia  no  habla  tina  sola  palabra,  3-  de  quien  por 
tratarse  de  vm  homónimo  y  tal  vez  pariente  del  eaudillo  insursíente, 
eonsignaré  aquí,  aunque  sólo  sea  ágríindes  rasgos  3-  á  título  de  euriosi- 
dad,  los  más  culminantes  datos  que  nos  i^roporciona,  sobre  su  carrera 
militar,  el  expediente  á  que  me  refiero. 

A  princijjios  de  Enero  de  1809  sentó  plaza  como  soldado  raso  en  el 
regimiento  de  Dragones  del  Comercio,  provinciales  de  Puebla,  en  el  que 
sirvió  hasta  1S12,  en  que  se  fué  á  presentaral  señor  Matamoros  en  Izú- 
car,  quien lonombró  alférez  y  lodestinó  al  regimiento  de  San  Pedro,  en 
donde  sirvió  hasta  la  derrota  de  Puruarán,  en  la  cjue,  desbaratadosu  re- 
gimiento, se  reunió  á  Morelos,  C|uien  lo  destinó  con  el  empleo  de  capitán 
al  regimiento  de  la  Libertad,  cjuc  mandaba  Rosains. 

En  el  ejército  trigarante  sirvió  como  ayudante  del  General  D.  Nico- 
lás Bravo,  y  después  de  consumada  la  Independencia,  sirvió  sucesiva- 
mente en  los  regimientos  de  Dragones  núm.  8,  San  Fernando3'Granade- 
ros  á  Caballo,  habiendo  ascendido  durante  ese  tiempo  hasta  Teniente 
Coronel  efectivo  3'  Coronel  graduado,  y  hal)ientlo  pedido  su  retiro,  se  le 
concedió,  pero  se  le  confirió  una  comisión  en  Oaxaca,  en  donde,  á  conse- 
cuencia de  una  diarrea,  falleció  el  28  de  Abril  de  1849,  después  de  haber 
prestado  sus  servicios  4-7  años,  11  meses,  27  días,  dejando  viuda  v  con 
cinco  hijos  pequeños  á  María  Trinidad  García. 

He  consultado  también  dos  importantes  documentos:  uno  de  ellos 
es  la  (^Historia  del  Sitio  de  Cunutla.n  escrita  por  el  capitán  D.  Felipe 
Venancio  Montero,  quien  fué  testigo  presencial  de  los  hechos,  pues  mi- 
litó á  las  órdenes  de  Morelos,  lo  acompañó  en  toda  la  campaña  3-  fun- 
gía como  su  escribiente  cuando  Morelos  fué  hecho  prisionero  en  la  des- 
graciada acción  de  Texmalaca. 

Dice  Morelos  en  su  declaración,  contestando  á  la  vigésima  primera 
preguntíi:  que  Montero,  que  fué  su  último  escril:)iente,  fué  pasado  por 
kis  armas  después  de  su  prisión  en  Texmalaca;  '  pero  lo  dijo  jjrobable- 
mente  por  algún  falso  informe  que  tuvo,  pues  Montero  vivió  muchos 
añosaún,  se  radicó  en  Cuantía,  endonde  desempeñó  el  importante  pues- 
to de  alcalde  3-  murió  en  a(|uella  poljlación,  en  la  que  existe  su  se])ulcro, 
y  en  ella  radican  sus  descendientes,  que  son  de  los  más  distinguidos  ve- 
cinos de  aquella  histórica  ciudad. 

Ese  interesante  manuscrito,  cu3-o  original  rae  enseñó   en   Cuantía 

1  y uc  Joaquín  Salinas,  su  primer  Sticretario,  murió  en  Ti.xtla;  Félix  ürtiz  que  lo  acom- 
pañaba ahora  con  el  cargo  de  Contador,  tué  el  segundo.  El  Lie.  Sotero  Castañeda,  que 
también  lo  acompañaba  con  el  título  de  Vocal,  filé  el  tercero.  Que  Juan  Neponniceno  Ro- 
sains, que  según  ha  oído  decir  ^-a  está  indultado  en  esta  ciudad,  fué  el  cuarto,  v  que  últi- 
mamente ya  no  tenía  Secretario,  pero  sí  escribiente.  Estos  fueron,  un  tal  Samaniego,  que 
está  con  Serrano;  Juan  Nepomuceno  Marroquín,  que  se  quedó  en  la  Junta  Subalterna  de 
la  provincia  de  Valladolid,  y  Felipe  Montero,  que  fué  pasado  por  las  armas  después  de  su 
prisión  en  Texmalaca. — Hernández  Dávalos,  Documentos.  Tomo  VI,  pág.  35. 

A.N.^LE.s.  T.  IV,— 36. 


282 

D.  Lucio  Montero,  permaneció  inédito  muchos  años,  y  á  esto  se  debe  el 
que  hayan  sido  mu3r  excepcionales  los  historiadores  cjue  lo  havan  con- 
sultado, jjues  sólo  filé  hasta  iiltimamente  cuando  lo  publicó  el  Dr.  D. 
Antonio  Peñafiel  en  las  páginas  170  y  siguientes  del  tomo  correspon- 
diente al  Estado  deMorelos,  de  sus  «Ciudades  Coloniales.)) 

El  otro  documento  á  que  me  refiero,  y  que  es  aiin  mucho  más  desco- 
nocido que  el  anterior,  es  una  comedia  que  escribieron  los  caracteriza- 
dos vecinos  de  Jantetelco,  D.  Carmen  Tajonar,  D.  José  Catarino  Esca- 
zán,  D.  Primo  Alusitu  y  D.  Zenón  Montenegro,  quienes  la  intitularon: 

(iCoilEDIA  HISTÓRICA  DEL  BENEMÉRITO  MATAMOROS,  CuRA  PÁRROCO  DE 

Jaxtetelco,»  X  en  ella  consignan  las  tradiciones  que  se  conservan  en 
aquella  polslación,  de  los  hechos  históricos  que  allí  tuvieron  lugar  el  13 
de  Diciembre  de  1811,  en  que  Matamoros  abandonó  su  curato  para  ir  á 
presentársele  á  Morelos  en  Izúcar,  así  como  las  que  se  verificaron  en  los 
días  subsecuentes  á  su  salida  \'  las  que  tuvieron  lugar  cuando  regresó  á 
Jantetelco  á  levantar  gente,  cuj-as  tradiciones  son  las  que  forman  la 
trama  del  argumento  de  la  referida  comedia. 

Debido  á  la  amabilidad  del  señor  cura  actual  de  Jantetelco,  Presbíte- 
ro D.  Valeriano  García  Martín,  y  á  la  de  algunos  otros  amigos,  he  lo- 
grado obtener  copias  de  las  constancias  y  documentos  relativos  á  Ma- 
tamoros, que  existen  en  los  libros  de  la  parroquia  y  en  los  archivos  de 
la  población,  y  cometería  una  falta  in]ierdonable  si  no  aprovechara  es- 
ta oportunidad  para  hacer  presente  mi  gratitud,  tanto  al  Sr.  Cura 
García  Martín,  como  á  las  demás  personas  que  tan  bondadosamente 
me  han  ministrado  tan  importantes  como  valiosos  datos. 

Por  último,  teniendo  noticias  de  que  en  el  archivodel  Arzobispado  de 
Morelia  se  encontraba  la  causa  original  que  se  formó  á  Matamoros 
por  la  jurisdicción  eclesiástica,  hice  ini  viaje  á  acjuella  ciudad  con  el  fin 
de  obtener  una  copia  de  ese  importante  documento,  que  hasta  hoy  ha 
permanecido  inédito  y  aun  se  consideraba  perdido;  la  que  pude  obtener 
debido  á  la  proverbial  caballerosidad  del  ilustrado  prelado  que  feliz- 
mente gobierna  aquella  arquidiócesis,  limo.  Sr.  Dr.  D.  Leopoldo  Ruiz,á 
quien  viviré  siempre  reconocido  por  las  inmerecidas  atenciones  cjue  me 
dispensó  3-  por  la  franca  3-  buena  voluntad  con  que  dio  sus  órdenes  pa- 
ra que  pudiera  yo  buscar  _v  copiar  los  documentos  que  quisiera,  tanto 
en  el  archivo  del  Arzobispado  como  en  los  demás  archivos  eclesiásticos 
de  la  ciudad,  3-  aprovechándome  de  tan  amplio  permiso,  busqué  la  par- 
tida de  defunción  de  Matamoros  en  el  archivo  del  Sagrario,  3'  no  la  en- 
contré, no  obstante  que  los  libros  se  encuentran  completos  3-  bien  con- 
servados, lo  que  prueba  que  sepultaron  el  cadáver  sin  haber  asentado 
la  partida.  Con  la  esperanza  de  encontrar  algunos  datos  sobre  este 
asunto  en  el  archivo  de  los  hermanos  del  Tercer  Orden  de  San  Francis- 
co, fui  en  busca  de  ese  archivo  3-  me  encontré  con  que  no  existe  ni  un  so- 
lo libro  anterior  al  año  de  1857:  todos  se  perdieron;  pero  en  cambio,  en 
el  a.chivo  de  San  Agustín  encontréun  asiento  relativo  á Matamoros, el 


283 

(|ue  copiíiré  en  su  o])()rtuni(líi(l,  y  en  el  archivo  del  Ayuntamiento  en: 
contré  también  algo  que  se  relaciona  con  Matamoros.  Investigando 
entre  particulares,  conseguí  una  relación  del  teniente  de  granaderos  D. 
Manuel  Montano,  que  fué  testigo  ]5resencialde  la  ejecución  de  Matamo- 
ros y  de  la  exhumación  de  sus  restos  el  año  de  1823,  c[ue  los  trajeron  á 
la  catedral  de  México.  Esa  relación  es  muy  iteresante  por  las  noticias 
muy  pormenorizadas  que  contiene  de  la  muerte  de  Matamoros. 

Sólo  me  apena  no  haber  podido  encontrar  la  ptirtida  úc  bautismo 
de  Matamoros,  á  pesar  de  haberla  buscado  con  todo  em]3eño. 

En  el  archivo  de  la  parroquia  del  Sagrario  de  México,  sólo  ])ude  en- 
contrar las  píirtidas  de  bíiutismo  de  Da.  Benita,  hija  de  Matíimoros,  v 
la  de  Da.  Luz  Aranda  y  Matamoros,  hija  de  Da.  Benita;  pero  no  encon- 
tré laspartidas  de  matrimonio  de  estas  señoras,  por  pie  faltan  en  el  ar- 
chivo los  lil)ros  de  matrimonios  correspondientes  á  los  años  en  cjtic  éstos 
deben  haberse  verificado. 

En  el  archivo  de  la  ])arro(ju¡ade  San  Pablo,  faltan  los  libros  de  bau- 
tismos del  año  de  1770  al  de  177-i,  que  son  precisaiiientelos  de  los  años 
en  que  debería  encontrarse  la  partida  de  batitismo  de  Matamoros. 

En  la  parroquia  de  la  Palma  sólo  existen  libros  desde  fines  de  1772; 
los  anteriores  á  esta  fecha,  según  vma  razón  que  existe  en  uno  de  les  li- 
bros,«se  mandaron  á  la  parroquia  del  Sagrario  por  temor  de  (¡uc  ye  per- 
dieran con  motivo  de  la  revolución;))  pero  en  el  Sagrario  no  existen  ta- 
les lil:)ros,  ni  tampoco  en  la  Secretaría  de  la  Alitra. 

El  archivo  de  la  ]jarroc|uia  deS;int:i  Ana  está  inservible  é  incapaz  de 
poderse  registrar:  todos  los  libros  antiguos  están  podridos  y  borrados 
con  la  humedad,  y  muchos  de  ellos  tienen  las  hojas  unidas  y  con  sólo 
tocarlas  se  desmoronan;  me  dijo  el  señor  cura  actual  que  cuando  él 
recibió  la  parroquia  encontró  esos  libros  tirados  dentro  del  agua,  de  don- 
de él  los  sacó. 

En  la  parroquiíi  de  Santa  Catarina  no  existe  líi  partida  de  bautis- 
mo de  Matamoros  ni  tampoco  pude  encontrarla  en  las  parrocpiias  de 
la  Soledad,  San  Aliguel,  la  Santa  Veracruz,  ni  Santa  Alaría  la  Redon- 
da: en  esta  última  y  en  la  Soledad  faltan  los  libros  corres¡)ondientes  á 
los  años  en  que  debería  encontrarse  la  partida. 

Todavía  después  de  esta  infructuosa  labor,  en  la  cpie  emplié  víirios 
meses,  no  perdí  la  esperanza  de  encontrar  la  partida  que  buscaba,  la 
que  forzosamente  tenía  C|ue  encontrarse  en  el  expediente  de  órdenes,  v 
fui  á  buscarla  en  los  archivos;  pero  desgraciadamente  sólo  encontré  una 
nueva  decepción,  pues  tanto  el  archivo  del  Arzobispado  como  el  del 
Seminario,  están  truncos:  todos  los  libros  y  expedientes  antiguos  se  per- 
dieron coninotivodel  cambio  de  locales,  cuando  se  verificó  la  expropia- 
ción de  bienes  eclesiásticos,  y  ho}'  se  conservan  solamente  unos  cuantos 
libros  antiguos;  pero  en  ninguno  de  ellos  está  el  expediente  de  órdenes 
de  Matamoros. 

Me  quedaba  como  último  recurso  el  expediente  que  se  formaba  para 


284 

probar  la  leptimidad  y  limpieza  desangre  de  todo  aquel  que  pretendía 
ingresar  como  alumno  á  algún  colegio,  3' sin  cuyo  requisito  no  eran  ad- 
mitidos, y  como  ese  expediente,  en  caso  de  existir,  debería  encontrarse 
en  el  archivo  del  extinguido  colegio  de  Santa  Cruz,  el  cual,  con  los  de- 
más archivos  que  fueron  de  los  franciscanos,  aunque  no  completos,  se 
encuentran  hoy  en  la  Biblioteca  del  Museo  Nacional;  fui  en  su  busca 
y  allí  fueron  mis  apuros:  ese  archivo,  por  mil  títulos  interesantísimo, 
qi^e  consta  de  2S9  tomos  con  pasta  holandesa,  es  un  verdadero  mnre 
mágnum;  el  bibliotecario  que  mandó  empastarlos  en  tan  descomunal 
desorden,  merece  un  premio  por  su  laboriosidad:  todos  esos  volúme- 
nes tienen  impresa  en  el  lomo  esta  única  inscripción:  «Asuntos  de  Co- 
legios Y  Conventos,»  v  un  núinero  de  orden;  pero  ni  tienen  el  año  á 
que  pertenecen  los  documentos  que  contienen,  ni  tamjjoco  tienen  índi- 
ce, de  lo  que  resulta  que  para  buscar  algo  en  ese  interesante  archivo, 
ha^-  la  necesidad  deregistrarlibroporlibroyhojaporhoja,y  vienetoda- 
vííi  áíiumentar  las  dificultades  el  hecho  de  que  ni  en  la  numeración  de  los 
tomos,  ni  en  la  colocación  de  los  documentos  se  siguió  el  orden  crono- 
lógico, sino  que  todo  se  hizo  á  la  ligera,  sin  seguir  orden  ni  método  al- 
guno. Por  fortuna  el  señor  Lie.  Róbelo,  actual  Director  del  Museo,  ya 
se  dio  cuenta  del  desbarajuste  en  que  se  encuentra  ese  importante  archi- 
vo y  ha  dado  sus  órdenes  para  que  se  remedie  ese  mal,  y  dada  la  com- 
petencia y  laljoriosidad  del  actual  Bibliotecario,  D.  Vicente  A.  Galicia, 
ese  mal  se  remediará,  aunque  no  tan  pronto  como  sería  de  desearse, 
pues  ese  trabajo,  por  su  misma  naturaleza,  tiene  necesariamente  que 
ser  nniy  dilatado. 

Sin  embargo  de  todas  esas  dificultades,  he  registrado  17S  tomos  de 
ese  archivo,  además  de  otros  21  que  afortunadamente  se  escaparon  de  ha- 
Ijcr  sido  empastados  á  la  moderna  y  permanecen  aún  con  sus  forros 
de  badana  y  pergamino,  pero  en  ellos  tienen  escrito  el  año  á  que  pertene- 
cen y  el  asunto  de  que  tratan,  y  en  ninguno  encontré  el  expediente  de 
limpieza  de  sangre  de  Matamoros,  aunque  encontré  los  de  varios  co- 
ristas del  convento  de  San  Francisco,  por  lo  que  he  perdido  ya  la  últi- 
ma esperanza  que  me  quedaba  de  haber  podido  encontrar  la  partida 
de  baxitismo  de  Alatamoros;  pero  me  consuela  al  menos  que  esto  no  ha 
sido  por  falta  de  diligencia  para  Ijuscarla,  sino  porque  es  un  hecho  cjue 
ella  se  perdió  con  el  libro  que  la  contenía,  el  cual  se  extravió  con  los  otros 
muchos  que  faltan  en  losarchivos,y  (|ue  no  parece  sino  que  la  fatalidad 
se  empeñó  deliberadamente  en  cjue  éstos  fueran  precisamente  los  corres- 
pondientes á  los  años  en  que  la  partida  debería  haberse  encontrado. 

Los  documentos  y  tradiciones  que  dejo  mencionados,  los  que  no 
con  pocos  trabajos  he  podido  coleccionar,  son  los  que  servirán  de  base 
á  este  humilde  trabajo,  3'  si  él  resulta  deficiente,  no  será  por  cierto  por 
falta  de  material,  sino  más  bien  á  que,  debido  á  mi  insuficiencia  é  inca- 
pacidad, no  sepa  3-0  utilizarlo  debidamente. 


")  -r-.íi 


■f.  M 


«5 
-O 


3 

O" 


2.?^ 


Anales.— Tomo  IV. 


Lam.  34-. 


Ciirmiel  I.'.  Luis  Salazar. 


Casa  lu'uii.  12  í\i¿  la  calle  de-  la  .Mhúluli.ua,  (loiulu  vivió  V.  Mamicl  .MaLanioros 


JS5 


CAPITULO  I. 
La  casa  dei.  PrEni.o. — Las  familias  Salazar  y  Matamoros. 

La  casa  número  22  de  la  primera  calle  de  la  Merced  de  la  ciudad  de 
México,  conocida  por  «La  Casa  del  Pueblo))  allá  por  la  época  de  los  Vi- 
rreyes, no  era  de  vecindad  como  ahora  lo  es;  era  entonces  una  casa 
particular  haljitada  por  sus  projjios  dueños,  los  que  solamente  arrenda- 
ban las  dos  accesorias  que  tiene  la  casa  á  los  lados  del  zaguán,  accesorias 
que,  andando  el  tiempo,  vinieron  á  hacerse  célebresen  el  último  tercio  del 
siglo  que  acaba  de  pasar,  porque  en  una  de  ellas  estuvo  por  muchos 
años  la  antigua  y  afamada  guitarrería  de  D.  Macedonio Granados,  co- 
nocido por  vCbolón,»  ven  la  otra,  estaba  el  expendio  del  no  menos  afa- 
mado arroz  de  leche  de  Da.  Guadalupe  Ramírez,  á  la  que  siempre  se 
le  veía  risueña  y  afanosa  expendiendo  su  mercancía,  la  Cjue  exhibía  en 
sendos  casos  de  cobre  estañado,  en  la  puerta  de  su  comercio. 

Por  el  año  de  1720  «La  Casa  del  Pueblo,»  hoy  número  14S  de  la 
8'  de  Captichinas,  era  de  la  familia  Salazar,  la  C|ue  conservó  la  propie- 
dad de  ella  hasta  por  el  año  de  1820. 

La  familia  Salazar  estaba  íntimamente  unida,  por  enlaces  matri- 
moniales, con  la  familia  Matamoros,  á  tal  grado,  qvie  las  dos  familias 
formaban  una  sola,  que  era  la  que  habitaba  en  aquella  época  la  casa 
referida. 

Los  jefes  de  dichas  familias  eríin  entonces  D.  Ca^^etano  Salazar  3- 
su  primo  hermano  y  cuñado  D.  Manuel  Matamoros  y  Salazar.  D.  Ca- 
yetano estaba  casado  con  su  prima  hermana  Da.  María  Guadalupe 
Matamoros  y  Salazar.  hermana  de  D.  Manuel,  de  cuyo  matrimonio  tu- 
vo cuatro  hijos,  que  fueron:  Manuel,  Alargarita,  José  3-  Catalina. 

Manuel,  el  hijo  maj-or,  casó  con  Da.  Mariana  Rujano  y  tuvo  por 
hijos  á  Merced,  Joaquín  1°  3' Joaquín  2",  Manuel,  María  Dolores  3'  Án- 
gela, que  vive  aún  3-  es  la  que  me  ha  comunicado  estas  genealogías. 

D.  Manuel  Matamoros  casó  con  Da.  Gertrudis  Orive,  hija  de  D. 
Eduardo  Orive  3-  Da.  María  de  los  Dolores  Martínez,  y  de  svi  matri- 
monio tuvo  los  hijos  siguientes,  según  el  orden  de  su  nacimiento:  Cata- 
lina; Mariano  Antonio,  ilustre  general  insurgente,  Benemérito  de  la 
Patria  en  heroico  grado;  ^  María  Soledad;  Herminia;  Rafael;  Antonio 
José;  María  del  Refugio;  Guillermo;  Nicolás  3-  Lauro. 

Imposible  sería,  además  de  cansado  é  innecesario,  el  ocuparme,  aun- 
que sólo  fuese  mu3'  ala  ligera,  de  escribir  algunos  rasgos  biográficos  de 

1  .Airtículo  13  del  decreto  cíe  19  de  Julio  de  1823,  dado  por  el  Soberano  Congreso 
Constituyente, 


286 

cada  uno  de  los  miemljros  de  tan  numerosas  familias,  3'  tan  sólo  me 
ocuparé,  3^  esto  mu3^  someramente,  de  D.  Manuel  Matamoros,  padre  del 
héroe  D.  Mariano,  3'  de  aqiiellos  individuos  de  la  familia  que,  por  cir- 
cunstancias especiales,  fuere  necesario  híicerlo. 


Don  Mam'EL  Matamoros  y  Salazak. 

D.  Manuel  Alatamoros  nació  en  la  ciudad  de  Aléxico,  de  donde  eran 
originarios  sus  padres,  á  fines  del  año  de  1758;  fué  hijo  legítimo  de 
D.  Ricardo  Matamoros  3-  de  Da.  Sara  Salazar. 

El  padre  de  Alatamoros  era  de  estatura  pequeña  3-  mu3'  delgado, 
color  blanco,  pelo  3^  barba  rubios  3^  ojos  garzos;  usaba  toda  la  barba, 
pero  se  la  recortaba  para  no  llevarla  mu3'  crecida;  usaba  el  pelo  largo 
hasta  cubrirle  el  cuello;  era  de  carácter  franco  y  afable  v  tenía  tan 
arraigado  el  vicio  de  fumar  puro,  quenunca  selo  quitaba  de  la  boca,  3- 
siendo  3-a  decrépito  se  quedaba  dormido  con  el  puro  en  la  boca  3' á  esto 
se  debió  el  que  una  noche  se  le  quemaran  las  ropas  de  su  cama\'  sufrie- 
ra varias  quemaduras  en  el  brazo  y  pierna  derechos. 

Cuando,  después  de  la  caída  del  Imperio  de  Iturljide,  se  estalíleció 
la  República,  en  recompensa  de  los  meritorios  servicios  que  prestó  á  la 
patria  su  hijo  D.  A'Iariano,  á  ijuien  el  Congreso  Constituyente  había 
declarado  benemérito  de  la  patria  en  grado  heroico,  el  Gobierno  nombró 
conserje  de  la  Presidencia  de  la  República,  á  D.  Manuel,  3-  fué  el  prime- 
ro que  desempeñó  ese  empleo. 

Por  aquella  época  D.  Alanuel  tenía  3^-1  muchos  años  de  viudo;  sus 
hijos  é  hijas  se  habían  muerto  los  más,  3'  los  que  quedaban  estaban  ca- 
sados, 3-  por  consiguiente,  no  le  quedaba  3^a  más  familia  que  su  nieta  Be- 
nita, la  hijíi  de  Alatamoros,  con  la  cual  vivía  en  la  casa  del  Pueblo,  en 
la  calle  de  la  Alerced,  cuando  recibió  el  nombramiento  de  conserje,  3- 
entonces  se  fué  á  vivir  á  Palacio,  llevándose  consigo  á  Da.  Benita,  la 
que  contalja  entonces  diez  y  seis  años  de  edad  3-  no  se  había  casado 
aún. 

Casi  dos  años  hacía  que  vivían  en  Palacio,  cuando  se  casó  Da.  Be- 
nita con  D.  Alariano  Aranda;  pero  siguió  viviendo  con  D.  Manuel,  el 
que  nunca  la  abandonó,  cumpliendo  así  con  el  encargo  C[ue  le  hizo  su 
hijo  el  curíi  D.  Mariano  en  una  carta  que  le  escribió  desde  Vallad  olid,  po- 
co antes  de  ser  fusilado,  en  la  cual  le  decía  el  triste  fin  que  le  esperaba: 
se  despedía  de  él  3-  le  encíirgaba  que  no  abandonara  á  su  hija  Benita, 
con  cu3^o  encargo  cumplió  fielmente  D.  Manviel,  teniéndola  siempre  á  su 
lado,  con  su  esposo  3-  sus  hijos,  hasta  que  la  vio  morir3-le  dio  sepultura. 

Esa  última  carta  que  Alatamoros  escribió  á  su  padre,  después  de  la 
muerte  de  éste,  la  recogió  el  Coronel  D.  Luis  Salazar,  v  á  la  muerte  de 
él  se  quedó  con  ella  su  nuera.  Da.  Alariana  Purrúa,  esposa  de  su  hijo  el 


287 

General  D.  Carlos  Salazar,  fusilado  ])or  Méndez  en  Urua]3an,  y  como 
■esta  señora  murió  sin  haber  dejado  sucesión,  se  perdió  esa  preciosa  re- 
liquia histórica. 

Permaneció  D.  Manuel  28  ¿iños  desempeñando  la  conserjería,  y  no 
siéndole  ya  posible  atenderla  por  su  avanzada  edad,lojul)iló  el  Gobier- 
no, siendo  Presidente  de  la  República  el  General  D.  Mariano  Arista;  ])e- 
ro  sin  duda,  teniendo  presentes  los  brillantes  antecedentesdel  Cura  Ala- 
tamoros,  quiso  el  Gobierno  que  ese  empleo  fuese  una  herencia  de  la  fa- 
milia de  Matamoros,  }■  así  fué  como,  para  substituirá  D.  Manuel  en  la 
conserjeiúa,  fué  nombrado  su  l^isnieto  D.  José  María  Aranda,  hijo  de 
Da.  Benita, que  apenas  contaba  entonces  poco  más  del9años  de  edad. 

Al  terminar  D.  Manuel  su  misión  en  Pfdacio,  se  fué  á  vivir  á  su  anti- 
gua Cítsa  de  la  calledela  Alerced,  adonde  se  llevóá  Da.  Benita,  que  iba 
ya  grave  de  una  enfermedad  de  las  llamadas  de  la  cintura,  que  venía 
padeciendo,  yde  ella  murió  pocos  meses  después  de  haberse  separado  de 
Palacio. 

Despviés  déla  muerte  de  Da.  Benita,  se  fué  D.  Alanuel  á  vivirá  la 
calledela  Albóndiga,  núm.  (3,  en  la  casa  desu  sobrino  segundo  el  Coronel 
D.  Luis  Salazar,  cuya  familia  la  formaban:  el  Coronel,  su  esposa  Da. 
Guadalupe  Silva,  sus  hijos  Concepción,  Manuel  3-  Carlos  y  las  huérfa- 
nas Dolores  é  Isabel  Iljelles,  á  qviienes  el  Coronel  crió  desde  muj'  chicíis; 
estas  dos  hermanas,  que  llevan  el  apellido  de  Salazar,  viven  aún  y  á 
ellas  debo  estas  noticias. 

El  Coronel  D.  Luis  Salazar  fué  hijo  de  D.  José  Salazar,  hermano  de 
Da.  Catalina,  la  madre  de  Da.  Benita,  por  consiguiente,  fué  primo  herma- 
no de  Da.  Benita,  sobrino  segundo  deD.  Manuel  Matamoros  y  sobrino 
tercero  del  Cura  Matamoros. 

Vivieron  en  la  Albóndiga  unos  tres  aiíos  y  se  cambiaron  á  la  calle 
de  Jesús,  n".  2,  en  donde  permanecieron  como  dos  años  3- se  cambiaron  á 
la  calle  de  Ortega,  n''3,  que  fué  donde  murió  el  padre  del  ilustre  caudillo 
insurgente  D.  Mariano  Matamoros,  debido  á  un  accidente  que  vamos 
á  relatar. 

Vivían  en  la  calle  de  Jesús,  y  un  día  que  era  de  pago  fué  D.  Alanuel 
á  cobrar  su  pensión,  y  como  era  muj'  goloso,  tenía  la  costumljre  deque 
cada  vez  que  recibía  dinero,  compraba  dulces,  fruta,  pasteles  y  cuanta 
golosina  encontraba,  \' llegaba  ala  casa  cargado  con  ellas:  repartía  una 
parte  ala  familia  3^  la  otra  la  guardaba  paraél;eldíaá  que  nos  referimos, 
después  de  recibir  su  dinero,  se  fué  á  los  portales  á  comprar  sus  golosi- 
nas de  costumbre,  y  luego  se  dirigió  á  su  casa  por  las  calles  de  la  Mon- 
terilla;  en  esos  momentos  se  desató  un  fuerte  huracán  que  azotaba  con 
furia  la  ciudad,  y  como  él  era  3-atan  viejo,  queandaba  trabajosamente, 
ap03'ándose  en  grueso  bastón,  al  voltear  la  esquina  de  los  Bajos  de 
San  Agustín  3' Jesús,  lo  tiró  el  aire  3'  se  causó  una  herida  en  la  parte  iz- 
quierda de  la  frente  3-  otra  en  la  rodilla  del  mismo  lado,  de  cu3'as  heridas 
estuvo  padeciendo  cerca  de  dos  años,  3^  de  sus  consecuencias  falleció  al 


288 

ñn  del  mes  de  Junio  de  1858, álos  99  años,  7  meses  de  edad,  3- su  cadáver 
fué  sepultado  en  el  panteón  de  Sta.  Paula. 

Con  motivo  de  haber  tomado  participio  en  la  revolución  el  Cura  Ma- 
tamoros, fueron  víctimas  de  la  persecución  del  Gobierno  y  la  Inquisi- 
ción varios  individuos  de  su  fainilia,  según  las  tradiciones  que  conservan 
sus  descendientes,  las  que  he  podido  comprobar  con  documentos  ofi- 
ciales que  existen  en  el  Archivo  General  de  la  Nación,  en  donde  en  los 
libros  que  pertenecieron  al  Archivo  de  la  Inquisición  '  se  encuentra  ori- 
ginal una  acusación  que  hizo  ante  la  Inquisición  Da.  Leonarda  Neira, 
española,  de  veinte  años  y  doncella,  según  ella  lo  asegura,  en  contra  de 
D.Antonio  Matamoros,  casado  con  Da.  María  Villegas  y  sobrino  del 
Cura  Matamoros,  el  cual,  segvín  afirma  la  denunciante,  se  expresaba 
mal  del  Gobierno  y  decía  que  se  había  de  ir  con  los  insurgentes  para 
vengar  la  muerte  de  su  tío  el  Cura.  - 

Y  anteriormente  á  este  individuo  fueron  también  denunciados  como 
amigos  de  los  insurgentes  cdgunos  otros  miembros  de  la  familia  Mata- 
moros, siendo  uno  de  ellos  su  hermano  menor  D.  Rafael,  quien,  temero- 
so de  caer  en  las  temibles  garras  de  la  Inquisición,  se  fugó  de  México  y 
se  dirigió  á  Oaxaca  en  busca  de  su  hermano  el  Cura,  que  entonces  se  en- 
contraba en  aquella  provincia;  pero  cuando  el  llegó,  j^a  Matamoros 
había  marchado  á  incorporarse  con  Morelos,  y  á  D.  Rafael  no  le  quedó 
otro  recurso  que  internarse  á  Chiapas,  que  entonces  pertenecía  á  Gua- 
temala, y  fué  á  radicarse  á  Comitán,  en  donde,  algún  tiempo  después, 
contrajo  matrimonio  con  la  señorita  Juana  Flores,  de  cuyo  matrimo- 
nio tuvo  por  hijos  á  Juana,  Dolores  y  Francisca,  ésta  última  murió  cé- 
libe. 

Juana  casó  con  el  agrimensor  D.  Manuel  Carrascosa  y  tuvo,  de  su 
matrimonio  á  Romualdo,  Dominga,  Rita  y  Rosa. 

Dolores  contrajo  matrimonio  con  D.  José  Ma.  Castellanos,  y  de  ese 
matrimonio  nacieron:José María,  Matías,  Manuel,  Isidoro,  Alaría,  Isa- 
bel y  Sebastiana.  ' 

De  estos  dos  troncos  descienden  las  familias  Carrascosa  y  Castella- 
nos, de  Comitán,  las  que  tanto  han  figurado  en  la  política  y  en  la  mili- 
cia de  Chiapas,  distinguiéndose  siempre  por  sus  ideas  liberales. 

1  Inquisición.— 462.— Tomo  1.— 1811  á  1818.— Siglo  XIX,  flo.  2,  fte. 

2  Véase  este  curioso  documento  en  el  .apéndice,  donde  lo  publicamos  íntegro. 

3  Estos  datos,  relativos  al  matrimonio  y  descendencia  de  D.  Rafael  Matamoros,  los 
he  obtenido  de  su  bisnieto,  mi  apreciable  amigo  el  Coronel  P.  Manuel  Carrascosa,  ex-go- 
bernador  de  Chiapas  y  actualmente  Diputado  del  Congreso  de  la  Tnión. 


289 


DESCENDENCIA  DEL  CURA  D.  MARIANO  MATAMOROS. 

Matamoros  tuvo  dos  hijos,  un  hombre  y  una  mujer:  el  primero  lo  tu- 
vo, antes  de  ordenarse,  en  una  señora  del  iDarrio de  Tlatelolco,  cuj-o  nom- 
bre no  nos  ha  conservado  la  tradición,  y  sólo  sabemos  que  murió  lase- 
ñora  cuando  el  niño  contaba  unos  dos  ó  tres  años  de  edad,  y  que  Matíi- 
moros  lo  recogió  y  lo  acabó  de  criar  y  educar,  3-  nunca  se  separó  de  él; 
en  todos  los  curatos  en  donde  estuvo  lo  tuvo  en  su  compañía,  hacién- 
dole pasar  como  su  hijo  adoptivo,  y  cuando  se  pronunció  en  Jantetelco, 
el  13  de  Diciemijre  de  1811,  lo  acompañó  su  hijo,  el  que  figura  con  el 
nombre  de  Apolonio  Matamoros  en  la  lista  de  los  cuarenta  y  siete  p;i- 
triotas  de  Jantetelco  que  formaron  el  pie  del  ejército  de  Matamoros. 

No  habrán  olvidado  nuestros  lectores  que  entre  los  hijosdeD.  Caye- 
tano Salazar  y  Da.  María  Guadalupe  Matamoros,  figura  en  cuarto  lu- 
gar Da.  Catalina,  la  cual  era  prima  hermana  de  Matamoros,  pero  vi- 
viendo en  familia  y  en  la  misma  casa,  estrecharon  sus  relaciones  é  inti- 
midades de  parentesco,  á  tíd  grado,  que  las  convirtieron  en  amorosas, 
\'  como  fruto  de  ellas,  Catalina  dio  á  luz  una  niña  el  día  3  de  Abril  de 
1807,  época  en  que  Matamoros  era  Cura  de  la  misión  de  San  José 
de  Bucareli. 

Tal  acontecimiento,  como  era  de  esperarse,  ocasionó  la  consiguien- 
te sori:)resa  y  consternación  en  las  familias  Alíitamoros  y  Salazar,  las 
que  se  pusieron  de  acuerdo  para  ocultar  aquel  hecho,  y  al  efecto,  come- 
tieron el  fraude  de  hacer  pasará  aquella  niña  como  hija  de  su  abuelo  D. 
Manuel  Matamoros  y  Catalina  Salazar,  y  para  que  el  secreto  no  tras- 
pasara los  muros  de  la  nCasa  de]  Pueblo,»  donde  nació  Benita,  fueron 
sus  padrinos  los  hermanos  de  Catalina,  José  y  Margarita. 

Estas  tradiciones  se  comprueban  perfectamente  con  la  partida  de 
bautismo,  que  no  con  pocos  trabajos  pude  encontrar  en  los  libros  déla 
Parroquia  del  Sagrario,  cu^-a  copia  dice  textualmente: 

a  Una  estampilla  de  cincuenta  centavos,  legahnente  amortizada  con 
«  un  sello  de  tinta  azul  que  dice:  Parroqii.^  del  S.\grario  Metropoli- 

«TAXO  DE  MÉXICO.» 

vEl  que  suscribe.  Cura  más  antiguo  de  la  Parroquia  del  Sagrario 
« Metropolitano  de  México.» 

«Certiñca:  que  en  el  libro  de  bautismos  marcado  con  el  número  diez 
uy  siett,  á  fojas  cuarenta  y  dos  frente,  liar  una  partida  que  á  la  letra 
«  dice : » 

«Al  margen:  Benita  Ricarda  Matamoros.» — Dentro. — «En  quatro 
«  de  Abril  del  año  del  Señor  de  mil  ochocientos  siete,  con  lie."  del  Sr.  D. 
«Juan  Doming.^  Cura  Decano  de  esta  Santa  Iglesia,  Yo  el  B.'^  D.  José 

A.N.iLES.   T.  IV. — .')7. 


290 

(i  María  del  Castillo,  bautisé  una  infanta  que  nació  ayer,  pusela  por 
«  nombres  Benita,  Mariana,  Ricarda  '  hija  legma.  de  legmo.  niatriwo- 
i^nio  de  D.  Manuel  Alatamoros  y  D.^  Catalina  Salazar,  naturales  de es- 
lí  ta  ciudad,  fueron  sus  padrinos  D.José  Salazar  y  subermana  D."  Mar- 
«ffarita,  advertidos  de  su  obligación.)) — Juan  Francisco  Domínguez,  rú- 
«brica,  á  José  María  del  Castillo,  rúbrica.» 

^íY para  constancia  legal  se  expide  la  presente  en  la  ciudad  de  Méxi- 
«  co.  Parroquia  del  Sagrario  Metropolitano,  á  veinticinco  del  mes  de 
«  Octubre  de  mil  novecientos  once. — Vicente  F.  Díaz. — Rúbrica.» 

Desde  que  encontré  los  descendientes  de  Matamoros,  supe  por  ellos  es- 
ta misteriosa  historia  del  nacimiento  de  Da.  Benita,  y  ([ue  ésta  vivió  y 
murió  en  la  creencia  de  que  su  abuelo  D.  Manuel  había  sido  su  padre; 
que  sólo  hasta  que  ella  murió  fué  cuando  sus  tías  y  D.  Manuel  comu- 
nicaron el  secreto  á  sus  hijos;  pero  recomendándoles  que  lo  guardaran 
como  un  secreto  de  familia,  el  que  sólo  á  la  hora  de  su  muerte  deberían  co- 
municar á  sus  hijos,  encargándoles  la  misma  reserva;  pero  yo  consideré 
estas  noticias  algo  exageradas  y  solamente  creí,  que  para  cubrir  la  fal- 
ta del  cura  ante  la  sociedad,  era  solamente  á  Da.  Benita  á  quien  se  ha- 
bía hecho  creer  que  su  abuelo  había  sido  su  padre,  3'  para  aclarar  todo 
este  asunto,  fué  por  lo  que  busqué  con  mayorempeño  la  partida  de  bau- 
tismo de  Da.  Benita,  y  sólo  cuando  la  encontré,  vine  á  convencerme  de 
Cjue  el  engaño  se  hizo  hasta  á  la  misma  parroquia  en  donde  ella  recibió 
las  aguas  liautismales,  inscribiéndola  como  hija  legítima  de  legitimo 
matrimonio  de  su  abuelo  D.  Manuel,  el  cjue  nunca  llegó  á  casarse  con 
su  sobrina  Catalina  ni  con  ninguna  otra,  pues  después  de  muerta  Da. 
Gertrudis  (^rive,  perniíineció  viudo  hasta  su  muerte;  pero  se  explica  ese 
doble  engaño  cuando  consideramos  que,  debido  á  él,  se  consiguieron 
dos  cosas,  tan  importante  lá  una  como  la  otra:  la  primera,  ocultar  la 
falta  del  sacerdote,  cometida  con  la  agravante  de  ser  primo  hermano 
de  su  cómplice,  y  la  segunda,  el  que  Benita  no  apareciera  como  hija  na- 
tural, lo  que  en  aquel  tiempo  era  una  nota  de  infamia,  la  que  no  sólo  la 
privaría  de  las  consideraciones  sociales,  sino  que  privaría  á  sushijosde 
hacer  carrera  alguna,  puesto  que  no  podrían  comprobar  su  legitimidad 
y  limpieza  de  sangre,  requisitos  qvie,  en  aquel  tiempo,  se  les  exigía  para 
que  pudieran  ser  admitid  os  en  algún  colegio;  mas  no  se  conformaron  con 
esto  solainente  las  familias  Matamoros  y  Salazar,  sino  que  pusieron  en 
juego  cuantos  medios  tuvieron  á  su  alcance  para  separar  á  los  dos  pri- 
mos, á  fin  de  impedir  el  c¡ue  repitieran  su  falta  \- que  esto  los  pusiera  en  un 
nuevo  aprieto  para  ocultarla,  y  al  efecto,  ya  haya  sido  que  se  valieran 
de  algunas  influencias,  ó  que,  con  las  debidas  reservas,  hayan  comuni- 
cado el  caso  al  señor  Arzobisjjo  para  que  les  impartiera  su  ayuda  para 

1  Benita,  por  el  día  en  que  nació,  Mariana,  por  el  nombre  de  su  padre,  y  Ricarda, 
por  el  nombre  de  su  bisabuelo,  y  por  coincidencia  también  por  el  día  en  que  nació. 


291 

conseguir  su  objeto,  el  hecho  fué  que  consiguieron  cjue  se  le  diera  á  Mata- 
moros un  curato  distante  de  la  capital  para  alejarlo  de  su  prima  Ca- 
talina. Esto  lo  colijo  del  hecho  de  que  hal)iendo  nacido  Benita  el  3  de 
Abril  de  1807,  á  los  ocho  meses  y  diez  días  después,  el  10  de  Diciembre 
del  mismo  año,  tomó  posesión  Matamoros  del  curato  de  Jantetelco.  Es- 
to pudiera  ciertamente  ser  considerado  como  una  simple  coincidencia 
por  quienes  no  estén  al  tanto  de  los  antecedentes;  pero  nosotros,  que  es- 
tamos al  corrientedeellos,  no  podemos  considerarlo  como  tal,  sino  como 
un  corolario  de  los  acontecimientos  primordiales,  tanto  más  cuanto  que 
tenemos  documentos  oficiales  por  los  que  se  deduce  que  Matamoros, 
por  los  amores  de  su  prima,  probablemente,  abandonaba  la  adminis- 
tración de  las  parro<|uias  Cjue  el  Arzobispo  le  confiaba  en  lugares  poco 
distantes  de  México:  así  lo  comprueba  el  asiento  que  existe  en  los  libros 
de  Licencias  del  Archivo  del  Arzobispado,  el  que  textualmente  dice: 

Al  margen. — v.Matamoros.n — Dentro. — vEn  4  de  Diciembre  de  1806, 
«  se  dieron  licencias  de  celebrar,  predicar  y  confesar  hombres  y  mujeres 
(I  administrando  en  hi  misión  de  Bucareli,  al  Prho.  D.  Mariano  Mata- 
«  moros  por  el  tiempo  de  dos  años,  y  suspenso  de  tod.\s  en  el  punto 

«QUE  DEJE  LA  ADMLNISTR.VCION.)) 

Esta  amenaza  de  quedar  suspenso  en  el  ])unto  cjue  dejara  la  admi- 
nistración, la  cual  no  se  le  hace  en  ninguna  de  las  licencias  que  se  le  die- 
ron anteriormente,  ni  tampoco  consta  en  los  libros  que  consulté,  (jue  se 
haya  hecho  á  ningún  otro  sacerdote  de  los  que  allí  consta  cjue  se  les  die- 
ron licencias,  demuestra  lo  ((ue  dejo  dicho,  esto  es,  que  Matamoros 
abandonaba  la  administración  de  las  parroquias  que  tenía  á  su  cargo, 
y  esto  era,  nnn-  ])robableniente,  por  venirt-e  á  la  capital  á  ver  á  su  pri- 
ma; así  (|ue,  cuando  con  el  nacimiento  de  Benita,  se  puso  en  claro  la 
causa  porque  abandonaba  la  administración  de  las  parroquias  (|ue  te- 
nía á  su  cargo,  se  le  mandó  á  Jantetelco,  parrocjuia  bastante  a]jarta- 
da  de  la  capital,  no  sólo  por  la  distancia,  sino  jjor  los  malos  caminos 
de  la  tierra  caliente,  que  en  aquella  época  estaban  en  peores  condiciones 
que  lo  están  hoy,  y  es  probable  que  al  mandársele  allá,  se  le  haj-a  im- 
puesto una  especie  de  destierro,  prohibiéndi^le  viniera  á  la  capital,  pues 
existe  en  la  familia  la  tradición  que  desde  que  se  fué  á  Jantetelco,  no  vol- 
vió ya  jamás  á  México,  y  murió  sin  que  su  familia  lo  hubiera  vuelto  á 
ver. 

Da.  Benita  contrajo  matrimonio  en  la  parroquia  del  Sagrario  con 
D.  Mariano  Aranda  á  fines  del  año  de  1824,  ó  al  principiar  el  de  1825, 
á  juzgar  por  lo  que  dicen  sus  nietas  y  por  el  hecho  de  cjue  su  primer  hi- 
jo nació  en  Septiembre  de  1825;  pero  yo  no  encontré  en  el  archivo  del 
Sagrario  su  partida  de  matrimonio,  porque  faltan  los  libros  de  este 
ramo  desde  el  añi)  de  1823  hasta  el  final  de  1825,  que  son  precisamen- 
te en  los  que  la  partida  debió  haber  estado. 

Da.  Benita  tuvo  cuatro  hijos  de  su  matrimonio:  el  primero  de  ellos 
fué  Jesús,  que  nació  en  Septiembre  de  1825;  la  segunda  fué  María  de  la 


292 

Luz,  que  nació  el  11  de  Sejjticnibre  de  1828;  '  la  tercera,  Ana,  que  na- 
ció en  1831  y  murió  en  la  infancia,  y  el  cuarto,  José  María,  que  nació  en 
27  de  Agosto  de  1833. 

D.  Jesiis  casó  en  ])rimeras  nupcias  con  Ma.  Dolores  Núñez,  y  tuvo  de 
ese  matrimonio  á  Rafael,  Carolina,  Concepción  y  Enriciue,  y  de  su  se- 
gundo matrimonio,  que  contrajo  con  Soledad  Carbajal,  tuvo  á  Elisa, 
Carmen,  Miguel  y  Mariana. 

D.  Jesús  fué  Capitán  de  Granaderos  á  Cal^allo,  en  tiempo  de  Santa- 
na;  tomó  parte  en  la  defensa  de  la  patria  contra  la  invasión  americana, 
asistiendo  á  todas  las  acciones  de  guerra  en  que  tomó  participio  su  re- 
gimiento, y  algún  tiempo  después  de  haber  terminado  aquella  guerra, 
pidió  su  licencia  absoluta,  la  que  le  fué  concedida,  y  le  dieron  una  colo- 
cación en  Palacio  como  aj'udante  de  su  hermano  José  María,  que  des- 
empeñaba la  conserjería  de  la  Presidencia  de  la  República,  en  donde  du- 
ró con  su  hermano  muchos  años,  hasta  el  regreso  de  Juárez,  de  Paso  del 
Xorte,  quien  los  destituyó  por  haber  seguido  desempeñando  sus  pues- 
tos durante  el  Imperio  de  Maximiliano. 

Después  de  separado  de  Palacio,  obtuvo  un  empleo  en  la  Dirección 
de  Obras  Públicas  y  en  él  permaneció  hasta  el  27  de  Agostodel897,en 
el  que  falleció  de  congestión  cerebral,  en  la  casa  número  4  del  Puente  de 
Carretones,  á  la  edad  de  72  años,  según  consta  de  su  partida  de  defun- 
ción, la  que  á  la  letra  dice:  «N'^  519. — «En  nombre  de  la  República  Me- 
«xicana,  y  como  Juez  del  Estado  Civil  de  este  lugar,  hago  saber  á  los 
«  que  la  presente  vieren,  y  certifico  ser  cierto  que  en  el  libro  núm.  437 
«del  Registro  Civil  que  es  á  mi  cargo,  á  la  foja  71  fte.  se  encuentra  asen- 
« tada  una  Acta  del  tenor  siguiente:» 

«1555. — Mil  quinientos  cincuenta  y  cinco. — En  la  Ciudad  de  México, 
«á  las  11  once  de  la  mañana  del  día  27  veintisiete  de  Agosto  de  1,897 
«mil  ochocientos  noventa  y  siete,  ante  mí,  Enrique  Valle,  Juez  del  Esta- 
ndo Civil,  compareció  el  Ciudadano  Arturo  Bonnet,  de  México,  casado, 
«empleado;  vive  en  la  calle  de  la  Maríscala,  núm.  3  tres,  y  dijo:  que  hoy 


1  El  que  suscrilje.  Cura  mas  :intiguii  de  la  Parroquia  del  Sagrario  Metropolitano  de 
.México. 

Certifica:  i|ue  en  el  libro  de  bautismos  marcado  con  el  número  once,  á  fojas  docientas 
veinte,  vuelta,  liay  una  partida  (|ue  á  la  letra  dice:  al  margen.  1081. — María  de  la  Luz 
Guad.^  Alariana  Macedonia  Aranday  Matamoros.» — Dentro. — «En  catorce  de  septiembre 
de  mil  ochocientos  veinte  y  ocho,  con  licencia  del  D."'  y  Mtro.  D.  Joaquín  Koman,  segun- 
do Cura  interino  de  esta  santa  iglesia,  Yo  el  Presbj'tero  D.  José  Mariano  Dávila,  bauti- 
cé á  una  niña  que  nació  el  día  once  del  presente,  púsela  por  nombres  María  de  la  Luz, 
Guadalupe.  Mariana,  Macedonia,  hija  legitima  de  legitimo  matrimonio  del  Ciudadano 
Mariano  .\randa  y  de  Benita  Matamoros,  nieta  por  línea  paterna  del  Ciud.°  José  Ma- 
riano Aranda  y  María  Clara  Cervantes  y  por  la  materna  del  Ciud."  Manuel  Matamo- 
ros y  Catalina  Salazar,  fué  su  madrina  D?  María  de  la  Asumpción  Coronel  advertida  de 
su  obligación. ^oaq."  Román,  rúbrica.» — V  para  constancia  legal  se  expide  el  presente 
en  la  ciudad  de  México,  Parroquia  del  Sagrario  Metropolitano  á  veintiocho  de  Septiem- 
bre de  mil  novecientos  once. — Vicente  F.  Díaz,  rúbrica. 


Anales.— ToxK I  I\'. 


LÁM.  35. 


Ha.  licniía  Matamoros  y  Salazar,  liija  del  Cura 
I).  Mariano  Matamoros. 


-2^' 


Anales, — To.md  I\'. 


LÁM.  36. 


V.\  Capilñii  D.Jesús  .\r;inil;i  y  MatiinKiro 


I).  Jii.sé  María  .^rancla  v  MataiiKims. 


293 

«á  líis  4. 14  cuatro  y  cuarto  de  la  mañana,  en  el  Puente  de  Carretones, 
«número  4  cuatro  bajos,  falleció  de  Conjjestión  cerebral,  el  Ciudadano 
(Jesús  Aranda,  de  México,  de  72  setenta  y  dos  años,  empleado,  viudo 
«de  María  Dolores  Nuñez,  hijo  de  los  finados  Rafael  Aranda  y  Benita 
«Matamoros.  Se  dio  boleta  para  6"  sexta  clase  en  el  Panteón  de  Dolo- 
«res.  Son  testigos  Crescencio  Jiménez  3' Francisco  Cabrera,  de  las  ge- 
nnerales  y  domicilio  del  compárente.  Leída  esta  acta  la  ractifiearon  y 
«firmaron;  agregando  que  el  finado  no  era  pensionista  del  Erario  Fede- 
«ral.   E.  Valle. — A.  Bonet. — C.  Jiménez. — Franco.  Cabrera,  rúbricas.» 

«Y  para  los  usos  legales  expido  la  presente  copia  en  México,  á  los  7 
«siete  días  del  mes  de  Septiembre  de  1911  mil  novecientos  once. — W. 
«Briseño,  rúbrica. 

Da.  Ma.  de  la  Luz  casó  con  D.  Manuel  Salazar,  hijo  del  Coronel  D. 
Luis  Salazar  y  Da.  Guadalupe  Silva,  y  tuvo  de  su  matrimonio  los  si- 
guientes hijos:  Ricardo,  que  fué  teniente  de  caballería,  )'  que  murió  sin 
sucesión;  Juan,  que  vive  en  la  frontera  del  Norte  y  está  empleado  en  la 
Gendarmería  Fiscal;  Concepción,  que  murió  célibe;  los  gemelos  Miguel 
y  Carlos,  este  último  murió  en  la  infancia  y  Miguel  vive  y  está  emplea- 
do en  la  Subdirección  de  Rentas  del  Distrito  Federal;  Soledad,  ([ue  mu- 
rió y  Josefina  que  vive,  l 

Da.  María  de  la  Luz  falleció  de  tuberculosis  pulmonar,  en  la  casa 
número  10  de  la  1"  calle  de  la  Amargura,  á  la  edad  de  61  años,  el  día 
(5  de  Abril  de  1888.    2 

Y  el  último  hijo  de  Da.  Benita,  D.  José  María,  contrajo  matrimonio 
con  Da.  Elena  Ibellez,  de  cuyo  matrimonio  tuvo  ocho  hijos  que,  por 

1  Un  sello  que  dice:  «Parroquia  de  la  Santa \'eracruz. — México. — El  i|ue  suscribe.  Pá- 
rroco de  la  Santa  Veracruz  de  esta  ciudad,  Certifica  en  la  forma  debida  f|ue  en  el  libro  de 
bautismos  n?  91  que  obra  en  el  archivo  de  esta  Parroquia  que  es  á  mi  cargo  hay  una 
partida  n°  186  que  fielmente  así  dice: 

«En  veintisiete  de  Marzo  de  mil  ochocientos  setenta.  Yo  el  Lie.  José  María  Gonzá- 
lez, Cura  de  esta  Parroquia  de  la  Santa  Veracruz,  bauticé  solemnemente  á  una  niña  que 
nació  el  diez  y  ocho  de  este  raes,  á  la  que  puse  por  nombre  María  Josefina,  hija  lejítinia 
de  Míinuel  Salazar  y  de  Luz  Aranda,  Abuelos  paternos,  coronel  Luis  Salazar  y  Guadalu- 
l)e  Téllez  de  Salazar;  abuelos  maternos,  Mariano  Aranda  y  Benita  Matamoros,  fué  la 
madrina  Luz  Alegría  á  la  que  advertí  su  obligación  y  parentesco  espiritual.  V  para  que 
conste,  lo  firmé.  José  M*  González,  una  rúbrica.  Doy  fé.  Manuel  P.  Tejada:  una  rúbrica. 

y  para  los  fines  C|ue  convengan  extiendo  el  presente  en  México,  el  día  11  de  SeiJtiem- 
brede  1911. 

Manuel  P.  Tejada,  rúbrica. 

2  Un  sello  que  dice:  Para  las  Actas  del  Registro  Civil. 
800  ochocientos. — Aranda  Luz. 

En  la  ciudad  de  México  á  las  12  y  Vt  doce  y  cuarto  del  día  7  siete  de  Abril  de  1889 
mil  ochocientos  ochenta  y  nueve,  ante  mí,  Enrique  Valle,  Juez  del  Estado  Civil,  compa- 
reció el  Ciudadano  Cipriano  Cázales,  de  México,  soltero,  empleado,  vive  en  la  calle  de  la 
Maríscala  número  10  diez,  bajos,  y  expresó  que  falleció  la  Señora  Luz  Aranda,  de  Méxi- 
co, de  61  sesenta  y  un  años,  viuda  de  Manuel  Salazar,  hija  de  los  finados  Mariano  Aran- 
da y  de  la  Señora  Benita  Matamoros.   Se  le  dio  boleta  de  5^  quinta  clase  en  el  Panteón 


294 

orden  de  su  nacimiento  fueron  los  sigaiientes:  Alaría  de  la  Luz,  Manuel 
1'  y  Alanuel  2°,  Ángel,  Eduardo,  Fernando,  Concepción  y  José.  D.  Jo- 
sé María  fué  empleado  de  la  Imprenta  del  Gobierno,  3-  cuando  el  Gobier- 
no jubiló  á  su  bisabuelo  D.  Manuel  Matamoros,  que  como  dejo  dicho, 
desempeñaba  el  empleo  de  Conserje  de  la  Presidencia  de  la  República, 
fué  nombrado  él  para  substituirlo,  y  poco  tiempo  después  se  nombró 
como  su  a3'udante  á  su  hermano  don  Jesús  y  los  dos  hermanos,  que  por 
varios  años  vivieron  en  Palacio,  eran  conocidos  allí  por  Alatamoros 
grande  (Jesús)  y  Matamoros  chico  (José  María). 

El  30  de  Mayo  de  1863,  día  en  cjue  el  Presidente  D.  Benito  Juárez, 
con  motivo  de  haber  tomado  Puebla  los  franceses,  abadonó  la  capital 
y  se  trasladó  con  su  gobierno  á  San  Luis  Potosí,  los  hermanos  Ma- 
tamoros fueron  los  únicos  que  quedaron  en  Palacio  encargados  de  su 
cuidado,  pero  D.  José  María  tvivo  miedo  3-  se  escondió,  dejando  solo  á 
su  hermano  Jesús,  quien  estuvo  al  cuidado  de  todo  hasta  que  el  General 
Salas  se  encargó  provisionalmente  del  gobierno,  y  éste  dejó  en  sus  em- 
pleos á  los  hermanos  Aranda,  los  que  permanecieron  en  ellos  durante  el 
Imperio  de  Maximiliano,  3-  cuando  Juárez  regresó  á  México,  después  del 
triunfo  del  ejército  repul:)licano  en  Ouerétaro,  los  encontró  en  los  mismos 
empleos  en  que  él  los  había  dejado;  pero  pocos  días  después  de  su  llegada 
los  destituyó  por  haber  servido  al  Imperio. 

D.  Jesús  consiguió  un  empleo  en  la  Dirección  de  Obras  Públicas,  el 
que  conservó  hasta  su  muerte,  como  dejo  dicho,  3-  D.  José  María  se  co- 
locó como  jefe  del  obrador  de  la  entonces  afamada  cerería  de  Nuestra 
Señora  de  Guadalupe,  que  tenía  su  despacho  en  el  número  5  de  las  Re- 
jas de  Balvanera  3-  era  de  la  propiedad  de  D.  Ca3-etano  Salazar,  su  pa- 
riente cercano,  quien  en  aquella  época  había  vendido  3a  su  casa  nú- 
mero 22  de  la  1'  de  la  Merced  y  se  había  comprad  o  otra  en  la  calle  con- 
tigoia  de  las  Cruces,  que  era  la  que  entonces  habitaba. 

D.  José  María  falleció  de  53  años  de  edad,  el  día  3  de  Agosto  de 
1886, 3'  de  sus  ocho  hijos  sólo  viven  actualmente,  M'dela  Luz,  Feman- 
do, Concepción  3- José. 

M*  de  la  Luz  casó  con  D.  Manuel  Sánchez  en  la  parroquia  del  Sa- 
grario Metropolitano,  el  día  27  de  Noviembre  de  1878,   1  de  cu3-o  ma- 

de  Dolores.  Son  testigos  los  Ciudadanos  José  Liñan  y  Adolfo  Cerecero,  de  las  generales 
del  compareciente,  con  que  el  viven. 

Leída  esta  acta  la  ratificaron  y  fimió  el  que  supo. —  E.  Valle. —  Cipriano  Cázales. — 
Rúbricas. 

Y  para  los  usos  legales  expido  la  presente  en  la  ciudad  de  México,  á  21  veintiuno  de 
Agosto  de  1911,  mil  novecientos  once. — .\nto.  Crespo,  rúbrica. 

.\1  margen  un  sello  que  dice:  «Departamento  de  Archivo  y  Supervivencias.— Regis- 
tro del  Estado  civil. — México.» 

Confrontado. — Carlos  Guzmán.  rúbrica. 

1  En  la  Ciudad  de  México,  á  las  cuatro  y  media  de  la  mañana  del  día  veintisiete  de 
Noviembre  de  mil  ochocientos  setenta  y  ocho  y  en  la  Parroquia  del  Sagrario  Metrópoli- 


295 

trinionio  tuvo  á  Miguel,  Sara,  Gonzalo  y  Augvisto;  el  ])riinero  está  em- 
pleado en  el  Instituto  Médico,  el  tercero,  en  la  Administración  de  Co- 
rreos, y  el  cuarto  cursa  sus  estudios  en  la  Escuela  Preparatoria. 

Cocepción,  que  nació  el  17  de  Junio  de  1877  y  se  bautizó  el  día  23 
del  mismo  mes  en  la  parroqtiia  de  la  Santa  Veracruz,  ha  tenido  tres  hi- 
jos, que  son:  Enrique,  Alfredo  3'  Arturo. 

Resumiendo:  los  parientes  y  descendientes  del  Benemérito  de  la  Pa- 
tria, Teniente  General  D.  Mariano  Antonio  Matamoros  y  Oribe,  que 
actualmente  viven  en  esta  capital  y  fuera  de  ella,  son  los  sig"uientes: 

Una  sobrina  segunda:  señorita  Angela  Estevan  Salazar  y  Rujano,  na- 
cida el  3  de  Agosto  de  1821,  y  bavitizada  en  la  parroquia  de  Santo  To- 
más de  la  Palma  el  4  del  mismo  mes  y  año. 

BiiNiETOS:  María  de  la  Luz  Aranda  Matamoros  é  Ibellez,  y  .sus  her- 
manos Fernando,  Concepción  y  José. 

Josefina  Salazar,  Aranda  y  Matamoros  y  sus  hemanos  Juan  y  Mi- 
guel. 

Elisa,  hija  de  D.  Jesús  Aranda  3'  Matamoros,  de  su  segundo  matri- 
monio con  Soledad  Carbajal. 

Tatara.metos.  Hijos  de  María  de  la  Luz:  Miguel,  Gonzalo  3-  Augus- 
to. 

Hijos  de  Concepción:  Enrique,  Alfredo  3'  Artviro. 

Hijo  de  Josefina,  Gabriel. 

Hijos  de  Rafael,  hijo  de  D.  Jesús:  Rafael,  Alberto,  María  Luisa,  Gm- 
llermo,  Carlos  3- José. 


CAPITULO  II. 

El  Cura  dk  Ja.ntetelco. 

D.  Mariano  Antonio  Matamoros  y  Orive  nació  en  la  ciudad  de  Mé- 
xico, capital,  entonces,  de  la  Nueva  España,  en  la  casa  número  22  de  la 

taño  de  México,  contrajeron  matrimonio  el  Sr.  D,  ¡Manuel  Sánchez  y  la  Srta.  Luz  Aran- 
da, hijo  el  primero  del  Sr.  D.  Luis  Sánchez  y  D"  Dolores  Escudero;  y  la  segunda,  de  los 
señores  D.  José  M.  Aranda  y  W  Elena  Ibellez:  el  primero  de  veinticinco  años  de  edad  y  la 
segunda  de  diez  y  ocho;  fueron  sus  padrinos  los  Sres.  D.Ricardo  .Martínez  y  su  esposa 
D*  Agustina  Preciado  de  Martínez. 

Precedieron  las  amonestaciones  prevenidas  por  el  rito  católico,  conforme  al  cual  se 
celebró  dicho  matrimonio;  y  cuyas  amonestaciones  se  lejeron  en  el  Sagrario  y  en  la  Pa- 
rroquia de  la  Santa  Veracruz,  también  de  esta  Ciudad,  los  días  diez,  diez  y  siete  y  vein- 
ticuatro del  mismo  Noviembre,  habiéndose  hecho  la  correspondiente  presentación  el  día 
nueve  del  propio  mes  en  la  repetida  Parroquia  del  Sagrario,  fueron  testigos  jjor  parte  de 
D.  Manuel  Sánchez  D.  Febronio  Lucio  López  y  D.  José  Pérez  y  por  la  ])artc  de  D*  Luz 
.\randa  D.  Gabriel  Moreno  y  D.  Jesús  .Matamoros. 

Y  para  constancia  firmaron  la  acta  dichoscontrayentes  y  testigos. — Kscopia  simple. 
-Mé-xico,  11  de  Noviembre  de  1878, 


296 

primera  calle  de  la  Merced  (ho^'  8*  de  Capuchinas,  nvimero  148),  por 
los  años  de  1769  á  1770.  Fueron  sus  padres  D.  Manuel  Matamoros  3- 
Salazar  y  Da.  Gertrudis  Orive  y  Martínez,  originarios  de  la  ciudad  de 
México;  fueron  sus  aijuelos  paternos,  D.  Ricardo  Matamoros  y  Da.  Sara 
Salazar,  3'  los  maternos,  D.  Eduardo  Orive  y  Da.  María  de  los  Dolores 
Martínez. 

Da.  Angela  Salazar,  sobrina  segunda  de  Matamoros,  y  todos  los 
bisnietos  de  éste,  á  cjuienes  he  interrogado,  individual  y  separadamente, 
sobre  el  lugar  en  donde  nació  Matamoros,  están  contestes  en  que  éste 
fué  la  casa  conocida  por  «Casa  del  Pueblo,»  sita  en  la  primera  calle  de  la 
Merced,  que  es  la  misma  quedejo  señalada,  y  están  conformes  también 
en  la  genealogía  del  héroe,  que  dej  o  expuesta, por  lo  que  considero  esos  dos 
puntos  como  incuestionablemente  verídicos  y  fuera  de  toda  duda;  pero 
ninguno  de  la  familia  sabe  la  fecha  en  que  nació  el  caudillo:  sólo  Da.  An- 
gela dice  que  la  oyó  decir  allá,  en  sus  mocedades,  pero  que  no  la  recuer- 
da. En  vista  de  la  carencia  de  datos  sobre  este  importante  asunto, 
puesto  que  hasta  la  partida  de  bautismo  de  Alatamoros  se  perdió,  to- 
mando por  base  los  años  en  que  se  graduó  de  bachiller  en  Filosofía  3- 
Teología,  así  como  en  el  que  se  ordenó,  que  fué  el  de  1796,  es  como  he 
calculado  que  ki  fecha  de  su  nacimiento  fué  por  los  añosdel769  á  1770, 
como  dejo  dicho. 

Matamoros  aprendió  las  primeras  letras  en  una  escuela  de  su  ba- 
rrio, 3'  luego  ingresó  al  colegio  de  Santa  Cruz,  que  tenían  los  francisca- 
nos contiguo  á  su  convento  de  Santiago  Tlatelolco,  cu3'o  edificio  exis- 
te aún,  3'  ho3'  está  destinado  á  prisión  militar,  y  allí  hizo  todos  sus  es- 
tudios hasta  recibir  las  órdenes  sagradas. 

Creo  pertinente  el  que  nos  detengamos  un  momento  aquí  para  ha- 
cer una  ligera  reseña  histórica  del  célebre  colegio  de  Sta.  Cruz,  en  donde 
Matamoros  hizo  sus  estudios. 

En  1535  erigieron  los  franciscanos  la  provincia  del  Sto.  Evangelio 
en  México  y  ftmdaron  el  convento  grande,  la  recolección  de  San  Cosme, 
el  convento  de  Santiago,  en  Tlatelolco,  3-  los  curatos  de  Toluca  3'  Tex- 
coco.  1 

Felipe  II,  en  cédula  fechada  en  Barcelona  el  1°  de  Agosto  de  1543, 
concedió  al  convento  de  Santiago  Tlatelolco  la  administración  parro- 
quial, la  que  ejercieron  los  franciscanos  hasta  el  año  de  1770,  en  que  por 
real  orden  se  secularizó  la  parroquia  3' pasó  á  la  iglesia  de  Sra.  Sta. 
Ana,  pero  por  orden  del  Sr.  Obispo  de  Nicaragua,  Dr.  D.  Juan  de  la  To- 
rre, quedó  el  colegio  de  Sta.  Cruz  bajo  la  dirección  de  los  francisca- 
nos. - 

Esto  es,  á  grandes  rasgos,  en  lo  cjue  concierne  al  convento,  veamos 
ahora  lo  relativo  al  colegio. 

1  limo,  señor  \  era.  Catecismo  Histórico,  Geoirráfico  y  Estadístico  de  la  Ij;lesia  Me- 
.xicana.   Pá";.  23. 

2  Alfaro  Peña.  pág.  68. 


¿,í>'~* 


Anales. — Tomo  IV. 


L.\M.  37. 


D.  Miguel  Sánchez  y  Aranda  Matamoros,  tataranieto  de  Matamoros, 
y  su  esposa  la  Sra.  Antonia  Europa  de  Sánchez. 


-^^ 


'f.    C 


o 


■■/.  2 


I 


Anales, — Tomo  IV. 


Lam.  -tO. 


Fachada  de  «La  Casa  del  Pueblo.»  donde  nació  Matamoros. 


Inicrior  de  la  iiii.'inia  ea.-a. 


297 

El  Virrey  D.  Antonio  de  Mendoza  eoneiliió  la  idea  de  fundar  un  co- 
legio para  (¡ue  en  él  se  educaran  los  hijos  de  los  indios  nobles,  y  al  efec- 
to, mandó  construir  un  edificio,  de  su  ])ro]3Ío  peculio,  contiguo  al  con- 
vento de  franciscanos  de  Santiago  Tlatelolco,  con  el  fin  de  (jue  el  cole- 
gio quedase  bajo  la  dirección  _v  administración  de  aíjuellos  religiosos,  y 
para  formar  el  fondo  del  colegio,  le  donó,  el  mismo  Virrey-,  unas  hacien- 
das y  estancias  de  su  propiedad,  que  formaban  un  total  de  ocho  fincas 
con  un  valor  de  $78,800. 

Se  terminó  el  edificio  afines  del  año  de  1536,  y  desde  luego  comenza- 
ron á  hacerse  los  preparativos  para  la  inauguración  del  colegio,  comen- 
zándose por  los  estatutos,  los  que  rezaban  que  los  colegiales  deberííin 
ser  niños  indios,  de  10  á  12  años,  hijos  de  los  caciques  ó  señores  de  los 
pueblos  principales  de  los  alrededores  de  México;  que  su  traje  para  sa- 
lir debería  ser  manto  azul  y  becas  blancas,  y  el  ¡programa  de  enseñanza 
se  reduciría  á  enseñarles  á  hablar  el  español,  lectura,  escritura,  las  cua- 
tro reglasfundamentalesde  aritmética  y  la  doctrina  cristiana;  peropo- 
co  tiempo  después  fué  aumentado  este  programa  por  el  Obispo  Ramí- 
rez de  Fuenleal,  quien  para  probar  (dos  ingeniosyi  de  los  indios,  según 
dicen  los  autores,  i  dispuso  que  á  los  niños  que  A^a  hubiesen  aprendido 
á  leer,  se  les  enseñara  gramática  latina  y  por  añadiduríi  filosofía  y  ló- 
gica, quedando  el  programa  de  enseñanza  aumentado  con  estas  tres 
asignaturas  más,  y  siendo  el  colegio  de  Sta.  Cruz  de  Tlatelolco  el  pri- 
mer colegio  de  la  Nueva  España  en  donde  se  enseñaron  estas  materias. 

Terminados  estos  preliminares,  se  procedió  á  reunir  los  futuros  co- 
legiales, tra^-éndose  dos  ó  tres  niños,  de  diez  á  doce  años,  de  cada  ])ue- 
blo  de  los  principales,  que  eran  cabeceras,  y  reunieron  sesenta  niños,  con 
los  que  se  inauguró  el  colegio  el  día  6  de  Enero  de  1536,  con  gran  so- 
lemnidad. En  la  mañana  de  ese  día  se  reunieron  en  el  convento  de  San 
Francisco  de  México,  el  Virrey  D.  Antonio  de  Mendoza,  el  Arzobispo  Fr. 
Juan  de  Zumárraga,  el  Obispo  de  Sto.  Domingo,  D.  Sebastián  Ramírez 
de  Fuenleal,  Presidente  que  había  sido  de  la  Real  Audiencia,  el  Ayunta- 
miento, los  vecinos  principales  y  una  multitud  de  gente  de  todas  las  cla- 
ses sociales,  con  cuyos  elementos  se  organizó  una  solemne  procesión,  en 
la  que  inarchaban  los  futuros  colegiales,  luciendo  sus  trajes  talares  con 
sus  mantos  azules  y  sus  becas  blancas;  esta  procesión,  recorriendo  las 
calles  principales  de  México,  se  dirigió  á  Tlatelolco  y  al  llegar  al  cole- 
gio se  procedió,  con  toda  solemnidad,  al  acto  de  la  inauguración  en  el 
que  se  predicaron  tres  sermones,  siendo  el  más  notable  de  ellos  el  que 
predicó  el  Dr.  D.  Francisco  de  Cervantes  Salazar,  y  terminó  la  ceremo- 
nia con  la  apertura  de  las  clases. 

Fué  el  primer  Rector  de  este  colegio  Fra^^  García  de  Cisneros,  que  fué 
también  el  primer  Provincial  de  los  franciscanos  en  México. 

Fué  notable  este  colegio,  tanto  por  los  sabios  que  en  él  figuraron 

1  Cavo.  «Los  tres  siglos,»  libro  3?,  pág.  113. — Torquemada. — Monarquía  Indiana. 
T.  I,  pág.  607. 

A.NALES.  T.  IV.— 38. 


298 

como  maestros,  como  por  los  hombres  ilustres  que  hicieron  allí  sus  es- 
tudios. Entre  los  primeros  figuran:  Fra^-  Andrésde  Olmos,  distinguido 
poliglota;  FrayJuandeGama,  déla  Universidad  de  París;  Fray  Francis- 
co de  Bustamante,  notable  sabio  é  insigne  predicador;  Fray  Juan  Fo- 
cher,  francés,  Doctor  de  la  Universidad  de  París;  los  bien  conocidos  lite- 
ratos é historiadores  Frav  BernardinodeSahagúnA^  Fra^' Juan  de  Tor- 
quemada,y  otros  varios,  que  sería  largo  enumerar,  \- éntrelos  segundos, 
que  fueron  muchos,  figura  el  ilustre  y  notable  indio  de  Azcapuzalco,  D. 
Antonio  Valeriano,  de  la  sangre  real  de  Moctehozoma,  del  que  hace  Tor- 
quemada  grandes  elogios  y  dice  que  fué  su  maestro  de  mexicano,  y  el 
egregio  general  D.  Mariano  Matamoros. 

Con  el  tiempo  fué  decayendo  el  colegio  hasta  dejar  que  se  derribara 
el  edificio,  del  que  sólo  quedó  una  sala  con  una  escuela  primaria,  y  así 
permaneció  hasta  el  año  de  1728,  en  queel  Oidor  y  Juez  de  Colegios  Rea- 
les, Dr.  D.  Juan  Olivares  Rebolledo,  en  vista  de  los  fondos  existentes  y 
los  derechos  y  acciones  del  colegio,  y  en  atención  á  su  venerable  antigüe- 
dad y  á  los  hombres  ilustres  por  su  saber,  que  allí  habían  estudiado, 
mandó  reconstruir  el  edificio  y  se  verificó  su  reapertura  el  día  19  de  No- 
viembre de  1728,  con  un  acto  solemne  al  que  concurrieron  los  nuevos 
colegiales  con  sus  mantos  azules  3^  sus  becas  blancas,  los  cuales  no  eran 
3'a  solamente  los  hijos  de  indios  nobles,  sino  que  también  eran  recibidos 
criollos  y  españoles,  según  los  nuevos  estatutos. 

Tal  es,  á  grandes  rasgos,  la  historia  del  colegio  de  Sta.  Cruz,  endon- 
de  Matamoros  hizo  sus  estudios,  los  que  comenzó  allí  el  año  de  1781,  se- 
gim  se  deduce  de  la  fecha  en  que  se  graduó  de  bachiller  en  artes,  cuya 
fecha,  así  como  en  la  que  se  graduó  de  bachiller  en  Teología,  están  bien 
comprobadas  con  los  asientos  que  enconté  en  el  archivo  de  la  extingui- 
da universidad,  los  que  á  la  letra  dicen: 

nLibro  en  que  se  asientan  los  grados  de  Bachilleres  en  Artes,  1770  á 
«1794.n 

En  la  foja  307  vta.,  ha}-  un  asiento  que  dice: 

«■Mariano  Antonio  Matamoros  y  Orive.— probados  fas  Curios  reci- 
libio  el  Grdo  de  Br.  en  Artes,  por  examen,  aprobación  v  suñciencla,  pa- 
ara  cualesquiera  facultad,  de  mano  del  Dr.  y  Mro.  qe  eñe  firma,  en  vein- 
atiseis  de  Agosto  de  mil  setecientos  ochenta  y  seis. — argüyeron  los  Doc- 
lítores  qe  en  el  inmediato,  l  de  qe  doy  feé.^presentó  fé  de  Baptismo  de 
{(legitimo  y  Español,  esnatural  de  México. — Dr.  y  Mro.  Pina,  Rúbrica 
« — Ante  mi. — Diego  Posada. —  Serio,  rúbrica.)^ 

Y  en  la  foja  147  vta.  del  Libro  en  que  se  asientan  los  grados  de  Ba- 
chilleres en  todas  facultades,  que  comprende  del  año  de  1776  al  de  1810, 
existe  otro  asiento  del  tenor  siguiente: 

nEl  Br.  Dn.  Mariano  Antonio  Matamoros  y  Orive,  recibió  el  grado 
ii.de  Br.  en  Theologia  en  veintiséis  de  Octubre  de  mil  setecientos  ochentay 

1  Fueron  éstos:  N.  M.  R.  P.  Fy  Joph.  Rafael  Olmedo,  Dr.  D.Juan  AntoinoAndonegui 
y  Dr.  D.  Joachin  .\ntonio  Eguia  Muro. 


299 

{(nueve  de  mano  de!  Dr.  r/e  esta  firma.—  Probó  fus  curfos  y  las  diez  lec- 
mciones  con  puntos  y  termino  de  veintiquatro :  tuvo  su  actillo  en  el  que 
^argüyeron  los  Brs.  Dn.  Domingo  ligarte,  Dn.  Mariano  Hamaña  y  Dr. 
(iün.Juan  Ignacio  Vicuña  de  r/e.  doy  feé. —  Presentó  sus  certificados,  en 
«México. — Dr.  Ignacio  Ilsarhe,  rubrica. — Ante  mi. — Diego  Posada.  Serio, 
(.(.rubrica. —  AI  margen:»  t(TlateloIco.n 

Matamoros  era  delgado,  de  estatiira  pequeña,  color  blanco  amari- 
llento, ligeramente  picado  de  viruelas;  pelo  y  barba  rubios,  ojos  garzos, 
algo  más  pequeño  el  izquierdo  que  el  derecho,  debido  ala  caída  del  pár- 
pado, 1  lo  ([ue  es  característico  de  la  familia;  pues  lo  mismo  tuvo  los  ojos 
su  padre  D.  Manuel,  su  hija  Da.  Benita,  los  hijos  de  ésta,  D.  José  Ma- 
ría 3'  D.  Jesiis  y  su  nieta  María  de  la  Luz,  que  aún  vive,  lo  que  po- 
drá observarse  en  sus  respectivos  retratos,  que  aquí  publicamos.  Incli- 
naba Matamoros  la  cabeza  sobre  el  hombro  izquierdo  y  su  voz  era 
gruesa  y  hueca;  tenía  tan  arraigado  el  vicio  de  fumar  puro,  que  nunca 
se  lo  quitaba  de  la  boca,  y  en  la  silla  donde  se  sentaba  había  hecho  un 
agujero  en  la  vaqueta,  aun  lado  tlel  asiento,  el  que  le  servía  para  clavar 
su  puro  cuando  tenía  que  entrar  á  la  iglesia  ó  hacer  algo  en  que  éste  le 
estorbaba. 

La  diminuta  estatura  de  Matamoros,  de  quenos  habla  la  tradición, 
ha  venido  á  ([uedar  comprobada  con  las  pequeñas  dimensiones  de  los 
huesos  de  su  esqueleto  y  con  las  suelas  de  sus  zapatos  que  nos  encontra- 
mos con  sus  restos,  los  que  miden  solamente  25  centímetros,  y  el  pie 
solamente  24. 

Era  Alatamoros  mu^'  devoto  de  la  Virgen  de  Guadalupe,  de  cuva 
imagen  colocó  un  cuadro  en  el  corredor  de  la  casa  donde  vivió,  3-  al  pie 
de  él  puso  una  lámpara  de  aceite,  laque  ardía  continuamente;  este  cvia- 
dro  existe  aún  en  el  corredor  del  entresuelo  de  la  Casa  del  Pueblo,  en  el 
mismo  lugar  donde  Matamoros  lo  colocó. 

Cada  año  celebraba  con  gran  pompa  y  entusiasmo  el  día  12  de  Di- 
ciembre y  la  Noche  Buena;  convertía  en  teatro  el  patio  de  la  casa  y 
allí  se  representaban  coloquios  y  pastorelas,  en  las  ([ue  él  tomaba  par- 
te como  director  3'  como  actor,  antes  de  ordenarse,  y  después  de  orde- 
nado de  subdiácono,  sólo  figuraba  como  director. 

Hacía  también  unas  «posadas»  muv  solemnes  3' concurridas,  como  lo 
eran  también  sus  ftmciones  de  teatro,  pues  unas  y  otras  se  habían  he- 
cho famosas  en  el  barrio  de  la  Merced. 

El  niño  Dios,  que  servía  á  Matamoros  para  sus  «posadas,»  existe  hov 
en  la  parroquia  de  San  Pablo,  á  donde,  como  dejo  dicho,  lo  regaló 
Da.  Dolores  Salazar,  3- allí  se  le  tiene  en  gran  veneración;  continuamente 
lo  traen  en  las  casas  de  los  vecinos  católicos  del  barrio,  á  donde  lo  llevan 
para  festejarlo  3'  hacerle  novenas,  especialmente  á  las  casas  en  donde 
ha3-  algún  enfermo. 

1  Ptosis  ó  blefaropasino,  incompleto,  cono;énito,  atá\'ico. 


300 

Matamoros  hizo  una  buena  carrera  literaria  y  tenía  una  vasta  ins- 
trucción, y  debido  á  esto  seguramente,  es  por  lo  que  Llano  le  da  el  título 
deLicenciado,  i  yen  vista  de  esto  consulté  los  libros  de  la  ex-Universidad 
y  no  existe  en  ellos  ninguna  constancia  que  compruebe  que  haya  reci- 
bido el  grado  de  Licenciado  en  alguna  facultad;  tampoco  en  las  cons- 
tancias que  existen  en  los  librosdel  Arzobispado,  seledaese  título,  sino 
solamente  el  de  Bachiller. 

Nuestro  biografiado  recibió  las  órdenes  de  presbítero  de  manos  del 
limo,  y  Rmo.  Arzobispo  de  Aléxico,  Sr.  Dr.  D.  Alonso  Núñez  de  Haro 
y  Peralta,  el  aña  de  1796,  y  se  le  expidieron  por  el  mismo  prelado  las 
primeras  licencias,  sólo  para  decir  Alisa,  en  las  parroquias  de  Sra.  Sta. 
Ana,  Sta.  Catarina  Mártir  y  el  Sagrario,  el  día  26  de  Marzo  del  mismo 
año  de  1796,  por  el  término  de  dos  años.  2 

No  consta  en  los  libros  del  Arzobispado  la  fecha  en  que  se  ordenó, 
pero  es  un  hecho  que  eso  tuvo  verificativo  en  las  témporas  últimas,  an- 
teriores al  día  en  que  se  le  expidieron  las  licencias,  y  éstas  cayeron  en- 
aquel  año  en  los  días  miércoles  23  y  sábado  26  de  Febrero,  por  conse- 
cuencia, fué  en  uno  de  esos  dos  días  cuando  Matamoros  se  ordenó. 

Permaneció  en  Méxicodisfrutando  de  sus  licencias  para  celebrar  en 
las  tres  parroquias  mencionadas,  un  año,  cuatro  meses,  }•  el  13  de  Julio 
de  1797  se  le  ampliaron  las  licencias  por  dos  años  más,  dándoselas  tam- 
bién para  confesar  hombres  y  mujeres,  y  predicar  en  la  jurisdicción  de 
la  parrocjuia  de  Tepetitlán,  á  donde  fué  como  vicario  3'  permaneció  allí 
dos  años,  cinco  meses,  hasta  el  3  de  Enero  de  1800,  que  pasó  con  el  mismo 
carácter  de  vicario  á  la  parroquia  de  Pachuca,  en  donde  permaneció 
hasta  el  3  de  Enero  de  1803,  en  que  fué  nombrado  cura  encargado 
de  Escancia,  cuya  parroquia  administró  durante  frésanos,  hasta  el4de 
Diciembre  de  1806,  en  que,  con  el  mismo  carácter  de  cura  encargado,  pasó 
á  la  Alisión  de  Bucareli  3  y  allí  solamente  permaneció  un  año,  pues  en 
Diciembre  de  1807,  lo  mandaron  ájantetelcoá  substituir  al  cura  encar- 
gado y  Juez  Eclesiástico  Br.  D.  Diego  Martínez,  durante  una  licencia 
que  se  le  concedió;  pero  como  el  señor  Martínez,  no  sabemos  por  qué 
causa,  ya  no  volvió  á  Jantetelco,  quedó  Matamoros  al  frente  déla  pa- 
rroquia hasta  ellSde  Diciembredel811,en  que  se  lanzó  ala  revolución, 
dejando  encargado  de  la  parroquia  á  su  vicario  el  Br.  D.  Matías  Za- 
bala;pero  como  éste,  pocos  días  después  de  que  Matamoros  se  fuéá  reu- 
nir con  Morelos,  levantó  gente  3- se  fué  en  su  seguimiento,  quedó  la  parro- 

1  Carta  original  de  Llano  al  Virrey.  Archivo  Gral.  Operaciones  de  «íuerra.  T.  18,  fo- 
lio 4  vta.,  y  el  mismo  título  le  da  en  todas  sus  comunicaciones  y  también  se  le  da  el  mis- 
mo título  de  Licenciado  en  la  causa  que  se  le  formó  por  la  jurisdicción  eclesiástica. 

2  Archivo  del  Arzobispado,  «Libro  quinto  de  Licencias  de  celebrar,  confesar  y  predi- 
car, que  da  principio  el  25  de  Julio  de  1795,»  fio.  48  vta. 

3  Esta  parroquia  y  la  de  Escancia  se  segregaron  del  Arzobispado  de  México  el  1°  de 
Marzo  de  1862,  en  que  se  erigió  el  Obispado  de  Querétaro  para  formar  parte  de  aquel 
Obispado. 


'i'- 


Analks. — Tomo  IV. 


Lam.  41. 


KxLcnor  (le  la  I'risióii  Militar  ile  Saiitia.iío,  antifíiio  Colegio  de  Sta.  Cruz. 
Tlatclolco,  Mc.\¡co. 


Interior  de  la  Prisión  Militar  de  Santia.ao.  aiiti.mio  Cole.ijio  de  Sta.  Cruz. 
Tlatclolco,  Míxico. 


50<^ 


Anales. — To.mu  IV. 


LÁ.M.  47 


Parroquia  de  Santa  Ana. — México.  D.  F. 


3oo 


Anales.— Tomo  IV. 


LÁM.  ■4-2. 


Cura  Ii.  jcpsé  María  Morelos  v  Pavón. 


301 

qiiia  acéfala  hasta  el  4-  de  Octubre  de  1812,  en  que  tomó  posesión  de  ella 
el  Br.  D.  lynacio  Alvarez  Hernández,  según  consta  de  una  nota  que 
existe  en  el  libro  de  entierros,  inmediatamente  después  de  la  última 
partida  firmada  ])or  Matamoros,  laque  textualmente  dice:  iiEnqiiíitro 
«de  Octubre  de  uiil  ochocientos  doce  el  Br.  D.  Ignacio  Alvarez  Hernán- 
íidez,  cura  encargad  o  y  Juez  Ecco.,  tomó  posesión  de  la  parroquia  del 
«.pueblo  de  Xantetelco  y  sus  Anexos,  y  en  este  libro  comienza  las  parti- 
«das  de  entierros  de  indios  por  no  haber  libros  útiles  donde  escribir  las 
^referidas  partidas  y  encontrar  todo  el  archivo  perdido  y  desordenado 
«r  siguen  las  partidas  de  mi  quenta  en  la  fecha  qe  comienza. >^ 

La  villa  de  Jantetelco  de  Matamoros,  l  está  situada  al  pie  del  cerro 
conocido  conel  nombre  de  «Peñón  de  Jantetelco»  _v  la  barranca  de  Ama- 
tzinac,  que  se  surte  de  las  aguas  que  bajan  de  los  ventisqueros  del  Popo- 
catepetl;  es  la  que  proporciona  el  agua  á  la  población  y  riega  la  fértil  y 
hermosa  campiña  donde  ésta  se  asienta. 

Jantetelco  es  cabecera  de  la  Municipalidad  de  su  nombre,  la  cuíü  per- 
tenece al  Distrito  de  JonacatepecdelEstadode  Morelos,  de  cuya  capital, 
Cuernavaca,  dista  18  leguas  hacia  el  S.  E.  y  2  leguas  al  N.  de  Jon  icate- 
pec,  y  cuenta  con  una  población  de  4,468  habitantes.  2 

«Jantetelco. —  Xantetelco. —  En  el  montón  de  adobes:  comp.  de  xa- 
umitl,  adobe;  tetelli  ó  tetella,  montón  alto,  y  co,  en,  lugar. 

«Algunos  creen  que  puede  significar  «en  el  arenal  pedregoso;»  pero  en- 
«tonces  debería  decirse  Xaltetelco,áe  xali,  arena  y  tetl,  pedregoso,  mu- 
«cha  piedra  (porque  se  duplican  las  primeras  dos  letras  de  tetl  piedra) 
y  co,  en.» 

Tal  es  la  etimología  de  Jantetelco,  que  nos  da  el  señor  Lie.  Róbelo, .3 
la  cual  está  conteste  con  la  que  se  lee  en  la  «Onomatología  Geográfica» 
del  señor  Reyes,  sólo  que  este  autor  agrega,  que  esta  etimología  dima- 
na de  que  el  templo  gentílico  de  Jantetelco  estaba  construido  sobre  una 
pirámide  formada  de  adobes,  semejante  á  la  de  Cholula. 

La  parroquia  de  Jantetelco  fué  fundada  por  los  Agustinos  en  el  siglo 
XYI  y  se  secularizó  el  16  de  Ma3'o  del771,  en  que  por  muerte  del  último 
cura  religioso  Fray  Francisco  Gallo,  tomó  posesión  de  ella  el  primer  cura 
seglar,  Br.  D.  Antonio  Eguiluz.  4 

Lo  que  es  hoy  el  curato,  era  el  convento  de  Agustinos,  cua-o  edificio 
era  de  dos  pisos,  techados  de  bóveda;  pero  deliido  ala  acción  destructo- 
ra de  los  siglos,  por  una  parte,  y  por  otra  ala  incuria  y  al  abandono,  se 
derribaron  el  segundo  piso  y  las  bóvedas,  no  quedando  masque  las  pa- 
redes del  piso  bajo,  las  q-ae  se  aprovecharon  para  el  actual  curato,  te- 

1  Con  este  nombre  se  erigió  en  villa  por  el  decreto  N°  29,  de  12  de  Enero  de  1874,  del 
Congreso  del  Estado. 

2  García  Cubas.  Diccionario  Geográfico,  T.  3,  pág.  300. 

3  Nombres  geográficos  del  Estado  de  Morelos,  pág.  37. 

4  limo.   Sr.  Vera.  «Erecciones  Parroquiales,»  pág.l2. 


302 

chándolas  de  madera  y  ladrillo,  que  es  como  actualmente  se  encuentra. 

En  el  tiempo  en  que  Matamoros  fuécuradejantetelco,  y  aun  muchos 
años  después,  perteneció  la  parroquia  al  Arzobispado  de  México,  y  en 
cuanto  á  la  jurisdicción  civil,  pertenecía  á  la  Intendencia  de  México,  la 
que  después  de  la  Independencia  tomó  el  noml^re  de  Estado,  pero  con- 
servando sus  mismos  límites,  hasta  que  posteriormente  se  fraccionó,  y 
de  él  se  formaron:  el  Distrito  Federal,  el  Estado  de  México  actual  y  los 
Estadosde  Guerrero,  Morelosé  Hidalgo,  ala  vez  que  también  el  Arzobis- 
pado quedó  dividido,  en  el  Arzobispado  de  Aléxico  y  los  Obi-spados  de 
Ouerétaro,  Tenancingo,  Chilapay  Cuernavaca,  3' en  virtud  de  estos  frac- 
cionamientos, pertenece  hoy  Jantetelco  á  la  Mitra  de  Cuernavaca  y  al 
Estado  de  Morelos. 

Matamoros  tomó  posesión  del  curato  de  Jantetelco  el  19  de  Diciem- 
bre de  1807,  según  se  colige  délos  librosde  la  parroquia,  cuyas  partidas 
están  firmadas  por  su  antecesor  el  cura  D.  Diego  Martínez,  hasta  el  día 
18,  y  ya  el  19  aparece  firmada  por  Matamoros  y  escrita  de  su  letra  la 
primera  partida  de  bautismo  que  él  celebró,  la  que  textualmente  dice: 

nEl  19  de  Diciembre  de  1807,  enesta  iglesia  parroquial  de  Jantetelco, 
v^yo  elBr.  Dn.  Mariano  Matamoros,  por  a  usencia  legítima  del  encargado 
«de  cura,  el  Br.  Dn.  Diego  Martínez,  bapticé  solemnemente  á  una  cria- 
ntura  de  cinco  dias  de  nacida  á  la  qe.  puse  por  nombre  José  Mariano, 
«dicen  español  de  calidad  hijo  legmo.  de  Pascual  Antonio  Aragón  y 
«Gertrudis  Sandoval  del  Rancho  de  Amazongo:  fueron  sus  padrinos 
•iVictoriano  Nicolás  Cerezo  y  Narcisa  Josefa  Gavilán,  á  quienes  advertí 
«el  parentesco  qe.  contraxeron  y  para  qe.  conste  lo  firmé. —  Mariano 
«Matamoros,»  rúbrica. 

La  familia  que  llevó  Matamoros  á  Jantetelco,  se  componía  únicamen- 
te de  su  hijo  Apolonio,  el  que  él  hacía  pasar  por  su  hijo  adoptivo,  y 
su  servidumbre,  que  la  constituían  una  negra  esclava,  llamada  Gregoria 
Cordero,  y  su  mozo  Ignacio  Noguera. 

Vivió  Matamoros  cuatro  años  tranciuilamente  en  su  curato  de  Jante- 
telco, en  donde  bien  pronto  se  captó  las  simpatías  y  el  aprecio  de  sus  feli- 
greses, por  su  trato  amable,  su  carácter  bondadoso  3-  tolerante  y  su 
acendrado  amor  á  los  indios  3^  á  los  pobres,  por  lo  que  sus  feligreses  no 
sólo  veían  en  él  al  solícito  pastor,  sino  al  amigo  sincero  con  quien  con- 
sultaban todos  sus  asuntos,  3'  al  amoroso  padre  que  los  consolaba  ca- 
riñoso en  sus  aflicciones  3'  los  socorría  con  mano  pródiga  en  sus  necesi- 
dades. 

Matamoros,  educad  o  por  los  franciscanos,  no  sólo  tenía  mu3'  arraiga- 
das las  ideas  religiosas  de  aquella  época,  sino  que  era,  hasta  cierto  pun- 
to, un  cre3^ente  escrupuloso 3' timorato,  3'  ese  temor  á  las  censuras  déla 
Iglesia  3*  al  infierno,  con  que  se  le  había  aterrorizado  desde  su  niñez, 
obraban  en  él  como  los  anillosconstrictores  de  una  boa  3'  no  le  permitían 
determinarse  á  realizar  sus  nobles  aspiraciones  de  libertar  á  su  patria 
de  la  esclavitud  en  que  España  la  tenía,  y  así  es  como  se  explica  que  sien- 


303 

do,  como  era,  un  gran  patriota  y  convencido  liberal,  permaneciera  por 
tanto  tiempo  vacilante  \'  sin  decidirse  á  tomar  una  parte  activa  en  la 
lucha  que  Hidalgo  había  iniciado  en  Dolores  y  Alorclos  continuaba  tan 
heroicamente  en  el  Sur,  y  sin  embargo  de  que  su  noble  corazón  exterio- 
rizaba los  sentimientos  de  su  alma  y  los  ponía  de  relieve,  ya  con  su  ma- 
nera de  proceder,  tratando  á  todos  con  amor  é  igualdad,  sin  distinción 
de  clases  ni  condiciones  sociales,  ó  ya  no  haciendo  un  misterio  de  sus 
simpatías  por  los  insurgentes,  las  que  manifestaba  siempre  calurosa- 
mente en  las  conversaciones  que  tenía  con  sus  amigos;  cuando  se  le  pre- 
sentaba la  oportunidad  de  lanzarse  á  luchar  por  sus  ideales,  veía  delante 
de  sus  ojos  el  terrorífico  fantasma  de  las  excomuniones  y  el  infierno,  y 
retrocedía  espantado;  tal  sucedió  cuando  en  Agosto  de  1S13  tuvo  noti- 
cia de  que  Alorelos  había  llegado  á  Chilapa:  temió  sin  duda  no  poder 
resistir  á  la  tentación  de  incorporársele,  y  para  conjurar  ese  peligro,  es- 
cribió al  Cabildo  eclesiástico  de  México,  sede  vacante,  dándole  aviso  de 
la  proximidad  de  Alorelos  3- pidfendo  permiso  para  «retirarse  á /a  cap/ía/ 
para  no  Terse  complicado  en  mil  compromisos  que  se  le  presentaban  en 
la  imaginación))  1  pero  la  Providencia,  que  en  sus  inescrutables  fines  te- 
nía 3'a  escrito  el  nombre  de  Alatamoros  en  el  rol  de  los  héroes  inmorta- 
les, no  permitió  que  el  Cabildo  eclesiástico  le  contestara  3^  sí  permitió  un 
incidente  que  vino  á  obligar  á  Alatamoros  á  que  se  lanzara  á  la  revolu- 
ción, pasando  por  encima  de  sus  escrúpulos 3^  sus  terrores. 

Un  sujeto  de  Jantetelco,  por  un  resentimiento  ridículo  que  tenía  con 
Matamoros,  lo  denunció  como  simpatizador  de  los  insurgentes  ante  el 
Administrador  de  Rentas  de  Cuantía  de  Amilpas,  D.  Anselmo  Rivera, 
encargado  de  justicia  en  aquel  tiempo  2  y  de  ahí  dimanó  la  persecución 
que  se  le  hizo,  3' que  en  seguida  relatamos,  la  cual  lo  obligó  áabandonar 
su  curato  é  irse  á  poner  á  las  órdenes  de  Alorelos. 

A  fines  de  1811,  era  comandante  militar  de  Cuautla,  ácuA-a  jurisdic- 
ción pertenecía  Jantetelco,  el  capitán  Garcilazo,  3'á  éste  fué  á  quien  se  di- 
rigió Rivera  para  darle  aviso  de  que  Alatamoros  tramaba  una  cons- 
piración en  Jantetelco,  lo  cual  era  vina  solemne  mentira,  pues  si  bien  no 
hacía  Alatamoros  un  misterio  de  sus  simpatías  por  la  causa  de  los  in- 
surgentes, como  hemos  dicho,  no  por  esto  había  iniciado  trabajo  alg"uno 
para  pronunciarse;  pero  Garcilazo,  á  quien  siempre  le  sobró  miedo  y  le 
faltó  prudencia,  no  se  metió  en  averiguar  si  la  denuncia  tenía  ó  no  algún 
fundamento,  si  no  que,  sin  más,  mandó  inmediatamente  que  fuera  á 
aprehenderá  Alatamoros,  obrando  conla  mayor  reserva  y  cautela,  una 
fuerza  compuesta  de  campesinos  de  las  haciendas  y  ranchos  délas  inme- 
diaciones de  Cuautla,  la  que  puso  alas  órdenes  de  algunos  españoles,  ve- 
cinos principales  de  la  población,  éntrelos  que  figuraban  en  primer  lugar 
D.  Casto  García  y  D.  Isidoro  Nodal;  llegó  esta  fuerza  ájantetelcoenla 

1  Dejlaración  de  Matamoros  en  su  causa  eclesiástica,  que  existe  original  en  el  archivo 
del  Arzobispado  de  Michoacán. 

2  Declaración  de  Matamoros  en  su  causa  eclesiástica,  acallada  de  citar. 


304 

mañana  del  12  de  Diciembre  de  1811, y  algunos  vecinos  de  las  orillasde 
la  población,  que  se  dieron  cuenta  de  ello,  sabiendo  que  no  había  por 
allí  pronunciados  ni  cosa  alguna  que  justificara  la  presencia  de  aquella 
tropa,  temieron  que  fuerana  aprehenderá  Matamoros,  cu3-as  ideas  libe- 
rales eran  bien  conocidas,  y  corrieron  al  curato  á  darle  aviso  para  que 
se  escondiera.  í 

Matamoros  había  celebrado  aquella  mañana  una  función  solemne  en 
honor  de  la  Virgen  de  Guadalupe,  y  después  de  ella  había  verificado  un 
bautismo,  cu^-a  partida  estaba  escribiendo  cuando  llegaron  los  vecinos 
que  iban  á  darle  aviso  de  la  llegada  de  la  tropa,  y  tan  luego  como  oyó 
tal  noticia,  se  levantó  y  salió  violentamente  del  curato,  dejando  sin  fir- 
mar la  partida,  la  que  en  ese  estado  se  encuentra  en  el  libro  respectivo, 
hasta  ho3'. 

Cuando  la  tropa  llegó  al  curato,  pusieron  centinelas  para  cubrir  las 
salidas,  aunque  de  una  manera  disimulada,  y  preguntaron  por  Alata- 
nioros,  á  lo  que  los  semaneros  les  contestaron  que  había  salido  fuera  á 
una  confesión;  los  jefes  déla  fuerza,  siempre  con  elmav-or  disimulo,  bus- 
caron al  cura  portodas  partes,  y  no  habiéndolo  encontrado,  después  de 
permanecer  algún  tiempo  en  el  curato,  regresaron  á  Cuantía.  Entretan- 
to, Matamoros  estuvo  observando  todos  los  movimientos  de  la  tropa 
desde  una  casa  en  ruinas  que  se  hallaba  á  poca  distancia  del  curato  - 
en  donde  permaneció  hasta  que  le  avisaron  que  la  tropa  había  salido  de 
la  población  con  rumbo  á  Cuantía;  regresó  entonces  al  curato,  en  don- 
de encontró  reunidos  los  vecinos  más  caracterizados  de  la  población  v 
otros  muchos  que,  sabedores  deacjuella  inusitada  novedad,  haljían  ido 
á  tomar  informes  y  á  ofrecer  sus  servicios. 

La  primera  providencia  cjue  dictó  Matamoros  á  su  regreso  al  curato, 
fué  la  de  disponer  que  se  pusiera  un  vigilante  en  la  torre  para  que  obser- 
vara los  movimientos  de  la  tropa  de  Cuantía,  y  en  caso  de  que  los  viera 
que  regresaran,  diera  inmediato  aviso,  y  una  vez  cjue  hubo  dispuesto  to- 
do aquello  c^ue  consideró  más  oportuno  para  evitar  una  sorpresa,  hizo 
pasar  á  la  sala  del  curato  á  los  vecinos  que  se  habían  reunido,  y  allí  co- 
menzaron á  deliberar  sobre  loque  sería  más  conveniente  hacer  en  el  ca- 
so de  que  volvieran  los  de  Cuantía:  iinos  opinaban  porque  se  ocultara  el 
señor  Cura  en  la  sierra  y  permaneciera  allí  hasta  que  pasara  el  peligro, 
y  los  más  opinaban  que  permaneciera  en  la  población,  y  que  cuando  los 
vigilantes  avistaran  la  tropa,  tocaran  la  campana  para  que  se  reuniera 
el  pueblo  y  cjue  todos  se  dejarían  hacer  trizas  antes  que  permitir  que  se 
llevaran  al  señor  Cura.  Entretanto  los  más  reposados  procuraban  cal- 
mar los  ánimos,  diciéndoles,  que  todas  aquellas  opiniones  eran  prema- 
turas y  sin  fundamento,  puesto  que  no  se  sabía  con  certeza  cuál  había 
sido  la  misión  que  llevara  aquella  tropa,yciuelomás  prudente  sería  in- 

1  Historia  del  Sitio  de  Cuautla  poreltestig;!)  presencial,  Capitán   O.Felipe  Venancio 
Montero. 

2  La  misma  Historia  de  Cuantía,  acabada  de  citar. 


305 

formarse  con  cautela  (\\ié  olijeto  lialiían  llevarlo,  y  caso  de  que  fuese  el 
que  sosjjechaban,  entonces  se  determinaría  lo  (|ue  fuera  más  con- 
veniente. En  estas  discusiones  estaban,  cuando  se  presentó  el  Padre 
D.  Matías  Zavala,  Vicario  fijo  de  Tlayacac,  perteneciente  á  la  mis- 
ma parroquia  de  Jantetelco,  quien  les  dijo:  (¡ue  estando  él  en  su 
vicaría  vio  pasar  la  tropa  de  Cuantía  y  se  supuso  que  irían  á  Sta. 
Clara  ó  Jonacatepec;  i)ero  cjue  cuando  regresaron  entraron  unos 
soldados  á  comprar  algo  en  una  tienda  _v  que  uno  de  ellos  les  dijo 
á  los  otros:  aá  que  Cura,  cómo  se  nos  escondió,  si  no,  lo  Hevar»- 
mos  aquí  amarrarlo,»  y  que  un  individuo  cjue  estaba  en  la  tienda 
y  oyó  lo  que  dijo  el  soldado,  se  fíié  inmediatamente  á  decírselo,  y  él, 
al  oír  aquéllo,  sospechando  que  se  trataría  tal  vez  del  señor  Ma- 
tamoros, mandó  ensillar  su  caballo  y  sídió  violentamente  para  Jan- 
tetelco á  darle  el  aviso  á  su  compañero,  por  si  de  él  se  tratara.  Apenas 
había  terminado  su  relato  el  Padre  Vicario,  cuando  se  presentaron  dos 
individuos  vecinos  de  la  población,  manifestando:  que  cuando  la  tropa 
regresaba  para  Cuantía,  estaban  ellos  trepados  en  un  árbol,  á  in- 
mediaciones del  camino,  y  comi^  vieron  que  se  desjjrendió  de  la  fuer- 
za un  grupo  de  soldados,  se  apearon  violeaitamente  del  árbol  v 
echaron  á  correr,  metiéndose  á  una  barranca,  hasta  donde  los  si- 
guieron los  soldados,  disparándoles  algunos  tiros  y  los  anduvieron 
buscando  en  la  barranca;  pero  que  ellos  estaban  bien  ocultos  en 
la  maleza  y  no  pudiendo  encontrarlos,  se  fueron  á  reunir  con  la  de- 
más tropa. 

Estas  noticias  vinieron  á  aclarar,  sin  dejar  ya  ninguna  duda,  que  la 
tropa  de  Cuantía  había  ido  á  aprehender  á  Matíimoros,  y  se  reanudaron 
las  discusiones,  y  viendo  Matamoros  el  aspecto  que  iban  tomando  aque- 
llas exaltadas  opiniones  de  sus  feligreses,  y  previendo  (|ue  de  aceptarse 
el  parecerdelos  vecinos  allí  reunidos,  le ¡jodrían  venir  incalculables  niíi- 
les  á  la  población,  puesto  queno  contaba  con  elementos  ningunos  para 
su  defensa,  tomó  la  palabra  y  expuso:  que  él  creía  que  lo  más  acertado, 
en  aquellas  circunstancias,  sería  el  cjue  él  fuera  á  presentarse  á  Morelos, 
que  estaba  en  Izúcar,  y  dieiéndole  lo  que  pasaba,  ponerse  á  su  disposición 
para  que  utilizara  sus  servicios  como  quisiera:  ya  como  .sacerdote,  ad- 
m  nistrando  alguna  parroquia  de  kis  comjjrendidíisenel  territorio  con- 
quistado por  Morelos,  ó  bien  destinándolo  al  servicio  de  las  armas,  con 
lo  que  él  estaría  más  conforme;  pero  que  se  sujetaría  con  gusto  á  lo  que 
el  generalísimo  dispusiera.  Pareció  bien  á  sus  feligreses  lo  cjue  su  cura 
había  resuelto  y  sólo  manifestaron  el  gran  pesar  que  sentían  por  su  au- 
sencia; pero  él  los  consoló  ofreciéndoles  que  les  escribiría  con  frecuencia 
de  donde  cjuiera  que  estuviese.  Adoptada  esta  resolución,  encargó  el  cu- 
rato á  su  vicario  el  Presbítero  D.  Matías  Zavala  y  le  ordenó  que  á  esa 
misma  hora,  que  serían  las  nueve  y  media  de  la  noche,  se  regresara  á  su 
vicaría  de  Tlavacac  y  dispusiera  que  estuviera  siempre  listo  un  hombre 
á  caballo  para  que,casodeque  volviera  la  tropa, partieraáescapeádar 

Anales.  T,  IV.— 39. 


306 

el  aviso  á  Jantetelco,  para  que  se  pusieran  en  salvo  las  personas  de  su 
amistad,  pvies  él  ya  no  estaría  allí.  1 

Amaneció  el  día  13  de  Diciembre,  y  como  Matamoros  no  recibiera  el 
aviso  convenido  con  su  vicario,  pasó  el  día  haciendo  los  preparativos 
de  su  marcha,  y  por  la  noche  mandó  llamar  al  preceptor  D.  Joaquín  Ca- 
macho  j' á  D.  Ignacio  Chavarría  y  los  invitó  á  que  lo  acompañaran  pa- 
ra ir  á  ponerse  alas  órdenes  de  Morelos  y  lanzarse  ala  revolución  en  de- 
fensa de  la  independencia  nacional.  Sus  dos  amigos  aceptaron  con  entu- 
siasmóla invitación,  y  en  vista  de  ello,  dispuso  Matamoros  que  fueran 
á  proveerse  de  caballos,  armas  y  lo  más  que  creyesen  necesario  para  la 
expedición  y  fueran  á  esperarlo  ala  orilla  del  río,  á  donde  iría  á  reunirse 
con  ellos;  y  poco  tiempo  después.  Matamoros,  acompañado  de  su  hijo 
Apolonio  y  su  mozo  Ignacio  Noguera,  se  reunió  con  Camacho  y  Chava- 
rría en  la  orilla  del  río  y  se  pusieron  en  marcha  en  busca  de  Morelos.  2 


CAPITULO  III. 
El  General  Insurge.nte  D.  M.\riano  Matamoros  v  Orive. 

El  gran  Morelos,  el  genio  de  la  guerra,  que  sin  más  elementos  para 
su  magna  empresa  que  su  nombramiento  de  Lugar  Teniente  que  Hidal- 
go le  dio  en  Indaparapeo  y  veinticinco  de  sus  feligreses  armados  de 
lanzas,  había  salido  de  su  curato  de  Nucupétaro  para  insurreccionar  la 
costa  del  Sur  y  tomar  Acapulco;  en  menos  de  un  año  había  realizado, 
en  gran  parte,  su  temeraria  empresa;  en  pocos  meses  había  reunido  3- 
armado  un  considerable  ejército,  á  cuyo  frente  se  cubrió  de  gloria  en  las 
memorables  batallas  tpie  libró  á  inmediaciones  de  Acapulco  contra  los 
jefes  realistas  Calataj'ud,  Páris,  Sánchez  Pareja,  Cacio,  Regules  y  Fuen- 
tes; y  su  nombre,  hasta  entonces  ignorado  y  obscuro,  voló  en  alas  de  la 
celebridad  por  los  ámbitosde  la  nación  mexicana,  sembrando  la  inquie- 
tud 3'  el  pavor  entre  los  realistas,  sin  que  de  ella  se  librara  el  mismo  Vi- 
rre3-  de  la  Nueva  España. 

Y  luego,  después  de  esos  brillantes  triunfos  3'  de  haber  intentado  un 
asalto  al  castillo  de  San  Diego,  el  que  fracasó  debido  á  la  traición  de 
Pepe  Gago,  dejó  todas  sus  fuerzas  al  denodado  Avila,  para  que  tuviera 
en  jaque  á  Acapulco,  3-  él,  con  sólo  trescientos  hombres,  marchó  á  Chil- 
pancingo  insurreccionando  todas  las  pol:)laciones,  haciendas  3'  ranche- 
rías del  tránsito;  atrayéndose  á  sus  filas  á  los  (pie  fueron  sus  más  deno- 
dados y  valiosos  colaboradores,  como  lo  fueron  los  Bravo  3-  los  Galea- 
na;  haciéndose  de  grandes  elementos  y  aumentando  cada  día  más  su 

1  Montero.    Historia  de!  sitio  de  Cuautla. 

2  Tradiciones  de  Jantetelco,  conservadas  en  una  comedia  titulada  «Comedia  histórica 
del  Benemérito  Matamoros,  Cura  párroco  de  Jantetelco.» 


307 

renombre  y  prestigio  militar  con  la  derrota  cinc  infirió  á  Fuentes  y  Ga- 
rrote, después  de  las  cuales  se  dirigió  á  Chiautla.en  donde  derrotó  á  P. 
Mateo  Musito,  á  pesar  de  que  estaba  fortificado  en  el  inexpugnable 
convento  de  San  Agustín;  lo  hizo  prisionero  3'  lo  fusiló,  y  continuó  s'.i 
marcha  á  Izúcar,  á  cuya  población  entró  el  10  de  Diciembre  y  el  día  12 
predicó  en  la  función  de  Nuestra  Señora  de  Guadalupe. 

En  Iziicar  Morelos  tuvo  noticia  deque  un  desertor  de  su  fuerza  había 
ido  á  informar  á  D.  Ciríaco  de  Llano,  Comandante  militarde la  provin- 
cia de  Puebla,  del  escaso  número  de  fuerza  con  que  él  contaba,  y  que 
Llano,  queriendo  aprovecharse  de  esa  favorable  circunstancia,  había 
ordenado  á  D.  Miguel  Soto  Macedo  que,  con  seiscientos  hombres  (|ue 
tenía  á  sus  órdenes  en  los  Llanos  de  Apam,  marchara  á  atacarlo,  y  Mo- 
relos se  propuso  esperarlo  en  Izúcar,  á  cuyo  fin,  con  la  actividad  qiic  le 
era  característica,  comenzó  desde  luego  á  fortificar  la  población,  diri- 
giendo personalmente  los  trabajos.  En  estas  faenas  y  en  las  de  organi- 
zar su  tropa  se  hallaba  ocupado,  cuando,  el  16  de  Diciembre  de  1811, 
se  le  presentó  Matamoros  con  sus  cuatro  acompañantes,  refiriéndole 
mu^-  pormenorizadamente  todo  lo  cjue  le  había  pasado,  v  Morelos,  con 
su  natural  penetración,  adixñnó  desde  luego  que  aquella  estatura  di- 
minuta y  raquítica,  aquella  actitud  humilde  y  aquella  mirada  tímida 
que  siempre  se  dirigía  al  suelo,  ocultaban  el  alma  de  un  héroe,  admi- 
tió con  gusto  sus  servicios,  ordenando  que  Matamoros,  con  el  grado 
de  Coronel,  formara  parte  de  su  Estado  Mayor,  para  de  esta  manera 
tenerlo  á  su  lado  y  darle  la  conveniente  instrucción  y  poderle  encomen- 
dar más  tarde  el  mando  de  algún  regimiento.  1 

Matamoros,  en  su  primera  entrevista  que  tuvo  con  Morelos,  le  hizo 
ver  lo  expuestas  que  estaban  Jantetelco  y  todas  las  poblaciones  de 
aquel  rumbo  con  las  fuerzas  que  estaban  en  Cuantía  yChalco,  cuvos  je- 
fes los  tenían  entre  ojos,  y  sólo  esperaban  el  auxilio  que  les  habían  ofre- 
cido de  México,  el  cpie  llegaría  pronto,  para  hostilizarlos.-  Con  este  in- 
forme corroboró  Morelos  el  que  le  había  dado  D.  Francisco  Aj-ala,  que 
acababa  tambiénde  presentársele,  huyendo  de  la  persecución  de  que  ha- 
bía sido  víctima  en  Mapaxtlán.y  lotenía  también  en  su  Estado  Mayor 
para  instruirlo  en  la  milicia. 

Con  estos  informes,  Morelos  cambió  de  jiarecer,  y  en  vez  de  ir  á  ata- 
car á  Puebla,  como  lo  tenía  pensado,  se  determinó  á  marchar  sobre 
Cuantía,  después  de  desembarazarse  de  Soto,  que  estaba  yaá  las  puer- 
tas de  la  población,  para  desbaratar  las  fuerzas  de  Garcilazo  y  dejar 
af|uel  rumbo  libre  de  enemigos;  2  quedar  así  con  el  dominio  absoluto  de 
toda  la  tierra  caliente,  'i  lo  (¡ue  le  sería  de  fácil  logro,  puesto  cjue  las  po- 
cas poblaciones  de  toda  aquella  zona,  que  estaban  guarnecidas,  lo  esta- 
ban por  fuerzas  insignificantes  3^  sumamente  desmoralizadas  3-  temero- 

1  Montero.  Historia  del  sitio  de  Cuautla. 

2  Montero,  Historia  del  sitio  de  Cuautla. 

3  Castillo  Xegrete.  T.  IV.pág.  354-. 


308 

sas  de  ser  atacadas  por  Morelos,  cu^-o  prestigio  militar  era  cada  día 
maj'or. 

Entretíinto,  Matamoros,  de  acuerdo  con  Morelos,  escribió  á  su  vi- 
cario el  Br.  D.  Matías  Zavala\'á  sus  amigos  dema^-or  confianza,  D.  Jo- 
sé Perdiz,  subdelegado  de  Jantetelco,  D.  José  de  Jesús  Alcocer,  D.  Pepe 
Pinto,  D.  José  Figueroa,  D.  Miguel  Paredes  y  D.  Mariano   Ramírez  ^ 
para  cjue  levantaran  gente  en  Jantetelco.  2 

El  17  de  Diciembre  se  presentó  frente  á  Izúcareljefe  realista  Soto 
Macedo  que,  cumpliendo  con  las  órdenesde  Llano,  ibaá  atacará  More- 
los; pero  para  la  narración  de  esta  memorable  batalla  cederemos  la 
jjalabra  al  erudito  D.  Lucas  Alamán,  quien,  en  la  página  328  del  tomo 
2  de  su  «Historia  de  México,»  se  expresa  así: 

«Soto  se  acercó  á  la  plaza  el  17  de  Diciembre  con  el  objeto  de  hacer 
«un  reconocimiento;  pero  instruido  de  que  habían  de  llegar  pronto  á 
"reforzar  á  Morelos  los  Bravo  (D.  Leonardo  y  D.  Nicolás),  que  cones- 
"te  objeto  se  habían  separado  deGaleanaenTepecuacuilco,  resolvió  dar 
«el  ataque  sin  demora.  En  consecuencia,  hizo  que  el  teniente  de  navio 
"D.  Pedro  Micheo,  con  parte  de  la  fuerza,  ocupase  el  cerro  del  Calvario 
«ciue  domina  la  entrada  del  pueblo,  y  que  bajando  de  aquel  punto,  ata- 
«case  por  la  derecha,  mientras  el  mismo  Soto  lo  hacía  de  frente. 

«Ambos  penetraron  fácilmente  en  las  calles,  pero  llegando  á  la  pla- 
"za,  encontraron  en  las  entradas  de  ésta  formados  parapetos  de  piedra 
«defendidos  por  artillería  y  fusilería,  3-  las  casas  circunvecinas  corona- 
"das  de  multitud  de  gente,  armada  de  piedras,  hondas  y  flechas.  Enva- 
«no  por  cinco  horas  empeñaron  el  atacpie,  hasta  que  habiendo  Soto  re- 
"cibido  dos  heridas  mortales  de  bala,  la  una  en  la  cabeza  y  la  otra  en 
«el  vientre,  tuvo  que  dejar  el  mando  al  capitán  D.  Mariano  Ortiz,  quien 
"dispuso  la  retirada.  Esta  no  fué  sin  dificultad,  y  no  haloiendo  lugar 
«ninguno  inmediato  en  que  pasar  la  noche  con  seguridad,  resolvió  Or- 
«tiz  llegar  á  la  altura  de  la  Galarza.  Detenida  la  artillería  en  la  subida 
«l)or  el  cansanciode  las  mulasde  tiro, sobrevino  la  noche  yaprovechán- 
«dose  de  la  obscuridad,  se  presentaron  los  insurgentes  á  la  retaguardia 
«Cjue  viéndose  ésta  envuelta,  los  soldados  en  dispersión,  sin  oiría  voz 
«de  susjefes,  se  precipitaron  á  subir  la  cuesta,  abantlonando  el  obús  y  el 
«cañón  de  á  6,  pues  el  otro  por  su  corto  peso  había  ya  subido.  Ortiz  lo- 
«gró  rehacer  su  tropa  en  la  altura,  y  habiendo  procurado  reanimarla, 
«intentó  recobrar  los  cañones  perdidos,  saliendo  al  frente  de  la  compa- 
«ñía  de  granaderos  del  batallón  de  Santo  Domingo;  pero  cayó  muerto 
«de  un  balazo  á  corta  distancia,  con  lo  que  la  tropa  se  replegó  á  la  al- 

1  Ramírez  llegó  á  general,  tuvo  fama  de  hoiiradi),  pundonoroso  y  valiente;  pero  muy 
tolerante  y  complaciente  con  sus  subalternos,  y  con  este  motivo  se  le  atribuyeron  infini- 
dad de  cuentos  por  el  estilo  de  los  que  se  achacaban  alGral.  Santibáñez;rué  muy  popular 
y  bien  (|uendo  entre  los  militares,  quienes  lo  designaban  con  el  apodo  de  "Ouijíiáotas;» 
prestó  importantes  servicios  á  su  patria  v  murió  muchos  años  después  de  consumada  la 
Independencia. 

2  Montero,  obra  citada,  pág.  173. 


309 

«tura  y  se  mantuvo  en  ella  haciendo  tuejio  hasta  las  diez  de  la  noche. 
«A  esa  hora  se  retiraron  los  independientes,  y  á  las  once  salió  la  divi- 
cisión  bajo  el  mando  de  Micheo,  en  l)uen  orden,  llevando  por  delante  sus 
cibajíajes,  y  marchando  sin  detenerse  toda  la  noche,  entraron  á  las  siete 
«de  la  mañana  en  Atlixco  unos  doscientos  hombres,  habiendo  sido  los 
«demás,  muertos,  heridos,  dispersos  ó  prisioneros.  Después  de  un  corto 
«rato  de  descanso,  siguieron  los  restos  de  la  división  á  Cholula,en  d(jn- 
«de  murió  StJto  el  19,  y  su  cadáver  fué  enterrado  en  la  catedral  de  Pue- 
«bla,  con  mucha  solemnidad,  con  asistencia  del  Obispo  Cainjiillo  y  del 
«cabildo  eclesiástico.    La  división  entró  en  Puebla  el  mismo  día  19. 

«Alorelos  tomó  en  esta  acción,  además  del  obús  y  el  cañón,  sesenta 
«y  siete  armas  de  fuego  y  otros  tantos  prisioneros,  los  más  de  los  cua- 
«les,  por  empeño  de  los  eclesiásticos,  fueron  puestosen  libertad;  algunos 
«pocos  fvieron  remitidos  al  ¡jresidio  deZacatula,y  otros,  en  corto  núme- 
«ro,  se  agregaron  á  los  insurgentes.» 

Bustamante  dice  que  en  esa  acción  se  mostró  Morelos  con  extraor- 
dinaria bizarría  y  serenidad,  tanto C|ue,  habiendo  muerto  cerca  de  él  un 
oficial  de  artillería  español,  se  llegó  á  él  y  lo  absolvió  para  morir,  y  en 
seguida  agrega:  «Soto  Macedo  murió  á  los  dos  días  en  el  convento 
«de  franciscanos  de  Huaquichula,  alo  perro,  pues  poco  antesde  expirar, 
«un  fraile  le  exhortó  á  que  se  confesase  y  lo  echó  al  tal;  sin  embargo 
«se  le  enterró  en  catedral.  Pusiéronlo  en  el  féretro  con  botas,  y  notando 
«con  su  lente  el  canónigo  Olmedo  desde  el  coro,  que  tenía  herraduras,  di- 
ajo  donosamente:  «Hé  aquí  la  primera  bestia  herrada  que  se  entierra 
«en  este  santo  templo.»  l 

Tal  fué  la  brillante  jornada  en  que  Alatamoros  hizo  su  debut,  hecho 
que  todos  los  autores  callan,  pero  que  la  razón  3-  la  lógica  nos  revelan, 
puesto  que  no  es  de  creerse  que  habiéndose  incorporado  Matamoros  á 
Alorelos  el  día  16,  víspera  de  la  batalla,  no  ha^^a  tomado  participio  en 
ella,  pues  habiéndolo  destinado  Morelos  á  su  Estado  Mayor  desdeel  mo- 
mento en  C|ue  se  le  presentó,  es  un  hecho  que  tanto  él  como  Ayala,  es- 
tuvieron siempre  al  lado  de  su  General,  ocupando,  como  éste,  los  puntos 
de  maj'or  peligro,  ])ues  no  parece  sino  que  en  aquel  día  se  propuso  Mo- 
relos darles  la  primem  lección  á  sus  dos  bisónos  discípulos,  portándose 
con  un  valor  temerario,  hasta  el  grado  de  batirse  cuerpo  á  cuerpo  con 
sus  enemigos,  á  la  vez  que  demostraba  su  serenidad  y  sangre  fría,  ab- 
solviendo con  toda  calma  á  los  moribundos,  con  la  misma  tranquili- 
dad con  que  quince  meses  antes  absolvía  á  sus  feligreses,  sentado  en  el 
confesonario  de  su  pacífica  parroquia  de  Nucupétaro. 

Después  de  esta  memorable  victoria,  permaneció  Morelos  en  Izúcar 
tres  días,  3*  dejando  allí  una  guarnición  de  doscientos  hombres  al  man- 
do de  D.  Vicente  Sánchez,  salió  el  día  21  con  sólo  doscientos  hombres  3' 
los  cien  que  formaban  su  escolta,  rumbo  á  Taxco,  con  el  fin  de  reunirse 

1  Cuadro  Histórico.  Toiiio  2,  páj;.  26. 


310 

con  Galeana,  y  de  paso  jjor  Cuantía  batir  á  Garcilazo;  pero  éste  no  lo 
esperó  y  huyó  áChalco,  abandonando  un  cañón  y  algunos  retacos  que 
Morelos  recogió  el  día  25  en  que  llegó  á  Cuautla,  en  donde  permaneció 
hasta  el  día  28,  y  dejando  allí  unos  doscientos  hombres  al  mando  de  D. 
Leonardo  Bravo,  marchó,  el  29,  con  sólo  su  escolta,  á  Taxco,  en  donde 
se  reunió  con  Galeana  y  el  Padre  Benavente,  que  habían  tomado  aque- 
lla plaza,  haciendo  prisionera  su  guarnición  y  al  jefe  de  ella  el  Coman- 
dante García  de  los  Ríos. 

En  el  camino  de  Izúcar  á  Cuautla  se  separó  Matamoros  de  Morelos 
3'  se  dirigió  á  Jantetelco  con  el  fin  de  reunir  gente  é  írsele  á  incorporar 
nuevamente. 

La  llegada  de  Matam  oros  á  su  curato  fué  motivo  de  gran  regocijo  para 
sus  feligreses,  quienes  lo  recibieron  cariñosamente  y  rebosantes  de  j  úbilo. 

Tan  luego  como  llegó  al  curato  se  le  presentó  el  subdelegado  D.  Jo- 
sé Perdiz  para  darle  cuenta  del  resultado  del  reclutamiento  que  había 
emprendido  por  su  encargo,  y  al  efecto  le  presentó  una  lista  que  conte- 
nía los  nombres  de  cuarenta  patriotas  que  gustosos  se  habían  inscripto 
como  soldados  del  ejército  insurgente.  ¡Matamoros  manifestó  á  Perdiz 
su  satisfacción  y  agradecimiento,  y  le  entregó  un  despacho  de  Coronel, 
á  nombre  de  Morelos,  encargándole  que  á  la  ma3'or  brevedad  reuniera 
el  mayor  ni^mero  de  gente  cjue  le  fuera  posible  y  con  ella  se  le  fuera  á  reu- 
nir, pues  él  tenía  que  salir  luego  con  la  poca  gente  que  se  había  yii  alis- 
tado á  incorporarse  con  Morelos,  3-  que  al  efecto,  fuera  á  reunir  la  gen- 
te y  la  hiciera  formar  en  la  plaza,  dándole  parte  cuando  estuviera  3-a 
lista  para  emprender  la  marcha. 

Apenas  hubo  salido  Perdiz  á  cumplimentar  las  órdenes  recibidas, 
cuando  se  le  presentaron  á  AlatamorosD.  IgiuicioDíaz  3'  su  esposa  Da. 
Mariana  N.  de  Díaz,  llevando  consigo  á  sus  dos  únicos  hijos  Cristóbal 
y  José  María,  y  tomando  la  palabra  D.  Ignacio,  después  de  felicitar  á 
Alatamoros  por  haber  empuñado  las  armas  en  defensa  de  la  indepen- 
dencia de  su  patria,  le  expuso,  que  él  por  su  avanzada  edad  no  podía 
acompañarlo  en  su  gloriosa  empresa,  como  vehementemente  lo  desea- 
ba, pero  que  de  común  acuerdo  con  su  esposa  iba  á  ofrecerle  á  su  patria 
lo  que  en  ma3-or  estima  ^tenían,  que  eran  sus  dos  hijos  Cristóbal  v  José 
María,  los  cuales  eran  el  único  amparo  con  cjue  contaban  en  su  senec- 
tud; pero  que,  antes  que  ellos,  estaban  los  intereses  nacionales,  3-  por 
esta  consideración  suplicaba  á  Matamoros  aceptara  á  sus  hijos  como 
soldados  de  la  justa  3'  gloriosa  causa  que  se  había  propuesto  defender, 
pues  creía  llegado  el  caso  de  cjue  sus  hijos  se  ofrecieran  en  holocausto 
por  la  independencia  3-  libertad  de  su  patria,  como  en  remotos  tiempos 
se  ofrecían  en  holocausto  por  tan  sagrados  principios  las  vírgenes  ga- 
las sobre  los  dólmenes  ó  piedras  sagradas  de  los  druidas.  1 

1  Este  hecho  jílorioso,  del  que  de1)en  justamente  mostrarse  orgullosos  los  hijos  de 
Jantetelco,  lo  tomo  de  las  tradiciones  de  atiuclla  población,  conservadas  en  la  comedia 
de  Matamoros. 


311 

Este  acto  de  tan  sublime  patriotisnu),  del  (|ue  la  misma  Esparta  se 
mostrara  satisfecha  y  orj^ullosa,  si  le  hubiera  cabido  en  suerte  regis- 
trarlo en  las  páginas  de  su  inmortal  historia,  conmovió  profundamen- 
te á  Matamoros  y  á  cuantos  con  él  lo  presenciaron,  3-  mayor  fué  el 
asombro  de  todos  ellos  cuando  los  dos  jóvenes,  rebosantes  de  patrió- 
tico entusiasmo  suplicaron  á  Míitamoros  que  ordenara  se  inscribieran 
sus  nombres,  como  últimos  soldíidos,  en  la  lista  de  sus  hermanos  de  la 
población,  que  formaban  ya  el  pie  de  la  división  que  ilja  á  coadyuvar 
con  el  ejército  libertador  que  comandaba  el  Generalísimo  D.  José  María 
Morelos,  á  derrocar  el  gobierno  colonial  é  independer  á  su  patria  del 
dominio  ibero. 

Matamoros,  profundamente  conmovido,  dio  las  gracias  á  D.  Igna- 
cio j^á  su  esposa,  elogiándoles  calurosamente  su  abnegación  y  patriotis- 
mo, y  ofreciéndoles  que  él  cuidaría  á  sus  hijos  como  si  de  él  lo  fueran, 
y  que  para  tenerlos  siempre  á  su  lado,  los  nombraba  desde  luego  sus 
a^'udantes;  en  seguida  abrazó  á  los  dos  jóvenes  y  ordenó  se  les  inscri- 
biera en  la  lista  de  los  patriotas  voluntarios  de  Jantetelco. 

Llamó  en  seguida  al  preceptor  D.  Joaquín  Camacho  3'  lo  nombró 
capitán  abanderado,  haciéndole,  con  toda  solemnidad,  la  entrega  déla 
bandera  de  la  naciente  división,  la  cual  tenía  por  escudo  una  imagen  de 
la  Virgen  de  Guadalujje. 

En  aquellos  momentos  se  presentó  el  Padre  Vicario  D.  Matías  Za  va- 
la,  quien  al  tener  noticia  de  la  llegada  de  Matamoros  á  Jantetelco,  em- 
prendió el  viaje  desde  su  vicaría  de  Tlayacac  para  ir  á  saludar  al  Cu- 
ra 3-  darle  cuenta  de  la  gente  que,  por  su  encargo,  había  reclutado  en- 
tre los  vecinos  de  su  vicaría,  3'  á  la  vez  suplicarle  íiceptarasus  servicios 
como  capellán  de  su  división;  pero  Alatamoros  le  dijo  que  le  parecía 
más  conveniente  utilizar  sus  servicios  como  soldado  3-  no  como  sacer- 
dote, lo  que  Zavala  aceptó  gustoso,  y  entonces  le  ordenó  Matamoros 
que  regresara  con  él  á  Tla3acac,  para  donde  luego  iba  á  salir  con  su 
tropa  3'  que  allí  reuniera  su  gente,  3- juntos  marcharían  á  reunirse  con 
Morelos.  En  estas  pláticas  estaban  cuando  se  presentó  Perdiz  dando 
parte  de  que  la  gente  estaba  ya  lista  3-  formada  en  la  plaza,  3'  Matamo- 
ros le  ordenó  que  mandara  pasar  lista  3'  en  seguida  ordenara  que  em- 
prendieran la  marcha  para  Tla3"icac. 

Matamoros,  desjiués  de  haber  terminado  elarreglodetodoslosasun- 
tos  que  tenía  pendientes  en  Jantetelco,  3-  después  de  haber  dado  am- 
plias instrucciones  á  Perdiz,  acompañadodel  Padre  Zavala,  su  hijo  Apo- 
lonio,  sus  ayudantes  3-  su  fiel  sirviente  Ignacio  Noguera,  salió  de  su  cu- 
rato y  tomó  el  camino  de  Tlavacacpara  ir  á  reunirse  con  los  patriotas 
vecinos  de  Jantetelco  (|ue  formaban  la  pequeña  fuerza  con  que  dio  prin- 
cipio á  su  brillante  y  gloriosa  carrera  militar. 

La  Historia,  en  esta  vez,  como  en  otras  muchas,  se  ha  olvidado  de 
escribir  en  sus  páginas  inmortales  los  cuarenta  y  siete  nombres  de  los 
ilustres  patricios  que  formaron  el  pie  del  ejército  de  Matamoros,   de 


312 

aquel  ejército  que  dio  honra  _v  .tíloria  á  su  patria  é  inmortalizó  su  nom- 
bre en  las  memorables  batallas  de  Oaxaca,  Tonalá,  el  Palmar  y  otras 
muchas;  pero  nosotros  honraremos  estas  humildes  pátrinas,  consitrnan- 
do  en  ellas  esos  nombres  por  mil  títulos  respetables  y  c|ueridos,  que  has- 
ta hoy  sólo  han  sido  conocidos  en  Jantetelco,  en  donde  se  conserva  la 
lista  que  los  contiene,  la  que  en  seguida  copiamos  textualmente: 

Lista  de  los  patriotas  hijos  de  Jantetelco  que  formaron  el  pie  de  Ejérci- 
to de  Matamoros. 

1  Pbro.  Matías  Zavala,  Vicario  de  Tlayacac. 

2  Joaquín  Camacho,  preceptor  de  la  escuela  de  niños. 

3  Joaquín  Ariza. 
■i  José  Torres. 

5  Francisco  Sandoval. 

6  José  Pliego. 

7  Mateo  Cerezo. 

8  Mariano  Rojas. 

9  Pablo  Rojas. 

10  Vicente  Rojas. 

11  Bernardo  Rojas. 

12  José  Escoto. 

13  Andrés  Ariza. 

14  José  Camacho. 

15  Apolonio  Matamoros,  hijo  del  Cura  .Matamoros. 

16  Francisco  Alcázar. 

17  Ignacio  Chavarría. 

18  Ignacio  Noguera,  mozo  de  Matamoros. 

19  Claudio  Ramírez. 

20  Toribio  Hernández. 

21  Antonio  Hernández. 

22  Cristóbal  Díaz. 

23  José  Ma.  Díaz. 

24  José  Beatriz  Sedeño. 

25  Rafael  Sedeño. 

26  Crisanto  Sedeño. 

27  José  Mauricio  Sedeño. 

28  Ru]3erto  Sedeño. 

29  Vicente  Zedillo. 

30  Francisco  Vara. 

31  Agustín  Vara. 

32  Antonio  Vara. 

33  Mariano  Ursúa. 

34  Francisco  Aragón. 

35  Pedro  Ursúa. 

36  Pablo  Aragón. 


313 

37  Ramón  Alcázar. 

38  José  Alcázar. 

39  Martín  Muñoz. 

40  Silverio  Muñoz. 

41  Juan  Muñoz. 

42  Dionisio  Ursúa. 

43  Juan  Vivas. 

44  Zacarías  \'ivas. 

45  José  Ma.  Vivas. 

46  Manuel  Ursúa. 

47  Mariano  Olivares. 

Total  47 

El  día  que  salió  Matamoros  de  Jantetelco  pernoctó  en  Tla3'acac  con 
su  pequeña  tropa,  la  que  aumentó  con  la  que  el  Padre  Vicario  había re- 
clutado  allí,  3-  con  toda  esa  fuerza  salió  el  día  siguiente  para  Cuautla, 
en  donde  A'a  no  encontró  á  Morelos,  que  sólo  había  permanecido  allí 
tres  días;  siguió  al  día  siguiente  á  Taxco,  en  donde  se  reunió  con  él. 

Incorporado  Matamoros  al  ejército  de  Morelos,  marchó  con  él  á 
Tecualo3'a,en  unión  dcGaleana  y  Bravo,  3' tomó  participio  en  los  com- 
bates de  Tecualo3'a  el  17  de  Enero  y  en  el  de  Tenancingo  el  22  del  mis- 
rao  mes  (1812),  en  el  que  fué  derrotado  Porlier  3'  obligado  á  retirarse 
á  Toluca  con  la  poc<-i  gente  cjue  le  quedó,  dejando  toda  su  artillería  en 
poder  de  Morelos. 

Después  de  estos  triunfos,  regresó  Matamoros  con  Morelos  á  Cuau- 
tla, á  donde  llegaron  el  9  de  Febrero  de  1812  con  tres  mil  hombres,  3- 
como  Morelos  supiera  que  Calleja  se  disi^onía  á  salir  de  México  con  su 
división  para  batirlo,  dispuso  esperarlo  en  Cuautla,  y  al  efecto,  tan  lue- 
go como  llegó  á  la  población,  con  la  actividad  que  en  todo  acostum- 
braba, hizo  continuarlas  fortificaciones f|ue  había  comenzado  á  formar 
D.  Leonardo  Bravo,  que  había  c|viedíido  allí  de  guarnición  durante  la 
expedición  de  Morelos  al  Valle  de  Toluca. 

Poco  antes  de  que  llegaran  á  Cuautla,  se  incorporó  á  la  fuerza  de  Ma- 
tamoros D.  José  Perdiz,  con  700  hombres  que  había  reunido  en  Jante- 
telco 3-  con  él  iba  D.  Alariano  Ramírez,  con  el  grado  de  sargento  ma3H)r. 

El  18  de  Febrero  hizo  Calleja  su  primer  intento  de  ataque  sobre 
Cuautla,  3' dio  principio  el  memorable  sitio  de  aquella  plaza,  (jue  eterni- 
zó el  nomljre  de  Morelos  3-  de  los  valientes  jefes  qiielo  secundaban,  y  C|ue 
cubrió  de  gloria  las  armas  mexicanas. 

Matamoros  3-  D.  Víctor  Bravo  estuvieron  encargados  de  la  defensa 
de  las  fortificaciones  de  la  hacienda  de  Buenavista. 

Estrechado  el  sitio,  todos  los  esfuerzos  de  Morelos  se  dirigieron  á 
romper  la  línea  de  circunvalación,  y  ponerse  en  comunicación  con  sus 
partidas  de  fuera  para  proporcionarse  víveres,  con  cvn'O  objeto,  en  la 

Anales.  T,  IV.— 40. 


314 

noche  del  30  de  Marzo  intentó  apoderarse  del  reducto  del  Calvario,  qne 
estaba  á  cargo  del  Comandante  de  granaderos  D.  Agustín  de  la  Viña. 
Amenazando  diversos  puntos  y  generalizando  el  fuego  en  toda  la  línea, 
D.  José  Ma.  Aguayo,  con  v?rios  piquetes  de  costeños,  cargó  con  vigor 
al  reducto;  siguióle  Galeana,3'elataque  fué  tan  vivo,  que  algunos  asal- 
tantes lograron  entrarporlas  mismas  troneras,  agarrándose  de  lasbo- 
cas  de  los  cañones,  habiendo  muerto  al  ladode  Viña  el  capitán  gradua- 
do D.  Gil  Riaño,  hijo  del  Intendente  de  Guanajuato.  El  batallón  de 
aquella  ciudad,  que  marchó  del  cuartel  general  en  auxilio  del  reducto 
atacado,  y  la  tropa  que  con  el  mismo  objeto  mandó  Llano  de  su  cam- 
po, hicieron  retirar  á  los  insurgentes,  l 

Frustrado  este  primer  intento 3' estrechando  másymásla  necesidad, 
Alorelos  trató  de  hacer  el  último  esfuerzo  para  introducir  un  convoy  de 
víveres  y  procurarse  auxilios  de  fuera.  En  la  noche  del  21  de  Al^ril  hizo 
salir  á  Matamoros  y  al  Coronel  Perdiz,  con  cien  hombres,  forzando  la 
línea  por  el  camino  de  Santa  Inés.  D.  José  Perdiz  fué  muerto,  así  como 
D.  Joaquín  Camacho,  con  muchos  de  los  que  lo  acompañaban,  pero 
Matamoros  logró  salir  á  salvo.  - 

Este  hecho,  que  los  autores  dejan  pasar  casi  desapercibido,  habla 
muy  alto  en  favor  del  valor}' pericia  militar  de  Matamoros,  pues  mien- 
tras que  jefes  de  reconocido  mérito  y  acreditado  valor,  como  Galeanay 
Aguayo,  llevando  una  considerable  parte  del  ejército,  no  pudieron  rom- 
per la  línea  enemiga  en  el  heroico  ataqtie  que  dieron  al  Calvario,  él,  con 
sólo  cien  dragones, dando  una  vigorosa  carga  de  caballería,  pudo  rom- 
per  la  línea  enemiga  é  ir  á  ponerse  de  acuerdo  con  D.  Miguel  Bravo,  en 
Tla3acac,  para  introducir  á  la  plaza  el  considerable  convoy  de  víveres 
y  municiones  que  Bravo  tenía  dispuesto  con  ese  fin,  en  cuya  empresa 
fracasó,  porque  habiendo  interceptado  Calleja  la  carta  en  que  le  daba 
aviso  á  JMorelos  del  plan  que  se  había  formado  para  introducir  ala  pla- 
za el  convoy,  3-  que  esto  debía  hacerlo  por  la  Barranca  Hedionda,  apro- 
vechando Calleja  esas  noticias,  le  preparó  una  emboscada  en  la  que  per- 
dió el  convoy-  por  el  aplastante  número  de  enemigos  inesperados  que 
cargó  sobre  él;  pero  no  obstante  esto  y  la  sorjiresa,  se  batió  con  heroís- 
mo, desordenando  el  batallón  de  Lobera  3'  causando  innumerables  ba- 
jas á  los  realistas.  Pero  habiendo  Calleja  mandado  fuerzas  de  refresco 
en  gran  número,  tuvo  que  retirarse  para  salvar  su  tropa,  lo  que  hizo 
con  honor,  no  en  precipitada  3'  vergonzosa  fuga,  sino  batiéndose  con 
denuedo  en  retirada,  contra  las  fuerzas  del  Coronel  Andrade,  que  lo  per- 
siguieron hasta  entrar  en  sus  fortificaciones  de  Tla3-acac,  donde  se  vio 
3-a  libre  de  la  persecución  de  Andrade,  que  no  atreviéndose  á  atacarlo 
en  el  pueblo,  regresó  á  su  campamento. 

Después  de  que  Morelos  rompió  el  sitio  de  Cuantía,  se  reunió  con  él 
Alatamoros  en  Chiautla  y  allí  recibió  orden  de  Morelos  deque  se  situa- 

1  .\lamán.  T.  II,  págs.  391  y  392. 

2  .\lainán.    T.  11,  pág.  392. 


315 

ra  en  la  hacienda  de  Santa  Clara  y  C[ue  aumentara  sii  fuerza  y  la  or- 
ganizara. Santa  Clara  está  inmediata  á  Jantetelco,  á  cuya  Parroquia 
pertenece,  así,  ([ue  situado  en  aquella  finca  Matamoros,  estaba  entre 
sus  feligreses,  y  aprovechando  el  influjo  cjue  sobre  ellos  qercía  y  el  afec- 
to que  éstos  le  tenían,  pudo  aumentar  su  tropa  consideniblemente;  pe- 
ro buscando  un  lugar  de  maj'ores  elementospara  organizar  su  división, 
equi¡)arla  y  mimicionarla,  cambió  su  cuartel  general  á  Izúcar,  en  prin- 
cipios dejunio  de  181 2,  lo  que  Armij  o  comunicó  al  Virre\'  desde  Yautepec, 
en  carta  fechada  el  13  de  Junio  de  1812,  en  la  que  le  dice  que  Matamo- 
ros se  ha  fugado  de  Santa  Clara  y  ha  tomado  el  rumbo  de  Izilcar.  ^ 

En  Izúcar  estableció  Matamoros  una  fábrica  de  pólvora,  para  lo 
que  se  jjrovcía  de  muy  buen  salitre  de  los  pueblos  de  Huacayan  y  To- 
chimilco,  i)or  lo  que  Armijo  le  propuso  al  Virre\-  que  se  pusiera  un  des- 
tacamento de  voltxntarios  al  pie  del  volcán,  para  quitarles  á  los  rebel- 
des aquel  recurso.  2 

Para  defensa  del  pueblo,  fortificó  Matamoros  el  cerro  (¡ue  está  in- 
mediato á  la  población,  y  todos  los  días  daba  instrvicción  á  la  tropa  el 
Mayor  de  Plaza  D.  Ignacio  Vilchis. 

Los  soldados  de  su  escolta  los  uniformó  Matamoros  con  chaquetas 
azules  con  vueltas  amarillas.  '■'> 

Todas  las  noches  daba  serenata  una  buena  música  que  tenía. 

La  Plana  Mayor  de  Matamoros  la  componían  los  Coroneles:  Peña, 
Cura  de  Huamuxtitlán;  D.  Antonio  Sesma,  Tesorero  que  fué  de  Pueljla 
3'  Marqués  de  Sierra  Nevada;  Sargento  Mayor,  D.  Mariano  Ramírez; 
Capellán,  el  Bachiller  Matías  Zavala  y  otros  cuatro  Padres  del  mismo 
pueblo. 

Su  fuerza  se  componía  de  veintisiete  compañías,  con  su  correspon- 
diente dotación  de  oficiales;  algunas  compañías  tenían  150  jilazas,  v  su 
artillería  se  componía  de  nueve  cañones  de  diversos  calibres,  -l- 

Según  esta  noticia  de  Armijo,  la  fuerza  de  Matamoros  era  de  muv 
cerca  de  3,000  hombres,  porque  27  compañías  de  100  hombres  cada 
una,  nos  dan  2,700  plazas;  míis  como,  según  Armijo,  tenían  150  hom- 
bres algunas  compañías,  la  fuerza  ascendía  á  3,000  aproximadamente. 

Esta  fuerza  la  componían:  el  regimiento  de  infantería  del  Carmen, 
con  800  plazas,  al  mando  del  Coronel  D.  Mariano  Ramírez;  los  regi- 
mientos de  caballería  de  San  Ignacio  y  de  San  Luis  3'  el  famoso  regimien- 
to de  dragones  de  San  Pedro,  con  su  estandarte  negro  3-  ima  cruz  roja  en 
el  centro,  con  esta  le3'enda:  «Inmunidad  eclesiástica,»  lo  que  significa- 
ba que  estaba  dispuesto  á  defender  ese  fuero  de  que  privaba  á  los  ecle- 
siásticos insurgentes  el  bando  del  Virre3',  de  25  de  Junio  de  1812. 

1  .\rchivo  General  de  la  Xación.   Operaciones  de  Guerra. — .\rniii(j.    Tomo  I,  fol.  39. 

2  ídem.,  ídem.— Carta  de  28  de  Junio  de  1812. 

3  Tomo  estas  noticias  de  la  noticia  privada  que  dio  .\rmijo  al  \inev  sobre  las  fuer- 
zas de  Matamoros,  la  que  existe  (jriifinal  en  el  Archivo  General. 

4  El  mismo  informe  privado  de  .\rmijo,  j-a  citado. 


316 

La  artillería,  compviesta  de  ocho  cañones  y  un  obús,  estaba  al  man- 
do de  D.  Manuel  Mier  v  Terán. 

Es  fama  que  en  todo  el  ejército  insurgente  no  hubo  una  división  tan 
bien  organizada,  tan  bien  instrtiída,  moralizada,  disciplinada,  unifor- 
mada V  equipada,  como  la  de  Matamoros. 

Matamoros  no  sólo  no  consentía  que  sus  soldados  roldaran,  sino 
f|ue  perseguía  con  tenacidad  álos  bandidos  que  tomaban  el  nombre  de 
insurgentes  para  cometer,  bajo  su  amparo,  sus  depredaciones,  3'  así  fué 
como,  teniendo  noticias  de  los  robos  que  cometía  el  Padre  Tárelo,  que 
capitaneaba  una  gavilla,  diz  que  de  insurgentes,  comisionó  á  Rosains 
para  que  lo  persiguiera  y  éste  lo  fusiló  por  haber  encontrado  en  su  po- 
der el  ganado  robado  en  la  hacienda  de  Alzayanga. 

La  señora  Ignacia  Ruiz,rica  propietaria  de  Izúcar,  quese  distinguió 
por  su  patriotismo  y  amor  á  la  Independencia  mexicana,  prestó  á  Ma- 
tamoros importantes  servicios  en  Izúcar,  auxiliándolo  con  dinero,  ce- 
reales, forrajes  y  de  cuantas  maneras  pudo  hacerlo,  y  Matamoros,  en 
compensación  á  su  patriotismo  y  buenos  servicios,  le  extendió  el  siguien- 
te documento: 

«Don  Alariano  ^Matamoros,  Mariscal  de  Campo  y  2."  General  en  Je- 
(ife  por  nombramiento  del  Señor  Capitán  General  Don  José  María  Mo- 
lí reíos,  &.,  &.» 

«En  atención  al  buen  patriotismo,  fidelidad  y  derechos  que  goza  Do- 
«ña  Ignacia  Ruiz  en  nviestra  justa  causa,  mando  á  todos  los  Oficiales, 
«Capitanes  y  avanzadas  de  América  así  de  mi  mando  como  de  otra  Di- 
«vición,  no  la  perjudicjuen  por  ninguna  manera,  ni  á  ella,  ni  á  sus  bie- 
«nes  3'  fincas,  como  así  lo  encargo  á  los  Gobernadores,  para  cu^'a  cons- 
«tancia  le  doy  la  presente  en  esta  Comandancia  de  Izúcar,  á  13  de  Octu- 
«bre  de  1812. — Mariano  Matamoros.» 

Permaneció  Matamoros  en  Izúcar  hasta  fines  de  Octubre,  en  que  fué 
llamado  por  Morelos,  que  se  encontraba  en  Tehuacán,  á  donde  fué  á 
reunirse  con  él;  pero  antes  de  abandonar  á  Iziicar,  mandó  destruir  las 
fortificaciones  que  había  construido  allí  para  su  defensa. 

Morelos  quedó  muA'  complacido  déla  brillante  división  cjue  había 
organizado  Alatamoros  en  tan  poco  tiempo,  y  con  ésta,  cjue  se  compo- 
nía de  2,500  hombres  de  las  tres  armas;  2,000  hombres  con  que  se  le 
incorporó  D.  Nicolás  Bravo,  3'  800  que  Morelos  tenía  en  Tehuacán,  se 
formó  un  ejército  de  5,000  hombres,  con  el  que  marchó  Alorelos  sobre 
Oaxaca,  emprendiendo  su  salida  de  Tehuacán  el  díal°de  Noviembre  de 
1812,  3'  el2411egó  á  una  hacienda  que  sólo  dista  tres  leguasdeOaxaca. 

El  siguiente  día,  25  de  Noviembre,  por  la  mañana,  intimó  Morelos 
la  rendición  de  la  plaza  en  término  de  tres  horas,  mas  como  no  recibió 
contestación  alguna,  dejó  pasar  doshorasmásdelplazo fijado,  seacercó 
á  la  ciudad  V  se  dispuso  á  atacarla,  dividiendo  su  ejército  en  seis  partes; 
de  éstas,  dos  se  situaron  en  el  camino  de  Guatemala,  para  cortar  la  re- 
tirada á  los  defensores  de  la  plaza;  otra  á  retaguardia,  para  cubrirla  3- 


3''- 


Anales. — Tomo  IV. 


LÁM.  +3. 


Cuantía. 


Plaza  de  Cuantía. 


-+ 


I 


< 


6<j 


O 


317 

custodiar  los  bagajes,  3'  de  las  otras  tres,  i)uso  una  al  mando  de 
Sesma,  D.  Ramón  hijo  de  D.  Antonio,  con  orden  de  atacar  el  for- 
tín y  convento  de  la  Soledad;  otra  á  las  órdenes  de  Matamoros  y 
Galeana,  ordenándoles  que  entraran  á  la  ciudad  por  la  calle  del  Mar- 
cjuesado,  y  la  otra  columna  quedó  de  reserva,  á  las  órdenes  del  mismo 
Morelos. 

A  las  once  de  la  mañana  dio  Morelos  la  orden  de  ataque,  y  mientras 
líi  columna  de  Sesma  atacaba  vigorosamente  la  Soledad,  destruyendo 
los  fortines  con  los  certeros  tiros  de  su  artillería,  la  que  dirigía  D.  Ma- 
nuel Mier  y  Terán,  y  ponía  en  vergonzosa  fuga  á  Regules,  que  era  el  je- 
fe de  aquel  piinto,  Matamoros  y  Galeana  penetraban  á  la  ciudad  por 
la  calle  del  Marquesíido,  dispersando  á  los  realistas  y  abriéndose  paso 
á  la  ba3'oneta. 

No  quedaban  yn  más  puntos  ocupados  por  los  españoles,  que  los 
conventos  de  Santo  Domingo  y  el  Carmen;  al  primero  se  dirigió  Galea- 
na, 3'  tras  un  vigoroso  ataque,  hizo  que  se  rindiera  la  guarnición  de 
aquel  punto,  la  cual  se  componía  de  300  hombres  con  tres  cañones,  y 
Matamoros  se  dirigió  al  Carmen,  en  donde  hasta  los  frailes  hacían  fue- 
go desde  la  azotea,  y  en  poco  tiempo  logró  apoderarse  del  convento  á 
viva  fuerza,  3-  allí  aprehendió  al  cobarde  Regules,  quien,  cuando  hu3^ó 
(le  la  Soledad,  se  fué  á  ocultar  al  Carmen  dentro  de  una  caja  de  muer- 
to, de  donde  lo  sacó  Matamoros. 

Entretanto,  Sarabia,  que  era  el  jefe  de  la  plaza,  se  había  puesto  á  la 
cabeza  de  la  caballería,  pretendiendo  contener  el  avance  de  los  insur- 
gentes, pero  sus  soldados  lo  fueron  abandonando  hasta  dejarlo  solo,  3' 
tuvo  que  ocultarse  en  una  casa;  pero  fué  aprehendido  tres  días  después 
y  en  el  acto  lo  fusilaron  por  orden  de  Morelos,  quien  ordenó  también  las 
ejecuciones  de  Regules,  Bonavia,  Aristi  y  vni  muchacho  guatemalteco, 
criado  de  Sarabia. 

En  sólo  dos  horas  fué  tomada  Oaxaca  por  las  denodadas  huestes  de 
Morelos,  ([uien  para  celel^rar  el  triunfo,  dispuso  (jue  se  verificaran  dos 
funciones  religiosas  en  acción  de  gracias:  una,  en  la  iglesia  de  Betlemi- 
tas,  á  la  Virgen  de  Guadalupe,  y  la  otra  en  Catedral,  á  la  qvie  asistió 
él  con  todo  su  Estado  Ma3"or. 

Mandó  tamljién  que  se  celebrara  con  gran  pompa  el  juramento  de 
obediencia  á  la  Junta  de  Zitácuaro,  3'  como  ésta  lo  había  ascendido  á 
Capitán  General,  asistió  á  esa  solemnidad  vistiendo  el  uniforme  bor- 
dado, correspondiente  á  ese  alto  grado  militar,  CU30  uniforme  le  fué  re- 
galado por  Matamoros.  Este  célebre  uniforme  ca3'ó  en  poder  de  Con- 
cha, con  el  equipaje  de  Morelos,  el  5  de  Noviembre  de  1815,  día  en  que 
hizo  prisionero  á  Morelos  en  la  desgraciada  acción  de  Tesraalaca,  3' Con- 
cha entregó  el  unilorme  al  Virrey,  quien  lo  remitió  á  España  y  perma- 
neció en  el  Museo  de  Artillería  de  Madrid  hasta  el  año  de  1910,  en  que 
el  Re3-  D.  Alfonso  XIII  dispuso  devolverlo  á  México,  con  motivo  de  la 
celebración  del  primer  centenario  de  la  proclamación  de  la  Independen- 


318 

cia,  y  lo  remitió  con  su  enviado  esjiccial  el  Marqués  de  Pola  vieja,  quien 
hizo  solemne  entrega  de  él  al  Presidente  de  la  República,  en  el  Palacio 
Nacional,  3- ho3'  se  encuentra  el  referido  uniforme  en  el  Museo  de  Artille- 
ría de  México. 

Lo  más  curioso  de  la  historia  de  este  uniforme,  es  que  fué  bordado 
por  una  india  que  mandaron  de  México  con  la  misión  de  ir  á  envene- 
•naráMorelos.  Oigamos  cómo  refiere  el  mismo  Morelos  ese  suceso,  en  la 
declaración  que  rindió  en  su  causa:  «Ig-ualmente  declara  que  estando 
«enTehuacan  le  presentó  su  segundo  Matamoros  auna  muger  cuyoas- 
«pecto  era  de  india  ó  de  un  nacimiento  vulgar  diciéndole  Cjue  esta  habia 
« salido  de  la  Capital  de  México  con  el  objeto  de  darle  al  que  responde 
«un  veneno  segiin  ella  misma  le  habia  manifestado  en  una  prolixa  dela- 
«cion  á  Matamoros  quien  no  obstante  esta  circunstancia  la  tenia  ocvi- 
«pada  en  bordar  un  uniforme  que  después  le  regaló  al  exponente:  igno- 
« ra  este  si  fué  ó  no  cierta  la  comisión  de  la  citada  muger,  porque  ha- 
«biendola  visto  de  una  clase  inferior  la  miró  con  el  desprecio  que  era 
«consiguiente,  y  la  reputó  según  las  expreciones  de  Matamoros  por  útil 
«en  su  gavilla,  respecto  á  su  oficio  el  cual  sirvió  para  que  bordase  á  al- 
«gunos  de  su  comitiva  los  uniformes  que  después  usaron,  con  cuya  co- 
« misión  siguió  hasta  Oaxaca  la  referida  muger.» 

El  9  de  Enero  de  1813,  salió  Morelos  de  Oaxaca  para  Acapulco  por 
el  camino  de  la  Mixteca,  y  ordenó  á  Matamoros  que  quedase  de  guar- 
nición en  Yaliuitlán,  con  mil  quinientos  hombres,  para  seguridad  de  las 
Mixtecas. 

Situado  Matamoros  en  Yahuitlán,  con  sus  mil  quinientos  hombres, 
con  la  actividad  que  le  caracterizaba  3- su  genio  organizador,  de  (lue  ya 
había  dado  pruebas,  en  sólo  dos  meses  aumentó  su  división  á  más  de 
seis  mil  hombres,  bien  armados,  equipados  y  disciplinados,  como  tuvo 
siempre  toda  su  tropa. 

A  fines  de  Marzo  de  1813,  habiendo  tenido  noticia  Matamoros  de 
cjue  había  arribado  á  Huatulco  un  bergantín,  comisionó  al  Coronel  D. 
Antonio  Sesma  para  cjue  fuera  á  tratar  con  el  capitán  del  buque,  quien 
partió  al  desempeño  de  su  comisión,  llevando  sólo  unos  doce  hombres 
de  escolta,  pero  no  llegó  á  Huatulco,  pues  en  el  camino  recibió  orden  de 
Matamoros  para  que  hiciera  gente  y  fuera  á  reunirse  con  él  en  Tehuan- 
tepec.  Sesma  abandonó  el  camino  que  llevaba  y  tomó  el  de  Tehuante- 
pec,  y  despviés  de  catorce  días  de  marcha,  se  reunió  con  Matamoros  cer- 
ca de  aquella  población,  con  setecientos  hombres  que  había  reunido  de 
los  pueblos  y  rancherías  por  donde  pasó,  l 

El  motivo  de  esa  contraorden  y  la  expedición  de  Alatamoros  á  Te- 
huantepec,  fueron  motivadas  por  las  noticias  que  recibió  de  que  el  Ca- 
pitán general  de  Guatemala,  D.  José  de  Bustamante  y  Guerra,  había 
puesto  alas  órdenes  del  Coronel  D.  Manuel  Junquito,  Gobernador  de 
ciudad  y  la  Provincia  de  Tabasco,  una  división  del  ejército  guatemal- 

1    Carta  de  Sesma  á  sii  .■¡nbrina  Micaela  Frontán. — .\rchivo  General. 


319 

teco,  á  las  órdenes  del  itídiano  Teniente  Coronel  D.  Manuel  Servando 
Dambrini,  l  con  el  fin  de  (jue  recuperara  Oaxaca,  lo  que  parecía  muy  fá- 
cil por  haber  marchado  Morelos  para  Acapulco.  Dambrini  pasó  la  fron- 
tera con  su  gente,  y  el  25  de  Febrero  de  1813,  derrotó  en  Aliltcpec  á  una 
]Dequeña  partida  de  insurgentes  C(ue  mandaba  D.  Julián  Suárez.á  quien 
hizo  prisionero  y  lomando  fusilar  con  otros  veinticinco  más.  Estos  he- 
chos cjue  llegaron  á  conocimiento  de  Matamoros,  fueron  los  que  deter-' 
miníiron  su  marcha  á  Tehuantepec,  para  ir  al  encuentro  de  Dambrini, 
que  se  encontraba  en  aquella  población. 

Como  dejamos  dicho,  cerca  de  Tehuantepec  se  reunieron  Sesma  3' 
Matamoros,  éste  último  con  mil  doscientos  hombres  de  infantería  j' ca- 
ballería, habiendo  dejado  atrás  otros  cinco  mil  hombres  de  las  tres  ar- 
mas, para  cubrir  su  retirada.  Avanzaron  ambos  jefes  con  su  tropa  hasta 
una  legua  de  distancia  de  Tehuantepec,  donde  acamparon  para  dispo- 
ner el  ataque  de  la  plaza,  que  debían  verificar  al  día  siguiente. 

A  media  noche,  seguidos  de  una  escolta.  Matamoros  3'  Sesma  hicie- 
ron un  reconocimiento  de  la  población,  penetrando  hasta  los  barrios,  sin 
ser  molestados  por  el  enemigo,  3-  luego  dispuso  Matamoros  que  el  ata- 
que fuera  al  amanecer,  dividiendo  sus  fuerzas  en  dos  columnas:  una,  que 
debería  atacar  por  el  puente,  3-  la  otra  se  colocaría  convenientemente 
para  cortar  la  retirada  al  enemigo. 

Al  amanecer  emprendieron  el  movimiento  que  se  había  acordado 
para  el  ataque  de  la  plaza,  3-  Sesmíi.cjue  mandaba  la  descubierta,  pene- 
tró hasta  la  plaza  de  la  población,  sin  encontrar  al  enemigo,  pues  éste 
había  huido  durante  la  noche,  cargando  cuanto  pudo,  -  lo  que  se  veri- 
ficó el  Martes  Santo  de  1S13. 

Matamoros,  por  consideración  ano  derramar  sangre  en  los  días  san- 
tos, se  detuvo  en  la  población  hasta  el  Sábado  de  Gloria,  día  en  que 
salió  al  alcance  de  Dambrini;  3  pero  éste  iba  tan  de  carrera,  que  fué 
preciso  que  los  insurgentes  hicieran  jornadas  de  diez  3^  ocho  leguas,  para 
jíoder  darle  alcance,  lo  c|ue  efectuó  el  lunes  19  de  Abril,  á  inmediaciones 
de  Tonalá.  -t 

Dambrini,  viendo  ya  que  era  imposible  evitar  un  combate,  se  situó 
sobre  un  elevado  cerro,  rodeado  de  un  espeso  bosque. 

A  las  tres  de  la  tarde  se  presentó  la  vanguardia  de  los  insurgentes, 
c[ue  constaba  de  ciento  noventa  3-  tres  hombres,  de  los  cuales  eran:  cien 
dragones  del  famoso  regimiento  de  San  Pedro,  treinta  granaderos 3- se- 
senta 3'  tres  infantes  del  regimiento  de  infantería  del  Carmen. 

1  .\lamán  dice  que  eran  setecientos  hombres;  pero  Sesma,  testigo  presencial,  dice  en 
su  carta  que  eran  más  de  mil;  Matamoros  dice  que  eran  dos  mil  quinientos,  y  Junquito 
dice  en  su  parte  al  Virrey,  que  eran  en  número  suficiente  para  haber  castigado  á  los  ven- 
cedores. 

2  Carta  de  Sesma,  ya  citada. 

3  Parte  de  Matamoros  á  Morelos. 
+  Carta  de  Sesma. 


320 

Mientras  llegaba  el  grueso  del  ejército  se  intentó  hacer  un  reconoci- 
miento de  la  fuerte  posición  que  ocupaba  el  enemigo,  pero  los  soldados 
insurgentes  imprudentemente  rompieron  el  fuego,  el  que  fué  contestado 
por  Dambrini,y  se  trabó  el  combate  en  condiciones  muy  desventajosas 
para  los  asaltantes,  pues  el  boscaje  y  lo  escabroso  del  terreno  no  les 
permitía  hacer  uso  de  la  artillería,  ni  aun  siquiera  evolucionar,  3^  así  no 
tenían  más  remedio  que  aguantar  el  fuego  del  enemigo;  pero  esto  no  los 
desalentó:  haciendo  un  supremo  esfuerzo,  lograron  que  los  granade- 
ros flanquearan  la  derecha  del  enemigo,  3*  ííI  toque  de  «degüello»  empren- 
dieron el  asalto,  poniendo  á  Dambrini  en  vergonzosa  fuga,  3'  sus  solda- 
dos, en  su  rápida  carrera,  sólo  gritaban:  abí  están  ya  los  judíos  del  go- 
rro amarillo,  l 

Toda  la  artillería,  cargas,  equipajes  3-  muchas  armas  de  Dambrini, 
quedaron  en  poder  de  Matamoros,  qtiien  con  menos  de  doscientos  hom- 
bres que  cargaron  á  la  ba3-oneta  3'  sin  disparar  un  solo  cañonazo,  lu- 
chando en  terreno  desventajoso  para  ellos,  derrotó  3-  puso  en  vergon- 
zosa fuga  á  dos  mil  doscientos  hombres  que  Dambrini  tenía  á  sus  ór- 
denes. 2 

D.  Manuel  Junquito,  Comandante  Militar  de  Tabasco,  en  el  parte 
que,  con  fecha  12  de  Ma3'o  de  1813  da  al  Virre3',  dice  así:  -^  «La  Divi- 
«cion  (de  Dambrini)  se  mantubo  en  Tehuantepeque  hasta  el  dia  13  de 
«Abril  en  q.e  impuesto  el  Comandante  del  desagrado  con  q.e  aquellos 
«habitantes  miraban  á  la  tropa,  y  de  q.e  los  cabecillas  Matamoros  3- 
«Sesma  trataron  de  atacarlo,  se  replegó  con  su  fuerza  q.e3'a  había  prin- 
«cipiado  á  desertarse,  3'  continuó  hasta  llegar  á  la  frontera.  En  el  in- 
« termedio  se  puso  el  enemigo  sobre  las  Tropas  q.e  le  presentaron  bata- 
«11a  3' jamas  quisieron  entrar  en  acción  en  campo  raso  q.e  fue  donde  se 
«les  presentó; mas  el  19  del  citado  Abril  estando  la  División  en  mifron- 
«tera  fue  amenazada  por  el  enemigo  3-  la  Cavalleria  sostubo  un  fuego 
«vivo  hasta  q.e  conociendo  la  superioridad  del  enemigo  se  replegó  so- 
«bre  la  Infantería,  arrolló  parte  de  ella  y  principiando  el  desorden  se 
«dispersó  la  División  q.e  con  la  fuerza  cj.e  á  cada  instante  se  le  iba  dis- 
«  minu3-end o  sostuvo  el  fuego  cerca  de  quatro  horas.  Toda  la  Artillería 
«se  perdió  y  lo  mismo  las  cargas  3-  equipajes.» 

Y  más  adelante  agrega:  «Todo  esto  lo  ha  originado  la  insubordina- 
«cion  de  la  tropa  cu3^ü  número  era  suficiente  para  haber  escarmentado 
«al  vencedor;  mas  como  era  una  fuerza  vizoña,  sin  disiplina,3-  poco  dis- 
« puesta  á  otra  cosa  í\.e  á  revmirse  á  sus  familias,  de  aqui  se  debe  el  ha- 
« ber  experimentado  tal  desgracia.»  + 

Matamoros  mandó  una  fuerza  de  caballería  en  persecución  de  Dam- 
brini, pero  éste  traspasó  la  línea  divisoria  de  Guatemala,  antes  que  los 

1  Carta  de  Sesma,  ya  citada. 

2  Carta  de  Matamoros  al  señor  Obispo  de  Ciudad  Keal. — .\rchivo  General. 

3  Archivo  General.   Tomo  49. 

4  Véase  este  parte  íntegro  en  el  .apéndice  de  esta  obra. 


321 

insurgentes  pudiesen  alcanzarlo,  tal  era  la  prisa  que  llevaba;  pero  esto 
ha  de  haljer  sido  por  el  vivo  deseo  que  tenían  sus  soldados  de  reunirse 
á  sus  familias,  según  lo  que  afirma  Junquito. 

Matamoros,  después  de  levantar  el  campo,  en  lo  que  tardó  algún 
tiempo,  por  lo  cuantioso  del  botín,  acampó  á  extramuros  deTonalá,en 
donde  permaneció  más  de  un  mes;  pero  durante  ese  tiempo  no  estuvo 
ocioso,  sino  trabajando  activamente  por  insurreccionar  la  provincia  de 
Tabasco,  á  cuyo  fin  procuró  relacionarse,  él  y  sus  subordinados,  con 
los  habitantes  de  los  pueblos  y  rancherías  de  aquella  provincia,  para 
desimpresionarlos  del  mal  efecto  que  produjeron  en  su  ánimo  las  calum- 
nias propaladas  por  Dambrini  y  los  su3-os,  que  por  donde  quiera  iban 
aconsejando  á  las  gentes  que  abandonaran  sus  casas  y  se  escondieran, 
porque  los  insurgentes  eran  judíos,  que  saqueaban,  forzaban  alas  muje- 
res, les  cortaban  los  pechos,  mataban  á  los  niños  y  después  de  muertos 
los  cargaban  ensartados  en  las  bayonetas;  i  y  tanto  para  que  por  su 
correcto  comportamiento  y  buen  trato  se  convencieran  aquellas  gen- 
tes de  que  todas  esas  especies  propaladas  por  los  españoles  no  eran 
otra  cosa  que  cahimnias  empleadas  como  armas  de  mala  \ey  para  des- 
conceptuarlos, como  para  hacer  propaganda  délos  principios  que  la  re- 
volución proclamaba,  prolongó  su  estancia  en  aquella  provincia;  mas 
como  no  era  posible  ponerse  personalmente  en  contacto  con  todos  los 
pueblos  de  aquella  comarca,  expidió  una  circular  á  los  gobernadores 
y  repúblicas  de  naturales,  la  que  á  la  letra  dice: 

«Al  Gobernador  y  República  de  Naturales  del  Pueljlo  de  Ocosocoutla. 

«Queridos  hij  osmios:  Con  harto  dolor  de  mi  corazón  conozco  los  tra- 
«  bajos  q.e  estáis  pasando  por  el  engaño  con  q.e  os  tratan  vuestros  Cu- 
« ras,  vuestros  Jueses  y  todos  los  que  os  engañan,  diciendoos  q.e  los 
« Americanos  y  sus  Tropas  somos  una  gavilla  de  ladrones,  q.e  mata- 
«mos,  q.e  somos  Judíos,  3'  q.e  hacemos  mil  perjuicios. 

«No,  hijos  mios,  os  engañan,  somos  más  cristianos  q.e  los  gachupi- 
« nes  y  q.e  los  q.e  abrazan  sugovierno,  áninugno  q.e  no  nos  hace  daño 
« lo  perjudicamos:  Defendérnosla  \ey  de  Dios,  nuestras  tierras,  nuestros 
«bienes  y  á  nuestros  hermanos  los  criollos.  Sólo  venimos  contra  los  ga- 
« chupines  y  el  Govno.,  por  q.e  quieren  á  mas  de  pensionarnos  como  nos 
«  han  pensionado,  entregarnos  por  sus  fines  particulares  á  los  franceses 
«  ó  á  los  ingleses.  Por  esto  es  la  guerra,  queridos  hijos  mios,  defende- 
«  mos  ser  libres  en  nuestras  tierras,  govemamos  nosotros  y  no  ser  es- 
« clavos  de  nadie.  En  este  supuesto  os  desengañamos,  os  prevenimos 
«qto.  pasa  p.a  q.e  os  unáis,  si  queréis  ser  felices  gozando  de  otra  liber- 
«tad  y  comercio  con  todos  nuestros  Reynos,  q.e  no  tenemos  otra  pen- 
«sión,  q.e  pagar  los  diezmos  á  la  Iglesia  de  Dios  3'  quatro  por  ciento  de 
«alcabala  p.a  mantener  el  Estado  contra  nuestros  enemigos. 

1  Carta  de  Sesma,  va  citada. 

Anales.  T.  IV.— ti. 


322 

«Ya  habéis  sabido  cómo  hemos  derrotado  el  Exercito  de  Guatema- 
«la  q.e  enviaron  contra  nosotros,  y  así  acabaremos  con  quantos  se  nos 
« opongan.  En  esta  intehgencia  no  tengan  miedo  en  quererse  unir  con 
«nosotros  3-  defenderos,  os  ayudamos  con  soldados  valerosos  hechos  á 
« vencer  los  Exercitos  del  Govierno  Español,  y  así  espero  vuestra  con- 
« testación  para  facilitaros  cuantos  auxilios  necesitéis. 

((S03'  el  segundo  del  Oral,  de  los  Exercitos  del  Sur  autorizado,  por  la 
«Suprema  Junta  Nacional  ci.e  nos  gobierna,  y  así  os  hablo  en  nombre 
«del  Exmo.  Sor.  Capitán  Gral.  Dn.  José  María  Morelos. 

«Dios  os  gu.e  m.s  a.s  en  la  libertad  3'  felicidad  q.e  os  deseamos. 

«Quartel  pral.  de  Tonalá  á  veinte  j  uno  de  Abril  de  mil  ochocientos 
« trece. » 

«Mañano  Matamoros.»  l 

Esta  misma  carta  fué  enviada  á  otros  varios  goliernadores  de  repú- 
blicas de  indígenas  de  diversos  pueblos  de  aquella  provincia. 

Y  no  fué  solamente  á  los  indios  3'  al  pueblo  á  quienes  Matamoros  tra- 
tó de  atraerse  á  su  partido,  sino  también  á  los  personajes  más  promi- 
nentes de  aquella  provincia,  como  lo  demuestra  la  carta  que,  con  fecha 
24  de  Abril,  escribió  al  señor  Obispo  de  aquella  diócesis,  la  que  textual- 
mente dice: 

«Remo.  Sor.  Obispo  de  ciudad  Rl.  2 

«Como  segundo  Gral.  de  los  Extos.  del  Sur,  representando  en  esta 
«parte  los  derechos  de  la  Nación,  á  nombi-e  del  Exmo.  Sr.  Capitán  Gral. 
«Dn.  José  María  Morelos,  en  quien  recidelasoveranía,  me  veo  en  lapre- 
« cisión  de  exhortar  á  V.  R.  Illma.  suplicándole  encarecidamente,  en  cum- 
«plimiento  de  mis  deveres,  mi  representación  3'  mi  carácter  sacerdotal, 
«vuelva  en  sí  V.  R.  Illma.  abra  los  ojos,  3'  llene  las  obligaciones  de  buen 
«  Pastor,  no  sea  el  destructor  de  sus  obejas,  no  se  heche  sobre  sí  este  car- 
«go  á  la  faz  de  la  Nación,  de  todo  el  orbe  3'  á  los  ojos  del  todo  Pode- 
«roso. 

«He  venido  con  mi  Exto.  por  el  corto  territorio  qe.  he  pisado  de  V. 
n  R.  I.  3-  no  ha3'  un  Ministro  en  todo  él  q.e  cumpla  con  su  ministerio.  Las 
«gentes  están  muriendo  sin  sacramentos.  A  Dios  no  se  le  da  culto,  3- 
«por  ultimo,  inis  Capellanes  han  tenido  que  exercer  por  necesidad  las 
«funciones  que  se  han  ofrecido  de  Misa,  entierros  y  sacramentos.  ¡Oh 
«q.e  dolor!  ¡q.e  responsabilidad!  ¡q.e cargo  ante  el  Altísimo!  No  creoq.e 
«V.  R.  I.  sea  capaz  de  padecer  estas  preocupaciones,  de  sostenerlas,  y  de 
«fomentar  este  abismo.  El  Exto.  Americano  para  nada  se  metía  con  los 
«cobardes  Guatemaltecos;  si  hubiera  querido  cuando  rendimos  á  Oaxa- 
« ca  nuestra  hubiera  sido  hasta  esta  Prov.a  pues  sabíamos  qe.  estaba  des- 

1  Archivo  General.  Operaciones  de  Guerra. — Realistas. — Tomo  49  F.  y  K.,  fol.  120 
vta.  á  121  fte. 

2  El  mismo  tomo  49  acabado  de  citar,  fol.  121  \-ta. 


323 

«armada,  espantada  y  q.e  no  teníamos  mas  q.e  mandar  unas  cortas 
«tropas  ]3ara  cj.e  se  hubieran  rendido. 

«Ahora  pudiera  hacer  lo  mismo;  tengo  tropas  valerosas,  equipadas 
«de  quanto  necesitan,  y  me  piden  va3'aá hacer  una  visita  á  V.  R.  I.  Es- 
«toj'  satisfecho  q.e  todív  la  Prov.a  no  puede  resistir,  q.e  no  tienen  dis- 
« posición  para  ello  y  mucho  menos  con  la  derrota  q.e  he  dado  al  Ita- 
«liano  Dambrini,  Comandante  de  esos  infelices  Pueblos. 

«No  han  llegado  á  docientos  hombres  mios  los  q.e  entraron  en  fun- 
«cion  contra  el  E.xto  Guatemalteco  q.e  se  hallaba  situado  en  una  emi- 
« nenciíi  con  disposición  de  sostenerse,  como  lo  procuró  hacer  emboscan- 
«do  mi  tropa  3'  cubriendo  su  retirada  por  otro  espeso  bosque. 

«No  he  tirado  un  cañonazo,  todo  lo  han  hecho  las  pocas  tropas  mías 
«q.e  entraron  en  acción  á  la  baj-oneta  y  al  fusil.  Dos  mil  docientos 
«hombres  de  Y.  R.  I.  q.e  se  batían  fueron  derrotados  y  puestos  en  fuga 
«por  sólo  docientos  de  America  q.e  se  hallaban  en  punto  mu^^  inferior. 

«La  Artillería  de  Dambrini,  todos  sus  pertrechos,  armamento,  equi- 
« pajes,  los  intereses  de  los  q.e  le  acompañaban,  todo  está  en  mi  poder, 
« todo  es  de  la  Nación  Americana  y  hasta  sus  propias  posesiones. 

«No,  R.  I.  S.,  la  Nación  Americana  es  muA' católica,  no  defiende  otra 
«cosa  q.e  los  derechos  é  inmunidad  déla  Iglesia,  la  libertad  de  su  G.ovo^ 
« q.e  el  español  no  quiera  subj'ugarla  á  dominación  francesa  ó  inglesa, 
« según  debe  ser  por  el  deplorable  estado  de  la  Monarquía  Española, 
«todo  lo  q.e  dicen  á  Y.  R.  I.  y  los  demás  papeles  puljlicos  del  G.ovo  Es- 
« pañol  es  falso  para  alucinar  3' seducir  los  infelices  Pueblos:  Lo  q.e 
«expongo  á  Y.  R.  L  es  la  verdad,  3' por  lo  tanto  creo  q.e  persuadido  de 
«ella  hablará  á  sus  ovejas,  las  conducirá  á  la  felicidad  espiritual  3-  tem- 
« poral  y  abrirá  la  correspondencia  con  nosotros,  y  se  adherirá  á  una 
«causa  tan  justa  como  la  q.e  defendemos,  p.a  evitar  deeste  modo  laefu- 
« sion  de  sangre,  la  destrucción  universal  de  esta  Prov.a  q.e  siempre  se- 
« rá  nuestra  el  día  q.e  queramos. 

«Sepa  Y.  R.  L  q.e  el  G.ovo  Español  no  tiene  un  palmo  de  tierra  en  el 
«Sur,  q.e  en  la  costa  del  Norte  es  poco  lo  q.e  le  queda,  3-  la  capital  de  Alé- 
«xico  pronto  rendirá  la  cabeza,  q.e  en  las  Prov.as  de  Guadalajara,  Ya- 
«lladolid  y  demás  tierras  á  dentro  le  quedan  mu3-  pocos  rincones,  pues 
«todos  se  están  uniend  o  á  nuestra  Suprema  Junta;  tenemos  todo  elNor- 
« te  de  América  q.e  nos  presta  auxilios,  en  las  Prov.as  de  tierra  á  dentro 
« ha3-  veinte  mil  guerreros  anglo  americanos  p.a  dar  la  ultima  mano. 

«En  ningún  tiempo  se  llamará  á  engaño  Y.  R.  I.,  no  dirá  q.e  ha  sido 
« sacrificada  su  diócesis  con  ignorancia  y  sólo  le  quedará  el  arbitrio  de 
«  sufrir  la  pena  del  arrepentimiento,  y  á  nosotros  la  satisfacción  como 
« una  Nación  generosa  q.e  brinda  con  la  paz  3'  prodiga  su  felicidad.  Es- 
«pero  la  contestación  de  Y.  R.  L  para  cubrir  los  deberes  de  mi  obliga- 
«cion,  teniendo  el  honor  de  ofrecerme  á  Y.  R.  L  3^  le  acreditaré  q.e  seré 
«  siempre  su  ma3'or  servidor. 

«Dios  gu.e  á  Y.  R.  I.  m.s  a.s 


324 

«Campo  de  Tonalá  del  Rno.  de  Guatemala,  Abril  veinte  y  quatro 
«  de  mil  ochocientos  trece. 

«I.  S.  S. 
«Mariano  Matamoros.)) 

Esta  carta,  las  circulares  á  los  gobernadores  de  las  repúblicas  indí- 
genas 3'  la  carta  de  Sesma  á  su  sobrina  Micaela  Frontán,  son  á  las  que 
alude  Junquito  en  su  comunicación  al  Virrey-,  de  fecha  12  de  Mayo  de 
1813,  y  de  las  que  le  dice  que  le  acompaña  testimonio  de  ellas,  que  no 
circularon  á  causa  de  la  actividad  y  exactitud  con  que  sus  tenientes 
cumplen  las  órdenes  cjue  les  comunica,  i 

Después  de  estos  trabajos  de  propaganda,  Matamoros  se  dirigió  á 
Oaxaca  con  su  división,  llevando  consigo  la  artillería,  cargas,  equipa- 
jes, armas  y  municiones  que  había  quitado  á  Dambrini,  é  hizo  una  pom- 
posa entrada  triunfal  á  aquella  ciudad  el  28  de  Ma^'o  de  1813.  Mata- 
moros, vistiendo  su  uniforme  de  Mariscal  de  Campo,  iba  al  frente  de  su 
ejército  vencedor,  y  los  habitantes  de  Oaxaca  lo  recibieron  con  entusias- 
tas manifestaciones  de  regocijo. 

Morelos,  cuando  recibió  el  parte  de  la  derrota  de  Dambrini,  premió 
á  Matamoros  con  el  ascenso  á  Teniente  General. 

A  principios  del  mes  de  Octubre  del  mismo  año  de  1813,  estando 
acampado  Matamoros  en  Tehuicingo,  se  le  presentó  el  cura  de  Cosco- 
matepec,  manifestándole  que  D.  Nicolás  Bravo  se  encontraba  sitiado 
por  Águila  en  aquella  población,  escaso  de  víveres  y  municiones,  lo  que 
agravaba  su  situación.  Con  tal  motivo,  Matamoros  salió  inmediata- 
mente con  su  ejército  á  auxiliar  á  Bravo,  pero  como  supo  en  el  camino 
que  Bravo,  burlando  á  sus  sitiados,  había  salido  de  Coscomatepec  la 
noche  del  -í  de  Octubre,  dispviso  regresarse  á  sus  posiciones;  pero  el  13 
de  Octubre,  estando  en  la  hacienda  de  San  Francisco,  tuvo  aviso  de  que 
había  salido  de  Orizaba  un  considerable  convo}^  de  tabaco,  custodiado 
por  el  batallón  de  Asturias,  al  mando  de  su  jefe  Cándano  3-  una  consi- 
derable fuerza  de  caballería  á  las  órdenes  de  Moran,  cuj'O  convoy  debía 
pernoctar  esa  noche  en  San  Agustín  del  Palmar.  Con  tal  noticia,  dispu- 
so Matamoros  que  fueran  á  obser^-ar  el  movimiento  3'  le  dieran  aviso 
de  ello,  para  disponer  lo  más  conveniente.  El  Ma3'^or  del  regimiento  de 
San  Pedro,  D.  Rafael  Pozos,  Arro3-o,  Sánchez  v  D.  Vicente  Gómez  y  él, 
fueron  á  situarse  con  sus  tropas  á  la  hacienda  de  San  Pedro,  3'  allí  dio 
una  orden  inponiendo  la  pena  de  muerte  al  que  volviera  la  espalda  al  ene- 
migo, 3' tres  carreras  de  baquetas  por  doscientos  hombres,  al  que  se  en- 
tretuviera en  coger  alguna  muía  cargada,  ó  en  otra  cosa  que  lo  distra- 
jese del  combate.  2 

Alamán,  tomándolo  del  parte  que  rindió  el  mismo  Matamoros,  fe- 
chado en  Tepecuacuilco  el  12  de  Diciembre,  hace  el  relato  de  este  me- 

1  Archivo  General. 

2  Alamán.    Tomo  III,  pág.  -KIS. 


325 

morable  combate,  de  feliz  remembranza,  (|uc  cubrió  de  gloria  las  armas 
mexicanas,  en  los  siguientes  términos:  i 

«Desde  el  lugar  conocido  con  el  nombre  de  la  Agua  de  Quechula,  por 
«una  fuente  que  allí  hay,  se  extiende  por  cosa  de  seis  leguas  un  dilatado 
«valle  hasta  San  Agustín  del  Pahnar,  estrechándose  más  ó  menos,  por 
«medio  del  cual  va  el  camino  que  conduce  de  aquel  lugar  á  Puebla.  Elcon- 
«voy  se  puso  en  marcha  el  14 de  Octubre,  al  amanecer,  llevando  á  van- 
«guardia  la  cahallería,  tras  de  la  cual  seguían  las  muías  de  carga,  y  la 
«retaguardia  la  custodiaba  Cándano  con  su  batallón.  Esta  disposición 
«del  terreno  y  de  la  marcha  del  convoy,  hizo  que  Matamoros  se  arre- 
«glase  á  ellas  en  sus  providencias;  viendo  al  amanecer  del  día  14  el  con- 
«voj'  extendido  en  todo  el  camino,  dio  orden  al  Mayor  Pozos  para  que 
«con  la  caballería  del  regimiento  de  San  Pedro,  dividida  en  tres  partidas, 
«atacara  su  retaguardia,  y  al  Teniente  Coronel  del  mismo,  D.  José  Rodri- 
«guez,  para  que  con  el  resto  del  cuerpo,  pie  atierra,  unido  á  la  infante- 
ana  del  Carmen,  formando  cinco  guerrillas,  atacase  portodo  el  costado 
«derecho  la  línea  del  convoy.  Este  siguió  su  marcha,  y  el  Comandante 
«Martínez,  sin  tratar  de  auxiliará  la  retaguardia,  vivamente  atacada, 
«previno  al  Coronel  Moran,  que  mandaba  la  vanguardia,  que  acelerase 
«lo  posible  el  paso,  con  lo  que  el  cargamento  de  tabaco  llegó  con  sólo 
«la  pérdida  de  75  cargas  á  Tepeaca.  Matamoros  no  se  empeñó  en  se- 
«guirlo  y  dirigió  todas  sus  fuerzas  contra  el  batallón  de  Asturias,  que 
«cubría  la  retaguardia;  el  Comandante  Cándano,  habiendo  hecho  for- 
«mar  un  cuadro,  marchó  con  éste,  defendiéndose  por  espacio  de  más  de 
«dos  leguas,  casi  hasta  desembocar  del  valle  al  llano  de  la  Agua  de  Que- 
«chtila. 

«Hizo  entonces  Matamoros  situardos  cañones,  cargados  á  metralla, 
«á  la  retaguardia  de  la  caballería,  cubiertos  por  ésta,  la  que  hizo  una 
«retirada  falsa,  y  seguida  por  las  guerrillas  que  destacó  Cándano  á  su 
«alcance,  creyendo  segura  la  victoria,  abrió  claros  para  descubrir  laar- 
«tillería,  que  hizo  en  aquéllas  tremendo  estrago;  las  guerrillas  en  desor- 
«den  volvieron  sobre  el  cuadro,  que  se  desordenó  también  y  acabó  por 
«dispersarse,  siendo  cargad  o  por  la  caballería  de  Matamoros;  los  solda- 
«dos  españoles,  arrojando  sus  armas  se  rindieron,  gritando:  ¡¡viva  la 
«América!!  para  moverla  piedad  del  vencedor,  pero  fueron  hechos  prisio- 
«neros.  La  pérdida  de  los  realistas  fué:  215  muertos,  368  prisioneros,  en- 
«tre  éstos  el  Comandante  Cándano;  dos  capitanes,  trece  subalternos, 
«treinta  3-  dos  sargentos  y  nueve  cornetas  y  tambores,  con  521  fusiles; 
«la  de  los  insurgentes  fué  mucho  menor. 

«Matamoros  hizo  conducir  los  prisioneros  á  San  Andrés  Chalchico- 
«mula,  en  donde  celebró  su  victoria  con  solemne  Misa  de  gracias,  «Te 
«Deum »  y  salvas  de  artillería  y  de  infantería,  estando  formadas  en  el  atrio 
«de  la  iglesia  las  compañías  de  granaderos  del  Carmen. 

«En  seguida  mandó  pasar  por  las  armas  al  Comandante  Cándano 

1   Alamán.   Tomo  III,  págs.  408  y  409. 


326 

«y  á  otro  oficial  mexicano,  pues  aunque  había  condenado  ala  misma  pe- 
«na  al  Capitán  D.  Bartolomé  Longoria,  estando  apunto  de  ser  ejecuta- 
«da,  le  concedió  la  vida  aniego  del  cura  y  vecinos  de  San  Andrés,  quie- 
«nes  aunque  se  interesaron  por  todos,  no  pudieron  obtener  el  perdón 
«más  que  de  éste.» 

No  tomó  el  pueblo  ningún  participio  en  este  asunto,  como  errónea- 
mente asienta  Alamán,  pvies  la  petición  que  se  le  hizo  á  Matamoros  pi- 
diéndole la  vida  de  los  prisioneros,  cua^o  original  encontré  en  el  Archivo 
General  de  la  Nación  i  está  subscripto  solamente  por  el  cura  3' su  clero  3- 
no  se  hace  en  él  ninguna  alusión  de  la  intervención  que  en  ello  hubiese 
tenido  el  pueblo;  pero  esa  humanitaria  y  noble  petición  tampoco  fué 
obra  del  cura  de  San  Andrés  y  su  clero,  sino  del  mismo  Alatamoros,  á 
cuya  alma  noble  y  generosa  repugnaba  el  derramamiento  de  sangre;  pe- 
ro que  teniendo  que  cumplir  como  soldado  con  las  órdenes  de  sujete 
Morelos,  de  pasar  por  las  armas  á  todos  losjefes  y  oficiales  realistas  que 
cayeran  prisioneros,  no  le  quedaba  otro  recurso  para  satisfacer  sus  hu- 
manitarios sentimientos  y  á  la  vez  poner  á  salvo  su  responsabilidad, 
que  valerse  de  algún  subterfugio,  3-  así  fué  como  «convino  secretamente 
con  el  cura  de  San  Andrés  que  le  presentara  un  escrito  demandando  la 
vida  de  los  oñciales prisioneros :ii  así  lo  diceelmismo  Matamoros  en  su 
declaración,  3'  en  ese  documento,  sugerido  por  él  mismo,  puso  de  su  pro- 
pia letra  el  proveído  correspondiente,  el  que  escribió  en  el  margen  3'  lo 
autorizó  con  su  media  firma,  siendo  éste  el  único  autógrafo  de  Mata- 
moros que  3'o  sepa  cjue  existe  3- el  cual  había  dormido  ignorado,  duran- 
te un  siglo,  entre  los  1,025  volúmenes  que  constitu3'en  el  ramo  de  Histo- 
ria en  el  Archivo  General,  de  donde  lo  he  tomado  para  publicarlo,  por 
vez  primera,  en  estas  páginas,  3-  dice  textualmente: 
(nExmo.  Sor.» 

((El  Párroco  de  esta  Feligresía,  consuclero:  noticioso  que  los  prisio- 
«neros  tomados  encampana  en  el  ataque  del  camino  del  Palmar,  están 
«.sentenciados  al  último  suplicio,  penetrado  de  los  sentimientos  de  urna- 
anidad,  á  la  superioridad  de  V.  E.  rendidamente  ruega  y  suplica,  que 
«aquella  parte  de  gracia  que  pueda  tenerla  Justicia,  espera  del  piadoso 
ncorazon  de  V.  E.  seles  aplique  por  medio  del  indulto, perdonándoles  la 
«vida,  cuia  gracia  remunerará  el  Dios  délos  Exercitos» 
«Dios  gue.  á  V.  E.  m.s  a.s» 

«San  Andrés,  Octubre  18  de  1813.)) 

«José  López  de  León,  rúbrica.» 

«^7  Sor.  Tente.  Gral. 
«Dn.  Mariano  Matamoros.))   2 

1  Historia. — Operaciones  de  Guerra.— Díaz  de  Ortega  R.—  Tomo  3,  fio.  135  frente. 

2  Este  documento,  que  se  encuentra  original  en  el  Archivo  General  de  la  Nación,  lo  re- 
cogió en  San  Andrés  el  Coronel  de  Saboya  D.  Melchor  Álvarez,  quien  lo  remitió  al  Co- 
mandante militar  de  la  provincia  de  Puebla,  D.  Ramón  Díaz  de  Ortega,  el  que  á  su  vez  lo 
remitió  al  Virrey  D.  Félix  M*  Calleja,  en  30  de  Enero  de  1814. 


i-H 


€>/ifeet  Or 


/^ 


//      /'     ' 
^      ,'  4  -,         í       /  '        '         '  ""  '<-    ^.e     /I        Itmii't 


.''^  f' 


í.  ^í,u/m 


¿¿j-j 


327 

Al  mareen  de  esta  solicitud  escj-ibió  Matamoros  el  siguiente  proveído: 

aQuartel  Gral.  en  San  Andrés,    Octe.  18,  1813.)) 

ítNo  pende  absolutamente  de  mis  facultades  la  absolución  de  ningu- 
víno  de  los  reos  hechos  prisioneros  en  el  ataque  del  Palmar;  pero  usando 
<ide  la  piedad  conque  mi  corazón  mira  á  estos  infelices,  sólo  trato  de  po- 
aner  en  Capilla  á  los  tres  Cabecillas  más  criminosos,  y  para  acreditar 
ȇ  todo  el  clero,  qe.  quiero  servirlo,  aun  sin  embargo  de  la  responsiva  en 
uque  quedo  con  mi  Generalísimo,  el  Serenísimo  Sor.  D.  José  Alaría  Mo- 
nrelos,  doy  orden  al  Fiscal  de  las  declaraciones  para  qe.  absuelva  al  ci- 
vtado  Capitán  Bartolomé  González  Longoria,  de  la  pena  capital, y  mar- 
Hcbo  con  los  demás  en  la  cuerda  qe.  ha  á  salir.» 
^Matamoros,  rubrica.» 

Publicamos  aquí  un  facsímile  de  este  curioso  é  importante  documen- 
to, el  cual  tomamos  del  original  que  existe  en  el  Archivo  General  de  la 
Nación. 

«La  toma  de  Acapulco  por  Alorelos,  la  resistencia  gloriosa  de  Bra- 
«vo  en  Cosconiatepec,  y  la  victoria  de  Alatamoros  en  el  Palmar,  lle- 
«naron  de  entusiasmo  á  los  insurgentes,  en  especial  á  los  que  favore- 
«cían  este  partido  en  México  y  otras  ciudades  principales,  y  la  circuns- 
«tancia  de  haber  sido  europeas  casi  todas  las  tropas  empleadas  en  elsi- 
(ctio  de  Coscoraatepec,  y  serlo  también  el  batallón  de  Asturias  que  ha- 
«bía  rendido  sus  armas  en  el  Palmar,  lisonjealía  extremadamente  elor- 
«gullo  nacional,  no  dejando  de  comparar,  en  el  exceso  de  entusiasmo,  el 
«último  de  estos  sucesos,  á  la  batalla  de  Saratoga  en  los  Estados  Uni- 
«dos,  en  que  el  General  inglés  Burgoine  rindió  las  armas  y  quedó  prisio- 
«nero  de  los  norte-americanos,  con  todo  el  ejército  que  mandaba.»  l 

Los  prisioneros  del  Palmar  los  mandó  Matamoros  al  presidio  de 
Zacatula  y  él  volvió  á  ocupar  suposición  de  Tehuicingo,  en  donde,  con 
su  actividad  acostumbrada,  se  ocupó  de  reorganizar  é  instruir  á  su  tro- 
pa, hasta  el  mes  de  Noviembre  del  mismo  año  de  1813,  en  que  fué  lla- 
mado por  Morelos,  y  dejando  de  guarnición  en  Tehuicingo  áD.  Maria- 
no Ramírez,  con  el  batallón  del  Carmen,  2  fué  á  reunirse  con  D.  Nicolás 
Bravo,  á  quien  también  había  llamado  Morelos,  y  ambos  marcharon 
juntos  á  incorporarse  con  él  en  Cutzamala,  desalojando  á  su  paso  por 
Tepecuacuilcü  las  fuerzas  de  Moreno  Daoiz,  quien  al  saber  que  se  aproxi- 
maban, se  retiró  hasta  Cuemavaca. 

Reunidas  las  fuerzas  de  Matamoros  y  Bravo  con  las  que  Morelos  te- 
nía en  Cutzamala,  se  formó  un  ejército  de  cinco  mil  setecientos  hombres 
de  las  tres  armas,  con  treinta  cañones  de  todos  calibres  y  una  gran  can- 
tidad de  municiones. 

1  Alamán.   Tomo  III,  pág.  410. 

2  Llano,  en  una  carta  que  escribió  al  Virrey,  fechada  en  Valladolid  el  17  de  Enero  de 
181-t,  le  dice,  que  le  ha  dicho  el  Lie.  Matamoros  que  no  quedan  ningfunas  fuerzas  insur- 
gentes en  Oaxaca,  más  que  una  pequeña  gavilla  que  dejaron  á  las  órdenes  de  Ramírez. 
—Archivo  Gral.  Operaciones  de  Guerra.   Tomo  18.  Llano  Ciríaco,  fols.  4  y  5. 


328 

Una  vez  que  M órelos  hubo  concentrado  en  Cutzamala  la  maj'or  par- 
te de  sus  fuerzas,  marchó  con  ellas  sobre  Valladolid,  por  el  camino  de 
Huetamo,  3' pasando  por  su  antiguo  Curato  de  Carácuaro,  celebró  allí 
la  fiesta  de  la  Virgen  de  Guadalupe  el  12  de  Diciembre,  y  continuó  su 
marcha  por  Tacámbaro,  Acuitzio  y  Tiripitío,  hasta  Valladohd,  en  don- 
desepresentó  con  todassusfuerzasenlaslomasde  Santa  María, el 22  de 
Diciembre,  y  el  23  mandó  al  Comandante  Landázuri  una  intimación 
para  que  lindiera  la  plaza  en  término  de  tres  horas,  y  al  mismo  tiempo 
mandó  al  Obispo  Abad  y  Queipo  una  carta  en  la  que  le  pedía  que  influ- 
yera para  que  la  ciudad  se  entregase  á  discreción,  en  el  término  de  tres 
horas,  y  mandó  otra  carta  al  Ayuntamiento,  en  iguales  términos:  el 
Aj'untamiento,  queriendo  hacer  alarde  de  su  fidelidad  al  Rey,  mandó 
quemar  la  carta  de  Morelos,  por  mano  del  verdugo,  en  la  plaza  princi- 
pal, y  para  dar  ma3-or  solemnidad  al  acto,  dispuso  que  éste  ñiera  prece- 
dido de  la  publicación  de  un  bando,  en  que  se  daba  cuenta  al  pueblo  del 
acto  que  se  iba  á  ejecutar. 

Alamán  3'  los  demás  autores  que  he  consultado  hablan  solamente 
de  la  intimación  qiie  Morelos  dirigió  á  Landázuri  3-  al  Obispo  Abad  y 
Queipo,  pero  nada  dicen  de  la  que  dirigió  al  A3'untamiento,  3'  por  consi- 
guiente, tampoco  dicen  ni  una  palabra  del  acuerdo  que  éste  dictó,  man- 
dándola quemar  pilblicamente  por  mano  del  verdugo;  pero  todo  esto 
está  bien  comprobado  en  la  comunicación  que  dirige  Calleja  al  Ayunta- 
miento, la  que  me  encontré  original  en  el  Archivo  del  A3'untamiento  de 
Morelia,  l  3-  á  la  letra  dice: 

«iis  muy  propio  de  la  acreditada  ñdelidad  de  v.s  el  desprecio  con  q.e 
viniró  el  ridículo  papel  que  le  dirigió  el  rebelde  Morelos  cuando  sitiaba  esa 
«■ciudad,  pretendiendo  q.e  ese  cuerpo  cooperase  á  la  rendición  de  ella,  y 
ido  es  igualmente  el  acuerdo  q.e  v.s  tomaron  de  hacer  que  dicho  papel  se 
v-quemase  por  mano  del  verdugo  en  la  Plaza  Constitucional,  para  dar 
n-un  testimonio  público  de  sus  sentimientos  patrióticos  y  su  adhesión  á 
úa  justa  causa,  precediendo  un  Bando  para  instruir  al  pueblo,  como 
iiF.s  me  participan  en  oñcio  de  3  del  corriente. 

«Dios  gu.<:  á  -v.s  muchos  años. 

üMéxico,  Febrero  14  de  1814. 
aCalleja. — (Rúbrica).» 

Morelos,  sin  esperar  la  contestación  del  comandante  de  la  plaza,  co- 
menzó á  dar  sus  disposiciones  para  el  ataque  de  la  ciudad,  la  que  sólo 
tenía  unos  ochocientos  hombres  de  guarnición  3-  no  tenía  otra  esperan- 
za para  salvarse  de  caer  en  ¡joder  de  Alorelos  que  la  de  que  llegaran 
con  oportunidad  Llano  é  Iturbide,  que  venían  en  su  auxilio. 

No  habiendo  recibido  ninguna  contestación  Morelos,  emprendió  el 
ataque  de  la  ciudad  á  las  nueve  de  la  mañana  del  día  23,  rompiendo 
el  fuego  sobre  las  fortificaciones  de  la  loma  del  Zapote,   mientras  otra 

1   Legajo  lu'nu.  17-1-. — .A.ño  de  1S14. — E.xpecliente  núm.  8. 


Anales. — Tomd  IV. 


LÁM.  45. 


33. 


41;..-- _,^;^^ij;e!u!iitoi#^ 


j.  >i-i.t 


;;íi;i.- 


ds^^ 


MoiTÜn. — Cntcdrnl. 


Hacienda  de  l'uruaián,  Histntd  de  Taeáiiiliani.  Mielioaeá)i.  (Mur.) 


339 

parte  de  insurgentes  atacaba  por  el  llano  de  Santa  Catarina,  para  lla- 
mar la  atención  del  enemigo.  Galcana  y  Bravo  tomaron  el  fortín  de  la 
garita  del  Zapote  y  mientras  Galeana  (juedaba  allí,  custodiando  el  for- 
tín, Bravo  se  adelantó  con  su  fuerza  por  el  camino  de  Charo,  que  era  el 
que  debían  traer  Llano  é  Iturbide,  que  sabía  venían  en  auxilio  de  la 
plaza;  en  esos  momentos  Landázuri  cargó  toda  su  reserva  sobre  Galea- 
na Y  lo  despojó  del  fortín  del  Zapote;  mas  habiendo  regresado  Bravo, 
tomaron  él  y  Galeana  nuevamente  el  fortín;  pero  en  esos  momentos  se 
presentó  Llano  por  el  frente,  atacándolos  con  dos  cañones  y  el  2°  ba- 
tallón de  la  Corona,  á  la  vez  que  Iturbide  se  presentaba  con  la  caballe- 
ría, por  la  izquierda,  y  la  guarnición  de  la  plaza  volvía  ala  carga  por  la 
retaguardia;  en  tal  situación,  Galeana  se  retiró  en  dispersión  3-  Bravo, 
que  quiso  retirarse  en  buen  orden,  atacado  por  todos  lados,  ]ierdió  ca- 
si toda  su  infantería,  tres  cañones,  banderas,  parque  y  doscientos  trein- 
ta y  tres  prisioneros,  de  los  cuales  la  mayor  parte  eran  desertores  de 
las  tropas  del  Rey,  y  muchos  de  ellos  españoles:  todos  fueron  fusilados 
al  borde  de  las  sepulturas  que  debían  cubrir  sus  cadáveres. 

El  día  24  entraron  á  Valladolid  las  divisiones  de  Llano  é  Iturbide, 
mientras  los  insurgentes  permanecían  quietos  en  su  campamento  de 
Santa  Alaría,  hasta  en  la  tarde,  en  que  Matamoros  mandó  pasar  lista, 
para  lo  cual  hizo  formar  toda  la  infantería  en  una  débil  línea  de  dos  en 
fondo,  en  la  llanura  que  media  entre  la  ciudad  y  la  loma  de  Santa  Ala- 
ría, teniendo  á  la  cabeza  todos  sus  batallones  su  música  respectiva, 
mientras  la  caballería  quedaba  formada  en  el  mismo  orden  sobre  la 
loma. 

Llano,  que  observó  ese  movimiento,  no  sabiendo  á  qué  atribuirlo  y 
crej'endo  que  sería  un  preparativo  para  atacar  la  ciudad  en  la  noche, 
mandó  á  Iturbide  que  hiciera  un  reconocimiento  llevando  consigo  cien- 
to cincuenta  infantes  de  la  Corona,  Fijo  de  Aléxicoy  Compañía  de  Ma- 
rina, y  ciento  noventa  caballos  de  Fieles  del  Potosí,  dragones  de  San 
Luis  y  San  Carlos  }•  lanceros  de  Orrantia.  Iturbide  emprendió  su  mar- 
cha sobre  el  enemigo  llevando  los  infantes  á  la  grupa  de  los  caballos,  3- 
en  vez  de  un  reconocimiento  emprendió  un  ataque,  y  fácilmente  pudo 
romper  la  línea,  que  no  estaba  formada  para  resistir  un  ataque  que  no 
se  esperaba,  sino  simplemente  para  pasar  lista  y  así  fué  como  piado 
Iturbide,  mediante  una  brusca  é  inesperada  carga,  desbaratar  la  línea 
formada  por  la  infantería,  y  sin  detenerse,  trepar  la  loma  para  irá  ata- 
car á  Morelos  en  su  mismo  campamento,  en  lo  que  fué  favorecido  por 
la  alarma  3'-  la  sorpresa  producidas  en  el  campamento  insurgente,  de- 
bidas á  aquel  inesperado  ataque  del  enemigo;  las  tinieblas  de  la  noche 
que  envolvían  el  campo,  3-  la  llegada  inoportuna  del  Padre  Xavarre- 
te,  que  venía  á  reunirse  á  Morelos  con  su  fuerza,  á  quien  los  insur- 
gentes tomaron  por  realistas  que  los  flanqueaban,  rompieron  el  fuego 
sobre  ellos  trabándose  un  encarnizado  combate  entre  los  mismos  in- 
surgentes 3'  produciéndose  un  espantoso  desorden  que  aprovechó  Itur- 

Ax.\LES.  T.  IV.— 4-2. 


340 

bidé,  apoderándose  de  algnnas  banderas  y  cuatro  cañones,  con  los  C|ue 
regresó  á  Valladolid  á  las  ocho  de  la  noche;  mientras  que  los  insur- 
gentes, cuatro  horas  después,  todavía  seguííin  batiéndose  en  retirada 
unos  con  otros. 

Los  españoles  no  se  dieron  cuenta  de  su  triunfo  sino  hasta  el  día  si- 
gxiiente,  en  que  Llano  salió  con  todas  sus  fuerzas  á  atacar  el  campa- 
mento de  Alorelos,  en  el  que  sólo  encontró  al  Padre  Gómez,  que  estaba 
herido  de  gravedad,  y  lo  hizo  conducir  á  Valladolid,  donde  lo  mandó 
fusilar. 

Morelos,  en  su  retirada,  se  detuvo  en  la  hacienda  Cupio  y  de  allí  se 
dirigió  á  la  hacienda  de  Pviruarán,  en  donde  se  le  reunió  D.  Ramón  Ra- 
yón con  setecientos  hombres,  con  los  que  reunió  unos  tres  mil  hombres 
con  veintitrés  cañones,  3-  sabiendo  que  Llano  había  salido  de  Vallado- 
lid  á  perseguirlo,  dispuso  fortificarse  allí  para  esperarlo.  Alatamoros, 
RaA'ón  y  todos  los  jefes  que  lo  acompañaban  se  opusieron  á  esa  deter- 
minación, tanto  porque  en  el  estado  de  desmoralización  en  que  se  en- 
contraba la  tropa  era  una  temeridad  esperar  al  enemigo,  como  porque 
Puruarán  no  era  un  punto  á  propósito  para  la  defensa;  pero  Morelos 
insistió  en  llevar  adelante  su  decerminación,  mandó  que  se  hicieran  al- 
gunas obras  de  defensa  y  dispuso  que  Matamoros  tomara  el  mando  de 
las  fuerzas,  y  él  con  su  escolta  se  retiró  á  la  hacienda  de  Santa  Lucía, 
distante  dos  leguas  de  Puruarán. 

Luego  que  Morelos  salió  para  Santa  Lucía,  Rayón  trató  de  con- 
vencer á  ^Matamaros  que  no  cometiera  la  temeridad  de  esperar  á  Lla- 
no en  aquel  kigar,  donde  la  derrota  era  segura,  pues  todo  estaba  en 
contra  de  ellos;  aun  las  mismas  cercas  de  piedra  de  la  hacienda,  las  que 
tan  luego  como  el  enemigo  pusiera  en  juego  su  artillería,  converti- 
ría las  piedras  en  proyectiles,  en  vez  de  servirles  de  resguardo;  pero 
Matamoros,  aunque  estaba  convencido  de  que  la  resistencia  allí  era 
imposible  v  que  la  derrota  era  segura,  dijo  que  tenía  que  obedecer  las 
órdenes  de  Morelos,  porque  la  disciplina  estaba  sobre  todo,  3'  dando 
las  órdenes  que  consideró  más  oportunas,  esperó  tranquilamente  al 
enemigo,  que  bien  sabía  que  lo  iba  á  aniquilar. 

Llano  salió  de  Valladolid  con  su  división,  en  persecución  de  More- 
los, el  30  de  Diciembre,  3'  no  obstante  su  empeño  en  darle  alcance,  has- 
ta el  3  de  Enero  logró  saber  que  Morelos  se  estaba  fortificando  en  Pu- 
ruarán (22  leguas  al  S.  O.  de  Valladolid),  3-  allá  se  dirigió  á  atacarlo; 
el  día  4  en  la  tarde  acampó  á  dos  leguas  de  distancia  de  aquella  hacien- 
da, en  d  onde  supo  por  sus  espías  que  efectivamente  lo  esperaban  los  insur- 
gentes, quienes  habían  puesto  unas  emboscadas  en  unas  barrancas  que 
están  á  la  izquierda  del  camino.  El  día  5  dispuso  Llano  que  el  sargen- 
to mayor  D.  Domingo  Claverino,  con  un  batallón  de  3- su  cuerpo,  el  regi- 
miento de  Nueva  España,  pasara  las  barrancas  para  sorprender  las 
emboscadas,  mientras  él  con  todas  sus  fuerzas  se  aproximaba  al  enemi- 
go, y  al  llegar  á  Puruarán  desde  una  altura  observó  con   el   anteojo  el 


341 

campo  enemigo,  y  determinó  ocupar  una  altura  desde  donde  el  alcance 
del  cañón  dominaba  el  campo  de  los  insurgentes;  mandó  colocar  allí 
un  obús  y  dos  cañones  de  á  cuatro,  al  mando  del  Teniente  Coronel  de 
artillería  D.  Nicolás  Pinzón,  y  en  el  acto  en  que  la  artillería  romjjió  el 
fuego,  se  vio  á  los  insurgentes  ocupar  sus  puestos  en  las  fortiñcaciones 
3'  en  la  línea  de  defensa,  cubiertos  por  la  cerca  de  piedra  suelta  de  la  ha- 
cienda; pero  no  iludiendo  ai'in  Llano,  darse  cuenta  del  número  del  ene- 
migo, dispuso  que  el  Teniente  Coronel  graduado  D.  Francisco  Orran- 
tia  fuera  á  hacer  un  reconocimiento,  llevando  á  sus  órdenes  el  batallón 
segundo  de  la  Corona,  el  batallón  Fijo  de  México,  doscientos  caballos  y 
un  cañón.  Este  movimiento  tenía  el  doble  objeto  de  hacer  que  el  ene- 
migo descubriera  todas  sus  fuerzas,  y  si  se  presentaba  un  momento  fa- 
vorable, se  atacase  la  línea  fortificada  del  enemigo,  y  al  efecto,  mandó 
ásu  A^'udante  de  campo,  Cajsitán  D.  Alejandro  Arana,  que  reconociera 
bien  la  línea  para  el  ataque  que  pensaba  hacer  en  la  noche,  i 

La  ajjroximación  de  las  fuerzas  de  Orrantia  no  intimidó  á  los  insur- 
gentes, (¡ue  se  mantuvieron  serenos  en  sus  puestos,  esperando  el  mo- 
mento oportuno  de  romper  el  fuego,  lo  que  verificaron  con  denuedo, 
tan  pronto  como  los  españoles  estuvieron  á  su  alcance;  pero  éstos  ata- 
caron simultáneamente  por  todos  lados,  emprendiendo  el  asalto  mien- 
tras que  las  balas  de  su  artillería  hacían  volar  en  mil  fragmentos  las 
piedras  sueltas  de  las  cercas,  las  que  producían  el  desastroso  efecto  de 
la  metralla  en  los  insurgentes,  sembrando  en  sus  filas  la  muerte  y  el  es- 
panto, lo  que  facilitó  que  los  deOrantia  tomaran  por  asalto  las  fortifi- 
caciones que  los  insurgentes  abandonaban  al  huir  en  desorden  para  pa- 
sar el  río  por  un  estrecho  puente  que  tenía. 

Matamoros,  vestido  de  paisano  con  chaqueta  de  indianilla  y  mon- 
tando un  caballo  tordillo,  después  de  haber  arengado  á  su  tropa  y  de 
haber  formado  su  línea  de  defensa  y  dado  sus  órdenes  á  los  jefes  de  los 
cuerpos,  se  situó  debajo  de  uno  de  los  arcos  del  acueducto  que  conduce 
el  agua  á  la  hacienda,  desde  donde  tenía  á  la  vista  todo  su  campo  y 
podía  dirigir  la  acción;  pero  repentinamente  vio  que  los  españoles  esta- 
ban dentro  de  las  cercas  y  parapetos,  C[ue  svis  soldados  corrían  en  des- 
orden á  ganar  el  puente  para  escaparse,  y  entonces,  viéndose  solo,  se 
determinó  á  huir;  pero,  como  no  conocía  el  terreno,  en  vez  de  tomar  el 
camino  del  puente  bajó  al  lecho  del  río,  en  donde  perdió  algún  tiempo 
buscando  el  puente  ó  vado  para  pasarlo,  3'  cuando  logró  llegar  al  puen- 
te vio  que  en  el  camino  adelante,  había  caballería  española,  3-  entonces 
regresó,  se  apeó  de  su  caballo  y  se  metió  á  un  jacal  de  los  peones  de  la 
hacienda,  en  donde  se  ocultó  tras  un  petate  con  ánimo  de  entregarse 
cuando  hubiera  pasado  la  efervescencia  y  estuviesen  más  calmados  los 
ánimos,  para  que  no  lo  mataran,  «pues  aunque  tenía   la   convicción  de 

1  Tomo  toda  esta  relación  del  parte  original  de  Llano,  que  se  encuentra  en  el  Archivo 
General.— T.  18,  fol.  2.— Operaciones  de  Guerra.— Llano,  Ciríaco,  Brigadier. 


342 

(¡ue  no  le  habían  de  perdonar  la  vida,  no  quería  que  lo  mataran  allí 
de  improviso,  sino  morir  como  cristiano  ;i»  l  pero  después  de  un  rato  de 
estar  allí  escondido,  vio  que  entraron  unos  soldados  y  se  entregó  á 
ellos,  diciéndoles  que  no  lo  mataran  por  amor  de  Dios,  que  eni  sacer- 
dote, y  les  enseñó  la  corona  entregándoles  su  espada  envainada;  los 
soldados  lo  llevaron  al  puente  3-  allí  se  lo  entregaron  al  Comandante 
D.  Pío  M'  Ruiz,  quien  lo  entregó  para  su  custodia  al  Teniente  D.  José 
Guiral,  y  éste  lo  llevó,  en  la  noche,  á  un  cuarto  de  la  hacienda,  en  don- 
de estuvo  preso  hasta  que  se  lo  llevaron  para  Valladolid. 

Todo  lo  relativo  á  la  prisión  de  Matamoros,  que  difiere  completa- 
mente de  lo  que  dicen  Alamán  y  demás  íiutores  que  hablan  de  este  asun- 
to, lo  he  tomado  de  lo  que  el  mismo  Matamoros  refirió  á  los  Capita- 
nes D.  Vicente  Filisola,  D.  Alejandro  Arana,  D.  Bernardo  del  Camino  3- 
al  Teniente  D.  José  Guiral,  en  conversaciones  que  tuvo  con  ellos  en  su 
prisión.  A'  éstos  lo  relatan  en  el  informe  que  dieron  á  Llano,  cuyos  ofi- 
cios existen  originales  en  el  Archivo  General  de  la  Nación,  3'  constitu- 
3^en  el  expediente  que  se  formó  con  motivo  del  informe  que  pidió  á  Lla- 
no el  Virre3-  Calleja,  sobre  si  era  cierto  que  el  dragón  José  Eusebio  Ro- 
dríguez había  sido  el  aprehensor  de  Matamoros,  como  lo  aseguraba 
Iturbide  en  su  oficio  de  1°  de  Ma3'o,  dirigido  al  Yirre3-  desde  la  Villa  de 
San  Felipe,  en  el  ciue  pedía  una  recompensa  para  Rodríguez,  por  su  he- 
roica acción  de  haber  aprehendido  á  Alatamoros.  Ese  expediente,  en- 
cabezado con  el  informe  de  Llano,  demuestra  plenamente  que  ni  Rodrí- 
guez ni  ningún  otro  aprehendió  á  Alatamoros,  sino  que  él  mismo  se  en- 
tregó. Por  ser  desconocido  hasta  ho3-,   lo  publico  en  el  Apéndice. 

Esa  misma  relación,  hecha  por  boca  de  Matamoros,  desmiente  lo  que 
cuenta  Bustamante  respecto  á  la  manera  como  se  verificó  su  aprehen- 
sión, pues  este  autor  la  refiere  así:  «Pasaron  de  seiscientos  los  muertos 
«3^  de  setecientos  los  prisioneros,  entre  los  que  lo  fué  igualmente  el  Gene- 
eral  Matamoros  que  se  halló  sin  caballo,  pues  se  lo  tomó  su  herma- 
«no  D.  Nicolás  3-  lo  dejó  en  la  pelazga.  En  vano  quiso  huir  en  uno  ma- 
ído de  un  dragón  3-  pasar  el  río,  pues  no  pudo  superar  los  obstáculos 
«que  se  le  presentaron,  estando  el  puente  completamente  embarazado 
«con  tercios  3'  cargas  que  hacían  casi  imposible  su  tránsito;  entróse  en 
«una  casilla  inmediata,  3-  uno  de  sus  oficiales  lo  denunció,  entregándolo 
«traidoramente;  según  he  podido  averiguar,  también  fiíé  pasad  o  por  las 
«armas  al  siguiente  día  en  premio  de  su  bajeza.  Su  aprehensor  fué  el  sol- 
idado de  Frontera,  Eusebio  Rodríguez.» 

No  es  cierto  cjue  su  hermano  Nicolás  se  llevara  su  caballo  3- lo  dejara 
en  la  pelazga,  pues  de  ser  eso  cierto,  así  lo  habría  dicho  Matamoros,  pe- 
ro lejos  de  esto,  dice  que  estuvo  montado  á  caballo  durante  la  acción, 
bajo  uno  de  los  arcos  del  acueducto,  3-  cjue  cuando  vio  que  3'a  el  enemi- 
go estaba  dentro  de  las  cercas  de  piedra  3-  que  la  caballería  insurgente 

1  Palabras  del  mismo  Matamoros:  véase  en  el  Apéndice  el  informe  del  Capitán  D. 
Vicente  Filisola. 


343 

huía  á  escape  por  el  jiuente,  cjuiso  él  escapar,  ])ero  cuando  llegó  al  puen- 
te, vio  cjue  los  dragones  de  Orrantia  ya  estaban  delante  en  el  camino  y 
entonces  se  volvió,  se  apeó  r/e  su  caballo  tordillo  y  se  metió  en  un  jacal 
de  los  peones. 

No  es  tampoco  cierto  que  el  puente  estuviese  embarazado  con  tercios 
y  carga,  pues  de  haber  sido  así,  no  habrían  podido  pasar  por  allí,  á  es- 
cape, todo  el  grueso  déla  caballería  insurgente  ni  la  caballería  de  Orran- 
tia é  Iturbide,  que  iban  en  su  persecución. 

Tampoco  es  cierto  que  haya  habido  ningún  oficial  delator,  puesto 
que  Matamoros  se  entregó  él  mismo  á  un  granadero  de  la  Corona  y  á 
un  soldado  del  Fijo  de  Aléxico,  3'  de  aquí  que  tampoco  sea  exacto  que 
Rodríguez  hubiese  sido  su  aprehensor,  y  si  bien  es  cierto  que  el  Virrey 
Calleja  premió  á  Rodríguez  con  doscientos  pesos  por  la  supuesta  apre- 
hensión de  Mat;imoros,estofuédebido  á  la  ligereza  con  que  obró  Calle- 
ja dejándose  sorprender  por  el  oficio  que  le  dirigió  Iturbide  desde  San 
Felipe,  y  tan  esto  fué  así,  qixe  Calleja,  avergonzado  de  su  ligereza  y  que- 
riendo evitar  que  el  público  se  diese  cuenta  de  ella,  mandó  archivar  el 
informe  de  Llano  y  no  lo  mandó  publicar  en  la  Gaceta,  no  obstante  de 
que  Llano  le  pidió  en  su  mismo  informe  que  así  lo  hiciera,  el  cual  está 
fechado  en  Acámbaro  el  24  de  Julio  de  1814,  en  el  que  se  expresa  así: 
vEn  la  Gaceta  de  esa  Capital,  de  30  de  Junio,  he  visto  impreso  lo  conte- 
«nido  en  el  superior  oficio  de  V.  B.  de  19  de  Junio  sobre  este  asunto,  y 
vpara  que  el  público  no  viva  engañado  en  creer  que  el  dragón  hizo  una 
vacción  heroica,  espero  de  la  equidad  de  V.  E.  estampará  en  la  misma 
«Gaceta  este  mi  oficio  y  los  que  originales  acompaño  con  los  números 
al,  2,  3  y  4. 

Y  el  hecho  mismo  de  no  haber  mandado  Calleja  que  se  publicara  el 
informe  de  Llano,  para  no  ponerse  en  ridículo,  es  lo  que  ha  dado  lugar 
á  los  errores  en  que  han  incurrido  todos  los  autores  al  referirla  mane- 
ra como  fué  capturado  Matamoros. 

Los  insurgentes  dejaron  en  el  campo  de  Puruarán  más  de  seiscien- 
tos muertos,  entre  los  que  se  encontraban  varios  jefes  y  oficiales  y  tres 
sacerdotes  de  quienes  sólo  pudo  reconocerse  al  Br.  D.  Matías  Zavala, 
á  quien  Alamán  llama  Juan;  pero  fué  el  mismo  vicario  de  Matamo- 
ros que  lo  había  acompañado  desde  Jantetelco.  También  dejaron  sete- 
cientos prisioneros,  entre  los  que  se  encontraban  varios  frailes  de  diver- 
sas órdenes  religiosas  y  diez  y  ocho  jefes  entre  coroneles,  tenientes  co- 
roneles y  otros  de  menor  graduación,  y  todos  ellos  fueron  fusilados  en 
el  acto,  reservándose  solamente  á  Matamoros  para  llevarlo  á  Vallado- 
lid  como  trofeo  de  guerra  y  hacer  más  ostentosa  su  ejecución;  recogie- 
ron también  los  realistas,  como  botín  de  guerra,  23  cañones  y  300  car- 
gas de  toda  clase  de  municiones,  l 

1  Parte  de  Llano,  fechado  en  Puruarán  á  las  10  de  la  noche  del  7  de  Enero  de  1814, 
cuyo  original  existe  en  el  Archivo  General  de  la  Nación. —  Operaciones  de  Guerra. —  Lla- 
no, Ciríaco. —  Tomo  18,  fol.  2  fte. 


344 

Llano  nombró  Juez  instructor  de  la  causa  de  Matamoros  á  su  Ayu- 
dante el  Capitán  D.  Alejandro  Arana,  cjuien  en  la  misma  noche  del  día 
5,  le  tomó  su  primera  declaración  en  una  pieza  de  la  hacienda,  que  le  ser- 
vía de  prisión. 

Los  días  6  A'  7  se  ocupó  Llano  en  levantar  el  campo  3-  arreglar  lo  ne- 
cesario para  la  conducción  de  la  artillería  3'  municiones  quitadas  á  Ma- 
tamoros, pero  no  habiendo  podido  consegruir  las  muías  suficientes,  man- 
dó destruir  gran  parte  de  ellas. 

Calculando  Llano  que  lo  penoso  del  camino  j  lo  escabroso  de  la 
cuesta  que  tenía  que  subir  para  salir  de  Puruarán  eran  un  tropiezo  pa- 
ra la  marcha  del  ejército,  á  fin  de  facilitar  ésta  dispuso  cjue  el  día  7  á 
las  tres  de  la  tarde  saliera  la  tercera  sección  con  toda  la  artillería  hasta 
el  rancho  de  los  Sauces,  que  sólo  dista  media  luega  de  Puruarán,  y  no 
obstante  de  ser  tan  corta  la  distancia  y  de  cjue  los  prisioneros  ayuda- 
ban á  las  muías  á  subir  la  artillería,  con  mil  trabajos  pudieron  llegará 
los  Sauces  á  las  diez  de  la  noche. 

El  día  8  salió  todo  el  ejército,  llevando  á  Matamoros  en  una  muía 
aparejada  y  bien  asegurado  con  esposas  3^  grillos,  3'  pernoctaron  esa 
noche  en  los  ranchos  de  los  Hacheros;  el  9,  en  otro  rancho  de  los  mis- 
mos; el  10,  en  el  rancho  de  Zatñó;  el  11,  en  el  pueblode  Santa  Clara  y  el 
12,  llegaron  á  Pátzcuaro,  en  donde  se  detuvo  Llanodosdíasporelfiíer- 
te  temporal  de  aguas  que  se  había  desatado,  3-  durante  esos  dos  días, 
aprovechando  los  ratos  en  que  dejaba  de  llover,  mandó  exponer  á 
Matamoros  á  la  expectación  piiblica  en  la  plaza  principal  de  la  pobla- 
ción, 3'  el  día  15,  salió  de  Pátzcuaro  3-  llegó  á  Valladolid.  1 

En  Vallad olid,  como  en  Pátzcuaro,  filé  expuesto  Matamoros  á  la 
expectación  pública  en  la  plaza  principal  de  la  ciudad  y  se  le  destinó 
por  prisión  la  Cárcel  Correccional  clerical,  cu3-o  edificio  existe  hasta 
hoy  en  el  mismo  estado  y  está  destinado  á  colegio  católico.  Esta  cár- 
cel eclesiástica  la  mandó  construir,  anexa  al  Obispado,  el  señor  Obispo 
Elizacoechea,  á  mediados  del  siglo  XYIIL 

Tan  luego  como  llegaron  á  Valladolid,  continuó  el  Capitán  Arana 
el  simulacro  de  proceso  cjue  estaba  encargado  de  fi>rmará  Matamoros, 
y  con  tal  actividad  anduvo,  que  el  16  lo  terminó  3-  el  17  dirigió  Llano 
al  Obispo  electo  Abad  3^  Queipo,  el  siguiente  oficio: 
«Illmo.  Sor.» 

«En  el  ataque  dado  en  5  de  Enero  á  las  Fuerzas  de  los  rebeldes  en 
«la  Hacienda  de  Puruarán,  fortificada  por  ellos,  fiíé  hecho  prisionero  el 
«Lie.  Mariano  Matamoros,  Ciira  encargado  q.e  fué  de  Xantetelco, 
«Tente.  Gral.  de  los  rebeldes  \' segundo  del  iniquoM  órelos.  Sostuvoman- 


1  El  itinerario  que  siguió  Llano  de  Puruarán  á  Valladolid,  llevando  prisionero  á  Ma- 
tamoros, lo  he  tomado  de  su  parte  que  rindió  al  Virrey,  fechado  en  Valladolid  el  21  de 
Enero  de  1814. —  Archivo  General.— Operaciones  de  Guerra. —  Llano,  Ciríaco. — Tomo  18, 
fol.  22  V  siguientes. 


345 

«dando  en  xefe,  los  puestos  de  dicha  Hacienda,  hasta  q.e  nuestras  va- 
«Uentes  tropas  la  tomaron  por  asalto.» 

«La  notoriedad  de  q.e  este  rebelde  ha  sido  el  principal  cabecilla,  3' los 
«daños  incalculables  q.e  ha  causado  ala  Nación  Española,  lo  sabe  V.  S.  I. 
«lo  mismo  q.e  3-0;  debiendo  sufrir  la  pena  de  muerte,  p.a  escarmiento  del 
«Público,  he  determinado  dar  á  Y.  S.  I.  este  aviso  p.a  las  medidas  q.e 
«V.  S.  I.  tenga  á  bien  tomar  por  lo  respectivo  á  las  Censuras,  y  demás 
«trámites  de  su  Jurisdicion.» 

« Vallad olid,  Enero  17  de  1814.» 

«Ciríaco  de  Llano,»  rtibrica.  l 

Y  el  obispo  de  Michoacán,  en  vista  del  anterior  oficio  de  Llano,  en  su 
decreto  de  18  de  Enero,  que  en  seguida  copiamos,  decretó  la 


Degradación  de  Matamoros. 

«Valladolid,  Enero  18  de  1814.» 
«Yisto  el  oficio  q.e  antecede  del  Sr.  Brigadier  D.  Ciriaco  de  Llano,  Co- 
«mandante  General  del  Exercito  del  Norte:  siendo  público  y  notorio 
«cuanto  en  dicho  Oficio  se  expone,  esto  es,  q.e  el  Lie.  Alariano  Alatamo- 
«ros.  Cura  encargado  q.e  fiíé  de  Xantetelco  del  Arzobispado  de  México, 
«filé  preso  en  el  ataque  de  Puruarán  el  día  cinco  del  corriente,  siendo  el  Xefe 
«como Tente. Gral.  de  los  rebeldes,  y  segundo  de  Morelos:  q.e  no  sóloes 
«reo  deApostasia,  de  lesaMagestad  \'  alta  traición,  sino  q.e  por  la  opi- 
«nion  q.e  habia  adquirido  con  los  infamadores  q.e  siguen  y  protejen  la 
«insurrección,  habia  venido  á  ser  su  principal  apo\-o,  y  ha  sido  en  efecto 
«la  causa  eficiente  3^  moral  de  una  serie  de  males  incalculables  q.e  hanafli- 
«gido  al  Reyno:q.e  por  consiguiente  se  halla  innodado  con  las  Censuras 
«eccas.  fulminadas  por  los  sagrados  Cánones  contra  este  género  de  per- 
« turbad  ores  públicos,  publicadas  pornuestros  Edictos,  3- por  los  Edictos 
«de  los  otros  Ihistrísimos  Señores  Diocesanos,  3- en  los  del  Santo  Oficio  de 
«la  Inquisición,  expedido  últimamente,  los  quales  violó,  delinquiendo  en 
«los  mismos  territorios  con  tanto  escándalo  3^  desprecio  de  la  Iglesia.  Por 
«tanto  declaramos  q.e  dicho  Lie.  Mariano  Alatamoros,  perdió  por  sus 
«crímenes  notorios  el  privilegio  del  Fuero  y  el  privilegio  del  Canon,  v 
«lo  declaramos  lisa  y  llanamente  entregado  ala  Potestad  militar,  q.e  lo 
«aprehendió  3'  conoce  de  su  causa:  y  q.e  no  puede  ser  absuelto  de  otras 
«Censuras  eccas.  sin  q.e  antes  satisfaga  á  la  Iglesia  por  medio  de  una 
«desaprovación  pública  de  los  escándalos  con  q.e  le  ha  ofendido,  3' abju- 
«re  los  errores  de  Impiedad  y  Heregía  en  q.e  parece  ha  incurrido,  en  el 
«hecho  de  sostener  en  sus  escritos,  3'  con  la  espada,  q.e  la  actual  reve- 
«lion  de  la  Nueva  España  es  justa  3'  legítima,  siendo  notoriamente 
«lo  contrario,  3'  reprobada  por  el  Derecho  natural,  por  el  Derecho  di- 

1  Causa  original  de  Matamoros,  fol.  1,  fte. 


346 

«vino,  por  el  Derecho  de  gentes  y  por  el  Derecho  público  de  todas  las  so- 
(iciedades  humanas;  ó  se  compurgue  de  la  veemente  sospecha  q.e  contra 
«él  resulta  en  esta  razón,  v  por  su  ensordescencia  en  las  Censuras:  y  sa- 
«tisfaga  los  daños  causados  á  la  Sociedad  en  el  modo  posible,  esto  es, 
«absolviendo  con  verdad,  y  buena  fe  todas  las  questiones,  q.e  legitima- 
«mente  le  hiciere  el  Tribunal  militar  q.e  conoce  de  su  causa,  y  q.e  pue- 
«dan  conducir  á  la  pacificación  general  y  á  detener  el  fuego  de  la  insu- 
«rreccion  q.e  todo  lo  devora  y  destruye.  Y  para  q.e  pueda  meditar,  y 
«comprender  la  necesidad  en  q.e  se  halla  de  hacer  estas  re])araciones, 
«suplicamos  al  Sor.  General,  q.e  luego  q.e  el  Sor.  Provisor  (áquienseco- 
«mete)  notifique  al  reo  este  Decreto,  se  sirx'-a  S.  Sría.  mandar,  q.e  no  se 
«le  perturbe  con  ninguna  diligencia  judicial  ni  esta  tarde,  ni  mañana, 
«ni  pasado  mañana,  esto  es,  miércoles  y  jueves:  previniendo  al  Oficial 
«de  Guardia,  dexe  entrar  á  dicho  Sr.  Provisor,  y  al  confesor  q.e  ha  ele- 
agido  todas  las  veces  q.e  el  reolopidiere,  á  fin  de  q.e  le  faciliten  losauxi- 
«lios  convenientes,  en  el  concepto  de  q.e  el  viernes  á  las  ocho  de  la  ma- 
«ñana  el  mismo  Sr.  Provisor  pasará  á  poner  en  diligencia  judicial  lo 
«q.e  resultare  de  estas  medidas, 3-  sedará quenta  con  testimonio  al  mis- 
«mo  Sor.  General,  para  los  procedimientos  ulteriores.  Acompáñesele 
«ahora  testimonio  de  este  Decreto  en  contestación  de  su  citado  oficio. 
«El  Illmo.  Sor.  Dr.  Dn.  AlanuelAbad  y  Oueipo,  Canónigo  Penit."  de  es- 
ata  Santa  Iglesia,  Obispo  Electo,  y  Gobernador  de  esteObispado,  asilo 
«decretó  y  firmó.» 

«Ahacl,  Obpo.  Electo.  Rubrica.» 
«•Santiago  Camina,  Serio.  Rubrica.» 

El  mismo  día  líS  le  fiíé  notificado  á  Matamoros  el  anterior  decreto, 
3"  desde  ese  momento  debe  haber  comenzado  una  lucha  terrible  entre  el 
Provisor,  á  quien  ha  de  haber  a^-udado  mu^'  eficazmente  el  confesor  de 
Matamoros;  el  jDrimero,  tratando  de  convencerlo  de  Cjue  para  librarse 
de  las  penas  del  infierno  debía  de  cumplir  con  lo  mandado  por  el  Prela- 
do, esto  es,  que  para  absolverlo  de  las  censuras  en  que  había  incurrido 
y  que  pudiera  recibir  los  sacramentos,  era  condición  precisa  que  satis- 
faciese á  la  Iglesia  <ipor  medio  de  una  desaprobación  pública  de  los  es- 
cándalos con  que  la  ba  ofendido, )>  y  durante  esos  tres  días  de  lucha  no 
se  pudo  conseguir  otra  cosa,  sino  fué  el  que  firmara  una  declaración  re- 
dactada por  el  mismo  Provisor,  quien  para  no  hacerla  sospechosa,  in- 
trodujo en  ella  algunos  hechos  que  Matamoros  le  había  referido  en  sus 
conversaciones,  y  algunos  pequeños  párrafos  qtie  redactó  el  mismo 
Matamoros  y  en  los  que  se  reconoce  perfectamente  su  estilo,  muA-  seme- 
jante al  que  se  ve  en  su  carta  al  Obispo  deTabasco  3- en  su  proclama  de 
Tonalá,  3-  el  cual  contrasta  notablemente  con  el  estilo  en  que  está  escri- 
to el  resto  de  la  declaración  que  se  le  obligó  á  firmar,  amedrentándolo 
con  no  absolverlo  de  las  censuras,  para  que  pudiese  recibir  los  sacra- 
mentos que  él  anhelalja  tan  vivamente  para  salvar  su  aliña  de  las  pe- 


347 

ñas  del  infierno.  Así  nos  lo  (Icniuestra  niu\-  claramente  este  ])árrafo  de 
su  declaración,  redactado  ¡jor  Matamoros,  el  cuíd  dice  así:  nY concluye 
«.pidiendo  al  Illnio.  Sor.  Obispo  Electo,  Gobernador  de  esta  Diócesis, 
vq.e  si  S.  S.  I.  discurre  algún  otro  medio  de  reparar  estos  daños  y  sa- 
«tisíacer  á  la  Iglesia  nuestra  Madre,  á  sus  Prelados  y  al  Gobierno  ofen- 
vididos,  se  sirva  sugerírselo,  para  ponerlo  prontamente  en  execucion, 
^.suplicándole  así  mismo,  y  con  el  mayor  rendimiento,  mande  absolver- 
ido  de  todas  las  censuras  con  q.e  se  halla  ligado,  para  tener  el  consuelo 
«de  recibir  los  Santos  Sacramentos,  y  fortalecer  con  ellos  su  alma  para 
«e/  último  trancen 

Cubierto  con  la  capa  de  la  humildad  y  el  arrepentimiento,  no  se 
ve  otra  cosa  en  la  primera  parte  del  párrafo  que  acabamos  de  copiar, 
que  un  amargo  despecho,  cuando  le  dice  al  Obispo  que  si  no  queda  con- 
forme con  que  firme  aquella  inicua  declaración,  discurra  cuanto  más 
quiera  j'se  lo  sugiera  para  ejecutarlo;  pero  que  lo  absuelva  délas  censu- 
ras para  recibir  los  sacramentos,  y  en  el  fondo  se  trasluce  ima  velada 
protesta  contra  aquel  acto  indecoroso  que  se  le  obliga  á  ejecutar,  á  la 
vez  que  una  explicación  á  la  posteridad  de  los  motivos  que  lo  obligaron 
á  firmar  aquella  declaración  que  está  en  abierta  pugTia  con  lo  asentado 
por  él  diez  meses  antes  en  la  carta  que  escribió  en  Tonalá  al  Obispo  de 
Tabasco;  pero  no  obstante  su  oferta  de  hacer  cuanto  le  ordenara  el 
obispo  para  desagraviar  á  la  Iglesia  y  al  Gobierno,  no  consintió  en  ha- 
cer la  manifestación  pública  que  se  le  exigía,  condenando  como  errores 
los  principios  Scigradüs  de  libertad  é  independencia  de  su  patria,  por  los 
que  iba  á  derramar  su  sangre  en  un  cadalso,  \-  esto  se  encarga  de  con- 
firmarlo el  mismo  Obispo  Abad  y  Queipo  en  su  auto  de  21  de  Enero  de 
ISl-i,  en  el  cjue  se  expresa  así:  «Visto  este  Expediente,  saqúese  testimo- 
«nio  del  Decreto  y  diligencia  q.e  precede,  en  q.c  se  acredite  q.e  el  reo  Ma- 
lí tamoros  ha  cumplido  ex  parte  con  el  tenor  de  Nuestro  Decreto  de  diez 
«3-  ocho  del  corriente,  y  parece  dispuesto  á  darle  cumplimiento  en  el 
fUodo.» 

Y  en  ese  mismo  decreto,  del  que  se  le  mandó  una  copia  á  Llano,  se  le 
suplica  conceda  á  Matamoros  los  ocho  días  francos  que  solicita  para 
disponer  su  alma,  á  lo  que  contestó  Llano,  que  «en  vista  de  las  críticas 
circunstancias  del  día,  no  podía  darle  más  que  el  tiempo  necesario  de 
tres  días  para  la  disposición  de  su  alma,  puesto  que  tenía  adelantado 
el  tener  confesor  á  su  satisfacción  desde  ocho  días  antes.» 

En  vista  de  ese  oficio  de  Llano,  el  Obispo  Abad  y  Queipo  decretó  el 
siguiente  proveído: 

« Vallad olid,  Enero  27  de  1814.» 

«Agregúese  al  expediente  del  asunto,  y  pase  al  Señor  Provisor  para 

«q.e  proceda  á  la  absolución  del  reo  Mariano  Matamoros  por  anteNo- 

«tario.y  con  arreglo  al  Ritual  Romano,  omitiendo  solamente  la  percu- 

«sion  con  vara;  lo  que  pondrá  por  diligencia.  El  Illmo.  Sr.  Dr.  Dn.  Ma- 

AxALEs.  T.  IV.— 4.3. 


348 

«nuel  Abad  y  Queipo,  Obispo  Electo  3'  Gobernó. r  de  esta  Diócesis  asi  lo 
«decretó  y  firmó.» 

vAbad,  Obispo  Electo.))  Rubrica. 
«Santiag'o  Camina,  Serio.»  Rubrica. 

Y  en  cumplimiento  del  auto  que  precede,  al  siguiente  día  procedió  el 
Provisor  á  la  absolución  de  Matamoros,  según  lo  testifica  el  certifica- 
do del  notario  que  dio  fe  del  acto,  el  cual  dice  textualmente. 

«El  infrascripto  Notario  majnir,  y  Público  certifico  en  cuanto  pue- 
«do,  debo  y  el  derecho  me  permite  q.e  hoy  día  de  la  fecha  á  las  diez  de 
«la  mañana  pasó  el  Sor.  Licenciado  D.  Francisco  de  la  Concha  Casta- 
«ñeda.  Provisor  y  Vicario  general  de  este  Obispado,  á  la  Cárcel  episco- 
«pal  de  esta  Ciudad  donde  se  halla  preso  Mariano  Matamoros,  y  ha- 
«biéndose  revestido  de  Sobrepelliz,  bonete  y  estola  morada,  nos  introduxo 
«el  Oficial  de  guardia  á  la  bartolina  del  citado  reo,  y  puesto  este  de  ro- 
«dillas  ante  el  expresado  Sr.  Provisor,  recibió  la  absolución  de  las  Cen- 
«suras  en  q.e  ha  incurrido  por  sus  delitos  públicos,  conforme  á  lo  pre- 
« venid  o  en  el  Ritual  Romano,  esepto  la  percusión  con  vara,  excluida  en 
«el  superior  decreto  de  su  comisión,  y  p.¡^  q.e  conste  donde  convenga, 
«en  virtud  de  lo  mandado,  siento  la  presente  en  esta  Ciudad  de  Valla- 
«dolid  á  veinte  y  ocho  de  Enero  de  mil  ochocientos  catorce.» 

«En  testimonio  de  Verdad.» 

viRamon  Franco  de  Aguilar.))  Rubrica. 

«Nt.o  Mao.r  y  Publico.» 

No  obstante  de  que,  según  la  determinación  de  Llano,  solóse  le  con- 
cederían á  Alatamoros  tres  días  para  disponer  sti  alma,  se  dejaron 
transcurrir  seis  días,  después  de  haberlo  absuelto  de  las  censuras,  para 
haberlo  ftisilado,  lo  que  sólo  se  explica  por  la  contumacia  de  Alatamo- 
ros en  negarse  á  dar  la  pública  condenación  de  sus  errores,  que  con 
tanto  empeño  se  le  exigía,  y  sólo  cuando  llegaron  á  convencerse  de  que 
les  era  imposible  domar  aquella  inquebrantable  voluntad  de  hierro, 
fué  cuando  procedieron  á  ejecutarlo,  sin  haber  logrado  al  fin  el  que  el 
denodado  caudillo  insvirgente  condenara  públicamente  como  errores 
aquellos  mismos  principios  que  había  defendido  como  justos  y  legíti- 
mos, según  lo  asentó  bajo  su  firma,  en  su  carta  al  Obispo  de  Tabasco  y 
en  su  proclama  que  expidió  en  Tonalá;  pues  es  un  hecho  incuestionable 
que  tanto  el  oficio  que  dizque  subscripto  por  Matamoros  media  hora 
antes  de  morir,  segtin  dice  Llano  en  su  oficio  de  3  de  Febrero  de  1814, 
con  el  que  remite  ese  documento  y  el  manifiesto,  dizque  de  Matamoros, 
son  apócrifos,  pues  ni  en  el  oficio  ni  en  el  manifiesto  se  ve  el  estilo  que 
Matamoros  usaba  en  sus  escritos.  En  Morelia  me  contó  un  anciano  ca- 
racterizado, que  él  supo  por  su  padre  que  el  famoso  manifiesto  atribuí- 
do  á  Matamoros,  y  publicado  en  el  núm.  516  de  la  Gaceta  de  12  de  Fe- 
brero de  1814,  fué  confabulado  por  Llano  y  el  Obispo  Abad  y  Queipo, 


349 

que  fué  quien  lo  escribió,  y  en  efecto,  si  comparamos  cuidadosamente 
ese  documento  con  los  escritos  del  obispo  electo  de  Valladolid,  encon- 
tramos una  notoria  semejanza  en  el  estilo,  lo  que  me  induce  á  conside- 
rar como  verídica  esa  versión,  tanto  más  cuanto  cjue  ella  está  de  acuer- 
do con  el  juicio  que  todos  los  autores  han  emitido  respecto  á  ese  docu- 
mento, pues  ni  el  mismo  Alamán,  tan  dispuesto  siempre  á  creer  todo 
cuanto  fuere  degradante  para  los  insurgentes,  pudo  tragar  semejante 
pildora,  como  lo  demuestra  muy  claramente  en  una  nota,  en  la  página 
17  del  tomo  IV  de  su  Historia  de  México,  en  la  que  se  expresa  así,  refi- 
riéndose al  apócrifo  manifiesto  tle  Matamoros: 

«Llano,  en  el  oficio  de  3  de  Febrero,  día  de  la  ejecución,  con  que  re- 
«mitió  al  virrey  el  manifiesto  de  Matamoros,  publicado  en  la  Gaceta  de 
«12  del  mismo  mes,  número  516;  con  todo  lo  demás  relativo,  dice  que  lo 
«manda  original,  loque  no  habría  hecho  si  fuese  supuesto;l  sin  embargo, 
«habiéndolo  buscado  en  el  Archivo  general  no  se  ha  encontrado.  2  Por  el 
«estilo  pedante  de  este  documento,  parece  cosa  que  escribió  algún  otro 
«V  ñnnó  Matamoros,  porque  no  escribe  así  quien  va  á  morir  dentro  de 
«media  hora.  Véanse,  por  el  contrario,  en  el  apéndice  del  tomo  2°,  do- 
«cumentos  núm.s  1-i  3-  15, las  manifestaciones  de  Hidalgo  3-  deD.  Juan 
«Aldama,  que  tienen,  por  el  contrario,  todo  el  carácter  de  origina- 
(des  3'  propias  de  las  circunstancias.» 

Es  probable  t[ue  si  Llano  no  hubiera  recibido  la  orden  apremiante 
del  Virrev  para  que  fusilara  inmediatamente  á  Matamoros,  habría  dila- 
tado otros  días  más  su  ejecución,  con  el  fin  de  hacerlo  que  escribiera  ó 
al  menos  firmara  acjuel  anhelado  manifiesto,  que  tan  útil  creía  para 
minar  y  extinguir  la  revolución;  pero  en  vista  de  la  orden  terminante 
del  Virre3',  tuvo  c^ue  proceder  á  fusilar  á  Matamoros  3'  conformarse  con 
publicar,  para  los  fines  que  se  proponía,  un  manifiesto  apócrifo,  á  falta 
del  original,  que  no  pudo  obtener. 

De  la  orden  del  Virrey,  á  que  me  refiero,  existe  la  minuta  en  el  Ar- 
chivo General,  3  3'  dice  así: 

«Teniendo  noticia  p.r  el  Com.te  militar  de  Valladolid,  Tente. Coel. 
«D.  Domingo  Landúzuri  q.e  en  una  de  las  acciones  q.e  el  Exercito  al 
«mando  de  V.  S.  sostuvo  contra  los  rebeldes  en  esa  Provincia  aprehen- 
«dió  al  Sacriligo  clerico  Matamoros  y  otros  cabecillas,  prevengo  á  V. 
«S.  q.e  disponiendo  se  forme  á  dichos  rebeldes  una  brebe  sumaria  de 
«sus  horribles  crímenes  los  haga  ¡jasar  por  las  armas  en  cualquiera  nri- 
«mero  q.e  sean  sin  inas  dilación  q.e  la  necesaria  p.a  q.e  se  dispongan 

1  ¿Y  por  qué  no,  si  el  Virrey  y  todos  ellos  tenían  interés  en  el  asunto? 

2  Yo  también  lo  busqué,  y  no  existe  ni  en  el  Archivo  ni  agregado  á  la  causa  de  Ma- 
tamoros, en  donde,  de  haber  sido  auténtico,  podía  haberse  mandado  agregar  para  memo- 
ria; pero  como  no  lo  fué,  se  hizo  necesario  destruir  el  original  para  que  no  se  descubriera 
el  fraude,  y  esto  prueba  que  ni  siquiera  tenía  la  firma  de  Matamoros,  como  supone 
Alamán. 

3  Operaciones  de  Guerra. — Llano,  Ciriaco. — Tomo  18,  fol.  21. 


350 

«cristianamente,  y  p.r  niiigíin  caso  remita  V.  S.  á  esta  Capital  nin- 
«guno  de  esos  individuos,  pues  si  conviniere  ampliar  la  Sumaria  ó 
«formar  por  separado  una  información  sobre  los  planes  v  proyectos 
«de  los  facciosos,  y  sobre  la  relación  y  comunicaciones  q.e  tengan  con 
«individuos  de  esta  Capital  ú  otros  lugares  del  Reyno,  todo  debe  eba- 
«cuarse  en  ese  Exercito,  procurando  V.  S.  q.e  se  reserve  cuidadosamen- 
«te  lo  q.e  exigiere  secreto,  \-  dándome  cuenta  oportunamente  con  sus 
«resultas.» 

«D.— México.  Enero  20  de  1814-.» 
«S.  D.  Ciríaco  de  Llano.» 

El  día  24'  de  Enero  fué  admitido  Matamoros  como  hermano  de  la 
cofradía  de  Ntra.  Sra.  de  la  Consolación,  según  consta  del  asiento  que 
existeenla  página20del  «Libro  en  q.e  se  asientan  los  Coírades  deNtra. 
»Sra.de  la  Consolación  ó  del  Cinto  de  Sn.  Ag-ustin  de  Valladolid,»  exis- 
tente en  el  archivo  del  extinguido  convento  de  San  Agustín  de  Morelia, 
cuyo  asiento  dice:  «En  24  de  Enero  de  1814  asenté  por  herni.o  á  D." 
uMariano  Xlatanioros,  clérigo  reo  q.e  está  en  la  cárcel  de  Palacio  i  y  le 
nenihié  el  cinto. « 

Es  probable  que  también  se  haya  inscripto  Matamoros  como  herma- 
no del  tercer  orden  de  San  Francisco,  puesto  que  esa  hermandad  fué  la 
que  recogió  y  dio  sepultura  en  su  capilla  á  su  cadáver,  y  mientras  se 
verificaba  su  ejecución,  se  celebraban  en  el  mismo  templo  unas  honras 
fúnebres  por  el  alma  del  caudillo  insurgente;  pero  esto  no  lo  pude  com- 
probar por  el  hecho  de  haberse  perdido  el  archivo  antiguo  de  los  fran- 
ciscanos, como  lo  dejo  ya  referido  en  el  Preámbulo. 


MUERTE   DE    .M.\TAMOROS.  -^ 

El  martes  1"  de  Febrero  de  1814,  fué  puesto  en  capilla  Matamoros 
y  fué  fusilado  el  jueves  3  del  mismo  mes. 

En  la  mañana  de  ese  día  la  caballería  realista  cubrió  las  entradas 
de  la  ciudad,  colocando  retenes  en  las  garitas,  3'  avanzadas  en  los  cami- 
nos, en  previsión  de  que  los  insurgentes  quisieran  hacer  alguna  inten- 
tona para  salvar  á  Matamoros,  á  la  vez  que  la  infantería  formaba  el 
cuadro  en  la  plaza  principal,  donde  debía  verificarse  la  ejecución,  y  la 
artillería  cubría  las  bocacalles  que  daban  acceso  á  la  plaza,  colocando 
en  cada  una  de  ellas  un  ctiñón  cargado  con  metralla  y  los  artilleros 
con  la  mecha  encendida,  listos  para  hacer  fuego  á  la  primera  manifesta- 


1  Palacio  episcopal. 

2  Los  datos  relativos  á  la  muerte  de  Matamoros,  los  tomé  de  la  relación  del  Tenien- 
te D.  Manuel  Montano,  que  fué  testigo  presencial. 


AnAI.KS.— TclMcl  IV. 


LÁiM.  +0. 


Miirclin, — Cñrccl  cleri<1al  en  donde  esUivn  ]ires<>  Matanionis. 


Analics.  T.  IV. 


I.ÁM.     +S. 


^[orelia,  Portal  del  Santo  Ecce-Homo,  hov  Portal  de  Matf 


351 

ción  de  sinij^atía  qtie  el  pueblo  hiciera  á  favor  del  reo.  La  tuerza  que 
custodiaba  la  plaza,  se  componía  de  más  de  tres  mil  hombres,  inclusa 
la  artillería  y  una  compañía  de  cien  infantes  que  al  mando  del  fiscal 
de  la  causa.  Capitán  D.  Alejandro  Arana,  formó  el  cuadro  para  la  eje- 
cución. 

Sirvió  de  patíbulo  un  tablado  improvisado,  de  seis  varas  en  cua- 
dro, que  se  levantó  junto  á  una  de  las  columnas  del  portal  del  Santo 
Ecce  Homo  i  El  cadalso  estaba  totalmente  cubierto  por  paños  negros 
y  en  el  centro,  pegado  á  la  pilastra  del  portíd,  estaba  el  pie  de  gallo 
que  debía  ocupar  el  reo  para  recibir  la  muerte. 

Poco  antes  de  las  diez  de  la  mañana,  las  campanas  de  Catedral  co- 
menzaron á  tocar  agonías,  cuyo  lúgubre  toque  fué  secundado  por  las 
campanas  de  todas  las  iglesias  de  la  ciudad,  y  como  si  esto  hubiese  sido 
una  señal  convenida,  dieron  principio,  en  esos  mismos  momentos,  unas 
honras  fúnebres  en  la  iglesia  del  Tercer  Orden  de  San  Francisco,  las  que, 
según  dice  Alamán,  2  fueron  costeadas  por  los  afectos  á  la  revolución; 
pero  3'0  creo  que  las  celebraron  los  mismos  terceros  por  el  alma  de  su 
cofrade,  que  estaba  próximo  á  morir,  pues  no  es  de  creerse  que  los  afec- 
tos á  la  revolución,  anonadados,  como  han  de  haber  estado,  por  los  te- 
rribles golpes  que  ésta  acababa  de  sufrir,  hayan  querido  exponerse  á 
sufrir  el  castigo  que  de  fado  se  les  habría  im])uesto  por  haber  manifes- 
tado tan  públicamente  su  condolencia  por  un  insurgente  condenado  al 
último  suplicio. 

Al  comenzar  el  toque  de  agonía,  en  las  iglesias,  el  Capitán  Arana, 
fiscal  de  la  causa  de  Alatamoros,  y  el  Teniente  de  la  Corona,  D.  Anto- 
nio Esnaurrízar,  al  frente  de  una  fuerte  escolta,  se  dirigieron  á  la  Cárcel 
Correccional  para  condvicir  al  reo  al  lugar  del  suplicio. 

Pocos  momentos  después  de  haber  llegado  á  la  prisión  el  Capitán 
Arana  y  el  Teniente  Esnaurrízar  con  su  escolta,  apareció  Matamoros 
en  la  puerta,  acompañado  de  su  confesor  el  Br.  D.  Santos  Villa  3'  de 
otro  sacerdote,  y  tan  luego  como  pisó  la  calle,  se  quitó  los  zapatos  y 
marchó  descalzo  al  patíbulo;  pero  en  lugar  de  que  sus  verdugos  lo  con- 
dujeran calle  recta  al  lugar  del  cadalso,  del  que  sólo  dista  la  Cárcel  Co- 
rreccional unas  dos  cuadras  hacia  el  Sur,  lo  hicieron  caminar  rumbo  al 
Este,  por  las  calles  de  la  Amargura  y  el  Reloj,  siguiendo  por  las  del  Es- 
tudiante y  la  Aduana,  y  doblando  á  la  derecha,  pasó  por  el  frente  del 
portal  de  la  Nevería,  3  dejando  á  su  izquierda  el  atrio  de  Catedral;  pe- 
netró á  la  plaza  y  la  atravesó  para  llegar  al  lugar  del  suplicio. 

Matamoros,  desde  que  salió  de  la  prisión,  marchó  con  paso  seguro 
y  continente  altivo,  rezando  en  voz  alta  y  serena  el  Miserere.  En  el  tra- 
yecto de  las  calles  de  la  Amargura  y  el  Reloj,  se  reconcilió  tres  veces, 
para  lo  cual  se  arrimaba  contra  la  pared  con  su  confesor,  y  los  solda- 

1  Hoy  portal  de  Matamoros. 

2  Nota  del  Tomo  IV,  pág.  17. 

3  Hov  Portal  de  Iturbide. 


352 

dos  retiraban  la  gente.  Al  llegar  al  cadalso,  subió  con  pie  firme  y  fué  á 
colocarse  en  el  pie  de  gallo,  sin  dejar,  ni  por  un  momento,  de  recitar  el 
Miserere.  Cuando  llegó  al  pie  de  gallo,  le  ordenaron  que  se  arrodillara, 
pero  se  negó  á  ello  con  dignidad  y  permaneció  de  pie;  lo  ataron  al  ma- 
dero del  respaldo  del  pie  de  gallo,  con  xm  cordel, por  debajo  délas  arcas, 
y  le  vendaron  los  ojos  con  un  pañuelo;  en  seguida,  á  una  señal  del  Te- 
niente Esnaurrízar,  los  soldados  que  formaban  el  pelotón  encargado  de 
la  ejecución,  hicieron  la  descarga  fatal,  pero  con  pésima  puntería,  pues 
Matamoros,  aunque  mal  herido,  quedó  con  vida,  y  con  voz  agonizante, 
pero  fuerte  y  serena,  siguió  recitando  el  Miserere,  mientras  los  soldados 
se  disponían  nuevamente  para  hacer  una  segunda  descarga,  la  que  aca- 
bó con  su  existencia  á  las  once  de  la  mañana  del  jueves  3  de  Febrero 
de  1814. 

El  cadáver  quedó  expuesto  á  la  espectación  pública  en  el  mismo  lu- 
gar del  suplicio,  hasta  las  tres  de  la  tarde  que  lo  recogieron  los  herma- 
nosdel  Tercer  Orden  y  lo  llevaron  á  sepultar  en  su  capilla,  la  queestaba 
contigua  á  la  iglesia  del  convento  de  S.  Francisco,  la  que  todavía  exis- 
te; pero  de  la  capilla  donde  estuvo  sepultado  Alatamoros,  no  quedaron 
ni  vestigios:  hace  muchos  años  que  la  derribaron  sin  motivo  alguno,  y 
no  queda  más  memoria  de  ella  que  una  vista  que  pintó  al  óleo  mi  muy 
querido  amigo  el  Sr.  Lie.  D.  Mariano  de  Jesús  Torres,  que  es  de  la  que 
tomé  la  fotografía  que  aquí  publico. 

Los  restos  de  Matamoros  permanecieron  sepultados  en  la  capilla 
del  Tercer  Orden  hasta  Septiembre  de  1823,  que  fueron  trasladados  ala 
Catedral  de  México,  donde  hoj-  se  encuentran. 

Cuando  supo  Morelos  la  prisión  de  Matamoros,  propuso  al  VirrcA^, 
desde  Coyuca,  el  canje  de  Matamoros  por  doscientos  prisioneros  del 
batallón  de  Asturias  y  otros  cuerpos  expedicionarios  que  tenía  en  sus 
prisiones;  esa  proposición  la  mandó  con  uno  de  los  prisioneros  europeos 
que  tenía  en  su  poder,  á  quien  puso  en  libertad  y  lo  hizo  conducir  has- 
ta Toluca;  pero  éste  llegó  á  México  hasta  el  5  de  Febrero,  dos  días  des- 
pués de  la  muerte  de  Matamoros,  y  aunque  el  Virrey  no  tenía  aún  noti- 
cias de  ese  suceso,  pues  la  comunicación  de  Llano,  en  que  le  noticiaba 
la  ejecución  de  Matamoros,  la  recibió  hasta  el  día  10  en  la  tarde,  i  na- 
da había  resuelto  en  ese  tiempo  ni  resolvió  al  fin  sobre  la  proposición 
de  Morelos. 

Morelos  esperó  en  vano  larespuestcidelVirrej-,  y  cuando  supo  el  trá- 
gico fin  de  Matamoros,  exclamó:  ¡Me  han  cortado  mi  brazo  izquierdo! 

1  Gaceta  del  12  de  Febrero  de  1814-,  Tomo  V,  pág.  169. 


353 


CONCLUSIÓN. 

Si  3'o  me  propusiera  hacer  aquí  el  elogió  de  Matamoros,  seguramen- 
te que  no  faltaría  quien  lo  tachara  de  parcial,  por  eso  prefiero  ceder  la 
palabra  á  sus  mismos  enemigos,  y  ellos  serán  quienes  se  encarguen  de 
esa  tarea,  sin  despertar  sospechas;  oigámoslos: 

El  Obispo  electo  de  Michoacán,  D.  Manuel  Abad  3'  Qtieipo,  bien  co- 
nocido como  uno  de  los  más  recalcitrantes  realistas,  en  el  informe  c¿ue 
mandó  á  Ferntindo  Vil, el  cual  está  fechado  en  México  el  20  de  Juliode 
1S15,  se  expresa  así:  «Se  perdió  Onzava,  se  perdió  Oaxaca,  se  destrosó 
«el  invicto  \^  glorioso  batallón  de  Asturias  l  y  los  insurgentes  se  hicie- 
«ron  de  armas  y  recursos  infinitos:  MoRELOS  y  Matamoros  vinieron 

«ÁSERELOIiJETO  DE  LA  ADMIRACIÓN  V  DEL  AMOR  DEL  PARTIDO  INSURGEN- 

«TE  oculto  3'  manifiesto,  el  cual  engrosó  prodigiosamente  desde  aquella 
«fecha.» 

Y  el  mismo  Prelado,  en  su  decreto  de  18  de  Enero  de  1814,  por  el  que 
degradó  á  Matamoros  de  su  fuero  eclesiástico,  dice;  «Esto  es,  que  el 
«Lie. o  Mariano  Matamoros  Cura  encargado  q.e  fue  de  xantetelco  del 
«Arzobispado  de  México,  fue  preso  en  el  ataque  de  Puruaran  de  cinco 
«del  corriente  siendo  el  xefe  como  Tent.e  Gra.l  de  los  rebeldes,  y  segun- 
«do  de  Morelos:  qs  no  solo  es  reo  de  apostasia,  de  lesa  Magestady  al- 
afa traición,  sino  q.e  por  la  opinión  q.e  bahia  adquirido  con  los  infa- 
«niadores  que  siguen  y  protejen  la  insurrección,  había  venido  á  ser  su 
«PRINCIPAL  APOYO,  v  ¿a  sido  en  electo  la  causa  enciente  y  moral  de  una 
«serie  de  males  incalculables  que  han  añigido  al  Rey  no.» 

Y  Alamán,  que  jamás  desperdició  la  más  insignificante  oportunidad 
para  incriminar  á  los  insurgentes,  refiriéndose  á  Matamoros  se  expre- 
sa en  estos  términos:  ^  «Matamoros  fué  el  auxiliar  mas  útil  q.e  Atóre- 
nlos tuvo,  3-  el  jefe  mas  activo  3'  feliz  cpie  habia  habido  en  la  revolución: 
«ninguno  de  los  que  en  ella  tomaron  parte  ganó  acciones  tales  como  la 
«de  Tonalá  contra  las  fuerzas  de  Guatemala  3'  la  del  Palmar  en  c^ue  fue 
«derrotado  3-  hecho  prisionero  el  batallón  de  Asturias;  en  el  sitio  de 
«Cuantía,  lo  hemos  visto  salir  á  viva  fuerza  de  aquel  pueblo  para  pro- 

1  Ese  cuerpo,  con  su  coronel,  jefes  y  oficiales,  fué  el  que  hizo  prisionero  Matamoros 
en  la  batalla  del  Palmar. 

2  Tomo  IV,  págs.  17  y  18. 


354 

«curar  introducir  viveres  á  él,  3-  en  la  toma  de  Oaxaca  tuvo  una  parte 
«muj'  principal,  habiendo  sido  constantes  sus  esfuerzos  para  organizar 
«tropas  y  establecer  el  orden  y  la  disciplina  militar  entre  los  insurgen- 
(ítes,  por  todo  lo  cual  Morelos  lo  crej'ó  digno  de  rápidos  ascensos,  los 
«que  sin  embargo  excitaron  no  poca  rivalidad  entre  sus  compañeros. 
«La  pérdida  de  Matamoros  fue  por  todos  estos  motivos  muy  sentida, 
«considerándola  irreparable  en  el  estado  en  que  habia  quedado  larevo- 
«lucion  después  de  tantos  reveses.» 


Honores  que  se  han  tributado  á  la  memoria  de  AIatamoros. 

El  Soberano  Congreso  Constituyente,  en  el  artículo  13  de  su  decre- 
to de  19  de  Julio  de  1823,  declaró  Benemérito  de  la  Patria,  en  heroico 
grado,  á  Matamoros,  lo  mismo  que  á  Hidalgo,  Allende,  D.  Juan  Alda- 
ma.  Abasólo,  Jiménez,  Morelos,  D.  Leonardo  \-  D.  Miguel  Bravo,  Galea- 
na,  AIina,Moreno  y  Rosales,  considerándolos  como  los  más  jjrominentes, 
ameritados  é  ilustres  caudillos  insurgentes,  y  es  de  notarse  que  de  estos 
trece  conspicuos  mexicanos,  Matamoros  fué  el  único  que  nació  en  la 
ciudad  de  México,  y  su  ciudad  natal  es  la  cine  menos  se  ha  preocupado 
de  honrar  su  memoria,  pues  apenas  haliautizado  con  su  nombre  una  de 
las  calles  más  insignificantes  de  un  apartado  barrio  de  la  ciudad. 

El  puerto  del  Refugio,  en  el  Estado  deTamaulijjas,  lleva  hov  el  nom- 
l)re  de  Matfimoros,  y  el  mismo  nombre  llevan:  una  imjiortante  pobla- 
ción del  Estado  de  Coahuila;el  portal  del  Santo  Ecce  Homo,  en  donde 
fué  fusilado,  en  Morelia;  Izúcar  de  Matamoros,  en  donde  se  revmió  con 
Morelos;  pero  el  Estado  que  más  se  ha  distinguido  en  honrarla  memo- 
ria de  Míitamoros,  ha  sido  el  de  Alorelos:  allí  .se  le  declaró  hijo  adopti- 
vo del  Estado,  3-  se  ordenó  por  la  Legislatura,  que  el  3  de  Febrero, 
día  de  su  muerte,  se  enarbole  el  pabellón  nacional  á  media  asta,  en  se- 
ñal de  duelo;  se  declaró  villa  el  pueblo  de  donde  fué  Cura,  con  el  nombre 
de  Jantetelco  de  Matamoros;  se  le  mandó  erigir  en  la  misma  población 
un  monumento,  3-  se  declaró  monumento  jjúblico  del  Estado  la  pieza 
tiue  sirvió  de  recámara  á  Matamoros,  y  en  ella  se  formó  un  pequeño 
museo,  con  varios  objetos  que  allí  existían,  ¡ícrtenecientes  al  caudillo 
insurgente. 


FL\. 


Anales — T.  IV. 


LÁM.  52. 


í^^ítáL 


Morelia,  Capilla  del  Tercer  Orden,  donde  se  sepultó  el  cadáver  de  Matamoros. 


^4- 


355 


EPILOGO. 


Los  RESTOS  DE  MATAMOROS. 

Los  restos  de  Matamoros,  como  los  de  los  demás  caudillos  insur- 
gentes, lo  mismo  que  sus  gloriosos  nombres,  permanecieron  olvidados 
hasta  el  19  de  Julio  de  1823,  en  que  el  Soberano  Congreso  Constituí-en- 
te expidió  su  memorable  decreto,  cu\-os  artículos  conducentes  dicen: 

«Art.  13.  El  Congreso  declara  Beneméritos  de  la  Patria  en  Heroico 
«Grado,  á  los  Señores  Dn.  Miguel  Hidalgo,  Dn.  Ignacio  Allende,  Dn. 
«Juan  Aldama,  Dn.  Mariano  Abasólo,  Dn.  José  María  Morelos,  D.\.  AIa- 
«RiANO  AIatamoros,  Dn.  Leonardo  3-  Dn.  Miguel  Bravo,  Dn.  Hermene- 
(igildo  Galeana,  Dn.  José  Mariano  Jiménez,  Dn.  Francisco  Javier  Mina, 
«Dn.  Pedro  Aloreno  y  Dn.  Víctor  Rosales:  sus  Padres,  Mujeres  é  hijos}- 
«así  mismo  las  hermanas  de  los  Señores  Allende,  Morelos,  Hidalgo 
«Y  AIatamoros,  gozarán  de  la  pensión  que  les  señale  el  Supremo  Poder 
«Ejecutivo,  conforme  á  los  extraordinarios  servicios  C|ue  prestaron, 
«guardándose  el  orden  de  preferencia  que  previene  el  artículo  10.» 

«Art.  14.  Y  respecto  c[ue  al  honor  mismo  de  la  Patria  reclama  el 
«desagravio  de  las  cenizas  de  los  Héroes  consagrados  á  su  defensa,  se 
«exhumarán  las  de  los  Beneméritos  en  Grado  Heroico,  que  señala  el  ar- 
«tículo  anterior,  3'  se  depositarán  en  una  caja  que  se  conducirá  á  esta 
«Cíipital,  cu3'a  llave  se  custodiará  en  el  archivo  del  Congreso.» 

«Art.  15.  El  terreno  donde  estas  víctimas  fueron  sacrificadas,  se  ce- 
«rrará  con  verjas,  se  adornará  con  árboles,  3-  en  su  centro  se  levantará 
«una  sencilla  Pirámide,  que  recuerde  á  la  posteridad  el  nombre  de  sus 
«primeros  Libertadores.» 

«Art.  16.  Los  A3'untamientos  respectivos  cuidarán  bajo  la  inspec- 
«ción  de  sus  Diputaciones  Provinciales  del  cumplimiento  del  artículo 
«anterior,  pudiendo  sacar  sus  gastos  de  sus  fondos  de  propios  3'  ar- 
«bitrios.» 

Tales  son  los  artículos  principales  del  decretodel9  de  Julio  de  1823, 
que  previenen  los  honores  que  debían  trÜDutarse  á  los  caudillos  insur- 
gentes, á  quienes  el  mismo  decreto  declaró  Beneméritos  de  la  Patria  en 
Grado  Heroico. 

A.XALES.  T.  IV.— 14. 


356 

Dice  Alanián  l  (jue  délos  nionumciitos  mandados  levantar  en  los  lu- 
jíares  en  que  se  verificaron  las  ejecuciones,  sólo  se  eriüieron  en  Puebla, 
en  el  paseo,  en  el  luyar  en  que  fué  fusilado  D.  Miguel  Bravo,  y  en  More- 
lia,  en  el  sitio  en  ([ue  murió  Alatamoros. 

Esta  última  afirmación  de  Alamán  es  errónea;  no  se  levantó  en  Mo- 
relia  ningún  nuinumento  en  el  sitio  donde  murió  Matamoros,  por  no 
prestarse  acpiel  lugar  para  tal  fin,  por  lo  que  el  Apuntamiento  acordó, 
en  su  sesión  de  27  de  Agosto  de  1823,  consultar  al  Gobierno  construir 
el  monumento  en  el  cementerio  de  la  Iglesia  de  San  Francisco,  lo  que  se 
demuestra  con  el  acta  respectiva,  la  (jue  en  lo  conducente  dice:  2 

«Cabildo  de  27  de  Agosto  de  1823.» 
«Se  leyó  el  Soberano  Decreto  de  19  de  Julio  sobre  premiar  á  los  Be- 
líneinéritos  de  la  Patria  y  hacer  los  honores  corresponte.^  á  los  gran- 
¥.des  Héroes  que  menciona,  y  se  acordó  consultar  al  Gob.o  sobre  la  in- 
uconiodidad  que  presta  el  lugar  en  que  fué  victima  el  Sor.  Matamoros, 
«para  cumplir  con  lo  que  previene  el  artículo  15,  y  que  en  su  lugar  po- 
ndrá hacerse  en  el  cementerio  del  Convento  de  Sn.  Francisco  por  haber 
«sido  sepultado  en  la  Iglesia  de  la  tercera  orden  de  esta  religión.» 

No  pude  averiguar  cuál  fué  la  resolución  que  el  Gobierno  dio  á  la 
consulta  del  Ayuntamiento,  porque  ni  en  el  archivo  déla  Prefectura  ni  en 
el  del  Gobierno  pude  encontrar  ningunos  docvunentos  de  aquella  época; 
pero  sí  es  un  hecho  que  el  monumento  no  se  erigió  en  ninguna  parte,  3- 
fué  hasta  el  año  de  1860  (siete  años  después  de  la  muerte  de  Alamán), 
cuando  la  Junta  Patriótica  que  funcionó  aquel  año  colocó  una  lápida 
conmemorativa  en  la  columna  del  portal  del  Santo  Ecce-Homo  donde 
fusilaron  á  Matamoros,  cuya  inscripción  dice  textvialmente: 

Por  haber  defexd.o 

LA  Independencia  de  México 

fué  fusilado  en  este  lugar 

el  día  3  de  febrero  de  1814, 

por  orden  del  gobierno  español 

el  benemérito  ciudadano 

Mariano  Matamoros. 

La  Junta  Papriótica 

DE  1860. 

Mas  si  no  pudo  cumplimentarse  en  Alorelia,  el  año  de  1823,  lo  pre- 
venido en  el  íirtículo  15  del  decreto  de  19  de  Julio,  sí  se  cumplimentó  lo 

1  Tomo  V,  pág.  ÓS3. 

2  Archivo  del  .\yuntamiento  de  .Morelia,  «Liljro  de  actas  que  coiiiprcndc  los  años  de 
1823,  1824-  y  1S25.  fol.  37,  vuelta. 


357 

que  ordena  el  artículo  14  del  mismo  decreto,  á  cuj'oefecto,  á  las  cuatro 
de  la  tarde  de  uno  de  los  primeros  días  del  mes  de  Sc[)tiembre  de  1.S23, 
en  presencia  de  las  autoridades  y  gran  multitud  del  puel)lo  C|ue  había 
concurrido  á  presenciar  aquel  acto,  se  abrió  la  fosa  que  guardaba  los 
restos  de  Matamoros,  la  que  estaba  junto  al  altar  mayor  de  la  Iglesia 
del  Tercer  Orden  de  San  Francisco,  y  abierta  la  caja  se  encontró  el  es- 
queleto completo,  el  cual  fué  colocado  en  una  urna  y  ésta  conducida 
con  gran  solemnidad  al  templo  de  San  Diego,  saliendo  el  cortejo  fúne- 
bre de  la  Iglesia  del  Tercer  Orden  á  las  seis  y  media  de  a(|uella  tarde. 
Hizo  los  honores  de  ordenanza  el  6''  Batallón  permanente,  y  la  escolta 
de  htjnor  estuvo  á  las  órdenes  del  Teniente  de  Cazadores  D.  Manuel 
Montano:  toda  la  tropa  marchó  llevando  las  armas  á  la  funerala.  En 
el  templo  de  San  Diego  c[uedaron  depositados  los  restos,  con  su  corres- 
pondiente guardia  de  honor,  hasta  la  mañana  del  siguiente  día,  que  fue- 
ron conducidos  á  México,  convenientemente  escoltados,  y  en  todas  las 
])oblaciones  del  tránsito  fueron  recibidos  con  los  honores  correspon- 
dientes, hasta  llegar  á  la  Villa  de  Guadalupe  el  día  14-  de  Septiembre  y 
allí  se  reunieron  con  los  delosdemás  caudillos  insurgentes,  que  llegaron 
ese  día  y  el  siguiente  de  distintos  lugares  de  la  República,  y  fueron  éstos  los 
de  Hidalgo,  Allende,  D.Juan  Aldama,  Jiménez,  Morelos,  Moreno,  Rosales 
3-  Mina,  los  que  el  martes  16  fueron  conducidos  por  el  Alcalde  de  la  Villa 
hasta  la  garita  de  Mé-vieo,  en  donde  fueron  recibidos  á  las  cuatro  de 
la  tarde,  por  el  Presidente  de  la  Repúljlica,  General  Guerrero;  la  Audien- 
cia, el  Congreso,  el  Ayuntamiento,  todas  las  autoridades,  las  corpo- 
raciones civiles  y  eclesiásticas  y  el  Ejército  que  guarnecía  la  Plaza,  y  en 
procesión  solemne  fueron  conducidos  al  templo  de  Santo  Domingo,  á 
donde  entraron  á  las  seis  de  la  tarde  por  la  puerta  del  costado. 

A  las  seis  de  la  mañana  del  día  siguiente  se  cantó  una  misa  de  vigi- 
lia en  Santo  Domingo,  y  á  las  ocho  se  presentó  el  General  Guerrero,  acom- 
pañado de  las  autoridades  y  toda  la  comitiva  del  día  anterior;  fueron 
colocadas  las  urnas  que  contenían  los  restos  en  un  carro  conveniente- 
mente adornado  y  conducidos  en  procesión  por  las  calles  de  Santo  Do- 
mingo, Tacuba,  San  José  el  Real,  Espíritu  Santo,  Portal  de  Agustinos 
y  Diputación,  y  de  allí  siguió  á  Catedral,  á  donde  llegó  jiocos  minu- 
tos antes  de  las  doce,  penetnindo  por  la  puertíi  principal;  en  seguida 
se  celebró  una  solemne  función  religiosa,  en  la  que  predicó  un  sermón 
(|ue  duró  una  hora  y  nueve  minutos,  el  Dr.  D.  Francisco  Argándar,  y  ter- 
minada la  ceremonia  se  depositaron  los  huesos  en  la  cripta  de  los  vi- 
rreyes, que  está  debajo  del  altarde  los  Santos  Ke\^es,  en  donde  se  coloca- 
ron en  el  orden  que  demuestra  el  plano  adjunto,  el  cual  tomé  del  cartón 
número  43  de  la  colección  de  cartones  históricos  de  Hernández  y  Dava- 
les, que  se  conserva  en  la  Biblioteca  del  Museo  Nacional. 

Setenta  y  dos  años  permanecieron  los  restos  de  los  caudillos  insur- 
gentes en  la  bóveda  de  los  virre3'es,  ocupando  los  mismos  lugares  en  que 
fueron  colocados  el  año  de  1823,  hasta  el  de  1895,  en  que,  á  iniciativa 


358 

de  la  sociedad  «Gran  Familia  Modelo,»  apo3-ada  por  el  Ajuntamiento, 
se  trasladaron,  con  gran  solemnidad,  á  la  capilla  de  Señor  San  José, 
en  la  misma  Catedral,  donde  actualmente  se  encuentran. 

Pero  fué  el  caso  que  el  27  de  Julio  de  1895  la  Comisión  del  Ayunta- 
miento que  trasladó  los  restos  de  los  héroes  á  la  capilla  de  San  José,  de- 
jó olvidados  losde  Matamoros,  los  que  permanecieron  en  la  criptadelos 
virre3-es  hasta  el  sábado  30  de  Diciembre  de  1911,  en  que,  tras  vina  lar- 
ga y  afanosa  labor,  logré  que  se  trasladaran  á  la  capilla  de  San  José, 
donde  hoA'  se  encuentran. 

Relataré  esos  hechos. 

Con  el  fin  de  ilustrar  esta  Ijiografía  con  mía  fotografía  del  cráneo 
de  Matamoros,  y  á  la  vez  aprovechar  esa  oportunidad  para  trasladar 
sus  restos  á  la  capilla  de  San  José,  en  carta  fechada  el  17  de  Octubre  de 
1911,  supliqué  al  señor  Director  del  Museo  Nacional,  que  si  le  parecía 
bien  mi  idease  sirviera  ordenar  se  recabara  el  permiso  correspondiente,  y 
con  la  misma  fecha  dictó  el  señor  Director  el  siguiente  acuerdo:  «Se  concede 
«como  lo  pide,  librándose  las  órdenes  respectivas.rt — «Róbelo. — Rúbrica.» 

Dos  meses  transcurrieron  en  la  tramitación  de  este  asunto,  que  por 
final  se  resolvió  favorablemente,  y  entonces  me  ocurrióla  idea  de  que  el 
Dr.  D.  Nicolás  León,  Profesor  de  Antropología  del  Museo  Nacional,  hi- 
ciera un  estudio  antropológico  del  cráneo  de  ^Matamoros,  cuya  idea 
comuniqué  al  Sr.  Lie.  Róbelo,  quien  se  sirvió  aprobarla,  y  con  fecha  19 
de  Diciembre  nombró  á  los  Profesores  de  Historia  y  Antropometría, 
Sres.  Ing.  Galindo  y  Villa  y  Dr.  León,  y  al  autor  de  estas  líneas,  así  co- 
mo al  fotógrafo  y  á  im  empleado  del  Fotograbado  del  Aluseo,  para  que 
procediéramos  á  sacar  las  fotografías  de  los  restos  de  Matamoros  y 
demás  trabajos  ciue  había  yo  iniciado,  3-  para  cumplir  con  nuestro  co- 
metido nos  reunimos  en  la  Catedral  á  las  diez  3-  media  déla  mañana  del 
sábado  30  de  Diciembre,  3' desde  luego  se  procedió  á  levantar  la  pesada 
losa  que  cubre  la  entrada  de  la  cripta;  pero  para  la  narración  de  ese 
suceso,  cedo  la  palabra  al  Sr.  D.  Antonio  Rivera  de  la  Torre,  quien  en 
la  crónica  que  publicó  en  Nueva  Era  el  domingo  31  de  Dicieml^re  de 
1911,  en  lo  condvicente  á  este  acto,  se  expresa  así: 


E.\  L.\  CRIPT.\  DEL  Altar  de  los  Reyes. 

«A3-er,  á  las  once  3-  media  de  la  mañana,  bajaron  á  la  cri])ta  del  Al- 
tar de  los  Re3'es,  en  Catedral,  las  siguientes  personas: 

«Dr.  D.  José  Alaría  de  la  Fuente,  Dr.  D.  Nicolás  León,  Profesor  de 
Paleontología  del  Museo  Nacional;  Ing.  D.  Jesús  Galindo  3-  Villa,  Pro- 
fesor de  Historia  en  el  mismo  Museo;  Dr.  D.  Emilio  Várela,  A3'udante 
del  Departamento  de  Antropología  en  el  mismo  Aluseo;  Dr.  D.  Everar- 
do  Landa,  A3'udante  del  Departamento  de  Antropometría;  D.  Virgilio 
Enrícjuez  Toledo,  ,\yudante  de  la  Secretaría  del  Aluseo;  Antonio  Rive- 


A.NAi.Ks.— T.  IV. 


4-S 

LÁM.  «. 


Morelia.  Pilastra  del  Portal  del  Santo  Ecce-Homo:  '  lucrar  donde 
fué  fusilado  Matamoros. 


1     Hov,  Portal  de  Matamoros. 


A.NAl.KS— T.  IV. 


I.ÁM. 


yo 


Orden  cmi  ^iie  fnewn  coíocaU 

los  hius,s  J,  krjrmewAs  /.  /^  /^,^,¿  ,„  ,,„^ 

H'^'i,  con  hunwo  .y  SjJ^mnf^d}jivmario  juc  se/fs  X^ 
eftatílw  diá  fu/'/iuSmu  J^lí/ia  Catedral  Metn>/¿í>/ttAtui^  {)i-) 

Altar  maynr  ^ 

A 


I  ort.-i  ín  iiosainejí 
(rene raí  Dúff 

"¡LAVIER 


Jaem  (íeí  Si 
^.    VÍCTOR 


la    del  EtitTo.  Sr. 

I'RANCÍSCÜ 
MINA. 


ortanJi'ei- 
ROSALES. 


CalcLiLe.ia  solo   del  L^n  j>e<íazo  (i- cas 

Ejnño.  Sr.Ten.**  '"^  £Í«   ca?auej-a^^ 

^^  ;f  ■   ^'l^MNO  Brynod'-D.  PEDRO 

JCIMEHKZ  .  .\ú>njiHO . 


f{e    ciernan  "<•'  5ensn' 

Simo    S.  CrerMirsL^íSt - 

HUÍ  íJ/»Zn&  A-rrrias  ^  . 

lOMA  CIO  AllENDS. 


Cas  ¿f  los  íi  jLzos  (W 

j  J4tGUEC  JllDALdO 
r  COSJWLLA  . 


■^  'I    ^     ^ 

£     5      «     ^ 


íc 


S  I  s  -§  55  c 


II 

e  O' 


(^O 


ife^ 


,fií-)  Véase  íaGaZeía   t•rfrJ^¿M•cílí^a^ta  Jd  CToticrruí   Supi-mo  ti-, 

México  ád  Afola J^  2p cíe  ^:^fie/n ¿re  íLJS^'Í-^Z.  Q° 


r: 


i 

i 


359 

ra  de  la  Torre,  representante  de  Nuera  Era;  E.  Chagoya  Ortega,  repre- 
sentante de  El  Heraldo  Mexicano;  Prof.  José  J.  Aléndez,  José  Urilie,  Je- 
te de  la  Sección  de  Cementerios,  en  la  Dirección  de  Obras  l'fiblicas;  An- 
tonio Carrillo,  fotógrafo  del  Museo  y  los  mozos  Ignacio  Ortiz,  Juan 
Soto,  Herón  Esquivel  y  Felipe  Cárdenas. 

«A  fuerza  de  brazo  fué  levantada  la  pesada  tapa  de  la  cripta,  3'  ba- 
jamos por  una  escalinata  estrecha  de  un  metro  de  abertura  y  siete  pel- 
daños de  piedra  bruñida. 

«La  cripta  es  abovedada  en  forma  de  cruz,  figurando  como  un  octá- 
gono central.  La  tccinunbre  es  una  estrella  de  la  más  perfecta  construc- 
ción. 

«Observamos  un  gran  tlesorden  en  el  interior:  un  ataúd  negro  con 
cordeles,  una  urna,  también  negra,  vacía;  otra  urna  del  lado  derechode 
la  entrada,  correspondiendo  á  la  oquedad  marcada  por  el  brazo  de  la 
cruz,  con  unos  tablones  ó  restos  de  otra  urna  cercana;  una  gran  capíi 
de  tierra  en  el  pavimento,  almacenada  jjor  los  años  y  trozos  de  caliche 
dispersos. 

«El  Dr.  León  y  el  Ingeniero  Galindo  y  Villa  dirigieron  la  explora- 
ción. 

«Abrieron  la  urna  que  se  hallaba  hacia  la  izcpiierda  y  la  encontra- 
ron vacía.  Se  fijaron  después  en  una  urna  del  laclo  opuesto,  y  al  regis- 
trarla, vieron  restos  humanos,  que  fueron  examinados,  pieza  ]Dor  pieza, 
con  el  ma\'or  escrúpulo. 


Se  resuelven  l.\s  dudas. 

«La  Historia  nos  dice  que  los  restos  del  Cura  Matamoros  quedaron 
fuera  de  la  urna  grande  que  sirvió  para  los  restos  de  otros  héroes,  y  un 
plano  que  existe  en  el  Museo  Nacional,  formando  parte  de  los  cartones 
de  Hernández  y  Dávalos,  señala  el  lado  de  la  Epístola  al  «baulito  enlu- 
tado» que  contenía  atjuellos  restos. 

«Nuestro  compañero  Rivera  de  la  Torre  proporcionó  vma  calca  de 
este  plano,  llevada  al  sitio  con  toda  intención,  y  el  Dr.  León  indicó  cpie 
no  había  duda  en  que  aquéllos  eran  los  restos  de  Matamoros. 

«La  circunstancia  de  que  la  urna  encontrada  tuviera  los  ángulos  en 
corte  diagonal,  como  el  plano  lo  señala,  fué  otro  indicio  importante. 

«Los  restos  de  una  urna  vacía,  colocados  cerca  de  la  cjue  se  buscaba, 
hicieron  cavilar  á  los  profesores.  ¿Cómo  puede  explicarse  esta  duali- 
dad? ¿Una  urna  vacía  junto  á  la  otra  cjue  contiene  restos  humanos? 
Cotejando  ambas,  midiéndolas,  reuniéndolas,  superponiéndolas,  vinoá 
comprender  cjue  la  Urna  de  mayor  tamaño  fué  la  de  enipaciue  de  la  que 
contenía  los  restos,  y  se  explica  esto,  porque  á  las  urnas  de  lujo,  envia- 
das á  grandes  distancias,  se  les  da  una  envoltura  resistente  ó  se  les  em- 
paca en  otra  caja  maj-or,  por  regla  general. 


360 

«El  Dr.  León  y  sus  a3'udantes  procedieron  con  el  ma\'ür  cuida- 
do á  recoger  un  plato  de  peltre  usado  que  estaba  sobre  la  urna  y  los 
caliches  que  rodeaban  á  ésta.  Después  fueron  extraídos  los  restos 
mortales  y  depositados  en  una  caja  envidriada  provisional  que  lleva- 
ron del  Museos'  quedaron  recogidos  en  el  plato  unos  restos  de  género 
que  parecían  haber  sido  de  paño,  unos  fragmentos  de  ataduras  3-  dos 
plantillas  de  zapatos,  que  se  conservaban  perfectamente. 

«Fuera  de  la  cripta, despaldas  del  Altar  Ma^'or  ó  sea  el  Ciprés  de  la 
Catedral,  fueron  tomadas  distintas  fotografías,  al  formarse  sobre  una 
mesa,  parte  del  esqueleto. 


PlEZ.\S   E.NCO.NTRADAS. 

«Falta  el  cráneo  de  Alatamoros,  (luizás  por  haberlo  destruid  o  la  ma- 
no del  tiempo.  De  la  cabeza  no  queda  niás  C(ue  un  fragmento  del  maxi- 
lar inferior  izquierdo. 

«Las  otras  piezas  del  esqueleto  son:  una  tibia;  los  dos  huesos  pero- 
nés, un  calcáneo,  un  metatarsiano,  dos  astrágalos,  una  rótula,  ocho 
costillas,  los  dos  ilíacos,  el  sacro  y  catorce  vértebras  de  la  columna 
dorsal. 

«Estos  restos  quedaron  depositados  provisionalmente  en  la  capilla 
deSanJosé,dondesehallandesdel895  losdelos  otros  héroes  de  la  Inde- 
pendencia. 

«El  S'r.  Dr.  León  va  á  hacer  un  estudio  antropológico  especial,  ol)- 
servando  también  los  cráneos  de  Hidalgo,  Allende,  Aldama,  Jiménez  y 
parte  del  de  M órelos,  que  son  los  cjue  existen.» 

Los  datos  que,  según  el  Sr.  Rivera  de  la  Torre,  sirvieron  para  identi- 
ficar los  restos  de  Matamoros,  no  son  los  únicos  que  existen,  hay  to- 
davía otros  tan  importantes  como  aquéllos,  y  son:  las  pequeñas  dimen- 
siones de  los  huesos,  cjue  coinciden  con  la  diminuta  estatura  que  tenía 
Matamoros,  según  la  tradición  que  conserva  su  familia  y  el  testimonio 
de  D.  Carlos  Bustamante,  quien  lo  conoció  y  trató  personalmente;  el 
hecho  comprobado  de  que  en  la  bóveda  donde  estaba  este  escjueleto  no 
existían  más  restos  que  los  de  Matamoros,  que  se  quedaron  allí  olvida- 
dos el  año  de  1895  enc|ue  fueron  trasladados  á  la  capilla deSanJosélos 
de  los  demás  héroes  insurgentes  que  se  encontraban  allí,  y  la  pre- 
sencia de  fragmentos  de  cordel  con  los  restos,  lo  que  sería  inexplicable 
tratándose  de  algún  otro  muerto,  pero  no  así  tratándose  de  Matamo- 
ros, quien,  según  testifica  en  su  relación  el  Teniente  Montano,  que  fué 
testigo  presencial,  lo  ataron  al  pie  de  gallo  por  debajo  de  las  arcas  con 
un  cordel,  jjara  ejecutarlo,  y  este  cúmulo  de  pruebas  es  lo  que  nos  trae 
la  convicción  íntima  de  que  los  restos  de  que  tratamos  son  los  de  Ma- 
tamoros. 

Por  haberse  interpuesto  dos  días  festivos,  no  ]nide  ocuparme  de  bus- 


361 

car  el  cráneo  de  Matamoros,  que  no  encontramos  con  sus  restos;  pero 
el  día  2  de  Enero  fui  á  la  Catedral  con  ese  objeto,  para  lo  que  llevé  á 
uno  de  los  mozos  del  Museo,  y  me  dirigí  al  Padre  Sacristán  el  Sr.  Pbro. 
D.  Eduardo  Paredes,  en  solicitud  de  la  llave  de  la  cripta  y  el  ijermisorcspec- 
tivopara  buscar  el  cráneo,  v  al  enterarse  de  mi  solicitud  medijoelSr.  Pa- 
redes C|ue  él  tenía  el  cráneo  que  yo  buscaba;  que  se  lo  había  dado  á  guar- 
dar el  Ingeniero  director  de  las  obras  dealbíiñilería,  c|ue  se  habíanprac- 
ticado  en  Catedral,  quien  lo  recogió  para  evitar  que  lo  fuesen  á  profanar 
los  albañiles,  y  acto  continuo  me  lo  entregó.  En  vista  del  dicho  del 
Padre  Sacristán  y  de  que  las  dimensiones  del  cráneo  que  me  entregó 
convienen  con  las  de  los  huesos  de  Matamoros,  no  me  quedó  duda  al- 
guna de  que  éste  era  el  cráneo  que  buscaba  y  lo  llevé  al  Museo,  donde 
lo  entregué  al  señor  Director,  Lie.  D.  Cecilio  A.  Róbelo,  quien  ordenó  se 
me  entregara  el  recibo  correspondiente,  el  cual  obra  en  mi  poder. 

Me  resta  contestar  algunas  objeciones  que  se  han  hecho  sobre  los 
restos  de  Matamoros,  las  Cjue  tienden  á  sembrar  la  duda  sobre  su  avi- 
tenticidad,  y  por  lo  mismo,  no  puedo  dejarlas  pasar  desapercibidas. 

Comenzaremos  por  la  de  las  suelas  de  los  zapatos.  De  éstas  se  híi 
dicho  cjue  por  su  tamaño  y  por  ser  sencillas  y  no  dobles  como  las  que 
se  usan  en  el  calzado  de  hombre,  demuestran  ser  más  bien  las  de  los 
zapatos  de  una  mujer. 

En  cuanto  al  primer  punto,  ó  sea  al  pequeño  tamaño  de  las  suelas 
en  cuestión,  es  precisamente  una  prueba  de  que  pertenecieron  al  calza- 
do de  Matamoros,  pues  habiendo  sido  éste  de  pequeña  talla,  tienen  ne- 
cesariamente que  haber  estado  las  dimensiones  de  su  pie  en  relación 
con  ella,  así  es  que  este  argumento  les  resulta  contraproducente  á  los 
objetantes,  y  en  cuanto  á  que  las  suelas  que  encontramos  con  los  res- 
tos sean  sencillas,  no  prueban  otra  cosa  sino  que  Matamoros  llevaba 
zapatos  de  una  suela  cuando  estuvo  preso,  lo  que  nada  tiene  de  extra- 
ño, j)ues  en  aquella  época  y  muchos  años  después  estaban  muy  de  mo- 
da en  los  hombres  los  zapatos  de  una  suela  sin  tacón  ó  con  tacón  muj- 
1)ajo,  de  dos  ó  tres  tapas  de  suela  solamente:  llamaban  á  estos  zapatos 
morunos,  y  á  los  de  dos  suelas  y  tacón  les  llamaban  cíe  punto.  Toda- 
vía muchos  años  despiiés  de  la  época  de  Matamoros,  cuando  era  yo 
muchacho,  se  usaba  mucho  en  mi  tierra  esa  clase  de  calzado,  j'  siempre 
(|ue  me  mandaba  hacer  zapatos,  me  preguntaba  el  zapatero  si  los  que- 
ría ¡nortinos  ó  de  punto;  así  es  que  ese  argumento  se  desmorona  como 
alfeñique,  sin  más  esfuerzo  que  recordar  las  modas  y  las  costumbres  de 
aquella  época. 

Pasaremos  ahora  á  contestar  las  otras  objeciones  que  se  han  hecho, 
tratando  de  sostener  el  mismo  tema,  pero  aduciendo  argumentos  al 
parecer  más  sólidos.  Dicen  que  por  lo  pequeño  de  los  huesos  de  que 
tratamos,  pertenecen  probablemente  al  escjueleto  de  una  mujer  ó  de  un  ni- 
ño, y  aquí  nuestro  ya  repetido  argumento  de  la  pequeña  talla  de  Ma- 
tamoros, no  tienen   gran  valor,  puesto  que  lo  que  íihora  se  trata  de 


362 

dilucidar  es  si  los  huesos  pertenecieron  á  una  mujer,  á  ini  niño  ó  á  un 
adtilto,  como  era  Matamoros,  y  esta  cuestión,  que  parece  tan  intrinca- 
da como  difícil  de  resolver,  es  de  lo  más  fácil  de  contestarse  satisfacto- 
riamente, y  para  ello  no  tenemos  más  trabajo  que  interrogar  á  la  Ana- 
tomía 3^  ésta  nos  contestará  inmediatamente:  que  los  agujeros  svib- 
pubianos  de  la  jjelvis  del  hombre,  son  de  forma  oval  y  grandes,  mientras 
que  los  de  la  pelvis  de  la  nmjer,  son  de  forma  triangular  3-  pequeños,  y 
como  la  pelvis  del  esqueleto  en  cuestión  tiene  los  agujeros  sub-pubianos 
de  forma  oval  y  grandes  dimensiones,  queda  plenamente  demostrado, 
sin  cjue  ha^-a  lugar  á  la  menor  duda,  que  esos  huesos  pertenecieron  á 
un  hombre  y  no  á  una  mujer. 

Interrogiiemos  nuevamente  á  la  Anatomía  para  que  nos  resuelva  la 
duda  de  si  esos  huesos  pertenecieron  á  una  jiersona  adulta  ó  á  un  ni- 
ño, como  se  sospecha,  esto  es,  á  tm  muchacho  menor  de  17  años,  3-  en 
seguida  oigamos  con  toda  atención  lo  que  la  ciencia  nos  contesta:  Los 
huesos  de  la  pelvis  se  desarrollan  por  tres  puntos  de  osificación  primi- 
tivos: uno  por  la  fosa  ilíaca,  otro  por  el  cueqjo  del  pubis  3'  otro  por  la 
tuberosidad  isquiática.  Estos  tres  huesos  se  reúnen  hacia  la  edad  de 
quince  á  diez  3-  seis  años  en  la  cavidad  cotiloidea,  y  antes  de  completar 
su  perfecta  osificación  forman  tres  líneas  cartilaginosas  en  forma  de  una 
Y.  Nos  dice  también  la  «Embriología  y  desarrollo  del  hombre:»  que  la 
soldadura  de  las  vértebras  sacras  se  hace  de  abajo  á  arriba,  comenzan- 
do á  los  diez  3'  ocho  años  de  edad,  no  terminándose  sino  después  de  los 
veinticinco,  3-  si  siguiéramos  estudiando  las  demás  piezas  del  esque- 
leto, mucho  más  nos  dirían;  pero  para  ntiestro  intento  con  esto  bas- 
ta y  sobra.  Ahora  bien,  examínese  con  toda  la  atención  y  el  detenimien- 
to que  el  caso  recjuiere,  la  pelvis  del  esqueleto,  origen  de  estas  dudas, 
3'desde  luego  podremos  notar  la  completa  ausencia  de  cartílagos  ó  ves- 
tigios de  ellos  en  los  huesos  ilíacos  3*  la  perfecta  3-  completa  osificación 
3'  soldadura  de  tres  huesos  de  que  éstos  se  coiuponen,  así  como  la  per- 
fecta soldadura  de  las  vértebras  sacras,  todo  lo  que  demuestra,  de  una 
manera  clara,  terminante  3'  sin  dejar  lugar  á  dudas  ni  disputas,  que  los 
huesos  en  cuestión  no  pertenecieron  á  un  niño  ni  á  una  mujer,  sino  aun 
hombre  adulto  3'  de  mucho  más  de  veinticinco  años  de  edad,  1 3-  éste  no  pu- 
do haber  sido  otro  que  Matamoros,  pues  la  Historia  y  la  tradición  es- 
tán contestes  en  que  sus  restos  eran  los  únicos  que  se  encontraban  en 
la  cripta  de  los  virre3-es,  3%  por  lo  mismo,  desprendiéndonos  de  toda  pa- 
sión, tendremos  necesariamente  que  convenir  en  (|ue  su  autenticidad  es 
real  é  indiscutible. 

1   Ci>ntalja  Matamoros  unos  4-1-  ó  4-5  años  cuantío  murió. 


Anales. — T.   IV. 


LÁM.  .^1. 


Restos  de  Matamoros. 
1,    1.   Suelas  de  los  zapatos;    2.    plato  que  contiene 
fragmentos  del  cordel  con  que  lo  ataron  para  ejecutarlo. 


Cráneo  de  Matamoros. 


363 


ANKXOS 


liocuiiicntii  m'nii.  1. 


DECRETOS   EXPEDIDOS    POR    LA    LEGISLATURA    DEL   ESTADO     DE    JIORELOS 
EN  HONOR  DE  MATAMOROS. 

Francisco  Leyva,  Gobernador  del  Estado  Libre  y  Soberano  de  Mo- 
relos,  á  sus  habitantes,  sabed: 

Que  el  Congreso  ha  decretado  lo  siguiente: 

Decreto  número  29. 

El  Congreso  del  Estado  de  Morelos  decreta: 

Art.  1" — Se  erige  en  Villa  el  pueblo  de  Jantetelco,  perteneciente  al 
Distrito  político  de  Jonacatepec. 

Art.  2'' — En  lo  sucesivo  se  denominará 

«Jantetelco  de  Matamoros.» 

Lo  tendrá  entendido  el  Gobernador  del  Estado,  haciéndolo  impri- 
mir, publicar,  circular  y  ejecutar. 

Dado  en  Cuernavaca  á  nueve  de  Enero  de  mil  ochocientos  setenta  3- 
cuatro.— /osé  Fandiño,  Diputado  presidente.— /osé  Nicolás  Arce,  Dipu- 
tado secretario. 

Imprímase,  i^ublíquese,  circúlese  y  obsérvese. 

Cuernavaca,  Enero  12  de  1874. — F.  Leiva.— Pedro  Ruam,  Secreta- 
rio general. 

Jesús  H.  Preciado,  Gobernador  del  Estíido  de  Morelos,  á  sus  habi- 
tantes, sabed: 

Que  el  Congreso  ha  decretado  lo  siguiente: 
El  Congreso  de  Morelos,  decreta: 

.\.N.\i.Es,  T.  IV, — 4-5. 


364 


Número  43. 

Art.  1*' — Se  declara  monumento  público  del  Estado  la  habitación 
que  fué  del  caudillo  de  la  Independencia  Nacional,  Don  Mariano  Mata- 
moros, en  el  pueblo  de  Jantetelco,  del  Distrito  de  Jonacatepec. 

Art.  2°  —  Para  la  conservación  de  dicho  monumento  y  de  los  obje- 
tos que  fueron  de  la  pertenencia  del  expresado  caudillo,  se  crea  una  pla- 
za de  conserje,  cu^^o  nombramiento  será  de  las  facultades  del  Ejecutivo. 

Art.  3° — El  conserje  disfrutará  por  sueldo  la  suma  de  ciento  ochen- 
ta pesos  anuales,  quedando  por  ahora  adicionado  con  esa  partida  el 
presupuesto  de  egresos  del  año  fiscal  de  1886. 

Al  Gobernador  del  Estado  para  su  promulgación  y  cumplimiento. 

Luis  G.  de  la  Piedra,  Diputado  presidente. — Manuel  Rivera,  Diputa- 
rlo secretario. 

Por  tanto,  queda  promulgado  para  su  observancia. 

Cuemavaca,  Diciembre  30  de  1885.— /esús  H.  Preciado. — Francisco 
S.  Segura,  Secretario. 


Jesús  H.  Preciado,  Gobernador  del  Estado  de  Morelos,  á  sus  habi- 
tantes, sabed: 

Que  el  Congreso  ha  decretado  lo  siguiente: 
El  Congreso  de  Morelos  decreta: 

Número  29. 
Art.  1° — El  Estado  de  Morelos  adopta  como  hijo  benemérito  ;ü  he- 
roico caudillo  de  la  Independencia 

Mariano  Matamoros. 

Art.  2" — El  día  3  de  Febrero,  fecha  de  su  nuierte,  se  izará  el  Pabe- 
llón Nacional  á  media  asta,  en  señal  de  duelo. 

Al  Gobernador  del  Estado  para  su  promulgíición  y  cumplimiento. 

José  Casarín,  Diputado  presidente. — Luis  G.  de  la  Piedra,  Diputado 
secretario. 

Por  tanto,  queda  prt)nuilgado  para  su  observancia. 

Cuemavaca,  Ma^-o  9  de  1888. 

Jesiís  H.  Preciado. — Francisco  S.  Seguirá,  Secretario. 


365 


nocumento  níini.  2. 


nOCl'MEXTOS  RELATIVOS  A   LA    ERECCIÓN    DEL   MONUMENTO    Olí    MATAMO- 
ROS EN  LA  VILLA  DE JANTETELCO. 

El  nioiiumento  foéinaufíurado  con  ,!¿ran  solemnidad  por  el  Goberna- 
dor del  Estado  de  Alorelos,  General  D.  Jesús  H.  Preeiado,  á  las  diez 
de  la  mañana  del  día  5  de  Enero  de  1889. 

Constituyen  el  monumento,  la  estatua  de  Matamoros  y  el  jx'destal 
sobre  C|ue  esta  descansa. 

En  las  cuatro  caras  del  pedestal  se  leen  las  siguientes  iiiscri])ciones: 

1* 

Se  erigió  este  monumento 

en  el  gobierno 

del  C.  Gral.  Jesús  H.  Preciado. 

Enero  5  de  1889. 

2* 

Nació (?) 

proclamó  la  Independencia 

en  este  pueblo 

el  13  de  Diciembre  de  1811. 

3* 

Fué  sacrificado  en  Vallad olid 

(hoy  Morelia) 

el  3  de  Febrero  de  1814-. 

4? 

Fué  el  brazo  izquierdo  de  M órelos, 

como  Galeana  era  el  derecho. 

Ninguno  antes  de  él 

supo  dar  batallas  á  campo  raso 

V  salir  vencedor. 


366 


ALOCUCIÓN  DEL  C.  Gobernador  del  Estado,  leída  el  5  de  enero 

DE  1889,  EN  EL  ACTO  DE  DESCUBRIR  EL  MONUMENTO  ELEVADO  EN  JaN- 

tetelco,  á  la  memorlv  del  Cura  D.  Marl\no  Matamoros. 


Señores: 

Pocas  veces  he  experimentado,  en  mi  vida  pública,  una  satisfacción 
tan  legítima,  como  la  que  he  disfrutado  al  descubrir,  en  presencia  del 
patriota  pueblo  de  Jantetelco,  el  monumento  que  consa.uramosála  ve- 
nerable memoria  del  gran  Alatamoros. 

Aquí,  en  donde  parece  que  traen  todavía  las  auras  el  eco  de  su  a'Oz; 
cerca  del  templo  en  donde  ejerció  su  ministerio  de  paz;  aquí  mismo  es 
preciso  confesar  que  la  gloria  material  cjue  venimos  á  triijutarle,  no  ha 
nacidodela  vanidad,  sino  que  es  el  resultado  de  nuestra  convicción  pro- 
funda hacia  las  virtudes  del  valeroso  insurgente  que  no  vaciló  en  sacri- 
ficar su  vida  en  aras  de  la  libertad  mexicana. 

Yo  he  tenido  singnilar  veneración  por  aquellos  héroes  de  la  guerra  de 
Independencia,  que  como  el  indómito  Morelos,  no  desvirtuaron  jamás 
el  mérito  de  sus  acciones.  Por  eso,  desde  que  me  honró  por  primera  vez 
este  pueblo  con  su  voto,  para  regir  sus  destinos,  supe  bien  que  sería 
ayudado  en  mi  difícil  misión  por  ese  mismo  pueblo,  que  ha  seguido  sin 
hipocresía  la  senda  de  honor  y  de  trabajo  qwe  le  trazaron  aquellos 
apóstoles  de  la  libertad. 

Así  he  visto  coronadas  mis  esperanzas  en  el  mayor  grado  que  ambi- 
cioné, y  poseído  de  tal  confianza,  no  engañé  al  pueblo  de  Jantetelco 
cuando  ofrecí  á  la  memoria  de  Matamoros  un  recuerdo  permanente, 
sencillo,  pero  inspirado  en  legítimo  sentimiento  de  admiración. 

Lo  hemos  realizado  al  fin,  y  me  complace  el  honroso  entusiasmo 
con  que  los  buenos  hijos  de  Jantetelco  han  acogido  y  celebrado  la  idea 
(|ue  .se  ha  consumado  hoy. 

Básteme,  para  expresar  mi  deseo  en  esta  ocasión  solemne,  con  deci- 
ros: que  así  como  viviré  seguro  de  que  el  recuerdo  del  gran  Matamoros 
os  inspirará  siempre  respeto  ala  ley 3- el  amor  á  la  patria,  así  también 
yo  la  invocaré  con  toda  sinceridad  para  que  todos  mis  actos  como  go- 
bernante, se  normen  á  las  nobles  aspiraciones  del  pueblo  de  Morelos  y 
puedan  causarme  la  dicha  que  anhelo,  de  ver  que  el  Estado  alcanzará 
su  verdadero  progreso  por  el  camino  de  la  paz  y  del  trabajo. 

Después  de  esta  alocución  escribió  el  señor  Gobernador,  en  el  Álbum 
de  Matamoros,  el  siguiente 


367 


Pensamiento. 

«El  día  30  de  Juliode  1885  ofrecí  elevar  un  mcmumento  á  tu  inmortal 
«mieniorin: 

«Mipromesa  está  cumpHdayrecordaré  siempre  esta  fecha — 5  de  Ene- 
(irt)  de  1889, — en  la  que  pude  dar  una  forma  sencilla,  pero  sagrada,  al 
«pensamiento  de  mi  veneración  y  cariño  hacia  tí.» 


xMATAMOROS. 

No  cabe  duda,  en  la  guerra  de  nuestra  emancipación  política.  Mata- 
moros es  una  interesante  figura  histórica. 

El  genio  y  el  valor  las  más  veces  no  se  muestran  ni  se  desarrollan 
en  las  épocas  de  quietud  y  de  paz,  como  no  se  muestra  la  ciencia  del  pi- 
loto cuando  el  mar  está  sereno  y  el  viento  sopla  bonancible;  pero  cuan- 
do se  opera  un  cambio  en  el  modo  de  ser  de  las  sociedades;  cuando  los 
pueblos  son  sacudidos  por  esos  terribles  cataclismos  que  se  llaman  re- 
voluciones, entonces  aparecen  los  hombres  de  genio,  brillan  con  clari- 
dad extraordinaria,  atraen  hacia  á  ellos  todas  las  miradas  \'  se  van 
elevando  sobre  el  nivel  de  sus  contemporáneos  hasta  escalar  las  regio- 
nes de  la  inmortalidad. 

En  Atenas,  conmoviihi  por  Darío,  aparece  Alilcíades  é  ilustra  la  his- 
toria de  su  patria  con  la  victoria  de  Maratón;  en  Esparta,  conmovida 
también  ante  los  persas,  aparece  Leónidas  é  inmortaliza  el  paso  de  las 
Termopilas;  Koma,  pró.ximaá  sucumbir  ante  los  Galos,  produceá  Man- 
ilo 3'  á  Camilo;  y  durante  la  lucha  trabajosa  cjue  precedió  á  las  nacio- 
nalidades americanas,  aparecen:  Washington  y  Bolívar,  Hidalgo  y  Mo- 
relos,  y  la  pléj-ade  de  sus  colaboradores,  entre  los  cuales  Ijrilla  con  luz 
propia  Matamoros. 

Pertenece  á  una  época  muy  cercana,  cuyos  hechos  han  sido  bien  es- 
tudiados y  son  conocidos  en  sus  más  nimios  detalles,  y  sin  embargo,  los 
padres  de  Matamoros,  su  nacimiento,  su  infancia  y  su  educación,  son  pa- 
ra nosotros  un  misterio.  Y  mientras  las  investigaciones  históricas  no 
arrojen  luz  soljre  estos  puntos,  la  biografía  de  nuestro  héroe  tiene  que 
comenzar  el  13  de  Diciembre  de  1811,  día  en  que  proclamó  la  Indepen- 
dencia en  Jantetelco,  de  donde  era  cura,  y  marchó  con  cuarenta  y  seis 
jantetelciuenses  á  unirse  á  las  huestes  de  Morelos. 

Su  carrera  histórica,  que  comenzó  entonces,  terminó  dos  años  más 
tarde  en  el  patíbulo  de  Valladolid.  ¡Corta  carrera!  Pero  cuan  fecunda 
en  hechos  heroicos  3' grandes  enseñanzas.  Cuantía,  Izúcar,  Oaxaca,  To- 
naláy  el  Palmar,  son  los  puntos  culminantes  de  su  vida,  donde  se  os- 
tentan la  grandeza  de  alma  del  patriota,  el  valor  y  pericia  del  soldado 
y  la  abnegación  del  apóstol  de  la  libertad.  Allí  sus  manos  ungidas,  mu- 


368 

chas  veces  santificadas  con  la  presencia  del  Altísimo,  tremolaron  dig- 
namente el  lábaro  santo  de  la  justicia  y  del  derecho. 

Aquella  serie  de  triunfos,  sin  embargo,  no  debía  continuar,  porque 
Dios  quiso  que  la  vida  de  Matamoros  tuviera  digno  remate  en  el  mar- 
tirio. Su  muerte,  como  la  de  todos  los  hombres  de  su  talla,  fué  dignia 
de  su  vida.  ¡Qué  hermoso  es  el  destino  de  esos  hombres!  Viven  luchan- 
do, pero  mueren  triunfando;  porque  la  muerte,  que  para  el  común  de 
los  mortales  es  hundirse  en  las  simas  del  olvido,  para  ellos  es  llegar  al 
fin  de  la  escala  misteriosa  de  Jacob  y  vivir  perdurablemente  en  el  cielo 
de  la  inmortalidad. 

El  recuerdo  de  las  virtudes  y  de  los  hechos  gloriosos  de  Matamoros, 
nomorirájamás  entre  nosotros,  aunque  muera  la  nacionalidad  mexica- 
na, como  no  murió  con  Grecia  la  memoria  de  Arístides,  ni  con  Cartago 
la  memoria  de  Aníbal.  La  posteridad,  casi  siempre  justa,  conservará 
esos  hechos  y  los  grabará  en  mármoles  y  Isronces. 

¡Dichoso  pensamiento  y  justo  tributo  el  de  levantar  monumentos  á 
los  grandes  hombresl  Porque  si  bien  es  cierto  que  la  Divinidad  recoge 
sus  obras,  las  guarda  y  conserva,  y  C]ue  reciben  en  la  otra  vida  su  más 
precioso  galardón,  también  lo  es  que  los  monumentos  atestiguan  la 
gratitud  de  un  pueblo;  le  recuerdan  constantemente  las  virtudes  de 
sus  héroes;  le  inspiran  altos  y  generosos  pensamientos,  y  presentan  á 
las  generaciones  futuras  el  ejemplo  de  los  que  vivieron  antes. 

Las  grandes  naciones  de  la  Tierra  se  muestran  orgullosas  cuando 
erigen  estatuas  á  sus  libertadores,  á  sus  sabios,  á  sus  poetas  ó  á  los 
bienhechores  de  la  humanidad;  nuestro  Estado  debe  también  de  estar 
orgulloso  y  satisfecho,  porque  ha  cumplido  con  lo  que  es  para  los  pue- 
blos cultos  un  deber  sagrado  ineludible.  Matamoros  tiene  ya  en  Jan- 
tetelco  un  monumento  recientemente  inaugurado.  Es  muy  honroso  pa- 
ra el  pueblo  y  el  Gobierno  haber  rendido  tal  homenaje  al  segundo  de 
Morelos.  Que  pronto  rindamos  á  éste  un  homenaje  semejante,  alzando 
en  Cuautla,  á  su  memoria,  un  monumento  grandioso,  digno  de  la  fama 
y  merecimientos  de  aquella  figura  conspicua! 

Miguel  Salinas. 


369 


SONETO. 

En  ignorado  pue1)lo  residía, 
Haciendo  sólo  el  Ijien,  sin  íimbiciones; 
Dando  calma  á  los  tristes  corazones 
Que  el  dolor  de  tres  siglos  consumía. 

Y  él  mismo  en  su  retiro  no  sabía 

Que  el  honor  de  este  suelo,  hecho  girones 
Por  la  feroz  codicia  y  las  traiciones, 
Muy  pronto  sus  servicios  pediría 

Y  llegó  la  ocasión 3-  el  manso  cura, 

Obedeciendo  al  Hado  Soberano, 

A  la  lid  se  lanzó  con  su  fe  pura, 

Y  arrancando  mil  lauros  al  tirano. 
Los  puso  presviroso,  con  ternura, 

A  his  plantíts  del  ¡)ueblo  mexicano. 

J.   Flores  Valvercle. 


A    MATAMOROS. 

Con  razón  el  Estado  de   Alorelos 
elevó  un  monumento  á  tu  memoria: 
exiguo  pedestal  de  tu  gran  gloria, 
conquistada  con  l)élicos  desvelos. 

Una  página  Ijella  de  la  Historia, 
C|ue  despierta  en  los  héroes  vivos  celos, 
refiere  Matamoros,  las  hazañas 
con  C|ue  hiciste  temlílar  á  las  Españas. 

E.  de  Arccharala. 


370 


Documento  iiúm.  3. 


EXTRACTO  DEL  ÁLBUM  QUE  EXISTE  EX  LA  CASA  DE  MATAMOROS,  EN  JAN- 

TETELCO. 

El  Presidente  de  la  República  pone,  con  grata  satisfacción,  el  princi- 
pio de  las  inscripciones  de  este  álbum,  que  le  ha  presentado  con  tal  ob- 
jeto el  ciudadano  Carmen  Tajonar,  para  honrar  la  memoria  del  bene- 
mérito de  la  patria,  Mariano  Matamoros,  uno  de  los  primeros  ilustres 
caudillos  de  la  Independencia  Nacional. 
México,  Febrero  5  de  1874. 


S.  Lerdo  de  Tejada,  rúbrica. 


Eterna  gratitud  3'  veneración  á  la  memoria  del  ilustre  mexicano  que 
nos  dio  patria. 

Joaquín  O.  Pérez, 
Gobernador  del  Distrito  Federal. 


Loor  eterno  á  los  CC.  del  municipio  de  Jantetelco  por  el  honroso 
título  de  ese  pueblo,  con  el  nombre  de  uno  de  los  hombres  más  ilustres, 
valiente  y  patriota  que  nos  dio  libertad  en  la  primera  guerra  de  nues- 
tra Independencia,  Mariano  Alatamoros.  Así  como  mi  gratitud  á  la 
«Sociedad  Matamoros  de  Jantetelco,»  por  la  honra  que  me  hicieron 
nombrándome  padrino  de  este  memorable  é  imperecedero  álbum. 
México,  Febrero  8  de  1874. 

Feliciano  Echevarría. 


Por  la   gratitud   y   respeto  que  debo  á  uno  de  los  ])rimeros  héroes 
de  mi  patria,  me  honro  en  firmar  el  presente  álbum. 

M.  Rira  Palacio. 


371 

A  la  memoria  de  uno  de  nuestros  primeros  héroes  de  la  primera  In- 
dependencia, el  más  humilde  de  los  mexicanos,  pero  su  mejtjr  admira- 
dor. 

M.  Escohedo. 


Deseo  c|ue  la  República  tenga  muchos  imitadores  de  las  virtudes  del 
benemérito  ¡Mariano  Matamoros. 
México,  Febrero  7  de  1874. 

Ramón  Corona. 


Recuerdo  al  2"  General  en  Jefe  del  Ejército  de  Morelos,  al  valiente 
caudillo  Mariano  Matamoros. 

México,  Febrero  9  de  1874. 

M.  Par  no. 


Ha}-  frentes  que  ni  en  la  tumba  se  convierten  en  polvo,  porque  las 
baña  el  sol  inmortal  de  la  gloria.  Matamoros  tiene  la  imperecedera  de 
habernos  dado  patria. 

México,  6  de  Febrero  de  1874. 

Hilarión  Frías  v  Soto. 


Tu  nombre  venerado  ¡oh  Matamoros!  honra  los  íinales  de  la  prime- 
ra Independencia  de  mi  patria.  Tu  sangre  derramada  por  la  Libertad, 
inscribió  tu  noml)re  en  el  martirologio  de  Aléxico,  y  el  último  de  los  hi- 
jos de  la  República  cumple  con  el  santo  deber  de  firmar  este  álbum,  co- 
mo un  monumento  de  gratitud. 

Cuerna  vaca.  Febrero  11  de  1874. 

Francisco  Clavería. 


Es  irresistible  el  tributo  (jue  los  libertos  deben  consagrar  á  los  hé- 
roes de  su  patria,  y  siendo  uno  de  éstos  el  benemérito  General  C.  Ma- 
riano Matamoros,  me  honro  en  tributarle  este  homenaje  de  justa 
admiración,  que,  aunque  pequeño,  significa  la  expresión  del  más  pro- 
fundo respeto  al  insigne  caudillo  de  nuestra  primera  Independencia; 
deseando  c^ue  el  presente  álbum  sea  subscrito  por  todos  los  mexicanos 
\-  que  la  gloria  del  indicado  héroe,  se  abra  paso  hasta  el  último  confín 
del  Universo. 

Morelos,  Febrero  12  de  1874. 

Lie.  Vicente  Peláez. 

.\NALES,  T.  IV.— 16. 


372 

El  Estado  de  Tainanli])as  ha  honrado  hi  inemoria  del  inicifidor  de 
hi  Independencia,  ])oniendo  el  nombre  de  Matamoros  á  una  de  sus 
principales  ciudades.  En  su  nondjre  svdjseribe  este  álbum  histórico. 

D.  Balandrann. 
Redactor  en  jefe  del  Diario  Oficial. 


Alatamoros,  el  Cura  de  Jantetelco,  sij^uió  las  doctrinas  de  Cristo, 
el  Redentor  de  los  homljres.  Soldado,  si_uuió  las  banderas  de  Morelos, 
jjrocurando  la  redención  de  su  ptitria.  Veneración  al  sacerdote;  íidmi- 
ración  al  héroe;  respeto  al  jnieblo  que  tan  tierna  y  cariñosamente 
conserva  su  memoria. 

Joaq.  M.  Alcalde. 


El  deber  del  hondjreesamar  y  defender  á  su  ¡)atria:  tal  deberlo  llenó 
el  benemérito  Presbítero  Don  Mariano  Matamoros,  en  13  de  Diciem- 
bre de  1811,  proclamando  la  Independencia  y  Libertad  de  México. 
¡Página  íiloriosa!  En  este  álbum  que  se  consagra  á  su  memoria,  con 
la  más  grata  satisfacción  le  consagro  mi  gratitud  profunda  3-  mi  res- 
petuosa admiración  á  tan  admirable  héroe,  y  hago  votos  paní  que  mis 
comijatriotas  de  la  villa  de  Jantetelco,  admiren,  veneren  é  imiten  lano- 
Ijilísima  conducta  de  tan  gran  Patriota. 
Cuernavaca,  F'cbrero  11  de  1874-. 

F.  Leiva. 

Gobernador  de  .Morelos  y  miembro  honorario  de  la  «Soeiedad  Malaiiioros.» 

Astro  brillante  en  el  cielo  de  mi  querida  patria,  aparece  el  heroi- 
co caudillo  C.  Mariano  Matamoros,  encarnación  de  las  glorias  nacio- 
nales. Bendigo  y  venero  su  memoria,  teniéndome  por  feliz  al  poner 
mi  humilde  firma  en  este  álbum,  recuerdo  tierno  de  los  hijos  de  Jante- 
telco. 

Cuernavaca.  Febrero  11  de  LST-t. 

Miinacl  S.  Moran. 


El  Presbítero  C.  Rafael  Rann'rez,  actual  Cura  de  esta  villa,  al  fir- 
mar este  álbum,  manifiesto  la  honra  y  satisfacción  que  tengo  de  haber 
sido  feligrés  del  Benemérito  de  la  Patria,  Mariscal  de  Campo  C.  Ma- 
riano Matamoros;  de  haberlo  acomjiañado  desde  el  campamento  de 
Santa  Clara  hasta  el  Valle  de  Izúcar,  ahora  ciudad  de  Matamoros, 
desde  el  día  2  de  Junio  del  año  de  1812,  hasta  el  día  sábado  28  de 
Agosto  de  dicho  año.  Tensio  también  la   honrosa  satisfacción  de  ser 


373 

Cui"a,  (le  donde  él  lo  fué  cuando  se  ciñó  la  espada  para  consciíuimos 
la  libertad  de  que  hoy  disfrutamos,  y  de  haber  usado  los  jiaranientos, 
vasos  sagrados  y  ornamentos  que  él  usó,  y  haber  entregado  algu- 
nos de  ellos  al  C.  Carmen  Tajonar,  jiara  que  los  ponga  ala  expectación 
del  público,  para  (|ue  les  tributen  el  homenaje,  acatamiento  3-  venera- 
ción debida,  así  como  los  libros  donde  con  su  puño  y  letra  asentó  las 
])artidas  de  bíiutismos,  casamientos  y  entierros. 

Villa  de  Jantetelco  de  Matamoros,  Febrero  20  de  1874. 

Ríifíicl  Rriinírez. 


Como  mexicano  te  venero,  como  soldado  te  admiro,  como  Gober- 
nador del  Estado  ofrezco  erigirte  un  monumento  para  perpetuar  tu 
memoria. 

Jantetelco,  Julio  30  de  1S85. 

Jesús  H.  Preciado. 


El  30  de  Julio  de  1885  ofrecí  elevar  un  monumento  á  tu  inmortal 
memoria  y  grabé  mi  oferta  en  tu  álbum.  Mi  promesa  está  cunqjlida 
y  recordaré  siempre  esta  fecha:  «5  de  Enero  de  1889,»  en  la  que  logré 
dar  una  forma  material,  sencilla,  pero  sagrada,  al  pensamiento  de  vene- 
ración y  cariño  (|ue  siemjirc  me  has  ins]iira(lo. 
Enero  5  de  1889. 

Jesús  H.  Preciado. 


El  año  de  1910,  con  motivo  de  la  celebración  del  primer  centenario 
de  la  proclamación  de  la  Inde])endcncia,  los  patriotas  hijos  de  Jante- 
telco, que  en  su  noble  corazón  conservan  imperecedera  la  memoria  glo- 
riosa del  que  fué  su  Cura,  D.  Mariano  Antonio  Matamoros  y  Orive  3- 
de  los  hijos  de  la  ])oblación  cjue  con  él  se  jironunciaron  por  el  ])lan  de 
Hidalgo  el  13  de  Diciemljre  de  1811,  para  perpetuar,  á  la  vez  que  paní 
glorificar  la  memoria  del  benemérito  Cura  y  sus  heroicos  feligreses, 
inauguraron  las  siguientes  obras: 

En  la  puerta  de  la  entrada  de  la  habitación  que  ocupó  Matamoros, 
se  colocó  una  lápida  ovalada  con  esta  inscripción: 

«Esta  pieza  fué  dormitorio  del  Benemérito  de  la  Patria  Mariano 
Matamoros.» 

El  Dr.  D.  José  M.  Carvajal,  Presidente  del  Comité  del  Centenario, 
de  Jonacatc])ee,  donó  inia  lájiida  (¡ue  se  colocará  abajo  de  la  anterior, 
la  cual  contiene  la  siguiente  leyendji: 

«Homenaje  de  admiración  á  la  heroica  señora  Mariana  de  Díaz, 
"quien  con  estoica  abnegación  entregó  sus  dos  hijos  Cristóbal  y  José 


374 

«María  al  invicto  Caudillo  Mariano  Matamoros  para  que  le  ayuda- 
(tran  á  luchar  por  la  Independencia  de  la  Patria.  )> 
ajantetelco.  Diciembre  13  de  1910. 

nDr.  José  M.  Carvajal.» 

Y  á  ambos  lados  de  la  puerta  de  la  pieza  que  fué  dormitorio  de  Ma- 
tamoros, se  colocaron  unas  lápidas  que  contienen  los  nombres  de  los 
47  hijos  de  Jantetelco  que  formaron  el  pie  del  ejército  insurgente  de 
Matamoros  y  con  los  cuales  se  unió  á  Morelos  en  Izúcar  el  16  de  Di- 
ciembre de  1811.    1 


1  Esto  es  un  error:  cuando  Matamoros  se  presentó  á  Morelos  en  Izúcar.  el  16  de  Di- 
ciembre de  1811 ,  sólo  llevaba  cuatro  hombres  en  su  compañía:  los  47  hijos  de  Jantetelco 
que  formaron  su  pie  de  ejército,  se  le  incorporaron  á  su  regreso  de  Izúcar,  y  con  ellos  fué 
á  incorporarse  con  Morelos  en  Tasco.  Véanse  las  páginas  .34  y  39  que  anteceden. — 
X.  del  A. 


375 


Documento  núni.  4. 


ACUSACIÓN  CONTRA  UN  SOBRINO  DE  MATAMOROS.    1 

«Leonarda  Xeira:  Española,  Doncella  de  veinte  años,  vecina  de  esta 
Corte  en  la  calle  de  Zuleta  N°  9,  cuarto  cinco  abajo,  viviendo  arriba 
una  Señora  viuda  nombrada  Da.  María  de  la  Luz.  En  cumplimiento 
<á  lo  mandado  comparece  ante  V.  S.  lUma.  y  denuncia  en  toda  forma  á 
un  Reo  de  estado  q.f  ha  producido  las  proposiciones  siguientes,  3^  es 
Dn.  Antonio  Matamoros,  casado  con  Doña  Francisca  Villegas,  Plate- 
ro deoficioexercitado  por  á  hora  en  hacer  varios  juguetillos  p.<i  Niños, 
vecino  de  esta  Corte  en  la  calle  del  Refugio,  casa  del  Molino  de  Ace3-te 
arriba  en  la  última  vivienda  á  mano  izquierda:  Cuyas  producciones 
son  mu3^  repetidas  sin  mirar  calidad  de  personas,  3'  q.e  le  contienen  en 
estos  como  principios  de  sus  Conversaciones. 

«Que  estaba  determinado  á  irse  con  su  tío  el  cabecilla  Matamoros 
antes  q.e  le  hubieran  quitado  la  vida. 

«Que  el  Gobierno  de  nada  sirve. 

«Que  no  ha3^  Re3'  q.e  nos  mande. 

«Maldice  al  Gobierno  pj  q.e  persigue  á  los  Insurgentes  hasta  qui- 
tarles la  vida. 

«Que  se  ha  de  ir  con  ellos  siempre  q.e  tenga  proporción,  para  vengar 
lo  q.e  hicieron  con  su  tío  Matamoros. 

«Que  si  huviera  podido  librar  á  Morelos  q.e  estuvo  prisionero  en  la 
Cindadela  lo  huviera  hecho. 

«Que  el  Gobierno  no  es  por  el  Re3'  de  España  3-a  Muerto. 

«Todo  lo  cual,  como  testigo  de  ovdo  en  varias  ocaciones  i(.e  haliló 
delante  de  mi  3'  de  otras  Gentes,  estoy  pronta  á  confirmar  la  verdad  de 
estas  proposiciones  bajo  la  Sagrada  Religión  del  Juramento. 
«México,  24  de  JuHo  de  1816. 

«No  sabe  firmar,  u 


1   Archivo  General. — Inquisición.  Tomo  I.  lol.  2  fte. 


376 


Documento  níím.  5 


CARTA  DKL  CORONEL  D.    ANTONIO  SESMA  A    SI'    SOHRINA    MICAELA 

FRONTÁN.  1 

«Mi  f|uerida  Micaela: 

«La  suerte  me  arrastra  á  no  se  cj.e  y  así  cada  día  repito  á  la  Sta. 
Providencia  nuevas  gracias,  y  me  ofrezco  á  q.c  el  Sor.  disponga  de  mi 
lo  q.e  sea  su  Sta.  voluntad. 

«Me  comisionó  el  Gral.  á  tratar  con  un  bergantín  (|.e  había  arriba- 
do al  Pto.de  Guatulco,  y  estando  \-a  en  el  caminóme  previene  q.t  haga 
gente,  y  me  dirigí  sobre  Tehuantepeque  á  atacar  al  bárbaro  de  Dam- 
brini,  q.e  sin  conocimientos,  tropas  valerosas,  y  otras  circunstancias 
militares  se  había  posesionado  de  esta  villa. 

«Considérame  en  Guatulco:  con  doce  hombres  (|.f  únicamente  te- 
nia de  escolta  emprendo  esta  expedición  y  en  catorce  dias,  mediante 
Dios,  apronté  setecientos,  alarmé  las  Provincias  por  donde  transité 
hta.  incorporarme  serca  de  Tehuantepeque  con  el  Sor.  Mariscal  de 
Campo,  Gral.  en  Gefe  D.  Mariano  Matamoros,  q.e  á  marchas  dobles 
y  con  mil  docientos  infantes  y  dragones  escogidos  de  su  divicion  venia 
á  socorrer  á  Sierra,  dejando  así  este  Sr.  Gral.  como  yo  resguarda- 
das las  espaldas  con  el  resto  hta.  cinco  mil  de  tropa  q.e  vcnian  siguién- 
donos por  cualesquiera  acaso  de  la  guerra. 

«Nos  situamos  á  una  legua  de  Tehuantejicfiuc  j)ara  atacar  uno  ])or 
el  ¡juente  y  otro  por  la  retirada  del  enemigo. 

«A  media  noche  salimos  á  reconocer  la  plaza  y  sus  puntos,  llegan- 
do así  nuestra  avanzada  como  nosotros  hasta  los  barrios  de  la  Villa, 
sin  otra  novedad  que  la  de  estar  oyendo  correr  la  palabra  enemiga. 
En  fin,  antes  de  amanecer  huyó  Dambrini  y  su  divicion  cargando 
quanto  pudo  en  términos  q.e  con  la  descubierta  tomé  posesión  de  la 
Plaza  y  el  Sr.  Matamoros  se  regresó  á  recoger  el  grueso  del  Exercito. 
Seguimos  al  alcance  de  Dambrini  cj.e  volaba  aniquilando  los  Pueblos 
y  parages  por  donde  pasaba,  aterrorizando  alas  pobres  gentes,  dicien- 
doles  q.e  abandonasen  sus  hogares,  y  se  pusieran  en  salvo  por  q.e  nos- 

1   Archivo  Gral.— Realistas, —  Tomo  49,  fol.  132  y  siftuieutes. 


377 

otros  lloramos  Judíos,  forzábamos  íi  las  nuitícrcs,  k-s  cortábamos  los 
pechos,  iiiataljaiiios  á  sus  hijos  y  los  cargábamos  después  de  muertos 
en  las  l)ayonetas,  y  otras  especies  hijas  de  la  falcedad,  y  cobardia,  con 
cuyo  motivo  se  encolerizó  la  tro])a,  y  deseosa  de  vengar  tales  impostu- 
ras, no  recusó  en  el  alcance  de  Dambrini  hacer  jornadas  de  diez  y  (jcho 
leguas.  Tal  es  el  valor  y  entusiasmo  del  Exercito  del  Sr.  Matamoros, 
pues  sin  solicitar  descanzo,  ni  comer  en  algunos  dias,  solo  apetecia  .al- 
canzar al  ponderado  Exercito  Guatemalteco. 

«Se  cumplió  por  fin  este  deseo  en  la  ra3-a  de  Tonalá,  lugar  en  (|.*;  por 
auxilio  de  un  cerro  escogió  Dambrini  para  esperarnos,  cubriendo  nues- 
tra entrada  (j.t  devia  ser  por  tm  espeso  bosque,  y  asegurandtj  por  otro 
su  retirada  ¡Infeliz  Gral.!  ¡Pobre  Exerto.!  No  reconoce  quando  ntra. 
vanguardia  á  las  tres  de  la  tarde  del  segundo  dia  de  Pascua  indiscre- 
tamente comenzó  la  acción  q.<^  se  sostuvo  con  dos  compañías  del  dis- 
tinguido regimiento  de  Dragones  de  San  Pedro,  compuestas  de  cin- 
quenta  hombres  cada  una,  treinta  granaderos  y  una  com]:)añia  dividi- 
da en  varios  picpietes  del  Regto.  de  Infantería  del  Carmen;  de  suerte 
q.e  toda  la  tropa  con  q.e  se  dio  principio  á  la  campaña  apenas  llegó 
al  corto  número  de  ciento  noventa  y  tres  hombres,  teniendo  q.e  resistir 
porq.i;  el  terreno  no  nos  permitía  ni  evolucionar  con  la  tropa,  ni  hacer 
usode  la  Artillería,  á  la  fuerza  de  más  de  mil  hombres  q.e  constituía  el 
Exerto.  enemigo;  pero  a((uel  solo  metiéndose  por  debajo  de  los  fuegos, 
de  este,  consiguió  con  sólo  los  granaderos  y  toque  de  degüello,  flan- 
quearle la  derecha,  y  poner  á  Dambrini  en  vergonzosa  fuga  conten- 
tándose los  Guatemaltecos  solamente  con  decir  á  gritos  en  su  carrera: 
haí  están  ya  los  Judios  del  gorro  amarillo. 

«Este  choque,  si  Dios  no  me  hubiese  favorecido,  pudo  haber  sido 
para  mi  el  último,  por  q.e  estando  sobre  el  cerro  dando  mis  ordenes, 
vino  de  rechazo  de  un  palo  una  bala,  y  me  infirió  vm  golpe  contuso  de 
q.e  adolezco. 

«Esto  es  pvmtualmente  todo  lo  q.e  aconteció  en  el  ataque  q.e  dimos 
á  Dambrini,  y  este  cobarde  intruso  perdió  toda  su  artilleria,  todo  su 
pertrecho,  mucha  parte  de  su  armamento,  y  por  ultimo  toda  la  carga, 
de  modo  q.e  el  botin  hecho  hasta  aqui  es  de  bastante  consideración. 

«Por  ahora  estamos  entendiendo,  y  tratando  de  evitar  la  destruc- 
ción de  este  Reyno,  de  no  trastornar  la  publica  tranquilidad,  y  de  ci.e 
conozcan  sus  habitantes  q.e  somos  cristianos,  q.e  somos  cavalleros,  y 
cj.e  no  deseamos  otra  cosa  q.e  el  bien  y  felicidad  de  ambos  emisferios. 

((Tt)do  el  Sur  está  por  nosotros,  la  costa  del  Norte  muy  poco  ó  na- 
da tiene  ya  cj.e  conquistar,  y  México  sera  dentro  de  breve  atacado  por 
mas  de  cien  mil  hombres. 

«La  correspondencia  con  el  angloamericano  está  abierta:  me  dice  el 
Sr.  Gral.  q.e  ha^-  sobre  Salcedo  veinte  mil  de  estos,  y  qe  las  avanzadas 
de  ese  cabecilla  han  sido  ya  derrotadas  por  ellos. 

«El  Virrey  se  marcha  para  España:  Calleja  quedíi  en  su  lugar  para 


378 

q.e  le  truene  el  eohete  en  la  mano:  mira  como  esta  el  Govierno.  Esta 
noticia  tan  exacta  q.e  te  doy  comunicala  á  nuestros  Arzobispos  ami- 
gos y  al  Pre.sdte.  Bustamante  q.e  es  hombre  prudente,  y  sabe  lo  (j.e  es 
revolución,  3'  encárgales  no  quieran  ser  cómplices  en  la  devastación  de 
tantos  infelices  Pueblos.  Da  dolor  ver  q.e  estos  no  han  dejado  los  Cu- 
ras alucinados,  Dambrini  y  otros,  con  sus  imposturas  y  engaños,  un 
sacerdote  q.e  administre  los  santos  Sacramentos.  Svis  feligreses  se  es- 
tan  muriendo  como  perros,  y  para  obiar  estos  males,  por  necesidad 
nuestros  Capellanes  han  tenido  qs  suplir  la  falta  de  Ministros  q.e  tie- 
nen obligación  de  cuidar  á  sus  ovejas.  Sin  cmbíirgo  de  q.e  podriainos 
adelantar  nuestra  conquista  hasta  Ciudad  Real,  y  aun  mas  adelante, 
no  queremos,  por  q.e  esperamos  q.e  este  Reino,  penetrado  de  nues- 
tra causa  tome  el  mismo  partido,  y  por  q.e  nuestro  animo  no  es  el  de 
destruirlo;  á  menos  q.e  ellos  como  ha  sucedido  con  Dambrini,  por  me- 
dio de  intrusos  y  cobardes  nos  provoquen;  con  cuya  mira  aguardamos 
c|.e  repuesto  del  golpe  q.e  á  hora  ha  sufrido,  habilitado  nuevamente 
de  armas,  3-  tropas,  vuelva  en  si,  y  conozcan  cj.e  en  ningún  tiempo  po- 
dran con  los  crecidos  Exercitos  del  Re\mo  Alexicano. 

«Espero  me  contestes  con  la  cinseridad  y  claridad  q.e  \'o  lo  hago, 
pues  deseo  saber  de  Izquierdo  y  de  la  familia,  \'  de  todos  los  amigos;  y 
con  esto  a  Dios,  tiuien  te  guarde  como  desea  tu  amante  tio. 

n Antonio  Sesma.» 


379 


Oocuiiicnlo  núiii.  (j. 


Parte  di;  la  Batalla  oe  Tonalá,  qve  da  al  Virrey  el  Coronel  D. 
Manuel  JuxQuiTo,  Comandante  Militar  déla  Provincia  de  Ta- 
ba se  o.  1 

«Exmo.  Sor: 

«El  dia  21  del  mes  p"p",  tuve  la  satisfacción  de  comunicar  á  V.  E.  el 
buen  éxito  de  la  Divicion  q.e  tenia  de  tropas  para  la  defenza  de  esta 
Provincia  de  mi  mando,  al  cargo  del  Tente.  Coel.  D.  Manuel  Servando 
Dambrini  (|.i;  no  contento  con  haber  escarmentado  á  los  insurgentes 
en  el  Pueblo  de  Xiltepecjue  avanzó  hasta  Tehuante])cque,  á  cuyo  pro- 
greso se  referia  el  último  párrafo  del  citado  oficio. 

«La  Divicion  se  mantuvo  en  Tehuantcpc(|uc  hasta  el  dia  13  de  Abril 
en  L[s  impuesto  el  Comandante  del  desagrado  con  que  aquellos  habi- 
tantes miraban  á  la  tropa,  y  de  q.e  los  Cabecillas  Matamoros  y  Sesma 
trataron  de  atacarlo,  se  replegó  con  su  fuerza,  q.e  ya  habia  principia- 
do á  desertarse,  y  continuó  hasta  llegar  á  la  frontera.  En  el  intermedio 
se  puso  el  enemigo  sobre  las  Tropas  q.f  le  presentaron  batalla  y  jamas 
quisieron  entrar  en  acción  en  campo  raso  q.e  fué  donde  se  les  presen- 
tó; -  mas  el  19  del  citado  Abril  estando  la  Divicion  en  mi  frontera  fué 
amenazada  por  el  enemigo  y  la  Cavalleria  sostvivo  un  fuego  vivo  has- 
ta q.e  conociendo  superioridad  se  replegó  á  escape  sobre  la  Infantería, 
arroyó  parte  de  ella  3-  principió  el  desorden  y  se  dispersó  la  Divicion 
ci.e  con  la  fuerza  q.e  á  cada  instante  se  le  iba  disminuyendo  sostubo  el 
fuego  serca  de  cuatro  horas.  Toda  la  Artillería  se  perdió  y  lo  mismo 
las  cargas  y  equipajes.  No  hubo  muerto  alguno  y  de  heridos  no  tengo 
noticia  de  otro  q.e  del  Capitán  D.  Agustin  Cea  cj.^'  á  ftierza  de  traba- 

1  .-VrchivoC.ral. — Operaciones  de  guerra.  1810álS21. — Realistas. — F.  v  K. — Fol.  116 
duplicado. 

2  Por  respeto  á  los  días  santos,  Matamoros  no  persiguió  á  Dambrini  en  su  fuga  de 
Tehuíintcpec,  sino  hasta  el  Sábado  de  Gloria,  de  modo  cjue  le  llevaba  tres  días  de  ven- 
taja, por  lo  (|ue  tuvo  que  hacer  marchas  dobles  para  poderlo  alcanzar  el  día  19,  en  tjue 
nmediatameule  lo  liatió  en  su  inexpugnable  posición,  y  esto  prueb.n  ser  falso  lo  tpie  dice 

Junquito. — N.  del  A. 

A.N.VLiis.  T.  1\'.— 17. 


380 

jos  esta  aliviado.  El  enemigo  se  situó  en  el  Pueblo  de  Tonalá  sujeto  A 
la  comprensión  de  mi  mando,  y  en  él  v  su  jurisdieion  hizo  quantas  co- 
rrerlas quiso,  robó  la  cíiballada  y  ganado  q.e  se  le  presentó,  taló  los 
campos  y  saqueó  las  casas  hasta  de  los  mas  despreciables,  rompiendo 
lo  q.e  no  pudo  cargar. ^  Todo  esto  lo  ha  originado  la  insubordinación 
de  la  Tropa,  cuyo  numero  era  suñciente  para  haber  escarmentado  al 
vencedor,  mas  como  era  una  fuerza  visoña,  sin  disciplina,  y  poco  dis- 
puesta á  otra  cosa  c|ue  á  reunirse  con  sus  familias,  de  aqui  se  debe  el 
hal^erse  experimentado  tal  desgracia. 

«Matamoros  y  Sesma  pensaron  hacer  de  su  partido  estos  habitan- 
tes para  lo  cual  escribieron  las  cartas  q.c  en  Testimonio  acompaño  á  V. 
E.  para  su  conocimiento,  y  fines  (|.e  convengan,  las  cuales  no  han  circu- 
lado á  causa  de  la  actividad  y  exactitud  con  q.c  mis  Tenientes  cum- 
plen las  ordenes  q.^lcs  comunico.  - 

«El  día  ])rimero  del  actual  íibandonó  el  lllmo.  Sor.  Obispo  esta  Ca- 
pital, con  motivo  de  los  recelos  q.c  le  asistieron,  pero  se  mantiene  en  su 
Diócesis  donde  ha  dado  principio  á  su  visita  por  la  parte  confinante  con 
las  Provincias  de  Tavasco  y  Yucatán. 

«El  26  de  Abril  último  comunicjué  al  Sor.  Gobor.  de  Vera  Cruz  esta 
desgraciada  ocurrencia,  y  le  supliqué  q.e  si  le  ftiese  dable  me  remitiese 
por  Villahermosa  quinientos  hombres  veteranos  con  sus  respectivos 
oficiales  de  los  q.e  llegaron  de  la  Península;  nos  servirían  no  sólo  para 
la  dcfcnza  de  esta  Provincia,  la  de  \'illahermosa  3-  Yucatán,  sino  jja- 
ra  q.t  permitiéndolo  las  circunstancias  se  dirijiesen  al  j)initü  cj.e  m;is  in- 
teresaseenesteReyno,  sobrcloq.e  esperodis]>ondrá  V.  E.  lo  q.<-*  crea  mas 
conforme  en  beneficio  de  este  Reyno. 

«Dios  gue.  á  V.  E.  m.s  a.s  Ciudad  Real,  Mayo  12  de  1813. 

«Exmo.  Sor. 
«Manuel Ja  iiquito. — Rubrica. 

«Exmo.  Sor.  \'irrcy,  Gobor.y  Cap.t;»"  Gral.  de  X.  E.  D.  Félix  M"  Ca- 
lleja. «1 


1  Esta  es  una  calumnia  que  hace  Junquito  á  Matamoros  con  el  fin  de  desprestij;iar- 
lo,  pues  es  bien  sabido  que  Matamoros  jamás  admitió  bandidos  en  sus  filas,  y  que  su 
tropa  se  distinsiuió  siempre  por  su  corrección,  su  honrado  comportamiento  y  su  discipH- 
na;  por  consiiruiente.  no  es  de  creerse  que  hayan  cometido  esos  robos  y  saqueos  que  .gra- 
tuitamente les  atribuye  Junquito. — X.  del  A. 

2  Las  cartas  á  que  se  refiere,  son  lascircuhires  que  dirigió  Matamoros  á  los  pueblos; 
la  carta  del  mismo  al  Obispo  de  Chiapas,  y  la  carta  del  Coronel  Sesma  á  su  sobrina  Mi. 
cáela  Frontán.las  cuales  ya  publicamos  aquí  en  el  lugar  que  á  cada  una  les  corresponde. 


381 


It(ic'iiiiK-iiti)  núiii. 


I'artk  dk  Matamoros  á  Morelos  acerca  dií  i, a  derrota  á  Damiíri- 
Ni,  Pi'iiUCADO  en  ee  «Correo  Americano  dee  Ser,"  en  Teiieante- 
im:c,  dií  17  DE  Ji'Eio  DI-:  ISl.'i. 

«¥A  Sr.  Mariscal  de  caní]»)  I).  Mariano  Matamoros  al  Excnio.  Sr. 
general  del  Sur. 

«Exmo.  Sr. — La  valiente  división,  ((ue  teníío  el  honor  de  mandar,  ha 
triunfado  completamente  del  enemigo,  sin  embarco  de  (|ue  éste  ha  rcu- 
sado  el  choc|ue  en  todas  ocasiones;  de  suerte  C|uc  hemos  tenido  (|uc  ca- 
minar muchas  le.iiuas  para  efectuar  el  combate.  Creia  batirlo  en  Tc- 
huantepec,  y  axin  esperaba  yo  que  él  me  atacase  antes,  según  los  deseos 
que  me  dixeron  teniíi  Manuel  Dambrine,  oa])ataz  de  la  C)ua<lrilla,  de  co- 
nocer á  V.  E.,  pues  preguntaba  á  menudo  por  su  |)ersona;mas  como  el 
brio  y  valor  de  estos  malvados  consiste  solo  en  las  ¡lalabras,  todo  ha 
sido  huir  de  nosotros. 

«Hallábame  acam]iado  en  Xalapa,  punto  inmediato  áTchuantepec, 
esperando  que  latrojja  se  repusiese  de  la  fatiga  anterior  correspondien- 
te á  tanlarga  caminata,  y  Cjue pasasen  los  dias  de  jueves  y  viernes  santo, 
(¡ue  crei  no  debíamos  emplear  en  derramar  sangre,  f|uando  el  martes 
por  la  noche  tuve  noticia  segura  de  que  Dambrine  levantaba  <-'i  toda 
prisa  el  cantón,  sin  duda  para  fugarse  á  Guatemala.  En  el  momento 
dispuse  mis  soldados  para  impedir  acjuella  marcha;  de  manera  cpie  á 
las  cinco  de  la  mañana  siguiente  llegué  áTehuantepec  en  compañia  del 
Sr.  intendente  de  exército  D.  Antonio  Sesma  y  Alencaster,  cpie  se  me 
acababa  de  reunir.  Encontré  la  villa  despoljlada,  porcjue  desde  Ifi  no- 
che precedente  habian  desamparado  la  plaza  los  bandidos  con  tal  ])rc- 
cipitacion,  cjue  ni  las  cargas  de  ma^-or  importancia,  objeto  común  de 
sus  desvelos,  pudieron  llevarse  consigo. 

«Con  todo,  procuré  asegurarme  de  que  aquella  salida  no  fuese  algún 
ardid:  registré  los  puntos  que  inc  parecieron  peligrosos;  observé  si  se 
haljian  alojado  (lor  las  inmediaciones  ó  refugiado  en  ídgun  ])ueblo  veci- 
no, y  descubrí  riue  no  habian  tenido  otro  motivo  ])ara  salir,  (jue  un 


382 

miedo  inexplicable  al  ruido  solo  de  nviestras  armas.  Alli  me  informé  de 
que  aquellos  fanáticos  venian  tan  presuntuosos,  porque  estaban  creí- 
dos en  que  Y.  E.habia  sido  derrotado  completamente  por  loscobardes 
Paris  y  Rionda;  y  en  que  Oaxaca  se  hallaba  amenazada  ]5or  diversos 
puntos  de  un  número  considerable  de  tropas:  va  se  ve.  tal  es  el  éxito 
que  tienen  los  miserables  por  sus  credulidades. 

«Por  la  religiosa  consideración  de  que  hablé  antes,  no  salí  hasta  el 
sábado  inmediato  en  su  persecución,  resuelto  á  desbaratarlos  donde 
quiera  f|ue  los  alcanzase.  Ya  podra  considerar  Y.  E.la  ventaja  que  nos 
habian  sacado,  como  que  estaban  descansados,  iban  en  cal^allos  de  re- 
fresco, y  llevaban  tres  dias  de  camino,  mas  sin  embargo  emprendimos 
la  marcha.  Hubo  jomada  de  diez  3- seis  leguas,  de  suerte  que  quando 
nuestra  descubierta  llegó  á  divisar  álos  fauos,  3'a  mis  soldad  os  estaban 
fatigadisimos;  pero  siempre  ardiendo  en  deseos  de  vengar  los  agravios 
hechos  á  su  nación. 

«El  Domingo  de  pasqua,  cjuando  yo  ya  desconfialia  de  alcanzarlos, 
recibí  parte  del  capitán  D.  Rafael  Buenbrazo  á  cuyo  cargo  iba  la  avan- 
zada, de  que  habia  conseguido  ficcrcarsc  á  la  enemiga,  la  qual  después 
de  haber  hecho  algunas  escaramuzas  de  poco  interés,  habia  vuelto  á 
continuar  su  fuga.  El  dia  siguiente,  como  á  las  dos  de  la  tarde,  recibí 
otro  parte  del  capitán  de  avanzada  D.  Manuel  Zavala,  puesto  cerca  de 
la  raya  que  llaman  de  Tonalá,  en  que  me  participaba  haber  alcanzado 
un  trozo  del  enemigo  como  de  doscientos  hombres,  v'  que  por  hallarse  en 
punto  desproporcionado  y  sin  orden  expresa  al  efecto,  no  rompía  el 
fuego;  pero  que  los  .sesenta  hombres  que  llevaba  estaban  deseosísimos 
de  romperlo. 

«Noticia  tan  placentera  me  hizo  comunicar  las  ordenes  correspon- 
dientes para  acelerar  la  marcha.  Dispuse  que  solo  trescientos  hombres 
de  caballeria,  algunos  infantes  y  tres  cañones  se  adelantaran  para  poder 
llegar  pronto  á  las  manos  con  los  perversos,  y  entretenerlos,  mientras 
cjue  el  resto  de  la  división  .se  acercaba  á  exterminar  tan  pestífera  raza: 
así  fué,  con  la  circunstancia  de  que  de  momento  en  momento  se  adelanta- 
l)an  algunos  soldados  por  las  ganas  que  tenían  de  devorar  á  los  minis- 
tros del  tirano;  de  manera  que  su  artillería  3' con  aquellos  pocos  comenzó 
la  acción  de  la  ra\'a  de  Tonalá.  Conforme  iban  llegando  los  demás, 
les  destinaba  \-o  el  lugar  quedebian  tomar,  hasta  que  tuve  la  desgracia 
de  que  una  bala  de  fusil  me  rozara  el  muslo  izquierdo,  sin  haberme  cau- 
sado más  daño  que  romper  el  pantalón  y  quemarme  el  pellejo.  Por  lo 
pronto  creí  qvie  fuese  grave  la  herida,  y  me  retiré  un  instante  á  vendar 
la  pierna;  pero  mirando  que  no  era  cosa  de  cuidado,  volví  á  continuar 
mis  disposiciones. 

«El  punto  que  el  enemigo  eligió  para  resistir,  fué  un  cerro  que  tendría 
de  alto  como  cíen  varas,  3'  de  circunferencia  como  quinientas,  corona- 
do de  peñas  mu3-  gruesas  al  derredor;  de  forma  que  estaba  en  la  mejor 
disposición  para  defenderse  de  un  exército  entero.  Tenia  colocada  su 


383 

artillería  del  modo  mas  cómodo,  y  parapetado  con  los  peñascos  diritria 
los  fuefíos  con  acierto. 

«A  jioco  de  comenzada  la  refriega  llegó  el  brioso  Sr.  Intendente  de 
exércitocon  un  trozo  de  tropa  que  colocó  en  un  l)osc|Uccillo,  desde  don- 
de pudo  o1)rar  con  provecho.  El  choc|ue  empezó  a  las  tres  de  ki  tarde, 
y  eran  mas  de  las  cinco  sin  ((uc  ])or  ninguna  parte  seadvirtiese  ventaja, 
íi  pesar  de  (|uc  el  luego  era  vivisimo  jjor  ambas:  ansioso  yo  entoncesde 
que  tomase  asjíccto  favorable  el  combate,  ordené  que  Don  José  Anto- 
nio Rodríguez,  teniente  coronel  del  regimiento  de  S.  Pedro,  con  treinta 
dragones  de  su  cuerjx)  y  alguna  infantería  del  de  la  virgen  del  Carmen, 
y  el  teniente  D.  Joaquín  Miranda  con  diez  granaderos  del  mismo,  avan- 
zasen j3or  el  frente,  principal  entrada  al  cerro,  con  el  designio  de  que 
divertido  el  enemigo  por  este  punto  mirando  nuestros  conatos  por  allí, 
flestínase  mayor  niimero  de  gente  por  aquel  paraje,  desatendiendo  un 
algo  los  demás,  y  mientras  un  trozo  de  americanos  pudiese  sorprender- 
lo en  la  eminencia.  Entre  tanto  se  executaba  por  tal  punto  esta  dispo- 
sición, ya  D.  Mariano  Rodrigviez,  capitán  de  la  primera  compañía  de 
granaderos  del  Carmen  con  quarenta  de  ellos,  el  de  fusileros  D.  Fran- 
cisco Quíroz,  el  de  igual  clase  Fr.  Pasqual  Ximenez,  el  teniente  de  dra- 
gones de  S.  Pedro,  D.  Mariano  Serrano,  y  vni  sargento  con  quatro  hom- 
bres de  este  regimiento  marchaban  con  serenidad  por  el  lugar  que  se 
les  habia  señalado  para  flanquear  al  enemigo,  y  trepar  á  la  cima  del 
cerro. 

«Casi  al  mismo  tiempo  que  los  perversos  abandonaron  el  punto  por 
donde  el  teniente  coronel  Rodríguez  los  atacaba,  dexíindo  allí  seis  ca- 
ñones, se  presentaron  sobre  ellos  el  capitán  Rodríguez  y  sus  compañe- 
ros, arrojando  el  fuego  mas  horroroso:  aturdidos  entonces  los  malva- 
dos, y  azorados  al  ver  casia  suspechos  las  bayonetas  de  los  granaderos, 
dieron  la  estampida  mas  vergonzosa,  desamparando  quanto  habia  y 
gritando  «ahí  están  los  judíos  de  las  gorras  amarillas.»  Era  ya  de 
noche  ciuando  se  terminó  la  obra,  y  como  los  facciosos  se  fugaron  por 
entre  un  bosípie  muy  espeso,  apenas  pudo  perseguirlos  im  trozo  que 
destiné  al  efecto:  ni  era  prudencia  empeñarse  mucho  en  el  alcance,  por- 
que en  aquel  lugar  montuoso  seria  fácil  que  nos  causasen  algún  daño. 

«Les  hicimos  presa  de  quantos  cañones  y  pertrechos  traían,  de  diez 
y  seis  armadas,  de  muchas  armas  de  fuego  y  de  distintos  renglones 
de  comercio,  todo  lo  qual  consta  mas  círcimstanciadamentc  en  los  tres 
estados  C[ue  acompaño  á  V.  E.  Otras  muchas  armas  perdió  Dambrine, 
que  nosotros  no  pudimos  aprovechar  porque  las  estrellaban  los  fugiti- 
vos en  las  peñas,  reduciéndolas  á  menudos  fragmentos,  con  el  intento 
de  que  no  nos  sirviesen. 

«La  perdida  enemiga  no  se  pudo  averiguar  apunto  fixo;  pero  de  al- 
guna consideración, pues  auncjue  en  el  cerro  hallamos  pocos  muertos  y  he- 
ridos, al  día  siguiente  se  encontraron  por  los  montes  y  breñales  mas  de 
catorce  cadáveres.    La  dispersión  fué  tal  que  no  quedaron  diez  hom- 


384 

bres  reunidos,  ca\'endo  algunos  prisioneros.  Por  nuestra  parte  perecie- 
ron cinco,  y  uno  ú  otro  herido.  Consistía  la  fuerza  en  setecientos  hom- 
bres de  fusil,  doscientos  de  lanza  y  trescientos  de  caballería. 

«Las  circunstancias  solas  de  la  expedición  están  recomendando  el 
valor  y  constancia  de  la  tropa,  que  en  esta  ocasión  me  ha  parecido  in- 
imitable, y  aunque  no  mas  los  oficiales  de  fpie  hehabladocxi)licaron  su 
denuedo,  arrojándose  sobre  el  enemigo  en  los  términos  que  lo  hicieron, 
no  les  faltó  deseo  á  otros  muchos;  sino  que  fué  preciso  contenerlos,  pa- 
ra que  no  desamparasen  sus  compañias  y  los  puntos  de  (|ue  estaban 
encargados.  Puede  descansar  Y.  E.  en  la  valentia  de  esta  división,  ase- 
gurando que  no  desmentirá  el  grado  de  repvitacion  que  justamente  se 
ha  granjeado  el  exército  del  sur.  Ale  ha  parecido  conveniente  dexar  en 
la  raya  un  destacamento  de  doscientos  hombres,  para  evitar  nueva 
ocupación  de  nuestros  territorios. 

«Es  inconcebible  el  punto  de  ferocidad  á  que  han  llegado  estos  bar- 
baros. Luego  que  se  vieron  perdidos,  no  tuvieron  otro  deshaogo  que 
disparar  sus  fusiles  contra  los  prisioneros  quesin  delito  alguno,  habian 
cogido  en  Tehuantcjx'c;  de  manera  que  unos  murieron,  otros  resultaron 
mu}-  mal  heridos  \-  algunos  tuvieron  la  fortuna  de  escapar. 

«No  se  á  que  atribuir  el  j^rocedimiento  de  estos  perversos,  executad o 
enTequisistlan;  lo  cierto  es  que  encontré  allí  enterrad  os  entre  la  basura 
un  crucifixo  del  Sr.de  Esquipulas  y  una  imagen  de  la  Purísima  Concej)- 
cion.  He  mandado  f[ue  am1)as  se  conduzcan  á  Oaxaca  ]3ara  colocarlos 
en  alguna  iglesia  ó  convento  con  la  debida  venenacion. 

«De  Tehuantcpec  en  adelante  tenian  estos  malévolos  tan  infatuada;! 
la  gente  con  sus  patrañas,  que  no  habia  ¡jueblo  que  no  encontrásemos 
vacio;  pero  en  el  dia  han  vuelto  ya  muchos  de  sus  vecinos,  3-  están  lle- 
gando continuamente,  en  virtud  de  las  proclamas  que  he  dirigido  por 
todos  rumbos,  desengañándolos  del  concepto  que  de  nuestros  exércitos 
les  habian  hecho  formar  esos  idiotas  desgraciados.  No  asi  los  Tehuan- 
tepecanos,  cuyo  porte  me  ha  dexado  lleno  de  satisfacción, y  creodeber- 
lo  recomendar  á  V.  E.  para  que  sepa  que  en  esta  villa  puede  contar  con 
muy  buenos  jjatriotas.  Tuve  que  celebrar  el  cjue  las  inditas  del  pais 
iban  diariamente  á  esperar  que  abriesen  las  puertas  de  los  hospitales, 
]3ara  alimentar,  medicinar  y  socorrer  á  los  enfermos  insurgentes. 

«Remito  á  V.  E.  copia  del  manifiesto  que  he  enviado  al  Sr.  Obis])o  de 
ciudad  Real,  á  su  Iltre.  Ayuntamiento  y  á  las  repúblicas  de  afjuellas 
demarcaciones  para  que  abriesen  los  ojos. 

«No  (jueda  que  desear:  todo  se  ha  concluido  felizmente.  Los  pueblos 
se  hallan  en  la  mayor  tranquilidad,  y  yo  con  la  confianza  de  cjue  no 
volverá  el  gobierno  de  Guatemala,  sino  con  temeridad,  á  disponer  otra 
expedición  que  nos  moleste.  Dambrine  va  azorado  y  lleno  de  escarmien- 
to. En  quanto  acabe  de  arreglar  las  cosas  por  estos  paises  marcho  á 
Oaxaca,  á  esperar  las  ordenes  que  V.  E.  tenga  á  bien  imponerme. 

«Dios  guárdela  muy  imjiortantc  vida  de  V.  E.  muchos  y  felices  años. 


o85 

— Telilla ntcjícc,  mayo  (S  de  ISl.'!. — Exino.  Sr.  Maiiaiu)  Matamoros. — 
Exmo.  Sr.  D.José  Alaria  M  órelos,  eapitun  general  délos  exéreitosame- 
rieanos.» 


Los  estados  (¡iic  ¿icomp.iñuhnn  ú  este  parte,  contienen  lo  siguiente: 

AkWI.VS    V    IMÍUTKECHOS. 

«Cañones  de  artillería  de  varios  ealibres,  9. — Fusiles,  136. — E.seojje- 
tas,  57. — Armadas  de  G  eañones  cachi  una,  16. — Lanzas,  84-.  —  Pólvora 
en  granel,  19  eaxones. — Saquetes,  422. — Metralla,  8  eaxones. — Saque- 
tes, 204-, — Estopines,  1 ,600. — Balas  de  cañón,  6. — Cartuchos  embalados 
de  fusil,  8,720. — Bala  suelta  de  id.,  14-  arrobas. — Cureñas  inútiles,  5. — 
Hachas  vizcaínas,  13.  —  Llantas  de  fierro,  14. — Machetes  cortos,  34. 
— Fierro  platina,  5  arrobas. — Id.  viejo,  6  y  media  arrobas. — Azadones, 
13.— Pieos,  2.— Martillos,  5.— Hoces,  16.— Pujabantes,  2.— Pares  de  te- 
nazas, 2. — Coas,  3. — Barretas,  10.  S.  C. 

«En  l.\  imprenta  nacion.vl  del  sur.» 


386 


Hocmiicnti)  No.  S. 


EXERCITO  DEL  NORTE. 


Relación  déla  Artillería  cogida  á  los  Insurgentes  en  los  dias  23, 24 y  25 
de!  mes  de  la  lecha  en  r/.f  .se  acanton.""  en  esta  Ciudad. 


«Culebrinas  de  á  4 3 

«Cañones  de  á  4 1 

Idni.      dea  31/2 1 

Idni.      dea  1/2 3 

Idni.      de  á  V* 1 

«Cañón      de  á  9 1 

]dni.        de  á  4 2 

Idni.        de  á  3 5 

Idni.        dea  21/2 3 

Idni.        de  á  2 2 

Idni,        de  á  IV2 3 

Idni.        de  á  314,  delgados. ...2 


Fabriea  del  Kev. 


Fabriea  InsursTeiitc. 


«Algunas  de  estas  piezas  están  montadas  en  eureñas  inútiles,  y  las  mejores  ne- 
eesitan  eomposieion.  Valladolid,  27  de  Dieiembre  de  IHIS.— José  M."  Ccvilla.— 
Y"  B"—Behifcr. 


«Es  copia. 
«Arana. — Rúbrica.» 


387 


ESTADO  gral.  de  his  Municiones,  Pertrechos  de  Guerra  y  dcnias  cogi- 
dos A  los  Insurgentes  en  la  derrota  r/.e  padecieron  el  dia  25  de  Di- 
ciembre de  1813  q.e  atacaron  esta  Ciudad,  bajo  las  ordenes  del  Ex- 
Cura  de  Caráquaro  José  Ai.-'  Morelos  titulado  General.'"'^  de  los 
Exercitos  Nacionales  del  Sud. 


Municiones. 

Cartuchos  de  calibre  de  á  6... 
Idm.  itlm.    de  á  4-... 

Idm.  idm.    de  á  3... 

Idm.  iilm.    de  á  2V'2 

Idm.  idm.    de  á  2... 

Total. 


Bala  rasa. 

Metralla. 

26 

20 

390 

136 

153 

22S 

16 

no 

91 

73 

676 

4-,')  7 

Balas  ensalexadas. 


Del  calibre  de  á    5 2i 

Idm.      dea    4- 200 

Idm.      dea     8 380 

Idm.      de  á  27 39 

Idm.      de  á     2 51 

Total 697 

Kazimos  de  Metralla. 

Del  calibre  de  á  lo loo 

Idm.      de  á     -1- 536 

Idm.      dea     3 178 

Idm.      dea     2 275 

Total 1,089 

Balas  sueltas. 

Calibre  de  á  6 30 

Idm.   de  á  4- 404 

Idm.   de  á  3 136 

Idm.   de  á  2 100 

Total 670 

A.NALKS.   T.  IV 


388 


«Diversos. 


Cartuchos  de  onza  p."  fusil 20,300 

Idm.  cle%  p."  carabina  y  pis- 
tola   4,780 

Cartuchos  p."  escopeta 2,250 

Cartuchos  de  varios  calibres  p.-' 

salva 24-5 

Manos  de  cañuela  de  pólvora..  60 

Estopines  de  varios  calibres 3,700 

Cajas  de  pólvora  suelta 6 

Libras  de  Yesca 6 

Docenas  de  buscapiez  grandes 

con  bomba 22 

Docenas  de  buscapiez  chicos  con 

bomba 17(> 

Docenas  de  buscapiez  cortos  en 

vara ; 123 

Piedras  de  chispa  p.*  fusil  y  pis- 
tola   3, 4-00 

Cargas  de  guangoche  p."  trin- 
cheras   30 

Granadas  de  mano  cargadas...  106 

Bombas  incendiarias 112 

Balas  sueltas  p."  fusil,  carabina 

y  pistola 31,G.S(I 


Ollas  de  campaña  de  cobre 

Peroles  de  cobre  p.^»  mixto 

Tiendas  de  campaña 

Baquetas  p.''  cubrir  los  armo- 
nes  

Aparejos  viejos  desavilitados... 

Fustes  de  sillas  vaqueras,  idm. 

Azbalexos  y  platillos  de  á  -í  p.-* 
Metralla 

-Azbalexos  y  platillos  de  á  3 

Idm.  de  á  2 

Sorteros  de  á  4 

Idm.      de  á  3 1.... 

Idm.      de  á  2 

Fusiles  sin  cañón  desavilitados. 

Cajas  de  Guerra  servibles 

Idm.  inservibles 

Muías  de  silla  y  carga 

Caballos  madrineros 

Saquillos  de  manta  para  cartu- 
chos de  á  2 

Guarniciones  de  tiro  muy  mal- 
tratadas  


1 

23 

2 

147 

382 

248 

346 

471 

227 

3 

3 

2 

63 

1 

120 

34 


«Nota. 

«Xo  hace  exprccion  este  estado  del  numero  de  piezas  de  .\rtilleria  y  sus  cali- 
bres por  estar  ya  dada  cuenta  por  separado  de  las  q.'^  son,  al  Sr.  D."  Domingo 
Landuzuri,  y  p.''  consiguiente  al  Sor.  Subinspector  del  cuerpo  nacional  de  Arti- 
llería.— Valladolid,  28  de  Diciembre  de  1813.— ^uan  Francisco  de  la  Torre. — V° 
B"— Bo/u/er. 


•  Es  copia. 
t  Arana. — Rúbrica.» 


389 


Documento  núm.  9. 


Parte  de  ea  batalla  de  Pitkuarán,  ole  da  Llano  al  Virkf:y. 

«Exmo.  Sor.: 

ttEii  mi  ultimo  oficio  á  mi  salida  de  Valladolid,dixe  á  Y.  E.  qs  salia 
con  parte  de  mi  Exercito  á  perseguir  á  Morelos,  Matamoros,  Muñiz  y 
todos  los  Cíibeciilas  q.e  se  estaban  reuniendo  en  Tacámbaro,  la  Hacien- 
da de  la  Loma  y  otros  puntos.  Desde  el  30  p.r  la  mañana  q.e  me  puse 
en  marcha,  no  pude  alcanzar  á  ver  el  enemigo  hasta  el  cinco  á  las  doce 
del  (lia.  Desde  el  tres  sabia  3-0  por  un  confidente,  q.e  Morelos  se  estaba 
fortificando  en  la  Hacienda  de  Puruaran  (22  leguas  al  S.  O.  de  Valla- 
dolid)  y  el  cuatro  á  la  tarde,  habiendo  yo  acampado  á  dos  leguas  de 
dicha  Hacienda,  me  confirmé  en  q.e  los  rebeldes  me  esperaban  con  todas 
sus  fuerzas  y  ademas  tenian  dos  fuertes  emboscadas  en  las  Barrancas 
laterales  de  mi  izquierda  del  camino. 

«Para  trastornar  el  plan  de  Morelos  dispuse  q.e  ima  División  de  In- 
fantería al  mando  del  Sargt."  mo.r  D.  Domingo  Claverino,  atravesase 
las  penosas  Barrancas  de  nuestra  izquierda  para  sorprender  á  los  em- 
boscados, c[S  no  podian  ni  siquiera  recelar  el  movimiento  de  Clave- 
rino. 

"En  el  Ínterin,  yo,  con  todo  el  resto  del  Exercito,  seguia  mi  nuirclia 
á  a]jroximarme  al  enemigo.  Desde  tnia  altura  inmediata  á  Puruaran 
observé  con  elanteojo  la  posecion  del  enemigo,  y  determiné  ocuparuna 
altura  q.e  al  alcance  del  cañón  dominaba  los  puntos  fortificados  de 
los  reincides. 

«Haljiendocolocado  un  obusy  dos  eañonesde  á  cuatro, mandé  rom- 
l)er  el  fuego,  y  las  granadas,  dirigida  su  puntería  por  el  Tent.e  Coronel 
graduado  del  primer  Regimiento  de  Artillería  D."  Nicolaz  Pinzón,  cave- 
ron  en  los  puntos  mas  inmediatos  q.e  ocupábanlos  enemigos  en  reduc- 
to y  trincheras.  Los  rebeldes  se  colocaron  al  momento  en  todas  sus  li- 
neas de  defenza. 

1  .archivo  (k-iicnil.  —  OpL-rncioiiL-s  de  Guerra.  —  Llano  Ciríaco,  Bri>;adier. — Tomo 
XVIII,  f,)l.  2. 


390 

«No  imclieiido  aun  ver  con  claridad  el  numero  de  gente,  dispuse  q>' 
el  Tent.e  Coe.l  graduado  D.  Francisco  Orrantia,  con  el  Batallón  se- 
gundo de  la  Corona  3-  el  Batallón  Fixo  de  México,  con  200  caballos  y 
vina  pieza,  hiciese  un  reconocimiento  sobre  la  linea  enemiga,  con  el  do- 
ble objeto  de  asi  descubrir  todas  sus  fuerzas,  y  si  hubiese  un  momen- 
to favorable  se  atácasela  linea  fortificada  del  enemigo,  pues  al  intento 
mandé  á  mi  Ayudante,  Cap."  D.  Alexandro  de  Arana  reconociese  bien 
la  linea  p.a  el  ataque  q.e  pensaba  por  la  noche. 

«La  aproximasion  de  Orrantia  con  sus  cuerpos  á  las  cercas  y  para- 
])ctos,  no  intimidó  á  los  reincides,  pues  se  mantuvieron  con  serenidad 
en  los  puestos  de  defenza;  pero  al  acercarse  rompieron  el  fuego  los  ene- 
migos, y  empeñado  por  los  nuestros,  habiendo  hecho  parte  de  la  Ca- 
ballería un  movimiento  sobre  la  izquierda  y  avanzando  en  orden  de 
ataque  los  cuerpos  de  Infantería  de  México  y  la  Corona,  se  tomáronlos 
parapetos  por  asalto,  casi  á  un  tiempo  por  todos  los  puntos. 

«Desordenado  el  enemigo  iba  huyendo  su  Infantería  en  dispersión 
y  la  nuestra  al  alcance.  Visto  por  mi  desde  mi  primera  posición  de  es- 
tar decidida  la  acción,  hice  q.e  saliese  toda  la  Caballería  á  la  persecu- 
ción, y  empezó  á  baxarse  toda  la  Artillería  y  Parcjue  p.a  la  Hacienda. 
El  resto  de  la  Caballería  al  mando  del  S.r  Coe.'  D.  Agustín  Iturbíde, 
los  persiguió  dos  leguas. 

«Los  rebeldes  han  perdido  mas  de  600  muertos  con  muchos  xefes: 
700  prísioneros,  23  piezas,  300  cargas  de  toda  clase  de  municiones.  Es- 
tá prisionero  el  Tent.e  Gra.l  Mariano  Matamoros,  segundo  de  Alore- 
los,  de  cuya  causa  sumaria  está  encargado  mi  Ayudante  el  Cap."  D. 
.\lexandro  de  Arana. 

«Entre  los  muertos  hay  dos  ó  tres  sacerdotes,  pero  solo  se  ha  podi- 
do conocer  al  B.r  D.  Juan  Zavala,  y  ademas  hay  prísioneros  varios 
Frayles  de  diferentes  religiones. 

«Nuestra  perdida  consiste  en  5  muertos  y  36  heridos. 

«El  detal  circunstanciado,  lo  remitiré  á  V.  E.  en  la  primera  ocacion 
segtira,  v  en  el  ínterin  le  adelanto  este  parte,  p.a  q.e  Y.  E.  tenga  la  no- 
ticia déla  derrota  ydispersion  completa  de  todas  las  fuerzas  q.e  More- 
los  y  sus  prale.s  cavecillas  habían  introducido  á  esta  Provincia. 

«Dios  gud.e  á  V.  E.  m.s  a.» 

«Hacienda  dePuruaran,  7  de  Enero  de  iSl-t,  á  las  10  de  la  noche. 

«Exmo.  Sor. 
(iCirinco  de  Llano,  rúl^rica. 

«Exmo.  Sor.Virrev  D."  Félix  María  Calleja  del  Rey.» 


391 


Documento  núiii.  10. 


Oficio  de  Llano  al  Vikkey,  en  el  que  le  da  parte  pormenorizado 

DE  su  MARCHA  DE  PURUARÁN  Á  VaLLADOLID. 


«Exnio.  Sor. 

«Nadie  inejor  q.e  V.  E.  conoce  la  necesidad  q.e  las  tropas  tienen  de 
alfíun  descíinsü,  después  de  marchas  p.i'  paises  malísimos,  y  después 
de  una  acción  tan  desidida  como  la  del  5  de  Enero  en  Fumaran. 

«Los  dias  6  3-  7  se  mantuvo  el  Exercito  en  dicha  Hacienda  recogien- 
do los  despojos  y  habilitándose  p.a  su  conducción  la  Artillería  enemiga, 
y  municiones,  aunque  mucha  parte  de  esta  fue  inutilizada  p.r  falta  de 
muías  para  conducirla. 

«Lo  penoso  del  camino  á  mi  venida,  apesar  de  ser  baxada,  me  hizo 
conocerla  gran  dificultad  q.e  habia  p.a  subirla  Artillería,  p.r  lo  cj.e  dis- 
])use  el  7  á  la  tarde,  saliese  la  tercera  sección  con  toda  ella,  á  inedia  le- 
gua de  distancia  al  rancho  de  los  sauces,  apesar  de  este  corto  espacio, 
no  pudo  llegar  hasta  las  diez  de  la  noche,  apesar  de  haber  salido  á  las 
tres  de  la  tarde  a^-udada  de  los  Prisioneros.  El  ocho  salió  todo  el  resto 
del  Exercito,  y  el  doce  llegó  sin  novedad  á  Paztcuaro,  habiendo  hecho 
noche  en  los  ranchos  de  los  Acheros,  Zatñó  y  pueblo  de  St.a  Clara.  El 
temjjoral  de  aguas  tan  fuerte,  me  hizo  detenerme  en  Paztcuaro  dos  dias, 
y  el  15  llegué  á  esta  Capital. 

«En  todo  el  camino  ninguna  noticia  ])ude  adcjuirir  del  paradero  de 
M órelos,  pero  no  deviendo  jjermanecer  en  inacción,  parte  de  este  Exer- 
cito, hice  salir  el  19  al  Sargt."  AIo.i'  de  X.  E:  D."  Domingo  Claveríno, 
con  una  fuerte  Divicion,  compuesta  del  le.r  Batallón  de  la  Corona,  el 
1"  de  N.  E.,  4-  piezas  de  montaña  y  361  Caballos. 

1  Archivo  General. — Operaciones  de  Guerra. — Llano  Ciriaco. — Tomo  W'III,  t'ol.  22 
y  siguientes. 


392 

«El  obgeto  de  su  expedición  se  reduce  á  ir  directamente  á  Tíicamba- 
ro,  pues  aunque  no  hay  noticia  de  ninguna  reunión,  destruirá  las  Mas- 
tranzas  de  Aluñiz,  q.e  tengo  noticia  están  en  las  Barrancas  de  Acoco- 
rin,  3'  ademas  quantos  hornillos,  frag"uas  y  fundiciones  de  cañones 
encuentre  por  aquellas  Haciendas.  Quemará  también  todas  las  cañas 
q.e  haya  en  las  Haciendas,  sin  perjudicar  estas,  pues  de  su  laborío  de- 
pende la  conservación  de  la  canalla.  Dará  una  vuelta  por  el  pueblo  de 
Ario,  y  retomará  á  esta  Ciudad.  Instrucciones  en  general  han  sido  es- 
tas, pero  le  he  encargado  particularmente  q.e  averigüe  el  ¡varadero 
de  ^klorelos,  y  me  de  aviso.  Ademas,  le  he  encargado  q.e  el  primitivo 
obgeto  es  no  comprometer  jamas  las  armas  del  Rey,  y  q.e  si  tuviese 
noticia  de  alguna  gran  reunión,  se  acerque  á  esta  Ciudad  de  donde  se 
dispondrá  batirlos  con  fuerzas  competentes,  p.a  aumentar  las  glorias 
de  las  tropas  del  Re^-.  El  Sor.  Claverino  es  sugeto  de  instrucción  y  co- 
nocimientos militares,  3-  no  dudo  adelante  algo  á  mis  instrucciones. 

«El  19  salió  el  Sor.  Iturbide  con  la  Divicion  del  Yagio  á  reconocer 
la  Provincia  de  Guanajuato,  y  á  donde  sus  conocimientos  y  mucha  ac- 
tividad q.e  V.  E.  conoce  mejor  q.e  a'o,  no  dudo  q.e  nada  nos  dejará  q.e 
desear.  He  acordado  con  este  Gefe  q.e  en  caso  de  necesidad  le  daré  avi- 
so oportuno  p.:i  nuestra  reunión. 

«He  escrito  al  Sor.  Enriquez  q.e  averigüe  p.r  medio  de  confidentes  el 
estado  en  q.e  se  hallan  de  enemigos  por  las  cercanias  de  Tlalpu.xahua, 
Zitacuaro  y  Laureles;  pues  por  estos  rumbos  á  la  menor  novedad,  des- 
pacharé Divicion  en  la  maA'or  fuerza  q.e  me  sea  posible  p.;^  no  compro- 
meterlas 3'  escarmentar  al  enemigo. 

«Ninguna  noticia  tengo  del  paradero  de  Morelos,  ni  de  sus  pro3-ec- 
tos;  pero  tengo  determinado  q.e  si  aun  no  han  salido  de  la  Provincia, 
en  reunir  mis  Exercitos  é  irlos  á  vuscar,  pues  no  dudo  un  momento  en 
q.e  mis  valientes  Tropas  losvatiran  en  cualquiera  numero  q.e  sean.  En 
esta  parte,  creo  puede  V.  E.  confiar  en  lo  q.e  digo,  pues  no  perderé  mo- 
mento en  aprovechar  cualquiera  lance. 

«Mi  Ayudante,  el  Capitán  D.  .\lexandro  Arana,  está  encargado  p. alas 
declaraciones  secretas  del  rebelde  Matamoros.  Confio  en  sus  conoci- 
mientos, sacará  el  mejor  partido  3'  mas  noticias  p.a  pasarlas  á  V.  E.:  3- 
(le  su  ho.r  conocido  me  he  fiado  p.a  asuntos  de  tanta  importancia. 

«El  22  estará  todo  concluido  3-  succesivaraente  será  pasado  p.r  las 
armas  publicamente  con  todas  las  formalidades  posibles. 

«Ahora  q.e  son  las  7  de  la  noche  acabo  de  tener  las  noticias  siguien- 
tes q.e  me  dá  una  persona  de  carácter. 

«Hasta  Canario  llegó  el  mozo  cj.e  embié  á  tierra  caliente  sin  poder 
«pasar  adelante  p.r  la  revolución  de  los  insurgentes  q.e  han  hecho  mil 
«destrosos  p.r  alia.  En  el  mismo  Canario  hicieron  dos  muertes:  allí  se 
«aseguró  ha  d  os  dias  q.e  Morelos  está  en  Xecupétaro:  q.e  su  gavilla  grue- 
«za  estaba  3'a  deste  lado  del  Rio  mas  acade  Axuchitan.  Esto  lo  dixeron 
«en  la  misma  Hacienda  de  Canario,  3-  cj.e  decia  llórelos  á  los  de  su  ga- 


393 

«villn,  q.*;  aunciuc  habia  venido  á  la  .i;uerra  no  había  dispuesto  cosa  al- 
«nuna:  esta  y  otras  disculpas  las  da  sin  duda  p.a  ((.<;  no  le  dcsiuriven; 
«pero  yo  se  q.f  están  confundidos. 

«Dios  gu.c  á  V.  E.  ni.í*  a.s  \'alladolid,  21  de  Enero  de  1.S14-. 

«Exmo.  Sor. 
«Cirílico  de  Llano. — Kuljriea. 

«Exnio.  Sor.  \'irrey  D.  Féli.K  M"  Calleja.» 


394 


Documento  núm.   11. 


EXERCITO  DEL  NORTE,  i 


Estado  q.e  maniñesta  los  muertos,  heridos  y  contusos  qs  tuvo  la  Divi- 
cion  q.e  atacó  á  los  Rebeldes  en  Fumarán  el  cinco  de  este  mes. 


MUERTOS. 

HERIDOS. 

CONTUSOS. 

1 

Oficia- 
les. 

Tropa 

Total. 

Oficia- 
les. 

Tropa 

Total. 

Oficia- 
les. 

Tropa 

Total. 

'2o  Ríitallon  rlp  la  Corona 

9 
16 

9 

17 

i 

Infantería  1 

i. lo  Batallón  Fixo  de  México... 

o 

1 
1 

2 

1 
1 

1 

1 

2 

3 

Cabalk-ría 

1 

.2 
2 
2 

o 

1 
2 

2 
3 

j 

i 

1 

1 

1 

Id.      de  Sn.  Fernando dcCe- 

1 

i 

Total      . 

1 

4 

;") 

2 

34: 

36 

1 

o 

3 

Nota. 

El  oficial  muerto  fué  el  Capitán  D.  Estevan  Rosas;  los  heridos:  elSul> 
teniente  D.  Luis  Pullado  y  el  Teniente  D.  Juan  Arro3-o;  contuso,  el  Sar- 
gento Alayor  D.  Pío  María  Ruiz. 

Vallad olid,  17  de  Enero  de  líSl-i-. 


de  Llano. — Rúbrica. 


José  M.!'  Calderón. — Rúbrica. 


1    .\rchivo  General. — Operaciones  de  guerra. — Llano  Ciríaco,  Brigadier. — T.  XVIII. 
fol.  62. 


s  Enemisros  en  la  Hacienda  ele  Pnrnarán 


Cañones 
mas.  ,^  Total, 

sueltos. 


5  252 


803 


Balas  de        Piedras  de      Galápagos 


fusil. 


chispa.  de  plomo. 


Id.  de  cobre,  i 


,  Lanzafuegos 


estopines. 


Caxo 

Tercie  O 

Tota 


t 
O 


00 
12 


00 
25 


2 
O 


12 


25 


170 
83 


253 


2* 


muías  que  la  cargíiran. 
ites  al  tiempo  de  su  fuga. 


José  M."  Ca/derflii.—\iv\hr\ca. 


1    Archi 


Documento  N*^  11?. 


EXERCITO    DEL    NORTE. ^ 

Estado  (|ii(.-  m.-mififsta  las  Piezas  de  Artillería,  Armas,  Municiones  y  demás  efeetos  coo^idos  á  los  Enemigos  en  la  Haeienda  de  ruruarán 

el  dia  cineo  del  jjresente  mes. 


Cañones. 

Calibre  de   {      ídem  de 
ki.                  á  3. 

ídem  de 
í-2. 

ídem  de 
á  1, 

ídem  de  4 
onzas. 

Total. 

Fusiles. 

Carabinas. 

Cañones 
sueltos. 

Total. 

1 

5 

12 

4 

1 

23 

226 

325 

252               803 

MUNICIONES. 


Caxones. 
Tercios... 

Total... 

Cartuchos 

de  bala  raza 

dea  4. 

Metralla 
idcm. 

Cartuchos 

de  bala  raza 

deán. 

.Metralla 
ídem. 

Cartuchos 

de  bala  raza 

de  á  2%. 

Cartuchos 

de  bala  raza 

de  4  2. 

Metralla     '    Cartuchos 

Ídem.            de  canon 

sin  bala. 

Cartuchos 

de  fusil  con 

bala. 

Pólvora 
suelta. 

Granadas 

de 
8  pulgadas. 

1                 1 

,  ,    ,                     Balas  de     ,    Piedras  de 
Id.  de  mano.  1        ,    ., 

fusil.              chispa. 

Galápagos 
de  plomo. 

Id.  de  cobre. 

Lanza  fuegos 

y                  Total, 
estopines. 

22 
00 

11 

00 

2 

46 

2 
0 

1 

0 

9 
0 

1       I      24 
0            00 

56 
00 

17 
00 

13 
00 

12               7 
0               00 

00 
12 

00 
25 

O 

0 

170 
83 

22 

11 

48 

2 

1 

9 

1 

24 

56 

17 

13       i         1       '         2       '         7 

1 

12 

25 

2 

253 

NOTAS. 

V'   De  las  expresadas  imiiiieiones  i'ue  necesario  inutilizar  algunas,  principalmente  de  la  pólvora  suelta,  por  falta  de  muías  que  la  cargaran. 
2'-'   Los  252  cañones  sueltos  tpie  aijarecen  en  este  Est;ido,  fueron  de  carabinas  y  fusiles  q.e  inutilizaron  los  Insurgentes  al  tiempo  de  su  fupi 

Valladolid,  Enero  17  de  1814. 


\-"  li" 
tic  A/íC//().— Rúlirien. 


José  M."  Cal dci'oii .—\<«^irK-A 


1    .\rcllivci  C.ciicral.— Opcrai-iuiK-s  ilc  .micrr.-i.— Llaim  Cirincn,  Krifradier.— Toinii  18,  ídI.  Q¡'A. 


395 


Pocumento  míni.  13.  ' 


«Exmo.  Sor. 

«En  el  ataque  de  la  Hacienda  de  Puruaran,  se  cogieron  á  los  rebel- 
des, novecientas  cincuenta  y  una  armas  de  fuego,  entre  fusiles,  carabi- 
nas y  retacos;  ademas,  docicntos  cincuenta  y  dos  cañones  de  fusiles 
sueltos. 

«Con  el  Estado  adjunto,  q.c  dirijo  á  V.  E.  se  ve  la  distribución  q.ede 
ellos  se  ha  hecho,  tanto  al  Sor.  Iturbide,  como  á  los  demás  cuerpos 
de  este  Exército,  q.e  en  él  se  expresan. 

«Dios  guíirde  á  V.  E.  muchos  años. 

«Valladolid,  28  de  Enero  de  1814-. 

«Exmo.  Sor. 
((Ciríaco  de  Llano.  Rúbrica. 


«Exmo.  Sor.  Virrev  Don  Félix  M'-'  Calleja. 


1   -Vrchivolícncral. — Operaciones  de  Guerra. — Llano  Ciriaco. — Tomo  XV III. — Fol.  35 


Anales.  T.  IV.— 49. 


396 


EXERCITO  DEL  NORTE,  i 


Noticia  qs  manifiesta  el  destino  dado  á  mil  docientas  tres  armas  de 
fuego  g.c  se  tomaron  álos  Insurgentes  el  5  del  corriente  en  la  acción 
de  la  Hacienda  de  Puruaran. 


Fusiles. 

Cañones 
sueltos. 

Total. 

377 

48 

19 

38 

269 

119 
2 

(K) 

7 

124 

696 
50 

19 

45 

393 

El  Tente.  CorL  D.  Matías  Aguirre,  para  el  Ba- 
tnllon  de  Mévico  v  su  Esouadron 

El  Sargento  Maj-or  D.  Domingo  Clavcrino,  pa- 
ra el  Batallón  de  K.  E.  y  el  Esquadron  de  S. 
Carlos 

El  Capitán  U.  Marcos  Rodríguez,  recibió  p.=»  el 

Existentes  en  el  Parque   de   Artillería   de  esta 
Ciudad 

1,203 

Valladolid,  28  de  Enero  de  1814. 


de  Llano. — R ti b rica. 


José  M.'''  Calderón. — Rúbrica. 


1   El  mismo  tomo,  acabado  de  citar,  fol.  :)6,  fte. 


397 


1  iiKimicntii  m'mi.  11. 


Expediente  que  se  formó  e\  averiguación  de  si  el  dragón  de 
Frontera  José  Eusebio  Rodríguez,  fué  el  aprehensor  de  Ma- 
tamoros. 

«Exilio.  Sr. 

«Con  el  snjjcrior  oficiodc\'.  E.de  19  de  Junio  de  181-t,  qs  recibí  con 
mucho  atraso  el  12  de  Julio,  es  en  mi  poder  la  copia  del  oficio  q.e  puso 
á  V.  E.  el  Sor.  Coel.  Dn.  Asíustin  Iturbide,  relativo  al  apresamiento  del 
rebelde  Matamoros  en  la  Hacienda  de  Puruaran  el  dia  5  de  Enero  de 
1814.. 

«Nada  es  mas  interesante  que  la  .sabia  disposición  de  V.  E.  á  efecto 
de  premiar  en  los  Soldados  las  acciones  distinguidas,  al  q.e  justamente 
lo  merece. 

«Para  hacer  las  averiguaciones  con  lacircvmspeccion  q.*^  exije  la  ma- 
teria, oficié  con  fecha  22  del  corriente  á  los  Capitanes  D.  Vicente  Filiso- 
la,  D.  Alexandro  Arana,  D.  Bernardo  del  Camino  v  Tente.  D.  José  Gui- 
ral. 

«Acompaño  á  Y.  E.  sus  quatro  oficios  en  respuesta  originales.  Por 
ellas  verá  V.  E.  q.e  en  ninguna  manera  está  aclarado,  q.e  el  Dragón  de 
Frontera  José  Eusebio  Rodríguez,  fuera  el  q.f  hizo  pri.sionero  al  rebel- 
de Alariano  Matamoros,  pues  aseguran  contestes  los  quatro  oficiales 
haberles  dicho  Matamoros  q.e  él  se  entregó  á  unos  Soldados  en  el  xa- 
cal  donde  se  refugió  por  temor  de  f(.e  en  el  acto  le  diesen  muerte. 

«Sin  profundizar  mas  la  averiguación,  de  si  el  aprehensor  fue  el  ex- 
presado Dragón  José  Eusebio  Rodríguez,  manifestaré  á  V.  E.,  q.e  aun- 
que el  fuese  no  hubo  meríto  de  ninguna  cla.se,  y  q.e  el  Sr.  Iturbide  se 
equivoca  en  su  oficio  de  1"  de  Ma\'0  en  asegurar  q.e  fiw  acción  distin- 
guida y  q.e  la  conducta  es  recomendabilisima. 

«Nada  hay  cierto  de  ninguna  de  las  dos  cosas  afirmadas.  V.  E.  cono- 
ce mejor  q.e  a-o  lo  q.e  es  acción  distinguida,  y  de  ninguna  manera  entien- 
do yo  q.e  lo  sea  el  coger  á  un  homlire  dentro  de  vui  xacal,  en  donde  es- 
tá refugiado;  y  q.e  no  solamente  no  hace  defensa  para  no  ser  cogido,  si- 
no q.e  se  presenta  suplicando  no  lo  matasen.  La  conducta  jamás  será 
recomendabilisima,  por  q.e  el  Dragón  debió  estar  montado  en  su  caba- 


398 

lio,  3-  en  persecución  de  los  enemigos,  y  no  pie  á  tierra  entrando  en  un 
xacal,  á  donde  no  pudo  llevarle  el  objeto  glorioso  de  lidiar  con  los  ene- 
migos, sino  el  de  ver  q.e  habia  en  la  casilla,  incurriendo  en  esto  en  una 
falta  de  diciplina  conocida,  por  alejarse  del  jiarage  donde  estaban  sus 
compañeros. 

«Me  podia  alargar  sobre  esto,  haciendo  ver  á  V.  E.  hasta  la  eviden- 
cia los  torcidos  pasos  q.e  ha  llevado  este  asunto. 

«El  5  de  Enero  fue  el  pasageq.fsecita:  ni  en  este  dia  ni  en  la  marcha 
á  Valladolid,  ni  en  la  mansión  en  acjuella  ciudad,  se  presentó  ningún 
Soldado  reclamando  esto  por  mérito. 

«Creo  c^.e  V.  E.  jusgará  como  yo  q.e  no  era  asunto  tan  indiferente,  ni 
para  un  soldado  ni  para  un  oficial,  si  el  apresamiento  de  Matamoros 
hubiera  sido  defendiéndose  el  prisionero,  v  no  metido  en  el  xacal  pidien- 
do la  gracia  q.e  no  lo  matasen.  Pero  esta  petición  residta  á  los  quatro 
meses,  y  desde  la  villa  de  San  Felipe. 

«En  su  copia  asegura  el  Sor.  Iturbide,  q.e  la  averiguación  hecha  por 
D.  Francisco  Orrantia  fue  de  mi  orden.  Yo  no  he  dado  semejante  orden 
ni  al  Sr.  Iturbide  ni  á  Orrantia,  y  aunque  asi  hubiera  sido,  creo  de  la 
obligación  del  Sr.  Iturbide,  el  haberme  pasado  todo  lo  actuado;  esto  es, 
si  me  considera  el  conducto  regular  como  Comte.  Gral.  del  Exército  y 
Provincias  en  donde  él  opera  con  una  de  las  Diviciones. 

«En  la  Gaceta  de  esa  Capital  de  30  de  Junio,  he  visto  impreso  lo  con- 
tenidoen  el  superior  oficio  de  V.  E.  de  19  de  Junio,  sobre  este  asunto,  y 
para  cj.e  el  público  no  viva  engañado  en  creer  q.e  el  Dragón  hizo  una  ac- 
ción heroica,  espero  de  la  equidad  de  V.  E.  se  estampará  en  la  misma 
Gaceta  este  mi  oficio  y  los  q.e  originales  acompaño  con  los  números  1, 
2,  3  y  4. 

«Constante  3-  sabido  es  á  todos  los  individuos  de  este  Exército,  to- 
do lo  q.e  llevo  referido,  he  suspendido  hasta  la  superior  determinación 
de  V.  E.  el  dar  la  orden  ])or  q.e  recala  sobre  informe  equivocado. 

«Dios  Guarde  á  V.  E.  muchos  años. 
«Acámbaro,  24  de  Julio  de  1814. 

«Exilio.  Señor. 


«Exmo.  Sor.  Virrey  Dn.  Félix  Alaría  Calleja.» 


399 


A'."  1. 


«En  cumplimiento  á  la  orden  ((.f  V.  S.  me  eomimica  en  su  olieio  le- 
cha de  hoy,  p.^'  q.e  diga  lo  q.é  sepa  á  cerca  de  la  prisión  de  Matamoros 
hecha,  según  dice  el  Sr.  Coel.  Itvirbide  por  el  Dragón  de  Fronteras  José 
Eusebio  Rodriguez,  debo  decir  á  V.  S.  que  ignoro  hasta  la  fcha.  el  q.f  el 
citado  Rodriguez  hubiera  sido  el  q.*-'  cogió  al  expresado  Cabecilla;  por 
q.f  lo  único  que  supe  á  cerca  de  esto  fue,  q.e  un  Granadero  del  2"  Bata- 
llón de  la  Corona  y  un  Soldado  del  3"  Bta.o"  Fixo  de  México,  lo  encon- 
traron en  un  jacalucho  3'  al  disparar  uno  de  ellos  le  dixo  se  contuviera 
q.e  era  sacerdote,  enseñándole  al  mismo  tiempo  la  corona;  esto  se  con- 
cilla muy  bien  con  lo  q.e  el  mismo  Padre  me  dixo  cuando  3'a  preso,  pre- 
guntándole como  lo  hablan  aprehendido,  dixo  q.e  cuando  quizo  huirse 
ya  nuestras  Tropas  hablan  pasado  el  Riachuelo  del  otro  lado  de  la 
Had.a  y  q.e  viendo  q.e  era  imposible  escaparse,  se  le  ocurrió  el  entraren 
un  xacal  para  evitar  el  q.e  le  dieran  muerte  en  aquel  acto,  y  luego  pre- 
sentarse después  de  rato  á  q.e  lo  cogieran  cuando  el  espíritu  de  los  Sol- 
dados estviviera  menos  irritado,  y  mas  capaces  de  razón:  q.e  el  siemijre 
juzgó  inevitable  la  muerte,  pero  le  pareció  (|.e  asi  lograrla  morir  como 
cristiano. 

«Es  quanto  puedo  decir  sobre  el  particular. 

«Dios  gue.  á  V.  S.  m.s  a.s 

«Acámbaro,  22  de  Julio  de  1.S14. 


«Sor.  Comt.e  Gral.  del  Exército  del  Norte  Brigadier  D."  Ciríaco  de 
Llano.  )> 


A^."  2. 


«Al  oficio  de  V.  S.  de  ayer  en  q.e  manda  diga  lo  q.e  sé  acerca  del 
aprehensor  del  Revelde  Mariano  Matamoros,  digo:  üue  tomada  por 


400 

asalto  la  cerca  de  Piedra  que  servia  de  defenza  á  los  reveldes  en  la 
Had.a  de  Piiruaraii  el  5  de  Enero  de  1814,  se  abrió  un  pequeño  porti- 
llo para  el  Pasaye  q.e  fue  el  Batallón  Fixo  de  México  3-  habiendo  pa- 
sado ídgunos  Cavallos  se  emprendió  la  persecución  de  los  enemigos: 
hallándome  yo  mas  adelante  de  las  casitas  de  los  operarios  de  la 
Had.-i  camino  á  Turicato  me  dijo  un  soldado  q.o  Alatamoros  estaba 
preso. 

«Fui  al  momento  á  ver  y  hallé  entre  ocho  ó  diez  soldados  de  Infante- 
ría á  un  hombre  con  chaqueta  de  Indianilla  á  quien  conoci  y  era  Mata- 
moros. En  aquel  momento  habiendo  prendido  fuego  la  Bagacera  de  la 
caña  molida  fui  á  dar  las  disposisiones  de  apagarla  y  estando  á  mi  la- 
do el  Teniente  del  Fixo  de  México  D.  José  Guiral  le  encargué  la  custodia 
segura  de  Matamoros. 

«Hasta  entonces  no  pude  saver  quien  lo  habia  hecho  prisionero,  pe- 
ro habiéndome  comisionado  Y.  S.  jj.i'sus  declaraciones  secretas,  en  con- 
versación jjarticular  le  pregunté  quien  lo  baldía  hecho  prisionero,  y  me 
dijo:  Que  tratando  de  fugarse  por  el  camino  de  Turicatcj  vio  q.e  no  po- 
día pasar  por  hal^er  algunos  Dragones  delante  y  se  apeó  del  Cavallo  y 
se  metió  en  una  de  las  casillas  de  la  Quadrilla  p.i'  el  temor  de  q.e  si  lo 
encontraba  algún  soldado  lo  matase:  q.e  apoco  rato  de  estar  en  ella 
pasaban  unos  soldados  q.e  3'endo  á  entrar  en  la  casita  donde  él  estaba 
se  presentó  á  ellos  diciendo  q.e  no  lo  mataran  poramordeDios,  y  q.e  á 
uno  de  ellos  le  entregó  la  espada  enbainada.  Que  luego  lo  llevaron  ha- 
cia el  Puente  en  cuyo  })arage  lo  encontré.  Ale  dijo  f|.e  ignoraba  el  nom- 
bre de  los  Soldados,  3^  cj.e  fue  en  la  manera  dicha,  sin  hacer  resisten- 
cia ni  señales  de  ella  pues  todo  su  temor  era  c|ue  lo  matasen  al  punto. 
Creo  q.e  á  varios  oficiales  del  exército  dijo  lo  mismo  acerca  de  su  pri- 
sión. 

«Esto  parece  lo  mas  sencillo  según  el  parage  en  donde  fue  apresado, 
pues  Matamoros,  según  su  relación,  se  hallaba  á  Cavallo  bajo  vino  de 
los  Arcos  de  la  Cañería  c[.e  l)a  al  Trajjiche  de  dicha  Hacienda,  cuando 
3'a  vio  sobre  el  parapeto  los  soldados  del  Fixo  de  Alexico  y  la  Bandera 
del  Batallón. 

«En  este  tiempo  q.e  la  Cavalleria  enemiga  huia  por  el  Puente,  Ma- 
tamoros tomó  el  lado  de  la  Izquierda  de  dicho  Rio  y  habiéndolo  equibo- 
cado  se  retardó  hasta  subir  por  la  pecjueña  cuesta  q.e  forma  el  cauce. 
Va  á  este  tiempo  el  Teniente  Coel.  D."  Fran.eo  Orrantia  q.e  halíia  en- 
trado por  la  Bagacera  y  subido  por  la  derecha  del  Puente  hacia  el  ca- 
mino de  Turicato  tomó  la  delantera  p.r  lo  q.e  no  pudo  pasar  Matamo- 
ros. Se  apeó  de  su  Cavallo  tordillo  en  que  iba  montado  3'  entró  en  la 
casita  en  donde  se  presentó  á  los  Soldados. 

«Es  quanto  puedo  decir  á  V.  S.  sobre  su  aprehensión  sin  saber  el 
nombre  de  los  Soldados  á  quienes  se  presentó  3-  qs  tampoco  durante  la 
mansión  en  Fumaran  y  Viage  á  Vallad olid  se  presentó  ningún  Dragón 


401 

(lando  por  incrito  el  liahcrlo  cocido  lmi  cuyo  ticiii]»)  liuliicra  sido  fasilí- 
sima  la  aclaración  en  presencia  del  mismo  reo. 
«Dios  Gud.e  á  V.  S.  m.s  a.s 

«Acambaro,  Julio  23  de  1814. 


o^lMoMcUiP   diMrm. 


«Sor.  Comte.  Gral.  del  Exército  del  Norte  Brigadier  Dii.  Ciríaco  de 


Llano.» 


X»  3. 


«En  contestación  al  oficio  de  V.  S.  de  aA-er  dirixido  á  q.e  exprese 
cuanto  sepa  sobre  la  prisión  del  Rebelde  Mariano  Matamoros  acaecida 
el  5  de  henero  último  en  la  Hacienda  de  PuruaranjJor  el  Exto.  del  Nor- 
te al  mando  de  V.  S.  Digo:  q.c  en  la  noche  del  mismo  dia  entré  en  la  pri- 
sión de  este  cabecilla  á  comunicar  una  orden  de  V.  S.  al  oficial  q.e  lo 
custodiaba,  \  entre  otras  cosas  le  pregunté  quien  lo  habia  hecho  prisio- 
nero? Y  me  respondió  lo  siguiente:  á  mi  no  ine  hicieron  prisionero  3'ome 
presenté  á  unos  soldados  y  les  dije:  no  me  maten  yo  soy  el  Cura  Mata- 
moros; el  Capitán  Dn.  Alexandro  Arana  podra  informar  con  más  ex- 
tensión en  este  particular,  mediante  á  q.e  tuvo  varias  sesiones  con  el 
expresado  Alatamoros. 

«Dios  gud.e  á  V.  S.  m.s  a.s 

«Acambaro,  23  de  Julio  de  1814. 


d'm 


«Sor.    Comte.   Gral.  del  Exto.  del  Norte  Brigadier   Dn.  Ciríaco  de 
Llano.» 


402 


N."  4. 


«En  la  tarde  del  cinco  de  Enero  próximo  pasado  entregaron  los  sol- 
dados Terrasas  y  otro  del  Regimiento  de  la  Corona  á  mi  Comandante 
Dn.  Pió  iVI"  Ruiz  al  cabecilla  Matamoros,  y  a3^andome  yo  junto  á  mi 
xefe  en  el  instante  me  ordenó  asegurar  al  expresado  cabecilla  hasta  la 
llegada  de  V.  S.  A  pocos  momentos  me  encontró  el  Capitán  D.  Alexan- 
dro  Arana  (juien  de  nuevo  me  lo  rencargó  como  lo  verifiqué  hasta  el 
anochecer,  en  cuya  hora  mandó  V.  S.  continuase  la  custodia  particular 
del  expresado. 

«Conducido  Matamoros  á  un  quarto  de  la  Had.a  de  Puruaran  le 
pregunté  como  habia  sido  su  prisión,  y  me  contestó:  q.e  habiéndose  en- 
trado en  un  xacal  y  escondido  debajo  de  vin  petate  entraron  im  Dragón 
y  algunos  Infantes  á  registrar  la  casa  en  la  q.e  ayandolo  á  poco,  entre- 
gó al  Dragón  el  sable  y  se  vino  con  los  infantes  q.e  lo  conduxeron 
preso. 

«Que  en  aquel  rato  no  fue  conocido  por  nadie  pero  sí  al  llegar  á  la 
Capilla,  por  uno  del  Fixo  de  México  á  qien  no  pudo  negarse. 

«Es  cuanto  puedo  decir  á  V.  S.  en  contestación  á  su  oficio  de  ayer. 

«Dios  Gud.e  á  V.  S.  muchos  años. 

«Acambaro,  23  de  Julio  de  1814. 


«Sor.   Comte.   Gral.  del  Exto.   del   Norte  Brigadier  D.  Ciriaco  de 
Llano.» 


403 


Documento  mím.  16. 


Causa  de  Matamoros,  que  se  le  formó  por  la  jurisdicción  eclesiástica, 
copiada  textualmente  de  la  original  que  existe  en  Morelia  en  el  ar- 
chivo del  Arzobispado. 


Valladolid.— Año  de  1814. 

tOficio  del  Sr.  Brillad ier y  Comandante  General  del  Exercito  del  norte.  D.  Ciríaco  Llano, 
participando  la  resuelta  execucion  del  Licd."  Mariano  Matamoros,  cura  encargado 
q.^  fue  de  Xantetelco.  Teniente  General  de  los  rebeldes,  r  segundo  de  Morelos:  y 
provid.^  consiguiente  de  S.  Sria.  Illma.  en  q.^  lo  declaró  desaforado  del  Fuero  y  pri- 
vilegio del  Canon  y  entregado  lisa  y  llanamente  á  la  Potestad  Militar  q.^  lo  aprehen- 
dió y  conoce  de  su  causa;  y  comisión  q.^  S.  Sria.  Illma.  confirió  al  Sr.  Provisor,  noti- 
ficación, y  demás  Disposiciones  que  contiene  la  misma  providencia. 

«limo.  Sor. 

«En  el  atacjue  dado  en  5  de  Enero  á  las  Fuerzas  de  los  rebeldes,  reti- 
ñidas en  la  Hacienda  de  Puruarán,  fortificada  p.r  ellos,  lúe  hecho  jjri- 
sionero  el  Lie.  Mariano  Matamoros,  Cura  encargado  q.e  íue  de  Xan- 
tetelco. Tent.e  Gra.l  de  los  rebeldes  y  segundo  del  iniquo  Morelos.  Sos- 
tuvo mandando  enxefe  lospuestosde  dh.-i  Hacienda  hasta  q.»-'  nuestras 
valientes  tropas  la  tomaron  por  asalto. 

«La  notoriedad  de  q.e  este  rebelde  ha  sido  el  pinncipal  cabecilla  y 
los  daños  incalculables  c[.e  ha  causado  á  la  Nación  Espaiíola,  lo  sabe 
S.  S.  L  lo  mismo  q.e  yo;  debiendo  sufrir  la  pena  de  muerte,  p.a  escar- 
miento Publico,  he  determinado  dar  á  V.  S.  L  este  aviso  p.a  las  medidas 
q.e  V.  S.  L  tenga  á  bien  tomar  por  lo  respectivo  á  las  Censuras  }■  de- 
mas  tramites  de  su  Jttrisdicion. 

«Valladolid,  Enero  17  de  1814-. 

«Ciríaco  de  Llano. — Rúbrica, 
«limo.  Sr.  Obispo  electo  D.  Manuel  Abad  y  Queipo.» 

A.x.iLES.  T.  IV. — 50. 


404 


«Yalladolid,  Enero  IcS  de  1814. 
«Visto  el  oficio  q.e  antecede  del  Sr.  Brigadier  D.  Ciríaco  Llano,  Co- 
mandante General  del  Exército  del  norte:  siendo  publico  y  notorio 
quanto  en  dicho  oficio  se  expone,  esto  es,  q.e  el  Licd.<>  Mariano  Mata- 
moros, Cura  encargado  q.e  fue  de  Xantetelco  del  Arzobispado  de  Mé- 
xico, filé  preso  en  el  ataque  de  Puruarán  de  cinco  del  corriente  siendo 
el  xefe  como  Tent.e  Gra.l  de  los  rebeldes,  y  segundo  de  Morelos:  q.e  no 
solo  es  reo  de  apostasia,  de  lesa  Magestad  y  alta  traición,  sino  q.e  por 
la  opinión  q.e  habia  adquirido  con  los  infamadores,  q.e  sigen  y  prote- 
jen  la  insurrección,  habia  venido  á  ser  su  principal  apoyo,  y  ha  sido  en 
efecto  la  causa  eficiente  3'  moral  de  una  serie  de  males  incalculables  qs 
han  afligido  al  Reyno:  q.e  por  consigTiiente  se  halla  innodado  con  las 
Censuras  eccas.  fulminadas  por  los  sagrados  Cánones  contra  este  géne- 
ro de  perturbadores  piiblicos,  publicadas  por  nuestros  Edictos,  y  por 
los  Edictos  de  los  otros  Ilustrisimos  Señores  Diocesanos,  y  en  los  del 
Santo  Oficio  de  la  Incjuisicion  expedido  últimamente,  los  cuales  violó, 
delinquiendo  en  los  mismos  territorios  con  tanto  escándalo  y  desprecio 
de  la  Iglesia.  Por  tanto  declaramos  que  dicho  Licd."  Mariano  Alata- 
moros  perdió  por  sus  crímenes  notoríos  el  privilegio  del  Fuero  y  el  pri- 
vilegio del  Canon  y  lo  declaramos  lisa  3-  llanamente  entregado  á  la  Po- 
testad militar  q.e  lo  aprehendió  3^  conoce  de  su  causa:  3'  q.e  no  puede 
ser  absuelto  de  otras  Censuras  eccas,  sin  q.e  antes  satisfaga  á  la  Igle- 
sia por  medio  de  una  desaprobación  pública  de  los  escándalos  con  q.e 
le  ha  ofendido,  3-  abjure  los  errores  de  Impiedad  y  Hereg"ía  en  q.e  pare- 
ce ha  incurrido,  en  el  hecho  de  sostener  en  sus  escrítos  3'  con  la  espada, 
q.e  la  actual  revelion  de  la  Nueva  España  es  justa  3'  legitima,  siendo 
notoríamente  contraria  3-  reprobada  por  el  Derecho  natural,  por  el  De- 
recho divino,  por  el  Derecho  de  gentes  3'  por  el  Derecho  público  de  todas 
las  sociedades  humanas;  ó  se  compurgue  de  la  veemente  sospecha  q.e 
contra  él  resulta  en  esta  razón,  3-  por  su  ensordescencia  en  las  Censu- 
ras: 3'  satisfaga  los  daños  causados  á  la  Sociedad  en  el  modo  posible, 
esto  es,  absolviendo  con  verdad  3'  buena  fé  todas  las  cuestiones,  q.e  le- 
gítimamente le  hiciere  el  Tribunal  militar  cj.e  conoce  de  su  causa  y  q.e 
puedan  conducir  á  la  pacificación  general  y  á  detener  el  fuego  de  la  in- 
surrección q.e  todo  lo  debora  3-  destruvc.  Y  para  q.e  pueda  meditar,  y 
comprender  la  necesida  en  ((.e  se  halla  de  hacer  estas  reparaciones,  su- 
Ijlicamos  al  Sr.  General  q.e  tan  luego  como  el  Sr.  Provisor  (á  quien  se 
comete)  notifique  al  reo  este  Decreto,  se  sirva  S.  Sria.  mandar,  q.e  no 
se  le  perturbe  con  ninguna  diligencia  judicial  ni  esta  tarde,  ni  mañana, 
ni  pasado  mañana,  esto  es,  miércoles  3' jueves:  previniendo  al  Oficial  de 
Guardia  dexe  entrar  á  dicho  Sr.  Provisor,  y  al  confesor  q.e  ha  elegido, 
todas  las  veces  q.e  el  reo  lo  pidiere,  á  fin  de  c|.e  le  faciliten  los  auxilios 


405 

convenientes,  en  el  concepto  de  c|.<^  el  viernes  á  las  ocho  de  la  mañana 
el  mismo  Sr.  Provisor  pasará  á  i)oner  en  diligencia  judicial  lo  t|A-  resul- 
tare de  estas  medidas,  y  se  dará  tinenta  con  testimonio  al  mismo  Sor. 
General,  para  los  procedimientos  ulteriores.  Acompáñesele  á  hora  tes- 
timonio de  este  Decreto  en  contestación  de  su  citado  oficio.  El  Illmo. 
Sor.  Dr.  D.  Manuel  Abad  y  Queipo,  Canónigo  Penit.o  de  esta  Santa 
Iglesia,  Obispo  Electo,  y  Gobernador  de  este  Obispado  así  lo  decretó  y 
firmó. 

«Abad,  Obispo  Electo. — Rúbrica. 

uSantiago  Camina,  Serio. — Rúbrica. 

«M.  T. — Con  la  misma  fecha  se  paso  al  Sor.  General  el  testimonio 
prevenido.» 


«En  la  Ciudad  de  Valladolid,  á  veintiuno  de  Enero  de  mil  ochocien- 
tos catorce:  Estando  en  la  Cárcel  Episcopal  y  en  la  Bartolina  donde  se 
halla  preso  el  Presbitero  Mariano  Matamoros,  Cura  encargado  de  Jan- 
tetelco  del  Arzobispado  de  México,  el  Sor.  Provisor  Vic.o  gra.l  de  este 
Obispado,  Licd.o  D.  Francisco  de  la  Concha  Castañeda  le  notificó  de 
nuebo  el  Supo.r  Decreto  q.e  antecede  q.e  ya  se  le  habia  intimado  el  dia 
diez  y  ocho  del  corrt.e  3-  habiendo  usado  el  expresado  Presbitero  de 
los  dias  q.e  le  concedió  el  Illmo.  Sor.  Obispo,  de  acuerdo  con  el  Sr.  Bri- 
gadier D.  Ciriaco  Llano,  Comandt.e  Gra.l  de  Exert.o  del  Norte,  en  el  ci- 
tado Decreto,  p.a  q.e  meditase  con  espacio  el  contenido  y  contestase  con 
toda  la  circunspección  q.e  corresponde  á  la  gravedad  del  asunto  de  q.e 
se  trata  después  de  haberlo  hecho  asi  según  ha  insinuado  en  este  acto,  3- 
después  de  habérsele  leido  otra  vez. — Dixo:  q.e  lo  03-e.  3^  se  conforma  ente- 
ramente con  la  sentencia  del  Illmo.  Sor.  Obispo,  en  q.e  lo  declara  privado 
de  los  privilegios  del  Fuero  3- del  Canon  3' entregad  o  lisa  3-  llanamente  á 
la  jurisdicion  militar,  reconociendo  q.e  lo  tiene  bien  merecido  porsusde- 
litos.  Que  asi  mismo  reconoce  q.e  la  insurrección  es  inicua,  injusta,  con- 
traria al  derecho  natural, divino3-de  gentes, protestando  con  toda  ver- 
dad,3'noporvia  dedefensa  suva, q.e  aunque  quando  entró  en  ella  q.efue 
puntualmente  el  diez  3-  seis  de  Diciembre  del  año  pasado  de  mil  ochocientos 
once,  se  alucinó  con  la  razón  de  q.e  el  mismo  derecho  q.e  tenia  España 
p.a  nombrar  Juntas  q.e  gobernasen  en  la  ausencia  3'  cautividad  de ntr.<> 
Soberano,  tenia  también  este  Reyno  y  qualquiera  otra  parte  de  la  Mo- 
nartiuia,  3-  con  otras  q.e  han  extendido  los  Insurgentes;  pero  q.e  pos- 
teriormente, esto  es,  desde  Noviembre  último  áesta  parte  ha  estado  va 
desengañado,  3-  aun  habló  con  uno  q.e  otro  del  Exercito  de  Morelos 
q.e  eran  de  su  confianza  sobre  el  intento  de  separarse  del  Partido  Re- 
belde, lo  q.e  no  pudo  verificar  por  q.e  su  mismo  empleo  lo  hacia  muv 


406 

visible,  y  lo  tenían  rodeado  continviamente  de  Soldados:  q.e  igualmen- 
te protesta,  y  con  la  misma  verdad,  q.e  antes  de  la  fecha  citada  opinó 
como  fiel  vasallo  y  como  ecc.<>  arreglado  acerca  de  lo  injusto  de  la  Re- 
volución, como  lo  prueloa  su  notoria  conducta  en  aquel  tiempo,  y  la 
consulta  q.e  hizo  luego  luego  q.e  Alorelos  llegó  á  Chilai)a,  distante  solo 
diez  y  ocho  leguas  del  Pueblo  de  su  cargo,  al  V.e  Cabildo  Sede  vacante 
de  México  sobre  el  modo  de  manexarse  en  circunstancias  tan  angustio- 
sas, ó  si  les  parecería  q.c  se  retirase  á  atjuella  Capital  p.'-^  q.e  no  se  viera 
conplicado  en  mil  compromisos  q.e  se  le  presentaban  á  la  imaginación, 
capaces  ya  q.e  no  de  seducirlo,  si  de  desacreditarlo,  y  poner  en  duda  el 
honor  q.e  siempre  habia  tenido,  ó  de  causarle  algún  peligro  por  parte 
de  los  rebeldes;  pero  q.e  la  imprudente  y  falsa  denuncia  q.e  por  vn  re- 
sentimiento ridículo,  hizo  cierto  Sugeto,  á  q."  le  perdona  de  todo  cora- 
zón, de  q.e  él  era  uno  de  ellos,  á  D."  Anselmo  de  Ribera,  Admo.'"  de  Ren- 
tas de  Cuautla  de  Amilpas,  encargado  de  justicia  en  aquel  tiempo,  y  la 
persecución  de  su  persona  q.e  se  siguió  á  dicha  denuncia,  sirvió  de  Oca- 
.sion  á  su  miseria  y  fragilidad  para  huir  de  su  Pueblo,  y  presentarse  en 
Izucar  á  Alorelos  en  la  fecha  enunciada:  todo  lo  cual  refiere  no  por  via 
de  defensa  ó  de  disculpa  como  ha  dicho,  sino  por  un  efecto  de  sinceri- 
dad y  deseo  de  manifestar  su  Corazón.   Que  asimismo  confiesa  q.e  sin 
embargo  de  la  alusinacion  q.e  lleba  manifestada,  se  consideró  y  se  ha 
considerado  incurso  en  las  Censuras  de  Dr.o  las  del  extinguido  Santo 
Oficio,  y  las  q.e  han  promulgado  los  Illmos.  Seres.  Diocesanos,  con  la 
Sinodal  de  todos  los  Obispados  de  este  Re^-no,  sobre  salir  los  Clérigos 
de  su  propio  domicilio  sin  licencia  del  Prelado,  y  quizá  otras  de  q.e  no 
tiene  conocimiento:  q.e  también  se  ha  considerado  irregular  desde  q.e 
abrazó  el  Partido  insurgente,  de  manera  q.e  no  ha  exercido  acto  algu- 
no, si  no  es  absolver  á  algún  moribundo  en  caso  de  extrema  necesidad, 
asi  por  q.e  ha  mandado  combates  en  q.e  ha  habido  efucion  de  sangre 
como  por  q.e  siendo  Insurgente  ha  sido  un  cooperador  de  toda  la  q.e  se 
ha  derramado,  como  igualmente  por  q.e  se  vio  en  presicion  de  mandar 
fusilar  al  Comt.e  Cándano  y  á  otro  Oficial  Americano  del  Batallón  de 
Asturias  y  á  otro  Capitán  del  mismo  Batallón,  q.e  se  vio  en  presicion, 
por  q.e  conforme  á  las  ordenes  de  Morelos  debían  haberse  fusilado  to- 
dos los  prisioneros  q.e  se  cogieron  en  el  combate  de  Huaquechvda,  q.e 
eran  cerca  de  quatrocientos,  la  ma^-or  parte  Europeos,  y  asi  se  lo  pedia 
con  insistencia  un  Oficial  Insurgente;  pero  q.e  escogió  á  solo  tres  por 
410  parecer  c|.e  faltaba  á  su  obligación  de  xefe,  entre  ellos  al  comandan- 
te Cándano,  á  otro  oficial  americano  y  al  capitán   Longorio,  de  los 
r|uales  á  este  ultimo  lo  libertó  conviniendo  secretamente  con  el  Cura  de 
S."  Andrés  q.e  le  presentase  un  Escrito  demandando  la  vida  de  ellos,  3-- 
á  los  otros  dos  todavía  les  permitió  q.e  fuesen  á  comtdgar  á  la  Parro- 
quia con  el  fin  de  q.e  se  acogieran  al  asilo  de  la  Iglesia  y  se  le  pidiese 
causion  p.:'  extraerlos  y  se  librasen  de  esta  manera  la  vida;  pero  q.e  no 
lo  executaron,  y  el  numero  de  tres  q.e  ha  insinuado  se  fusilaron  de  su 


407 

orden  lo  completa  un  Capitán  de  los  mismos  ])risioneros  (po  por  haber- 
se fugado  habiéndolo  puesto  en  libertad  y  agregado  á  las  armas  fue 
menester  executarlo  en  el  Pueblo  de  Qüesala  á  instancias  de  los  Oficia- 
les Insurgentes.  Que  repite  q.e  no  manifiesta  esto  por  disculparse;  pues 
conoce  la  gravedad  \'  multitud  de  sus  delitos,  como  son  haber  apostatado 
de  su  Estado  Santo  no  solo  con  los  hechos,  sino  aun  desnudándose  de 
los  vestidos  clericales  conservando  únicamente  la  corona  y  su  Brebia- 
rio  p.;i  rezar  el  Oficio  Divino  como  lo  ha  executado  indefectiblemente 
todos  los  dias  á  pesar  de  los  embarazos  de  la  inicua  carrera  q.e  abra- 
zó, haljcr  tomado  las  armas  contra  el  Rey  3^  contra  la  Patria,  siendo 
causa  de  innumerables  males,  y  desastres,  3'  escandalizando  á  todo  el 
Re\no  con  su  depravada  conducta;  haber  avandonado  su  feligresía  dan- 
do un  pésimo  exemplo  á  lasObejas  q."-'  tenia  á  su  cargo  en  vez  delibrar- 
las de  los  lobos  q.e  las  rodeaban;  3-  otros  muchos  de  q.<-'  le  acusa  su 
conciencia,  3'  pide  perdón  á  Dios,  á  los  Prelados  ecco.s  3'  al  Gobierno 
legni.o,  protestando  en  esteacto  q.e  aunq.*^  efectivamente  ha  desprecia- 
do las  Censuras,  las  Le3'cs  y  todos  los  respetos  humanos  q.e  debia  ha- 
Ijcr  tenido  presentes,  no  ha  sido  á  la  verdad  por  efecto  de  impiedad  de 
corazón  relativa  á  algún  error  en  laFée  ó  acerca  déla  legitimidad  de  las. 
Autoridades  y  Potestades  Espirituales  3'  Temporales  de  este  Ke3-no,  y 
de  todíi  la  Monarquía,  sino  arrastrado  únicamente  de  la  fuerza  de  sus 
pasiones;  pues  reconoce  á  estas  mismas  potestades,  3-  ha  obrado  contra 
el  dictamen  de  su  conciencia,  como  lo  prueba  el  q.e  no  se  ha  atrevido 
á  celebrar  el  Santo  Sacrificio  de  la  Misa,  ni  á  exercer  otro  acto  de  sus 
ordenes  fuera  del  caso  de  extrema  necesidad  como  ha  insinuado:  Que 
por  tanto  desaprueba  con  todo  su  corazón  la  insurrección  3-  todos  los 
delitos  ci.e  son  consiguientes  á  ella,  especialmente  los  peculiares  suyos, 
]3rotestando  su  obediencia  3-  sumisión  á  las  Leyes  canónicas  v  civiles,  3- 
á  las  potestades  tanto  ecca.s  como  seculares  de  este  Re3'no,  debiendo 
añadir  q.e  jamas  por  escrito  ni  en  conversación  privada  ha  manifesta- 
do lo  contrario,  sinosolamente  con  sus  hechos;  pues  una  sola  proclama 
q.e  salió  en  Oaxacti  bajo  su  nombre  no  trataba  de  estas  materias  sino 
de  alentar  al  Pueblo  para  q.e  no  extrañase  el  retiro  de  la  tropa  Insur- 
gente: Que  por  lo  mismo  protesta  C{S  con  verdad  3-  buena  fée,  ocupado 
como  está  por  la  misericordia  de  Dios,  de  un  cinsero  interés  3'  deseo  de 
la  pacificación  de  este  Re3'no,  ha  declarado  3^a  3-  está  pronto  á  declarar 
á  potestad  militar  q.e  lo  jusga  cuanto  sea  conducente  aun  fin  tanapre- 
ciable  siendo  su  ánimo  reparar  con  est03'  conlasprotestas3'declaracio- 
nes  q.e  ha  executado  en  el  acto  los  males  q.e  ha  causado  tanto  en  lo 
moral  como  en  lo  temporal;  3'  conclu3-e  pidiendo  al  Illmo.  Sor.  Obispo 
Electo  Gobernador  de  esta  Diócesis,  q.e  si  S.  S.  I.  discurre  algún  otro  me- 
dio de  reparar  otros  daños  3^  satisfacer  á  la  Iglesia  nuestra  Madre,  á 
sus  Prelados,  3'  al  Gobierno  ofendidos  se  sirva  sugerírselo  jjara  poner- 
lo prontamente  en  execucion,  suplicándole  asimismo,  3'  con  el  ma3'or 
rendimiento,  mande  absolverlo  de  todas  las  Censuras  con  q.e  se  halla 


408 

ligado  para  tener  el  consuelo  de  recibir  los  Santos  Sacramentos,  y  for- 
talecer con  ellos  su  alma  p.a  el  ultimo  trance;  y  q.e  por  efecto  de  su  ca- 
ridad paternal  tome  el  mayor  interés  en  q.e  el  Sor.  Comt.e  general,  des- 
pués de  evaquadas  las  declaraciones  q.e  sean  convenientes  tomarle,  le 
conceda  ocho  dias  francos  p.a  dedicarse  á  disponer  su  alma  con  vnos 
exercicios  Espirituales  dirigidos  por  el  confesor  q.c  ha  elegido,  cuia  gra- 
cia no  duda  q.e  se  conseguirá  de  la  piedad  del  mismo  Sor.  Comandan- 
te. Esto  respondió  y  firmó  con  el  expresado  Señor  Provisor  por  ante 
mi  el  infrascripto  Notario  mayor  y  Público  de  q.e  do3'  fée. 

uLic.o  Concha. — ^Rúlirica.  Mariano  Matamoros. — Rúbrica. 

uRanion  Franc."  de  Aguilar. — Rúbrica. 

Xot.o  Mo.r  Y  Pub.o» 


«Valladolid,  Enero  21  de  1814. 
«Dése  quenta  con   estas  diligencias   al   Illmo.   Sor.   Obispo   Electo 
Gobo.r  de  esta  Diócesis.   El  Sr.  Licd.»  Franco  de  la  Concha  Castañe- 
da, Provo.r  y  Yic.o  gra.l  de  este  Obisp.o  asi  lo  determinó  y  firmó. 

«Lic.o  Concha. — Rúbrica. 

«Ramón  Franco  de  Agnilar. — Rúbrica. 
dXot."  Alo.!"  V  I'ub.o» 


«Valladolid,  Enero  21  de  1814. 
«Visto  este  Expediente,  saqúese  testimonio  del  Decreto  y  dilig.íi  q.e  pre- 
cede, en  q.e  se  acredita  q.e  el  reo  Alatamoros  ha  cumplido  en  parte  con 
el  tenor  de  nuestro  Decreto  del  diez  y  ocho  del  corriente,  y  parece  dis- 
puesto á  darle  cumplimiento  en  el  todo;  y  remítase  con  el  Oficio  al  Sor. 
General  q.e  conoce  de  la  causa,  para  q.e  en  su  vista  mande  evaquarlas 
diligencias  judiciales  q.e  estimare  convenientes;  3-  evaquadas  q.e  sean 
se  sirva  darnos  aviso  oportuno,  á  fin  de  disponer  la  absolución  del  reo 
dé  las  censuras  ecca.s  en  q.e  se  halla  incurso.  Y  le  suplicamos  encare- 
cidamente se  digne  conceder  al  reo  los  ocho  dias  francos  q.e  solicita  p.a 
prepararse  mejor  al  trance  terrible  q.e  le  espera,  por  la  gracia  de  Dios 
y  con  los  auxilios  de  su  Confesor.  El  Illmo.  Señor  D.r  D."  Manuel 
Abad  3'  Oueipo,  Canónigo  Penitenciario  de  esta  Santa  Iglesia,  Oliispo 
Electo,  y  Gobernador  de  este  Obispado,  asi  lo  decretó  3-  firmó. 

«Abad,  Obispo  Electo. — Rúl)rica. 
«Santiag^o  Camina.  Serio. — Riibrica. 

(iM.  J. — Se  pasó  el  testimonio  y  oficio  prevenidos  al  Sr.  Comt.e  Gra.l 
con  la  misma  fecha  del  At.'^  anterior.» 


409 

«Illmo.  Sor. 

«Con  el  oficio  de  S.  S.  I.  de  21  del  corriente  recibí  el  testimonio  de  la 
diliííencia  ])racticada  por  el  Sor.  Provisor  3'  Vicario  General  de  este 
( )bispado,  con  el  reo  de  Infidencia,  Mariano  Matamoros,  Teniente  Ge- 
neral de  l(js  Insurgentes. 

«Concluido  por  mi  Ayudante  de  Campo,  D.  Alexandro  Arana,  el  in- 
terrogatorio, de  q.e  está  encargado,  con  dicho  reo,  puede  V.  S.  I.  pro- 
videnciar la  absolución  de  las  censuras;  pues  habiendo  prometido  como 
Christiano,  decir  verdad,  á  lo  q.e  se  interrogara,  no  hallo  motivo  p.a 
dudar  cj.e  halla  faltado  á  ella. 

«Las  críticas  circunstancias  del  dia,  no  me  permiten  darle  mas  q.<; 
el  tiempo  necesario  de  tres  dias,  para  la  dis])osicion  de  su  alma;  pues 
tiene  adelantado  el  tener  Confesor  á  su  satisfacción,  hace  ocho  dias. 
«Valladolid,  Enero  27  de  ISl-i. 

ttCiríaco  de  Llano. — Rúbrica. 
«Illmo  Sr.  Obispo  Electo  D."  Manuel  Abad  y  Queipo.» 


«Valladolid,  Enero  27  de  1814. 
«Agregúese  al  exjiediente  del  asunto,  y  pase  al  Sr.  Provisor  p.a  q.e 
3'  con  arreglo  al  Ritual  Romano,  proceda  ala  absolución  del  reo  Maria- 
no Matamoros  por  ante  Notario,  omitiendo  solamente  la  percusión  con 
vara,  lo  q.e  pondrá  por  diligencia.  El  Illmo.  Sr.  Dr.  D.  Manuel  Abad 
3-  Queipo,  Obispo  Electo  \'  Gobernador  de  esta  Diócesis,  asi  lo  decretó  3- 
firmó. 

víAbad,  Obp."  Electo. — Rúbrica.» 
«Santiae'o  Camina,  Serio. — Rúbrica.» 


«Valladolid.  Enero  27  de  1814. 
«Cúmplase  lo  prevenido  en  el  Su])erior  Decreto  antecedente  con  asis- 
tencia del  jjresente  Notario,  fiuien  certificará  el  acto,  3'  verificado  dése 
quenta  al  Illmo.  S.''  Obispo  Electo,  Gobernador  de  esta  Diócesis,  de  q." 
procede  la  comisión.  El  Provisor  Lie."  D."  Francisco  de  la  Concha  Cas- 
tañeda, Vicario  Gríi.l  de  este  Obispado,  así  lo  decretó  y  firmó. 

«Lie."  Conclia. — Kúbricíi. 
nRaiiioii  Fraile."  de  Agiülar,  Xot."  Mo.''  v  Puljc." — Rúbricíi.» 


«Yo,  el  infrascrii)to  Notari(j  mayor  y   Púl)lico,  certifico  en  cjuanto 
¡)ued(),  debo  y  el  dr."  me  ])ermitc  q.e  hov  dia  de  la  fecha  á  las  diez  de  la 


410 

mañana  pasó  el  S.r  L¡c.<>  D.  Francisco  de  la  Concluí  Castañeda,  Provi- 
sor y  Vicario  General  de  éste  Obispado,  á  la  Cárcel  episcopal  de  esta 
Ciudad  donde  se  halla  preso  Mariano  Matamoros,  y  habiéndose  reves- 
tido de  Sobrepelliz,  bonete  y  estola  morada,  nos  introduxo  el  Oficial  de 
iíuardia  á  la  bartolina  del  citado  reo,  y  puesto  éste  de  rodillas  ante  el 
expresado  Sr.  Provisor,  recibió  la  absolución  de  las  Censuras  en  q.e  ha 
incurrido  por  sus  delitos  públicos,  conforme  á  lo  prevenido  jjor  el  Ri- 
tual Romano,  esepto  la  percusión  con  vara,  escluida  en  el  superior  de- 
creto de  su  comisión,  y  p."  q.e  asi  conste  donde  convenga,  en  virtud  de 
lo  mandado  siento  la  presente  en  esta  Ciudad  de  Vallad olid  á  veinte  y 
ocho  de  Enero  de  mil  ochocientos  catorce. 

«En  testimonio  de  verdad. 
uRamoii  Franc."  de  Aguilar,  Not-<>  Mo.i'  v  Pubc.'> — Rúbrica.» 


411 


NOTA  DEL  AUTOR. 

La  ileclíiración  de  Alataiuoros  que  eonsta  en  estíi  eausa,  se  pulilicó 
trunea  en  el  Tomo  V,  página  169,  de  la  Gaceta  número  525,  correspon- 
diente al  sábado  12  de  Febrero  de  181-t,  en  cuyo  periódico  se  publicó 
también,  el  mismo  día,  el  famoso  manifiesto  apócrifo  conocido  por  «La 
Retractación  de  Matamoros,»  el  cual  dejo  ya  refutado  en  las  anterio- 
res páginas  y  por  lo  mismo  no  me  ocuparé  aquí  de  ella,  y  tan  sólo  lo 
haré  de  la  declaración  á  que  me  refiero,  la  que,  por  los  términos  en  que 
está  concebida,  se  ha  considerado  también  como  una  retractación  del 
cíiudillo  insurgente;  pero  esto  es  un  error  bien  manifiesto,  aunque  por 
otra  i)arte  es  disculpable,  puesto  que  sólo  se  conocía  la  declaración 
trunca  publicada  en  la  Gaceta,  3-  se  desconocían  en  lo  absoluto  los  an- 
tecedentes que  constan  en  la  causa,  los  que  fueron  el  motivo,  ]jcrfecta- 
mentejustificado,  de  que  Matamoros  firmara  ese  documento,  el  que  no  fué 
redactado  por  él,  según  lo  he  demostrado  ya;  ])ero  sí  me  consta,  en  vis- 
ta del  original,  f[ue  está  autorizado  con  su  firma  auténtica;  mas  no  por 
esto  deja  de  ser  nulo,  jjucstoque  es  un  principi(j  legal,  bien  conocido,  que 
todo  documento  (jue  se  le  obliga  á  firmar  á  un  individuo  por  medio  de 
engaños  ó  ameníiztis,  es  nulo  y  de  ningún  valor,  y  no  podría  ser  de  otra 
manera,  jjues  nci  sería  ni  lógico  ni  legal  el  considerar  como  válida  una  fir- 
ma (|uc  no  ha  dimanado  de  la  deliberada  3^  espontánea  voluntad  del 
firmante,  sino  que  se  ha  obtenido  por  medio  de  hechos  criminosos  como 
1')  son  el  engaño  y  las  amenazas  que  infunden  en  el  ánimo  el  temor  de 
sufrir  ma3-ores  males:  y  este  es  precisamente  el  caso  que  aqvií  se  nos 
presenta  con  esta  supuesta  retractación  de  Matamoros,  cpie  aparece 
en  su  declaración.  El  Obispo  electo  de  Alichoacán,  D.  Alanucl  Abad  y 
yueipo,  en  su  decreto  de  18  de  Enero  de  1814,  el  cual  consta  en  la  cau- 
sa qvie  comentamos,  después  de  degradar  á  ALitamoros  de  sus  fueros 
eclesiásticos  3'  decretar  que  loentrega  lisa  y  llanamente  á  la  jurisdicción 
militai;  agrega:  «Y  qe.  no  puede  ser  absuelto  de  otkas  Censuras 
sin  (je.  antes  satisfaga  á  ea  lüeesia  por  medio  de  una  desaproba- 
ción pública  de  los  escándalos  con  qe.  la  ha  ofendido,  y  abjure 
los  errores  en  qe.  parece  ha  incurrido  en  el  hecho  de  sostener 
en  sus  escritos  y  con  la  espada  qe.  la  actual  revolución  de  la 
Nueva  España  es  justa  v  legítima,  siendo  notoriamente  lo  contra- 
rio, &.» 

A.NALKS  T.   IV.— ,")1. 


412 

Y  ante  tan  terminante  intimación  ((iiedó  Matamoros  irremisible- 
mente en  idéntica  sitnaeión  que  el  pla.Liiado  íicjuien  seencierra,  se  le  pri- 
va (le  alimentos  y  se  le  amenaza  con  darle  muerte  si  en  el  perentorio 
jilazü  qne  se  le  designa,  noentrega  la  cantidad  de  dinero  que  se  le  exige, 
y  no  le  queda  más  remedio  que  entregarla  ó  soportar  las  consecuen- 
cias, y  aun  3-0  creo  que  la  situación  de  Matamoros  era  todavía  mucho 
más  grave  y  angustiosa  que  la  del  plagiado,  en  el  hecho  de  que  el  de- 
creto del  Obispo  no  le  amagaba  con  la  muerte  temporal  del  cuerpo,  si- 
ncj  con  la  muerte  eterna  del  alma,  la  que  para  un  cre\-ente  como  Mata- 
moros es  mucho  más  terrible  y  espantosa,  y  ésta  era  inevitable,  según 
su  criterio  religioso,  si  se  presentaba  ante  el  Tribunal  Divino  agobiada 
con  el  peso  de  las  censuras  y  sin  haber  podido  recibir,  ])or  causa  de 
ellas,  la  absolución  de  sus  pecados  y  demás  sacramentos  indispensa- 
l)les  para  su  salvación,  y  ante  tan  terrible  disyuntiva  de  condenar  su  al- 
ma á  las  eternas  penas,  negándose  á  firmar,  ó  salvarla  deellas,  firman- 
do aquella  declaración,  optó  por  firmarla  para  que  se  le  absolviera  de 
las  censuras  y  poder  así  recibir  la  absolución  de  sus  pecados  y  t|ue  se 
le  ijudiesen  ministrar  los  sacramentos;  pero  aun  esto  no  lo  hizo  sino  des- 
pués de  una  larga  resistencia  y  como  último  recurso,  y  díindo  todavía 
desjjués  de  ello,  un  sublime  ejemplo  de  valory  viiñl  energia,  negándose 
rotundamente  á  expedir  la  retractación  pública  que  se  le  exigííi,  cuyos 
honrosos  hechos  se  deducen  muy  claramente  de  las  constancias  que 
obran  en  la  causa,  las  cuales  hemos  comentado  ya  en  las  jíáginascjue  an- 
teceden. 

Todas  estas  consideraciones  nos  traen  hi  convicción  íntima  de  que 
Matamoros  no  sólo  no  se  retractó,  sino  que  murió  grande,  admirable 
y  digno,  sosteniendo  coino  justos  y  legítimos  sus  patrióticos  principios, 
c|ue  defendió  siempre  con  valor  y  denuedo  en  el  campo  de  batalla,  y  se- 
lló con  su  heroica  sangre  en  el  cadalso  de  Valladolid. 


FIN. 


413 


Doi-uincntii  Xci.   17. 

COMEDIA  HISTÓRICA  DEL  BENEMÉRITO  MATAMOROS, 

CriiA  I'ÁKUdCii  lili  janti;tki.cii, 

Compuesta  por  Carmen  Tajonar.  José  Catarino  Escasán,  Primo  Musitii  y  Zenón  Montenegro. 
Quienes  la  dedican  ai  C.  Gobernador  del  Estado  Libre  y  Soberano  de  Morelos. 

i'Kiíso.N.\|iís: 

Hl  Sr.  Cur;i  H.  .Mari.-mn  MMtanionis.  A'>  años. 
D.  Joa(|inii  Caiiiaclid.  50 
D.  Ifíiíaciii  Cliavanía.  'J2 
Apolonio,  hijo  a(lc)])tiv<)  (Itl  Sr.  Cura  Mala- 
moros.  23 
I<;nncio  Xoniicra,  doiiií^stico.  50 

Líi  t'scciiít  i>íis¿i,  en  1;\  nftclic  del  7.V  tic  Dicit'iiihre  ¡le  IS 1 1,  en  el  ¡mehhi  fie  /ítinetclco, 
en  iinn  de  las  ¡ilezas  de  las  eusns  enrnles  que  servin  de  ilnrmiton'n  ;tl  Benemérito  Mata- 
moros. 

Apnreee  Míitíimoros  sentado  ¡unto  á  una  mesa,  apovaito  en  ella  v  en  actitud  de  me- 
dit  ación. 

ACTO    PRIMERO. 

Esc K. NA    I. 

Matamoros. — \oy  á  entraren  un  camino  desconocido  jiara  mí;  es  ne- 
cesario .i>uai"dar  el  corazón  en  lo  más  profundo  del  pecho  y  no  obrar 
bajo  la  impi-esión  de  sus  arranques:  obedeceré  al   pensamiento,    él 

será  mi   consejero \'oy  á  atravesar  una  vía   sangrienta  y 

dolorosa;  cada  pasode  avance  dejará  un  abismo  tras  de  mí,  pronto 
á  devorarme  si  retrocedo \'a  á  estallar  la  revolución  déla  hu- 
manidad, (|ue  será  el  ])rimer  sacudimiento  que  la    des]3Íerte  de  su 

Ictarsío ;  nada  podrá  detenerme;  yo  mismo  seré   impotente, 

l)or(|ue  seguiré  envuelto  en  las  olas  de  ese  torrente  que  atravesará 

los  valles  y  las  montañas Yo  tenía  el  presentimiento  de  esta 

hora  3' la  buscaba  con  latidos  demi  corazón ;Diosine  impul- 
sa á  obedecer  su  mandato (se  acerca  ala  ventana.)  La  noehe 


414 

está  obscura  como  el  fondo  del  océano;  en  su  senoha^-  un  pueblo  en- 
cadenado que  gime;  romperé  esas  cadenas,  ¡sí!  las  romperé,  porque 

ha  llegado  el  díade  la  resurrección ¡Pueblo,  levántate  3-  anda... 

....  cjue  YO  haré  dos  mil  pedazos  los  eslabones  de  esa  pesada  cadena 
y  dejarás  de  humedecer  con  tu  llanto  el  mendrugo  de  pan  que  el  vil 
tirano  te  arroja  con  el  más  alto  desprecio,  en  cambio  de  tus  rif]uc- 
zas,  y  entonces  serás  libre  3-  volverás  á  poseer  pacíficamente  este 

vasto  continente! 

(Sacando  el  reloj).  Ya  es  la  hora  cumplida  en  que  deben  llegar 
los  vecinos  con  quienes  debo  contar  para  llevar  á  efecto  ese  sublime 
pensamiento  de  Hidalgo,  que  quiso  levantar  las  armas  de  sus  ma- 
yores: aquellas  armas  Cjue  se  comjionían  de  hondas,  flechas  y  los 
instrumentos  de  labranza,  ostentadas  por  Guatimotzin  entre  las  lla- 
mas del  tormento,  y  ametralladas  por  Hernán  Cortés  en  el  inolvi- 
dable sitio  de  México,  a'  que  3'acen  á  la  faz  del  pueblo  conquistado, 
abolladas  por  el  caballo  del  tirano  europeo Parece  que  oigo  pa- 
sos: seguramente  serán  losciue  han  secundado  mis  mismos  pensa- 
mientos, según  creo. 

Escena  ii. 
Matamoros  y  Apolonio. 

Apolonio. — Señor;   el   preceptor    D.  Joaquín    Camacho   desea   hablar 

con  Ud. 
Matamoros. — Dile  que  pase  adentro.  (Vase  Apolonio.) 

Escena  iii. 

M  a  T  a  M  o  ROS. 

¡Oh  Virgen  de  Guadahipe;  apoA-o  de  la  Independencia!  aA'uda  á 
mi  pensamiento,  para  que  con  el  auxilio  y  entusiasmo  de  estos  com- 
pañeros, pueda  yo  empuñar  las  armas  para  dar  patria  á  esta  na- 
ción mexicana. 

Escena  iy. 

Matamoros  y  Camacho. 

Camacho. — Buenasnoches,  señor  Cura;  aquí estoj- alas  órdenes  de  Ud. 

Matamoros. — Bien  venido,  querido  Camacho;  3'a  esperaba  con  impa- 
ciencia tu  llegada  3'  la  de  Ignacio  Chavarría.  Siéntate,  que  no  delíc 
dilatar. 

Camacho. — Señor  Cura,  Ud.  sabe  que  siempre  le  he  profesado  vm  since- 
ro cariño,  3"  por  lo  mismo  me  ha  sido  sumamente  satisfactorio  el  ha- 
ber recibido  su  atento  recado,  porque  me  es  mu3'  grata  su  conver- 
sación, 3'  como  su  más  adicto  feligrés  esto3-  dispuesto  á  servirlo  á 
Ud.  en  lo  que  tenga  á  bien  ordenarme. 


415 

Matamoros. — Gracias,  hijo. 

C.\M.\CHO. — Puede  Ud.  con  entera  iVanciueza  mandar  á  su  inútil  servi- 
dor, que  está  pronto  á  obedecerlo. 

Mat.\moros. — Sabrás  mu\-  pronto,  hijo  mío,  el  motivo  de  esta  entre- 
vista, en  la  que  debemos  tener  una  conferencia  de  amibos,  de  muchí- 
simo interés. 

C.\M.vcHO. — Señor  Cura,  sea  de  una  manera  ó  de  otra,  estoy  á  las  órde- 
nes de  Ud. 

M.VT.wiOROS.  —  No  debe  dilatar  un  momento  en  que  demos  principio 
á  nuestra  interesante  conversación,  y  ])ara  ello  sólo  esperamos  á 
otros  amiuos. 

Camacho. — Tanta  bondad  me  honra  3-  me  admira. 

Esc E. NA  V. 

Dichos  v  Apolomo  (desde  la  puerta  del  fondo). 

Apoloxio. — Acaba  de  llegar  el  Sr.  D.  Ignacio  Chavarría,  que  trae  un 

negocio  interesante,  según  dice. 
Matamoros. — Queentre,  yllíimaá  Ignacio  Xogviera.  Camacho,  mi  caro 

amigo,  ha  llegado  el  momento  de  poner  en  planta  cnanto  hemos 

acordado  en  nuestras  juntas. 
Cam.\cho. — Estoy  de  acuerdo  en  todo  cuanto  hemos  tratado. 

Escena   vi. 
Dichos  y  Chavarría. 

Ch.\v.\rría. — Buenas  noches,  señores. 

Mat.\moros. — Buenas  noches,  Chavarría. 

NoGUER.\. — Mande  Ud.,  señor  Cura.  Buenas  noches,  señores. 

Matamoros. — Siéntense. 

Apolonio,  cierra  la  puerta  y  dile  al  semanero  que  sólo  que  me 
busquen  para  alguna  confesión,  que  te  lo  avise. 
Apolonio. — Muv  bien,  señor  Cura.  (Mutis  por  la  ])tierta  del  foro.) 

Escena  vii. 

Dichos  y  AIatamoros. 

Matamoros. — He  querido  hablar  con  Uds.  por  última  vez,  para  hacer- 
les presente  todo  el  riesgo  de  la  empresa  y  todos  los  peligros  que 
vamos  á  afrontar  una  vez  lanzados  á  la  revolución:  vamos  á  com- 
batir contra  un  tirano  que  cuenta  con  los  elementos  necesarios; 
pero  yo  sé  que  los  emprendedores  de  una  grande  obra,  nunca  ven  el 
fruto  de  sus  trabajos Esa  sentencia  jamás  ha  dejado  de  reali- 
zarse  pero  nosotros  dejaremos  la  semilla  sobre  el  campo  de  la 

patria entre  este  día  y  el  de  .sti  conclusión,  media  un  abismo  que 


416 

ck'bc  llenarse  acaso  con  nuestra  sanare pero  cuando  veo  azotar 

á  los  ]K)bres  indios  por  mandato  de  los  (iobernadores,  jjoruna  leve 

falta cuando  veo  á  los  criollos  arrastrados  á  las  cárceles  de  la 

esclavitud,  cargados  de  cadenas cuando  veo  en  las  haciendas 

tratar  á  los  negros  peor  que  á  los  animales,  teniendo  que  sufrir  la- 
tigazos Y  arrastrar  unos  trozos  de  madera,  pendientes  de  los  pies, 
y  traficando  con  su  venta  como  si  fueran  los  más  viles  efectos  del 
comercio cuando  veo  que  para  despojar  á  los  hombres  honra- 
dos de  todos  sus  intereses,  basta  una  simple  denuncia,  apo^-ada  por 
esa  maldita  Inquisición,  que  en  nombre  de  la  religión  del  Crucifica- 
do sella  las  puertas  de  sus  casas  para  que  nadie  las  toque y  que- 
dando en  medio  de  la  calle  aquellas  desgraciadas  familias,  hacién- 
dose dueños  absolutos  de  todos  sus  bienes y  por  fin,  cuando  veo 

al  pueblo  entero  en  la  esclavitud;  porque  nosotros  no  somos  más 
que  unos  simples  esclavos  de  los  españoles,  pienso  cjue  del^emos  le- 
vantarnos contra  ese  europeo  tirano,  y  no  tener  por  señores  sinoá 
nuestros  amigos  y  paisanos:  llamarnos  libres  é  independientes  y 
13oder  decir  al  pueblo:  ¡ya  no  eres  esclavo!  ¡estas  tierras  son  tuyas! 
¡estas  minas  te  pertenecen!  ¡estos  sembrados  que  riegas  con  el  sudor 
de  tu  frente,  vuelven  á  tu  dominio!  ¡te  los  habían  usurpado:  tú  eres 
su  legítimo  dueño! 

Camacho. — Xo  me  halile  l'd.  así,  señor  Cura,  por(|ue  me  siento  enlo- 
quecer. 

Chavarría. — Yo  soy  de  opinión  Cjuc  todo  tiene  su  hora  vcreo  infalible- 
mente que  ésta  ha  llegado. 

Noguera. — Yo,  á  pesar  de  no  tener  ninguna  instrucción  y  no  ser  más 
que  un  simple  doméstico  de  nuestro  señor  Cura,  secundólos  buenos 
sentimientos  de  Uds.,  no  sólo  por  el  respeto  que  le  profeso,  como  mi 
amo,  sino  porque  me  entusiasma  su  patriotismo,  y  ojalá  que  todos 
los  que  tomamos  parte,  concluyamos  primero  con  nuestra  existencia 
antes  que  faltar  á  nuestros  deberes. 

AIatamoros. — Y  no  lo  desmentiremos:  hasta  hoy  estamos  humillados 
por  los  jefes  que  nos  vienen  de  España:  no  nos  hemos  batido,  pero 
va  á  llegar  el  momento  y  verán  esos  gachupines  si  somos  ó  no  ca- 
paces de  luchar  con  todos  ellos. 

La  hora  ha  sonado  en  el  reloj  del  porvenir  3-  no  haj^  más  que 
afrontar  los  peligros:  j-a  no  podemos  sufrir  por  más  tiempo  la  bár- 
bara opresión  que  nos  han  impuesto  los  conquistadores;  Uds.  aca- 
so pudieran  resignarse  ¿pero  ésta  es  la  herencia  que  preparan  á  sus 
hijos? 

Todos. — ¡Xo,  mil  veces  no;  juramos  por  la  patria  y  en  níjmbre  de  nues- 
tra bandera  derramar  la  sangre  de  nuestras  venas  en  defensa  de  la 
libertad  de  México! 

Matamoros. — ¡Bien,  así  lo  quiero!  Su  sangre  se  enciende  en  el  fuego  del 
patriotismo;  nada  los  acobarda:  impetuosos,  valientes  3- denodados, 


417 

desafían  al  ])t'li,L:i'o;  yo  los  aconi])añaré  y  mipccho  serviríi  de  mura- 
lla ])ara  guardarlos  délos  ])riiiieros  tiros Nada  vale  mi  sangre, 

natía  mi  existencia,  ])ero  toda  es  de  la  patria,  toda  délas  genera- 
ciones, cuyos  destinos  tijamos  en  esta  memoríible  noche  del  1^5  de 
Diciembre  de  1811. 

Camacho. — La  independencia  ó  la  muerte. 

CiiAV.VKKÍA. — Yo  secundo  la  opinión  de  nuestro  compañero  Cíiniacho. 

No(írKUA. — Yo  seguiré  á  mi  amo  _v  señor  Cura  hasta  el  último  mo- 
mento. 

M.\TAMoK<)S. — Supuesto(|UC  Vil  (piedamosconvcnidos,  vayan  enel  acto 
mismo  íi  ijroveensc  de  armas,  caballos  y  cuanto  crean  conveniente 
l)ara  ponernosen  marcha  y  buscar  al  General  Morelos  hasta  donde 
lo  p(Klamos  encontrar  y  ponernos  bajo  sus  órdenes;  la  reunión  nvies- 
tra  será  en  la  orilla  del  río,  dentro  de  media  hora  á  más  tardar;  la 
suerte  de  América  está  echadarjuguemos  el  todo  porel  todo:  j^olos 
conjuro  en  nombre  de  nuestros  antepasados  que  nuirieron  por  la 
lil)ertad  y  que  expiraron  en  las  llamas  del  tormento  antes  que  do- 
blegar su  cuello  al  yugo  de  la  conquista;  los  conjuro  en  nombre  del 
porvenir  y  de  la  emancii)ación  de  este  pueblo. 

Todos. — ¡Yiva  la  IndeiKiidencia  de  México! 


ACTO  SEGUNDO. 

(LcT  escvna  p;ian  en Jnntetclco,  en  ¡n  ensn  del  Siilnlcleííntlo,  Sr.  Ü.José  I'crdís.  Apa- 
rece en  Sí'  despneho  como  meditando,  y  entra  el  vicario  de  Tlayacae,  Sr.  U.  Matías  Za- 
vala.) 

Escena  i. 

I'HKDÍS   y    K1.    VICAKIO   QUK    EXTKA    COX    PRKCIPITACIÓ.X. 

X'iCAUío. — ¿Cómo  está  Ud.,  señor  Subdelegado?  Disimule  Ud.  que  me 
introduzca  sin  anuciarme,  pero  la  urgencia  del  caso  así  lo  permite. 

Perdís. — ¡Oh,  señor  Yicario;  beso  á  l'd.  la  mano!  Deseando  estaba  el 
verlo  para  saber  si  Ud.  tenía  noticia  de  nuestro  párroco  el  Sr.  Ma- 
tamoros, que  hace  tres  días  que  ha  desaparecido  y  no  sabemos  el 
rumbo  que  ha  tomado. 

Vicario. — Puntualmente  traigo  una  carta  para  Ud.,  pero  con  la  condi- 
ción precisa  de  que,  bajo  de  juramento,  me  diga  que  si  no  acejjta 
esta  invitación,  no  la  descubra,  porcpie  así  me  lo  ordena  el  mismo 
Cura  Alatamoros. 

PerdÍs. — Estoy  dispuesto  á  cumi)lir  c(ni  su  mandato. 


418 

\'iCAKio. — Pues  bien:  ponjia  Ud.  la  señal  de  la  cruz.  ¿Jura  l'ú.  á  Dios  v 
ala  vSanta  Cruz  nodeseubriresta invitación  encasodenoadniitirla? 

Perdís. — ¡Sí,  juro! 

Vicario. — Pues  aquí  está  la  carta:  infórmese  Ud.  de  ella.  (Se  la  entrega.) 

Perdís. — (Después  de  leerla,  dice:)  Es  muy  justa  la  invitación  y  me  lle- 
na de  entusiasmo. 

Vicario. — Supuesto  que  está  aceptada,  Ud.  que  está  bien  informado  de 
los  ánimos  de  los  jantetelcjuenses  y  de  los  que  considere  que  secun- 
darán el  sublime  pensamiento,  queda  Ud.  al  encargo  para  formar 
la  tropa  que  pueda  reunir:  entre  tanto,  3-0  haré  en  mi  vicaría  de 
Tlavacac  cuanto  esté  de  mi  parte  para  aumentar  la  fuei-za  que  po- 
damos presentarle  cuando  llegue.  Ahora  lo  que  se  necesita  es  la  ac- 
tividad y  vigilancia,  por  lo  que  pueda  sobrevenir.  Ale  retiro  muy 
satisfecho  y  hasta  la  vista,  señor  Sul)delegado. 

Perdís. — Hasta  la  vista,  señor  vicario.  (Toca  la  campanilla.) 

E.SCENA    II. 
I'liKDÍS   Y    el  mozo. 

AI020. — Mande  su  merced. 
Perdís. — Llámame  al  Secretario  al  momento. 
Mozo. — ¿No  manda  su  merced  otra  cosa? 
Perdís. — No.  (Vase  el  mozo.) 

Escena  iii. 
Perdís  y  el  Secretario. 

Perdís. — Es  necesario  no  descubrir  este  encargo  si  no  es  hasta  i|ue  estén 
presentes  todos  los  que  en  lista  voy  á  poner. 

Secre:tario. — ¿Ud.  me  ha  mandado  llamar?  Aquí  estoA-  á  sus  órdenes. 

Perdís. — Tome  Ud.  papel  y  escriba  los  nombres  que  le  vo3-  á  decir. 

Secretario. — (Sentándose  iy  tomando  la  pkmia.)  Estoy  dispuesto  á 
servir  á  Ud. 

Perdís. — Beatriz  Ariza,  Juan  Ramos,  Andrés  García,  Laiux'ano  Cama- 
cho,  Miguel  Acatitla,  Martín  Muñoz,  Mateo  Cerezo,  Pablo  Rojas, 
José  Mariano  Rojas,  Franci.sco  Sandoval  3- Joatjuín  Ariza.  Mánde- 
me Ud.  llamar  á  todos  estos  buenos  vecinos  3- (jue  se  me  ])resen- 

ten  en  el  acto. 

Secretario. — \'<>3-  al  momento....  (Mutis.) 

Escena  iv. 
Perdís  solo  y  después  ei.  Secretario. 

Perdís. —  Esta  i^esolución  sublime  de  heroísmo,  cuadro  grandioso  de 
donde  se  destaca  la  figura  gigantesca  de  un  pueblo  en  la  lucha  de  su 


419 

Inflc]icn(lencia,  será  una  lección  palpitante,  una  enseñanza  histórica 
á  los  pueblos  subyugados. 

La  palabra  Independencia  no  será  en  adelante  una  frase  sin  sen- 
tido, repetida  al  acaso,  como  la  inscripción  puesta  en  esa  bandera  que 
lleva  el  tirano  español  como  enseña  en  los  combates,  sino  que  se 
elevará  terrible  en  el  j)orvenir,  como  las  erupciones  del  Vesubio 

Secretario. — La  casualidad  ha  obrado  tan  bien,  que  ya  están  todos 
reunidos;  sólo  faltan  dos  ó  tres  que  no  deben  dilatar. 

Perdís. — Haced  que  pasen  adentro.  (Se  asoma  el  Secretario  ala  puerta 
del  foro  v  hace  ima  seña  v  entran  los  citados.) 


Escena  v. 
Perdís,  el  Secretario,  Cerezo,  Rojas,  Sandoval,  Beatriz  v 

JOAQUÍ.X. 

Todos. — Señcjr  Subdelegado,  á  las  órdenes  de  Ud. 

Perdís. — Bien  venidos,  señores.  Siéntense. 

Pues  señores:  los  he  mandado  llamar  para  tratar  de  un  asunto 
sumamente  serio  3'  reservado;  en  la  inteligencia  de  que,  penetrado 
de  los  Ijuenos  sentimientos  que  abrigan  todos  los  jantetelquenses, 
como  buenos  mexicanosy  amantes  de  su  patria,  no  tengo  embarazo 
para  manifestarles  una  proclama  que  nuestro  Cura  D.  Mariano  Ma- 
tamoros me  dirige,  3-  es  la  siguiente:  (La  lee.) 

«Jantetelquenses:  En  la  noche  del  día  quince  de  Septiembre  de 
mil  ochocientos  diez,  se  o\'ó  por  primera  vez  el  grito  de  Libertad  é 
Independencia  en  el  pueblo  de  Dolores,  dado  por  el  esclarecido  Cura 
D.  Miguel  Hidalgo  _v  Costilla,  3-  desde  ese  día  de  patriótico  recuer- 
do, mi  corazón  ofreció  secundar  los  grandes   sentimientos,  3-  ho3- 

quiero  cumplir  con  el  deljer  (|ue  me  impuse Precisoes  que  ahora 

todos  los  hijos  leales  de  México,  apo3-en,  cada  cual  en  su  esfera,  la 
grande  obra  de  la  regeneración  sociíil.  De  esta  manera  mi  tarea  no 
será  infructuosa,  3-  3-0  seguiré  con  ánimo  enteróla  senda  que  hasta 
aquí  se  ha  recorrido  trabajosamente.  Ojalá  me  ayude  vuestra  con- 
fianza y  vuestra  voluntad  ])ara  que  nos  sea  dable  jjoder  gozar 
el  anhelado  fruto  de  nuestra  lÜDertad.  Yo  permaneceré  firme  en  el 
puesto  á  que  me  llamó  mi  ]jatriotismo  y  conciencia  tranquila,  3-  á 
pesar  de  todas  las  dificultades,  no  vacilaré  en  el  cumplimiento  de 
mis  deberes,  porque  un  verdadero  hijo  de  México  no  abandonará 
el  campo  de  batalla  en  el  momento  del  peligro.  El  Generalísimo  Cura 
D.  José  María  Morelos,  me  ha  elegido  General  de  su  división,  pa- 
ra que  haga  valer  sus  derechos  contra  los  enemigos  de  la  verdadera 
Independencia.  Protejamos,  ])ues,  este  pensamiento,  queridos  Jan- 
tetelquenses, puesto  cjue  es  una  sacrosanta  verdad  v  la  voz  de  un 
pueblo  abatido. 

A.NALES.  T.  IV.— 52. 


420 

Jantetelquenses:  ¡Viv;i  la  Independencia  y  la  sant;i  memoria  de 
nuestros  mártires! 

«Izúcar,  Diciembre  15  de  1811. — Mariano  Matamoros. » 
Ya  qxiedan  entendidos  de  su  contenido,  y  ahora  espero  que,  con 
toda  la  franc[ueza  qvie  los  caracteriza  y  ese  valor  con  que  se  distin- 
guen, j-  reanimadosdelpatriotismodenuestro  padre  Cura, digan  su 
opinión,  y  si  todos  la  secvindan,  llegará  día  en  que  todas  las  cadenas 
se  roinpan,  jjorque  Dios  no  permite  cjue  los  ])ueblos  sufran  eternamen- 
te: nosotros  moriremos,  sí,  pero  sabemos  que  la  Libertad  pronto 
encontrará  asilo  en  las  generaciones  futuras;  yo  tengo  fé  en  el  por- 
venir, porque  los  crímenes  que  comete  ese  poder  tirano  son  la  sen- 
tencia quelo  condena  á  desaparecer  para  siemprede  entre  nosotros; 
veo  que  los  pueblos  tienden  á  sacudir  el  yugo  que  los  oprime  y  so- 
foca, y  con  la  constancia  se  verán  libres,  aunque  todos  estamos  pre- 
destinados al  martirio  3'  lo  sufriremos  con  resignación Esas 

cadenas  se  quebrantarán  en  las  piedras  nuestras  3' las  del  pueblo:  se 
romperán  en  la  frente  de  sus  opresores:  esos  monstruos  que  nos  han 
impuesto  un  A'Ugo  tan  oprobioso,  tarde  ó  temprano  expiarán  sus 
crímenes,  porque  ellos  morirán  entre  el  fuego  del  remordimiento  de 
la  ambición,  3'  nosotros trancjuilos con  la  vista  á  los  que  sufren  vía 
esperanza  en  Dios. 

Cerezo. — Llegó  3'a  el  tiempo,  .señor  Subdelegado, 3'  yo  estoy  indignado 
al  presenciar  los  atentados  de  ese  hombre  que  se  hace  llainar  Virre3-, 
y  no  es  más  que  un  fenómeno  con  forma  humana. 

Perdís. — ¡Oh,  amigo  mío  D.  Mateo  Cerezo!  me  siento  sumamente  agra- 
decido por  las  grandes  muestras  de  valor  y  patriotismo  con  que  se 
distingue.  (Lo  abraza.) 

P.VBLO  Rojas. — Señor  Subdelegado,  esto3'  dispuesto  á  seguir  á  nuestro 
señor  Cura  Matamoros  hasta  donde  termine  mi  existencia  ó  vea- 
mos á  los  pueblos  libres  del  3^ugo  extranjero. 

I'krdís. — Será  reconocimiento,  Sr.  D.  I'al)lo  Rojas, deque  le  viviré  agra- 
decido. 

Mariano  Rojas. — Yo  secundo  el  pensamiento  y  esto3'  dispuesto  á  em- 
])uñar  las  armas  en  defensa  de  mi  ])atria. 

í'erdís. — Sr.  D.  Mariano  Rojas:  la  Providencia  Divina  permita  que  hi 
generación  de  Rojas  nunca  desmienta  de  su  grande  patriotismo. 

Sandoval. — En  este  mismo  momento  estoy  dispuesto3-  secundo  la  opi- 
nión, señor  Subdelegado. 

Perdís. — Con  tan  valientes  compañeros  triunfará  la  Independencia, 
Sr.  Sandoval. 

Los  DOS  Arizas. — Nosotros,  llenos  de  entusiasmo,  sólo  esperamos  la 
hora  de  marchar. 

Perdís. — Pues  ésta  dilatará  ínter  llegue  nuestro  Cura,  Sres.  D.  Beatriz 
y  D.  Joaquín  Ariza. 

Parece  que  todos  estamos  convenidos,  3'  como  es  preciso  que  en 


421 

este  momento  salga  elcorreocon  nuestra  resolución,  pueden  decir  á 
una  voz  si  abrazan  el  partido  que  les  he  comunicado. 

Todos. — El  señor  Cura  tiene  sobrada  razón  y  nosotros  estamos  dis- 
puestos á  dar  el  grito  de  alarma. 

Pekdís. — Mi  entusiasmo  crece  á  medida  Cjue  veo  su  animación,  porque 
considero  que  las  generaciones  venideras  y  nuestros  descendientes 
se  llenarán  de  orgullo  al  recordar  que  Jantetelco  fué  un  pueblo  que 
regó  con  su  sangre  el  árbol  plantado  por  la  obra  sublime  de  Hidal- 
go, y  para  lo  cual  firmamos  el  acta  que,  original,  remitiremos  al 
Sr.  Cura  D.  Mariano  Matamoros,  hasta  el  punto  donde  se  halle. 
Señor  Secretario,  lea  Ud.  el  acta,  según  de  lo  que  se  ha  tratado. 

Secretario. — (Leyendo.)  «En  el  pueblo  de  Jantetelco,  á  los  diez  y  seis 
días  del  mes  de  Diciendjredel  año  de  mil  ochocientos  once,  reunidos 
los  que  subscribimos  en  la  casa  del  señor  Subdelegado,  por  invitación 
de  éste,  después  de  leída  la  proclama  c|ue  nos  remitió  el  señor  Cura 
párroco  de  este  pueblo,  D.  Mariano  Matamoros,  fecha  quince  del 
presente  mes,  y  vistoal  mismo  tiempo  por  la  referida  proclama,  tan 
loable  sentimiento  de  patriotismo  y  abnegación,  secundamos  desde 
luego  sus  mismos  pensamientos  y  sólo  aguardamos  la  señal  para 
ponernos  en  movimiento;  así  como  también  nos  proveeremos  délas 
armas  que  nos  fuere  dable  conseguir.  Y  en  prueba  de  lo  acordado, 
de  nuestra  libre  y  espontánea  voluntíid,  levantamos  esta  acta,  que 
firmamos:  José  Perdis. — Mateo  Cerezo. —  Pablo  Rojas. — José  Ma- 
riano Rojas.  —  Beatriz  Ariza.  —  Francisco  Sandoval.  — Joaquín 
A  riza. 

Todos. — \Luy  bien  nos  parece  y  firmamos. 

Perdís. — No  olviden  que  llegará  día  en  que,  llenos  de  entusiasmo  y  re- 
gocijo, gritemos  en  presencia  de  nuestros  opresores:  ¡Viva  la  Liber- 
tad! ¡Viva  la  Independencia! 

Todos. — ¡Viva!  (Se  abrazan  \'  se  despiden,  (juedando  solo  Perdís,  el  cjue 
después  de  pasearse,  se  sienta.) 

ESCE.N.V    VI. 

Perdís. — La  suerte  está  echada  3110  me  acobarda  el  peligro,  no;  moriré 
con  honra,  como  un  buen  hijo  de  México,  luchando  sin  cesar,  y  de- 
rramaré hasta  la  última  gota  de  mi  sangre;  después  de  haber  dado 
el  ejemplo  ámis  camaradas,  no  importa  sucumbir,  porque  por  cada 
uno  de  los  insurrectos  se  levantarán  mil,  y  entonces,  trono  de  Cas- 
tilla, ¡tiembla!  porque  experimentarás  el  fuerte  y  rudo  choque  del 
azteca  y  perderás  este  vasto  continente  que  te  has  usurpado,  sin 
tener  jamás  la  esperanza  de  volver  á  emprender  nueva  conquis- 
ta, porque  desde  nuestras  tu:nbas  gritaremos  con  enérgica  voz  á 
nuestros  hermanos,  diciéndoles:  ¡Compatriotas,  defended  con  denue- 
do la  herencia  que  os  legaron  los  qvie  sucumbieron  en  la  lucha!  v 


422 

ellos   pelearán  con  entusiasmo,  sin  temer  á  la  muerte (Queda 

pensativo.) 

Escena  vii. 
Perdís  y  Ramos,  que  entra  apresurado. 

Ramos. — El  vi^ía  de  la  torre  da  aviso  de  que  por  el  camino  de  Amayuca 

se  aproxima  una  fuerza  á  esta  población.  (Vase.) 
Perdís. — Pues  esperemos  con  calma. 

Escena  viii. 

Perdís,  Basilio  Sanjaco,  Coronel  español,  y  un  Ayudante 
CÁSTULO  Bodieris. 

Coronel. — Dios  guarde  al  señor  Subdelegado. 

Perdís. — A  las  órdenes  de  Ud.,  señor  Coronel. 

Coronel. — Señor  Subdelegado:  Su  Excelencia  el  Virrey  ((lue  Dios  guar- 
de) me  ha  dado  orden  expresa  de  que  pasea  este  pueblo  rebelde  3-  diez- 
me á  sus  habitantes  por  haber  conspirado  contra  el  gobierno  de 
Su  Majestad  católica. 

Perdís. — Señor  Coronel:  los  vecinos  de  este  i)uebloson  inocentes,  sumi- 
sos y  obedientes:  acatan  3-  respetan  á  su  soberano;  pues  culpa  de 
ellos  no  ha  sido  cjue  su  jiárroco  el  Sr.  Matamoros,  con  dos  vecinos 
y  dos  de  su  servidumbi-e  se  hayan  lanzado  ala  revolución.  (Aparte.) 
Mala  bomba  lo  estrelle. 

Coronel. — Noobstante  á  k)  qvie  decísdela obediencia ciegaycariñocjuc 
profesan  vuestros  habitantes  á  Su  Majestad  católica,  es  preciso  ha- 
cer un  ejemplar  para  escarmiento  de  esos  malvados  conspiradores. 

Perdís. — No  siendo  culpables,  no  pueden  recibir,  no,  un  castigo  que  no 
merecen,  pues  se  encuentran  en  el  seno  de  sus  familias,  viviendo  pa- 
cíficamente, ocupándose  en  siis  quehaceres  domésticos  para  adquirir 
la  subsistencia. 

Coronel. — La  ordende  Su  Excelencia  está  terminante  y  debo  cumplirla 
al  pie  de  la  letra,  y  por  lo  mismo  os  prevengo,  de  orden  de  Su  Majes- 
tad católica,  que  sin  pérdida  de  momento  reunáis  á  vuestro  vecin- 
dario en  la  plaza  de  este  pueblo,  porque  es  mu\-  justo  que  los  habi- 
tantes de  Jantetelco  reciban  el  condigno  castigo,  siendo  igualmente 
preciso  que  los  infames  conspiradores  tengan  una  lección  que  no  se 
les  olvide  nunca. 

Perdís. — Pero,  señor 

Coronel. — Sin  pérdida  de  tiempo. 

Perdís. — Voy  á  dar  las  órdenes  para  cumplir  con  la  prevención  que  á 
nombre  de  Su  Majestad  me  hacéis. 


423 

Coronel. — Sin  tardanza  espero  el  cumplimiento  de  vuestro  celo  y  ac- 
tividad. 

Perdís. — Hasta  después.  (Saludando  vase  y  al  dar  el  medio  mutis  dice 
aparte.)  El  Demonio  cargue  contigo  3'  tu  raza. 

Escena  ix. 
El  Coronel  v  el  Ayudante. 

Coronel. — Señor  Ayudante,  la  hora  ha  sonado  del  castigo:  no  podéis 
imaginaros  el  regocijo  que  mi  pecho  siente  en  verter  sangre  de  los 
criollos,  pues  deseo  con  vehemencia  extinguir  de  un  solo  soplo  á  la 
raza  fizteca,  porque  de  ellos  sólo  apetezco  sus  riquezas. 

Ayud.\nte. — Señor  Coronel,  mi  íinhelo  es  el  mismo,  j-de  esa  manera  ca- 
da español  conquistará  más  gloria,  ciñénd ose  ellaurel  déla  victoria. 

Coronel. — No  dvidéis  que  la  victoria  está  de  nuestra  parte,  porque  esos 
insurrectos  no  cuentan  con  los  recursos  necesarios,  y  además 
están  desprovistos  de  armas  y  municiones,  á  pesar  de  queesos  con- 
denados arrojan  las  piedras  en  esas  malditas  hondas  con  una  cer- 
teza que  al  ginete  más  valiente  y  gallardo  que  le  toca  un  golpe  de 
esos  furiosos,  lo  hace  vacilar  por  fuerza  perdiendo  los  estribos. 

.\vrD.\NTE. — Xo  obstante  la  muchedumbre  de  ellos,  que  es  asombrosa, 
y  la  vergüenza  que  hemos  sufrido  á  consecuencia  de  la  derrota  que 
tuvimos  en  el  monte  de  «Las  Cruces,»  (y  otras  que  no  es  del  caso 
referir)  donde  ese  sacerdote  sacrilego,  Miguel  Hidalgo  y  Costilla,  nos 
batió  con  heroico  denuedo,  tengo  fe,  por  esa  luz  que  nos  alumbra  y 
]3or  el  Dios  de  las  batallas,  cjue  hemos  de  salir  felizmente  con  nues- 
tra empresa  3'  que  algún  día  llegaré  á  recibir  por  mis  interesantes 
servici(js  las  condecoraciones  que  merezco  por  haber  luchado  con  va- 
lor contra  esa  canalla  de  Lucifer. 

Coronel. — Si  no  triunfamos,  me  quito  el  nombre  de  Basilio  Sanjaco. 

Avi"D.\.\TE. — Y  3'o  dejaría  de  llamarme  Cástulo  Bodieris. 

Escena  x. 

Dichos  v  Perdís,  qi'e  entra  violentamente. 

Perdís. — Los  tojiiles  ciue  están  á  mis  órdenes  han  salido  en  todas  di- 
recciones convocando  al  pueblo  ])ara  que  se  reúna  en  junta. 

Escena  xi. 
Dichos  v  Ramos. 
K.VMOS. — Señor  Subdelegado,  señor,  señor;  un  correo  que  en  este  momea- 


424 

to  acaba  de  llegar  de  la  Hacienda  de  Santa   Clara,  viene  casi  sin 
aliento  y  auguro  (como  su  merced  dice)  que  trae  malas  noticias. 

Perdis. — Que  pase. 

Ramos. — (A  la  puerta.)  Adelante,  amigo. 

escen.\  xii. 
Dichos  y  el  correo. 

Correo. — Este  pliego  cerrado  explicará  á  su  merced  el  motivo  demi  ve- 
nida y  de  la  novedad  que  ocurre:  sólo  podré  decir  que  he  visto  que 
ha  llegado  á  la  Hacienda  de  Santa  Clara  el  Sr.  Cura  Morelos,  con 
muchísima  gente. 

Perdís. — Trae  acá  el  pliego....  (Lo  recibe  y  lee  con  rapidez,  jiasándolo  en 
seguida  al  Coronel;  éste  lo  toma,  después  de  leerlo  con  señales  de 
inquietud,  dice  al  Aj-udante  y  sigue  hablando  en  voz  baja.) 

Coronel. — ¡Caracoles!  estos  criollos  malditos  creo  que  se  levantan  de 
sus  tumbas  para  ser  nuestra  pesadilla,  ¡cinco  mil!  ¡cinco  mil!  ¡cin- 
co mil  hombres!  es  un  número  considerable,  y  habérselas  con  est;i 
turba  de  demonios! ¡Cáspita!  el  casoesarduo:  esto  pasa  de  cas- 
taño obscuro. 

Perdís. — (Aparte  al  correo.)  ¿Qué  dicen  nuestros  amigos?  ¿vienen  bien 
equipados? 

Correo. — Señor,  estancóme  Dios  los  haprovisto;  pero  á  falta  de  armas, 
tienen  nuestros  generosos  amigos  un  valor  inaudito,  como  que  i)e- 
leanpor  la  justa  causa  }■  la  fortuna  los  favorece  proporcionándoles, 
y  con  bastante  abundancia,  las  metrallas  que  la  misma  natura- 
leza produce;  además  de  esto,  traen  regulares  lanzas,  machetes,  fle- 
chas y  una  que  otra  carabina. 

Perdís. — Ese  gachupín  sanguinario  que  ves  allí  y  que  tiene  cara  de  perro 
dogo,  3'a  me  acaba  la  paciencia,  pero  Dios  es  clemente  y  justo  y  es- 
pero de  su  bondad  que  nos  protegerá. 

Correo — (Aparte.)  Ciertamente  que  se  parece  al  Demonio. 

Escena  xiii. 

Perdis. — (Interrumpiendo  la  plática  del  Coronel  3- del  Ayudante.)  En 
servicio  de  Su  Alajestad  católica  me  retiro  con  vuestro  permiso,  con 
el  objeto  de  poner  la  vigilancia  y  exploradores  correspondientes, 
para  que  observen  el  nKivimiento  del  enemigo. 

Coronel. — Ya,  y  no  tardéis.  (Vase,  acompañad  o  del  corretJ  y  de  Ramos.) 

Escena  xiv. 

El  Coronel  y  el  Ayidante. 

Coronel. — La  crítica  situación  en  cpie  nos  encontramos,  es  bastante  se- 


425 

ria  y  debemos  al  nioinento  evacuar  esta  plaza,  por(|ue  es  un  núme- 
ro considerable  el  de  los  insurrectos,  v  por  lo  mismo  os  ordeno,  se- 
ñor A3'udante,  que  inmediatamente  dispongáis  la  partida,  aunque 
siento  en  el  alma  nojjoder  cumjilir  con  las  órdenesdeSu  Excelencia. 

Ayudante. — Al  instante,  con  el  permiso  de  Usía  me  retiro  para  dispo- 
ner la  marcha.  (Medio  mutis.) 

Coronel.— Dispensad:  es  preciso  la  precaución:  lo  determinaréis  todo 
sin  que  se  dé  el  toque  de  botasilla. 

ESCEN.\    XY. 

El  Coronel  y  Perdís. 

Perdís. — Toda  clase  de  precaución  he  dispuesto. 

Coronel. — Todo  lo  que  os  comuniquen  vuestros  exploradores,  me  da- 
réis aviso  violento  al  pueblo  de  Tlayacac,  donde  pernoctaré,  porque 
me  retiro  en  este  instante  mismo  y  niu}-  pronto  regresaré  á  cumplir 
fielmente  con  las  órdenes  que  se  me  han  comunicado,  porque  es  fuer- 
za que  se  aplique  el  castigo  á  los  culpables  y  la  vindicta  pública 
quede  satisfecha,  y  por  ahora,  quedad  con  Dios. 

Perdís. — Él  os  guíe. 

Escena  xvl 

Perdis  solo,  después  de  una  pequeña  pausa  se  pasea  y  dice: 

Perdís. —  Qué  hombre  sin  religión  y  sin  conciencia,  pero  lo  juro  por 
Dios  omnipotente,  Cjue  antesdeque  efectúe  su  intento,  le  traspasaré 
sin  clemencia  los  hígados  de  una  estocada.  (Se  pasea.)  Cree  que  el 
azteca  es  un  hombre  que  carece  de  valor  suficiente  para  sacudir 
el  ominoso  yugo,  rompiendo  para  siempre  esa  gruesa  cadena  que 
tiene  unidos  á  los  dos  mundos,  América  y  Europa,  y  se  ha  equivo- 
cado, porque  el  pueblo  es  soberano  y  el  árbol  de  la  Libertad,  plan- 
tado por  el  Sr.  Cura  Hidalgo,  será  regado  con  nuestra  sangre,  y  el 
estandarte  nacional  tremolará  en  el  antiguo  alcázar  de  Aloctezuma. 
(Se  asoma  á  la  ventana.) 

Ya  desfila  ese  malvado  con  esa  canalla  de  satanás  y  Dios  nos 
libre  de  ese  sangriento  mostruo. 

Escena   xvii. 
Perdis    y    K  a  m  o  s  . 

K.\MOS. — Mi  corazón  de  regocijo  en  mi  pecho  no  cabe,  pues  que  libres 
nos  vemos  de  ese  oropeo. 


426 

Perdís. — ¡Animal!  se  dice:  e-u-ro-peo,  europeo. 

Ramos. — Eropeo,  oropeo;  así  sí  sale  bien,  por  eso  quiero  á  su  merced, 
porque  me  da  lecciones  para  enseñarme,  y  prometo  á  su  merced  que 
ya  no  se  me  olvida  la  lección.  E-u-ro-peo,  oropeo,  oropeo. 

Perdis. — Dale  con  la  misma  cosa:  europeo,  europeo. 

Ramos. — Dispense  su  merced,  que  muy  pronto  me  sabré  explicar,  por- 
que triunfando  nuestro  párroco  el  Sr.  Matamoros,  que  Dios  conser- 
ve y  libre  de  mal,  habrá  escuelas  para  nosotros  los  criollos  y  pro- 
curaré adelantar. 

Perdís. — La  suerte  nos  favorece  y  alcanzaremos  el  sagrado  fin  que  nos 
hemos  propuesto:  sabiendo  conservar  ileso  este  vasto  Continente, 
por  doquiera  que  volvamos  la  vista  respiraremos  el  ambiente  puro 
déla  Libertad. 

Ramos. — ¡Viva  la  Libertad!  ¡Viva  la  Independencia!  (Tirando  el  som- 
brero á  lo  alto  repite  tres  veces  la  misma  frase. 

Perdís. — Es  necesario  ser  prudente,  porque  las  paredes  tienen  oídos  y 
las  hierbas  ojos,  3-  así  es  preciso  obrarcon  precaución,  porque  es  fá- 
cil que  nuestras  buenas  intenciones 

Ramos. — Punto  en  boca  y  paciencia. 

Perdis. — Anda  al  momento,  mi  fiel  amigo,  á  la  Hacienda  de  Santa  Cla- 
ra, donde  encontrarás  alSr.  Cura  Matamoros  y  le  darás  un  atento 
recado,  manifestándole  lo  que  ha  pasado  y  que  deseo  con  ansia  su 
arribo  á  esta  población,  que  todo  está  dispuesto. 

Ramos. — Está  muy  bien.  (Medio  mutis.) 

Perdís. — De  paso  di  á  Vicente  Sedeño  que  ensille  los  caballos  y  que  tengíi 
listas  las  armas:  que  saque  las  que  tenemos  ocultas,  para  distri- 
buirlas á  los  muchachos  que  nos  han  de  acompañar. 

Ramos. — Al  instante  vo\-.  (Vase.) 

Perdís. — ¡Jantetelquenses!  mientras  Perdísexista  no  sufriréis  el  diezmo, 
y  morirá,  os  lo  juro,  por  la  patria  y  para  daros  libertad. 


ACTO  TERCERO. 

Personajes. 

Matamoros.  Ignacio  Díaz. 

Vicario  Zavala.  Mariana  (su  esposa). 

Perdís.  Cristóbal  Dí.\.z. 

Camacho.  José  María  Díaz. 

Chaa'arría.  Gregoria  Cordero  (negra 
Noguera.  esclava  de  Matamoros). 

La  escena  pasa  en  las  casas  aírales  tic  Jantctelco.  en  la  noche  del  16  de  Diciembre  de 
1811. 


427 


Escena  i. 

Matamoros,  í'kkdís  ^■  Ciiavakkía  á  i,a  derecha,  v  Camacho 

á  la  izoiierda. 

Matamoros. — No  pueden  ñj^urarse  Uds.  el  regocijo  (jue  me  causó  al  ver 
en  el  acta  que  me  remitieron,  la  animación  y  entusiasmo  con  (|uc 
han  secundado  mi  proclama  mis  amados  feligreses  de  este  ¡¡ucblo, 
pues  han  sabido  recordar  que  son  los  descendientes  ilcl  intrcjiido 
Cuauhtemoctzin. 

Perdis. — Yo  no  sé  haljlar  para  ])odcr  decir  \-  explicar  lo  (|ue  pasa  ])or 
mi  corazón;  pero  las  palabras  de  Ud.  son  la  expresión  de  lo  que  pa- 
sa en  mi  pecho  y  en  mi  cerebro;  ya  sabeUd.  que  he  aceptado  cuanto 
pudiera  salji'evenirme;  ya  os  puedo  dar  cuenta  de  mis  trabajos. 

He  reclutadotreinta  voluntarios,  nativos  de  este  pueblo,  y  como 
quince  de  los  pueblos  circunvecinos;  el  Sr.  Vicario  Zavala  creo  que 
habrá  hecho  otro  tanto  en  su  vicaría,  según  (piedamos  en  nuestra 
última  entrevista;  he  fabricado  mil  cartuchos  y  estoy  mediana- 
mente satisfecho;  tengo  unas  treinta  carabinas  que  he  tratado  de 
l>oner  en  el  mejor  estado  que  me  ha  sido  posible;  tengo  (|uince  lan- 
zas con  sus  astas  respectivas;  algunas  espadas  y  hondas  para  lo 
que  se  nos  pueda  ofrecer,  de  lo  que  podrá  Ud.  disponer  á  su  satis- 
facción, empezando  por  mi  vida. 

Matamoros. — Quedo  plenamente  satisfecho,  y  este  abrazo  es  la  señal 
de  mi  sincero  reconocimiento  por  su  actividad  3^  lealtad,  y  en  pre- 
mio de  los  interesantes  servicios  que  ha  prestado  á  la  justa  cíiusa, 
desde  este  día  cjueda  Ud.  condecorado  con  esta  Ijanda  de  Coronel. 
(Se  la  pone.) 

Perdís. — Yo  acepto  el  empleo  cpte  confía  Ud.  á  mi  persona;  aunque 
no  tengo  los  méritos  suñcientes  para  merecerlo,  lo  acepto  en  testi- 
monio de  la  amistad  que  profeso  á  Ud.  y  como  un  recuerdo  de  f(uc 
he  recibido  esta  condecoración  de  la  patria,  de  manos  de  una  persona 
de  mi  niaj^or  estimación  y  respeto:  la  acepto  coino  lazo  de  unión 
entre  nosotros,  y  en  virtud  de  este  mando  con  que  me  reviste  Ikl., 
designo,  en  nombre  del  pue))lo  cjue  compone  nuestra  compañía,  al 
alférez  D.  Joaquín  Camacho  para  que  empuñe  el  estandarte,  sím- 
bolo de  la  nacionalidad  mexicana,  en  la  brigada  del  Sr.  General 
Matamoros. 

Capitán  Chavarría,  entregue Vd.  á  nuestro  compañero  Camacho 
la  enseña  venerada  de  nuestra  sacrosanta  Independencia. 

Chavarría. — -Compañero  Camacho:  esta  bandera  que  entrego  á  Ud.en 
nombre  de  la  Nación  Mexicana,  la  clavaréis  triunfante  en  los  reduc- 
tos del  poder  tirano,  y  será  como  una  herencia  para  los  hijos  de  este 
]iueblo  histórico,  que  conservará  como  una  tradición  religiosa,  la 
memoria  de  esta  noche  de  esperanzas  y  recuerdos. 

Anales.  T.  1\".— 5:í. 


428 

Ca.m.vcho. — Yo  recibo  con  yusto  Ui  enseña  (jue  nos  servirá  de  _<;uííi  en 
los  combates,  y  me  conornitiilo  porcjue  considero  que  por  donde 
quiera  que  pasemos  el  suelo  estará  alfombrado  de  rosas  y  adoniíi- 
do  con  arcos  triunfales:  así  lo  merece  la  abnegación  de  nuestro  Ge- 
neral Matamoros. 

Matamoros. — Coronel  Perdis,  puede  usted  pasar  revista  de  toda  la  fuer- 
za, armas  y  municiones  con  C|ue  se  cuenta,  pjira  orgíinizarnos  á  la 
posible  brevedad. 

I'ekdís. — Me  retiro  á  dar  cumplimiento  con  la  orden. 

Escena  n. 

Dichos,  menos  Perdís. 

Matamoros. — Yo  no  sé  nada  en  materia  de  guerra,  pero  mi  patria  me 
manda  sacrificarme  jjor  ella  y  cumpliré  como  mexicano. 

Escena  ni. 
Dichos  v  Xooiera. 

XoGiER-x.. — El  Sr.  Yicario  D.  Matías  Zavala  acaba  de  llegaren  este  mo- 
mento, y  con  urgencia  desea  hablar  con  Ud. 
Matamoros. — Dile  que  espero  con  ansia  su  llegada.    (Yase  Noguera). 

Escena  iv. 
Dichos  v  el  Yicakio,  .menos  Noguera. 

Yic.vRio. — Señor  compañero  Matamoros,  al  saljer  la  llegada  de  Ud., 
emprendí  violentamente  mi  marcha  paratenerel  honor  de  felicitar- 
lo y  para  ponerme  bajo  sus  órdenes,  porque  quiero  ser  algo  que 
abarque  todo  su  ejército:  seré  el  Cai)ellán  de  todos  sus  soldados. 

M.VTAMOROS. — ¿.Y  qué  engañarnos,  señor  Yicario?  Hace  tres  años  que  es- 
taraos en  perfecta  armonía;  he  reconocido á  Ud.  desde  los  primeros 
días  que  me  recibí  de  este  Curato  de  Jantetelco:  conozco  su  capaci- 
dad y  alcanzo  hasta  dónde  llega  el  claro  talento  que  lo  distingue. 

Yicario. — Mucho  me  favorece  la  opinión  de  Ud.,  Sr.  Matamoros. 

Matamoros. — Ud.  no  ha  nacido  para  servir  de  Capellán  de  mi  ejército, 
sino  que  su  genio  lo  llama  á  una  posición  más  elevada,  cual  es  la 
re]3resentación  de  mi  persona,  en  caso  preciso. 

\'iCAKio. — Señor  Cura,  yo  quiero  ser  su  soldado  \-  seguir  militando  bajo 
su  bíindera;  mi  espíritu  se  agita  inspirado  por  sus  palabras:  meco- 
munica  l'd.  la  fe  de  sus  pensamientos  y  me  lleva  más  adelante  aún 
que  mi  misma  imaginación. 


429 

Matamokos. — X'icario,  Vú.  no  del )c  confundirse  en  el  mar  incjuieto  de 
ese  ejército;  eso  sería  oljscurecerlo:  sefiíiircnios  juntos  en   el  camino 

que  el  ji'enio  abre   delante  de  miestro  destino Sea    l'd.  soldado, 

pero  soldíulo  de  la  ])atria:  combatiremos  juntos  v  nonos  scjjara  re- 
mos sino  hasta  (|ue  esa  mano  invisible  de  la  Fatalidad  nos  marijue 
«el  hasta  aqvií.» 

Vicario. — Sea  de  una  vez,  señor  Cura:  tengo  positivosdeseosde  ijue  me 
diya  Ud.  lo  que  lo  im[)ulsó  tan  repentinamente  á  empuñar  las  ar- 
mas para  tan  delicada  em¡)resa;  porque  de  lo  ([ue  estamos  hablan- 
do depende  el  porvenir  de  una  nación  entera. 

Matamoros. — Dormía  tranquilo  en  el  silencio  de  mi  Curato,  en  esa  cal- 
ma terrible  que  hace  tres  siglos  pesa  como  la  losa  de  la  tumba  so- 
bre nuestra  existencia,  cuando  me  recordó  la  memoria  el  grito 
solemne  dado  en  el  pueblo  de  Dolores,  en  la  noche  del  día  15  de  Sep- 
tiembre de  1810,  por  el  benemérito  Cura  D.  Miguel  Hidalgo  y  Costi- 
lla, y  al  punto  creí  sentir  bajo  mis  pies  moverse  las  cenizas  de 
nuestros  mayores  como  lavas  de  un  volcán,  cuya  erupción  comen- 
zaba en  aquellos  momentos;  creí  ver  alzarse  los  templos,  subir  las 
deidades  á  las  aras  de  donde  fueron  arrancadas  por  las  manos  bru- 
tales de  los  concjuistadores;  me  parecía  tjue  la  hora  de  la  venganza 
había  sonado;  ((ue  la  vindicación  de  la  raza  azteca  era  señalada 
por  el  Destino,  y  (]ue  kis  cadenas  que  nos  ataban  con  el  mundo  an- 
tiguo, crujían  azotadas  jjor  el  Océano  \-  estaban  prontas  á  rom- 
perse  Que  la  América  quemaba  á  su  vez  las  naves  como  Hernán 

Cortés.  Mi  corazón  se  sintió  conmovido  en  una  palpitación  de  fie- 
bre y  entusiasmo,  y  entregado  á  la  contemplación  de  mis  j)ensa- 
mientos,  delante  de  mi  conciencia  que  se  erige  en  tribunal  imjjlaca- 

ble  de  mis  acciones oí  la  voz  de  mi   destino;  sentí  algo  que  me 

impulsaba  desde  lo  más  íntimo  de  mi  alma:  entonces  abandoné 
aquellas  vestiduras  del  culto  cristiano,  evoqué  mis  memorias  juve- 
niles, cuando  en  las  expansiones  de  mis  esperanzas  me  soñaba  sol- 
dado guerrillero,  porque  yo  he  soñado  en  las  horas  ardientes  de  mi 
edad,  cuando  veía  los  hechos  de  nuestros  primeros  padres,  esas  tra- 
diciones guerreras  elevadas  á  la  fábula  y  trasmitidas  á  nosotros 
en  los  campos  inmortales  de  la  guerra,  que  mi  pecho  .se  ceñía  una 
coraza;  que  mis  sienes  sostenían  un  casco  y  mi  diestra  el  acero  de 
los  independientes,  y  oía  el  grito  délos  combatientes,  el  redoble 
de  los  tambores  y  el  clamoreo  de  la  victoria ¡todas  ac[uellas  ilusio- 
nes se  apagaron  en  las  sombras  de  la  iglesia  y  desaparecieron  ante 
lo  místico  déla  tribuna  religiosa,  para  reproducirse  candentes  en  la 
hora  de  la  revolución.  Sí,  aquí  estoy:  el  hombre  de  la  juventud  re- 
nace: el  vigor  de  mis  años  me  devuelve  el  ardor  de  los  jirimeros 
días:  quiero  pelear,  combatir:  llevar  ejércitos  al  camjjo  del  honor 
y  atravesar  el  suelo  de  América  en  la  conquista  de  sus  libertades,  y 
morir  como  los  héroes. 


430 

Vicario. — Ud.  ha  despertado  á  una  raza  entregada  al  sueño  de  la  escla- 
vitud; en  su  persona  se  encuentra  el  ííeniodela  idea;  yo  nic  siento  sa- 
tisfecho porque  tenemos  en  nuestro  estandarte  el  pensamiento  de 
la  Independencia. 

Matamoros. — Pues  bien,  Sr.  Zavala:  supuesto  que  3'a  (juedamos  con- 
venidos, puede  Ud.  disponer  lo  f|ue  crea  conveniente,  para  cjuc  cuan- 
to antes  esté  retmida  su  fuerza  y  sigamos  el  movimiento. 

Vicario. — Con  el  permiso  de  Ud.,  y  ardiente  de  entusiasmo,  me  vo\'  en 
este  momento,  y  sólo  aguardo  sus  órdenes  para  jionernos  en  mar- 
clia.    (\'ase.) 

Escena  v. 
Matamoros  y  Perdís,  que  extra  .al  salir  el  Vicario  Zavala. 

Perdís. — Mi  general:  tengo  el  honor  de  presentar  A  Ud.  la  lista  de  revis- 
ta 3' el  estado  de  armas  y  municiones  con  que  cuenta  nuestra  fuerza. 

Matamoros. — Principio  quieren  las  cosas:  son  sumaiuente  escasos  los 
elementos  con  que  contamos,  pero  contamos  también  con  nuestra 
abnegación,  y  esto  nos  basta;  Coronel,  puede  Ud.  ordenar  que  en  el 
acto  se  preparen  para  marchar. 

Escena  vi. 

Matamoros,  Noguera,  Ignacio  Díaz,  su  esposa  Mariana  v  sus  dos 
hijos,  Cristóral  y  José  María. 

Noguera. — D.  Ignacio  Díaz  y  su  esposa,  suplican  á  Ud.  se  digne  reciljir- 
los. 

Matamoros. — Diles  que  ]jasen. 

Noguera. — (A  la  puerta.)  Mi  general  concede  permiso  para  (¡ue  pasen 
adentro. 

DÍAZ  Y  Mariana. — ¿Cómo  está  Ud.,  señor  Cura?   (Le  besan  la  mano.) 

Matamoros. — Hijos  míos,  tengo  grande  regocijo  de  veros  en  mi  ]iresen- 
cia:  digan  en  qué  puedo  servirlos. 

DÍAZ. — Señor  Cura:  ha  sido  grande  el  regocijo  que  me  causa  ver  á  Ud.  em- 
puñando la  espada  de  la  reparación;  pero  más  grande  sería  toda- 
vía el  que  yo  me  encontrara  con  vigor  para  partir  con  Ud.  los  peli- 
gros que  son  consiguientes  en  la  guerra;  pero  3-a  mis  fuerzas  no  me 
lo  permiten:  esto\'  en  el  último  período  de  mi  vida;  pero,  en  cambio, 
vengo  á  suplicarle  se  digne  recibir  en  el  número  de  sus  soldados  á 
estos  dos  hijos  que  el  Supremo  Hacedor  del  hombre  me  ha  dado,  los 
cjue  ofrezco  como  un  holocaiisto  en  las  aras  de  la  patria. 

AÍARiANA. — Sí,  señor  Cura:  mi  esposo  y  yo  hemos  tenido  un  mismo  ])cn- 
samiento,  teniendo  cuidado  de  infundir  á  nuestros  amados    hijos 


431 

los  sentimientos  (jue  nuestros  i)nnieros  i)adres  tuvieron  ;il  presen- 
tarse el  invasor  español;  estos  hijos  son  los  únicos  á  f|uienes  consa- 
gramos todo  el  cariño  de  padres ])ero  hoy  la  madre  patria  nos 

reclama  sus  brazos  y  C|uerenios  cumplir  con  el  sagrado  deber  de  hi- 
jos de  Jantetelco. 

Ellos  también  al  saber  que  üd.  se  ha  pviesto  á  la  cabeza  del  mo- 
vimiento, nos  han  dicho  llenos  de  entusiasmo:  cjue  su]3uesto  que  la 
patria  es  su  segunda  madre,  ciuieren  defenderla  de  sus  tiranos,  pa- 
ra que  si  sobreviven  después  de  la  lucha,  sean  libres  é  independien- 
tes. 

Matamoros. — Impuesto  de  la  presencia  espontánea  de  l'ds.,  mi  cora- 
zón se  desborda  como  una  corriente  para  demostrarles  que  su  ver- 
dadero amor  á  la  patria  me  anima  más  a-  más  para  afrontar  el  pe- 
ligro que  nos  presenta  la  situación.  ¿Están  l'ds.  conformes  para 
seguirme  y  acomptiñarme  y  llevar  á  cabo  el  pensamiento  de  la  In- 
dependencia? 

Cristóbal. — Sí,  señor  Cura;  nuestros  padres  que  están  acjuí  presentes  y 
que  aunque  somos  los  únicos  cjue  les  podemos  ministrar  los  auxilios 
necesarios  para  su  subsistencia,  se  conforman  con  quedar  solos  y 
entregados  á  la  voluntad  del  tiempo,  confiados  en  que  la  Divina 
Providencia  nunca  desampara  á  sus  hijos. 

José  M.\ría. — Además  de  que  deseamos  servirá  la  sacrosíinta  causa,  he- 
mos creído  hacer  carrera:  tenemos  valor  y  deseamos  distinguirnos, 
muriendo  con  honor,  como  buenos  mexicanos. 

Cristóbal. — Sobre  todo,  queremos  demostrar  nuestra  olx'diencia  á 
nuestros  muy  amados  padres  y  manifestarles  el  reconocimiento  de 
los  sacrificios  que  han  hecho  por  nosotros  en  nuestra  tierna  edad. 

Matamoros. — Muy  bien,  hijos  míos:  no  se  entristezcan  l'ds.:  los  nom- 
bro mis  ayudantes:  yo  los  cuidaré  mucho  y  sacaré  unos  hombres  de 
provecho;  tengan  Uds.  este  obsequio  que  disfrutarán  en  nomljre 
de  Mariano  Matamoros,  no  creyéndose  ofendidos  por  esto,  pues  es- 
toy satisfecho  de  su  grande  patriotismo;  jjero  también  estoy  con- 
vencido de  la  exigencia. 

Vuelvan  Uds.  á  su  casa,  C|ue  yo  en  estos  momentos  me  marcho, 
y  tan  luego  como  se  presente  un  conducto  .seguro,  les  remitiré  la  mi- 
tad del  sueldo. 

Den  el  abrazo  de  despedida  á  sus  queridos  padres. 

Cristóbal  v  José  Marí.\. — (Abrazándolos.)    Adiós,  queridos  ]jadresl... 

Díaz. — ¡Adiós,  mis  queridos  hijos!  En  estos  momentos  de  suprema  tri- 
bulación para  mí,  mi  corazón  se  oprime  dolorosamente  ante  nues- 
tra separación,  y  en  medio  de  mi  dolor  mecjvieda  el  consuelo  de  que 
Uds.  cumplirán  con  el  deber  de  ser  unos  hombres  que  no  empañarán 
la  memoria  de  nuestros  antepasados,  manchándose  con  el  crimen 3- 
el  asesinato 

Mari.v.n.v. — Si  quieren  (|ue  yo  liaje  trancjuila  á  la  tunih;i,  cumplan  con 


432 

el  encaríjo  de  su  píidre;  esta  es  mi  voluntad  y  la  de  <|uicii  les  ha  da- 

doelser  y  que  les  eonsatíra  todo  su  amor Adiós,  hijos  míos! 

(Los  abraza.)   El  cielo  se  encargue  de  protegerlos. 

Cristóbai^. — Marcharemos  serenos  á  nuestro  destino,  con  la  esperanza 
de  que  se  cumplan  las  profecías  que  Uds.  nos  han  dicho  y  que  nos- 
otros guardaremos  en  el  arca  de  nuestra  fe,  que  es  el  corazón.  (Van- 
se  Díaz  y  Mariana,  después  de  besar  la  mano  á  Matamoros.) 

Matamoros. — Cristóbal,  llámame  al  Coronel  Perdis. 

Ckistób.vl. — Voy  al  momento.    (Medio  mutis.) 

Escena  vii. 

Matamoros,  Cristóbal,  Josk  M'  v  Perdis. 

Perdís. — Estoy  á  las  órdenes  de  l'd. 

AIatamoros. — Dé  Ud.  de  alta  en  la  fuerza  á  estos  dos  jóvenes,  y  en  líi 

orden  del  día  los  dará  l'd.  á  reconocer  como  niis  ayudantes. 
Perdis. — Asilo  ordena  mi  general  3'  daré  el  debido  cunq^limiento.  (\'an- 

se  los  tres. ) 
Matamoros. — Cómo  no  tiene  mil  imitadores  el  ejemplo  cjue  acabo  de 

presenciar?   No  ha  dejado  de  conmover  mi  sensiliilidad  este  rasgo 

de  verdadero  ])atriotisnio. 

Escena  viii. 
Matamoros  v  Ckistókal. 

Cristób.vl. — Señor  General,  dice  mi  Coronel  que  ya  está  la  fuerza  foi-- 

mada. 
Matamoros. — Dile  que  pase  lista  de  todas  las  plazas  que  componen  la 

compañía  de  Jantetelco,  y  concluida  que  sea,  C|ue  desfile  rumbo  á 

Tlayacac. 
Cristóbal. — Está  mviy  bien.  (Mutis.) 

Escena  ix. 

m.vtamoros  solo,  y  al  pasar  list.v  se  aso.ma  .\  la  ventan.\. 

Matamoros. — ¡Qué  bello  espectáculo  el  de  tm  pueblo  que  camina  en  ma- 
sa á  defender  sus  libertades!  ¡Qué  sublime  espectáculo  el  de  un  ejér- 
cito en  que  se  confunden  los  viejos,  los  jóvenes  y  aun  hasta  las  mu- 
jeres, todos  saludando  á  un  mismo  estandarte;  todos  invocantlo  al 

Dios  de  las  batallas! 

¡Gran  Dios!  Seguiré  el  camino  del  Calvario,  en  donde  encarnará 
la  libertad  de  esta  grande  América. 


433 

¡Adiós,  ])uchlo  (le  Janlctelco!  No  te  dejo  ninnún  recuerdo  de  (jtie 
])ucda.s  (juejarte  de  mí,  y  ([uién  sal)e  si  mi  mano  ya  no  volverá  á  es- 
trechar las  de  mis  amados  felijíreses Sí;  se  necesitará  nna  nrie- 

va  generación  que  ])ronuncie  los  acontecimientos  de  (jue  hoy  eres  el 
t'-'atro,  y  quién  sabe  si  se  olvidarán  híista  de  nuestras  tumbas,  tal 
vez  cavadas  en  suelo  extraño!  ¡Cuántos  de  estos  hombi-es  cjue  hcn- 
me  acompañan,  desaparecerán  en  medio  de  la  tormenta  que  se  nos 
prepara! ¡Cuántas  generaciones  pasarán  sin  c|ue  hagan  un  so- 
lo recuerdo  de  los  hijos  de  este  puelílo  que  ofrecieron  gustosos  de- 
rramar su  sangre paríi  regar  ese  árbol  queel  anciano  Hidalgo  ¡jlan- 

tó! ¡Quién sabe,  si  la  segunda  y  tercera  generaciones  olviden 

que  por  sus  venas  circula  la  sangre  de  éstos  que  á  la  voz  del  Cura 

caminan  serenos  al  Gólgota  de  hi  encarnación  de  la  patria! Pero 

no;  cómo  comentar  ideas  tan  ilusorias? ¿Come)  abrigar  una  ilu- 
sión para  ofenderá  los  jantetelquenses? Preciso  es  que  nunca  se 

denigren,  porc[ue  tan  afrentoso  egoísmo  no  merece  el  sacrificio  que 
presentan  hov  ante  la  faz  del  mundo Salve,  salve  tres  veces, pue- 
blo de  Jantetelco,  que  sirves  de  algún  modo  de  cuna  á  la  Libertad  y 
al  herf)ísm()!  ¡Que  el  sol  de  los  recuerdos  ilumine  tu  frente  en  un  día 
inmortal!  ¡Que  la  sombra  de  nuestros  mayores  que  vaga  indecisa 
sobre  tus  muros,  vele  tu  sueño,  y  el  genio  te  cul)ra  con  sus  alas,  co- 
mo el  sagrario  quecontiene  las  hostias  de  nuestras  esperanzas  y  de 
nuestras  creencias! ¡¡Adiós,  Jantetelco!!    ¡¡Adiós!! 


A  C  T  O     C  I'  A  K  T  ()  . 

Personajes. 
Matamoros.  Okicial.  , 

OmSPO.  SlíCRETAKIOS. 

Fiscal.  Familiares. 

Ordexa.nza. 

E  s  c  E  .\  A     I  . 

M.\TAMOROs. — Vo  sufro  demasiado!  Creí  que  un  llamamient(j  generoso 

sería  escuchado  por  nuestros  implacables  enemigos pero  no  se 

han  olvidado  de  su  crueldad  antigua:  el  tiempo ])resente los  encuen- 
tra lo  mismo  que  cuando  llegó  Hernán  Cortes 

Yo  he  llamado  álos  coml)ates  á  la  generación  desheredada,  pa- 
ra cuyo  fin  me  valí  de  mi  prestigio y  hcn-  me  miro  al  pie  del  ca- 
dalso, jjronto  á  cebar  la  ira  de  mis  jurados  enemigos Bus(|ué 

la  paz  y  ]jor  eso  aliracé  el  estandarte  ([ue  en  días  felices  tremoló  el 


434 

fuerte  brazo  del  yrandc   eavulillo  de  D()lt)res Yo  no  tenu)  ]jor 

el  fin  que  me  espera,  jiorque  la  muerte  es  el  porvenir  de  los  que  se- 
cundamos esta  grande  oljra;  á  mí  nunca  me  desanimaron  las  vici- 
situdes  Quisiera  servo  la  última  víctima 

Yo  he  visto  subir  al  cadalso  á  mis  hernumos  _v  correr  su  sangre 
por  los  campos  de  batalla:  cada  gota  de  esa  síingre  ])arece  destilar 

de  mi  corazón Veo  ante  mí  á  los  huérfanos  y  siento  un  dolor 

espantoso Necesito  recordar  ala  patria,  estaren  vigilias  con 

esa  idea,  ])ara  acallar  mis  sufrimientos  y  discid])arme  ante  mi  con- 
ciencia  Todcjs  los  mártires  c[ue  han  sucumbido  en  pos  de  la    Li- 

bertatl  y  han  muerto  en  esa  gran  lucha,  es  jjijrfiue  Dios  ha  dispues- 
to que  ese  árbol  sacrosanto  lleve  ¡¡or  ramas  y  por  rocío  la  sangre 
de  los  hombres  y  de  hjs  pueblos 

EsCEiNA    n. 

Dichos  v  el  Ordenanza. 

Ordenanza. — Aquí  tiene  Ud.  este  pliego  que  remite  el  Sr.  Brigadier  Lla- 
no. (Lo  entrega  y  mutis.) 

Escena  ui. 

Los    MISMOS,    MENOS    EL   ORDENANZA. 

Fiscal. — (Abre  el  pliego  y  lee.)  «Haga  Ud.  que  cuanto  antes  sea  con- 
cluida la  causa  que  se  sigue  contra  la  persona  de  Mariano  Mata- 
naoros. 

«He  recibido ima  comunicación  particular  de  su  excelencia  el  Vi- 
rrej-,  en  donde  me  ordena  diga  v'O  al  Fiscal  que  está  encargado  de 
la  referida  causa,  cjue  la  sentencia  sea  de  una  manera  que  a])arezca, 
que  tanto  por  el  Estad  o  como  por  la  Iglesia  3'  hi  Santa  Inquisición,  se 
decreta  para  quesea  pasado  perlas  armas  en  el  lugar  más  público. 
Por  tanto,  espero  (pie  así  obre  Ud.,  por  exigirlo  la  obediencia  de  su 
excelencia  el  Virrey.  Dios  guarde  á  Ud.  muchos  años.  Valladolid, 
Febrero  2  de  1814.— El  Brigadier,  Llano." 

En  esto  debemos  fundarnos  ¡)ara  concluirel  ]jroceso.  (Sigue  ha- 
blando en  voz  baja  con  los  Secretarios,  los  que  se  ponen  á  escribir.) 

Matamoros. — Adiós,  pueblo  de  Jantetelco Damedesdeallá  el  último 

abrazo  de  la  muerte Yo  sigo  el  ejemplo  sublime  del  anciano  Hi- 
dalgo  

¡Pero  qué  soledad  tan  espantosa! ¿Me  estaba  reservado  el 

morir  de  esta  manera?  ¿Cómo  no  llegó  esta  hora  en  el  campo  de  ba- 
talla y  caí  atravesado  por  tina  de  esas  balas  traidoras  al  frente  de 
mis  scjldadüs? Pero  la  Patria Patria  nn'al  portívo3'  á  sacri- 


435 

ficar  «íiistoso  mi  existencia pero  tú  quedas Mañana  hablaré 

con  las  sombras  de  mis  antepasados y  allá  nos  abrazaremos  en  el 

cielo Perdona  si  alguna  vez pero  no;  Dios  está  delante  de  mí 

y  ve  el  fondo  demi  conciencia j-a  vuela  hasta  la  Eternidad 

Escena  iy. 
Dichos  y  el  Obispo. 

Obispo. — Señor  Fiscal,  paso  á  ver  el  estado  que  guarda  la  causa  del  re- 
voltoso Matamoros. 

Fisc.\L. —  Sólo  ag-uardo  que  se  ejecute  la  degradación  para  terminar 
con  la  sentencia. 

Obispo. — Con  ese  objeto  vengo  y  voy  á  proceder  en  el  acto:  mandad 
que  saquen  al  reo.  (El  Fiscal  toca  la  campanilla  y  se  present.-i  el 
Ordenanza  en  la  puerta.) 

Fiscal. — .\1  oficial  de  guardia. 

Escena  v. 

Los  mismos  V  EL  Oficial. 

Oficlvl. — Alande  vuestra  señoría. 

Fisc.VL. — Que  el  reo  Matamoros  sea  conducido  ante  este  Tribunal. 

Oficial. — Con  vuestro  permiso  me  retiro  á  obsequiar  la  orden.  ( Yase.) 

Escena  vi. 
Los  mismos  y  después  Matamoros  que  es  conducido. 

Fiscal. — La  captura  del  revoltoso  Matamoros  es  de  mucho  mérito, 
pues  con  ella  se  consolida  la  paz  del  reino  de  Nueva  Es])ana. 

Obispo. — Ciertamente  que  es  tni  hombre  perverso. 

Fiscal. — Efectivamente  es  de  costumbres  relajadas (Entran  con  el 

reo,  y  los  familiaresdel  Obispo  lo  revisten  con  los  ornamentos  .sacer- 
dotales 3'  le  ponen  el  cáliz  cu  la  mano.) 

Obispo. — Oviítenle  las  cadenas. 

En  el  nombre  del  Padre,  del  Hijo  y  del  Espíritu  Santo. 

Familiares. — Amén. 

Obispo. — Porcjue  Nos,  delegadodel  .\rzobispo,  porla  gracia  de  Dios  vile 
la  Sede  Apostólica,  conociendo  del  crimen  de  alta  traición  contra 
el  presbítero  Mariano  Matamoros,  Cura  de  Jantetelco,  hemos  en- 
contrado por  su  misma  confesión  y  por  legítimas  pruebas,  que  ha  co- 
metido dicho  crimen,  y  que  no  sólo  es  grande,  sino  también  con- 
denable y  dañoso,  y  de  tal  manera  enorme,  que  no  sólo  ofende  á 
la  Majestíid  de  Dios,  sino  cjue  también  ha  conmovido  al  públi- 
co; por  lo  cual  se  ha  hecho  indigno  del  oficio  y  beneficio  eclesiástico. 
Por  tanto,  Xos,  jjor  la  autoridad  de  Dios  Omniíjotente,  del  Padre, 

A.nai.hs.  T.  IV.— 54. 


436 

del  Hijo  y  del  Espíritu  Santo,  y  por  la  nuestra,  sentenciosamente 
juzgando,  perpetuamente  privamos  en  estos  escritos  al  mismo  Cura 
Matamoros,  de  todo  oficio  de  esta  clase  y  de  todo  beneficio,  y  de 
palabra  lo  deponemos  de  ellosy  pronunciamos  que  se  debe  deponer 
y  degradar,  real  _v  actualmente,  según  la  tradición  de  los  cánones: 
Quitamos  de  tí,  ó  más  bien  manifestamos  que  se  te  quita  toda  po- 
testad de  ofrecer  á  Dios  el  sacrificio  divino  de  celebrar  misa,  tanto 
por  los  vivos  como  por  los  difuntos.  Con  esta  rasura  te  quitamos 
.  la  potestad  de  sacrificar,  consagrar  y  bendecir,  que  recibiste  en  la 
unción  de  tus  manos  y  pulgares.  Con  razón  te  desjKyamos  del  ves- 
tido sacerdotal,  que  significa  caridad;  pues  la  perdiste,  así  como  to- 
da tu  inocencia.  Torpemente  desechaste  la  señal  del  Señor  por  esta 
estola,  y  por  lo  mismo  te  la  quitamos  y  te  volvemos  inhábil  para 
ejercer  todo  oficio.  (Los  familiares  le  quitan  lo  demás,  y  tan  luego 
como  concluyen,  el  Obispo  sigue  diciendo): 

Declaramos  ciue  la  curia  secular  reciba  á  éste  en  su  foro,  desti- 
tuido de  toda  orden  y  jjrivilegio  clerical. 

Señor  Fiscal,  os  suplicamos,  con  todo  el  afecto  que  podemos, 
que  por  amor  de  Dios,  en  vista  déla  piedad  y  misericordia,  y  por 
intercesión  nuestra,  suplicamos  no  infiráis  á  este  miserable  ningún 
peligro  de  muerte  ó  mutilación. 

M.\T.vMOROS. — Haced  lo  que  os  parezca.  Yo  protesto  contra  vuestra 
talsedad  y  vuestra  hipocrecía.  Se  me  degrada  porque  he  llevado  en 
mi  conciencia  el  sagrado  pensamiento  de  la  libertad  de  América;  tal 
vez  si  hubiera  einpuñado  las  armas  para  sostener  ese  poder  virrei- 
nal que,  con  afrenta  de  la  sociedad,  ha  extendido  su  dominio  hasta 

en  el  puñado  desal  quesazona  nuestros  alimentos á  ese  alcázar, 

de  la  Inquisición,  monumento  vergonzoso  de  la  crueldad  huma- 
na  á  ese  poder  clerical  corrompido,  C[ue  ha  tenidoel  atrevimien- 
to de  llamarme  hereje,  blasfemo  y  asesino tal  vez,  como  llevo 

dicho,  si  olvidando  las  verdaderas  doctrinas  del  Salvador,  me  hu- 
biera hundido  en  ese  fango  odioso  y  hubiera  derramado  raudales 
de  sangre,  haciendo  quemar  á  millares  de  inocentes,  se  me  hubiera 
condecorado  con  un  arzobispado  y  quién  sabe  si  más  tarde  con  el 
título  de  Pontífice;  pero  como  mi  pensainiento  fué  dar  liljertad  al 
pueblo  esclavizado,  se  me  premia  con  el  envilecimiento  a-  la  muerte. 

Obispo. — Yo  te  conjuro  en  el  nombre  del  Padre,  del  Hijo  y  del  Espíritu 
Santo.   (Vase  después  de  saludar  al  Fiscal.) 

Escena  vii. 

Dichos,  menos  el  Obispo  v  i  amillares. 

Fiscal. — Señores  Secretarios,  procedamos  á  cumplir  con  el  mandamien- 
to de  su  excelencia  el  Yirre^',  para  lo  cual  necesitamos  penetrar  en 
la  prisión. 


437 

Escena  vm. 
Matamoros  y  el  Fiscal. 

Fiscal. — Sr.  Matamoros,  un  asunto  de  grande  importancia  para  toda 
la  nación,  no  menos  que  para  la  disciplina  eclesiástica 

M.vTAMOROS. — Explicaos,  señor  Fiscal,  porque  no  percibo  el  punto  de 
contacto  que  tengo  con  todo  ello. 

Fiscal. — Vais  á  recibir  con  toda  la  caridad  cristiana  la  noticia  de  vues- 
tra muerte. 

Matamoros. — Es  cosa  que  no  me  preocupa,  señor  Fiscal;  el  destino  del 
hombre  es  morir,  y  esa  sentencia  la  traemos  desde  las  entrañas  de 
nxiestra  madre. 

Fiscal. — Es  cierto,  señor.  Se  trata  de  c|ue  escribáis  iiii  manifiesto,  y  en 
él  aconsejéis  la  paz,  que  es  vuestra  misión  como  sacerdote:  abjuréis 
de  vuestros  errores  y  que  pidáis  jjerdón  á  svi  excelencia  el  Virrey-,  á 
la  Santa  Iglesia  y  al  Santo  Oficio. 

M.VTAMOROS. — ¡Mis  errores! Yo  he  obedecido  á  mi  conciencia  v  no 

pasaré  por  la  humillación  que  venís  á  proponerme No  me  reba- 
jaré ante  el  ])ueblo  mexicano  ni  haré  vacilar  su  fe:  eso  sería  detener- 
lo en  la  marcha  gloriosa  que  ha  em])rendido  para  hacer  su  emanci- 
pación  

Os  ruego  que  me  dejéis  tranquilo  en  mis  últimos  momentos:  no 
vengáis  á  insultarme  al  borde  del  se]ndcro. 

Fiscal. — Ya  tenemos  formado  el  documento,  y  vuestra  firma  aparece- 
rá al  calce. 

Matamoros. — ¡Sois  un  miseralile!    Venís  á  escupir  sobre  mi  frente,  que 

3'o  quería  presentarla  sin  mancha  ante  la  posteridad Venís  á 

empañar  mi  nombre 

Fiscal. — Así  lo  exigen  la  paz  del  Estado,  la  respetabilidad  de  la  Iglesia 
3'  el  acatamiento  de  la  Santa  Inquisición. 

Matamoros. — La  Iglesia El  Estado La  Inquisición ¿Qué  le 

debo  á  la  Iglesia?  susanatemas ¿Qué  le  debo  al  Estado?  misen- 

tencia  de  muerte ¿Quéledebo ala  Inquisición?  verme  degradado 

y  envilecido Y  en  nombre  de  esos  poderes  es  como  venís  á  pro- 
ponerme vina  abjuración? 

¡Atrás  sicarios!   Yo  os  inaldigo  en  noinbre  de  ese  pueblo  sumiso 

y  avasallado Matad  mi  nombre;  llenad  de  baldón  mi  memoria. 

que  la  revolución  seguirá  adelantíindo  hora  por  hora,  jjorqvie  escri- 
to está  que  los  pueljlos  sacudirán  el  yugo  de  las  tiranías. 

Fiscal. — Sr.  Cura  Matamoros,  morís  impenitente. 

Mat.\:moros. — De  entrevosotros  saldrá  el  que  proclame  que  yo  hemuer- 
tü  llevando  intacto  en  mi  fe  y  en  mi  conciencia  el  sagrado  pensa- 
miento de  la  libertad  de  América. 


438 

Fiscal. — Oíd  vuestra  sentencia  3^  el  documento  de  vuestra  retractación, 
que  publicaremos. 

Señor  Secretario,  dadles  lectura. 

Secretario. — «Supremo  Tribunal  de  Chancillería. — Sala  1'  del  Virrey- 
nato  de  México. — Vista  en  grado  de  súplica  la  causa  del  ex-Cura 
D.  Mariano  Matamoros,  instruida  en  esta  Corte  por  haber  toma- 
do las  armas,  sublevando  y  seduciendo  á  sus  mismos  feligreses  que 
se  le  encomendaron  para  su  instrucción  católica,  cambiando  el  in- 
censario de  su  profesión  por  el  cañón  fratricida  y  la  espada  destruc- 
tora contra  los  subditos  de  S.  M.  el  Virrey  de  esta  Nueva  España, 
apostatando  y  perjurando  su  propia  vocación  de  carácter  sacerdo- 
tal: Visto  también  y  confirmado  el  auto  del  Tribunal  Supremo  de  la 
Real  Inquisición,  con  todo  lo  demás  de  que  consta  la  causa  y  ver 
convino. — Considemiulo;  C|ue  el  reo  está  confeso  y  ratificado  queto- 
mó  las  armas  para  combatir  el  despotismo  y  hacer  á  su  patria  in- 
dependiente, posponiendo  su  eminente  grado  y  jiosición  más  afor- 
tunada, paríi  tan  grande  y  temeraria  empresa. — Considerando:  que 
no  solamente  pensó  en  tan  criminal  atentado,  sino  con  todo  lo  ra- 
tificado se  unió  á  otro  evangelizad or,  á  D.  José  María  Morelos, 
quienes  en  masa  con  otros  han  hostilizado  jior  varios  puntos  del 
Virreynato  á  las  tropas  de  la  real  Corona,  según  los  datos  oficiales 
que  obran  en  la  gran  Chancillería  de  esta  real  Corte. — En  fin. — Con- 
siderando también:  (pie  para  cortar  los  rápidos  progresos  cjue  va 
tomando  la  insurrección,  S.  M.  el  Virrej'^  está  dispuesto  á  poner 
los  más  eficaces  resortes  de  su  poder  para  apagar  cualquiera  rebe- 
lión, por  insignificante  (pie  resulte,  en  alguno  de  los  puntos  de  su  rey- 
nado,  castigando  ejemplarmente  á  los  motores  de  ella. — Por  los 
propios  fundamentos  cpie  el  señor  Fiscal  asienta  en  sus  pedimentos 
de  (y  con  fundamentos),  lo  jirevenido  en  la  lev  prime- 
ra, título  veintiuno,  libro  doce  de  la  Novísima  Recopilación,  contra 
los  reos  de  S.  M.,  debíamos  de  fallar  y  fallamos:  Se  confirma  el  Su- 
premo ¿lutn  de  la  reíd  Inquisición,  en  que,  además,  se  ordena  la  de- 
gradación sacerdotal  del  reo  D.  Mariano  Matamoros,  se  le  condena 
á  la  pena  ordinaria  del  último  suplicio.  Que  se  ejecutará  pasándolo 
por  las  armas  traicionalmente,como  á  los  demás  de  su  clase  que  se 
revelan  contra  su  Señor. — Así  lo  provej-eron  y  firmaron  los  señores 
Ministros  que  forman  la  Excelentísima  3*  Sala  del  Supremo  Tribu- 
nal de  Justicia  de  este  Virreynato. — Valladolid,  Febrero  2  de  lcS14. 
— Valentín  Carrasco.» 

Fiscal. — Continúe  Ud.,  señor  Secretario,  con  la  lectura  del  documento. 

Secretario. — «Confieso  que  nada  de  cuanto  he  hecho  piiede  conciliar- 
secón  la  doctrina  del  Evangelio  ni  con  mi  estado  sacerdotal;  que  re- 
conozco y  confieso  de  buena  fe  que  mi  empresa  ha  .sido  tan  injus- 
ta como  impolítica;  que  ella  ha  acarreado  males  incalculables  á  la 
Religión  y  más  particularmente  á  esta  América. 


439 

Le  pido  rendidamente  perdón  délos  sustos  é  incomodidadestiue 
su  Señoría  Ilustrísinia  ha  tenido  (¡ue  sufrir  por  mi  causa,  é  i<íual- 
mente  lo  pido  al  Santo  Tribunal  de  la  Fe,  asimismo  al  excelentísi- 
mo señor  Virrey  de  la  Nueva  España  por  mi  inobediencia,  _v  á  los])uc- 
blos  por  el  mal  ejemplo  que  les  he  dado,  en  cu3'a  virtud  les  ruej^o  se 
aparten  de  los  caminos  de  la  insurrección,  que  no  pueden  llevarlos 
sino  á  su  ruina  temporal  y  eterna.  \'alladolid,  Feljrero  2  de  1S14-. 
— Mariano  Matamoros. 

Matamoros. — Os  ten.s;o  compasión:  no  son  esas  frases  las  que  pueden 
atribuirse  al  hombre  que  ha  desafiado  á  vuestro  poder,  os  ha  com- 
batido y  morirá  sereno  mañana  enel  cadalso Publicad  e.sedocu- 

mento,  circuladlo  entre  los  vuestros,  porque  no  será  creído  por  mis 

soldados Esas  palabras  no  lastimarán  su  fe,por(|ue  hallarán  en 

ellas  un  rasgo  nada  más  de  vuestra  perfidia. 

¿Creen  Uds.  que  con  esto  ])uedcn  apagar  la  hoguera  encendida 
de  la  revolución?  Vo  en  paz  mañana,  estaré  liljre  de  estas  cadenas, 
y  mi  espíritu  volará  en  torno  de  ese  ejército  y  de  ese  pueblo  á  quien 
oprimís  y  que  combate  por  sus  libertades 

Fiscal. — La  Historiíi  no  podrá  penetrar  este  misterio 

ALytajiokos. — Basta! Basta! ¡Dejadme! 

Escena  ix. 

Matamoros  solo. 

Matamoros. — No!  no!  Estoy  traníjtiilo:  la  calumnia  viene  á  herirme  en 
mi  propia  tumba Mis  enemigos  son  implacables Ese  mani- 
fiesto, esas  declaraciones  apócrifas  pueden  desmoralizar  al  ¡mueblo 
en  estos  momentos:  cuando  sepan  (jue  he  vacilado  va  á  comenzar  el 

desconcierto  y  acaso  me  maldecirán Esa  idea  me  al)ruma  ycal- 

cina  el  cerebro Quiero  revelar  en  petiueñez  el  estado  de  mialma, 

ya  que  el  puel^lo  no  puede  penetrar  en  este  calabozo Escribiré  al- 
go   Yo  debo  sonreír;  los  ((ue  me  rodean  podrán  contarlo;  quiero 

dejar  en  la  tradición  la  historia  de  estas  últimas  horas Sí,  escri- 
biré, hablaré Esa  será  la  mejor  revelación  de  que  no  esto}-  ate- 
rrorizado, de  (|ue  ni  las  palabras  de  mis  enemigos  ni  las  solemnida- 
des de  la  degradación  han  influido  en  mi  alma ¡Dios  mío!  ¡Dios 

mío!  que  mi  nombre  no  se  empañe,  para  que  la  Hist(M-ia  no  reniegue 
de  mí! 

Escena  x. 

Matamoros,  un  oficial  v  soldados. 

Oficial. — Sr.  Akitamoros 3'a  es  hora! 

Matamoros. — Vamos,  señores;  dadme  el  abrazo  de  despedida:  es  justo 

.\nales,  T.  IV. — 5."). 


440 

decirles  adiós  y  más  cuando  el  viaje  es  lariio.  (Los  abraza  y  des- 
pués dice): 

Ahora  sí:  estoy  á  vuestras  órdenes.  (Los  soldados  lo  conducen 
al  jjatíbulo.) 

Escena  última. 

Matamoros. — La  Patria  ciue  píi rece  haberte  abandonado,  como  Dios  á 
su  Hijo  en  las  horas  solemnes  de  la  redención  humana,  te  abre  el 
cielo  del  Porvenir.  Levantará  altares  á  tu  gloria  y  prosternados 
ante  tus])lantastesaludaránct)n  el  incienso  déla  gratitud  v  los  can- 
tos inmortales  de  la  Libertad.  ¡Mexicanos!  acordaos  que  era  yo  in- 
vencible: mi  espada  el  rayo  que  alumbraba  como  el  Sol  en  el  campo 
del  combate Aún  soy  el  homl)re  de  ayer Voy  á  morir  co- 
mo he  vivido:  los  héroes  me  presten  su  aliento! 

Yo  llamo  á  la  losa  de  esas  tumbas  que  guardan  las  reliquias 
de  esos  mártires;  evoco  sus  sombras  jjara  que  desmientan  á  sus  ver- 
dugos: ellos  han  descorrido  yíi  los  velos  del  misterio  al  atravesar 
las  regiones  eternas 

No  son  las  doctrinasde Jesucristo, estampadas  en  las  páginasde 
los  libros  sagrados,  las  que  conducen  al  fuego  á  la  raza  humana: 
ellas  hablan  de  misericordia,  y  los  hombres  quebrantan  esas  senten- 
cias en  el  torrente  desbordado  de  kis  pasiones. 

¡No  eres  Tú,  Divino  Mártir  del  Gólgota!  en  cuyo  nombre  se  han 
levantado  las  hoguerasy  los  patíbulos,  el  ([ue  has  predicado  la  san- 
gre y  la  matanza:  tus  hibios  han  sido  una  emanación  purísimayde 
consuelo:  jjor  eso  Tú,  llevando  sobre  los  hombros  la  enseña  sacro- 
santa de  la  libertad  humana,  ]3resides  esa  eterna  sucesión  de  márti- 
res, que  aún  siguen  atravesando  por  la  faz  devastada  de  la  Tierra. 

;¡¡Gran  Dios!!!    Recibe  mi  esjjíritu  en  el  seno  de  tus  escogidos 

Perdona  á estos  miserables  que  van  á  privarme  de  la  existencia  que 
me  has  dado No  te  olvides  del  pueblo  mexicano  que  gime  enca- 
denado por  la  oprobiosa  Concjuista;  coloca  la  espada  regeneradora 

en  otra  mano  cjue  tenga  más  vigor ¡Adiós,  compañero  More- 

los! No  me  lamento  porcjue  voy  á  morir,  sino  porque  ya  no  le 

serviré  de  nada  ámi  I'atria pero  si  un  sólo  indio  legítimo  de  es- 
te suelo  de  Anáhuac  quedase,  éste  bastará  para  derrocar  á  ese  po- 
der tirano  C|ue  hoy  decreta  mi  sentencia.  ¡Adiós,  soldados  míos,  que 
han  tenido  la  suertedemorir  como  yo  en  el  cadalso! ¡Adiós,  me- 
morable Jantetelco! Adiós! 


441 


LlocLiiucntd  núm.  IS. 

Noticia  reservada  que  mandó  Artnijo  al  Virrey.    1 

«En  el  cerro  frontero  q.e  domina  el  Pueblo  (Izúcar)  se  están  forman- 
do tres  Valuartes,  distantes  uno  de  otro  como  quatro  quadras,  los 
c[.e  privan  todas  las  entradas  v  distan  como  cinco  quadras  del  Pueblo. 

«Todas  las  boca  calles  están  cerradas  con  piedra  y  adobes. 

«En  la  Plaza  Mayor,  se  nombra  la  de  Armas,  con  cinco  trincheras  v 
cada  una  de  estas  con  tres  cortinas  de  madera  en  las  entradas  q.e  tiene 
otra  Plaza. 

«Existen  de  pie  cosa  de  trecientos  homljres,  de  estos  ciento  cincueutíi 
armados.  Guando  ocurren  de  todos  los  PucIdIos  se  quentan  como  tre- 
cientas armas  de  fuego  detodasclases  —  como  quarenta  Lanzas. —  Ca- 
ñones calibre  de  á  dos  y  quatro  son  nueve  hasta  aora,  estos  están  aco- 
modados en  la  Plaza  Maior,  y  siguen  fabricando  mas  en  San  Martin. 

«Todos  los  dias  tienen  Exercicio,  mandado  por  el  Maior  de  Plazíi 
D.  IgnacioVilchis. 

«Los  Soldados  de  la  Escolta  de  Alatamoros  se  presentan  uniforma- 
dos con  chaciueta  azul  y  bueltas  aniarillas,  y  de  noche  sacan  su  música 
á  la  retreta. 

«La  Plana  Mayor  se  compone  de  los  Coroneles,  el  Cura  de  Guamus- 
titlan,  Peña,  dos  de  la  Provincia  de  Puebla,  Síirgento  Mayor  D.  Ma- 
riano Ramirez,  Regidor  espedido  por  voto  de  aquella  Junta  á  D.  Anto- 
nio Sesma  tesorero  q.e  fue  de  Puebla,  y  Marqués  de  Sierra  Nevada.  Ca- 
pellán el  B.i'  D.  Matias  Zavala  y  otros  quatro  Sacerdotes  del  mismo 
Pueblo  q.e  asistian  á  las  juntas,  no  metiéndose  en  nada  el  Cura. 

«De  Comandante  de  avanzadas  se  halla  un  Padre  Joanino.  De  Sul)- 
delegadoun  tal  Ci^ellar. 

«Se  quentan  veinte  y  siete  comp.s  siendo  algunas  de  estas  hasta  de 
150  homljres  teniendo  cada  una  Capitán  y  subalternos. 

«Munición  de  MetríiUa  tienen  jjoca,  la  pólvora  la  están  haciendo  alli 
mismo,  traiendo  del  Pue1)lo  de  Guaiapan  el  Salitre  para  el  efecto.  Es- 
tíin  reuniendo  bastantes  bi veres. 

1    .\rchivi)  Gral. — Üi)eraci(>iit.'s  de  Guerra. — .\niiij().  José  Gabriel. — Tomo  I,  lol.  96. 


442 

«Es  positivo  q.e  Morelosse  fue  para  Guajapan  con  Galeana,  llevando 
cosa  de  siete  á  ocho  mil  hombres,  siendo  su  intención  reunir  ttjdas  sus 
diviciones,  3'  no  largarlas  un  punto,  y  venirse  para  Izucar. 

«Se  dice  cj.e  Puebla  desea  lleguen  los  Insurgentes  p."  yncorporarse 
con  ellos. 

«Matamoros  escribió  á  Morelos  q.e  quanto  antes  se  reuníi  á  aquel 
punto  para  atacará  Puebla,  por  las  noticias  q.e  tiene  de  estar  aque- 
llos adictos  á  su  causa. 

«La  Ciudad  de  Cholula  se  ha  insurgentado,  y  está  de  Puebla  á  dos 
dias,  Y  se  verifica  por  los  pasaportes  q.e  á  estos  dan  los  de  Izucar,  v 
todos  los  caminos  q.e  tienen  son  por  el  mi.smo  Rumbo  de  Guejosingo, 
Cholula  hasta  Puebla. 

«El  Individuo  q.e  me  ha  comunicado  todas  estas  noticias  es  de  ver- 
dad y  se  puede  creer,  q.e  servirá  á  V.  E.  de  vnteligencia. 

lAriuijo. — Rúbrica.» 


RECTIFIC.\CIüX. 

En  l;i  páfiiiia  295.  al  enumerar  los  hijos  que  tuvo  la  Sra.  Luz  .\randa,  de  su  niatri- 
monio  con  D.  Manuel  Sánchez,  pusimos  entre  ellos,  en  cuarto  lugar,  al  joven  Augusto,  v 
hoy  nos  dice  la  Sra.  Aranda,  Vda.  de  Sánchez,  y  nos  pide  que  así  lo  hagamos  constar,  que 
el  joven  Augusto  y  otros  tres  más  que  se  le  murieron,  los  tuvo  después  de  viuda  y  son  hi- 
jos del  Sr.  Ing.  D.  Mateo  Rojas,  y  por  consiguiente,  .\ugusto  no  lleva  el  apellido  de  Sán- 
chez, sino  el  de  Rojas. 


4- 4- "i» 


TOPONIMIA  TARASCO-HISPANO--MHOA 


Lie.   CECILIO   A.   RÓBELO. 


AxAi.KsT.  IV.— .-)(>. 


¿hAí> 


ADX'EKTEXCIAS. 


PRIMERA. 

Si('ii(li)nu'  ilcsciindciilii  d  ¡(lininii  t.-ii';iscii.  nnn  rii  su  iniirl\iliiL;í:i  ñ  cstructu- 
i'M .  pni'ii  li.i:ir  1:1  sÍLriiilic;ir¡i'iii  cíi^fclhiiiii  ilc  Ins  ni  mil  ircs  <Ii'  \n<  lu^nrcs  lii'  cdii- 
sult:i<ln  \:iri:is  ;j;i;iln:itic:is  y  ilici-iiiiKii'idS,  muy  |iiirti<'ulanni'iilc  el  ili'l  Sr.  I)r. 
Antonio  Pí'ñiitii'l.  titulailn  Xmiu  Drlatuni  (l( onráfini  di-  México;  ;\sí  es  (inc.  lian- 
do por  exacta  esa  signiticaririn,  lie  Hjailo  la  del  idioni!\  na'lmatl,  de  la  que  sí 
me  declavo  responsaMe. 

Cuando  he  eneontradn  (|ue  a'  un  iiuinlire  tarasco  se  le  atriluiyeii  varias 
signiñi'aciones.  las  lie  piiesto  tudas,  sin  discutir  cuál  sea  la  verdadera,  por  mi 
ignorancia  <lel  idioiiia,  y  lie  puesto  tauíliiéii  las  diversas  signilicacinues  ualinas 
iiue  les  correspiHiden . 

sK(irxi).\. 


('linio  la  Xnnii  iichitiiru  iJUe  furnia  este  liliro  un  es  rifínrusaniellte  mi  IHrcin- 
iiiii-ii)  ( ¡nii/riij¡i-(i.  pues  no  cumiireiide  siquiera  todos  los  imnilires  taraseus  de  lu- 
gar, porque  nmclios  no  tienen  signifií-idn  ciiiKíeidn,  me  lie  apartadii  de  la  t'nr- 
nia  rigurosa  que  tienen  las  nliras  de  ese  génern.  y  lie  ado|)lado  el  niétndn  (pie 
generalmente  emplean  Ins  autores  de  PicníiuiiDns  ¡h  l'i-iin iirml isimix  y  (pie  tan- 
tii  reeiiniienda  el  saliio  aeadt'iiiico  leazlialeeta .  I']ste  método  iierniite  e.xplica- 
ciiines  y  oliservaeiones  ipie  im  ealieii  en  la  estrecliez  de  la  definicii'in  (')  signiti- 
caci(')n  de  los  nomlires;  da  caliidn  a'  reiniíiiseencias  y  aiu^cdutas  ([ue  eontriliu- 
yen  grandemente  al  cnnueiiiiieiitii  del  urigen  y  significado  de  los  niismns  nom- 
bres, y  se  presta  asimisnid  á  dar  cierta  amenidad  relativa  :i  un  trali;!.]"  áridn 
de  suyo,  con  lo  cual  se  logra  mayor  númem  de  lectores  y  la  difiisiini  del  eniid- 
cimientii  de  muchas  hechos  liistfíricos. 

Tal  ha  sido  el  motivo  de  las  Xolos  con  que  he  ilustrado  algunos  artículos  de 
la  'riijiíiituitm. 


(D 
P. 


447 


y. 


o 

ü 


o 

o 


í  Q,  a  s  s 


;3 
3 

o 
o 

ctf 


J2 
O 

ü 


/^     íii     2Í     r?     ni 


O 
O 

a 

c5    ce 
o    o 


O) 

p. 


si     cS 


si 

cá 

>■. 

>-. 

eS 

á 

cá 

oi 

0 

0 

3 

0 
0 

a 

es 

0 

03 

¿ 

tó 

o3 

d 

0 

ñ 
0 
0 

X 

+3 

O 

0 

'3 

ó 

0 

0 

g 

es 

a 

a 

N 
0 

0 

a 

cS 

_o" 

^ 

s 

0 

-2 
0 

es 

2 

es 

Ñ 

N 

C8 

cá 

* 

s 

J5 

f^ 

0 

4J 

■3 

a 

3 

0 

0 

0 

<D 

N] 

íí 

0 

E< 

ü 

O 

< 

X 

tn 

En 

0 

o 

XI 

ü 

Ü 

5.         >i   S    tac 


7-     '^ 


c 


•J.  V- 


6£    :-    ' —     :; 


íl    ií    tí    U    tí 


tí  ti    c 


vJw  ^^  vJ.  -  vJ^  ^Ju 


c» 


ít;  I  5 


a 

tí 
o 

o 


CS 

a 

■cS 
O 


o 

o 

a 

oí     es 
ü     ü 


O    o 

-  a 

03 

rt     ¿    OÍ 
p      O     *J 


«ij   <J  o   <!   <J   <J   o 


o 

a 


b£ 


03     es 


<  <¡  <!  <5 


o 
03    o 

be    03 

a    a 
<5  <J 


■^ 

•03 

0 

a 

si 

0 

(0 

a 

bC 

tí 

73 

bS 

6 

g 

-M 

a 

fl 

0 

CS 

oá 

eS 

0 

0 

a 

^ 

Si 

03 

03 

eS 

cá 

03 

a 

a 

a 

a 

a 

<)  O  <j  O  <i 


44S; 


?; 


o 

N 
+-» 


a 
a 
o 
o 

s 

o 


es 

o 

es 

^   a 


X 

¿   CS 


cS  cS 

ft  o.  ¿ 

c3  cá  53 


cS 
P. 

CS 

^-  +^  *^  ^ 


N   N  ^   g  ^ 


c 

cd 
ü 

a 

cá 

>-. 

CS 
N 


o 


S  ^  N  ,2 


Wíx^SüSÍiJWf!é^<íé^o 


o 

o 
o 

N 

C3 
ü 

13 


o      . 

o  s 


■M      ^      co     ce     V      ^ 


cS 
03 


S  ¿í  w 


.  CS 

ü  o 

>í  ü 

o  o 

o  o 

o  o 

o  En 


a 

o 

CS 

'S 

o 

>> 
o 
o 
ea 


ci 
o 

oí  ■;: 

1?   < 


a 

CS 

o 

cS 

=i 
cé  5 

.ií  a 


o  S  Iz; 


•55 

c 

^ 

*- 

bl 

7 

~ 

V 

1 

J 

J 

X 

¿c 

*-* 

X 

X 

X 

-1 

-^ 

-| 

tí 

tf 

X 

tí 

5c 

tf 

*:r 

X 

X 

:- 

tx 

:_ 

'~ 

::, 

:, 

_■     ií 

tí 

:, 

li. 

:_ 

t. 

z. 

— 

:, 

c 

^ 

:_ 

t_ 

■^ 

-^ 

c 

c 

c 

. — • 

~ 

~ 

" 

~ 

—    — 

. — . 

- 

" 

~ 

- 

~ 

~ 

- 

- 

~ 

•- 

— 

" 

— 

— 

- 

~ 

~ 

— 

— 

— 

~ 

~ 

-      - 

- 

~ 

Z 

— 

~ 

- 

2 

~ 

~ 

~ 

^ 

z. 

— 

:_ 

~ 

Z 

z 

tí     M     tí     M     ÜL     i£     r      ÍL     ti     tL     tL    ij.    tL 


< 


es 
C 

S. 

■£ 

1^ 

.¿ 

CS 

1" 

^ 

Ó 

S 

Tí 

r- 

o 

í 

p 

s 

d 

3 

p 

o 

O 

d 

"^^ 

o 

o 

o 

•ü 

U) 

=3 

ci 

í 

S 

O 

n 

ft 

a 

s 

». 

u. 

Ü 

o 

O 

o 

o 

3 

3 

3 

3 

P, 

a 

0, 

ft 

u< 

p, 

P 

ft 

a 

ft 

a 

ü   tí   a 


tjl 

3 

ITi 

si 

P< 

(1) 

■M 

crt 

a 

es 

es 

ce    cs 


<j«í<)<j<i<j<l<i<i<í<í<j<;<í<i<ü<:<j 


o 

0 

n> 

01 

0 

o 

N 

■c 

c 

ctí 

es 

CS 

< 

0 

< 

<J 

n  es  s 

tí  3  .2 

tí  Q  o 

í5  ^  ^ 


44'* 


y. 


C) 

o 

p. 

0) 

o 

c 

^ 

s 

0 

O. 
n 

es 

o 

>¡. 

J3 

o 

O" 
O 

H 

N 

o 

a 

CS 

o 

r— I 

ca 

(3 
oi 
P< 
tí 

+-< 
<u 


tí 
tí 

O 


O 

o 

+-» 
K 


a 
tí 

o 
+-» 

o 


N    Ni:    ;i,  43  .;,'  -W 


O   O   Eh 


^ 

o 

o 

m 

m 

s 

tí 

« 

a 

«s  s 

o  « 

tí  t>í 

t3  tí 

5  d       8 

Eh  S         iJ 


P.   O. 

£    fí    Éí    -í 


O 


■-3  o  _  tí  g 


o 


o 

O 

tí 
o 

tí 

s: 
o 


o 
tí 
>■. 

tí 


-rH 


o 


ü 


-í;-"^s>;c^---j;_íHj:-;;sii;jjtíc 


ti  ú  ti  ¿i  U  ti  >:  tt  tt  ti  ít  tx,  tt  x  tí  S  ix  r  tí  ix 


fe 

s 


c 


o  ^  í: 


°  o  2 

tí  ^  tí 

§  a  g 

B  B  >.. 


tH 

■, 

— ^ 

^ 

"■^ 

y^ 

-■~ 

> 

a 

tí 
ü 

a 

tí 

d 

'3 

tí 

tí 

6 

o 
bJD 

tí 

3 

o 

'm 
tí 

o 

si 

tí 

O 

tí 

p 

S 

O 

6 

6 

r-A 
tí 

P 

tí 

O 

o 

o 

tí 
o 

(U 

a 

tí 

á 

6 

tí 

0. 

tí 
g 

rn 

6 
cu 
j3 
o 

m 

rt 

rri 

2 

S 

O 

■CTl 

■m 

oí 

ífl 

tí 

« 

tí 

01 

n 

f) 

o 

o 

J3 

fl 

J5 

u. 

u. 

tí 

5^ 

m 

Ti 

T¡ 

rt 

iD 

tn 

01 

(TI 

« 

crt 

tí 

tí 

a 

tí 

tí 

tí 

tí 

tí 

a 

tí 

ü 

ü 

O 

O 

O 

ü 

ü 

ü 

ü 

ü 

O 

ü 

O 

O 

o 

Ü 

o 

o 

O 

O 

450 


a 

O 
tst 

'B 
C 

S 
<! 

á 
o 
ü 


«í  W  ü 


a   c 

O    o 
o    S 


O 


•i-<      ce 

>í     tí 
O     3 


;2  ^  ° 


°¡    J3     cS 


cá     2 

>--    S 
O 

o 


—      O     tí 


tí  .-     - 


d 

tí 

tí 
g 

o 
o 
o 
En 

tí       g 
Q,     tí 

.1    -     - 

§"'5.  I 

N    <    t^ 


O 

o 


a 

o 

tí 


s  i  5   s   3  -2  5 


N      O 


tí 
ü 

tí 


tí 

o  N 

>¡  tí 

o'  fi 


tí 


T3 


-= 

- 

_: 

_: 

X 

b£ 

~ 

— 

X 

~T 

— 

■1 

ÍI 

■f 

V 

7" 

— 

-- 

" 

'" 

X 

"" 

— 

.— 

•r 

r: 

Cj 

::, 

1. 

:l 

z. 

^ 

c 

— 

w 

a: 

^ 

_ 

_ 

_ 

_ 

_ 

_ 



/.     ?    ^     - 


~    s  — 


tititjcu::ít[Sii£;£         uuuicMstixu 


—  ^  íí  Sf  y 


< 

<: 


•o  .¿  >~       "e  .~   c.  s  '5  1 
'£  Ü  -ü       s2  í   ?  .-2  -i  '? 


d 

tí 
3 

g 

. 

:^ 

!^ 

n 

f) 

a! 

U 

o 

o 

c 

bO 

tí 
O 

o 

p 

3 
O 

•tí 

tí 

tí 
ü 

o 

x¡ 
o 

ó 

tí 

tí 

N 

O 

1 

o 

+j 

*-» 

-M 

Jl 

tí 

a 

tí 

tí 

tí 

tí 

o 

O 

O 

o 

ü 

ü 

ü 

o 

o 

ü 

-C   .í: 


^g 

as 

s   a 

tí   tí 


ü  o  o  ü 


o 

g 

tí 

TI 

o 

0 

+-> 
o 

ja 
o 

tí 
S 

p 

tí 
■o 

6 

ó 

C 

o 

Q 

1- 

<y 

1 

n 

o 

+J 

•c 

■tí 

<u 

0 

ü 

o 

X 

^ 

a 

0. 

p. 

a 

.3 

o 

o 

0 

o 

0 

o 

o 

o 

O 

O 

ü 

ü 

o 

o 

ü 

o 

ü 

U 

&  g 

o    o 
o   O 


451 


o 
o 

cd 

o 

-3 

, — . 

— 

ó 

I— 1 

é 

d 
o 

Oi 

6 

o 

o 

tí 

iz; 

a 

oí 

>i 

si 

o 
o 

a 

J3 
o 

a 

a 

ai 

oi 

J3 

d 

ce 
o 

si 

1-3 

cé 
"3 

é 
si 

cé 

O 

J3 

O 

cii 

o 

Cl3 

C3 

■;3 

O 
0) 

■M 

1 

■M 

á 
tí 

4-1 

a 
tí 

0. 
oí 

ja 

0 

d 

o 

tí 
u 
tí 
o 

g 

tí 

+3 

o 

oi 

tí 

1 

a 

o 
o 

>> 

oi 

1— < 

4J 

OS 

o 

tí 

ü 

-M 

ü 

o 

o 

ü 

oS 

l~¡ 

íí 

;s 

o 

O 

O 

u 

oS 

X 

tí 

a 

o 

Q> 

s 

^ 

o 

N 

s 

cá 

pi 

§ 

(U 

ce 

Ñ 

3 

o 

o 

ü 

ü 

n 

0) 

3 

tí 

pi 

>1 

O 

ü 

M 

X 

O 

En 

¡^ 

ü 

Eh 

O 

«Ü 

o 

o 

o 

F^ 

i 

H 

EH 

ü 

o  < 

w 

<í 

0 

ü 

^ 

O 

M 
^ 

Ir 

*-, 

oí 

^ 

« 

s 

¡íi 

ff} 

^ 

~ 

'% 
^ 

0 

VI 

a. 

O 

."¿1 

0 

^ 

ti 

a 

a; 

Ó 

1 

^ 

'4 

S 

0 

re 

ce 

0 

C^ 

^3 

Oí 

a 

_tí 

J3 
0 

*o 

0 

cu 

a; 

Oi 

a; 

Q 

-*-» 

■^ 

^^ 

^ 

— ^ 

^ 

^ 

^ 

^ 

^ 

^ 

v^ 

1j 

cj 

cS 

ri 

cá 

tí 

■5? 

t¡£¡ 

&£ 

611 

tao 

be 

'^     "     cS    ¿!   ~     S; 

«   ?   h   5. 


be    5C    tx    bc 


" 

0 

5 

s 

r/j 

%* 

^ 

X' 

.£? 

2 

•r^ 

_o 

0/ 

X 

ce 

X 

ce 

0 

0 

y. 

■5 

tí 

0 

X 

a; 
0 

31 

0 

"3 

s 

0 

cá 

c5 

bt 

ce 
g. 

.tí 

ce 

te 

0 

a 

0 

c 

0 

ai 

0 

a 

0. 

a.' 

0) 

"aÜ 

t-i 

'tí 

Qj 

OJ 

tT 

r 

u 

t-l 

•^ 

;- 

;- 

1 

^ 

r; 

ce 

J 

t-< 

^ 

;-< 

ü 

S; 

bt 

es 
he 

a 

^ 

'ú. 

§■ 

í^ 

ce 

be 

tí 

tí 
te 

ce 
te 

-¿ 

lí 

'p 

_^ 

-^ 

T 

>-: 

«-^ 

^ 

^ 

-5 

u-2 

— : 

r- 

'i 

-< 

-> 

►3 

¿ 


o 


S-  ? 


el 

d     <>^ 

;h  ti 
o  o 
O  O 


P      tí      «      N 


O 

O     tí 

tí  ^ 


o 

a  a 
tí  tí 


o 

u 
o 

a  tí 


títíVVUOQOJ 


3     3     3 


3    3    3    3 


ÜÜÜOÜÜÜÜÜOüüüüü 


tí  3 

S  2* 

'3  3 

o  o 


o    •; 

0)    ce 


3 
ü 


Anales.  T.  I\  .— 57. 


452 


ij 

5 

o 

a 

"a 
X 

o 
0. 

ó 

s 
tí 

tí 

tí 
tí 

o 

tí 

>-. 
o 

tí 
o 

a 
tí 

i 

, 

é 

tí 

1-5 

c3 

é 

a 

o 
o 

6 

o 

O 
0. 

¿ 

tí 

tí 

tí 

J3 

o 
o 

a 

S 

O 
O 

H 

•S 

á 
tí 

4^ 

1 

'■í3 
O 

o 

o 

tí 

>2 

O 

o 

tí 

a 

á 
tí 

"tí 
XI 

o 

tí 

s 

tí 
a 

tí 

S 
tí 

6 

o 

tí 

2 
tí 
a 

1 

o 

O 

¿ 

a 

1 

0. 
o 

o 

O 

o 

o 

tí 

tí 

tí 

0) 

o 

o 

2 

O 

o 

X 
o 

3 

tí 
o 

tí 

3 

N 

O 

tí 
o 

0 

X 

tí 

tí 

tí 
2 

tí 

*3 

C3 

o 

^H 

f— 1 

r-H 

M 

¿ 

c3 

N 

o 

tí 

a 

n 

tí 

tí 

O 

'tí 

o 

a 

^H 

<a 

(U 

o 

(U 

0< 

O 

cá 

cá 

cg 

3 

o 

3 

o 

tí 

tí 

tí 

N 

-^^ 

Q 

tí 

3 

3 

o 

^ 

P¿1 

o 

X 

X! 

X 

Eh 

o 

&í 

H 

XI 

o 

EÍ 

o 

Pk 

s 

^ 

íri 

w 

s 

s 

En 

X 

O 

O 

Eh 

o 

>-) 
o 

S         o 


i      "í 


X      _^ 


-T  ^ 


-     ~    X     iC    = 


3J 


SI    -      SI 

a    c    s 
►^  C;  J 


a    >i  a    5    I 
a  ^    ,    ^  J    g    ?  •£ 

rt   .-.   -  ^  ^    tí 


y     rj     ::     -     c3     tí     _     _      -. 


o 
o 

<: 


z 

^ 

-2 

g 

•1 

■eS 

?5 

-w 

é 

tí 

a 

■g 

p 

o 

P 

tí 

o 

1 

1 

ó 

a 

ó 

a 

c^ 

2 

tí 

d 

6 

d 

3 

d 

'O 

d 

tí 

O 

0) 

a 
tí 

a 
tí 

tí 
a 

o 

a 
tí 

tí 
-^ 

ai 
a 

d 

+^ 
tí 
3 

a 
tí 

d 

'3 

tí 
a 

O 

a 

tí 

a 

bs 

a 

tí 

2 
a 

tí 
g 

o 

ÍD 
N 

03 

Ü 

tí 

a 

o 

3 

O" 

tí 
o 

0) 

tí 
a 

3 

a 
tí 
^. 
tí 

tí 

d 

a 

3 
O 

tí 

>> 

d 

■«i» 

a 

tí 

tí 

tí 

a 

a 

a 

a 

? 

N 

Ñ 

N 

3 

••—1 

"-> 

%t 

t^ 

^ 

u 

Ui 

^ 

b 

^H 

^1 

'«^ 

-M 

'5 

a 

a 

'a 

a 

a 

a 

a 

a 

a 

S 

a 

3 

a 

a 

a 

a 

a 

S 

3 

a 

3 

a 

^ 

^ 

3 

3 

ü 

ü 

o 

o 

o 

ü 

o 

o 

o 

o 

ü 

O 

o 

o 

o 

o 

O 

ü 

O 

o 

O 

ü 

o 

O 

ü 

ü 

453 


y. 


a 

Ó 

ce 

la 

'3 

A 

03 

1 
cá 

s 

r^ 

1 

1 

ñ 

es 
P, 

■4-' 
O 

CS 

es 

tí 

ai 

_tí 

fl 

'3 

1 

ü 

3 

a 

3 

es 

o 

X 

Q 

2 
2 

o 

o 
o 

es 

3 

a 
tí 

'5 

a 

2 

o 

ca 

a 

o 

es 
O 

0) 

tí 

'3 

o 
o 

o 

tí 
O 

o 
X 
o 

'3 

tí 
o 

ni 

o 

tí 

tí 
+^ 

o 

ü 

0) 

tí 
O 

tí 

0> 

H 

< 

P 

ü 

H 

H 

O 

Eh 

A4 

EH 

Eh 

< 

o 

Eh 

Eh 

X 

N 

Eh 

H 

En 

ü 

ü 


cS 

c 
o 


o 

'EII 

í 

tí 

_tí 
1 

bf 

V. 

-§ 

1 

7. 

S 

c 
C 

B 
tí 

1 

1 

t- 

^ 

tic 

"^ 

'^ 

Z! 

^ 

— 

n 

^ 
-•-* 

^ 

O 

-5 

c3 

'"^ 

o 

^ 

es 

O 

:, 

o 

::. 

::, 

^ 

Cj 

X 

CJ 

a; 

N 

Oí 

G^ 

OJ 

Oj 

s< 

6 

í 

^ 

"^ 

-— 

~ 

^^ 

r^ 

"^ 

"^ 

^ 

'^ 

•-t— 

T3 

-^ 

cS 

f-1 

Sí— 

ci 

L- 

:- 

&- 

:_ 

í. 

;» 

;_ 

t- 

;_ 

t- 

^ 

i^ 

t- 

t_ 

t_ 

:- 

t- 

:- 

t- 

¿. 

1 

P 

í;; 

;^ 

¿- 

?w 

c; 

r; 

r¿ 

t; 

c^ 

-- 

-^ 

C3 

— 

c: 

— ■ 

í— 

cr 

^ 

£¡ 

bu 

tí 

ti 

t£ 

bJC 

tJD 

t£ 

tJC 

tx 

tJC 

t£ 

b¡, 

fcf 

u 

tt 

U 

§f 

tí 

fcc 

cí 

eS 

ce 

C- 

K.: 

i-^ 

— 

— 

— i: 

H-I 

1 

>_: 

— 

— : 

— : 

^ 

_: 

>-Z 

_: 

-1 

^ 

_^ 

_^ 

ío 

(D 

tí 

=1 

O 

tí 

a 

tí 

O 

XI 

a 

tí 

tí 

tí 

tí 

S3 

^ 

^ 

x; 

O 

O 

o 

ü 

o 

■o 

a 

o- 

tí 


tí    tí 
o  ü 


o 

o 

9 

s 

ü 


tí  o 

i  5 

2  2 

o  o 


o 

a 

o 


o  o  !h 

p<  n  Q< 

3  3  3 

XI  J3  ^ 

O  O  O 


454 


^2; 


a 

ü 

m 

<u 

a, 

4> 

"5 

6 

-M 

^_, 

'■3 

oi 

>í 

<D 

>1 

o 

<u 

l3 

S 

■1=  (á 

S    o 
o    S 


O 

ü 

.2  es 

Si  7^ 

o*  o 


oí 

a 

IB 

o 

■F-l 

ü 
(6 


S      §     S 


WeHWXXMt^&H^^EHS 


O 

^ 

ü 

§ 

0 

>. 

o 

_o 

c¿ 

CS 

1 

4) 
P< 

"3 

o 
o 

á 

o 

^ 

O 

tó 

O 

a 

tó 

é 

'*"] 

o 

a 
o 

a 

a 

■ — 1 

3 

O 

o 

O 

oj 

s 

o 

o 

■M 

"3 

Oj 

s 

O 

o 

Fl 

t^ 

< 

o 

O 

o 

w 


2   -^   J: 


6C    tí    g 


c5 


O       C3      3 


,^  ,i^    o  ^  tí  ij  ,S 


c;    «    c3    g 

te    be    6p    g 


t,      ^      OJ 

ci    ce  "^ 

t£    tJD 


Ü 


ci 

3 

bc 

ci 

Oí 

oí 

C 

.o 

<v 

'v 

?' 

o: 

'> 

CTJ 

^ 

?^ 

" 

* 

X 

"3 

cr' 

ai 

O 

g 

Sj 

c 

o 

ci 

c? 

£ 

Oí 

o 

ci 

a 

ci 

.¿ 

c 

g 

c 

ci 

_D 

N 

a. 

iá 

ü 

OÍ 

OJ 

Oi 

1> 

c 

w 

c 

rs 

'^ 

"^ 

cág-ÍTlcicicicic: 
bD  r,  ¿  tiCtXMM¿. 
Dü¿3SS3ci 


^ 

1 

s 

B 

c¿ 

53 

Q 

^ 

E¿! 

fe! 

d 

0 

<u 

^^ 

té 

Ci 

o 

-o 

o 

ce 

3 

6 

ó 

3 
T3 

ó 

3 

bO 

3 

ai 

3 

0 

CS 

0 

3 
O 

0) 

ó 

o 

bO 

a 

a 

■3 

a 

CS 

3 

oí 

3 

a 

ci 
3 

^ 

ja 

.a 

cá 

es 

0 

3 

0 

ü 

o 

o 

a 

a 

a 

a 

■4-' 

pqHHHBHWpqHpqw 


s   s 

>,  a; 

§S 

o     . 

03     O 
3     ■' 

3 
cS 

3 

o 


O     .  ¿ 


O  Ü) 


o 

a> 

m 
o 
sj 
(g-  -o 
3  3 
oJ  cS 
3  3 
üi  C5 


o  ^ 

2  X 
a  (4 

ci  aj 

3  3 


Ü  O  cS  C5 


i 


455 


'/C 


s 

O* 


i 

o 
"3 

ü 

g 

>> 

3 

tí 

3 

ü 

cá 

O 

o 

•PH 

a 
o 

oS 

si 

2 

w 

o 

O 

O 

is 

o 

ü 

o 

ft 

o 

§ 

§ 

ce 
ü 

O 

■¡3 

o 


O 

a 

i 

•A 
o 

a 

<! 

o 

&H 

a 

tí 

5 

d 

_2 

t) 

tí 
O 

o 

-M 

3 

tí 

O 

"3 

O 

03 

o 

o 

■w 

O 

0) 

a 

tí 

^ 

< 

&H 

Eh 

W 

o 
o 

a 

tí     tí 

>=  2 

o    A 

■3     03 


tí 

5    fl    3 

♦¿tío* 
>i    tí     o 

W    El   o 


d 
tí 

O 

•  I-I 

Si 

(3 


a 
tí 
>í 
tí 

o 
o 

tí 

tí 
o 


a 
tí 
o 

O 
+J 
N 

O 


c 
tí 

tí 


o 

o 
o 

tí 
o 


n 

tí 

o 


i 
o 
tí 

13 

•d 
tí 

S 


tí      tí       N 

U    O    -^ 


o  o  <!  <!  «lí  fi<  cy 


7^      ^      Zi 


X 

S 

c5 

C^ 

Oh 

ir^ 

ci 
Si: 

3^ 

N 

1 

c 

C 

s 

ü 

-S 

c 

*ÍI 

q; 

rf 

-2 

íj 

s 

i» 

^ 

¿C 

M 

a 

1. 

_^ 

— 

_^ 

_j 

i^ 

c: 

^ 

1, 

_f 

^ 

C5 

0; 
ai 

rfi 

c 

a 

^ 

u. 

■^ 

■f 

2 

íq 

O 

O 

rs 

tí 

3 

O* 

o 

tí 

Si 

c 

O 

X 

> 

tí 

s 

1 

> 

o 

"* 

- 

s 

73 

ü 

c 

o 

"5 

X 

> 

o; 

C3 

Oí 

0/ 

0/ 

'^ 

Q 

S 

"^ 

ej 

<o 

— 

'*^ 

"' 

Ü 

zj 

P 

'T^ 

s 

'^ 

t; 

5 

'S^ 

^ 

g 

■1) 

o 

_tí 

^ 

■§ 

>í 

rt 

^ 

c 

tí 

"tí 

« 

c 

SP 

be 

<u 

a> 

b£ 

oJ 

tx 

t^ 

6£ 

a 

"2 

^ 

^ 

5 

« 

^ 

o 

^ 

C 

J3 

t) 

<-. 

"''í 

o 

c 

-«; 

'2* 

&! 

§ 

& 

1 

6 

^ 

:c 

lO 

¿ 

ó 

u 

o 

, 

tí 

o 

o 

6 

3 

3 

u 

tí 

6 

o 

tí 
bs 

§ 

^ 

43 

3 

a 

o 

O 

o 

tí 

N 

'S 

'S 

'S 

-fJ 

>-. 

tí 

tí 

tí 

tí 

tí 

s 

d 

3 

s 

o 

O 

3 
u 

3 

, 

tí 

tí 

o 

o 

3 

3 

a 

0 

o 

fn 

;-> 

o 

tí 

;h 

h 

oS 

tí 

tí 

tí 

tí 

tí 

S 

3 

■r* 

t. 

Ó 

3 

3 
o 
o 

a 

tí 

a 

'u 
3 
o 

"u 

3 

tí 

■a 

d 

tí 

d 

3 

tí 

tí 

s 

tí 

3 

3 

3 

3 

tí 

tí 

o 

a 

P. 

ft 

o. 

ft 

s 

u 

u 

tí 

tí 

tí 

tí 

tí 

tí 

tí 

tí 

tí 

o 
-d 

d 
tí 
d 
tí 

tí 
s. 
d 
tí 


o 

u 

tí 

3 

tí 

tí 

T3 

d 
tí 


C¡5   C¡3   Ó   Ó   C5 


SSUIMIiiUííijUtij 


tí     ^ 

!H       2       >< 

cá     oj     oá 

MUS 


~  I'-    c 


o   o  -:; 


o*  tí 

tí  u 

>í  tí 

tí  3 


456 


o 


0 

o 

0 

J 

e^ 

H 

t~ 

■3 

£ 

"í 

d 

o 

O" 

d 

53 

^_^ 

E 

i 

— 

^ 

— 

^ 

tí 

o 

;tí 

*"< 

"3 

0 

tí 

tí 

tí 

C 



tí 

tí 

i3 

>r. 

S- 

&3 

c 

0 

<s> 

0 

tí 

ü 
0 

_o 

0 
ü 

cu 

tí 

§ 

o 

O 

o 

•3 

0 

1 

0 
0 

d 

ai 
0 

s 

0 

S 

i 

0 

0 
0 
ü 

h- 1 

_o 

0 

0 

s 

d 
tí 

0 

0 
0 

0 

"3 

a 
tí 
-^ 

tí 

Eh 

tí 
0) 

0 
Eh 

tí 

"p 
0 

0 

Eh 

tí 

© 
0 

tí 

>: 
tí 
0 

0 

g 

0 

tí 

_o 

0 

tí 

S 
© 

0 

tH 

tí 

tí 

c 
0 

c 
tí 

0: 

0 

tí 

g 
© 

© 

ü 

ü 

&H 

W 

s 

P^ 

>H 

P 

El 

Eh 

En 

0 

O 

X 

i^ 

iz; 

E^ 

Eh 

q; 

„■ 

-^ 

X 

X 

n: 

x 

X 

X 

"£ 

_C 

_c 

X 

-; 

r 

_§ 

± 

tí 

-a 
c 

n: 

^ 

= 

-r 

-j^ 

-^ 

ci 

1 

r 

0 

tí 

^ 

c^ 

" 

^ 

ñ 

?. 

£ 

0 

a; 

c 

Ll< 

c 

0) 

"~" 

S 

X 

0 

^ 

í: 

c; 

P* 

>i 

■"' 

'-' 

'5 


c    ;i?    1;    c;    P 


_3  ^  Ji  _o  _g  £  £ 
c  r  r  ;_  ©  5  Q 
=    S   S   S   =    5    ~ 


:    te 


^ 

^ 

> 

¿ 

c 

8. 

s 

"a. 

-^ 

< 

S 

-í 

i 

-0 

■5 

■¿3 

•i 

Jl 

,■£ 

2 

-<; 

6 

d 

© 

3 

~ 

-^ 

j^ 

^  .= 

p 

^ 

"?^' 

6 

i^ 

tí 

3 
0 

2 

6 

d 

a 
tí 

■ü 

d 

tí 

a 

d 

tí 

a 

d 
2 
o* 

d 

tí 
3 
ü 
tí 

0 

O 

d 

■  ÍJ     3 

1 

d 

0 

■o 

3 
"0 

3 

s 

Q 

d 

tí 
tí 

d 

tí 
3 
o- 

© 

tí 
g 

3 

0 

■a 
a 
© 

o 

0 

3 

í2 

© 

a 

s 

S 

'a 

a 

a 

a 

^ 

^     ^ 

4-> 

■^ 

c 

^ 

N 

tí 

© 

© 

tí 

tí 

tí 

tí 

tí 

tí 

tí 

tí 

tí 

tí     tí 

tí 

tí 

tí 

.,^ 

a 

^ 

3 

3 

3 

3 

3 

3 

3 

3 

3 

3     3 

3 

3 

3 

3 

3 

3 

3 

3 

3 

3 

W 

W 

W 

w 

W 

K 

w 

a 

w 

W    W 

K 

W 

w 

w 

w 

w 

W 

w 

K 

a 

457 


i 

a- 


■  o  o 

-  o  ü 

=  a  a 

•<  o  o 


O  O   O   a 


a 

O 

(>i 
o 

ü 


<)  «ij  '5 


N    a    a 

cu    o.  ft 
o  <J  oj 


o 

O      03 


a 

03 

o 


a   S   o 
cá    2    N 

■^•5   3 


^    5    S 


$     03 


<! 


el 

o    ü 
ü    ü 

a    s 

0    o 


OÜ«J!OH|Z¡&HHtH 


o 
o 

.     O 


03 
O 
O       . 

cá 
o 

>5      t>l      o 

13     ^     rt 


.  03 
03  O 
Ti     +^     -^ 

I     ^     ^ 

CS 

a 

33 


o 

O 

r^ 

03 
U 

a 

03 
P- 
O 
(U 

Eh 


a 

03 
>> 
03 


o    o 
o    o 


o    W    W    Eh    E-i    ü 


p 


6£ 


,5 

p 

§ 

= 

.2 

J 

^ 

GC 

:r 

p 

"I? 

1 

X 

1> 

s 

X' 
X 
X 

o 

X 

C3 

1 

0) 

O- 

5 

V 

'i 

■S 

a' 

— 

5 

2 

í 

s 

•5-. 

*> 

o- 

ó 

a 

o 

c: 

1) 

SL 

5c 

3j 

_^ 

J¿ 

_• 

■Z' 

Oj 

^ 

1; 

OJ 

1> 

s 

di 

^ 

c3 

r; 

" 

— 

^ 

-i^ 

-^ 

^ 

_^ 

*c 

~ 

'^ 

'^ 

o 

■^ 

"3 

c2 

1 

1 

a 

^ 

j 

:- 

1 

~1 

1 

3j' 

.-       CS 


o- 


O 

a 

a 

03 

o 


o 

a 

O"      . 
03     O 

tí    tí 


o 

03 

a 
o 

03 

a 

03 
O 

a 


o 
o 

p, 

CS 

g    o 

CS      CS 

■a  T3 

a    a 


o 

a 
a 


?■  2 

■i  a 

-~,  o 

o 

a  3 

cS  ;3 

03  m 

3  p, 

a  a 


03 


p.  p 

03     03 


03 

a 
p. 
tí   tí 


N 


o 

J_ 

■ — . 

CS 

tí 

rB 

o 

ü 

o 

o 

cS 

01 

<u 

tu 

tí 

a 

^ 

-a 

tí 

,a 

O 

o 

o 

o 

<D 

0) 

cu 

Q) 

458 


< 

P 

ce 


o 

1:     d     r^    t3 


I  'a  I  i  ^  I 

o<  -s    ft  5    a    o 
Eh  <J  O  <!  <!  B 


ja 

O     oí    +3 
$í    ><     fl 


di 

o 


2    "    i 


;í  03 


N       O 

ce    o 


CÜ'XhüEhX&hEhEh 


j3 

o 
o 
o 

o 

X 
ce 

a 

•i-H 

h1 


o 

os 

(-• 

^- 

2 

^ 

h) 

02 

c 

o 

«; 

o: 

*S 

<< 

O 

• 

35 

B. 

'3 

eá 

'C 

a: 

ci 

o 

K 

> 

-^ 

cá 

p 

0; 
> 

g 

01 

^ 

a. 

c 

r^ 

ci 

5 

__— 

"^ 

c 

(11 

C3     C5      0¡      g      C    i 

i-J  O  (-J   <   &H   fl^ 


O 

■tí 

'S 

O 

N3 

^ 

O 

ce 

'S 

ü 

g 
ai 

s 

'tí 

c 

ai 

.2 

■cS 

co 

es 

£ 
-c 

03 

'O 

bc 

03 

ct 

^ 

O 

6í 

as" 

6 

í» 

^3 

cá 

o 

03 

3 

£ 

s 

_  ^ 

3 

r2 

*fc^ 

^ 

'p. 

s 

c5 

'> 

U< 

'S 

oá 

;^ 

OJ 

OÍ 

QJ 

o; 

OJ 

a> 

C 

a> 

S 

t 

-a 

-c 

^ 

■^ 

■^ 

■^ 

<D 

-tí 

cS 

c 

^ 

^ 

Lri 

b 

t^ 

tn 

^ 

^ 

^ 

h 

b 

;h 

ci 

es 

oi 

cj 

— 

CS 

c3 

03 

03 

o: 

bt¡ 

SaD 

WD 

M 

ic 

se 

M 

M 

M 

y 

fct 

JJ^JjLjJKÍHjSh^ 


s 

-í 

« 

<: 

H 

1 

1 

4^ 

y: 

V 

Ó 

ce' 

y'^ 

i 

í~t 

;3 

'^ 

o 

d 

di 

, 

ce 
g 

03 

^ 
h 

X! 

a 

P 

ce 

Q 

ce 

1 

o 

00 

g 

3 

O. 

ce 

M 

M 

■4-» 
M 

4^ 
M 

o 

s. 

§ 

o' 

-o 

^<¿ 

í 

C 

fi 

5 

£ 

o 

J^ 

í 

1 

§> 

s 

c 

C 

C^ 

1 

a 

d 

>^ 

^ 

t--; 

H 

r«^ 

Í-; 

§ 

d 

d 

u^ 

'O 

d 

3 

!^ 

0) 

d 

cé 

a 
o 

o 

ce 

s 

a 

ce 

d 

ja 

ó 

;^ 

i 

03 

& 

eé 

-Í3 

o 

P. 

ft 

o 

be 

o 

•S* 

o 

o 

a 

'3 

C 

^ 

;-l 

hi 

^ 

^ 

ce 

ce 

ce 

ce 

03 

ce 

Oí 

O 

3 

í3 

sí 

•-D 

Hj 

1-5 

•-5 

•-3 

1-5 

l-D 

•-5 

>-3 

>-5 

1-5 

459 


a 

eS 

ó 
o 

r-H 

^ 

3 

03 

^ 

N 

O 

<0 

M 

C 

S 

'3 

cí 

& 

o- 

+d 

'3 

'-4J 

a 

rH 

o 

* 

s 

s 

•t-t 

0 

-4^ 

o 

a 

"3 

es 

O 

3 

2 

í^ 

Ph 

©■ 

o 

a 

fl 

a 

a 

^ 

£ 

r-t 

CS 

■3 

■3 

N 

N 

N 

-^ 

■M 

+-» 

ai 

O 

© 

0) 

A 

0. 

P- 

O 

0 

a> 

* 

En 

EH 

B 

s 

d 

d 

c5 

o 

•fH 

•r^- 

.4^ 

-M 

-*^ 

4^ 

si 

3 

■iH 

O 

0 

<S 

n 

a 

P- 

,£1 

o 

0 

<0 

««i 

EH 

B* 

En 

O 

o 


*  o 

xt  3 

íJ  p<  _• 

S  =s  s 

-  s  - 

Eh  K  o 


O 


-    -    5;    •/- 


íí   Sf   i    S-  sí 


© 

-3 

.-g 

>^ 

QD 

'x 

3 

^ 

5 

bC 

tu 

s 

c 

3 

o     .         o 

^^     o  oi 

ca   -rt     ■    SO 

^    ^    3  S  .2   ?    3    §    5^  -S   ,§    S 

wáww  ¿£555  080, 

SSSS  s^iziSS  000 

Anales.  T.  IV.— 58. 


0 

0 

d 

■d 

■a 

6 

a 

a 

0 

S 

oí 

3 

4^ 

4^ 

a 

ce 

3 

3 

¿ 

a 

0 

0 

0 

=á 

0 

3 

íí 

S 

^ 

|Zi 

s 

460 


< 


y. 


I  § 

a  -3 

o    o 

o 
ü 


u 

Sí 
tí 

9 
si 

3 

o 


¿2   2  tí  s  ^ 


Eh    o    Eh    Eh 


a 


a 

<*         -    - 

>í  >!  a 

o  o  .br  ^ 


■3    2  ^    3   s 


33      ^^      ^H 


^  fe;  43  S  Ü 


En 


ai     cé    73 


oi 

i    I- 
>í    O 

r-H  es 

■S  ^ 
Eh   Eh 


"3  S 

—    o 


a    ai    cá   3    a  ^ 

■       ■                  ai  si 

3  a 

3  ai 

E-l  >< 


a 
a 

O 


si 

a 


o 


Ph 


o 


K 


^  K  fJ  hJ 


r     X 


0)  -r; 


tí  ^ 


•=::;   o   G   c 


=    tx 

o    s 


^     -  —     i^r  -2     -.     X     S 

5.5         5~S.^"^c 

c     :;     :;     c;    x    ^^  ."    x     jj 


t.  t- ' — '  -t^ 


< 


o 
-a 
a 
a> 

3 
o 

a 


(« 

. 

C-T' 

g 

a 

<D 

^"~" 

d 

si 

tí 
0 

0 

ci 

3 

Sí 

d 

■4-» 

si 

tí 
cS 

d 

d 

d 
tí 

;^ 
oi 
bO 

3 

0 

o 

ai 

0 

ü 

ü 

0 

0 

0 

a 

a 

a 

CQ 

s 

be 

C3 

cá 

oi 

•d 

si 

si 

a 

C3 

C3 

S 

^ 

^ 

^.1 

;h 

u 

^ 

si 

si 

cá 

si 

si 

cá 

si 

ai 

<i 

c¿ 

si 

fM 

PM 

^ 

fM 

PM 

fM 

Ph 

PM 

P4 

(:iH 

fM 

O     p 


o 

■o 

a 

^   a 


000 


cá     có     cd     o3     c3     a3 


ai 

cá 

p^ 

^ 

U 

a 

a 

5 

03 

s3 

o 

ü 

a 

a 

:i 

03 

0 

0 

ü 

M 

N 

N 

N 

N 

461 


§■ 

O 

o 

¿ 

^ 

•I-I 

d 
u 

a 

a 

03 

p. 

oá 

■3 
o 

ce 

CS 
N 

C 
os 

0 
0 

■3 

a 

03 
0 

a 

i 

§ 

a 

o 

a 

p. 
<¡) 
a 
O 

'3 
o 

d 

0 

d 

03 

Oí 

o 

03 
O 

0 

oi 

P^ 

'3 

En 

oí 
0. 

0 

'3 

O" 

0 

1 

a 

d 

03 
X 
03 

S 

o 

N 
O 

3 
J3 

3 

■3 
cá 

0 

0) 

"3 

a 
1 

P. 

03 

0 

a) 
a 

a 

(«^ 

O 

tH 

< 

a 

Eh 

Iz; 

Eh 

S 

H 

|Z1 

<í 

ja 

0 


í3   a 

N      03 


o    a> 


a 


03 

3 

^    ^    o 

N      N      ce 


3 

S      03 

03   :3 


o 
o 


03 


§"  i  O' 

>.  >.i  a 


03     O 

o 


üEHSSüEHE-i|>iSEH!xt« 


«  i 

oi    ^ 
3     O 


O 
O 

"3 
o 
o 

03 


•^ 
< 


S 

c 
o 


—    •/- 

'S.     "Z     ~ 


Z  iC  3  S 
S  ~  iC  3 
-   -      bí 


S    S    i     S 


^     S£    3     bl 


^  -  -z  u:^  5 


^ 

t^ 

<: 

^ 

^ 

d 

1 

d 

3 

0 

■O 

3 

^■ 

r'i 

cé 

3 
0 

iC, 

6 

3 
3 

3 
0 
3 
o 

Ó 

d 

0 

u 

3 

a 

4-> 

3 
bo 

i 

d 

d 

a 
■% 

"a 

2 
0 

3 
es 

3 

■03 
> 

03 

3 
'3 

ce 
3 
0 

oi 

0 

■o 

3 
OJ 

03 
3 
0 
•03 

a 

oS 

CS 

■57 

(U 

<D 

0 

cu 

■  -< 

-PH 

0 

o 

o 

3 


p    o 


=*     o. 
03     2 


iS     <U      03     !>     o 
fTí       »"<       (.fi    "^     ■>-! 


3     U) 


^pHpMPMPMPMPHFMfMpHftfM         p^PMPnPLiPLiPMIXiPHllifl^ 


3     3 
FM    Ph 


3 
o 
o 

ce 

3 

•3 
O 
(D 

U 

3 


462 


>, 

o 

^H 

hÍ 

o 

% 

a 

U 

á 

< 

lá 

f3 

•< 

Ó 

o 

c3 

O 

>> 

2 

o 

■3 

d 

o 
1 

O 

o 
o 

1— 1 

ó 

a 

"3 

■■c 

s 

•r^ 

o 

o 

^ 

f3 

2 

o 

■g 

o 
ce 

a 
2 

o 

o 

a 

a 

o 

a 

o 

O 

-4^ 

ü 

S 

< 

<í 

< 

< 

El 

o 

sa 

á    i 
a     o 

sí  ^  -- 
o  :¿    „• 

o    ^  i 


tí      t4 


ü    o  S 


^    i^    2    =* 


^    13     o    +3 


ft  s  ^ 

m     -M  o 

■       N  N 

ca 

fl  . ,    „ 

a  p.  ^ 

4)  o     *- 


2  •S  á 


SEhE-iKEhe-i<ÍEh 


o 

tí 


'3 

I  ^ 

tí     o 

a     EH 


c 

o3 


C<    5 


c 

5 

C3 

c¿ 

O 

"^ 

ii^ 

;:; 

^ 

< 

;- 

Se 

M 

— 

^ 

ce 

O 

é 

o 

^ 

C5 

CS 

w 

S 

1 

c3 

1 

"o 

"c 

0^ 

*-w 

'o 

S 

> 

P> 

> 

o 

?- 

cí 

o 

T. 

O 

o 

f^ 

'p 

c 

■" 

r^ 

"Z^ 

^-^ 

o 

O 


os 


P<  o   3 

,S    te  "^  ^ 


o 

ci 


rií        .  ^        « 


CO 


H  u4  uj  s  -  <  :z 


st   tr   5    a   se 

,  "i     H^     rvi     r^i        -,        -í     ^^         -t        -1 


ti 


Q 

-< 

o 

« 

<; 

=3 

H 

6 

S 

Ó 

p 

1 

o 

■si 

o 

'■B 

■CS 

p 

[SI 

p 

^ 

O 

a 

*j 

tí 

o 

ft 

■cá 

S 

c3 

■tí 

3 

? 

•O 

^ 

P 

? 

? 

O 

%t 

u 

^ 

;^ 

u 

-M 

s 

^ 

s 

¿ 

S 

s 

í 

fM 

P4 

Ph 

FM 

PM 

Ph 

PM 

O 

o 

■M 

•o 

-d 

^ó 

a 

a 

p 

tí 

*?^ 

d 

<0 

o 

3 

•¿ 

o" 

d 

o 

es 

3 
a 

ÍJi3 

d 

■? 

o 

o 

■m 

(D 

u 

u 

h 

<o 

<1) 

0) 

o 

O 

3 

íí 

í^ 

3 

3 

a 

s 

3 

O 


o 
tí 

f3 


&&&&&&&&& 


M    M 


463 


E 

y-. 


(S 

O 

o 

o 

<s 

é 

1— i 

a 

O 

s 

p. 

cS 

O 

o 

o 

■3 

d 

■3 

é 
4^ 

oá 

1— < 

ej 

O 

ü 

O 

oí 

a 

a 

S 

■S 

+j 

s 

s 

-^ 

? 
a 

3 

cS 

o 

có 

j3 

es 

o 

a 

flS 

A 

|3 

a 

ü 

o 

a 

s 

cp 

o 

cé 

43 

o 

t-4 

cS 

N 

3 

|il(l,S|21pH<j<l<ijo 


N 

'3 
K 


N    -5    Ti 


s   O 


(j 

03 

b) 

0 

C8 

g 

0 

03 

u 

1 

^ 

§5 

<A 

■^ 

>>  -^ 

1^ 

d 

í 

0 

A 
0 

tó 

•4-i 

0 

ü 

N 

0 

0) 

el 

>> 

"3 

i 

CS 

S 
a 
0 

é 
ü 

p.  ^ 
2  0 

!■§ 
2    ís 

>> 
0 

^ 
0 

Mom 
Mepi 

a 

0 
0 

O" 

El 

CS 

0) 

o 

< 

o   É^ 

w 


0 

ÍT^ 

« 

0 

ce 
<l) 

i 

•o3 

"oí 

c 

cd 

^ 

0 

Tr 

C3 

3b 

s 

2 

'p. 

cS 

0 

te 

0 

S 

a> 

1> 

o 

0 

^ 

^ 

?-' 

^' 

^ 

^ 

. 

-r- 

^ 

^ 

^ 

C3 

CS 

tao 

j:: 

M 

a 

~ 

^ 

Sí 

Cío 


d 

m 

o3 

c» 

T3 

m 

oS 

^ 

!-< 

Xfl 

0 

ü 

03 

cS 

^dí 

cá 

■i 

0 

c; 

1 

ci 

ó 

0 

0 

Cí 

r^ 

"3 

£ 

'-P 

5 

cS 

0^ 

a 

ü 

"í 

n^' 

c 

*a> 

0 

CJ 

IX; 

■~ 

"5 

0 

ci 

0 

•^ 

0 

1 

Sb 

"ó 

1 

c5 

1 

CS 

te 

0 

o; 

c 
u 
ai 

■< 


"2 

p 

S 

c 

^03 


O 

cS 

a 


o  cS 

P<  _ 

03     cS  '43     u     '- 

O  ¿3    s  s    a    g 


o      S  ^ 

03      S  43 
Ü      cS 

^       rt  ° 

es  Ph 

cS  -«^ 

-o 


o 

a 


o 

■c 

a 

a 

3 


o 

'3 


N 


o. 

3 

N 
EH 


3 


O      3 


^ 


a  2 

■cá     03 


03      cS 
^      3 


«  K 


os 

a 

CS 

°    2 

I    § 
§  -§ 

a    S 


'C¿      ^      OÍ     tí      ^      cj      c¿ 


EhEhEhEh&^&hE-iEhEhEhEh 


464 


■J 

.-— ^ 

^   o 

f^ 

ol 

ci    .^ 

<! 

^ 

S     0 

B 

V 

O    ü 

ts 

Q>       03 

¡z; 

0 

^U 

d 

CIj 

■ — ' 

á^ 

+3 

s 

ü 

có 

é 

s 

g 

■M 

+3 

'S     03 

B 

0 

o 

2 

o 

1 

«— ( 

o 

o 

si 
W 

3 

M 
o 

ü       ^-H 

5   a 

o 

o 

i-H 

o    " 

N      O 


a 

o 

a 

ü  fe 


o3     H     H     Qj 


,te   ><    X  5    cs    s 


a  tí  ^ 


w 


>i    03 

Q   a 

3      03 


03 


En   O   ü   W   lZ¡ 


o 


03 


Si 

C3        Q 


X  r  r 


a 

-M 

c« 

o 

03 
O 
tí 

a 

oj 

N 

a 

a 
72 

03 

a 

x 

có 

O 

ce 

a 

O 

E-iE-iE-iümE-i<JÍ2¡ 


o 


—    1 — '  00 

-i:    =^         ci 
o  ~         S 


"o 


►J   ^   X  H  X   X  ^  £ 


o  'u 

<o  o    o 

u  u    ■ 

03  cú 


o 

^ 

1 

g 

1 

2 

a 

.s 

.-§ 

.o 

.--V 

■2 

^^ 

S 

.S" 

^.^ 

.^ 

ce 

Ó 

c^ 

3 

d 

5^ 

IC 

j^s: 

•O 

cé 

A 

> 

d 

03 

d 

d 

■*- 

á 

^" 

t*« 

i 

0 

S3 

2 

o 

a 

a 
o 

a 

d 

ó 
tí 

a 

O 

oS 

a 

c^ 

ü 

1 

a 
o 

d 

d 

3 
o 

a 

a 

-0 
o 

a 

oS 

■3 

a 

d 

3 

d 

,a 

03 

O 
01 

d 

03 

a 

9 

0) 

0 

03 

cá 

03 

03 

o 

a 

a 

a 

t>I) 

Sí) 

CS 

a 

'p< 

fj 

!^ 

u 

ID 

x 

>3 

o 

O 

O. 

h 

u 

Sh 

a 

a 

a 

O" 

'S 

03 

OS 

os 

oS 

03 

03 

cá 

03 

0) 

0) 

© 

o 

o 

(P 

0) 

.^ 

iH 

EH 

Eh 

Eh 

Eh 

E^ 

EH 

Eh 

Eh 

Eh 

Eh 

Eh 

&H 

&H 

Eh 

Eh 

'S 

é5 

S 

S 

&H 

S 

S 

O 

^^ 
03 

■o 

a 


465 


< 

te. 
•< 
S5 


o 


o 

o 

I 

9 

§ 


d 

oí 

o 

O 

a 

cu 

ü 

a 

CS 

0 

o3 

■♦-» 

0 

0 

a 
0 

t 

á 

0 

0) 

ft 

rt 
^ 

c3 

S 
^ 

2 

0 

0 
0 

ce 

u 

u 

0) 

0 

N 

© 

S 

0 

&H 

t« 

ti 

o 

!^ 

Eh 

Eh 

Eh 

En 

«  . 

a  s 

o  ai 

cd  I) 


-     (U     (U     (P     cs      ¡^ 
S    Eh    tH    Eh    O    M 


d 

P  u 

ce  o 

o  ° 

■2  o 

^  te 

o  " 

Eh  Eh 


ti 
O 

'3 

o 


a 
<á 
p< 

ce 

o" 
o 


o 

<! 
O. 


o; 


S    2     ^ 

J  '?  ^ 

c;    o 


ci 


01 

-^ 
oe 

O) 

.  s 

p. 

C3 


J  ¿  s 


p. 


a  t¡c 


o  -r     i> 


Í7J 

c 

c 

T¿ 

^ 

«0 

«0 

0 

■d 

-g 

^ 

Cli 

"E 

bc 

S 

cá 

a> 

a 

u 

ó 

C 

0 

aj 

(H 

0) 

c 
o 


l_i  '^  'w"  '•->'  >.X/  Qj  W        -    „  -i^  _/  -X/  ^  '-^  WM 


-d  :=    cj 


03 

03 


"    oj    _: 


C3      ce      C3      C3      Ci     .^L 
5C    bC    M    60    bC    !_" 

■3     S     =3     S     5    ^<1^     .        .      , 


ci      ci      .-      . 
tí    ti    M    c 

►J   ^J   J    -w 


O 

-^-      ci 


_    ai 


9' 


t.  "  ab 

p    o    aj 
►J  H  o 


c 
o 

< 


o  o 

<D  <D 

Si  fl 

bo  ce 

a  a 


&H    Eh 


0 

rfS 

1 

<-J 

0 

><: 

s; 

0 

-o 

6 

■ú 

a 

;h 

¿5 

ce 

'3 

a 

ce 

0 

3 
0 

a 

1 

0 

co 

CO 

b^ 

EH 

EH 

P     c3 

fl     03  - ■ 

ce 


M   -ti 


ti 
3 


p  a  a  ;^ 
3  0  3  0 
Eh   EH   EH   EH 


3    3 


ti         ti 
ti         ti 

N 


O 

■o 

a 


ce 
■O 

13 
O 


N       K      N       N 


EhEhEhEhEhEhEhEhEh 


466 


§ 


K 


a 


o 

o 

p 

'S 
o 


5   E-1 


<!  6 


n4  ■  V-i  '^.  '-' 


oi 
o 


tí   En    cs 


3 
o 

s 


5  ^    o 

rH     M     í**     M     M 


cá     tó 


ai 
o 

O        Q 

o 


n 
ce 

o 

l-H 

ce 

g   . 

0)     o 


E-i    6  i5  5 


ca 
o 
o 

I— t 
o 


o 

a 
o 


<     |X     >H 


O 

cS 

N 

d 

á 

tí 

tí 

tí 

oí 

o 

o 

ce 

N 

'>< 

o 

tí 
o 

o 
o 

tí 
o 


o 


o 
<a 

l-H 
tí 
P. 
ü 


tí 


tí 

O 

0  O 

&^ 

1  ^ 
tí     ü 


N 


O 


M     E^ 


tí 
P. 
N 

(D 

s 
o 


c 

a 


C5 

s 

-^ 

¿ 

s 

o 

ce 

M 

-4^ 

o 

5 

ce 

¿ 

£ 

ce 

>i 

> 

c 

£ 

c 

a; 

c^ 

o 

_ce 

o 

_:í 

S 

"tí 


o 


o 
o 


jr      -í      3i 


■a  i 


K  h:; 


ti    se   -    - 


-    ir   ti   tx 


<! 

05 

<! 

H 

cé 

Si 

ó 

ü 

p 

<u 

Ut 

, 

tí 

N 

tí 

o 

•^ 

3 

p 

ü 

tí 

O 

■Q 

P. 

■tí 

tí 

s 

tí 

O 

o 

& 

c 


es 

I 

j 


tí 

o 
tí 


■i; 

0) 

o 

s 

a 

á 

P. 

p. 

o" 

tí 

íD 

O 

o 

o 

%) 

í^ 

%t 

%t 

í-i 

(D     -S     -3      O 


o 

a 
tí 
■a 

n 
tí 
3 


PPt3t3t3|D¡Dt3t5t)t3Í3ÍJt3&t3Í3 


a 

cí 

> 

o 

u 
tí 

f3 

o 

tí 
u 
<u 
p< 

tí     ^ 
rt     o 

¿    ft 


467 


tí 
o 

CS 

s 

o 

es 

tí 
¿  2  ^  t 

d  «S  0)  ? 

"^  o  '=^  ::s 

Sg  flSl  S8^H 

ft^o--  Soool>í^  C-wo-SS 

EhüS©  W<¡<j<t!H[iq  E^EH<í|ZiE^ 


> 


NJ 


f^ 

eS 

T3 

tí 

•S 

P, 

ce 

.tí 

, 

•2 

d 

^ 

*rH 

•ri 

-*i» 

^ 

.tí 

3 

3 

>H 

O 

c« 

a 

P 

d 

5 

tí 

■o 

p 

p 

3 

d 

S 

3 

Ó 

a 

s 

íí 

O 

■5 

cá 

CS 

o 

ü 

'S 

;g 

O 

s 

3 

S 

s 

3 

>H 

t« 

>^ 

ÍH 

>H 

>^ 

S 
O 

a  es  .  -^        ■«  .5 

3    3.  003  o         ü 

BioScá  OeSaSO.a  2           S. 

sl-«g  .í5ggs.5.s^  §d^as 

I  al  g  s  II I  g  -g  5  &  i*  1 1  •§* 

tSaásSO)  033333^^  SSS''^'^ 

Anales,  T.  IV. — ó'J. 


468 


a 

o 
o 


'<'-        S 


o 
o 

"  & 

(1)        _ 

ce   ■;3 
ü    o 

N       O 


es 


oj   N   a 


2.  "^ 

o*  N 

ISI  (U 

'  3 


u 
<a 

a 


té      .     N 

p.  oi  t: 
o 


o      . 

o     o 

■3       N 


fí       SpM^jgotsjSüüW 


-i-t 

W 

ei 

O 

O 
o 

N 

'3 
K 


7.  s 


:-      íí     :-      - 


tu 

d 

-4-1 

fl 

d 

S 

■^ 

d 

d 

d 

H 
0 

"S 

o 

có 

s 

2 

S 

3 

d 

3 

ce 

S 
S 

¿3 

^ 

0 

0 

■ü 

0 

í: 

■c 

S 

s 

A 

¿ 

¿ 

a 

3 

s 

a 

ü 

p 

cS 

cS 

cS 

ce 

B 

p 

■cd 

a 

r^ 

a 

■rH 

.Í3 

.^ 

.^ 

.|3 

.C3 

.^ 

•4-J 

■♦J 

í3 

s 

[S]IS]IS]IS][^gt^^[^qNt^^t!^bqt^QIS] 


NOTAS. 


(1 )  ¿Cuál  es  el  origen  del  idioma  tarasco?  Xi  la  Historia  lo  ha  dicho,  ni  la 
ciencia  lo  ha  podido  averiguar.  Sólo  la  fábula,  que  tiene  el  privilegio  de  escalar 
los  cielos,  de  sondear  los  mares  y  de  penetrar  hasta  el  centro  de  la  tierra,  ha  des- 
cubierto ese  arcano.  La  mitología  mosaica  nos  ha  dado  á  conocer  el  origen  de 
la  pluralidad  de  idiomas  revelándonos  la  confusión  que  resultó  en  Babel  eviando 
los  hombres  intentaban  erigir  altísima  torre  para  eludir  los  peligros  de  vni  nue- 
vo diluvio.  La  mitología  azteca  nos  ha  revelado  también  la  confusión  de  len- 
guas que  surgió  entre  los  individuos  de  una  tribu  nahuatlaca  emigrada  del  C/»'- 
comoztoc,  á  su  paso  por  la  comarca  qvie  hoy  se  llama  Michiiacan,  y  de  la  cual 
confusión  surgió  hasta  con  su  gramática  la  hermosa  y  sonora  lengua  en  que 
exhaló  sus  postreros  gemidos  el  último  rey  de  Tzintziintzan.  (V.  la  nota  14-.) 

Un  cronista  indio,  Muñoz  Camargo,  en  su  Pedrizo  de  Historia,  hablando  de 
la  peregrinación  azteca,  dice  que  contentándoles  mucho  la  laguna  en  que  mora- 
ron ])or  mucho  tiempo  en  Michuacan,  «consultaron  los  sacerdotes  al  dioslluitzi- 
"lopocluli,  que  si  no  era  aquella  la  tierra  que  les  había  prometido,  que  tue.sc 
"servido  quedarse  á  lo  menos  poblada  de  ellos;  el  ídolo  de  ellos  les  respondió  en 
«sueños  que  le  plazía  lo  que  le  rogaban,  que  el  modo  sería  que  todos  los  que  en- 
«trasen  á  bañarse  en  una  laguna  grande  que  está  en  un  lugar  de  allí  que  se  dice 
«Pázcuaro,  así  hombres  como  mujeres,  después  de  entrados  se  diese  aviso  á  los 
«que  fuera  ciuedassen,  les  hurtassen  la  ropay  sinquelosintiessen  alzassenelReal, 
«y  así  se  hizo;  los  otros  que  no  advirtieron  el  engaño  con  el  gusto  de  bañarse, 
«cuando  salieron  se  hallaron  despojados  de  sus  ropas,  y  así  burlados  y  desampa- 
«rados  de  los  otros,  quedando  muy  agraviados,  por  negarlos  en  todo  n^udaron 
«el  vestido  y  el  lenguaje  y  así  se  diferenciaron  de  la  gente  ó  tribu  Mexicana.» 

Por  supuesto  que  á  la  Filología  de  nada  le  ha  aprovechado  este  mito. 

Los  dos  idiomas,  tarasco  y  náhuatl,  son  igualmente  hermosos,  y  am- 
bos son  polisilábicos.  Del  primero  dijo  el  P.  Nájera:  « Cuando  se  estudia 
«este  idioma,  se  vé  que  si  se  hubiera  de  inventar  una  lengua  no  se  haría 
«sino  imitando  el  tarasco.  Nada  le  falta,  y  es  tan  sencilla  que  parece  nada 
«tiene.»  Del  náhuatl  dice  Buschman:  «La  lengua  antigua  de  Anahuae  está  á  la 
•  altura  de  los  idiomas  más  perfectos  del  antiguo  mundo,  y  ofrece  material  pa- 
«ra  los  análisis  más  finos  de  gramática.»  No  obstante  las  perfecciones,  comunes 
á  uno  y  otro  idioma,  es  tan  protunda  la  diferencia  en  su  estructura  ó  mortolo. 
gía,  que  no  se  les  puede  atribuir  un  mismo  origen,  y  tiénese  que  confesar  que  los 
hombres  que  hablan  esas  lenguas,  no  sólo  son  de  nación  diferente,  sítio  que  esas 
naciones  tienen  su  origen  étnico  muv  diverso. 


470 

Aun  la  misma  palabra  tíirasco  no  tiene  una  significación  definida.  El  P.  La- 
gunes  dice  que  viene  de  tarhascue,  que  significa  suegro  ó  yerno;  y  el  cronista  Bau- 
mont  agrega:  «Llamaron  los  españoles  ícírascos  á  los  habitantes  deMichuacán, 
«porque  los  padres  entregaban  sus  hijas  á  los  conquistadores,  y  en  su  idioma, 
«tarascue  quería  decir  yerno,  v  sin  duda  llamando  así  ellos  á  los  españoles,  llega- 
«ron  ellos  á  aplicarles  ese  nombre.»  El  P.  Sahagún  dice  que  se  llamaban  tarascos 
del  nombre  de  un  dios  Taras.  En  medio  de  tan  diversos  pareceres  ninguna  luz 
traen  id  asunto  la  Filología  y  la  Historia. 

(2)  El  19  de  Septiembre  de  1526  se  fiíndó  el  pueblo  de  San  Francisco  Acárn- 
baro,  que  fué  la  base  de  operaciones  para  la  conqviista  de  Ouerétaro,  pues  toda 
aquella  tierra  estaba  bajo  el  poder  de  los  chichiniecas  que  no  habían  querido  do- 
blar la  cerviz  al  yugo  de  los  españoles. 

Trazóse  la  población  en  el  llano  del  Kamadero,  tomando  por  centro  de  ella 
una  cruz  que  se  había  puesto  allí  de  madera  de  sabino,  de  cinco  brazadas  de  alto. 
Señaláronse  diez  calles,  cinco  de  Oriente  á  Poniente  y  cinco  de  Norte  á  Sur,  y  se 
hizo  una  ermita  provisional,  en  la  que  colocaron  dos  campanas;  al  día  siguiente 
el  presbítero  D.  Juan  Bautista,  cura  de  Tula,  dijo  una  misa  al  Espíritu  Santo,  á 
la  que  asistieron  los  nuevos  pobladores,  las  tropas  del  cacique  y  gente  de  los  pue- 
blos inmediatos.  Se  rezó  el  rosario  y  se  cantó  el  alabado,  vinieron  de  poblado- 
res seis  caciques  principales  de  Jilotepec,  que  se  consideraba  del  reino  de  la  Nue- 
va Galicia,  todos  ellos  jóvenes  de  veinte  años;  éstos  tuvieron  los  solares  principa- 
les en  las  esquinas  délas  calles;  seis  caciques  otomíes  y  seis  tarascos,  cada  uno  de 
treinta  años  de  edad  y  cada  solar  de  cincuenta  brazadas  de  cuadro.  Al  acabar 
de  repartirse  estos  solares,  el  alférez  real  D.  Pedro  de  Cristo  Moctezuma  tremoló 
su  bandera,  dispararon  los  capitanes  y  oficiales  sus  armas  de  fuego,  lanzaron  al 
aire  sus  flechas  los  indios  amigos,  repicaron  las  dos  campanas  y  los  seis  tambo- 
res tocaron,  y  todos  los  que  estaban  presentes  gritaban  ;  Vítor  y  vítor  al  rev 
nuestro  señor  don  Carlos  V,  rey  de  España.'  En  este  mismo  tiempo  en  uno  délos 
cerros  inmediatos  los  chichiniecas,  qvie  estaban  de  guerra,  también  gritaban  y 
lanzaban  sus  flechas,  algunas  de  las  cuales  iban  á  caer  hasta  el  pueblo,  pero  sin 
atreverse  á  atacar,  porque,  según  parece,  á  solemnizar  aquella  ftmdación  habían 
concurrido  cerca  de  diez  mil  indios. 

La  relación  anterior  está  tomada  de  la  que  hizo  el  cacique  de  Jilotepec,  don 
Nicolás  de  San  Luis  Montañés,  pariente  de  Moctezuma  Xocoyotzin  y  conquista- 
dor que  fué  de  Querétaro. 

En  otro  lugar  dice  que  en  la  tarde  de  ese  día  hubo  paseo  solemne,  al  que  con- 
currió, y  describe  así  su  traje:  «subí  en  mi  caballo  blanco  que  le  llamaba  Walo- 
«na.  Yo  siempre  tengo  armado  mi  cuerpo  con  las  armas  que  dejó  Cortés  cuando 
«vino  á  esta  tierra,  puesto  el  morrión  con  sus  tres  plumajes  con  tres  colores  de 
«blanco  colorado  y  azul,  y  el  peto  en  la  mano  siniestra,  y  la  conducta  en  la  dere- 
«cha,  y  así  mismo  salimos  á  hacer  el  paseo  por  todas  las  calles  de  la  fundación 
«del  pueblo  nuevo  para  su  cumplimiento.  Duró  el  paseo  hasta  las  cinco  de  la 
«tarde,  se  acabó  de  hacer  el  paseo,  cuatro  horas  duró  el  paseo;  se  gastó  seis  arro 
«bas  de  pólvora »  1 

(3)  Apaseo  tuvo  legal  fundación  por  merced  que  provej'ó  el  virrey  D.  Anto- 
nio de  Mendoza  el  20  de  Marzo  de  1538,  en  el  lugar  que  también  era  llamado  por 
los  mexicanos  Atlayahualco. 

1    México  á  través  de  los  siglos.  Tomo  IL 


471 

Según  el  Sr.  Peñafiel,  signíñcahioar  de  comadrejas;  según  el  Sr.  Riva  Palacio, 
rosa  amarilla;  y  seganí  el  Sr.  Pedro  González,  donde  se  hizo  la  paz.  Como  nin- 
guno de  los  tres  da  razón  de  sii  dicho,  no  se  puede  discutir  la  etimología. 

El  Sr.  Pedro  González  dice  que  los  mexicanos  llamaban  Apaseo  á  Atlava- 
hvalco  que  significa  Donde  el  riego  rodea  la  tierra.  No  es  muy  exacta  esta  in- 
terpretación. Atlayahitalco  .se  compone  de  «í/, agua;  de  tlavahualli,  rodeo,  y  de 
c-o,  en;  y  significa:  «En  el  rodeo  del  agua.»  Tal  vez  con  esa  agua  que  rodea  riegan 
las  sementeras  en  aquel  lugar,  y  de  ahí  vino  la  interpretación  del  Sr.  González. 

(4-)  En  24  de  Octubre  de  1814  se  expidió  en  .\pacingan  la  primera  Constitu- 
ción Política  para  la  libertad  de  la  .América  Mexicana,  y,  aimque fueron  once  los 
constituyentes,  sólo  la  firmaron  D.  José  M.  Licéaga,  el  Ctira  D.  JoséM.More- 
los  y  el  Dr.  D.  José  M.  Cos. 

(5)  De  Carácuaro  era  Cura  el  Sr.  D.  JoséM.  Morelos  cuando  el  Cura  Hidal- 
go dio  el  Grito  de  Dolores,  y  de  ese  pueblo  salió  á  proclamar  la  insurrección  en 
las  costas  de  Acapulco,  después  de  la  entrevista  qvie  tuvo  con  Hidalgo  en  Inda- 
parapeo,  donde  le  nombró  general  del  Sur. 

(5*)  El  Sr.  Pedro  González  dice  queCoroneo significa «lugardondeserodea.» 
porque,  estando  situado  el  pueblo  en  la  cima  de  una  loma  con  arroyos  que  impi- 
den la  entrada  y  salida  cómodamente,  eso  sólo  se  hace  por  un  lado,  que  es  el  del 
camino  de  Terécuaro. 

(5**)  El  Sr.  Pedro  González  dice  que  Cuerámaro  viene  de  cuera,  librar;  ma, 
uno;  y  ro,  lugar:  j' no  de  Citaramii-ro,  lugar  de  ocotes,  que  no  los  hay  en  la  loma 
árida  donde  está  situado  el  pueblo,  ni  en  la  parte  baja,  que  es  un  fértilísimo 
valle. 

En  Cuerámaro  se  meció  la  cuna  del  insigne  patriota  Santos  Degollado. 

(6)  Desde  1548  empezaron  los  españ  oles  á  descubrir  vetas  de  minas,  y  en  1 558 
se  descubrió  laVeta  Madre  que  tiene  másde  14,000 varas  de  extensión.  Un  siglo 
después,  en  1658,  mandó  el  virrey  un  comisionado  á  beneficiar  las  platas  del  era- 
rio, y  se  le  recomendó  que  procediera  á  la  fundación  oficial  del  Real  de  minas  de 
Guanajuato.  En  1587  se  le  había  puesto  al  Real  el  nombre  de  Santa  Fe,  porque 
en  este  año  llegó  D.  Perafán  de  Rivera  con  el  nombramiento  de  Primer  Juez  ^■  de 
Superintendente  de  las  minas,  expedido  por  el  Emperador,  y  trajo  consigo  la  es- 
tatua de  la  Virgen  que  existía  en  Santa  Fé  de  Granada,  como  particular  regalo 
de  Carlos  V.  1 

(7)  Hayaquiro  no  significa  literalmente  «corral  de  puercos;»  porque  dice  ej 
Dr.  Peñafiel,  que  no  teniendo  nombre  propio,  en  tarasco,  el  puerco  ó  cerdo,  usa- 
ron de  bayaqui,  que  significa  «ratón,»  por  la  semejanza  que  pudiera  haber  entre 
estos  animales. 

Significando  Huayaquiro,  literalmente,  «corral  de  ratones,»  el  eqtnvalcnte 
mexicano  propio  es  Quimichtetzacuilco  ó  Quimichtepancalco  ó  Qiiimichcalco. 

(8)  El  19  de  Octubre  de  1810,  el  Cura  Hidalgo,  después  de  haber  engrosa- 
do su  ejército,  salió  de  Valladolid  para  ir  á  atacar  la  capital  del  Virreinato. 

1   Fcdro  González.  Breve  Estudio  sobre  Guanajuato. 

A.N.\LES.  T.  IV.— 59.* 


472 

«En  Indaparapeo  — dice  D.  Vicente  Riva  Palacio —  se  le  presentó  un  clérigo 
«pidiéndole  servir  en  el  ejército  con  calidad  de  Capellán.  Díjole  que  él  amaba  tam- 
«bién  á  su  patria  y  que  estaba  pronto  á  dar  su  sangre  por  ella;  que  desde  algu- 
«nos  meses  atrás  se  preparaba  á  la  ludia  fortificando  su  curato  de  Carácuaro; 
«que  había  llegado  á  sus  oídos  la  proclamación  de  la  Independencia  en  Dolores, 
«saludándola  como  el  principio  de  una  era  feliz  para  la  patria,  y  que  le  permitie- 
«ra  marchar  con  las  tropas.  La  voz  de  aquel  hombre  se  animaba  gradualmente, 
«y  al  concluir  su  corta  y  ardiente  relación,  su  acento  era  tempestuoso  v  terrible. 
«Los  principales  jefes  del  ejército,  presentes  á  esta  entrevista,  escucháronle  con 
«silencioso  respeto.  Hidalgo,  que  había  reconocido  en  su  interlocutor,  á  un  anti- 
«guo  discípulo  suyo,  en  la  época  de  su  rectorado  en  el  Colegio  de  San  Nicolás  de 
«\'alIadolid,  pidió  recado  de  escribir,  y  después  de  trazaralgunas  líneas  entregó 
«un  papel  á  aquel  hombre,  diciéndole:  — Seréis  mejor  general  que  capellán;  ahj 
«tenéis  vuestro  nombramiento. —  Ese  papel  contenía  lo  siguiente:  líPor  el  presen- 
«te  lo  comisiono  en  toda  forma  á  mi  lugar  teniente  el  Br.  Don  José  María  More- 
(i/os,  cura  de  Carácuaro,  para  que  en  las  costas  del  Sur  levante  tropas,  proce- 
ndiendo  con  arreglo  á  las  instrucciones  verbales  que  le  he  comunicado. — Miguel 
'Hidalgo y  Costilla.i  Morelos  no  pidió  armas,  hombres  ni  dinero, y  sóloadmitió 
«el  nombramiento  que  Hidalgo  acababa  de  poner  en  sus  manos.  En  seguida  se 
«separaron  aquellos  dos  ilustres  defensores  de  la  Independencia  para  no  volver  á 
«verse  más.» 

(9)  Tres  etimologías  muy  diversas  se  dan  de  Pázcuaro,  y  no  hay  elcnien. 
tos  pai'a  distinguir  la  verdadera.   * 

En  esta  población  de  Pázcuaro  hicieron  mansión  los  mexicanos,  durante  mu- 
chos años,  en  su  pei-egrinaeión  de  Aztlán  al  Valle  de  .\nahuac.  (V.  la  nota  1*) 

Después  de  la  Conquista  dejó  de  ser  capital  del  Michuacán  Tzintzuntzan,  v 
lo  fi-ié  Pázcuaro  hasta  el  año  de  1541  en  que  se  fundó  Valladolid  (hoy  Morelia  I 
y  se  declaró  capital  del  reino. 

(10)  El  23  de  .Abril  de  1541,  el  virrey  D.  .\ntonio  de  Mendoza  ordenó  la  fun- 
dación de  la  ciudad  de  Valladolid,  hoy  Morelia;  el  18  de  Mayo  de  1541  tomaron 
posesión  del  sitio  de  la  ciudad,  en  el  valle  de  Guarano^areo,  Juan  de  Alvarad o, 
Juan  de  Villaseñor  y  Luis  de  León  Romano;  todavía  el  10  de  Diciembre  de  1543 
se  concedió  una  prórroga  por  el  mismo  virrey  para  la  traza  y  asiento  de  dicha 
ciudad. 

La  ciudad  se  fundó  exi  un  terreno  que  pertenecía  á  Gonzalo  Gómez.  Se  le  dio 
el  nombre  de  Valladolid  por  ser  el  virrey- Mendoza  natural  de  la  ciudad  qvie  lleva 
ese  nombre  en  España. 

El  Sr.  Lie.  E.  Ruiz  dice  que  Guayangareo  es  corrupción  de  Gueyangareo,  que 
significa  «loma  de  semblante  aplastado.»  y  que  por  esto  algunos  traducen  loma 
chata. 

(11)  Pomoca  no  es  nombre  tarasco,  es  simplemente  el  anagrama  de  Ocam- 
po.  El  Sr.  D.  Melchor  Ocampo,  sabio  naturalista,  autor  de  la  mayor  parte  de 
las  Leyes  de  Reforma,  y  mártir  de  la  guerra  fratricida  (18G1 ),  poseía  un  rancho 
en  el  Estado  de  Michoacán,  qiie  hoy  se  llama  de  Oe£impo,  y  le  puso  el  nombre  de 
Pomoca.  * 

*   Véanse  al  fin  de  estas  notas  las  Rectificaciones. 


473 

(12)  \o  están  conformes  los  autores  en  la  etimología  de  Oiierétaro.  El  Dr. 
Peñafiel  dice  que  significa  "juego  de  pelota,»  y  el  Sr.  Y.  Kiva  Palacio  le  da  la  sig- 
nificación de  «pueblo  grande.»  El  primero  no  descompone  la  palabra;  el  segundo 
da  á  conocer  la  estructura  del  vocablo,  pero  es  varia  la  explicación,  pues  en  un 
lugar  dice  ciue  se  compone  de  queri,  grande;  de  ireta,  reunión  de  muchos  que  vi- 
ven juntos,  y  de  nro,  lugar;  y  en  otra  parte  de  la  misma  obra  dice  que  se  forma 
de  queri,  grande,  y  taro,  lugar  poblado.  Nosotros  nos  inclinamos  á  creer  que 
la  etimología  qvic  da  el  Dr.  Peñafiel  es  la  exacta,  porque  está  tomada  del  diccio- 
nario del  P.  Fray  Maturino  Gilberti  que  escribió  en  1539,  treinta  años  después 
de  la  conquista. 

Querétaro,  á  raiz  de  ésta,  era  uu  gran  pueblo  habitado  porchichimecas  indó- 
mitos. Los  caciques  de  Jilotepec,  cpie  se  habían  sometido  á  los  españoles,  des- 
pués de  fundar  Acámbaro  (V.  la  nota  núm.  2),  habían  hecho  algunas  entradas  . 
intentando  asentar  y  pacificar  el  pueblo,  pero  no  se  consiguió  el  objeto  hasta  el 
año  de  1531,  quedando  la  tierra  pacificada  completamente  hasta  1555. 

La  primera  entrada  á  Querétaro  fué  el  25  de  Julio  de  1522,  día  de  Santiago 
apóstol,  entonces  se  hizo  allí  la  primera  congregación  de  naturales,  y  se  admi- 
nistró el  bautismo,  y  entre  los  bautizados  estaba  el  capitán  de  los  chichimecas, 
á  quien  pusieron  pornombre  don  Juan  Bautista  Criado,y  su  mtijer,  que  se  llamó 
doña  Juana  Chichimecas  Criado.  Después  de  bautizados  los  caciques  celebraron 
su  matrimonio  conforme  á  los  ritos  de  la  iglesia  católica. 

El  capitán  de  aquella  conqviista,  D.  Nicolás  de  San  Luis  Montañés,  dice:  «así 
«mismo  fuénombrado  Capitán  general  porel  Reymi  Señor  Su  Magestad  parala 
«conqviista  de  esta  Gran  Chichimeca,  la  cual  la  conquistamos  veinte  é  cinco  mil 
«indios  Chichimecos  bárbaros  y  gentiles,  c|ue  estaban  agregados  á  este  pueblo, 
«que  se  llama  la  gran  Chichimeca,  é  después  se  intitidó  el  pueblo  de  Santiago  de 
«Querétaro,  provincia  de  Jilotepec » 

No  dejaban  sosegar  los  chichimecas  á  las  tropas  del  cacique  D.  Nicolás  que 
estaban  en  Querétaro;  afanábase  por  traerlos  de  paz  el  recién  convertido  caci- 
que don  Juan  Bautista  Criado,  representándoles  que  era  inútil  y  malo  tan  gran 
derramamiento  de  sangre;  pero  como  se  einpeñasen  los  enemigos  en  pelear,  el 
cacique  donjuán  Bautista  sugirió  un  medio  original  para  impedirlas  matanzas. 

Los  conquistadores  habían  colocado  en  un  cerro  que  llamaban  Sangremal, 
en  donde  ahora  está  el  convento  de  la  Cruz  en  Querétaro,  una  gran  cruz  de  «pie- 
dras decolores,  blanca,  colorada  y  morada,»  y  el  cacique  donjuán  Bautista  Cria- 
do dispuso  que  al  pie  de  la  Cruz  se  depositasen  todas  las  armas,  quedando  en 
guardia  de  ellas  mil  chichimecas,  y  el  resto,  desarmado  ya,  saliese  á  hacer  la  gue- 
rra á  puñetes  y  á  patadas  y  á  mordidas  como  los  gallos  contra  los  enemigos 
que  vendrían  también  sin  armas. 

Dióse  esta  singular  batalla  en  1522,  y  salieron  vencedores  los  cristianos  des- 
pués de  haber  peleado  desde  antes  de  salir  el  sol  hasta  muy  entrada  la  tarde.  No 
por  eso  se  dieron  de  paz  los  cristianos;  todavía  en  tiempo  del  virrey  don  Luis 
de  Velasco  tuvo  el  cacique  don  Nicolás  de  San  Luis  que  hacer  una  expedición,  pa- 
ra la  cual  envió  el  virrey  treinta  escopetas  y  cien  caballos;  y  don  Nicolás  refiere: 
— «me  puse  en  mi  caballo  blanco,  que  se  llama  XííWaIoma,  con  un  lunar  en  la  frén- 
ate, es  caballo  muy  gentil,  y  sólo  en  oír  la  caja  y  clarín  se  ponía  en  el  aire;  en 
«tiempo  de  la  guerra  mordidas  les  daba  á  los  indios  chichimecos  bárbaros.  Me 
«puse  las  armas  de  punta  en  blanco  con  todos  mis  cacic[ues,  principales  capita- 
«nes  3'  caudillos,  alféreces,  sargentos,  maestre  de  Campo  y  alguacil  déla  guerra, 


474 

«y  clen:ás  de  mi  ejército,  y  salimos  á  conquistar  á  todos  los  indios  chichimecos 
«bárbaros  gentiles  que  había  en  esta  comarca."  1 

La  historia  de  la  Cruz  es  muy  importante  en  la  conquista  de  Ouerétaro,  por- 
que se  refiere  en  crónicas  coetáneas,  que  los  chichimecas  exigieron  para  abrazar 
el  cristianismo  que  se  colocase  en  el  cerro  de  Sangremal  una  cruz  semejante  á  la 
que  sus  adivinos  los  zaurís  les  dijeron  que  se  había  de  adorar.  Pusiéronles  pri- 
mero una  cruz  de  madera;  pero  los  indios  no  quisieron  admitiida,  diciendo  que 
no  era  aquella  la  verdadera  cruz;  colocóse  después,  por  darles  gusto,  otra  de  pie- 
dra, con  la  que  tampoco  estuvieron  contentos;  entonces  el  cacique  don  Nicolás 
encargó  á  donjuán  déla  Cruz,  queyase  llamaba  «maestro  arquitecto, »y  que  en- 
tendía el  oficio  de  cantería,  que  saliese  á  buscar  una  cruz  que  pudiera  agradar  á 
los  indios  para  tenerlos  pacíficos.  Salió  acompañado  de  cincuenta  caciques,  y 
encontró  cantera  para  labrar  una  cruz  de  «tres  colores,  blanco,  colorado  y  mo- 
rado y  piedra  de  cantera  espejosa.» 

Fabricóse  la  cruz  y  fué  colocada  en  el  lugar  C|ue  se  había  designado,  condu- 
ciéndose hasta  allí  en  gran  procesión  en  que  iba  todo  el  ejército;  se  dijo  tina  mi- 
sa, A- los  chichimecas  llamaron  al  ¿aun  para  consultarle,  y  éste  declaró  que  esa  si 
era  la  verdadera  cruz,  porque  vio  resplandores  y  ángeles  y  palmas  y  coronas  de 
rosas  circundando  la  cruz  bajo  una  nube  azul  que  les  daba  sombra.  En  la  con- 
quista de  Querétaro  se  multiplicaron,  además  de  la  de  la  Cruz,  las  relaciones  ma- 
ravillosas: referíase  que  el  sol  había  detenido  su  carrera  hasta  que  los  indios  cris- 
tianos acabaron  de  vencerá  sus  enemigos;  que  en  uno  de  los  combates  había  apa- 
recido el  apóstol  Santiago  en  un  caballo  blanco  y  completamente  armado  aj-u- 
dando  á  los  cristianos,  y  multiplicábanse  las  noticias  de  los  milagros  hechos  por 
la  cruz. 

No  tuvo  Querétaro  en  su  fundación  grande  importancia:  fué  sólo  una  con- 
gregación de  indios,  famosa  por  los  combates  que  se  dieron  allí  entre  los  indios 
cristianos  y  los  idólatras.  El  movimiento  comercial  y  la  propaganda  religiosa 
hicieron  después  del  humilde  cacicazgo  de  don  Juan  B.  Criado  una  ciudad  impor 
tante.  * 

(13  bis.)  El  Dr.  Peñafiel  dice  que  Tajimaroa  es  una  palabra  del  idioma  tarasco 
(cuya  significación  no  dá)  que  los  mexicanos  tradujeron  fonéticamente  por  Tla- 
himaloyan,  carpintería. 

ElSr.V.Riva  Palacio  dice  que  los  esijañoles  Rieron  los  que  le  dieron  al  pueblo 
el  nombre  de  Tajimaroa. 

En  medio  de  tan  encontradas  aseveraciones,  no  se  puede  asegurar  que  el  nom- 
bre sea  tarasco  ó  mexicano,  y  por  esto  nos  hemos  abstenido  de  poner  en  el  cuer- 
po del  Diccionario  su  significación  castellana  y  la  equivalente  náhuatl. 

(14)  Consumada  la  conquista  de  la  gran  ciudad  de  México,  Cortés  tuvo  co- 
nocimiento, por  las  conversaciones  de  los  mexicanos,  del  gran  pueblo  de  Michua- 
can,  j-  envió  á  un  soldado  llamado  Villadiego  á  que  fuese  á  explorar  aquellas  tie- 
rras, y  le  dio  por  compañía  algunos  naturales  amigos,  y  lo  proveyó  de  objetos 
de  los  que  acostumbraban  regalar  los  españoles  y  eran  de  tanto  aprecio  en  el  país 
como  presentes  ó  como  rescates  de  oro;  pero  Villadiego  partió  y  no  volvió  nun- 
ca á  saberse  de  él  ni  de  los  que  lo  acompañaban,  quedando  sólo  coino  refrán  has- 

1   México  á  través  de  los  siglos.   Tomo  II. 
*  Xo  hav  nota  13  en  el  oritrinal. 


475 

ta  nuestros  días  el  tomar  las  de  Villadiego,  que  se  dice  de  uno  que  parte  sin  que 
haya  seguridad  de  que  vuelva.  1 

Pocos  días  después  mandó  Cortés  á  Francisco  Montano  acompañado  de  tres 
españoles,  de  veinte  señores  mexicanos  y  de  un  intérprete.  Seis  días  hicieron  de 
camino  para  llegar  á  Tzintzuntzan,  que  era  la  capital  de  Michuacan,  situada  á 
setenta  y  ocho  leguas  de  México,  y  residencia  del  rej-,  á  quien  los  antiguos  cro- 
nistas llamaron  Tangajuan,  y  sus  vasallos  Tzintzicha,  que,  en  opinión  de  algu- 
nos, quiere  decir  voz  dulce,  ó  palabras  agradables,  ó  bellos  dientes,  como  quie- 
ren otros.  Alojados  convenientemente  los  embajadores,  los  visitó  el  rey,  y  des- 
pués de  varios  días  y  de  grandes  vacilaciones,  ofreció  su  amistad  á  Hernán  Cor- 
tés, por  medio  de  los  enviados.  Hizo  á  éstos  grandes  presentes,  y  envióles  acom- 
pañados de  muchos  de  .sus  vasallos  que  llevaban  cargando  todos  los  regalos;  v 
en  cambio  de  tan  fácil  condescendencia  no  exigió  más  que  un  lebrel  que  uno  de 
los  castellanos  llevaba  consigo,  y  el  cual  perro  ftié  sacrificado  por  los  michuaca- 
nos  en  el  altar  de  sus  dioses,  como  víctima  expiatoria  de  la  triste  debilidad  del 
rey  y  de  sus  consejeros. 

Al  regresar  la  embajada  á  México  vinieron  ocho  señores  principales  que  en- 
viaba Tzintzicha  para  hacerle  presentes  á  Cortés  y  comunicarle  su  resolución  de 
presentarse  ante  el  conquistador  para  darle  pruebas  de  su  buena  voluntad  y  del 
deseo  que  él  y  sus  vasallos  tenían  de  conocer  al  verdadero  Dios  y  la  verdadera 
religión. 

A  la  vuelta  de  sus  embajadores  quedó  Tzintzicha  espantado  con  la  relación 
que  le  hicieron  de  lo  que  habían  visto  en  el  campo  de  los  españoles.  Por  gratitud 
de  los  ofrecimientos,  ó  más  bien  dicho  por  el  temor  que  se  había  apoderado  de  su 
ánimo,  quizo  Tzintzicha  partir  en  el  acto  á  presentar  su  homenaje  al  conquista- 
dor; pero  sus  cortesanos  lo  convencieron  de  que  tanta  diligencia  era  indigna  de 
un  gran  monarca;  y  entonces  resolvió  enviar  á  su  hermano  Uhitziméngarí  (Ca- 
ra de  perro),  el  que  con  muy  grande  acompañamiento  llegó  hasta  Coj-oacán, 
donde  le  recibió  Cortés  con  mucho  miramiento,  haciéndole  simulacros  de  guerra, 
paseos  á  las  ruinas  de  la  ciudad  de  México  y  recíprocos  regalos.  Los  mexicanos, 
porque  Vhitziméngari  venía  del  país  de  los  colibríes,  le  llamaron  Huitzitzin,  Co- 
librí; y  los  historiadores,  adulterando  el  nombre,  lo  llamaron  Uchichilzi. 

Tomó  Uhitziméngarí  muy  satisfecho  á  la  corte  del  rey  su  hermano,  y  por  la 
relación  que  le  hizo,  ya  Tzintzicha  no  pudo  resistirse,  y  después  de  grandes  pre- 
parativos, partió  de  Tzintzuntzan  adelantando  mensajeros  para  prevenir  á  Cor- 
tés que  ya  iba  á  comenzar  el  viaje. 

Al  aproximarse  á  Coj-oacán  encontró  á  Cortés  que  había  salido  á  recibirlo 
con  gran  pompa.  La  primera  entrevista  de  Tzintzicha  con  Cortés,  en  medio  del 
campo,  produjo  mala  impresión,  no  sólo  en  los  mexicanos,  sino  entre  los  espa- 
ñoles y  entre  los  señores  de  Michuacan,  por  que  Tzintzicha  se  humilló  tanto  á 
Cortés,  que  más  parecía  un  subdito  en  presencia  de  su  soberano,  que  un  monar- 
ca delante  de  un  capitán. 

Lujosamente  vestidos  y  ataviados  iban  todos  los  señores  que  acompañaban 
á  Tzintzicha,  y  hacíase  por  esto  más  notable  el  humilde  traje  en  que  se  presentó 
3'  con  el  que  andaba  siempre  en  compañía  de  Cortés,  suponiendo  todos  los  que  le 
veían,  que  aquello,  más  que  modestia  ó  sencillez,  provocaba  empeño  de  mover 
en  el  ánimo  del  Conquistador  un  sentimiento  de  lástima  ó  de  benevolencia.  Tan- 

1  En  la  ópera  compuesta  por  el  maestro  R.  Castro,  titulada  Atzimha,  se  da  razón  del 
paradero  de  Villadiego. 

Anales  T.  IV.— 60. 


4/0 

lo  por  esto,  como  por  el  respeto  que  mostraba  en  todas  sus  acciones,  los  mexica- 
nos, que  de  antigua  tenían  mala  voluntad  á  Tzintzicha  y  de  peor  talantelo  veían 
pasear  con  los  dominadores  de  Tenoclititlan,  pusiéronle  al  rey  de  Michuacan  el 
apodo  de  Caczoltzin,  que  quiere  decir  en  el  idioma  náhuatl  Calzado  iñejo,  y  los 
españoles,  por  serles  más  fácil  pronunciar  esa  palabra,  llamáronle  Cahonzí,  y 
así  lo  nombran  la  mayor  parte  de  los  historiadores.  Los  cronistas  religiosos, 
que  ensalzan  la  sumisión  de  Tzintzicha,  aseguran  que  el  apodo  de  Caczoltzin 
con  que  los  mexicanos  le  llamaban,  significa  que  podía  andar  calzado  delante 
del  emperador  de  México,  cuando  á  todos  los  demás  señores  de  la  corte  y  tribu- 
tarios les  estaba  prohibido. 

Tzintzicha  volvió  á  su  capital,  y  poco  tiempo  después  llegó  allí  Cristóbal  de 
Olid  con  tropas  españolas  y  abadas,  en  busca  de  nuevos  descubrimientos  de  las 
costas  del  mar  del  sur.  Así  quedó  conquistado  y  sometido,  en  1522,  el  reino  de 
Michuacan. 

Veamos  ahora  el  desgraciado  fin  del  pusilánime  y  desventurado  rey  de  los 
tarascos. 

Cuando  el  feroz  NuñodeGuzmán,  presidente  de  la  Audiencia  de  México,  resol- 
vió expedicionar  por  el  interior  del  país,  la  cual  expedición  dio  por  resultado  la 
sangrienta  conquista  de  la  Nueva  Galicia,  hoy  Jalisco,  mandó  llamar  á  México 
á  Caczoltzin,  y  salió  con  él  el  22  de  Diciembre  de  1529.  .W  llegar  á  Ixtlahuaca 
le  hizo  poner  giillos,  y  al  llegar  áTzintzuntzan  lo  encerró  encadenado  en  un  cuar- 
to inmediato  á  la  cámara  en  que  él  dormía.  Así  encerrado  le  pidió  Guzmán  con 
gran  exigencia  diez  mil  hombres  que  sirvieran  como  Tamemes  (cargadores),  en 
el  ejército,  víveres  en  gran  abundancia  y  todo  el  oro  que  tuviera  guardado  y  pu- 
diera conseguir. 

Después  de  permanecer  Caczoltzin  varios  días  engrillado  y  gimiendo  en  estre- 
chísimo aposento,  contestó  á  los  emisarios  de  Guzmán  que  ya  había  mandado 
recoger  el  oro  y  que  fuesen  á  desengañarse  á  su  casa;  fueron,  en  efecto,  3-  encon- 
traron allí  gran  cantidad  de  rodelas  y  platos  de  oro  y  plata  que  fueron  entrega- 
dos á  NuñodeGuzmán;  pero  nada  satisfacíala  insaciable  codicia  de  este  hombre, 
V  después  de  quince  días  de  haber  tenido  preso  al  rey,  para  más  urgirle  y  sacar- 
le mayor  cantidad  de  oro,  mandó  que  le  dieran  tormento.  Lo  llevaron  á  otra 
casa,  y  allí,  ya  atado  y  delante  del  brasero  en  que  debían  quemarle  los  pies,  lle- 
garon dos  frailes  é  impidieron  que  se  llevase  á  cabo  aquella  bárbara  disposición, 
y  Caczotlzin  volvió  á  su  cárcel  en  donde  fué  encerrado.  Pasaron  así  siete  días 
durante  los  cuales  llegaron  los  indios  que  Ñuño  de  Guzmán  había  pedido  para 
Tamemes;  repartiéronse  entre  los  españoles,  pero  temiendo  que  se  fugasen,  á  la 
mayor  parte  de  ellos  se  les  puso  una  cadena  al  cuello,  como  fieras,  y  así  cargaron 
con  el  fardaje  del  ejército. 

Salió  Nviño  de  Tzintzuntzan  llevando  prisionero  á  Caczoltzin,  y  llegó  á  Pu- 
ruándiro,  último  pueblo  del  reino  de  Michuacan.  .\  tres  leguas  de  Puruándiro 
estableció  Guzmán  una  colonia,  en  la  orilla  del  río  de  Conguripo,  que  llamó  San- 
ta María  de  la  Purificación.  Allí  plantaron  cruces,  oyeron  misas  y  sacaron  pro- 
cesiones.  ¡Qué  cristianos  eran  estos  bárbaros! 

Al  establecer  el  campamento  mandó  Ñuño  de  Guzmán  construir  en  un  lugar 
ajjartado  un  cuarto  que  destinarse  debía  á  las  ejecuciones  de  justicia,  que  tenía 
va  el  pensamiento  de  hacer;  á  ese  lugar  mandó  llevar,  en  dos  días  distintos,  á  dos 
intérpretes  de  Caczoltzin,  indios.  Tres  alguaciles  dieron  tormento  á  aquellos  des- 
graciados exigiéndoles  que  confesasen  los  cristianos  que  había  matado  Caczol- 
zin  V  en  dónde  tenía  ocultos  sus  tesoros  y  sus  mujeres;  pero  como  nada  confesa- 


477 

ron  con  el  tormento  del  potro  ni  con  el  riel  a^ua, aplicáronlesel del fuegocon tan- 
to rigor  que  les  consumieron  los  pies  hasta  los  tol)illos,  sin  haber  conseguido  (|ue 
alguno  de  ellos  declarase  algo  de  lo  que  se  les  preguntaba. 

Al  otro  día  aplicóse  tormento  á  dos  parientes  de  Caczoltzin,  sin  ijue  de  am- 
bos hubiera  podido  obtenerse  tampoco  confesión  alguna.  Pero  no  era  Guzmán 
hombre  de  detenerse  ante  la  inutilidad  de  todas  aquellas  horribles  ejecuciones, 
ni  de  tener  compasión  de  los  sufrimientos  de  aquellas  víctimas,  sobre  todo,  délos 
intérpi'etes,  que  habían  quedado  tan  maltratados  del  tormento,  que  era  preciso 
llevarlos  siempre  en  camillas. 

Resuelto,  como  estaba,  á  obtener  de  Caczoltzin  hasta  el  último  grano  de  oro 
C|ue  pudiera  encontrar  en  Michnacan  y  además  todas  las  mujeres  de  su  familia, 
quizo  tentar  el  último  extremo.  Buscando  pretexto  para  atormentar  á  Caczol- 
tzin, inventó  en  su  contra  varias  calumnias,  y  una  de  ellas  fué  que  siendo  bauti- 
zado había  tornado  á  la  idolatría  volviendo  á  la  adoración  de  los  ídolos  y  sa- 
crificándoles víctimas  humanas.  Exigióle,  pues,  que  entregase  las  pieles  de  esos 
españoles  que  había  mandado  adobar  para  colocarlas  como  ofrendas  en  los  ado- 
ratorios. 

Un  día,  después  de  haber  atormentado  á  los  amigos  y  á  los  intérpretes  del 
rey  de  Michuacan,  fué  llevado  éste  á  la  casa  que  estaba  fuera  del  campo,  y  allí, 
con  asistencia  de  cuatroalguacilcs,  dos  intérpretes  y  vni  escribano,  dióse  tormen- 
to al  monarca.  Cada  vez  que  en  fuerza  de  los  dolores  se  sentía  Caczoltzin  falle- 
cer, pedía  hablar  conNviño  de  Guzmán;  apartábanse  todos  los  demás,  hablaba  el 
intérprete,  y  continuaba  la  ejecución.  Por  fin,  la  víctima  fué  retirada  del  tormen- 
to por  haber  prometido  más  oro  á  Ñuño  de  Guzmán.  Las  mujeres  de  la  casa  de 
Caczoltzin  fueron  traídas  ense¿fuida  al  campo,  y  la  suerte  que  corrieron  — dice  un 
historiador —  se  comprende  con  lo  que  dice  un  cronista  anónimo,  délas  jornadas 
de  Ñuño  de  Guzmán:  — «Esto  yo  lo  vi,  porque  como  á  río  revuelto,  yo  hube  dos 
«señoras,  la  vina  muy  principal,  parienta  de  Calzonzi,  que  me  dio  Juan  Pascual, 
«lengua,  á  excuso  de  Nvu^ío  de  Guzmán,  por  no  la  ver  andar  maltratada,  la  cual 
«envié  en  una  hanmca  luego  á  su  tierra,  con  sus  criadas  y  ciertos  indios  sus  va- 
«sallos » 

Lviego  que  regresaron  los  que  habían  ido  á  Michnacan  á  traer  oro  y  plata, 
al  día  siguiente  Ñuño  de  Guzmán  mandó  envolver  á  Caczoltzin  en  un  petate,  es 
tera  de  los  indios,  y  así  envuelto  lo  hizo  atar  á  la  cola  de  un  caballo,  que  lo 
arrastró  por  todo  el  real;  después,  aimque  muy  maltratado,  lo  sujetaron  áim  ma- 
dero, y  rodeado  de  leña,  se  le  puso  fuego  hasta  que  se  convirtió  en  cenizas,  rjue 
fueron  arrojadas  al  río. 

Así  terminó  su  vida  el  último  de  los  reyes  de  Michuacan.  Su  asesino.  Ñuño 
de  Guzmán,  murió  en  su  cama,  con  todos  los  auxilios  espirituales,  como  dicen 
los  devotos,  desmintiendo  una  vez  más  las  palabras  que  los  cristianos  atribuyen  al 
Espíritvi  Santo:  el  que  á  fierro  mata  á  fierro  muere. 

La  capital  de  la  provincia  de  Michuacan  encontráronla  los  conquistadores 
en  Tzintzuntzan;  allí  estableció  el  obispado  D.  Vasco  de  Quiroga,  su  primer  obis- 
po. Trasladó  después  su  silla  á  Pátzcviaro  y,  en  15S0,  se  pasaron  definitivamen- 
te la  capital  y  la  silla  apostólica  á  Valladolid. 

Tzintzuntzan  fué  fundada  por  los  tecos,  en  la  rivera  sudeste  del  lago  de  Pálz- 
cuaro;  y  por  la  asombrosa  cantidad  de  colibríes  que  hav  allí,  le  inisieron  ese  nom- 
bre, que,  como  hemos  visto,  equivale  al  nombre  mexicano  Iluitzitxilla. 

Carlos  V,  por  cédula  de  28  de  Septiembre  de  1534-,  declaró  que  Tzintzuntzan 
se  llamase  «Ciudad  de  Michuacan,  con  el  goce  de  primicias,  privilegios  é  inmuni- 


478 

dades  de  ciudad,»  pero  como  los  de  Pátzcuaro,  en  razón  de  haberse  pasado  allí 
el  asiento  del  Obispado,  pretendiesen  la  preeminencia,  el  rey  Felipe  II  confirmó 
los  títulos  y  antigüedades  de  Tzintzuntzan  como  ciudad  de  Michuacan. 

(15)  En  la  sierra  de  Nahuachín  y  Faradio  hav  un  punto  cpie  se  llama  Ohhpo 
Tirccua.  que  quiere  decir  «lugar  donde  comió  el  obispo,»  y  lo  llaman  así  sólo  por- 
que una  vez,  pasando  el  señor  obispo  Quiroga  por  allí,  se  detuvo  en  aquel  lugar 
para  tomar  algíin  alimento.  Tan  grande  así  es  el  amor  de  los  tarascos  al  vene- 
rable Ouiroga,  y  tan  grande  el  recuerdo  qtie  conservan  todavía  de  su  memoria. 

(16)  El  inmortal  obispo  de  Michoacán,  D.  Vasco  de  Quiroga,  importó  á  la 
Nueva  España  c\  plátano,  lo  plantó  en  Ziricuaretiro,  j'de  allí  se  propagó  á  todo 
el  país. 

Un  biógrafo  del  ilustre  obispo,  citado  por  el  Dr.  A.  Feñafiel,  dice  á  ese  pro])ó- 
sito:  — «determinó  traer  consigo,  el  obispo  Quiroga  de  la  isla  de  Santo  Domingo, 
«donde  estuvo  á  hacer  agua  (á  su  vuelta  de  España,  en  1547),  algunas  plantas. 
«Y  de  hecho  sabemos  que  hasta  esta  provincia  traxo cinco,  las  cuales  puestas  en 
«ini  terreno,  cpie  consideró  á  propósito,  han  midtiplicado  progresivamente,  se 
«plantaron  en  Tziriquaretiro,  cerca  de  Taretan,  lugar  sin  duda  el  másacomoda- 
«do  por  la  semejanza  en  el  temperamento  con  la  isla  de  Santo  Domingo.»  En  otro 
lugar  dice  el  mismo  biógrafo:  — «Aquí  fué  donde  se  dieron  los  primeros  plátanos 
«de  la  Nueva  España,  y  de  aquí  se  ha  llenado  toda  ella.» 

(17)  A  propósito  del  pueblo  de  Paracho,  es  digno  de  conocerse  lo  que  refie- 
re el  Gral.  Vicente  Riva  Palacio  para  ponderar  la  veneración  que  tienen  en  at[uc- 
llos  lugares  por  la  memoria  del  ihistre  obispo  D.  Vasco  de  Ouiroga.  * 

Dice  el  ilustre  historiador:  — «En  el  año  de  1866,  en  tiempo  de  la  guerra  con- 
«tra  los  franceses,  pasaba  yo  con  una  división  de  infantería  por  la  sierra  de  Fara- 
«cho,  y  en  un  punto  en  que  el  camino  se  ensanchaba  formando  una  pequeña  pla- 
«zoleta,  descubrí  un  pequeño  altar  ó  monumento  rústico  de  cantera,  de  im  poco 
«más  de  un  metro  de  altura  3' sin  adorno  de  ninguna  clase;  por  delante  y  al  pie 
«de  este  monumento  el  terreno  estaba  algo  hvindido  formando  una  pequeña 
«oquedad,  como  esas  que  se  ven  en  los  caminoscarreteros  muy  transitados  y  po- 
«co  cuidados;  la  curiosidad  me  hizo  detener;  procuraba  buscar  algo  que  me  indi- 
«cara  el  objeto  ó  el  origen  de  aquel  monumento,  cuando  vi  desprenderse  de  las 
«filas  á  muchos  soldados  que  llegaban  corriendo  y  sin  atrepellarse,  metían  el  pie 
«derecho  en  aquella  oquedad  del  terreno  y  volvían  á  tomar  su  colocación  en  la 
«columna.  Muchas  mtijeres  hicieron  lo  mismo,  y  si  llevaban  niños  cargando,  los 
«ponían  en  tierra  y  les  hacían  meter  también  el  pie  derecho;  uno  de  los  oficiales 
«me  explicó  lo  que  aquello  significaba. » 

«Pasando  una  vez  á  pie  por  aquel  kigar  el  obispo  Ouiroga,  por  ser  tiempo  de 
«aguas,  el  terreno  estabafalso,y  aldar  un  paso  se  le  hundió  el  pie  derecho  dejan- 
«do  marcada  profundamente  la  huella.  Desde  entonces,  y  hace  más  de  trecientos 
«años,  aquella  huella  se  ha  conservado,  porque  desde  entonces  cuantos  indios  pa- 
«san  por  allí  van  á  meter  el  pie  derecho  en  aquel  agujero,  y  con  objeto  de  que  no 
«vacilen  ó  pierdan  el  lugar  se  colocó  aquel  rústico  monumento.» 

(18)  En  Zitácuaro  sufi"ió  el  insurgente  D.  Ignacio  Rayón  una  derrota  por  las 
*  V.  el  fin  de  estas  notas. 


479 

tropas  realistas  al  mando  del  feroz  general  Calleja.  Después  del  triunfo,  2  de 
Enero  de  1812,  mandó  Calleja  qvie  todos  los  vecinos  abandonaran  la  ciudad  pa- 
ra que  á  la  salida  del  ejército  fuese  reducida  á  cenizas.  El  conde  de  casa  Rui  fue 
el  encargado  de  la  ejecución  de  este  bárbaro  decreto.  Antes  de  salir  de  la  ciudad 
las  tropas  del  re^-,  se  les  concedió  licencia  para  saquear  todas  las  casas,  y  después 
de  haberla  abandonado,  siniestros  resplandores  se  alzaron  por  los  cuatrosjpun- 
tos,  y  las  llamas  consumieron  en  pocas  horas  ala  noble  Zitácuaro  convirtiéndola 
en  informe  y  negro  montón  de  ruinas  calcinadas.  ¡ Qué  amor  nos  tenían  mies, 
tros  padres  los  gachupines!  ¡Con  razón  Alamán  los  elogia  tanto! 

El  señor  Lie.  E.  Rviiz  dice  que  Zitácuaro  se  compone  de  zitacua,  medida  de 
sembradura  de  maíz  (dos  fanegas)  y  de  ro,  lugar;  de  suerte  que  en  náhuatl  co- 
rresponde á  nanbcaaubacalnulpa,  que  significa  «cuatro  medias  fanegas  de  sem- 
bradura.» 

(19)  Fué  ima  de  las  poblaciones  conquistadas  á  los  chichimecas  en  el  año 
del54-().  Esa  conquista  fué  consumada  por  los  PP.  Agustinos.  El  provincial  de 
éstos,  Fr.  Diego  de  Chávez,  hizo  un  lago  artificial,  en  154S,  desviando  las  aguas 
del  río  Lerma,  y  con  ese  inmenso  caudal  de  agua,  50  millones  de  metros  cvibicos, 
se  han  regado  los  terrenos  del  Bajío,  cerca  del  Valle  de  Santiago.  El  vaso  de  esa 
laguna  es  un  cráter  apagado,  de  los  varios  que  hay  en  el  Valle  de  Santiago,  que 
llamaban  Hapúnclaro,  «Laguna;»  pero  cuando  el  P.  Chávez  empezó  á  formar  el 
lago  artificial,  arrojaban  en  dicha laginia  los  cadáveres  de  los  que  morían  en  los 
trabajos,  y  desde  antes  echaban  también  en  ella  los  cadáveres  de  los  que  mo- 
rían en  la  guerra  de  conqiiista.  Por  esta  circunstancia  llamaron  después  al  lago 
y  también  al  pueblo  Yuririahapúnclaro,  que  significa  «Laguna  de  Sangre.»  El 
actual  gobernador  de  Guanajuato,  Sr.  Obregón  González,  ha  iniciado  última- 
mente la  obra  de  construir  un  gran  dique  que  aumente  la  capacidad  de  la  lagu- 
na para  que  pueda  suministrar  ciento  veinte  millones  más  de  metros  cúbicos 
de  agua.  * 

El  insurgente  D.José  M.  Licéaga,  huyendo  de  la  persectición  que  le  hacía  el 
jefe  realista  D.  Agustín  Iturbide,  se  retiró,  en  1812,  á  la  laguna  de  Yuririapúnda- 
ro,  donde  fortificó  á  toda  prisa  los  dos  islotes  que  en  aquella  se  hallan,  y  dio  su 
nombre  al  de  mayor  extensión.  Licéaga  los  unió  con  una  calzada  de  tres  varas 
de  ancho,  y  en  ésta  y  los  islotes  mandó  abrir  fosos  y  levantar  parapetos  y  esta- 
cadas, Iturbide  empezó  por  batir  á  las  nuinerosas  partidas  que,  diseminadas  á 
orillas  de  la  laguna,  tenían  la  misión  de  apoj'ar  á  los  defensores  de  los  islotes,  y 
las  destruj'ó  en  19  acciones  de  guerra  consecutivas;  fusiló  sin  piedad  á  cuantos 
prisioneros  cayeron  en  su  poder,  y  pudo  situar  su  campamento  á  tiro  de  cañón 
del  islote  mayor.  En  la  noche  del  31  de  C)ctubre  asaltó  la  fortificación,  y  tras  la 
débil  resistencia  que  opusieron  los  independientes  se  rindieron  desarmados  y  ven- 
cidos. De  los  defensores  de  la  isla  no  escapó  ninguno,  pues  los  que  no  cayeron  en 
manos  de  Iturbide,  que  fueron  fusilados,  perecieron  en  el  agua,  á  la  que  se  arro- 
jaron. 

Con  esta  catástrofe  quedó  confirmado  el  nombre  de  Laguna  de  Sangre  que 
desde  la  conquista  se  les  dio  á  aquellas  aguas. 

(20)  El  Sr.  Pedro  González  dice  que  Uriangato  no  significa  «Donde  hay  ba- 
ños termales,»  como  se  dice  en  la  «Nomenclatura  Geográfica  de  México,»  pues  ni 

*   V.  al  fin. 


-J80 

en  los  contomos  hay  tales  baños.  Segrin  el  Sr.  González,  Vriangato  significa 
«Donde  el  sol  se  pone  levantado,»  porque  el  pueblo  está  situado  en  la  cuenca  que 
hacen  los  cerros  del  Capulín,  del  Comal,  y  de  Ciipuato,  los  que  impiden  ver  ple- 
namente la  salida  y  la  ocultación  del  astro.  Tal  significación  se  dice  en  mexica- 
no Tountiiihicalaqiiian  occüc-í/ct/j,  lacual,  por  no  caber  en  un  solo  vocablo,  no  la 
pusimos  en  el  Diccionario. 

(21)  Fué  ñmdado  este  pueblo  con  indios  hiiachichiles,  en  12  de  Noviembre 
de  154.2.  » 

A  Péniamopertenece  la  hacienda  de  Corralejo  de  qvie  fiíé  administradorel  pa- 
dre del  cura  Hidalgo. 

(22)  Es  más  aceptable  la  segunda  significación  de  Irapiiato,  porque  el  Sr. 
Pedro  González,  de  quien  la  tomamos,  dice  que  la  población  se  ubicó  en  una  su- 
perficie cóncava,  donde  el  agua  del  subsuelo  está  á  muy  poca  profundidad,  al  gra- 
do de  que  en  el  antiguo  panteón,  para  hacer  las  inhumaciones,  había  que  desa- 
guar las  cepas  ó  que  echar  los  cadáveres  en  el  agua. 

Irapuato  fiíé  fundado  por  españoles  el  15  de  Febrero  de  154-7. 

(23)  Refiriéndose  á  Silao,  dice  el  Sr.  Pedro  González:  — «Ha  sido  imposible 
«descifrar  la  etiinología  de  este  nombre:  mientras  el  Sr.  Dr.  Romero  inanifiesta  que 
«viene  de  una  planta  umbelífera  que  allí  se  produce,  pero  que  no  se  conoce;  la  co- 
«rrupción  de  Siralnia  parece  que  es  el  origen  de  las  voces  silaguay  sinagiia,  pvies 
«los  primeros  pobladores  escribían  y  designaban  ala  población,  llamándola  San- 
'tiago  Silagua,  aunque  sinagua  procede  de  tzinacua,  y  silagua  de  s/ragr/a, la hu- 
«mareda.  ¿Se  podría  conjeturar  que  la  población  otomí  primitiva  era  este  kigar, 
«donde  el  vapor  del  agua  caliente  hace  una  perpetua  humareda  y  es  puntoenque 
«se  curan  enfermedades?   ¿Cuál  de  los  nombres  debiera  aceptarse?» 

En  1553  D.  Francisco  Cervantes  Rendón,  con  siete  familias  de  españoles  y 
otras  de  indios  otomíes,  formó  una  congregación  que  lué  el  nilcleo  de  la  actual 
Silao. 

(24)  El  Sr.  Lie.  D.  Eduardo  Rniz  dice  que  Tiiricato  se  compone  de  tvri,  ne- 
gro, v  de  huato  ó  huata,  cerro,  y  que  significa  Cerru  negro. 

*  V.  las  Rectificaciones. 


RECTIFICACIONES 

En  la  pág.  4-60  dice  Paracbo  (19);  léase  Paracbo  (17). 

,        ,,      ,,     Paízcoaro  (11);  léase  Patzcuaro  (9). 

„    „     „      461    „     Pén/aíjjo  (23);  léase  Pén/amo  (21). 

,,     ,,      464    .,      Taretnn  (13).    No  hay  nota  13  en  el  oriojinal. 


XYIII  Concreso  Internacional  de  Americanistas. 


ESCRITURA  PICTÓRICA 


MEMORIA  roK 


FRANCISCO  DEL  PASO  Y  TRONCOSO. 


Dc^'^ 


t\%'^ 


^^^s~ 


EL  CÓDICE  KINiaHOROEGII.    ALGO  DE  LO  (ILli  NOS  ENSENA. 


Espero  se  apruebe  por  los  americanistas  la  iledicatoria  (jue  del  «Me- 
morial de  los  indios  de  Tepetlaoztoc»  hice  á  uno  de  sus  antiguos  po- 
seedores, el  noble  y  malogrado  Kingsborough,  víctima  de  su  altruis- 
mo, á  quien  no  se  había  hecho,  hasta  ho}-,  el  homenaje  de  un  Códice 
que  perpetuara  su  memoria  entre  los  estudios;  á  los  que  hizo  él  tanto 
bien  poniendo  en  circulación  la  primera  obra  monumental  en  que  las 
pinturas  indianas  tuvieron  preferente  lugar,  cjuedaron  coleccionadas 
formando  serie,  v  se  pudo  hacer  de  ellas,  por  lo  mismo,  un  estudio  com- 
parativo que  dio  grande  impulso  á  los  estudios  americanistas  en  gene- 
ral. Defectos  tuvo  y  grandes  la  obra;  ]3ero  son  im¡)utíibles  nuis  bien 
que  á  Kingsborough  yá  suscolaljoradores,  al  atraso  de  la  época  y  á  la 
ineficacia  de  los  medios  entonces  empleados  para  la  reproducción  de 
originales  de  a(juel  género.  La  intención  de  Kingsborough  fué  sanísima; 
su  concepción  del  plan  de  ki  obra  resultó  grandioso  3-  admirable  para 
el  tiempo  en  que  se  llevó  á  cabo,  y  nuestro  agradecimiento  á  Lord 
Kingsborough  debe  ser  ilimitado,  por  haber  sido  él,  con  el  Duque  de 
Louhat,  los  dos  grandes  propagadores  del  Americanismo,  bien  que  no 
haj'an  recogido  uno  y  otro  el  mismo  tributo  de  consideración  de  sus 
contemporáneos  respectivos.  Al  Duque  de  Loubat,  por  justos  títulos: 
como  gran  Alecenas,  como  protector  del  .americanismo  y  de  los  que  á 
él  se  consagran,  profesámosle  afecto  sin  límites,  y  por  él  sentimos  gran- 

.\.NALES.  T.  VI.— 61. 


484 

(le  admiración,  y  nos  inspira  prutuntlo  respeto,  mientras  que  los  coetá- 
neos (le  KinLísljoroiiLíh  vieron  su  olira  con  indiferencia,  y  no  estimaron 
el  saeriticio  ([ue  aquél  procer  había  hecho  en  aras  de  la  Ciencia,  de  la 
cual  murií')  mártir,  á  raíz  de  haber  agotado  en  su  empresa,  con  la  inte- 
liiiencia,  su  fortuna,  y  de  haber  perdido  con  la  libertad,  su  salud.  Recibíi 
])ues,  en  desagravio,  este  pequeño  tributo  que  á  su  memoria  dedico;  3' 
cuando  los  estudiosos  hojeen  este  Códice  que  lleva  su  nombre,  pongan 
el  pensamiento  en  aquel  joven  malogrado,  y  consagren  también  á  su 
memoriíi  un  recuerdo  afectvxoso.  (|ue  bien  lo  merece  de  todos  nosotros. 
Dicho  esto,  entremos  en  materia. 

Como  cjucda  escrito  en  el  aviso  puesto  al  respaldo  del  forro  del  cua- 
derno en  que  se  ha  publicado  la  reproducción  fototípica  del  Códice,  á 
esta  edición  .seguirá  un  2°  Cuaderno  con  la  traducción  paleográfica  y 
lui  comentario  extenso  del  mismo  Códice.  Actualmente  me  limito,  por 
lo  mismo,  á  dar  una  ligera  idea  del  partido  que  se  puede  sacar  del  Me- 
morial de  agravios  elevado  al  Alonarca  español  por  los  indios  de  Te- 
petlaoztoc  contra  los  encomenderos  del  pueblo.  —  Ante  todo,  hablaré 
brevemente  del  Códice  mismo,  diciendo  que  su  estado  de  conservación 
deja  nmcho  que  desear;  pero,  con  todo  y  eso,  la  reproducción  se  ha  he- 
cho esmerada  y  fielmente,  gracias  al  empeño  de  tres  buenos  artistas: 
Air.  Donald  Alacbeth,  en  Londres,  y  los  Señores  Hausen  y  Alenet  en  Ma- 
drid. Hay  en  el  Códice  tres  ninneraciones,  dispuestas  por  folios  de  dos 
páginas,  y  todas,  por  motivos  que  diré  al  dar  á  luz  el  comentario  gran- 
de, tuve  qtie  desecharlas,  poniendo  arriba  numeración  ni:eva  por  pla- 
nas ó  páginas,  á  lo  cual  me  voy  á  referir  en  el  esbozo  de  comentario, 
hecho  al  correr  de  la  pluma,  que  tengo  la  honra  de  ofrecer  al  Congreso, 
con  el  testimonio  de  mi  profundo  respeto. 

;yuc  nos  enseña  este  Códice?,  dirán  los  escépticos.  ¿Qué  podemos 
aprender  en  el  examen  de  las  quejas  que  serranos  campesinos  recién 
convertidos  elevaban,  tosca  y  rudamente,  contra  sus  encomenderos,  en 
odio  tíd  vez  á  la  raza  que  los  haljíaíUjminado?  Aquí  repito  lo  cjue  hace 
veinte  años,  con  motivo  del  ((Códice  de  Santa  Catarina  Texúpan,»  dije: 
que  no  ]ior  ser  aquél,  sencillamente,  un  cuaderno  de  cuentas,  hechas  en 
pueblo  de  poca  importancia,  dejaba  de  tener  interés  en  el  estudio  de 
varias  cuestiones  referentes  á  la  Antigüedad  indiana,  y  entonces  lo  de- 
mostré con  ejemplos.  Así  quiero  hacerlo  ahora,  con  la  posible  breve- 
dad, repitiendo  lo  que  dije  aquella  vez,  y  agregando:  que  tiene  más  im- 
l)ortaneia  el  Códice  tepetlaoztocano  que  aquel  otro,  puesto  que  ateso- 
ra datos  históricos,  y  que,  hasta  de  la  entraña  desús  quejasy  agravios 
brotan  muchasenseñanzas;  además,  aparte  de  todo  eso,  el  Códice  Kings- 
boríjugh  nos  enseña,  de  luego  á  luego,  lo  que  habían  aprendido  los  in- 
dios por  la  observación  simple  de  lo  que  veían  practicar  á  los  españo- 
les, imitando  sus  procedimientos  y  métodos. 

Tenemos  como  ejemplo  sus  adelantos  en  pintura  revelados  por  este 
Memorial. — Dibujan  los  indios  en  sus  Códices  prehistóricos  figuras  hu- 


485 

luíin.'is  rÍL;i(1;is,cn  actitudes  forzadas,  faltas  de  flexüiilidad  en  los  movi- 
mientos, con  semblante  sin  expresión,  y  sobre  aqiiellíis  liguras  exten- 
dían los  colores  por  igual,  sin  tener  en  cuenta  los  efectos  de  luz  y  som- 
bni,  como  cjiíiera  ([ue  no  habían  puesto  línea  secundaria  ninguna  en  el 
semblante,  ni  pliegues  en  el  ropage.  Pero  vieron,  después  de  eoncpusta- 
dos,  las  pinturas  espafiolas,  y,  sea  que  por  afición  las  imitaran,  sea  (|ue 
les  enseñaran  ]os]5rocedimientos  nuevos  — C|uedetodo  hul)o,  i)or(|ue  los 
misioneros  pusieron  también  escuela  de  pintura — el  hecho  es  cjue  se  asi- 
milaron los  indios  el  arte  de  sus  dominadores,  é  introdujeron  en  su'  es- 
critura figurativa  lo  cjue,  ])or  ajena  enseñanza  ó  por  sí  mismos,  haliían 
aprendido.  El  Memorial  Tepetlaoztoc  es  un  buen  ejemplar  de  lo  que 
digo,  pues,  bien  examinada  la  pintura  y  analizado  su  desempeño,  debo 
confesar  (¡vie,  de  todas  las  escrituras  figurativas  que  por  mi  mano  han 
pasado,  es  una  de  las  más  perfectas  y  acabadas,  admirándosela  finura 
de  la  ejecución,  la  corrección  de  varias  figuras,  la  exacta  expresión  de 
los  sentimientos  (|ue  animan  á  muchas  de  ellas:  poseídas  de  la  cólera, 
como  el  Factor  Salazar  {púg.  54);  ó  afectadas  por  el  dolor,  como  el  in- 
dio á  c|uien  está  maltratando  {ibid.);  ó  revestidas  de  la  gravedad  ])ro- 
pia  de  un  juez,  como  las  figuras  de  Vergara  y  el  Doctor  Ouesada  {[)])■ 
70  y  SS) :  están  bien  pintados  los  ropajes  y  representados  con  viveza  la 
brillantez  de  los  colores  y  bástalos  visos  que  hacían;  finalmente,  no  era 
el  indio  que  acjuello  dibujó  é  iluminó  un  pintor  vulgar,  sino  verdadero 
artista,  que  se  asimilóy  adoptó,  en  mucha  i)arte,  losprocedimentos  eu- 
ropeos. Acertó  perspicazmente  á  representar,  aún,  el  diverso  estado  de 
ánimo  en  los  f|ue  realizaban  un  mismo  acto,  verbigracia,  el  de  cruel<l;id: 
compárese  la  faz  airada  y  actitud  mcjvida  de  aciuel  impulsivo  que  fué 
Gonzalo  de  Salazar  (pág:  54),  en  cuyo  semblante  se  retrata  la  cólera  y 
que  proyecta  su  cuerpo  adelante,  con  la  posición  erguida,y  la  expresión 
duray  fría  de  aquel  par  de  bellacos,  Espinosa  3' Luis  Vacfi  (pp.  44  y  ó'O), 
sirvientes  del  Factor,  y  se  verá  claramente  cómo  quiso  decir  el  jiintor 
f|ue  los  criados  eran  más  perversos  que  svi  amo:  nótese  además  (|ue, 
también  á  postura  erguida,  la  misma  expresión  de  frííi  dureza  se  retra- 
taba en  el  sembrante  de  aquel  otro  sayón,  criado  de  Cortés  {pág.  1 7), 
que  atormenta  con  fuego  á  4-  indios  principrdes,  y  se  verá  de  nue\  o  (nu- 
la opinión  del  pintor  acerca  de  los  criados  dclosencomenderos<'itril)uía 
mayor  crueldad  á  sus  actos,  ejecutados  á  sangre  fría,  cjuc  á  los  (|ik- 
procedían  de  un  ímpetu  de  cólera,  irresistible  á  veces  en  el  amo. 

Este  Memorial  puede,  así  mismo,  prestar  un  buen  servicio  á  la  Ico- 
nografía, y  es  otra  de  las  enseñanzas  que  nos  resultan  desu  estudio,  ¡jor- 
que tenemos  en  él  ima  verdadera  galería  de  retratos  tle  ])ersonajes  his- 
tóricos, algunos  de  los  cuales  desempeñaron  papel  mu}'  princijjal  en  los 
acontecimientos  de  aquel  tiempo;  y  no  se  me  diga  que  debemos  descon- 
fiar de  ellos  por  venir  de  cjtiien  vienen,  que  otros  hay  más  dignos  de  des- 
confianza por  ahí,  sin  tener  esa  procedencia.  La  mayor  ptirte  de  los 
retratos  contenidos  en  el  Memorial  no  figuran,  cjue  \'o  sepa,  en  galería 


486 

ninguna,  de  modo  que  vienen  á  llenar  lui  vacío  y  tienen  para  nosotros 
el  mérito,  siquiera,  de  haber  sido  pintados  por  contemporáneos  que  co- 
nocieron <á  los  ]iersonajes,  y  no  se  inventaron  de  cuerpo  entero  desptiés, 
como  varios  de  aquella  edad  C|ue  jjor  ahí  corren:  con  estos  retratos  del 
Códice  Kingsborough  podemos  decir,  por  lo  menos,  cómo  representa- 
ban los  indios  á  sujetos  españoles,  coetáneos,  mientras  que  los  otros 
retratos  que  dije  carecen  de  pruebas  fehacientes  que  los  acrediten. — Del 
célebre  personaje  que  fué  Gonzalo  de  Salazar;  de  los  gobern.'intes  de 
Nueva  España  en  aquella  época,  sin  duda  él  más  traído  y  llevado,  por 
sus  actos  de  arbitrariedad  y  jjor  el  arrojo  con  que  los  acometió;  de  él, 
digo,  hay  varias  figuras,  alguna  con  semblante  plácido  ipág.  64),  como 
qijiera  que  andaba  solicitando  un  concierto  con  los  indios  áél  encomen- 
dados, á  fin  de  que  le  proporcionaran  víveres  y  otros  efectos  que  necesi- 
taba para  ir  á  la  guerra  de  Xalixco;  pero  la  figura  es  demasiado  peque- 
ña, 3'  A'O  le  preferiría  la  otra  ya  citada  (pág.  34),  porque  nos  le  deja  ver 
tal  como  era,  dominado  por  sus  propensiones  impulsivas  3'  nos  le  figu- 
ra en  la  propia  edad  que  debía  tener  entonces,  cuando  había  3'a  echado 
canas. — Otro  personaje  que  formó  parte  de  los  Consejos  de  Gobierno  de 
Nueva  España,  el  Doctor  Antonio  Rodríguez  de  Quesada,  quien  fué  con 
el  tiempo  gobernante  de  Guatemala,  también  tiene  aquí  su  retrato  (pág. 
88),  sentado  el  sujeto  ensilla  de  brazos,  gravemente  desempeñando  su 
cargo,  con  vara  de  justicia  en  mano.  Fué  durante  varios  años  Oidor 
de  la  Audiencia  de  México,  en  tiempo  de  los  Yirre3-es  Mendoza  3-  Velas- 
co  el  Viejo,  jiasando  más  tarde,  por  sus  merecimientos,  como  Visitador 
á  Guatemala,  de  la  cual  Audiencia  se  le  nombró,  el  año  1555,  Presi- 
dente, 3'  desempeñando  ese  alto  cargo  acabó  su  vida,  unos  dos  ó  tres 
años  después. — Personas  de  menos  importancia,  pero  de  nombre  bien 
conocido,  también  figuran,  retratados  por  los  indios,  en  este  Códice: 
Miguel  Díaz  (pág.  22),  conquistador,  uno  de  los  encomenderos  del  pue- 
blo; Diego  de  Ocampo  (pág.  18)  que  le  precedió  en  la  encomienda,  per- 
sona bien  conocida  cjue  vino  á  Nueva  España  con  Don  Hernando  Cor- 
tés 3'  fuédelosprimeros  conquistadores;  por  último,  Juan  Sánchez  (pág. 
16),  criado  de  Cortés  3'  también  conqujstador  de  los  primeros. 

Ha3-  que  convenir,  sin  embargo,  en  que  las  páginas  del  Códice  que 
ma3'or  interés  ofrecen  son  las  doce  ó  trece  del  principio,  que  registran  da- 
tos históricos  y  geográficos  déla  época prehispánica,  interesantísimos. 
— Líi páginíi  1"  esundibujo,  sin  acabar,  de  Tetzcoco  3-sudistrito.  La  ca- 
becera tiene  un  determinativo  harto  singular,  formado  por  altos  riscos 
cerca  de  los  cuales  ha3^  un  hondero:  su  condición  de  metrópoli  queda 
expresada  en  las  otras  dos  figuras  que  á  los  lados  tiene,  y  son  dos  ce- 
rros con  tigre  3^  águila  encima,  indicando  que  allí  radicaba  el  señorío  3' 
nobleza  (Cuauhtli  Océlotl)  de  aquella  tierra:  el  determinativo  geográ- 
fico de  Tetzcoco  se  robustece  con  otros  parecidos  queha3^  en  el  «Códice 
cruciforme»  del  Atlas  Boban  (pp.  XV-XVII).  La  principal  población 
del  distrito  de  Tetzcoco,  allí  dibujada  en  preferente  lugar,  es  Cnntl—idwn, 


487 

con  determinativo  característico,  donde  se  vea  la  culebra,  Coatí,  echa- 
da junto  á  las  gradas  de  un  íenii)l(j  cuyo  techo  es  puntiagudo,  como  si 
aquella  fuera  su  habitación,  ichan.  Vénse  allí  también  los  pueblos  de 
Papalotla,  Soltépcc  y  otros;  pero  Tepetlaoztoc  no  figura  en  el  cuadro, 
faltando  así  en  esta  página.  La  jjlaiia  útil  que  sigue,  por  estar  la  inter- 
media en  blanco,  es  la  página  ó'<!  y  ésta,  bien  que  no  lo  parezca,  es  la 
misma  página  1"  en  la  (jue  faltan  3-a  Tetzcoeo,  Soltépecy  otros  varios 
pueblos;  pero  subsisten  Papalotla  y  Coatl-ichan,  con  su  determinati- 
vo propio,  esdecir,  el  mismo  templo  de  techo  puntiagudo,  solo  qtie  á  su 
I)ie  no  está  la  culebra.  Hay  en  el  cuadro  hermosísimos  detalles  y  acci- 
dentes de  bosques  y  montañas,  de  riscos  y  barrancos,  de  arroyos  ó  cur- 
sos de  agua  y  caminos,  que  dan  al  cuadro  interés  positivo:  allí  figura 
ya  Tepetlaoztoc,  estando  su  jeroglífico,  bien  conocido,  en  una  punta  ó 
remate  ó  extremo  de  serranía,  y  en  lugar  preferente,  representando  así 
el  cuadro  todo,  á  Tepetlaoztoc  y  su  comarca.  Con  estas  dos  páginas 
quisieron  los  indios  del  Memorial,  en  cierto  modo,  localizarse,  para  (pie 
se  tuviera  conocimiento  de  quienes  lo  escribían,  desde  qué  lugar,  y  cuál 
era  la  provincia  ó  distrito  (Tetzcoeo)  á  que  pertenecían. 

En  las  cuatro  planas  que  siguen  (pp.  de  4  á  T)  han  pintado  la  ge- 
nealogía de  sus  caciques,  con  la  prole  del  que  gobernaba  cuando  los  es- 
pañoles llegaron;  cada  personaje  con  su  determinativo  propio,  en  lo 
cual  hay  riqueza  silábico-figurativa,  como  también  la  ostenta  una  se- 
rie de  aldeas  ó  estancias  que  servían  á  sus  cacicpies,  y  cada  una  de  las 
cuales  viene  acompañada  de  su  determinativo  geográfico,  y  del  número 
de  tributantes  que  allí  habitaban.  En  la  página  4".  una  hermosa  com- 
binación de  figuras  de  brillantes  colores  representa  el  jeroglífico  del  pue- 
blo, en  que  hay  elementos  silábico-figurativos  redundantes,  con  los 
cuales  el  nombre  se  puede  fácilmente  deletrear:  Te  (labio,)  petl  (estera,) 
tía  (diente,)  óztoc  (en  la  gruta.)  Las  dos  planas  6x7  son  tal  vez  las 
más  iniportantes  del  Códice;  colocándonos  en  el  punto  de  vista  histó- 
rico, ¡jorque  registran  la  serie  de  sus  caciques,  desde  los  ¡primeros 
que  vinieron  á  fundar  el  pueblo,  hasta  el  que  gobernaba  cuando  el  Me- 
morial se  hizo,  formando  una  serie  de  ocho  señores,  cada  uno  con  su 
nombre  respectivo  en  elementos  silábico-figurativos,  que  fácilmente  se 
deletrean.  Las  figuras  están  hermosamente  dibujadas  é  iluminadas, 
viéndose  á  los  dos  primeros  caciques  llegar  como  vagabundos,  vestidos 
de  pieles,  dispuestos  para  la  caza;  _v  á  los  que  siguen,  ya  sentados,  y 
ofreciendo  con  el  curso  de  los  tiempos  un  modo  de  ser  más  culto,  reve- 
lado por  svis  trajes  de  tela,  y  asientos  de  resijaldo. 

Finalmente,  la  parte  que  tiene  datos  prehispánicos  referentes  á  la 
Historia  termina  con  6  planas  (pp.  8-13),  la  última  ocupada  con  una 
larga  é  instructiva  inscripción,  las  cinco  primeras  con  veinte  figuras  de 
indios  sentados  dispuestas  á  4  por  página,  cada  personaje  con  el  deter- 
minativo de  su  nombre,  3'  constituj'cndo  los  20  la  enseñanza  más  origi- 
nal del  Códice,  porque  nos  revela  cómo  estaba  organizado  aquel  pueblo, 


488 

que,  además  de  su  Señor  iiíitural,  tenía  20  mayorazgos,  heredando  de 
padres  á  hijos  la  dignidad,  que  les  constituía  en  proceres  de  aquella 
sociedad,  libres  de  pecho  y  servicio,  3- al  contrario,  servidos  como  el  Se- 
ñor mismo,  por  aldeas  que  les  proporcionaban  el  sustento  y  comodida- 
des de  la  vida.  Es  una  revelación  documentadadelo  que  significan  esos 
nombres  de  pueblos  en  donde  un  ntimero  está  siempre  combinado  con 
un  sufijo  geográfico,  sin  otro  aditamento;  verbigracia:  el  nombre  Chi- 
conauh-tla,  lugar  del  9,  ó  el  de  Cempoal-lan,  lugar  del  20.  Así  nos  expli- 
camos lo  que  realmente  quieren  decir  esos  nombres  geográficos,  3-  to- 
mando como  ejemplo  el  segundo,  Cempoal-lan,  ó  Cenipoala  como  noso- 
tros decimos  corrientemente,  loque  significará  es:  que  había  en  el  pueblo 
de  referencia  20  señores  de  2"  categoría,  como  si  dijéramos:  una  cla- 
se de  senadores  vitalicios  ó  por  derecho  propio,  cu^'o  número  nopasal^a 
de  20,  y  que  transmitían  sus  títulos  3-  prerrogativas  de  padres  á  hijos, 
á  manera  de  ma3'orazgos. 

Aquí  terminan  los  datos  prehispánicos,  3'  conclu3'e  también  el  esbo- 
zo de  comentario,  que  deja  mucho  en  el  tintero,  de  capital  interés,  por 
la  tiranía  'del  tiempo  3'  el  temor  de  cansar  á  los  Señores  Congresistas 
con  las  nuevas  divagaciones  que  serían  necesarias  para  comentar  las 
primorosas  figuras  que  todavía  encierra  el  Códice  dedicado  por  mí  á  la 
memoria  del  Lord  Kingsborough.  La  difiero  para  el  2''  Cuaderno  de 
la  edición. 

Madrid,  Mayo  de  1912. 

.\utorizo  I.'i  [lublicacióii. 

Troncoso. — Rúbrica. 


DOCUMENTOS 

RELACIONADOS  CON  LA  HISTOKLV  DE 

MÉXICO 

EXISTENTES  EN  LA  NIEVA 

BIBLIOTECA  PUBLICA  DE  NUEVA  YORK 


TRABAJO    PRESENTADO    POR    EL    SOCIO 

SR.  PROF.  D.  ALBERTO  M.  CARREÑO 


4-^í 


ü^'^\ 


En  el  últinu)  viaje  que  acabamos  de  haeer  á  la  metrópoli  america- 
na tnvimos  el  propósito  de  buscaren  la  Biblioteca  de  la  ciudad  de  Nue- 
va York,  elementos  que  nos  sirvieran  para  el  estudio  que  hemos  em- 
prendido acerca  de  las  cuestiones  de  límites  de  México  y  los  Estados 
Unidos;  y  al  efectuardicha  busca,  encontramos  cjue  existen  muchos  ma- 
nuscritos que  seguramente  habrán  de  ser  de  positiva  utilidad  para  la 
historia  de  México,  aun  cuando  algunos  de  ellos  no  sean  originales  si- 
no copias,  bien  que,  en  su  mayor  parte,  antiguas  y  tomadas  de  archi- 
vos tan  importantes  como  el  de  Simancas,  el  Escorial,  etc. 

Pero  antes  de  hablar  de  los  documentos  en  cuestión,  creemos  perti- 
nente dar  una  ligera  idea  de  lo  que  es  este  edificio  público. 

La  legislatura  del  Estado  de  Nueva  York  expidió  un  decreto  en  19 
de  mayo  do  1897,  acordando  la  erección  del  mencionado  edificio,  en  el 
cual  habrían  de  concentrarse  la  antigua  Biblioteca  de  Nueva  York  y  las 
fundaciones  llamadas  Astor,  Lenox  y  Tilden. 

El  sitio  elegido  para  la  Biblioteca  está  ubicado  en  un  solar  situado 
entre  las  avenidas  quinta  y  sexta  y  las  calles  40  á  42. 

Colocando  la  iDrimera  piedra  del  edificio  en  10  de  noviemljre  de 

1902,  la  Biblioteca  fué  abierta  al  público  el  día  23  de  mayo  de  1911. 

El  edificio  es  un  rectángulo  de  390  pies  de  largo  por  270  de  fondo  y 
tiene,  además  del  sótano  y  de  un  piso  bajo,  tres  pisos  superiores.  El 
área  total  del  edificio  es  de  ciento  quince  mil  pies  cuadrados. 

Este  edificio  contrasta  en  gran  manera  con  el  de  la  Biblioteca  del 
Congreso  situada  en  Washington,  porque  la  ornamentación  es  de  una 
severidad  completa  3'  no  haj'  los  frescos  y  mosaicos  que  se  encuentran 
en  la  última  de  las  citadas  bibliotecas;  pero  la  suntuosidad  del  edificio 
es  notable,  porque  el  mármol  se  ha  prodigado  á  manos  llenas  3^  los  mu- 
ros, las  escaleras,  los  pavimentos,  todo  es  de  mármol  y  las  puertas,  las 
lámparas,  etc.,  de  bronce. 

Anales.   T.  IV— 62. 


492 

Llama  la  atención  principalmente  en  este  edificio,  que  á  la  inversa 
de  lo  que  ocurre  en  muchos  otros  establecimientos  americanos,  la  Inz 
natural  alumbra  de  modo  perfecto  todos  los  departamentos  interiores,  y 
aun  cuando  es  posible  que  haya  algunos  en  los  que  la  luz  artificial  sea 
necesaria  durante  del  día,  nosotros  no  llegamos  á  ver  ninguno,  en  las 
diversas  ocasiones  cpie  estuvimos  en  la  expresada  Biblioteca. 

Tamlíién  es  digno  de  notarse  que,  independientemente  del  salón 
principal  de  lectura,  hay  otros  muchos  especiales,  en  los  que  uno  puede 
obtener  libros  sin  necesidad  de  ocurrir  al  salón  principal.  Así  por  ejem- 
plo: c[uien  desea  consultar  libros  raros  ó  manuscritos,  puede  ocurrir  al 
departamento  respectivo,  de  las  diez  de  la  mañana  á  las  seis  de  la  tar- 
de, y  allí  se  le  proporcionan;  y  sólo  después  de  cada  hora,  y  hasta  las 
diez  de  la  noche,  tendrá  necesidad  de  acudir  al  salón  principal  de  lectu- 
ra para  pedir  en  él  los  libros  raros  ó  manuscritos  que  pretenda  consul- 
tar. 

La  literatura  judía,  sea  otro  ejemplo,  tiene  también  su  deioartamen- 
to  especial  de  lectura,  como  lo  tienen  los  documentos  públicos,  es  decir, 
los  documentos  del  Gobierno,  y  muchos  otros  libros. 

En  esta  Biblioteca,  como  sucede  en  varias  otras  americanas,  se  acos- 
tumbra lo  cjue  todavía  nosotros,  por  desgracia,  no  podemos  hacer,  3- 
(jue  resulta  por  extremo  conveniente  para  lectores  que  carecen  de  tiem- 
po para  acudir  á  la  Bibliotecíi. 

Quienes  tienen  domicilio  conocido,  ó,  sin  ser  residentes  en  la  cividad, 
dan  la  referencia  de  personas  con  domicilio  fijo  en  Nueva  York,  que  las 
abonen,  pueden  sacar  los  libros  para  u.sarlos  en  sus  casas,  para  lo  cual 
tales  lectores  son  provistos  de  tarjetas  especiales.  En  el  piso  bajo  se 
obtienen  tales  tarjetas. 

En  este  mismo  piso  se  encuentra  el  salón  de  periódicos  antiguosj-a 
empastados,  así  como  el  de  lectura  para  niños,  puesto  que  en  los  salo- 
nes generales  sólo  pueden  considtar  libros  los  niños  de  diez  y  seis  años 
en  adelante,  salvo  que  estén  acompañados  por  algún  adulto. 

En  el  primer  piso  superior  se  encuentra  el  salón  para  recibir  visitas, 
el  destinado  para  la  exhibición  de  libros,  mapas  y  mantiscritos  raros,  el 
departamento  de  periódicos  de  actualidad,  la  Ijiblioteca  para  ciegos,  la 
tecnológica  y  la  de  patentes,  así  como  algunas  oficinas. 

En  el  segundo  piso  están  las  oficinas  del  Director  y  Subdirector,  las 
biljliotecas  eslava,  judía  3'  oriental,  3'  los  departamentos  consagrados 
á  «Ciencias,»  «Economía  Política  3^  Sociología»  3'  «Documentos  Públi- 
cos.» 

En  el  tercer  ¡siso  se  hallan  el  salón  principal  de  lectvira  3-  el  departa- 
mento de  catálogos. 

En  dicho  departamento  están  catalogados  todos  los  libros  de  la 
Biblioteca  por  medio  de  tarjetas,  que  es,  sin  duda  alguna,  el  más  apro- 
piado sistema  para  la  formación  de  grandes  catálogos. 

Ha3'  en  este  salón  mesas,  primorosamente  talladas  por  cierto,  en 


493 

donde  el  lector  puede  llevar  las  cajas  qvie  contienen  las  tarjetas  3'  allí 
buscar  cómodamente  el  libro  que  desea,  ya  por  el  nomljre  del  autor  ó 
3-a  por  la  materia  especial  que  necesita;  pues  las  tarjetas  están  ordena- 
das por  orden  alfabético  de  autores  y  de  materias. 

En  el  salón  principal  de  lectura  existen,  á  lo  largo  de  todos  los  mu- 
ros, estantes  en  los  cuales  se  encuentran  libros  de  historia,  de  sociolo- 
logía.dc  lingüística,  etc.,  que  los  lectores  puedan  tomar  á  voluntad,  con 
la  obligación  de  reponerlos  en  sus  lugares,  tan  pronto  como  hayan 
concluido  sus  consultas.  En  este  salón,  donde  los  lectores  que  desean  li- 
bros que  estén  depositados  en  otro  lugar,  presentan  sus  boletas  de  so- 
licitud respectiva,  y  en  un  período  no  mayor  de  quince  minutos,  según 
lo  indican  avisos  especiales,  debe  recibir  el  solicitante  la  obra  pedida. 
Las  remisiones  de  libros  .se  hacen  por  medio  de  un  mecanismo  de  aire 
comprimido,  de  igual  modo  que  se  efectiía  en  la  Biblioteca  de  Wash- 
ington. 

En  el  mismo  piso  tercero  están  el  salón  llamado  Stuart,  porque  en 
él  se  conservan  los  valiosos  donativos  de  Air.  Robert  S.  Stuart  en  pin- 
turas, grabados  y  otros  objetos  de  arte;  el  departamento  de  libros  so- 
bre arte  y  arc|uitectura;  el  de  libros  sobre  imprenta;  el  de  mapas;  el  de 
historia  americana;  el  de  genealogía  A'  el  de  mvisica,  así  como  las  gale- 
rías de  pinturas. 

Debemos  hacer  especial  mencióndelSr.  John  B.  Elliot,  del  «Departa- 
mento de  libros  raros  y  manuscritos,»  que  con  amabilidad  exquisita  .se 
sirvió  facilitar  nuestras  pescjuizas. 

La  circunstancia  de  que  nuestro  buen  amigo  el  Sr.  Ministro  D.  Vic- 
toriano Salado  Alvarez  hubiera  escrito  una  «Breve  noticia  de  algunos 
de  los  manuscritos  de  interés  histórico  para  México,  qvie  se  encuentran 
en  los  archivos  y  bibliotecas  de  Washington,  D.  C.»  nos  sugirió  la  idea 
de  adicionar,  ya  que  no  completar  el  trabajo  del  Sr.  Salado  Alvarez, 
publicando  la  lista  de  los  manuscritos  de  interés  histórico  para  Méxi- 
co que  se  hallan  en  la  citada  Biblioteca  de  Nueva  York,  atmque  muchos 
^'•a  son  bien  conocidos  y  algtmos  corren  impresos  desde  hace  tiempo. 

Dice  Salado  Alvarez  en  el  folleto,  y  con  razón,  que  es  por  extremo 
conveniente  indicar  las  diversas  fuentes  dondelos historiadores  pueden 
encontrar  elementos  para  sus  trabajos,  3- nosotros  estimamos  que  esun 
deber  patriótico  de  todos  los  hombres  cultos  que  viajan  por  el  extran- 
jero procurar,  hasta  donde  sea  posilile,  catalogar,  por  decirlo  así,  aque- 
llo que  pueda  ser  de  utilidíid  para  ki  historia  de  México. 

Por  desgracia  el  tiempo  de  que  podíamos  disponer  para  examinar 
los  documentos  que  inmediatamente  nos  interesaban  para  el  estudio  á 
que  antes  hemos  hecho  referencia,  era  muy  corto 3-,  en  consecuenciíi,  tu- 
vimos necesidad  de  dividirlo  para  llenar  ese  objeto  3^  para  poder  cum- 
plir nuestro  propósito  de  formar  el  expresado  catálogo.  Por  este  moti- 
vo vamos  á  presentar  sólo  una  sencilla  nota  bibliográfica,  que  resulta 
de  consultar  el  catálogo  especial  que  tiene  formado  el  «Departamento 


494 

de  libros  raros  y  manuscritos,»  aunque  sin  hacer  un  estudio  detallado  de 
todos  los  manuscritos  mencionados.  Si  llegamos  á  realizar  algún  otro 
viaje  á  Nueva  York  procuraremos  hacer  un  examen  tan  cuidadoso  co- 
mo sea  posible. 

Debemos,  sí,  agregar  que  la  mayor  parte  de  los  manuscritos  cita- 
dos, que  existen  en  la  Biblioteca  de  Xueva  York  3-  que  antes  estallan  en 
el  departamento  conocido  por  Lenox  Lil^rarv,  corresponden  a  la  «Co- 
lección Rich.» 

La  parte  más  considerable  de  la  citada  colección  fué  formada  por 
D.Antonio  de  Uguina,  de  Madrid,  y  comprende  casi  todos  los  docu- 
mentos coleccionados  por  su  amigo  Muñoz  para  escribir  la  Historia 
del  Xuero  Mundo,  de  la  cual  sólo  se  publicó  el  primer  volumen.  Tam- 
bién Xavarrete,  amigo  de  Uguina,  le  proporcionó  muchos  de  los  ma- 
nuscritos que  había  obtenido  para  escribir  su  «Colección  de  Yiajes.»  A 
la  muerte  de  Uguina,  Temaux  Compans,  de  París,  coleccionador  de 
manuscritos  relacionados  con  la  América  española,  adquirió  toda  la 
colección  del  citado  Uguina,  que  pasó  después  á  poder  de  Mr.  O.  Rich, 
quien  la  adicionó  con  algunos  manuscritos  pertenecientes  ala  colección 
de  Lord  Kingsborough  y  con  algunos  otros  C|ue  él  había  obtenido  en 
España. 

Mr.  James  Lenox,  á  su  vez,  adquirió  la  citada  colección  compuesta 
de  ciento  cuarenta  y  dos  volúmenes,  empastados  en  piel,  en  el  año  de 
1848. 

El  «Departamento  de  libros  raros  y  manuscritos»  tiene  form.-ido  un 
catálogo  especial  de  los  manuscritos  que  se  relacionan  con  México  y  la 
América  Central;  pero  nosotros  hemos  modificado  aquel  catálogo,  agre- 
gándole algunos  otros  documentos  qiie,  sin  duda  alguna,  tienen  gran 
interés  para  nuestra  historia,  tales  como  la  correspondencia  de  Jack- 
son  relacionada  en  gran  parte  con  la  cuestión  de  Texas,  una  colección 
de  documentos  relacionados  con  la  campaña  del  46  al  48,  algunas  car- 
tas dirigidas  á  Poinsett,  y  algunos  manuscritos  referentes  á  lenguas  in- 
dígenas, bien  que,  como  ya  asentamos  antes,  hay  manuscritos  de  los 
que  se  conservan  en  aquella  Biblioteca,  ciue  ya  corren  impresos. 

Salado  Alvarez,  en  su  citado  folleto,  intitulado  «Breve  noticia  de  al- 
gunos manuscri.tos  de  interés  histórico  para  México,  que  se  encuentran 
en  los  archivos  y  bibliotecas  de  AYashington,  D.  C.,»  asegura  que  «en 
la  librería  de  la  Pennsylvania  HistoricalSociety  se  encuentran  íntegros 
los  papeles  de  aquel  famoso  Joel  R.  Poinsett,»  y  como  podrá  verse, 
nuestro  amigo,  á  ese  respecto,  no  consideró  los  que  se  hallan  en  la  Bi- 
blioteca de  Nueva  York. 

Nosotros  revisamos  esos  documentos  que  consisten  en  cuarenta  j- 
tres  distintas  cartas  y  de  ellas  dos,  especialmente,  son  muy  interesan- 
tes: una  de  D.  Bernardo  González,  nombrado  Secretario  de  Hacienda 
en  12  de  enero  de  1829,  dirigida  á  Poinsett,  y  otra,  dirigida  al  mismo 
por  Juan  M.  Riesgo,  «Comisario  General  Provisional  en  el  Estado  de 


495 

Occidente.»  Esas  dos  cartas  prueban  de  modo  evidente  la  significación 
que  tuvo  en  los  asuntos  políticos  de  México  aquel  Ministro  americano. 

En  el  mismo  legajo  donde  están  los  papeles  de  Poinsett  aparece  un 
recibo  de  D.  Francisco  Cortés  Cliimalpopoca,  por  diez  pesos,  otorgado 
á  Fra}^  Aiiguel  de  San  Joseph,  Prior  del  Carmen,  como  interés  del  prin- 
cipal de  doscientos  ]ies()S,  impuesto  sobre  un  sitio  de  tierras  del  Conven- 
to de  San  Joaquín  de  Carmelitas  descalzos.  Como  se  ve,  este  documento 
nada  tiene  que  hacer  con  los  papeles  de  Poinsett;  pero  es  indudable 
que  estaba  junto  con  la  corresi)ondencia  que  formaba  el  legajo  compra- 
do en  una  venta  de  manuscritos  notables. 

Al  mencionar  Salado  Alvarez  las  cartas  y  el  diario  de  Polk  que  se 
hallan  en  la  Chicago  Historical  Society,  asegura  c[ue  existe  tand)icn 
en  la  New  York  Public  Lilirary,  Lenox  Branch,  «un  traslado  mu\'  fiel 
del  Diario.» 

El  ilustrado  escritor  á  que  nos  referimos  omitió  decir  C[uc  también 
se  encontraba  en  la  Lenox  Librar}^  refundida  ho3' en  la  Biblioteca  Pú- 
blica de  Nueva  York,  una  copia  fiel  de  toda  esa  correspondencia,  como 
podrá  verse  en  la  pecjueña  nota  bibliográfica  que  hoy  presentamos. 

Independientemente  de  los  manuscritos  que  mencionaremos  adelan- 
te, existen  otros  muchos  que  se  relacionan,  ya  especialmente  con  los 
Estados  Pnidos,  j'a  con  puntos  importantes  de  la  América  Central  y 
Sud— América;  pero  creímos  (jue  bastaba  á  nuestro  objeto  el  cnumci'ar 
aqiiellos  que  seguramente  tienen  relación  directa  con  nuestra  histo- 
ria, aquellos  que  con  toda  probabilidad  pueden  tenerla.  Para  hacer  una 
colección  apropiada,  sería  indis]jensable  efectuar  ima  revisión  cuidado- 
sa de  todos  los  documentos  citados,  para  entonces  modificar  y  perfec- 
cionar nuestro  índice. 

La  Biblioteca  de  Nueva  York  publicó  en  el  boletín  correspondiente 
al  mes  de  julio  de  1901  un  catálogo  de  los  manuscritos  existentes,  tan- 
to en  la  misma  Biblioteca  como  en  sus  diversas  siicursales,  y  de  ese  bo- 
letín se  tomó  el  catálago  que,  como  antes  hemos  dicho,  sirve  hoy  en  el 
«Departamento  de  libros  raros  y  manuscritos,»  para  el  manejo  de  és- 
tos por  los  empleados.  Sin  embargo,  en  aquel  boletín,  quizá  por  error, 
no  se  incluj-eron  algunos  manuscritos  pertenecientes  á  la  colección  Rich 
y  nosotros  hemos  cuidado  de  agregarlos  en  nuestro  índice,  tomando 
en  cuenta  las  adiciones  cjuc,  á  su  vez,  han  hecho  al  suyo  los  empleados 
del  referido  «Departamentej  de  libros  raros  y  manuscritos.» 

Hemos  traducido  en  muchos  casos  la  cita  del  catálogo,  cuando  se 
halla  en  inglés  ó  francés,  para  mayor  claridad;  pero  dando  al  mismo 
tiempo  literalmente  la  parte  esencial  de  dicha  cita,  para  que  quien  ten- 
ga oportunidad  de  pedir  alguno  de  los  mencionados  manuscritos,  no 
encuentre  obstáculo  alguno. 

Los  manuscritos  son  los  siguientes: 

Alcedo  (Antonio  de),  Bibliotheca  Americana. — Catálogo  délos  Au- 
tores cjue  han  escrito  de  la  América  en  diferentes  Idiomas,  y  Noticia  de 


496 

su  Vida  y  Patria,  años  en  que  vivieron,  i  Obras  que  escril^ieron.  1807. 
468  11.,  con  seis  cartas  autógrafas  dirigidas  á  Alcedo.  5"  Piel. — Rich. 

Am.\t  (Manuel). — Noticia  sacadas  de  varios  autores,  istoricos,  phi- 
sicos,  3-  sisthcmaticos  del  Continente  de  la  Nueva  Es])aña,  desde  los 
paj-ses  septentrionales  hasta  la  unión  de  estos  con  la  China.  Tartaria 
y  Japón.  1754.— Copia  (1780?)  80  11.   4'^  Tela  y  piel.— Rich. 

A.MÉRiCA,  Colonias  Españolas. — Documentos  diversos  relacionados 
con  España  y  la  América  Española,  de  1369  á  1535,  copiados  por  Mu- 
ñoz, de  los  archivos  de  la  Torre  de  Tombo,  Simancas,  Sevilla,  etc.  Co- 
pias 1785.   520  11.   F?  Piel.— Rich. 

En  la  Biblioteca  de  N.  Y.:  America  Spanisb  Colonies. 

América,  Colonias  Españolas. — Cartas  y  Documentos  relativos  á 
Guatemala,  1532-1576;  Informes  acerca  de  la  Isla  de  San  Juan  (Pvier- 
to  Rico)  por  Sedeño,  1535;  entrada  de  los  franceses  en  la  Habana;  des- 
cripción de  las  Provincias  de  Tierra  firme,  1514-1541;  diversos  docu- 
mentos referentes  á  la  Nueva  Galicia,  1525-1590. — Copias  de  los  archi- 
vos de  Simancas.  1783?  268  11.  F'-'  Tela  y  Piel.— Rich. 

En  la  Biblioteca  de  N.  Y.:  America  Spanisb  Colonies. 

América,  Colonias  Españolas. — Documentos 3- cartas  diversos,  rela- 
tivos á  las  Indias  Occidentales,  España,  Las  Indias,  etc.  150S-15G9. — 
Copias  de  los  Archivos  de  Simancas.  183-252  11.  F"  Tela  y  piel. — Rich. 
(Inscripción:   «Indias.  Relaciones  varias.») 

En  la  Biblioteca  de  N.  Y.:   America  Spíinish  Colonies. 

América,  Colonias  Españolas. — Aliscelánea  de  cartas  y  documentos 
refei'entes  á  las  Indias  Occidentales,  los  nativos,  Perú,  etc.;  con  una  no- 
ta de  J.  B.  Muñoz,  describiendo  su  plan  para  escribirla  historia  de  Amé- 
rica.— Copias  de  los  archivos  de  Simancas  \-  otras  varias  fuentes.  1783. 
262  11.   F-?  Tela  y  Piel.— Rich. 

{Inscripción:   «Indias.  Relaciones  varias.») 

En  la  Biblioteca  de  N.  Y.:   America  Spanish  Colonies. 

América,  Colonias  españolas. — Escritos  acerca  de  Nueva  España, 
México  3'  sus  habitantes,  Guatemala,  Baja  California,  Indias  Occiden- 
tales, Panamá,  Perú  3'  los  Jesuítas  en  América,  1563-1827,  la  ma3'or 
parte  de  tales  escritos  hecha  en  el  siglo  XVII.  243  11.  F"  Piel. — Rich. — 
{Inscripción:  «Indias.  Documentos  Originales.») 

América  Ce.ntral,  AIéxico,  Nuevo  México. — Carta  de  Hernando 
Cortés,  deTemistitan,  1526;  Escritos  acerca  de  Guatemala,  Nicaragua, 
Honduras,  etc.,  alrededor  de  1520-1550;  Alemoria  sobre  las  aparicio- 
nes 3'  el  culto  de  Nuestra  Señora  de  Guadalupe  de  México;  descubri- 
miento de  las  Siete  Ciudades,  1539;  Documentos  acerca  de  Nuevo  Mé- 
xico, etc.  Copias  de  los  archivos  de  Simancas  3'  otros  lugares.  1783? 
—356  11.   F-?  Tela  y  Piel.— Rich. 

En  el  Catálogo  de  la  Biblioteca:  Central  América,  México,  Nuevo 
México. 

Arte  de  lengua  de  las  Misiones,  del  Río  Ñapo  de  la  Nación  de  los 


497 

infieles  Oiien((ueli(>yos;  Idioma  .L;eiieral  de  los  más  de  ese  Kío  Payoliua- 
jes:  Aneoteres:  en  cavellados.  Juntamente  tiene  la  doetrina  Christiana 
en  dicha  lengua,  y  en  la  del  yntía:  al  Veníate.   1753.   75  11.  12'-' — Rich. 

Ascensión  (Antonio  de  la). — Breve  relación  en  que  se  da  noticia  del 
desevibrimiento  que  se  hizo  de  la  Nueva  España  por  el  Mar  del  Sur. — 
1627.   Copia  1800?  40  11.  S"?— Piel.— Rich. 

Bancroft  (George)  3^  H.vkkis  (J.G.) — Correspondencladelañode.... 
1887  acerca  de  los  documentos  del  Presidente  Polk,  referentes  á  la  his- 
toria de  su  administración.  15  Originales  y  copias  en  máquina.  4"-  Te- 
la.— Bancroft. 

Bk.vumont  (PílIjIo  dcki  Purísima  Concepción). — CrónicadeMichoa- 
cán. — Copia  (1750?)  con  mapas  y  dibujos  á  colores.  5  vols.  F'-'  Tela 
y  Piel. 

Los  dos  primeros  volúmenes  forman  la  introducción  y  contienen  hi 
historia  general  del  descubrimiento  de  América  y  de  la  Conquista  de 
México.   La  historia  de  Michoacíin  se  halla  en  los  volúmenes  III  a  V. 

Para  una  descripción  más  completa,  véase  el  número  94  del  catálo- 
go de  venta  de  la  Biblioteca  Mexicana  de  Ramírez. 

Existe  otra  copia  en  la  colección  deRich  hecha  probablemente  en.... 
17S0  y  le  faltan  los  dos  volúmenes  de  la  introducción  y  las  ilustracio- 
nes.  3  Vol.    F"  Piel. 

Bhnavides  (Alonso  de). — Memorialdcl  RcydcEs])aña  haciéndole  re- 
lación de  Nuevo  México.  1630.  Traducido  al  Inglés  por  John  G.  Shca. 
49  11.   F'-'  Tela  y  Piel.— Moore. 

Bruté  (S.)— Diccionario  Hurón  portátil.  Copia.— 1850.  43 11. 4" Sin 
empastar. — Rich. 

Carrera  (Esteban  de  la )  y  Portugués  (Manuel  Alonso ) . — Conversa- 
ción familiar  é  interesante  solare  el  nuevo  jjlan  y  método  chic  se  manda 
observar  en  el  arrivo  y  despacho  de  los  Navios  de  Filipinas,  entre  Don 
Estevan  de  la  Carrera  3^  Don  Manuel  Alonso  Portugal,  ambos  officia- 
les  reales  de  la  Ciudad  y  Puerto  de  los  Reyes  de  Acapulco.  1770?  190  11. 
4"  Tela  y  Piel.— Rich.  " 

Castañed.\  de  Nágera  (Pedro de). —Relación  déla  jomada  de  Cíbo- 
la donde  se  trata  de  acpiellos  jjoblados  3'  ritos  3'  costumbres,  la  cual 
fué  el  año  de  1540. — Historia  del  Conde  Fernando  Gonzáles.  Impresa. 
Fechada  1596.-157  11.   4'?  Tela  y  Piel.— Rich. 

Castellanos  (Juan  de). — Elegías  3'  Elogios  de  Varones  Ilustres 
de  Indias.  Segunda  3'  tercera  parte.  Copia  (1780?)  4  vols.  4"  Piel. — 
Rich. 

{Sólo  se  imprimió  la  primera  parte  en  15S9.) 

Cobo  (Bernaljé).— Historia  del  Nuevo  Mundo.— Copia  1800?  (I),.... 
327,  (0)  11.   F''  Piel.— Rich. 

Se  refiere  especialmente  á  la  historia  natural  de  América. 

Colección  de  viajes. — Descripción  de  la  India  Oriental  por  Fernan- 
do Magañanes,  Piloto  Portugués;  Viaje  de  las  Indias  Orientales  3'  Occi- 


498 

dentales  por  Miguel  de  JíUjue,  1606;  Viaje  de  Don  José  Solano,  Mar- 
(jués  del  Soeorro,  en  las  I'rovineias  de  Guayana.  175-i;  Relación  del 
descubrimiento  de  las  tierras  intermedias  entre  los  Ríos  Cuchivero  y 
Cavira;  Noticias  de  los  Países  que  median  entre  Vera  Cruz  y  las  minas 
de  Guanajuaco,  por  Antonio  L'lloa;  Noticia  de  los  minerales  de  Oro  y 
Plata  que  contienen  las  provincias  de  la  Nueva  España,  1764. — Copias. 
—1780?  497  11.   F"'  Piel.— Rich. 

CoLÓ.N  (Cristóbal). — Papeles  de  Colón;  diario  de  su  primer  viaje;  con- 
venio con  sus  Católicas  Majestades;  carta  describiendo  su  tercer  viaje 
3'  su  testamento;  carta  de  Fernando  Colón  á  Carlos  V,  su  declaración 
acerca  de  los  derechos  de  la  corona  de  Castilla,  su  testamento  y  docu- 
mentos relativos  á  él  y  á  la  familia  de  Colón.  18  copias  1780?  18  vols. 
F-?  Tela  y  Piel.— Ricli. 

En  la  Biblioteca  de  N.  Y.:  Cohimhus   (Cbrístopber). 

Colón.— ^Tres  cartas  de  Diego  Colón  y  vina  de  Francisco  Roldan, 
Sancho  Bobadilla,  Juan  de  Trasierra,  Nicolás  de  Ovando,  Miguel  de 
Passamonte  y  Domingo  de  Alendoza,  respectivamente,  en  su  mayor 
parte  dirigidas  desde  Santo  Domingo  y  relacionadas  con  asimtos  de 
las  Indias  Occidentales.  Además  una  copia  contemporánea  de  una  car- 
ta del  Rey  Manuel  de  Portugal.— 1500-1512.  10  cartas,  acompañadas 
de  co¡)ias  modernas,  sin  empastar. — Rich. 

En  la  Biblioteca  de  N.  Y.:   Cohimhus. 

Cortés  (Hernando). —  Carta  al  Emperador  Carlos  V  fechada:  «Se- 
gura de  la  Frontera  de  Nueva  España,  Oct.  30,  1520.»  Traducida  al 
Inglés  por  C.  W.  Montgomers-,  1831.   100  11.  F"?- Rich. 

Esta  ñié  impresa  como  la  seg^incla  carta  de  Cortés,  y  está  tomada 
de  Lorenzana,  1770. 

Cortés  (Hernando). — Cartas  de  Cortés  y  documentos  relativos  á  él, 
1518-1544.  Copias  de  los  Archivos  de  Simancas,  etc.  1782.  372  11.  F" 
Piel.— Rich. 

Di.ÍLOGOS  familiares  de  la  Agricultura  Indiana  entre  nn  irlandés  ca- 
tólico y  un  escocés  protestante.  Copia  (?)  1780?  317  11.  Tela  y  Piel. 
—Rich" 

DuR-YN  (Diego). — Historia  Antigua  de  Nueva  España.  Copia  moder- 
na del  original  existente  en  la  Biblioteca  Real  de  Madrid,  con  dibujos 
á  colores,  representando  pinturas  mexicanas,  jeroglíficos,  etc.— 2  vols. 
F"?  Piel.— Rich. 

Echeverría  (Mariano  Fernández  de).— Baluartes  de  México,  rela- 
ción histórica  de  las  quatro  milagrosas  Imágenes  de  Nuestra  Señora 
que  se  veneran  en  la  Ciudad  de  México,  y  descripción  de  sus  magnífi- 
cos Santuarios,  1778.  Con  notas  de  Francisco  Sedaño;  ISOl  y  tres 
grabados.   Copia  (1801)  300  pp.  8-  Pasta  española. 

EcHEYERRLv  (Mariano  Fernández  de).— Historia  del  origen  de  las 
gentes  que  poblaron  la  América  Septentrional. — Copia  1800?— Dibu- 
jos á  colores.   2  vols.   F"  Piel.— Rich. 


499 

España. — Documentos  relativos  á  los  asuntos  cs])afioIes  de  la  últi- 
ma parte  del  si.ylo  X\'I1  y  ¡¡rineipiodel  W'III;  documentos  relativos  á 
América  y  el  comercio;  órdenes  reales  y  decretos  del  siylo  XVIII;  dos 
órdenes  reales  impresas,  dos  mapas  grabados. — Co])ias  y  originales. 
24.1  11.   F"  Piel  Y  Tela.— Rich. 

El  volumen  está  marcado  «Indias. — Consultas  y  Decretos.» 

Para  consvdtas  en  la  Biblioteca  de  N.  Y.  véase:  Spaiii. 

EsTKELL.v  (Juan  Christobal  Calvete  de). — Derebus  Indicis.ad  Phili- 
])iun  Catholicum.  Hispaniaruní,  et  Iiidianarum  Kcgcm.  In  Latin.  Co- 
pia. (1780?)    255  11.   F"  Piel.— Kich. 

Fa(íes  (Pedro). — Continuación  y  Suplemento  á  los  dos  Impresos,  el 
uno  con  título  de  Extracto  de  noticias  del  Puerto  de  Monterrey,  etc., 
1770  y  el  otro  Diario  histórico  de  los  viajes  de  mar  y  tierra  hechos  al 
Norte  de  la  California,  etc.,  del  mismo  año.  Firmado  por  Fages,  Méxi- 
co, 1775.  81  11.   F"  Piel.— Rich. 

HcKKTA  (Alonso  de). — Arte  de  laLengua  Quechua  general  de  los  In- 
dios de  este  Re3mo  del  Piru.  1616.  Copia?  1750?  Cerca  de  50  11.  4' 
rústica . 

Indios. — Colección  Chaliners  de  cartasydocumentos  relativos  cá  los 
indios,  1750— 1755,  incluNcndo  extractos  de  tratados,  ¡¡roccdimientos 
3'  acuerdos  con  varias  tribus,  conocimiento  de  ellas  pro])orcionado 
por  esjiías,  cartas  de  Sir  William  Johnson,  discursos,  cartas  y  diarios 
de  oficiales  acerca  de  la  frontera.  50  dociunentos.  F'-'  Piel. 

En  la  Biljlioteca  de  N.  Y.:  Indians. 

JoiHOX  LeSr.  y  Hanicle,  Le  Sr. — Descripción  de  los  ])untos  principa- 
les del  mar  del  Sur  desde  los  52°  30'  Sur,  en  que  está  el  estrecho  de  Ma- 
gallanes, hasta  los  4'2°  Norte  en  cjuese  halla  la  Isla  de  California,  hecha 
sobre  los  sitios  mismos  por  Jouhon  de  la  Guilbaudiere.  Los  planos  cjue 
acompañan  estas  memorias  fueron  preparados  y  dibujados  ])ür  Hani- 
cle.  Ingeniero  ordinario  del  Rey  en  el  año  de  1696.  220  pp.con  35  ma- 
pas á  colores.  F'-'  Piel. 

Donación  de  Alexander  Maitland.  Existe  una  descriíjción  de  este 
manuscrito  en  la  obra  de  G.  Marccl  «Les  Fuégiens  á  la  fin  du  XVII  sié- 
cle.>— París,  1892. 

Las  Casas  (Bartolomé  de). — Historia  de  las  Indias.  Primera,  Segun- 
da y  Tercera  partes.  Copia  (1820?)  O  vols.  F"  Piel. — Rich. 

Las  Casas  (Bartolomé  de). — Historia  Apologética  de  kis  Indias  Occi- 
dentales. Copia.  (1820?)  4-  vols.  F"  Tela  y  Piel.— Rich. 

Las  Casas  (Bartolomé  de). — Documentos  y  cartas  de  LasCasasó  re- 
lacionados con  él  y  con  los  indios,  1516-1534-,  incluyendo  la  de  Toribio 
Motolinía  contra  Las  Casas.  10  copias  de  los  Archivos  de  Simancas. 
1780?  64  11.  F"  Tela  y  Piel.— Rich. 

Lhxoi'as  I.NDÍcii.NAS. — La  doctrina  Christiana  en  lengua  del  Peni. 
Elementos  para  la  formación  de  una  grama  tica  de  las  lenguas  salvajes  de 
las  naciones  de  Pian,  de  Illinois  y  de  Ali;  Worterverzeichniss  von  der 

Ax.\LEs.  T.IV.— (53. 


500 

Oiioiidagoischc  Sprachc  von  David  Zeisberger:  Vocabulario  Chactas; 
Pakassa  en  Perú.  1800?  Cerca  de  50  11.  F'-'  Tela  y  Piel.— Rich. 

En  la  Biblioteca  X.  Y.:  Indiaii  Languages. 

Medel  (Tomas López). — Tratado  cuio  titulo  es  de  los  tres  elemen- 
tos, Aire,  Agua  3- Tierra,  en  {[ue  se  trata  de  las  Cosas  que  en  cada  uno  de- 
llos  acerca  de  las  Occidentales  Indias,  naturaleza  engendra  y  produce 
comunes  con  las  de  acá  y  particulares  de  aquel  Nuevo  Mundo.  Coi>ia 
1800?  165  11.  F"  Tela  y  Piel.— Kich. 

MÉXICO. — Documentos  comerciales,  juicios,  cartas  privadas  y,  en  ge- 
neral, misceláneadedücumentosmexicanos,  ensumaj'orpartede  1790  \- 
1840,  habiendo  algunos  de  fechas  anteriores. — Cercadel,000  documen- 
tos sin  empastar,  comprados  en  la  venta  «Poole,»  en  1893. 

MÉ.xico. — Informe  del  Goljicrno  y  Virreynato  de  México,  su  descrip- 
ción, rentas,  cargas,  comercio,  etc.  Hecho  porel  E.  S.  Virrey  y  Arzobis- 
])o,  cuA'a  firma  original  se  halla  al  fin.  1697.  7911.  F°  Tela  y  Piel. — Rich. 

MÉXICO  Inquisition. — Documentos  relativos  á  la  Incjuisicióii  en  Méxi- 
co, 1622-1680;  edictosyprocedimientosdelos  conquistadores.  4-4- 11.  F" 
Sin  ])asta. — Comprado  en  la  venta  «I'oole,»  1893. 

MÉXICO. — r^Iiscelánea  dedocumentos  relativos  á  Méxicoy  á  los  na- 
tivos mexicanos  en  el  siglo  XVI.  Copias  de  los  archivos  de  Simancas 
y  de  algunos  otros.  1783?  237  11.  F'-'  Tela  y  Piel.— Rich. 

MÉXICO. — Aliscelánea  déla  Nueva  España.  Fragmentos  de  historia 
de  Nueva  España,  copiados  de  un  exem])lar  que  posee  Diego  Panes;  In- 
forme de  los  méritos  de  la  ciudad  de  Tlaxcala  que  sacó  Boturini  en 
174-0;  Octava  Maravilla  por  Bartolomé  de  Góngora,  1628  (Extractos 
del  poema  y  del  contenido  del  libro);  Lista  de  los  conquistadores  de 
Nueva  España;  Cédulade  Cortés,  1526.— Copiasdel siglo  XVIII.  1-58, 
61-145  11.  1  pl.  F^'  Piel.— Rich. 

Otro  volumen  con  la  misma  inscripción  contiene  otra  copia  de  los 
«Fragmentos»  y  del  «Informe;»  y  también  dos  cantares  del  Emperador 
Nazahualco^'otl,  traducidos  de  lengua  náhuatl.  276  11.  F'-'  Tela  y  Piel. 
—Rich. 

MÉXICO. — Petición  de  la  Ciudad  de  México  á  Don  Carlos  III.  1771; 
otras  peticiones  de  hispano-americanos,  1765-1771;  carta  de  un  Chi- 
leno á  Don  Josephde  Calvez,  1776.  4- copias  1780?  123  11.4-°  Tela  y 
Piel.— Rich. 

MÉXICO,  Presidios. — Relación  3'ndi  vidual  en  que  se  expresan  por  me- 
nor los  presidios  de  la  Nueva  España  terrestres  y  marítimos,  sus  situa- 
ciones y  de  que  número  de  militares  se  compone  cada  una.  1722. — 3011. 
F''  Tela  y  Piel.— Rich. 

El  volumen  está  marcado:  «México.  —  Relaciones  Varias.  1720- 
1811.» 

En  la  Biblioteca  N.  Y.  consúltese:  México— Army. 

MÉXICO. — Real  Hacienda.  Relación  general  del  producto  3-  valor  de 
toda  la  Real  Hacienda de  la  Nueva  España  3- provincias  de  la  Nueva 


501 

Galicia,  Nueva  Vizcaya.  Yucatán  y  Tabasco 1716-1  720.  S  11.  F''  Te- 
la y  Piel.— Kich. 

El  volumen  está  marcado:»  México. — Relaciones  \'arias.  1720-1811.» 

Mí:xico.  Rf,.\l  Hacienda. — Real  Hacienda  de  Xneva  España.  1  Si  2? 
ÚG  11.  I'"  Tela  y  I'iel.— Rieli. 

El  vülunien está  marcado:  «México. — Relaciones  varias.»  1720-1  Mi  1 . 

MiCHC)AC.\N". — Relación  de  las  ceremonias  y  ritos  y  ])ol)lación  y  yo- 
l)ernación  de  los  Indios  de  la  ¡¡rovincia  de  Meclinac;in.  Co])ia  17S0? 
Con  dibujos  á  colores.  30S  11.  F"  Piel. — Ricli. 

MoNUME.NTOS  Gi^.vOALiiPANOS. — ()rÍL;inales  y  co])ias  de  los  siglos 
XVII,  X\TII  y  XIX  acerca  del  culto  y  ap.irición  de  la  viri^en  de  (nia- 
dalupe,  sermones,  discursos,  piezas  en  lenguaje  nativo  y  ídiíunos  graba- 
dos. 1"'  serie,  3  vols.  !S";  2"  serie.  2  vols.  F"  Tela  y  Piel. — Rich. 

Mota  Padilla  (Alatíasdela). — CoiK|uistndela  Nueva  Galicia,  en  la 
America  Septentrional,  F'undacion  de  su  capital  ciudad  de  Gruadal.ixa- 
ra,  Breve  descripción  délos  Reynosde  la  Nueva  \'izcaya,  Nueva  Toledo, 
ó  Nayarit,  Coahuila,  Texas,  etc.  con  noticia  de  la  Isla  de  Calilbrnia. 
174-2.  Copia?  1780?  F"  274  11.  Tela  y  Piel. 

MoTOLiNÍA  (Toribio  de  Benavente). — Ritos  antiguos,  sacrificios  v 
idolatrías  de  los  Indios  déla  Nuevíi  España  y  de  su  conversión  á  l;i  r\'e; 
y  (juienes  fueron  los  (pie  ])riniero  la  predicaron.  Coi)i;Mlel  liscorial.  ;i()()ll. 
F'-'  Piel.— Kich. 

Muñoz  (Juan  Bautista). — índice  de  la  colección  de  nianuscritosiicrte- 
necientes  á  la  Historia  de  Yndias  que  escribía  Don  Juan  Bautista  Mu- 
ñoz, y  por  su  muerte  se  han  hídlado  en  su  librería. — Co])iíi.  ISOO? 
210  i)p.  F"  Tela  y  Piel.— Rich. 

Empastado  con  su  Historia  del  Nuevo  Mundo. 

Mi'.Ñoz  (Juan  Bautista). — Historia  del  Nuevo  Mundo.  Tomo  2"  Es 
cuanto  dexo  escrito  de  esta  obra.  Cojjia.  ISOO?  ()9  pj).  y  27]i]).de  notíis 
suplementarias,  correcciones  y  documentos  ilustrativos.  F  '  Tela  y  Piel. 
—Rich. 

NazahuaI-COYOTL. —  Dos  cantares  del  Emijcrador  Xazahnalcoyotl. 
traducidos  de  lengua  Náhuatl  en  la  castellana  (|ue  redujo  á  pocsí.i  I), 
l'ernandt)  de  Alva;  también  un  jiedíizo  de  historia  de  la  vid.i  de  Xaza- 
hualcoyotl.  Copia  (Siglo  X\TII?).  20  11.  F"  Sin  emi)ast;ir. 

Hay  otra  copia  empastada  en  «México. — Miscelánea  de  la  Nueva 
España»  y  otra  en  «.America— Spanish  Colonies.»  Marcado:  «Indias.  Re- 
laciones Varias.» 

Nuevo  México,  etc. — Noticia  y  reflexiones  sobre  la  guerra  que  se  tie- 
ne con  los  Vndios  Apaehesenlas  Provinciasde  Nueva  España;  Deseri])- 
ción  compendiosa  (luedelasCalilbrnias  forma  Fr.  Franciscode  Ajofrin, 
México,  1764;  Relación  íibi'eviada  de  la  Reijublica  (|uc  los  Jesuítas 
establecieron  en  los  dominios  ultramarinos;  Memorial  cpie  el  Padre 
Provincial  del  Paraguai  presentó  al  Marfjues  de  Valdelirios  en  que  su- 
plica suspenda   las  disposiciones  de   guerra  contra    los  Vndios  de  las 


502 

Misiones,  1793;  Relaciun  de  las  operaciones  de  las  tropas  sublevadas 
de  la  expedición  de  America,  1820.  14,  S,  16,  16,  12,  11.  4"?  Tela  v  Piel. 
— Rich. 

Otiírmix  i  Antonio  de). — Diario  de  Don  .Antonio  de  Otennin,  (íoberna- 
dor  \'  Capitán  General  del  Kejnio  3-  Provincias  del  Nuevo  Méjico,  año 
de  1(>S1.  Copia.  1S60?  26,S  II.  4"  Tela  y  Piel.—  Bancroft. 

(J VIUDO  (Gonzalo  Fernandez  de). — Documentos  y  cartas  relativos  á 
Oviedo  3-  sus  obras,  1537—1542.  6  copias  de  los  archivos  de  Simancas 
y  otros.  1750?  25  11.  F"  Tela  y  Piel.— Rich. 

Oviedo  (Gonzalo  Fernandez  de). — Historia  Natural  yGeneral  de  las 
Indias.— Libros  27-47.  Copias,  1750?  3  vols.  F"?  Piel.— Rich. 

Pakkkk  (WilliamB). — Vocabulario  de  las  lenguas  Conianche,  Caddo 
y  Witchita.  1854.  10  11  4"— Sin  emjiastar. 

Peña  (Don  Pedro  Gómez  de  la). — Parae.scrivir  a  todas  las  ciudades 
de  los  Reynos  de  Nueva  España,  y  Guatemala  e  Yslas  adyacentes,  sus 
Villas,  Lugares,  etc.  .\ño  de  1802.  10  11.    708  ])p.  4"  Piel.— Rich. 

Peña  (Pedro  de). — Observaciones  sobre  el  IV  Concilio  Mexicano  re- 
mitido por  Don  Francisco  Antonio  dcLorenzana;  y  sobre  los  dos  tomos 
de  disertaciones  del  03-dor  Don  Ant.  Joach.  de  Ribadene^-i'a,  etc.  IMa- 
drid.  1774.  203  11  F"^  Tela  y  Piel.—  Rich. 

l'oi.NSETT  (JoelRoljerts). — Cartas  á  PoiiLsett,  1814-1840,  de  algunos 
cni])lcados  mexicanos  3-  chilencjs,  escritas  la  ma3-or  parte  durante  su 
])criaanencia  en  México  c<jmo  Ministro;  así  como  algunos  otros  docu- 
mentos. 44  ejemplares  sin  emjiastar. 

Poi.K  (JamcsKno.x). — Corres]5ondcnciade  Polk  con  Andrewjaekson, 
Martin  Van  Burén,  James  Buchanan,  George  Bancroft,  Siles  Wright  3- 
otros;  cartas  3'  documentos  relativos  á  Polk,  acerca  de  la  política  3- 
asuntos  públicos  de  los  Estados  Unidos  entre  1821  3'  1849,  especial- 
mente acerca  de  la  anexión  de  Texas,  la  guerrtí  con  México  3-  otros 
acontecimientos  de  la  administración  de  Polk.  164  copias  en  máquina. 
—1887.  4  vols.  4'-'  Tela  y  Piel.— Bancrcjft. 

Polk  (James  Knox). — Diario  del  Presidente  Polk  de  26  de  Agosto  de 
1845  a  29  de  abrilde  1849.  Copia  en  máquina.  1887?  18  vols.  4"  Tela 
3'  Piel. — Bancroft. 

PoNCE  DE  León  (Diego  de  Vargas,  Zapata  Lujan). — Documentos  de 
la  Ynsurrección  de  los  indios  en  Nuevo  Méjico,  por  su  Reconquistador 
Ponce  de  León,  1G93;  Autos  de  guerra  déla  Reconquista  de  Nuevo  Mé- 
jico 3' victorias  conseguidas  por  Ponze  de  León,  1694.  Copias.  1880? 
76-66  11  4''  Tela  y  Piel.— Bancroft. 

Rafinesque  (Constantine  Samuel). — \Vallamt)lum  ó  tradiciones  en 
pinturas  délos  indios  Linapi,  traducidas  por  C.  S.  Rafinesque  Schmaltz 
1833,  con  un  fragmento  de  la  historia  de  dichos  indios  desde  1600  en 
que  termina  el  Wallamolum.  Cojiia.  1850?  40  11  4"  Sin  empastar. 

Relación  acerca  de  los  indios  .Xorlc-.^mericanos a  la  cual  seagre- 

gan Misceláneas  indias rcunidasiioriui  ilustrado  c  ingenioso  ca- 


503 

ballero  de  la  Provincia  de  PennsyKania.  Londres  R.C,rifíiths.  1  Tfi-t.  Co- 
pia. l.SoO?  ,S6  pp.  cS"  Tela  y  I'iel. 

Para  el  título  de  la  edición  impresa  véase  el  eatálotío  de  John  Cár- 
ter Brown,  ])arte  3,  p.  26S. 

En  la  Biblioteca  de  N.  Y.:  Somertccnunt  ofthe  North-Aiiicncíui  lu- 
cí ians. 

Revilla  Gir.KDO  (Conde  de). — Informe  del  Virrey  de  Nueva  España, 
Conde  de  Revilla— Gi.u'edo,  st)hre las  Misionesdeaquellos  dominios,  com- 
parando el  actual  estado  de  ellas  con  el  (pie  tenúin  las  que  entregaron 
los  Ex— Jesuitas  al  tiempo  desu  expatriación.  Firmado,  Kevilla-Gigcdo, 
México,  1793,  con  dibujos  á  tinta  china.  199  11.  F"  Piel.— Kich. 

Kevill.v— GiGEDO  (Conde  de). — Instrucción  reservada  del  reyno  de 
Nueva  España,  que  el  Exmo.  Sor.  Conde  de  Revilla-Gigedo  dio  á  su 
sucesor  el  Exnio.  Señor  Marques  de  Brancilorte  el  año  de  1794-.  Co- 
pia. 1800?  281  11.  py  Tela  y  Piel.— Rich. 

Pvxiste  otra  cojiia  en  la  Biblioteca,  comprada  en  La  venta  de  la  co- 
lección Mt)orc. 

Revilla-Gigedo  (Conde  de.)  Noticias  de  Nueva  España  en  1805. 
27  11.  F'^  Tela.— Rich. 

Ribadenevra  y  Barriextcs  (Antonio  Joaquín  de.) — Compendio  de 
todo  lo  trabajado  durante  el  Concilio  IV  Mexicano,  comenzado  en  Mé- 
xico á  13  de  Henero  de  1771.  419  11.  F"  Piel.— Rich. 

SahagÚx  (Bernardino  de). — Historia  Universal  de  las  Cosas  de  la 
Nueva  España.  Copia  1800?  2  vols.  F"  Tela  y  Piel.— Rich. 

Serra  (Junípero  déla)  vCkespi  (Juan). — Viajes  Apostólicos  en  Cali- 
fornia de  los  Religiosos  de  Projjaganda  F^ide,  del  Colegio  de  San  Fer- 
nando de  México.  1772.  312  11.  F'-'  Tela  Piel. 

Véase  la  nota  descriptiva  de  Ramírez. 

SiGÜE.xZA  V  Gó.NGORA  (Carlos).— Descripción  de  la  Bahía  de  Santa 
María  de  Galve  (antes  Panzacola)  déla  MovilayRío  de  la  Palizada  en 
la  Costa  Septentrional   del  Seno  Mexicano  hizo  en  compañía  de  Don 

Andrés  de  Pez 1693;   con   otras  copias  de  documentos   relativos  á 

Panzacola  ó  al  viaje  de  Sigüenza,  1689-1753;  y  correspondencia  3'  pro- 
cedimientos del  Real  Tribunal  de  México,  relativos  á  la  copia  de  tales 
documentos,  1784-1788,  de  acuerdo  con  una  real  orden  fechada  en  Nov. 
16  de  1783.  140  11.  F"?  Tela  y  Piel. 

El  tomo  está  marcado:  «Documen'  Histórico  Mexicano.»  La  Descrip- 
ción fué  jjublicada  en  Aléxico  en  1694.  \'éase  Sabin.  80971. 

Texas.  Documentos  para  la  guerra  deTexas. — Noticia  sobre  la  guerra 
entre  México  y  Texas,  con  documentos  y  copias,  procedencia  mexicana, 
siendo  en  su  mayor  parte  corespondencia  entre  el  Comandante  del  Ejér- 
cito del  Norte  con  el  Secretario  de  Guerra,  1836-1839.  5  Vols.  F"  Sin 
empastar. 

Tezozomoc  (Fernando  Alvarado).— Crónica  Mexicana  por  los  años 
de  1598.  Copia.  1780?  32911.  F''  Piel.— Rich. 


504 

ViZARRÓN  Y  Eguiarrete  (Juaii  Antonio  ele). — Papel  responsivo á  los 
seis  cargos  de  la  residencia  del  Arpo,  de  México,  Dr.  Dn.  Juan  Antonio 
de  \'izarrón  y  Eiíuiarrete,  por  el  tiempo  en  que  fue  Virrey  de  Nueva  Es- 
l^aña  (1734-174-0);  con  otros  dos  escritos  acerca  de  su  gobierno. 
(1742?)  Copias  del  Siglo  XVIII.  1  p.  1.  G9.  (1)  10  6  11.  F'?  Tela  y  Piel. 

El  vol.  está  marcado:  «Mé.xico.  Relaciones  Varias.  1720-1811.» 

Yi'CAT.ÍN.  Secretario  General  del  (Gobierno. — Borrador  de  la  Memo- 
ria presentada  A  las  Augustas  Cámaras  legislativas  del  Estado  de  Yu- 
catán, ]3or  el  Secretario  General  de  Gobierno  en  15  y  18  de  Septiembre 
de  1843,  D.  S.  Francisco  Martínez  de  Arredondo.  80  pp.  y  94  11.  de  do- 
cumentos oficiales,  impresos  y  manuscritos,  así  como  mapas  y  planos. 
F"  Tela  y  Piel.— Rich. 

YxTLVLXOCHiTL  (Fenuimlodc  Alva). — Relaciones  de  Yxtlylxochitl  y 
Historia  Chichimeca.  Copia.  1792.  255-233  11.  F'-"  Piel.— Ricíi. 

ZuRiT.v  (Alonso  de). — Breve  y  sumaria  Relación  de  los  Señores,  mane- 
ras y  difcrcnciíis  que  avía  de  ellos  en  la  Nueva  Es])aña.  Copia.  1780? 
27011.  Tela  y  Piel.— Rich. 

Febrero  de  1912. 


Uí 


I 


is  limos  «iiJiiis 


DE  LA  NUEVA  GRANADA 


HECHA   POK  JUAN   SUAKEZ   DK   CEPEDA. 


1581. 


^(f 


rol 


1. — la  ciudad  de  la  palma  en  este  nuebo  rreyno  de  granada  es  pue- 
blo de  españoles  y  esta  fundada  en  la  gobernación  déla  trinidad  en  una 
provincia  de  vndios  que  los  xpianos  llamamos  colimas:  por  haver  ha- 
llado este  nombre  ^aitroducido  en  ellos:  esta  vocación  es  general  aun- 
que la  tierra  que  abraca  }•  comprehende  esta  provincia  tiene  partidas 
de  diversos  apellidos  puestos  por  los  que  primero  las  abitaron:  de  donde 
también  ellos  tomando  denominación  á  quedado  hasta  oy  en  sus  suce- 
sores: estos  nombres  pvisieron  los  vndios  á  estos  pedacos  de  tierras 
dándoselos  de  aquellas  cosas  que  en  ellas  vieron  y  hallaron  quando 
las  vinieron  a  poblar  lo  qual  paso  desta  manera — los  que  íicaso  llegaron  á 
un  puesto  que  en  el  avia  arboleda  y  esta  era  de  unos  arboles  que  noso- 
tros llamamos  guamos  en  nuestra  lengua  3'  ellos  en  la  suya  gurisy  pa- 
resciendoles  bien  asentaron  en  ella  por  rrazon  de  aqtxellos  arboles  y  de 
su  fruta  que  es  comestible  aquella  parcialidad  que  alli  pobló  quedo  con 
llamarse  ^uripaes  que  dirá  pobladores  de  las  guamas  o  de  los  (,"uris;  y 
si  por  ventura  otros  acertaron  á  poblarse  en  parte  dondeabia  muchas 
hormigas  de  vinas  qiie  ellos  llaman  marpes  nombráronse  marpapies  que 
se  entiende  vecinos  de  las  hormigas:  los  que  cayeron  en  lugar  lodoso  ó 
de  barros  que  en  su  lengua  llaman  caparra  de  ay  se  apellidaron  caparra 
pies  desta  forma  y  manera  tomaron  muchos  y  diversos  apellidos  por 
donde  eran  conocidos  3^  se  trataban  piiesto  que  comunmente  los  llama- 
mos á  todos  colimasesta  situada  esta  provincia  entre  otras  dos  p  obla- 
sones  provinciales  de  3-ndios  llamados  la  una  musos  que  conforma  con 
los  colimas  en  el  lenguaje  mudando  eu  algunos  nombres  silabas  3' acen- 
tos la  otra  se  llama  panches  3'  es  totalmente  diferente  de  entrambas 
con  las  quales  dos  probincias  esta  de  colimas  confina  y  termina  su  ju- 
risdicion  correspondiendo  la  de  los  musos  á  la  ciudad  de  la  Trinidad  3' 
la  de  los  panches  á  la  de  mariquita3^  así  esta  de  la  palma  las  tiene  á  cu- 
Anales.  T.  IV.— 6-t. 


508 

trambas  C(>lateralincntc  por  cDinarcaiiíis  la  de  la  trinidad  por  la  parte- 
oriental  3'  la  de  mariquita  por  ki  de  occidente:  este  es  el  territorio  3-  co- 
marca de  la  ciudad  de  la  palma 

— llamóse  esta  provincia  de  los  colimas  por  tener  como  esta  dicho 
este  mesmo  nombre  los  naturales  della  cuya  ethimolosjiaA'  significa- 
cado  es  matador  cruel  y  fue  puesto  este  nombre  á  esta  gente  y  nación 
por  la  de  los  panches  vezinos  y  cíipitales  enemigos  su\-os — desto  se  en- 
tenderá que  colima  es  nombre  del  lenguaje  Panche  y  no  del  de  los  coli- 
mas que  positivamente  lo  tienen:  la  rrazon  que  se  á  entendido  por  que 
los  dichos  panches  llamaron  colimas  á  estotros  es  por  cpjc  en  las  barba- 
ras y  carniceras  guerras  que  los  unos  con  los  otros  trataran  siendo  los 
colimas  gente  de  mas  puianca  y  mayor  exercito  que  los  panches  hecvi- 
taban  cu  ellos  terribles  y  espantosas  muertes — esta  brabeza  y  ferocidad 
se  á  templado  3-  á  tajo  plantándonos  los  xpianos entre  ellos  por  medios 
convinicntes  3-  de  aqui  vino  que  quando  poblamos  esta  ciudad  dimos  á 
la  tierríi  el  nombre  que  hallamos  en  los  3'ndios  della — 

— el  apellido  desta  gente  colima  en  su  propia  3-  materna  lengua  es 
llamarse  tapases  3^  asi  singularmente  hablando  de  un3'ndiosolosedira 
tapas:  3-  en  lo  plural  tapases  todos,  tapas  quiere  decir  cosa  hecha  de 
piedra  ardiente  ó  encendida:  componese  este  nonibix  de  tapa  que  quiere 
decir  piedra  y  de  as  que  significa  encendido  ó  ardiente:  juntándose  al 
nombre  tapa  la  sílaba  as  queda  formado  el  compuesto  tap£is  debaxo 
del  sentido  dicho  Cjue  es  hombre  ó  cosa  hecha  de  piedra  ardiente  ó  en- 
cendida— dicen  qvxe  la  ocasión  original  que  tubieron  para  llamarse  asi 
nació  de  la  furia  3'  encendimiento  con  que  se  mueven  á  sus  actos  v  cosas 
3'  considerando  la  duresa  de  los  huesos  de  que  son  compuestos  viendo 
como  quando  mvieren  son  desechos  3'  convertidos  en  tierra  que  es  ma- 
teria de  piedra:  también  argu3'en  esta  opinión  de  la  costumbre  que  tie- 
nen de  enxugar  3'  quemar  sus  difuntos  sobre  grandes  llamas  notando 
allí  como  la  carne  con  el  calor  3'  fuego  que  le  dan  se  consume  3-  distila 
engrosura  que  arde  cjuedando  los  huesos  enteros  blancos  3-  duros  de 
donde  estos  barbaros  vienen  á  creer  lo  que  se  á  dicho  3'  maginado  con 
alguna  subtilesa:  las  quales  por  otra  manera  común  se  llaman  3vis  en 
lo  plural  y  singularmente  3-vi  cada  uno:  á  este  nombre  3'vi  no  le  dan 
otro  entendimiento  mas  de  lo  que  en  nuestra  lengua  española  querrá 
decir  varón  ó  macho  pero  los  cagnomentos  que  tienen  son  muchos  to- 
mados á  su  alvedrio  de  piedras  |  de  plantas  |  de  3-ervas  !  de  hojas  |  de 
rra3'ses  |  de  aves  |  de  animales  |  3'  de  otras  cosas  |  á  que  se  3'nclinan  ó 
aficionan:  por  este  mesmo  camino  van  las  mugeres  las  quales  en  toda 
la  provincia  se  llaman  vicas  cu3'o  sentido  es  muger  ó  hembra: — esto  sea 
entendido  asi  desta  nación  lo  mas  curiosamente  que  á  podido  ser  lo 
cjual  todo  me  pareció  combenir  al  capitulo  primero  de  la  3-nstruccion 
rreal  de  su  magestad  á  que  se  rresponde. — 

2. — cjuien  fué  el  descubridor  de  esta  probincia  a3- mucha  dificultad  en 
saber  3-  averiguar  lo  cierto  por  que  luego  como  el  licenciado  don  gonca- 


509 

lo  ximenes  de  quesada  adelantado  (jiie  fué  deste  rrej'iio  lo  deseiibrió 
con  una  perseverancia  y  sufrimiento  tan  hero3'co  como  contra  los  tra- 
bajos y  necesidades  que  se  le  ofrecieron  tubo  y  pobló  en  el  la  ciudad  de 
santa  fec  3'  otros  caj^itanes  las  de  tunjA  3-  Velesdiscurriendocon  la  gen- 
te española  que  tra3-an  por  los  i)a3-ses  del  3-  hollando  sus  proviuciíis 
travesaron  algunos  dellos  por  estasdemusos  y  colimas  dexando  de  po- 
blarlas 3'  detenerse  en  ellas  auncjue  las  rreconocieron  por  fértiles  y  abun- 
dosas de  gente  por  tenerlas  por  de  poco  provecho  3-  mucho  peligro:  lo 
qual  pudieron  1)icn  verentoncesenla  pobresa  de  los  yndios  3'  en  la  mor- 
tal y  rraviosa  ponzoña  ([ue  trayan  y  de  que  husaban  en  las  armas 
con  que  peleavan,  lo  mas  que  se  ha  podido  entender  es  que  en  el  tlicho 
tiempo  pisaron  de  paso  estas  dos  provincias  dos  6  tres  de  los  dichos  ca- 
pitanes llamados  el  uno  martinez  3'  otro  martín  gonrales  |  y  rrÜDC- 
ra:  después  de  algunos  años  entro  por  ella  otro  capitán  llamado  i^edro 
de  orsua  con  gente  y  hiso  en  ellas  poco  asiento  tornándose  á  salir  por 
algunos  pretensos  y  fines  (jue  tra3-a: — quien  conquisto  esta  provincia 
colima  y  fundo  ki  ciudad  de  la  i)alma  en  ella  fué  don  gutierre  de  ovalle 
abtor  desta  rrelacion  de  lo  cpial  y  del  año  en  que  lo  hizo  y  por  cuyo  or- 
den 3-  mandado  se  tratará:  en  lo  que  toca  al  noveno  capitulo  de  la  vns- 
truccion  real  sobre  que  se  hace  esta  rrelacion. 

3. — el  temperamento  desta  provincia  en  la  nia3'or  parte  es  agrada- 
ble de  un  frescor  temijlado  suave  3-  sano  tiene  el  cielo  alegre  el  sol  claro 
3'  el  a3-re  ordinario  tan  concertado  con  estas  partes  dichas  que  las  go- 
zan todos  los  moradores  de  la  tierra  sin  ninguna  pesaduml^rc  mu3'  sa- 
tisfechos dellas  en  (|uales((uier  meses:  es  tierra  mas  húmeda  (jue  seca  v 
á  esta  cabsa  las  mañanas  engendran  3'  despiden  de  si  algunas  niel)las: 
tiene  sus  tiempos  hordenados  naturalmente  en  los  cjuales  el  año  se  par- 
te en  quatro  divisiones  ynterpoladas  que  son  dos3'nbiernos  yotrosdos 
veranos:  el  primer  3'nvierno  entra  con  el  mes  de  Octubre  el  qual  llueve 
hasta  el  de  diziembre,  su  verano  eomien(,-a  en  el  mes  de  henero  3-  co- 
rre hasta  alcanvar  el  de  man,o  allí  para:  3-  da  lugar  á  la  entrada 
del  segundo  3-nvierno  quentrara  hasta  el  mes  de  ma3'o  3-  en  el  concluve 
tomando  el  quarto  tiempo  de  enxuto  los  meses  de  junio  3- jullio  3-  agosto 
con  parte  del  de  Septiembre:  en  estos  cuatro  tiempos  se  siembran  3-  co- 
jen  dos  sementeras  de  grano  con  cu3-as  sazones  vienen  las  de  los  arbo- 
les frutales  acudiendo  con  sus  frutas  según  su  naturaleza — las  aguas 
destos  tiempos  tienen  sus  acaescimientos  conformes  á  los  accidentes  del 
cielo  3'  luna  siendo  unas  veces  moderadas  ó  escasas  otras  tempes- 
tuosas é  ymportunas — los  vientos  aunque  en  lo  general  soplan  rregu- 
lada  y  mansamente  padecen  algunas  ecepciones  violentas  y  estas  acae- 
cen en  los  tiempos  pluviosos  3'  con  menos  dubda  en  los  meses  de  mar- 
go V  abril  siendo  su  hordinario  y  cierto  correr  de  los  orizontes  de  norte 
A  sur. 

4. — esta  provincia  casi  toda  ella  es  de  gran  fragosidad  v  aspereza  de 
penosos  altos  y  congoxosas  honduras  tierra  mas  montosa  que  rrasa  A 


510 

cuya  cabsa  es  falta  de  pastos  para  ganados  3-  asi  es  estéril  de  crias  y 
multiplico  dellos.  en  lo  demás  alcanga  fertilidad  de  frutos  y  no  pe- 
nuria de  aguas  puesto  que  estas  casi  todas  son  gruesas  y  de  peciueños 
cabdales. 

5. — los  yndios  que  la  juridiscion  dcsta  ]irovincia  agora  tendrá  poco 
mas  ó  menos  según  se  juzga  por  las  encomiendas  que  dellos  a^-  hechas 
en  cinquenta  3-  sca's  vecinos  que  somos  los  desta  ciudad  3-  numerados 
por  los  que  de  cada  ima  se  been  acudir  á  su  encomendero  para  servir 
en  los  exercicios  3"  aprovechamientos  jíermitídos  serán  siete  ó  ocho  mil  en 
otro  tiempo  uvo  ma3-or  copia  dellos  pero  la  rrazon  de  ser  menos  en  es- 
te que  en  aquel  es  lo  que  an  hecho  sus  mesmas  guerras  civiles  3'  circun- 
vecinas en  las  quales  siendo  ordinarios  se  matavan  3'  comian  unos  á 
otros  después  destas  las  que  con  noscjtros  tubieron  al  principio  de  su 
pacificación  donde  mediante  su  dureza  3-  tesor  en  3'nclinar  la  cervis  pa- 
ra rrecivir  el  3'ugo  de  la  subjecion  rreal  fué  necesario  mostrarles  la 
constancia  con  que  los  españoles  saben  sufrir  los  tral^ajos  3-  esperar 
las  armas  de  sus  enemigos  mostrándoles  las  suyas  3-  sus  ánimos:  tam- 
bién les  han  dañado  arto  las  bisitas  de  algunas  enfermedades  que  á 
tiempos  ciertos  les  suelen  acudir  como  son  cámaras  de  sangre  3-  de  hu- 
mores que  rrepentinamente  les  zaltean  dolores  de  barriga  3- de  costado, 
sarampiones,  hidropesía  que  general  y  violentamente  los  aprietan  3-  en- 
tresacan á  cabsa  de  ser  gente  estrañamente  viciosa  3-  rregalona:  son 
hombres  ciue  alcanzan  medianos  entendimientos  y  que  conforme  á  ellos 
preguntan  y  rresponden  lo  que  desean  saber  ó  dubdan:  persiven  y  to- 
man lo  que  se  les  muestra  con  poca  dificultad  pero  dexandoestavia  na- 
tural siguen  fácilísimamente  lo  adquirido  de  sus  costumbres  3'  lo  que 
aprendieron  3-  se  les  mostró  en  las  escuelas  de  sus  predecesores  que  es  á 
ser  borrachos:  admirablemente  j  crueles  |  ladrones  |  mentirosos  |  rrevolve- 
dores  |  testimunieros  |  luxuriosos  |  suzios  |  desagradecidos  |  fugitivos 
masque  ningunas  fieras  |  desconocidos  |  desamorados  sin  venevolen- 
cia  aun  con  sus  propias  sangres  y  carnes  |  hechiceros  |  erbolarios 
I  3'nsconstantes  |  varios  |  desvergonc^ados  |  atrevidos: — tratan  verbal- 
mente  con  el  demonio,  casanse  3-  hazen  diborcios  y  rrepudios  á  sus 
antojos  3'  alvedrios  ellos  3-  ellas  3-  llamanflonos  á  nosotros  los 
xpianos  papas  nombre  entre  ellos  reverencial  3'  que  en  su  lengua  sue- 
na padre  ó  persona  á  quien  se  devc  y  á  de  tener  rrcspecto  3-  obedien- 
cia es  cada  uno  papa  en  sus  propios  negocios  3'  dispensaciones  sin 
querer  otra  abtoridad  toman  lasmugeres  3' maridosque  quieren  con  ma- 
dres 3"  hijas  juntamente:  cuñados  con  cuñadas  con  dos  ó  tres  hermanos 
ó  hermaníis  juntos  con  primos  3'  primas  3'  teniendo  esta  manera  de 
contraer  sus  matrimonios  por  cosa  licita  3-  sin  herror  creen  ser  culpa  sin 
remisión  abominable:  juntarse  por  ninguna  via  hombre  ni  mugerde  un 
apellido  con  persona  de  aquel mesmo  apellido  y  así  el  3-ndio  Ó3ndiaque 
tropieza  en  aquesta  bestial  ceguedad  es  tenido  por  enemigo  común  3' 
aborrecido  y  perseguido  de  todos: — tanta  es  la  demencia  y  engaño  des- 


511 

tos  que  afirman  que  los  a]K'lli(los  son  la  cierta  consayuinidad  y  ])aren- 
tcsco  3^  cjue  este  se  á  de  guardar  y  temer  y  no  lo  que  verdaderamente  lo 
es: — son  gentes  sin  señores  y  que  andan  desnudos  barbaros  que  por 
sentir  celos  ó  estar  borrachos  no  dubdan  de  privarse  de  sus  mesmas  vi- 
das y  se  dan  rrabiosas  3' desesperadas mtiertes de  j-erva  freehandose  con 
sus  mesmas  manos — por  solo  su  gusto  y  pasatiempo  se  echan  en  las 
comidas  3-  vevidas  á  que  se  convidan  tosieos  con  que  se  matan  huespe- 
des á  huespedes  vecinos  á  vecinos  deudos  á  deudos  madres  á  hijos — no 
tienen  pueblos  formados  ni  se  á  podido  aunque  se  á  procurado  por  di- 
bersos medios  acabar  con  ellos  que  se  ordenen  en  este  caso  su  manera 
de  casas  3'  el  orden  dellas  es  desliordendo  básenlas  de  vara  en  tierra  en 
forma  de  cofres  tumbados  altas  de  estado  3- medio  ó  dos  el  largo  3' ancho 
según  la  vecindad  3' familia  que  dentro  se  ha  de  rrecojercondos  portezue- 
las á  los  estreñios  dellas  para  el  entrar  y  salir;  pueblan  por  las  cu- 
chillas 3' cumbres  de  las  lomas  y  por  las  medias  laderas  dellas  dividida- 
mente  é  lexos  unos  de  otros  pero  donde  el  lugar  3^  sus  antojos  se  concier- 
tan se  congregan  algunos  barriezuelos  de  seis  ó  siete  vezinos  en  casas 
juntas  sin  guardar  concierto  la  lengua  desta  provincia  es  toda  una  sin 
diferencia  en  nada. 

6. — la  elevación  3-  altura  del  polo  en  que  esta  este  pueblo  3- su  provin- 
cia no  se  á  podido  saber  por  falta  de  3'nstrumentos. 

7. — a3'  desta  cividad  á  la  de  santa  fee  donde  rreside  el  abdieneia 
rreal  deste  rre3'no  según  lo  cjue  comunmente  se  platica  y  trata  veinte  y 
dos  ó  veinte  3'  tres  leguas  3-  á  la  de  la  trinidad  donde  n-eside  el  gover- 
nador  desta  governacion  asi  mesmo  j)or  común  opinión  c(uince  leguas 
á  la  ciudad  de  santa  fee  tiene  esta  de  la  palma  á  la  parte  del  sur  3-  lo 
de  la  trinidad  á  la  oriental  como  queda  significado. 

8. — dista  esta  ciudad  de  la  palma  de  la  de  mariquita  por  la  parte 
occidental  con  la  qual  como  scdixo  parte  sus  términos  quince  leguas: — 
estas  leguas  3*  las  dichas  en  el  capítulo  de  arriva  son  tasadas  ó  3'magi- 
nadas  3-  no  medidas  segtin  lo  qvie  se  an  tardado  en  andar  las  jornadas 
de  ellas  conforme  á  la  estimativa  de  a((uellos  que  primero  las  anduvie- 
ron v  pusieron  nombre  cuentanse  3-  son  tenidas  por  largas:  los  caminos 
por  donde  se  tratan  y  siguen  son  niu3-  ásperos  3-  se  pasanmuy  grandes 
altivaxos  3'  laderas  hechos  todos  á  fuerca  de  bravos  3-  palas  de  ai,adü- 
nes  son  mu3'  torcidos  3'  de  largas  bueltas  harto  trabajosos:  el  que  se  lle- 
va á  la  ciudad  de  santa  fee  cabera  dcste  rrc3'no  tiene  desta  maleza  doce 
leguas  después  dellas  es  todo  llano  y  tierra  mu3-  apacible  fria  ¡lor  po- 
blazones  de  3'ndios  llamados  muscas  de  la  juridicion  de  aquella  ciudad 
formados  3-  hordenados  en  una  manera  pulitica  3'  permanente: — i)ara  ir 
a  la  ciudad  de  maricjuita  desta  de  la  palma  a3-  de  la  mesniíi  aspercsa  y 
dobla  dviras  dichas  doce  leguas  las  quales  ataja  el  rrio  grande  de  la 
magdalena  pasado  este  lo  que  queda  es  llano  3-  abonado  hasta  llegar 
al  pueblo  pero  para  la  ciudad  de  la  trinidad  3'  hasta  entraren  ella  se 
lleva  desta  áspero  montoso  y  torcido  de  grandes  vueltas. 


512 

9. — este  puelílo  como  se  ha  dicho  tiene  nombre  de  ciudad  y  sobre- 
nombre de  la  pahua  puesto  que  en  su  fundación  se  puso  y  yntitulo  la 
ciudad  de  rronda  por  quien  la  fundo  é  pobló  en  el  sitio  en  que  agora  es- 
ta que  fué  don  gutierre  de  ovalle  el  qual  conquisto  su  provincia  é  la  pa- 
cifico como  se  apunto  en  el  capitulo  tercero  desta  rrelacion:  la  cabsa 
por  que  le  puso  y  dio  este  nombre  y  titulo  de  ciudad  de  rronda  fué  por 
ser  el  natural  en  los  rreynos  de  españa  de  otra  ciudad  deste  mesmo 
nombre  rronda:  hizo  esta  formada  por  horden  y  mandado  de  la  dicha 
abdienciarreal  deste  rreyno  siendo  en  ella  oydores:  los  licenciados  graje- 
da,  ángulo  é  arteaga  en  el  año  de  sesenta  y  dos:  tubo  para  su  efecto 
sesenta  y  dos  compañeros  soldados  los  quales  todos  hizo  vecinos  des- 
ta mesma  ciudad  rrepartiendoles  solares  tierras  yyndios  según  las  cos- 
tumbre que  en  esto  se  ha  seguido  en  estas  partes:— los  que  agora  ay 
son  cinquenta  3'  seis  como  esta  declarado  en  el  capitulo  quinto  desta 
rrelacion  los  que  faltan  muriendo  se  an  rresumido  en  los  que  viven: — la 
ocasión  que  ubo  para  mudarle  el  dicho  titulo  y  nombre  fundamental 
de  rronda  en  el  de  la  palma  á  esta  ciudad  después  de  aber  bivido  go- 
zándole algún  tiemjjo  por  general  manera  se  tomó  de  aquí: — pocos  me. 
ses  antes  que  el  abdiencia  mandase  hacer  la  jornada  á  don  gutierre  de 
ovalle  avia  salido  de  la  ciudad  de  mariquita  con  horden  del  cabildo 
della  un  alcalde  de  los  ordinarios  que  en  aquel  año  alli  lo  eran  llama- 
do don  antonio  de  toledo  á  fin  de  quedebaxo  ese  color  de  visitarlos  tér- 
minos de  su  ciudad  3-  provincia  de  panches  aprovechándose  de  una  oca- 
sión cjue  á  la  mano  tenian  de  cierta  copia  de  soldados  vacos  sin  entre- 
tenimiento con  ellos  3-  algunos  vezinos  de  la  dicha  mariquita  se  me- 
tiese el  dicho  alcalde  en  esta  provincia  de  colimas  de  quien  los  panches 
cada  dia  lesdavan grandes  querellas  y  queen  la  partedonde  con  menos 
peligro  V  rriesgo  pudiese  llegar  procurase  poblar  una  villeta  que  queda- 
se é  fuese  subjeta  á  la  juridicion  de  su  ciudad  mariquita  v  que  heclio 
asi  dcxase  por  presidio  en  ella  para  defensa  de  las  ofensas  que  los  pan- 
ches  rrecibian  de  los  colimas  ac|uella  ¡ente  detenida  en  el  cebo  del  servi- 
cio y  aprovechamientos  dellos  el  dicho  alcalde  en  cumplimiento  de  su 
horden  salió  3- llego  al  principio  desta  provincia  de  donde  comeni.o  alia- 
mar  los  naturales  dándoles  á  entender  ser  su  pretensión  pas  é  amistad 
con  ellos  los  quales  le  rrecibieron  con  la  mesma  muestra  y  de  consenti- 
miento suyo  se  metió  el  dicho  don  antonio  con  la  gente  que  traya  la 
tierra  adentro:  poco  mas  que  una  legua  alexado  de  la  rraya  y  termi- 
no de  los  panches  donde  en  una  loma  rrasa  por  parte  mas  segura  po- 
bló la  dicha  Villeta  dándole  nombre  de  villa  de  la  palma  ó  de  las  pal- 
mas: lo  qual  devio  hacer  por  rrespecto  de  ser  esta  tierra  abimdantissima 
destos  arboles  palmas  diferentes  en  naturaleza  de  las  africanas  berbe- 
riscas datileñas  aunque  su  fruto  es  también  en  rracimos  y  á  la  forma 
de  dátiles  pero  no  se  dexan  comer  crudos  ni  alcani,"an  aquella  dulzu- 
ra 3^  suabidad  que  ellos — hecho  lo  que  se  ha  dicho  don  antonio  de  tole- 
do   aun(iue  herido  un  pie  <lc  una  púa  con   jioca    dificultad   se  salió  3- 


51H 

torno  ;i  la  ciudad  de  iiiar¡i|uila: — los  colimas  .sirvieiidocabtclosamcntc 
el  presidio  de  la  \illadesde  á  ¡jocos  días  [¡arcciendoles  larga  dilación  la 
de  tres  ó  nuatro  meses  (|iie  avia  ((ue  sustentavan  cabesi  xpianos  con- 
servándoles la  pas  y  amistad  (jue  les  avian  dado  y  prometido  como 
gente  desacostumbrada  á  turai  mucho  en  vni  proposito  y  que  sentían 
por  cosa  dura  y  penosa  la  carga  hordinaria  A  cuestas  determinaron  de- 
xarla  caer  y  echar  de  si\'  en  la  coyuntura  que  para  esto  un  diales  ofres- 
cio  andando  ciertos  soldados  vezinos  de  la  villa  desviados  della  en  bus- 
ca de  sus  pretcnsiones  cada  uno:  todos  mas  desmandados  y  confiados 
i|ue  debieran  estar  en  la  amistad  y  rrostro  de  sus  enemigos:  los  colimas 
dieron  sobre  ellos  3-  matanilolos  acudieron  hecha  junta  siguiendo  vcon- 
tinuando  su  victoria  sobre  las  rrcliquias  de  la  desdichada  villa  y  con  tanta 
fuerera  le  pusieron  los  hombros  i|ue  la  íirrancaron  venciéndola  que  en 
ella  aviaconstruiendo  á  los  defensores  (¡ue  rresistiendo  mucho  eHaipetu 
bárbaro  hicieron  su  devcr  amparando  sus  casas  que  dexandoselas  pt)r 
despojo  se  rretirasen  á  la  ciudad  de  maricjuita:^le  aquestos  acacsci- 
mientos  tubo  noticia  el  abdiencia  y  aviendcj  precedido  otros  que  en  esta 
rrelacion  son  escusados  moljido  de  algunos  rrespectos  justos  mando 
prender  al  dicho  don  antonio  de  toledo: — á  la  conclusión  desta  causa 
hallándose  don  gutierre  en  la  corte  de  síinta  fe  donde  ella  se  seguía  le 
fué  encargado  y  mandado  hacer  la  dicha  jornada  i)or  los  oydores  di- 
chos á  quien  entonces  yncumbia  elgoviernodeste  rreyno  parescicndoles 
ser  cosa  conveniente  á  la  necesidad  de  algunos  peligros  rreprimir  y  ata- 
jar la  sangrienta  3"  sobervia  furia  de  los  yndomitos  colimas  haciéndo- 
les ynclinar  las  caberas  hasta  el  suelo  llenos  de  confuso  espanto  con  el 
sonido  y  bos  del  potentísimo  catholico  ynvencible  y  vien  abenturado 
nombre  lleno  de  alegría  3'  gioriadelamagestadymperial3'rrealdelrre3' 
don  phelípe  nuestro  señor:  debaxo  del  qual  fué  mandado  don  gutierre 
dándole  horden  3' despachos  para  ello: — el  qual  después  de  aver  gastado 
y  ocupadose  un  año  de  tiempo  en  la  conquista  y  pacificación  desta 
provincia  3'  poblado  esta  ciudad  distribuyendo  3-  rrepartiendo  sus  co- 
sas c<jmo  esta  scrípto  3'  aviendole  prove3'do  el  abdiencia  subcesor  en  la 
administración  de  la  justicia  salió  á  darle  quenta  de  lo  quedexava  he- 
cho:— estando  la  cosa  en  este  estado  3' punto  vino  probevdode  los  rrev- 
nos  de  españa  á  este  por  la  magestad  rreal  por  su  presidente  y  gober- 
nador el  doctor  venero  de  leyva  de  buena  memoria  3-  con  el  estando  en 
su  silla  negocio  don  antonio  estimulado  quita  de  algún  pensamiento 
coxquilloso  cjue  le  eausava  la  memoria  de  cosas  pasadas  como  nueva- 
mente le  cometiese  el  tornar  árrcpartir  los  yndios  y  tierras  rrepartid os 
3'a  á  esta  ciudad  lo  qual  el  presidente  le  concedió  prebenido  de  algunas 
yntercesiones  que  bastaron  para  ello:— despachado  el  dicho  don  anto- 
nio v  iDenido  á  este  pueblo  los  vezinos  queriendo  darle  sabor  con  cosas 
nuebas  no  siendo  esto  novedad  en  el  mundo  parescioles  que  pretenderían 
mas  seguramente  tornando  la  ciudad  de  rronda  á  las  primeras  manti- 
llas en  que   avia  sido  embuelta   cpiando   nació   y  cortalle  el   nombre 


514 

Y  aljtoridad  á  la  medida  dellas  y  asi  lirevisinianiente  lo  hicieron 
yiititulandola  \'il!a  de  la  palma  cjue  i'ué  la  hechura  de  don  anttmio 
que  los  Isarbaros  deshicieron  hasta  (juc  el  niesnio  don  antonio  con- 
cluyo y  que  el  doctor  Venero  de  leyva  proveyó  otro  corregidor  á  es- 
ta ciudad  que  ya  era  villa: — á  este  tiempo  no  se  como  ni  quien  se 
acordó  de  la  injuria  que  rronda  padescia  y  se  le  avia  echo  y  traydo 
el  caso  en  platica  3-  conferencia  con  los  ministros  del  gobierno  justicia 
y  rregimiento  della  por  congregación  de  consistorio  acordaron  y 
fué  mandado  que  la  villa  se  despidiese  y  fuese  donde  nunca  mas  se  oye- 
se y  cjue  ronda  se  rrevocase  3-  dcsculjierta  su  cara  sonase  su  nombre 
de  la  manera  ([ue  don  gutierre  deovalle  lo  dexo  hordenado:deste favor 
gozo  rronda  algunos  dias  pero  duróle  poco  la  ventura  por  que  no  de- 
xandole  enmollecer  el  asiento  hiivo  negociaciones  y  paresceres  en  con- 
trario de  algunos  de  los  mesmos  vecinos  con  el  propio  presidente  me- 
diante los  quales  rronda  se  torno  á  descomponer  y  á  ser  rrenombrada 
cuarta  ves  y  dieronle  de  rronda  la  ciudad  y  de  la  Villa  la  palma  y  que- 
do como  esta  del  genero  común  de  dos  llamada  la  ciudad  de  la  palma 
siendo  rronda  el  quinto  y  hultimo  pueblo  de  los  que  don  gutierre  como 
capitán  poljlo  y  como  soldado  avia  ayudado  á  poblar  en  estas  partes 
de  yndias  sirviendo  á  surre\^  y  señor  exercitandose  hasta  aquel  tiempo 
veinte  v  tres  años  en  los  trabajos  costas  y  peligros  no  ynmeritos  de  al- 
guna estimación  que  en  tales  jornadasy  los  trances  dellasse  suelen  pa- 
decer j  pasar:  y  esto  es  lo  que  toca  á  la  conquista  fundación  y  nombres 
y  mudanzas  dellos  desta  ciudad  y  su  j^rovincia. 

10. — el  asiento  3-  sitio  que  tiene  este  pueblo  es  entre  alto  3-  baxo  3- 
no  totalmente  llano  por  que  conforme  á  la  dispusicion  de  toda  la  tie- 
rra desta  provincia  tiene  la  suya  esta  ciudad  la  qual  esta  cercada  por 
todas  partes  de  los  dichos  altibaxos  de  morros  3-  cerros  3-  medias  lade- 
ras:— asentóse  en  este  puesto  por  ser  el  mas  que  otro  ninguno  acomo- 
dado é  alDundoso  de  las  cosas  necesarias  á  su  conservación  y  sustento: 
— lo  demás  que  coviene  á  este  décimo  capitulóse  bera  en  la  tra^a  Tras- 
cuñada en  debuxo  que  con  esta  rrelacion  se  enbia  á  su  magestad: — 
este  asiento  antes  que  xpianos  le  poblásemos  le  llamaban  los  3-n- 
dios  amonca:  por  rrespecto  de  unos  pantanos  que  tiene  cerca  de  si: 
agora  los  mesmos  naturales  le  dicen  carche  que  quiere  decir  cosa  cer- 
cada: —  en  lo  que  toca  á  los  honze,  doze  3-  trece  capitules  a3'  poco  que 
decir  por  lo  que  esta  dicho: — es  la  manera  de  su  poblazon  llevada  sin 
seguir  borden  de  pueblos  congregados  sino  de  casas  salteadas  á  la  me- 
dida de  sus  antojos  en  la  inudan^a  de  las  quales  también  son  rregidos 
por  ellos  dexandolas  á  los  tiemxios  que  les  paresce  3'  pasándose  á  don- 
de les  agrada  á  esta  cabsa  no  se  puede  medir  por  la  ymaginacion  ni 
stimativa  las  leguas  cjue  a3-  destas  poblazones  á  las  de  otros  3mdios 
ni  á  los  pueblos  de  españoles  por  que  lo  lexos  ó  lo  cerca  destas  partes 
sera  como  cada  casa  ó  barriezuelo  estuviere  poblado  á  respecto  de  lo 
dicho  los  caminos  de  toda  esta  tierra  y  provincia  son  de  grande  aspe- 


reza  111113-  torcidos  3'  bolteados  Iri  lengua  sin  diferencia  es  toda  una  3' 
la  colima — 

14-. — estos  colimas  son  homljres  que  no  se  entiende  dellos  quejamás 
rreconociesen  señor  ni  mortal  ([ue  sobre  sus  libertades  tuviese  imperio 
hasta  que  se  subjetaron  á  la  magestad  rreal  del  rrcy  don  Phelii)e  nues- 
tro señor: — fueron  3-  son  en  costumbres  barbaros  y  de  tan  bestial  be- 
hetría aniñada  3'  sin  discreción  ()ne  en  las  cosas  mas  graves  éde  consejo 
cjue  por  junta  é  consulta  an  de  tratar  el  consistorio  dellas  y  su  sala  es 
la  casa  donde  se  ordena  nna  solene  borracliera  3-  beviendo  alii  la  jilati- 
can  celebrando  la  fiest.'i  con  sus  sones  3'  ba3des  y  si  por  el  jiarescer  de 
los  mas  honrrados  3-  ancianos  apipas  queensu  lengua  se  entienden  va- 
lientes guerreros  se  rrecive  alguna  determinación  por  rresoluta  en  salien  - 
do  de  través  un  mochachuelo  de  los  que  andan  sirbiendo  á  baclio  3- 
ministrando  la  taca  en  la  mano  ó  nna  bejezuela  plegada  maestra  de 
hacer  muertes  con  ponzoñosa  3-er\-íi  3'decretandiciendo  no  aveis  delia- 
cerlo  que  decis  vosotros  sino  esto  que  digo  3'0  que  es  tal  ó  tal  cosa 
todos  juntos  con  alarido  apruevan  aquello  aunque  seagrandisimodis- 
parate: —  nunca  pagaron  tributos  ni  auntubieron  de  que  porque  hasta 
agora  que  con  la  3-nteligcncͣi  de  las  cosas  que  an  visto  3-  de  las  en  (|ue 
an  sido  cathetizados  van  olvidando  sus  brutedades  é  algunos  errores 
venciéndolos  dios  eterno  para  C[ue  rreconoscan  su  magestad  dibina  3^ 
bivan  bebaxo  de  las  le3-es  de  la  humana  siguiendo  su  pulicia.  siempre 
despreciaron  todas  las  cosas  de  estimación  teniendo  por  preciosas  las  de 
ninguna  virtud  ni  valor  y  dándoseles  nada  por  oro  jjlata  ni  ]3Ícdras 
preciosas  teiiian  por  rriqucza  3*  jo3-as  contezuelas  de  canillas  de  anima- 
les 3'  aves  3'  de  otros  oscsuclos  hechas  3- juguetes  de  conchillas  3-  cara- 
coles de  mar 3'  rrios  unas  sortijuelas  de  unos  coquillos  quedan  unosar- 
boles  del  grandor  de  avellanas  ó  nuezes  pequeñuelas  de  los  quales  las 
obran  3'  puestas  en  perfección  quedan  111113-  negras  3-  rred ondas  tiesas 
luzias  3'  lisas  estas  sirven  á  varones  3-  hembras  de  carcillos  ó  arraca- 
das poniéndose  en  cada  oreja  muchas  juntas  asidas  unas  de  otras: — 
deste  niodoni tuvieron pretensoresdetributonicomoestadicho  ellos  de 
que  pagarlos: — tampoco  se  á  podido  averiguar  que  tuviesen  criatu- 
ra en  la  tierra  ni  en  el  cielo  á  quien  adorasen  ni  cosa  de  yndustria  hecha 
para  este  efecto,  solo  se  contenta  víin  con  sembrar  3-  cojer  bever3-matar 
3-  comer  carne:  siguiendo  excesivamente  en  esto  losenemigos  del  alma: 
— dan  á  entender  que  hablan  con  el  demonio  3-  que  le  hacen  preguntas  v 
r''eciben  del  rresiDuestas  3-  del  son  cada  memento  engañados: — alcanca 
esta  nación  noticia  del  dilubio  universal  y  asi  lo  platican:  puesto  que 
como  barbaros  teniendo  en  este  caso  3' en  otros  opiniones  rridiculosas 
3-  entre  ellas  esta  la  una:  dicen  que  á  111U3'  largos  años  según  á  venido 
de  generación  en  generación  que  el  mundo  todo  se  anegó  tomándose 
aqui  la  parte  por  el  todo  porque  su  discurso  no  se  estiende  á  tener  por 
mundo  mas  de  aquella  parte  del  á  donde  llega  su  phantasia  conforme 
á  lo  que  an  visto  de  tierra  3'  gentes  ó  á  los  quentos  que  desta  forma  les 

Anales,  T.  IV.— fió. 


516 

quedan  en  memoria  historial  scriptos  por  las  lenguas  de  sus  predeceso- 
res:—  quando  el  diluljio  fue,  cuentan  que  en  cierta  parte  de  la  tierra  avia 
una  loma  muj-  alta  3'  larga  cu3-o  nombre  era  acá  3'  no  armenia  3'  que 
fue  tanta  la  pujanca  de  las  aguas  que  también  señorearon  aquella  cum- 
bre subiendo  sobre  ella  el  agua  de  aqviella  3'nundacion  dicen  que  venia 
sigiendo  los  pasos  de  un  perro  mu3^  grande  cjue  la  tra3'a  tras  si  3'  que  el 
perro  3-ba  tañendo  un  atambor  á  cu3'o  son  el  agua  bailando  crescia  3' 
que  espantados  los  hombres  de  ver  caso  tan  rrepentino  3-  peligroso  co- 
rrieron á  aquella  sierra  y  se  subieron  á  guarescer  en  ella  del  3'mpetu  3- 
poderio  del  agua  donde  de  hambre  perescio  casi  todo  el  genero  humano 
é  quédelos  pocos  que  quedaron  descubierta  la  tierra  se  tornó  á  multipli- 
car 3'  procrear  el  universo: — creen  3^  asi  lo  confiesan  cjue  el  perro  entonces 
se  metió  en  una  laguna  de  grandisimo  espacio  donde  agora  esta  y  bive 
y  que  los  3'ndios  que  mueren  lo  van  alli  á  ver  3^  que  hecho  esto  pasan  á 
poblar  unas  sierras  nevadas  donde  esperan  los  que  quedan  3'  todos  an 
de  permanecer  para  siempre: — dicen  que  el  mais  verde  que  en  aquel  tiem- 
po tenian  sembrado  como  el  agua  lo  cubrióse  torno  papaga3'os  ver- 
des 3'  que  asi  mesmo  el  mais  negro  se  convirtió  en  papaga3-os  negros 
y  que  á  esta  cabsa  los  unos  3'  los  otros  papaga3-os  son  agora  tan  ami- 
gos de  comer  mais  por  ser  procedientes  del,  3'  vienen  en  los'tiempos 
de  las  sementeras  en  berca  á  comérselas  en  el  campo:  las  macanas  que 
son  armas  é  3^nstrumento3  obrados  por  sus  manos  que  las  unas  les  sir- 
ven de  espadas  para  sus  pendencias  3-  ple3'tos  de  demandas  3'  rrespues- 
tas:  3'  los  otros  de  rrocar  3-  limpiar  sus  sementeras  3-  son  hechos  de  pa- 
los de  palmas  mu3' negros  y  duros-  los  arcos3'  frechas las  tinajas  en  que 
cuesen  y  guardan  su  vendimia  3^  vino  el  qual  contino  es  de  mais  ó  3'u- 
cas:  las  culebras  los  tigres  leones  3'  otros  animales  3'  cosas  creen  que 
resultaron  y  nacieron  del  humo  3- vapores  de  aquella  3'nundacion:  otras 
creencias  tienen  desviadas  deste  caso  nacidas  de  opiniones  desvariadas 
y  fundadas  en  doctrinas  heredadas  tan  viciosas  comolas  dichas: — afir- 
man que  quando  alguno  de  los  dos  luminares  celestiales  padece  eclipse 
procede  de  que  una  vieja  colima  muy  antigua  cu3-o  nombre  dicen  ser 
auxicuc:  que  se  entenderá  cosa  ó  madre  de  los  primeros  hombres  sale 
de  aquellas  sierras  nevadas  rreferidas  3-  á  casa  escura  3'  morada  senpi- 
terna  su3'a  3'  de  todos  los  que  en  esta  fe  murieren  por  que  entonces  tie- 
ne ella  gana  3'  le  da  deseo  de  que  la  lloren  sus  descendientes  en  este  siglo 
3"  que  para  provocarlos  al  planto  3'  moverlos  á  el  tristemente  se  pone  á 
jugar  con  una  de  las  dichas  dos  lumbreras  la  que  quiere 3^  que  andando 
en  la  burleria  le  pone  las  manos  sobre  la  cara  con  las  quales  se  la  cubre 
3-  dexa  escondida  la  luz  3-  cre3-endo  loscu3-tados  miserables  esto  en  vien- 
do la  privación  de  la  claridad  comienzan  la  música  acordada  de  bozes 
3'  abllidos  discordes  3'  aborrecibles  con  golpes  de  tinieblas  ynsufri- 
bles  3"  temerosos: —  en  acjuellos  tiempos  comen  tierra  3-  piedras  3*  hacen 
otras  ceremonias  lutosas  hasta  ser  el  sol  ó  luna  rrestitu3'dos  en  su  pri- 
mer estado  entonces  cre3-endo  que  an  satisfecho  el  intento  3-  voluntad 


517 

de  la  buena  vieja  y  que  ella  aplacada  \-  contenta  á  dexado  la  lucha  ])a- 
lestra  cesan:  teniendo  todavia  por  muy  cierto  que  sus  gritos  3- devoción 
la  forv'aron  á  recojerse  á  su  ynfierno: — quando  veen  alguna  cometa  co- 
mo casualmente  suelen  parescer  ardiendo  en  el  a^'re  dicen  que  es  un  pa- 
xaro  que  la  raesma  auxií.uc  embía  de  los  que  se  crian  en  sus  jardines  y 
bosques  bolando  el  qual  se  llama  caxir  que  quiere  decir  matador  con 
macana  y  que  la  cabsa  de  mandarle  salir  de  la  tierra  y  venir  al  cielo  es 
por  cjue  esta  enojada  de  alguna  cosa  y  que  quiere  hacer  por  esta  oca- 
sión guerra  á  los  hombres  tomando  por  j-nstrumento  medianero  del 
castigo  aquella  ave  que  viene  á  destruir  y  secar  las  sementeras  de  los 
colimas  porque  faltándoles  mantenimientos  mueran  hanljrientos  3'  que 
asi  mismo  aquel  caxir  trae  horden  de  su  matrona  para  que  esgrima  su 
macana  3'  mate  muchos  panches  con  ella,  deve  serpor  que  no  gocen  so- 
los sus  amigos  de  sus  mercedes  deviendo  de  concederles  á  estos  barba- 
ros que  en  algunas  cosas  destas  van  oliendo  y  rrastreando  lasque  con- 
sisten en  buena  philosophia  natural  aunque  escurescidav  confusamente 
por  falta  de  la  verdadera  lumbre  3-  asi  desatinan:  los  rravos  que  se  es- 
tienden y  esparcen  de  la  cola  ó  cabsga  de  la  cometa  dizen  que  son  plu- 
mas 3'  pelos  del  paxaro  que  3'endo  bolando  las  vá  despidiendo  para  fin 
de  las  cosas  que  viene  á  acabar:  y  para  mitigar  3'  rregalar  la  3ra  de  la 
furia  atajando  por  algún  buen  medio  esta  plaga  a3'unan  según  su  cos- 
tumbre que  es  cesar  3'  abstenerse  en  sus  comidas  del  gusto  3^  apetito  de 
la  sal  3^  su  sabor  prosiguiendo  esta  santimonia  por  quince  diasal  fin 
délos  quales  se  lavan  y  en  sus  labran^:as  arman  unas  rredes  de  hilo 
mu3^  de  proposito  estas  dizen  que  son  para  enrredar  3' cacaren  ellas  la  po- 
bre cometa  y  hazer  della  lo  que  dellos  ella  queria  hazer  en  pago  de  la 
rru3'n  3aitencion  que  tra3'a  lo  qual  nunca  acaban  de  hazer  ni  de  desen- 
gañarse—á  los  tiempos  que  según  el  curso  3'  horden  del  movimiento  de 
los  cielos  parescen  en  su  orizonte  las  estrellas  que  vulgarmente  se  llaman 
cabrillas  asi  como  las  veen  corren  á  comer  3'  comen  piedras  3'  terrones 
como  si  fuesen  turrones  3'  melcochas  v  dicen  que  hazenesto  para  asegu- 
rar los  dientes  3-  afirmarlos  que  no  se  les  ca3-gan  3'  asi  esperan  que  lesa 
de  suceder  sintiendo  como  bestiales  el  efecto  contrario  de  lo  que  procu- 
ran 3'  querrían— llaman  al  lucero  del  alva  toro  caqui  que  quiere  tleeir  el 
rredondo  grande,  toro  significa  cosa  rredonda  y  caqui  grande,  este 
nombre  dicen  que  le  pusieron  por  vituperio  3-  3-nominia  3'  por  escarne- 
celle  y  afrentalle  movidos  los  abtoresdela3'mbencion  de  enojo  que  con- 
cibieron contra  el  los  pasados  3-tura  hasta  los  presentes  cabsado  de 
que  el  clandestinamente  se  caso  el  lucero  3'  tuvo  acceso  cubicular  con 
una  3'ndia  colima  llamada  api  cjue  se  entiende  agüela  ó  bisaguela:  lo 
qual  dicen  que  fué  esta  de  toda  la  generación  colima  v  que  el  dicho  caso 
se  rrecibio  por  3-njuria  común  quedando  del  ellos  muy  agraviados  3' sen- 
tidos V  la  strella  luzero  con  su  nombre  tan  temeroso  y  lleno  de  miedo 
que  no  osa  parescer  en  el  cielo  á  otra  ora  sino  á  aquella  por  ser  tiempo 
en  que  todos  ellos  están  rrecogidos  3'  durmiendo  3-  tener  sabido  que  si 


518 

travesase  el  cielo  descubiertamente  y  ele  modo  que  pueda  ser  visto  lean 
de  prender  y  echallo  en  una  laguna  donde  se  ahogue 3-  fenesca — quando 
tienen  voluntad  y  querrían  que  el  sol  abreviase  su  jornada  y  corriese 
iTias  que  corre  á  encerrarse  en  su  ocaso  cudiciosos  de  la  noche  aunque 
sea  de  mañana  por  dormir  ó  no  travajar  ponense  á  mirarle  y  soplarle 
mu^-  apriesa  arrancándose  las  pestañas  y  cejas  de  los  ojos  y  arrojándo- 
selas con  aquellos  antojos  \-  creen  que  iDasta  esto  á  hacer  fuerg-a  al  sol 
para  que  se  subjete  á  su  querer  desatinado: — el  mesmo  rrito  y  ceremo- 
nia tienen  y  observan  contra  los  aguaceros  y  tempestades  3-maginando 
que  con  soplos  de  su  ayre  an  de  rresolver  las  aguas  y  detener  los  vien- 
tos:— los  temblores  de  tierra  3' terramotos  que  se  veenj^subceden  cuentan 
por  cosa  ^-ndubitada  que  son  cabsados  por  una  culebra  queen  cier- 
ta parte  del  mundo  abita  y  bive  dentro  de  una  grandísima  agua  el  qual 
animal  lo  pintan  y  figuran  tan  fiero  y  monsturoso  que  según  la  traca  su 
cucqoo  tiene  de  grosor  mas  que  ocho  bueyes  juntos  3-  de  largor  le  dan  y 
señalan  masdedosmill  passos:  llamanle  3-vichicuco:  dándole  este  nom- 
bre de  el  mesmo  canto  que  tiene:  esta  culebra  afirman  que  sale  de  su  ca- 
sa V  estancia  en  aquellos  tiempos  compelida  de  necesidad  de  comer  3- 
con  hambre  á  buscarlo  sabiendo  bien  antes  que  parta  donde  le  esta  3-á 
la  mesa  puesta  3'  aparejada  la  cena  3-  que  haciendo  su  camino  es  tan- 
ta la  terribilidad  y  furia  que  trae  cargando  la  tierra  v  apretándola  que  no 
pr.diendola  sostener  ni  sufrir  ensima  de  si  se  abre  y  hunde  y  tiembla:  el 
yntento  que  lleva  la  culeljra  que  engaño  á  eva  y  engaña  á  estos  para 
hartarse:  dicen  ser  llegar  á  parte  donde  á  aquella  ora  a3- gran  concurso 
3-  junta  de  gentes  colimas  3-  ¡Danches  donde  sin  ser  sentida  de  cosa  que 
biva  los  cerca  enrroscandose  3-  dexando  ceñida  dentro  del  anbito  de  su 
circunferencia  toda  aquella  congregación  y  que  al  tiempo  que  le  parece 
combenir  3'  quiere  zuena  unos  cascabeles  naturales  que  trae  á  la  punta 
de  la  cola  horriblemente  á  cu3-o  rru3-do  la  turba  espantada  como  gana- 
do asombrado  quiere  hu3'endo  escapar  del  peligro  3-  tomando  sin  con- 
sejo la  primera  senda  ó  camino  que  se  les  ofrece  guiados  asi  por  lo  que 
dispone  el  culebro  vana  dar  áporfía3-de  tropel  ala  cueva  de  su  boca  don- 
de los  recive  v  traga  sorviendolos  dentro  de  si  aunque  sean  mili  juntos: 
— entendida  yo  la  credulidad  con  que  esta  jente  pobre  afirma  esto  qui- 
se saber  y  \-nquirir  particularmente  en  este  caso  sobre  que  estrivaba  el 
fundamento  del  3-  preguntando  á  algunos  3-ndios  con  quien  al  parescer 
mas  lugar  tenia  el  crédito  que  con  otros  halle  dos  ó  tres  que  me  certifi- 
caron no  aver  dubda  en  el  3-  aver  ellos  mesmos  visto  caminar  el  dicho 
3-vichicuco  paresciendoles  en  aquel  ¡Dunto  estar  fuera  deste  mundo:  Pero 
confieso  que  tanpoco  cre3-  estos  como  álos  mas  mentirosos  3' asi  dubde 
de  su  verdad  teniéndola  por  cesa  apócrifa  phantaseada  3^  vana  como 
las  otras  su3"as  3'  creo  si  algo  esto  ó  en  otros  vieron  fué  á  satanás  en 
aquella  figura — otras  minchas  costumbres  rritos  y  ceremonias  3'  ob- 
servaciones brutales  3-  demoniaticas  tienen  estos  colimas  que  la  toca 
della  se  podría  sacar  por  la  lista  destas  dichas. 


5 1  O  , 

15. — tenían  guerra  estos  ^-nclios  colimas  como  se  á  dicho  con  los 
panches  vezinos  provinciales  suyos  y  esta  era  común  como  contra  ene- 
migos capitales  y  asi  generalmente  se  juntavan  para  ella  apellidándose 
ó  dándose  noticia  del  día  en  que  se  avía  de  hazer  la  caga  3'  es  así  por 
que  la  pretensión  destos  barbaros  en  la  guerra  contra  los  panches  y 
aun  en  algunas  que  tenian  entre  si  mesmos  de  apellido  contra  apellido 
á  manera  de  vandos  la  cosa  que  principalmente  pretendían  era  la  car- 
ne de  que  se  abian  de  hartar:  y  assí  quando  de  las  borracheras  que  pa- 
ra este  fin  se  hacían  donde  se  determinaba  la  dicha  caga  de  guerra  sa- 
lió la  noticia  á  bolar  los  colimas  del  vando  contrario  de  aquellos 
que  la  hordenavan  y  Cjuerian  hallarse  en  ella  tratavan  partido  de  lo  que 
aviíin  de  ynteresarpor  yrles  á  aA-udar  contra  los  panches  de  sus  carnes 
para  comer  convenidos  se  juntavael  exercito  éj'van  al  efecto,  la  mane- 
ra de  la  caga  3^  guerra  era  ó  dar  de  noche  sobre  los  enemigos  quebran- 
tándoles el  sueño  ó  saltearlos  dedia  saliendoles  á  los  caminos  por  don- 
de 3'van  á  sus  haciendas  3'  contrataciones  también  trataban  con  ellos 
mercados  en  partes  3-  días  señalados  donde  la  una  nascion  con  la  otra 
feria  van  las  cosas  que  llevavan  todas  menudencias  apocadas  3'  después 
de  averse  acavado  el  contrato  por  el  quedad  con  dios  3'  andad  ñora 
buena:  comeni^^avan  las  puñadas  arremangándose  para  ello  3^  dar  la 
primera  sangría  el  que  mas  a3'na  le  vino  el  antojo  hombre  ó  muger  vie- 
ja ó  mochacha.  desta  manera  se  travava  la  escaramu(,a  3-  batalla  cam- 
pal donde  cada  uno  hacia  lo  que  podía  peleando  sin  horden  ni  cabdillo. 
al  antojo  de  su  ojo  3'  que  se  valiese  por  sus  puños  probando  como  me- 
jor pudiese  por  que  la  mesma  behetría  es  la  de  los  panches:  allicl  que  mas 
caberas  de  aquellas  botijas  cortaba  3'  mas  anothomias  en  sus  cuerpos  ha- 
zla mas  cargado  de  peso  v  alegría  volvía  á  su  casa  sielescapava3'  mas  vi- 
no bevia  donde  llegaba,  teníase  quenta  con  que  sí  en  los  dichos  asaltos  no- 
turnos  ó  diurnos  ó  en  la  batalla  de  los  mercados  matava  el  colima  una 
yndia  pancha  ó  de  otra  nación  qualquiera  que  como  esta  dicho  esta 
nación  llama  á  las  mugeres  vicas  quedava  el  matador  con  titulo  de 
apípavica:  que  es  matador  de  la  muger  3'  si  matava  niño  ó  mochacho 
decíase  apipa  y  vichípi  que  es  matador  del  hombre  niño:— en  estas  gue- 
rras también  avía  prisioneros  3'  se  tomava  gente  ávida  especialmente 
mugeres  mo(;as  y  mochachuelos  de  los  quales  se  servían  á  sus  apetitos 
como  de  personas  deslibertadas  pero  tenian  grandísimo  cuidado  en  que 
de  los  muertos  no  se  perdiese  onga  de  carne  ni  gota  de  sangre:  que  cru- 
do ó  guisado  bevido  3-  comido  se  avia  de  envasar  en  sus  cueros  sin  que 
quedase  á  las  aves  ni  animales  carniceros  que  poderles  agradecer. 

16. — la  rropa  que  estos  yndios  vestían  era  la  de  que  la  naturaleza 
los  bistió  no  tenian  otra  ni  ze  fatigíivau  por  ella  sus  armas  ofensivas 
eran  arco  y  flecha  macana  3'  dardo  las  defensivas  unos  pavesillos  he- 
chos de  cueros  de  animales  los  quales  tendían  sobre  un  armazón  de  pa- 
lillos corvados  dexando  el  envés  de  aquellas  pieles  á  la  parte  exterior 
pintándolas  de rra3-as3-jestos  varios 3-  desvariados  sin  horden  niforma 


520 

— estas  rrodelejas  llevavan  á  la  guerra  quando  se  hacia  de  acuerdo  co- 
mo dicho  es  3'  davanlas  á  aquellos  soldados  á  quien  cabia  la  suerte  y 
oficio  de  arrodelar  los  frecheros  y  desto  servian  aunque  con  flaca  defen- 
sa para  su  munición: — en  este  tiempo  van  ya  cansando  3'  se  quedan 
atrás  estas  costumbres  3-  crueldades  barbaras  entrando  en  su  lugar 
otras  jiuliticas  3-  catliolicas  que  la  fuerza  3-  3-ndustria  xpiana  les  hace 
tomar  mediante  lo  cual  estos  3-ndios  colimas  se  aplican  á  obrar  algunas 
telas  de  algodón  hilado  de  que  se  van  vistiendo  3-  cubriendo  acercándo- 
se á  lo  honesto  3-  vergonzoso  de  qvie  se  les  dá  exemplo  y  muestra — los 
mantenimientos  de  que  común  3'  ordinariamente  hnsavan  para  sus- 
tentarse eran  mayz  que  es  su  grano  3^  una  legumljre  que  llamamos  fri- 
sóles— 3'erljas  y  hojas  diferentes  destas  y  del  ma3-s  molido  3-  cozido  con 
ellas  en  agua  hacen  unas  masamorras  C|ue  es  guisado  al  modo  de  las 
poleadas  ó  gachas  que  llaman  en  españa:  estas  comen  prove3'das  de 
Siil  ó  de  agua  della  teniéndolo  por  manjar  detodas  oras  3-  por  mas  jirin- 
cipal  sabroso  y  socorrido  que  ninguno  de  todos  los  demás  que  alcan- 
i,fin  en  salud  ó  enfermedad  tenian  batatas  y  3-ucas  que  son  rra3zes  co- 
noscidas  3^  de  sustento  otras  rravses  campesinas  3' diversas  comen,  á  to- 
das generalmente  llaman  arocueche  que  es  rra3ces  de  la  tierra  tenian 
au3'amas  que  son  legumbres  á  la  manera  de  unas  calabazas  rromanas 
3-  buena  comida  comian  frutas  de  sus  arboles  de  cultura  y  de  los  silves- 
tres carnes  de  mas  de  la  humana  la  de  otras  cacas  que  3'ndustriosa- 
mente  podian  matar  destas  mesmas  comidas  se  sirven  3'  aprovechan 
agora  ecepto  la  que  les  defiende  el  temor  alargándose  esta  gente  ase- 
gurada por  la  familiaridad  con  (¡ue  los  conversamos  á  comer  también 
de  todos  nuestros  manjares  asi  los  hordenad os  por  arte  como  crudos 
por  su  naturaleza  de  los  quales  al  principio  de  su  pacificación  mostra- 
van  grandes  cscruj^ulos  3'  hfician  muchos  ascos  y  por  esta  desemboltu- 
ra  3'  por  lo  que  se  les  á  3-mpedido  en  sus  bestiales  excesos  jusgamos  los 
españoles  que  en  este  tiempo  conservan  mejor  sus  saludes  3-  vidas  que 
en  los  pasados  y  creemos  ser  asi  por  lo  que  se  vee  3'  avemos  entendido. 

17. — cerca  del  asiento  desta  ciudad  se  á  tratado  lo  que  ay  que  dezir 
del  en  el  capitulo  décimo  desta  rrelación  á  cu3'a  cabsa  se  escusará  en 
este. 

18.— el  puesto  y  sitio  deste  pueblo  se  tiene  y  conoce  sano  sin  averse 
sepirimentado  hasta  agora  el  contrario  desto  por  enfermedades  parti- 
culares ni  cabsadas  accidentalmentepormudanvas  de  a3'rcs  ni  3'nfiuen- 
cias  de  cuerpos  superiores  á  que  notablemente  se  a3'a  podido  tener  rres- 
]jecto  porque  como  dicho  está  el  temple  desta  tierra  se  tiene  por  alegre 
sobroso  3-  sano. 

19. — esta  ciudad  ni  su  provincia  no  tiene  cordillera  señalada  sino 
quisiese  rrespetarse saliendo  de  sus  términos  la  generalísima  3-  casi  uni- 
versal sierra  que  corre  por  cima  de  la  ciudad  de  santa  fee  cabega  deste 
rre3'no  de  la  qualaviendo  de  escriviralgoaqui  sera  solamente  decir  que 
pasa  lexos  de  esta  ciudad  por  la  parte  de  medio  dia  las  ve3'nte  3-  dos  ó 


521 

ve^-nte  3-  tres  leguasdichasllanianla estos  coliinashoiiiojíayni  c|iie  quie- 
re dezir  el  cerro  ó  loma  muj'  grande  y  larga. 

20. — en  sus  términos  no  alcanza  esta  ciudad  rrio  de  quien  por  su  cab- 
dal 3'  abundíincia  ó  cosas  peregrinas  y  notables  que  crien  sus  aguas  ó 
a^-a  en  sus  rriberas  se  deva  hacer  caso  del  haciéndose  aqui  la  salva  al 
famoso  rrio  de  la  magdalena  nonl^rado  en  muchas  partes  del  orbe  asi 
por  su  largo  curso  y  hermosa  estension  como  por  los  monstruosos  la- 
gartos ca^-manes  que  procrea: — en  la  ribera  deste  cabdalosisimo  rrio 
tiene  esta  ciudad  poblado  un  puerto  donde  se  desembarcan  3-  rrecetan 
las  gentes  3-  mercadurias  que  suben  á  este  rre3'no  para  su  sustento  ve- 
nida de  los  de  españa  á  lascostas  de  Cartagena  3'  santa  martha  el  qual 
el  abdiencia  rreal  provee  de  alcayde  por  arrendamiento  de  los  derechos 
rreales  tiene  este  puerto  esta  ciudad  distante  por  la  vanda  del  norte 
cerca  de  tre3-nta  leguas  y  alcanza  el  rrio  por  lo  mas  cercano  y  conjun- 
to á  ella  que  es  mirando  al  occidente  en  los  términos  de  maric[uitaádü- 
ze  leguas:  otros  rrios  a3'  en  los  términos  deste  pueblo  pero  pequeños 
los  cuales  hasta  agora  son  de  ningunos  3'ntereses  ni  aprovechamien- 
tos ni  se  veen  en  ellos  cosas  que  prometan  ma3-ores  esperanzas  por  lle- 
var como  llevan  sus  carreras  niU3-  metidas  en  barrancas. 

21. — lagos  ni  lagunas  ni  fuentes  señaladas  y  notables  no  a3-  en  esta 
probincia  no  siendo  digno  de  tenerse  por  tales  dos  fuentes  de  agua  sa- 
lada que  sirven  á  la  provisión  de  los  naturales  por  nacer  ki  una  delias 
dentro  de  un  rrio  de  agua  dulce  3-  casi  en  el  medio  del  la  qual  rrebienta 
por  lo  alto  de  una  peña  que  sube  masciue  el  agua  del  rio  harto  forma- 
da á  manera  de  una  rrvieda  de  molino  con  su  ojo  y  es  tan  continuo  y 
3-nfalible  el  apo3'o  della  que  sustentando  dos  poblazones  de  3mdios  di- 
ferentes en  apellidos  llamados  los  unos  murcas  3'  los  otros  guachipaes 
que  van  tendidos  por  los  altos  de  sus  rriberas  de  una  parte  3-  otra  ja- 
mas se  agota  ni  apoca  esta  fuente  ó  manantial  es  mu3-  salado  3^  tienda 
esta  ciudad  lexos  de  si  poco  mas  que  una  legua  al  oriente — la  segunda 
de  las  dichas  dos  aguas  saladas  nace  al  occidente  á  media  legua  desta 
ciudad  la  qual  sale  en  dos  ojos  poco  apartados  el  uno  del  otro  rreben- 
tando  por  debaxo  de  un  cerro  ó  loma  mu3-  grande  3'  grueso  á  la  orilla 
de  una  quebrada  que  se  hace  entre  este  3'  otro  cei'ro  su  vecino  la  qual 
es  de  agua  dulce  pequeña  3-  hecha  de  aguas  que  acuden  alli  venidas  de 
entrambos  altos  por  la  parte  dicha  salen  aquellos  dos  ojos  de  agua  sa- 
lada á  encontrarse  con  esta  dulce  á  la  qual  por  ser  tanto  el  cabdal  déla 
contraria  la  constriñen  á  tomar  su  sabor  3-  gusto  de  sal  3-  crecer  tan- 
to que  pueden  después  de  juntas  servir  á  batanes  de  rropa  v  molinos 
de  pan  3-  no  a  otra  cosa  por  3-r  como  las  demás  abarrancada  entre  an- 
gosturas. 

22. — la  ma3-or  parte  desta  tierra  es  abolcanada  3-  de  fiuemazones  pe- 
ro cerca  deste  articulo  no  33-  particular  cosa  de  que  se  pueda  haser  rre- 
lación. 

23. — a3-  en  esta  i)rovincia  arboles  frutales  silvestres  de  diversosnom- 


0¿¿ 

bres  yfrutasdiferentesen  formas  Y.Lrustosde  los  qualesdire  aquí  los  que 
é  visto  3'  de  los  que  he  podido  tener  noticia. 

PALMAS. — a3-  unas  palniíis  campesinas^-ncultas  que  aunque  dan  frii- 
ta  en  rrasimos  v  á  manera  de  bellotas  de  ensina  no  se  come:  ni  es  da- 
ñosa desto  sirve  la  hoja  para  cubierta  de  casas  y  es  para  las  de  acá  muy 
buena  cobija,  la  madera  no  sirve  por  ser  estoposa  y  corruptible. 

GUAMOS. — guamos  que  son  los  arboles  apuntados  ya  en  el  exhordio 
desta  rrelacion  aj'  tres  ó  quatro  géneros  dellos  la  fruta  destos  es  larga 
como  tres  ó  quatro  palmos  rrolliza  á  manera  de  valas  de  cera  ó  sebo  el 
cuero  duro  3'  acanalado  en  muchas  particulas  de  largo  á  largo:  la  car- 
ne que  dentro  se  cria  es  sobre  tina  pepita  negra  á  modo  de  ciruela  pa- 
sa lisa  ella  es  blanquísima  hordenada  á  trechos  conjuntos  y  .señalados 
á  la  forma  de  copicos  de  algodón  sazonado  en  su  capullo  es  muA'  dulce 
xugosaysuabedebuen  olor — la  madera  destos  arboles  no  sirve  comun- 
mente mas  que  de  leña  por  no  ser  apta  para  otra  cosa. 

GUAYABOS. — íiy  gua^-abos  que  son  unos  arboles  que  llevan  una  fruta 
(jue  se  come  rredonda  y  masiva  sin  hueso  cuya  carne  es  encarnada  sa- 
brosa 3'  sana  de  cuero  delicado  3'  liso  cria  dentro  de  si  gran  suma  de 
pepitas  mu3-  menudas  3-  tíin  duras  qvie  cabsan  desabrimiento  al  desha- 
zerlas  entre  las  muelas:  la  madera  destos  gua3-abos  aunque  es  tiesa  3' 
dulce  de  labrar  no  sirve  á  edificios  3-  podra  servir  a  otras  cosas  de  obras 
menudas — ay  destos  arboles  unos  que  dan  la  fruta  dulce  3-  otros  agrá. 

CUROS. — a3-  unos  arboles  grandes  y  hermosos  de  heredades,  la  fruta 
destos  es  á  manera  de  peras  verdiales  de  españa  pero  algunas  muv  ma- 
3'oresllamanse  euros  3-  deril^adamente  cura  la  fruta  de  agradable  pares- 
cer  la  carne  destas  es  sabrosa  3'  grasa  tiene  la  pepita  de  la  hechura  3' 
grandor  de  un  huevo  de  gallina  es  la  cura  comida  de  mucho  sustento 
3-  buen  mantenimiento — la  madera  destos  arboles  sirve  en  pocas  cosas 
por  ser  vedriosa  muelle  y  estoposa. 

NISPERO.S. — a3'  nisperos  que  son  arboles  que  llevan  la  fruta  como  los 
de  Castilla  en  forma  sabor  3-  olor  y  asi  como  aquellos  se  cojen  verdes  3' 
maduran  en  paja  ó  otro  abrigo:  la  madera  destos  sirve  en  pocos  me- 
nesteres. 

XAGUOS. — 33-  unos  arboles  que  llaman  xaguos  son  mu3-  crecidos  en 
altor  3' grosor  3-  de  hermosos  troncos  3-  rramas  3'  hojas  llevan  una  fruta 
rredonda  de  cuero  pardo  3-  cascara  gruesa  3-  dura  á  esta  cabsa  lo  co- 
mestÜDle  della  es  poco  pero  dulce  3-  suave  es  tan  grande  como  un  huevo 
de  gansa  tieneuna  propiedad  natural  graciosa  3-  es  que  mascada  ó  mo- 
lida deshecha  en  agua  3-  dejada  asentar  queda  tan  clara  como  si  no  lle- 
vara mixtura  ó  fuera  destilada  3"  labada  con  ella  las  manos  ó  cara  tie- 
ne los  cueros  de  las  personas  dexandolos  por  nueve  días  negros  mas 
atezados  que  loestan  3-sonlos  mu3-escoiidos  de  guinea  sin  que  para  des- 
pintar aquella  3-mpresion  por  el  nobenario  aya  cosa  que  baste  sino  deso- 
llar, estos  arboles  aunque  son  silbestres  son  rraros  en  maderaes  suave 
de  labrar  V  de  muv  graciosa  tez  haze  unas  diferencias  de  colores  en  el  cor- 


523 

te  de  blanco  y  morado  bien  galanas,  sirve  y  puede  servir  en  obras  ca- 
seras y  en  otras  de  mas  pulicia  aunque  es  algo  vedriosa. 

CAVMiTOS. — ay  caymitos  que  son  arboles  llamados  asi  de  mediano 
grandor  montañeses  de  madera  que  ptiede  servir  y  aprovechar  en  hedifi- 
cios  llevan  vina  fruta  que  se  come  del  grandor  y  forma  y  color  de  tina 
naranja  madura  en  toda  sazón,  lo  cjue  della  se  come  es  á  manera  de  un 
tremada  dulce  y  de  sabroso  gusto. 

NOGALES. — nogales  aj-  en  abundancia  en  algunos  montes,  la  madera 
destoses  como  la  de  los  de  españa  y  asi  puede  servir,  diferenciase  la  fru- 
ta en  ser  mas  tiesa  y  dura  de  despedir  de  su  casa:  y  no  tiene  en  la  caxa 
aquellos  apartamientos  quarteados  que  las  otras  hasese  destas  verdes 
buena  conserva. 

ANONES.  —  anones  ay  que  son  unos  arboles  llamados  por  este 
nombre  los  quales  son  montañeses  y  aj-  los  también  de  cultura  de 
medianos  cuerpos,  su  madera  es  jaihutil  por  ser  delgada  y  tierna  lle- 
van una  fruta  á  manera  de  coravones  de  vaca  y  alguna  de  aijuel  gran- 
dor de  cuero  delgado  y  sembrado  por  la  superficie  de  unas  púas  tier- 
nas á  manera  de  abrojos,  la  carne  es  blanca  xugosa  y  muy  azucarada 
y  suave. 

GUANÁBANOS. — guauabanos  ay  que  son  arboles  montañeses  y  de  huer- 
tos por  la  pretensión  de  su  fruta  los  quales  aunque  son  de  mayores  cuer- 
pos y  bracos  que  los  anones  dichos,  la  madera  no  es  de  mas  provecho 
cjue  ellos  la  fruta  en  lo  exterior  y  ynterior  es  de  su  mesma  forma  ecep- 
to  c(ue  el  sabor  destas  guanábanas  es  entre  agro  y  dulce  meloso  3-  ellas 
son  mayores  mucho  que  los  anones  por  que  ay  guanábana  destas  que 
pesa  cinco  ó  seis  libras  3^  la  mayor  fruta  anón  no  pesa  dos. 

CIRUELOS. — ciruelos  a}',  estos  son  unosarboles  cuya  madera  no  sirve 
en  obras  ni  en  hedificios  por  ser  pequeños  su  fruta  es  amanera  de  carago- 
cies  de  españa  ecepto  que  son  de  poca  carne  y  algo  seca  y  harinosa  el 
hueso  como  uno  de  aceituna  y  muy  estoposo. 

PLÁNTANOS. — ay  Plátanos  que  son  arboles  caseros  y  de  heredades, 
son  de  hermoso  mirar  el  tronco  ó  mastel  de  estos  arboles  es  todo  com- 
puesto de  camisas  ó  cascos  como  cebollas  muy  tierno  y  aguanoso  y 
nervioso  ynhutil  para  qualquier  aprovechamiento  de  obras  es  su  fruta 
en  rracimos  que  cada  rracimo  tiene  treinta  ó  cjuarenta  frutas  mas  ó 
menos  según  alcanza  la  fertilidad  de  su  asiento  en  la  tierra,  cada  fruta 
destas  es  larga  como  palmo  y  medio  á  la  forma  de  un  cuerno  de  terne- 
ro pero  mas  parejo  del  nascimiento  á  la  punta,  un  pie  destos  arboles  no 
da  mas  que  un  fruto  ó  rrazimo  rremitiendo  la  procreación  á  otros  hi- 
jos que  deja  enjendrados  3^  nacidos.  3' asi  van  procediendo  por  naturale- 
za no  dando  cada  árbol  mas  Cjue  un  fruto  3'  multiplicando  á  rredor  de 
su  cepa  muchos  hijos:  son  de  largo  altor  3-  de  mu3'  hermosas  3-  anchas 
hojas  3'  comunes  á  todas  las  3'ndias  3-  notorios  3'  vistos  en  algunas  par- 
tes de  españa. 

TATis. — a3',  tatis  que  son  unos  arboles  de  monte  cuya  madera    se 

Anales  T.  IV.— 66. 


524 

puede  aplicar  á  qualquicr  oljra.  tienen  una  propiedad  natural  y  nui^- 
tierna  que  si  es  herido  en  qualquier  parte  de  su  tronco  ó  rraniasdeuna 
cuchillada  llora  por  ella  distilando  ini  licor  á  la  manera  de  trementi- 
na rregalada  al  que  llamamos  caraña  los  xpianos  en  mucha  abundan- 
cia es  una  masa  esta  que  respira  de  si  un  olor  aromático  fuerte  en 
calidad  y  es  ella  de  tanta  virtud  que  cura  heridas  y  llagas  y  otras  en- 
fermedades— destos  arboles  ay  harta  cantidad  en  algunas  montañas 
desta  provincia:  sacanla  los  naturales  que  abitan  cerca  dellasjjaradar 
a  sus  encomenderos  y  aprobecharse  ellos  della. 

TATIBI'CO. — a}-  otros  arboles  que  llaman  los  ^-ndios  tíitibucos  casi 
de  la  mesma  naturaleza  de  los  tatis  dichos:  la  diferencia  qvie  ay  entre 
estos  dos  géneros  de  arboles  es  en  la  goma  ó  rresina  por  que  la  deltati 
siempre  es  tierna  y  rregalada  pero  la  del  tatibuco  en conieni,ando  á  co- 
rrer y  salir  de  su  herida  se  viene  ciando  y  espesando  de  manera  que  en 
muy  breve  espacio  se  pone  dura  como  una  piedra  y  blanca  como  cal  y 
por  esta  rrazon  es  llamada  tatibuco  compuestamente  que  tati  quiere 
decir  como  esta  dicho  trementina  ó  caraña:  y  buco  blanco  en  lenguaje 
colima:  nosotros  tenemos  esta  goma  por  anime  muy  fino  por  queensu 
olor  3'  color  y  efectos  es  muy  semejante  á  el  y  asi  se  tiene  de  su  virtud 
3'  operaciones  larga  esperiencia. 

ROBLES. — Robles  a^-  en  todo  muy  parecidos  á  los  de  españa  y  asi 
sirven  acá  como  ellos  allá. 

gvERPA. — a^-  otra  madera  que  los  indios  llaman  i,"uerpa  cu^a  arbo- 
leda es  de  gran  crescimiento  a-  labrada  es  mu\-  blanca  y  lisa  buena  pa- 
ra obras  v  hedificios  la  fruta  destos  es  al  modo  deljellotas  de  qucxigos 
y  asi  se  come  y  sabe  cozida. 

cocos. — ay  una  arboleda  montañesa  que  llamamos  cocos  por  rres- 
pecto  de  su  fruta  que  es  á  la  manera  de  los  cocos  de  guinea  de  palmas 
aunque  maA-ores  que  aquellos  de  la  qual  no  se  come  la  carne  pero  el 
hueso  sirve  de  vasija  á  los  A-ndios  para  el  servicio  de  sus  casas  y  de  ca- 
mino estos  arboles  son  grandes  y  su  madera  es  tiesa  y  buena  para  lo 
que  quisieren. 

CEDROS. — a^-  cedros  generalmente  en  toda  esta  provincia  aricóles 
cuA-a  noticia  es  muA-  estendida  por  el  Universo  \-  de  celebrada  memoria 
por  averia  de  ellos  en  tantas  scripturas  a'  de  la  virtud  y  fragancia  3- 
lindeza  de  su  madera  para  qualesquier  obras  3'  particularmente  para 
las  subtiles  primas  3'  pulidas  es  escojida  cosa. 

GUAYAC.\xES. — a^'  unos  arboles  que  también  por  noticia  son  conoci- 
dos en  hartas  partes  del  mundo  á  cabsa  de  su  virtud  3-  efectos  llaman- 
se  gua3-acanes  con  cua-o  polvo  aserraduras  ó  picaduras  hordenado 
medicinalmente  se  curan  las  enfermedades  de  dolores  de  co3-unturas 
que  llaman  bubas  3-  otras:  su  madera  es  durissima  3-  de  larga  dura  de- 
baxo  de  tierra  puede  servir  en  todo  lo  que  quisieren  emplearla  de  hedi- 
ficios de  casas  3'  asi  sirve  acá  en  las  que  se  hacen. 

CHIPAS. — a3-  otros  arboles  de  montaña  los  quales  se  llaman  chipas 


525 

de  mucha  íírandeza  casi  de  la  naturaleza  del  gua^'acan  y  de  sus  partes 
ecepto  en  virtud  medicinal  podrá  servir  como  ellos. 

OVPES. — ay  arboles  á  quien  llaman  cape  que  son  al  modo  de  los  di- 
chos y  asi  podran  servir. 

i-.vuKTíLES. — a^-  laureles  que  son  casi  en  todo  arboles  como  los  mes- 
mos  de  españa  su  madera  servirá  como  la  de  aquellos. 

:\iOES. — ay  unos  arboles  f|ue  llaman  moes  su  madera  tenida  ])or  tan 
provechosa  y  buena  como  la  del  cedro. 

jMAKca. — ay  otro  genero  de  arboleda  de  montaña  cuyo  nondjre  es 
marca  son  arboles  gruesos  y  altos  y  de  madera  para  toda  obra  buena. 

AUP.\. — otro  genero  de  arljoleda  ay  en  los  montes  llamada  aupacjue 
es  tan  aparejada  para  servir  como  la  dicha — otras  muchas  y  diferentes 
maneras  a\'  de  arboledas  en  las  montañas  desta  provincia  criadas  cu- 
yas frutas  de  mas  de  ser  comestibles  son  dulces  y  no  enfermas  ni  daño- 
sas y  sus  maderas  son  buenas  ])ara  aprovecharse  dellas. 


PLANTAS  TRAYDAS  DE  ESPAÑA 

x.\RA\jos. — ay  de  las  plantas  arboledas  de  cultura  traydas  de  esjiíi- 
ña  naranjos  dtdces  y  agros  destos  los  cjue  hasta  agora  se  an  ])lantado 
en  este  pueblo  el  primero  y  segundo  fruto  son  buenos  de  alli  adelante 
declinan  hasta  acabarse  en  breves  años  tengo  la  condición  desta  tierra 
por  dura  para  la  tierna  destos  arboles  v  asi  creo  que  se  casa  mal  con 
ella. 

MMAS  Y  LIMONES. — a^'  limas  y  limones  cintres  y  rreales  y  de  otros 
géneros  estos  géneros  de  fruta  agrá  se  dan  fértilmente  3-  es  de  larga 
vida  stí  arboleda. 

LIMAS  DULCES. — av  Hmas  dulces  de  un  genero  marabilloso  dan  la 
fruta  muA'  crecida  y  hermosa  en  un  orden  graciosisimo  por  que  nazen 
en  rrazimos  apiñados  á  la  forma  de  una  cruz  de  cinco  pievas  y  ellas  son 
de  linda  hechura. 

HIGUERAS. — aA'  liigucras  las  qualcs  parece  que  esta  tierra  las  cria 
como  madrastra  y  asi  crecen  muy  desmediadas  y  son  presto  perdidas. 

GRANADOS. — ay  granados  los  quales  aunque  se  crian  con  frescura  y 
alegria  rresponde  el  fruto  tibia  y  perezosamente. 

PARRAS. — Parras  se  an  yntentado  aplantar  cultibandolas  con  todo 
el  cuidado  y  rregalo  que  se  á  podido  entender  serles  provechoso  pero 
nunca  se  á  podido  ver  fruto  dellas  ni  aun  las  tengo  por  planta  perma- 
nente en  esta  tierra  puesto  que  las  salvajes  se  dan  bien  y  frutiñcan  mu- 
cho en  ella. 

(.IDRAS. — ay  (.idras  de  dos  ó  tres  suertes  un  genero  de  las  quales  se 
da  tan  crecido  y  hermoso  que  ay  algunas  dellas  poco  menores  que  bo- 
tijas peruleras. 


526 

CIRUELOS  DE  NICARAGUA. — aj  uiios  arbolcs  de  huerta  y  cultura  á 
los  que  llaman  ciruelos  de  Nicaragua  deve  ser  por  aber  venido  la  plan- 
ta de  aquella  provincia  llevan  la  fruta  como  la  cabera  del  dedo  pulgar 
prolongada  y  gruesa  el  color  es  rrosado  después  de  sazonada  ó  madu- 
ra de  alegre  vista  y  un  sabor  muj^  gustoso  y  xugoso  templado  entre 
dulce  y  agro. 


GRANOS  Y  SEMILLAS 

24.— los  granos  y  semillas  de  que  los  A-ndios  se  sustentavan  y  sus- 
tentan son  como  lo  tengo  scripto  maíz  y  frisóles  y  no  otras,  las  ortali- 
sas  que  sembravan  y  03-  husan  dellas  para  sustentarse  son  las  batatas 
y  A'ucas  y  otras  rrayses  que  dellas  y  de  sus  ojas  se  sirven  para  comer- 
las cozidas  pero  el  mayor  rregalo  suyo  y  su  rrecreacion  y  jardines  eran 
5^  son  los  maj-zes  en  berga  tiernos  por  comerlos  en  majorca,  agies  que 
son  los  que  en  españa  llaman  pimientos  de  las  yndias — es  el  tiempo  del 
maiz  verde  para  estos  culimas  como  el  déla  cereza  en  castilla  para  los 
vergantes  que  en  el  dexan  de  servir  3-  se  dan  á  hurtar  3-  en  esta  pulicia 
nunca  fueron  mas  curiosas  estas  gentes. 

25. — a3-  agora  para  el  huso  3^  sustento  de  los  españoles  en  esta  ciu- 
dad en  los  huertos  de  sus  casas  3-  estancias  casi  de  toda  la  hortaliza  3- 
verduras  de  españa  las  quales  se  dan  3^  semillan  bien  produce  el  trigo 
3^  la  cevada  medianamente  y  así  acude  y  dase  lino  3'  garbani,'o  y  qual- 
quier  otra  cosa  de  grano  ó  cabega  lo  demás  tocante  á  este  capitulo  que 
es  seda  grana  vino  azeite  de  todo  es  caresciente  este  pueblo  3-  tierra. 

26. — las  plantas  y  3-erbas  aromáticas  con  que  estos  yndios  colimas 
se  curan  esta  dicho  que  son  la  caraña  3'  anime  llamados  tati  y  tatibu- 
co  en  su  lengua  no  se  an  sabido  deste  genero  mas  de  otros  tienen  mu- 
chas verbas  3-  rra3-ses  que  son  de  grandes  virtudes  y  efectos  las  quales 
no  quieren  descubrir  por  ninguna  via  aunque  por  muchas  se  á  3-nten- 
tado  la  rrevelacion  deste  secreto  porque  tienen  en  el  caso  tal  aviso  y 
astucia  que  si  para  alguna  necesidad  nuestra  son  llamados  sus  médi- 
cos á  los  quales  llaman  caraes  ó  cara  3-  vienen  vista  la  enfermedad  y 
oyda  la  rrelacion  della  van  por  el  rremedio  de  sus  yerbas  y  traenlas 
disfracadas  en  figura  que  la  madre  que  las  parió  no  podrá  conocer- 
las en  ella  por  que  an  de  venir  ó  mascadas  con  la  boca  ó  majadas  entre 
dos  piedras  3'  desta  manera  lo  aplican  al  lugar  ofendido  de  llaga  dolor 
6  herida  divirtiendo  solamente  el  <,mmo  de  aquella  medicina  exprimida 
sobre  el  mal:  por  cjue  estos  no  saben  que  cosa  es  emplastar  ni  ligar  cu- 
rando ni  tienen  otras  prevenciones  ni  modos  mas  que  este  dicho  3-  la- 
var con  agua  fria  ó  tibia  las  llagas  ó  enfermedades  y  dar  á  bever  los 
Cumos  de  las  3'erbas  ó  rra3'ses  desatados  en  chicha  que  es  su  vino  de 
maiz:  también  chupan  los  lugares  3-  partes  apasionadas  aunque  sean 
mu3'  zucias  3-  estén  mu3'  podridas  con  sus  propias  bocas  y  rresuellos 


527 

sin  ningún  asco  soplando  á  mentido  el  a3're  volviendo  los  rrostros  á 
muchas  partes: — también  ay  en  esta  tierra  gran  diversidad  de  ycrvas 
pon(;oñosas  y  tosicales  que  con  algunas  dellas  confacionan  la  rrabiosa 
y  mortal  que  hacen  jiara  imtar  las  flechas  que  tiran  con  los  arcos  y  las 
]5uas  que  siembran  en  los  caminos  para  matar  á  sus  enemigos:  por  (jue 
á  los  amigos  y  deudos  y  huespedes  que  por  sus  antojos  y  pasatiempos 
quieren  enviar  con  embaxadas  al  perro  del  diluvio  á  aquel  chaos  don- 
de esta  ó  á  la  madre  de  las  furias  auxicuc  al  bolean  de  la  sierra  nevada 
donde  arde  mas  disimulado  y  secreto  les  dan  el  despacho  en  sus  borra- 
cheras y  conbites  como  está  dicho  y  no  olvido  dios  el  rremedio  deste 
peligro  husando  de  su  ynfinita  misericordia  y  eterna  sabiduría  criando 
otras  yerbas  benditas  y  virtuosas  que  ay  con  las  quales  se  salvan  yes- 
capan  algunos  sintiendo  el  engaño  y  acudiendo  al  rreparoconprestesa 
3'  á  tiempo. 

27. — los  animales  bravos  que  en  los  campos  desta  provincia secrian 
3'  a3'  en  sus  montañas  son  tigres  3-  leones  pardos  venados  pequeños  de 
unos  que  llamamos  bermejuelos  á  diferencia  de  los  grandes  pardos  que 
se  veen  en  la  tierra  fria  y  izáramos:  a3-  otras  muchas  salvajinas  de  di- 
versos cuerpos  y  formas  que  de  ellas  se  comen  de  las  qviales  amansan  y 
domestican  pocas  los  3'ndios  por  no  ser  en  ello  curiosos — los  animales 
que  de  los  traydos  de  españa  ay  en  este  pueblo  para  el  sustento  del  te- 
nidos de  algunos  vecinos  son  bacas  puercos  3'  3-eguas  3'destosay  pocos 
asi  á  cabsa  de  la  pobreza  como  por  la  de  ser  los  pastos  cortos  — y 
brabos. 

28. — en  esta  provincia  aunque  con  mucha  diligencia  y  dibersasbezes 
se  á  3mtentado  por  los  vecinos  desta  ciudad  buscar  3'  descubrir  minas 
de  metales  y  piedras  preciosas  asi  por  servir  á  su  magestad  como  por 
3dlustrar  su  pueblo  consiguiendo  sus  hutilidades  nunca  an  podido  ha- 
llar otros  veneros  inas  que  de  cobre  cristales  3' azabaches  3-  esto  se  pue- 
de rresponder  á  este  capitulo  3'  al  subsequente 

30. — este  pueblo  3-  su  provincia  no  tiene  salinas  ni  en  este  caso  al- 
canza mas  que  las  fuentes  de  agua  salada  dichas  con  otros  manantiales 
que  en  algunas  partes  diversas  de  aquellas  se  hallan  que  sirven  á  los 
naturales  que  alli  ay  poblados:de  dondelos  vezinos  desta  ciudad  se  pro- 
veen de  sal  3'  de  rropa  para  vestir  3-  de  otras  cosas  necesarias  para  el 
sustento  de  sus  casas  3' el  hornato  dellas  es  de  las  ciudades  de  santa  fea  3- 
mariquita  y  de  los  moradores  en  sus  jurisdiciones  que  las  poseen  y  tie- 
nen las  quales  se  contratan  yan  dellosátreuco  de  lo  que  cada  uno  tiene 
ó  puede  como  se  declarara  en  el  capitulo  treinta  3'  tres  desta  rrela- 
cion  rrespondiendo  al  del  mesmo  numero  de  la  3-nstruccion  rreal  á 
que  rresponde. 

31. — los  hedificios  de  casas  C|ue  los  vecinos  desta  ciudad  hacen  para 
vivir  3'  la  forma  dellas  son  unos  cuartos  que  según  el  posible  3-  necesidad 
del  hedificador  asi  los  hordena  3-  traca  dando  á  su  casa  como  les  parece 
un  rrecibimiento  3"  aposentos  distintos: — estos  cuartos  tienen  3'mitada- 


528 

mente  la  forma  de  los  que  en  españa  se  hedifican  sin  altos  ni  doblados 
pero  diferencian  en  los  materiales  por  que  acá  hasta  asrora  todo  loque 
se  á  hcdificado  á  sido  de  madera  del  suelo  al  techo  siendo  la  cobija  de 
paja  ó  de  hojas  de  palmas  aunque  las  cercas  se  hazen  de  tierra  pura  la 
qual  se  beneficia  á  manera  de  mésela  cncorporandole  paja  cortada 
menuda  y  asi  la  meten  apretadamente  entre  la  armazón  de  los  palos 
que  se  an  hincado  en  el  suelo  para  hace  pared  y  sustentar  la  techumbre 
á  la  casa  y  detienese  alli  la  tierra  mediante  unas  cañas  ó  varas  que  se 
traviesan  atadas  por  los  dichos  palos  estantillos  de  tmaparte^-  de  otra 
dellos  desde  lo  baxo  á  lo  alto  j-endo  puestas  atrechos  de  un  palmo  poco 
masó  menos  por  todo  lo  que  á  deservir  de  pared  con  las  quales  se  liase 
ytrava:  esta  obra  vatodaataday  no  clavada  y  atase  con  una  manera 
de  cuerdas  que  naturalmente  proveyó  en  estas  partes  quien  provee  y 
crio  todas  las  cosas  que  es  dios  omnipotente  las  quales  llamamos  bexu- 
cos  que  generalmente  nacen  y  se  crian  en  las  montañas  y  suben  y  se 
enrredan  por  los  arboles  dellas  son  maravillosamente  rrezios  y  ay  los 
muy  largos  delgados  ó  gruesos  como  los  quieren:  tienen  una  blandura 
tan  humilde  que  se  dejan  doblar  y  anudar  al  arbitrio  del  que  dellos  se 
á  de  aprovechar:  el  enmaderamiento  destas  casas  para  lo  alto  dellas  es 
de  unas  cañas  que  llamamos  guaduas  que  son  admirablemente  largas 
y  gruesas  crianse  en  lugares  húmedos  y  xugosos^-aydeellastan  mons- 
truosas que  tienen  mas  de  sesenta  pies  de  largo  3-  algún  canuto  su- 
yo traga  media  arroba  de  agua: — esta  es  la  manera  y  forma  de  los  he- 
dificios  de  casas  deste  pueblo  3-  los  materiales  dellos  los  quales  se  hallan 
en  la  mesma  tierra  y  provincia  del. 

33. — los  vezinos  españoles  desta  ciudad  tienen  muj' pocas  granjerias 
3'  asi  son  rraras  sus  contrataciones  por  falta  de  cabdales  para  ellas  á 
cabsa  de  las  estrechísimas  a\'udas  que  los  naturales  les  hazen  y  asi  los 
tratos  suj'os  y  nuestros  an  ydo  hasta  aqui  siguiendo  el  paso  deste  hor- 
den  que  á  sido  mu\'  corto  3-  trabajoso — por  rredimir  esta  vejación  an 
comentado  algunos  vezinos  á  plantar  caña  de  acucar  3'  para  su  bene- 
ficio hecho  molinos  de  cavallos  favorescidos  para  esto  mas  de  sus  3'n- 
dustrias  3'  exercicios  que  de  los  socorros  y  aprovechamientos  que  an 
tenido  3'  de  las  lavores  procedentes  de  aquel  dulce  3-  de  otras  que  en  sus 
casas  se  obran  de  hilo  y  aguja  3^  telas  por  el  cu3'dado  y  diligencia  de 
las  mugeres  alivian  algunas  necesidades  contratando  estas  cosas  por 
otras  que  an  menester  3'  esta  es  la  contratación  aprovechamientos  3- 
granjerias  de  los  vezinos  desta  ciudad  sin  aver  otras. 

34. — cae  esta  ciudad  déla  palma  en  la  diócesis  del  arzobispado  des- 
te  rre3Uio  3'  en  el  partido  de  la  ciudad  de  santa  fee  corte  del  abdiencia 
rreal  que  en  ella  reside  ay  deste  pueblo  á  ella  como  se  á  dicho  veynte  3' 
dos  ó  ve3^nte  y  tres  leguas  en  ella  esta  la  Chathedral  deste  rre3'no  aque- 
lla ciudad  tiene  á  esta  á  la  parte  del  norte  lo  que  toca  á  los  caiuinos  3- 
su  aspereza  y  dobladuras  se  á  dicho  en  el  séptimo  capitulo. 

35. — en  esta  ciudad  a3'  sola  la  3'glesia  matriz  que  se  fundo  quando 


529 

ella,  las  prcvcndas  (|uo  tiene  son  el  curato  y  un  beneficio  con  dos  ó 
tres  cofradias  que  los  vezinos  an  ynstituido  todo  lo  sirve  3-  goza  una 
persona  y  ministro  por  que  como  el  pueblo  es  nuevo  y  tan  pobre  aun 
para  solo  ella  es  escasa  la  comida  y  sustento. 

36. — aj-  un  convento  y  es  de  la  orden  del  seraphicopatriarcha  santo 
francisco  mi  señor  fundóle  un  rreligioso  della  llamado  fray  garcía  Her- 
nández siendo  su  provincial  en  este  rreyno  fray  diego  ximenezen  daño 
de  sesenta  y  seis. 

37. — en  este  con  vento  ayhordinariamente  un  prelado  y  c[uatro  ócin- 
Cü  rrcligiosos  ocupados  en  las  doctrinas  de  los  naturales. 

3S. — cerca  de  los  demás  capítulos  de  las  dichas  ynstrucciones  rrea- 
les  no  ay  en  esta  rrelacion  que  escrivir  por  convenir  á  lugares  y  pueblos 
marítimos  y  no  á  mediterráneos  como  este  ni  tampoco  a^-  en  el  hospi- 
tal ni  otra  obra  mas  que  las  dichas  de  que  hacer  memoria  y  rrelacion  á 
su  magestad  y  esta  hecha  va  por  cierto  firmada  del  nombre  de  su  ab- 
tor  y  de  las  personas  que  se  hallaron  presentes  con  el  al  hordenarla  y 
verla  que  son — don  gutierre  de  ovalle — francisco  hernandez  floriano — 
Juan  mexia — francisco  ortiz  de  cavallero — miguel  de  eastiblanco— juan 
pastor   (cada  uno  con  su  rubrica). 

(Al  dorso  de  este  documento  se  lee). 

Relación  hecha  á  su  magestad  en  primero  dia  del  mes  de  Octxibrc  de 
mil  y  quinientos  y  ochenta  y  un  años  siguiendo  el  borden  capitular 
de  una  ynstruccion  rreal  de  molde  que  el  mu3'  Yllustre  y  muy  virtuoso 
cavallero  Juan  Suarez  de  cepeda  gobernador  y  capitán  general  i)or  su 
magestad  de  la  ciudad  de  la  trinidad  y  desta  de  la  palma  y  sus  pro- 
vincias enbio  á  los  justicias  liordinarias  della  para  que  la  hiciesen  de  la 
qual  es  autor  don  gutierre  de  ovalle  vezino  é  uno  de  los  alcaldes  della  en 
el  dicho  año  hallándose  presentes  con  el  á  verla  scrivir  y  hordenar 
francisco  hortiz  asi  mesmo  alcalde  contemporáneo  y  social  suj'o:  y  fran- 
cisco hernandez  floriano.  miguel  deeastilblanco  rregidores.  Juan  mexia: 
juan  pastor:  todos  vezinos  concjuistadores  y  pobladores  desta  dicha 
ciudad  y  su  provincia,  vá  escripta  en  diez  y  seis  hojas. 


Archivo  General  de  Indias.    Sevilla.    Le,í;aji)  de  documentos  adquiridos  por  el  .Minis- 
terio de  Ultramar.  Número  7. 


6lP 


s^\ 


mWll  ACERCA  DE  Ll 


PARROQUIA   DE   TLALNEPANTLA 


POR   LA   SKITA.    PROFESORA 


ISABEL  RAMÍREZ  CASTAÑEDA 


(EXCURSIÓN  ARQrirOI.ÓC.ICA  DEL  DÍA  7  DK  DICIIvMBRE  DE  1907) 


Anales  T.  IV.— 67 


Tlalnepantla,  de  thüli,  tierra,  y  nepantla,  en  medio,  fué  el  lugar  de- 
signado para  la  excursión  verificada  el  día  7  de  diciembre  del  año  pró- 
ximo pasado,  por  el  profesor  y  los  alumnos  de  la  clase  de  Arqueología 
del  Museo  Nacional;  se  me  concedió  el  honor  de  acompañarlos  y  pude 
recoger  y  aprovechar  las  observaciones  y  explicaciones  del  maestro, 
tan  indispensables,  por  ser  este  un  estudio  demasiado  difícil  y  tardío, 
pues  hemos  visto  á  sabios  eminentes  que  han  dedicado  todo  su  tiempo 
y  sus  energías  á  estas  investigaciones,  obtener  con  frecuencia  deduccio- 
nes falsas. 

Muy  penoso  es  para  mí  hacer  estos  ligerísimos  apuntes,  pero  tengo 
que  llenar  una  obligación  y  pretenderé  descifrar  lo  cjue  probablemente 
significan  los  monumentos  allí  existentes. 

El  conocimiento  de  la  escritura  jeroglífica  está  rehitivamente  ade- 
lantado. Es  muy  extenso,  y  constantemente  encontramos  que  un  mis- 
mo signo  está  sujeto  á  continuas  variaciones,  según  era  el  pintor,  es- 
cidtor  ó  artífice  que  lo  usaba. 

En  el  continuo  trabajo  qtic  tenían  los  artistas  de  dilnijar  jeroglífi- 
cos figurativos,  simbólicos  y  íilgunos  fonéticos  en  todos  los  ol)jctos, 
hasta  en  los  de  barro  de  uso  diario,  fueron  estilizando  sus  signos  aun 
para  representar  á  sus  dioses,  dificultando  con  ésto,  cada  vez  más,  su 
lectura. 

Como  no  haljían  llegado  los  pueblos  antiguos  al  fonetismo  com- 
pleto, su  simbolismo  es  interpretado  por  semejanzas  y  diferencias; 
pues  una  sola  figura  contiene  reunidos  varios  elementos  aislados  c[ue 
se  encuentran  formando  parte  de  otras  tantas  figuras  que  á  la  vez 
tienen  otros  caracteres  distintos. 

Existen  diversos  moiunnentoscnla  Parroquia  de  Tlalnepantla:  unos 


534 

sirven  de  pilas  3-  otros,  empotrados  en  los  muros,  adornan  el  exterior 
del  templo. 

Las  figuras  números  1  y  2  representan  dos  pilas:  la  primera  está 
en  el  templo  con  agua  bendita  y  la  otra  junto  á  una  gran  pila  en  el  bau- 
tisterio; son  de  gran  mérito,  porque  parecen  haber  sido  contemporá- 
neas de  los  primeros  frailes  agustinos  que  se  establecieron  en  ese  lugar, 
quienes  tal  vez  dirigieron  su  ejecución  ó  quizá  fueron  donadas  por  algún 
cacique  de  aquella  época.  (Véanse  las  láminas  níims.  52  y  53.) 


La  forma  exterior  es  la  que  indica,  según  creo,  que  fueron  construi- 
das para  el  efecto  á  qiie  están  destinadas,  pues  no  se  conoce  actualmen- 
te ninguna  pieza  de  las  llamadas  cnnuhxicalli  que  represente  esta 
galiba. 

La  greca  (fig.  3)  que  se  ve  en  la  lámina  número  52  formando 
círcvilos  que  encierran  en  el  centro  un  símbolo  del  culto  católico,  no  era 
empleada  por  los  indios  en  monumentos  religiosos,  donde  generalmen- 
te grababan  un  chalchihiiitl  (esmeralda),  un  tonathih  (sol)  ó  sus  va- 
riantes, ó  también  represental)an  á  la  deidad  que  deseaban  ofrendar,  ó 
simplemente  los  símbolos  é  instrumentos  de  mortificación  y  autosa- 
criñcio. 


^ 


SZSZZZZS^ 


El  dibujo  que  está  en  la  misma  pila  (fig.  4),  es  un  cordón  ó  soga 
anudada  y  que  bien  pudiera  ser  el  símbolo  del  nezabuaUiztli  (ayuno), 
por  el  parecido  que  tiene  con  los  relieves  de  los  ciiaiihxicalH  dú  Mirseo 
Nacional.   (Figs.  5,  6  y  7.) 

Y  en  esta  vez  no  hicieron  sino  imitar  estos  antiguos  monumentos, 


Anales. — Tumo  IV. 


LÁM   52. 


Láiii.  1. — Pila  para  agua  l)ciulita  (¡iie  existe  en  el  templo  de  Tlalnepantla. 


Anales. — Tomo  IV. 


LÁM.  53. 


Láin.  2. —  Pilas  bautismales  del  templo  de  Tlalnepantla. 


535 

ó  acaso  por  tener  también  el  símliolo  de  Cristo,  represente  un  cordón 
anudado  como  los  que  nsaljan  los  frailes. 


^^^^^ 


t 


En  la  lámina  número  53  se  ven  unos  signos  aztecas 
(fig.  8),  que  son  sin  duda  los  que  forman  el  jeroglífico  de 
Tenango  (de  tcí3a/íJ/í/,  pared  ómuro  y  la  terminación  «o  ó 
co,  que  indica  lugar).  Pero  suele  también  encontrarse  es-  8 

te  mismo  dibujo  en  algunos  códices,  firnamentando  la  parte  superior 
de  los  templos.  (Figs.  9  y  10.) 

Me  parece  que  en  este  caso,  dicha  figura  no  tiene 
otro  objeto  que  el  decorativo.  De  la  propia  manera 
V  al  mismo  tiempo  fueron  hechas  las  estelas  colocadas 
en  la  parte  alta  de  la  puerta  nortedeltemi)loy  que  re- 
luescntan  imágenes  de  santos  cristianos,  habiéndose 
lalu'.'ulo  en  una  de  ellas  el  mismo  dibujo  en  relieve. 


<»  ®i3© 


Jeroglífico 
de  Teiians'o. 


10 


En  mi  concepto,  dichas  pilas  son  postcortesianas}'  trabajadas  por 
indios  conversos,  consistiendo  en  esto  su  inmenso  valor. 

Entre  las  piedras  empotradas  en  los  muros  del  templo,  solamente 


536 

de  una  me  voy  á  ocupar,  porque  algunas  están  colocadas  á  grande  al- 
tura y  no  es  posible  apreciar  á  la  simple  vista  sus  detalles,  y  otras  no 
contienen  jeroglíficos;  su  importancia  está  en  que  su  relieve  es  un  nue- 
vo arreglo  de  ornato  con  elemento  azteca  y  europeo.  (Fig.  11.) 


11 


El  monumento  á  que  me  refiero  (lámina  número  54)  es  una  piedra 
traqviítica  de  forma  prismática  y  que  mide  0.4-3  x  0.39  x  0.27  m. 

Pertenece  á  la  civilización  azteca  y  parece  conservar  todavía  peque- 
ños restos  del  aparejo  con  que  probablemente  estuvo  pintada.  Por  estar 
empotrada  en  el  ángulo  nordeste  de  inia  pilastra  del  templo,  únicamen- 
te se  ven  dos  interesantes  superficies  de  perfecto  arreglo  3' delicada 
ejecución.  Las  caras  ocultas  serán  más  ó  menos  importantes,  pero  tal 
vez  forman  el  complemento  de  su  interpretación.  De  todos  modos 
convendría,  si  es  posible,  trasladarla  al  Museo  Nacional  para  inter- 
pretarla con  más  seguridad  y  exhibirla  convenientemente. 

La  cara  que  ve  al  norte  (lámina  número  55)  contiene  dos  relieves 
semejantes. 

El  de  la  derecha  parece  representar  una  ofrenda  dedicada  á  un  dios, 
y  para  comprobarlo,  necesitaría  conocer  las  caras  no  visibles. 

Es  una  planta  de  maíz  tierno,  porque  sólo  tiene  hojas  y  dos 
miahuatl  (espigas)  en  la  parte  superior. 

El  símbolo  inferior  muj-  bien  puede  ser  el  collar  de  los  dioses  del 
agua,  y  que  esté  tomada  aquí  la  parte  por  el  todo,  como  lo  hacían 
frecuentemente  los  antiguos  en  sus  representaciones  jeroglíficas.  (Fi- 
guras siguientes:  12,  13  y  14.) 


537 


Cód.  Fejcrvary. 


Anteras 


12 

Xóchitl  (flor) 


13 
Alazaíl    (venado) 


14   rialoc 
(dios  de  las  lluvias,  etc. 


Refiere  Sahagím  en  su  «Historia  Generalde  la  Nueva  España»  (tomo 
I)  que  en  la  fiesta  del  mes  Hueytozoztli  (gran  ayuno  ó  sacrificio), 
adornaban  sus  casas  con  ramos  de  iczoyatl  (palma)  y  á  los  dioses  que 
tenían  en  ellas  les  ofrendaban  con  flores.  «Después  de  esto — sigue  di- 
ciendo el  autor—  iban  por  los  maizales  y  traían  cañas  de  maíz  (que 
aún  estaba  pequeño)  y  componíanlas  con  flores,  é  íbanlas  á  poner  de- 
lante de  sus  dioses  íi  la  casa  que  llamaban  calpulli  (casa  grande  de 
barrio),  etc.» 

Hacían  esta  fiesta  en  abril,  época  en  que  le  comienza  á  salir  el  xilotl 
(jilote)  á  la  planta  del  maíz  y  cpie  son  las  flores  femeninas  que  crecen 
en  las  axilas  de  las  hojas  en  donde  más  tarde  se  desarrollará  el  yelotl 
ó  elote. 

Los  señores  Yeytia  3- 
del  Paso  y  Troncoso  co- 
locan la  fiesta  Xilomn- 
niztli  (ofrendas  de  maíz 
tierno)  en  el  mes  Atla- 
caualco  ó  Qiiauitleloa, 
mes  que,  según  el  prime- 
ro, comenzaba  el  3  de 
abril,  lo  que  nos  indica 
el  cuidado  que  tenían  los 
indios  para  mejorar  el 
terreno  firme  ó  chinam- 
pa en  donde  sembraban 
el  maíz  y  que  por  enton- 
ces ponían  tanto  esme- 
ro en  cultivíirlo,  hasta 
obtener  plantas  logra- 
das que  ofrecerá  sus  dio- 
ses como  primicias. 

Como  en  la  ñcsta  Xiloinaniztli  era  solemnizada  también  la  diosa  A7- 
loinen  (diosa  del  maíz  tierno),  el  medio  círculo  que  tiene  en  nuestro 


Diosa  de  la  fiesta  XUomanizili 


538 


Dios  de  la  fiesta  Atlacabualo. 


dibvijo  3'  cubre  la  parte  inferior  de  la  planta  ú  ofrenda,  semeja  en  al- 
go al  símbolo  del  Chalchihuitl  A  ynopuedeconftnidirseconelde 
un  medio  sol,  porque  le  falta  lo  /  \  que  siempre  acompaña  al  tona- 
tiub,  los  raj-os  en  esta  forma  (^A^  y  f|"e  cuando  menos  son  cua- 
tro, como  se  ve  en  los  códices.  (Figs.  15  á  18.) 


j 


TMW 


lü 


■^1      71- 


539 

lyíi  i)ie(lni  cronoiíráfica  del  sol  ticncoclior.'i  vos,  lo  mismo  ciuc  la  ])ie- 
(1ra  glacliatoria  de  Tízoc.  En  el  códice  Nuttall  encontramos  un  dibujo 
llamado  «manta  del  sol»  y  que  difiere  de  los  otros  tonatiuh  por  referir- 
se éste  á  la  propiedad  del  sol  como  fuente  de  calor,  ¡mes  el  dil)uj()  re- 
presenta cuatro  jí2papc'í/oí/ (mariposa),  símbolo  del  fuego  y  de  la  diosa 
del  poniente.    (Fig.  19.) 


19 

El  relieve  semejante  que  acompaña  al  descrito  en  la  cara  que  ve  al 
norte,  representa  una  planta  de  maíz  con  elotes  y  espigas,  y  probablemen- 
te es  una  ofrenda  dedicada  al  dios  Tlaloc  (de  tlalli,  tierra,  3'  octli,  pul- 
que, ó  sea  el  jugo  de  la  tierra,  pues  era  el  dios  de  la  lluvia).  Tiene,  ade- 
más, esta  planta  el  awatetehiiitl  (adorno  sagradodepapel)  3' estaban, 
según  las  historias  y  los  códices,  pintados  decolores  ó  goteados  de  ulli 
(hule)  3'  recortados  en  la  orilla  inferior.   (Figs.  20  á  25.) 


•ALJi_iL 


23 


En  la  fiesta  ctzalciializtli  (comida  de  maíz  y  frijoles)  ó  cxolcualiztli 
(comida  de  ejotes  ó  judías  verdes),  según  Vcytia,  acostumbrábanlos 

Anales,  T.  IV.— G8. 


5-10 

indios  comer  el  ctzalli  (poleadas  de  maíz  cocido  entero  á  manera  de 
arroz).  (I*.  Sahagún.) 

Era  dedicada  á  honrar  á  los  dioses  llamados  Tlaloques  ( I'.  Duran), 
y  así  como  en  la  fiesta  xilomaniztli  ofrecían  á  la  divinidad  el  maíz  tier- 
no, ahora,  agradeeidosde  ver  logradas  sus  sementeras,  la  solemnizaban 
ofreciendo  á  su  deidad  y  comiendo  después  ellos  lo  que  da  nombre  á  es- 
te mes,  el  etzalli.  En  casi  todas  las  casas  lo  hacían,  y  después  de  gustar- 
lo bailaban  y  se  regocijaban. 

Eran  múltiples  las  ceremonias  ejecutadas  por  los  sacerdotes;  prime- 
ramente, con  tuUi,  planta  acuática,  tejían  pctlnuie  (esteras)  sobre  las 
(|ue  practicaban  sus  ritos,  y  desde  el  templo  incensaban  á  los  cuatro 
puntos  cardinales.  El  bajo  pueblo,  mientras  se  verificaban  las  ceremonias, 
iba  de  casa  en  casa  solicitando  el  etzalli,  y  de  esa  manera  no  quedaba 
nadie  sin  comerlo.  Los  sacerdotes,  después  de  aA'unar  cuatro  días,  se 
dirigían  en  procesión  para  sepultar  en  las  aguas  las  ofrendas  de  los 
devotos  y  los  corazones  de  las  víctimas  sacrificadas  en  honor  de  Tlaloc. 
Continuaban  con  una  ablución  general  que  hacía  todo  el  pueblo,  con 
lo  que  daban  por  terminada  la  fiesta  del  dios  de  las  aguas,  que  con  sus 
lluvias  había  favorecido  á  la  tierra  y  fecundado  las  mieses. 


Dios  (le  la  fiesta  Et/.ídci¡uli/.lli. 


0  41 

Por  último,  estosdos  relieves  de  la  lámina  nilmero  54  son  de  «íran- 
de  parecido  por  tener  las  mismas  hojas  _v  dos  espigas  bastante  percep- 
tibles, diferenciándose  en  el  símbolo  inferior  y  en  que  una  tiene  dos 
elotes.  Por  eso  creo  que  la  primera  ])odrá  ser  la  ofrenda  del  maíz  tier- 
no con  el  adorno  de  los  dioses  del  agua  y  que  aquí  simboliza  á  la  plan- 
ta preciosa  que  se  desarrolla  y  que  más  tarde  producirá  el  maíz,  ali- 
mento jirincijjal  de  Iíís  indios.  En  el  otro  ^-a  se  ven  dos  elotes  ó  seít  el 
maíz  logrado,  ofrenda  ([ue  dedican  al  dios  Tlaloc,  C[ue  con  la  lluvia 
fertiliza  las  plantas  y  tiene  por  eso  en  la  parte  inferior  del  adorno  de 
]3ai)el  recortado  flotando  las  divisiones  hacia  arriba.  Creo  que  la  \ñn- 
tura  debió  ser  ésta.    (Figs.  26  y  27.) 


OTRJD 


I^a  piedra  que  vé  al  oeste  (lámina  número  55)  es  una  figura  circular 
([uc  tiene  á  cada  lado  una  hilera  vertical  de  cuatro  pecpicños  círculos 
cada  uno.  A  la  figura  central  le  encuentro  parecido  con  las  figuras 
sisíuientes: 


28 


29 


Jeroglífico  de  Chalco. 


El  mismo  dibujo  se  encuentra  en  la  jjiedra  cronográfica  del  sol  que 
tiene  los  signos  diurnos  sobre  el  gran  chalchihuitl,  de  cuyos  bordes  sa- 


54: 


len  ochorayos.  En  los  dibujos  cielos  códices  estos  símbolos  casi  siempre 
tienen  cuatro  círculos  tangentes  como  en  las  figuras  anteriores.  Nues- 
tro relieve  tiene  doce  círculos  al  rededor,  el  de  la  base  roto,  y  no  son 
círculos  concéntricos,  sino  más  bien  parecen  pequeñas  aspas  semejantes 
á  las  laterales;  vacilo  en  asegurar  cjué  sea  el  símbolo  de  la  piedra  jire- 
ciosa,  pero  quizá  sea  una  variante  como  el  de  la  fig.  29,  de  la  cual  el  Dr. 
Seler  diceen  su  inventario:  «16. — Civilización  Azteca. — Piedra,  etc.  Enla 
superficie  lateral  tiene  cuatro  veces  el  jeroglífico  áelchnlchilniitl,  piedra 
preciosa.»  /"^T^ 

Las  líneas  que  tiene  en  el  centro  l  r\  \  y  que  forman  una  cruz, 
no  son,  según  mi  opinión,  el  signo  \J  J  ollin  (movimiento),  por 
encontrarlo   diferente    de  los  que  existen  en  monumentos 

pétreos,  códices,  etc. 


I ü versas  maneras  de  representar  el  signo  ollin.  movhnicnlr). 


Enelaí/as  déla  «Historia  Antigua»  porOrozcoyBerra  se  encuentran 
algunos  otros,  pero  es  probable  que  estén  mal  dibujados  y  además  no 
dice  de  dónde  fueron  copiados. 

A  la  derecha  y  á  la  izquierda  del  relieve  central  están  dos  cintas, 
aunque  no  del  mismo  ancho  ni  en  posición  vertical,  pues  se  ensanchan 
en  el  medio  y  esto  debe  tener  sin  duda  su  causa,  porque  el  de  la  derecha 
representa  símbolos  principales  ó  superiores  á  los  de  la  izquierda,  y 
sabido  es  que  los  indios  eran  demasiado  precisos  en  todos  sus  trabajos, 
como  lo  demuestra  esta  piedra  que  fué  labrada  con  cuidado. 

■En  estas  cintas  se  encuentran  sobrepuestos  los  signos 
que  no  son  numerales;  éstos  siempre  acompañan   á   cualquie- 
ra de  los  veinte  símbolos  diurnos;  por  ejemplo:  (Figs.  30,  31 
y  32.) 


b 


AXALES. — ToMl)  I\'. 


LÁM.  5-i. 


Piedra  con  ierojilíticns  que  estuvo  empotrada  en  un  ángulo  del  leinjilo  de  Tlalnei>autla. 


r*i^i^'"'^;^^'^^'w-^ 


.^   Cí^^5^^SSv5^"S^^SSE^»^ 


Lánis.  3  \  -i. — I 'na  cara  de  la  piedra  con  jeroglíficos. 


Anales. — Tomo  IV. 


LÁM.  55. 


/. 


Láiu.  o. — Una  cara  de  la  piedra  con  jeroglíficos. 


543 


30    Yei  Xóchitl. 
(Tres  flores.) 


31    Mnc  uilli  tccputl^ 
(Cinco  líedernales.) 


32    Chicóme  cuaiihtii. 
(Siete  águilas.) 

Sin  ser  nunca  otra  cosa  que  un  círculo  ó  dos  concéntricos  j  no  va- 
rían algunas  veces  sino  en  el  color. 

Pudieran  tener  más  semejanza  á  un  ojo  con  su  ceja: 
así  los  tienen  pintados  ciertas  divinidades.  Los  ojos  eran  el 
símbolo  de  la  estrella,  como  se  puede  ver  en  los  cielos  estrella- 
dos de  los  códices  y  monumentos  del  Aíuseo,  donde  encontramos  al- 
gunos de  estos  signos  que  junto  con  el  de  la  mariposa  representan  el 
cielo  estrellado. 

Pero  más  bien  creo  que  son  los  signos  aislados  que  forman  la  peri- 
feria del  símbolo  chalcbibuitl,  y  que  sirven  de  elemento  ornamental  en 
dichas  cintas. 


México,  6  de  enero  de  1908. 


IV'^ 


Anales.— Tomo  IV. 


1,.\M.  5(5. 


Lám.  6. — Puerta  nortt  del  templo  de  Tlalnepantla  que  contiene  en  la  parte 
superior  derecha  el  jeroglífico  de  Tenango. 


índice  de  materias 

Págs. 

Arqueología 

Francisco  del  Paso  y  Troxcoso. — Escritura  Pictórica.  El  Códice  Kiiigs- 

borough.    Algo  de  lo  que  nos  enseña 481 

Dr.  Alfonso  Prineda  — Informe  del  Delegado  de  México  en  el  XVIII 

Congreso  de  Americanistas 145 

Srita.  Isabel  Ramírez  Castañeda.— Apuntes  acerca  de  los  monumentos 

de  la  Parroquia  de  Tlalnepantla 531 

V.\Rios  autores. — Tamoanchan.  Estudio  arqueológico  é  histórico 41 


Bibliografía 

Prok.  Alberto  M.  C,\rreño. — Documentos  relacionados  con  la  historia 

de  México,  existentes  en  la  nueva  Biblioteca  Pública  de  Nueva  York,      4S9 


Biografía 

Elías  Amador. — Miguel  López  y  José  María  .\rmenta,  primeros  mártires 

de  la  Independencia  en  Oaxaca 185 

J.  Ignacio  Dávila  Garibi.— Apuntes  biográficos  del  Exmo.  é  limo.  Sr.  Dr. 
D.  Juan  Cruz  Ruiz  de  Cabanas  y  Crespo,  Obispo  electo  de  la  Sede  de 
León  de  Nicaragua  y  Gobernador  tle  la  de  Guadalajara  en  la  Nueva 
Galicia 5 

Dk.  José  María  de  l.\  Fiexte. — Matamoros.   Apuntes  biográficos 275 


Cosmogonía 

Lie.  Cecilio  A.  Róbelo.  —  Los  cuatro  soles.    Poema  solsre  cosmogonía 

nahoa B3 


Etnología 

.\nóxi.mo. — Cuadros  de  mestizos  del  Museo  de  México 237 


546 


Págs. 


Carlos  Macías. — Caracteres  étnicos  en  sjeneral 109 

Juan  Suárez  de  Cepeda. — Relación  de  los  indioscolimas  déla  Nueva  Gra- 
nada.   1581 305 


Geografía 

Francisco  del  Paso  y  Troncoso. — División  territorial  de  Nueva  Hs])aña 

en  el  año  IfiSO 249 


Historia 

Jesús  M.  Escudero. — Guerra  de  Independencia  en  las  Colonias  Españo- 
las de  América HT 

Manuel  Romero  de  Terreros  v  Vinent.— Las  órdenes  militares  en  Mé- 
xico       lí>7 


Lingüística 

Lie.  Cecilio  A.  Róbelo. — Toponimia  tarasco-hispano-nahoa 443 


^¡^^ 


índice  i>e  ilustraciones 


Retratos 

limo.  Sr.  Dr.  D.Juan  Cruz  Ruiz  de  Cabanas 8 

Simón  Bolívar 98 

D.José  María  Morelos  y  Pavón 112 

Miembros  del  XVIII  Congreso  Internacional  de  Americanistas 14-8 

D.  Mariano  Matamoros 280 

Sra.  Concepción  Aranda  Matamoros  é  Ibellez  v  sus  hijos  Enrique,  .Alfre- 
do y  Arturo;  bisnieta  y  tataranietos  de  Matamoros 

Srita.  .\ngela  Salazar  y  su  sobrina  la  Sra.  Josefina  Salazar  y  .\randa  Ma- 
tamoros          ,, 

Sra.  María  de   la    Luz  .\randa  Matamoros  é  Ibellez,  bisnieta  del  Cura 

Matamoros : .. 

Coronel  D.  Luis  Salazar 28+ 

Doña  Benita  Matamorosy  Salazar,  hija  del  Cura  D.  Mariano  Matamoros.      292 

El  Capitán  D.  Jesús  .\randa  y  Matamoros 

D.  José  María  Aranda  y  Matamoros 

D.  Miguel  Sánchez  y  .Aranda  Matamoros,  tataranieto  de  Matamoros,  y 

su  esposa  la  Sra.  .\ntonia  Europa  de  Sánchez 296 

D.  Eduardo  .Aranda  Matamoros  é  Ibellez 

D.  Gonzalo  Sánchez  y  .Aranda  ^Matamoros,  tataranieto  de  Matamoros... 

Augusto  Sánchez  y  .Aranda  Matamoros,  tataranieto  de  Matamoros ,, 

Gabriel  Ábrego  y  Salazar,  tataranieto  de  Matamoros 

Cura  D.  José  María  Morelos  y  Pavón 300 


"Vistas  de  lugares  y  edificios 

Edificio  de  la  Universidad  de  Londres  en  donde  se  efectuaron  las  sesiones 

del  XA'III  Congreso  Internacional  de  Americanistas 152 

Casa  núm.  12  de  la  calle  de  la  .Albóndiga,  donde  vivió  ü.  Manuel  Mata- 
moros        284 

Fachada  de  «La  Casa  del  Pueblo,»  donde  nació  Matamoros 296 

Interior  de  la  misma  casa 

Exterior  de  la  Prisión  Militar  de  Santiago,  antiguo  Colegio  de  Sta.  Cruz 

Tlatelolco,  de  México '. 300 


5-48 

Interior  de  la  Prisión  Militar  de  Santiago,  antiguo  Colegio  de  Sta.  Cruz 

Tlatelolco,  de  México „ 

Parroquia  de  Santa  Ana,  México,  D.  F ,, 

Cuautla 316 

Plaza  de  Cuautla , 

Morelia.— Catedral 328 

Hacienda  de  Puruarán,  Distrito  de  Tacáinbaro,  Michoacán , 

Morelia.  Cárcel  clerical,  en  donde  estuvo  preso  Matamoros 350 

Portal  del  Santo  Ecce— Homo,  hoy  Portal  de  Matamoros ,, 

Capilla  del  Tercer  Orden,  donde  se  sepultó  el  cadáver  de  Mata- 
moros    3ó-t 

Morelia.    Pilastra  del  Portal  del  Santo  Ecce-Honio,  lugar  donde  fué  fusi- 
lado Matamoros 358 

Tlalnepantla,  D.  F. — Puerta  norte  del  templo 5-1--1- 


Facsímiles  de  documentos 

Carta  del  Cura  de  San  Andrés,  D.  José  López  de  León,  á  Matamoros,  de- 
mandando la  vida  de  los  realistas  prisioneros  en  la  acción  del  Palmar.      326 

Orden  en  que  fueron  colocados  los  restos  de  los  héroes  de  la  patria  en  la 

cripta  de  la  Catedral  de  México 358 


Diversos  objetos 

Uniforme  de  M órelos 132 

Esqueleto  de  gorila 172 

,,  ,,   hombre  europeo 

Calavera  de  gorila 

Joven  Akka  (África).  Pigmeo 

Tipo  de  cabellera  lisa 

,,      ,,  .,  ondulada 

„      ,,  ,,  bucleada 

..      »         »  rizada 

,,      ,,         ,,  lanosa 

Cráneo  braquicéfalo 

dolicocéfalo 

,,        de  negro 

„  mongol 

,,         ,,  olmeca 

,,         ,,  yucateco: 

Hábitos  de  las  órdenes  de  Calatrava,  Santiago,  Alcántara,  Montesa  y 

San  Juan  ó  Malta 204 

Cuadros  de  mestizos  del  Museo  de  México 240 

944 

Objetos  que  pertenecieron  á  Matamoros 2S0 

Niño  Dios  que  perteneció  á  Matamoros ,, 


549 


Págs. 


Divina  Inlantita  que  perteneció  á  Matamoros 284 

Sobrepelliz  que  perteneció  á  Matamoros ,, 

Suela  del  calzado  de  Matamoros 3()() 

Uniforme  de  Generalísimo  que  regaló  Matamoros  á  Morelos 31() 

Restos  de  Matamoros 362 

Cráneo  de  Matamoros , 


Códices  y  objetos  arqueológicos 

Chale  liicueye ( iS 

Atonatiuh ,, 

Ehecatonatiuh 72 

Xiutecutletl 

Tletonatiuh „ 

Tlaltonatiuh .7 72 

Mosaicos  existentes  en  el  Museo  Británico 1  ">() 

Lápidas  esculpidas  provenientes  de  Menché,  Usumacinta,  y  llevadas  al 

Museo  Británico  por  el  Sr.  Alfredo  P.  Maudslay IrtO 

Antigüedades  mexicanas  existentes  en  el  Museo  Británico ,, 

Piezas  de  alfarería  del  antiguo  Perú,  existentes  en  el  Museo  Británico 164 

Pila  para  agua  bendita  que  existe  en  el  templo  de  Tlalnepantla 534 

Pilas  bautismales  del  tem])lo  de  Tlalnepantla ,, 

Piedra  con  jeroglíficos  que  estuvo  empotrada  en  un  ángulo  del  templo  de 

Tlalnepantla 542 

Una  cara  de  la  piedra  c(5n  jeroglíficos „ 

Otra   „         ,  „  


•••'•• 


u 
o 
■p 

Vi 

•ri 

vü   o 

o 
(1) 

< 

Ti 


.-ti 

o 

•ri 
ü 

c3 
3 


O  -^ 

0)  cti          ^^^ 

;3  Cu  to    • 

S  ¿vi  0)  -P 

fn  pH 

•  tiO  05 

O  O  c 

o  a  <j¡ 

•H  +> 


04 


--ij 


University  of  Toronto 
Library 


i>0  NOT 

REMOVE 

THE 

CARD 

FROM 

THIS 

POCKET 


Acmé  Library  Card  Pocket 
LOWE-MARTIN  CO.  LIMITED