Full text of "Anales"
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ANALES
A ANALES
DEL
■ Museo Nacional de Arqueología
Historia y Etnología ^t^
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TOMO IV
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MÉXICO
MUSEO N. DE ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y ETNOLOGÍA
1912
S. 3. S^
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TaU,KKRS DK IsiPKfcNXA. FOTOGRAKATtO V lC>"fl'A nEBNAClON DKL. EftXAMl.KiIMIKNTO.
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APUNTES BIOGRÁFICOS
DKt, EXMO. K ILMO.
SU. iih'. II. m mi mi de mm y ii:í^p(i,
or.lSl'O KI.KCTO DK LA SEDK DK I.EÓN DE NK'AKAliUA
Y (K>r.EI!NAIK)l! r>E LA DE (UADALAJAKA EN LA Nl'EVA (¡ALICIA,
l'Oi;
J. IGNACIO DÁVILA GARIBI,
Académico de número de las Academias
de Literatura, Historia, Derecho Natural y Filosofía del Instituto San José
de Guadalajara.
^
A MI KXCKLEXTE AMKiO .JfAX B. líílÍNIZ DEDICO ESTE INSKINIFICAXTE
TriAl'.A.KJ, EN" TESIIMDXKI DE AMISIAD V (IHATITUD.
El. Autor.
A.NAOJS.— Tomo IV.
LÁM. 1.
limo. Sr. Dr. D. Juan Cruz Kuiz de Cabanas.
'4
u
Anai.ks.-T. IV.
L.ím. 2.
I.
El Exmo. é limo. Sr. Doctor en Sagrada Teología, D.Juan Cruz Ruiz
de Cabanas 3- Crespo, Oliispo electo de la Sede de León de Nicaragua y
Gobernador de la de Guadalajara en la Nueva Galicia; del Consejo de
su Majestad; Caballero Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Ame-
ricana de Isabel la Católica; Gran Canciller 3- Gran-Cruz de la Imperial
Orden de Guadalupe; Limosnero Ma_Yor del Emperador Agustín I de
México, etc., etc., nació en la villa de Espronceda, Diócesi de Calaho-
rra, Provincia de Navarra, E.spaña, el día 3 de Mayo del año de 1752,
siendo sus progenitores D. Tomás Ruiz de Cabanas y D'^Manviela Cres-
po; sus abuelos en la línea paterna, D. Bartolomé Ruiz de Cabanas y
D" Beatriz Hernández; y en la línea materna, D. Juan Crespo y D' Flo-
reana Desoxo. El día 8 del mismo mes y año, apadrinado porsutío D.
José Ruiz de Galianas, filé regenerado con las aguas del liautismo por
el Cura de la Parroquia de S. Vicente de aquella villa, Pbro. D. Manuel
de Besga. l
Empezó sus estudios en Viana, los siguió en Pamplona y Alcalá y
los terminó en Salamanca, donde ingresó en el Colegio Ma3'or de San
1 Véase el aiie.\o n'' 1.
Anales. T. IV.— 2.
10
Bartolomé, sol ¡resaliendo entre sus eonipañeros por su eselareeido ta-
lento 3' virtudes, y haciéndose acreedor á la confianza de uno de los
más encumbrados jícrsonajes de la Corte, el Exmo. c limo. Sr. Dr. D.
Agustín Rubín de Cevallos, c[uien le honró hasta el grado de hacerle su
Consultor de Cámara.
Recibió en la Universidad de Alcalá los grados menores y mayores
en Sagrada Teología; fué opo.sitor á canongías de oficio en las catedra-
les de Falencia, Vallad olid. Jaén, Badajoz, Cuenca y Burgos. En esta
última obtuvo la Magistral, y además la dignidad de Abad en la Iglesia
Colegial de Cervatos, i
El Arzobispo de Burgos en aquella época, limo. Sr. Dr. D.José Ramírez
de Arellano, comprendiendo que por su ancianidad y achaques se ha-
bía descuidado algún tanto de su Seminario, quizo poner remedio á es-
te mal, entregando el establecimiento á una persona que tuviera, ade-
más de talento y virtud, suma laboriosidad. Y hallando reunidas todas
estas cualidades en el joven capitular Cabanas, no vaciló en darle el
Rectorado de dicho Seminario Conciliar. Honroso cargo que desempe-
ñó dignamente nuestro biografiado hasta su promoción al Episcopado.
En este tiempo empezó á dar pruebas palpables de su ardiente caridad,
socorriendo, consolando y proporcionando franca hospitalidad á los
sacerdotes franceses que emigrabíin á esa Provincia, víctimas de la re-
volución de svi país.
Nombrado Visitador Ajjostólico del Arzobispado de Burgos, en Sede
vacante, recorrió todos los i)ueblos de la Ar(¡iñdiócesi, proporcionando
á los fieles, no sólo auxilios espirituales, sino también pecuniarios, por-
que su corazón bondadoso y caritativo estaba siempre ansioso de dar
consuelo al afligido y limosna al necesitado.
La pureza de costumbres, amor al retiro, piedad, ¡irudencia, lalx)-
riosidad, talento y fama cjue le habían conquistado ki r¿\pida transfor-
mación del Seminario, levantado del estado de abandono en c[vie se ha-
llaba, al grado de prosperidad en que lo jjuso, reclamaban jjara nuestro
sacerdote un campo más dilatado donde pudiera dedicarse con más
fruto á los trabajos de su ajjostólica labor. Era preciso (¡ue una mitra
ornara esa frente venerable, circinidada ya por una aureola de virtud y
de saber, y que esas manos ([ue tan pródigamente habían socorrido al
infeliz, empuñaran desde luego el ávireo báculo pastoral. Así lo com-
prendía el Rey y, cuando en 179-4- quedó acéfala en la América Central
la Sede de León de Nicaragua, no vaciló en ofrecérsela al limo. Sr. Ca-
banas que sólo tenía 42 años de edad.
1 Santoscoy en su «Báculo Pastoral de la Ijjlesia de Guadalajara.» dice que fué Ma-
gistral Y Abad de Cervatos y Dignidad de Burgos, Lo mismo se lee en el Diccionario Uni-
versal de Historia y Geografía, publicado en México, de 1853 á 56, tomo IV, pág. 380.
Pero en la Corona Fúnebre del limo. Sr. Cabanas se ve claramente que no fué así. Ade-
más, en el Libro de -A^ctas de la Catedral de Burgos, marcado con el n"? 12,sehaceconstar
que dicho Prelado sólo fué Magistral de Burgos y .\1)ad de Cervatos. Véase el anexo n°2.
11
El y. Cabildo ^Ic'tr()i)()litan() recibió con stimo ajorado la acertada
detci-miiiación de su Majestad, y se a])resuró á felicitar al lilecto y á
tributarle el homenaje de costumbre. En segviida comisionó al fabri-
(|iiero jjara fiue se encargase de ])re])arar un magnífico regalo (jue había
de ofrecerse á S. S. I. como recuerdo de su consagración e])iscopal. Es-
te regalo consistía en una mitra, mi liáculo y una reliquia de S. Juíin
de Sahagvin. l
Cuando el \'. I'rclado recibió sus Bulas, dirigió á sus antiguos com-
pañeros de Cabildo una carta llena de agradecimientos, en la (|ue,
entre otras cosas, les ¡jide perdón de sus defectos 3' les ruega continííen
gtiardándole la hermandad.
«Los embarazos de la Corte — dice Sánchez Resa — le impidieron sa-
lir tan luego como ansiaba; y para calmar en algún modo los ardientes
fervores de su zelo, dirigió á suObisjjado ima Pastoral llena de imción,
tic amor v de sabiduría.» -
II.
Acá en la Nueva España lloralja la Iglesia de Guadalajara la pre-
matura muerte de su Pastor el limo. Sr. Dr. D. Esteban Lorenzo de
Tristán y Esmenota, acaecida en San Juan de los Lagos el 4 de Abril
de 1794-, cuando este Prelado aun no se jDosesionaba personalmente del
gobierno de la Diócesi.
El Cabildo Sede \'acante haliía impetrado del Rey un nuevo Pastor.
Su Alajestíul pensó luego en el Obisjjo electo de León de Nicaragua y
dispuso se le trasladara á Guadalajara. Dicho limo. Sr., había sidoya
consagrado el 19 de Abril de 1795 y preparaba su viaje al Nuevo Mun-
do, cuando recibió la noticia de su traslación, por Bula fechada en Ro-
ma el 18 de Diciembre del propio año.
Nuevos obstáculos se presentaron entonces para retardar su mar-
cha, mas supo vencerlos con facilidad y salió sin dilación rumbo á su
Sede en uno de los primeros meses del año de 1796.
«Los riesgos é incomodidades de una navegación dilatada: la conti-
nua zozobra en el mar por la inesperada declaración de guerra de una
potencia respetable: la desecha tempestad que sufre á la vista de Vera-
cruz, en donde se vio sumergido en los abismos del Occeano: los temores
del vómito en la costa: las duras impresiones del clima y sus mortíferos
insectos: todo todo lo sufre con la ma3'or resignación, y aquel espíritu
tan vivo para entender y obrar lo que cumple á sus obligaciones, pare-
cía del todo insensible, por la paciencia y mansedumbre con que se su-
jetaba á toda ])rivación y sufrimiento.» '^
1 Véase el anexo n"? 2.
2 Elogio Fúnebre del linio. Sr. Cabanas, pá.tj. til.
3 Sánchez Resa. Obra citada, pátr. 02.
12
El 19 de Julio de ese mismo año, el AI. I. Sr. Lie. D. Salvador An-
tonio Roca y Guzmán, 21" Dean de esta Catedral, tomó posesión del
Gobierno de la Diócesi, en nombre y por poder del limo. Sr. Obispo
electo, el cual se presentó en la Sede cuatro meses despviés, verificándo-
.se su entrada solemne en la ciudad episcopal, el día 3 de Diciembre del
año de 1796, en medio de los atronadores aplausos y entusiastas acla-
maciones del católico pueblo tapatío.
Antes había visitado S. S. I. las ciudades de Zacatecas, Pinos. Jerez,
Aguascalientes y otras muchas del Norte de la Diócesi, socorriendo pró-
digamente á sus habitantes pobres, que desde luego cre3-eron encontrar
en el limo. Sr. Cabanas un digno sucesor del inolvidable Obispo Al-
calde.
III.
El día 5 de Agosto de 1798 consagró para la Diócesi de Sonora al
limo. Sr. D, Fr. Francisco de Jesvis Rousset 3- Rosa, verificándose la
ceremonia en la Catedral (entonces Parroquia) de Zacatecas, y asistien-
do como obispos mitrados el Dr. D. Pedro Díaz de Escandón y el Lie.
D. Juan José Moreno, capitulares de la Catedral de Guadalajara. El 5
de Enero de 1799 bendijo en Aguascalientes el magnífico camarín de
la Iglesia de S. Diego, el cual había empezado á construirse el año
de 1792; celebró allí la primera misa 3' confirió órdenes. 1
A fines de Ma^-o de ISOO mandó celebrar en su Catedral solemnísi-
mas exequias en descanso del alma de S. S. Pío VI, fallecido en Valencia
del Droma el 29 de Agosto de 1799. La noche del 26 se cantó la Vigi-
lia en la que hizo de preste S. S. L, quien se dignó oficiar de pontifical
en la ftmción religiosa del día siguiente. 2
El año de 1802 había practicado ya la primera visita pastoral en
todos los pueblos de su extenso Obispado, siendo incontables las per-
sonas á quienes administró el sacramento de la confirmación.
Cuando estuvo S. S. I. en Cocvila (1802) subió al cerro llamado de
la Cruz, para ver la obra material del templo que en acjuel lugar se es-
taba edificando á expensas del benemérito religioso franciscano espa-
ñol, Fr. Juan Antonio de Galdín; y acompañado de dicho sacerdo-
te, del Sr. Cura de aquella Parroquia D. Juan José de Ilaro, del R.
P. Guardián del convento de S. Miguel; de otros varios religiosos y ve-
cinos principales de la población, 3- de los indios más antiguos de cada
uno de los barrios y congregaciones de Colimilla \- la Guitarrilla, se di-
rigió al lugar donde está ahora el mirador, 3 y después de recitar algu-
nas preces en latín, bendijo desde allí al pueblo, rogando al Cielo por su
1 «Gazeta de México» del lunes 11 de Febrero de 17tl9.
2 «Gazcta de Aléxico» de 6 de Agosto de 1800.
3 Desde allí se divisa cómodamente la vista panorámica de la ¡loblación.
13
felicidad. Después diri<;ió á los presentes una breve plática, con tal un-
ción, que muchos de ellos no pudieron contener las lá<;rimas. i
Debido á la solicitud de tan celoso Pastor, S. S. Pío VII, por Breve
de 15 de Noviembre de 1805, instituyó para la ciudad de Ouadalajara
la (iliiduluencia de las cuarenta horas» vulgarmente llamada «Jubileo
Circular.» -
IV.
No se habían cumplido todavía tres años del arribo del limo. Sr.
Cabanas, á la capital de su Obispado, cuando ya este celosísimo Pas-
tor había emprendido grandes obras que habrían de inmortalizar su
nombre. Estaba convencido S. S. I. «de la importancia de un clero ins-
truido y virtuoso, ciue ya tenía y que deseaba hacer aún más ejem-
plar, 3 concibió el proyecto de transformar la antigua casa de Oblatos
en un establecimiento donde los qixe se destinaban al ministerio sagra-
do recibieran, con una sólida instrucción, una esmerada educación
sacerdotal, y donde, seriamente examinada y aprobada su vocación, se
prepararan por la práctica de la virtud , en el silencio y recogimiento,
al más tremendo de los ministerios. En el mismo establecimiento debía
vivir un competente número de misioneros diocesanos, bajo la obedien-
cia del Ordinario. Habían de dar misiones en la ciudad y en los pue-
blos de la Diócesi, oír confesiones, presidir los santos ejercicios, etc.
Dos otras consideraciones movían al buen Prelado: quería poneres-
ta casa á disposición de aquellos eclesiásticos que, olvidados del peso
de sus obligaciones y de la santidad de su estado, habían caído en al-
1 Así me lo han rt-feiido algunos ancianos de Cocida, entre otros, D. Ignacio Rodrí-
guez Nijen, que trabajó como peón en la construcción de dicho templo, acarreando la-
drillo; fué mozo del R. P. Galdín hasta el año de 1829, y más tarde sirviente del Conven-
to de San ^Miguel durante muchos años.
2 Carta Pastoral que el limo. Sr. Espinosa dirigió al V. Cabildo, Clero y pueblo de
la Diócesi de Guadalajara con fecha 26 de Febrero de 1856, insertando el Breve de S. S.
Pío IX, que hace extensivo el Jubileo Circular para todos los pueblos de la Diócesi.
3 Efectivamente: varios de los sacerdotes ordenados por el limo. Sr. Cabanas reci-
bieron más tarde la consagración episcopal y ocuparon un lugar muy distinguido en
nuestro episcopado, ñgurando no sólo como prelados doctísimos, sino también como va-
rones verdaderamente apostólicos. Tales fueron los limos. Sres. Aranda y Carpinteiro,
Obispo de Guadalajara, Prelado Doméstico de S. S. y Asistente al Solio Pontificio, Caba-
llero de la Orden del Santo Sepulcro, Presidente Honorario del Instituto de África, etc.;
Espinosa y Dávalos, Obispo también de Guadalajara y su primer Metropolitano, Prela-
do Doméstico de S. S. y Asistente al Solio Pontificio, Patricio Romano, Consejero de Es-
tado, Comendador de la Orden de Guadalupe, etc ; Barajas y Moreno, primer Obispo
de San Luis Potosí, Patricio Romano, Prelado Doméstico de S. S., Asistente al Solio
Pontificio, Comendador de la Orden de Guadalupe y Caballero de la de S. Gregorio ;
Portugal y Solís. Consejero de Estado, Miembro de varias Academias y el primero de
los Prelados de .\niérica á quien se ofireció la púrpura Cardenalicia ; .\podaca y Lore-
to. Obispo de Linares, y Garciadiego y Moreno, Obispo de las Californias.
14
guna de las muchas fragilidades que rodean nuestra vida, para que re-
jjarasen sus faltas, y por santos ejercicios se dispusiesen á traliajarcon
nuevas energías y sin perjuicio personal, para la gloria de Dios. Por
fin, deseaba ofrecer allí un asilo á los eclesiásticos ancianos y enfermos.
Sólo en corazones grandes nacen tan nobles proyectos.
Por minuta del 17 de Septiembre de 1799 pidió, conforme á la legis-
lación de entonces, la aprobación real, y la recibió á los cinco días del
mes de Diciembre de 1800.
La antigua casa de Oblatos fué reformada, ó mejor dicho, derri-
bada hasta los cimientos; y á costa de grandes sumas y en medio de
muchas dificultades que el enemigo de todo bien suscitaba, se levantó
un edificio más grande y más hermoso, que se abrió el 1" de Diciembre
de 1801 y desde luego fué llamado «Colegio Clerical.» i
Treinta mil pesos se gastaron en la construcción de esta obra, ámás
de los ochenta y cuatro mil que le fueron señalados de fondos y los mil
anuales con que desde 1801 grabó la Mitra en favor de dicho estableci-
miento. -'
El hecho más notable del pontificado del limo. Sr. Cabanas es la
fundación del renombrado Hospicio ó Casa de Misericordia para des-
validos, ancianos, huérfanos y exjjósitos, uno de los más gigantescos
edificios de Guadalajara.
Este Hospicio — dice Gibbon — «es una {de tantas) de esas construc-
ciones, orgullo de la ciudad y admiración de todo viajero inteligente;» 3
es — dice Navarrete — «la gloria de Jalisco;» -^ «One of the most famous
üf the institutions of Guadalajara is the Hospicio» ha dicho Marie Ro-
binson Wright. 5
Su longitud es de 185 metros y 170 su anchura. Tiene un pórtico
de columnas estilo toscano que da muy bonita vista al edificio; un her-
moso templo en forma de crviz griega con una cú])ula de 34- metros de
altura, notable por su «hermosura y singular atrevimiento arquitectó-
nico;» 23 patios con sus respectivos jardines, numerosos corredores, sa-
lones-dormitorios, salas de estudio y de trabajo, etc., etc.
Trescientos hombres trabajaron en su edificación y se gastaron dos-
cientos treinta mil ochocientos sesenta y cuatro pesos, de los cuales el
1 R. P. Juan M. ThiU, S. M.— Xtra. Sra. de la Soledad de Guadalajara. (Jal.)—
Revista Mariana, tomo I, pág. 495.
2 Diccionario Universal de Historia 3- Geografía, publicado en Méxic(>del853-isr)6.
Tomo IV. Art. «Jalisco,» párrafo relativo á los prelados de Guadalajara.
3 Vagancias y Recuerdos, etc., pág. S9.
4 Compendio de la Historia de Jalisco. Parte II, pág. óO.
5 Picturesque Mé.xico, pág. 275.
15
Sr. Cíibíiña.s (lió de su ijceulio ciento cuarciiUi y cíiicd mil novecien-
tos treinta. Además, dicho limo. Sr. dotó al Establecimiento con va-
rias fincas en la ciudad, tres haciendas y el rancho de Juanacastle, más
treinta mil pesos impuestos á rédito.
La guerra de Independencia no permitió á nuestro ()bis])o ver ter-
minada su obra, pues en 1810 se sus]3cndieron los trabajos, faltando
ai'm la Iglesia, la cual se concluyó el año de 18-10 Ijajo el pontificado del
limo. Sr. Dr. D. Diego Aranda y Carijinteiro, y fué su costo úocc mil
pesos. 1
VI.
Mas no se crea c(ue estas fueron las únicas obras cjue llevó á eal)o
nuestro ilustre biografiado; no, su pontificado fué tan fecundo en (jbras
buenas, que sería muy difícil formar una lista de todas ellas.
De muchas ni siquiera noticia se tiene, porque, como es bien sabido,
las personas caritativíis jírocuran ocultar siempre sus caridades. Lo
ijue á nuestro conocimiento ha llegado, además de lo que acabamos de
indicar, es lo siguiente:
Favoreció con crecidas sumas al Seminario Conciliar; le dio nue-
vas con.stituciones; le donó su biljlioteca; aumentó el niunero de cá-
tedras; mejoró mucho la enseñanza y mantuvo seis becas hasta su
fallecimiento. Institu^-ó en todas las parroquias las conferencias mo-
rales y de rúbricas.
Dio acertadas reglas para el buen gobierno de los curatos y mejora
de costumbres del pueblo.
Según afirma Santoscoy, prohibió los incendios ó altares del Vier-
nes de Dolores, por edicto fechado en Tonalá el 23 de Marzo de 1803.
Hizo la erección de la parroquia de Jesús.
Socorrió generosamente los curatos escasos de fondos y, no conten-
to con los frecuentes auxilios que les proporcionaba, repartió entre ellos
su vajilla de plata, no dejando en su jjalacio más alhajas (pie sus pecto-
rales y anillos. Después, con ciento ochenta mil pesos creó el fondo lla-
mado de «parroquias pobres.»
Sostuvo hasta su muerte algunos cstalilecimientos de primera ense-
ñanza en diversos puntos de la Di()cesi; socorric) con generosidad los
colegios de indias de Cuezcomatitán y Cajititlán; dotó á tres niñas
huérfanas en S. Juan de los Lagos, donde se hallaba de tránsito el año
de 1808; a3atdó con sus limosnas á la conclusión del aula mayor de la
Universidad, y en varias ocasiones proijorcionó auxilios pecuniarios al
citado establecimiento.
1 Todos estos datos que he dado acerca del Hospicio, los he tomado de la preciosa
obrita tilulada: Guadalajara. (La Florencia Mexicana.) — Vagancias y Recuerdos. — El
Salto de Juanacatlán y el Mar Chapálico por Eduardo .\. Gibbon, págs. 90 á 117.
16
El Colegio de niñas de San Diego mereció su especial protección:
«dotó con la suma de $12,000 la fundación de una escuela pública en
el mismo Colegio; hizo desmontar y cultivar la huerta disponiéndola
en cuadros; y adicionó las constituciones del Señor I'arada, en 9 de Di-
ciembre de 1799, conformándolas algo más al espíritu de la época.» i
Hizo venir á su Sede un profesor para la enseñanza de los principios
de bellas artes; dio mil pesos anuales para líi dotación de una clase de
arquitectura 3- dibujo en el Cole.gio de San Juan.
Fomentó por diversos medios la propagación de la vacuna.
Fundó en Agi:ascalientes el Convento de religiosas de la Enseñan-
za. 2
Trabajó con empeño en la fundación del Apostólico Colegio de Za-
popan, favoreciéndolo con cantidades considerables; costeó el viaje de
los religiosos que debían venir á fundar, y mientras la construcción
de la finca se terminaba, les franqueó para habitación la casa que tenía
en aquella villa.
Dos años antes de su muerte i'egaló dos mil pesos al Hospital de
Belén, fundado por su ilustre antecesor el limo. Sr. Alcalde.
Mejoró el Santuario de Xtra. Sra. de San Juan, destinando capella-
nes al culto de la Virgen Santísima, proveA'endo la inversión de sus ren-
tas y la economía en su manejo.
Donó á la Catedral la reliquia de San Juan de Sahagún que había
traído de Burgos como recuerdo de sus viejos amigos los capitulares
de aqiiella Metropolitana; dotó con seis mil pesos la función de dicho
Santo 3' le mandó levantar un altar de mármol en la capilla interior
del Convento del Carmen. El día 12 de Junio de 1812 se celebró por
vez primera la función religiosa anual de este Santo. Con tal motivo,
pontificó el limo. Sr. Cabanas \' predicó el Rector de la Universidad,
Prebendado Dr. D. Toribio González, -i
1 Santoscoy. Artículo titulado: «El Colojiio ilc Xiñas do San Diejío.»
2 Allí se hallaba el limo. Sr. Cabanas en Octubre 26 de 1807. No se sabe si fué ex-
presamente á recibir á las monjas de la Enseñanza y darles posesión de su nuevo Con-
vento, cuyo acto se verificó el día citado. (Juan B. Iguíniz.)
3 Los datos relativos á las donaciones hechas por el Ilnu). Sr. Cabanas, menciona-
das hasta aquí, las he recogido de diversas obras, entre otras: Diccionario Universal de
Historia y Geografía, publicado en México de 1853 á 56, tomo IV, artículo «Jalisco.» —
.\lberto Santoscoy: Canon Cronológico de los Gobernantes de Jalisco, pág. 203; Báculo
Pastoral de la Iglesia de Guadalajara. — Alfaro y Pina: Relación Descriptiva de la Fun-
dación, Dedicación, etc. de las Iglesias y Conventos de México, pág. 298. — Navarrete:
Compendio de la Historia de Jalisco. Parte 11, ])ág. 36. — Gazeta de México. — El Telé-
grafo de Guadalaxara, etc. etc.
17
VIL
Con fondos que para ello había dejado el limo. Sr. Maestro D. Fr.
Antonio Alcalde y Barriga, de feliz memoria, dio principio nuestro ilus-
tre biografiado á la obra del actual Sagrario Metropolitano, el cual
quedó terminado bajo el pontificado del limo. Sr. Dr. D. Diego Aranda
3' Carpinteiro el año de 1839.
Acerca de la colocación de la primera piedra de dicho templo, toma-
mos lo siguiente de la Gaceta de México del -i de Mayo de 1808: «El
día de hoy (19 de Abril de 1808) vio el público de esta capital, con uni-
versal regocijo dar principio á la fábrica de la iglesia del Sagrario de la
Catedral, y })oner la primera piedni, precediendo la bendición de ella
con la solemnidad 3^ decoro que corresponde á un acto pontifical como
éste, que (juiso executar por sí mismo el Illmo. Sr. Obispo de esta dióce-
sis ür. D.Juiin Cruz Riiiz de Cabanas, acompañado de su V. Cabildo y
con asistencia del M. I. Sr. Presidente Vice Patrono Real, D. Roque
Abarca, de muchas personas distinguidas, 3- de un numeroso concurso
del pueblo.
«Colocado en la parte del atrio de la Catedral, destinado para esta
obra, el altar con los paramentos pontificales, el dosel de S. Illmá. ha-
cia un lado, 3' el bufete, telliz 3' silla del Sr. Presidente hacia el otro, y
asimismo las sillas de los Capitulares, se vistió el Prelado de Pontifi-
cal, V respondiendo el coro, hizo la solemne líendición de la primera pie-
dra que iba á colocarse en los cimientos de dicha iglesia, que estaban
ya demarcados 3' en partes zanjados v abiertos con arreglo al plano
que conforme á la mente de S. M. se pidió á la Real Academia de S.
Carlos de México. En el mismo acto de la bendición, y á su debido
tiempo, bajó personalmente el Sr. Presidente á la zanja del cimiento
por una cómoda escalera tjue al intento se formó de cantería, 3^ se con-
duxo la piedra que S. S. mismo a3-udó á poner 3' asegurar en su sitio,
que filé en el centro del respaldo cjue corresponde al presbiterio de la
nueva iglesia.
«Esta piedra, que forma un cuadrilongo de más de vara, se labró cu-
riosamente y en hueco, en figura de una arca, con su respectiva lápida,
para colocar dentro de ella otra arca más curiosa de piedra de alabas-
tro, conocida con el nombre de tecal, de media vara de extensión 3' de
figura quadrilonga, para depositar en ella, lo que en iguales casos se
acostumbra, y al intento presentó el Illmo. Sr. Obispo una colección c/e
medallas de oro y plata de las Imágenes que se veneran en los santua-
rios de su diócesi, como el de María SSma. del Patrocinio de la Bufa de
Zacatecas, de los de Ntra. Sra. de San Juan, de Zapopan, de Talpa,
Anales. T. IV.— 3.
18
de Mexicíiltzingo, y de el Corazón de Jesús de Mesticacan, las Guias de
forasteros política y eclesiástica de Madrid del año próximo pasado
por no tener la del actual, y la de México del corriente año y asimismo
varias medallas de oro y plata de las acuñadas con motivo de la glo-
riosa proclamación 3^ jura de nuestro augusto Soberano el Sr. D. Car-
los IV (que Dios guarde), no sólo de las que en tan plausible ocasión
acuñó y repartió el V. Cabildo eclesiástico y el Ilustre AA'untamiento
de esta ciudad, sino también de las que con el mismo objeto acuñaron
V dieron las ciudades de Aléxico, Yeracruz, Guanaxuato, S. Luis Poto-
sí y el Real de los Catorce, ofreciendo también el Sr. Presidente poner
en dicha arca un manuscrito en que se iludiese conservar hasta la más
remota posteridad lo perteneciente á esta época, y lo más que S. S. te-
nía por conveniente.
«El mismo día dio el Illmó. Sr. Obispo, por efecto de su natural be-
neficencia, quatro dotes de á 300 ps. cada uno á quatro niñas huérfa-
nas y pobres de conocida virtud, honradez y buen nacimiento, haciendo
también memoria de que en aquel mismo día se celebraba el aniversa-
rio de su consagración.» 1
VIII.
La munificencia del limo. Sr. Cabanas parecía no tener límites: los
caminos de Autlán 3' de Colima estaban en aquella época casi intransi-
tables 3' necesitaban una pronta reparación. S. S. I. se apresuró á en-
tregar al Gobierno civil la cantidad de cuatro mil pesos para que se
compusieran dichos caminos. 2
Impulsó notablemente la agricultura, proponiéndose que adelanta-
se mucho en su Obispado el cultivo del añil 3- del cacao, y para que sus
proyectos no fueran solamente teóricos, ofreció á los cultivadores pre-
mios pecuniarios que puso á disposición del Consulado para que les
aplicase el mérito. 3 Por este medio impulsó también eficazmente la
siembra de semillas de primera necesidad.
El documento que publicamosá continuación de esta biografía, mar-
cado con el n"3,nos da á conocer los grandes proA-ectos del progresista
Obispo de Guadalajara para conseguir el adelanto de la agricultura en
los vastísimos terrenos de sti Diócesi, 3- sobre ttxlo, en los de la costa,
desde Coahua3'ana hasta el Tviito, cpie, .según S. S. I., se hallaban en
1 Gaceta de México. Tomo XV, pág. 299.
2 .\lfaro y Pifia. Obra citada, pág. 299.
3 Saiitoscoy. Báculo Pastoral, columna -i''
19
esa fecha despoblados y sin cultivo, ápesar de ser los más feracesy, por
consi.üuiente, losque con mayor segviridad podían proporcionar la sub-
sistencia y la riqueza de sus cultivadores.
En este mismo documento se nota el decidido empeño de S. S. I. en
hacer que se construyeran presas y se multiplicaran los aguajes en las
campiñas de Jerez, Matchuala y Mazapil á fin de que se fertilizaran
esos terrenos y fuera más llevadera la vida de sus pobres moradores.
Anhelaba aún el digno sucesor del limo. Sr. Alcalde, la apertura de
caminos rectos desde la capital de su Diócesi hasta Zacatecas por el
rumbo de Ixtlahuacán del Río y cañones de Juchipila y Tabasco; y des-
de la misma capital para Autlán de la Grana y Cuauhtitlán, hasta los
puertos de Navidad y Santiago. Y otros dos caminos que, partiendo
también de Guadalajara, tuvieran por término las ciudades deSanBlas
y de Colima, i
Proporcionó oportunos auxilios á las víctimas del terremoto de 25
de Ma^-o de 1S06 que llenó de luto tantos hogares enSa3-ula,Zapotlán
y Colima.
En el calamitoso año de 1807 proveyó de alimentos á los pobres
más necesitados, del norte de la Diócesi.
Envió á España un donativo de 300 pesos para auxilio de los va-
lientes defensores de la ciudad de Zaragoza ct)ntra las huestes invaso-
ras de Napoleón. 2
En general, en tiemjDo de epidemia ó escasez de semillas siempre es-
taba listo para socorrer al necesitado. Aun los veinticinco mi! pesos
en que consistía su patrimonio, los testó á beneficio de los ])()bres.
IX.
A beneficio del real erario cedió S. S. I. casi todo lo (jue le corres-
pondía en la masa decimal de la Sta. Iglesia de León de Nicaragua por
el tiempo que había sido su Prelado (electo), lo cual se estimaba pru-
dentemente en diez y seis mil pesos. De esta suma había que separar
773/7 quinientos, que destinaba S. S. I. para otras atenciones píiblicas y
piadosas de aquel Obispado. Además, en unión de su Cabildo, facilitó
en la misma fecha al real erario la cantidad de cuarenta mil pesos. 3
Posteriormente entregó á la Corona cincuenta mil pesos: treinta mil
como regalo y veinte mil en calidad de préstamo. 'I-
El año de 1808 que se hizo otra colecta de donativos píivn atender
1 Véase el anexo n? 3.
2 Bi1)lioteca Histórica Jalisciense, de Mayo 15 de 1910.
3 Gaceta de Mé.xico del lunes 28 de Enero de 1799.
4 Gaceta de México de Junio 4- de 1805.
20
á las exigencias de la Alonarquía española, el limo. Sr. Cabanas, en
unión del Al. I. Sr. Deán v V. Cabildo de sti Iglesia, ofrecieron un dona-
tivo de sesenta mil pesos, los cuales fueron enviados al puerto de Vera-
cruz para embarcarlos en el primer buque que llevase caudales á Espa-
ña, aun antes de qvie hubiese circulado la proclama del superior Go-
bierno. 1
Tal era la solicitud con que atendía S. S. I. á las necesidades de to-
dos.
Con motivo de la guerra de la Independencia, tuvo que despren-
derse varias veces de cantidades considerables de dinero, y ya consu-
mada ésta, dio algunos donativos para sostener el Imperio, y á su
monarca Iturbide.
X.
Hasta aquí hemos descrito al limo. Sr. Cabanas como bienhechor
insigne de la humanidad doliente, como hombre progresista y em-
prendedor cjue fomenta la instrticción pública é impulsa el adelanto de
las ciencias y como pastor celosísimo que procura la ilustración 3- pure-
za de costumbres de su clero. Estudiémosle ahora en el mundo de la
política, mezclándose íntimamente en los asuntos relativos á nuestra
Independencia Nacional.
Dado el primer grito de Independencia en el pueblo de Dolores (Gto.)
el 15 de Septiembre de ISIO, por el ¡Dárroco de aquella feligresía, D. Mi-
guel Hidalgo y Costilla, llega á Guadalajara la noticia de la insurrec-
ción el 19 del mismo mes y año; y un día después, expide S. S. I. á los
párrocos de la Diócesi una importante circular noticiándoles lo acaeci-
do 3' ordenándoles exciten á sus respectivos feligreses á la «unión 3' con-
cordia.» Después, el 4 de Octubre, ordena á todos los curas de la Diócesi
que fijen en las puertas de los templos y lean desde el ]3Úlpito la procla-
ma de la «Junta Superior auxiliar de Gobierno, Seguridad y Defensa de
Guadalajara,» formada el 27 de Septiembre anterior.
Y viendo la rapidez con que se propagaban los deseos de emancipar
el territorio mexicano de la antigua metrópoli, y que millares de indi-
viduos abandonaban sus hogares y marchaban gustosos á engrosar
las filas de los insvirgentes, promulga un edicto (15deOctidiredel810)
amenazando con la excomunión á todos los adictos á la causa de la
Independencia.
El Obispo electo de Michoacán y Gobernador de aquella Sagrada
Mitra, D. Manuel Abad y Queipo, así como otros prelados, habían ful-
minado anatemas contra los principales caudillos de la revolución.
1 Gaceta Extraordinaria de México, de 11 de Noviembre de ISUS.
21
Nuestro l)io.<;rañado creyó un [lel)cr suyo excoraul^íir también por
su parte á Ilidaljío y á sus partidarios a' con este fin expidió, el 24- de
Octubre, luia carta pastoral jjor la cual, despuésdedcnunciará Hidalgo
como SEDICIOSO, cisiiÁTico y hereje formal, 3' dará conocer las medi-
das ])reventivas tomadas por la Inquisición en contra de dicho Cura, y
recordar á sus diocesanos que el Arzol3Ís])o de México, Dr. D. Francisco
Javier de Lizana y Beaumont, había fulminado cuatro veces la excomu-
nión contra Hidalgo y sus partidarios, la lanza él también por su par-
te contra todos los de su Diócesi que sean promotores ó adictos al le-
vantamiento.
Pero los principales jefes de la Insurrección hacían ver á los de su
partido el bien tan grande que resultaría á la Religión y á la Patria
con la Independencia, y evita1)an con sumo cuidado llegara á oídos de
los combatientes todo lo que en edictos, decretos, pastorales y escritos
sueltos se decía en contra del levantamiento. Adeinás, Hidalgo procu-
raba defenderse de los principales cargos que le liacían los oljispos y la
Inquisición, 3- fácilmente lo conseguía, pues el pueblo lo consideraba co-
mo un gran sabio, y mejor seguía sus opiniones que las de cualquier
individuo del partido contrario. Así es que las amenazas del limo. Sr.
Cabanas no tuvieron el resultado favorable que el Prelado debió espe-
rar.
En cuanto á la cruzada de eclesiásticos, de que hal)lan varios histo-
riadores siguiendo áBustamante, creemos conveniente hacer notar que
no aparece en la actualidad documento justificativo, existiendo otros
del mismo tiempo \- que se refieren á menudencias mucho menos impor-
tantes \- trascendentales que la que nos ocupa; por lo cual, sin negar del
todo que sea cierta la aseveración de Bustamante, creemos debe po-
nerse en tela de juicio.
XI.
Los desastres cometidos por los insurgentes en Zacoalco v* en La
Barca llenaron de temor á los españoles que había en Guadalajara, y
al saber que Torres se apresuraba á tomar la ciudad, trataron de po-
nerse en salvo. La Junta Auxiliar de Gobierno se disolvió, y el 6 de
Noviembre del mismo año; el limo. Sr. Cabanas, en compañía de otros
españoles, huv'ó á San Blas, donde permaneció varios días, hasta que,
temeroso de que Laraj'cn entregara la villa al Cura Mercado, se retiró
al puerto de Acapulco á bordo del bergantín San Carlos, el día 28 de
Noviembre del año de 1810.
Por ese tiempo el Gobernador de Nuevo León, D. Manuel Santa-
María, se declaró por la revolución, y los españoles radicados en Mon-
22
terre3' entraron en grandísima alarma. «El obispo D. Primo Feliciano
Marín — dice Alamán — se fugó y pudo embarcarse, y así caminaban
hacia México por los dos mares opuestos, el de Giaadalajara por el del
Sur, dirigiéndose A Acapulco, y el de Monterrey, por el golfo, navegan-
do hacia Veracruz.» i
No convenía á nuestro biografiado permanecer muchos días en Aca-
]iulco, y así, en la primera oportunidad cjue tuvo, continuó su marcha
hacia la cajjital de la entonces Nueva España, donde pensaba estable-
cerse ]jor algún tiempo, en tanto mejoraba la situación ]iolítica del
país.
Xll.
A fines de 1811, el limo. Sr. Cabanas se resolvió á regresar á su Se-
de, aprovechando un viaje del Coronel .\ndrade á las Provincias del In-
terior.
Apenas salido de México, se vio varias veces atacado por numerosas
partidas de enemigos que se atrevieron á hacer fuego muy cerca del co-
che que conducía á Su Ilustrísima. -
«Al paso por el peligroso punto de Calpulalpan, filé atacado el con-
vov por todas las partidas reunidas del cura Correa (23 de Noviem-
bre), los Villagranes y los AnaA-as, que componían el número de dos mil
hombres. La larga extensión de seis leguas que el convoy ocupaba, con
la escolta de cuatrocientos hombres, presentaba muchos puntos de fácil
acceso, no obstante lo cual los insurgentes fueron rechazados 3- se les
quitaron trescientas muías cargadas que habían tomado, aunque siem-
pre quedaron en su poder algunas. La acción fué bastante empeñada
para haber tomado parte en ella aun la escolta c[ue acompañaba el co-
che del Obispo que se vio en peligro de ser cogido. Correa fué declarado
excomulgado y fijado su nombre en tablilla en las puertas de las igle-
sias de México.» 3
Llegada á Guadalajara la noticia del próximo arribo del Prelado á
la Capital de su Obispado, tomáronse grandes preparativos para ha-
cerle una digna y entusiasta recepción, -t
«Fué á recibirle á Querétaro vin cuerpo de caballería mandado por
D. Ángel de Linares que lo escoltaba hasta Lagos, donde lo recibió el
Coronel D. José Dávalos al frente de otra fuerza é hizo su entrada en
la Capital el día 8 de Marzo (de 1812); el General Cruz fué temprano á
1 Alamán. — Historia de México. Tomo II, pág. 96.
2 Véase el anexo n*? 5.
3 .\lanián. — Historia de México. Tomo II, pág. 4-08.
4 Véase el anexo ii*? 5.
23
S. Pedro á recibirlo acompañado de las ¡¡rincipalcs autoritladcs y le
condujo triuiifalinente hasta la Catedral i)or en medio de una valla for-
mada por el Regimiento de riiehla, de Tolnca y los dragones de Esjja-
ña Y de Querétaro, dándole escolta el Regimiento de Húsares ([ue esta-
ba equipado con gran lujo.» i
XIII.
Por algún tiempo continuó nuestro biografiado oponiéndose tenaz-
mente al movimiento de insurrección. En la carta pastoral que con mo-
tivo de su regreso á Guadalajara dirigió á sus diocesanos el 4 de Abril
de 1812, hablando de los insurgentes y de sus partidarios, les dice, entre
otras cosas: «que los separará del gremio de la Iglesia como á miem-
bros podridos, fijando sus nombres y apellidos en los parajes piiblicos
que corresponda y convenga para notoria condenación, castigo 3- es-
carmiento de su incorregible é imperdonable rebeldía y obstinación.»
En vista de tantos servicios en pro de la España, se le condecoró con
las insignias de Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Ca-
tólica, 3' algún tiempo después la Cámara le presentó al Rey para la
Sede Arquiepiscopal de Santiago 2 de cu^-o gobierno no llegó á tomar
posesión porque el Alonarca español no tuvo á bien obsequiar los de-
seos de la Cámara, en vista de c(ue el Prelado se había decidido por fin
en favor de la Independencia 3- a3-udaba con su poderosa influencia á
que se consumara.
XIV.
En efecto, S. S. I. se había convencido de cjue la voluntad general de
la nación era la independencia, 3' que ésta llegaría á con.segviirse sin efu-
sión de sangre, valiéndose de medios meramente diplomáticos, 3' bajo
las banderas de la Religión. «No os pido otra cosa — decía Iturbide — que
lo que vosotros mismos debéis pedir 3- apetecer: Unión, íraternidad, or-
den, quietud interior, vigilancia, horror á cualquier movimiento turbu-
lento Asombrad á las naciones de la culta Europa: vean que la
América Septentrional se emancipó sin derramar una sola gota desan-
gre. En el transporte de vtiestro júbilo, decid: ¡Viva la religión santa
1 Pérez Verdía. — Historia Particular del Estado de Jalisco. Tomo II, pág. 102.
2 Coroua Fiinebre, pág. 76.
24
que profesamos! ¡Viva la América Septentrional Independiente de to-
das las naciones del globo! ¡Viva la unión que hizo nuestra felicidad.» 1
Las cosas habían, pues, cambiado notablemente; el limo. Sr. Caba-
nas no podría desaprobar estos planes i^orque él también amaba la paz
y exhortaba constantemente á sus diocesanos ala unión y concordia. 2
La oposición que al principio hizo á la insurrección, debió ser origi-
nada por los innumerables desórdenes y atropellos c|ue cometían los
insurgentes y porque creería que el levantamiento iniciado en Dolores
no obtendría un resultad(j feliz, y sí acarrearía muchos males á la reli-
gión, turbaría la ¡Daz de muchos pueblos, llenaría de luto muchos hoga-
res y se regaría con sangre de hermanos una jjorción más ó menos ex-
tensa de nuestro territorio.
Iturbide, casi seguro de que contaría con la aprobación 3^ ayuda del
limo. Sr. Cabanas, le comunicó su jjlan y se puso de acuerdo con él pa-
ra lo cjue en adelante se había de hacer. El Prelado se adhirió gustoso
á la causa de la Independencia prestando innumerables servicios y tra-
bajando con empeño hasta la consumación de la misma. El 23 de Ju-
nio de 1.S21 se solemnizó en Guadalajara la jura de la Independencia,
y después de la festividad religiosa, el Obispo obsequió con un banqvie-
te al Dr. San Martín, orador de la fiesta, el cual estuvo á la mesa
al lado del General Cruz.
XV.
En las elecciones de diputados C|ue .se hicieron para las Cortes de los
años de 1822 y 1823, el Obispo de Guadalajara iué electo por la
Nueva Galicia. Va consumada la Independencia y perdida la espe-
ranza de un príncipe español, se trató de exaltar al trono al libertador
de México, D. Agustín de Iturbide; el Sr. Cabanas vio con gusto
esta elección y procuró empeñosamente cjue se realizara. Igual em-
peño mostraron el Obispo de Puebla, varios canónigos y muchos sacer-
dotes 3- religiosos; pero al tratarse de la consagración y coronación del
Emperador «no se notaba 3'a en el clero el empeño que antes había mos-
trado al promover y auxiliar la Independencia: de los españoles sólo el
ObisjDO de Guadalajara, Cabanas, se empeñaba en sostener el Imperio
3- al nuevo monarca, 3- para esto, habiéndose trasladado á México pa-
ra asistir á la coronación, puso á disposición del gobierno $35,000 to-
mados de las obras pías de su Iglesia, en cuenta de la .segiinda cuota
que le correspondía por el préstamo asigníido á las catedrales 3' cle-
ro.» 3
1 Plan de Iguala. (24 de Febrero de 1821.)
2 Véase el anexo n? 4-.
3 Zamacois. — Historia de México. Tomo XI, p&g. 338.
25
Creada la Imperial Orden de Guadalupe, para premiar el mérito mi-
litar y los servicios hechos á la nación, se otorgó al limo. Sr. Cabanas
la condecoración de Gran Cruz y filé después Gran Canciller de la Or-
den.
Al tratarse de la formación de la casa Imperial, se nombró á nuestro
biografiado Limosnero Ma\'or del Emperador. Y llegado el memora-
ble 22 de Julio de 1822, día designado para la consagración y corona-
ción del Emperador y Emperatriz, tuvo nuestro Obispo la suerte de ser
él el consagrante.
El 13 de Agosto del mismo año era el día destinado para la inau-
guración de la Orden de Guadalupe. Iturbide debía ser condecora-
do con las insignias de Gran Maestre de la Orden, que recibiría de
mano del limo. Sr. Cabanas.
No quiero dejar de relatar esta suntuosa ceremonia que, sin duda,
fué una de las fjue más gratos recuerdos dejaron á nuestro Obispo, pe-
ro mejor (|ue relatado con mis propias palabras, transcribiré la hermo-
sa narración que en el capítulo VII del tomo XI de su monumental
Historia de México, hace el historiador Zamacois.
i(Recil)ida la comitiva por el cabildo, á la puerta de la Colegiata, el
Emperador fué conducido desde allí bajo de palio al presbiterio y he-
cha una Ijreve oración ante la Santa Imagen, ])asó á colocarse en el
trono que le estaba preparado. Cantóse el Te-Deum, y acabado éste,
el Obispo de Guadalajara, c(ue hacía de gran Canciller, acompañó al
Emperador desde el trono hasta el dosel, en el (jue estaba el Obispo de
Puebla C[ue iba á celeljrar la misa, en cu3-as manos prestó el juramento
prevenido por los estatutos de la Orden, por el cual los Caballeros se
obligaban no sólo á defender las bases del jjlan de Iguala y la persona
del Emijcrador, sino también á ol)edecer las disposiciones del gran
maestre y cumplir todo lo prevenido en los mismos estatutos, en que
se comprenderá la íntima devoción á su patrona. Entonces se le vistió
el manto y demás insignias, y vuelto al trono se comenzó la misa.
«Después del evangelio y sermón que predicó el Dr. D. Agustín Igle-
sias, el secretario leyó en alta voz la fórmula del juramento que todos
los Caballeros prestaron, y el obispo Gran Canciller, sentado en un si-
llón y vuelto el rostro al pueblo, vistió las insignias al príncipe impe-
rial, al de la Unión y á los jjríncipes mexicanos que le fueron presenta-
dos por el canónigo de la Iglesia Metropolitana, Maniau, nombrado
maestro de ceremonias de la Orden, y en seguida fueron á besar la ma-
no al Emperador.»
Anales. T. IV.
26
XVI.
En el primer semestre del año de 1824 salió nuestro biografiado á
practicarla visita pastoral i y sintiendo quebrantada su salud, tuvo
que detenerse en el rancho de los Delgadillos, del curato de Xochistlán,
donde se agravó 3' murió después de haber recibido los santos sacra-
mentos de la Eucaristía y Extrema-Unción con humildad y fervor edi-
ficantes. Eran las cinco y media de la tarde del 2S de Noviembre de
1824 cuando exhalaba su último aliento el iDenemérito Obispo de Gua-
dalajara, el Exmo. é limo. Dr. D. Juan Cruz Ruiz de Cabanas j' Crespo,
á los 72 años, 6 meses y 25 días de edad; 29 años, 7 meses y 9 días de
pontificado, y 28 años, 4 meses _v 9 días de haber tomado posesión del
gobierno episcopal de esta Sede.
Luego que llegó á Guadalajara la triste nueva de su fallecimiento,
el V. Cabildo mandó dar el toque de Vacante y dobles siguientes en la
Matriz y demás templos de la ciudad 3- comisionó á los Sres. Canónigo
Doctoral Dr. D. Aliguel Ignacio Gárate 3- Preliendado Dr. D. Toribio
González para qtie se encargasen de los funei-ales de su difunto Oljispo.
XVII.
«La noche del día 1° de Diciembre llegó el cadáver (á Guadalajara)
acompañado de más de mil luces 3- entre las lágrimas y suspiros de nn
pvieblo que amaba á su Prelado, y qvie con im elocuente, aunque mvido
lenguaje, procuraba manifestar sus más tiernos afectos: en grupos co-
rrían, aun los más infelices, á recibir á distancia el cadáver de su Pas-
tor, ocurriendo antes á las cererías á comprar velas, cu3'o precio exce-
día á sus miserables facultades; y anhelaban todos por conducir en sus
hombros, ó á lo menos tocar en la parte que les fuese posible, el cajón
en que venía depositado. Quedó en la casa que había sido de su mo-
rada, 3' en los tres días siguientes se procuró que, de los cuatro altares
qiie se habían puesto en la misma sala donde estaba, se ocupase uno
en siete misas cantadas con Vigilia, cjue correspondían á cada hora,
desde las cinco de la mañana hasta medio día, turnándose las Parro-
quias, Comunidades de Religiosos, Capellanes de Monasterios 3' Cole-
1 Probablemente fué á fines de Mayo ó principios de Junio, pues, según consta en el
Archivo del Sagrario, la última vez cjue confirmó el Sr. Cabanas fué el 2+ de Mayo de
ese año.
27
gios, Y quedando los tres altares restantes para las misas rezadas cine
comenzaban también á las cinco hasta las once del día.
«En estos días, á pesar del mal tiem[)o, concurría un numeroso pue-
blo á todas horas, aun por la noche, atributar el oljsequio de sus lágri-
mas y los últimos homenajes á quien había sido su Padre; y el día 5, á
las siete de la mañana, se comenzó el funeral por el canto del Oficio de
Difuntos, á cjue dieron principio los religiosos de la Merced, y siguieron
los Carmelitas, Agustinos, Franciscanos y Dominicos, concluyendo el
Cabildo; todos los que, bajo cruz y ciriales, así como las Parroquias,
acompañaron el cadáver hasta la Santa Iglesia Catedral, y también
las Cofradías, Colegios, la Universidad, el Muy Ilustre Aj'untamien-
to, la Oficialidad y el Supremo Tribimal de Justicia. Los balcones 3^
ventanas de las casas del tránsito estaban adornadas con colgaduras
negras 3' blancas.
«Al llegar á Catedral se cantó vtna Misa solemne, después de tomar
sus respectivos asientos los concurrentes, y haberse colocado el cadá-
ver en un hermoso Catafalco.» l
Posteriormente, en los días 19 y 20 de Mayo del siguiente año, vol-
vieron á hacérsele solemnísimas exequias en la misma Catedral, ha-
biendo pronunciado la oración latina el Dr. D. José Miguel Gordoa y
Barrios, Canónigo Lectoral de la propia Catedral, y sucesor inmediato
del limo. Sr. Cabanas en el gobierno de la Sede. La oración castellana
estuvo á cargo del Dr. D. José Domingo Sánchez Resa, entonces Pre-
bendado }' después Deán de la misma Iglesia 3' Obispo electo de Ma-
cra I. P. I.
XVIII.
El General D. Guadalupe Victoria, Presidente de la República Mexi-
cana, en carta fechada en la capital el 8 de Diciembre de 1824-, decía al
V. Cabildo de Guadalajara, refiriéndose á su inolvidable Obispo el
limo. Sr. Cabanas: «deja en pos de sí ejemplos mu3' ilustres y memoria
toda de bendición.»
El Ministro de Justicia y Negocios Eclesiásticos, D. Pablo de la
Llave, en su inemoria presentada á las Cámaras, los días 5 3- 7 de Ene-
ro de 1825, decía que el limo. Sr. Cabanas acababa de fallecer colma-
do de años 3' merecimientos que era digno de nuestra gratitud
que debía ocupar un lugar mu3' distinguido en el corazón de
los mexicanos.
1 Corona Fúnebre, págs. 77 y 78.
28
XIX.
EPIGRAFÍA.
El cuerpo del linio. Sr. Ruiz de Cabanas está sepultado en el templo
de la Soledad de Guadalajara, á la derecha del presbiterio. (iSt)bre su
tumba — dice Santoscoy — i se lee esta inscripción bien sencilla 3- trun-
ca en su segunda línea, como se ve:
COR STRENUE MAGNUN VERÉ PIUM
EXMI ATQUE YLMI PASTORIS O. D JOANIS CRUCIS RUIZ DE CABAÑ
HIC JURE DEPOSITUM
PER MISERICORDIAM DEI REQUIESCAT IN PACE» ^
Al decir de algunas personas, en el altar de la Virgen de Guadalupe
de la Capilla de San Javier, anexa al mismo templo, fueron depositados
los ojos de este ilustre Obispo, inas no se encuentra actualmente en di-
cho altar alguna inscripción ó señal que justifique esta creencia.
Las entrañas del mitrado se conservan en la actualidad en una va-
sija de cristal, dentro de un nicho cavado junto al altar principal de la
capilla del rancho de los Delgadillos, perteneciente á la Parroquia de
Nochistlán, en el Estado de Zacatecas. 3
El Sr. SantoscoA', en su artículo «El Colegio de Niñas deSan Diego,»
dice que en el coro bajo, al lado izquierdo del altar del fondo, existe in-
crustada en la pared una plancha de mármol con ini resalto oval en el
que está la inscripción que sigue:
RUIZ DE CABANAS
(J MISCREMINI MEA M
w SALTEM NOS AMICI MEI "<
D. D D.
Últimamente el H. Ayuntamiento de esta capital, con motivo de la
nueva nomenclatura de la ciudad, dedicó al limo. Sr. Callanas la calle
del frente del Hospicio, cambiándole el nombre de «Calle del Pórtico»
por el de «Calle de Cabanas.»
1 Canon Cronológico de los Gobernantes de Jalisco, pág. 203.
2 Él escribía en 1890. En la actualidad no se encuentra ya esa inscripción, que pro-
bablemente fué borrada hace unos diez años, con motivo del nuevo decorado del templo.
3 No hemos logrado averiguar si haj' allí alguna inscripción alusiva al Sr. Cabanas.
29
XX.
iconografía.
Se conservan actualmente varios retratos (pintura al óleo) del limo.
Sr. Cabanas, tanto en Guadalajara como en algunas poblaciones de la
Provincia Eclesiástica guadalajarense.
He aquí la lista de los de que hemos podido tomar nota:
1. Sala Capitular de la Catedral de Guadalajara.
Retrato de cuerpo entero, tamaño natural. Tiene al pie la siguiente
inscripción:
«El Illmo Sor. Dr D Jvian Cruz Ruiz Cavañas Colegial del viejo y
Maior de S Bartholomé de Salamanca, Canónigo Magistral y Abad de
Cervatos Dignidad de la Santa Iglesia Aletropolitana de Burgos Obis-
po de Nicaragua y de Guadalaxa. »
2. Seminario Conciliar Mayor de Guadalajara.
Retrato de medio cuerpo, tamaño natural. No tiene inscripción vi-
sible.
3. Capilla del Hospicio de Guadalajara.
Retrato de cueqjo entero, tamaño natural. En una columna que
aparece en el cuadro, se lee la siguiente inscripción:
«El Hospicio de Guadalajara á su ilustre fundador, Dr. D. Juan
Cruz Ruiz Cabanas.»
4. Iglesia de la Soledad de Guadalajara.
Retrato de tamaño natural, busto. No fué posible tomar nota de
la inscripción.
5. Templo de S. Felipe de Guadalajara.
Retrato de cuerpo entero, tamaño natural. Tiene al pie la inscrip-
ción siguiente:
«El Illo Sor D.r Juan Cruz Ruiz d Cabanas di viejo 3- mallor d
S.n Bartolomé d Salam.ca Canónigo Magistral 3' Abad de Cerbatos,
Dignidad de Ui Sta Iglecia Metropolitana d Burgos Obpo d Nicaragua
y d Guadalaxara e. y.nsigne byenechok de esta co.ngregacio.x. ad.
1804.»
6. Santuario de la Bufa de Zacatecas.
Retrato de medio cuerpo, tamaño natural. Tiene al pie esta ins-
cripción:
30
«El Illmo. Sr. Dr. D.Juan Cruz Ruiz d Cabanas Digmo Obispo de
esta Diócesis Estuvo en este Santuario todo el día 4 de Octe d 96 y lo
visitó la mañana del 7 d Septe de 1798, erigió canónicamente sus Ca-
pellanías y proveyó se publicasen las gracias con que lo enriqueció la
Silla Apostólica, año d 1800.»
7. Santuario del Corazón de Jesiís. (Mexticacan, Jal.)
Retrata de cuerpo entero, tamaño natural.
(No ftié posible conseguir copia de la inscripción.)
8. Santuario de Ntra. Sra. de San Juan de los Lagos, (Jal.)
Retrato de ¿cuerpo entero? tamaño natural. Está colocado en la
Sacristía, juntamente con los de otros trece prelados de la Iglesia de
Guadalajara. Tiene al pie el nombre del mitrado 3- la fecha: 1797.
9. Templo Parroquial de Lagos de Moreno.
Retrato de medio cuerpo y tamaño natural. Tiene la siguiente ins-
cripción:
«Vro Rto del Illmo Sor. D.r D." Juan Cmz Ruiz de Cabanas Digno
Obispo de Guadalajara, fecho en Lagos en Mayo de 1810 y á los cin-
cuenta y ocho As de la edad de su Sria Illma.»
Últimamente me encontré otro retrato del Sr. Cabanas en la Iglesia
de San Diego de esta ciudad. Es de cuerjjo entero, tamaño natural (pin-
tura al óleo). Tiene al pie esta inscripción:
«El Illmó Sor D. D. Juan Cruz Ruiz Cabanas, Colegial di Viejo y
Maior de S. Bartolomé d. Salamanca, Canónigo Magistral 3- Abad d
Cervatos, Dignidad d. la S.ta Iglesia Metropolit.a d. Burg.s Obpó. d.
Nicaragua 3- d. Guadalax.a »
10. Parroquia de Jesús de Guadalajara.
Retrato de cuerpo entero 3- tamaño natural. Tiene la siguiente ins-
cripción:
«R.o del Exnio. é Illmo. Sr Dr D. Juan Crviz Ruiz de Cabanas, Dig-
nísimo Obpo de Guadalajara. A petición del Presb.» D. Juan M.a Co-
rona concedió licencia para que se les dijese Misa á las gentes que
fuera de murallas comensaron á formar este Curato de Jesús. Des-
pués q.e aumentó la población se hizo a3'uda de Parroq.a del Santua-
rio de Ntra Sra de Guadalupe, últimamente por decreto de l.o de
Feb.o de 1815 lo segregó del Santuario 3- lo erigió en beneficio colado
nombrando para primer Cura propio al Sr Presb.» D." José García
Monasterio. Hizo confirmaciones en la Capilla de Jesús, en la casa lla-
mada Mexiquito 3' fué bienhechor especial de esta Iglecia Este re-
cuerdo de gratitud á su memoria Se mandó retratar por el Sr Presb. o
Lie D." Antonio Gomes actual Cura interino de esta Parroquia de
Jesús 3' se colocó en esta Sacristía hoi l.o de Julio de 1859.»
31
XXI.
bibliografía.
1. Carta Pastoral.
Carta Pastoral | Oué el Ihistrísimo Señor | Don Jvian Rtiiz de Caba-
nas, I Obispo de León de Nicaragua, | Dirige | A Todos los Fieles de su
Diócesis I Madrid | En la Imprenta de Don Benito Cano | Año de 1795
I Con las licencias necesarias.
Subscrita con motivo de su promoción al Episcopado. En Madrid á 28 de Marzo de
1795.
B. Alemán. (Guadalajara, Jal.)
2. Carta al Virrey Azanza.
«Exmo Sor — Con fha de 28 de Agosto pró.xinio pasado .se sirve V.
E. prevenirme el que este á la mira del porte y conducta del ex-Jesuita
D. Lorenzo Joseph de Caljo, lo que executaré con toda exactitud, y se-
gún Y. E. se sirva ordenarme; bien que, y á decir verdad nada temo del
referido Sacerdote y aun espero con los más graves fundamentos, que
lexos de dar lugar á la menor transgresión de las respetal^les disposi-
ciones de la Iglesia 3^ del Estado, será siempre un digno exemplar de la
vida más arreglada 3' verdaderamente sacerdotal. Dios guarde á V.
E. ms as. Guadalaxa ySepte 1" de 1799 — Exmo Sor. ^Juan Cruz Ohpo
de Guadalaxa — Exmo Sor Don Miguel Joseph de Azanza, Virrey y Capn
Gral de N. E.»
Santoscoy. «Nayarit,» pág. L.xxxvi.
3. Decreto.
Nos el Doctor D. Juan Cruz Ruiz de Cabanas | por la gracia de Dios
3' de la Santa Sede Apostólica, Obisj)o de ¡ Guadalaxara del Consejo de
su Magestad &c.
En fol. — Sin portada ni pie de impr. — 11 págs. s. n., v. en bl. Decreto anunciando (jue
cesan en la Diócesi los Aranceles parroquiales del -arzobispado de Mé.xico y publica el
acordado por la Real Audiencia de Guadalajara. — Fechado en dicha ciudad el 9 de Octu-
bre de 1809.
B. Gordoa, León (Gto.) («La Imprenta en la Nueva Galicia. 1793-1821. Apuntes l)i-
bliográficos» por Juan B. Iguíniz, n'? 92.)
4. Carta Pastoral.
Nos el Doctor D. Juan | Cruz Ruiz de Cabanas, por la gracia de |
Dios y de la Santa Silla Apostólica | Obispo de Guadalaxara, del Con-
sejo de S. M. &c.
Fol. — Sin portada ni pie de imprenta. — 4-1 págs. n., v. en bl. ^Pastoral expedida en
Guadalajara á 21 de Marzo de 1810, en la que transcribe varios decretos de la Santa Se-
32
de y del Patriarca de las Indias, acerca de la Jurisdicción ordinaria castrense en los do-
minios españoles.
B. Gordoa. («La Imprenta en la Nueva Galicia. 1793-1821. Apuntes bibliográficos»
por Juan B. Iguíniz, n"? 102.)
5. Carta Pastoral.
Nos el Dr D. Juan Cruz Ruiz de Ca- | bañas por la gracia de Dios 3'
de la Santa 1 Sede Apostólica Obispo de Guadalaxara. A 1 todo el Ve-
nerable Clero Secular y regu- | lar, y á todos nuestros muy amados
fieles: salud, paz y gracia en Ntiestro Señor Jesu- | cristo.
En 4° Sin portada ni pie de imprenta. — Pastoral con motivo de los asuntos políticos
de España, fechada en Guadalajara á 30 días de .\bril de 1810.
B. Instituto «San José.» Guadalajara, (Jal.)
6. Circular.
El exemplar que acompaña á este es de la | proclama publicada por
la Junta Auxiliar de | Gobierno instalada en esta Capital el 29 del | úl-
timo septiembre: su tenor instruirá á V de \ los loables sentimientos
que promueve, 3' de las | interesantes verdades que conviene inculcar |
con la ma3-or viveza 3- poner en toda claridíid | á la vista del Pueblo
para evitar su seducción, ¡ 3- los incalculables trastornos qtte le son
con- I siguientes como lo espero del zelo, fidelidad 3- pa- | triotismo, que
V ha acreditado siempre 3' exi- | gen las urgentes circunstancias del dia.
A el I efecto publicará dicha proclama desde el Pul- | pito, 3- la fixará
en la puerta principal de la | Iglesia para que pueda el pueblo comoda-
I mente enterarse de su contenido | Dios guarde á V muchos años.
Guada- | laxara octubre 4- de 1810 \ Juan Cruz Obpo de Giiadalax.a (rú-
brica).
Pérez Verdía. «Historia Particular del Estado de Jalisco.» Tomo II, pág. 35.
7. Carta Pastoral.
Nos el Dr D Juan Cruz Ruiz de Cabanas, ])or la gracia de Dios 3- de
la Santa Silla Apostólica, Obispo de Guadalaxara, del Consejo de Su
Alagestad &c. A nuestro Venerable Clero Secular 3- Regular 3- á todos
los Fieles de nuestra Diócesis.
Subscrita en Guadalajara á 15 de Octubre de 1810. — Se excita á los habitantes de la
Diócesi á la reconciliación mutua.
«Bol. Ecco. V Científico del Arzobispado de Guad.» Tomo VII, pág. 157.
8. Edicto.
Nos el Dr D Juan Cruz Ruiz de Cabanas, por la gracia de Dios 3- de
la Santa Sede Apostólica Obispo de Guadalajara, nuevo Re3'no de Ga-
licia, del Consejo de S. M. &c. &c.
Edicto haciendo extensiva á su Diócesi la excomunión fulminada contra Hidalgo por
el Obispo electo de Valladolid, Inquisición y Arzobispo de México. Fechado en Guadala-
jara á 24 de Octubre de 1810.
Hernández y Dávalos. Tomo II, pág. 182.
9. Carta Pastoral.
Nos el Doctor D Juan Cruz Ruiz | de Cavañas, por la gracia de Dios
33
3' de la | Santa Sede Apostólica Obispo de Guadalaxa- | ra en el Nuevo
Re3'no de Galicia, del Con- | sejo de S. M &c. | A nuestros muy amados
curas, y á todos los Eclesiás- \ ticos y Fieles de ambos sexos de nuestra
cara Gre3-, sa- | lud paz y gracia en nuestro Señor Jesucristo.
En 4-° — () hojas sin numerar. — Dada en Guadalajara el -í de Abril de 1812. Se lamen-
ta de la forzada separación de su Diócesi, en que se había visto; condena la insurrección
y ordena se preste la debida atención á sus edictos.
B. del Autor.
10. Edicto.
Nos el Dür D. Juan Cruz Ruiz de Cava- | ñas por la gracia de Dios y
de la Santa Sede Apostoli- | ca Obispo de Guadalaxara, Nuevo Reyno de
Galicia, del | Consejo de Su Magestad &c
Dado en la ciudad de Guadalaxara á quince de | septiembre de mil ocho-
cientos y doce años, firmado ¡ sellado 3- refrendado según estilo=Juan
Cruz, obispo de Guadalaxara=Por mandato de S S Illmá el \ Obispo
mi señor=Dr. Toribio González, secretario.
Edicto relativo al culto de la Santa Cruz.
Tomado de «El Telégrafo de Guadalaxara» de 22 de Octubre de 1812.
B. Pública de Guadalajara.
11. Edicto.
Nos el Dr D Juan Cruz Ruiz de Cavañas por la | gracia de Dios 3- de
la Santa Sede Apostólica Obispo de Guadala- | xara Nuevo Re3-no
de Galicia del Consejo de su Alagestad &c.
En fol. 7 hojas sin port. ni pie de inipr. ni núm. Edicto dado en Guadalajara el 9 de
Octubre de 1813, ordenando el cumplimiento del art. 12 de la Constitución.
B. del Instituto «San José" (Guadala'ara).
12. Edicto.
Dado en Guadalajara á 15 de Abril de 1815. En ese edicto se inser-
ta el Decreto relativo al restablecimiento de la Inquisición.
B. del Instituto «San José» (Guadalajara).
13. Carta Pastoral.
Nos el Dr Don Juan Cruz Ruiz de Cabanas | por la gracia de Dios y
de la Santa Sede Apostólica Obispo | de Guadalaxara Nuevo Re3-no de
Galicia del Consejo de | su Magestad &c. | A nuestro Venerable Clero
secular y regular y á todos los fieles de | nuestra Diócesi salud 3' gracia
en nuestro Señor Jesucristo.
Fol. 16 págs. Dada en Guadalajara á 3 de Septiembre de 1815, contra los revolu-
cionarios.
B. del Seminario Mayor (Guadalajara).
14. Carta Pastoral.
Nos el Dr D Juan Cruz Ruiz de | Cabanas, por la gracia de Dios y de
la Santa Sede | Apostólica, Obispo de Guadalaxara, nuevo Re3'no
An.vles. T. IV.— ó.
34
de Galicia del | Consejo de su Magestad, y Caballero Gran Cruz de la
Real Orden | Americana de Isabel la Católica &c.
Fol. 7 hojas sin portada, ni pie de imprenta. Pastoral dada en Guadalajara á 4- de
Agosto de ,1820, transcribiendo los decretos de las Cortes que mandan suprimir el
Tribunal de la Inquisición.
B. del Instituto «San Joséi (Guadalajara).
15. Circular.
Señor | El Exnió. Sr, D. Antonio Porcel, | Ministro de la Goberna-
ción de Ultra- | mar, me coinunica con fecha de -t de Ma- | yo de este
año la Real orden que sigue
Guadalajara Se- | tiembre 19 de 1820 ¡ Juan Cruz Oliispo de Guadala-
jara.
Fol. 2 hojas sin portada ni pie de impr., v. en bl. En esta circular se inserta el Real
decreto que ordena se explique á los fieles la Constitución.
B. del Instituto «San José» (Guadalajara).
16. Edicto.
Nos el Doctor Don [ Juan Cruz Kuiz de Cabanas por | la Gracia de
Dios y de la Santa Sede Apos- | tólica Gbispo de Guadalajara, y Caba-
llero I Gran Cruz de la Orden Americana de Isabel ¡ la Católica &c. |
A todos los fieles de ambos sexos de luiestra Dio- | cesis salud paz y
gracia en nuestro Sr Jesucristo.
En 4'?, sin port. 13 págs. Edicto relativo .al ayuno. Está dado en Guadalajara. á 2
de Marzo de 1822.
B. del Seminario Mayor (Guadalajara).
17. Casos y Censuras.
Nos el Dr. D. Juan Cruz Ruiz de | Cabanas jior la Gracia de Dios y
de la Santa Sede Apos- | tolica. Obispo deGuadalajara, Limosnero Ma-
yor de S M y I Caballero Gran Cruz de la (Jrden Imperial de Atni | Se-
ñora de Guadalupe y Canciller de la Misma.
Fol. Sin port. ni pie de impr. Sólo se conservan las 8 primeras páginas del ejem]5lar
que conocemos.
B. del Instituto «San José» (Guadalajara).
1 S . Declaraciones y Prevenciones
Dado en la Santa Visita de Teocaltiche á 2 de Noviem-
bre de 182-1-. — ^Juan Cruz Obispo de Guadalax.a
En folio.
B. del Instituto «San José» (Guadalajara).
ó)
XXII.
ADICIONES.
Ya escrito lo anterior hemos tenido ocasión de reco<;eral<innos nue-
vos datos, fiue vamos á dar á conocer en esta parte adicional, á fin de
que el humilde trabajo (|ue estamos publicando cjuede lo más completo
]3osiljlc:
1. El limo. Sr. Cabanas contriljuyó con crecidas sumaspara la edi-
ficación del c'ictual Santuario del Corazón de Jesús de Alexticacan. En
la Sacristía de dicho Santuario se ha conservado hasta el jircsente un
retrato del Prelado I)icnhcchor.
2. Por mandato del limo. Sr. Cabanas, se construyó en la Bufa de
Zacatecas, junto al Santuario de la X'iriicn i)atrona del luj;ar, la casa
denominada «El Hospicio,» la cual comenzó á taliricarse en el mes de
Mayo de 1SU5.
Acerca de esto, nos dice el limo. Sr. Veres: ((SÍL;uieudo el ])lano (|ue
S. S. 1. (Cabanas) ajiroljó en carta escrita al Presb. Don Martín .\ntonio
de Azconobita, Ca})ellán de la Bufa, el día 1-í de Abril del expresado
año de l!S05 se destinaron jjara la familia del sacristán las ]3Íezas ([ue
para habitación del capellán había construido el P. Bezanilla al Norte
de la cjue da entrada á la ante-S£icristía, y se cdií.có á continuación de
ésta y de la sacristía un departamento independiente del del sacristán
C|ue debería servir para Casa de Ejercicios, coni])uesto de cinco cuartos
muA' amijlios y un patio con dos corredores, en comunicación con la
ante-sacristía. Al (oriente de los anteriores y dando vista al Sur la fa-
chada, se fabricó) otro dejiartan.ento de 02 varas de frente jxjr -ÍG^A de
fondo, c(/n tres patios, algunas piezas jiara huéspedes, tres habitacio-
nes para otros tantos capellanes, cada una con sala, alcolja, comedor
y cocina y otros cuartos más para los sirvientes. En el patio ]3rincii)al
que tiene 21 varas en cuadro, se hizo un corredor por cada lado, tle 4-
varas de ancho, prolongando hacia el Poniente el del lado Norte hfista
encontrar el cjue se levantó del mismo lado en el patio del departamen-
to destinado ])ara los ejercitantes. En el sejíundo jjutio se construyó
un al.^iljc de 12 varas de largo y QV2 de ancho cjue tuvo de costo cerca
de dos mil pesos; y en la fachada del edificio im corredorde62 varas de
largo ])or 5 de ancho con quince arcos. La fábrica se terminó en Octu-
bre de ISIO y costó de veintidós mil á veintitrés mil pesos hal)iendo di-
rigido las obras, D Francisco Ignacio de Minez, cpiien formó los dos
3f>
planos que se mandaron al limo Sr Cabanas en Febrero de 1805 pa-
ra que S. S. 1. designara el cjue deliía ejecutarse si alguno de ellos mere-
cía su aprobación.» i
Este Prelado era tan devoto de la Virgen del Patrocinio en la Ima-
gen venerada en el Santuario de la Bufa, (lue permaneció en él todo el
día 4- de Octubre de 1796 y le visitó también la mañana del 7 de Sep-
tiembre de 1798; erigió canónicamente sus capellanías y prove^-ó se
publicasen las gracias con cjue lo enriqueció la Santa Sede el año de
1800. 2
Según dice el limo. Sr. Veres Acevedo, en la Visita Pastoral que
practicó el Sr. Cabanas, en Septiembre de 1798, concedió se continuase
celebrando misa en el Santuario, á condición de que el Capellán hicie-
se «una breve explicación de la doctrina cristiana después del Evange-
lio en los Domingos y días de fiesta entera, en estilo claro y acomoda-
do á la capacidad de los asistentes, bajo la pena de diez pesos qtie esta-
ría obligado A pagar por el mismo hecho defaltar á ella; 3' que, avisado
Su Señoría Ilustrísima de la omisión por el Cura Vicario, A quien sobre
esto hace particular encargo, se procedería á lo que hubiese lugar por
derecho y se revocaría desde luego la licencia.» 3
Los cinco primeros capellanes del Santuario, después de su restaura-
ción en 1795, fueron nombrados por el limo. Sr. Cabanas. Los nom-
bres de estos sacerdotes son: Br. Mariano de Bezanilla, Br. Martín An-
tonio de Azconobieta, Cosme Hinojos, Donaciano Cayetano Rodríguez
\' Martín Antonio de Azconobieta (seg^mda vez).
3. Durante el pontificado del limo. Sr. Cabanas se concedió, por
real cédula de 22 de Septiembre de 1807, la provisión de las tres canon-
gías, dos raciones y dos medias raciones que faltaban en la Catedral
guadalajarense para llegar al número de prebendas de su erección, ó
sea, á 5 Dignidades, 10 Canongías, 6 Raciones y 6 Medias-raciones, -i-
4. Del «Canon Cronológico razonado de los Gobernantes de Jalis-
co» tomamos lo sigTiiente:
«Residía en 1818 en el Palacio de los Presidentes de la Nueva Gali-
cia, el que á la sazón tenía ese carácter y el de Jefe Superior Político de
la Provincia, el General Don José de la Cruz; y frente á la habitación
de este alto funcionario, en la casa situada en la esquina oriente de la
cuadra del Palacio Municipal, vivía la viuda del español Rubín de Ce-
1 Veres .\cevedo. — El Santuario de la Bufa, extramuros de la ciudad de Zacatecas.
— Historia de la Sagrada Imagen de Nuestra Señora del Patrocinio pág. 221.
2 Así lo dice la inscripción del retrato del Sr. Cabanas que se conserva en el Santua-
rio de la Bufa. En la XX parte de esta Biografía puede verse la inscripción completa.
3 Obra citada, págs. 260 á 262.
4 Pueden verse los documentos relativos á este asunto en la Sección Histórica del
Tomo VHI del «Boletín Eclesiástico y Científico del Arzobispado de Ou.-idalajara,» donde
acaban de ser publicados por el Sr. I'bro. Lie. D. Francisco O. .\lemán.
37
lis, señora llena de encantadora belleza. El General Cruznopiido resis-
tir á los atractivos que de continuo, se puede decir, tenía á la vista;
requirió de amores á la dama y ella no se le mostró insensible; y por
tanto de balcón á balcón, calle de ])or medio, cjue diría un notario, se
entabló sabrosa y continuada jilática; tan sabrosa y continuada, (jue
llegó á ser el palillo de dientes de las conversaciones de toda la <ícnte
de la ciudad, y hasta lleiró á los oídos del ilustre obispo Don Juan Cruz
Kuiz de Cabanas, que gobernaba en aquella época la diócesis.
«Apenas este Prelado tuvo informes verídicos de lo que pasaba en-
tre el Sr Crviz y la Sra Ortiz Viuda de Celis, se dirigió á la casa de la
última, y desde allí mandó llamar con premura al Sr Jefe Político, con
quien llevaba cordiales relíiciones de amistad. Acudió luego este señor
al llamamiento llevando consigo á sus ayudantes; y apenas entró al
salón en que el obispo le aguardaba, el Sr Cabanas le manifestó que
siendo la primera avitoridad de ki Provincia, tenía que dar buen ejem-
plo á todos sus habitantes; que era grave el escándalo que daba á toda
la ciudad con sus amores, y que, por lo mismo, no le cabía más recurso
para satisfacer tal escándalo, (|ue casarse inmediatamente con la bella
viudita.
«En vano Cruz objetó (jue no jjodía dar ese paso sin el real consen-
timiento; el obispo le respondió c|ue él cargalia con toda la responsabi-
lidad. En vano que el mismo General alegara que no se llenarían los
requisitos que ]Dreceden al matrimonio; el obispo dijo qvie los dispensa-
ba. En vano, por último, que el afligido Cruz opusiera fiue no había
testigos; el obispo le señaló á los familiares y ayudantes C[ue esperaban
en la antesala. No hubo remedio: el matrimonio se efectuó.» ^
Acerca de este asunto, el distinguido historiógrafo Juan B. Iguíniz,
con fecha 14 de Junio de 1909 dio á conocer desde las columnas de «El
Regional» un interesantísimo documento que encontró al revisar el
Archivo del Sagrario Metropolitano de Guadalajara, en el librode Ma-
trimonios marcado con el número 21.
Dicho documento está concebido en estos términos:
«Digo yo el Dr D Jacinto Martínez Cura Rector de esta Santa Igle-
sia Catedral de Guadalajara, que en veinte de Julio de mil ochocientos
diez y nueve recibí el siguiente Sviperior Despacho de mi Exmo é Ilustrí-
simo Prelado con el certificado al calze del Sc^r, su Srio. de Cámara y
Goviemo que en él se cita.
«Nos el Dor Juan Cruz Ruiz de Cabanas, por la gracia de Dios y de
la Santa Sede Apostólica, Obispo de Guada Nuevo Reyno de la Galicia
del Consejo de su Magd. y Caballero Gran Cruz de la Real om Ameri-
cana de Isabel la Católica etc. — Hacemos saver al Cura Rector del Sa-
grario de Nuestra Santa Iglesia Catedral como con vista de las diligen-
cias Matrimoniales practicadas ante nos mismo y en nuestra Secreta-
1 SaiUnscDy. ( )l)i-;i citada, páu. '.il .
38
ría pnra el cine intentan contraher de la una parte el Exnio. Sor. D.
Josef de la Crvtz natural de la Ciudad de Salamanea en España, hijo le-
"iítinio de los Sres. D. Francisco de la Cruz 3- Doña María del Pilar
Fernández, Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos, Caballero Gran
Cruz de la Real om Americana de Isabel la Católica, Presidente de la
Real Audiencia, Govemador y Comandante General de esta Provincia
de N. G. etc., y de la otra la Sra. Doña Juana Ortiz de Rosas, natu-
ral del Real Rosario en la Provincia y Obispado de Sonora é hija legíti-
ma de D. Juan Francisco Ortiz de Rosas, Contador Oficial Real que fué
de las Caxas Reales de esta Capital, 3- de Doña María del Carmen Iba-
ñes de la Barrena ya difuntos proveímos un Decreto cuyo tenor es á la
letra el siguiente — Guadalajara Julio cíitorce de mil ochocientos diez y
nueve — Vistas estas diligencias practicadas en comprobación de la li-
vertad y soltura del Exmo. Sor. D. Josef de la Cruz Presidente y Co-
mandante General de esta Provincia y por lo mismo de nuestra Juris-
dicción Eclesiástica Castrense y de la Sra. D' Juana Ortiz de Rosas c[ue
lo es de nuestra Jurisdicción Eclesiástica ordinaria las aprovamos y
declaramos laastantes para el matrimonio que en virtud de la Real li-
cencia de veinte 3' dos del último Febrero comunicada por el Exmo Sor
Virrej' de estos Dominios en oficio del diez y seis del próximo pasado
Junio intentan contraer. En consecjuencia y en vis(ta)de las facultades
cjue nos competen dispensamos al expresado Exmo Sor D Josef de la
Cruz _v á la referida Sra. D" Juana la(s) moniciones conciliares para que
ni antes ni después del matrimonio se publiquen Y mandamos t|ue jire-
ccdiéndose por nos mismo á la celebración del Santo Sacramento del
matrimonio en la forma dispuesta ]jor la Iglesia y librándose Despacho
al Cura Rector de Nuestra Santa Iglesia Catedral con inserción de esta
Providencia y con certificación á svi calce que se deberá extender por
nuestra Secretaría con expreción del día, solemnidad 3- lugar 3- hora en
que presenciíimos el matrimonio. Se guarde por dho Párroco el expre-
sado Despacho en su respectibo Despacho digo Archivo y la partida de
Matrimonio se siente como es debido en el Libro á donde corresponda
á su Excelencia Ilustrísima lo decretó 3- firmó — El Obispo de Guadala-
xara — Ante mí — Dor. Toribio González — Secretario — Y ¡lara que lo
contenido en el citado Decreto tenga su debido 3- puntual cumplimiento
mandamos dar 3- dimos el presente en la Ciudad de Guadalajara á ca-
torce días del mes de Julio de mil ochocientos diez y nueve años— Juan
Cruz Obispo de Guadalaxara — Por mandato de S. E. I. el obispo mi
Sor — Dor Toribio González — Secretario»
«El Dor. D Toribio (ionzález Prevendado de esta Santa Iglesia Ca-
tedral 3' Secretario de Cámara y Goviemo del Exmo é limo Señor Dr
Juan Cruz Ruiz de Cabanas Caballero Gran Cmz de la Real Orn Ame-
ricana de Isabel la Católica del Consejo de S. M. dignísimo Obispo de
esta Diócesi de N. G. etc — En cumplimiento de lo mandado en el Supe-
rior Despacho que antecede Certifico: Que ho3' día de la fecha como á
39
los tres (juartos pt'ira las siete tle la mañana, píisú su Exceleneia Ilus-
trísima jiersonalmcnte al Real Palacio de esta Capital y en imo de los
])rinci])ales salones del mismo decorosamente jireparado y adorn.'ido
casó _v dio las (sic) con arreglo á las disposiciones y Rito de hi Iglesia al
Exmo. Sr. Presidente de esta Real Audiencia, Gobernador y Coman-
dante General de esta Provincia D Josefde la Cruz y á la Sra D'' Juana
Ürtiz de Rosas hija legítima del finado Contador de la Tcsorerúi de
Real Hacienda de esta Capital D Juan ( )rtiz de Rosas y de D"' María
del Carmen Ibáñez de la Barrena: One en el acto de celebrar el matri-
monio asistieron á su Excelencia Ilustrísima revestidos de Capa los
Sres Dean de esta Santa Iglesia Licenciado D. Pedro Dias Escandon y
Tesorero de la misma Provisor y Vicario y gral de este Obispado Dor.
D Juan Jüsef Alartínez de los Ríos y Ramos quienes también continua-
ron la propia asistencia en el Santo Sacrificio de la Misa que inmedia-
tamente después del Matrimonio celebró su Exceleneia Ilustrísima.
yue á estos actos religiosos concurrieron y se hallaron los Sres Oj-do-
res y Fiscales de esta Real Audiencia Dos Dignidades, Dos Canónigos
y Dos Prevendados de esta Santa Iglesia Catedral, Los Ministrcis de
Real Híicienda, Los Alcaldes, tres Regidores del Ihistrc Ayuntíimicnto,
el Señor Prior y Cónsules del Real Tral. del Consulado todos los Xefes
militares, y varios oficiales de los Cuerpos de Tropa, todos Xefes de
oficinas de S. M 3'. varias personas principales y sujetos distinguidos
de esta Capital. Y haviéndose concluido todo como á las ocho de la
mañana repitió S. E. I. vervalmente la orden (|ue por Escrito tenía da-
da en el presente Despacho para que ¡niesta esta, esta (sic) Certifica-
ción en debida forma se pasase como está prevenido al Cura del Sagrario.
En testimonio de lo cual doy la ])resente en la Ciudad de Guadídaxara
á diez y nueve días del mes de Julio de mil ochocientos diez y nueve (jue
firmé con su S. E. I. y de su orn de que doy fe. — El Obispo de Guadala-
xara — Dor Toriljio González — Secretario Y en cumplimiento le inan-
dé copiar en este Libro y lugar y original (jueda custodiado en este
archivo de mi cargo en el lugar correspondiente.»
TAMOANCHAN.
ESTUDIO ARQUEOLÓGICO É HISTÓRICO,
POR LOS SrES.
Pablo Hennino, Arzoiíispo D. Francisco Plaxcarte,
Lie. D. Cecilio A. Róbelo
Y
D. I'iíURo González.
AXALES. T. I\'. — 0.
^3
La región misteriosa que lleva este nombre, y que se menciona tan-
tas veces en códices y por historiadores, es uno de los problemas de la
arqueología americana, cuya solución se ha ensayado sin que los resul-
tados obtenidos pudieran llamarse satisfactorios. ElSr. Beyer cree f|ue
esta región se puede identificar con la vía láctea; Preuss ve en ella el inte-
rior déla tierra; y Lehmann opina c|vie esel globo terráqueo en su tota-
lidad, i Hay, pues, vma diversidad de opiniones completa. La mejor so-
lución, según nuestra opinión, es siempre la del Sr. Séler, que no pierde
de vista que en la antigüedad el nombre Tamoanchan se aplicaba á va-
rias localidades distintas y (|ue, por lo mismo, sería erróneo el querer li-
mitar su significado á una sola. ~ En efecto, es posible distinguir tres
regiones de este nombre; sin embargo, las aplicaciones de él, ó descansan
en una idea fundamental, común á todas ellas, y parece que ésta predo-
minó átal grado, que las circunstancias especiales que diferencialDanun
Tamoanchan del otro, desaparecían; ó estas diferencias entre uno 3-
otro Tamoanchan eran tan liien conocidas, que el simple contexto era
suficiente para hacer ver de cuál de ellos se trataba. Por supuesto ([ue
]jara nosotros el asunto no se jiresenta tan sencillo, puesto qtie precisa-
1 Cf. Hermán Be\-er, Tamoanchan, das alt mcxikanisohc Paradies, .\nthropos, Wicn.
190.S. Band 3, Heft 5, 6; pág. 870.
2 Cf. Séler, Codex Borgia. Berlín. i;i0-l-1906.
44
mente los pormenores que se sobreentendían para poder solncionar es-
te problema, necesitamos conocerlos.
Como lo ha demostrado el Sr. Séler, Tamoanchan significa «casa de
descenso» (del cielo), i y como en ésto los antiguos veían xma faz de la
existencia htimana que precedía al nacimiento carnal en la tierra, ó lo
fundamental para ver la luz en este mundo; esta frase llegó á ser para
ellos xm equivalente de «nacer,» «ver la luz del mundo.» Pero aquel des-
censo del cielo ó nacimiento espiritual, como nosotros lo llamaríamos,
estaba en manos de Ometecuhtli y Omecihuatl, es decir, de los dioses
de la generación por excelencia, los que residían en el más alto de los
cielos; por consiguiente allí estaba también el primer Tamoanchan. A
éste le podríamos llamar el Tamoanchan teológico. Pero á más de éste
había otros dos que, á juzgar por los datos que acerca de ellos nospro-
porcionan los historiadores, merecen el nombre de terrestres ó históri-
cos, y parece que se colocó el primero de ellos al poniente de las Améri-
cas, al otro ladodel mar, en Chiconauhapan ó Chiconauhtlan; el otro
en el continente Sud— americano, en Xochitlauaca, AmiljjampanXotchi-
tlalpan. Acerca del uno dicela tradición maya: - «Esta es la serie de los
Katunes desde que fué la partida de la tierra, de la casa Nonoval, en
donde estaban los cuatro Tutvil Xiuh, en Zuiva, en el Poniente. Vinie-
ron ellos {los cuatro Tutul Xiuh) de la tierra Tulapan Chiconahthan
(Chiconauhtlan= la tierra de los nueve ríos»). Y dice la tradición Cakchi-
kel acerca del segundo: 3 «Cuatro hombres vinieron de Tulan. Donde se
levanta el sol es un Tulan, y uno es en Xibalbay, y uno es donde se po-
ne el sol, y uno donde se halla Dios. Por consiguiente hay cuatro (luga-
res del nombre de) Tulan, dicen ellos, ó hijos miestros, y donde se pone
el sol venimos de Tulan, del otro lado del mar, r á nuestra llegada en
Tulan vimos la luz; viniendo de allá fuimos engendrados por nuestras
madres y nuestros padres, como dicen ellos.» Se ve en estas descripcio-
nes que el primer Tamoanchan histórico estaba en un lugar al otro la-
do del mar, al poniente de las Américas; el otro, en este continente mis-
mo, en el lugar de donde tomó origen la raza de estos Tutul Xiuh, Tula,
nos ó Toltecos.
Ahora bien, es este último Tamoanchan del cual pensamos ocupar-
nos más detenidamente acjuí, siendo el pinito que respecto de él más nos
debe preocupar, si cuanto de él se dice es mito, ó si debe considerársele
como hecho histórico. La tradición cakchikel, como vimos, le da carác-
ter completo de este último; pero si del punto de vista no indígena se
le puede considerar como tal, es otra cuestión. Por desgracia, la ar-
queología, que nos debía ayudar para cercioramos de punto tan inte-
resante, está mu^- lejosde penetrar en los tiempos deeste Tamoanchan,
tierra de nacimiento primordial americano; sin embargo, hay fjue conce-
1 Cf. Séler, Codex Bor^ia. Berlín. 1904.. Tomo I, p. 184-.
2 Maya Chronicles. Brinton, Phil. 18,S2, p. 100.
3 Cakchikel-Aiinals. Brinton, Phil. lSsr>, p. (58.
45
der qvielos cuantos datos c|iic existen para elucidar el prohlenia de este
Tamoanehan, tienen tendencia conijiletamente histórica.
Según las dos tradiciones citadas, hay correlación con los d os Tamoan-
chan terrestres entre cuatro lugares del nomlire de Tulan. estando dis-
tribuídíís éstos de tal modo, (|ue dos de ellos, Tulan Tulajjan y Tulan
Zuiva se hayan en terrenos del Tamoanehan Chiconauhtlan, es decir,
del otro lado del mar, al jionicnte de las Américas. Tratando de deter-
minarlos por medio de la tradición cakchikcl, obviamente, el Tulan Zui-
via del Poniente de la tradición maya es idéntico al Tulan llamado
en aquella, «de la puesta del sol;» el otro, Tulan Tulapan, cuyo nombre
determinativo parece ser un paralelo al nombre Mazapán, cai)ital anti-
gua de los Mayas en la península yucatecíi, fácilmente se llamó así por
ser la capital antigua de los Tidanos ó Toltecos de ultramar; allí tam-
bién habrá estado la casa ó templo llamado en la tradición maya Nono-
val; pero si se hallaba allí el templo, estaría allí también el dios á quien
este fué dedicado, y entonces Tulan Tulapan de la tradición maya no
es otro que el de la tradición cakchikel llamado «donde está Dios.» En
cuanto á los otros dos Tulan, estaban en el continente americano mis-
mo, por las consideraciones siguientes: Corresponde el primero de ellos
á la tierra natal, original de las tribus americanas, por la razón de que
se llama Tulan «déla salida del sol.» Significa ésto, no como pudiera
creerse que este Tulan estaba situado en Oriente, aunque por cierto los cua-
troTutul Xiuh viniendo del Oeste, indefectiblemente tenían (jue abordar en
vin lugar al Oriente del punto de su partida, sino como en el habla indi,
gena «sol» y «era histórica» son sinónimos, el nombre de este Tulan, in-
terpretado debidamente significa: «Lugar donde nació el solóla erahis-
tórica, donde tuvo ésta su principio.» Tratándose ac[uí de Tíllanos ó
Toltecas, la era mencionada no puede haber sido otra que la délos Tol-
tecas primitivos en este continente, y como, en efecto, se les llama á és-
tos los primeros jiobladores de la América, este Tulan «de la salida del
tol» resxilta necesariamente idéntico con el Tamoanehan americano, la
sierra natal, original de las tribus americanas.
Yuxtapuesto al primer Tulan americano se encuentra otro llamado
Tulan Xibalba}', el cual desde luego se distingue de su compañero por
el hecho de que no puede haber sido la tierra natal, original de las tribus
americanas, por haberlo sido aquél. Como, además, está determinado
por vm nombre, Xibalbíiy, que resulta ser puramente geográfico, tam-
poco estaba situado en la misma región que aquél; además, siendo Tu-
lan «déla salida del sol» incuestionablemente el más antiguo de los dos,
Tulan Xibalbay, en cuanto á tiempo, ha de ser más reciente. En efecto,
se confirman todas estas teorías examinando el caso im poco más deta_
lladamente. Así porejemplo, llama Ixtlilxochitl i á los fimdad ores del im.
perio tolteco, cu^'a capital fué la Tula, hoy día, del Estado de Hidalgo,
1 Cr. IxtlilxiK-liitl. México. ISin. Tercera Relación, p. 29.
46
y cuyo reino confinaba con los Chichimecos en el Norte, «Huehuetlapa-
laneca,» es decir, «los que habían venido del Norte;» como, además, su
fundación cae en el siglo VIII de nuestra era y por consiiruente es muv
reciente, sin duda alsruna es éste el Tulan Xiball)ay de la tradición cak-
chikel. Pero resulta entonces que el autor de la tradición cakchikcl
estaba iierfectamente orientado, saliendo sus declaraciones acerca dees-
te Tulan, del todo exactas. Ahora bien, si esto lo era en imo de los dos
casos, no hay motivo para creer que no lo haya sido también en el otro.
Además, como, sin duda altíuna, cierto principio han de haber tenido
las tribus americanas en este continente, es bien proljídile que la infor-
mación que tuvo respecto de él sea del todo fidedicrna, óen otros térmi-
nos, de carácter netamente histórico. Por consijíuiente, cada dato que
resulte con respecto al Tulan «de la salida del sol,)) será aplicable desde
luejío al TamoanchanXoehitlauaca, Amilpampan Xochitlalpan, jjroce-
dimiento tanto más justificable, cuanto ([ue la identidad precitada está
confirmada ])or toda una serie de datos adicionales c|ue en seguida jire-
senta remos.
Por ejemplo: el Tainoanchan
americano en los códices se repre-
senta frecuentemente por medio de
un árbol, cuyo tronco, en la mayo-
ría de los casos, está roto, eviden-
temente, para dar á entender que
ya no está en pie; que las institu-
ciones ó la época que representa
pertenecen á un pasado lejano.
(Fi,ií. 1.) Extraña, sin endjar^o,
por qué para simbolizar aquel le-
jano Tamoanchan los indígenas se
valían de un árbol; hay aquí pre-
cisamente un problema que está
todavía para solucionarse. Cree
el Sr. Beyer C|ue como los antiguos
veneraban los astros, este árbol de-
bía identificarse con el árbol celes-
tial de la vía láctea, l sin embargo,
no es posible aducir á favor de semejante teoría declaración de historia-
dor alguno que la justifique. Por lo contrario, la opinión de los cronistas
indígenas, respecto de este árbol, es del todo distinta. Así dice, por ejem-
plo, el \-a citado cronista maya: «Esta es la serie de los Katunos desde
que sucedió la partida de la tierra, de la casa Nonoval, donde estaban
los cuatro Tutu! Xiuh, en Zuiva, en el Poniente. Vinieron de la tierra
Txdapan Chiconahthan.» Acjuí tenemos una explicación de este siml)o-
Coi TeU»riancjRem«nc.í Pag . 1 9.
Fio. 1. El .\rbol de Tamoancha.v.
1 Cl. HeriDan lieyer, tibr.T cit.. p. 871.
47
lisuio, como luí'is clara no la podemos desear, siendo el termino ((ue la
encierra el de Tutiil Xiiih, nombre de los cuatro individuos venidos de
'rula])an de los nueve ríos á las costas de América. Su etimolo,i;ía es la
si.siuiente: Tutul es reiterativo deTvd, maya, por estar lleno, rebosar, por
estar repleto, ehorreíir, tíotcar. Xiuh significa árbol, mata, \- porconsi-
.¡iuiente, Tutul Xiuh, árbol ([ue chorrea, (|ue .uotca. Lo que asociaban
con este cuadro extraño los mayas á primera vista no se comprende;
sin embarco, encontramos como variante cakchikel, j)or Tutul Xiuh
Tutul Cu, con la interpretación «échese derrame,» l expresión (jue Pío
Pérez, en su vocabulario maya, da
como equivalente de los términos
I)ertenecientes á este idioma «ixin-
té 3' molixinté.n Estas dos palabras
contienen la clave del problema,
]iorque ixinté, ó también iximché,
sifinifica «el árbol teta de mujer,»
«árbol chichihua,» y «mt)lixinté,»
«árbol nodrizot|ue alimenta.» A su
vez tiene paralelo este último tér-
mino entre los Nahoas encontrán-
dose con ellos el así llamado chi.
chihualquauitl,» «árbol nodrizo,»
pintura del folio tres del Códice
Ríos, el (|ue, como demuestra la
ilustración, evidentemente fué lla-
mado así porque de sus hojas, al-
jíunas de las cviales tienen forma
lie teta de mujer, estaba goteando leche, alimentando un número de
criaturas sentadas alrededor de su tronco. (Fig. 2.)
Siendo Tutul Xiuh sinónimo de Chichihual(|uauitl,yla función dees-
te último la cjue expone el Códice Ríos, indudíiljlcmente tuvo la misma,
entre los mayas, el Tutiil Xiuh, y efectivamente es otro nombre del ár-
l)ol referido en aijuel idioma yaxché, «el árl)ol ])or excelencia,» «el árbol
original, jirimero,» el mismo, en fin, que el autor del Isagoge Histórico
describe diciendo que «era un árbol que en mitad de la siesta, por más
que ardiese el sol, daba ima sombra muy fresca con im rocío delga-
dot|uc ídegraba el corazón.» - Por otra parte, la idea decste árljolyde
su función no era, según la tradición maya, de origen nctamenta ameri-
cano, sino (|ue como los cuíitro hombres fun(huU)res de la raza tolteca
llamados Tutul Xiuh vinieron del otro lado del mar, seguramente se
quería decir (|ue eran sacerdotes del culto relacionado con este árbol
y c|ue lo trajeron déla tierra, de la casa Nonoval «donde está Dios,))á es-
1 Vocalnil.-irio Cakchikel de Sta. Lucía Cot^'uinalhuapa, Guatemala. Lib. inédito
en posesión del rrof, I>r. Otto Sttoll, Zuricli; copia en la del autor.
2 Madrid, ItSUl.', pp. 402, 403.
FlG '2. líl. CniClllIUAl.nr.VlITL.
48
te continente para introducirlo en su nueva jjatria el Tulan «de la salida
del sol.» Pero si era éste el lugar donde tomaron su origen las tribus
americanas primitivas y ésta la religión á cuya sombra se desarrolla-
ron, entonces era perfectamente natural asociar su tierra natal Ta-
moanchan, como lo hacían con el árbol original ó de la vida; por con-
sigTiiente, este simbolismo es una ]3rueba más de C[ue efectivamente es-
te Tamoanchan \- el Tulan «de la salida del sol» son idénticos: tan his-
tórico el uno como el otro.
Hemos llamado natural que los americanos antiguos simbolizaran
el Tamoanchan, la tierra natal común, por medio del árbol primero
original Chichihualquauitl; entonces, para ser consecuentes, deben ha-
berse considerado ellos mismos tanto hijos del uno como del otro. Y
así sucede efectivamente. De los Tolteca nos dicen Sahagún é Ixtlilxo-
chitl, que su nombre verdadero había sidoChichimeca, yquedetal nom-
bre se preciaban; ^ querían con esto indudablemente indicar el verda-
dero significado de Toltecatl, (jue sin i)üsibilidad de equivocación es
mamón, criatura que se alimenta de leche, lo mismo que chichimeca, cu-
ya íntima relación con chicliihualc|uauitl s;dta á la vista. Siendo el
Chichihualquauitl, en maya, el Tutul Xiuh, claro está que entre Tolte-
catl y Tutul Xiuh originalmente había la misma relación que en ná-
huatl entre Chichimec y Chichihuakiuauitl; la idéntica interdependen-
cia se nota, además, entre el árbol de la vida, el árbol primero, original,
3^ los nombres de mtiehas otras de las naciones antiguas civilizadas.
Consideraremos, por ejemplo, el origen y nombre de los Za])otcca.
Respecto del primero, dice Burgoa - que algunos de ellos, para jactar-
se de su valor, se decían hijos de leones y de diversos animales feroces;
otros, señores de linaje antiguo, fueron producidos por los árboles de
más tamaño y sombra; mientras (|ue otros, de carácter duro y obsti-
nado, eran descendientes de las rocas, etc. Se ve qvie los señores de lina-
je antigtio descendían de aquellos árboles primitivos, indudablemente
los cuatro Tutul Xiuh de la tradición maya, 3- ese parentesco está ex-
presado también en el nombre de este pueblo. Se deriva Zapoteeatl evi-
dentemente del zapote, símbolo del árbol de la vida de esta tribu; aho-
ra bien, zapote es una palabra de filiación ma^-a, debiendo leerse real-
mente zaepohté, árbol que da una coagulación blanca, «el chicle.» Za-
poteco, pues, como non^bre de tribu, no es otra cosa que un sinónimo de
Tultecatl \' Chichimecatl.
Otra tribu, que sin duda alguna pertenecía á los adoradores del ár-
bol de la vida \- de él derivaba su origen, era la de los T'lmeca-Xicalan-
ca. Así desde luego lo declara el primero de estos nombres, pues que el
ulli no es otra cosa que leche de árbol coagulada. Pero también en
el nombre de Xicalanca tenemos una alusión al mismo árbol, siendo,
1 Sahagún, ed. Bustaniantc, tomo 3. pp. 113—147: Ixtlilxochitl, Relaciones, Méxi-
co, 1S91, p. 16.
2 Bancroft, Xatiac Races, tomo III, ]). 47.
49
según el Popol Vuh, el árbol de xíoara, el de «en medio del caminon (|ue
tan luego como se colocó en sus ramas la cabeza de Hunhun Ahpu
que había sido asesinado por los reyes de Xibalbay, Hun Carné y Yu-
cnb Carné, se cubre de frutos xícaras qtie hasta el día llevan el nombre
del dios asesinado, de la estirpe de los Ouetzalcoatl. l Es posible ver en
esta dualidad del apellido de los Ulraeca-Xicalanca una alusión al agua
y pan de la vida, y sacar de allí la consecuencia de que este pueblo ó
tribu representa una fase del culto del árbol de la vida más antigua.
Y efectivamente hace Ixtlilxochitl, respecto de ellos, la observación de
que no solamente había sido una sola tribu, aunque de nombre doble,
sino que los Tolteca habían sido los terceros pobladores de esta tie-
rra, si se colocaba en primer término á los Gigantes y en segundo á los
Ulmeca-Xicalanca.» -
Otro nombre de tribu que es prueba evidente de que los que lo lleva-
ban se consideraban hijos del árbol de la vida es el de los Itzaes. Pre-
cursores de los MaA^as, no parecen existir tradiciones respecto de su ori-
gen; pero es tan clara la relación de éste con el Itztahté, el árbol del
liquidámbar, Itzamat, la ceiba, el árbol sagrado, por una parte, é Itz-
tancil, trasudar de la goma de los árboles, Itz, la goma trasudada é
Itzamna el dios de los Itzaes, que no se necesitan tradiciones especiales
para aclarar el origen y filiación de esta tribu.
Lo mismo se puede decir de los Quichés, cvtj'a descendencia de los
cuatro Tutul Xiuh está, además, documentada. 3 Encontramos en el
idioma de ellos el tema Yi, Yit, Yitz, equivalente del Itz ó Ytz ma^-a,
significando 3'itz, en quiche, exprimir y también el jugo exprimido. Es,
además, Quiche, originalmente Quitzé ó Yitzé como lo prueba el nombre
que se da en el Popol Vuh al primero de los cuatro Tutul Xiuh y que es
Balam Quitzé. 3 Ig-ualmente los Cakchikeles, parientes cercanos de los
MaA'as, se dicen descendientes del árbol de la vida, jíor derivarse su
nombre, según sus Anales, del caca-ché, árbol colorado ó de la saneare
siendo ésta con todas las naciones civilizadasde la antigüedad america-
na, el símbolo de la energía vital. Encontramos, además, este pueblo tt)-
davía en posesión de la idea original del árbol de la vida, pues que se en-
cuentra consignado en sus Anales, en un pasaje relativo ala creación del
hombre, que cuando á éste se creó, «fué alimentado con madera, fué ali-
mentado con hojas.» 4 Vimos que en la pintura del Códice Ríos son pre-
cisamente las hojas del árbol de la vida las que destilan la leche con
que se alimentan los chichimecos. La capital de esta tribu, antes de la
1 Popol Vuh, p. 88.
2 Ixtlilxochitl, Relaciones. Méx. 1891, pág. 28.
.'! Estos son los nombres de los primeros hombres que fueron creados, que fueron he-
chos. El primero fué Balam Quitzé, el segundo Balam Ak'ab, el tercero después Mahucu-
tah, el cuarto Iqi Balam, y estos son los nombres de nuestras primeras madres (Tutul
Xiuh) y padres. — Popol Vuh, p. 198.
4 Cakchikel-Annals, Brinton, Phil. 1885, p. 78.
An.\les. T. IV.— 7.
50
conquista, llevaba el nombre de Iximché, sinónimo del ixinté, antes dis-
cutido, un nombre que después los tlaxcalteca que acompañaban á Al-
varado tradujeron del todo correcto con QuavihtemoUan, Guatemala.
También los Chiapanecos pertenecen á las tribus cu^-a tierra natal
debe de haber sido el Tamoanchan americano, porque, dice Núñez de la
Vega en sus Instituciones Diocesanas: ^ «y tienen por muy asertado
que en las raíces de aquella ceiba son por donde viene su linaje.» Cosa
parecida dice Burgoa de los Mixtéeos: 2 «La familia gobernante se decía
descendiente de dos jóvenes nacidos de dos árboles magestxiosos qvie
había en el barranco de Apoala.» Por lo general cuanto dato directo ó
indirecto existe acerca del origen y filiación de las naciones civilizadas
de América, compriieba que su tierra natal original fué aquel Tulan de
la salida del sol ó principio de la era tolteca.
Si la influencia de la antigua tierra natal y del culto que allí se prac-
ticaba, originalmente fué tan grande que los principales de las naciones
civilizadas de la antigüedad americana derivaron su nombre de él, ha}-
que suponer que su influencia en otros sentidos no era menos grande,
V que por ejemplo ha^-a dejado huellas bien proftmdas en su modo de
¡jensar. Y cjue este efectivamente fué el caso, lo comprueba plenamente
el sistema de escritura en boga entre los mayas.
Examinaremos, por ejemplo, el primero
de sus signos diurnos: Imix. (Fig. 3.) La
palabra es un compuesto que analizado
sigTiifica mujer (ix) de teta (im), es decir,
chichihua, un concepto relacionado con
tanta ma^-or probabilidad con el árbol
primitivo, cuanto que imix es el signo pri-
mero, el del origen, siendo aquel árbol
igualmente el ]irimero, el original. Como vimos, se consideraban las ho-
jas de este árbol, por ser los órganos ijue destilaban leche, las mamas
de una madre amorosa, y, efectivamente, dice Núñez de la Vega acer-
ca del primer signo diurno, imox, de los chiapanecos, que corresponde
con el maya, imix: 3 Imox y su veneración
se refieren á la ceiba, el árbol original de es-
ta tribu. De acuerdo con su nombre, encon-
tramos que la forma de este signo es la de un
pecho femenino, indicando los puntos de co-
pal alrededor del pezón y las rayas cib junto
á la base, que se trata de un pecho de mujer
en lactancia.
En conceptos parecidos descansa la explica-
ción del decimonono signo diurno de los ma-
FiG. 3. El gofo Imix.
a. Lauda, p. 242.
b.-e. Seler, 163, 164, 16.-), 160.
a. b.
Fig. 4. El glifo C.\r.\c.
a. Landa, p. 244.
b. Cod. Tro., 14 b.
1 Constituciones Diocesanas. Preámbulo, p. 9.
2 Bancroft, Natioe Races. Tomo III, p. 73.
3 Constituciones Diocesanas. Preámbulo, p. 9.
51
vas,cauac. (Fijí.4.) ElSr.Scler ojjina i que el significad o de esta palabra
es «chubasco, agaucero, acompañado de rayos y truenos;» y de acuerdo
con esto ve en el glifo de este signo, que se parece á una uva, un cvimidode
nubes. Sin embargo, no parece la explicación dada por él, estar de! todo
conforme con las ideas de los antiguos americanos, respecto de este
signo, cuando menos, si tomamos en
cuenta la figura N" 5, que es la repro-
ducción de un detalle existente en la
StelaJ de Copan. En el centro de él
vemos como símbolo del chichiliual-
cuauitl, el signo imix, por debajo
del cual brota la savia de éste en go-
tas hermosas 3' grandes, parecidas á
piedras preciosas, chalchihuitl, produ-
ciendo el signo cauac. Este proceso,
en ma3-a, se llamaba mol, acumula-
ción, y probablemente es esta la expli-
cación que debemos preferir, puesto
que generalizada no afecta en nada la
del Sr. Seler, por ser el dios del ár-
bol de la vida también el de los agua-
ceros fertilizantes. (Fig. 6.) Pregun-
tándosele á éste, Itzamna, cuál era el
significado de su nombre, contestó cjue
Itzen caan, itzen muj-al, id. est, «soy
el rocío del cielo, la humedad de las
nubes.» Si fué mu^- estimada la exu-
dación del árbol chichihualquauitl,
no lo era menos la humedad destila-
da ]3or las nubes
Fig. 5. De Maudslay, Biología Cen-
trali— Americana, Tomo I, pl. 68. Copan,
Stela J. West Face.
Esta parece que fué en
la mente indígena la interdependencia de
estos dos conceptos. Por lo demás, la
mayoría de los glifos cauac consi.ste en
ima pequeña cruz que significa árbol, ma-
dera, y, además, en indicaciones de un pe-
zón rodeado de puntos de copal y de ra-
jaos cib. Evidentemente por su carácter
este signo está íntimamente relacionado
con el árbol original.
No menos interesante en este sentido es el signo diurno segundo
de los maA-as, ik. (Figs. 7 y 8.) Significa la palabra «viento,» «exha-
lación,» «espíritu» y por eso mismo tiene cierta filiación con el árbol
aludido, pero más explícito aún es el glifo que consiste en su par-
Fio. 6.
Seler, 818.
Id. 820.
1 Seler, .\bhandlungen. Tomo I, p. 496.
52
w
te esencial, de una uva cauac más ó menos grande,
á veces reducida á una sola gota que pende de una
línea curva de carácter
FiG. 7. El glifo IK
Seler, 200.
©0
a.
FiG. S.
1).
El glifo IK.
Landa, p. 2-t2.
Cod. Dresd.. 2 b.
especial, como también
ocurre en el glifo kan.
Con los Xahoas encon-
tramos que el signo co-
rrespondiente al maya ik, que es ehecatl, en
los códices se interpreta por medio del
coatí, signo de la fuerza vital 3' de la gene-
ración, recordando á Quetzalcoatl, el dios
de la generación y de la fertilidad por exce-
lencia.
Perfectamente obvia también es la relación con el chichihualquauitl
del decimosexto signo diurno maya, cib. El significado de la palabra
es copal, cera, resina, 3- á eso también alude el glifo, que en la ma3'oría
de los casos es una gota de savia ó resina que por ser negra recuerda el
ulli. (Fig. 10.) De esta gota pende un hi-
lo recordando que es gota caída ó en el
acto de caer, de substancia resinosa.
Con frecuencia hay en el glifo cib una se-
gunda línea paralela al contomo supe-
rior de él, conectada con éste por medio
de ra\-os de trasudación, ó también estos
ra3'OS de trasudación conectan el signo
cib propiamente con la línea de contomo.
Una combinación de Cib y Cauac parece el decimoséptimo sig-
no diurno de los ma3-as, Caban, porque al lado de una gota cib se en-
cuentra otra parecida á la de cauac, como la lle-
gamos á conocer en el glifo ik. (Fig. 11.) Fácil-
mente este dualismo se refiere, por una parte, á la
humedad fertilizadora de las nubes; por otra, á
la capacidad de la tierra de producir, bajo la in-
fluencia de acjuélla, la vegetación exuberante, con- p,g
sid erándose esta última también bajo el simbolis-
mo de la leche goteada del árbol, ó alimento. 1
Alude á esto, indudablemente, el nombre de este
glifo, caban, porque cab significa el cúmulo ó lo acumulado, amonto-
nado; la cera, miel, etc. La relación que éste tenía con tierra por medio
de caban, resulta tal vez de la circunstancia particular á la agri-
cultura indígena, de circundar la planta alimenticia por excelen-
b. c.
FiG. 10. El glifo Cib.
a. Cod. Dresd., 6 b.
b. Id. 42 c.
c. Cod. Tro., 101 d.
.11. El glifo C.\ba.n.
Cod. Dresd.. 15 b.
Cod. Tro.. 71 a.
1 « solía (la tierra) como padre \- madre criarnos y darnos leche con los mante-
nimientos, j-erbas y frutos que en ella se criaban, y ahora todo esta perdido.» — Oración
á Tlaloc. Sahagún, ed. Bustamante. Libro 6, cap. 8, p. 66.
53
el
De la misma
signo diurno
b.
FiG. 13. El glifo Kan.
a. Cod. Dresd., 6 b.
b. Cod. Tro., 104 c.
c. Landa, p. 242.
cia, el maíz, en cierta época de su desarrollo, con un cúmulo de
tierra. Da esto por consecuencia la mejor con-
servación de la humedad, así como la extirpación
de 3'erbas nocivas, creciendo la mata así cuidada
mucho más vigorosa, rindiendo fruto más abun-
dante. Por consiguiente, cabe la suposición de
que caban, tierra ó cúmulo de tierra, se refie-
re más bien á la tierra productora de inilpas
3' frutos que á la tierra, en sentido general.
'(Fig. 12.)
, ,, ,. ., Fig. 12. Glifo Caban.
manera halla sti explicación
maya, correspondiente al nú- '-°^- ^''"■' !''■ ^^■
mero cuatro llamado Kan. (Fig. 13.)
Cabe la suposición de que su nom-
l)re no sea sino una variante de
caan, cielo: cuando menos parece
aceptable esta teoría tomando en
cuenta que en el glifo de Kan pa-
rece estar contenido el nombre del
dios Itzamna. El número cuatro,
así como los días de este número
entre los Nahoas, eran de Quetzal-
coatí, dios de la fertilidad por excelencia, de esta nación, cuyo árbol sa-
grado era el pochote. Ahora bien, es este dios idéntico al Itzamna
de los Maj'as, cuj-o árbol sagrado es la ceiba. Se dice tanto de Quetzal-
coatí como de Itzamna que, aunque dioses, habían andado en forma de
hombres en la tierra; al uno como al otro se le atribuían muchos mila-
gros, motivo por el cual recibieron los nombres idénticos de «huemac»
y «cab-ul.» Como vimos, Itzamna, preguntado por el significado de su
nombre, contestó: Itzen caan, itzen muyal, so}' el rocío del cielo, la hu-
medad de las nubes, y en esta interpretación parece que se funda la
conformación especial del glifo. Aunque existen de él toda una serie de
variantes, sólo en detalles pequeños se alejan de la norma comprendida
en las palabras citadas. Está este por regla general dividido en dos
partes, viéndose en la de arriba, las mas veces, ó un pezón, ó dos gotas
cauac, ó el glifo Muluc. Es probable que esta parte signifique el firma-
mento, el cielo, ó más bien, el rocío del cielo ó del firmamento. La lí-
nea divisoria referida tiene la particularidad de estardibujada con uníi
curva, hacia abajo de la cual varias líneas de trasudación, ya derechas,
ya inclinadas, pasan al contorno inferior del glifo. Con esta combina-
ción parece que se quería indicar la forma de una nube muy cargada y
muj' colgante, despidiendo lluvia, es decir, significaría esta partedel gli-
fo la humedad de las nubes. Además, era Kan el glifo de los años del
Oriente que eran consagrados al dios del maíz, representante de Itzam-
na ó del mismo Itzamna rejuvenecido; por eso también se les conside-
o
54
raba fértiles y felices. En efecto, había motivo sobrado para expresar
en el glifo la relación que tenía con el dios mencionado.
Ya que tuvimos ocasión de referirnos al glifo Muluc, discutiremos
en seguida á éste, que taml3Íén, como lo indica su noml)re derivado de
ol, ul, está relacionado con el árbol primitivo. No se sabe á punto fijo
el significado de la palabra muluc, pero por entrar en su composición
el tema mol, es seguro se trata de una varia-
ción del significado de éste. (Fig. 14-.) El glifo
nos ayuda para determinar en qué dirección se
ha de buscar ésta 3- está precisamente su uso en
^ conexión con Kan, el que resuelve la cuestión.
FlG. 14-. El GLIFO .Ml-LCC. „ , 1 TI • 1 ,1 1 , ,•,- 1
bstando dibujado Muluc en este gliio en la zo-
a. Seler, 496. j-j,^ reservada al firmamento ó cielo, siendo por
j ,' -' ■ otra parte, Muluc el glifo del Norte, es decir, de
la región de la obscuridad, indudablemente se
refiere en Kan, al cielo obscuro, nublado. Está la pala lira, además, indu-
dablemente en íntimo parentesco con el cakchikel mulumic, que signifi-
ca como nombre verbal, lomerío grande, colectividad de lomas, y como
adjetivo, borrascoso. Temas afiliados como muh en cakchikel y muk
significan la humedad obscura, tinta para teñir, los lugares húmedos y
obscuros y el sepelio, entierro, el ce-
menterio. Por otra parte, mulul sig- ájWffi
nifica jicara y por eso también en- ^^
contramos ciertas variantes de Mu- ^ y^ ^
luc dibujadas en forma de un reci- ' p,^ ^. ^^ ^^^^^ ^^^^^^
piente lleno de líquido. (Fig. 15.) De
1 , , '. , ^ ? . ' a-c. Seler, 507, 508, 509.
todos modos, la idea predominante
es la de la obscuridad, humedad, cielo borrascoso, característicos de la
región del Norte, casa de los muertos.
Otro signo diurno maya relacionado con el árbol de la vida, si bien
no tan directamente como los C|ue acabamos de discutir, es el décimo-
cuarto de la serie llamada hix, yiz, ó
ix, ó más bien, ah-ix, ah-iz. (Fig. 16.)
El Sr. Seler traduce este nombre co-
rrectamente con (dorujo;» l no obs-
tante, no da una explicación com-
pleta del glifo. Las dos variantes
principales de éste, ó representan un
tigre cuyo nombre, halam, también
servía para designar á los grandes
Ijrujos, ó la cara de un ahan, dibvija-
do de frente, viéndosele los ojos y la
boca y á veces también algunas de las arrugas de la fisonomía. Esta
1 Seler. .\bliandlunsíeii. Tomo I, p. 4-87.
m&(¿Bwm
b.
c.
d.
Fig. 1(3.
El glifo Ix
a.
Cod
. Dresd,
. 4 b.
b.
Id.
52 b.
c.
Id.
64 a.
d.
Id.
44 b.
e.
Cod
. Tro.,
82 a.
55
a.
b.
FlG.
17. El glifo Mex
a.
Cod.Dresd.,30b.
b.
Id. 10 b.
c.
Id. 36 c.
cara se halla, además, determinada por un si^no imix, el signo del co-
Ijal, ó una línea cib, ó también ])or combinaciones de unos con otros,
siendo indudablemente el objeto de estos infijos la alusión á itz, la savia
del árbol. Por consiguiente, el glifo hix, se compone de una cara de hom-
bre como indicación de tal é itz, el determinativo, resultando ah-itz.
Una explicación parecida se puede
aplicar al decimoquinto signo diurno
maya llamado (ah-)men. (Fig. 17.) Se-
gún explica el Sr. Seler, significa men,
en niava, «hacerse, trabajo, obra,» i
ah-nien, el que hace, el artesano, el pe-
rito, el sabio ó brujo. Naturalmente
que este nombre no se aplicaba á cual-
quiera, sino que se le daba preferente-
mente á personas de cierta madurez de intelecto, experiencia y talento.
De conformidad con ésto, hallamos dibujados en el glifo, como alusión á
la edad madura, la cara de un anciano. En cuanto al calificativo de sa-
bio, lui término en ma^-a para expresar sabiduría es itzat, derivado del
mismo itz, disentido antes. Para expresarlo en el glifo se inscribieron
en la cara del anciano líneas cib ó también una serie de gotas partien-
do del ojo hacia la derecha, serie cuyo primer miembro substituye á ve-
ces el mismo ojo de la cara, indicando tal vez la sabiduría que emana
de los intelectos de los ancianos sabios. Por consiguiente, el glifo men
realmente hace alusión á un ah-itz ó ah-men. Muy interesante tam-
bién en esta conexión es la manera como este mismo glifo en cakchikel
recibió el nombre de Tziquin. Quiere decir esta palabra, pájaro, y muy
propiamente el Sr. Seler llama la aten-
ción al hecho de que esto debía corres-
]jonder al mexicano cuauhtli, águila. Sin
embargo, no tiene relación ni con pájaro
ni con águila alguna el glifo referido, si-
no nos debemos fijar en el hecho de que
yuxtapuesta en algunas variantes del
men á los rayos cib y la serie de gotas hay
ima cara ahau. (Fig. 18.) Por supues-
to que también en esta forma el glifo
se puede leer ah-itz, ah-men; pero tam-
bién puede invertirse el orden de los di-
versos signos. Si para este caso subs-
tituimos además el término ahau por el
más completo de Kinich-Ahau, ó Kin,
sol, recibimos la versión Kin-Itz ó tam-
bién Itz-Kin, Tzi-Kin. También los va-
P"!^/
G&
FiGs. 18 V 19. El glifo Men.
b.
Seler, 694.
Id. 695.
Id. 698.
Id. 699.
Id. 700.
I En combitiación con
[ Ben y Laniat.
1 Seler, Abhandlungen. Tomo I, p. 489.
56
riantes, N.OS698, 699 y700 (Fig. 19) se pueden leer del mismo modo;has-
ta tenemos en ellos una plena confirmación de lo antes expuesto, por tener
en ellos en lugar de la cara del Ahau otras características del dios Sol,
como son el signo para lósanos del Oriente, Ben, que á él le pertenecían.
3' al lado de éste el glifo Lamat, representando este último uno de los días
de la serie de veinte en que caía el principio de un período de Venus. Por
cierto que aqiií otra vez, como con el glifo men, se trata del dios Sol,
Itzamna-Quetzalcoatl, dios del origen, de la fertilidad y de los buenos
años, protector de los sabios y patrono del árbol primero.
Estos son los más obvios de los casos en que se descubren relacio-
nes entre los signos diurnos de los maj-as 3- el árbol de la vida, el árbol
primitivo. Pero como estos signos no sólo se usaban para la designa-
ción de los días, sino que entraban también en otras combinaciones, re-
sultan relacionados con el árbol referido algunos glifos de las veinte-
nas, sobre todo, los de aquellas que como mol, chan, 3'ax, zac 3- ceh co-
rresponden á nuestros meses de Diciembre, Enero 3- Febrero, es decir, al
tiempo más agradable del año A'ucateco. Sin embargo, nos ocupare-
mos sólo del glifo de mol, por parecer el único que ofrece algo de nuevo.
Mol significa, como ya dijimos, la acumulación ó lo acumulado, el
montón, entendiéndose que como se refiere primordialmente al árbol
de la vida, se trata de productos alimenticios, etc. De allí evidentemen-
te el término de mole, nombre del famoso plato indígena, generalmente
apreciado. Representa esta misma idea
el .íílifo (Fig. 20), por estar el contomo
de él circundado de puntos de copal ó
por consistir de ellos en su totalidad.
Además, es fácil ver que la apertura en la
parte baja del glifo, circundada de un
círculo, representa una boca, en relación
con la cual están dos gotas cauac. Si
interpretamos éstas como expresión del
alimento, encontramos que por la rela-
ción existente entre la boca 3- ellos, se trata indudablemente de «el ali-
mento introducido por la boca,» siendo otra circunstancia que como
prueba lo correcto de esta explica-
ción el hecho de que esta boca deter-
minada así, ft-ecuentemente se ha-
lla combinada con el glifo Manik que
consiste en una mano en el acto
de cerrarse. (Fig. 21.) El Sr. Seler
ve en esta mano el gesto que hasta
el día acostumbran los indígenas de
la Nueva España para expresar la
idea de «comer.» Ahora bien, si es
esto lo que significa, no puede sor-
■SJ íS) 0
Fig.
b.
20.
El glifo Mol.
Landa, p. 306.
Cod.Dresd..49. 2. 14.
Id. 4-7. 2. 22.
Naranjo Stairnay 10, B. T.
b.
Fig. 21.
c.
El glifo M.\X!K.
1). Templo de Inscripciones, Palenque,
según Maudslay, pl. 62, H 1 3- G 11.
Landa. p. 242.
Cod. Dresd., 4 c.
;)/
a. b.
FiG. 22. GuFo DEL «Ciclo.»
])rfii(lcr (.•iK'ontrar cu C()inl)iníición con él un signo (¡iie expresa la idea
adicional (le hacer entrar comida jjor la boca. Por supuesto que ésta
no habrá sido la única aplicación del glifo mol, sino que cuando lo en-
contramos como glifo del mes del mismo nombre, se tratará de una va-
riante de esta idea. En el caso mencionado, como el glifo está eireun
dado de puntos de copal; como además, mol es el mes en que los agri-
cultores yucatecos celebraban la fiesta á la deidad, fácil es C|ue en este
glifo tengamos que ver un enjambre c[ue es, en efecto, nada más que una
acumulación de cera y miel, introducida por una abertura ó boca.
Por fin, otro glifo que nos merece al-
guna atención es el del ciclo (Fig. 22) que
está compuesto esencialmente de dos sig-
nos ehen. (Fig. 23.) Chen significa ma-
nantial, cisterna; su filiación con che, ár-
bol, es evidente. Originalmente hay que
ver tal vez en esta palabra una alusión á
la ftiente de la vida, cual lo era, por ejem-
plo, el árbol ixinchc. La duplicación de "• Templo de la Cruz, Palenque, B 3.
„„+„„■ , . , b. Yaxchilan, Dintel 21, B 1.
este signo en el caso presente es de supo-
nerse que tiene por motivo una alusión á la dualidad de los dioses de
la generación, qvie son precisamente los
dispensadores de las fuentes de la vida.
Así, por ejemplo, la Oniecihuatl de losNa-
hoas no sólo la tiene expresada en su
nombre, sino que en muchos casos lleva
en las manos un par de mazorcas. (Fig.
24.) Considerando la estrecha relación
C|ue existía con los mayas entre el árbol
de la vida y el maíz, iximehé 3^ ixim, v
que aquel árlDol era el símbolo de la tie-
rra natal original en este continente, se
podía ver en esos dos signos chen, un paralelismo con las mazorcas de
la Oniecihuatl, madre de los homl)res y de los dioses, cuyo papel en la
mitología indígena, como tal, necesariamente la coloca al principio de
toda historia, y por otra parte, al principio de cada ciclo ó era mayor,
puesto que, según la creencia de los pueblos ma3'a-c|uichés, cada uno de
éstos es caracterizado precisamente por el nacimiento de una raza nue-
va, así como cada fin de era lo fué por la destrucción de una raza vieja, l
Por supuesto que estas no serán las únicas huellas que haya dejado
el árbol jjrimitivo en el sistema gráfico de los mayas; no obstante, se-
rán suficientes los casos citados para hablar muy alto en favor de la
influencia de aquel Tamoanchan cuyo símbolo es. Sol)re todo, si ésta
tanto se nota en la glífiea ma\'a, no menos la habrá en el mismo idio-
1 Para la litstoria de las creaciones ó eras mayores el". Popol Vuli, primera parte,
e;ips. 1. 2, 3; tercera ijarle, caps. 1, 2.
An.u.iís. T. IV.— s.
a. b.
Fig. 23. El glifo Chen.
Templo de la Cruz, Paleni|ue,
V 14-.
Tem])lo de Inscripciones, id.,
Maudslav, pl.62, L 11.
Ccipan, Stela N, B 17.
58
nía, una teoría tanto más justificable, cnanto (jne es fácil confirmarla.
Por cierto que las derivaciones á (jue se presta la raíz vi, yitz, itz, no
son tan numerosas ])or no jiermitirlo sn forma; ])ero no estaba en este
caso la equivalente ol.ul, cjue ])or principiar por vocal invita ala varia-
ción ad infinjíi/;;; por medio de ¡prefijos, circunstancia favorable que
aprovecharon los antiguos mayas, hasta el «irado de ])oderse aseverar
que no existe otra raíz, en su idioma, que presente un desarrollo más
grande que ésta.
En conclusión, será propio dar cíibida á algunas consideraciones
acerca de la ubicación geográfica de aquella famosa tierra natal origi-
nal. Ya dijimos que, según las indicaciones de los historiadores, debe de
haber estado en la región Sur del Continente. En efecto, Sahagún, el
que más precisa el rumbo que se seguía para llegar á ella, la coloca en
tina parte al Sur de la hoy República de Guatemala. En el décimo libro
de su obra, dice:
«(Las tribus que habian abordado en Panuco) seguian la costa,
miran las montañas, especialmente la Sierra Nevada y el Volcán,
y siempre siguiendo la costa llegaron a Guatemala.
«Desjíues vinieron 3- llegaron al lugar cjue se llama Tamoanchan
y alli permanecieron mucho tiempo.» 1
Con este dato está de acuerdo el hecho de que el árb(jl de la vida era
una lactífera, especie de árboles <|ue sólo se dan en las regiones tro])i-
cales. Por otra parte, la mayoría de las naciones civilizadas de la an-
tigua América nunca han mostrado disposición alguna de alejarse mu-
cho de las zonas asíacondicionadas, pues Chiapanecos, Zapotecos, -Mix-
téeos, Ma^'as de Yucatán y Guatemala, en gran parte ocupan, aun
hoy, regiones que representan la orilla Norte de aquel antiguo Ta-
moanchan. Hasta el día, en la parte septentrional del Continente sud-
americano abundan los nombres geográficos derivados de ol,ul, de mo-
do que efectivamente todos los indicios concurren á darle la razón á
Sahagtm cuando coloca el Tamoanchan primitivo americano, como lo
hace en el ])asaje citado.
Simultáneamente han visto la luz ])ública, ])ara bien de la Arqueo-
logía Nacional, el opúsculo del Sr. Pablo Henning, que arriba inserta-
mos y un libro del Sr. Obispo de Cuernavaca, D. Francisco Planearte y
Navarrete, ambos con igual título: Tamoanchan.
Los dos autores, persiguiendo idénticos fines, quieren dilucidar la
cuestión histórica referente á cjue si existió Tamoanchan, dónde estuvo
ubicada, por qué se le llamó así, quiénes la fundaron 3- si I103' día se
1 Cr Sck'i', CuuiciUarid del Cod. I!()ru;ia. Toiiiu I. p. !>',).
puede reconocer como patria riv ¡os dioses y cl paraíso terrenal en don-
de fueron formados los primeros hombres de México y de la América
Central.
A fuer de bibliófilos, nunca jamás como críticos, ciucrcmos terciar
en el asimt<j sólo i)ara ilustrar hmnildemcntc á los lectores délos «Ana-
les,» porque como no han leído el li1)ro último del Sr. Planearte, de-
seamos prepararlos con las sitíuientes ])romesas hechas ])or el mismo
ex])resado Señor.
Tratando con un «rrupo de sus amigos sobre el pro^'ccto de escribir
acerca de Tamoanchan, y contestando á quien en nombre de losdemás
hal)lal)a, el Sr. I'lancarte inserta en la Introducción de su novísimo
libro, lo que sigue:
— «Tendría curiosidad de saber, dijo cl amigo, cómo pruebas la tesis
(jue acabas de enunciar.
— «Tengo buenos argumentos i)ara hacerlo, i-ei)licó el interpelado, y
])oderosas pruebas.
«Todos tomaron parte en la discusión, ipie surgió viva y animada,
]3ero amigable y cariñosa, en c|ue la crítica más fina iba del brazo con
las expresiones más comedidas y amistosas. El fin de la disputa fué,
que vo formalmente me comprometiera á probar lo dicho la ma-
teria era fecunda \- no me salió un artículo sino un libro.
«En la discusión se ]3ropusicron algunas bases que deberían servir
de norma í'i mi trabajo. Ante todo, se debía prohibir en él la entrada
á la fantasía. Lo C|ue dijera lo deliía probar científicamente y las de-
ducciones C|ue sacara habían de tener por fundamento la tradición es-
crita, la observación ajena ó jjropia y la autoridad de respetables escri-
tores. No había de hacer ninguna suposición gratuita y arbitraria.
Podía fundar alguna en ligeros motivos de credibilidad, siempre que de
esa suposición no se dedujeran conclusiones importantes qi;e tuvieran
])or único fundamento. La sustancia no había de sacrificarse á la for-
ma, de manera que el artículo no había de tener las pretensiones de una
obra literaria de puro entretenimiento: sería la fonna una cosa entera-
mente secundaria para presentar la materia correcta y lo menos des-
agradable posible. Estas bases estaban conformes con mi modo de
pensar v fueron desde luego aceptadas de buena gana.
« El trabajo está terminado, la promesa cumplida: ojalá y que
haya logrado probar lo qne prometí y persuadir no sólo á mis amigos,
sino á cuantos leyeren estas páginas, de que el E.stado de AI órelos fué
en tiempos remotísimos un centro donde la civilización se diHindió
por todo México y la América Central.»
El Sr. Henning aduce por su parte como opiniones propias, los co-
mentarios de Be^-er, quien dijo ciue Tamoanchan es una región de la vía
láctea, la cual opinión pertenece al Sr. Chavero; de Preuss, que lo con-
sidera un antro en el interior de la tierra; de Lehmann,que dice que Ta-
moanchan es la totalidad de todo el globo terráíjueo, y de Seler, (juien
60
opina que es una palabra aplicada á varias localidades; es decir, los
autores antedichos se han lanzado jjor las rcüiones etéreas, porque el
Sr. Henning manifiesta que Tamoanchan se aplica á localidades distin-
tas, llamadas: casa de descanso (el cielo); nacimiento espiritual ó Ta-
moanchan teológico; Tulapan Chiconautlan, tierra de los nueve ríos, y
Tidan, del otro lado del mar. Por fin, el mismo Sr. Henning', entrando
en disquisiciones lingüísticas, concluye con Sahagún, nuestro positivo
árbol de la vida etnográfica nacional, con lo que sigue:
«(Las tribus que habían abordado en Panuco) seguían la costa, mi-
ran las montañas, especialmente la Sierra Nevada y el Volcán, y siem-
pre siguiendo la costa llegaron á Guatemala. — Después vinieron y lle-
garon al lugar que se llama Tamoanchan y allí permanecieron mucho
tiempo.»
La palabra Tamoanchan no tiene todavía interjDretación efectiva
por ser el producto de hibridismos cuyas radicales, sin emloargo, dicen
lo suficiente para considerarla ya como la significación de un mito, ya
como una región geográfica, ó ya como un suceso histórico averigua-
do. Es interesante leer la opinión del Sr. Róbelo, jjeritísimo autor del
«Diccionario de Mitología Xahoa.u i
Por lo que hace á la ubicación real de Tann)anchan, el Sr. Orozco y
Berra hace observar que los «términos de relación que preceden, condu-
1 T.\MO.\.NCH.\.N. Xada ó muy poco se sabe de la significación de esta ¡lalalira, ])ues
los cronistas é historiadores no están de acuerdo en lo que lian expuesto sobre ella; y
ponjue uno de éstos dice t|ue es el Paraíso y que vinieron en Imsca de él al .\naluiac los
primeros pobladores; nos ocupamos del Tamo.\.nch.\n en este diccionario, pues más bien
parece un mito que un hecho ó lugar históricos.
El P. Sahagún dice: «Según que afirman los viejos en cuyo poder estaban las pintu-
ras y memorias de las cosas antiguas, las que primeramente vinieron á poblar á esta
tierra de Nueva España, vinieron de acia el norte en demanda del paraíso terrenal: traian
por apellido T.\mo.\nch.\, y es lo que ahora dicen Ticte.mo.\ch.\n, que (|uiere decir
buscamos nuestra casa natural: por ventura inducidos de algún oráculo, que alguno de
los muy estimados entre ellos habia recibido y divulgado, que el paraiso terrenal está
acia el medio día, como es verdad según casi todos lo escriben, (|ue está debajo de la
linea equinoccial, y poblaban cerca de los mas altos nnintes que hallaban por tener re-
lación que es un monte altísimo, y es asi verdad.» Según Sahagún. estos primeros po-
bladores fundaron á Ti'L.\ y á Ciiolvla y entre ellos vino QrKTZALCo.\Ti., las cuales
aseveraciones son falsas, como lo han demostrado escritores posteriores. (Véase Qi'E-
TZALCOATL.)
Por la interpretación de la lámina XXlll del Códice Telleriíuio, se viene en conoci-
miento de que Tamo.\.\ch.\.\, el paraíso, era el lugar de la residencia de la diosa de los
amores, XocHioiETZALLi. y de que allí estalla el árbol Xochitlicac.\.\ (V.) cuyas flo-
res cogidas ó sólo tocadas hacían fieles y dichosos enamorados. Tan guardada estaba
por su corte, compuesta de genios femeninos y de enanos, que hombre alguno podía ver-
la, lo cual no evitaba que valiéndose de sus servidores, mandara embajada á los dioses
que codiciaba. En esta interpretación, T.\.mü.\.nch.\.n es un puro mito, como del paraíso
bílilico.
Según una de las mejores tradiciones, ha años sin cuenta, que los primeros poblado-
res vinieron en na\-íos, por la mar, y desembarc.nron en la costa que se llamó Panutla ó
Panoavan, conocida hoy por Panuco (del Estado de Tanmulii)as). caniin.-iron por la ri-
c't'ii fácilmente á un error, ])ues ])uc(le creerse, y íilyunos lo han creído,
(|ue Tanioanchan estal)a situado al Sur, más adelante de la Provincia
de Guatemala, siendo así C(ue después se dice (|ue Taiuoanclian i'ué edi-
ñcado á jjocíi distancia de Tcotihuacán, es decir, dentro ó no muy lejos
del \'allc de México. Para no incurrir en im tal error, dice (|ue la ma-
nera de entender el relato es: c[ue fundado Tamoanchan,deallí salieron
los emisarios, por líis costas, hacia Guatemala.»
¿Para qué seguir en sus jjruebas al muy intelitientc Sr. Planearte, si
su libro es un haz de luz t|ue no consiente opacidades? Nos bastará, pa-
ra cerrar este estudio, insertar á la letra los dos siyuientes párrafos, y
declarar que se ha dilucidado ]3or fin, con acopio de razones, que Ta-
nioanchan fué y es una región bien determinada. He aquí lo probado:
«Ha sido muy discutida entre los escritores cpie tratan de a.suntos
históricos ó arqueológicos de México, no sólo la ubicación, sino aun la
existencia real de la Ciudad, ó más bien región, determinada con el
nombre deTamoanchan, C|ue según la tradición indiana, coinunicada al
cronista franciscano Saluigún, fué lugar donde primeramente tuvieron
asiento fijo los ulmecas.
«Si leemos con atención el párrafo de este insigne 3- diligente escritor
(Sahagún), de él podemos deducir: 1" — Une estando en la región de Ta-
nioanchan, Oxomoco, Cipactonal y sus otros dos compañeros, arre-
l)era de la mar, guiados por un sacerdote que traía al dios, hasta la provincia de Guate-
mala, y fueron á poblar en Tamoanchan. Vivieron a(|uí mucho tiempo con sus sabios ó
adivinos awoxoaque. (V.) Estos sabios no permanecieron en Tamoanchan, |ities torna-
ron á embarcarse llevándose al dios y las ])intiiras, haciendo promesa de volver cuando
el mundo se acabase.
En la colonia quedaron sólo cuatro de los .^..moxoaqce: Oxomoco, Cipactoxai,,
Tl.ALTETlíCUI y XOCHICAHIA. (V.)
T.^MO.wcHA.x estaba, sejjún esta tradición, cerca de Teotihitacán, pues los morado-
res de aquél venían á hacer sacrificios á este segundo lugar, en dimde construyeron las
dos grandes pirámides dedicadas después al sol y á la luna. Estos colonos de Ta.moax-
chan inventaron hacer el pulque. (V. Mayahuel.)
ürozco y Berra, refiriéndose á esta tradición, dice que esos primeros pobladores que
desembarcaron en Panuco, fiíeron irlandeses de los que descubrieron la América en el si-
glo X, (|ue traían por caudillo á un oliispo católico irlandés, (|uien figuró después en
.\nahuac con el nombre de Qcktzalcoati,. Pero Chavero combatió esta opinión victo-
riosamente, (V. QuETZAI-COATI,,)
Orozco y Berra hace observar que los términos de la relación ((ue precede conducen
fácilmente á un error, pues puede creerse, y algunos lo han creído, que Ta.moa.nchax es-
taba situado al Sur, más adelante de la provincia de Guatemala, siendo así que después
se dice que Tamoanchan fué edificado á poca distancia de Teotihuacán, es decir, dentro
ó no mu_v lejos del Valle de México. Para no incurrir en tal error, dice que la verdadera
manera de entender el relato es; que fundado Tamoa.nchax, de allí salieron los emigran-
tes, por las costas, hacia Guatemala.
Chavero, después de decir cómo se estalilecieron las civilizaciones en la región <|uiché
y en la península maya, por las teocracias de Votan y de Zamna, agrega: La faja de tie-
rra entre la mesa central y el Golfo llamábase primitivamente Tamo.\nch.\x. Conserva-
han la tradición de la raza los habitantes de esa región, de haber venido en barcas, por
elOrientc, v como esa tierra sirviese de paso al interii>r, llamáronla los mexicanos, P.'ino-
62
glaron el calendario ritual y los demás recuerdos de la tribu, con cu3'os
libros é ídolo principal habían carsrado los otros jefes al separarse pa-
ra seguir su viaje hasta Guatemala; 2" — Que Tamoachan no estaba
muy lejos de Teotihuacán; 3" — Que para ir deTamoanchanáTeotihua-
cán, pasaron por Xumiltepec; 4° — Que Tepuztecatl y sus compañeros
descubrieron el jjulcjue en la región de Tamoanchan. Pero como to-
dos estos hechos pasaron en Territorio que hoy comprende el Estado de
Morelos, se sigue que Tamoanchan no es un país mitológico y fantás-
tico, como pretenden algunos, sino real y verdadero, ríe! ciinl empero se
apoderó más tarde la mitología.))
P. González.
iaya, Paatlan ó Panuco; de Pantli, puente. (Esta etimología no es exacta. No llamaron
á la tierra, Panuco, sino al río que conserva todavía el nonilire y está situado en Tamíli-
co. V. PANUCO.) Da en sefjuida el mismo autor, en su concepto, que la probable
etimoloofía de Ta.vio.\nchax estaba á lo largo de la costa del (íolfo, si bien la raza se ha-
bía extendido á la rejíión quiche y á la península maya.
El P. Ríos, interpretando la lámina XXIIl del Códice Tclleriano Kemen.se, de (|ue
hemos hablado arriba, dice: «tamoancha oxuchitlicacan, quiere dezir en romance allí es
su casa donde avaxaron y donde están sus rrosas levantadas.
«Este lugar que se dice tamoancha y xuchitlicacan, es el lugar donde fueron criados
estos dioses quellos tenian q. casi es tanto como dezir El paraíso terrenal y asy dizen (|
estando estos dioses en aquel lugar se desmandavan en cortar rosas y ramas de los ;ir-
voles, y (|ue por esto se enojo mucho el tonaceteuctli y la muger tonacaciuatl y (|. los
echo de aipiel lugar y azi vinieron unos á la tierra y otros al infierno y estos son los (|ue
á ellos ponen los temores.» En esta interpretación del fraile dominico se trasluce desde
luego la tendencia de la época, de encontrar en las pinturas de los indios pasajes bíblicos.
El P. Ríos, en la lámina que interpreta, nos da, aunque mu)- desfigurada, intencional-
mente, la leyenda de .\dán y Eva en el Paraíso terrenal. Los dioses de los indios mere-
cieron más la expulsión porque cortaban muchas flores y ramas, estropeaban el j.'irdín,
mientras que nuestros primeros pretendidos padres sólo se comieron una manzana.
Resulta de todo lo expuesto que el Tamoanchan más bien aparece como un mito
ininteligible, que como un lugar geográfico fijo ó un suceso histórico averiguado; y nos
confirma en esta opinión la divergencia de ellas en Chavero después de decir en «México
á Través de los Siglos» que el Tamoanchan era la costa del Golfo, diez y seis años des-
pués en su obra «Los Dioses -astronómicos de los Antiguos Mexicanos,» dice (|ue el Ta-
moanchan estaba en la Vía Láctea y que era el Tlaloccan ó sea la morada de! dios
Tlaloc; V se funda, para hacer esta aseveración, en que los dioses, según las teogonias,
habían sido creados en la Vía Láctea, y diciendo el P. Ríos, .según hemos visto, tjue los
dioses fueron creados en Tamoanchan, luego este lugar estaba en la Vía Láctea.
LOS CUATRO SOLES.
l'||^:\IA siiüiii; fiisMiiGONÍA ^aiiha
POR
EL Lie. CECILIO A. RÓBELO,
Miembro honorario
de la Sociedad de Geografía y Estadística y de número de la Academia
Mexicana.
de la Sociedad Científica -Antonio Álzate- y actual Director
del Museo Nacional
de Arqueología, Historia y Etnología.
I.
El Gran Ometecutli, en Omeyocan,
Morada de placer y de riquezas,
Con Otnecíhiiatl, su inmortal consorte, (1)
Formó los cielos de la obscura nada,
Para que moren los finitos Seres
Que al mundo habrán de dar luz y la vida.
Teotlatláubco, mansión del dios del fuego,
Cielo esplendente de rojiza lumbre,
Salió el primero de la mente increada
Para alumbrar el anchuroso espacio; (2)
El Teocozáuhco, el amarillo fuego.
El cielo donde el sol su luz difunde
Con que ilumina espléndida la esfera.
Ardoroso surgió del alto empíreo: (3)
\'éspero su mansión tiene en Teoíztac
Do blanca luz difunde rutilante: (4)
Estos tres cielos forman el Teteocan. (5)
Anales. T. IV.
66
II.
Regiones inferiores cjue se llaman
Cielos también, salieron de su seno
Cuando el Teteocan hubo terminado.
Itzapan Nanazcayan, la terrible (6)
Morada de los muertos, donde el cetro
Mictlantecútli empuña majestuoso (7)
Es la postrer mansión de los humanos;
Allí mora la Luna, y á los muertos
Melancólica fase los alumbra;
Es la región do piedras de obsidiana
Con gran rumor sobre las aguas crujen
Y rechinan y truenan y se empujan
Y forman tempestades pavorosas: (8)
Y sigue otra región, Xoxóubco claro, (9)
Ese es el cielo azul que todos vemos
Mientras el sol alumbra esplendoroso:
Viene después el cielo de la noche,
Yaráubco triste de tiniebla densa: (10)
El cielo que «se hiende ó se taladra,»
Mamaloáco sin fin, del firmamento
Ocupa alta región; y las estrellas
Errantes, vagarosas ó veloces
Lo cruzan por doquier, siempre brillando;
Los ftinestos cometas se divisan
En ese espacio de terrores lleno,
Taladrando con cauda refulgente
O crínitos, abismos insondables; (11)
La «estrella tira saeta;» Citlahnína, (12)
A menudo el pavor más grande infunde:
El ardiente Huiztlán, el Mediodía, (13)
Entre celajes de esmeralda 3- oro,
A Ouetzalcoátl, el de plumero verde.
Trasparente mansión siempre prepara: (14)
Cabe la estrella vespertina alumbra
Hermoso Tonatiúb, con ra^-os de oro.
Claridad y calor siempre vertiendo: (15)
Y abajo el Tetlalíloc, el «espacio,» (16)
Do las estrellas sin cesar fulgTiran,
Citlalco luminoso y coruscante; (17)
De allí las aguas en menuda lluvia
Se precipitan al Tlalocan Meztli, (18)
67
Donde se cuajan en espesas nubes
Que bajan á refjar la tierra ardiente;
Desde aquella región los vientos soplan,
Y ó bien desciende cefirillo suave,
O el violento huracán que todo arranca; (19)
Y en medio de los vientos 3- las nubes
Plácida Luna los espacios hiende. (2ü)
III.
Y luego que el Creador formó los cielos
Y los astros que en ellos reverberan.
Hizo la Tierra, 3^ sustentóla en hombros
De ciertos dioses, que reposo buscan
Cuando el vigor por el cansancio pierden,
Y otros dioses soportan la fatiga; (21)
Mas si vacilan en su dura faena.
La tierra se estremece, 3' sobrevienen
Los terremotos que el espanto causan;
Las aguas que circundan á la tierra
(El anchuroso mar), al cielo se inien,
Formando casi idéntica substancia. (22)
IV.
Circundada la tierra por los mares
Y sumergida en ellos mucho tiempo.
Convirtióla Natura en «Vieja Rana»
De fauces mil 3' ensangrentadas lenguas;
Metamorfosis tal la diviniza,
Y el raro nombre de Ilancueye toma: (23)
Iztamixcóbuatl, la feroz «serpiente
De ntibe blanca,» que en Citlálco vive, (24-)
Con ella se une en contubernio dulce,
Y seis tlacame con amor engendran; (25)
Los seis hermanos en la tierra moran
Y son el tronco de diversas razas:
El primogénito, el gigante Xélbua, (26)
De Itzocan y Epatlán y CuauhqiiechoUan (27)
Las ciudades fundó; Tenoch, el grande (28)
Caudillo azteca, en México detiene
La marcha de su pueblo, 3' edifica
La gran Tenochtitlán, ciudad lacustre; (29)
68
La fuerte Cuetlaxcoapan funda Ulmecatl; (30)
A su indolente pueblo le da asiento
En las costas del Golfo, Xicaláncatl; (31)
El valiente Mixtécatl se guarece
De Mixtecapan en las agrias sierras; (32)
Otómitl, el xocóyotl, siempre vive (33)
En montañas á México cercanas
Y allí prospera en ricas poblaciones,
Como eran ToUan, del saber emporio,
Xilotepéc y Otompan, del trabajo. (34)
Ha3' otro mito de belleza Heno,
Sobre el origen de la raza humana:
Del dios Cjue da el calor, del esplendente
Tonacatéuctli de cabellos de oro,
Bebe el amor Tonacacíbuatl bella (35)
(La misma tierra cuando se halla enjuta),
Y Oxomoco y Cipactli áe ellos nacen: (36)
Aquélla la Noche es, 3- éste es el Día.
Después de dar la vida á estos gemelos
Transfórmase en mujer la diosa bella,
La estrecha una serpiente en sus anillos,
Y' 3-érg'uese terrible Cihuacóhuatl; (37)
Del híbrido consorcio nacen fuertes
El hombre y la mujer, primer pareja.
De la especie, feliz progenitura.
VI.
Creció la humanidad, pobló la tierra;
Las artes \' las ciencias florecieron;
Ubérrima la tierra, con svis frutos
La vida derramó; los animales
En los espesos bosques discurrían;
Y el hombre por doquier el gozo abarca.
Muchos siglos felices transcurrieron; (38)
Empero al fenecer un año infausto (39)
Una deidad desciende del Empíreo,
A.NALES. — Tcl.MO IV.
LÁM. 4.
Codex Ríos Pao. I/vuelta
CHALCHIUTLICUEYE.
Cod Rírf; pa^4 wpíta
ATONATIUH.
69
Ln de «su falda azul,» Cbalcbiucueye ; (40)
Y abrió los cielos; 3- torrentes de agua
Anegaron la tierra; y sumergidos
Fueron gigantes, hombres y animales.
Una mujer y un hombre se salvaron
En hueco tronco de ramoso abuéhuetl, (41)
Sobrenadando en caudalosas aguas
Que en proceloso mar cambian la tierra.
Atonatiúh llamaron los nahoas (42)
Al cataclismo ó destructor dikxvio
Que en tlacamicbin convirtió á los hombres
Y en moradores de la mar y lagos. (43)
YII.
Muchos siglos de nuevo transcurrieron, (44)
De nuevo se pobló la tierra enjuta;
A florecer las artes y las ciencias
\'olvieron otra vez; tranquilo el hombre
Gozaba de ventura, 3' no temía
Que Tonatiúb airado se tomara.
Llegó una primavera; mas los campos
Con su verde esmeralda no se visten.
Los árboles sus hojas no renuevan.
La cu/fu/ízcaí/ alegre sus gorjeos (45)
No viene á hacer oír, ni la builota (46)
Gime en ácaí/ cimbrada por el viento, (47)
Sino que aciago y triste llega un día; (48)
Del frígido Mictlampa se alzan nubes (49)
Precursoras de recias tempestades;
Los vientos con furor soplan y zumban;
El Tlalocan se cubre de tiniebla;
Los aricóles doblegan su alta copa;
Las aves hu^-en del espeso bosque
En alas del terror más que en las su3'as:
Desde lo alto del cielo pavoroso,
Desciende un dios con cauda de culebra,
De plumas mil vistosas adornada;
Su diestra mano un báculo sostiene,
Y la siniestra empuña de quetzalli
Plumero verde, olímpica divisa;
Es Quetzalcóatl, el numen de los vientos: (50)
Con voz de trueno que el espacio llena,
Implacable maldice á los humanos
70
Y á perecer condénalos terrible:
Ebécatl. su ministro, presuroso (51 )
El mandato fatal luego obedece,
Y al violento Huracán y al Cierzo helado
Sobre la tierra con furor empuja:
Destituidas las ciudades y los pueblos.
En las cavernas se guarece el hombre,
Pero se encuentra con hambrientas fieras,
Y entre sus garras con terror perece:
El océlotl feroz, innumerables (52)
Víctimas hace de la especie humana.
Los raros hombres que salvarse logran
Vagando por los campos y los montes,
En ozomatli (monas) se convierten. (53)
Feliz una pareja en su caverna
Salvarse pudo, y fiíé la destinada
Por el Creador para poblar el mundo.
Ehecatonatiúh, tal es el nombre (54-)
Que azorados le dieron los nahoas
Al cataclismo con que plugo al Cielo
Del hombre castigar la vida insana.
VIII.
Vuelven los hombres á poblar la tierra
Y ésta á brindar sus flores y sus frutos;
La nueva humanidad goza de lleno
De los placeres que la vida ofrece;
Y pasa el tiempo, y se amontonan siglos,
Y no haj' memoria del dolor pasado. (55)
Empero el dios cjue rige á los mortales.
Desde el Teteocan su mirada fija
Sobre la tierra, v otra vez resuelve
71
Que el hombre muera y ajjurar el mundo,
Xiubtecútletl, el dios de los volcanes, (55')
Es el enviado del celeste empíreo
Para cumplir la voluntad suprema:
Amarillo se toma el claro cielo
Por los vapores que el azufre exhala
De los volcanes en el hondo abismo:
Cuando el calor ya ahogaba á los mortales,
Aparece en el cielo el dios terrible,
\'istiendo cauda de amarilla lumbre
Formada por relámpago perenne,
Sañudo el rostro, con las manos llenas
De íécpaí/ destructor que al viento arroja; (56)
Y entre fragor de truenos y de rayos
Se aleja de la tierra 3- vuelve al cielo.
Apenas hubo el numen ascendido
A su feliz mansión, ígneos torrentes
De los volcanes por el cráter surgen
Y ardiente lava por la falda corre;
Del cielo caen raudales de ceniza,
Lluvias de fuego y de caliente arena,
Y en la tierra la dura roca hierve:
Urgidos de terror huj-en los hombres
Y con ellos también los animales;
Mas la pálida muerte se apodera
De todo el que respira aquel ambiente.
Apiadados los dioses de infelices
Que acaso, como Lot, fueron virtuosos,
En aves voladoras los cambiaron, (57)
Y huyeron de la muerte en raudo vuelo.
La frígida intemperie de los siglos
.\1 fin endureció la ardiente lava,
Y quedaron tendidas las corrientes
Desde los picos que rodean el Valle
Hasta las hondas grietas de Atenquique,
Y' desde allí, veloces serpenteando,
Hasta la sierrfi hirviente en Guatemala:
Entonces se formaron en el Valle
Los negros pedregales que circundan
A Tlalpan y Mixcoac, 3- por A\-otla
Líis grandes masas de tezontli rojo: (58)
El Popocatepétl, el Xinantécatl,
El pedregoso Axochco, el Citlalté]3etl, (59)
En los extensos valles que dominan
Quedaron desde entonces de aXalaxa..
72
También en esta vez una pareja,
En subterránea cueva guarecida,
Por milagro salvóse de la muerte.
Y el Anáhuac pobló: la vida toma,
Y brotan frutos de la fértil tierra.
Tletonatiúb, ardiente «sol de fuego,» (60)
Llamóse al espantoso cataclismo.
IX.
Citlaltónac, «lucero refulgente,» (61)
Hermoso dios que mora en Omevócan,
Con Citlalcuéitl. el «faldellín de estrellas,» (62)
Se une en consorcio con amor fogoso,
Y crea los dioses que en el cielo viven;
Alas una vez al alumbrar la diosa
Nació un tajante y relumbroso técpatl;
Y al ver los dioses á tan raro hermano,
Arrójanlo indignados de la altvira;
Cuando á caer sobre la tierra llega
El duro pedernal, mil y seiscientos
Héroes ó dioses del lugar brotaron,
Y el gran Cbicomoztóc, ó «siete cuevas,» (63)
Albergue fué de aquellos celestiales.
Viéndose solos en su nuevo mundo,
Pues ya los hombres perecido habían
Por el Tletonatiúb, y aun infecunda (64)
Y desierta se hallaba el ancha tierra.
Acordaron mandar una embajada
Solicitando de su augusta madre
El don precioso de crear vivientes,
Para formar con ellos servidumbre.
A Tlotli, gavilán, le confirieron
De embajador el eminente cargo.
La diosa respondió con voz severa,
Que si abrigaran sentimientos nobles
Y pensamientos de su origen dignos.
Su afán constante, su único deseo
Debieran ser vivir eternamente
Con sus hermanos en el alto empíreo:
Mas pues g-ustaban del terráqueo globo.
Que acudieran al dios de los infiernos,
Al jefe del Mictlán, y le pidieran
Huesos de muerto, con su propia sangre
-12-
Anales.— Tomo IV.
LÁ.M. 5.
O OÓCQ
Ü OQ'óO
Códice I^iüs pao 6
EHECA.TONA.TIUH.
XIUTECUTLETL.
A.N.vi.iis. — Tomo IV
l'üSil'illli'í'
Códice Ríos pac^. 6 vui
$v ^^^-^^ ■ ' --^P?
.sJ
Ifí"
■^'^
H.b vuelta.
TLEITONATIUH.
íiríHíillMIilJMFlír'iT!-!!;.:»; ';
»!fp»iiiiiiiiii>iíi(ií'ii«iiñi!fv"'ííSj""Mi'i;;;ri;;.|, :,
TLALTONATIUH.
73
Regáranlos, que al fin ])rocliKMrííin
Al hombro y la mujer, los procreadores
De pueblos y comarcas del Anáhuac.
Y le advirtió la diosa al emisario
Que el que fuei-a al Mictlán mu}' cauto fuera,
Porque el dios infernal arrepentirse
Después i)udiera, y le (|nitaba el hueso.
Al inti-épido Xólotl cupo en suerte
Marchar á las regiones del infierno
Para el hueso pedir, y en los umbrales
Del antro apenas se posó su planta.
Cuando al encuentro le salió el Tecútli: (65)
En breve arenga la embajada expuso
El numen terrenal, y el fiel custodio
Del fúnebre Mictlán donóle un hueso:
La dádiva en sus manos viendo Xólotl,
De allí se ajjarta, y en veloz carrera
Hacia la tierra con ardor retorna:
Aunque el dios infernal, en pos del héroe
Presuroso corrió, no le dio alcance,
Y á su mansión volvióse enfurecido;
Pero en su fuga el terrenal tropieza,
Al svielo cae, y suelta su reliquia,
Y el hueso se rompió, se hizo pedazos;
Con cuidado recoge los fragmentos
Y hacia la tierra su camino sigue
Impávido Xolótl, y á sus hermanos
Entrega los pedazos desiguales:
En un tecáxitl áe bruñida piedra (66)
Echaron las astillas con gran celo
Y las regaron con su propia sangre;
A la cuarta mañana salió un niño;
Volvieron á regar, y á los tres días
Una niña surgió del hondo cáxitl.
Del mismo Xólotl bajo la custodia
Los dos niños quedaron en su infancia,
Y con leche C|ue extrajo de los cardos
Alimento les dio mu}' saludable:
Crecieron los infantes, y su raza
Pronto pobló la solitaria tierra.
De los hombres la altura es diferente.
Porque también lo fueron los pedazos
Del hueso C|ue rompió Xó/oí/ huyendo.
Anales. T. IV.— 10.
74
X.
Desptiés de invichos siglos de ventura; (67)
Cuando la humanidad sobre la tierra
Esparcida se hallaba cual los astros
En el espacio inmenso de los cielos;
Cuando comarcas, pueblos y ciudades
Poderosas se alzaban en Anáhtiac,
Como Palenque, Uxmal y Xochicalco; (68)
Cuando el Wxtóíi en la feliz CholóUan (69)
Altísima pirámide levanta;
Y cuando el bronco y pertinaz tarasco
Sus colosales yákatas erige; (70)
Entonces ¡a^-! cual la oriental Palmira
En ruinas se convierten las ciudades
Y perecen también sus moradores.
La Centeotl, la Cercs del nahoa, (71)
La que el maíz produce en abvindancia,
Vuelve airada la faz á los humanos,
Y con fuego que brota de sus ojos
Las mieses tuesta y quema las praderas.
Apiztli asolad ora se propaga (72)
Desde el Mictlampa, donde mora el Cierzo (73)
Hasta el Huiztlán, del Ábrego guarida; (74)
Y recorre también, llevando horrores,
Desde el Tlalócan, donde el sol se asoma, (75)
Hasta el umbroso 3- triste Cihuatlainpa: (76)
Del hambre en pos camina la Miquiztli, (77)
\' su gviadaña fiera, cortadora,
Segando va la vida del anciano.
Del niño y la mujer en su miseria:
Los hombres quedan en tormento horrible
Esperando exhalar su último aliento;
Y cuando juzgan que su fin se acerca.
Las iras de los dioses los azotan
Con nuevo padecer que ya ni sienten:
Fatigados los dioses que en sus hombros
La gran mole soportan de la tierra,
Sin fuerza y sin vigor, que ya les faltan,
Vacilantes, apenas la sostienen,
Y la sacuden grandes terremotos;
Al hombre en su dolor no lo amedrenta
La nueva plaga que sus males dobla.
75
Sino tranquilo y plácido se pone
Cuando la tierra se abre y se lo traf^a.
Apiadada la diosa de la gente
Que sobrevive á tan terribles males,
Vagando por los campos y los montes
Y de la mar por solitarias playas.
Desciende del empíreo, más serena;
Es la Centeótl con otros atributos;
Xochiquetzáia, la festiva diosa, (7!S)
La del amor y grandes alegrías.
Baja empuñando entretejidas ramas
De yerbas y de flores, y la tierra
Con su hálito sagrado fertiliza;
En breve tiempo esmáltanse los prados
Con flores brillantísimas y amenas;
Del árbol cuelgan sazonados frutos.
Se cuaja en el nopal la fresca tuna,
Suave néctar destilan los magueyes,
Las milpas se sazonan en los campos,
Y de tlaoltzín rebosan los tzincólotl; (79)
Los dioses fatigados que soportan
De la tierra la inmensa pesadumbre.
Por otros vigorosos se cambiaron: (8U)
En otra Arcadia convirtióse Anáhuac.
Tlaltonatiúh, terril)lc «sol de tierra,» (81)
Tal fué el nombre que dieron los nahoas
A la funesta edad en que murieron
Acosados por hambre encrudecida,
O agobiados por fuertes terremotos.
El agua, el aire, el fuego y aun la tierra.
Los elementos todos contra el hombre
Pronúncianse á su vez, siempre conspiran
Para que muera, y del terrestre mundo
Se pierda ó se disipe su memoria. (82)
76
NOTAS DEL AUTOR.
(1) El dios creador de todas las cosas se llama Omeíecuí/j; mora en la re-
gión más alta de los cielos, en un lugar llamado Omeyocan. «Viendo los nahoas,
dice el Sr. Chavero, que todo en la naturaleza se reproduce por un par, creyeron
lógico hacer par á su primera divinidad; y por eso le dieron como esposa á la
diosa O/neciAuaí/.» Pero ésta no era una persona distinta, sino la misma del
Creador; y para significar esta Unidad y esta Dualidad simultáneas, se le dio
el nombre de Owctecutli, «el señor ó el varón de los dos» y el de Omecihuatl, «la
mujer ó hembra de los dos;» y como para insistir más en la idea, se le colocó en
el Omeyocan, "Morada de la Dualidad» (omeyotl, dualidad; can, lugar). No son
«dos cielos,» como ha creído el Sr. Chavero {México ¿i través de los sifflos.
Tom. I, pág. 91), sino el «cielo de los dos,» «cielo de la dualidad.» Sólo la Trini-
dad de los cristianos puede darnos una idea de esta Dvialidad.
(2) Teotlathiuhco se compone de Tcotl, dios; tlatlaulujui, rojo, colora-
do; co, en, donde: «donde el dios rojo;» pero perifraseando el concepto, significa:
«mansión del dios rojo, del dios del fuego.» La creación del Teotlatlaubco equi-
vale, en la cosmogonía nahoa, á la creación de la Luz en el Génesis de Moisés.
(3) Teocozau/jco se compone de Teotl, dios; cozauhqui, amarillo; co, en,
donde: «donde el dios amarillo;» pero, por perífrasis significa: «mansión del dios
amarillo.» La creación del Teocozauhco es la creación de la nebulosa ígnea de
que se formó el sol.
(4) Teoiztac se compone de Teotl, dios; iztac, blanco; c, contracción de co,
en, donde: «donde el dios blanco;» y, por perífrasis, significa: «mansión del dios
blanco.» Aquí el dios es la estrella de la tarde. Como los nahoas no le dañen
este caso nomljre especial, hemos empleado en el verso la palabra poética Vés-
pero.
(5) Teteocan se compone de teteo, dioses, plural de tcotl, dios, y de can, lu-
gar: «morada de los dioses.» Equivale al Olimpo de los griegos, á la Gloria de
los cristianos, ó al Paraíso de los musulmanes.
(6) Itzapannanazcayan es un solo vocablo, pero lo hemos dividido en dos
en el verso para facilitar su lectura. Se compone de itztli, obsidiana; atl, agua;
pan, en; nanatzca, crujir, rechinar; yaii, lugar; y significa: «lugar donde cruje 6
77
rechina sobre el agua de piedra de obsidiana.» Era el cielo de las tempestades,
la región donde se forma el granizo.» Comparaban los nahoas el ruido precur-
sor de las tempestades de granizo con el sordo rumor que producirían los can-
tos de obsidiana arrebatados por una impetuosa corriente.
(7) Mictlantecutli se compone de mkth'in, el infierno; de teciitli, jefe ó señor:
«el señor ó dios de los infiernos.» lira el Pintón de los nahoas. Mictlíin se com-
pone de micqui, muerto, y de thiti, en: «mansión de los muertos.» Mictlantccu-
tli tenía en el templo mayor de México una capilla llamada tlalxko, «el ombligo
ó vientre de la tierra.» También el poeta de la teología católica creía que el in-
fierno estaba en el centro de la tierra.
(8) Véase la nota 6.
(9) A'oAOu/2co se compone de xoxouliqiii, color azul, y de co, en, donde:
«donde (está) lo azul,» el cielo que se ve de día.
(10) rarauAco se compone de j'a_r/!íí/jí/V, ob.scuro, y de co, donde: «donde
(está) lo obscuro,» el cielo que se ve de noche.
(11) Jl/a/na/oaío se compone de mama/oa, inflexión del verbo mama/;, per-
forar, atravesar, y de co, en, donde: «donde se taladra ó perfora.» Como los co-
metas y las estrellas errantes se pierden de vista en el cielo á medida que se ale-
jan, fingían los nahoas que hendían ó taladraban el firmamento para perderse.
(12) Citlaliiiniina, que hemos visto en algunos autores, y citlnlintlnmina,
como escribe el Sr. Chavero, son dos barbarismos en el idioma azteca, porque
segiin las reglas de composición, por incorporación el primer vocablo pierde las
letras finales in, y queda formada la palabra citlalwina, lo mismo que Citlalte-
petl, nombre del volcán de Orizaba.
Citlalmina se compone de citlalin, estrella, y de mina, tirar flechas ó saetas:
«estrella tira saeta;» tal era el nombre que le daban los nahoas á los cometas
que tenían cauda, á diferencia del crinito que llamaban xihuitl, yerba. Al come-
ta en general le daban el nombre de citlalpopoca, estrella humeante.
(13) Huitztlán, e\&ur. Véase la nota 74.
(14) Quetzalcoatl se compone de qiietzalli, hermosa pluma verde, y de coatí,
culebra ó serpiente. Los nahoas llamaban á Venus, cuando era matutina, ci-
tlalpol, aumentativo de citlalin, estrella, y significa: «estrella grande;» y cuando
era vespertina, huey citlalin, «grande estrella.» Parece que sólo le daban el nom-
bre de Quetzalcoatl cuando aparecía en su elongación austral. Como Lucifer ó
estrella matutina, la llamaban también Tlaliiiitzcalpantecutli , «el señor de la
Aurora ó del Alba.» Véase la nota 50.
(15) Tonatiuh. El Sr. Orozco y Berra dice que, aunque el sol tenía diversos
nombres, por excelencia se le llamaba Tcotl (Dios), y cjue el apellido tonatiuh
significa un accidente y quiere decir «el que va resplandeciendo.» No hemos po-
dido averiguar el origen de esta significación, porque «resplandecer» es tla-ncx-
78
tía, y «resplandecer ó brillar el sol» es tonanieyotin, derivado de tonameyotl,
rayo, luz, raj'o de sol; compuesto de tonatiuh, el sol, y de rnerotl, rayo. Cree-
mos que tonatiuh se compone de tona, hacer calor, producir calor, y de tiub,
desinencia de los verbos que se conjugan con el verbo ir, la cual toman en el in-
dicativo, V. g.: nitlii-poa, yo cuento; nitla-poatiiih, yo voy á contar ó vov con-
tando. Tonatiuh, bajo la forma substantiva, significa: «el que va calentando,
produciendo calor.»
(16) Tetlaliloc. Xo hemos podido averiguar la etimología de esta palabra.
Todos los intérpretes de los Códices están conformes en que significa: «el Espa-
cio.»
(17) Citlalco se compone de citlalin, estrella, y de co, en, donde: «donde (es-
tán) las estrellas;» el cielo estrellado.
(18) Los nahoas llamaban al Oriente el Tlalocan (Véase la nota 75); y dis-
tinguían el Oriente del sol del de la luna agregando el nombre de ésta, MeztU.
(19) Los nahoas creían que el cielo de las estrellas era el cielo de las lluvias.
En una pintura del Códice Vaticano se ven unas gotas de agua que cuelgan del
ilhuicatl Tetlaliloc y que se unen al otro cielo ó ilhuicatl Tlalocan Meztli, donde
empieza la región de las nubes. También el Génesis nos habla de las «aguas
superiores. »
(20) En la misma pintura de que hemos hecho mención en la nota anterior,
se obser\-a que junto á la luna está el símbolo del aire, ebecatl; y esto induce á
creer que los nahoas suponían que la luna estaba en el cielo de las nubes y en
nuestra atmósfera. En los sistemas astronómicos de Ticho Brahe y de Ptolo-
meo, que la culta Europa admitió como verdades científicas hasta que Galileo y
Copémico demostraron su falsedad, se enseñaban mayores absurdos.
(21) Otros pueblos tenían el mismo mito, aunque variado. Según los cali-
fornios, la esfera se sostenía en las espaldas de siete gigantes. Los mayas de-
cían, que cuando Dios creó el mundo puso á los cuatro hermanos Bacab hacia
los cuatro extremos del cielo, para que lo sustentasen y no se cayese: estos her-
manos se llamaban Kan, Muluc, Ix, Cahuac. Ambos pueblos creían que cuando
los gigantes ó los genios flaqueaban, vacilaba la tierra y sobrevenían los terre-
motos.
(22) Dice el P. Sahagún (tomo III, pág. 309), « los antiguos habitantes
de esta tierra pensaban que el cielo se juntaba con el agua en la mar, como si
fuera una casa: que el agua son las paredes, 3' el cielo está sobre ellas; » En
el MS. 154 de Muñoz Camargo, citado por Orozco y Berra, se dice: que la tierra
era plana, terminaba en los países conocidos, y más allá de las costas se exten-
día la mar, cuj-as aguas se unían con los cielos; que éstos y aquéllas eran de la
misma materia, aunqiie los cielos más densos.
(23) Ilancueye se compone de ilamatl ó ilantli, vieja, y de cueye, corrupción
de cueyntl, rana: nrana vieja." El Sr. Orozco y Berra, siguiendo á Torquemada,
79
incide en el error de llamar á esta diosa Jlancucitl, que se compone de ilantli,
vieja, y de cueitl, falda ó enagvias, y significa «enaguas de vieja.» Con esta sig-
nificación queda enteramente desfigurado el mito, y se aparta el sabio historia-
dor del común sentir de los escritores antiguos. El Sr. Chavero escrilic Ilancuey,
y le da la significación de «Rana vicia.»
(24) /zífjm/.vco/iííaí/ se compone de /zíac, blanco, niixtli, nube, y colmatl,
culebra: «culebra de nube blanca.» Era el nombre que daban á la nebulosa que
los griegos llamaban «Vía láctea» y los españoles «Carrera de Santiago.»
(25) Tlacame, hombres, plui'al de tlucatl, homljre.
(26) Los indios creían que nuestro territorio estuvo poblado primitivamen-
te por gigantes, y lo acreditaban con los grandes huesos de paquidermos que
encontraban fósiles en las excavaciones. Los llamaban quinametzin 6 huetla-
came.
(27) El primero y el último de estos nombres están hoy muy adulterados y
son Izúcar (Matamoros) y Huaqucchula. Fundó además á Tcopantlán, Tehua-
cán, Cozcatlán, Teotitlán y otros lugares.
(28) Te/íocA se compone de teí/, piedra, y figuradamente, cosa dura, y de
nochtli, tuna: «tuna de piedra, ó dura.» Este nombre le dan los indios á la tu-
nita colorada. Entre los nahoas, los nombres de persona provenían, en muchos
casos, de nombres de objetos, y entonces, para distinguirlos, .suprimían al nom-
bre de persona la sílaba ó letras finales; así Te-nochtli, nombre de la fruta, se
convierte en Te-noch, nombre de la persona.
(29) Tenochtitlán se compone de Tenoch (Véase la nota anterior), de ti, li-
gadura eufónica, y de í/an, cerca ó junto, y en general, lugar: «lugar de Tenoch,*
esto es, fundado por él.
(30) Cuet/aA-coapa/j era el lugar donde hoy está la ciudad de Puebla. (Ul-
mécatl) fundó, además, á Totomihuacan y á Iluitzilapan.
(31) Esta población se extendió hacia Coatzacoalco, y comprende á Xica-
lanco cerca de Tabasco y al otro Xicalaneo cercano á Veraeruz.
(32) Hoy se llama simplemente la Mixteca.
(33) A'ocorot/ significa «el último hijo.» De esta palabra se ha formado el
aztequismo «socoyote» con la misma significación.
(34-) Estas poblaciones llevan hoy el nombre de Tula, Jilotepec y Otumba,
y todas pertenecen al Estado de Hidalgo.
(35) El Sr. A. Chavero, en su obra monumental México á través de los si-
glos, t. I, pág. 94, dice: «Tonacatecuhtli, que es el nombre del sol cuando á su
vez es creador de las otras creaturas, significa el señor de nuestra carne ó el se-
80
ñor que nos^ alimenta. Los nahoas comprendían los efectos benéficos del sol so-
bre las sementeras }• sobre todos los seres de la tierra, y le atribuían con razón
la virtud vivificadora que expresaban con su nombre. »
«Para significar el sol como astro, de su nombre de Tonacatecuhtli formaron
Tonatiuh. Lo representaban entonces por un círculo, porque el astro se mani-
fiesta redondo á la vista, y hacia la circunferencia repartían simétricamente v
alternados unos signos en figura de .\ y otros en forma de aspas. Tenemos ya
el sol como creador con el nombre de Ometecuhtli, como vivificador con el de
Tonacatecuhtli y como astro con el de Tonatiuh. « Lástima grande que
no sea verdad tanta belleza.
Veamos sobre la interpretación del Sr. Cha vero lo que dice el insigne nahua-
tlato michoacano Macario Torres:
«Cuando dos verbos están compuestos con la partícula ti. el primero se con-
serva invariable y adquiere una significación gerundiva, y el segundo, de quien
está regido, es el que se conjuga. Para verificar la unión, se coloca el verbo an-
tecedente en el pretérito perfecto de indicativo, número singidar, sin el signo o y
suprimiendo la c final, caso de que en ella termine
El verbo del fin no se altera, excepto yaiih y onoc que siempre pierden las dos
primeras letras, v. g.: tlacuatiuh, va comiendo; chocatiiih. va llorando: TONA-
TIUH, va alumbrando »
.\1 llegar á este punto pone la siguiente nota:
« — Hé aquí demostrada con evidencia la etimología del nombre dado por los
mexicanos al sol. In tonatiuh se traduce sin dificultad el que va alumbrando, y
esa palabra está formada con toda sujeción á las reglas gramaticales, pues el
pretérito perfecto de tona es tonac, y pierde la c final en la composición de que
se viene tratando.
«Xo sucede lo mismo con la voz tonacatecuhtli, de donde el Sr. Alfredo Cha-
vero pretende derivar aquel nombre, siguiendo á otro autor más ó menos respe-
table. (Dicción, geog. y estadíst. .\rt. «Calendario .\zteca,» párr. 8.) En primer
lugar, tonacatecuhtli es un disparate, puesto que la palabra nacaí/esuna de las
que en contposición con un pronombre posesivo no sólo pierden la ti sino tam-
bién la vocal antecedente, y así se dice nonac, monac, tonac, mi carne, tu carne,
nuestra carne. En segundo lugar, la misma palabra está muy mal empleada,
porque tanto ella como omití, hueso, yeztli, sangre, etc., no sirven para desig-
nar las partes integrantes del cuerpo: en su lugar se emplean los derivados na-
cayotl, omivotl, yezotl, etc.: de manera que la expresión nuestra carne, esto es,
la que compone nuestros cuerpos, no se traduce tonac. sino tonacayo.
«Observaremos, por último, que el nombre Tonacayotecuhtli, ó Tonacatecu-
tli, como quiere el Sr. Chavero, es un epíteto forzadísimo para dar á entender
qne al sol debemos nuestro ser; y por otra parte es del todo inverisímil que ese
epíteto se haya desfigurado tanto hasta convertirse en Tonatiuh.»
ALFAXE vient dEQVVS, sans doute,
Mais il faut avouer aussi
Qu'en venant de lájusqu'ici,
II a bien changé de route.
Véase la nota 15.
81
(36) Las etimologías de Oxomncn y de Cipactli son desconocidas. EISr. Cha-
vero creyó haber encontrado la de Cipactli {Méx. á través de los siglos, t. I,
pág. 96); pero el Sr. Macario Torres (Estudios gramaticales sobre el uNa-
huatl,i> págs. 81 á 91 ) ha demostrado que esa etimología es absurda.
(37) Cihuacohiiatl se compone áe ciliitatl, mujer, hembra, y de coAuaí/, cu-
lebra: la culebra mujer. Se llama también Coatlicue, la de la falda de culebras;
Cihuateotl, el dios mujer. El ídolo de este dios tiene la cara de culebra, cuyo
cuerpo se enreda en el de la mvijer, y su cola termina en la parte inferior; viste
una falda ó enagua tejida de culebras y adornada de borlas y de plumas.
(38) Desde la época en que los nahoas ponían la creación de la humanidad
hasta el sol de agua, transcurrieron, según la opinión de casi todos los historia-
dores, entre ellos Humboldt, 4008 años.
(39) Los nahoas conservaron memoria del mes y aun del día en que se veri-
ficó el cataclismo, fvié el día matlactli atl (diez aguas), y el mes Atcmoztli (caída
ó fin de las aguas), que equivale al 31 de Diciembre.
(40) Chalchiiitliciicye ó Chalchiuitlicuc se compone de Chalchihuitl, esmeral-
da, piedra preciosa verde, /, su, cueitl, falda, enagua. Era la diosa del agua,
coiTipañera del dios de la lluvia, Tlaloc. La pintaban con un traje v tocado azu-
les, con gotas de agua; el rostro, las manos y los pies amarillos; calzado, cactli
blancos; empuñando con la mano derecha un tzotzopaztli, instrumento para
apretar los tejidos; y con la izquierda un malacatl, huso para hilar algodón.
Era patrona de los navegantes y de los pescadores, y, usando de la graciosa
frase de un fraile historiador, «de cuantos tenían granjerias en el líquido elemen-
to.» El sabio arqueólogo D. Leopoldo Batres lia dado el nombre de esta diosa
á un ídolo de Metztli que yacía abandonado en Teotihuacán. Aliquando dormi-
tat Homerus.
(41 ) Ahuebuetl se deriva de ahuehuetic, que no envejece; compviesto de a, no,
y de huehuetic, envejecido; aludiendo á que esos árboles no envejecen, sino que
durante siglos están lozanos. El Sr. M. Torres (Obra citada en la nota 36),
que apunta esta etimología, ha ridiculizado la que dio el Sr. Payno diciendo que
aAue/joet/ significa «tambor de agua.»
(42) Atonatiuh se compone de atl, agua, y de tonatiuh, sol: «sol de agua.»
(43) Tlacamichin se compone de tlacatl, hombre, persona, y de michin, pez:
«hombre-pez.» Los nahoas creían que los hombres, al inundarse la tierra, se
habían convertido en peces.
(44) Entre el Atonatiuh y el segimdo cataclismo que se va á describir trans-
currieron 4804 años.
(45) Cüj'cíi/t^cat/ significa «golondrina,» onomatope^a tomada del gorgeo
de esa ave.
Anales. T. IV.— 11.
82
(•i6) HuHota es un azteiinismo introducido al castellano, tomado de huilotl.
paloma.
(47) .-lcaí7 significa «caña,» ó carrizo.
(48^ El cataclismo que estamos describiendo se inició el día ce ocelotl (un
tigre), del mes Pachtli (heno), que equivale á un día desconocido de Marzo.
(49) V. la nota 51.
(50) Oiietzíticoatl se compone de coatí ó cohuatl, culebra, y de qvetzalli,
pluma larga, verde y rica, en sentido figurado «preciado, valioso:» «culebra
depluma rica, culebra preciosa,» y metafóricamente, «persona de gran valía» por
sus prendas y saber, ^ueíza/coaí/ es iin personaje misterioso que figura en la
mitología y en la historia tolteca, unas veces como hombre v otras como dios.
Su historia es muy complexa y no cabe en los estrechos límites de una nota.
Entre los nahoas era el dios del aire y de los vientos. Iztamixcoatl en su se-
gunda esposa CAima/íHa engendró á Quetzalcoatl. (Y. la nota 24.) Este hijo
filé la estrella Venus, como vespertina. «Como á los helenos les llamó la aten-
ción el lucero de la mañana, que brotaba de las ondas del mar que al Oriente te-
nían, así les llamó á los nahoas habitadores del Pacífico el astro vespertino que
flotaba en las olas del horizonte. Su luz, reflejando en el movedizo oleaje debió
hacerlo aparecer como brillante culebra, y al deificarlo le llamaron Quetzal-
coatí.* (A. Chavero, México á través ele los siglos, pág. 100.) V. la nota 14.
(51) iJAécat/ significa «viento.» Lo representaban por una cabeza fantásti-
ca. Al viento del Este lo llamaban Tlalocayotl, derivado de Tlalocan, el Orien-
te, ó sea la residencia de Tlaloc (V. la nota 75); al del Norte, Mictlampa ehé-
catl (Y. la nota 73); al del Oeste, Cihuatlampa ehécatl, (Y. la nota 76); al del
Sur, Huitztlampa ehécatl (Y. la nota 74).
(52) Oce/ot/ significa «tigre.»
(53) Los nahoas creyeron cjue los hombres que habían perecido por el Ehe-
catonatiuh se habían convertido en monas. Lo que probablemente sucedió fué
que los monos, que habitaban los países cálidos, azotados por los vientos gla-
ciales del Norte, abandonaron las regiones boreales buscando mejores climas, é
hicieron su aparición por primera vez en las regiones tropicales del Anáhuac.
^54) Ehecatonatiub se compone de ehécatl, viento, y de tonatiuh, sol, y sig-
nifica «sol del viento,» ó terminado por los vientos. En opinión de los sabios, el
Ehecatonativh era el recuerdo que conservaban los nahoas de la época glacial
que conocemos hoy por la ciencia de la geología.
(55) El período duró 4010 años.
(55') Xiuhtecutletl se compone de xihuitl. año, de tecutli, señor, y de í/et/,
niego, }• significa: «Fuego señor del año.» Los Sres. Orozco y Berra y Chavero
escriben Xiuhtecutlitletl; pero esta escritura es errónea, porque, según las reglas
63
de composición por incorporación, la sílaba tli de tecutU se pierde por apócope.
Xiiiteciitli era el señor del año y de la yerba. Como numen del fuego le daban
también el nombre de Ixcozauqui (ixtli, cara; cozauhqui, amarillo: «rostro ama-
rillo,» esto es, color de fuego). Los mexicanos le tributaban reverente culto y
tenía consagrados muchos templos. En la comida le ofrecían el primer bocado
de cada manjar y el primer sorbo de la bebida, arrojando uno y otro al fuego.
En ciertas horas del día quemaban copnlli en su honor.
(5G) Técpaí/ significa «pedernal.»
(57) Así como en el jeroglífico que representa el /I íoi2aí/u/i se observan dos
peces, y en el que representa el Ehecatonatiuh se observan tres monas, en la pin-
tura del cataclismo que estamos describiendo se ven tres aves al rededor de la
gruta en que se salva la pareja humana; y de ahí vino la tradición de que los
hombres se habían convertido en pájaros.
(58) Tetzontli se compone de tctl, piedra, y de tzontli, cabellos: «cabellos de
piedra.» .\un cuando la roca ígnea que lleva este nombre se asemeja algunas
veces á una maraña de cabellos solidificada ó petrificada, lo cual podría justifi-
car la etimología que hemos dado, sin embargo, nosotros, fundados en la auto-
ridad del P. Molina, creemos que la verdadera escritura de la palabra es tezon-
tli (substituj-endo con la zeta la c cedilla que se empleaba en el sigloXVI); y en-
tonces la etimología es la siguiente: tet!, piedra, y zontli, forma substantiva del
adjetivo zonectic 6 zoiitic, cosa ligera ó liviana, y significará: «piedra ligera,» lo
cual conviene perfectamente al basalto de que tratamos.
(59) Popocatépeí/, Monte que humea; A'í'naníccaí/, Señor desnudo; Ajusco
ó Axochco, Brote de agua; Cithiltépetl, Monte de la Estrella.
(60) T/eío/jat/!//; se compone de í/eí/, fuego, y de foí¡aí/n/2, sol: «sol de fue-
go,» ó terminado por el fuego. También se llama esta época Qiiiauhtonathih,
«sol de lluvia,» de quiabiiitl, lluvia. Se aludía á la lluvia de fuego.
(61) Citlaltonac se compone de citlalin, estrella, y de tonac, el que alumbra,
refulgente, particip. de pres. de tona, alumbrar, calentar.
Citlaltonac es el mismo OmetccutH de quien se ha hablado en la nota 1'*
(62) Citlalcueitl se componí- (\l' citlalin, estrella, y de cíje/í/, falda, enagua.
Se escribe también este nombre bajo la forma Citlalicue, y entonces significa «su
falda de estrellas,» porque la / que precede á ciieitl es el pronombre posesivo
«su,» y cucitl pierde las finales itl porque se incorpora con el referido pronombre.
Citlalcueitl es la misma Omcciliiintl de que se ha hablado en la nota 1*
(63) Chicumoztoc se compone de chicóme, siete, y de oztotl, cueva: «siete
cuevas.» Estas siete cuevas representan siete grandes centros que constituj-en
siete distintas nacionalidades que poblaron el Anáhuae. Las tradiciones están
contestes en que el Chicomoztoc estaba en el Noroeste (hoy Estado de Sinaloa),
y lo confirman las extensas ruinas que allí se encuentran.
84
(64-) Véase la nota 60.
(65) Tecuí/i significa «señor, noble, jefe.»
(66) Tecáxitl st compone de tetl. piedra, y de cáxitl, vasija: «vasija de pie-
dra.» De cáxitl se ha formado en el castellano el aztequisino «cajete.»
(67) El cataclismo del Tletonatiuh aconteció en el signo chiconahui ollin
(nueve movimientos); y duró la edad 4804 años.
(68) Las portentosas ruinas de Pa/enf/ue están situadas á 48 leguas de la
isla del Carmen, en el Estado de Chiapas. Las rviinas de Uxmal se encuentran
en una hacienda del mismo nombre, á 16 leguas de Mérida, en el Estado de Yu-
catán. Las ruinas de Xochicalco están situadas á 6 leguas S. O. de Cuemavaca,
en el Estado de Morelos.
(69) Los vixtoti eran los descendientes de Xelhua, primogénito de Iztamix-
cohuatl. Véase el verso que corresponde á la nota 26.
CboloUan, hoy Cholula, en el Estado de Puebla, se reputa corrupción de un
nombre de lengua extraña, probablemente maya, porque en el Sur de Yucatán
se encuentra Chuhil.
(70) Se da el nombre de yákatas á las ruinas de unos grandiosos monumen-
tos que se encuentran en el Estado de Michoacán.
( 71 ) Centeotl se compone de ccntli, mazorca de maíz, y de teotl, dios, divini-
dad: la "diosa del maíz.» La «tierra,» tlalli, era xina divinidad. Negando sus
frutos, presenciando la muerte de los animales y de los hombres y encerrando
sus despojos en su seno, desnudo de su verdor durante el invierno, presenta una
faz angustiosa y dura, y entonces se le considera como madrastra, como un nu-
men hostil, y se le daba el nombre de Chicotnecohuatl, «siete culebras;» y es la
diosa de la germinación de las plantas, y el numen de la esterilidad y del ham-
bre. La fertilidad abimdosa de la tierra, el nacimiento constante de nuevos in-
dividuos, la reaparición de las plantas en la primavera, la ofrecen como blanda
V amorosa, y entonces se le considera como una madre, y se le da el nombre de
Chalchiuhcíhvatl, «mujer preciosa;» y preside á la abundancia y al regocijo. Es-
ta misma diosa presidía á la producción del maíz, base de la alimentíición de
acjuellos pueblos, y recibía el nombre particular de Centeotl.
( 72 ) Apiztli es el hambre.
(73) Mící/awipa se compone de micqui, «muerto,» y de las posposiciones
tlan \ pa, y significa: «lugar de los muertos, los infiernos.» Como los nahoas po-
nían este lugar á la derecha de la salida del sol, los españoles tradujeron mic-
tlampa, el Norte.
(74) Huitztlán ó Huitztlampa, el Sur, residencia de las diosas Huitzaaoa,
de donde tomó el nombre.
85
(75) Tlalocan, el Oriente, lugar de Tlnloc, «dios de las lluvias.»
(76) Cihuatlampa, el Poniente, se compone de cihiíatl, mujer, y délas pos-
posiciones tlan y pa: «lugar de las mujeres.» Estas mujeres eran las diosas Ci-
hiiapipUtin «mujercitas:» eran las mujeres que morían en el primer parto, y cu-
yas almas iban al cielo, al lado opuesto de donde sale el sol, al Occidente. De
ahí salían armadas y en son de guerra á recibir al sol á su paso por el meridia-
no, nepantlatonatiuh (sol en medio), lo ponían sobre unas ricas andas llamadas
quetzalapancayotl (armadura brillante), y con danza guerrera lo llevaban has-
ta el Ocaso, donde terminaba su tarea; entonces amanecía en el infierno, los re-
probos se levantaban para llevar al sol al orto siguiente; mientras las cihuapi-
piltin bajaban á la tierra, ya para poner espanto, ya para entregarse á labores
femeniles.
(77) Miquiztli es la Muerte. Su símbolo era un cráneo.
(78) Xochiquetzalli se coinponc áe xochitl, flor, y quetzalli, pluma larga,
verde y rica; en sentido figurado: «preciado, valioso, hermoso:» »Flor hermosa.*
La Centeotl, considerada como productora de las flores y de los arbolados, es
la diosa Xochiquetzalli.
(79) Tlaoltzin se compone de tlaolli, maíz, y de tzin, apócope de tzintli, ex-
presión de diminutivo afectuoso: «maicito.» Como el maíz era }' sigue siendo la
base de la alimentación de los indios, siempre lo han considerado como una co-
sa muy benéfica, y por eso emplean el vocablo en la forma diminutiva, pues todo
lo que les causa bienestar, provecho, utilidad, etc., lo expresan en esa forma; así
dicen aún en castellano: «mi casita,» «mi bucicito,» «ini siembrita.»
Tír/;jco/oí/ significa «troje.»
(80) Véase la nota 21 y el verso á que corresponde.
(81) T/a/íoíJaÍJu/j se compone de tlalli, tierra, y de tonaí/íz/j, sol: «sol de
tierra.»
(82) Los mexicanos dieron por terminada la cuarta época ó cuarto sol, des-
de el día en que fundaron Tenochtitlán y se constituyeron en un pueblo nuevo y
tuvieron un dios nuevo también. Según el Sr. Orozco y Berra (Hist. ant., tora. I,
pág. 17), el quinto sol de los mexicanos fué el 18028 del mundo, VIII tochtli,
694- de Jesucristo, y se inició con la dedicación de las pirámides de San JuanTeo-
tihuacán al sol y á la luna. Este quinto sol acabó en 1521, en que la ciudad de
México quedó soinetida á los españoles.
Si los sacerdotes mexicanos hubieran continuado su cronología durante la
dominación española, habrían iniciado un sexto sol con la fecha de la Conquis-
ta, y habría terminado en 1810
«Al grito salvador del cura Hidalgo.»
GUERRA 1)H INDEPENDENCIA
Wl^
!& BPAiiliS DE Mil
JESÚS M. ESCUDERO.
%n
Voila en gage nion é])ée:
j'y vais la reprendre!
F. FÉLIX.
Entre todos los proceres de la libertad americana, entre los más es-
forzados capitanes insurgentes de las dos vastas penínsulas que forman
el Continente, entre los genios militares más extraordinarios, se eleva
la más excelsa figura que admirar pudieran las naciones: ¡Morelos! Nin-
guno le aventaja, ninguno como él, fué el prototipo más completo del
mártir que, traspasando los humanos límites, invadiera el legendario
olimpo de los semi-dioses, y con toda verdad conquistara gloriosa
inmortalidad. Nadie como él ejerció más poderoso y eficaz influjo en
la emancipación de las colonias españolas, todas, de aquende el Atlán-
tico.
Y estas afirmaciones no descansan en lej'endas más ó menos fantás-
ticas, no, sino en hechos portentosos, real 3' verdaderamente ciertos,
consignados imparcial y explícitamente en la Historia, aun por los no-
toriamente apasionados detractores de la causa de la Independenci;i
de México.
Anales. T. IV.— 12.
90
Morelos fué el primer ^enio militar de su siglo en ambas Américas,
y quizás en el mundo entero. Xo afirmo en lo absoluto lo último, por-
que, desde luego, la índole y dimensiones del presente estudio no me
permitirían probar mis asertos, no siéndome posible establecer compa-
raciones entre el prohombre de que justamente se enorgullece México,
y cada uno de los remarcables paladines de las otras partes mundia-
les, en virtud de las disímbolas circunstancias de unos 3' otros. Limito,
pues, mi modesta labor á lo que aun en el día se llama la América
española, agitada por causas, miras é intereses de absoluta identidad,
en los primeros albores del siglo XIX.
No lo igualan, ni menos lo superan, los ilustres patriotas de la Ban-
da Oriental del Plata, que se llaman Artigas, Benavides, López y Ron-
deau; no, los altoperuanos Saavedra y Moreno; no, los generosos
argentinos Belgrano, Balcarce, Castelli, Alvear, Ocampo, Puyrredón,
Rivadavia, San Martín; tampoco el valiente chileno O'Higgins, ni Ala-
riño; ni el mismo venolozano Aliranda, que antes había obtenido lau-
ros en Francia al lado de Dumouriez y también había tenido el honor
de luchar bajo las banderas de Washington, en las antiguas colonias
inglesas del Xorte que hoy forman nuestra vecina república; ni siquie-
ra el más distinguido campeón venezolano, Bolívar, el apellidado Li-
bertador !
¿Por qué? — Abramos la biblia de la historia, y despojados de toda
pasión, contemplemos los hechos de todos y cada uno: el laudo de este
gran libro, arbitro imparcial \- justiciero, al dar á cada cual lo que me-
rece, nos colocará en primera línea, y sobre toda la esplendente plé3'a-
de de inmortales latino-americanos irradiarán las indeficientes y pode-
rosas fulguraciones del almo sol de América, Morelos.
Señalemos los acontecimientos históricos más notables de la época
para comparar la trascendencia y utilidad de las campañas de todos 3-
cada uno de los principales caudillos de todos los pueblos latino-ame-
ricanos; desde Ocampo, San Martín, etc. 3' Bolívar, el más distinguido
de los del Sur, hasta Morelos, el primero entre los más esclarecidos de
la totalidad, no por el brillo de sus victorias, sino porque éstas y aun
su misma muerte de águila que cae, noble 3" digna, fueron material y
moralmente tan fecundas en bienes inmediatos para la causa común de
la libertad, como fecundísimas fueron también en desastres de todo gé-
nero para la opresión.
Al mencionar ligeramente los sucesos de una 3- de otra región, hare-
mos previamente notar las diferencias 3- semejanzas que guardaban
entre sí las naciones que en los actuales momentos celebran el primer cen-
tenario de su emancipación, para concluir en que á México corresponde
la preeminencia por haber sido la primera, cronológicamente 3- en todo
orden de ideas, que se lanzó á la rebelión 3- supo por sí sola recuperar
su soberanía.
91
II.
Al comienzo de la dominación española, en el Sur de nuestro Conti-
nente, se estableció el Virreinato del Perú, y á éste siguió el de Nueva
Gríinada, y las audiencias anexas á dichos virreinatos, así como las
capitanías generales de Caracas y Chile. En 1559 se erigió la Real
Audiencia de Charcas, con asiento en Chuquisaca, Alto Perú (hoy So-
livia), y su jurisdicción se extendía á todo lo que hoy es el Departa-
mento peruano del Puno, al Paragua3' y á la Provincia argentina del
Tucumán. Los jesuítas, desde 1593, fueron fundando parroquias en
el Paraguay- para convertir indios á la fé católica. Estas parroqviias,
que se llamaron reducciones ó misiones, llegaron á sumar hasta 33, y
los hijos de S. Ignacio, ([ue, en honor de la verdad sea dicho, contribu-
yeron eficazmente á la civilización de aquellas comarcas, alcanzaron
tal predominio sobre conquistadores y conquistados, que verdadera-
mente reinó en todo el país la poderosa Sociedad de Jesús. En 1750
España cedió al Reino de Portugal el territorio ocupado por las reduc-
ciones; pero once años después se incautó del mismo, expulsando más
tarde á los misioneros ó reductores.
Por real cédula de 1" de agosto de 1776 fué creado otro Virreinato,
el de Río de la Plata, que comprendía lo que hoy es República Argenti-
na, Paraguay, Banda Oriental (Urugua}') y el Alto Perú (la cuarta
parte de Sud América). El primer virre}- ftiéD. Pedro de Zeballos, que só-
lo gobernó seis meses más ó menos, sucediéndole el que verdaderamen-
te inauguró el régimen virreinal, tan felizmente liberal en Buenos Aires,
D. Juan José de Vértiz, de grata memoria, mexicano de origen, 1 que
debido precisamente á su nacionalidad, 2 gobernó dignamente la colo-
nia más de quince años, haciéndola prosperar en todos sentidos, prin-
cipalmente en el orden intelectual, pues que desde antes de la erección
del Virreinato, siendo Gobernador de Buenos Aires, supo emplear
los cuantiosos bienes de los jesuítas, expulsados por su antecesor el
Gobernador D. Francisco Bucareli, en fomentar la educación3' beneficen-
cia públicas; á su gobierno se deben las mej oras introducidas en la capital,
fundación de paseos, hospitales, casas de correción y de expósitos, intro-
ducción de alumbrado, construcción de fincas y muchas obras que lo
acreditan de hábil y progresista. Llevó á cabo la exploración de la Pata-
gonia, y á orillas del Río Negro fundó la ciudad del Carmen.
Después de quince años de importantes servicios, Vértiz solicitó su
retiro, el cual le fué concedido en términos honoríficos en 1784.
No poca fortuna tuvo el pueblo argentino con c]ue su gobierno vi-
1 C. M. Urien. — Hist. y Geografia Argentinas. — Págs. 22 y 23.
2 Ibíd. — Págs. citadas.
92
rreinal principiara bajo tan felices auspicios, \' no es menor nuestra
satisfacción al considerar que ciuien así lo educaba y sabiamente lo
preparaba en cierto modo á la conquista de un envidiable destino, era
un hijo de México, verdadera cuna de las libertades americanas. Dice
Urien: « y á este origen se debe sin duda el progreso que imprimió
su gobierno á estas regiones, porque Vértiz, inspirado en el espíritu
nuevo, llegó á consumar ima revolución moral en las ideas y en las cos-
tumbres de su época.»
A Vértiz lo reemplazó D. Nicolás Cristóbal del Campo, Marqués
de Loreto, tercer Virrej^ de Buenos Aires. Durante su administración
nada ocurrió notable, ni se distinguió, como su antecesor, por un espíri-
tu liberal y progresista (1784-1792). l
Al Marqués de Loreto sucedió el Teniente General D. Nicolás de
Arredondo (4" Virrey), cjue duró hasta 1795. En esa época se expor-
taron algunos miles de pieles de caballo y se introdujeron en cambio,
al país, esclavos negros en grande escala. Ya entonces empezó á figurar
en la administración D. Manuel Belgrano, como primer secretario del
recién establecido Tribunal del Consulado.
De 1795 á 1797 gobernó el 5'^' Virrey D. Pedro Meló y Portugal,
ciuien falleció en Montevideo el mes de abril de este tiltimo año, y no
fué reemplazado sino hasta marzo de 1799, por el 6° Virrey, Marqués
D.Gabriel Aviles y del Fierro, que promovido al año siguiente al Virrei-
nato del Perú, fué substituido por el Mariscal del Pino y Rojas, en cuyo
gobierno se inauguró el nuevo siglo con el primer periódico que túvola
colonia, el «Telégrafo Mercantil,» c^ue fué suprimido en octubre de 1801
por orden del Virrey, publicándose en cambio, desde diciembre del mis-
mo año, «El Semanario de Agricultura, Indvistria y Comercio,» redac-
tado por D. Hipólito Viej'tes.
En el tiempo de del Pino se fundaron en Buenos Aires una Escuela
de Pintura 3' otra de Francés, y cátedras de Química, Anatomía y Me-
dicina (1801-1804).
Al Mariscal del Pino sucedió el 8° Virrey, el Marqués de Sobremon-
te. Durante su administración ttivieron lugar en ambos mundos su-
cesos políticos que directa ó indirectamente influyeron en favor de los
destinos de las posesiones españolas del Plata.
En virtud de la conducta de España hacia Napoleón, la Gran Bre-
taña, en guerra con Francia, cre3'ó conveniente apoderarse de cuatro
fragatas españolas cjue llevaban caudales del Río de la Plata á la Pe-
nínsula; este acto de piratería hizo que Carlos IV declarase la guerra
al Gobierno Británico, y aliado con Francia empeñase el desastroso
combate de Trafalgar, donde España sufrió el golpe decisivo de muer-
te, como potencia naval, que la imposibilitó para la defensa marítima
de sus colonias americanas.
1 Ibídem.— Pág. 23.
93
Así fué fácil á Sir Guillermo Car Berresford, después de posesionar-
se de la colonia holandesa del Cabo de Buena Esperanza, entrar al Rio
de la Plata el 6 de julio de 1806, l y desembarcar en la costa de Quil-
mes mil seiscientos treinta y cinco soldados que se apoderaron, por
sorpresa, de Buenos Aires, dispersando á setecientos vecinos monta-
dos, que fué la única fuerza que el Virrey- pudo oponer al invasor. Nó-
tese la debilidad de España en el Mediodía, si se tiene en cuenta el for-
midable ejército que entre nosotros y con nosotros sostenía en el
Septentrión.
El Alarqués de Sobremonte huyó vergonzosamente á Córdoba. (Sus
defensores dicen que para reunir las tropas del Virreinato y recuperar
la ciudad perdida.)
El enemigo saqueó las cajas fiscales y extrajo de ellas $1.43S,4-14-.00^
que mandó á Londres, para dar una idea de las riquezas del Pla-
ta, lo que produjo un efecto extraordinario y alentó al Gobierno inglés
á enviar al año siguiente una nueva expedición, más poderosa, contra
tan tentadoras y descuidadas regiones.
No podemos dispensamos de copiar, en apoj^o nuestro, á uno de los
dos autores antes citados, para realzar más el contraste que ofrecían
los virreinatos de México y Buenos Aires al comenzar la centuria que
hoy celebramos.
Así cuenta este episodio:
«Berresford expidió una proclama, procurando tranquilizar al pue-
l)lo; ofreció garantías á las personas y propiedad particular, preconi-
zando al mismo tiempo el derecho soberano adquirido por su rey en vir-
tud de la victoria.
"Alientras los servidores del re^^ abandonaban en manos del ene-
migo la capital del virreinato, el pueblo, guiado por sus propios ins-
tintos, no pensó más que en la reconquista, y decidió prepararse á la lu-
cha para expulsar al invasor.
«El nervio y el alma de este movimiento meinorable fueron don Mar-
tín de Alzaga, Alcalde de primer voto y el Capitán de navio Santiago
Liniers, marino francés al servicio de España, que, al mando de un bu-
c(ue, se encontraba en la Ensenada de Barragán cuando se rindió la
capital, y que pasó á Montevideo con el objeto de promover una expe-
dición contra los invasores.
«Organizado el ejército en Montevideo el día 23 de julio, salió Liniers
déla Colonia con una fuerza de más de mil hombres, en una escuadri-
lla de embarcaciones pequeñas. Favorecida poruña espesa niebla, llegó,
sin ser vista por los buques ingleses, al Puerto del Tigre, estableciendo
un cuartel general en el pueblo de San Femando. Mientras tanto, los
alcaldes de la campaña de Buenos Aires, unidos á Juan Martín de Pui-
1 Urien afirma que la acción tuvo lugar en la fecha indicada; pero Magariños Cer-
vantes asienta que el desembarco de Quilmes, á 4 leguas de la ciudad, se efectuó el 15 de
de junio, y que Berresford entró en Buenos Aires el día 27.
94
rredón l y Martín de Alza,s:a, reunieron algunas milicias y empeñaron
una refriega con los ingleses (31 de julio) en la chacra de Pedriel, á
cuatro leguas de la ciudad. Aunque los ingleses dispersaron fácilmen-
te aquel grupo de vecinos, estas partidas se unieron á la división de Li-
niers, engrosada por los vecinos de la costa y muchos jóvenes que ha-
bían partido de la ciudad.
«El 10 de agosto, Liniers, á la cabeza de un ejército de dos milhom-
bres, ocupaba los arrabales del Oeste de Buenos Aires (Corrales de Ali-
serere, hoy Plaza 11 de septiembre), y desde allí intimó rendición al
General inglés, dándole 15 minutos de término para decidirse, siendo
desechadas sus proposiciones. Entonces el ejército déla reconquista se
dirigió á la plaza de toros, hoy San Martín, donde estaba el parque de
artillería de la ciudad, defendido por una pequeña fuerza inglesa.
Aquí tuvo lugar el primer encuentro, y el parque fué tomado á la bayo-
neta. Berresford tuvo que reconcentrarse en el corazón de la ciudad,
reduciendo la defensa al estrecho recinto de la plaza maj-or (ho^' Victo-
ria) y á las calles vecinas. El 12 de agosto, Liniers, que había dividi-
do su ejército en cuatro columnas, atacó casi simultáneamente por las
calles del Norte y del Oeste que conducen á la plaza, donde las avanza-
das inglesas habían tenido cjue replegarse, hostilizadas por el fuego que
el vecindario hacía desde los balcones }' azoteas. Después de dos horas
de sangrienta lucha , Berresford se vio obligado á encerrarse en el ftierte de
San Juan de Austria (hoy casa delgobiemo nacional), desdedondele-
vantó á los pocos momentos bandera de parlamento, convencido de
la imposibilidad de sostenerse. Liniers le exigió se entregase á discre-
ción, y el General inglés no tuvo otro medio que hacerlo, enarbolando
el pabellón español, después de sostener dignamente el honor de sus ar-
mas. Berresford quedó prisionero con todos sus soldados.
«La victoria del 12 de agosto de 1806 reveló al pueblo de Buenos
Aires su virilidad y le hizo presentir los destinos que le aguardaban.
«La conducta del Virrey Sobremonte, durante estos sucesos, levan-
tó un grito general de indignación, y como consecuencia de ella, el 14
de agosto de 1806 el Cabildo convocó á los vecinos principales, y la
Asamblea decidió la suspensión de Sobremonte 3- el nombramiento de Li-
niers como jefe político y militar. (Adviértese aquí que el pueljlo de la
capital del Virreinato, en fuerza de las circustancias excepcionales,
es cierto, iba entrando ya de hecho en el goce pleno de sus derechos, pues
que se le convocaba para que se reuniese á tomar parte en la dirección
de los asuntos públicos, y en asamblea popular se destituía al más alto
funcionario, lo que traducirían los anglo— americanos actuales con es-
tas dos palabras unidas: «Self Gouvernment.» ¿Sucedería algo semejan-
te en la Nueva España?) Mientras este sviceso acontecía, Sobremonte
se había trasladado á Montevideo para hacerse cargo de la defensa de
la plaza.
1 ó Puirredón, que más tarde fijíuraría valienteiiiente entre los independientes.
95
«Entretanto, la conquista británica amenazaba ser renovada y era
]ireciso prepararse para la defensa. A todo proveyó la Asamblea del
Caljildo del 1-i de af^osto. La reconquista tuvo la virtud de despertar
un espíritu guerrero en todas las clases y los peligros de la situación
fueron causa de cjue las autoridades fomentasen el ardor militar, po-
niéndose el Cabildo resueltamente á la cabeza del movimiento. Se dis-
puso el alistamiento de todos los ciudadanos, sin distinción de clase.
Los criollos formaron el Regimiento de Patricios y el Batallón de Arri-
beños ó Provincianos; los españoles organizaron los batallones que se
llamaron de Gallegos, Andaluces, Vizcaínos y otros, según la provincia
á que pertenecían los qvie lo formaban. (Este hecho corrobora lo enun-
ciado poco ha, y obliga á calcularcuán diferentes sistemas de gobierno
hubo en una y otra colonias: los nueve virreyes de la del Sur concedían
la calidad de ciudadanos á sus gobernados, sin distinción de clase: allí
casi no había diversidad de castas; los 63 vicemajestades (hechas pocas
honrosas excepciones) de la del Norte, veían en los oprimidos, si no bes-
tias de carga , «siei-vos que nacieron para callar r obedecer. » Allá el go-
bierno 3' el ejército estaban en manos de criollos casi por completo; aquí
los hijos todos del país nunca pasaron de puestos inferiores. También
confirma lo transcrito, nuestra opinión de la escasez de tropas regulares
españolas ó realistas en las provincias de aquel virreino, un poco me-
nos desprovisto de defensa que las otras posesiones españolas del Sur.)
«En momentos que se festejaba en Londres la toma de Buenos Aires,
\' se aceleraba la segimda invasión con el fin de consolidar la domina-
ción Ijritánica, llegaba allí, casi simultáneamente, la noticia de la recon-
quista, dando lugar con este hecho á que se aprontara con más veloci-
dad la nueva expedición. Dos meses después de la rendición de Berres-
ford, el General Sir Home Popham atacaba á Montevideo, ansioso de
apoderarse de la llave del Plata, lo cual consiguió mediante un ataque
desesperado: toda la Banda Oriental cayó en su poder. Alentados los
ingleses por el buen éxito con que al parecer se empeñaba la fortuna en
secundar sus planes de dominio, determinaron lavar la manchadesu pa-
sada derrota, apoderándose de la capital del virreinato, teatro de su
desdoro y humillación. El Teniente General Whitelocke, inteligente y
esforzado guerrero, fué encargado de llevar á cabo tan alta empresa.
«Lleno de confianza y protegido por 61 buques, salta con doce mil ve-
teranos en las playas de Buenos Aires el 1' de julio de 1807 (Ensenada
de Barragán). Acto continuo marcha el ejército inglés 3^ llega á esta-
cionarse á la plaza 11 de septiembre, donde chocan los antagonistas,
siendo desfavorable el lance para Liniers. El 4-, le intima rendición el
jefe sitiador; pero Liniers le contesta que se defenderá. El 6, resolvie-
ron los ingleses atacar la ciudad; para el efecto, sedividieron en tres co-
lumnas cjue marcharon indistintamente por las calles de Defensa, una;
por la de B. Mitre (de las Torres), otra, y la tercera por la hoy Char-
cas, hasta el Retiro. La primera se apoderó de Santo Domingo; la se-
96
gunda de San Miguel; la tercera del Retiro, pasando en seguida á San-
ta Catalina. Heroica fué la resistencia; A' á pesar de estos triunfos, á
las cinco de la tarde caían vencidos los ingleses, los cuales, renovando
el ataque al día siguiente con las tropas de reserva, lo fueron doblemen-
te, dando por resultado definitivo, que, los que no se hallaban muertos,
fuesen heridos ó prisioneros. Victoria tan espléndida del pueblo, obli-
gó al invasor, no sólo á abandonar á Buenos Aires, sino también las
plazas de la Banda Oriental, en el término de tres meses.
«En las luchas contra los ingleses, los hijos del país adquirieron la
conciencia de su valor y se dieron cuenta de lo que eran capaces. Pen-
saron que, así como se hallaron con fuerza suficiente para rechazar un
enemigo poderoso, bien podían independizarse de España. De las se-
millas que sembraron los ingleses, germinó el 25 de mayo de 1810.»
El objeto de trasladar aquí las palabras mismas de este fidedigno
escritor, es no escatimar al noble pueblo argentino los aplausos que
merecen sus más heroicas hazañas: mas como sería interminable esta
labor, ya no nos será posible detenemos en detalles y continuaremos la
narración histórica de la manera más sucinta.
Durante la suspensión de Sobremonte, Liniers, D. Jaime ó D. San
tiago (Jacques), permaneció en el gobierno lleno de legítimos ho-
nores; ascendido á Mariscal, justa recompensa que á sus servicios le
acordó la Corona, hasta que el noveno y último Virrey' del Ríodela Pla-
ta, D. Baltasar Hidalgo de Cisneros,enl809, tomó posesión de su car-
go. 1806-1809.
Cisneros fué nombrado por la Junta de Sevilla, la que declaró la
guerra á Napoleón cuando Femando VH estaba prisionero en Bayona.
La primera dificultad que halló el Virrey D. Baltasar al llegar al
poder, fué la escasez de numerario para atender á los pagos de los gas-
tos más indispensables del gobierno; cierto que al sigiiiente año se tri-
plicaron las rentas aduanales, debido á que á instancias de Moreno (el
mismo primer secretario) permitió que se embarcaran en barcos ingle-
ses pieles y lanas 3- se autorizó á los mismos buques desembarcar sus
mercancías; pero ya estas ventajas no serían para la Corona, sino pa-
ra sus futuros rebeldes.
A la mitad de marzo de 1810 se supo que los franceses, acampados
en Córdoba y Sevilla, España, habían dispersado las Juntas guberna-
tivas, y el Virrey comunicó al pueblo, en una proclama expedida el 18
Anales. — Tomh I\',
LÁii. '!.
Simón Bdlívar.
97
del mismo mes, la triste situación de la Metrópoli, i El Cabildo, con
fecha 21 de maA'O, pasó un oficio al Virrey pidiéndole permiso upara
convocar la principal y inás sana parte del vecindario, á fin de que, en
un congreso público, expresase la voluntad general y acordase las me-
didas más oportunas para evitar toda desgracia y asegurar su suerte
venidera.» -
Muy á su pesar accedió el Virrey, amilanado por los alarmantes sín-
tomas y rumores siniestros que corrían entre el pueblo, cuya actitud le
causó miedo, miedo que Castelli supo explotar audazmente exagerán-
dole el peligro que le amenazaba. 3
«Además, dice Unen, las tropas mandadas por D. Cornelio Saave-
dra, particularmente los batallones patricios, estaban ganados por los
revolucionarios.» -^
Impotente el Virre3' para luchar, consintió al fin en que se convocara
la parte sana del vecindario para cjue expresase la voluntad del pueblo.
La asamblea popular, que constaba de 600 notables del país 5 (un
ejército), se reunió el día 22 de mayo en la galería superior del Cabildo,
y se declaró en ella que no siendo compatibles la autoridad del Virrevy
la tranquilidad pública, el Cabildo se abrogaba la facultad de nombrar
una junta capaz de ejercer dicha autoridad. El partido europeo obtu-
vo que Cisneros fuese nombrado Presidente de la Junta; pero el pueblo,
que desde el 24 se había reunido en la plaza principal gritando que sa-
liese al balcón el Caballero Síndico Procurador D. Julián de Le3'va, pro-
testó contra la presidencia de Cisneros, y, aunque el Caballero Síndico
salió, en efecto, al balcón, recomendándole que no perturbase el orden,
que se retirase, cpie ellos (los cabildantes) estaban trabajando por el
bien público, el pueblo gritó con más fuerza:
«Lo que queremos es deponer al Virrey-. »
Cisneros renunció entonces; los españoles se resignaron 3- LcA'va
anunció á los bonaerenses su fácil triunfo.
¡Qué btiena fe la del Virrey! ¡Qué afortunado Síndico! ¡Quédocilidad
de europeos! ¡Qué majestad de pueblo soberano!
¡Cuan distinto el cuadro si nos trasladamos en espíritu á nuestra
colonia y repasamos los disímbolos nombres de Iturrigara 3-, de la blan-
ca víctima de Verdad, de Azcárate, de los siniestros oidores Aguirre y
Bataller, de Bravo el Inquisidor, de Gabriel J. de Yermo 3^ sus tenebro-
sos esbirros, y sobre todo, si evocamos la postrada condición del me-
droso rebaño cu3-o nombre santificó con su sangre el Protomártir del
Continente!
1 Autor anónimo (se firma A. de A.) dice: « informó á los habitantes de los suce-
sos de la Península y de su incertidumbre sobre la legitimidad de su propia autoridad.»
2 Magariños. — Estudios históricos sobre el Río de la Plata. — Págs. 102—3.
3 Ibídem. — Página 116.
4- Hist. y Geogr. argentinas. — Pág. 28.
5 R. C— Hist. de la América del Sur.— Pág. 110.
Anales. T. IV.— 13.
98
El día 25 de ma3^o de 1810, iiltimo de la dominación en la capital de
aquel Virreinato, el Cabildo publicó una acta, estableciendo la Junta
de Gobierno, formada así:
Presidente, Vocal y Comandante general de armas, D. Comelio de
Saavedra; Vocales: Dr. D. Juan José Castelli, Dr. D. Manuel Alberti,
Lie. D. Alanuel Belgrano, D. Miguel de Azcuénega, D. Domingo Mateu
y D. Juan de Larrea, y Secretarios, los Dres. D. Mariano Moreno y D.
Juan José de Passo.
En la tarde del mismo 25 todos los miembros de la Junta otorgaron
el juramento respectivo, y, desde uno de los balcones el Presidente
arengó al pueblo y le recomendó orden, circunspección y armonía.
Triunfante la revolución en la capital, la Junta revolucionaria se
erigió en Poder Ejecutivo, y se propuso llevarla revolución á las inten-
dencias todas que habían integrado el Virreinato; pero algunos realis-
tas influyentes como Liniers y el marino Juan Gutiérrez de la Concha,
Gobernador de Córdoba, que de acuerdo con el Virrey, que se hallaba
asilado en aquella ciudad y arrepentido tardíamente de su debilidad,
pretendían contrarrestar el movimiento de los independientes y trata-
ban de organizar un ejército que marchara sobre Buenos Aires. Sabe-
dora la Junta de lo que se tramaba, envió una división, con el título de
auxiliadora, fuerte de un mil doscientos hombres al mando de los co-
roneles Ortiz de Campo y Antonio Balcarce, la cual dio alcance en Ca-
beza de Tigre á los reaccionarios Liniers, Concha, Allende y Rodríguez,
los que fueron pasados por las armas en el Monte de los Papaga^^os.
El Virre3- y los miembros de la Audiencia, en castigo de su complicidad
en la reacción, fueron expulsados á las Islas Canarias.
Después de este acontecimiento, el ejército de Ocampo recibió refuer-
zos y orden de marchar al Norte hacia el Alto Perú á batirá los realistas,
generales Go^-oneche y Xieto y Coronel Córdoba. Córdoba fué derro-
tado en Tupiza por Balcarce, á quien tocó la primera victoria sobre los
realistas. Nieto y Goyoneche fueron derrotados también en Santiago y
Gotagaita. Córdoba 3- Nieto fueron fusilados, lo que nos obliga á con-
fesar que los primeros actores de la revolución argentina torpemente
inauguraron con crueldades la campaña, y las represalias, consecuen-
cia de tales actos de barbarie, si no pueden atribuirse á ellos, justo es
decirlo, con menos razón á sus adversarios.
D. Juan José Passo fué comisionado para participar al pueblo de
Montevideo el nuevo régimen, al que se opusieron algunos partidos
formados por europeos y fortalecidos con la llegada de tropas españo-
las al mando del General Elio, quien tomó el título de Capitán General.
Entre tanto, Belgrano, á la cabeza de novecientos hombres marchó
99
á someter al Paraguay-, que gobernaba el Intendente Velasco. Yedro,
íjue conuindaba á los paragnaA-os, derrotó, en 29 de enero y 9 de mar-
zo de 1811 sucesivamente, en Paraguari yTel)icuar¡, á Belgrano, quien
se vio obligado á repasar el Paraná, después de haber convenido en un
acuerdo ó capitulación que sancionaba la segregación de aquel ])aís,
que, á pesar de caer bajo la influencia de su futuro tiranodictador José
Gaspjir Rodríguez de Francia, aseguró definitivamente su Indepen-
dencia.
Después de las victorias de Ocampo y Balcarce en el Norte, cuando
aumentado su ejército con cinco mil hombres se preparaba á invadir el
Perú, gobernado ]Dor el \'irrey Abascal, Castelli, que los seguía como
Gobernador del Alto Períi, celebró con GoA'oneche un armisticio propues-
to por el Ayuntamiento de Lima y aceptado por la Junta de Buenos
Aires.
No teniendo los independientes á otro enemigo sino á Elio, que en
nombre del Gobierno español bloqueaba al Puerto de Buenos Aires,
marcharon contra él, en níimero de cuatro mil, mandados por el Coro-
nel Martín Rodríguez en combinación con Belgrano, que regresaba de-
rrotado del Paragua3% y auxiliados eficazmente por D. Venancio Bena-
vides y por Artigas, rico propietario de la Banda Oriental, que en
ese mismo año abandonó la casa real y recibió de los insurgentes ar-
mas y mtmiciones para fomentar la rebelión en su país natal, formando
guerrillas.
Después de varios encuentros desfavorables á los españoles, princi-
palmente el de San José de las Piedras, los patriotas llegaron hasta
Montevideo y con nuevos refuerzos le pusieron sitio á fines de ma^'ode
1811, dirigidos por D. José Rondeau. Elio, que no podía sostenerse,
pidió ayuda á los portugueses del Brasil, y la Princesa Carlota, ven-
diendo todas sus joyas, mandó en auxilio de los sitiados al General
Sousa con cuatro mil homlires. Antes de que llegaran los portugueses,
Elio y el Gobierno de Buenos Aires entablaron negociaciones de paz en
noviembre del año citado, por las que .se estipuló que los portugueses
habían de retirarse al Brasil y los argentinos evacuarían tamljién la
Banda Oriental.
Al mismo tiempo que se levantaba el sitio de Montevideo, el Gene-
ralTristán derrotaba en el Río Nazareno al ejércitoauxiliadory seapo-
deraba de la Provincia de Salta, haciendo crítica la situación de los
independientes, en virtud de que los portugueses, en lugar de retirarse,
cometían toda clase de excesos en el territorio de la Plata. No obstan-
te ésto, se envió á Belgrano contra ellos con una división de cuatro
mil soldados, lo qne intimidó á Sousa y lo hizo firmar la paz el 6 de ju-
nio de 1812.
100
III.
Suspendemos aquí la narración de las campañas que con éxito va-
rio sostenían los patriotas de las provincias todas del Virreinato de
Buenos Aires, para ocuparnos del resto de la América del Sur, y, como
no sería posible consagrar á cada país especial capítulo, continuare-
mos enumerando en globo los acontecimientos todos que en esa parte
de la América se efectuaron, en el orden cronológico en que fueron suce-
diéndose, sin omitir aquellos en los que, directa ó indirectamente ten-
gan conexión con los insurgentes platenses.
Ya se sabe que á México corresponde el honor de haber sido el pri-
mero en pretender ser libre y que el gobierno residiese en el pueblo (9
de julio de 1808), y que á los ecuatorianos toca el segundo lugar por
su movimiento revolucionario iniciado en Quito el año de 1809, que
aunque fué reprimido en esa época, surgió de nuevo al año siguiente
(19 de agosto).
El Consejo Municipal de Caracas, Capitanía General de este nom-
bre, se erigió en Junta Suprema de Gobierno en 19 de abril de 1810, re-
conociendo á Femando VII, 3- al mismo tiempo rebelándose contra los
derechos de la Regencia de Cádiz, que, como se sabe, había substituido
á la Junta Suprema que para el Gobierno de España é Indias se había
constituido antes en aquel Puerto.
A la vez cjue en Caracas se formaba la Junta 3-a citada, llegaban á
la Colonia agentes europeos pretendiendo se jurase fidelidad en ella
á José Bonaparte, y fueron rechazados al grito de ¡Viva Femando! En
las colonias españolas eran Napoleón y sus partidarios, los afrancesa-
dos, odiados generalmente como en la Aletrópoli.
Las provincias de Nueva Granada se sublevaban simultáneamente,
y el Virrey, acusado de haber consentido en entregar la América á los
franceses, era desterrado á Cartagena. Constitu3'óse una Junta de Go-
bierno en Santa Fé de Bogotá, que reconocía á Fernando VII é invita-
ba á Caracas á que hiciese otro tanto, uniéndosele; pero el General Ali-
randa no quiso acceder á lo propuesto, 3^ respondió á los representantes
de la Junta Neo-Granadina que las provincias venezolanas, unidas,
formarían un pueblo libre.
Después de Quito se inició la revolución en Charcas y la Paz, Alto
Perú, en ma3-o de 1809, y cuando Castelli y Balcarce penetraron hasta
el Potosí, muchos caudillos secundarios se les unieron. Al año siguien-
te se sublevó Chile, cu3-os indómitos hijos, dignos soldados del valiente
O'Higgins, sufrieron con resignación por largos años las terri1)les per-
secuciones del Comandante San Bruno, sostenidos con las esperanzas
que les infundía su activa correspondencia con todos los jefes de las par-
101
tidas insurgentes del Alto y del Bajo Perú, así como con Pii;>Tredón,
(jue desde Buenos Aires estaba en constante comunicación con (J'Hif;-
gins y con Bolívar.
Al llegar á este punto de mi relato, no solamente estoy dispensado
de locídizarlo á cada pueblo, sino que es de forzosa obligación genera-
lizarlo, puesto ([ue se advierte claramente que todos los patriotas sud-
americanos hicieron causa común, 3' en el teatro de la guerra no se pre-
sentaron más que dos partidos: realistas é independientes. Pero como
el olíjeto de esta humilde jjroducción no es hacer la historia de América,
sino únicamente un ligerísimo estudio psicológico de los principales hé-
roes de la época á que nos referimos, basado en los hechos más culmi-
nantes, debemos implorar se nos excuse de habernos detenido demasia-
do en detalles, y continuaremos, para no ser difusos, ocupándonos sólo
de tres de los principales capitanes del Sur, cuyas hazañas nos falta
considerar: éstos son Bolívar, Miranda y San Martín.
Los brillantes triunfos de este último pueden resumirse en muy po-
cas palaliras, mas no por esto dejan de ser trascendentales.
D. Gaspar de Vigodet substituyó á Elio en el Gobierno delUruguaj',
y aprovechando las fuerzas navales de que disponía, intentó penetrar
á Buenos Aires, y, al efecto, dejando la indispensable guarnición en Mon-
tevideo, desembarcó el 13 de febrero de 1813 en las márgenes del Para-
ná. Se envió contra él al Coronel San Martín, quien aprovechando una
llanura, con sólo la caballería derrotó completamente á Vig )det, quien
se jactaba de destruir por completo á la Junta de Buenos Aires.
Pezuela, sucesor de Goyeneche en el mando del ejército realista del
Perú, se encontró en Vilcapugio, más acá del Potosí, á Belgrano, cpiien,
deshecho por completo, se replegó sobre Auyoma, al Norte de Chuqui-
saca, donde fué nuevamente derrotado por el enemigo. En virtud de
estas derrotas, Belgrano fué substituido por San Martín, qviien disci-
plinó un ejército de tres mil quinientos hombres en unos cuantos días,
con el que formó guerrillas, é interceptando las comunicaciones de los
realistas, los privaba de toda clase de recursos.
A petición de los insurgentes de Chile, después que la República Ar-
gentina había proclamado en Tucumán su Independencia, San Martín,
que era Gobernador de Mendoza, pasó á Chile con cuatro mil hombres,
habiendo jurado previamente permanecer unidos en sentimientos 3' en
esfuerzos para no consentir en adelante tirano alguno en América, y á
102
fuerza de buenos espartanos no soportar nunca las cadenas de la escla-
vitud, «mientras brillaran estrellas en el cielo y corriese sangre por sus
venas» i 3' atravesó los Andes por el paso de Los Platos, que hasta en-
tonces se tenía por impracticable, y el 11 de febrero de 1817 libró ba-
talla al ejército realista, que desde el día anterior había tomado posi-
ciones en Chacabuco. Vencidos los españoles, San Alartín entró en
Santiago el día 15 si.s:uiente.
O'Higgins, previendo que los realistas reforzados por cinco mil hom-
bres enviados del Perú lo atacarían, mientras se preparaba á resistir,
proclamó la Independencia de Chile el 1° de enero de 1818.
El General realista Osorio sostuvo contra San Alartín varios com-
bates de poca importancia hasta que logró derrotarlo por completo en
Caucha ó Concha Rayada; pero poco después, el 5 de abril, el mismo
Osorio era aniquilado en la sangrienta batalla de Alaj'po, donde se
consumó la emancipación de Chile.
Los chilenos desde luego salieron de su territorio á librar del 3'ugo
hispánico á sus hermanos de los demás pueblos, y así, unidos á los pe-
ruanos, batieron á dos mil soldados que acababan de desembarcar pro-
cedentes de España, 3- en seguida, la marina chilena, mandada por el
oficial inglés Lord Cochrane, recorría los mares y desembarcaba cinco
mil hombres en las costas del Perú, 3' San Martín 3- Lord Cochrane to-
maban la ciudad de Lima el 28 de julio de 1821, día en que se proclamó
la Independencia peruana. En 3 de agosto siguiente, San Martín era
nombrado General en Jefe del ejército insurgente 3- se le confiaba el pro-
tectorado de la libertad del Perú.
De Miranda hablaremos al referimos á Bolívar, así como de Páez,
Rivas 3' otros caudillos cjue necesariamente deben figurar en esta narra-
ción.
D. Juan Vicente Bolívar 3- Ponce, Coronel de las milicias en las lla-
nuras de Aragua, donde tenía valiosas posesiones, era mu3- considerado,
y no solamente estaba relacionado con la aristocracia castellana, sino
que, además, estaba emparentado con la nobleza. Tuvo cuatro hijos,
siendo el menor D. Simón, á cpiien se envió mu3- joven á Madrid, al la-
do de su tío el Marqués de Palacios, á fin de que perfeccionara su edu-
cación. Simón Bolívar nació en Caracas el año de 1785, 3' niU3^ joven
aún, huéríano 3- dueño de una fortuna inmensa, después de viajar por
1 América del Sur.^.\utor anónimo. — Páj;. 120.
103
varias partes de Europa, contando sólo 18 años, se unió en matrimo-
nio á su prima, la hija del Marqués del Toro, con la que volvió á Cara-
cas, donde á los cinco meses tvivo la pena de verla morir, víctima de la
fiebre amarilla. Este triste acontecimiento lo impulsó á viajar de nue-
vo por Europa y por los Estados l'nidos, teniendo oportunidad de co-
nocer al Presidente Washington.
Cuando regresó á sus posesiones de Aragua, los revolucionarios so-
licitaron sus servicios y lo comisionaron para que fuera á implorar á
Londres la protección de la Gran Bretaña: fué, en efecto, acompañado
de D. Luis López y Méndez, y fué recibido fríamente en aquella capital,
en virtud de estar ligado el Gobierno inglés con las Cortes españolas
contra la invasión francesa. Regresó entonces trayendo algnnas ar-
mas á América, 3' con Aíiranda, antiguo conspirador venezolano que
recorría el extranjero para allegar recursos á la revolución de su patria,
y á pesar de su avanzada edad, se unió á Bolívar para venir á ofrecer
sus servicios á sus conciudadanos, quienes lo colocaron á la cabeza del
movimiento.
El General realista Monteverde logró recobrar á Venezuela estre-
chando á Miranda á capitular, prometiéndole una amnistía en favor
de los rebeldes, promesa que cumplió enviando á Miranda á un calabo-
zo de Cádiz en el cual murió en 1816, sufriendo la decepción de contar
á Bolívar entre sus enemigos. En vista de las críticas circunstancias
de la causa revolucionaria, Bolívar se refugió en la Isla de Curazao y
allí reunió á los insurgentes dispersos para llevarlos en número de tres-
cientos á Cartagena, provincia libre de Nueva Granada, cuyo Congreso
le facilitó armas, víveres y dinero para que salvase á un mismo tiempo
de la opresión á Venezuela y á la misma Nueva Granada, confiriéndole
el mando de quinientos hombres á las órdenes de Manuel Castillo, los
que unidos á los venezolanos, formaron un ejército de ochocientos sol-
dados que tuvieron por segundo jefe á Rivas.
¡El genial Cura de Nucupétaro no exigió del Generalísimo ni dinero,
ni armas, ni hombres: él solo regresó á su curato!
La expedición salió de Cartagena á principios de 1813 y el Congre-
so ordenó en seguida á Bolívar que ocupase Barrancas, villa al borde
del Río Magdalena; pero el futuro Dictador desobedeció las órde-
nes de aquel H. Cuerpo y se dirigió al pueblo de Tenerife.
¡Morelos no sólo no desobedeció al Congreso, su propia hechura, si-
no que, lleno de abnegación sublime, se supo sacrificar por escoltarlo!
Habiéndose apoderado de la población últimamente citada, mar-
chó sobre Monpox y Ocaña que tomó sucesivamente, venciendo la dé-
bil resistencia del enemigo.
Para que no se crea que inventamos, alteramos i'i oinitimos algo, ni
que exageramos apasionadamente el número de tropa con que contó
Bolívar, sin esfuerzo alguno, copiamos textualmente á tmo de los au-
tores antes citados.
104
Dice en las páginas 115 v siguientes de sit Historia de la América
del Sur:
«Las crueldades de Alonteverde salvaron la revolución, obligando á
los moderados á echarse en brazos de los patriotas. Los reclutas llega-
ban de todas partes, y seguido ^-a de más de dos mil hombres, cuando
Bolívar penetró en los Andes, vio unirse á sus banderas, en los alrede-
dores de Pamplona, muchos miles de voluntarios desde que consiguió
reunirse con Ribas en el territorio de Venezuela. Con Ribas habían ve-
nido seiscientos granadinos, enviados por el Congreso de Tunja, al mis-
mo tiempo que el coronel Briseño, destacado en Guadalito, llegaba con
un cuerpo de caballería. Sin más retardo, Bolívar atacó á los realistas
en la Grita 3- después en Mérida, acabando por hacerse dueño del dis-
trito de este nombre: con la misma rapidez ocupó la provincia de Va-
rinas. En tanto, Marino, ese joven estudiante que después de haber re-
corrido en pocos meses todos los grados militares era 3'a citado como
uno de los más firmes sostenes de la revolución, batía á Monteverde,
se hacía dueño de las provincias de Cumaná y de Barcelona 3' tomaba
el título de general en jefe y dictador de las provincias orientales de Ve-
nezuela. Favorecido por estos sucesos, que por otra parte contraria-
ban sus miras unitarias, Bolívar dividió su ejército en dos cuerpos,
pues tomó el mando de uno de ellos, confió el otro á Ribas, y acosando
siempre á los españoles los batió en Niquitas, Betioca, Caracha, Bar-
qtiisimeto y Varinas, alcanzando por fin á Monteverde á quien destro-
zó, marchando después sobre Caracas, en cu^'a capital hizo su entrada
Bolívar (4- de agosto de 1813), en una carroza arrastrada por doce her-
mosas jóvenes, siendo indescriptible el entusiasmo con que fué recibido el
desde entonces saludado con el título de Libertador. En pocos meses
había recorrido ciento cincuenta leguas, librado quince batallas y nu-
merosas acciones de guerra. Su gloria habría sido completa, si en es-
ta tan memorable campaña no hubiera respondido con sangrientas eje-
cuciones á las horribles crueldades de Monteverde. C|ue nunca pueden
justificar las suyas.
«La liberación de \'enezuela parecía estar completamente aseglara-
da, pues Bolívar ocupaba casi la mitad de la capitanía general y Mari-
ño el resto. Los españoles ocupaban sólo algunos puntos sin impor-
tancia, estando Monteverde bloqueado en Puerto Cabello: difícil era
preveer que la fortuna volviese las espaldas á los americanos.
«Bolívar, que había tomado el título de dictador de las provincias
occidentales de Venezuela, no pensaba en restablecer el gobierno civil,
único elemento en que pueden vivir sin peligro las democracias; pero los
ecos de la opinión pública, llegando hasta él, diéronle á entender clara-
mente el error que cometía, 3- se apresuró á convocar una Asamblea,
ante la cual dio cuenta de sus ojjeraciones 3- de sus planes, y presentó
su dimisión. Esta no le fué admitida, confiriéndosele la dictadura has-
ta tanto que Venezuela pudiese reunirse á la Nueva-Granada.
105
«Los realistas, (juc no habían ijcrdido toda csi)cranza, armaron á
los esclavos bajo promesa de libertarles, á los vagamundos y euantas
gentes sin modo de vivir conocido pudieron encontrarse. A la cabeza
de esas bandas santíuinarias fitíuralja el feroz Puy, el cual, después de
haberse apoderado de Varinas, fusiló en ella á quinientos patriotas:
Puy era un luf;arteniente de Bover, el más temible de los adversarios
de Bolívar. Este Bover, castellano de orijien, había sido sucesivamen-
te marino, «íuardacosta y buhonero, y reducido á prisión por sus fecho-
rías, había llegado á América buscando un asilo contra la persecución
de la justicia. Sin (|ue se sepa el motivo, se alistó en las filas realistas,
en las que figuraba como capitán de milicias cuando las derrotas sufri-
das por los españoles. Hizo un llamamiento á los vagos, á los perse-
guidos por la justicia, á los negros, á los mulatos, y con esta gente or-
ganizó una partida que mereció por su ferocidad el nombre de Legión
infernal, en la cual figuraban muchos llaneros, bárbaros de la llanura,
boyeros, á la vez que carniceros, aco.stumbrados á domar los más fero-
ces caballos, y que como glnetes no tienen rival. Los llaneros despre-
cian al montañés que se envilece caminando á pié, igualmente que al
europeo que no puede resistir un galope continuado de diez v seis horas.
Alontan en pelo y no usan más vestido que una especie de calzón corto
ó calzoncillos. Tendidos sobre sus caballos, la lanza en ristre y el lazo
en la otra mano, caen sobre el enemigo, lo hieren y destrozan con la ra-
pidez del raj^o. No haj' caballería regular que pueda resistir el choque
de estos cosacos de las estepas colombianas que siempre dejan tras sí
huellas terribles. Se había excitado la codicia de estos nómadas, ofre-
ciéndoles distri1)uir las tierras de los vencidos, y con esto consigviió nuiy
pronto reunir un ejército de ocho mil hombres.
«Desde el momento en que Bover aparece en el teatro de la guerra,
revistió ésta tal carácter de ferocidad y barbarie, que de una parte y
otra se rivalizó en cometer atrocidades. Justo es confesar, sin embar-
go, que fué Bover quien la inició degollando en un solo día mil doscien-
tos prisioneros. La enérgica actividad de Bover fué más de una vez pa-
ralizada por la incuria de los generales españoles, y Bolívar consiguió
liatirle varias veces al igtial que á sus lugartenientes el mukito Roseta
y el jefe de guerrillas Yáñez. Cometió el dictador, sin embargo, la im-
prudencia de aventurarse con todas sus fuerzas en las vastas llanuras,
en donde fué sorprendido y destrozado por la caballería de Bover. Ma-
rino, Ijatido casi al mismo tiempo, fué rechazado hacia Cumaná. El
vencedor penetró en Caracas con tal precipitación, que el dictador tu-
vo sólo el tiempo necesario para meterse en im Ijuíjuc confiando la sal-
vación de la República á la discreción de los elementos. Ribas rehizo á
las dispersas fuerzas americanas y continuó sosteniendo la campaña;
pero en la batalla de Eriza fué batido definitivamente por Bover que,
herido de una lanzada, espiró en el campo de batalla. Sus feroces sol-
dados le hicieron unos funerales dignos de su persona; mujeres, niños,
A.N.\LES. T. IV.— 14.
106
ancianos, todos fueron pasados á cuchillo; y Ribas, ijue había caíilo pri-
sionero, filé fiísilado y su cabeza enviada á Caracas para ser expuesta
públicamente (diciembre de lS14-).n
Y más adelante asrrega el mismo autor:
«Estando comprometida la paz interior de Colombiíi por las disen-
siones de los partidos, Bolívar, encargado en acjuel entonces (1826) del
gobierno dictatorial del Perú, vino íipresuradamente á su patria, y pa-
ra salvarla de la anar([uía que la amenazaba, se apoderó de la dicta-
dura. El ejército y la mayoría del país aplaudieron esta resolución; jiero
una parte del elemento civil, entre el que figuraban sus más decididos
adversarios, trataron de presentarlo á la nación como un hombre am-
bicioso, que aspiraba, siguiendo las huellas de Napoleón, á i^roclamar-
se emperador. Nunca fiíltaron enemigos que calumniaran á los gran-
des hombres, y Bolívar no podría librarse de que los suyos le supusieran
la ambición que no sentía, la de elevarse un trono solare las ruinas
de la libertad de su patria. No podría desear una corona el hombre que
prefería «el título de ciudadano al de libertador, porque éste trae su orí-
gen de la guerra 3- ac¡uél de la ley,» segiin la noble y bella respuesta que
dio al Congreso que le ofrecía la presidencia de la Kepiiblica colombia-
na en Santo Tomás de la Angostura; no podría desearla tampoco el
que, al resignar el poder en el ]iresidentedel Senado, le escribía en 1S24:
«Deseo convencer á la Europa y á la América del horror que me inspira
el poder supremo, bajo cualquier nombre C|ue se le designe: mi concien-
cia está indignada por las atroces calumnias que contra mí acumulan
los liberales de la América y los serviles de Europa;i>y porfin, nopodría
aspirar á fundar un imperio para sí, el Cjuc en el mensaje que dirigió al
Congreso de Bolivia, al acomjjañarlc un proyectt) de constitución, se
expresaba en los siguientes términos: «La libertad es ya desde hoy in-
destructible en América , etc
«No es por eso menos cierto, sin embargo, que Bolívardeseó retener
la dictadura durante toda su vida; pero ponjue la consideraba, (juizá
sin ecpiivocarse, como el único medio de llevar á cabo la comjjleta inde-
pendencia y el engrandecimiento de su jjatria. Deben perdonársele sus
defectos, que los tuvo como hombre, y reconocer su incansable activi-
dad, su bravura, su pasión por la gloria é independencia de su país, su
desinterés v su generosidad.
«Se pueden censurar algunos de sus actos, y especialmente su sed de
mando, pero no se puede dudar de la purezadesus intenciones, etc »
Y, finalmente, refiriéndose el repetido autor al Congreso paname-
ricano de Panamá, convocado por Bolívar en 1S26, prosigue:
« No falta quien aseg-vira cjue Bolívar abrigaba en secreto el
107
propósito de orofanizar con la Coloinl)ia, el Perú, la Bolivia, la Plata
_V el Chile una jírandc é inmensa Ke]júl3lica, de la cual se proponía ser el
iefe supremo, quedando así dividido el Continente americano en só-
lo cuatro jirandes Estados: México, enjírandecido á expensíis de Gua-
temala; los Estados-Unidosdcl Norte; el Brasil, y, por último, abajo, con
el nombre de Estados-Unidos del Sur, el resto déla América meridion.al.
«Sin que pretendamos afirmar ni negar el propósito atri])uído á Bo-
lívar, es lo cierto que en esta época estaba casi ya realizada la unión de
las tres Ke])úblicas de Bolivia, Perú y Colombia, bajo el título de Con-
federación, con una capital, residencia de un jefe vitalicio 3^ hereditario.
El sistema centralizad or, á que tan aficionado se mostraba el Libertador,
contaba en el país con muchos adversarios, 3* el más importantede ellos
era sin duda Páez, el antiguo compañero de armas de Bolívar, que re-
presentaba en el Senado colombiano, á Venezuela, de cuyo país, que le
había confiado el mando militar, reclamalia la autonomía absoluta».
No es preciso continuar la intrincada historia de la Confederación
colombiana, formada por Quito (hoy I\ci)úl)lica del Ecuador), Vene-
zuela, Bolivia 3- Nueva Granada (hov República de Colomliia, desmem-
brada con la pérdida de Panamá), ni fué ese nuestro primer intento;
sin embargo, conviene seguir á Bolívar, á fin de no omitir nada que á
sus hechos ]3ueda referirse: en su huida llegó á Cartagena, que con la
Provincia de Santa Alarta se había constituido en República, cuyo Pre-
sidente era Torrices, cuando todo el resto de Nueva Granada y \'cne-
zuela se hallalia en completa anarcjuía.
En septiembre de esc iiño, 1 814, se reunió un nuevo Congreso en Tun-
ja, al cual el Libertador ofreció sus servicios 3', aceptándosele, recibe en-
cargo de marchar contra el dictador Alvarez, de Bogotá; éste promete
formalmente unirse á la confederación que anhelaba Bolívar, 3- al unirse
los jefes venezolanos á los granadidos, el Libertador, nombrado Capi-
tán General de Nueva Granada 3' Venezuela, se dirige con tres mil hom-
l)respor la Provincia de Magdalena 3' sorprende á los realistas en Mon-
pox, 3' allí fusila á cuatrocientos prisioneros. Como el Presidente To-
rrices le negase los refuerzos que le exigía, Bolívar y Torrices iban á
trabar una lucha fratricida; pero como ala sazón se acercaba un nuevo 3-
formidable refuerzo al común enemigo, se evitó el lance, y Bolívar, dejan-
do su tropa en Cartagena, unida á los independientes allí existentes, se
embarcó rumbo á Jamaica en busca de socorros.
El refuerzo al enemigo que temían los insurgentes, consistía en diez
mil soldados que vendrían de la Península al mando del General Mori-
llo, según Fernando VH, al volver á Madrid 3' ocupar su trono, hizo co-
municar á todos los virreinatos para intimidar con esta sola noticia
á los rebeldes. En efecto, se organizó la expedición de Morillo, jiero no
consta exactamente el número de su gente.
Bolívar supo en el extranjero que Morillo, después de reducir á cs-
combrosla ciudad, entraba en Cartagena el G de dicieml)redc ISlf). La
108
toma de esta plaza significó á los españoles nada menos que la recon-
quista detoda Nueva Granada, por lo que, ya se preparaban á pasar al
territorio del Perú; pero Morillo, después de importantes victorias, fué
batido el 16 de febrero de 181 6 por los independientes Torrices 3' Urda-
neta, y vio pasarse quinientos soldados de sus filas á las de los patrio-
tas, capturados sus convoA'es por los corsarios y volado uno de sus
buques. Y no era esto todo: el Almirante holandés Brión conducía á
Bolívar}- Marino con mil c[uinientos hombresde los más decid os, aumen-
tados con mil negros que les projíorcionó Pétion, el Presidente de Haití.
Este Almirante Brión, al servicio deVenezuela, costeó de su propio peculio
casi todos los gastos de una expedición compuesta de dos buques de
guerra 3' trece barcos de transporte, y el 2 de ina^-o de 1816 obtuvo una
victoria sobre la flotilla española, á la que apresó dos embarcaciones.
Al día siguiente desembarcó Bolívar en la Isla Margarita, de la que tu-
vo que salir de nuevo por serle adversa la fortuna y refugiarse en Ja-
maica para invadir después la GuaA-ana, que había permanecido fiel al
gobierno español. Dirigió muy bien esta campaña, secimdado hábil-
mente por Brión, y el 17 de julio del mismo año, entró triunfante en An-
gostura, capital de la Provincia. Morillo, entretanto, fué á sitiar per-
sonalmente á la Margarita y sufrió serios descalabros en mar \' tierra,
por los que, la escuadra realista tuvo que alejarse, escapando como por
milagro de ser destruida totalmente, y él mismo, derrotado dos veces
por la caballería del intrépido Páez, dejó gran niimcro de armas 3' pri-
sioneros en ])oder de los insurgentes.
Bolívar, en vista de su triunfo en la Gua3-ana, hizo de Angostura la
capital provisional de los republicanos, repartió las propiedades entre
sus soldados 3' se ocupó en organizar la administración de la Provincia.
La causa independiente iba por fin obteniendo inapreciables venta-
jas: numerosos voluntarios acudían de Francia, Inglaterra 3' los Estados
Unidos; los representantes de Venezuela, eran recibidos oficialmente en
Washington 3- Londres, reconociéndose tácitamente á los beligerantes,
3'' López Aléndez, encargado en Inglaterra de contratar empréstitos 3-
reclutar hombres, los había visto afluir con dinero, armas 3' municio-
nes, en tal número, que, además de los recursos necesarios para conti-
nuar la guerra, «contaba la nueva Repxiblica, á finesdelSlS con nueve
mil combatientes extranjeros.» 1
Así, á pesar de que los españoles poseían tranquilamente desde hacía
dos años la Nueva Granada, poco á poco fueron desalojados por los in-
surgentes todos, 3' en 1° de julio de 1819 eran batidos en Sagamoso 3-
Tanjíi por Bolívar y Santander, lo que impulsó á las autoridades de Bo-
gotá á huir precipitadamente, quedando dicha ciudad abierta á los in-
dependientes. Estos acontecimientos 3' la toma del fuerte 3' ciudad de
Barcelona jjor Brión (18 de julio de 1819), aseguraron el triunfo délos
1 K. C. Historia (le la América del Sur. Pág. 1125.
109
republicanos, y al reureso de Bolívar á Angostura, donde el 15 de
febrero anterior había instalado el Conureso, esta Corj)oraeión rea-
lizaba el 17 de diciembre el proyecto tan acariciado del Libertador,
reuniendo dos naciones en una sola, que en honor del Descubridor del
Nuevo Miuido lial)ía de llamarse Re])úl)lica de Coloml)in.
»
* *
No termina con esto la l)rillante carrera del Libertador, sino con la
victoria decisivamente favorable á su país, última de Bolívar, y obteni-
da el24 de junio de 1821, en las llanuras de Carabobo, la cual tuvo co-
mo consecuencias inmediatas, la sumisión de las ciudades de Valencia,
Caracas y Guayaciviil, y la rendición de Cartaoena y Cumaná á los re-
ptililicanos.
Basta con lo anteriormente dicho, para que se pueda formar un jui-
cio acerca del Liljcrtador de los países que le tributaron honores y le
confirieron el mando supremo, vinas veces aislados y otras unidos, y le die-
ron reiteradas muestras de gratitud: el Alto Peni, desde entonces se
llama Bolivia, y la primitiva Colombia, cuando Bolívar anunció á su
Congreso la intención de expatriarse, acordó, en ma^-o de 1830, asignar-
le una pensión de $30,000 anuales, pagaderos en cualqviier punto del
globodonde quisiera radicarse; pero en cambio, no le faltaron enemigos
ni le faltaron desengaños, j- en el mismo año de 1830, ell7 de diciembre,
ya próxima á disolverse la Confederación que tantos afanes le costara,
en San Pedro, lugar inmediato á Santa Marta, murió lleno de amargu-
ras 3- temores por la patria de sus ilusiones, á la que se había consagra-
do por completo. Días antes de morir, escribió esta tierna despedida
á su pueblo:
«Digo con verdadero dolor que soy víctima de mis enemigos, ciue me
han conducido al sepulcro; y sin embargo de esto, yo los perdono. — Co-
lombianos, os dejo. En mis últimos momentos ruego á Dios por la tran-
quilidad de la Colombia, 3' si mi muerte, desvaneciendo las animosida-
des de los partidos y restableciendo entre vosotros la concordia, puede
contribuir á este apetecido resultado, llevaré un sentimiento de satisfac-
ción á la tumba C[ue para mi se abre.»
Hemos dado una rápida ojeada á los principales acontecimientos
de la América del Sur, desde la parte más meridional ocupada por las
provincias del Plata, hasta el Panamá, límite con Centro-América; vea-
mos ahora cómo se hallaba el campo de acción de los nuestros.
Nada omití en lo ciue atañe á los sudamericanos, y en cuanto á lo
lio
que se refiere á la guerra en nuestro suelo, solóme ocuparé de lo concer-
niente á Morelos, nobilísimo móvil de mi asunto.
Novo3',pues, á narrar de los otros episodios de nuestra independen-
cia, sino lo que indispensablemente debo mencionar para la mejor com-
prensión de mi insignificante labor.
«Al principiar el siglo XIX el virreinato de Nueva España era la por-
ción más importante de los dominios que los reyes españoles poseían en
el Continente Americano. Extendíase este vasto país por la costa del
mar Pacífico desde los 16°, en los confines con la Capitanía General de
Guatemala, hasta más allá del Cabo Mendocino, á los 42° de latitud
septentrional. Por el lado del Oriente, una línea que partiendo del Gol-
fo de Honduras continuaba por las costas de la península de Yucatán
y seguía el contorno del Golfo Mexicano hasta la Luisiana, marcaba
sus términos por ese rumbo. Desde el extremo oriental de la Provincia
de Texas, en las orillas del seno ó Golfo de México, otra línea imagina-
ria que se dirigía hacia el noroeste é iba á terminar en las playas del
Grande Océano, bajo los 42° de latitud boreal, cerraba el jjerímetro de
Nueva España, separándola por este lado, aunque de una manera incierta
y vaga, de los Estíidos Unidos de la América. La vasta superficie com-
prendida éntrelos límitesque hemos indicado, pudiera calcularse en cerca
de doscientas rail leguas cviadradas. Una población que apenas ascendía
á seis millones de habitantes ocupaba este inmenso territorio, » i
Para defenderlo la Corona tenía en él lo mejor de su ejército, pues
que con razón le daba mayor importancia que á las otras colonias.
El gobierno virreinal contaba, pues, ordinariamente con cuarenta
mil soldados perfectamente armados 3- equipados, y al tenerse en la Co-
lonia noticias de los desgraciados y bochornosos acontecimientos déla
Metrópoli, el Virrey Iturrigara^- aumentó este número con la creación de
nuevas milicias y regimientos de voluntarios como el de Fernando VII:
ya vemos que sin contar los diez inil hombres que constantemente se
hallaban sobre las armas, guarneciendo los presidios del Norte y pvier-
tos de ambos Océanos, próximas á la frontera de los Estados Unidos,
los veteranos acantonados por el mismo \'irrey, en Xalapa, excedíande
ciuince mil.
En cuanto á elementos pecuniarios, ¡cjué diferencia tan enorme, com-
parado este virreinato con el de Buenos Aires, por ejemplo!
Mientras Cisneros allá, encontraba exhausto el erario, Iturrigaray
acjuí, tenía considerable superávit. Las rentas de Nueva España enton-
ces, se calculan en veinte ó veintidós miillones de pesos, que se distri-
buían así: diez y medio se destinaban alas necesidades de la Colonia mis-
ma; tres millones y medio, á otras colonias de América, Cuba, Sto. Do-
mingo, Puerto Rico, etc., principalmente, y el resto á la Metrópoli. En
1808 había en las cajas reales catorce millones de pesos, lil^res, de los
1 «México á Través de los Sigilos». — Tomo 111, lil)rc) primero, pá.i;. 15,
111
ciuc se remitieron en ealidail de ;iuxili<). á la renínsula; dos á la Junta
de Sevilla y medio á la de Oviedo, Asturias, y muy posible es ijue algo
también á la de Cádiz: Iturrifíaray no reeonoeía á uintíuna de kis tres,
l)erü auxiliaba á todas.
Nadie ignora lo que aeonteció en Nueva España al reeibirse en ella
(8 de junio de 1808) noticias de la prisión de la familia real, en Bavona;
renuncia de la corona en favor de José Bonapíirte; etc., etc.; es inolvida-
ble la Junta de México en 9 dejuliodelSOS, aurora C|ueanimciaba la re-
dención de. América; la primera (|ue se reunió en el Continente, v en la c[ue
resplandeció majestuoso el verbo creador de Verdad, el ilustre apóstol
que con su sangre generosa daría testimonio, como los primeros márti-
res del Cristianismo, de la fe en la validez y sol)eranía popidares. Ya
se recordarán la astuta suspicacia de los oidores .\guirre y Bataller, las
estultas anatematizaciones del inquisidor Bravo, la conducta incolora
del .\rzobis]DO, la decisión delosado viejo D. Gabriel J. de Yermo, la ])ri-
sión de Iturrigaray, la muerte misteriosa del Padre Talamantes, el nom-
bramiento de Virrey á D. Pedro Garibay, su substitución por el Arzobi.s-
l)o (D. Francisco Xavier de Lizana), la conspiración de los Michelena
y el Padre Santa María, en \'allad(jlid, los conjurados de Ouerétaro, el
advenimiento de Venegas, (|ue no tuvo cara de virrey, 3- sobre todo,
el glorioso y onniipotente grito de Dolores y sus consecutivos sucesos.
No pretendo el honor de ser en este trabajo biógrafo delSr. Morelos;
pero así como he dado cuenta del ilvistre origen del libertador Bolívar
y honradamente narré, á grandes rasgos todas sus hazañas, honrada-
mente también quiero presentar desde su origen, al más ilustre liberta-
dor, Morelos, y á grandes rasgos igualmente, por equidad, enunciaré
los inimitables hechos de este maravilloso genio.
D. José María Morelos y Pavón nació el 30 de septiembre de 1765
en la ciudad de Yailadolid, Intendencia de este nombre (hoy Alorelia,
capital del Estado de Michoacán). Sus progenitores fueron D. Manuel
Morelos y Da. Juana Pavón. Por muerte de D. Manuel, su hijo tra-
bajó desde muy tierna edad con su tío D. Felipe, de arriero, conducien-
do recuas, de México á Acapulco y otros puntos, hasta que entró al Co-
legio de San Nicolás, de su tierra natal, del cual era Rector el inmortal
D. Miguel Hidalgo. Bajo la dirección de éste, Morelos hizo sus estudios
siguiendo la carrera eclesiástica (|uc terminó con brillo, y recibió las sa-
gradas órdenes, pasando á servir sucesivamente varios curatos, hasta
el de Carácuaro y Necupétaro, en el que se hallaba cuando re])ercutió
por aciuellos rumbos el prepotente grito de rebelión lanzado en Dolores.
Morelos se presentó á Hidalgo en Indaparapeo, en octubre de 1810,
cuando el Generalísimo niíirchaba á Yailadolid (Morelia), pidiéndole se
112
k- noinljrasc Capellán del ejército insurgente; pero su antiguo y perspi-
caz maestro le contestó con el nombramiento de Teniente General, y
llevándolo aparte, á unos cuantos pasos de la oficialidad (|ue los rodea-
ba, en voz baja le explicó la nulidad de la excomunión fulminada contra
los independientes, por Abad\'Queipo, ObispoelectodeMichoacán, dán-
dole instrucciones especiales para que encendiera la tea revolucionaria-
mente redentora en el Sur del Reino, y tomase el Puerto de Acapulco.
El humilde Cura volvió luego á su pueblo de Carácuaro y allí armó
veinticinco hombres con lanzas, y con ellos marchó á Churumuco; atrave-
só el Alexcala, en la híicienda de lasBalsas, y entró en territorio del hoy Es-
tado de Guerrero. En Coahua^-utla se le unieron algunos hombres ar-
mados,almando de D. Rafael Yaldovinos,yavanzandohastalascostas
del grande Océano, en Zacatula engrosó sus pequeñas filas con 50 sol-
dados á las órdenes del Capitán de Alilicias de ese Puerto, D. Marcos
Martínez. Se dirigió á Tecpan, donde el Capitán realista D.Juan Anto-
nio Fuentes huyó á Acapulco y su gente se desertó, pasándose en su ma-
3'or parte á Morelos. Este entró en Tecpan el 7 de noviembre de 1810
con sus tropas considerablemente aumentadas. Este lugar de la co.sta
le proporcionó, sin haber quemado un solo cartucho, abundantes recur-
sos. Allí se le incorporó D. Hennenegildo Galeana que tanto había de
distinguirse despviés. Al día siguiente también se le unieron en el Zanjón D.
Juan y D. Fermín Galeana, hermanos de D. Hermenegildo l con sete-
cientos hombres, sin armas casi todos. Allí comenzó Morelos á tener
artillería; su primera pieza fué el «Niño,» pequeño cañón que servía en
la Hacienda de San José, propiedad de los Galeana, para hacer salvas
en las fiestas rehgiosas. El 9 de noviembre pasó por Coyu3'a y avanzó
hasta el Aguacatillo, donde entró el día 13 con dos mil hombres arma-
dos con fusiles, lanzas, espíidas y flechas. En este lugar se atrincheró
con tercios de algodón. Previamente había destacado setecientos hom-
iDres, con Yaldovinos á la cabeza, con orden de ocupar el Veladero, que
es una posición ([ue domina el Puerto de Acapulco. Carreño, el Jefe de es-
ta plaza, envió contra ellos cuatrocientos realistas, los que después
de un ligero tiroteo se desbandaron, dejando tiradas muchas armas, y
se pasaron muchos de ellos á los independientes. Morelos, adeinás del
Aguacatillo, fortificó la Cuesta, el Marqués, las Cruces y el mismo Vela-
dero. Actos prudentísimos, porque el Virrey ya había ordenado que
una sección de la Brigada de Oaxaca, mil quinientos hombres, marchase á
atacar á los insurgentesdelSur, al mando de D.Francisco París, Coman-
dante de la cjuinta división de milicias. A éste se unió D. José Sánchez
Pareja, Comandante de la sexta división de la costa, 3' así lograron dis-
persar, el 1" de diciembre, á \'aldovinos, que comandaba una sección
de las fuerzas de Morelos; pero otro de sus capitanes, en cambio, D. Mi-
1 I). Pablo, que tan brillantemente se condujo en el sitio de Cuautla, era hiji) de D.
José Antonio, hermano también de D. Hermenegildo. — García Cubas. — Historia de
México.
n^
An.M-KS. — TciMii 1\'.
I.ÁM.
D. José María Mokelos y Pavón.
i
fíuel (le Avila, rechazó cu Llano Grande, con seiscientos soldados, auna
fuerza (jue de Acapulco salió mandada jjor D. Juan Antonio Fuentes y
por Rodríguez, Subdelejiado de Tecpan. Este murió á resultas de las
heridas c[ue recibió en la contienda, algunos días más tarde.
El S del mismo mes, París atacó vigorosamente en íían Marcos y las
Cruces, á los independientes, peleándose con bravura por ambas partes
durantetodo el día, y suspendiéndose el combate en la noche, sin haber
obtenido ventaja ni unos ni otros; tres ó cuatro días más tarde, el jefe
realista atacó las posiciones de la Sabana que defendía el Coronel D.
Julián de Avila, con solo seiscientos homlires, mientras que los asaltantes
eran dos mil soldados con dos cañones. París había sido reforzado por
tropas que de Acapulco salieron en su auxilio, y dividió su gente en tres co-
lumnas, mandando él mismo la del centro; la de la derecha, Sánchez Pa-
reja, }' D. Francisco Rionda la de la izquierda; mandando, además, una
sección de cien hombres á flanquear la posición de Avila. Los queata-
caban, rompieron sus fuegos de artillería, los cuales fueron eficaz y cer-
teramente contestados por los disparos del «Niño.» Los realistas mos-
traron arrojo y decisión, pero los independientes se mantuvieron firmes
en sus puestos. Después de largas horasdelucha, París se retiró á Tres-
palos, dejando varíos muertos y herídos en el campo.
Después de este hecho de armas, Alorelos, á pesar de las ventajas que
sus capitanes le habían procurado, quedó en muy difícil situación, pues
que carecía de municiones y se hallaba entre dos fuegos: París, en Tres-
palos y Acapulco con fuerte guarnición lo amenazaban. Afortunada-
mente tuvo noticia de que en el campamento de París había un capitán,
Mariano Tabares, resentido por haber recibido, poco hacía, injusto cas-
tigo. No era Morelos quien desperdiciara la probable ocasión propicia
y, entablando negociaciones con Tabares, logró combinar un plan con
él. En consecuencia, mandó al mismo Coronel de Avila con seiscientos
soldados contra los realistas, la noche del 4 de enero de 1811: á una
señal de Tabares, Avila atacó impetuosamente y venció, tomando al
enemigo ochocientos prisioneros, setecientos fusiles, cinco cañones, cin-
cuenta y dos cajones de parque, varíos pertrechos, víveres, etc.
Alg-unos historiadores pretenden que París fué fusilado sobre el cam-
po, por Morelos; pero esto no es de admitirse por varías razones; pri-
mera 3' principalísima: Paris figura en acciones posteriores, y no es proba-
ble que no sea el mismo de Tres-pa/os, y, además, Morelos no estuvo per-
sonalmente en el teatro de la acción; Zarate, en «México á Través de los
Siglos,» no sólo afirma que Paris huyó en medio de la confusión, sino
que transcribe el siguiente párrafo del mismísimo Alamán, deturpador
de la Independencia y de sus héroes: «Morelos, — dice con este motivo
Alamán — sin haberse presentado todavía él mismo en el campo de ba-
talla, había logrado por medio de sus tenientes, los Avila, batir con
fuerzas inferiores á las realistas; y en el corto espacio de dos meses,
habiendo empezado la campaña con veinticinco hombres que sacó de
Anales. T. IV.— 15.
114
su curato, había reunido más tic ilos mil fusiles, cinco cañones, ]iorción
de víveres 3' municiones, todo tomado del enemigo, ti
Después de la victoria sobre París, Al órelos marchó al cerro déla Z^^a-
na, donde se situó el 8 de febrero, intentando tomar Acapulco, lo que
no consiguió por carecer de gruesa artillería, municiones y tropas sufi-
cientes. Este intento fué desastroso para las tropas de Morelos, pues á
consecuencia de la traición del artillero español Gago, los insurgentes
fueron acríbillados por la artillería de los baluartes, 3- siete barcos que se
hallaban surtos en la bahía, salvándose de una completa derrota, sólo por
la serenidad y admirable energía de su General, que para impedirles la hui-
da, tendióse en tierra en la única estrecha salida de que disponían sus
soldados, los cuales prefiríeron la muerte, á hollar con su planta el res-
petable cuerpo de tan extraordinario Caudillo. El 19 del mismo mes,
una vigorosa salida de la guarnición del Puerto obligó á los asaltantes
á retirarse á sus antiguas posiciones de la Sabana, donde permanecie-
ron por es])acio de un mes repartiéndose su fuerza, que constaba de
dos mil doscientos hombres, en el Fe/ac/ero, las Cruces, Aguacatillo y la
misma Sabana y rechazando denodadamente, mandados por el bravo
Galeana, á las fuerzas de D. Juan Antonio Fuentes y del Oidor Recacho.
Viendo Morelos que se agotaban rápidamente los víveres y escasos ele-
mentos de guerra de que podía disponer, dejó á Avila bien fortificado en
el Veladero, y, rompiendo las líneas de Fuentes, la noche del 3 de mayo
se dirigió á Chilpancingo con sólo trescientos soldados, perseguido de
cerca por los realistas, sobreponiéndose á las torturas del hambre, alas
inclemencias de mortíferos climas, y, como el audaz cartaginés en su ca-
mino á Roma, rompiendo las montañas para abrirse paso. Llegó por
fin este guerrero excepcional á la hacienda de la jBrea,3-desde allí envió
á Galeana á Chichihualco, finca de los señores Bravo, familia ó legión
de bravos 3' acendrados patriotas: D. Leonardo, D. Aliguel, D. Víctor 3^
D. Máximo, hermanos, 3- D.Nicolás, hijo del primero, que entonces con-
taba diez y nueve años y qvie pronto inmortalizaría su nombre, no sólo
con sus meritísimos hechos de armas, sino aun más, por el acto sin igual en
la historia del Universo, manifestación de la grandeza de su alma: indul-
tando trescientas vidas (que podía segar impunemente 3' sin escrúpu-
lo), como sublime represalia al inicuo asesinato de su padre.
En aquel punto uniéronse estos héroes al que de entonces en más se-
ría su digno jefe 3' hábil mentor en el doloroso 3' difícil camino de la in-
mortalidad. Allí mi.smo hicieron su debut,3'capitaneadosporGaleana,
desbarataron la división del Comandante Garrote, tomándole cien pri-
115
sioneros, trescientos fusiles y.srancantidafl de mtiniciones y pertrechos,
todo lo cual sii]:)o aprovechar AIt)relos para reforzar y armar su <;ente
y entrar triunfante á Chilpanciniío el 24 de mayo del memorable 1811.
Después del descalabro sufrido por los realistas, Garrote se retiró á
Tixtla á donde lo siguió Morelos y lo aniquiló por completo, tomándo-
le más de seiscientos prisioneros, ocho cañones y doscientos fusiles. In-
mediatamente después de tan lirillante triunfo, ordenó la fortificación de
Tixtla para dejar allí al ínclito Galeana, dignamente secundado por D.Ni-
colás Bravo, y regresó á Chilpancingo, ciudad en la que se celebraba la
fiesta del 15 de agosto, con corridas de toros, lides de gallos, funciones de
acrólDatas y otras, propias de las ferias. Con tal motivo, parte de la guar-
nición de Tixtla se dirigió á la feria, en tanto que Fuentes, que había sus-
pendido su atacjue al Veladero y se hallaba j'a en Chilapa, siendo infor-
mado de la posición de los independientes, quiso aprovechar el propicio
momento de atacará los de Tixtla, y así lo hizo el mismodía 15. Infor-
mado á su vez Alorelos, destacó un correo para anunciar al impertérri-
to Galeana qvie al día siguiente sería con él. Los americanos, no obs-
tante su escasa fuerza y falta de municiones, se sostuvieron con entere-
za, y al día siguiente, cuando se hallaban en lo más álgido del combate,
los realistas no se dieron cuenta del avance del infalible Alorelos, y sí
extrañaron inusitado alboroto, manifestado porlos independientes, con
alegres rcpicjues 3' cohetes lanzados desde las torres de la parroquia, y al
cjuerer incjuirir la causa, se hallaron entre dos fuegos, desconcertados
por las certeras líalas del «Niño,» cañón que debe haberse regocijado al
sentirse disparado ¡jcjr Alorelos en i)crsona. El Jefe realista ordenó des-
de luego la formación de cuadro para resistir el ataque simultá.neo; pe-
ro Bravo y Galeana no dieron tiempo á cjue se cumpliera esta orden, y
cayendo con el ímpetu del alud, vencieron toda resistencia con el corte
de sus bien tem])la(los aceros. Fuentes y Recacho fueron los primeros
que apelaron á la fuga y, seguidos de su destrozada división, que presa
de terror pánico tiralialasarmasenelcamijo, huyeron á Chilajia, donde
entraron en confusión indescriptiljle, mezclados con sus perseguidores.
Morelos entró tras de ellos á dicha plaza y les tomó cuatrocientos prisio-
neros, otros tantos fusiles, cuatro cañones y gran cantidad de parque
_v otros pertrechos. Gago, el traidor artillero, pagó allí cara su perfidiay
el dinero en que había vendido la entrega de Acapulco, así como ac[uel
Toriliio Navarro, que había recibido del ilustre vencedor recursos para
reclutar gente, y se había pasado al eneníigo. Este par de traidores fué
pasado por las armas: vínica ejecución de prisioneros, pues los otros,
en parte engrosaron las filas insurgentes, y en parte fueron enviados á
Tecpan y Zacatula.
Dueño Morelos de Chilapa, población fabril ya desde entoces, hizo
tejer toda la manta necesaria para qxie se vistiesen todas sus semides-
nudas tropas; reorganizó su ejército, enviando al efecto emisarios á la
costa á reclutar soldados, 3' se ocupó en disciplinar á los reclutas y en
116
reparar su armamento. Ya contando con algún respiro, se dedica á di-
versos asuntos políticos y administrativos, dictando decretos y muy
acertadas disposiciones, y sosteniendo muA' activa correspondencia con
la Junta de Zitácuaro, escribiendo todo de su puño a' letra, dando tan
raras pruebas de actividad y talento, que arranca elogios al íicérrimo
defensor de la opresión, D. Lucas Alamán.
Entre otras promulgaciones suA-as, no debe olvidarse la que tendía
á la extinción del antipatriótico antagonismo llamado guerra de castas,
que su clarÍA^idente y adelantado espíritu de sociólogo columbraba como
hidra maléfica que sería perniciosa á la fraternidad nacional.
Hasta aquí hemos puesto de relicA'e las sorprendentes dotes intelec-
tuales del Sr. Morelos como capitán y como estadista; ])ero mucho
nos falta que admirar desde este último punto de A-ista, si meditamos
sus rcA-elantes manifestaciones advertidas en sus obras de más trascen-
dencia, como son sus notas y opiniones acerca de las bases para el pro-
A'ecto de Constitución cjue le sometiera Rayón; el decreto aboliendo la
esclavitud, a' las reglas preliminares para la erección del Congreso l que
había de inA-estirlo de l;i dignidad de Generalísimo y Jefe supremo del
EjecutÍA-o, á la cual inA-estidura, el avig"usto Al órelos añadiría otro dic-
tado, con una modestia encantadora, nombrándose á sí mismo siervo
de la nación.
Mucho tendríamos aún < [ue decir de sus insólitas hazañas de guerrero,
únicas en su género y en circunstancias incomparables; pero no nos es
posible seguirlas una á una, ni es necesario, dada la ikistración de c[uie-
nes han de leemos, y como, por otra parte, cada acción efectuada por
el insigne superhombre entraña en todo orden de ideas una epopeA'a de
las más excelsas en los épicos anales de la humanidad, juzgamos un de-
lirio intentar cantarlas, y sólo nos atrcA-eremos á enumerarlas cronoló-
gicamente, pues para consignarlas todas, aun sin entrar en grandes de-
talles, no bastaría este limitadontimerodepáginas; serían precisos grue-
sos A'olúmenes.
Antes de proseguir, séanos permitido exponer hechos que rcA'elan el
envidiable carácter del magnánimo campeón, en el orden moral.
Un Padre Ah-a le escribía desde esta capital, adA-irtiéndole que dos
hombres habían de presentársele como armeros; pero que no eran tales,
sino asesinos que llcA-aban el siniestro designio de envenenarlo. Efecti-
A'amente, se presentaron dichos dos individuos al General victorioso,
quien ordenó fueran arrestados; pero antes de que transcurrieran mu-
chos días, los hizo poner en libertad, los perdonó y colmó de faA-ores
como si le hubiesen prestado un gran servicio al atentarcontrasuvida.
¿Nó se inspiraría BraA^o en esta lección práctica? ¿Nó germinaría en su
corazón este bello ejemplo para fructificar muy pronto?
1 Alamán dice que esto era sencillamente hacer la Constitución.
117
Tabares, aquel Capitán que vendió al realista París, y un norteame-
ricano, David Faro, disgustados porque no se les concedían los ascen-
sos á que injustificadamente as]5Íraban en el ejército independiente, tra-
maron una contrarrevolución, pero siendo sofocada ésta, sus autores
fueron aprehendidos y fusilados como traidores por orden del gran Jefe,
justo y severo juez para con los iscariotes.
El Obispo Campillo, de Puebla, envió tanto á Rayón como al inven-
cible Adalid del Sur, un descosido manifiesto para convertirlos á la
causa realista, \' ambos contestaron con dignidad, rechazando las pro-
posiciones contenidas en aquel escrito, siendo notable por su alto y cir-
cunspecto estilo la respuesta del Sr. Morelos.
Terminaba 1811, y en su último mes, tan fecundo en éxitos para el
invicto Caudillo, salía éste de Chilapa y se dirigía á Tlapa para mar-
char infatigable contra Chiautla, donde derrotando al español Alusitti
el día -i, le toma, como es lógico esperar, muchos prisioneros, municio-
nes, víveres y cañones, entre los que se hallaba el que el arrogante rea-
lista había bautizado con el jircsuntuoso nombre «Mata-Morelos. » Des-
pués de esta jornada, pasa el egregio vencedor á Izúcar, en dondeentra
el día 10 y hace la inapreciable adquisición de D. Mariano Matamoros,
Cura de Jantctelco, que allí se le presenta, y antes de mucho infligiría
tan rudos golpes á las armas es])añolas. El realista Soto-Alaceda sale
de Puebla contra los independientes y es derrotado por completo el 17,
])ara morir dos días después á causa de las heridas que recibiera en el
combate. Salen los vencedores de Izúcar 3- se dirigen á Cuautla, llegan-
do á dicha plaza el 24-. Galeana es enviado contra los realistas, á quie-
nes deshace por completo, á fines del año, en Tepecuacuilco y en el im-
portante mineral de Taxco.
Al empezar 1812, en l-l, 16 y 20 de enero, desembarcan sucesiva-
mente en Veracruz, ])roccdentes de España, el batallónde Asturias, el de
Lovera y el regimiento de infantería «América.»
Porlier, que tantos estragos causara á los patriotas del Bajío, sale
de Toluca contra los del Sur, y el día 3 del mismo enero bate ¿í algunas
partidas de éstos en Tecualo3-a. Allí es atacado por Galeana el día 17
y sufre un descalabro que lo obliga á replegarse á Tenancingo, y forti-
ficarse. El infatigable Afórelos lo persigue y derrota totalmente el 22
del mismo enero. Porlier huye hasta Toluca, á cu3-a población causa
compasión el lastimoso aspecto de los derrotados. Los triunfadores
regresan á Cuautla, que los recibe con regocijo el día 9 de febrero, ocho
118
días antes de que empezara el renombrado y glorioso sitio, único en el
mundo.
S. E. el Virrey D. Francisco Xavier de Venegas se encargó de sinte-
tizar la trascendental importancia de las campañas anteriores de aqxiel
Morelos, cuyo mérito excepcional admiraba muy á pesar suyo, y á quien
insultaba, y aparentando despreciarlo, temía y hacía en parte, exigua y
mentecata justicia, cuando daba, en 8 de febrero, orden á Calleja para
que atacara al principal Corifeo de la revolución:
Leamos:
«Los de Santa María Tixmadage y algi;nos otros pueblos de la di-
rección de Valladolid, interceptan la correspondencia y giro de aquella
con esta ciudad, }■ después de que el ejército se ha retirado de Toluca,
vuelven á aparecer gavillas de Tenancingo 3- aquel rumbo, permanecien-
do siempre en rebelión los ranchos ó sierras inmediatas A aquella ciudad,
el Real de Temascaltepec, Sultepec y países confinantes.
«Peor aspecto presenta todavía el camino viejo de Puelola y toda
aquella provincia . Los rebeldes ocupan con ñierzas considerables los pue-
blos de Teotihuacán, Otumba, Calpulalpan, Apan y todas las hacien-
das del territorio, talando 3- destruyendo todo, é insultando incesante-
mente á los infelices moradores adictos á la buena cansa (¡ue viven en
la inquietud doméstica.
«De este estado de trastorno público se sigue la dificultad ó absoluta
imposibilidad de la precisa correspondencia con Oaxaca y su provincia,
y lo que es más, con la plaza y Puerto de Veracruz, último golpe que se
puede dar al comercio de este Reino 3' causa que ha de motivar un sen-
sible desaliento en la Península 3- una opinión en toda la Europa, denues-
tro estadodedecadencia; juzgando por la falta de noticias, quelos rebel-
des ha3'an consegniido triunfar de las tropas reales, sufriéndose desde
luego el estanco de capitales, habiendo en esta ciudad más de dos millo-
nes de pesos en poder del conductor, para trasladarse á aquella plaza,
sin que lo ha3-a podido verificar en el espacio de algninos meses, por la
dificultad que ofrecen los caminos 3- la falta de tropas para superarla.
«Todos estos males, el perjuicio de estar interceptado el comercio de
Acapulco, imposibilitada la descarga de la Nao 3' la traslación de sus efec-
tos á lo interior del Reino, privándose el real Erario, en medio de su pe-
nuria, de un millón de pesos que debería reportar de los derechos de aquel
cargamento, y la inminencia de que aquella plaza y su Puerto puedan
sucumbir á las fuerzas de la insurrección, están apo3-ados por el cuer])o
de Morelos, corifeo de la insurrección en la actualidad, 3- podemos de-
cir que ha sido en ella el genio de ma3'or firmeza, de recursos 3' astucias,
habiendo ciertas circunstancias favorables á sus designios, prestádole
119
mayor osadía y fontianza cu llevarlos á caho, principalineiitc el ataque
ele Tixtla, en que derrota aquella división, (jue aunque debiera haber si-
do respeta l)le por su número, ])erdió todas las ventajas en la disei])lina, en
la relajación y en el desorden, y sobre todo, en la inca]jacida(l de su co-
mandante para conducirla.
«Es, pues, indispensable combinar un plan que asegure dar áMorelos
3' á su fi'avilla un golpe de escarmiento C|ue los aterrorice, hasta el gra-
do (le que abandonen á su infame caudillo, si no se logra aprehenderlo.
«Sus principales puntos ocupados son Izúcar, Ouautla y Taxco, ha-
biendodestacado en estos últimos días una vanguardia riue ocupó sucesi-
vamente los pueblos de Totolapa, Buenavista, Xuchi, Tlalmanalco y
Chalco, la cual se ha reijlegado posteriormente á Totolapa y Quautla,
teniendo avanzadas en Buenavista.
«El plan que dictan las referidas posesiones del enemigo es de un ata-
que simultáneo en los puntos de Izúcar y Ouautla para no darle lugar
á que reúna el todo de sus fuerzas en alguno de los dos; y aunqiie sería
más completa la operación atacando con la misma simultaneidad al Real
de Taxco, prestaría inconveniente la necesidad de subdividir las fuerzas,
no siendo suficientes las que ha\' en Toluca, especialmente por la esca-
sez (jue tienen de oficiales para desempeñar el ataque de acjuel punto, l
México, 8 de Febrero de 1812. — Venegas.»
D. Félix María Calleja del Rey (jue acababa de tomar á Zitácuaro,
tan hábil y valientemente defendida por los Rayón, á urgentes y reite-
rados llamamientos del Virrey vino á México adonde arribó é hizo su
entrada triunfal el día 5 de lebrero. Todas las esperanzas del Gobier-
no y aliados se cifraban en Calleja, de quien se esperaba todo; ese todo
era el golpe decisivo á la revolución, en Cuantía, desde donde constante-
mente se desprendían partidas de inde]iendientes que se aventuraban
hasta San Agustín de las Cuevas (Tlalpan), á cuatro leguas de esta ciu-
dad, y tenían en continuo sobresalto á los realistas, Venegas in capite,
que, como se recordará, confesaba en su orden á Calleja que aquellas
avanzadas llegahnn hasta Chalco.
Este último, distinguido y terrible corifeo de la tiranía (devolvamos
cortésraente á S. E. sus epítetos), al principio sintió repugnancia de ir con-
tra los del Sur; quizá presentimientos de instinto le hacían entrever
el éxito negativo de la malhadada expedición; jiero después, las mani-
1 Colección de docuinentos dej. E. Hernández Dávalos. Tomu I\', págs. 31 y siguien-
tes, que existe enelArchivo Gral. de la Nación, citadaporD.JulioZárateenelTomoIIIde
«México á Través de los Siglos.»
120
testaciones de que fué objeto lo impulsaron á autosugerirse que cual
otro César llegaría, vería y vencería, y así decidido, al llegar frente á
las gavillas, como llamaba á los insignes C(ue habían de abatir su orgu-
llo, dispuso todo, de manera qvie á la pviesta del sol ya estuviera des-
cansando en su aristocrático hospedaje de México. ¡Y pensar que después
de setenta y tres penosos días nada era lo que había ganado, y sí mucho
é inestimable lo perdido!
En virtud de las instrucciones de Venegas, Calleja, el General espa-
ñol más prestigioso en América, marchaba contra el más temible ene-
migo de la opresión á Cuantía de las Amilpas, hoy justamente Cuantía
Morelos: Calleja, el vencedor de Acúleo, Calderón y Zitácuaro, manda-
ba el ejército del centro, lo más granado de la gente de armas de que
disponían kis dominadores, compuesto de veteranos de los más experi-
mentados, pues desde el principio de la campaña habían sido conduci-
dos con admirable disciplina, de triunfo en triunfo, porque justo es de-
cirlo, Calleja, á pesar de sus bárbaras crueldades, no debe ser privado
de su honra militar, ni de su valor, ni de su pericia, ni de su perspicacia,
ni de sus enérgicas aptitudes de mando. Si era orgulloso y despótico
hasta sobrepasar los límites de la peculiaridad de su raza, era un com-
pleto soldado, el único digno de medir sus osadías con las de su invicto
y superior adversario.
Sus tropas, bien provistas de cuanto fuese necesario para todas las
eventualidades de una larga lucha, salieron de esta capital el 11 del
misino febrero, en número de siete mil hombres de las tres armas: mag-
nífica caballería, gruesa y potente artillería, y valiente infantería, refor-
zada, además, por los batallones de Lovera 3' Asturias, el cual, más tar-
de debería dejar de existir todo entero, aniquilado por el bravo Ala-
tamoros en el camino de Veraeruz.
Por su parte los independientes solamente eran inferiores á sus con-
trarios, en número y elementos materialesdedefensa; por lo demás, tam-
bién halíían sido traídos triunfantes, por toda la extensa zona del Sur,
desde el Océano Pacífico hasta San Agustín de las Cuevas, (Tlaljjan),
y contaban con el inagotable genio de su idóneo General; pero se hallaban
en circunstancias en todo favorables al enemigo, pues que, además de
guarecerse ellos en una plaza de débiles casas de adobe, techadas con en-
debles cañas, se hallaban también rodeados de ricas fincas de campo,
pertenecientes á españoles, organizadas militarmente con servidores
adictos á la causa real, y capaces, en un momento dado, de resistir y
hasta aprehender á oficiales insurgentes, como lo hicieran los depen-
dientes y servidumbre de aquel Yermo (el aprehensor de Iturrigara^-),
con D. Leonardo Bravo 3^ compañeros, al terminar el cerco que vamos
á mencionar. Y no fueron éstas las únicas ventajas de los realistas;
A'a iremos señalando otras más, no despreciables.
121
lil l!S de feljrcro de 1812 se avistal)an las avanzadas encnníías y
Cuautla ilja á ser teatro de acontecimientos estupendos.
Iban á chocar dos enormes fuerzas, sólo comparables á las más impo-
nentes de la naturaleza: una, Calleja, el titánico 3' colérico torbellino, osa-
do é impetuoso, con la conciencia de sti valor, sus fuerzas y ventajas;
la otra, Morelos, altiva é inconmovible montaña ciu'a serena cvispide se
eleva hasta los cielos, consciente de su deber y de sus derechos, de su
l)rivilegiíid o espíritu sin miedo y de su indómita constancia. El hura-
cán arrancaría rocas para lanzarlas con furia contra la eminencia; la
cumbre haría explosión como activísimo ígneo cráter, y resistiría im-
pertérrita al irritado é impotente vendaval.
El resultado de este formidable choque sería: de una parte, inútiles
pérdidas de vidas, tiempo a- dinero para conquistar el desprestigio, y
una humillante compasión de los suyos; de la otra, angustias infinitas,
sacrificios sobrehumanos, durísimas penalidades, heroicidades legenda-
rias, para cubrirse de legítima gloria y alcanzar un triunfo tan efectivo
como si hubiera hecho polvo á su arrogante antagonista, á quien obli-
gaba á rendirle tributos de respetuosa admiración, que habían de per-
petuarse en las pósteras generaciones de ambos mundos.
El ya vacilante solio del despotismo más oscilaba, mientras la na-
ciente encina de la libertad, robustecida se alzaría más enhiesta y mul-
tiplicaría sus raíces.
No entra en nuestro plan la descripción del memorable sitio de Cuan-
tía, cuva grandiosa epopeA'a por sí sola requiere una obra especialmen-
te á ella consagrada, siendo, además, superfino nuestro intento, porque
las heroicas hazañas de nuestros inmortales, aun cuando jamás serán
ensalzadas lo suficiente, han sido A'acantadasporinspiradasliras.j', so-
bre todo, nadie las ignora, ni los niños, ya que felizmente por loable
disposición del doctísimo hombre de Estado que orienta los destinos in-
telectuales del país, al difundir desde la escuela elemental el culto sacra-
tísimo de la patria, presenta á las almas infantiles modelos de grande-
za, heroísmo y abnegación sviblimes.
Según el limitado plan de este trabajo, debía únicamente nombrar-
se Cuantía, para abonar al gran Caudillo, en cu^-o honor se escribe, la
más cuantiosa cifra de su incalculable haber; pero es de extricta jus-
ticia honrar también la augustíi memoria de los lugartenientes que
con él supieron merecer la gratitud de los redimidos, y á quienes él esco-
gitó con tan admirable penetración. Séanos permitido señalar nada más
An-.\les. T. IV.— 16.
122
los hechos concretos ijuc los honran, y que al efectuarse en Cuantía
íigigantan el inmenso pedestal de imperecedera gloria en que se ostenta
el excelso Morelos.
Sabido es que Calleja se presentó ante la plaza c^ue había de sitiar, el
18 del mes va citado, con más de siete mil hombres, que algunos auto-
res hacen ascender á doce mil, lo cual no carece de verdad, pero sí de
explicación. Las tropas cjue componían el ejército del centro fueron
constantemente reforzadas sin tasa, en el concepto que ésto fué efec-
tuándose á medida que avanzaba el tiempo, 3- no al iniciarse el jirímer
ata([ue. Sea como fuere, la superioridad ninnerica de los realistas siem-
pre fué abrumadora, acentuándose más á medida cjue transcurría el
tiem])o,ycon él, la peste, el hambre y los combates reducían á los sitia-
dos á la tercera parte.
Recuérdese qvte Yenegas ordenó Cjue simultáneamente con Cuantía
se atacara Izvicar, y que Llano con dos mil hombres se encargó del asal-
to de dicha población, y que al ser rechazado por el invicto Guerrero y
el Padre Sánchez, recibió orden de abandonar Izíicar y cooperar en
Cuantía. De allí salió el insurgente urdiera con trescientos soldados,
cuyo contingente no volvió á entrar á la heroica Ciudad, con orden de
ocupar la barranca de Tla^-acac para impedir cpie Llano se reuniese con
Calleja; pero éste, al darse cuenta de la salida de Urdiera, destacó contra
él fuerzas considerables, que dispersaron fáeihnente á los insurgentes, y,
ya se sabe, Calleja aumentaba su ejército con dos mil combatientes,
mientras el General independiente perdía trescientos, más los cien dra-
gones que á las órdenes de Alatamoros y Perdiz con intrepidez asombro-
sa arrollaron las líneas sitiadoras para ir en busca de víveres que des-
graciadamente no se logró introducir á la plaza. Si á estas bajas se
agregan las naturalmente causadas por el primer combate, que fué uno
de los más sangrientos, no es aventurada la hipótesis de que los insur-
gentes antes de estar completamente circunvalados, apenas ascendían
á dos mil, 3' es de todo punto sorprendente, y aun parece increíble, que
estos denodados defensores, reducidos ámenos, día por día, tuvieran en
jaque, diezmándolo, al cueipo de ejército que, por su gran número ho-
mogéneo, disciplina, ecjuipo y elementos, fué el primero que se agrupara
bajo el pendón de Castilla en el Nuevo Mundo desde que Colón lo brin-
dara á los Re\-es Católicos.
El General realista desde luego quiso reconocer las fortificaciones de
Cuantía, que halló ejecutadas con inteligencia, no obstante c[ue el insig-
ne Morelos apenas hacía unos cuantos días cjue se hallaba en aquella
plaza. Si bien es cierto que D. Leonardo Bravo ya había empezado á
fortificarla durante la expedición de su Jefe contra Porlier, ignoraba có-
mo 3- por quién sería atacado, 3- con ma3'or razón, que .sería necesario re-
sistir un sitio.
Cuando el desdeñoso Jefe español, á tiro de cañón recorría las trin-
cheras V se situaba en las colinas de Cuautlixco, á media legua de los
123
pntriotas, el activo General de éstos lo observaba desdeSaiiDicíío, yno
piidieiulo contener la ardiente im])acicncia de hallarse ca.ra acara con el
realista, salió temerario del períinetro fortificado, con algunos hombres
desu escolta, ájiesardela opinión contraria del mismo impetuoso Galea-
na, del andaz Matamoros y de los valientes Bravo, á inquietar á los
contrarios. El General Calleja, con su peculiar asttieia, había embosca-
do alíjunas trojias con cañones á ambos lados del camino que fundada-
mente supuso recorrería Morelos, cuyo arrojo temerario no desconocía
el Jefe realista. El ardid surtió en parte el efecto deseado, puesen unos
cuantos minutos la escolta del atrevido General insurgente quedó diez-
mada por los fuegos cruzados de las emboscadas, y este ilustre Jefe cer-
cado de enemigos que intentaban aprisionarle, lo c|ue hubieran conse-
guido si Galeana, rápido como el rayo, no hubiera caído sobre ellos,
destrozando con su terrible espada cuanto se oponía á su paso y auxi-
liando á su venerado General, ([uien sin perder im instante su habitual
imperturl)able serenidad, había em])ezado á vender muy cara su liber-
tad. Ambos regresaron á la ciudad en medio de las aclamaciones del
ejército y de un pueblo delirante de entusiasmo, cjue había experimenta-
do mortal angustia ante el inminente peligro del (pie justamente era
su ídolo.
Al día siguiente, 19, Calleja dispuso el asalto de aquel caserío, forma-
do en su ma^'or parte de chozas de zacate y el resto de adobe, cjue nunca
creyó necesitar sitiar en forma, y alas siete de la mañana destacó cuatro
columnas de infantería, una batería y dos de sus mejores regimientos por
el rumbo del Calvario, extremidad Norte, de donde una calle recta con-
duce á la plazuela de San Diego, cuyas fortificaciones, iglesia y convento
se confiaron á la defensa del indómito Galeana. Los asaltantes llegaron
valientes hasta ponerse á tiro, sin que se les inquietara, pues esta era
la orden superior dada á los indei)endientes, y se rompieron los fuegos
por ambas partes: por una }' otra se luchó con decisión y bizarría, lle-
gando los combatientes hasta golpearse con sus fusiles ya que no po-
dían cargarlos de nuevo por estar confundidos luchando cuerpo A
cuerpo.
A estar bien provistos de bayonetas los insurgentes, quizá desde en-
tonces este primer combate hubiera sido decisivo, qucdíindo el campo
por el ilustre Morelos, vencedor en acjuella jornada de más de siete
horas.
Los actos de heroísmo se hicieron vulgares entre unos y otros ad-
versarios: Galeana saltó las trincheras y peleó á pecho descubierto,
disparando sin cesar su certera carabina. Distinguiólo el Coronel es-
pañol Sagarra y se dirigió á él, empeñándose un combate singular en-
tre ambos, cuyo resultado fué la muerte de Sagarra. El vencedor le
quitó las armas, y tomándolo por un pie lo arrojó al campamento in-
surgente, y los realistas quedaron atónitos ante aquel nuevo Acjuiles.
Otros dos coroneles realistas, pundonorosos y esforzados, murieron
124
en esa sangrienta acción: el CondedeCasaRvily D.Juan N. Oviedo. Los
soldados del Rey, al sufrir tan considerables pérdidas, se encolerizaron
y arremetieron con más fuerza contra los imjjávidos independientes,
que supieron oponerles una inexpugnable barrera humana. Se produjo
un tremendo choque, y en el mismo instante doscientos indios que se ha-
liían parapetado tras las bardas del convento, lanzaron con sus hon-
das una terrible lluvia de piedras contra los asaltantes, desconcertán-
dolos un tanto; pero repuestos, se dividieron, y entrando en las casas de
una y otra líneas de la calle, las fueron horadando para abrirse cami-
no hacia San Diego, abrigados contra los fuegos 3- piedras de los insur-
gentes, á quienes impunemente empezaban á flanquear. Galeana desta-
có á su sobrino D. Pablo á detenerlos, lo que hizo éste con empuje sor-
prendente, arrojándoles granadas de mano al mismo tiempo que el
«Niño,» enviado con toda oportunidad por el actívisimo Morelos, dis-
paraba preciso.
El intrépido D. Hermenegildo se multiplicaba, pero tenía c[ue dejar
largo tiempo unos puntos, para acudir á los de mayor peligro, y así fué
que en una de las baterías donde él no se hallaba, se oyó un grito trai-
dor «Galeana está derrotado,» é intimidados los artilleros huyeron ha-
cia el centro de la plaza dejando abandonado un cañón, al que una co-
lumna enemiga se avalanzaba con presteza; pero la patria entre sus gi-
gantes héroes contaba todavía con un defensor de doce años, Narciso
Mendoza, que sin vacilar vuela al punto abandonado y dispara la pie-
za causando gran estrago á los que iban á tomarla. Alorelos, Galeana
y Bravo, D. Leonardo, augusta trinidad de semidioses, llegan opor-
tunos, y con su sola presencia dan fin á la pelea.
Más de mil quedaron fuera de combate entre muertos y heridos de
ambos beligerantes.
Este primer asalto significó á los independientes un raA-o de esperan-
za y un brillante triunfo; y á los tiranos dura lección y descalabro de-
sastroso.
A las tres de la tarde se retiró derrotado Calleja á las lomas de
Cuatlixco y hacienda de Santa Inés. Él, C[ue al comienzo de la l)ata]la
seguía á sus tropas en coche, porque desde el coche creía vencer cómo-
damente! Y, «comunicaba á Venegas el desastre que acababa de sufrir,
aunque atenuando las pérdidas y afirmando que el nvimero de indepen-
dientes encerrado en Cuantía excedía de doce mil, con treinta piezas de
artillería. (Ya se sabe el verdadero total de sus defensores, 3' que su ar-
tillería no excedía de quince cañones, ¡la mitad!); que este pueblo estaba
fortificado con inteligencia; que no era posible tomarlo por asalto; 3-
que para establecer un sitio en regla, necesitaba refuerzos de gente 3' ar-
tillería. En esa misma noche del 19 reunió en junta de guerra á todos
los jefes superiores de su ejército, 3' todos, sin excepción, opinaron que era
menester diferir el ataque hasta que se recibiesen los medios necesarios
para repetirlo con probabilidades de buen éxito. Al día siguiente, 20dc
125
febrero, envialia micvn comiinieación al \'irrey, asegurándole qnc el
]juel)l() exigía un sitio tle seis ú ocho diíis, con tro])as suficientes j^ara
dirigir tres ataques 3^ circunvalarle, pues íiunque su recinto ocu])al)a
más de una legua, podía reducírsele á la tercera ]3arte.
«Si Cuautlíi no quedase demolida como Zitácuaro, decía Calleja en
esta comunicación, el enemigo mviltiplicaría sus fortificaciones en para-
jes convenientes, y la insurrección, que se halla en su último término,
cundiría rájjidamente y tomaría un nuevo y vigoroso aspecto.» 1
Y perseverando en el propósito de demolerla, empezó desde luego á
establecer su cuartel general, proveeduría, hospitales, depósito de par-
que, etc. El infatigable Afórelos desplegó á su vez imponderable activi-
dad, ampliando sus magistrales, pero improvisadas obras de defensa,
principalmente por el rumbo de Bvienavista, el más próximo á las |30si-
ciones realistas, avanzando un reducto en el platanar, para defender el
río de aquel ¡junto; estableció una maestranza para la fabricación de
municiones, y envió á todas las haciendas \' pueblos accesibles expedi-
ciones en busca de víveres. Estas expediciones se repitieron con éxito
vaiños día santes y después de establecido el asedio. Es injustificable que
se acuse, como no ha faltado quien, á tan previsor guerrero, por lo
que no pudo evitar y más lo enaltece, por el hambre que hubo en Cuan-
tía, á la que se sobrepusieron con tan honorable entereza sus tropas y
los habitantes á quienes se instó para que abandonasen en tiempo opor-
tuno la población. Siempre continuó en esta diligente actitud el eximio
General, no jugando á la malilla (como decían sus despechados detrac-
tores, no sabiendo qué cargo inventar contra él, ya que lo contem¡)la-
ban inmaculado como el que más, verdadero caballero sin tacha), sino
multiplicándose portentosamente en la batalla, á la que jamás escati-
mó su valiosísimo contingente personal; en la administración, gobier-
no y dirección de todos los ramos indispensables en las circunstancias,
y en todos los sitios en donde su aliento poderoso era necesario para
levantar los espíritus; ora á la cabecera del doliente herido, ora cabe el
sencillo tiimulo de los mártires, ora en la choza de los deudos de las víc-
timas de la barbarie de los asaltantes (como los que habitaban las ca-
sas horadadas por los realistas rechazados el 19), oraenlasjamaieas y
sencillos bailes que para el pueblo organizaba bajo los disparos mis-
mos de artillería sitiadora. Y en todas partes se adaptaba á todas las
condiciones, prodigando palabras de consuelo y estímulo, tan confor-
tadoras y eficaces, como que dimanaban de su verbo creador \- prodi-
gioso que, como el plectro de Tirteo, convertía en invencibles adalides
á los neófitos adeptos de la libertad.
No faltaron diarios encuentros, escaramuzas continuas y reconoci-
mientos mvituos durante todo febrero, que terminó con el ingreso de la
fuerza de Llano á las líneas de Calleja, y á partir del 1" de marzo, los
1 México á Través de los Siíjlos. — Tom. III, pao;. 2'.>U.
126
insignificantes tiroteos se tornaran en combates generales, en los que
sobresalía Galeana, pues ni lui momento dejó de hostilizar á los realis-
tas C[ue iban ]3rogTesando en los trabajos de zapa qvie habían de ter-
minar el día 9. Concluida la instalación total de las baterías sitiado-
ras, tronaron los cañones y morteros de todos los puntos, y las grana-
das, bombas y metrallas llovieron sin interrupción, de día y de noche, so-
bre el recinto de los estoicos indejiendientes. Calleja, lleno de estupor
escribía el día 12 á S. E. Yenegas: i
«Cuento lio^-, cuatro días de fuego que sufre el enemigo, como pu-
diera una guarnición de las más bizarras, sin dar ningún indicio de
abandonar la defensa. Todos los días amanecen reparadas las peque-
ñas brechas que (ac|uí se apercibe á disculpar su impotencia) es capaz
de abrir mi artillería de batalla: la escasés de agua la han suplido con
(sangre, debía decir) pozos; la de víveres, con maíz que tienen en abun-
dancia (y en la posterior penuria, con animales inmundos, cueros ele
los arneses, yerbas, y si preciso fuera, con piedras que Afórelos sabría
convertir en pan, debía añadirse) ; y todas las privaciones, con un fa-
natismo difícil de comprender (por miopía obstinada que no permite
columbrar lo excelso) y que haría necesariamente costoso un segundo
asalto cjue sólo debe emprenderse en una oportunidad que no perderé
si se presenta». Y poco después pedía «c|ue se hiciese venir artillería
gruesa de Perote y todo cuanto pudiese necesitarse sin perder instante,
prefiriendo acjuélla á todas las demás atenciones, á las que se podía
después ocurrir; y si el Yirrey no estuviese conforme con estas ideas, pe-
díale cjue previniese terminantemente lo que debía ejecutar, en circuns-
tancias que, por cualquiera parte que se mirasen, ofrecían muchas difi-
cultades para el acierto.»
El 2 de abril el batallón de Lovera reciljió orden de desviar el curso
del río Jxichitengo, para privar del agua á los sitiados, lo que ejecutó la
misma noche; pero el persi)icaz Morelos inmediatamente ordenó al
intrépido Galeana deshiciera la obra de los realistas, y construyera un
pequeño fuerte para defender en lo sucesivo la toma de agua. Así se
efectuó en pleno día bajo los fuegos enemigos, y al amanecer el día 3,
estaba reconquistado el dominio del río, muy disputado durante todo
el resto del sitio, pero cjue no perdieron ya los americanos.
Yéase lo que Calleja dice á este respecto: «Al amanecer de ayer (día
3), quedó cortada el agua de Juchitengo que entraba en Cuantía, y te-
rraplenada la zanja cjiíe la conducía, y ordené al Señor Llano por ha-
llarse próximo á su camjjo de que destinase el batallón de Lovera, con
su comandante á sólo el objeto de impedir que el enemigo rompiese la
toma; pero á pesar de todas mis precauciones, y enmedio del día, per-
mitió, por descuido, cjue no sólo la asaltase el enemigo sino cjtie cons-
truyese sobre la misma presa un caballero ó torreón cuadrado y cerra-
1 Véanse Bustaniante y Alamán, citados en «México á Través de los Siglos.» — Tomo
III, págs. 288 y siguientes.
127
do, y ailcinás un cs])al(lóii (|iic comunica el liosquc con el torreón, por
cu_vas obras carnó un iíran número de traljajadores, sostenidos desde
el bos(|ue. Y.ájjesarde su ventajtjsa situación, disijuse (|uc el mismo
batallón de llovera, ciento cincuenta patriotas de San Luis y cien <;ra-
naderos, todo al cargo del Sr. Coronel don José Antonio Andradc, ata-
case el torreón ó parapeto á las once de la noche, lo que verificó sin
efecto, y tuvimos cuatro heridos y un muerto. Sigue el enemigo con ex-
traordinaria actividad reparando ruinns, construA-endo nuevas l)ate-
rías y atacando alternativamente todos ¡os puntos de la línea.» Naáii
tenemos que agregar á lo que asienta la parte contraria; pero debemos
insistir acerca de la personalidad conspicua de Alorelos.
Continuándose, como se ha dicho, la disputa desesperada de la po-
sesión del río, los sitiados, siemjjre con su invicto General en primer
término, dieron repetidas y envidiables pruebas de abnegación v bra-
vura, estimulados siempre por los inenarrables ejemplos del denodado
guerrero, que en más de una ocasión se halló en tan inminente peligro, que
sus soldados lo obligaron á viva fuerza, tanto como era comijatible
con el respeto profundo que le guardaban, á apartarse siquiera un pun-
to de donde, inútilmente quizás, en aquellos momentos, estaba en ries-
go su preciosa vida.
Fuego nutrido seguían haciendo los contrarios, sin tregua, y á me-
dida que avanzaba el tiempo, no obstante que los que no avanzaban
eran ellos, tomaban ya imponderables proporciones las calamidades
de aquella plaza, no 3'a con la incesante función de los cañones, sino
aun con la escasez de víveres 3' con la peste, consecuencias inevitables
del asedio y del pavoroso hacinamiento de insepultos cadáveres; pero
nada abatía el irreducible valor de aquellos esclarecidos patriotas, dig-
nos descendientes de aquél que sonreía, tres centurias antes, en la ho-
guera, cual si se solazara «en un deleite ó baño.»
Estimábase por los adversarios tan inconmensurable grandeza, 3' sin-
ceramente la admiraban. Calleja no podía substraerse á esta justa ad-
miración, 3', dice Zarate, «mezclando la verdad 3- la impostura,» escri-
bía al Virre3- el 24 de abril:
«Si la constancia 3' actividad de los defensores de Cuautla, fuese con
moralidad 3' dirigida á una causa justa, merecería ídgún día un lugar
distinguido en la historia. Estrechados por nuestras tropas 3- afligidos
por la necesidad, manifiestan alegría en todos los sucesos: entierran
sus cadáveres al son de rei)iques en celebridad de su muerte gloriosa, y
festejan con algazara, bailes 3' borrachera el regreso de sus frecuentes
salidas, cualquiera que hava sido el éxito, imponiendo pena de la vida
al que hable de desgracias ó de rendición.»
No necesita comentarios esta apología, en gran manera profétiea,
la cual inconscientemente destinaba 3-a lugar distinguido en la historia
á los activos defensores, en celebridad de su gloriosa muerte.
En otro lugar, el mismo General castellano que preveía la aproxi-
128
iiuicióii de la temida estación de lluvias v estaba conveiieido de que no
haijía más sohición al difícil aprieto en que se hallaba, que la de levan-
tar el sitio, hace preciosas confesiones, resumiendo la historia de su pri-
mer descalabro: «El 19 de febrero asalté por cuatro puntos diferentes
á Cuautla, que no estaba ni de mucho fortificada como en el día; mi
tropa acostumbrada á la victoria, no dudaba obtenerla. Tomé todas
las disposiciones que creí convenientes, pero nada bastó, y tres veces
fueron rechazados y vueltos á la carga, y en la última fué necesario cjue
3'0 mismo condujese á los granaderos acobardados etc.» Decía
lo anterior á fin de obtener la íinhelada orden de Yenegas (jue viniera á
sacarlo del atolladero en que presentía fundadamente hundirse sin re-
medio y sin excusa, al caer (¡qué coincidencia anfibológica!) los prime-
ros aguaceros; pero sus rivalidades con S. E. y, por consiguiente, la obs-
tinación dolosa de éste, ¡quién lo creyera! lejos de hundirlo, atenuaron
su derrota, obligándolo á permanecer en el papel de héroe por fuerza,
para que levantara un campo que no pudo tomar, y libraron á 1(js in-
dependientes de un triunfo más efectivo (jue el muy cabal é indisjjuta-
ble que moralmente obtuvieron.
Si se hubiera levantado el sitio, como fatalmente sucedería, áser en-
terados los de la plaza del lastimoso estado sanitario 3^ moral de los
que los cercaljan, el acobardado ejército de D. Félix María no habría
llegado sin novedad á sus cuarteles de México; Afórelos, reforzado por
Matamoros y D. Aliguel Bravo, que no se hallaban muy lejos de Cuau-
tla, habría batido sin dificultad á los «diez mil de la retirada.» Díga-
lo si nó, el temerario valor 3- el empuje irresistible con que á principios de
abril atacaron él, Galeana 3- Agua3'o el Fortín del Calvario, donde Ca-
lleja tenía sus más formidables cañones 3- morteros, 3- era, además, pun-
to de apo30 mutuo de su campíimento 3- el de Llano.
Agua3'o llegó á penetrar al Fortín, cargando su gente á la bayoneta
con la decisión que no conocían los realistas, á c[uienes desalojó tomán-
doles la artillería, que no pudo llevarse por el escaso número de su tro-
pa 3' por no haberle dado tiempo los dos comandantes citados, qtie
unidos cargaron contra él el grueso de sus principales batallones.
Pero lo escrito, escrito estaba, 3- el 27 de abril perdían los sitiados
la última esperanza de ser socorridos con víveres, después de los meri-
torios é infnictuosos esfuerzos de Bravo (D. Aíiguel) 3- del diligente Ma-
tamoros para forzar las líneas sitiadoras 3' penetrar á la plaza. Alore-
los no dejó de cooperar á este intento; pero aunque en éste su postrer
combate, dentro del perímetro fortificado, hizo prodigios inefables de
bizarría, no se logró el éxito deseado, aunque conquistó nuevos lauros.
El día 30, Calleja 3'a juzgó oportuno pactar una honrosa capitula-
ción con tan dignos antagonistas, y al efecto envió como preliminares,
copias del Bando del Gobierno, relativo al indulto, ofreciéndolo espe-
cialmente á los principales caudillos, Morelos, Galeana 3- Bravo (D. Leo-
nardo). El primero, va sabemos con qué espartana inflexibilidad escri-
129
bió ni dorso del ])a]X'l del es])añol: (il<iual «íracia otorjio á Calleja y los
SUYOS,» y esa misma noche escribió él mismo la orden de a(juella bri-
llante salida que inmortalizó á sus actores é hizo célebre el nombre de
Cuantía, destruyendo, con genial denuedo, el viejo apotegma: «plaza si-
tiada, plaza tomada.» Y no se ignoran las proezas realizadas por aquel
grupo de macilentos enfermos, que á las dos de la mañana del 1" de ma-
yo de 1812, rompieron como nadie antes lo hubiese intentado, un fé-
rreo estrecho círculo, formado con todas las reglas del arte de la guerra
y con todos los elementos requeridos, en el amplísimo plazo de setenta y
tres días. Ya no suman mil soldados aquellas reducidas tropas y, no
obstante, después de que fueron sentidos por los centinelas y atacados
por fuerzas infinitamente más numerosas (diez mil hombres lo menos),
luchaban intrépidos, sin cañones ni parapetos, sostenidos por las po-
tentes voces de sus bravos capitanes.
Al llegar á la Hacienda de Guadalupita, fueron cercados por todo el
ejército enemigo; el caballo en que iba Morelos cae herido, y el General
está á ptmto de ser prisionero; pero los suyos no desmayan, levantan
presurosos el alma de su santa causa y, al grito sencillamente tierno
que aun conmueve los corazones de los buenos: ¡Viva la Virgen de Gua-
dalupe! ¡Viva la América! ¡Viva la Independencia! arrollan potentes á
los cjue les cierran el paso, y vencen, dejando enel campo sólo ciento cin-
cuenta cadáveres, cuando parecía humanamente imposible que no mu-
rieran todos.
Calleja aseguraba cjue los muertos de esa memorable batalla fueron
cuatro mil; pero no era raro en los generales españoles acrecer ó dismi-
nuir, según conviniera, la cifra de los contrarios, y este despechado
militar, desde sus primeros ]iartes aumentó á su antojo los tres mil de-
fensores de Cuantía. Y no ignoraba el verdadero número: Alamán con-
fiesa que el norteamericano Nicolás Colé, prisionero de los realistas,
informó al sitiador detalladamente acerca de todas las condiciones de
los heroicos sitiados, y que, á pesar de que tales informes fueron á Ca-
lleja de gran importancia, ordenó la ejecución de Colé.
Era natural que algo invocara en su favor el General c[uc nada po-
día ya contra un enemigo que burlabasu vigilancia de cancerbero, 3- que
por enfermedad ó decaimient'i moral no se había dado cuenta de su fra-
caso, puesto que dos horas 3- media después de que el ilustre sitiado ha-
bía roto las líneas de circvinvalación, él todavía escribía al Virre}', pi-
diendo, sin ambajes ya, la venia de levantar el cerco, en estos términos:
«Conviene mucho que el ejército salga de este infernal país lo más pron-
to posible, y por lo que respecta á mi salud, se halla en tal estado de
decadencia, que si no le acudo en el corto término que ella puede dar-
me, llegarán tarde los auxilios. V. E. se servirá decirme en contesta-
ción lo que deba hacer.»
Le era sensible, y con razón, haber perdido tiempo, salud y fama en
un asedio inútil que costaba un millón setecientos mil pesos, otro tan-
Anales. T. IV.— 17.
130
to cu municiones y, cu cuanto á hombres, una cautidail mayor ([uc el
doble de los que perdieron los insurgentes, sin contar ni los valientes
jefes, antes mencionados, ni los heridos, ni los atacad os de las fiebres pa-
lúdicas ([ue de aquel infernal país llevaba al Gobierno como fruto de su
infeliz expedición; fruto amargo que saborearían los habitantes de Mé-
xico, Puebla Y otras ciudades de las más popvdosas del reino. ¿Qué bo-
tín le brindaba la población desocupada por su libre enemigo? Escom-
bros y montones de muertos en las calles y casas; lamentos y maldicio-
nes de heridos y enfermos en las iglesias, mitad hospitales, mitad
inorgiies; en los déljiles parapetos, mudos é irrecusables testigos de in-
sólitos valerosos actos de los defensores, y en todos los ámbitos, la ine-
vitable convicción propia de que, trocados los papeles, Morelos habría
vencido en tres horas (no tardaba en demostrarlo la tomadeOaxaca),
y él, Calleja, habría sucumbido al primer embate, el del 19, aun cuan-
do no hubiera sido tan terrible como debiera serlo, á dirigirlo Morelos
ó Galeana.
Y después, al volver á la capital, ¿qué esperaba de todos aquellos
que entusiasmados á su vuelta de Zitácuaro, le arrojaban flores y cifra-
ban en él tan risueñas esperanzas ya desvanecidas? La fría indiferencia
V el irónico voto de gracias de S. E., satisfecho de poder quitar justi-
ficadamente el mando á su rival, para confiarlo á otroGeneral, al Con-
de de Alcaraz.
Pero no se trata de presentar pequeño á Callejíi, no lo era tanto, ni
Al órelos lo necesita para ser ensalzado, y, jDor otra parte, el valiente
soldado español que tuvo la honra de combatir contra tan insigne ad-
versario, posteriormente ftié justo hacia él. Dice Zarate, citando áBus-
tamante: «El mismo Calleja, algunos años más tarde, y cuando retira-
do á su patria podía juzgar con entera calma los sucesos en que tuvo
tan jirineipal participio, se complacía en proclamar el mérito de los ilus-
tres defensores de Cuantía, enalteciendo entre todos al denodado Mo-
relos. 1
Alamán, también citado por Zarate, se rinde ala evidencia, 3- escribe:
«en cuanto á Morelos
se volvió á
presentar pronto en campaña, más pujante y temible que antes. Su re-
pvitación había crecido con los últimos sucesos, y aunque en el resulta-
do del sitio de Cuantía el triunfo quedase por ¡)arte de los realistas, la
fama y la gloria fueron sin duda para Morelos.» -
1 Il)id, Pág. 29S.
2 Ibid. Pag. 298.
131
Cuantía es el ediiipendio de l;i <íloria y virtiifles del primer america-
no del siiílo: si se le estudia eomo jíuerrero, nada hay ([ue agregar, le-
yendo sus épicas acciones y los elogios aun de los cjue naturalmente
le eran hostiles; si como hálDÍl gobernante, resjjonde la general alegría de
una plaza agobiada por inconcebil)le aglomeración de cataclismos; si
como filántropo, nótase la tierna compasión hacia los oprimidos, y su
amor, a1)negación y cuidados paternales jiara con su jiueblo, demostra-
dos durante el sitio y especialmente el !'■' de maj-o, su gran día de prue-
ba, en el que resplandece más su magnanimidad incalculable, cuando
])or no abandonará la barliarie de los chasc|ueados sitiadores la pobla-
ción indefensa, carga con los habitantes de Cuantía como liuen pastor,
comprometiendo, no ya la im])edinienta de su tropa, sino aun la ])ro-
])ia existencia.
Nos es penoso susjjcnder esta breve reseña histórica, pero es imposi-
ble continuarla en razón de que se haría interminable, en el escaso tiem-
po (|ue aun nos (pieda, este ya dituso trabajo.
Sentimos no poder seguir las luminosas huellas del Generalísimo
desde Ocuituco á Izx'icar, Chiautla, Córdoba, Orizaba, Aculcingo, ílua-
juapan, Tehuacán y Etla hasta Oaxaca, sitios todos donde sus armas
obtuvieron rápidas y brillantes victorias, útilísimas á la causa nacional.
En todas y cada una conquistó personalmente y por medio de sus
capitanes los Bravos, Matamoros, Trujano el devoto é invicto sitiado
por más de cien días, inmarcesibles lauros, apoderándose de enormes
cantidades de municiones, cañones 3- pertrechos, de miles de prisioneros,
ricjuísimos convoyes como el del valiente Laljacjui, de gruesas sumasde
numerario, de multitud de efectos valiosos y productos de aquellas co-
marcas que significaban al Gobierno colonial muchos millones de pe-
sos, 1 y, sobre todo, sustrayendo del dominiíj español la importante zo-
na del Sur, la más rica y vasta de lo poblado del reino, interceptando
las vitales comunicaciones de la capital misma.
Quisiéramos hacer notar los contrastes cjue á primera vista resultan
si se comparan los ataques y sus éxitos, condiciones y elementos de las dos
plazas en que figura el gran Morelos como actor, ora defendiendo, ora
asaltando, Cuantía y Oaxaca.
La primera, débil villorrio de accesible topografía, es inexpugnaljle,
únicamente por que él la defiende; la segunda, ciudad principal rodeada
1 Sólo el depósito de tabaco (jiiemado en Orizaba por orden del Morelos, repre-
sentaba un valor de más de catorce millones de pesos.
132
de escariDadas trincheras naturales, resistentes muros de soberbios edi-
ficios, coronada de imponentes bocas de fuego (sesenta cañones, cua-
tro veces el número de los de Cuautla), con víveres y municiones para
resistir un año, y con una guarnición numerosamente igual si no es que
superior á los asaltantes, es tomada en tres horas, sólo ])or que así lo
prevenía á sus espartanas legiones, diciéndoles en esta sobria orden del
día: «A acuartelarse en Oaxaca.» No por ser tan rápida esta célebre ac-
ción dejó de entrañar episodios de esplendente y sublime patrotismo;
allí se mostraron tal cual eran los Galeana, Bravo, Matamoros, Gue-
rrero y el invicto denodado Victoria (antes Fernández), digno de figu-
rar en Ilion: el que al oponérsele un ancho toso de agua y viendo vacilar
á sus soldados, desprecia las balas y grita á los enemigos del lado
optiesto, al mismo tiempo que les envía su propio acero: «Va mi
espada en prenda, voy por ella,» y se lanza á nado á honrar su caballe-
resca arrogancia.
No nos es posible continuar reseñando tantos y tantos triinifos co-
mo los de Acapidco, en el sitio y toma de la plaza y fortaleza, cpie con
tanta constancia estuvo amagando Avila, mientras (¡uc su infatigable
General no decidiera ir á ocuparlos.
Oviisiéramos al continuar proclamando sus victorias acompañarlo
en sus derrotas, que también las tuvo, ¿por qué nó? y en su proj)iaCar-
thago por arcanos inescrutables, como el insigne vencido de Escipión;
siendo en la derrota tan colosal como lo fué en la bonanza, pues (jue
después de ser batido por Llano é Iturbide, escribe á un amigo: mTodn-
vía queda mucho de Morelos, y Dios todo entero.» Y era verdad: mu-
cho de Morelos lleva impreso la proclamación de la Independencia que
desde un principio él se esforzó por desenmascarar, separando su cau-
sa de la del pobre Fernando VII; mucho de su espíritu gigante que-
dó impregnado en la abolición de la esclavitvid y en la primera car-
ta constitucional de la Nación; mucho en S. M. el Congreso que le
debió el ser, la unidad y las más felices ideas é inspiradas soluciones en
los asuntos más arduos; pero somos impotentes para cantar las precla-
ras cualidades del integérrimo Jefe del Poder Ejecutivo, del inmaculado
«Siervo de la Nación,» del abnegado que, escoltando al Congreso en su
éxodo heroicamente doloroso, cae en manos del sanguinario Concha,
lleno de magestuosa serenidad, diciendo como el nazareno svdílime al
que le aplicara inmundo beso: «Parece que nos conocemos, Sr. Carran-
co,» lo que equivalía ó al menos substituía la frase sagrada: «A qué ve-
nís, amigo mío?»
No necesitamos tampoco consignar aquí las atrocidades de los dos
odiosos tribunales que le formaron sendas causas y lo condenaron á de-
gradación y muerte. Esta augusta tragedia merece especialísimo estu-
dio y no queremos tratarla á la ligera en estas líneas inspiradas en los
inimitables hechos militares del héroe por excelencia, y en los bienes con-
secutivos de ellos para la causa de la libertad. Nadie ignora, por lo de-
133
más, qnc sit muerte fué como sn vida; concierto armonioso de valor he-
roico y noble jicnerosidad; altivez 3' bondad: virtud, kiz, preexcelsa
gloria!!
Para concluir, permítasenos reca]Mtidar brevísimamente lo reseña-
do, y rectificar algunos puntos en que nuestra humilde ojiinión diside ente-
ramente de la de algunos escritores acerca de la preponderancia de ciertos
países, con respecto á otros en nuestra América, en virtud de sus éxi-
tos y de los méritos de sus respectivos hombres ilustres, protestando
producimos con verdad y sin pasión, según lo han demostrado el princi-
pio V secuela de lo (|ue va escrito. A las naciones todas las juzgamos,
sin distinción de nombres, de iguales origen y destino, y á los héroes
según su valer moral, para cuya apreciación no se toma en considera-
ción el eficiente de sus triunfos, más bien la pureza de sus miras, la inte-
gridad de su conducta 3' la magnitud de sus ideas, aunciue no siempre el
éxito haya correspondido á sus afanes. Es, por otra parte, notoriamen-
te cierto qvie tod os los esforzados campeones de que se ha hecho referencia ,
aun los más aptos, fueron, á excepción del invicto Vicente Guerrero, Ija-
tidos en más de una ocasión por afortunados realistas.
IV.
El movimiento revolucionario más efectivo en la América del Sur fué
el de los íirgcntinos y alto])eruanos, quienes, después de obtener señala-
dos triunfos y sufrir también serias derrotas, lograron emanciparse de
España y ayudaron á los chilenos y peruanos á sacudir el 3'ugo opre-
sor. Belgrano, Saavedra, CastelH, Ocampo, Artigas y Benavidcs, Al-
vear y San Alartín, fueron coronados por victorias sucesivas, pero tam-
bién sufrieron desastrosos reveses, inevitables en toda lucha.
El régimen virreinal cesó de hecho en Buenos Aires el 25 de mayo de
1810; pero la Independencia de las provincias unidas del Plata no se
proclamó sino hasta el 9 de julio de 1816, en Tucvimán, 1 y, aunque al
principio de la revolución, los bonoarenses sin quemar un cartucho de-
1 «Nc> habiendo aceptado las facciones (sic) del Reglamento (se refiere al bosquejo
de Constitución Política), el pueblo se amotinó el día 22 de noviembre del año de 1811,
sancionando el Estatuto Provisional del Gobierno del Río de la Plata á nombre del señor
don Fernando Vll.n Debe advertirse que hasta la declaración de la Independencia por
el Congreso de Tucumán, en 1816, la idea revolucionaria no se había escrito ostensible-
mente en las banderas y proclamas, por cuanto se hacía de una manera indirecta, de te-
mor de la acción con que podía y debía contrarrestarla España y sus aliados. — Urien.
Hist. V Geog. Argentinas. Páji, 33.
134
pusieron fácilmente al Virre\' Cisneros y se erigieron en Junta de Go-
bierno, ésta no ftié reconocida en adelante por todas las provincias del
Virreinato, y después de ensayar distintas formas de administración, la
anarquía se enseñoreó en aquel vasto territorio, y como consecuencia,
la desmembración del mismo no se hizo esperar; el Paraguay, que por
sugestiones del Dr. Francia, rechazó á las fuerzas auxiliadoras de la
Junta que mandaba Belgrano, quedó para siempre segregado; la Ban-
da Oriental (el Uruguay'), quedó también separada para siempre de la
nación argentina, y el mismo Alto Períi, á donde primero enviaron sec-
ciones auxiliadoras (que verdaderamente á quien auxiliaban era á la
misma Argentina, puesto cjue no salían de sus límites), avixiliado y auxi-
liador de argentinos y peruanos, se separó cuando consumó su Indepen-
dencia, a^-udado también por Bolívar y Sucre.
Los argentinos, que se dicen los primeros de América en aquella me-
morable época 3" que llaman á Buenos Aires la cuna de la lilícrtad del
Continente latino-americano, i no sólo no fueron los primeros, ni con-
sumaron en rigor su Independencia antes que nosotros, - sino ([ueni si-
quiera pudieron libertar todo su suelo. Aléxico, no salvó vínicamente
sus 200,000 leguas cuadradas, sino que las aumentó con toda el área
que ocupan los pueblos de Centro América, que aunque no todos per-
manecieron en lo sucesivo bajo nuestra bandera, sí continuó Chiajjas.
Desde 1821 hasta 182'i la inmaculada bandera tricolor ondeó desde el
río Sabinas hasta el istmo de Panamá.
Afirman cpic la influencia platense se hizo sentir entonces desde Bue-
nos Aires hasta el mismo Panamá, que ellos generosamente derrama-
ron su sangre y su oro para libertar á toda la América del Sur: hay al-
go de cierto, pero hay cjue modificar tal aseveración, pues lo cjue puede
asegurarse sin exagerar es cjue ellos hicieron causa común con los de-
más, por convenir así á sus vitales intereses, y la ayuda que imjjartie-
ron, recíprocamente la reciljieron de sus auxiliados: si coad^-uvaron á
la liberación de Chile, éste y los granadinos les aj-udaron á vencerá los
realistas del Perú, cjue impedían la emanci])ación del Alto I'erú, parte
integrante de las Provincias del Plata, y si auxiliaron también á Co-
lombia, Colombia entera los socorrió eficazmente y con Bolívar 3- Su-
cre consumaron la redención del mismo Alto Perú (Bolivia).
Su generosidad, no por ser obligada, deja de ser meritoria, pero era
indispensable: sin atacar á los realistas de Chile y del Perú, é.stos hu-
bieran marchado contra Buenos Aires 3- hubieran sido efímeras las fá-
ciles V prematuras victorias de la Junta, Directorio y Triunvirato ar-
gentinos.
1 Magariños. Pá<í. 102.
2 «El 28 de noviembre de 1815, en Sipe— Sipe, Pezuela derrotó de la manera más com-
pleta á las tropas de Rondeau, que era el mejor ejército que hasta entonces organizó la
Revolución.» Urién. Pág. 38. Y á este golpe mortal se debiéronlos desastres de las fuer-
zas argentinas en Santa Fé (Montonera) en ISIG siguiente.
135
Eli cuanto á su iiillujo cu los destinos de los otros países hermanos,
no lo negamos; lo ejercieron como mútuíimente lo ejercieron A su vez
los demás en los mismos argentinos; pero \n influencia mexicana fué á
todas luces la más poderosa y eficaz, no sólo en Centro-América, sino
en todo el Continente. Ayuda moral y pecuniaria la impartió México
á todos, puesto que todos defendían la misma causa. Véanse si no, los
tratados de alianza con Colombia cuando todavía no se consumaba la
Indei)endencia de toda la América Meridional, 3^ recuérdese que, no hace
mucho (dos ó tres años), Venezuela declarabíi j^úblicíimente que la deu-
da hasta entonces insoluta que contrajo con México, era sagrada, por-
c|ue jirovenía de préstamo hecho en tiempo de la Independencia venezo-
lana, l
Además, apenas estalilccida la República, el Presidente D. Guadalu-
pe Victoria prestaba toda clase de auxilios á los cubanos residentes en
el país, que conspiraban contra la opresión de su Isla. El Congreso na-
cional autorizó al Ejecutivo para que se hostilizase á los españoles fue-
ra de nuestro territorio, y, al efecto, se ordenó que parte considerable del
ejército se acantonase en Yucatán para que íuera embarcado con rum-
bo á Cuba. Santa-Ana, Gobernador de la Penínsvila maya, embarcó
quinientos hombres por su propia cuenta, destinados á tomar las for-
talezas culjanas del Morro y la Cíibaña.
Si la expedición no llegó á efectuarse, culpa fué de nuestras dificulta-
des intestinas; pero no por ello dejó de impartirse ayuda pecuniaria,
oficial y privada, á los patriotas antillanos; si las tentativas del go-
bierno mexicano no los favorecieron como lo necesitaban, sí pusieron
en jaque á las naves españolas del Atlántico y beneficiaron indirecta-
mente á los sud-americanos, puesto que los ruidosos aprestos para la
invasión de Cuba por nuestros soldados alarmaron á España y la obli-
garon á concentrar gran parte de sus fuerzas para defender á lama3^or
de las Antillas. ^
En cuanto al influjo moral de Aléxico en la emancipación de las cin-
co repúblicas de Centro América, influjo feliz en el que no tuvieron sino
principalísima parte el gran M órelos y su digno Teniente General Ma-
tamoros, juzgúese de su superioridad sobre el que pudieron ejercer los
1 En 1S26 D, Vicente Rocafuerte, representante de México en Londres, prestó á la
Repiiblica de Colombia sesenta y tres mil libras esterlinas, sin réditos ni intereses de nin-
guna clase. Colombia no pagó durante treinta años ni un solo penique á México, y en
1S57 el Gobierno liberal de la República enagenó el crédito á muy bajo precio, á un co-
merciante de esta plaza,
2 Olavarría y Ferrari. «México á Través de los Siglos.» Tomo IV, cap. Xll, págs.
152 V siguientes.
136
sudamericanos, jjor la lectura de los sijíuientes párrafos tomados de
autores extranjeros, centro y sud-americanos, y de documentos irrefu-
tables como lo son el manifiesto del Gobierno colonial (sic), ya conver-
tido, de Guatemala al pueblo de Costa Rica, y el acta de Independencia
del mismo pueblo:
« Establecióse aquí como en Etiropa igual despotismo,
cometiéronse las mismas depredaciones, púsose el mismo yugo sóbrela
cerviz de los colonos. Mas la guadaña del tiempo había cortado las
raíces del vetusto tronco en que se apoyaba la tiranía, y éste no pudo
vivir más: lentamente fuese secando é inclinándose hacia el polvo de la
tierra para confundirse con él.
«Faltaba el empuje de un brazo para que se derrumbara con estré-
pito, y ese brazo fué el de Jorge Washington, el de Miranda, el de Bolí-
var, el de San Martín, el de Hidalgo y el de Morelos.» (Montero Ba-
rrantes.— Historia de Costa Rica. Cap. XXXVI, págs. 163 y 164.)
«Ya los síntomas se habían manifestado en Centro América. El 5
de noviembre de ISll estalló en San Salvador una conspiración fra-
guada por el Presbítero D. Alafias Delgado, D. Manuel José Arce, el
Padre D. Nicolás de Aguilar, D. Juan Manuel Rodríguez 3- otros, con
el objeto de apoderarse de tres mil fusiles y más de doscientos mil pesos
depositados en las cajas reales, para sustentar con estos poderosos ele-
mentos la proclamación de la independencia á que aspiraban; pero no
existía un plan bien combinado, ni los recursos indispensables para una
empresa que, por otra parte, no contaba todavía con la simpatía de
todos los pueblos, y el intento fracasó.» (J. B. Calvo.)
«Otras sublevaciones tuvieron lugar en León de Nicaragua en 13 y
26 de diciembre del mismo año, y en Granada el 22. Todas fueron re-
primidas.
«En Guatemala, en 1811 y 1813, y de nuevo en San Salvador en
1814, muchos patriotíis distinguidos fueron perseguidos y procesados
porqixe conspiraban ó por sus benéficas manifestaciones en favor de la
independencia.» (Ibid. Pág. 169.)
«Gobernaba á la sazón en Guatemala el Brigadier D.GabinoGainza
y en Costa Rica el Teniente Coronel D. Juan Alanuel Cañas. Las noti-
cias recibidas en la primera, de los sucesos de México, produjeron una
gran efervescencia en todos los ánimos y determinaron la corriente de
la opinión pública en favor de la completa separación de la Madre Pa-
tria.
«Gainza no cpiiso ó no pudo oponerse al curso de los acontecimien-
tos, y con fecha 14 de septiembre de 1821 dirigió la siguiente circular
que precedió á la proclamación de la independencia.
«Asuntos del mayor interés que pueden ocurrir á la felicidad y tran-
quilidad públicas, han llamado en el día toda la atención de esta Supe-
rioridad.— En su consecuencia he dispuesto que el limo. Sor. Arzobispo
y los individuos del Ven. Cabildo Eclesiástico, j)or ausencia del Sr. Re-
137
gente, dos de los s.s. Ministrosdela Ávida, territorial, el primer Alel., dos
Regidores y dos de los Síndieos del A\'iintamieiit() Constitueioníil,
dos individuos de las Corporaciones, el primer Jefe ó Comandante de
cada Cuerpo Militar de esta guarnición, el Sr. Auditor de Grra., el Pro-
toniédico, un prelado de cada orden, los Padres Curas de la ciudad y
los Secrets. de Govno. y Diputación Provl. se reunirán el día de maña-
na 15 á las ocho de ella en el Salón de Palacio, por lo tanto espero (que
U.) no taltarán á la hora señalada á fin de que auxilien con sus luces;
y de quedar enterado U., espero el correspondiente aviso. — Dios Gue. á
U.nis.as. — Palacio de Guatemala, 14deSetb.de 1821. — GabinoGainza.»
«A consecuencia de la convocatoria que precede, se reunieron las per-
sonas allí citadas estando presente una multitud de gente de todas
condiciones que pedía la independencia. Después de haber hecho uso de
la palal^ra varios de los comprendidos en la circular, se extendió la fa-
mosa acta que contenía la declaratoria explícita de que Centro Améri-
ca asumía la plenitud de sus derechos.» (Ibid., pág. citada y siguien-
tes.)
El rumor de los acontecimientos verificados en Guatemala había
llegado á Costa Rica, y se esperaba ansiosamente tener conocimiento
exacto de ellos. Había una agitación extraordinaria en todos los espí-
ritus, que se sentían dilatados con las auras de la libertad, que á tra-
vés del Océano y de las selvas llegaban á este rincón. Por fin llegó el
momento. A las doce del día, sábado 13 de octubre del mismo año, se
recibió la correspondencia que traía el correo mensual de Guatemala y
León, entre la cual venía el Manifiesto del Sr. Gainza y un acuerdo de
la Diputación Provincial de León, acompañado de un oficio del Jefe Po-
lítico Superior de la misma ciudad.
El primero de los documentos citados decía así:
«El Gobierno de Guatemala os habla, ciudadanos, de lo que voso-
tros mismos habéis proclamado.»
«Resonó en la Nueva España la voz de la independencia y los ecos
se oyeron al momento en Guatemala: se encendió entonces el deseo que
jamás se había apagado; pero los Guatemaltecos, pacíficos siempre y
tranquilos, esperaban que los de México llegasen á su último término.
Duró meses esta espectativa; pero la energía de los sentimientos crece
en progresión. Las noticias de N. España la aumentaban á cada co-
rreo. Se movió Oaxaca; l el movimiento pasó á Chiapa, cjue está en
contacto con ella.»
1 Y después de tomarla gloriosamente el gran Morelos, su intrépido segundo, el
Sr. Matamoros, dio elocuentísima lección en Tonalá á los realistas de Guatemala, que
temerariamente habían traspasado las fronteras que entonces los separaban de los in-
domables insurgentes.
AXALES. T. IV.— 18.
138
«Era natural que se comunicase á todas las provincias ])on|ue cu
todas ellas es una la voluntad, uno el deseo. Mantenerse indiferentes
era quedarse aislados: exponerse á divisiones funestas; cortar relacio-
nes y sufrir todos los riesgos.» (Manifiesto citado.)
«Este discurso de los hijos de Guatemala produjo los efectos del ra-
3-0. Abrasó los pechos: encendió los deseos, y el Gobierno, espectador
de ellos, consultó al instante á la Exenia. Diputación Provincial, lle-
vando á la vista los papeles oficiales de Chiapa.» (Montero Barrantes.
Pág. 179.)
«Cuando algunos funcionarios, sin resistir la independencia, decían
solamente que se esperase el resultado final de México, un murmu-
llo sordo, pero perceptible, indicaba la desesperación» etc.
(Palacio de Guatemala, 15 de .septiembre de 1S21. — Gabino Gainza.
—Rúbrica.)
« En la ciudad de Cartago, á los veintinueve días del mes de
Octubre de mil ochocientos veintiuno, con premisas de las plausibles
noticias de haberse jurado la independencia en la capital de México y
en la Provincia de Nicaragua, juntos en cabildo extraordinario j- abier-
to el Al. N. y L. A. de esta ciudad, los señores Vic" y Cura Rector, el
Ministro de Hacienda pbca., inumerables personas de distinción 3^ pue-
blo, se le^'cron los oficios y bando del S. J. P. superior, don Miguel Gon-
zález Saravia, de 11 y 18 del corriente en que conforme al voto de los
partidos de Nicaragua se juró en León el día 11 del mismo la indepen-
dencia absokita del Gbno. español y bajo el plan que adopte el imperio
mexicano. — Habiéndose leído también el manifiesto de Guatemala so-
bre el verdadero aspecto de su independencia, por unánime voto de to-
dos los circunstantes se acordó: 1" Oue se publicjue, proclame 3' jure
solemnemente el jvieves 1" de noviembre la Independencia absoluta del
Gobierno español: 2" Que absolutamente se observarán la constitu-
ción 3^ le3-es que promulgue el Imperio mexicano, en el finne concepto
de que en la adopción de este plan consiste la felicidad 3- verdaderos in-
tereses de estas Pro vs.; 3° Que se proceda inmediatamente á recibir el
juramento correspondiente, etc »
« El poderío del león ibero había terminado en Centro Amé-
rica. Esta era libre, é iba á entrar en el concierto de las naciones, l
guiada por el águila triunfadora del Anáhuac.
Y nótese que todo esto se refiere á tiempo notoriamente anterior á
las gestiones de Iturbide y, con ma3'or razón, á la impolítica incursión
del impopular General Vicente Filisola.
Por lo que atañe á lo que consientemente asentamos al principio,
acerca de la eficaz cooperación de Morelos á la liberación del resto del
Continente, creemos estar en lo justo: recuérdese la bonancible situa-
ción del tesoro virreinal de Nueva España al iniciarse su glorioso le-
1 M. Barrantes. Fiu del Cap. XXXVI, pág. 1S6.
139
vaiitamiento, así como el armi])otcnte estado r1cdefensaf|ue guardaba,
Y meditando sin prejuicios de ninguna especie las victorias de Morelos>
tan oportunas y preciosas para su causa, se convendrá en que, el me-
nos versado en filosofía histórica desculjrirá fácilmente este fatal axio-
ma: Sin los triunfos de Alorelos, el virrey no sólo hubiera j)odido paci-
ficar su jurisdicción, sino que habría además acudido, con toda proba-
bilidad, casi con la certeza de obtener com])leto éxito, en auxilio de los
demás virreyes y goberníintes realistas del Sur. La razón es obvia y
sencillamente lógica: tenía á su disposición antes de las campañas mo-
rclianas, muchos millones de pesos en efectivo y valiosos productos que
monopolizalja; muchos miles de soldados bien provistos de cuanto era
entonces necesario para entrar en acción, y un militar superior á todos
sus ])aisanos, el General Calleja del Rey, con cuya gloria sólo Morelos
podía dar al traste; una población eviropea, naturalmente adicta á la
corona, más rica y numerosa que la de todas las colonias españolas
jvmtas; un alto clero inexorablemente disjjuesto al crimen, si ])rcciso
fuese, j)ar;i martirizar al inficiente y lanzarlo á los infiern<js en último
caso. Una Inquisición más temible y tenebrosa que la de la España de
Felijje II, y una comunicación marítima con la Metrópoli más corta y
directa que las de las otras posesiones. El Jefe supremo de la revolu-
ción en México, el ilustre Raj'ón, no podía sostenerse por sí solo (sin
Morelos) en el interior (Bajío) del país, y siendo batido más pronto de
lo ([ue fué, hubiera dejado á lf)s realistas expeditos para unirse á los
de Guatemala y el reñí, y estando como estaban Chile, Nueva Grana-
da y Ecuador, ya pacificados entonces, y antes que Brown derrotara
la flotilla de Romarate en el Plata, habrían con facilidad colocado de
nuevo, si les placía, al mismísimo Cisneros en la capital argentina.
Existiendo Morelos, no pudo coexistir la preponderancia española en
América. Despose^-ó á los poderosos realistas de sus soldados criollos,
de sus cañones y fortalezas, de su dinero, tabaco, añil, grana y vainilla
oaxaqueños y guatemaltecos para convertirlos en fusiles, como escri-
bía á Ra^-ón, dejando á la real Hacienda en tal penuria, (]ue para aten-
der á las más urgentes é indispensables erogaciones hubo que recurrir,
por la quincuagésima vez C[uizá, á los préstamos forzosos y aun á la
venta y fundición de los ornatos 3' platería de los templos todos, excep-
tuándose apenas los vasos sagrados, t Y no sólo le arrebató su fama á
Calleja, si que también, con el heroísmo y generosidad sin precedentes
de él y sus dignos capitanes (Bravo), trasladó el prestigio y añeja ve-
neración de las oriflamas flordelisadas que proclamaban el derecho di-
vino de las realezas, á las nobles é insurgentes banderas, eminentemente
1 Véase la orden 3-a citada del Virrej- Venegas á Calleja para que atacara á Morelos
— 8 de febrero de 1812 — y se verá que no privó al Real Erario de recursos por medio de
actos vandálicos, sino en buena lid, aniquilando al enemigo é interceptándole sus princi-
pales comunicaciones.
140
republicanas, en cuyo escudo campearía muy en breve el águila de Te-
nocli, soberana y augusta, que ya protegía, no sólo á sus polluelos,
sino también á los cachorros criollos, que como la indómita Leona Vi-
cario se acogieron á la sombra de sus potentes alas.
VI.
Como se ha visto, los patriotas de las repúblicas hermanas del Sur
heroicamente lucharon para obtener su Independencia; ¡)ero nosotros
no les cedimos un punto en arrojo y bizarría: mientras ellos luchaban
unidos contra un común enemigo menos fuerte que el nuestro, y que no
pudiendo hacer frente á todos simultáneamente se debilitaba como por
fatalismo más y más, l nuestros héroes luchaban desesperadamente
sin ayuda extraña, contra un adversario infinitamente más poderoso.
Aquéllos poseían desde el comienzo de la contienda toda clase de ele-
mentos no tomados al enemigo, como lo hicieron los mexicanos, sino
3^a en sus manos desde que servían á la corona castellana. Allá se pro-
nunciaron en primera línea los militares y gobernadores; aquí humildes
y pacíficos eclesiásticos. Aquéllos contaban con tropas disciplinadas j
pertectamente armadas y equipadas; aquí improvisaban tropas con
medrosas y desordenadas chusmas en su mayor parte, sin más armas
que flechas y hondas inofensivas contra la metralla, las balas y las ba-
A^onetas realistas. Los del Sur fueron preciosamente ayudados en el
mar por escuadras ó flotillas mandadas hábilmente por valientes ma-
rinos extranjeros 2 jr en tierra socorridos con dinero y un contingente
no despreciable de más de nueve mil hombres también extranjeros; los
de Nueva España, entregados á sus projjios esfuerzos, se emanciparon
solos. En aquellas latitudes la ya caduca marina española, sin bases
firmes de operaciones; en éstas, las naves realistas se abrigaban y re-
forzaban en segurísimos asilos de uno y otro océanos, tales como Aca-
pulco, San Blas, Veracruz y los puertos de Cuba y las Floridas. Y, sin
embargo, México venció por su propio poder, y, como las demás nacio-
nes latino-americanas, limpió los mares de los buques españoles que
amenazaban nuestros litorales, ¡con sólo noveles marinos mexicanos!
Ahora bien, si personalizamos estas rectificaciones, si nos referimos
concretamente á los héroes, también tendremos que concluir sin jactan-
cia, que los nuestros, Morelos por ejemplo, es el jirimero de su siglo, el
1 «Son dignas de mención las victorias conseguidas por el gobierno (virreinal) de
Lima, por más que no le fuesen de verdadero provecho, pues obligado á diseminar sus
fuerzas para luchar con los sublevados de Quito. .\lto Perú y Chile, es fuerza reconocer
que su situación era muy comprometida.» — R. C — Hist. de la .\mérica delSur. Pág. 111.
2 El irlandés Brown, en Buenos .\ires; el holandés Brion en las playas de Nueva
Granada, y el inglés Lord Cochr.ine en l.as costas chilenas.
i
141
legendario, el más ii()tal)le é inmaeulado: San Martín, el máseelebrado
de los argentinos, no jjuede eoniparársclc, no íuédesinteresado, niama-
ba lo snñciente la libertad para dominar sus ambiciones monániuicas.
El siguiente trozo de una obra de autoridad reconocida, al atestiguar
lo asentado, coincide con las miras (|ue dejal)a traslucir Bolívar en el
Congreso de Panamá.
«Por ese tiempo (1827-1S2S) don \'icente Rocíifuerte, que se había
mostrado celoso republicano, deseni]jeñaba en Londres el importante
encargo de representar al gobierno de México, que le había nombrado
ministro plenipotenciario. Hacia el mes de abril, Rocafuerte había des-
cubierto algo de la trama política encaminada á cambiar la organiza-
ción reptiblicana en América, y con fecha 20 del mismo mes dirigió una
extensa nota al Ministro de Relaciones en Aléxico, en la cual avisaba:
que un señor García del Río, monarquista decidido y hombre peligroso
y de amaño, ajjareeía como agente propulsor del cambio para estable-
cer monarquías en las repúblicíis hispano-americanas.
(I De pronto García del Río se presentaría al gobierno de México ha-
ciéndole grandes ofrecimientos de dinero, por vía de empréstito, apo-
yados en cartas de recomendación del famoso banquero Laffite y otros
mu}' acreditados; pero su objeto principal sería aumentar los elemen-
tos de discordia, calcular la fuerza de los partidos y graduar las resis-
tencias que los republicíinos pudieran oponer á los monarquistas.
«El pensamiento era maquiavélico, y Rocafuerte aseguró que tan au-
daz personaje pretendía realizar el vasto plan de formar, con avixilio
del emperador del Brasil, una monarquía de Buenos Aires y Chile, co-
locando en ella á un príncipe del agrado del emperador de Austria; ha-
cer del Alto y del Bajo Perú otra monarcjuía para el General San Mar-
tín; dejando á Bolívar de presidente perpetuo, de emperador ó rev, co-
mo ciuisiera titidarse en Colombia.
«Es de creer que el mismo General San Alartín era uno de los que
más impulsaban la idea, aguijoneado por la ambición: no disimulaba
sus opiniones, y Rocafuerte afirma que, hallándose en compañía deMi-
chelena, le oyó decir: nqtie his instituciones repiihlicíinas no convenían
á la América; que el país no estaba bastante adelantado para ese sis-
tema de libertad; que la paz, primer bien de toda sociedad, no podría
ñjarse entre nosotros sino bajo la monarquía.»
«El hecho referido viene confirmando el concepto de que, si bien allá
en Europa flotaba la idea de fundar monarquías en América, america-
nos eran los que allí robustecían el pensamiento y le daban consisten-
cia con sus frecuentes solicitudes.» l
Aunc|ue esta transcripción indirectamente implica también cargos
contra Bolívar, c[ueremos absolverlo y declararlo el único de los sud-
americanos que por su fama pudo aspirar á ser comparado con More-
1 Olavanía y Ferrari. — «México á través de los siglos.» Cap. XIV, páfl- 175.
142
los. Lo que hemos dicho antes que hava sido desfavorable á tan dis-
tinguido patricio venezolano, no lo rebuscamos expresamente en su
contra; sencillamente forma parte de una fiel narración, de cu^-o sereno
tono no nos hemos despojado ni aun al tratar otros puntos, por vía
de rectificación á lo expuesto por algunos autores apasionados.
Las rectificaciones que acabamos de hacer no obedecen á un deseo
de aparecer nosotros como el primer pueblo del Nuevo Mundo, sino á
un espíritu de justicia, que no por empezar en nuestra propia casa, de-
ja de ser la más extricta. Por otra parte, en América ningún pueblo es
primero que otro ni ninguno inferior á los demás; todas las nacio-
nes latino-americanas son igualmente nobles desde su origen, del mis-
mo modo heroicas é igualmente hidalgas por atavismo. Todas son
dignas de hermosa suerte, todas persiguen los mismos ideales y en to-
das germinan idénticas ideas, grandiosas y elevadas. En este año una
y otra porción de América celebran y conmemoran el más feliz y colo-
sal acontecimiento en sus anales, 3- México fraternalmente las saluda.
No pretendemos opacar la refulgente fama de aquellos héroes herma-
nos nuestros, de hace un siglo; sino, al contrario, con devoción reme-
moramos sus preclaros nombres y les ofrendamos nuestra entusias-
ta admiración; pero el modesto trabajo que emi)rendimos, casi se li-
mita á poner de relieve las excelsitudes del inmortal genio c|ue ]n
inspirara, y, para terminar, haremos la síntesis del bello parangón es-
tablecido:
Bolívar, nació de familia ilustre, como Washington; como él, tuvo
una fortuna que generoso puso al servicio de su patria; como él, la li-
bertó y guió en la senda de los pueblos libres, y como él, murió retira-
do á la vida privada.
Luchó como Belgrano, Artigas y San Martín; venció, como ellos,
y como ellos fué héroe y obtuvo por lauro ver coronados sus afanes,
emancipando como ellos á cinco naciones, que como libertador lo acla-
man. ¡Honor á él!
Morelos nació pobre y humilde como Jesús, su divino Maestro; co-
mo él, se dedicó desde su infancia á rudos trabajos; como él, abrazó
gustoso una vida de sacrificios incesantes; como él, predicó el evange-
lio, con el que consoló al proletario, al huérfano y á la viuda, y curó á
I
143
las almas; como el, niarehó voluntarianiente á su Gól<íota v fué entrc-
iíado j)or los suyos, inicuamente juzfíado por fariseos, 3' muerto en un
])atíbulo.
Como Mahoma tuvo su hégira, con elocuencia sobrehumana recitó
su Corán á las multitudes y al golpe de la cimitarra suriana, implan-
tó el islamismo de la libertad.
En el Congreso fué tribuno como Cicerón, integérrimo en la admi-
nistración como Trajano y Antonino, y en el combate, lacónico, espar-
tano é intrépido como Leónidas; fué héroe como Aquiles, astuto como
Aníbal, magno como Alejandro, vencedor como César, legiskidor co-
mo Moisés, redentor como Hidalgo y mártir comoCristo!
¡Sombras ilustres de los heroicos guerreros sudamericanos,
LOS MÁS CONSPÍCUOS, QUE OS LLAMÁIS O'HlGGINS, BeLGRANO, ArTIGAS,
Miranda, Páez, Bolívar y San AIartín: presentad las armas ante
Morelos, el modelo más acabado y sublime de quien fuisteis dig-
nos émulos!
¡La luz ha eliminado ya las tinieblas de la noche: tocan á
,1
gloria!
México, 1"^ de mayo de 1910.
\4'5
INFORME DEL DELEGADO DE MÉXICO
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EN EL
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iicMisns.
ÜR. ALFONSO PRUNHÜA.
Anales. T. IV.— lii.
Tengo la honrarle elevaral superior conocimiento del señor Presiden-
te de la República, por el digtiísimo conducto de usted, mi informe como
Delegado de México al XVIII Congreso Internacional de Americanis-
tas, qvie se celebró en Londres, del 27 de mayo último al 1° del actual.
1 .—Antecedentes.
Los Congresos Internacionales de Americanistas, según los Estatu-
tos aprobados en París en 1900, tienen por objeto «el estudio histórico
y científico de las dos Américas y de sus habitantes.»
Hasta hoy se han celebrado 18 de esos congresos; habiéndose reu-
nido el primero en Nancy, en 1875, bajo la presidencia del Barón de
Dumas, y los demás en los lugares 3- fechas que .se indican:
II. En Lvixemburgo (1877) .
III. En Bruselas (1879).
IV. En Madrid (1881).
V. En Copenhague (1883).
VI. EnTurín (1886).
VIL En Berlín (1888).
VIII. En París (1890).
IX. En Huelva (1892)..
148
X. EnStockholm (1S94-).
XI. En México (1895).
XII. En París (1900), por setriinda vez.
XIII. En Nueva York (1902).
XIV. En Stuttgart (1904-).
XV. EnQuebec (1906).
XVI. En Viena (1908).
XVII. Se dividió en dos sesiones:
1."' En Buenos Aires (maj'o de 1910).
2." En México (septiembre de 1910). ])or se<runda vez.
XVIII. En Londres (1912).
2. — Generalidades.
Para el mejor éxito de las labores del XVIII Congreso, cjuedaron
designados un Comité General 3- un Comité Organizador. El primero,
compuesto de veinticuatro miembros, algunos de ellos pertenecientes á
la alta nobleza inglesa, otros de elevada situación política y los demás,
de reconocida competencia intelectual, como los Vicecancilleres de las
Universidades de Oxford, Cambridge, Londres, Alanchester, Liverjjool
y Edimburgo; el Presidente de la «Royal Society» y otros más. El Comi-
té Organizador, formado por quince personas, de las cuales fué Presi-
dente el Sr. Alfred P. Alaudslay, profesor honorario de nuestro Museo
Nacional de Arqueología, Historia y Etnología. Se dignó aceptarel pa-
tronato del Congreso S. A. R. el Ducjue de Connaught; fué Presidente
Sir Clemens R. Markham, geógrafo 3- explorador muy disting^iido; Se-
cretario, el Sr. F. C. A. Sarg; Ayudante del Secretario, la Srita. .\. C.
Bretón, y Tesorero, el Sr. R. B. Martin.
Las sesiones del Congreso se celebraron en el Imperial Institute,
ocupado hoy en gran parte por la Universidad de Londres, quien cedió
varios de sus departamentos para ese fin.
Una de las particularidades más interesantes ftié, seguramente, la
abstención absoluta del Gobierno Inglés, lo que no fué óbice, sin embar-
go, para el éxito del Congreso. Debe hacerse notar, á este propósito,
que la conducta de dicho Gobierno es la misma en todos los casos seme-
jantes; nunca es él el que invita para los Congresos Internacionales ni
toma bajo su cargo ninguno de los gastos de éstos, como pasa con otros
Gobiernos, entre otros y muy particularmente el Mexicano; su inter-
vención se limita sólo á transmitir por conducto de su Ministerio de Re-
laciones Exteriores, las invitaciones dirigidas á los Gobiernos extranje-
ros por los Comités organizadores respectivos. Estos, auxiliados por
las diversas instituciones científicas interesadas y por distinguidas per-
sonalidades políticas é intelectviales, son los que sacan avantes los Con-
gresos.
14M
I.ííiialincnte intercsrinte fue la ausencia c<)mi)leta de esos individuos
de la localidad (jue, en todos los Cous^resos, se inscriben en gran canti-
dad, para ])articii)ar únicamente en los festejos; puede asegurarse eme en
el Conji'reso de C[ue se ficnjja este informe, ninguno de sus miembros
dejó de ser un individuo interesado en el Americanismo.
Otro detalle digno de mencionarse es que, por no cumplirse exacta-
mente con el reglamento interior del Congreso, algunos oradores se ex-
cedieron considerablemente en sus lecturas ó conferencias, con detrimen-
to de otros que no pudieron presentar sus trabajos ó tuvieron que ha-
cerlo solamente en resumen. Igual cosa sucedió con las discusiones. Pe-
ro tal vez una y otra cosa no sean defectos de este Congreso, sino en
general de la organización de todas las asambleas de la misma índole.
De esa causa dependió, sin dtida alguna, la complexidad y aparente
incoherencia que se notó en el Congreso, en cuanto á la variedad de los
trabajos emprendidos. Es cierto que, para evitarhasta cierto punto este
mal, se dividieron las labores en VI secciones, como diré más adelante; pe-
ro ni aun así se logró la homogeneidad <iue se deseaba, lo que redundó se-
guramente en perjuicio del éxito del Congreso. El defecto es, sin embar-
go (como antes hacía yo notar), de carácter general 3', aunque se va
procurando corregirlo en las diversas asambleas científicas interna-
cionales, no ha llegado á lograrse su desaparición. Todos los asisten-
tes á esta clase de congresos están acordes en pensar que tal vez el re-
medio consistiría en señalar algunos puntos, limitados, para el estudio;
en confiar la redacción de las memorias relativas á competentes espe-
cialistas y en someter éstas á la disciisión del Congreso. Sin embargo,
todos creen igualmente que la supresión de las llamadas comunicacio-
nes libres, tal vez traería la extinción de los Congresos, porque muchos
se aljstendrían de tomar parte en ellos si no pudieran presentar sus tra-
bajos.
En todo caso, estos defectos de ninguna manera deben ser motivo
para dicha extinción, porque son aún mayores las ventajas que resul-
tan de los Congresos y, por ejemplo, si los de Americanistas no existie-
ran, de seguro que no habría oportimidades para que las personas que
se dedican con tanto desinterés al estudio del «Americanismo» se encon-
traran periódicamente para cambiar ideas é impresiones, y de seguro
también que los trabajos relativos se entorpecerían ó quedarían muchas
veces sin publicarse.
3. — Delegados y AIiemhros del Congreso.
Diez gobiernos europeos estuvieron representados: Austria, Alema-
nia, Bélgica, España, Francia, Grecia, Holanda, Italia, Noruega y Sue-
cia. Además, el «Board of Education» de Inglaterra delegó un represen-
tante V otro tanto hizo Hambvirgo.
150
De los Gobiernos americanos, catorce enviaron delegaciones: Argenti-
na, Solivia, Brasil, Chile, Colomliia, Costa Rica, Estados Unidos, Gua-
temala, Honduras, México, Panamá, Perú, San Salvador y Venezuela.
Por último, estuvieron igualmente representadas las siguientes co-
lonias inglesas: Australia, Canadá, Guayana inglesa y Honduras bri-
tánica.
La Delegación Mexicana esttivo, finalmente, constituida por el Sr. D.
A. Carneiro de Fontoura y por mí; el Sr. D. Francisco del Paso y Tron-
coso, nombrado Presidente de la Delegación, nos escribió una atenta co-
municación al Sr. Fontoura y á mí, anunciándonos que «fuerza ma-
yor» le detenía en Madrid; y los Señores Dr. Nicolás León y Juan Mar-
tínez Hernández no llegaron á venir al Congreso, como seguramente
lo sabría oportunamente esa Secretaría al muy digno cargo de Ud. De-
bo hacer notar, sin embargo, c(ue estuvo presente en el Congreso el Sr.
D. Teoberto Alaler, residente en Mérida, quien me manifestó que esta-
ba nombrado delegado en lugar del Sr. Martínez Hernández; pero no
llegué atener noticia oficial de tal nombramiento y entiendo que tampo-
co la hubo en la Secretaría del Congreso, pues no se reconoció al Sr.
Maler con el carácter de delegado de México.
57 instituciones científicas de diversos paí.ses europeos y americanos
estuvieron igualmente representadas, contándose entre ellas Universida-
des, Academias, Institutos, Museos y Sociedades.
De México estuvieron representadas: la Escuela Internacional deAr-
cjueología y Etnología Americanas, por el Dr. Franz Boas, Director deesa
institución en el último año; y la Sociedad Científica «Antonio Álzate,»
por mí, que tengo la honra de ser su Presidente en este año. La Univer-
sidad Nacional de México nombró su representante al Sr. del Paso y
Troncoso, quien, como llevo dicho, no pudo concurrir al Congreso.
Según los datos aproximados que pude obtener, se inscribieron cerca
de trescientos miembros (comprendiendo en esta cifra á las institucio-
nes que tuvieran dicho carácter por haber pagado su cuota de inscrip-
ción) y como cuarenta «asociados.» La asistencia real al Congreso fiíé
alrededor de cien.
El número de trabajos inscritos en el programa general, fué de 83,
de los cuales sólo se leyeron poco más de la mitad, entre otros motivos
por no estar presentes los autores.
Los trabajos de miembros mexicanos, fueron los siguientes:
1. «Dato Arciueológico,» por D. Leopoldo Batres.
2. «Reconstrucción de los basamentos de los monumentos de Palen-
que,» por D. Leopoldo Batres.
3. «La Arqueología de Atzcapotzalco,» por D. Manuel Ganiio.
4. «Relación maya de la creación del mundo,» por D. Juan Martínez
Hernández.
5 y 6. «División territorial de Nueva España en el año de 1536» y
«El Códice Kingsborough,» por D. Francisco del Paso y Troncoso.
151
7. «La legislación mexicana sobre monumentos aniueolójíicos,» por
D. Alfonso Pruneda, y
8. «El Folklore de Milpa Alta. Valle de México,» por D^' Isabel Ra-
mírez Castañeda, i
Además, el Sr. del Paso y Troncóse presentó al Congreso un ejem-
plar de la obra «Códice Kingsborongh. Memorial de los Indios de Te-
petlaoztoc al Monarca Español contra los Encomenderos del Pueblo,»
impresa á expensas de nuestro Gobierno, dedicada á la memoria de
Lord Kingsborough, el célebre americanista, \'' en homenaje á dicho
Congreso; y el Sr. Carneiro de Fontoura presentó igualmente impresa
una memoria suya en francés, solare «México y la Actualidad.»
Los trabajos del Sr. Batres y del Sr. Martínez Hernández, fueron
también impresos por su respectiva cuenta y distribuidos entre los con-
gresistas.
4. — Sesiones del Congreso.
Como dije anteriormente, las labores del Congreso se dividieron en
seis secciones, siendo éstas las siguientes:
I. Paleo-antropología;
II. Antropología física;
III. Lingüística;
IV. Etnología y Arqueología;
V. Etnología general, y
VI. Historia colonial.
Los trabajos correspondientes á la sección IV, se dividieron en tres
grupos; a. Trabajos sobre Norte América, b. Trabajos sobre la Améri-
ca Central, y c. Trabajos sobre Argentina, Brasil 3- Peni.
Las secciones referidas tuvieron sesión en la mañana 3- tarde del día
28 de ma^'o, en la mañana del 29, en la mañana y tarde del 30 y en la
mañana del 1" del actual. Hubo, además, dos sesiones generales: la de
apertura y la de clausura.
La sesión de apertura se efectuó el 27demayoiiltimo, álas3.30dela
tarde, en el Salón de Conferencias de la Universidad de Londres, bajo
la presidencia de Sir Clemens R. Alarkham, Presidente del Congreso, á
quien acompañaban en la plataforma los Señores Sarg, Secretario del
mismo Congreso; Osler, Delegado del Board ofEducation; Gennadius,
Ministro de Grecia en la Gran Bretaña y Delegado de su Gobierno;
Maudslaj-, Presidente del Comité Organizador; Seler, Presidente del
XVII Congreso; Heger, Delegado de Austria y Secretario General
del XVI Congreso, 3' Lafone Quevedo,uno de los delegados argentinos.
El Presidente principió anunciando á la asamblea que S. M. el Rey
1 De estos ocho trabajos sólo fué leído el del subscrito, porque los demás autores no
estuvieron presentes en el Congreso.
152
saludaba, por su conducto, al Congreso, deseando el mejor éxito en sus
trabajos, y continuó dando la bienvenida á todos los delegados, hacien-
do, á ese propósito, un sumario recuerdo de lo que los diferentes países
ahí representados habían hecho por el Americanismo.
En seguida, Sir William Osler dio la bienvenida en nombre del
Board of Education, y el Sr. Maudslay hizo otro tanto en el del Comi-
té Organizador; bienvenidas que contestó el Sr. Dr. S. A. Latbne Oueve-
do, uno de los delegados de la República Argentina, en nombre de todos
los delegados.
A continuación pronunciaron cortas alocuciones los referidos Seño-
res Seler y Heger, en su carácter, respectivamente, de Presidente y Se-
cretario General de Congresos anteriores.
Después el Secretario General, Sr. Sarg, dio lectura á la lista de vice-
presidentes y secretarios electos f)or el Comité en la sesión preliminar
que había celebrado en la mañana. El que este informe subscribe recibió
el honor de ser designado como uno de los secretarios, cargo que des-
empeñó en la sesión del jueves 30 por la tarde (Sección de Etnología
General).
Dicha lectura dio ñn á la sesión de apertura del Congreso, desptiés
de la cual se sirvió unté á los asistentes. Terminado éste, el Dr. R. Piets-
chmann dio una conferencia con numerosas pro^-ecciones sobre el ma-
nuscrito peruano recientemente descubierto de Huaman Poma, en el
que, además de encontrarse diversos retratos de incas y de sus es-
posas, se hallan numerosas representaciones gráficas de costumbres y
usos del antiguo Perú y se hacen variadas alusiones á la conducta de
los primeros gobernantes españoles de esa que fué colonia española.
La sesión de clausura se efectuó el sábado 1" del actual, á las 3 de la
tarde, en el mismo Salón de Conferencias de la Universidad de Londres,
bajo la presidencia de Sir Clemens R. Markham.
En esta sesión se dio lectura á varias proposiciones cjue fueron so-
metidas á la aprobación del Congreso. La primera de ellas, formula-
da por el Dr. Boas, se refirió á que los Congresos de Americanistas se
celebren cada 4 años y no cada 2, para dar más tiempo á las investiga-
ciones. Esta proposición, de conformidad con lo pedido por el Dr.
Hrdlicka, de Washington, (|uedó aplazada, para resolverse hasta el
Congreso de 1914-, con el fin de que todos los congresistas tuvieran cal-
ma y tiempo suficientes para meditar su conveniencia.
La segunda proposición, hecha por el Sr. Heger, tendía á que los
Gobiernos y las Instituciones científicas pudieran solamente nombrar
dos delegados: fué rechazada por gran mayoría.
La tercera, hecha también por el Sr. Heger, relativa á qiie el Secreta-
rio General debe hacer una lista de los miembros supervivientes dej
Consejo Permanente del Congreso, para entregarla á su sucesor, fué
aprobada.
Igualmente lo fué la moción hecha por el Dr. Boas, para que senom-
I.
«í
w
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z
o
^
153
brara un Comité de Biblio^^ratuí Americanista, {|ue (lel)erá infoniiaren
cuanto á sus trabajos preliminares en el Con^íreso de 1914.
Después de estas proposiciones, el Secretario General y el Dr. Hrd licka ,
sucesivamente, dieron lectura á las invitaciones del Instituto Smithso-
niano de los Estados Unidos, de la Universidad Católica de Washing-
ton, de la Georgetown University y de la Sociedad Arqueológica de
Washington, i)ara que el próximo Congreso se celebre en 1914- en la ca-
pital de los Estados Unidos, invitaciones que fueron aceptadas por acla-
mación.
En seguida, el Sr. D. Arturo I'onansky, Delegado de Bolivia, invitó
al Congreso, en nombre del Gobierno de esa nación, para cjue una vez
terminadas las sesiones en Washington, se trasladara á Bolivia, en
donde podría efectuarse otra serie de sesiones y, sobre todo, estudiarse
las ruinas arqueológicas de esa nación. Esta invitación fué igualmente
aceptada.
Se nombró, desjjués, al Comité de Publicaciones de la Alemoria del
XVIII Congreso, y, en nombre de varios de los miembros no ingleses de
la Asamblea, se hizo un obsequio á la Señorita A. C. Bretón, por sus
servicios al Americanismo, y en particular, por sus trabajos para la or-
ganización del Congreso.
La reunión terminó con diversas alocuciones de despedida del Presi-
dente y de otras personas, y con los votos de gracias que, á moción de
varios congresistas, se dieron al mismo Presidente, al Secretario Gene-
ral, al Comité organizador y á la Universidad de Londres, por su par-
ticipación en el éxito del XVIII Congreso Internacional de America-
nistas.
5. — Trabajos del Congreso.
En la imposibilidad de referirme á todos los trabajos presentados,
lo que alargaría demasiado este Informe, voy á ocuparme sucintamen-
te de los que, á mi modo de ver, fueron más importantes.
Seccio.n I. — uEl Paleolítico en América,» por el Dr. Capitán (de Pa-
rís). El autor dice que casi siempre es posible, en todo el Antiguo Mun-
do, poder señalar una industria cuaternaria, estudiando minuciosa-
mente los útiles cuíiternarios 3' teniendo el análisis estratigráfico cui-
dadoso de las condiciones de 3acimiento de los diversos tipos caracte-
rísticos de esos útiles; pregunta si los mismos métodos son aplicables
en América; añade que algunos autores no han vacilado en responder
por la afirmativa, en tanto que en la actualidad esta opinión se discu-
te mucho y aun es rechazad;i, en lo absoluto, por eminentes etnógrafos
americanos, y concluye diciendo que tal vez ambas opiniones son dema-
siado absolutas y que la cuestión merece ser estudiada con todo deta-
A.NAI.ES. T. I\'.— 20.
154
11c, nuevamente. Esta interesante nienioria estuvo ilustrada con luinie-
rosas ijroyeeeiones.
En esta misma Sección el Dr. Hrlicka (de Washintíton) hizo la crí-
tica de los trabajos emjjrendidos en la Argentina jjor el finado Dr. Ame-
ghino, según los cuales era indudable la existencia del hombre cuaterna-
rio en Sudamériea. Según esa erítiea, hecha en eiertos momentos eon
bastante severidad, no es posible admitir como ciertas las conclusiones
del sabio argentino.
Sección II. — vLu trejumnción en c¡ Perú,» jjor el Dr. Jidio C. Tello
(de Lima). Este importantísimo trabajo, tjue honra á su joven autor
(un ilustrado médico peruano, dedicado últimamente á estudios de an-
tropología), se basó en una rica colección de cráneos trepanados, de su
propiedad, que se guardan ho3' en el Aluseo «Warrem» de la Universidad
de Harvard. Las numerosas proyecciones que ilustran la memoria del
Dr. Tello, hicieron ver una serie de cráneos trepanados por los indios
Yanyos del Perú, ki mayor parte de ellos con un fin terapéutico, jjor le-
siones traumáticas ó inflamatorias (específicas ó nó) del cráneo. El au-
tor dio á conocer sus ideas acerca del niodiis opernndi en esas trei)ana-
ciones y llamó la atención acerca de que era indutlalile que muchos de
los que las sufrían, sobrevivían á ellas.
Seccio.n III. — «Fonética del idioma uiexicíiuo, » ])or el Dr. Franz Boas
(de Nueva York). El autor hace un análisis muA- minucioso de la es-
tructura fonética del mexicano, tal como se habla en el Yalle de Méxi-
co, Morelos, Jalisco, parte de Yeracruz y Sur de Oaxaca, haciendo no-
tar las diferencias que existen entre los diversos dialectos, especialmen-
te entre los del Norte y los del Sur. Esta memoria es, sin duda alguna,
una valiosa contribución al estudio de nuestras lenguas indígenas.
uLos verbos en el lenguaje de los indios Cora, del Occidente de Mé-
xico,'» por el Dr. K. T. Preuss (de Berlín). En esta memoria, igualmen-
te muy importante para la lingüísticíi americana, el autor se refiere al
verljo, el elemento más importante del hasta aquí no estudiado idioma
Cora, (jue pertenece al grupo de Sonora y, por consecuencia, se relacio-
na en su estructura al idiomíi náhuatl.
«Cuatro palabras esquimales de Xewfoundland en el idioma Eiriks-
saffa,« por el Sr. Guillermo Thalbitzer (de Copenhague). El autor, cjue
ha pasado algún tiempo, en unión de su esposa, entre los esquimales,
estudiando sus costumbres y siridioma, ha encontrado cuatro palabras
de éste incrustadas en el idioma (jue se habla en Groenlandia, y, según
sus interiJretaciones, se llega á l;i conclusión de que los esquimales ha-
bitaron probablemente algunas partes de Xcwfoundland en el siglo XI
y que las palabras en cuestión son las primeras señaladasde un lengua-
je aborigen en América. El autor, además, ha encontrado relaciones
15")
importantes entre Ins diversos pueblos ríe los confines boreales de Amé-
rica.
SiíCCioN IY.—«E1 cubre prccnloinhiiio en Aiiiéricn,» ])or el Sr. Kow-
laiul B. Orr (de Toronto). En esta memoria se habla de las localidades
en que el cobre ha sido encontrado, su distribución, losmétodoscm])lea-
dos i)ara temjilarlo vlosusos ornamentales ú otros, á quesedestinabíi.
a Algunos problemas en el estudio de loa antiguos cliff-dwellers de Amé-
rica,» porel Dr. J. O. Kinnaman. El autor estudia las condiciones etnoló-
g'icas de esos pueblos, de il onde vinieron, cuál fué la dirección de su inmi-
gración, y trata de exjjlicar por qué construyeron sus habitaciones en
lufíares casi inaccesibles; después discute las relaciones cjue pueda ha-
ber entre los actuales indios «Pueblo» y los «cHfF-dwellers,» y haciendo
notar las dificultades cronológicas que se presentan, llega á la conclu-
sión de que no es posible todavía tener una opinión exacta en cuanto á
dichos (icliff— dwellers.»
^.Trabajos de la Escuela Internacional de Arqueología v Etnología
Americanas,» por el Dr. FranzBoas. En esta interesante memoria, ilu.s-
trada con proyecciones, el autor relata las investigaciones llevadas á
cabo por la institución referida, durante el año en que fué su Director:
los trabajos sobre la alfarería de AtzcapotzalcoydeCulhuacán; el estu-
dio de los dialectos mexicanos y de las relaciones entre ellos y las len-
guas del Norte de Aléxico; la formación de un mapa lingüístico del Esta-
do de Oaxaca, basado en el estudio de los vocabularios recogidos por el
Dr. Peñíifiel; el estudio del tepecancj, (|ue resultó ser ini dialecto del Pi-
ma, siendo los pueblos que lo hablan, muy semejantes á los Coras y
Huicholes, y otras investigaciones relativas á antiguas tradiciones; todo
lo cual demuestra lo importante de la obra cmjirendida por la Escuela
Internacional de Arqueología y Etnología Americanas, en el último año.
«Las prácticas mágicas de los indios Coras de Jalisco, México,» por
el Dr. K. T. Preuss (de Berlín). El autor, que ha pasado algún tiempo
entre esos indios, estudia los caracteres distintivos de stis prácticas de
magia, especialmente de las cpie tienen jjor objeto el obtener de los dio-
ses el cumplimiento de sus deseos. En estas prácticas, los pensamien-
tos y las palabras son considerados por los Coras como la parte verda-
deramente intrínseca de las ceremonias, y hacen admitir la idea, emiti-
da 3-a por otros autores, de que en esos casos no son decisivos en sus
efectos los actos mágicos mismos, sino el cqjoder» mágico del que los
ejecuta. Parecen tan importantes las investigaciones del Dr. Preuss, so-
bre los indios Coras, que tal vez sería conveniente, en opinión del que
subscribe, que el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología
adc|uiriera la obra de dicho señor: «La Expedición del Nayarit,» ]3ara
hacerla traducir y darla á conocer por medio de sus Anales ó en publi-
cación separada.
«Sobre el signo del mono en los códices mexicanos y mayas,» jjor el
156
Sr. Hermán Be\-er (de Dresden). El autor sostiene la opinión de Fürs-
temann, Schelllias y Brinton, de que el dios C (el dios ma^-a, con la ca-
ra armamentada) tiene cabeza de mono, y refuta, después de un exa-
men cuidadoso de los dioses bárbaros de los códices mayas, la teoría
del Profesor Seler, de que la cara del dios C está formada ])or una cule-
bra de dos cabezas.
«Alffunos problemas del calendario centro— americano,» por el Dr.
Walter Lehmann (de Munich). El autor, que avmque todavía joven, se
distintíue ya por sus conocimientos ainericanistas, estudia en su memo-
ria, con todo detalle, diferentes problemas del calendario mexicano y del
calendario maya, haciendo notar su antigüedad respectiva y otros
puntos de igual interés.
«La creación del mundo según los mayas,» por el Sr. D.Juan Mar-
tínez Hernández. Este trabajo, que fué distribuido impreso entre los con-
gresistas, se refiere á las páginas del manuscrito maya de Chunmayel,
que contienen la versión maya de la creación del mundo, y que el autor
publica ahora por primera vez con su traducción al español. Según el
autor, ((bajo el simbolismo usado puededistinguirseunaadmiral^lecon-
«cepción cósmica, con el calendario como base; la religión de losma\'as
((no es exclusivamente la adoración del Dios de la Luz ni tampoco pu-
((ramente un culto de los números; ambos están incluidos, debido á las
((relaciones íntimas entre las estrellas y las matemáticas; dicha religión
((era un culto del calendario.»
kEI medio-punto en la arquitectura maya,» por el Conde M. de Pe-
rigny (de París). En esta memoria, su autor se refiere á un género es-
pecial de ruinas de Nakcun, encontradas por él en el Peten, en 1905-06,
y descubiertas completamente en 1909-1910. Ese edificio, al que ha lla-
mado ((Casa de los Sacerdotes,» por su destino probable, presenta algu-
nas bóvedas en forma de medio-punto, lo cual parece ser interesante
desde el momento que no se le encuentra en las demás ruinas mayas co-
nocidas. Algo parecido observó el autor en las ruinas del Río Beque,
estudiadas por él en 1907-1908; concluyendo su estudio, que fué acom-
pañado de proyecciones demostrativas, con la observación de que aun
cuando los antiguos niaras edificaron sus ciudades en una época que con
mucha razón se considera bastante antigua, conocían ya el medio-
punto, sobre lo cual deseó llamar la atención del Congreso.
KÁlgTinas características de la arquitectura maya,» por el Dr. Capi-
tán (de París). Esta interesante memoria, acompañada igualmente de
proyecciones, se refiere á dos particularidades curiosas que presenta,
entre otras mvichas, la arquitectura maya: la construcción de todos
los monumentos sobre elevaciones de tierra ó mampostería, á veces muj'
altas, y el hecho de que las fachadas de sus edificios, con su complicada
ornamentación, parecen ser la reproducción, en piedra, de fachadas he-
chas primitivamente en madera.
«Un dato arqueológico» y ^Reconstrucción de los basamentos de las
Anales.— Tomo IV.
LÁM. 11.
Mosaicos mexicanos existentes en el Museo Británico.
157
riiinns de Palenque, i^ por D. Leopoldo Batres (de México). En estas
inonofiratías, (listril)UKlas ini])resas entre los conurcsistas, el autor da
á conocer su opinión sobre la venladera forma de los basamentos de
las ruinas de Chichén-Itzá 3- de Palenque, no descritas antes de él, sej¡ún
los resultados de las exploraciones que ha hecho en los últimos años.
ti Las ruinas de Uxnial,» por el Dr. Eduardo Scler (de Berlín). Por
medio de numerosas proyecciones, el autor dio cuenta de su visita á
esas célebres ruinas, á principios de 1911, 3^ aprovechó la oportunidad
para criticar á la Secretarííi de Instrucción Pública y Bellas Artes por
sus determinaciones para trasladar al Mviseo Nacional algunos de los
monumentos de Uxmal.
Despviés del trabajo del Dr. Seler, el Dr. Beyer (de Dresden) dijo que
tenía entendido que el Gobierno Mexicano había dispuesto esa trasla-
ción para salvar piezas importantes, de exploradores ó touristas dema-
siado activos, (jue pudieran sacarlas del país fraudulentamente, como
por desgracia había 3'a acontecido en otras ocasiones; 3- que, por lo de-
más, en el Museo dichas piezas estaban á disposicióndecuantosdesea-
ran estudiarlas.
El subscrito apoyó en todas sus partes lo dicho por el Dr. Be3'er.
«Algrinos amuletos de Teotiliuacán,» por el Dr. Capitán (de París).
El autor, por medio de diversas ]jroyccciones, llama la atención acerca
de dos clases de amuletosde Teotiliuacán, bastante poco conocidos, que
ha estudiado en el Museo de esas ruinas: unos de obsidiana 3' otros de
esquisto. Entre los primeros hay dos grupf)s: uno formado ]3or alíjii-
nas figuritas de cuadrúpedos y otro que corresponde á un pequeño in-
dividuo, habiendo unos ejemplares que representan un dragón muy
singular. Entre los amuletos de esquisto, el autor menciona iilaquitas
planas ovales, que llevan huellas de ocre rojo, cu3'a interpretación pue-
de ser mu3' interesante.
<tAlgunas observaciones sobre las cabecitas de barro de Teotiliua-
cán,» por la Sra. Barnet (de París). La autora, que es preparado-
ra del curso de antigüedades americanas, profesado por el Dr. Cajjitan
en el Colegio de Francia, después del estudio de centenares de dichas ca-
becitas, llega á estas conclusiones: !■' — Las cabecitas de Teotihvuicán tie-
nen orígenes y significados mu3' diversos; provienen de figuritas planas;
de figuritas aplicadas y de figuritas con agujeros, destinadas á fijarse
por medio de un lazo. 2" — Son á veces cabezas de verdaderas estatui-
tas. 3*^ — Algunas son simples aplicaciones, sin agujeros, destinadas á
fijarse sobre objetos de cerámica ó de otra clase, 3' 4-'' — Algunas cabeci-
tas y algunas figuras de brazos ó de piernas, que se encuentran con aque-
llas, pueden ser consideradas como ex-votos. El trabajo de la Sra. Bar-
net estuvo igualmente ilustrado con proyecciones.
«Los ñ-escos de Teotiliuacán,» por el Dr. Eduardo Seler (de Berlín).
En esta memoria, acompañada también de numerosas é importantes
proyecciones, el autor describe los interesantes frescos de Teotiliuacán,
158
descubiertos en distintas épocas por D. Leopoldo Batres, yhacenotarle
sig^nificado que, en su concepto, puedan tener las fijíuras representadas
y las semejanzas (|ue ha encontrado entre ellas y las cjue se ven en la al-
farería de Teotihuacán. Presenta ijíualmente diversas proyecciones
sobre las cabecitas de ese lugar, dando su ojiinión en cuanto á lo ciue
pueden siijTiilicar.
ttUna nota sobre la posición y extensión de los terrenos del Gran Tem-
plo de Tenochtitlán, y la posición, estructura y orientación del Teoca-
IH de Huitzilopochtli,» por el Sr. Alfredo P. Alaudslay. Esta memoria,
distribuida, aunque en corto número de ejemplares, entre los congresis-
tas, y magníficamente impresa, trata de las dimensiones asignadas por
los diversos cronistas é historiadores del gran teocalli de Tent)xtitlán,
haciendo el autor las críticas que juzga pertinentes.
^Excavaciones en Ouiriguá, Guatemala, por el Instituto Arqueológico
de América,» porel Sr. Eduardo R. Hewett (deSanta Fé). El autordees-
tetrabajo, el distinguido y muy caballeroso Director de la Escuela de Ar-
queología Americana de Santa Fé, rama del Instituto Arqueológico de
América, da á conocer, acompañando su relato de proyecciones, los in-
teresantes resultados obtenidos en las exploraciones hechas en Ouiri-
guá, la antig^la ciudad maya.
kLos antiguos monumentos de piedra de San Agustín, y las investi-
gaciones arqueológicas en el Distrito del alto Río Magdalena,» porel
Dr. K. Teodoro Stoepel (de Heidelberg). En esta memoria, ilustrada
también con jiroyeccioncs, el autor da cuenta de las ex])loraciones he-
chas en el Ecuador por encargo del Aluseo Real de Etnología de Berlín;
dicho resultado ftié interesante, porque pudieron estudiarse bien las an-
tiguas esculturas y templos de la región, C|ue denotan una civilización
avanzada y que, sin embargo, pasaron inadvertidas á los cronistas es-
pañoles, tal vez por estar ocultas esas ruinas por la maleza. Entre lo
más importante de lo descubierto, se encuentran varios ataúdes de jiie-
dra maciza, de más de dos varas de largo, en c|ue ese pueljlo enterraba
á sus príncipes ó á sus grandes sacerdotes.
^^Descubrimientos arqueológicos en Ecuador y en Colombia,» por el
Dr. K. Teodoro Stoepel (de Heidelberg). El mismo autor de la memo-
ria anterior, presentó otra sobre sus exploraciones hechas en los dos
países indicados, y que dieron por resultado el descubrimiento de im-
portantes monumentos prehistóricos, que mucha luz han de traer segu-
ramente sobre el conocimiento de los pueblos antiguos de Sud- América.
iiLos Ouimbayas,» por D. Ernesto Restrepo Tirado (de Bogotá).
Este trabajo fué distribuid o impreso, entre los congresistas. En él se dan
detalles muy interesantes, en g^ran parte desconocidos, acerca de los
quimbayas, pequeña tribu que vivió en el río Cauca y sufrió mucho
con la llegada de los españoles, bajo las órdenes de Robledo, en 1540, y
que después de varias guerras con otras tribus, y de varias epidemias,
algunas de ellas de viruela, se vio casi destruida, refugiándose los pocos
I
159
supervivientes en las montañas, en donde fueron extenninados por los
1 'ijaos.
vLciíi iinttilacioncs en los vasos ¿intropoiuoribs del niitiífiío I'crt'i,»
por el Dr. Lizardo Vélez Lójdcz (de Liniíi).
«Fiffuras ¿uitrupoinorths inutilaclas del Perú,» porel Dr. Rieardo Pal-
ma, jr. (de Lima). Estas dos memorias se refieren á las mutilaciones
(|ue se observan en algunos de los vasos ó figuras de barro de las anti-
guas tundjas peruanas. Según los dos autores mencionados, aunc|uccsas
nuitilaciones pueden haber tenido, en ocasiones, alguna causa patológi-
ca (sífilis, etc.), parece indudable C|ue en otros casos se debieron á cas-
tigfJS, á riñas, á algunos fines rituales ó á otros motivos independien-
tes de enfermedad.
uPuntos de contacto entre las civilizaciones prehistóricas del Brasil
y la Argentina y las de los países de la costa del Pacífíco,» por el Dr.
Antonio Carlos Simoens de Silva (de Río de Janeiro). El autor hace no-
tar las semejfinzas c|ue hay entre las piedras encontradas en las exca-
vaciones de Perú, Solivia y Chile, 3' las halladas en Brasil y Argentina;
observa C|ue la deformación del cráneo se practicaba en la Argentina lo
mismo C|ue en el Perú y Bolivia, y (|ue los ídolos y alfarería nativa del
Amazonas y del í'erú j)resentan gran semejanza. Además, las leyen-
das de la región del Amazonas y las tradiciones peruanas, tienen mu-
chos puntos de contacto, todo lo cual demuestra las relaciones tan es-
trechas que hubo entre ambas civilizaciones: la del E. y la del O. de Sud-
América.
ttlnfornie sobre una colección de objetos encontrados en antiffvosse-
pulcros de la civilización Diagiiita, en el Noroeste de la Argentina,» por
el Sr. Franz Heger (de Viena). El autordescribe la rica colección de ob-
jetos arqueológicos recogida por el Sr. Rodolfo Schreiter, de Tucumán,
en los vallesde Santa María y de Calchac|viu (N. O. de la Argentina), en
diversos cementerios y restos de ruinas de los antiguos habitantes de
esa región, objetos que se conservan ahora en el departamento antro-
pológico del Museo de Historia Natural de Viena. Algunos de los obje-
tos de esa colección demuestran, en concepto del autor, la inflvienciade
la antigua cultura peruana que penetró en la Argentina Noroccidental
en la época de los antiguos emperadores de los incas, antes de la con-
quista.
Shcciox \'. — «Costunibres de los guayaki en el nacimiento de los ni-
ños,» por el Sr. D. C. Mayntzhusen (del Alto Paraná). En esta curio-
sa nota se relatan las costumbres de esos pueblos sudamericanos cuan-
do nace una criatura, en cu^'O acto interviene de un modo particular el
llamado «yoaré.D especie de partero, ayudado por una mujer ó «upia-
ré.» Esta, desijués de alginias prácticas de aseo y de masaje, procede
á la deformación de la cabeza del niño, apretándola fuertemente con
ambas manos, una atrás y otra adelante, para llegará producir uncrá-
160
neoniesoccfalo; esta maniobra ((iie la criatura tolera sin llorar, es repe-
tida por la madre tres días después. El padre, entretanto, huye á los
bosques, en donde está tres días sin comer, hasta quetoma un baño, lo
i|ue hace también la madre, para espantar al demonio.
«La vida diaria de los indios kekchi de Guatemala,» por el Dr. Karl
Sapper (de Estrasburtío). El sabio autor de esta memoria, á ({uien se
deben importantes trabajos sobre etnología mexicana, causó la admi-
ración del Congreso con la rica colección de importantes proyecciones
en que hizo ver las ocupaciones diarias de los hombres, de las mujeres y
de los niños kekchi, en el hogar y en el campo; sus festividades, sus ca-
pacidades productoj-as, sus opiniones religiosas y algunas peculiarida-
des de carácter, siendo esta conferencia un verdadero modelo de lo que
la fotografía puede hacer para conservar documentos etnoló.<íicos. El
Dr. Sapper llamó la atención de los congresistas, en cuanto á que la po-
blación india de Centro-América presenta, desde la primera mitad del
siglo XVII, un decidido y gradual proceso de mejoramiento, que secon-
tinúa hasta la hora presente.
nDescubriinientos recientes en la Guaraná Holandesa,» por el Sr. L.
C. von Panhnys (de La Haya). El autorrelata los resultad os de la lla-
mada expedición «Suriname,» la sexta de las organizadas por el Comi-
té de investigaciones científicas del interior de la Guayana Holandesa,
que trajo por consecuencia el estudio etnológico de los negros Bush que
viven en las orillas del río Suriname, adonde fueron importados de Áfri-
ca en otras épocas, llevando consigo el paludismo que está acabando
con la población indígena de la región. Est£\ conclusión, descubierta por
el teniente Flu, va á ser motivo, seguramente, de serias consideraciones
del Gobierno Holandés, en bien de la conservación de la población in-
dígena de la comarca, ya qixe en la Guayana británica, donde no hay ne-
gros Bush, hay todavía trece mil indios. El teniente Flu descubrió igual-
mente la existencia de líi filariosis en esa región, el modo como se trans-
mite, y la acción maravillosa del salvarsán (606) sobre la «framboesía
tropical,» pues en pocos días un hospital que contenía trescientos vein-
tiocho pacientes atacados de esa enfermedad, tuvo cjue clausurarse por
haber sanado todos con aquella droga.
«.Nota sobre los salvajes del Canadá,» por el Sr. Alfonso Gagnon (de
Quebec). En este trabajo el autor da cuenta del estado actual de la
población de los aborígenes del Canadá, su condición económica, mo-
ral é intelectual; refiere lo que el Gobierno hace para mejorar su suerte
y los progresos realizados á este respecto.
i' La protección de los aborígenes del Brasil,» por el Dr. M. de Olivei-
ra Lima (de Río de Janeiro). El autor, después de referir lo que se ha
hecho en el Brasil para proteger á la población aborigen desde los tiem-
pos de la conquista, y los fracasos qvie han resultado de las prácticas
establecidas, hace notar que recientemente se ha organizado un servicio
regular, más racional y lógico, que consiste en la formación de grandes
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LÁM. 13.
B.
ANTir.rmiADES Mexicanas existentks ex el MrsKO Bkitá.nico.
A. — Cráneo de cristal de roca.
B. — Vaso de alabastro provinieiite de la Isla de Sacrificios.
i
I
161
campamentos y vastas reservas, cons£if;rad()s exclusivamente á esos
pueblos, que se encuentran ahora sometidos á una conducta propia.
Uno de los primeros resultados benéficos de esta conducta, ha sido la
pacificación de algunas de las tribus ijuerreras (dcaingang» en San Pa-
blo, á lo largo del Ferrocarril del Noroeste.
«Resultados científicos ele la Sección Etnológica de la Expedición
Riahouschinsky de la Sociedad Geográfica Imperial de Rusia,» por el
Sr. Waldemar Jochelson (de San Petersburgo). En 1808 la Sociedad
Geográfica Imperial de Rusia organizó una expedición á Kamchatka,
á expensasdelSr. F. ¡'.Riabouseliinsky, comprendiendo cinco secciones:
zoológica, botánica, geológica, meteorológica y etnológica, la última
de las cuales fué encabezada por el autor de esta memoria, habiendo
incluido también en su programa el estudio de las Islas Aleucianas. En
esta importante expedición, en que tomó pártela esposa del autor, mé-
dica, como somatologista, se hicieron excavaciones en diversos lugares,
encontrándose variados y valiosos implementos prehistóricos; se estu-
dió el lenguaje aleuta, que es de origen esquimal, el folk-lore y el tipo
físico de aciuel pueblo. En Kamchatka, se hicieron también excavacio-
nes con resultados importantes; se encontraron varias relaciones entre
el lenguíije de los nativos y algunos de los idiomas indios americanos y
se descubrieron también muchas semejanzas, aun identidades, entre la
mitología Kamchadal y la de los indios americanos del Noroeste. Esta
interesante conferencia estuvo ilustrada con numerosas proyecciones
fijas y con ocho cinematográficas, reprCvSentando estas últimas, diver-
sas escenas típicas de las poblaciones indígenas de Kamchatka. Esta
aplicación del cinematógrafo á la etnología, y en general á las expedi-
ciones científicas, me parece particularmente interesante y me permito
llamar la atención de esa Secretaría en cuanto á las ventajas induda-
bles que resultarían de dicha aplicación para conservar en nviestro Mu-
seo de Arqueología, Historia y Etnología documentos cinematográfi-
cos en que se recogieríin muchas costumbres, danzas, prácticas religio-
sas ó de la vida diaria, industrias, &, pertenecientes á nuestros pueblos
aborígenes y que están desapareciendo de día en día. Tales documen-
tos serían de un valor inestimable para los historiadores.
En la Sección V, el subscrito Wó en la sesión efectuada la tarde del
jueves 30 de mayo último, su trabajo sobre «La legislación mexicana
sobre monumentos arqueológicos, \> del que me es honroso acompañar
un ejemplar á este informe. El Sr. Dr. Boas, que presidía esa sesión,
expresó, al terminar mi lectura, su gratitud al Gobierno Mexicano por
todas las facilidades que siempre le había proporcionado al llevar á ca-
bo sus investigaciones arqueológicas y etnológicas.
Sección VI. — (tUna nueva serie de pinturas al óleo representando la
mezcla de razas en México,» ])or el Sr. D. Franz Heger (de Viena). El
autor habla de una quinta serie de pintviras, existente en el Departa-
Anales. T. IV.— 21.
162
mentó Etnográfico del Aluseo de Historia Natural de Viena y provi-
niente del antiguo Museo de Mirtimar, que puede añadirse á las cuatro
que ya existían conocidas, en París, en el Museo Nacional de México y
en el Museo Nacional de Historia Natural de Madrid. En la serie á que
se refiere el Sr. Heger, hay diez pinturas, cada una de las cuales re-
presenta á una familia, inclu^'endo los padres y su descendencia, cada
uno desempeñando quehaceres diversos. Esta serie, desgraciadamente
incompleta, presenta algunas variantes respecto de las anteriormen-
te conocidas, en cuanto á las relaciones corresijondientes á las dife-
rentes mezclas de razas.
«Fray Diego de Landa, Inquisidor de los Indios en Yucatán, n por el
Dr. D. José Toribio Medina (de Santiago de Chile). El erudito autor
de esta memoria, á quien se deben importantes piiblicaciones, entre
ellas «La Imprenta en México,» se ocupa en ella de la vida de Fr. Diego
de Landa, aprovechando al efecto los datos que suministran los anti-
guos cronistas, entre ellos López Cogolludo. Relata su modo de pro-
ceder con los indios, las diligencias mandadas practicar á este respecto
por el Consejo de Indias, los autos de fé celebrados por él, su proceso
en España, su ascenso al episcopado, el amparo pedido ])or los indios
ante la Audiencia de México y otros incidentes interesantes que termi-
nan con la muerte del Inquisidor.
«Un manuscrito español relativo á los Lacandones, en los Archivos
de Indias de Sevilla,» por el Sr. Alfredo Marston Tozzer (de Harvard).
En este trabajo se llama la atención acerca de la riqueza del Archivo
de Indias en manuscritos interesantes, á pesar de lo cual poco se apro-
vechan de ellos los países hispano-aniericanos. El autor presenta una
traducción inglesa de una carta escrita en 1695, en Vera Paz, Guate-
mala, en la que se puede uno dar cuenta, primero, de los métodos usa-
dos por los españoles para inducir á los nativos á adoptar el cristia-
nismo y, en segundo lugar, se conocen las antiguas costumbres del
pueblo. El autor llama la atención especialmente sobre la gran seme-
janza que existe entre la religión de los Chol-Lacandones de fines del
siglo XVII y la de los Lacandones de habla maj-a de principios del XX.
«El Gobierno de Don Manuel de Aniat, Virrey de Perú, 1 T61-1 776, v
por el Sr. B. Glanvill (de Londres). En esta memoria se traza la bio-
grafía de ese Virrey, cuya vida se dedicó á mejorar la situación del rico
Virreinato que tuvo encomendado; sus medidas administrativas; sus
expediciones organizadas para establecer puertos en islas, entre ellas
las de Tahití, que, á pesar del interés del Gobierno Español, no pudie-
ron ser colonizadas por descviido ó incapacidad de los siguientes virre-
yes; sus actos caritativos, &., &., hasta su retiro y regreso á España,
en donde acabó sus días, apartado de la vida pública, en Barcelona.
«Apunte breve sobre algunas fuentes para la historia eclesiástica de
Hispano-América en la primera época colonial,» por el Rev. Charles
Warren Currier (de Washington). El autor da en su interesante me-
163
moría lina noticia de las ]irincipale.s fuentes en que puede hacerse la his-
toría de la Ifílesia en la América Española en la primera época colonial:
diversos escritores mexicanos (Mendieta, Torquemada, Dávila Padi-
lla, Pérez de Rivas); un manuscrito orijíinal de la Biblioteca del Con-
greso en Washington; «El Concilio Provincial de México en 1585;» la
historia de Juan Díaz de la Calle, 3- otros muchos, de donde tal vez no
muy tarde podrá salir esa historia, que tanto interés tiene en la de la
colonización española en América.
ü. — ExHIIilCION ARQUEOLÓGICA.
Durante los días en cjuc se celebró el Congreso, estuvo abierta en
uno de los salones de la Universidad de Londres una pequeña exhibi-
ción arcjueológica no desprovista de interés.
Entre lo que ahí estuvo expuesto puede citarse una colección de ma-
pas del Valle de México, que comprendía: una copia del mapa sobre pa-
pel de maguey-, de parte de la ciudad de México, existente en nuestro
Museo Nacional; una vista del Valle en 1910, y la copia de un mapa de
Alonso de Santa Cruz (1550), cuyo original está en la Biblioteca de la
Universidad de Upsala, Suecia.
Diversas fotografías de mapas y manuscritos relativos á México,
existentes en el Archivo General de la Nación.
Fotografías de las ruinas de Copan, de Tikal, de Chichén Itzá, de
Palenc|ue, de Ouiriguá y de San Agustín (Colombia).
Algunos objetos arqueológicos y etnológicos del Perú y Bolivia, y
otros de la Guaj-ana Británica, distinguiéndose entre estos últimos una
hermosa hacha de cristal.
Una colección de pinturas de los frescos de Cliichcn Itzá, hechas por
Miss A. C. Bretón.
Diversos libros antiguos relativos á América y algunos contempo-
ráneos, entre los cuales debe citarse especialmente la traducción ingle-
sa hecha por el Sr. Maudsla}^, y cuidadosamente impresa, de la Histo-
ria de México por Bernal Díaz del Castillo, publicada por D. Genaro
García.
7. — La Memoria del XVII Congreso.
(Sección de México.)
A solicitud del Sr. Lie. D. José Romero, Secretario que fué del XVII
Congreso Internacional de .\mericanistas, jiresenté al XVIII Congreso,
por conducto de su Secretario General, un ejemplar de la jMemoria de
los trabajos de aquella asamblea en .su sesión de México (Congreso del
164
Centenario); habiendo hecho esa presentación en nombre de la Comi-
sión de Publicaciones respectiva y en el del Goliierno Mexicano, bajo
CUYOS auspicios se efectuó dicho XVll Congreso 3' se ha publicado la
Memoria.
Es justo, con este motivo, hacer notar la eficacia y oportunidad del
Sr. Lie. Romero, pues pudo darse así cumplimiento á una práctica es-
tablecida en estos Congresos, de tener publicada ya la Memoria res-
pectiva cuando se reúna el siguiente. Y esto es tanto más satisfactorio
cuanto que la República Argentina no ha llegado todavía á publicar la
Memoria correspondiente á la sesión celebrada por el mismo XYII
Congreso, en Buenos Aires, en mayo de 1910.
8. — La Escuela Internacional de ARorEOLOGLi.
Y Etnología Aíieric.\nas.
Por indicación del Sr. Dr. Franz Boas, Secretario de la Junta Direc-
tiva de la Escuela Internacional de Arqueología 3- Etnología America-
nas, se reunieron el Sr. Dr. Eduardo Seler, Representante del Gobierno
de Prusia en esa Junta; el Sr. Byron Gordon, Representante de la Uni-
versidad de Pennsylvania, 3- el mismo Sr. Boas, que representa en dicha
Junta á la Universidad de Columbia, para tratar de algunos asuntos
pertenecientes á la Escuela referida. El que subscribe asistió igualmente
á esa reunión, invitado por los tres representantes antes mencionados,
por su carácter de Delegado del Gobierno Mexicano en el Congreso de
Americanistas y por estar al tanto de la marcha de la Escuela.
El Sr. Dr. Boas informó que en el presente año de trabajos, corres-
pondía, según los estatutos, al Gobierno Francés, nombmr al Director
de la Escuela; pero que como dicho Gobierno no había nombrado has-
ta la fecha su representante en la Junta Directiva ni ratificado formal-
mente su adhesión, y tampoco la Universidad de Harvard podía en
este año hacer tal nombramiento de Director, proponía (el Sr. Boas)
que se dirigiera atenta nota al Gobierno Mexicano para que él, si no
encontraba en ello inconveniente, se sirviera designar al repetido direc-
tor. La proposición del Sr. Boas fué aprobada, 3^ en tal virtud, se diri-
girá oficialmente á esa Secretaría.
El propio Sr. Boas informó después que, deseoso de aumentar los
recursos de la Escuela y de ampliar lo más que fuere posible su esfera
de acción, había comenzado á tratar de C[ue la Academia deCienciasde
San Petersburgo tomara parte en los trabajos, habiendo hablado \-a,
al efecto, con el Dr. Sternberg, Director del Museo de dicha Academia,
quien se ofreció á iniciar las negociaciones. Iguales pasos había dado
cerca del Gobierno de Ba viera y del Museo de Leipzig; 3- era de esperar-
se que estas gestiones tuvieran resultados satisfactorios.
Por último, el repetido Sr. Boas informó cjue, en unión del subscrito,
AXAI.KS. — ToMci IV.
LÁM. 14.
Piezas de aharería del antiguo Perú, existentes en el
Museo Británico.
165
había hablado con el Sr. Atnbrossetti, Delcsíado de la República Ar<ien-
tina en el Congreso, jiara tratar de cjuc el (jobierno de esa ini])ortante
nación participara igualmente en los trabajos de la Escuela Interna-
cional de Arf(ueología y Etnología Americanas, lo cual sería muy inte-
resíinte desde todos puntos de vista; habiendo jjrometitlo el Sr. Am-
brossetti tlar, en su oportunidad, los pasos necesarios cerca de su Go-
bierno, pensando que tíd vez éste acogería favorablemente la ideíi.
9. — Visitas y excursiones.
El Comité Organizador arregló una visita al Museo Británico, que
se llevó á cabo el miércoles 29 de ma3'0 por la tarde.
En el imponente edificio ocupado por el Aluseo, esperaba á los con-
gresistas S. A. R. el Duque de Connaught, patrono del Congreso y uno
de los «trustees» de ac[uella célebre institución, quien dio la bienvenida
en términos expresivos. En seguida se distribuyó entre los concurren-
tes una pequeña guía impresa especialmente para el caso, con ilustracio-
nes, del Departamento de Antigüedades Americanas, qtie está á cargo
del Dr. C. H. Read. Después, guiados por este señor, fuimos conduci-
dos al rico departamento de manuscritos, en donde se guardan algu-
nos mexicanos, la ma^-or parte de los cuales han sido publicados ya
por Lord Kingsborough y otros americanistas.
De ahí pasamos al Departamento de Antigüedades Americanas, pe-
queño pero mu}- rico. En él se conservan piezas de diferentes lugares
de América; pero entre lo más notable se encuentran varias piezas be-
llísimas, incrustadas de mosaico de malaquita, turcjuesa y otras pie-
dras, de las que no haj' siquiera un ejemplar en nuestro Museo Nacio-
nal, y que forman parte de la riquísima colección de objetos de arte
indígena enviados por Cortés al Emperador Carlos V; varias piezas de
obsidiana igualmente importantes; un cráneo de cristal de roca, de ta-
maño natural, cuA-a autenticidad, sin embargo, fué puesta en duda por
mu3^ distinguidos profesores; una rica colección de alfarería de la Isla
de Sacrificios y dos hermosos vasos de alabastro de la misma proceden-
cia; una colección, igualmente rica, de alfarería peruana y otros más
objetos tampoco desprovistos de interés.
Debo hacer mención especial, sin emijargo, de varias lápidas rica-
mente esculpidas, provinientes de Menché Tinamut, Bancos del Usuma-
cinta, 3' llevadas de ahí al Museo Británico por el Sr. Maudsla3'enl893.
Después de la visita al Departamento Americano, en donde los con-
gresistas tuvieron oportunidad de estudiar los ejemplares y de cambiar
ideas en el particular, la mayor parte de a((viéllos, entre los cuales se
contó el que esto escribe, siguió visitando el riquísimo Museo Británico,
cu3-as colecciones son de las más valiosas del mundo.
El mismo Comité Organizador arregló dos excursiones para los
166
miembros extranjeros 3- delegados, alas célebres Universidades de Cam-
bridge y de Oxford, siendo por cuenta de aquéllos el importe de los pa-
sajes respectivos.
La excursión á Cambridge se llevó á cabo el viernes 31 á las doce
del día; los congresistas visitaron el nuevo Museo Arqueológico Ameri-
cano que se está organizando en la Universidad y del c[ue sf)n ejempla-
res importantes los moldes de varios monumentos de Copan, donados
por el Sr. Maudslay; en seguida, formando pequeños grvipos, recorri-
mos los principales colegios que componen la Universidad, admirando
la espléndida organización de ésta y la bellezadesusedificiosyparques;
á las cuatro de la tarde fuimos obsccjuiados con un té en el hall del
Chirist's College, y después emprendimos el regreso á Londres.
La excursión á Oxford, tan concurrida ó más chuela anterior, se efec-
tuó el lunes 3 del actual; habiendo salido de Londres á las 9.45 a. m.
en un tren esj^ecial añadido al ordinario de pasajeros. Llegados á la
ilustre Universidad, fuimos conducidos á la arcaica y muy rica Biblio-
teca Bodleiana, en donde pudimos ver diversos manuscritos mexicanos,
los cuales también han sido publicados ^-a por Lord Kingsborougli y
otros. Ahí supe C|ue se guarda igualmente un códice maya, aún inédito,
que conoció j^a D. Francisco del Paso y Troncoso, quien tal vez piense
publicarlo entre los Documentos antiguos que está publicando bajólos
auspicios de nuestro Gobierno.
Formando pequeños grupos, guiados por alumnos de la Universi-
dad, comenzamos á visitar las diver.sas partes com])oncntcs de ésta,
hasta las 12.30 en que acudimos á la «Convocation IIousc,)! en donde
pudimos presenciar una interesante ceremonia: la imposición del grado
de doctor honoris causa de la Universidad de Oxford, hecha por el Vice-
canciller de la Universidad en favor de los Señores Franz Boas y Alfred
P. Maudslay, por sus servicios á la ciencia.
A la 1 de la tarde se sirvió en el «New College Hall» un huich, con
que la Universidad obsecjuió á sus huéspedes.
Terminado, los asistentes volvieron á formar diversos grupos para
continuar la visita de los diversos Colegios (Trinity College, Brassnoi-
se College, Magdalen College, &.) y para conocer el Museo Ashmolea-
no, en donde se guarda una interesante colección de pinturas, otra de
antigüedades y otra de reproducciones y moldeados.
A las 4 se efectuó un garden-party en los jardines del «Somerville
College,» habiéndose representado algunos bailes típicos por campesi-
nos de Oxford. El té con que ftiimos obseciuiados los concurrentes fué
galantemente servido por las señoritas alumnas del Colegio.
A las 7.30 p. m. salía el tren de la estación de Oxford para Londres.
Ambas visitas á las célebres ciudades universitarias y á sus benemé-
ritas é ilustres instituciones, á quienes tanto debe el alma inglesa y el
alma humana en general, dejaron, sin duda, honda huella en los congre-
sistas, como la dejaron en el que este informe escribe.
167
10. — FlíSTiyoS SOCIALUS.
Los ccjnjírcsistas fuimos agasajados de diversas maneras durante
nuestra permaneneia en Londres.
Además del té efeetuado el día de la sesión inaugural, del (|ue ya he
hablado, y además de las inolvidables cxeursiones á las Universidades
de Cambridge y de Oxford, se efectuaron otras fiestas, marcadas todas
con el sello especial de la cortesía inglesa.
El jueves 30, el Presidente del Congreso y el Comité Organizador
ofrecieron un suntuoso banquete á los Delegados extranjeros, en el
gran salón del Hotel «Trocadero,» con asistencia de varios miembros
del Cuerpo Di¡)lomático acreditado ante la Corte de S. \l. Británica.
Después del banquete, en el que hubo detalles interesantes ligados con
las refinadas costumbres inglesas, brindaron el Presidente, el Ministro
de Noruega, el Sr. Dr. Lafone Quevedo, delegado de la Argentina, y el
Sr. Dr. D. Rafael Altamira, delegado de España, que estuvo particular-
mente elocuente.
Por último, el 4- del actual, en la noche, el Hon. Embajador de los
Estados Unidos de América y su muy distinguida esposa, dieron una bri-
llante recepción en honor de los miembros del Congreso, en el palacio
de Dorchester que ocupa la Embajada Americana. Este suntuoso edi-
ficio, uno de los mejores de Londres, que guarda una rica colección de
pinturas de Velázquez, Rembrandt, Van Dyck, Alurillo, Rubens y otros
grandes maestros, se vio lleno de distinguidísima concurrencia, que com-
prendía á casi todo el Cuerpo Diplomático acreditado en Londres, á
elevados jjersonajes de la nobleza inglesa, á hombres de ciencia como
Sir William Crookes a- Sir Ernest Shackleton, y á millonarios conocidí-
simos como Mr. Andrew Carnegie y Mr. J. Pierpont Morgan. Esta re-
cepción fué un dignísimo broche de oro del XVIII Congreso Internacio-
nal de Americanistas.
1 1 . — Conclusión.
He terminado mi informe. Señor Ministro, y esjjero cpie el desempe-
ño de mi comisión sea del agrado del Sr. Presidente de la República, (jue
se dignó confiarme tan honroso encargo, y de usted, siquiera por la bue-
na voluntad con que me propuse hacerme digno de la representación
que llevé, 3^ por el celo y el cariño con que siempre procuré dejar bien pues-
to el nombre de nuestra patria muv^ amada.
El Congreso de Americanistas de Londres no produjo ninguna co-
municación sensacional, de esas capaces de coninover un continente.
Tal vez por los trabajos en él presentados no esté llamado á ocupar,
168
desde el jmnto de vista científico, un lugar muy importante en la serie
de esas asambleas. Pero es indudalílc que fué una reunión brillante, y
que á ese brillo contribuyó mucho el esfuerzo del Comité Organizador
3' el alto ambiente de Londres, la gran metrópoli británica.
En todo caso, el resumen de mis impresiones personales se condensa
en estas cuantas palabras: hay muchas gentes, de todas nacionalida-
des, que se preocupan mucho y mu^- desinteresadamente por los proble-
mas del Americanismo, y que dedican buena parte de su vida al estudio
de ellos, sin que sea un obstáculo para ello lasexpediciones lejanas, difí-
ciles y en ocasiones peligrosas que tienen que hacer en muchos casos.
Es indispensable que nosotros los mexicanos, más interesados que na-
die en estas cosas, tomemos ejemplo de esos sabios, de esos beneméritos
trabajadores y que, siguiendo sus huellas, nos consagremos á exhumar
las reliquias de nuestro pasado, de ese pasad o de donde arrancan la ftter-
za y la virilidad de nuestra raza. Y es indispensable también C[ue a bra-
mos nuestros brazos á los investigadores de buena fé, á los que tenien-
do la ciencia por bandera, vengan á nuestro territorio á estudiar ese
pasado nuestro; y (jue les facilitemos en cuanto sea posible su benemé-
rita labor.
Reitero á usted, Señor Ministro, las seguridades de mi atenta y res-
petuosa consideración.
A bordo del «Ltisitania,» entre Liverpool y Nueva York, junio
de 1912.
Alfonso Pruneda.
Señor Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes.
México.
íl-
amCTiüS ÍÍNiS i GENEIW
M
POR
CARLOS MAGIAS.
Anales. T. IV —22.
INTRODUCCIÓN.
El hombre forma un todo que existe por el concurso de cada una de
sus partes, por ésto debe estudiarse en el desarrollo de sus órganos físi-
cos Y en sus facultades intelectuales, llevando este estudio, como fin
práctico, el perfeccionamiento físico 3' el perfeccionamiento intelectual.
Todas las ciencias que ayudan á la persecución de este fin constituyen
la Antropología general.
Un hombre nacido roljusto, creado en condiciones salubres, con nu-
trición sana y abundante, cuj'o espíritu no sea agitado por los cambios
de suerte y la presencia de enemigos, adquiere una organización física
que realiza el ideal del primer género de perfección.
La hal^ilidad que el ejercicio puede dar á nuestros órganos, nos hace
aptos para llenar diversas funciones, siendo la educación física la que pro-
duce el perfeccionamiento. Pero á más de ésto, nosotros nacemos con
disposiciones más ó menos marcadas ó aptitudes naturales para tal ó
cual ocupación; pero en todo caso se ve que sólo el ejercicio hace al ar-
tista. Así, pues, si la herencia, el clima }• la nutrición son las condicio-
nes del perfeccionamiento físico, la voluntad libre del hombre es el prin-
cipio.
Las influencias físicas é intelectuales se neutralizan ó se dominan se-
172
gún los casos, no estando bien marcados los límites de estos dos órde-
nes de influencias.
El entendimiento es perfectible lo mismo que nuestros órganos, pero
también nacemos más ó menos bien dotados de inteligencia y más ó me-
nos susceptibles de diferentes grados de desarrollo, siendo el estudio para
la inteligencia, como el ejercicio para el desarrollo de los órganos físicos.
Dentro de la Antropología general hay una ciencia que se ocupa del
conocimiento de los pueblos y á la que se ha llamado Etnología.
La definición de la Etnología es un asunto en el cual ha^- diversas
opiniones, confundiéndola algunos con la Etnografía ó ciencia descrip-
tiva de los pueblos; otros con la Etno-psicología ó estudio de las facul-
tades intelectuales de los mismos, y otros, en fin, con la Antropología
general, que se ocupa de fijar las le^-es que rigen al hombre en todas sus
relaciones con el medio que habita.
Opiniones muy respetables son todas; pero dada la diversidad de con-
ceptos, se hace necesario formar un criterio particular que le sir^aáuno
de guía en los estudios é investigaciones de esta clase, por lo que me to-
mo la libertad de manifestar en este trabajo el criterio que durante mis
estudios he fonnado respecto al campo ó concepto de la Etnología.
El presente estudio se divide en dos partes, que, como se ve por los
ligeros apuntes anotados, se refieren :1a primera al estudio de los carac-
teres físicos, 3" la segunda al de los caracteres intelectuales, haciendo
antes un capítulo aparte, intitulado:
CONCEPTO DE LA ETNOLOGÍA.
La Etnología es una rama de la Antropología general, que se ocupa
del conocimiento de los pueblos. (Etnos, pueblo y 7oo-os, conocimiento.)
Como se ve, la etimología de la palabra indica que la Etnología se
ocupa del conocimiento de los pueblos, sin expresar bajo qué punto de
vista.
Acabamos de decir que el conocimiento del hombre no se adquiere
solamente por el estudio de sus caracteres físicos, sino que es también
necesario atender á sus caracteres intelectuales; es decir, debe conocerse
su cuerpo y sus tendencias psíquicas, para poderlo distinguir de la ma-
nera más clara y completa posible. Bajo este concepto, parece á prime-
ra vista que se confunde la Antropología general con la Etnología, mas
es bien clara la diferencia que existe enere una y otra ciencia, como en
seguida trataré de demostrarlo.
Para demostrar que la Antropología general es distinta de la Etno-
logía, son necesarias algunas consideraciones respecto al campo de va-
rias ciencias, perfectamente establecido.
La Historia Natural abarca el conocimiento de todos los seres natu-
rales, encontrándose éstos divididos en minerales v orgánicos.
Anai.ks. — Tomo IV.
LÁM. 15.
Fig. 1.
Esqueleto ue Goril.\.
Fig. 3.
Esqueleto de Ho.müre Europeo.
Fig. 2.
C.vl.weka de Gokii.a.
173
La Biología (conocimiento de la vidíi) se ocupa de los seres orgáni-
cos y se divide en general y especial, ocupándose la general, de los prin-
cipios fundamentales de la vida, y la especial, de las plantas y de los
animales (Zoología y Botánica).
La Zoología ó estudio de los animales se divide también en general
y especial, comprendiendo la primera todas aquellas cuestiones que afec-
tan ala vida y organización de los seres zoológicos, tratando de adaptar
los principios generales de la Biología á los organismos animales.
La Zoología especial se ocupa de clasificar los seres, analizando su
organización, su género de vida, sus formas; aplica los principios de la
Zoología general á cada agrupación de animales y aun á cada animal,
si tal extensión se quiere dar á este estudio. Como el estudio del hom-
bre tiene importancia excepcional, con él se forma, dentro de la Zoolo-
gía, una parte que recibe el nombre de 'Antropología.
La Antropología, como lo indica su fundador B. Broca, «es la histo-
ria natural del género humano,» abarcando, por consiguiente, al hom-
bre bajo todos sus aspectos y bajo todas sus relaciones con el medio que
habita. Se trata en ella de fijar las reglas generales ó leyes que rigen ala
humanidad relacionada entre sí y con el medio ambiente. De la misma
manera que la Biología general se ocupa de estudiar los fenómenos funda-
mentales de la vida, la Antropología estudia estos mismos fenómenos, pe-
ro relativos únicamente al hombre, en el sentido extensivo de la palabra.
La Etnología es, dentro de la Antropología general, una ciencia de
especialización, ocupándose de aplicar las leyes antropológicas al estu-
dio de los pueblos, siendo éstos las agrupaciones accidentales del género
humano. Por tanto, la Etnología es á la Antropología, como la Biolo-
gía especial lo es á la Biología general; como la Zoología especial es á
la Zoología general.
No puede considerarse á la Zoología como una ciencia puramente de
clasificación, puesto que las clasificaciones zoológicas solamente forman
uno de los capítulos de la Zoología.
En resumen, la Antropología se ocupa del estudio del género huma-
no de un modo general, y la Etnología se ocupa del estudio de los ca-
racteres distintivos de los pueblos, estudiando cada grupo en particu-
lar y comparando unos con otros. Por ejemplo: la Antropología nos
explica las causas que modifican la coloración de la piel en los seres hu-
manos; las le3-es de la herencia que rigen los cruzamientos; las causas
que modifican el estado social, pero sin referirse á una sola raza en par-
ticular. Mientras que la Etnología nos dice que entre tales ó cuales ra-
zas ha}- éstas ó aquellas semejanzas ó diferencias, deducidas del estudio
de los caracteres físicos é intelectuales de cada raza en particvxlar.
Los caracteres distintivos de los pueblos se dividen en dos catego-
rías: caracteres físicos y caracteres intelectuales, formando ambos los
dos grandes capítulos de la ciencia etnológica.
174
PRIMERA PARTE.
Estudio de los caracteres físicos.
Para el estudio de las razas humanas puede segnirse el mismo cami-
no que sigue el zootecnista para el estudio de los animales domésticos.
En Zootecnia, antes de dar á conocer las formas del cxierpo en una
raza bovina, por ejemplo, se insiste sobre el desarrollo másemenos no-
table de los sistemas huesoso y muscular; sobre la ma^-or ó menor ap-
titud para la engorda; sobre las cualidades para producir leche; sobre la
predisposición para contraer algunas enfermedades ó para resistir-
las. Es decir, que al lado de los caracteres exteriores se colocan los ca-
racteres físicos, deducidos de la anatomía, de la fisiología y de la pato-
logía.
Si se trata de una raza canina, se habla de sus instintos para la ca-
za, de su habilidad para correr; del desarrollo de sus facultades de gra-
titud 3' obediencia para con el amio; es decir, que á los caracteres físicos
se agregan los intelectuales.
M. Cuvier, en su doctrina de los caracteres dominantes, indica que
debe atenderse en primer lugar á los caracteres intelectuales, cuando se
trata del estudio del hombre, y por ésto se considera en primera catego-
ría á las poblaciones en las cuales esta clase de manifestaciones han
alcanzado el más alto grado de desarrollo.
En Etnología, como en Zoología y Botánica, se recurre también al
método natural, tomando en consideración los caracteres más genera-
les y persistentes.
Los caracteres físicos parecen ser menos variables que los intelectua-
les, pues bien sabido es que un individuo puede en poco tiempo avanzar
ó descender en la escala social, cambiar de lenguaje, de religión y de cos-
tumbres, sin que los caracteres tomad os de su organismo físico se trans-
formen.
Los caracteres físicos presentan entre sí una cierta jerarquía, según
sus grados de persistencia en los individuos. En algunas generaciones
las aptitudes patológicas y las particularidades fisiológicas propias de
una raza, se alteran ó transforman bajo la influencia del medio, lo mis-
mo que los caracteres exteriores, como los rasgos de la fisonomía, la
estatura, el color, etc. En cambio, las diferencias craneanas originales
persisten ó reaparecen por fenómenos de atavismo, en un niimero más
ó menos considerable de individuos, puesto ciue algunas calaveras, bien
caracterizadas, mezcladas con otras de la misma procedencia, pero de
un tipo diferente, muestran que es posible reconocerlas.
Cuando se trata de razas, los caracteres más fijos y por consiguiente
175
más generales, no tienen el mismo valor que cuando se trata de espe-
cies, siendo en algunos casos, aun los caracteres craneológicos, insu-
ficientes para los estudios.
El estudio de la evolución humana puede indicar las causas inmedia-
tas productoras de las diferencias que distinguen nuestras razas, bajo
el punto de vista físico. Esta evolución se lleva á efecto bajo la influen-
cia del medio ambiente, siendo sobre este particular muy interesantes
las experimentaciones llevadas á cabo por la escuela transformista, por
lo (|ue estudiaremos á grandes rasgos lo relativo al
Origen primario de la especie humana.
Las teorías transformista s tienen de común que todas ellas hacen
derivar las especies superiores de las inferiores, por medio de transmu-
tación, admitiendo algunos autores la transformación brusca y otros
la transformación lenta.
En la primera hipótesis se admite que una madre perteneciente á una
especie dada, en lugar de producir hijos que se le parezcan, da otro tipo
que sirve de punto de partida para la formación de una especie nueva,
de un género y aun de una clase distinta á aquella de la cual formó par-
te. M. Geoffroy Saint Hilaire admitió que ima ave puede salir del huevo
de un reptil.
La transformación lenta requiere x\n número indefinido y considera-
ble de generaciones, las que se van apartando poco á poco del tipo de
origen ó tipo primitivo. Lamark fué en realidad el primero que abrió
camino al transformismo, siendo después sus ideas completadas por
Mr. Darwin, quien por no haber conservado en toda su pureza la doc-
trina del maestro, dio lugar á la fonuación del llamado Darwinismo.
El punto de partida para Mr. Darwin es un prototipo organizado
que no es, propiamente hablando, ni animal ni vegetal. Sus descendien-
tes son poco á poco caracterizados hasta que unos adquieren los caracte-
res esenciales del animal y otros los del vegetal, siendo de esta manera
constituidos los dos tipos fundamentales que, en virtud de la ley de ca-
racterización permanente, el primero no tendrá por descendientes más
que animales y el segundo vegetales solamente.
El homljre actual, según la doctrina darwinista, es considerado co-
mo un antiguo pitecoide, derivado de los monos catarrinianos. Cuan-
do se comparan aisladamente y término á término los elementos anató-
micos del hombre y de los monos superiores, se encuentran muchas se-
mejanzas, pero también algunas diferencias considerables y muy signi-
ficativas. En el hombre, los miembros inferiores y todas sus dependencias
sobrepasan rauy notablemente á los miembros superiores ó torácicos,
siendo ésto contrario á lo que pasa en los monos. Este contraste es tan-
to más palpable, cuando que los tipos de monos son más elevados, co-
176
mo el gorila y orangután, por ejemplo. Cada hueso del gorila lleva una
protuberancia por la cual pueden distinguirse de los huesos humanos
correspondientes. Bajo el punto de vista de la teratología, resulta que
los monos superiores no llegan al nivel de la microcefalía de las razas
humanas, por lo que el hombre posee el desarrollo cerebral que lo sepa-
ra de los monos. Todas estas diferencias tan marcadas 3- que pueden
notarse fácilmente en los dibujos respectivos que ilustran el presente tra-
bajo, han dado lugar á la investigación de una forma intermedia entre
el hombre y los monos, siendo el descubrimiento de Dubois, de unos res-
tos que no se han podido colocar de una manera segura en alguna de
las dos categorías, los que iiltimamente más han llamado la atención.
Sin embargo, parece que todavía no ha3' nada seguro sobre este parti-
cular.
Según Air. Darwin, un tipo específico, una vez constituido, da naci-
miento á variedades que se propagan 3- se caracterizan cada vez más,
siendo solamente después de siglos 3- por accidente, cuando se verifica
la separación de las razas, constitu3-endo éstas, especies en vía de for-
mación.
Particularidades distintivas que resultan del estudio del organismo.
Los caracteres físicos, distintivos de las razas, se dividen en: exterio-
res, anatómicos, fisiológicos 3' patológicos.
1. — Caracteres exteriores. — Entre estos caracteres se encuentran en
primer lugar las particularidades que presenta el conjunto de los cabe-
llos ó cabellera 3- los caracteres de los cabellos, considerados aislada-
mente. Los cabellos no solamente suministran datos más ó menos se-
guros para la caracterización de los grupos fundamentales de la huma-
nidad, sino que dan ignalmente datos para distinguir las razas secun-
darias. Humboldt observó en América la persistencia de la cabellera
indígena, después de varias generaciones y á pesar del cruzamiento con
los blancos.
La cabellera puede ser: lisa, ondulada, bucleada, rizada 3- lanosa,
siendo éstos los principales tipos.
El estudio de los cabellos, considerados aisladamente, suministra
diferencias microscópicas mu3- interesantes: la forma de la sección trans-
versal puede ser redonda, elipsoide, triangular, etc., siendo mu3' persis-
tente. La coloración de los cabellos debe también tomarse en cuenta
entre los caracteres distintivos; esta coloración puede apreciarse por
medio de las tablas crojnáticas de AI. Broca.
El color de la piel ha tenido gran importancia desde hace mucho
tiempo, según lo confirman los nombres generalmente dados alas razas
ó tipos fundamentales de la humanidad: blanca, amarilla, cobriza 3' ne-
Anales. — Tomh IV.
LÁM. K).
Fis. 4-.
jiiviíN .\kka (.\i-iii(, a). I'I(;mi:ii.
(Se ve tiuo liis iiiioiiiliriis Idráclcos siiii
cnsi (k- iííual longitud (jiif los
alKliiiiiiiialts.)
Fig. r>.
Tiro DE CABELLERA LISA.
Fig. G.
Tipo de cabellera o.ndilada.
Fig, 7.
Tiro DK CABELLERA [IICI.EADA.
Fig. S.
TlIM) DE CABELLER.V RIZADA.
Anales.— Tomo IV.
L.Í.M. 17.
Fig. 9.
Tll>0 HE CABELLERA LA.NOSA.
Fig. 10.
Cráneo Braquicéfalo.
Fig. 11.
Cráneo Dolicockfalo.
Fig. 12.
1. — Cráneo de Negro.
2. — Cráneo di; Mongol.
177
gra. Sin cmbnruo, la coloración de la piel es muy variable, pues basta
que un individuo cambie de clima para que su color se modirtque masó
menos visiblemente.
La expresión general de los ojos y el color del iris, son caracteres
que se transmiten con gran persistencia.
El conjunto de la cara ó fisonomía, constituyela distinción cjue cada
uno estalilece instintivamente entre las diversas razas humanas.
La estatura cambia no solamente por la edad y el sexo, sino que va-
ría también según la influencia de los agentes exteriores, pero sin que
estas variaciones pasen de ciertos límites impuestos por cada raza. Se
admite, en general, que la estatura normal varía entre 125 y 199 centí-
metros; abajo de 125 comienza un estado anormal que se llama enanis-
mo y arriba de 199 es también un estado anormal llamado^/^o-ant/smo.
La estatura varía en vm mismo individuo, aun cuando ha^'a llegado al
límite del crecimiento, habiéndose observado que, en la mañana, en los
momentos de levantarse, hay un aumento de uno á dos centímetros,
siendo este aumento ficticio, según se puede ver verificando la medida
en la noche, cuando los discos fibrocartilaginosos, situados entre las
vértebras, han sido comprimidos por el peso del tronco. M. Tojjinard
propone la división de la estatura en cuatro grupos, que son:
Pequeña abajo de 160 cmts.
Menor que la media entre 160 3' 165 cmts.
Ma3'orque la media entre 165 y 167 cmts.
Grande de 170 cmts. en adelante.
En el sexo femenino se considera ellímite práctico del crecimiento en-
tre los 17 y 23 años, a' en los hombres, de los 24 á los 29 años. Se ha
observado, en casi todas las razas, que la estatura de la mujer es doce
centímetros menor que la del hombre.
2. — Caracteres anatómicos.
Bajo el punto de vista anatómico, el esqueleto es el que suministra
el mayor número de datos para distinguir las razas humanas, siendo
los caracteres del cráneo los más importantes.
Las partes blandas del organismo dan iónicamente datos dudosos 3-
variables. Así, se sabe de una manera general, ((ue en el negro el siste-
ma nervioso periférico, la porción venosa, el aparato circulatorio y
el conducto de los órganos glandulares, son relativamente más desarro-
llados que en el blanco. Pero, por una parte, estos caracteres no se pres-
tan á una medida precisa y, por otra, no se ha hecho la comparación
sino tomando como referencia las dos razas extremas. Solamente el en-
céfalo indica variaciones persistentes respecto á peso, en las distintas
A.NALES. T. IV —23.
178
razas, y se ha llegado á demostrar que este peso no está siempre en re-
lación directa con el desarrollo de la intelitíencia.
Los caracteres que pueden observarse sobre el cráneo, se dividen en
descriptivos y craneométricos, refiriéndose los primeros á la conforma-
ción y los segundos á las dimensiones.
El cráneo es la parte del esqueleto que presenta en sus variedades la
ma^'or persistencia, siendo las diferencias en la forma y en las dimen-
siones, en correkición con las del cerebro y las de los órganos mastica-
(lores, las que sirven para distinguir las razas y las especies, tanto en el
hombre como en los otros vertebrados. Por el estudio del cráneo pue-
de distinguirse el sexo, atendiendo á los siguientes datos: en la mujer el
hueso frontal es casi paralelo al eje vertical de la cabeza, y de superficie
ligeramente bombeada ó convexa; la cavidad craneana, más reducida
que en el hombre; los bordes orbitarios más cortantes, las salientes
muscvilares menos marcadas, y el peso del cráneo, en general, menor,
comparado con otros masculinos de la misma edad y de la misma raza.
La capacidad craneana normal varía entre 1100 y 2200 centíme-
tros cúbicos, en todas las razas humanas.
La forma general del cráneo es un ovoide, pero este ovoide puede ser
más ó menos arredondado ó alargado, presentando dos formas extremas
que se distinguen con los nombres de braquicefalía y dolicocefalía. La
primera se refiere á los cráneos cortos en donde los diámetros transver-
so y antero-posterior máximos, tienden al equilibrio, y la segunda se
aplica cuando el diámetro antero-posterior es mayor cjue el diámetro
transverso. (Figs. 10 3' 11.)
La expresión numérica del cráneo se expresa en el llamado índice ce-
fálico, el cual se obtiene multiplicando el diámetro transverso máximo,
por 100, y dividiendo el residtado por el diámetro antero-posterior má-
ximo. Según el índice obtenido, se clasifica al individuo valiéndose de
la tabla formada por M. Topinard, en la que se encuentran subdivisio-
nes de las dos formas extremas de la bóveda craneana, siendo éstas las
siguientes: Ultradolicocéíalos, Dolicocéfalos verdaderos, Sub-dolicocé-
falos, Mesaticéfalos, Sub-mesaticéfalos, Braquicéfalos, Sub-braquicéfa-
los y Ultraljraquicéfalos.
3. — Caracteres ñsiológicos.
Como pertenecientes á la misma especie, todos los seres humanos
poseen una naturaleza fundamentalmente idéntica. Pero las razas no
han podido ser constituidas sin qtie este fondo común se modifique, y de
estas modificaciones ha resultado para cada una lo que pudiera lla-
marse naturaleza adquirida.
La influencia déla temperatura se manifiesta sobre la mayor ó menor
precocidad. Según M. Ouatregafes, cada grado de latitud abate un po-
179
co más de un mes líi edad á la eual, la mujer es púber, observándose el
máximo de retardo (de 18 á 20 años) en algunas tribus de la América-
boreal, }• el mínimo (de 10 á 12 años) en las regiones intertropicales de
los dos continentes, siendo la duración de la gestación exactamente
la misma en todas las razas humanas. La mayor ó menor rapidez del
desarrollo, acusado por la edad de la jiubertad, parece no ejercer nin-
guna influencia sobre la duración de la vida.
El estudio de las funciones de la respiración, la circulación, digestión,
etc., no suministra datos seguros ]iara las clasificaciones raciales, por-
que estas funciones se encuentran expuestas á multitud de variaciones,
según multitud de causas enteramente locales.
4. — Caracteres patológicos.
Como los agentes patógenos obran sobre lo (|ue tienen de común
las distintas razas humanas, provocan en todas ellas necesariamente los
mismos efectos; pero las aptitudes especiales de cada raza modifican su
acción, atenuándolos ó exaltándolos. En suma, las diversas formas de
enfermedades resultan de tres factores esenciales: la causa productora
del mal; la naturaleza original de la raza y la naturaleza adquirida por
la misma. Por esto se observa que los mismos agentes morbosos ejer-
cen una acción más ó menos enérgica, según las razas. Así, por ejemplo,
las fiebres palúdicas tienen mayor acción en los blancos C[ue en los ne-
gros, siendo la mortalidad de los primeros de 36 por mil, y en los se-
gundos solamente de cuatro por mil, según observaciones hechas en
América por AI. Boudin.
Cada raza tiene sti temperamento patológico propio, pudiendo éste
modificarse bajo la acción de nuevas condiciones de existencia. Una ra-
za transportada á un medio nuevo y al principio j^erjudicial para ella,
con el transcurso del tiempo se aclimata, adquiriendo de esta manera
las inmunidades que le faltaban. Los mestizos adquieren la inmunidad
por herencia, según lo demuestra el hecho de que un cuarto de sangre
negra, según la opinión del Dr. Nott, basta para ponerlos al abrigo de
la fiebre amarilla.
Las innnmidades patológicas lo mismo pueden ganarse que perder-
se bajo la influencia del medio ambiente en que se encuentre colocado el
individuo, por lo que los caracteres patológicos tampoco ]meden tomar-
se como datos seguros en la clasificación de las razas.
180
SEGUNDA PARTE.
Caracteres intelectuales.
La suma de las facultades intelectuales de los pueblos, constituyen
su grado de civilización.
En los pueblos naturales ó salvajes, como les llaman algunos, se no-
ta la falta de unión entre los coetáneos, siendo esta desunión un sig-
no muy marcado de un grado bajo de cultura. En cambio, á medida
que la civilización aumenta, se nota en relación directa el desenvolvi-
miento de una cohesión íntima de las generaciones, por lo que se han
dividido los pueblos en incivilizados, seinicivilizados y cultos, según el
grado de cohesión que en ellos exista. Los caracteres principales que
sirven para marcar el grado de civilización de un pueblo, son: el lengua-
je, el estado social y las costumbres, debiéndose estudiar estas últimas,
tomando siempre en cuenta los elementos naturales ó materias primas
de que se disponga para observar el genio de los individuos, en los pro-
cedimientos para utilizarlas, á fin de satisfacer sus necesidades.
1 . — Lenguaje.
Entre los caracteres intelectuales es al lenguaje al que se ha dado
maj'or valor. El lenguaje articulado es una facultad especial que la na-
turaleza ha dado al género humano; sin embargo, lo relativo á su ori-
gen es todavía en la actualidad mu}' discutido. Pero desde luego los ór-
ganos productores de la voz tienen la misma forma y composición en
todos los hombres, variando únicamente en las combinaciones que se
llevan á efecto con los sonidos, dando lugar á la formación de las diver-
.sas lenguas, susceptibles de períecciona miento.
Las lenguas más perfeccionadas serán aquellas que han alcanzado
un mayor grado de evolución, contando, por lo tanto, con ma3'or nú-
mero de palabras para la designación de los objetos.
Siendo explicada la génesis del lenguaje como un don que la natura-
leza ha dado al género humano, el perfeccionamiento será adquirido
por medio de la observación y el estudio, originados por la necesidad
que tenemos de comunicamos en nuestras impresiones y anudarnos pa-
ra la satisfacción de nuestras necesidades.
Se nota cierta armonía entre los resultados que se obtienen por el
estudio de las lenguas para la determinación de un grupo étnico y los
que se obtienen por el estudio de los caracteres físicos; pero es mejor to-
Anales. — Tomo IV.
t *~
LÁM. IS.
Fig. 13.
Cr.í.neo de Olmeca.
Fig. 14.
Cráneo de Yucateco.
181
mar el mayor número de cfiracteres distintivos, á fin tic (|ueladistinción
sea completa.
Los idiomas ó lenguas han sido clasificados en tres grupos: monosi-
lábicos, aglutinantes y de fiexión.
En las lenguas monosilábicas, las raíces de las palabras son invaria-
bles, es decir, que no hay declinación ni conjugación, como por ejemplo,
en la lengua China, que es monosilábica pura.
En las lenguas aglutinantes las palabras son formadas por la unión
de varios elementos que cada uno tiene su clasificación y que, en conjun-
to, tienen im significad o puramente relativo. La lengua americana pue-
de citarse como ejemplo de aglutinantes puras.
Las lenguas de flexión difieren de las aglutinantes en que la raíz de
las palabras puede ser modificada en su forma, para expresar sus rela-
ciones con otra raíz. Las lenguas Grecolatinas son de flexión.
Existen, además, lenguas de transición entre los grupos principales
que acabamos de citar.
La escritura, ó sea el conjunto de sigTios que sirven para fijar las pa-
labras, no constituye un carácter etnológico, toda vez que, como se sa-
be, son usados los mismos signos por multitud de razas diferentes.
2. — Estado social.
El hombre, aim en sus jirimeras épocas de existencia, nunca vivió
completamente aislado, pues sin medios suficientes de combate para de-
fenderse de los animales feroces, necesitaba la unión con sus semejantes,
lo mismo que para cumplir con sus instintos genésicos tuvo cjue unirse
con la mujer.
La primera forma de la sociedad humana se presenta en la familia,
que en su forma más simple es la unión de un hombre^- una mujer. Aun
cuando en algunos pueblos la poligamia se halle muy extendida, por re-
gia general la formación de la familia comienza por la admisión de una
sola mujer en la casa del hombre.
La vida en común de varias familias, da lugar á la formación de la
Tribu, en la que se reconoce, por lo general, á un hombre como jefe, con
lo que se inicia una organización social más avanzada. Después, la
unión de varias tribus ó el gran desarrollo de una tribu sola da lugar á
la formación de xin pueblo, siendo la reunión de varios pueblos la que cons-
tituye una nación, cuyo organismo político, á primera vista tan compli-
cado, es en esencia la forma original de asociación, puesto que se reco-
noce también un jefe como principal.
El estado social que se deriva evidentemente de las facultades inte-
lectuales, no debe tomarse como carácter de raza, puesto que fácilmen-
te se transforma más ó menos espontáneamente, ó bajo la inflviencia, ó
por imitación de algún pueblo extraño. Las consideraciones que pue-
182
den sacarse del estado social, muestran en toda la humanidad que sus
tendencias ó predisposiciones naturales son las mismas, cualquiera (|vie
sea el pueblo que se considere, y solamente atendiendo á su grado de
evolución, pueden dividirse los pueblos en cazadores, pescadores, pasto-
res y agricultores. Las naciones más adelantadas seguramente han pa-
sado por estas etapas de la civilización.
La variedad en los diversos grados de la civilización, se revela prin-
cipalmente por las instituciones y las costumbres, siendo estas últimas
las que suministran los mayores datos para los estudios de Etnolo-
gía.
La Historia de los pueblos presta importantísima ayuda en todas
las investigaciones etnológicas, constituyendo la guía más segura para
aclarardudasj' relacionar unos hechos con otros. Pone de manifiesto los
grandes movimientos de los pueblos; las emigraciones que han efectuad o;
las guerras que los han aproximado y mezclado, haciendo comprender,
de una manera clara, la naturaleza mixta ó meztisaje de la mayor par-
te de las poblaciones actuales.
3. — Las costumbres.
Como acabamos de decir, el estudio de las costumlares suministra muy
importantes datos para apreciar el grado de civilización de un pueblo,
debido á que se encuentra en ellas la manifestación de la inteligencia,
llevando como fin todas las ocupaciones del hombre, asegurar su sub-
sistencia y procurarse el mayor número de comodidades.
Para el estudio de las costumbres se ha intentado seguir un Cuestio-
nario donde se encuentran numerados los datos que deben recogerse y
la interpretación que debe dárseles. Los estudios que he visto formados
bajo la dirección de dicho Cuestionario, resultan cansados en su lectu-
ra y no se manifiesta en ellos el criterio del que escribe, cuyo criterio
debe ser aplicado en cada caso en particular.
En general, el estudio de las costumbres comprende nueve cuestiones,
que son las siguientes:
1 . — Alimentación.
2. — Habitaciones.
3. — Vestido 3' adornos.
4. — Caza y pesca.
5. — Agricultura y ganadería.
6. — Industria 3- comercio.
7. — Medicina.
cS. — Religión y supersticiones.
9. — Fiestas 3- placeres.
183
Con el estudio de estos nueve puntos, cu3'a apreciaeión debe hacer-
se en cada caso particular, se obtienen los datos necesarios para la dis-
tinción de los pueblos, según su Lirado de cultura.
RESUMEN.
La Etnología comprende el estudio de los caracteres distintivos de
los pueblos, cuyos caracteres se dividen en Físicos é Ixtelecti".\i.es.
La Etnología está basada en la Etnografía y la Antropología gene-
ral, puesto que la primera da el conocimiento descriptivo de los pueblos,
y la segunda indica las causas que intervienen en la formación de los
caracteres raciales.
México, Septiembre de 1909.
IS^
MIGCEL Um y JOSÉ JIMIA AHilNTA,
PRIMEROS MÁRTIRES DE LA INDEPENDENCIA EN OAXACA,
POR K. AMADOR.
Anales. T. IV— 24.
\% (
En un pequeño trabajo C|ue con el título de: Los Caudillos de la In-
dependencia ante el Patíbulo presenté en el Concurso Histórico á C|ue
el Museo Nacional de Arqueología convocó el año de 1909, figuran
unos breves apuntes relativos á los patriotas Miguel López y José Ma-
ría Armenta, cuyos nombres de bautismo ignoraba yo entonces, á pe-
sar de las empeñosas investigaciones que hice para conocerlos y para
adquirir datos referentes al lugar de su nacimiento y á algunas otras
circunstancias de la vida de dichos individuos.
Después de publicado el referido trabajo en el tomo III de los Ana-
les del Museo, ha venido á mis manos im interesante manuscrito que el
Sr. Lie. D. Cecilio A. Róbelo, Director de dicho Museo.se sirvió propor-
cionarme, y como ese documento, que lleva el título de Escarmiento y
Desengaño de Insurgentes, contiene algunos datos importantes relati-
vos á López y á Armenta, creo conveniente y necesario reconstruir ó
ampliar, á instancias del Sr. Róbelo, el breve artículo que á esos infor-
tunados patriotas consagré en el trabajo á que antes me refiero, y del
que debo reproducir aquí la parte más esencial.
En el manuscrito mencionado se dice lo siguiente; «Miguel López,
arriero, 3' José Maria Armenta, Sargento sastre naturales del rancho
del Cacalote junto á Puruandiro en la Provincia de Vallad olid, fue-
ron destinados por el ajjostata tra^'dor y cabecilla de rebeldes Miguel
Ydalgo y Costilla, cura que fue del Pueblo de los Dolores, para venir á
188
■sublevar y saquear la Provineia de Oaxaca. Al primero le dio en 23 de
Octubre de 1810 en Acambaro el título de Coronel, quien trajo consigo
en clase de su Seuundo á Amienta, en el camino cogvneron (sic) en cali-
dad de mozo á Sebastian Pérez, arriero del mismo Parage.» l
El historiador D. Carlos M. Bustamante refiere que un F. Calderón,
guardacaminos en la Cuesta del Rey, fué (¡uien acompañó á López y á
Armenta á Oaxaca, y que después perdió el juicio 3' murió lastimosa-
mente en la cárcel. {Cuadro Histórico, tomo I, Carta 24, p. 5.)
Fácil es comprender á primera vista, ciue el autor del citado manus-
crito era algún enemigo de la Insurrección, á juzgar por el tono acre
con c[ue trata al Cura Hidalgo, y hasta me inclino á suponer que dicho
autor puede haber sido Fr. Ramón Casaus, á quien, como adelante se
verá, encomendó el Obispo de Oaxaca el encargo de escribir un romance
en nombre del Coronel López.
«El Cura Hidalgo, deseando que la voz de la Independencia cundie-
ra por todas partes, haciendo un llamamiento patriótico para crear
partidarios y defensores de la libertad mexicana, había comisionado al
Coronel López y á Armenta, á fin de que pasaran á revolucionar en la
Provincia de Oajaca; pero desgraciadamente fueron poco cautos al pre-
sentarse en aquella ciudad, pues como iban disfrazados de arrieros y
vestidos con el traje que usaban los tierradentreños, se hicieron sospe-
chosos y se les aprehendió. Registrados escrupulosamente, nada pudo
descubrirse que llegara á comprometerlos, y por lo mismo, consiguie-
ron que se les pvi.siera en libertad, jjasando como inocentes; pero la con-
fianza que este caso les inspiró los hizo caer en un error funesto, crej^en-
do que el Intendente de la Provincia, D. José María Lasso Nacarino,
t|ue era criollo ó americano, podía ser un buen partidario de la Inde-
pendencia. Así es que imprudentemente le hicieron saber, en lo confi-
dencial, el objeto de la misión que los llevaba á Oajaca, mostrándole
los nombramientos que les había expedido el mismo Cura Hidalgo y
que ocultaban en lat suelas de los zapatos.
«Don José María Lasso, obrando de una manera pérfida y nada ca-
ballerosa, se apoderó de esos docvunentos, que le sirvieron como com-
probantes de la culpabilidad de López y de Armenta, y por lo mis-
mo, procedió contra ellos, formándoles la sumaria respectiva, en la que
resultaron sentenciados á la pena de horca, castigo que fué aprobado
por la Real Sala del Crimen, y que se ejecutó en la misma ciudad de
Oajaca, con festinación 3^ solemnidad, habiéndoles cortado las cabezas,
que fueron colgadas para espectáculo público, en un punto inmediato
á dicha población.» {Cuadro Histórico de Bustamante, t. I, Carta
24, p. 5. — Historia de Oaxaca por el Presh. José Antonio Gay, t. H,
p. 381.) 2
1 A efecto de facilitar la lectura del original, se han puesto completas las palabras
que en abreviado contiene.
2 Anales del .Museo, t. III, N? 7.— 1912.
189
Los restos humanos de López y Armenta permanecieron en la Cues-
ta de San Juan del Rey hasta que el Cura Morolos mandó retirarlos de
allí, para (jue fueran inhumados solemne y cristianamente.
La relación anterior no contiene algunos puntos que están consifi-
nados en la que hace el manuscrito Escarmiento y Desengaño de Insur-
gentes, y por tanto, es oportuno insertarla en seguida. Dice así, refi-
riéndose á López y á Armenta:
«Entraron presos en esta Ciudad (Oaxaca)el dia 9 de Noviembre de
dicho año; (1810) y formada la sumaria, y remitida á la Suj^erioridad
fueron sentenciados por la Real Sala del Crimen en 15 de Diziembre los
dichos López y Armenta á la pena de horca 3' ser desquartizados, po-
niéndose en parajes Públicos sus cabezas y brazos. El 29 de Diziembre
del mismo año fueron puestos en Capilla y el ultimo dia del año haor-
cados (sic) y desquartizados como reos de la mas alta traycion contra
Dios, contra el Rey y la Patria. Pérez fue sentenciado á la pena de
200 azotes y 10 años de presidio, y á ser pasado por debajo de la orea
como se verifico después de colgados los que lo trageron como á su sir-
viente. Puestos en Capilla y reconociendo sus delirios, y enormes aten-
tados, procuraron la salbacion de sus almas dando muestras de verda-
dero arrepentimiento y conpuncion Cristiana, confesándose y comul-
gando, y reconociendo en la sentencia de muerte la justicia }• misericor-
dia de Dios, 3' la de sus Ministros 3- demostrando en sus defectos loque
espone el siguiente romance con que ellos mismosdescubren su corazón,
y desean reparar el escándalo, valiéndose de un Sacerdote para que asi
lo haga saber al Pueblo Cristiano.»
He aquí el mencionado romance:
«¡Oh Eterno Dios! 3a tu piedad imploro.
Aquí humilde confieso mis delitos
Aquí a tus divinos pies postrado
encontrar mi remedio haora confio?
Infelis de mi alma si siguiera
la carrera del crimen 3- delirio
3' si tu, Jesús mió me dejares
andar errante fuera de tu aprisco.
¡Que crimenes, mi Dios, tan excecrables;
en un tiempo tan corto he cometido
contra ti, contra el Re3', contra la Patria
firrastrado de pérfidos desigTiios!
En mi privada vida (vida) Yo gozaba
de dias aplacibles 3- tranquilos,
con mi querida esposa que haora llora
la infamia 3- traición de su marido,
que de oprobio ki cubre 3- de vergüenza
y mancha la memoria de sus hijos.
190
¡Desben turada Esposa! de tus Ijrazos
me arrancaron los crueles asesinos
haciendo que siguiera sus banderas
quando acabas de dar á luz un hijo,
y furiosos me priban del consuelo
de saber si recibe ó nó el Bautismo.
Perdona mi furor pues te abandono,
siguiendo al fin el Bárbaro partido
De un Cura excomulgado por herege
y por rebelde al Re3' y Jesús Cristo.
El corazón de pena se me parte
al verte desolada y con siete hijos,
que fueran de mi vida las delicias,
y haora de la tu^-a son martirio.
Sin mi apoyo y sudor, sin mi Trabajo
perezeran de ambre los Chiquitos
y tú lagrimas solo podras darles
detestando mi nombre y mis delirios.
Ah! que ciego y furioso boy corriendo
la carrera del crimen, y he admitido
de Coronel el nombre con ciue benga
á sublebar al Pueblo mas trancjuilo.
Perdonad Oaxaqueños á un malbado
que há intentado venir á seduciros
á talar vuestros campos, á robaros
tratándoos como á viles enemigos,
encendiendo la guerra en vuestro seno,
vertiendo vuestra sangre en sacrificio,
por complazer á un loco que intentaba
derribar el altar y el Trono mismo,
para que todo horror fuere y matanzas,
y vosotros quedareis cautivos.
Con ficciones y sueños me há engañado,
con promesas y el grado me á perdido,
con blasfemias 3' horribles heregías
de Dios me haze olbidar los beneficios.
Sin rastro de Cristiano, ni aun de homI)re
de un abismo corriendo á otro abismo
venia desbocado á que este suelo
Padeciera desastres infinitos.
Los templos del Señor fueron violados
asesinados ftieran sus ministros
las Virgenes mas puras ultrajadas,
las esposas de Dios escarnio mió.
Los Talamos v casas luto v Uantí >
191
muertos con crueldad los hombres ricos
y en medio de la Plaza degollados
sin compasión alguna los obispos
\'ucstra Madre, mi Dios, que en esa Imagen
de la soledad es tierno asilo
del Pueblo Oaxciqueño, deribada
ó escarnecida fuera por mí mismo.
Este el Plan de la guerra 3- de la empresíi
este el fin era el fin de mi destino
si Dios apiadado no me hiciese
pagar en una horca mis designios
Sí, ¡Justo Juezl conozco mi locura
mi crimen horroroso aqui Publico;
y veo vuestra mano compasiba
en conducirme luego há este suplisio.
Ali alma se perdiera sin remedio
y tal vez yá ardería en el abismo
si continuado hubiera con las tropas
que el bando siguen del hombre mas inic[U().
Perdón, mi Dios, pequé, mis culpas lloro,
y os ofrezco mi vida en sacrificio;
ni con otras mil vidas pagaría
lo cjue os debe pagar mi desatino:
\'os abriste mis ojos por que viera
lo enorme, lo sacrílego, lo impio
de aquesta traición tan detestable
<iue ¡leba tantos crímenes consigo.
Con lágrímas de sangre borrar quiero
la memoría y la infamia del delito
clamando que mi ahna no se pierda
como merezco siendo tan indigno.
Piedad, Jesús, piedad de este malbado,
que emprendió la carrera de asesino,
de ladrón, de traydor, y de blasfemo
haciéndose el mas vil de los nacidos.
\irgen Santa, mi amparo y mi remedio
mi consuelo, mi vida, y dulce asilo
¿á quién invocaré, sino ati. Madre,
que al buen ladrón lograstes el auxilio,
con que buelto á Jesús perdón alcanza
y perdón le asegura Dios benigno?
De Soledad, ó Madre, Yo te invoco,
ati, á tí acudo y vuelo en mi conflicto,
de tí espero, ¡oh mi Madre! que me ampjires,
()ue presentes mi espirita á tu hijo,
192
cubre mis culpas con tu Santo \'elo,
con tus lagrimas borra mis delitos,
escúchame benigna Madre amada
para que tu hijo escuche mis gemidos
Oh Patria, ó Re^- Femando, ó Ciudadanos
perdonad, perdonad á este hombre impio;
mi escándalo olbidad, para que nunca
os acordéis que fui vuestro enemigo,
amigo quiero ser, é ir á el Cielo
á pedir por vosotros de continuo
para que el Cielo os compense con mil bienes
los males con que Yo quise oprimiros
Escarmentad en mí fieles Vasallos
vuestro pecho cer(r)ad á hombres malignos,
que intentan asolar el Rej-no todo,
y asi perderos como me han perdido.
Escarmentad en mi, mirad la suerte
que por tra3'dor me cabe en un suplicio,
A- pedid al Señor que asi me libre
de las penas sin fin que hé merecido.
¡Ay mi Jesús! ¡Ay mi Dios! ¡mi eterna vida!
no desprecies mi animo contrito,
hoA" con tu sangre, limpia mis maldades
y mi alma hoy recive compasibo.»
A este Romance se alude en la «Canción Elegiaca» qvie Fr. Tomás
Blasco dedicó al jefe realista D. José de la Cruz y en la que hizo apare-
cer al Coronel López derramando lágrimas de arrepentimiento. (Colec-
ción de Documentos de Hernández Dáralos, t. III, p. 244.)
El historiador D. Carlos Al. Bustamante refiere que á López y á Ar-
menta se les hizo firmar retractaciones, y que el Obispo Fr. Ramón Ca-
saus compuso un Acto de Contrición en «muy malas coplas que se reim-
primieron en México.» Es muj- probable que las mencionadas coplas
no fueron otra cosa que el «Romance endecasílabo» que se acaba de co-
piar, pues hasta ahora no se conoce ó no ha sido publicada la composi-
ción en verso á que alude Bustamante.
Como quiera que sea, lo cierto es que los patriotas López y Armen-
ta, víctimas de la inicua perfidia de D. José María Lasso Nacarino, ftie-
ron atrozmente sacrificados en la ciudad de Oaxaca el día 31 de diciem-
bre de 1810, y que los realistas, no conformes con haberles dado una
muerte realmente inhumana y bárbara, quisieron arrojar sobre ellos la
negra mancha de la ignominia, haciéndolos aparecer como infieles á
la buena causa que acababan de abrazar, 3- como hombres débiles y tí-
midos, que al primer gesto amenazadordel peligro, sedoblegaban sumi-
sos y arrepentidos de una obra en que apenas estaban iniciados.
193
Es realmente dudoso el heeho de que esos primeros mártires de la In-
dependeiieia hayan dado muestras de arrepentimiento ó firmado las re-
traetaeiones que se les atribuyen, y aun cabe asegurar que ellas fueron
supuestas ó falsas, como puede demostrarse por las siguientes razones.
En primer lugar, es preciso advertir, que según lo expresa claramen-
te el manuscrito ya citado, López y Amienta «descubrieron su corazón,
y deseando reparar el escándalo, se valieron de un Sacerdote para que
así lo hiciera saber al Pueblo Cristiano.»
¿Oué certidumbre ha^' en ésto para creer ó para afirmar que dichos
reos hayan dado muestras de verdadero arrepentimiento, cuando es
bien sabido que los sacerdotes realistas lograban apoderarse de la con-
ciencia de sus penitentes, para arrancarles retractaciones indecorosas,
en las que no sólo se les hacía abjurar y aborrecer la causa de la liber-
tad mexicana, sino también declararse culpables de errores que no
habían propagado y de crímenes que no habían cometido?
¿Qué crédito puede merecer Fr. Ramón Casaus, el autor del u Acto de
Contrición» ó del «Romance Endecasílabo,» referente al arrepentimien-
to del Coronel López, cuando ese sacerdote había dado evidentes prue-
bas del horror y la animadversión que le ocasionaba todo lo que á la
causa de la Independencia se refería, como lo demostró en el «Anti-Hi-
dalgo,» esa monstruosa diatriba escrita con la emponzoñada pluma del
encono y con el inmundo cieno de la vil calumnia? ¿Qué crédito puede
merecer, repito, un sacerdote sugestionado ó dirigido por el Obispo
de Oaxaca, D. Antonio Bergosa y Jordán, terrible enemigo de los insur-
gentes, á quienes en estrafalarias y nada piadosas pastorales pintaba
como á seres terribles y fantásticos, dotados de formas inverisímiles y
extra-humanas?
López y Armenta, según refiere el manuscrito tantas veces citado,
tuvieron conocimiento de la terrible sentencia pronunciada contra ellos
por la Real Sala del Crimen, hasta después del 15 de Diciembre; pero ni
durante el tiempo en que se les estuvo tramitando la sumaria, ni al no-
tificárseles dicha sentencia, habían dado muestras de verdadero arre-
pentimiento, y no fué sino un día antes de su tremendo suplicio cuando
«reconociendo sus delirios y enormes atentados, procuraron la salva-
ción de sus almas dando muestras de verdadero arrepentimiento.»
No se necesita mucha penetración para descubrir que ese intempesti-
vo arrepentimiento, en lo que se refiere á los asuntos de la insurrección,
no fué otra cosa que una burda y manifiesta superchería fraguada por
Fr. Ramón Casaus, pues basta la lectura del «Romance Endecasílabo»
para persuadirse de que él no fué obra del Coronel López, y de que las
tremendas confesiones que se ponen en sus labios, son tan vergonzosas 3'
repugnantes, que ni el criminal más empedernido, ni el facineroso más
obsecado, ni el delincuente más convicto de atroces culpas, se habría
atrevido á hacerlas, aun sobrecogido de un grande temor al cadalso ó
á la condenación eterna. Y sin embargo, el Coronel López desciende á la
Anales. T. IV.— 25.
1^4
triste categoría de un reo vulgar, de un hombredesprovisto de entereza,
de un revolucionario tímido y débil, que se declara seducido y engaña-
do por «un cura hereje y rebelde,» y que para reparar el escándalo no
consumado todavía, de tantos y tan atroces crímenes, acaba por decla-
rarse malvado, traidor, herege, asesino, ladrón, «sin rastro de cristia-
no, ni aun de hombre,» dispuesto á violar templos, á asesinar sacerdo-
tes, á ultrajar á las vírgenes y á las esposas de Dios, á degollar á los
Obispos, á cubrir con llanto y luto los hogares y á cometer otros detes-
tables delitos !
No; el sentido común y la lógica rechazan como apócrifas esas igno-
miniosas confesiones, porque si bien es cierto que López y Armenta eran,
como asienta Bustamante, hombres de poca cultura, en cambio, esta-
ban dotados de buenas intenciones, y no es de creerse que hubieran cjue-
rido tocar el extremo de la degradación y de la deshonra para legar á
sus hijos una memoria manchada ú obscurecida por un arrepentimien-
to cjue no sintieron y por confesiones que níaliciosamente se pregona-
ron en sus nombres.
Por otra parte, ¿es creíble que López y Armenta, homlires indoctos
y humildes arrieros, se hubieran ocupado en formular su ai"repentimien-
to, no haciendo uso de la forma acostumbrada para esos casos, sino
prefiriendo el estilo poético y no el estilo más sencillo y más común en-
tre la gente del pueblo, como las coplas, las décimas, las cuartetas, las
quintillas, &, sino el verso endecasílabo, que por su estructura y carác-
ter es de orden superior en el arte de la versificación. Pero aun conce-
diendo que López y Armenta hubieran sido capaces de expresar sus pen-
samientos en versos endecasílabos, ¿puede adinitirse que un día antes
de ser conducidos al suplicio, se hubiesen ocupado en dar forma poética
á su arrepentimiento? ¿Xo es más natural suponer qvie en aciuellas po-
cas horas de inquieta 3- de tremenda angustia, y ante la aterradora es-
pectativa de una muerte próxima, debieron haber ocupado esas horas
en atender á las exhortaciones del sacerdote que los auxiliaba; en elevar
sus ruegos al Supremo Juez de vivos y muertos; en pedirle perdón y for-
taleza para emprender el viaje eterno, y no en confeccionar versos en
que alterna el tierno amor del hogar con el odio y los terribles cargos
al Caudillo seductor; en que las voces de una conciencia extraviada 3' re-
pleta de iniquidades, se mezclan con el ardiente deseo de reparar el escán-
dalo de crímenes imaginarios, 3- en que el arrepentimiento svirge de es-
píritus cruelmente atormentados por los desengaños 3- los remordimien-
tos, que en forma de espectros fatídicos aparecen al pie del cadalso?
Se necesitaría una buena dosis de candor 3- de credulidad para con-
vertir en autores de tan fantástica le3'enda á unos infelices jóvenes cu-
3'os nombres fueron tomados para autorizar una repugnante superche-
ría, que algún tiempo después se encargó de descubrir el sacerdote que
prodigó los últimos constielos de la religión á esos primeros mártires
de la libertad en Oaxaca.
195
Ese sacerdote fué el Canónigo D. José de San Martín, Cjiíien refirién-
dose á este mismo asunto, dice lo siguiente:
«El Obisjjo Auxiliar de Oaxaca, Don Fray Ramón Casaus, publicó
una retractación á nombre de los Señores López j' Amienta, la que estu-
vieron muy distantes de hacer, y lo aseguro, porque yo los disj)usc ])ara
ir al suplicio.» {Documento en el Archivo General de la Nación.)
Este solo testimonio bastaría para asegurar que López \' su com-
pañero Amienta sucumbieron con dignidad y sin humillarse ante sus
vengativos martirizadores, y también para prol)ar que desde entonces
se recurrió alartificio y al engaño, con el fin de hacer públicas y ruido-
sas las supuestas retractaciones de los principales insurgentes.
Así terminó la breve carrera ]Datriótica de aquellos dignos hijos de
México, sacrificados inhumana y cobardemente por los realistas, quie-
nes no satisfechos con tan inicua venganza, levantaron el negro dedo
de la calumnia para señalarlos como hombres de carácter tímido y
flexible, que los hizo doblegarse ante la imponente espectativa del cas-
tigo.
\^1
LAS ORDENES MILITARES EN MÉXICO,
DON MANUEL ROMERO DE TERREROS Y VIXEN'
Marqués de San Fuancisco.
No es nuestro propósito escribir la historia de las Ordenes de Caba-
llería ó ConJecorííCío/jes, como vulgarmente se les llama, sino solamen-
te hacer una breve reseña de aquellas propiamente militares 1 que tvi-
vieron afiliados en México durante la dominación española, por el inte-
rés que i)uedan aportar tales datos al estiidio de nuestra historia colo-
nial. Daremos por lo tanto una lista, la más completa que nos sea po-
sible, de los caballeros originarios de lo que es hoy la República Mexicana,
así como de los cjue, aimque nacidos fuera de la Nueva España, ejercie-
ron cargos de importancia en ella.
Debemos, pues, principiar por definir qué cosa es una orden militar.
Llámanse así a([uellas instituciones que uniendo el carácter militar al reli-
gioso, tuvieron su origen poco después de las Cruzadas como consecuen-
cia de ellas. El objeto de rescatar de manos de los infieles el Sepulcro de
1 Muchas personas cinifuiidcn las órdenes inüitares con las condecoraciones, porcl he-
cho de que á ambas clases se les da el nombre común de órdenes de caballería, v de (¡ue
las segundas tienen ó han tenido, como las primeras, ceremoniales para su imposición.
Mientras las militares, como se verá en el presente artículo, son bien pocas, es muy cre-
cido el número de las que pertenecen á la clase de condecoraciones, como las órdenes es-
pañolas de Carlos III, Isabel laCatólicaydemás, 3' la mexicana de Guadalupe; de las que,
como decimos, no es nuestro ánimo tratar. Quedan, pues, excluidos de nuestra reseña
tanto el Toisón de Oro (no obstante ser la que ocupa el primer lugar de las órdenes espa-
ñolas) como las Reales Maestranzas de Caballería. De la primera conviene recordar que
se ha hallado siempre tan encumbrada, y requiere tan altos méritos, que solamente tres
personajes en México fueron condecorados con ella durante la época colonial: los
Yirrc^-es Duíjucs de N'eraguas y deAlburquerque y Conde de Fuenclara; y en cuanto á las
200
Nuestro Salvador, revmió en Tierra Santa tan distintas naciones, que na-
tural fué que se agruparan los cruzados de cada país para orar y soco-
rrerse mutuamente en sus penas y enfermedades. De estas asociaciones
nacieron las órdenes militares, cuyos miembros, teniendo por principal
objeto hacer la guerra á los infieles, se formaron en cuerpos monásti-
cos á la vez que político-militares, recabando del Papado la suficiente
autoridad para lo primero, y obteniendo para lo segundo varios privi-
legios de tierra, señorío y jvirisdicción de parte de sus respectivos sobe-
ranos. Adoptaron todos la insignia de la Cruz, pero variándola de for-
ma y de color para distinguirse entre sí. Se recordará que la flor de la
noljleza europea fué la cjue se alistó bajo estas insignias de la Cruz, y,
por lo tanto, la mayor parte de los primeros miembros de las órdenes
fueron de noble cuna, siendo esto, indudablemente, el origen de que pa-
ra pertenecer á ellas en épocas posteriores, se exigiera, entre otras, la
calidad de nobleza de sangre, requisito que se ha observado más ó me-
nos hasta nuestros días. Componíanse, como hemos dicho, de dos cla-
ses de individuos: los conventuales de ambos sexos, que vivían en comu-
nidad y clausura bajo la regla de alguna orden religiosa, profesando
votos de castidad, pobreza y obediencia, y los cruzados, que vivían en
el siglo, dedicados á la guerra, casados ó solteros, segiui los estatutos
de cada milicia. Atenuaban éstos los votos, substituyéndolos con los de
continencia conyugal, subordinación y sujeción á los preceptos de su Je-
fe y la obligación de no poseer bienes ni disponer de ellos sin licencia de
ariuél. Solía llamárseles «freiles,» tanto á los unos como á los otros.
Reconocían por Superior á uno de sus miembros, electos por los de-
más, á quien se titulaba «Gran J\/aesíre,)) y se nombraban los caballeros
de mayor importancia para ejercer distintos cargos, denominándoseles
«Dignidades de la Orden.)) Además, como se componía de personajes de
influencia y alcurnia, esparciéronse pronto por toda Europa y adqui-
rieron grandes propiedades que producían pingües rentas, las que se
adjudicaban como «encomiendas,)) á los caballeros que llenaban deter-
minados requisitos.
Como de1)e suponerse, adquirieron las órdenes militares gran poder
é influencia en los países en donde se instituA'eron, y ocupan preferente
lugar en las páginas de la historia medioeval.
Maestranzas, instituciones i)eculiares á España, que tuvieron su origen en las con<íre>ía-
ciones de la nobleza que erijfieron los reyes en ciertas ciudades con el objeto de que sus
miembros se adiestraran en el manejo de la caballería, y que hasta la fecha existenconla
denominación de Reales Maestranzas de Ronda, Sevilla, Granada, Valencia y Zaragoza,
tampoco pueden considerarse como órdenes militares, aunque hayan gozado de casi tan
grande estima como éstas. Tainpoco tratamos de las Ordenes de San Fernando y de
San Hermenegildo, puesto que, si llevan el nombre de militares, se debe á que se otor-
gan exclusivamente por méritos de guerra, y carecen de las condiciones esenciales de
las órdenes capitulares ó de hábito. La llamada Orden Militar de la Merced, no pasa-
ba de ser una especie de Cofradía para la redención decautivos, que estaba sujeta é incor-
porada á la orden religiosa de su nombre.
201
Dol ])astaiitc crecido número de estas milicias, much;is han sido su-
])riniidas, aljíunas secularizadas, y pocas subsisten hasta la fecha. En-
tre las primeras puede señalarse la famosa de los Templarios ó nCaha-
lleros del Templo de Salomón» (llamados así, porque su primera casa
en Jerusalén estaba situada cerca del Templo), que fué instituida en 1118
por algunos cruzados franceces, y la cual, después de haberse extendi-
do por toda Europa y alcanzado gran poder en la edad media, degene-
ró de manera tal, que mereció ser abolida en 1513 por el Papa Clemen-
te V.
En cuanto á las cjuc han sido secularizadas ó convertidas á la cla-
se de condecoraciones, citaremos la de San Lázaro, ftmdada para com-
batir la lepra 3' cuyo Gran Maestre era siempre un leproso; unida por
Gregorio XIII en 1572 á la de San Maur/c/o, que fundara el Duque Ama-
deo de Salxn-a, se confiere en la actualidad porel Reyde Italia. EnPor-
tugal han sido reducidas á condecoraciones civiles, la de Cristo, que fun-
dó el Re^' Dionis en 1318, l la de San Benito de ^Ifís, semejante 3' origi-
naria de la española de Calatrava, y la de Santiago, que introdujo en
aquel reino Don Alfonso I en 1177, mejor conocida por la de v^Santiago
de la Espada.»
Quedan algunas en pleno vigor, comolamuA- extendida de San Juan
de Jerusalén (de la cual hablaremos á su debido tiempo) 3' la de Santa
María de los Teutones, en Austria 3' Holanda; y otras que, aunque des-
pojadas de sus antiguas posesiones y esplendor, son hasta la fecha con-
feridas por sus Grandes Maestres, no obstante haber éstos perdido sus
tronos. Nos referimos á las de San Jorge Constantiniano y San Esteban
de Toscana; aquélla conferida por el Jefe de la Casa de Borbón-Sicilia,
y ésta por el de la de Toscana.
Si las circunstancias especiales en ijue se encontraba la Península Ibé-
rica desde los primeros años de su historia, impidieron que proporciona-
ra un contingente numeroso al rescate del Sepvdcro Santo, dieron, en
cambio, origen á aquellas instituciones de Santiago, Calatrava, Alcán-
tara y Moníesa, que, como dice el Mariiuésde Líiurencín, son gloria pu-
rísima 3' hermosa tradición de la nacionalidad española que tanta y tan
decisiva influencia tuvieron en la epopeya de la Reconquista, en el des-
cubrimiento del Nuevo Mundo y en todos cuantos pasos de empeño y
1 Los únicos caballeros del Hábito de Cristo que vivieron en Nueva España, fueron
el Comendador Juan Baeza Herrera, uno de los primeros pobladores de México, según
Dorantes de Carranza, y D. Antonio de Souza, hijo de un noble portugués, castellano
de Acapulco. En el año de 1687 este caballero fué reducido á prisión en la ciudad de Mé-
xico, y al saber las autoridades que muchas personas se estaban armando, con el propó-
sito de atacar la cárcel de Corte y libertarlo, declararon que había muerto en la noche
del 23 de Junio, víctima de fortísimo tabardillo. Diéronle á beber una substancia que lo
privó de conocimiento por algunas horas y sacando su aparente cadáver de la prisión,
condujéronlo á la Iglesia de Santo Domingo, diciendo que allí se verificaría su entierro á
puerta cerrada, por lo contagioso de la enfermedad. Fué remitido en secreto á España,
y allí vivió muchos años. (Diario de Robles.)
A.NALiís. T. IV.— 2C>.
202
trances de honor V de fortuna registran las admirables páginas del li-
bro inmortal de la historia de España. Invadida la Península por los
musulmanes, encontraron los españoles amplio campo en donde pelear
por su Dios, por su Re^- y por su Patria, sin necesidad de salir de su te-
rritorio, estableciéndose así una continua cruzada, llena de empresas 3-
heroicidades, por la leyenda idealizadas, que sólo terminó cuando la her-
mosa ciudad de Granada abrió sus puertas á los conquistadores reyes
católicos, Femando é Isabel.
Fundada cada una de estas milicias, como más adelante veremos,
por particulares, y aumentando rápidamente en poder y riqueza, por
la calidad de sus individuos y la extensión de sus propiedades, ele-
vábase á la alta categoría de un Estado dentro de otro Estado, y co-
rrespondiendo á su Jefe la autoridad soberana, la jurisdicción civil 3-
criminal, y, en suma, los atriljutos todos del poder supremo, llegó á ser
cada Maestrazgo objeto de la codicia delosMagnatesdeCastilla. Alas
de una vez los Grandes Maestres de las Ordenes Militares hicieron tem-
blar á los reyes, razón por la cual todos los monarcas, desde D. Juan
II, intentaron incorporará la Corona estas dignidades, para deshacer el
poder que de continuo los amenazaba; pero esto no pudo lograrse has-
ta que el político Rey Católico obtuvo el Gran Maestrazgo de Calatra-
ra en 1487, por Bula de Inocencio VIII, y se adjudicaron éste y los de San-
tiago Y Alcántara peqjetuamente á la Corona de Castilla, por Bvda de
Adriano VI, expedida en 4- de Agosto de 1523. Agregóseles más tar-
de el Alaestrazgo de Alontesa, por Bula de Sixto V, de 15 de Marzo de
1587, y á petición de Felipe II.
El establecimiento en la América española de gobiernos cuya cabeza
representaba la persona del Monarca, hizo que en torno de cada virrey
se congregasen cortesanos, grandes oficiales y militares, formando una
corte que era como el reflejo de la que rodeaba á los Carlos y Felipes.
Siendo la ma3'or parte de los virreyes miembros de las casas más ilus-
tres de España y profesos casi todos en las órdenes militares, fué muy
importante el papel que representaron tanto los títulos de nobleza, co-
mo los caballeros calatravos, santiaguistas y demás, no sólo en los ac-
tos sociales de la época virreinal, sino también en los oficiales y religio-
sos, como puede colegirse, por ejemplo, de lo que dice Guijo refiriéndo-
se á la procesión del Santo Oficio, verificada en México en 10 de Abril
de 164-9: — «Sacó el estandarte el Conde de Calimaya, y llevaron las bor-
las un sobrino del Señor Arzobispo, caballero del orden de Calatrava,
3" Don Cristóbal de Bonilla, caballero del orden de Santiago. Acompa-
ñaron al dicho Conde todos los caballeros de hábito 3- la nobleza del
reino, con toda gala y bizarría.» l
Y no se crea que estos honores se prodigaban. Si antes de conferirse
un título de Castilla, se exigía casi siempre una información de nobleza
1 Diario de Sucesos Notables.
203
por parte del interesado, In concesión de una orden no se hacía sinodes-
pués de haber llenado ciertos requisitos, nada leves por cierto. Exigía-
se al ]>retenclicnte c|ue acreditase su leffitiiukhid, limpieza de sangre é
hidalguía, y (juc demostrase, además, tener los suficientes mediosde vi-
da para poder llevar decorosamente las insignias de la orden, l Probá-
base la legitimidad jjor medio de las partidas |3arro(iuiales de bautismo
del pretendiente; sus padres }■ alíñelos, por ambaslíneas,asícomolasde
matrimonio de éstos y de sus ocho bisabuelos, más los respectivos tes-
tamentos. Esto no (juiere decir que hijos no legítimos estuvieran impo-
sibilitados jiara ingresar en las órdenes, pues, como todas las reglas
tienen sus excepciones, se encuentran casos como el de D. Martín Cor-
tés, quien á pesar de haber sido hijo del Con([uista(lor y de D* Ma-
rina, vistió el hábito de Santiago. Consistía la limpieza de sangre en
profesar la religión católica, apostólica, romana, sin mezcla alguna de
herejía; no descender ])or ninguna línea de raza mora ó judía, y no ha-
ber sido, ni el interesado ni sus ascendientes, sentenciados por tribvmal
alguno, ni religioso ni civil. La nobleza de sangre ó hidalguía se deri-
vaba de la descendencia de los godos, tanto los llamados al ])rineipio
ricos-honies, cjue Carlos Y reconoció como los primeros Grandes de Es-
paña, cuanto los demás <ídeCasa y Solar conocidos,)) llamados así por
poseer el tronco de su linaje una casa-palacio en el lugar de su origen,
casas muchas de ellas que hasta hoy pueden admirarse, diseminadas
por la Península y siempre coronadas sus puertas con los escudos de
íirmas del fundador. Los hidalgos no pagaban pechos ni desempeña-
lian t)ficios viles, entendidos por tales los mecánicos ó manuales y los
de «mercaderes y cambiadores,» pudiendo seguir solamente tres carre-
ras: la iglesia, las armas y la agricultura; de tal suerte que los grados
superiores religiosos y militares sólo se concedían á los hidalgos.
Cuando una persona deseaba ingresar en alguna de las órdenes, ele-
vaba una petición al Monarca, quien si á bien lo tenía, concedía la
merced de hábito para que en determinado plazo se presentaran las
pruebas que arriba quedan indicadas. Si por algún motivo no podía
el pretendiente satisfacer todos los requisitos, en debida forma, proce-
díase mu3' á menudo á levantar una información de testigos, la cual
constituía parte de las pruebas; pero como no pocos acudían á los Re-
yes de Armas, para qvie les procurasen pruebas de nobleza que no te-
nían, aconteció que fraguaban éstos historias y leyendas, de todo pun-
to falsas, que en lugar de dar brillo á la familia de sus clientes, restá-
banle el poco que pudiera tener, llegando á tal extremo las cosas, que
hoy en día sólo se admiten documentos legalmente comprobados, y los
despachos ó ((Ejecutorias de Nobleza,» dados por los Reyes de Armas y
(jue carecen de dicha comprobación, son completamente inútiles. Las
ejecutorias que eran causadas debidamente en ciertas Chancillerías,
como la de Vallad olid, sí eran válidas para las pruebas indicadas.
1 No hay constancia anterior al .año de 1500, de que se hicieran pruebas.
204
Como hemos dicho, hay excepciones á toda regla, y hubo casos en
que el Monarca dispensó todas ó parte de las pruebas á algún indivi-
duo á quien cjuiso favorecer de especial manera, ya fuera debido á los
méritos de éste ó únicamente al real capricho.
Aprobadas por el Consejo de las Ordenes (creado al principio del si-
glo XVI) las pruebas que presentara el pretendiente, despachaba sele
título ele Caballero y más tarde se verificaba el cruzamiento ó toma de
hábito, según las ceremonias que más adelante describiremos. Estos
cruzamientos constituían verdaderos acontecimientos sociales, verifi-
cándose en algunas de las iglesias de la orden respectiva, ú otras que
tuvieran ese privilegio, y en presencia de nuiuerosos invitados. Llamá-
banse «tomas de hábito» porque era parte de la ceremonia que el nue-
vo caballero vistiese un manto largo de tela blanca, que tenía en el pe-
cho ó sobre el hombro izquierdo, y recortada de paño del color respec-
tivo, la cruz de la orden, ceremonia que significaba que entraba á for-
mar parte de la orden militar el neófito, de la misma manera que un
individuo se hacía religioso. Estos mantos, llamados también capitu-
lares, porque con ellos se asistía á los capítulos y funciones de la orden,
podían lucirse en ocasiones de gala, como refiere Guijo en su «Diario de
Sucesos Notables,)) describiendo la novena que se hizo en el Convento
de San Francisco de México, en Octubre de 1653, en honor de la Inma-
culada Concepción: « El miércoles celebraron los caballeros del
orden de Santiago y asistieron veintiséis con sus mantos y en bancos
rasos, excepto el Virrey, que aunque se le puso, estuvo en su sitial;
el jueves celebraron los caballeros de Calatrava y asistieron siete; el
viernes la celebró el orden de Alcántara.» Cuando morían los caballe-
ros eran amortajados en sus mantos capitulares.
Para el uso diario ó i'euniones sociales en que no podía usarse el
manto, lucíase la cruz de la orden recortada en paño de su color 3' co-
sida al lado izquierdo del pecho, sobre el traje ó capa; l ó pendiente de
un ojal de la casaca una medalla con dicha cruz. Dábase á la primera
el nombre de ubábito» y á la segunda el de «venera,» la cual, por cierto,
constituía muy á menudo una alhaja de valor. Del inventario que se
hizo de los bienes cjue quedaron por muerte del primer Conde de Regla,
en 1781, extractamos lo siguiente:
«It. — Una venera con ciento siete diamantes Rosas y tablas, monta-
dos en plata, y en ellos la Cruz del Orden de Calatrava.
(dt. — Una dicha con setenta diamantes Rosas, montados en pla-
ta, y en ella la crviz en oro del Orden de Calatrava.
1 Hasta hoj' se usa de esta manera el hábito en el traje de etiqueta, pero la indu-
mentaria actual es tan poco apropiada al caso, que para las grandes ceremonias los ca-
balleros de las órdenes españolas usan, desde 1S62, muA' vistoso uniforme militar que se
compone de una levita de paño blanco, con la cruz del color respectivo, así como el pan-
talón, bocamangas y cuello; casco con plumas, acicates, espada y demás. La levita de
los Caballeros de Malta es roja y el pantalón azul.
HABITD5 DE LA5. ORDENES
CALATRAVA
ALCÁNTARA
M0NTE5A
SAN JUAN ó MALTA.
205
«It. — Una dicha de Camino con su Cruz de Calatrava, por uno y
otro lado, con siete dianiantitos en plata y cpiatro Rubíes en oro, el
fondo de concha nácar.»
Al.nún tieinjjo después de la toma de hábito, llen;iban los (|ue lo de-
seaban ciertos requisitos que constituían la profesión, (¡uedando así
«caballeros profesos de tal ó cual orden.»
Aunque todas las órdenes eran consideradas de la misma categoría,
la de Santiago era la preferida, por lo que el número de caballeros de
ella, tanto en México como en España, resulta el doble de las otras, jun-
tas. Quizás se haya debido esto á la devoción al Apóstol Santia<ío,
Patrón de España, al mayor número de pinjíües encomiendas (|ue te-
nía, ó al hecho de que, en cierta época, para Santiago nada más se ne-
cesitaba probar la nobleza de los padres del pretendiente, y no la de
sus cuatro costados, como para Calatrava y Alcántara. La qxie menos
caballeros ha tenido es la de Alontesa, escogida generalmente por fa-
milias oriundas de Aragón y Cataluña.
De las antigtias órdenes militares que tuvieron su cuna en Jerusalén
y que se extendieron por España, además de la extinguida de los Tem-
plarios y de la de San Juan, cuéntase la del Santo Sepulcro, fundada,
según se dice, en 1099, y llamada así por proceder de los Canónigos re-
gulares que instituyó Godofredo de Bouillon para guardar el Sepulcro
de Nuestro Señor. Mu^' extendida en la actualidad como condecora-
ción pontificia, sólo conserva su carácter primitivo en España, en los
Capítulos de Aladrid y Valencia, pero sin alcanzar ni con mucho el
prestigio de que gozan las demás órdenes militares en el Reino. No he-
mos tenido noticia de cjue hubiera caballeros sepiilcrinos en México, du-
rante la época colonial, no obstante el hecho de encontrarse escvilpida
en una ventana del antiguo Convento de San Francisco la cruz de la
Orden (que es roja, potenzada y acantonada de cuatro más pequeñas)
y en el basamento de la torre de la Iglesia de Santa Catarina, otra pa-
triarcal, semejante á la que todavía usan en Zaragoza las Señoras Co-
mendadoras del Santo Sepulcro.
Podemos decir que las órdenes de que hemos hablado existen hasta
la fecha en España, regidas por institutos, usos 3' ceremonias ()ue han
variado poco de los antiguos.
ORDEN DE SANTIAGO.
Reinaba D. Fernando II en León y Galicia por los años de 1170,
cuando trece de sus caballeros, arrepentidos de su pasada mala vida y
encabezados por D. Pedro Fernández de Fuente Encalada, decidieron
unirse con el doble objeto de pelear en contra de los musulmanes y de
proteger de éstos á los numerosos peregrinos que acudían á visitar la
206
tumba del Apóstol Santiago en Compostela. Careciendo de ayuda es-
piritual, determinaron unirse á los Canónigos regulares, que, bajo la re-
gla de San Agustín, tenían su convento en el cercano lugar de Loyo;
formulada su pretensión y aprobada por los Arzobis])os de Toledo y
Santiago, dieron principio, el 29 de Julio de 1170, A los ejercicios y actos
de la Orden, bajo la regla que observaban dichos Canónigos. Tomaron
el nombre de Caballeros de Santiago, y acudió á Roma Pedro Fernán-
dez de Fuente Encalada y allí obtuvo, por Bula del Sumo Pontífice Ale-
jandro III, de Julio 5 de 1175, no sólo la confirmación de la Orden, sino
también concesión de varios privilegios, como el de no pagar diezmos y
el de que las iglesias de la Orden no estuviesen sujetas á los diocesanos,
teniendo, en cambio de esta gracia, que juagar un censo anual á la San-
ta Sede.
Entre las reglas que se dieron á la institución, figuraba la de que los
en ella recibidos, no podían tornar al siglo ni pasar á otra sin permiso
de su Alaestre, y de que siempre había de haber un Consejo de trece (en
memoria del Salvador y los doce Apóstoles), C[uienes ha1)ían de resolver
los asuntos de la Orden. Los que querían casarse, podían hacerlo, pero
se obligaban á guardar continencia conyugal.
Llamóseles al principio «Frailes de Cáceres,» por haber sidoesta ciu-
dad la primera donación que les hiciera el Rey leonés Fernando II.
Su primitiva divisa fué una cruz cuadrada con las puntas ñorlisa-
das, de color rojo, y el lema: Ruhet ensis sangiiine arahum, pero pron-
to fué substituida por (da cruz de la espada,» llamada así por su forma.
En cuanto al origen de ésta, hay quienes creen que se deriva de aque-
llas cruces de los peregrinos que estaban afiladas en sus puntas inferio-
res para poderlas clavar en el suelo mientras oraban, i Contando á
Fernández de Fuente Encalada, tuvo la Orden de Santiago cuarenta
Grandes Maestres y alcanzó rápidamente tan grandes honores, triun.
fos y riquezas, que llegó á tener tres dignidades, once conventos, ochen-
ta y siete encomiendas 3^ dos prioratos. 1 A la muerte del Gran Maes-
tre D. Alonso de Cárdenas, en 14-93, se le dio esta di.gnidad en admi-
nistración á D. Fernando el Católico, y adjudicóse en perpetviidad á
la Corona de Castilla, como ya hemos visto, en 1523.
Las Dignidades de la Orden son los Comendadores Mayores de Cas-
tilla, de León y de Montalbán, y la insignia ó idiábito» la cruz degules
(rojo), en forma de espada.
1 Durante el reinado de la Casa de Austria, empezaron á enajenarse las propieda-
des de las Ordenes, y en los años 1836 á 1847, se efectuó la total venta de sus posesio-
nes, dejando, por lo tanto, de existir, de hecho, las encomiendas, aunque su nombre ha
quedado como dictado honorífico. — Clil Dorregaray, José. — «Historia de las Ordenes de
Caballería.»— Madrid, 1864.
207
VIRREYES DE NUEVA ESPAÑA QUE VLSTIERON
EL HÁBITO DE SANTIAGO.
1" D. Antonio de Mendoza, Comendador de Socuéllanos. 1535-
1550.
2'' D. Luis de Velasco y Alarcón. 1559-1504..
3"? D. Gastón de Peralta. 1566-156S.
8'? y ll"? D. Luis de Velasco 3' Castilla, Marques de Salinas de Río
Pisuerga. 1590-1595.
10" D. Juan de Mendoza y Lvina, Marqués de Montesclaros. 1603-
1607.
IS" D. Diego Fernández de Córdoba, Marqués de Guadalcázar. 1612
-1621.
14° D. Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel, Marqués de Gelves 3-
Conde de Priego. 1621-1624.
15'-' D. Rodrigo Pacheco Ossorio, Marcjués de Cerralvo. 1624-1635.
16" D. Lope Díaz de Armendáriz, Alarqués deCadereita. 1635-1640.
19" D. García Sarmiento de Sotomayor, Conde de Salvatierra, Alar-
([ués de Sobroso. 1642-1648.
22" D. Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque.
1653-1660.
23' D. Juan de Leiva y de la Cerda, Marqués de Leiva y de Ladra-
da, Conde de Baños. 1660-1664.
32' D. José Sarmiento de Valladares, Conde de Moctezuma y de Tu-
la, Duque de Atlixco. 1696-1701.
34" D. Francisco Fernández de la Cueva Enríquez, Duciue de Albur-
querque. 1707-1711.
35' D. Fernando de Alencastre, Noroña y Silva, Duque de Linares,
Marqués de X'aldefuentes, Comendador Mayor de Portugal. 1711
-1716.
37' D. Juan de Acuña, Marqués de Casafuerte. 1722-1734.
39'-' D. Pedro de Castro y Figueroa, Duque de la Conquista y Alar-
qués de Gracia Real. 1740-1741.
43' D. Francisco Cagigal de la Vega. 1760.
53' D. Migiiel de la Grúa, Talamanca 3- Branciíorte, Marqués de
Branciforte, Comendador de Bienvenida. 1794-1798.
54' D. Miguel José de Azanza. 1798-1800.
56' D. José de Iturrigaray. 1803-1808.
208
CABALLEROS RESIDExNTES EN MÉXICO, i
Abarca, Francisco; Corregridor de Aléxico. 1752.
AcEVEDO Cosío, Estrada y Lugo; quinto Marqués de Uluapa, Procu-
rador General de la Nueva España. 1799.
Agesta, Alanuel de; Depositario General y Regidor de Aléxico. 1731.
Agüero y González de Agüero, José Carlos de. 1739.
Alarcón, Martín de. 1733.
Albornoz, Muñoz y Legaspi, García de; Adelantado de Filipinas. 1615.
Aldasoro y González Lucena, Aliguel de. 1784.
Altamir.\no y Castilla, Juan. 1590.
Altamiraxo y Yelasco, Fernando; primer Conde de Santiago. 16U9.
Altamirano 3' Velasco, Juan; segundo Conde de Santiago. 1625.
Alvarado, Gaspar. 1699.
Alyarado, Pedro de; Conquistador. Dorantes de Carranza dice de él
lo siguiente:
«Consiguió el hábito de Santiago, aunque antes le había traído
en las conquistas sin merced ni facultad, 3' debióse de aficionar á
traelle con la ocasión de cjue siendo mo(,'o 3' pobre 3' pasando por
Badaxós para venir á las Indias, un tío su3-o, caballero del hábito,
le dio un vestido su3-o con las cruces, y poníasele, 3- de allí vino el
error 3' engaño de que algunos le quieren hacer caballero deste há-
bito antes que le tuviese por título y merced » -
Alvarado 3- Villafañe, Jorge. 1687.
Alvarez Campana, José. Veracruz, 1800.
Alza 3^ de Garbiso, León de; Alcalde AIa3'or de San Luis Potosí 3' de
Río Verde. 1642.
Ansaldo de Peralta y Contreras, Juan Bautista de; el día 26 de Junio
1 Hemos formado las listas de los caballeros mexicanos de las Ordenes Militares, en
vista de los índices de pruebas de los caballeros que lian vestido los hábitos de Sa ntia.
go, Calatrava. Alcántara _v Montesa. desde 1501, publicados en Madrid por D. Vicente
Vignau V D. Francisco R. de l'hagón, en 1901 y 1903. Como estos señores asientan, no
todos los expedientes existen hoy en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, pues mu-
chos fiíeron destruidos antes de que se hiciera la traslación de los documentos de los an "
tiguos archivos de cada Orden. Prueba de ello es, que no figuran allí los nombres de buen
número de caballeros que hemos encontrado en los Diarios de Guijo, Robles y Castro
Santa Ana y documentos análogos, así como en las Gacetas y otras publicaciones de la
época, cjue sería prolijo enumerar. Algunos, aunque pocos, hemos tomado de la volumi-
nosa obra que con el títiilo de «Historia Genealógica de las familias más antiguas de Mé-
xico,» dio á la estampa, hace pocos años, nuestro finado amigo D. Ricardo Ortega y Pérez
Gallardo, obra que si bien incurre en numerosos errores y da cabida en sus páginas á al-
gunas familias que no tenían por qué aparecer en ella, faltandii, en cambio, otras que s'
debían constar allí, tiene el gran mérito de ser la única de su género en México.
2 Sumaria Relación de las Cosas de Nueva España. México. 1902.
209
de 16S3 recibió el hábito en la I;;lesia de la C()nce¡K'ión, en ¡¡resen-
cia de diez 3' siete caballeros.
Arizcún y de Iri.iíoyen, Francisco Javier de. Puebla de los Aiifíeles.
1743.'
Arroyo Sardaneta, Simón Eugenio de. Guanajuato. 1772.
Baeza, Juan Luis de. 1640.
Barre.\ y Jiménez Cobo, Fernando de la; Regidor de Mé.xico. 1642.
Barrio y de Junco Espriella, Pedro del; Cajjitán de Infantería del Real
, Palacio. 1729.
Barrutia y de Acta Echenagusia, Ignacio Francisco de. 1719.
Basarte, José de; Gobernador, Capitán General y Presidente de la Au-
diencia de Guadalajara. Tomó el hábito de Santiago en la Parro-
quia de Zacatecas en 19 de Marzo de 1753, fungiendo de Maestre
D. Alonso de la Camjja.
Bexavides y de la Cerda, Cristóbal. 1654.
Bermeo y de Alcega, Diego. 1649.
Berrio y Zaldívar, Miguel de; Conde de San Mateo de Valparaíso;
Marcjués del Jaral de Berrio; del Consejo de Hacienda. 1773.
Bonilla y Mañozca, Cristóbal de; Familiar del Santo Oficio. 1646.
Bórica y Rétegui, Diego. 1785.
Burgos, José de; Presidente de la Audiencia de Guadalajara. 1731.
Bustillo, Juan Ignacio. Veracruz. 1789.
Calderón y Valdés, Vicente Félix; Regidor perpetuo de Ouerétaro.
1748.
Camargo de Castejón, Alonso. 1639.
Camargo y González de Legarda, Luis de. 1637.
Cano Moctezuma y Contreras, Diego de. 1620.
Carballido 3' Zurita, Diego Manuel; TenienteAIguacil Mayor de la San-
ta Cruzadíi; Alcalde ordinario de México. 1670.
Careaga Sanz y de Urrutia, Lucas de. 1707.
Caso Ponce de León 3' Sainz, Baltasar Antonio. Chiapas. 1665.
Castilla, Luis de; Regidor 3' Alférez Real de la Ciudad de México.
1538.
Castilla y Laeza, José; Capitán; Alcalde Ma3'or de San Luis Potosí.
1784. "
Castillo y Mújica, Manuel Francisco del. 1643.
Castro, Gaspar de; Oidor de la Real Audiencia de México. 1621. Reci-
bió el hábito en la Iglesia de Santo Domingo.
Ceballos Gómez del Corro, José Manuel de; Coronel de Milicias Pro-
vinciales de la Villa de Córdoba. 1781.
Cervantes Casaus de Carvajal, Juan de. 1619.
Cervantes, Leonel; Comendador, Conquistador. 1524.
Cervantes y Cervantes, Juan de. 1670.
Cerecedo, Juan de; Contador de Tributos. 1689.
Colina, Antonio. 1808.
A.NALEs. T. IV.— 27.
210
Cortés Altamirano, Hernando; GobernadorA- Capitán General de Nue-
va España. 1525.
Cortés de Arellano, Pedro. 1600.
Cortés, Martín; hijo del Conquistador y de Da. Marina. 1329.
CosuEL.\ 3' de Echávarri, Manuel. 1750.
CoTER.\ y Rivascacho, José Alariano Antonio de la. 1760.
Crespo de Monroy, Benito; Obispo de Puebla. 1734.
Crespo y Alvarez, Francisco Antonio; Corregidor de México. Se cruzó
en la Iglesia de San Agnistín, en 7 de Julio de 1785.
Cruzat, Góngora y de Rada, Fausto; Sargento Mayor. 1593.
Cuevas y el Barrio, Pedro de; Alcalde ordinario de México. 1731.
Chacón y Mójica, Antonio Jerónimo de; Alcalde Mayor de Santa 'Ma-
ría, de los Lagos. 1703.
D.ÍVALOS y Bracamonte y Espinosa de los Monteros, Alonso Alejo.
1699. Primer Conde de Miravalle.
DÁVALOS 3' Bracamonte 3- Espinosa de los Monteros, José .\ntonio Dio-
nisio. 1702.
D.\VALOS 3" Bracamente 3' de Ulíbarri Guevara, Pedro Alonso; Conde
de Aliravalle; Canciller 3- Alguíicil Ma3-or de Cruzada. 1699.
D.ÍYiLA, Galindo y del Barrio, Juan. Puebla. 1683.
Deza Ulloa y Murcia, Antonio. Huejotzingo. 1686.
DoNGO 3' Martínez de la Serna, Carlos Manuel; Cadete de Reales Guar-
dias de Infantería Espíiñola. 1760.
EcHÁv.VRRi, Francisco Antonio; Asesor de Cruzada; Juez del Estado 3-
Marquesado del Valle. 1753. Oidor de la Real Audiencia de México.
Echavarría Valera 3' de Riofrío, Juan de; Patrón del Monasterio de
Monjas de San Lorenzo de la Ciudad de México. Recibió el hábito
en dicho Convento el 31 de Diciembre de 1652. En 11 de Septiembre
de 1676, se declaró un fuerte incendio en la Iglesia de San Agustín,
y habiendo quedado expuesto el Santísimo Sacramento, D. Juan
extrajo la Custodia de entre las llamas, por cu3'o motivo mandó es-
culpir una custodia en su casa, en la calle que ho3- lleva su nombre 1
Escal.wte 3- Mendoza 3' Lainez, Juan de; del Consejo de S. M.; Oidor
de la Real Audiencia de México; Fiscal del Crimen. Recibió el hábito
en la Iglesia de San Agustín, el 30 de Junio de 1656.
Esc.\XDÓx y de Llera, Alanuel Ignacio de; segundo Conde de Sierragor-
da. Querétaro. 1787.
EscANDÓx 3- la Helguera, José de; primer Conde de Sierragorda. 1749.
EscoRZ.\ 3' Escalante, Pedro. 1706.
Espejo Maldonado, Diego de. 1623.
Espinar Alarting, Diego del; Capitán de Caballos Corazas. 1652.
EsTR.^DA Valdés 3' Ramírez, Bartolomé de; Contador AIa3-or. 1665.
F.\GO.\G.\ 3' delragorri, Francisco de; Apartador del oro de la plata. Se
1 Véase «Mé.xico Viejo y .\necdótico,» por Luis González übregón.
211
cruzó en la Iglesia de Jesús María, el 8 de Abril de 1736, apadrinado
por el Marc(ués de Castel-fuerte, ex-Virrey del Pcri^.
Fajardo y Chacón, Diego. 1607.
Fernández de Castro de la Moneda, Gaspar; Oidor de la Real Audien-
cia de Mé.xico. 16+6.
Fern.índez de Jáuregui y de \'illanueva, Antonio; Capitán del Kcginiien-
to de Caballería Ligera, (¿uerétaro. 1779.
Fernández de Villanucva, Echeverría y Vej^tia _v Delgado Carneros,
Mariano. 174-2.
Fernández de \'illaimeva y Linage y Veytia, José; Señor de la Casa
de Veytia, Oidor de la Real Audiencia de México, y Superintenden-
te de la Casa de Moneda. 1737.
Fernández Molinillo 3' García del Moral, Francisco; Secretario del
Virreinato. 1728.
Fernández Molinillo 3- García del Aloral, Gabriel; Capitán de la Real
Guardia de á caballo de México. 1734.
Fernández Savaniego, Juan; Gobernador de Yucatán. 1715.
FiGUEROA 3' Silva, Antonio; Gobernador de Yucatán. 1728.
Flores de Valdés y Urrutia, Agustín Alfonso de. 1668.
Galindo Quiñones y Barrientos, Francisco; Oidor decano de la Audien-
cia de Guadalajara. 1759.
Gallo 3- de Pardiñas, Juan Ensebio de; Castellano de Acapulco. 1719.
García de Salcedo y García de Santa3-ana, Francisco. El Parral. 1695.
García de Salcedo y García de Santayana, Manuel. El Parral. 1695.
GÓMEZ de Cervantes Mejía Altamirano, Gonzalo. México. 1670.
GÓMEZ de Cervantes 3' López, Gonzalo. 1640.
GÓMEZ de Cervantes y López, Juan. 164-0.
GÓMEZ de la Cortina, Joaquín; Marqués de Morante. 184-8. 1
GÓMEZ de la Cortina, Pedro. 1818.
GÓMEZ de la Cortina, Servando José; Conde de la Cortina. 1793.
Gómez de la Cortina, Vicente; Conde de la Cortina. 1816.
González de Echevarri y ligarte, Francisco Antonio. 1735.
GoNZ.\LEZ de Mendoza 3- de Espejo Guznián, Diego; Gentilhombre dv
Cámara. 1629.
Guerrero y de Ángulo, Pedro. 1623.
Guevara Altamirano, Fernando de. Puebla. 1660.
Guevara Altamirano 3' Portocarrero, Iñigo de. Puebla. 1660.
Gutiérrez Rubalcava, Antonio. 1744. Se ordenó en 1754.
Gutiérrez Rubín de Celis y de los Ríos, José Nicolás. 1743.
Gutiérrez Rubín de Celis y de los Ríos, Juan Ignacio. 1728.
Hurtado de Mendoza, Lie. Pedro. 1697.
Iglesias y Cotillo, Agustín de; Teniente Coronel del Regimiento de Mi-
licias de México. 1768.
1 Nació en Mé.xico durante la d(ini¡nación cspañiila, y de familia mexicana.
212
Iturbide, Juan Esteban de; Gobernador del Estado del Valle. 1729.
Jayakes, Lorenzo; Teniente Coronel de Artillería. 1755.
Jiménez de los Cobos y del Sen, Manuel José; Capitán; Correo Mayor.
1708.
Labastida y Yedros, Pedro de; Oidor. 1686.
Larrea y Diez Ibáñez, Leandro José de. 1768.
Larrea y Palomino, Juan Bautista de. 1689.
Laso de la Vega 3' Brito, Miguel; Capitán del Regimiento de España.
Vera cruz. 1771.
Laso de la Vega y Brito, Pedro. Veracruz. 1771.
León y Luna, Francisco de. 1694. Fué despojado del hábito en
1725.
León y Luna, Gabriel. 1694-.
Lexarr-AZ y de Monroy, José Antonio; Corregidor de Querétaro. 1695.
López Adán 3- González, Francisco; Oidor; del Consejo de S. M. 1739.
Manrique, Jerónimo; Castellano de Acapulco. 1648.
Martínez de Lejarza y Vizcaya, Juan José; Capitán de Infantería de
Valladolid de Alichoacán. Se cruzó en la Iglesia de San Agustín de Va-
Uadolid, en 12 de Junio de 1785.
Meaye y de Castillobeitia, Ambrosio de; Capitán de Milicias de Mé-
xico. 1768.
^Medina y Picazo, Francisco Antonio de; Tesorero de la Real Casa de Mo-
neda. 1680.
Mejía Altamirano Núñez, Rodrigo de. 1688.
Mendinueta y de Garro, Pedro Fermín de; Teniente Coronel. Se cruzó
en el ConYcnto del Carmen de San Ángel, en 10 de Agosto de 1756,
ñmgiendo de Gran Maestre D. Domingo de Trespalacios, 3' de pa-
drinos D. Francisco de CháYarri, D. Manuel Cosuela 3- D. José Va-
lenciano.
Meneses Monro3- 3- Mendoza Bracamonte y Zapata, Bernardino;
Conde dePeñalba; Alcalde Ordinario déla Ciudad de México. 1701.
Molino de Lérida, Francisco. 1561.
M0LLINED0 3- VillaYÍcencio, Tomás de; Alcalde Ma3-or de Tehuantepec.
1782.
MONTEMAYOR Y Prado, Felipe de. 1689.
Mota y Portugal, Antonio de la. 1619.
Nogales 3' de Aranda, Miguel Ramón de. Veracruz. 1687.
XoRiEGA y de Cobielles, Melchor de; Comisario de Guerra. 1780.
NÚÑEZ Morquecho, Diego; Oidor de la Real Audiencia de México; Pre-
sidente de la de Guadalajara.
Ordaz, Diego de; Conquistador. Dorantes de Carranza dice de él lo si-
guiente: « Segundo Procurador General que fué á Castilla
Después fué por Gobernador al Río Marañón, 3- consiguió por sus
serYÍcios y calidad el hábito de Santiago, 3- este caballero, como ani-
moso, fué uno de los que subieron á la cumbre del Yolcán de la Pue-
213
bla (Popocatepetl).» Más tarde se le concedió (|iie diclio volcán figu-
rara en su escudo de armas.
Orejón y de Socis, Diego; Corregidor de México. 1642.
Ortega y de Tapia, Juan de. 1671.
Ortiz de Cazqueta y Ballesteros, Bartolomé; Marqués de Altamira.
1687.
Ortiz de Largacha y Gómez, Diego. Veracruz. 1668.
OssoRio Barra y de Valcárcel, Lorenzo. 1694-.
OzT.v y Múzquiz, Juan Casimiro de. 1782.
P.\CHECO de Córdoba Bocanegra, Carlos de; Marqués de Yillamayor;
Adelantado del Nuevo Reino de Galicia. 1631.
P.\iiPLON.\ y Bitrián, Martín de. 1726.
P.\Rini\.\s Villar de Franco y Fernández Franco, Juan Isidro. 1680.
P.VRDO de Figvieroa y de Lujan, Sigonci y Recalde, José; Capitán de las
Guardias del Real Palacio de Aléxico. 1734.
P.\RDO de Nájera, Isidro; Contador del Tribunal de Cuentas. 1728.
PÉREZ Gálvez, Crespo y Gómez, Antonio; Conde de Pérez Gálvez. Reci-
bió el hábito en la Iglesia de San Agustín, en el año de 1801, de ma-
nos de D. Juan José Martínez de Lexarza, siendo padrinos de espue-
las D. Antonio de Septién y D. Juan de Jáuregui, y de espada el Mar-
cjués de San Juan de Rayas.
PoNCE de León 3' Cueto, Tomás; Veinticuatro de Sevilla. Puebla. 1677.
Puente y Peña, Castejón 3- Salcines, José de la; Marqués de Villapuen-
te. 1696.
RÁBAGO y Roiz, José de; Contador Mayor de la Real Casa de Moneda
de México. 1756.
R.\BAGO y Terán 3' Roiz, Felipe de; Capitán Comandante del Real Pre-
sidio de San Sabá de las Amarillas. 1768.
Rengel de Alcaraz Paez Nieto de Villegas y González de Vargas; pri-
mer Conde de Alcaraz. 1779.
Retes \' Largacha, José de; Apartador del oro de la plata. 1681.
Rincón Gallardo, Manuel; primer Marqués de Guadalupe. 1804.
Río DE Loz.v y Gordejuela, Rodrigo del; Conquistador de los indios
chichimecas; Gobernador 3' Capitán General de Nueva Vizca3^a. 1588.
RiVADENEYRA de Oñatc, Francisco. 1609.
Rodríguez de Alliuerne 3- Miranda de Albuerne, Juan; Marqués de Al-
tamira; del Consejo de S. M.; Oidor de la Real Audiencia de México
3^ Consultor del Santo Oficio. 1751.
Rodríguez de Pedroso y Soria, Antonio; segundo Condede Jala; Maes-
trante de Sevilla. 1769. Al quedar viudo, se ordenó de sacerdote en
el Convento de Santa Isabel, el 5 de Junio de 1784.
Rodríguez de Vargas 3- Guerra, Tomás; Familiar del Santo Oficio de
la Inquisición. 1720.
Rodríguez, Saenz de Pedroso, Manuel; primer Conde de Jala; Capitán
de Granaderos; Regidor peqjetuo de México. 1754.
214
Rodríguez y García de Are llano, José Julián; Capitán de Granaderos.
México. "l769.
Rodríguez y de Madrid, Isidro. 1713.
Rodríguez y de Madrid, Sebastián. 1713.
Romero de Terreros, Trebuesto }• Dávalos, José María Antonino;
primer Marqués de San Cristóbal. Se cruzó en la Iglesia de San Agus-
tín del Puerto de Cádiz, en 1802.
Romero de Terreros v López de Peralta de Villar Villamil; cuarto
Conde y primer Duque de Regla; Marqués de San Cristóbal; de San
Francisco y de Yillaherraosa de Alfaro; Conde de San Bartolomé de
Jala; Maestrante de Sevilla; Gran Cruz de la Orden de Carlos III.
Se cruzó en la Iglesia de las Comendadoras de Santiago en Madrid, á
31 de Diciembre de 1851, y profesó el 22 de Enero de 1853 en la Igle-
sia de San Jorge de Valencia, i'
Rubí.v de Celis, Juan Ignacio; Cura de Santa María la Redonda. 1753.
Ruiz de Morales y de Molina, Antonio; Obispo de Puebla. 1572.
Saa yedra a- Giráldez; Teniente de Fragata. Se cruzó en la Iglesia de
Monterrey el 17 de Septiembre de 1796, á manos de D. Diego
de Bórica y Rétegui.
SÁEXZ de Santa María 3' Sáenz Rico, Ignacio José. Veracruz. 1748.
S.\ENZ de Santa María y Sáenz Rico, Pedro José Ignacio. \'eracruz.
Sáez Izquierdo, Francisco; Corregidor de México; Gobernador de Yu-
catán. 1664.
Salced.\ y Mejía, Jerónimo Magdaleno de. Valladolid de Michoacán.
1652.
SÁNCHEZ de Tagle y de la Campa, Manuel; Capitán del Regimiento
Provincial de México. 1783.
S.ÍXCHEZ de Tagle y González de Llano, Francisco Antonio. 1729.
San Martín de Echeverri, Martín; Corregidor de México. 1659.
Serrano Rosales y González Dávila, Francisco. 1635.
Silva Enríquez 3' Ochoa de .Yvila, Francisco de. 1630.
SoLÍs Mendoza 3' Cantero, Femando; Castellano de San Juan de Ulúa.
1668.
Su-ÍREZ de Sousa, Femando. 1664.
Taboada, Antonio de; Alcalde Ma3-or de Soconusco. 1674.
Ter.ín de los Ríos. Tomás; Coronel de los Reales Ejércitos: Capitán
General de la Nueva Galicia; Presidente déla Real Audiencia de Gua-
dalajara. 1728.
Trebuesto Alvarado, Pedro de. 1728
Trespalacios y Escandón, Domingo de; Oidor de la Real Audiencia de
México. 1753.
Ubill.í 3' Se,guera. Miguel de. 1676.
1 Nació en .\Ié.\ici> durante la dominación española.
215
Ukiiíe, Castejóu}- Medrano, José Joaquín de; Oidor. 1702.
ITkibe 3^ Castro, José de. Tomó el hábito en la Iglesia de San Cosme, el
21 de Noviembre de 1703. Fueron sus padrinos Fray Dietío de Ifi
Cadena, Provincial de San Agustín, y el Tesorero Francisco de Me-
dina Picazo: asistieron doce caballeros.
Urki'ti.\ de Vergara y Flores de Valdés, Antonio de. 1668.
Urrutia, Retes y de Inoriza, Juan de; primer Marqués de la Villa de^
Villar del Águila. 1687.
Ursúa Arizmendi, Martín de; Conde de Lizárraga; Gobernador de Yu-
catán. 1621.
Ursúa y de Elizalde, Francisco Jerónimo; Conde del Fresno de Ui Fuen-
te; Regidor decano de México. 1704-.
Valc.írcel y Formento, Domingo; Alcalde del Crimen. Se cruzó en la
Iglesia de Jesús María, el 18 de Octubre de 1734-.
Valdés y Beltrán, Fernando. 1651.
Valdés y Beltrán, García de; Conde de Mecel de Peñalba; Alcalde Ma-
yor de Puebla; Gobernador de Yucatán. 1658.
Yaldiyielso y Azlor, Pedro; Conde de San Pedro del Álamo. 1752.
Valdivielso y Villa, José Domingo de; Capitán del Presidio del Pasaje.
1768.
V.\LENCiANo y Aguirre, José Manuel. 1752.
Valenzuela y Enciso, Fernando de; Marqués de Villasierra. Vino á Mé-
xico por haber caído en desgracia en la Corte, en donde había sido
favorecido por la Reina Madre de Calos II. Se le decía: «El Duende.»
1672.
Velasco Altamirano, Nicolás de. 1613.
Velasco y de Ircio, Antonio. 1598.
Velasco y de Ircio, Francisco. 1576.
Velasco y Tejada, Manuel. 1694.
Velázquez de la Cadena y Caballero, Pedro. 1672.
YeláZQUEZ de la Cadena y de Orduña, Diego; Señor de la Villa de Ye-
cla. 1696.
VÉLEZ de Escalante y Pérez de Ortegón, Felipe. Tomó el hábito en el
Oratorio de San Felipe Neri, el 29 de Noviembre de 1692.
VÉLEZ de Medrano y Manso de Zúñiga, Pedro. 1621. « Llegó á Ve-
racruz un navio y trajo por nuevas que había llegado la flota
que despachó el Señor Obispo Gobernador, libre de las manos del
enemigo holandés y portugués, en que venía por General D. Pedro
Vélez Medrano, del hábito de Santiago, General que fué de la arma-
da real de barlovento de este reino, año de 1646, persona que estuvo
en este reino en tiempo del Conde de Salvatierra, y su mujer é hijos
dejó en la Villa de Atlixco, jurisdicción de la Puebla; que habiendo
pretendido la plaza de castellano en Acapulco, no se la dieron y se
pasó al portugués y se C[uitó el hábito de Santiago \' se puso el de
Cristo. Y así vino cédula de S. M. para qtie trajese á su mujer é hi-
216
jos á esta Ciudad 3- se remitiese á los reinos de Castilla con toda co-
modidad.»— Guijo. Diario de Sucesos Notables.
Vera Aceves 3' Mejía, Juan de; Capitán 3' Sargento Mayor; Tesorero
de la Real Casa de Moneda. 164-6.
Verdugo Guardiola, Guzmán y de Santa Cruz, Luis de; Conde de la
Moraleda. 1682.
Vergara Urrutia 3' García de Espinaredos, Antonio de; Sargento Ma-
3-or del Reino. 1644.
VÉRTiz 3' Ontañón, Juan José de; Gobernador de Nueva Vizca3-a. 170S.
ViLLALBA y de AngT.do, Juan de; Teniente General de los Reales Ejérci-
tos. 1756.
Villa viCENCio y Villavicencio, Agustín de; Oidor de la Real Audiencia
de México. 1641.
Villegas 3- de Sandoval, Diego. Pátzcuaro. 1629.
Vivero y Velasco de Luna, Luis. Cholula. 1624.
Yandiola 3" del Campo, Juan José; Capitán de Milicias; Comandante
del Cuerpo de Dragones de San Juan Bautista. Durango. 1800.
Yriarte 3- de Hualde, Manuel de; Sargento AIa3-or de la Frontera del
Parral. 1706.
Zaldívar 3- Diez de Mendoza, Vicente de; Maestre de Campo. Zacate-
cas. 1626.
Zapata Alaldonado, Francisco. Guadalajara. 1615.
Zavala 3' Zavala, Agustín de. Zacatecas. 1625.
Zurita 3- de Heredia, Pedro de. 1675.
ORDEN DE CALATRAVA.
La Villa de Calatrava, situada sobre la margen izquierda del río
Guadiana y el castillo de su nombre, fueron ganados á los moros, des-
pués de reñidas luchas, por D. Alfonso III en 114-7, quien encomendó su
defensa á los Caballeros Templarios. A pesar de tan aguerridos defenso-
res, difícil era para la plaza resistir al enemigo musulmán que en gran-
des números acudía á asediarla, y temiendo un desastre, presentáronse
los Templarios al Re3' Don Sancho III, renunciando el cargo C|ue les ha-
bía sido conferido. Hallándose el Monarca en grande conflicto, decidió
mandar publicar por tod os sus dominios que el que acudiese á defender la
plaza 3' castillo de Calatrava, los obtendría en propiedad para sí 3' sus
sucesores. Los únicos que respondieron al llamamiento fueron dos mon-
jes cistercienses, Fra3' Raimundo Serra, Abad de Fitero 3- Fra3' Diego
Velázquez, hidalgo 3- antiguo soldado del Emperador. Tanto disgustó
al Re3-que sólo acudieran estos dos eclesiásticos, que al principio se des-
entendió de la propuesta, pero insistiendo los monjes, otorgó la escritu-
ra de donación en Almazán, á 1" de Enero de 1158. Retiñidos al-
217
jíuiios miles (le hombres (muelu>s de los eualcs profesaron en la orden
del Cister), marcharon bajo el mando del Abad de Fitcro 3- de Fray
Die.Lio; tomaron posesión del castillo 3' pusiéronle en tan buen estado
de defensa, que nada pudieron en contra de él los musulmanes, bastando
los guerreros no sólo para guarnecer la plaza, sino aun para extender
sus conquistas á las poblaciones cercanas.
Quiso el abad establecer una orden militar, y consiguió del re^' el
permiso necesario, instituyéndola en 1158, bajo la reglade San Benito
y con el laudable fin de hacer la guerra á los moros y defender la Fe de
Cristo. Tomó el nombre de Calatrava, y en 26 de Septiembre de 1164,
expidió el Papa Alejandro III una Bula, aprobándola, l
Fué su jjrimer jefe el mismo Fra^- Raimundo, conservando el dicta-
do de abad hasta su muerte, cuando fué cambiado al de Gran Maestre,
invistiéndosele á Don García. Tuvo esta orden siete dignidades: el iWaes-
íre, el Lugarteniente General, el Comendador Mayor de Aragón (ó de
Alcañiz),iil Clavero, el Prior del Convento de Calatrava, el Sacristán
Mayor y el Obrero; ciento treinta encomiendas, diecisiete prioratos y
cinco conventos. Desde su primer Gran Maestre gobernaron treinta,
hasta Don Garci López de Padilla, á cuA^a muerte pasó la Jefatura de
la Orden á la Corona de Carlos V.
La Cruz de Calatrava es ñoreteada de gules, pero la primitiva fué
de sable (negro).
VIRREYES DE NUEVA ESPAÑA QUE VISTIERON
EL HÁBITO DE CALATRAVA.
4-2" D. Agustín de Ahumada y Villalón, Marqués de las Amarillas.
Comendador de la Reina. 1755-1760.
45" D. Carlos Francisco de Croix, Marqés deCroix, Comendador de
Molinos y Lagunarota. 1766-1771.
49" D. Bernardo de Gálvez, Conde Gálvez. Comendador de Bola-
ños. 1785-1786.
51" D. Manuel Antonio Flores, Comendador de Molinos 3' Laguna-
rota. 1787-1789.
52" D. Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla, 2° Conde de Re-
villagigedo. Comendador de Peña de Martos. 1789—1794.
53" D. Migviel de la GrúaTalamanca y Branciforte, Marqués de Bran-
ciforte. Grande de España, Comendador de Torres y Cancna. 1794—
1798.
59" D. Francisco Javier Venegas de Saavedra. 1810-1813.
61" D. Juan Ruiz de Apodaca, Conde del Venadito, Comendador de
Ballaga y Alganga. 1816-1821.
1 En 1540 conmutó Paulo III el voto de castidad absoluta porel de castidad conyu-
gal.
AxAi-Ks. T. IV.— 28.
218
CABALLEROS.
Aguirke Negro 3- Estrada Martínez deMaturana \' Estrada, José Fran-
cisco de; Oidor de la Real Audiencia de Aléxico. 1734.
Aller Díaz Ingnanzo, Pedro Alonso; ^Marqués de Santa Cruz de In-
guanzo. 1800.
Arandia y Santiesteban, Ibáñez Echeverría y Alberro, Pedro Manuel
de. 1750.
ArÍstegui, Pedro Ignacio de. 17SS.
Arredondo y Mioño, Pelegrín y Bustamante, Joaciuín. 1796.
Alvarez Serrano y Bernardo de Ouirós Blasmontc yRasjel, Fernando.
1651.
Azoca, Femandode. Recibió el hábito el 20 de Enero de 1653, en el Con.
vento de San Francisco. 1675.
Becerra, Francisco. 1675.
Bena vides Ponce de León Alanrique de Artcaga y Salvago, Luis de.
1624.
BÉRTiz 3' Salcedo, Juan José de. Alérida. 1760.
Biempica, Salvador; Obispo de Puebla.
Brexa V Negrete Cano de la Peña, Manuel Francisco de la. 1799.
Bruna, Bartolomé; Alcalde del Crimen. 1756.
Busto 3^ Mo\'a, Jerez y Ocampo, Francisco Matías de; Mangues de San
Clemente. Guanajuato. 1738.
Campa, Juan Alonso de la. 1752.
Canal, Manuel Tomás de la. San Miguel el Grande. 1731.
Canales Gacio Barbera 3- Cabestan3-, Francisco. Tomó el háljito en la
Iglesia de Monserrate el 13 de Noviembre de 1692.
Canseco Ponce de León, Manrique de Arteaga 3- Salvago, Francisco.
1618. Entró en la Compañía de Jesús antes de despachársele el há-
bito 3' murió en ella.
Ceballos Villegas Bustamante y Sais, Diego de. 1698.
Cortés Hermosilla Pizarro3- Pizarro, Luis, hijo natural del Conquista-
dor. 1545.
Cossío, Toribio de; Marqués de Torre de Campo. 1714.
Diez de la Mora, Aligucl; Corregidor de México. 1728
Estrada 3- Xiño de Castro, Ramírez Jove 3- Córdoba, Felipe de. 1702.
Fernández de Jáuregui 3" Urrutia, Sebastián. Ouerétaro. 1755.
Fern.vndez de la Madrid, Luis Manuel; Gentilhombre de Boca; Oi-
dor de la Real Audiencia de Aléxico. 1724.
Fernández de Otañes 3- Otañes Cuesta 3- Pucheta, Fre3- Andrés. Pue-
bla. 1765. Como, según las definiciones de la Orden, los caballeros
profesos podían anteponer á sus nombres el dictado de ((Fre3',)) elevó
un escrito al Rey Carlos III, de quien obtuvo Cédula fechada en Aran-
juez á 3 de Mavo de 1783, confirmándolo en el uso de dicho dictado
2t9
que no abandonójamás. Publicó un formulario de las ceremonias pa-
ra la toma de Hábito de Calatrava. i
Frrxáxdkz de Santa Cruz y de Cantabrán, Guión de Colmenares 3'
Sáenz de Yillanueva, Joaquín Manuel; Alarqués de Buenavista. To-
mó el hábito en el Oratorio de San Felipe Neri el 2 de Octubre de...
1700.
Flores de \'íildcs, Antonio Alonso; Capitán del Batallón de Méxi-
co. 1G46.
GoNZ.vLiíZ del Campillo y Alvarez Rubín de Noriega y Bear, Agustín;
Capitán del Keginiiento fijo de Guanajuíito. Tomó el hábito en la
Iglesia de Monserrate de México, fungiendo de Gran Maestre D.
Joaquín de Arredondo, de Freile el Prior de San Benito, Fray Miguel
Ruiz, y de padrino D. Manuel Francisco déla Breña y Negrete; 27
de Junio de 1804.
GoNZ.ÍLEZ de Cossío 3- de la Herrán, Gómez de Linares y de la Herrán,
Juan Manuel; primer Conde de Torre Cossío. 1767.
GoRRÁEZ Beaumont yBuitrago, Liñán y Benedi, Francisco de. 1649.
Hoyo y Azoca y Serrano de Rosales y de Avila, Francisco de. 1000.
JÁUREGUi, José de. Se cruzó en la Iglesia de Monserrate en Abril de
1754.
Jiménez de Bohorquez y Dávila, Velázquez y Gaviria, Juan. Mérida.
1662.
Lanzagorta y Landeta Urtusaústegui y Saravia, Francisco Anto-
nio de.
Lanzac.orta y Landeta, l'rancisco de. En ()ctul)re de 1752 recibió el
hábitcj junto con el anterior, su padre, en la Parroquia de San Mi-
guel el Grande, fungiendo de Maestre D. Juan Alonso de la Campa,
y de padrinos el Alférez Real D. Francisco de Landeta y D. José de
la Campa.
Lr.N.v y Arias, Mariscal 3' Corleto, Francisco Mateo de; Contador del
Real Tribunal de Cuentas. Guadalajara. 1710.
LuY.\NDO y Camacho Jania 3^ Arroniaquirós, Luis Miguel de; Regidor
perpetuo de la ciudad de México. 169S.
Llano, José Alariano; Corregidor de Oaxaca. 1784.
Madrazo Escalera, Rueda y González Valdivielso, Diego. 1689.
Malo de Villavicencio Salas 3- Arias, Pedro; Oidor decano de la Real
Audiencia de Aléxico. 1709.
1 Formulario | Manual | de las Ceremonias | que se practican para recibir el Aljito de |
la Ínclita Militar Orden | de Calatrava, | aprobada y confirmada | Por la Santidad de
Alejandro tercero, | en veinte y cinco de Septiembre de | mil ciento sesenta y cuatro, | ba-
xo la re^la del Patriarca | Señor San Benito, I Y las que corresponden á su Pofesión. |
Sacadas | del Libro de las Definiciones | de dicha Orden, | Conforme al Capítulo General
celebrado | en Madrid el año de mil seiscientos | cincuenta y dos. | Impreso en la Puebla
de losAnu;eles, | en la Oficina de Don Pedro de la Rosa. I Año de 1783. | — Un volumen en
8vo. con XX páginas preliminares y 119 de texto, y una lámina con el retrato de Car-
los III.
220
Manrique de Lara y Manrique de Aguayo y Bazán, Sabiniano; Caste-
llano de Acapulco. 1631.
Martínez de Aguirre, Munárriz y Fuentes, Jwaii Jacinto. Recibió el
hábito el 20 de Julio de 175-i, en el Santuario de Guadalupe, de ma-
nos del Prior de Monserrate, Fray Ramiro González. Fungió de Gran
Maestre D. José Rodríguez del Toro, y fueron padrinos D. Juan Vi-
cente Güenies, hijo del Virrey, y los Marqueses de Torres de Rada y
San Miguel de Aguayo.
MiCHAUS y Aspíroz, López de Cestoa y Ecliarri, Martín Ángel de; Sar-
gento Mayor del Regimiento de Infantería del Comercio de México.
1819.
MoNSALYE y Monsalve, Córdoba y Bazán de Albornoz, Francisco An-
tonio de. 1655.
MoNTEiRDE y Antillón, Luis de. 1720.
Moscoso y Cortés, Córdova y Vela.sco y Bravo de Saravia, Jaeintode;
Alcalde de México. 1670.
Pablo Fernández y Arteaga, Fernández y Mexía de Vera, Francisco
Marcelo; primer Marqués de Prado Alegre. 1768.
Padilla 3' Estrada Gómez de Arratia y Niño de Castro, José Gregorio
de; tercer Marqués de Santa Fe de Guardiola. 174-1.
Padilla, Gómez de Arratia Guardiola y Guzmán Meira y Cisneros,
Juan Ildefonso de; segundo Marqués de Guardiola. 1691.
Padilla y Guardiola, Castrejón y Guzmán, Juan de; primer Marqués
de Guardiola. 1682.
Pardo de Lago y Medrano, Altamirano 3- Correa de Silva, Jeróninu)
Andrés. 1718.
Patino, José. 1728.
Peña y Salcines Tazón y San Cipriano, Francisco de la. 1688.
Porras, José de. 1790.
Rad.\, José de; Marqués de las Torres de Rada, Gran Canciller de Nue-
va España. 1753.
R1AÑ0 y Barcena de los Cuetos y Velarde, Juan Antonio de; Intendente
de Guanajuato. 1797.
Rivaguda 3" Encío Ojeda 3' San Vicente, Alvaro de; Alcalde Mayor de
San Miguel el Grande; Gobernador de Campeche. 1690.
Rodríguez de Medina 3- Monel, Estrada y Sandier, Alonso Ignacio.
1666.
Rodríguez del Toro é Isturiz Heredia 3' Guerra, José; Oidor de la Real
Audiencia de México. Tomó el hábito el 8 de Febi'ero de 1753, en la
Iglesia de las Capuchinas, fungiendo de Gran Maestre el Marqués
de las Torres de Rada.
Rojas 3- Mejía de Sandoval, Vírues 3- Morquecho, Juan de. 1667.
Romero de Terreros, I'edro; ])rimer Conde de Regla; fundador del
Monte de Piedad. 1752.
Ruiz de Zavala y Gordejuela, Sáez de Alalia 3' Lois, Juan. 1680.
221
SÁENZ (le Santa María _v (tÍI, Prudencio y Sáenz de Santa María, An-
tonio, Jalajia. 1798.
Samanikc.o del Castillo Tazóny IJanta, Manuel de; Conde de Sama-
niejio del Castillo; Cajjitán de Dra.Líones de Sierra Li'ord a. 1819.
Samanieoo 3" Pacheco de Foumeau y de Rivera, Carlos de; Alcalde de
México en 1703.
S.í.NCHKZ de Tagle y Pérez de Bustamante de la Rasa y Pérez de Cas-
tro, Pedro. 1695.
Sandoyal y Castro, Garcitello; .Mealde Mayor de Chalco. 165-1.
Septiéx y Castillo, Antonio; Capitán de Caballería provincial de üuc-
rétaró. 1784.
SoLÍs Barrasa y Quiñones Ulloa Ordvn'ia y Vázquez de Ulloa, Francisco
de. 1619.
SuÁREZ Muñoz, Manuel; Alcalde de Corte. 1695.
Valc.\rcel y Altamirano Baquerizo y Gorráez, Antonio. 1762.
Yaldiyielso y de Echeverz, Azlor 3- Mier, José Francisco de. 1745.
Valdiyielso y Tagle, Pedro Hermenegildo de. 1734.
Villar Villamil Trelles Omaña y Villademoros, Fernando Antonio
de; Teniente de Capitán Genei-al y Gobernador de las Costas del
Mar del Sur. 1713.
Villar Villamil 3- Primo, Alvarado y Villanueva, José; Teniente de
Granaderos. Tomó el hábito en la Parroquia de Tacuba, el 10
de Agostodel802; fungió de Freile el Abad de Monserrate, de Gran
Maestre el Marqxiés de Santa Ci-uz de Inguanzo, 3' de padrinos: D.
Agvistín de Breña, D. Pedro Ignacio Arístegui, D. Joaquín Benito de
Medina y Torres y D. Esteban González de Cossío.
ORDEN DE ALCÁNTARA.
Don Suero 3- Don Gómez Fernández Barrientos, hermanos nobles de
Salamanca, instigados por un anciano ermitaño, decidieron, junto con
otros caballeros, construir una fortaleza en el lugar de San Julián de
Pereiro, sobre las márgenes del río Coa 3' á diez millas de distíincia
de Ciudad Rodrigo, con el objeto de defender aquel territorio de las co-
rrerías de los moros. Quisieron, para tal efecto, constituirse en Orden Mi-
litar, 3' Don Ordoño, Obispo de Salamanca, á quien acudieron para que
los aprobase, les envió alg"unos monjes del Cister para que los instru-
3'esen y cuidasen en sus necesidades espirituales. Adoptaron la mencio-
nada regla, 3- observándolos tres votos, de castidad, pobreza y obedien-
cia, mortificábanse con a3-unos y otras penitencias. Aprobada la orden
por Alfonso IX de León, y valiéndose del mencionado obispo, obtuvie-
ron los Caballeros de San Julián ele Pereiro (pues así se les llamaba) la
confirmación de ella, por Bula de Alejandro III, en 29 de Diciembre
de 1177.
222
No conviniendo á los caballeros de Calatrava seguir custodiando
el castillo 3' lugar de Alcántara, que algún tiempo antes ganaran ba-
jo el gobierno del Gran Maestre D. Martín Fernández de Quintana,
ofrecieron la plaza en 1218 á los Caballeros de San Jvilián, teniendo en
cuenta la identidad de regla y objeto de ambas instituciones. Aceptá-
ronla éstos de bvien grado 3- cambiaron su nombre primitivo porel de
Alcántara, pero por el convenio que para esto se hizo, quedaron en cier-
to modo sujetos á los caballeros de Calatrava.
Tuvo treinta y siete Grandes Maestres, siendo el último D. Juan
de Zúñiga.
Dos son sus dignidades: Comendador Mayor y Clavero; y su cruz
(en lo antiguo llana de sable) es floreteada de sinoplc (verde), de igual
forma r|ue la de Calatrava.
VIRREYES DE NUEVA ESPAÑA QUE VISTIERON
EL HÁBITO DE ALCÁNTARA.
21° D. Luis Enríquez de Guzmán, Conde de Alba de Liste, Mar-
qués de Villaflor. 1650—1653.
25'=' D. Antonio Sebastián de Toledo, Marqués de Mancera. 1664
-1673.
29" D. Melchor Portocarrero, Lasso de la Vega, Conde de la Mon-
clova. 1686-1688.
30° D. Gaspar de Sandoval, Silva y Mendoza, Conde de Galve.
1688-1696.
37" D. Juan de Acuña, Marqués de Casafuerte, Comendador de
Adelfa. 1722-1734.
40" D. Pedro Cebrián 3^^ Agustín, Conde de Fuenclara, Comendador
de las Pueblas. 1742-1746.
47"^ D. Martín de Mayorga. 1779-1783.
CABALLEROS.
Alcega, Ibargoen 3- Alcega, Alza3'aga 3- Alquiza, Luis de. 16U4.
Altamirano 3' Castilla, Altamirano y Sosa, José. 1626.
Azoca, Francisco de. 1650.
Bañuelos, Carrillo 3- Peñalosa, de la Cerda 3- Vivero Tarsis, Jerónimo;
Regidor de México. 1648.
Bonayía y Zapata, Bernardo; Comendador de Betundeira. Durango.
1800. '
Campa Cos y Cos Sánchez de Cos 3' Sánchez de la Garzada, Femando
de; Coronel; primer Conde de San Mateo de Valparaíso. 1725.
223
CoNTKicuAS y Torres, Gucrnici Ayala y E,u'ninc), Juan de; Oidor de la
Real Audiencia de México. 1666.
Cortés y Arellaiio, Zúñij^a y Arellano, Jerónimo. 1590.
Fekn.índkz de Careaba y Rodríguez García y Fernández de la Mata,
Manuel; Capitán de Caballería. Tomó el hábito el 29 de Junio de
1804, en la Iglesia de Monserrate, fungiendo de Gran Maestre D.
Benito de Medina y Torres, y siendo sus padrinos D. Esteban
González de Cosío y D. Francisco de la Breña.
FoNCEKKAüA y Ulíbarri, Montano y Hurtado de Mendoza, José Ber-
nardo de; Capitán de Milicias 3' Alférez del Ayuntamiento de \'a-
Uadolid de Alichoacán. 1791.
FoNSECA, Juan de. 1659.
Gil y Sáenz de Santa María López Sáenz Rico y Monterdede Antillón,
Juan José; Alférez del Regimiento de Reales Guardias de Infantería
Española. Yeracruz. 1798.
González de Cosío, Esteban. 1788.
Hoyuela y Cabrera González Serna y Ayala, José Julián de la; Capitán
del Regimiento de Infantería del Príncipe. 1775.
Larrea, Juan de. 1692.
Larrea, Luis de. Este y el anterior tomaron el hábito el día 3 de No-
viembre de 1692 en la Capilla de Aranzazu del Convento de San
Francisco, apadrinándolos el Virrey Conde de Galve.
Lobo y García de Campos, Candiani y Arraido, Manuel; Teniente de
Navio de la Real Armada. Jalapa. 1802.
Luna y Arellano, Tristán de; Mariscal de Castilla; Señor de Siria y Bo-
robia. Fué nombrado Gobernador de la Jamaica, pero no habiendo
aceptado, se le desterró. Puebla. 16-42.
LuYANDü Bermeo 3' Camaeho Jania, Camachojania y Arroniaquirós,
Juan Bautista de; primer Marqués de Salvatierra. 1679.
Medina y Torres de la Cruz Saravia 3- Maldonado, Joac[uín Benito de;
Capitán del Regimiento de Infantería Provincial de México. Tomó
el hábito en 30 de Agosto de 1786, en la Iglesia de Monserrate.
Medina y Torres de la Cruz Saravia y Maldonado, Francisco Antonio
de. México. 1761.
Medina 3' Torres de la Cruz Saravia 3' Maldonado. Juan María de.
1761.
MoNSALYE 3' Bazán de Albornoz, Armendáriz 3^ Alljornoz, Francisco
de. México. 1639.
MoNTE.vc.UDO y \'aliente Cros y Escribano, López Ortiz Jiménez de \'i-
llarreal, Nicolás de; Capitán del Regimiento ñjo de México. 1792.
Nogales Dávila, Pedro; Obispo de Puebla. 1708.
Pedreguera 3' Morales, Obregón 3' A3'ala, Manuel José de la; Guardia
de Corps de la Compañía Americana; Marqués consorte de San
Francisco. Jalapa. 1804.
Peña 3' Rueda Salcines y Esquivel, Andrés de la. 1693.
224
Ramírez 3- Vaklés Menéndez y Valdés, Alonso; Corregidor de México;
Alcalde Mayor de Soconusco. 1663.
Retes 3' Largacha Salazar Largacha 3' Salazar, Domingo de; Mar-
qués de San Jorge. 1690.
SÁNCHEZ de Tagle 3^ Valdivielso, Pérez de Bustamante 3^ Mier, Fran-
cisco. 1745.
Tello de Guzmán 3- Valdés, Alaldonado 3- Cervantes, Francisco. 1632.
Trebuesto, Alvarado 3^ Velasco, Pedro de; Conde de Miravalle. 1713.
Ursúa Monarres, Francisco; Conde del Fresno de la Fuente. Diólc el
hábito el Yirre3' Conde de Galve en la Iglesia de San José de Gracia,
á 19 de Octubre de 1689.
Urrutia 3' Arana Pérez de Inoriza 3- Chávarri, Juan Antonio de; Mar-
qués de la Villa del Villar del Águila. 1698.
Valdivielso 3' Sánchez de Tagle, Mier 3' Pérez de Bustamante, Fran-
cisco Manuel de. 174-5.
ORDEN DE MONTESA.
Al extinguirse la orden de los Templarios por Clemente V, ordenóse
que sus propiedades pasaran á poder de la de San Juande Jerusalén, 3-
dicha medida empezaba á cumplirse en España, cuando Jaime II de
Aragón pretendió que los bienes 3' rentas de los primeros le fueran ce-
didos para una orden que deseaba fundar, con el objeto de defender á
sus vasallos de las correrías de los moros. No quiso acceder el Papa
Clemente, pero sí su sucesor Juan XXII, 3- en seguida reunió el Monar-
ca aragonés á lo más florido de su reino 3' cjuedó instituida la orden,
cjiíe aunque había de seguir la regla de Calatrava 3- gozar de las pro-
piedades que ésta tenía en Aragón, adoptó el nombre de Santa María de
Mantesa, por llamarse así la villa en donde quedó establecida su ca-
becera.
Tropezó con algunas dificultades debido á la demora del Maestre
de Calatrava en armar á los neófitos caballeros Montesanos, pero al
fin quedó instituida 3' nombróse á D. Guillen de Eril como su primer
Gran Maestre.
Aprobáronse sus constituciones por Clemente VII, 3^ en 24 de Abril
de 1400 se unió á la orden de San Jorge de AJíama, cu3-o origen fué el
siguiente:
En 21 de Septiembre de 1201, el Re3' D. Pedro II de Aragón hizo
donación de la fortaleza 3^ monasterio de Alfama, situada á cinco le-
guas de Tortosa, en el Principado de Cataluña, á D. Juan de Almena-
ra 3^ otros caballeros para que, además de hacer la guerra á los infie-
les, se rindiese culto á San Jorge. Profesaron los caballeros la regla de
San Agustín, con algunas modificaciones, 3- aprobáronse los estatutos
respectivos por Gregorio I, en 15 de Ma3'o de 1373. El que primero
225
ejerció el Gran Maestrazjío fué el citado Almenara, caballero catalán,
y después de él hubo nueve hasta D. Fr. Francisco Kipollés, en cuyo
tiempo yá instancias del Re^- Martín, quien veíamu}- próxima la ruina
de la orden por lo relajado de sus costumbres, unióse á la de Montesa
por Bula de Benedicto III.
No se incorporó la Orden de Montesa á la Corona hasta el reinjido
de Felipe II, ciuien obtuvo parfi ello Bula de Sixto V, dada en Roma á
15 de Marzo de 1587.
Sus divinidades son: el Comendador Mayor de Peñíscola, el Obrero
V los Albaceas, á quienes antiguamente correspondíala administración
de los bienes de los freires difuntos.
Usaban en un principio los caballeros de Montesa la cruz primitiva
deCalatrava, es áecir, fíordelisada de sable; pero al efectuarse la unión
con la Orden de San Jorge de Alfama, adoptaron, con autorización apos-
tólica, la de este Santo, ]lana y de ffules.
VIRREY DE NUEVA ESPAÑA QUE VISTIÓ
EL HÁBITO DE MONTESA.
44" D. Joaquín de Monserrat, Marqués de Cruillas; Comendador
de Monrov v Burriano v Bailío de Sueca. 1760-1766.
CABALLEROS.
GÓMEZ de la Cortina 3- Gómez de la Cortina, José Justo; Ser. Con-
de de la Cortina; Marqués de Moncalvo; Conde de Castro; Barón de
Preol y Balbere. 1828.
Gutiérrez de Terán 3- González, Tomás; Guardia de Corps de la Com-
pañía Americana. 1802
JiME.N'o 3- Cantalapiedra, Francisco de Paula; .\lcalde Ma3-or de Teo-
titlán del Camino. Oaxaca. 1779.
Lobo y García de Campos, Jerónimo; Capitán del Regimiento de Ma-
ría Luisa. Jalapa. 1804.
Mo.\'SERR.\T 3' Acuña, D. Manuel. Fué armado por su padre el Mar-
qués de Cruillas, Virre3', en el Real Palacio de México, el 22 de
Marzo de 1761.
Vidal, Abarca 3- Balda, Antonio; Gobernador, Capitán General 3' Pre-
sidente de la Audiencia de Guadalajara.
.\.SALES. T. IV.— 29.
22Ó
ORDEN DE SAN JUAX DE JERUSALÉX, Ó DE MALTA.
Corría el año de 1048, cuando unos mercaderes de Amalfi, estableci-
dos en la Ciudad Santa, obtuvieron permiso del Califa de Egipto para
erigir una capilla 3- hospital con el objeto de auxiliar á los peregrinos
enfermos ó necesitados. Escogieron por patrón á San Juan Bautista
y encomendaron la naciente institución al cuidado deunosmonjes, quie-
nes pronto concjuistaron el honroso nombre de hospitalarios, y presta-
ron tan buenos servicios, que al subir Godofredo de Bouillon al trono de
Jerusalén, obsequió con largueza ásu Prior Fray Fierre Gerard deTung.
Habiendo decidido, además de observar los tres votos ordinarios,
cuidar á los peregrinos y acudir en defensa de la Iglesia combatiendo
á los infieles, asumió la institución el carácter de orden religioso— mili-
tar, bajo la regla de San Agustín, y fué aprobada por el Fapa Pascual
II en 1113 y confirmada, cinco años más tarde, por Calixto 11.
Adoptaron por bandera una cruz blanca en camporojo,y hasta hoy
la acuartela el Gran Maestre con sus armas de familia.
Aunque Gerard sólo se denominara Rector, su sucesor Raimundo de
Podio adoptó el dictado de Maestre, y bajo su gobierno se inició aque-
lla serie de eminentes servicios de los hospitalarios, que tanto contribu-
veron al engrandecimiento de los cristianos en Oriente, y que fueron re-
compensados por príncipes y reyes con valiosísimos dones y mercedes
de tierras. Al caer Jerusalén en poder de Solimán, en 1188, trasladóse
el Gran Maestrazgo (pues Rogelio des Moulins adoptara el título de
Gran Maestre del Santo Hospital de San Juan de Jerusalén) á San Juan
de Acre, que á su vez ca^'ó en 1295, viéndose los caballeros obligados á
refugiarse en Limisol, en Chipre; pero no habiendo podido ponerse de
acuerdo con el Rey de aquella Isla, emprendieron y efectuaron la con-
quista de Rodas, bajo el mando del Gran Maestre Villaret en 1308. Allí
permanecieron más de dos siglos, y contuvieron repetidas veces el em-
puje de los turcos y sarracenos, resistiendo el memorable sitio de 1480,
\- haciendo el nombre de los «Caballeros de Rodas)) universalmente res-
petado. Cayó, por fin, la heroica Isla en poder de Solimán en 1523 y
se refugió el Gran Maestrazgo en Candía y otros puntos de Italia, has-
ta el año de 1530, cuando el Emperador Carlos V les cedió la Isla de
Malta, con la condición de que habían de hacer la guerra á los musul-
manes, y, en caso de recuperar Rodas, devolverla á él ó á sus sucesores.
Desde entonces fueron conocidos los Caballeros de San Juan con el alias
vde Malta. ^i que substitu^-eron al «de Rodas.» y continuaron sus glorio-
sos hechos de armas contra los infieles, descollando entre ellos la heroi-
ca resistencia al sitio de los turcos en 1565, que opusieron bajo el Gran
Alaestre La Valette, en cuvo honor fué fundada la ciudad de ese nombre.
227
De paso para Egipto, apoderóse de Alalta Napoleón en 10 de Junio
de 1798, y tres días después celebró un convenio con el Gran Maestre
Hompesch, por el cual la soberanía de la Isla pasó á la República Fran-
cesa.
Trasladóse el Gran Maestrazgo sucesivamente á Cortona, Mesina,
Cataniíi y Roma, en donde reside hasta la fecha.
Extendida la Orden por toda Europa, dividíase en ocho naciones ó
lenguas, entre ellas Aragón y Castilla, y componíase de Grandes Prio-
ratos, Bailiatos y Encomiendas.
Las propiedades de la Orden en Aragón tuvieron peregrino origen.
Al morir D. Alfonso I, dejó por herederos de su Reino á la Orden de
San Juan, junto con las del Templo y Santo Sepulcro, mas cuando acu-
dió Raimundo de Podio á tomar posesión de la herencia, encontró al
Príncipe de Aragón y al Conde de Barcelona de ella adueñados, pero con-
cediéronle éstos algunas tierras. D. Jaime I dio ciertas propiedades
á los caballeros de San Juan de Mallorca, como recompensa de lo mu-
cho que lo ayudaron en la concjuista de la Isla, y la lengua de Castilla
se formó, como otras, por los donativos de soberanos y particula-
res. '
Los Caballeros de San Juan se dividían en varias clases, que, con li-
geras modificaciones, hasta hoy se conservan; el nombre genérico de
caballeros se daba á los nobles, 3' su oficio, ademásde la guerra, era asis-
tir á los heridos; los capellanes se dedicaban al servicio religioso y los
sirvientes y donados eran como aspirantes, éstos y aquéllos como escu-
deros de los caballeros.
El voto de castidad absoluta fué modificado al de continencia con-
yugal, excepto en el caso de los Comendadores, quienes, á diferencia de
las órdenes españolas, aún disfrutan de sus respectivas rentas.
La insignia de la Orden de San Juan ha sido siempre la conocidísima
«Cruz de Malta,» blanca, de ocho jjuntas, que antaño lucían los caba-
lleros en una sobrevesta de paño encarnado, 3' hasta ho}' en el negro
manto capitular.
Los donados y sirvientes sólo tienen derecho á media cruz, es decir,
sin el brazo superior.
1 En 17 Je Abril de 1802 declaró Carlos IV incorporadas á la Corona las lenguas
de Aragón y de Castilla, pero por el Concordato de 1851 se dispuso que se reunieran los
territorios de la Orden de San Juan á sus respectivas diócesis. Los revés de España si-
guieron nombrando Caballeros de San Juan hasta el -i de Septiembre de 1885, cuando
volvieron á unirse las /en^uas citadas al Gran .Maestrazgo, residente en Roma.
228
VIRREYES DE NUEVA ESPAÑA QUE VISTIERON
EL HÁBITO DE SAN JUAN.
4-6° Frey Don Antonio María de Bucareli y l'rsíia, Baylío. 1771-
1779.
En la preciosa placa de Ijronce de su sepulcro en la Basílicíi de Gua-
dalupe, leemos que allí yacen los despojos mortales del «Excmo. Señor
Baylío Fre3' Don Antonio Alaría Bucareli y Ursúa, Henestrosa Laso de
la Vega Villacís y Córdova, Caballero Gran Cruz y Comendador de la
de Tocina en el Orden de Malta, Gentilhombre de Cámara de S. M. con
entrada, Teniente General de los Reales Exércitos. Virrey, Gobernador
y Capitán General desta Nueva España," — \- que habiendo nacido en Se-
villaá24-de Enero de 1717, falleció en Méxicoen9de Alírilde 1779. — En
los retratos que de él existen en el Museo Nacional y otros lugares, apare-
ce como «Comendador de la Bóveda de Toro,» por lo que inferimos
c|ue posteriormente disfrutó la de Tocina. Conviene recordar que en la
orden de Malta se daba el nombre de Grandes Cruces á los Caballeros
de Justicia, porque en ellos recaían los grandes cargos, como eran los de
Bailíos, Priores y Gran Maestre.
53° D. Miguel de la Grúa Talamanca y Branciforte, Marqués de
Branciforte. 1794-1798.
CABALLEROS.
DÍAZ de Meoqui, Francisco.
MoNCAD.\ y Branciforte, Pedro de; Marqués de Villafont; Brigadier de
los Reales Exércitos. 1760.
Ruiz, Joaquín.
Vellerixo \'illal()1jos, Baltasar. 1605.
229
CEREMONIAL.
Sefííin las Definiciones de las órdenes, las tornas de hábito debían
efectuarse en las cabeceras respectivas, pero teniendo el re3' facultad de
dispensarla, por «niu}' justas causas,» resultó que, después de la incor-
poración de los Maestrazgos á la Corona, aquella disposición se con-
virtió en la excepción á la regla.
Debía poner el hábito un caballero de la misma orden que el preten-
diente; pero, también con real dispensa, podía hacerlo uno de cualquie-
ra otra.
He aquí el ceremonial: i
De la forma de dar el Abito, y armar Caballero.
El Caballero que ha de recibir el Abito, se debe confesar primera-
mente con Religioso de la Orden, porque toma estado de Religión; 3^
vestido de sus ropas seglares venga al Capítulo ó Iglesia, donde estará
aderezado para darle el Abito, 3- estarán el Comendador ó Caballero á
quien es mandado le arme Caballero, 3- el Religioso que le ha de dar el
Abito, 3' otras personas de la Orden capitularmente con sus Mantos, 3-
traiga porPadrino á un Comendador ó Caballero profeso: y hecha re-
verencia al dicho Comendador ó Caballero que le ha de armar Caballe-
ro, estando sentado, 3- él en pie, le presentará la Comisión: la qualleída
en alta voz, de manera que .se oiga, se levantará el dicho Comendador ó
Caballero, 3- la tomará en su mano, y la obedecerá con todo acatamien-
to, besándola \' poniéndola sobre su cabeza.
El Comendador ó Caballero que le hubiere de armar Caballero,
le apercibirá y dirá de esta manera.
Sabed, que en nuestra Orden ha3- una definición, que dispone que
ninguna Persona pueda ser admitida por Caballero de ella, si no fuere
noble Hijo-dalgo de Sangre, de todas partes, limpio de toda mala ra-
za; 3' que si después de dado el Abito se hallare v pareciere tener algún
defecto de los contenidos en la dicha Definición, le será quitado el dicho
Abito 3' la Encomienda, si la tuviere: Por tanto, ved si con esta condi-
ción 3- protestación le queréis recibir. Responda: Señor, con tal con-
dición y protestación le recibo.
Luego traerán una Espada dorada en una fuente, delante del Sa-
cerdote, el qual puesta la Estola sobre el manto, teniendo delante una
1 Lo tiimamiis del "Formulario Manual" de Frcv .Andrés Fernández de Otañes.
230
Cruz, Agua bendita y la vela encendida (como se hace en la Bendición
de los Vestidos), la bendecirá en la forma siguiente:
BENDICIÓN DE LA ESPADA.
X'. Adjutorium nostrum in nomine Domine.
Tj¿. Qui fecit Coelum & terram.
^. Salvnm fac servum tuum.
R. Deus meus sperantem in te.
^^. Esto ei Domine turris fortitnrlinis.
R. A facie inimici mei.
T. Nihil proficiat inimicus in eo.
R. Et filius iniquitatis non apponat nocere ei.
S. Domine exaudí orationem meam.
R. Ei clamor meus ad te veniat.
Y. Dominus vobiscum.
R. Et cum spiritu tuo.
OREMUS.
Domine Sánete, Pater Omnipotens, .-Eterne Deus, que ad tuendam
justitiam, atque malitiam improborum coercendam usuní .líl^idij homi-
nibus permisisti, & hunc Sacrum Ordinem Militarem al Christiani po-
puli Ecclesiarum viduarum, atcjue orphanorum protectionem, contra
saevitiam paganorum, 4: inimicos Sanctíe EcclesÍ£e institui voluisti, pro-
pitiare qua?sumus, supplicationibus nostris, & hunc Ensem, quo hodie
famulus tuus príecingi desiderat, per invocationem sancti tui nominis,
& per Adventum Jesu-Christi Filij tui Domine nostri, & per menta Bea-
torum Patrum nostrorum Benedicti &Bernardi, benedicere »J« digneris:
ut hic famulus tuiís, qui hodierna die eo tua contendente largitateprít-
cingitur hostium suorum visibilium & invisibilium elidat superbiam, &
eorum contumatiam déxteríE tute virtute prosternat. Per eumdem Do-
minum nostrum Jesum Christum Filium tuum, qui tecum vivit & reg-
nat.inunitateSpiritus Sancti Deus peromnia sa'culasa;culorum. Amén.
Hecho esto, ceñirá el Padrino la Espada bendita al Caballero que
ha de recibir el Ahito, y el Comendador ó Caballeros de la Orden le cal-
zarán unas espuelas doradas: y luego se ponga de rodillas el novicio,
y la persona que le tiene de armar Caballero sacará la Espada de la
vayna, y tocarle ha con ella en la cabeza y en el hombro, tres veces, y
dirá cada vez:
231
Dios Todopoderoso os haiía buen Caballero; y Señor San Benito _v
Señor San Bernardo sean vuestros abogados, l
Y él y todos los presentes dirán: Amén.
Hecho esto, le quitarán la Espada y las Espuelas, y luego el Caba-
llero que ha de recibir el Abito, hará venia ante el Religioso que se loba
de dar {que estará sentado con su Manto) , elqual le preguntará: ;Quéde-
inandáis? El responderá: La misericordia de Dios y del Rej- nuestro
Señor, Administrador perpetuo de esta Santa Orden, y vuestra en su
nombre, y de vuestra Orden.
Y luego enderezará el cuerpo, y quedando puesto de rodillas, le di-
rá el Religioso estas siguientes palabras:
Amigo, esta misericordia que demandáis, es sana y santa para la
ánima, 3- muy áspera y fuerte para el cuerpo, por muchas cosas que
habéis de guardar y cumplir. Que algunas veces querréis comer, y ha-
ceros han aj'unar; 3^ otras veces querréis dormir, y haceros han velar; 3'
habréis menester vestir, 3- otras cosas, 3- no os las darán. Y por el con-
trario, algunas veces, quando no queráis comer, os lo darán; 3' quando
querráis velar, os mandarán dormir, y otras cosas contra vuestra
voluntad os darán 3' mandarán: 3- conveniros ha á todo ser obediente,
3- hacer lo que os mandaren. Esto ved si lo podréis hacer y cumplir.
Responda: Sí, con la ayuda de Dios y de S. M. y de vuestra Orden.
Y dígale más: Pues allende de esto, conviene que renunciéis todo lo
propio que tuviéredes, 3' seáis pobre de espíritu, no teniendo cosa algu-
na por vuestra, sin licencia de S. M., como Administrador perpetuo de
esta Santa Orden, 3- de sus Sucesores en la Dignidad Maestral. Asi-
mismo habéis de ser obediente toda vuestra vida á S. M. 3' á ellos, y
habéis de renunciar vuestra propia volimtad, sujetándola á la del Se-
ñor Maestre y de sus sucesores en la Dignidad Maestral de esta Santa
Orden, en todo y por todo. Esto ved si lo renunciáis y prometéis
así.
Responda: Señor, así lo renuncio 3- prometo, permaneciendo en es-
ta Santa Religión.
Dígasele más: Pues habéis de decir verdad y de desengañar á S. M.
y á nuestra Orden, 3' á mí en su nombre, demás de esto, de estas dos
cosas.
La primera, si fuisteis prometido á otrfi Orden antes que á ésta,
IKjrque en tal caso no podéis ser admitido en nuestra Orden: y puesto
([ue vos lo negásedes 3- encubriésedes, sabiéndose 3- demandándolo os
entregarán 3' darán.
La segundíi, si tenéis alguna enfermedad incurable, así como lepra
ó gota caduca, por razón de la cual fuésedes inútil para la Orden, que
I)or cualescjuiera de estas dos cosas no podéis ser recibido en esta Or-
den; y aunque os recibamos encubriéndolo vos, 3- sabiéndose después,
1 ü. en su caso, San .Agustín.
232
os echarán de ella, y só tíil condición 3- protestación os recibimos y da-
remos el Abito: por ende decid la verdad.
Responda: Só tal condición 3' protestación lo quiero recibir.
Dígasele más: También conviene que sepáis, cómo permaneciendo
en esta Santa Orden habéis de guardar \' cumplir tres cosas.
La primera, que (como dicho es) habéis de ser obediente á S. M. 3-
á susSucesores en la Dig:nidad Maestral, toda vuestra vida, en todo lo
que os mandaren.
La segunda, que habéis de ser casto y continente, guardando casti-
dad con3'ugal toda vuestra vida.
La tercera, que habéis de ser pobre de espíritu, y no habéis de tener
cosa alguna sin licencia de S. M. 3' de sus Sucesores dichos.
Por ende ved también si aquesto podréis guardar 3' cumplir.
Responda: Sí, con la a3-uda de Dios 3' de S. M. 3' de vuestra Orden.
Y luego se le tome Juramento en un Misal {si el que recibe el Abito
tiene edad para hacerle) y dígasele: Pues conviene juréis á Dios, á San-
ta María y á los Santos Evangelios, que de aquí adelante, bien 3' fiel-
mente á todo vuestro poder, llegaréis todo el provecho, honra 3- bien
que justamente pudiéredes á S. M. 3' á sus Sucesores en la Dignidad
Alaestral, 3- á nuestra Santa Orden 3- Caballería, y apartaréis de S. M.
3' de toda ella, todo el daño, mal 3' deshonra que supiéredes y pudiére-
des, con todas vuestras fuerzas. ¿Esto, vos, juráislo así?
Responda : Sí j u r o .
Dígale el Sacerdote: También conviene que sepáis, cómo ¡permane-
ciendo en esta Santa Orden habéis de hacer al tiempo de la Profesión
quarto Voto, de defender y afirmar que la Virgen María, Madre de Dios
3' Señora Nuestra, fué concebida sin pecado original. Por ende ved tam-
bién si estáis presto de lo cumplir.
Responderá: Sí, con la a3^uda de Dios 3- de la Santísima Virgen.
Luego le volverá á preguntar: Pues habéis de saber, que para este
Voto no es necesario que preceda el año de la aprobación, como para
los tres esenciales de la Religión: Por tanto, ved si queréis desde luego
hacer Voto de defender este purísimo Misterio.
Responderá: Sí, Señor, r hágalo de esta manera.
Yo (N. N.) hago Voto á Dios, 3' al Señor Maestre, y á vos, ([ue estáis
en su nombre, que ahora '3' siempre defenderé 3- afirmaré C|ue la Virgen
MARÍA, Madre de Dios 3- Señora nuestra, fué concebida sin pecado ori-
ginal; 3' que nunca ca3-óen ella esta mancha, sinoqueenel instantede su
Concepción dichosa 3- de la unión de su Alma y Cuerpo fué prevenida
de la Divina Gracia 3- preservada de la culpa original: v esto por los
méritos de la Pasión 3- Muerte de CHRISTO nuestro Redentor, que ha-
bía de ser su Hijo, previstos 3'a en el Divino Consistorio; por lo qual
fué verdaderamente redimida 3' con más noble género de redención que
todos los otros hijos de Adán: 3' que en esta verdad, 3- por honra de la
Santísima Virgen, con la a3-uda de Dios Omnipotente, viviré y moriré.
233
Dirá luego el Sncerdotc: Dios Todojxxleroso os lo dcxc cumplir á
salvación de vuestra Anima, y honra vuestra y de la Orden.
Responda él y todos: Amén.
El Prior: ó Freyle que le ha de dar el Ahito, puesta la Estola como
dicho es. bendecirá el Manto, Ropilla, Capa y Escapulario con sus Cru-
ces, con la Bendición siguiente:
BENEDICTIO VESTIAIENTORUAI.
)í'. Adjutorium nostrum in nomine Domine.
I^. Oui fecit Coelum et terram.
"\¡^. Sit nomen Domine benedictum.
It. E.\ hoc, nunc, & uscjue in sa;culum.
X . Dominus vobiscum.
Ji. Et cum spiritu tuo.
OREMUS.
Domine Jesu—Christe, (|ni tegimen nostne mortalitatis induere diji-
natus est: obsecramus inmensa^ tua- largitatis abundantiam, ut hoc
genus Vestimentorum,quod Sancti Patresadinnocentia-, v el humilitíi-
tis indicium,ab renuntiantibus síecuIo ferré sanxerunt: tuita »í«benedi-
cere digneris, ut his famulus tuus, q\ú hoc usus fuerit, te induere me-
reatur. Qui vivis &: regnas cum Deo Patre, in unitate Spiritus Sancti
Deus, per omnia Sfecula síeculorum. Amen.
Le echará Agua bendita sobre las l'cstiduras.
Dada la Bendición le desnudarán la Capa y la Ropilla, diciendo:
Exuat te Domimis veterem hominem, cum actibtis suis.
Después le pondrá el escapulario encima del jubón, diciendo: Induat
te Dominus novum hominem, Cjui secundum Deum creatus est, in justi-
tia, & sanctitate, & veritate.
Lo mismo se dirá al vestir de la Ropilla, Capa y Manteo.
Hecho esto, se dirá la Misadel Espíritu Santo, á la qual el nuevo Ca-
ballero ofrecerá y comulgará: y acabada, así el Comendador ó Caba-
llero que le ha dado el Abito, como todos los de la Orden que estuvie-
ren presentes, le darán la Paz y besarán la Cruz, en señal de amor y
hermand¿¡d.
Un escribano tomaba razón de la ceremonia en el reverso de la Cé-
dula y daba fe del acto con todos sus pormenores, expidiendo testimo-
nio, autorizado por otros tres escribanos, al interesado, Cjuien lo pre-
sentaba al Consejo dekis Ordenes, y en vista de él, se le despachaba Cé-
dula para la Profesión, la cual se hacía de la siguiente manera:
A.N.vLEs. T. IV.— 30.
234
De la forma de híicer la Profesión.
Qualqnier Caljallero de la Orden, antes C[ue haga su Profesión,
en la forma que luego se dirá, será obligado á confesarse y eomulgar en
cjualquier lugar, Convento ó Iglesia, en que con licencia del Señor Maes-
tre hiciere la dicha Profesión; _y el Prior, Capellán ó Religioso que la hu-
biere de dar, no la dará sin que primero le conste híiber cumplido con
esta obligación.
El que hubiere de hacer Profesión, cumplido el tiempo ele la aproba-
ción, venga al Capítulo ó Iglesia donde estuviere el Señor Maestre ca-
])itularmente, ó la Persona que por él hubiere de toniíir la Profesión,
con ima Persona ó dos de la Orden, vestidos con sus Mantos blancos,
V haga la venia y presente la Cédula de S. M., y si hubiere alguna dis-
pensación, ni más ni menos, las quales seentregíirán al Cantor ó Secre-
tario, el qual las leerá en voz que todos la entiendan, 3' leídas, tomará
las dichas Cédulas el que hubiere de recibir la Profesión, y las besará y
l^ondrá sobre su cabeza; 3' ante todas cosas apercibirá al Novicio, y le
dirá lo siguiente:
Ya sabéis cómo en nuestra Orden hay una Definición que manda que
los Caballeros c[ue haA'an de profesar en ella, se obliguen antes de ])rofe-
sar á nombraren su finy muerte Disponedores, Personas de Orden, que
cumplan las obligaciones que tienen en razón de la dicha Orden. Y así
mismo que obliguen sus Bienes habidos \' por haber, que no sean de Ma-
3-orazgo, aunciue después se vinculen y hagan Ma\'orazgo, sometiéndo-
los á los Jueces y Tribunales de la Orden, paní que de ellos los dichos
Disponedores cumplan en primer lugar, prefiriendo estas deudas á to-
das lasdemás, todas las cosas que el que profesa quando muere tuviere
obligación de pagar á la Orden. Por tanto, ved si así os obligáis de lo
hacer y cumplir, y renunciáis todas las leyes que contra esto, en favor
vuestro, pueda ser.
Responda: Señor, así me obligo, y lo renuncio.
Luego se postrará en el suelo delante del que le hubiere de tomar la
Profesión, el qual preguntará al Novicio: ¿Qué prometéis?
El Novicio responderá: Estabilidad y firmeza.
El que se la da diga: Dios os dé perseverancia.
Y responderán todos: Amén.
Levántese el Novicio, y puesto de rodillas delante del que le recibe
la Profesión, y puestas las manos entre las suyas, diga:
Señor, \-o (N. N.) hago Profesión á Dios, \-al Señor Maestre, \' á vos
([ue estáis en su nombre, y prometo Obediencia 3' Castidad conyugal,
v vivir sin propio, según la Regla del Señor San Benito, l Estatutos 3-
1 O San Agustín.
235
Privile-jios de la Orden y Caballería de Calatrava, de la Orden del Cis-
ter. 1
Y asimismo hago voto que ahora y siempre defenderé y afirmaré que
la Virgen MARÍA, Madre de Dios y Señora nuestra, fué concebida sin
pecado original, y cjue nunca cayó en ella esta mancha, sino que en el
instante de su Concepción dichosa y de la unión de su Alma y Cuerpo,
fué prevenida de la Divina Gracia 3- preservada de la culpa original: 3-
esto por los méritos de la Pasión 3- MuertedeCHRISTO nuestro Reden-
tor, que había de ser su Hijo, previstos ya en el Divino Consistorio; por
lo C[uefué verdaderamente redimida, 3- con más noble género de Reden-
ción ([ue todos los otros hijos de Adán: y que en esta verdad y por
honra de la Santísima Virgen, con la a3'^uda de Dios Omnipotente, vivi-
ré 3' moriré.
Y el Señor Maestre ó el que estuviere en su lugar, diga: Dios os dé
vida perdurable.
Y él y todos respondan: Amén.
Y darle ha el Sei'ior Maestre, ó el que tuviere sus veces, Paz en el ca-
rrillo, V él le besará la mano v levantarse ha. -
1 O «de Alcántara.» «de Montesa,» ó «de Santiago.»
2 Estas ceremonias se observan hasta la fecha en España, con ligeras modificacio-
nes.
on
CUADROS DE MESTIZOS
MUSEO DE MÉXICO.
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f1
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El ilustre Profesor R. Blanehard.cle la Facultad de Medicina de Pa-
rís y miembro de la Academia de Aledicina de Francia, visitó todo el
Norte de la República Mexicana, desde Ciudad Juárez hasta Veracruz, en
1907, haciendo, durante su larga expedición, profundosy grandes estu-
dios sobre las diferentes especies mestizas c[ue ]jviel:)lan el vasto territorio
de México.
En 1907 publicó el Profesor Blanchard, en Le Journal de la Société
des Amerícanistes de París, un hermoso trabajo sobre dichos interesan-
tes estudios, que llamaron poderosamente la atención de las ilustracio-
nes euro])eas, sóbrela materia, y cuj'o trabajo fué nuevamente publica-
do en un elegante folleto, soberbiamente ilustrado, en el mismo año, da-
da la gran aceptación que había tenido la primera publicación.
El Profesor R. Blanchard, ])ara llevar á cabo su meritorio y alaba-
do trabajo, hizo un profundo y detenido estudio sobre los cuadros de
mestizos que se conservan en el Museo de México, y que por decirlo así,
son un gráfico de las diferentes especies mestizas C|ue jmeblan aún hoy
la gran República Mexicana.
Para dar á conocer estas especies con toda exactitud, sólo tenemos
(|ue seguirpaso á paso al Profesor R. Blanchard en sus interesantes estu-
dios, pues ellos, por svi veracidad, claridad \- método, excusan á quien
quiera conocer las especies mestizas mexicanas, de toda nueva investi-
gación y trabajo.
240
Siguiéndolo paso á paso, llegaremos á un conocimiento perfecto de
la materia.
La población mexicana está compuesta de los mismos elementos que
ofrecen las demás naciones que fueron colonias americanas españolas.
En ella se distinguen las siguientes siete razas:
I. — Los individuos nacidos en Europa, vulgarmente conocidos con el
nombre de Gachupines.
II. — Los españoles criollos, ó los blancos de raza europea, nacidosen
América.
III. — Los mestizos, descendientes de blancos y de indios.
IV. — Los mulatos, descendientes de blancos y de negros.
V. — Los zambos, descendientes de negros y de indios.
VI. — Los indios, ó raza cobriza indígena, y
Vil. — Los negros africanos.
Haciendo abstracción de subdivisiones, resultan cuatro castas: los
blancos, comprendidos baj o la denominación general de españoles; los ne-
gros, los indios y los hombres de raza mixta, mezcla de europeos, de
africanos, de indios americanos y malayos, pues á causa de la comuni-
cación frecuente que existe entre .\capulco y las Islas Filipinas, muchos
individuos de origen asiático, sean chinos, sean malayos, han ido á es-
tablecerse á la antigua Xueva España.
Concretando más el origen de las antiguas poblaciones hispano-
americanas, y particvdarmente la de México, nos encontramos en pre-
sencia de tres elementos étnicos, bien diferentes: los indios ó raza indí-
gena, los blancos que fueron de Europa y los negros procedentes de
África.
Del contacto de estas tres razas, resultaron inuchas y diversas espe-
cies.
El mestizo fué, durante mucho tiempo, considerado como un ser hu-
mano, sin duda, pero fuera de toda jerarquía social. El blanco, á pesar
de haber contribuido á su producción, no lo admitió como igual suyo,
y él mismo se negaba á asimilarse al indio y al negro de pura raza. Se
hizo, pues, necesario establecer categorías y castas basadas en el gra-
do de mezcla de sangre, ó sea de mesticidad.
En las ciudades, el clero, encargado del registro civil por las parti-
das de bautismo que se levantaban inmediatamente á cada nacimiento.
Bastaba que el origen de la madre fuese conocido y que la paternidad
fuese presunta, para clasificar al mestizo más ó menos exactamente.
En los campos se verificaban numerosos nacimientos que no eran ins-
criptos en la parroquia, 3- cin-as paternidades era imposible de deter-
minar.
«El orgullo castellano, dice el ProfesorR. Blanchard, no podía correr
el peligro de promiscuidades, para él inaceptables, en ima sociedad tan
jerárquica como era entonces la sociedad española, y precisaba poder
designar por vni término técnico estos diversos grados de mesticidad.
AXALF.S. — To.Mll I\',
LÁM. l'J.
1. — He español é india, mestizo.
K\X\.^
'2. — l>e lucstizo y española, castizo.
A.NAI.IÍS.-TdMil IW
LÁM. 20.
3. — Di- castizíL y es|)añoI, t-spafiol.
4.— De (.'siiafidla y iic,un>, imiIaU
Anales.— Tomo IV.
LÁM. 21.
5. — De cspaiiiil V mulata, iniirisco
6. — De español _v iiii>risL'n, all)iiu).
Anales, — Tomci I\'.
LÁM. 22.
7. — De es])añi>l y albina, torna atrás.
8. — De inilid v turna atrás, lolio.
A.NAi.ics.-To.Md 1\-.
LÁ.M. 2;í.
!l. — lie lc:li(i é ¡lulia. saiiibavo.
10. — De saniliayo é india, canil Hij(
^>
I.ÁM. 1.' + .
11. — De c'inibují) _v mulata, alliarazado.
12. — He alliarazado v iimlaLa. liarcino.
Anales.— ToM. I IV.
L.ÍM. 2,1
13. — I)c l)arcinii v nuilata, L'i>vote.
14. — De Cdvdta é indin, c-h
¿u.
Anales. — Tomh I\'.
LÁM. 26.
15. — De chamizo v mestiza, ci>V(ite-meslizi
16. — De coyote v mestizo, ahí te estás.
241
para los casos en que se Imliicse de detínir á un mestizo, ateniéndose á
una regla segura é indiseutilile."
Esta necesidad de establecer una base ])ara conocer y definir á los
mestizos, fué causa de (|ue las autoridades antiguas de Nueva España
ordenasen la pintura délos cuadros de mestizos que aún se conservan en
el Museo de México, y los ctuiles debían servir de norma en todos los
asuntos en que hubiese que conocer la jjrocedencia de raza de cualquier
individuo mestizo, ó fuese su grado de mesticidad.
La primera mención de estos cuadros, en Franciíi, fué hecha por el
I'rofesor E. T. Hamy, quien descubrió en París, en la casa de un lilircro
ó comerciante de libros y estampas, nueve pinturas en cobre, la última
de las cuales llevaba la firma de Ignacio de Castro, pintor español, que
ejerció su arte en Méxicoen el siglo XVIII. Hamy hizo la descripción de
estos cuadros, cuya procedenciíi mexicana no es discutible. Estos cua-
dros ftjrman Ikm- parte del Museo de París.
Los que mandaron pintar las autoridades de Nueva España para
C|ue sirvieran como códigos, á los cuales tenían que someterse todas las
cuestiones en que se ventilasen orígenes mestizos ó grados de mestici-
dad, se encuentran en la sección etnográfica del Museo Nacional de Méxi-
co. ConstitU3-en dos series de pinturas del más alto interés. A pesar
del inmenso histórico valor de estos cuadros, su importancia excepcio-
nal parece haber sido totalmente desconocida dvu-ante mucho tiempo.
Nadie ha hecho mención de ellos antes del Profesor K. Blanchard, niaun
siquiera los conservadores de dicho Museo, señores Herrera y Cicero,
fjuienes escribieron una obra en la que trataban de los mestizos.
Las pinturas existentes en el Museo de México son de dos cla.ses:
L — Diezyseiscuadros representando «las ca.stas de México, é])oca co-
lonial.» Cada uno de ellos nos representa al padre, á la madre, íil hijo,
con su color de piel respectivo, 3' entregados á su ocupación favorita.
Todos tienen una corta leyenda 3' un número de orden. No tienen ni fe-
cha ni firma.
H. — Una gran tela pintada, dividida en diez 3- seis compartimientos,
cada uno de los ctiales tiene casi las mismas dimensiones que los cua-
dros anteriores 3- casi igual á la de los cuadros del Museo de París. Ca-
da uno de estos compartimientos representa un grupo de tres personas
igualmente: el padre, la madre 3' el hijo, cada cual de color de su piel.
También están representados en sus ocupaciones habituales, pero bajo
diferentes aspectos que los diez 3' seis cuadros precedentes. Cada
compartimiento tiene su inscripción, pero tampoco se advierte en ellos
fecha ni firma.
Son conocidas, pues, al presente, tres series de pinturas, representan-
do los diversos grados de mesticidad que se observaban en México en el
siglo XVIIL Estos documentos, como se comprenderá bien, tienen un
Anales. T. IV.— 31 .
242
alto valor etnográfico, por darse á conocer trajes, oficios, herramientas,
habitaciones y demás particularidades que en ellos se observan. Tam-
bién tienen un gran valor social, pues nos enseñan los nombres de las
diferentes especies de mestizos, entonces más conocidas, con pinturas ó
demostraciones gráficas. Desgraciadamente, tienen menor valor ari-
tropológico; el tipo anatómico de los diversos personajes es puramen-
te fantástico, siendo su único punto débil; hasta como obras de arte
son notables, pues su ejecución es bastante buena, y, además, nos dan
informaciones mviy preciosas, por lo cual su mérito histórico es muy no-
table.
Los cuadros existentes en el Museo de París son de Ignacio de Cas-
tro. Es probable cjue los diez y seis cuadros del Museo de México tam-
bién sean suyos, dada la similitud del dibujo, ó por lo menos, que hayan
salido de su taller.
Elgrancuadrodivididoendiezy seis compartimientos, existente en él
Museo de México, difiere notablemente de las otras d os series de cuadros;
es la obra, seguramente, de otro artista, mas recuerda á aquéllos por el
número de sus compartimientos, por las dimensiones y hasta por las
inscripciones. Esto también permite suponer que haA'a salido del mis-
mo taller que aquéllos. Es permitido pensar que diversos artistas se
ocuparon á la vez del mismo asunto, bajo la dirección de Ignacio dé
Castro, por encargo de los centros administrativos de la antigua Nue-
va España. La cifra de diez y seis empleada en los tres ejemplos que se han
presentado, prueba bien que ha^- algo de definido y de oficial, que no es
propio en el artista.
He aquí las inscripciones de los diez 3- seis cuadros del Aluseo de Mé-
xico, las de los diez y seis compartimientos del gran cuadro del mismo
Museo, y las de los nueve cuadros del Aluseo de París, que llevan los nú-
meros del 8 al 16, faltando los siete primeros.
Los diez y seis cuadros del Museo de México tienen 4-0 centímetros
de altura por 50 de ancho. Estas son sus inscripciones:
1. — De español é india, mestizo.
2. — De mestizo y española, castizo.
3. — De castiza y español, español.
4. — De española y negro, mulato.
5. — De español y mulata, morisco.
6. — De español y morisca, albino.
7. — De español y albina, torna atrás.
8. — De indio y toma atrás, lobo.
9. — De lobo é india, sambavo.
10. — De sambayo é india, cambujo.
11. — De cambujo y mulata, alvarazado.
12. — De alvarazado y mulata, barcino.
13. — De barcino y mulata, coyote.
243
14. — De coyota é indio, chamizo.
15. — De ehamizo y mestiza, coyote mestizo.
16. — De co3'ote 3- mestizo, ahí te estás.
El gran cuadro del Museo de México tiene un metro cincuenta cen-
tímetros de altura por un metro seis centímetros de ancho. Sus diez y
seiscompartimientüs son iguales, midiendo cada uno, inclusa la inscrip-
ción, 37 centímetros y medio de alto por 26 3- medio de ancho. Sus tí-
tulos son los siguientes:
1. — De español con india, mestizo.
2. — De mestizo con española, castizo.
3. — De castizo con española, español.
4. — De español con negra, mulato.
5. — De mulato con española, morisco.
6. — De morisco con española, chino.
7. — De chino con india, salta atrás.
8. — De salta atrás con mulata, lobo.
9. — De lobo con china, j7£iaro.
10. — De jíbaro con mulata, alrarazado.
11. — De alvarazado con negra, cambujo.
12. — De cambujo con india, sambayo.
13. — De samba3'o con loba, calpamulato.
14. — De calpamidato con cambuja, tente en el aire.
15. — De tente en el aire con mulata, no te entiendo.
16. — De no te entiendo con india, torna atrás.
En ñn, los nueve cuadros del Museo de París, tienen las inscripciones
sigviientes:
8. — De indio con negra nace lobo.
9. — De lobo y negra nace chino.
10. — De chino é india nace cambujo.
11. — De cambujo é india nace tente en el aire.
, 12. — De tente en el aire 3' mulata nace alvarazado.
13. — De alvarazado é india nace barcino.
14. — De barcino é india nace calpamulato.
15.— De indio y mestiza nace coyote.
16. — Indios mecos nombrados apaches. '-'
Estudiando estos títulos, se observa que especies del mismo origen
reciben nombres diferentes, y que un mismo nombre puede ser dado á
diferentes especies. Mas, además de las especies determinadas en los cua-
dros 3' títulos expresados, ha3' que agregar otras infinitas. Estas varia-
ciones pueden consignarse de dos maneras: por cuadros de cifras ó por
gráficos.
244
Representemos por 100 la masa de sangre de un individuo de jjura
raza blanca, negra ó india. Un mestizo de español y de india tendrá 50
por 100 de sangre blanca 3- 50 por 100 de sangre india. De la misma
manera, un mestizo de español y de negra tendrá el 50 por 100 de san-
gre blanca y el 50 por 100 de sangre negra. Esto puede ser anotado
bien por cifras ó bien por una columna de una altura determinada, que
se divide en dos mitades de colores diferentes. Admitido este sistema,
nada más fácil que representar por alturas y colores diversos las canti-
dades de sangres diferentes que pueden hallarse en un mestizo. Así son
obtenidos los cuadros y gráficos que representan nuestras ilustraciones.
Dice el Profesor R. Blanchard que en sus estudios no pudo descubrir
la menor información sobre las castas de México, en los tiempos en que
este país era colonia española, no sabiéndose de ellas otra cosa sino
que estaban basadas en el color de la piel 3- sobre el grado de mezcla de
las tres razas, blanca, negra é india. Es indudable que existirán en los
archivos de España \' de México documentos administrativos que apor-
tarán mucha luz á estos estudios. Así, pues, las pinturas antes indica-
das, son los únicos documentos auténticos conocidos hasta hov.
Aunciue la administración española en Aléxico en el siglo XVIII só-
lo hubiese admitido diez y seis combinaciones ó especies de mestizajes,
es indudable que éstas eran infinitas, si bien las comprendidas en aquel
número fuesen las principales. Esta afirmación encuentra su confirma-
ción en las diferentes obras publicadas después de la Independencia de
México, es decir, en la época en que las castas 3' distinciones sociales no
tenían ya la importancia que en los tiempos de la dominación española.
Vire3', en su obra Historia natural del género bitmano, consagra un
largo é importante capítulo á los mulatos 3' á los mestizos en general.
Distingue en los mestizos americanos, ajusto título, muchas catego-
rías ó mezclas de sangres, según esta mezcla sea entre individuos de ra-
zas puras ó mestizas, entre mestizos en primer grado, etc. Esta distin-
ción filé seguida después por la mayor parte de los autores. Se hace
igual uso de la indicación numérica para determinar la mezcla de san-
gre, mas este sistema es expviesto á algunos errores en el cálculo. El
sistema decimal, generalmente adoptado, es el más seguro, al mismo
tiempo que tiene la ventaja de convertir en gráfica una comparación
sinóptica.
El resultado del cruzamiento de la raza blanca con la negra, produ-
ce la mulata, y la de la blanca con la india, la mestiza. Estos son los
productos de la primera generación ó el cruzamiento en primer grado.
La segunda generación comprende el producto de la mezcla precedente
con sangre primitiva. Así, en estas segundas líneas, la sangre pura es-
tá en proporción de tres cuartos por un cuarto de sangre india ó ne-
gra. En las terceras generaciones, los productos se purifican, no que-
dando apenas ninguna mezcla en las cuartas generaciones.
Todas estas mezclas se complican más, cuando castas 3a mu3' mez-
Anales.— Tomo IV.
I.ÁM. 27,
'I » ■ • f.'-...7,i;, ÍL-lo oh (.,dlj [ ,<,ÍH„(.,.i 01 MJ-lfK-
f .«X
^
Cuadros de Mestizos del Museo X. de Méxici
245
ciadas se unen entre sí. Así, un tercerón y una mulata ])roflucirán un
tipo denominado snltn atrás, pues, volviendo hacia el nc.iíro, salta
atrás, como indica el nombre. En general, todas las razas que pro<lu-
cen mi hijo de color más subido (jue el de los padres, son dcnomina<las
.Sc'í/íc'í atrás.
Hay productos que tienen siete ú ocho sangres diferentes. — Es de
notarse que los caracteres de todas las castas son claramente distin-
guidos antes de volverse, por la mezcla de pura sangre á una raza pu-
ra en que desajiarezcan los signos de todas las mezclas. La cuarta mez-
cla, ó sea la del cuarterón, tmida al blanco, produce el quinterón, en
la (¡ne apenas son advertidos signos de mezcla. Después ya no se ad-
vierte distinción alguna.
Dice Armin, que la población de México continúa estando dividida
en dos grupos: Una, la gente de razón, es decir, de raza española, y de
otra parte, la gente sin razón, es decir, las personas de color. El quinte-
rón entra aún en esta categoría, mas el producto de la mezcla de nn
(luinterón con un blanco, entra ya en la categoría de blanco, teniendo
,su sangre una proporción de 96,88 por 100 de sangre blanca por 3,12
de sangre negra.
Todavía hoy, en los Estados Unidos, se clasifican de mulatos á los
ciiarterones que sólo tienen un octavo de sangre negra. El quinterón,
que sólo tiene una dieciseisava parte, es ya bien difícil de distinguir del
blanco de raza pura, tanto el color de su piel es claro, pero persisten en
él caracteres que permiten recontjcerlo; por ejemplo, el color de sus
uñas, que son azviladas y no rosadas. Se cvienta en los Estados Unidos
la trágica historia de un oficial de la Marina americana, á quien sus
camaradas creían de pura raza blanca. Unas fiestas fiíeron dadas con
motivo de la llegada de una escuadra extranjera. Uno de los oficiales
extranjeros dijo al americano, á cuyo lado estaba sentado en un ban-
(|uete, .sin dar ninguna importancia á sus palabras: "¡Cómo! ¡Tiene Ttd.
las uñas azuladas! ¿Uuc es eso?" A la mañana siguiente, el oficial se
había suicidado.
Las mezclas de mestizos con mestizos, mvdatos con mulatos, tercero-
nes con tercerones, etc., se denominan generalmente tente en el aire,
IJuesto que continúan con su mismo color, sin aproximarse á ninguna
de las razas puras.
Si im mestizo ó un mulato se une á una mujer blanca, si un cuarte-
rón casa con una (juinterona, los productos se llaman sa/ío airas, por-
(juc en lugar de aproximar.se á la raza blanca, se inclinan á las gentes
de color. Los descendientes de negros cruzados con indios, llevan el
nombre de zambos.
En la obra de Herrera y Cicero se encuentra el capítulo siguiente, que
es mu3' interesante:
«Mestizos de México.
«Se encuentran en diferentes o))nis las denominaciones por las cua-
246
le^ eran designados los individuos de las diversas castas que seforma-
rop durante la época colonial, por la mezcla de las tres razas madres:
española, india y negra, que constituían en aquel tiempo la población
de] país, conocido hoy con el nombre de República Mexicana. La rique-
za bibliográfica á la cual nos referimos, es bien pequeña en verdad, mas
su importancia disminuye aún más por el hecho de la confusión naci-
da :por designarse á estas castas con nombres idénticos, de lo cual pro-
cede que muchos autores designen ciertas castas con nombres que no
les corresponden, y sobre todo, porque ningún autor describe los carac-
teres propios de cada una de estas castas.
. «Los nombres correspondientes á muchas de éstas son, no obstan-
te, bastante expresivos y demuestran que, en la época en que fueron
inventados, correspondían á diferencias fáciles de apreciar. De la iden-
Ijidad de ciertos nombres, se puede deducir que había un cierto pareci-
do con. las castas á las cuales se daban dichos nombres; el examen de
dichos cuadros gráficos, relativos á ellas, autorizan aún más esta hipó-
tesis.
; «A medida que aumentaba la población de la colonia, los cruza-
mientos eran cada vez más numerosos y más complicados; las denomi-
naciones de que acabamos de hablar, perdieron mucho de su valor y
su .aplicación se hizo cada vez más confusa, hasta el punto de que las
p.ersQnas sensatas se vieron obligadas á simplificar mucho la clasifica-
ción, reduciéndola á seis nombres solamente. No se tuvo ya en cuenta,
pues esto no fué entonces fácil, la generación de la cual procedía la cas-
ta, Sedesignó con el nombre de criollo, á todo descendiente de español y de
española; de mestizo, a\ que procedía de español y de india; de 7í2u/aío,á
aquél cuya sangre era una mezcla de española 3- de negra; de zambos,
á Jos. que eran descendientes de negros mezclados á los indios; de tente
en el aire, á los que tenían en su sangre mezcla de las tres razas y se
míintenían por sus uniones sucesivas á la misma distancia del tronco
africano; y en fin, salta atrás, eran aquéllos que retrocedían hacia el
expresado tronco. Las denominaciones de mestizo, mulato, zambo y
salta atrás, son hoy las más generalmente usadas; en la actualidad se
emplea muy rara vez la voz criollo, así como la de tente en el aire, que
era una metáfora mu\' expresiva y comprensible.
«Examinemos los cruzamientos de la población mexicana, siguien-
do un cierto orden y haciendo algunas observaciones que juzgamos
vitiles.
. «Comenzando por el cruzamiento de las razas española é india, ve-
mos el primer producto. Lleva el nombre de mestizo. Algunos autores
dan también á este producto el nombre de coyote, mas otros designan
cpn este nombre el producto del indio con la mestiza.
«El producto del mestizo con la española se llama castizo; también
se le da el nombre de cuarterón, que pronto veremos aplicado á un
producto bien distinto.
247
«La mezcla de un castizo con uníi española hace desaparecer' la
influencia atávica india; su producto no es ^-a mestizo, sino espa-
ñol.
«Tomemos ahora las mezclas de las razas española, 3' negra; vemos
al mestizo de primera sangre, designado con el nombre de mulato, que
no se presta á ninguna confusión. Esta comienza con el mestizo de se-
gundo grado, designado con la denominación de morisco, en tanto (yue
llevan el de cuarterones los mismos que anteshan sido denominados
castizos. Esta última voz ha sido muy poco aplicada en México, pero
en las Antillas y en los Estados Unidos, no habiendo sido efectuada la
mezcla más que entre negros y blancos, sus productos son denomina-
dos tercerones, cuarterones, etc., según que en la tercera ó en la cuarta
generación los mulatos se hayan mezclado con los blancos.
«La confusión es mayor aún al llegar á la tercera sangre. Las tres
obras principales qvie hemos consultado, difieren en este punto.
«Los mestizos derivados de negro y de india, son denominados za;j2-
bos; y los zambos prietos son en esta categoría los mestizos de tercera
sangre; teniendo en cuenta que la influencia atávica es inuy poderosa
en la raza negra y casi nula en la india, hay razones para pensar ciue
el mestizo de tercera sangre representa el retomo á la raza primitiva
(negra en este caso).
«El predominio de poder de la raza negra, se oljserva aun en los
mestizos que hemos denominado secundarios. Todos son derivados de
zambos, ó salta atrás, es decir, de mestizos que poseen una gran canti-
dad de sangre negra. Es idéntica la fórmula de ca/pa-mu/ato, producto
de zambo y de mulata, y de no te entiendo, producto de tente en el aire
y de mulata. Esta analogía es la justificación de los f|ue dan el no te
entiendo como sinónimo de salta atrás.
«En cuanto al chino, diremos, que no pensamos que haya tenido
nunca el menor parecido entre el mestizo de este nombre v el habitan-
te de China. En México es mu^' frecuente llamar chino á los que tienen
los cabellos rizados, carácter, como se sabe, muy general en la raza ne-
gra, y que también tienen los mestizos derivados de esta raza.
«No podemos acertar cuál fué el origen de las palabras lobo, tente
en el aire, ahí te estás, jíbaro, alrarazado y cambujo, aplicadas á
otros mestizos mexicanos.»
El Profesor R. Blanchard, antes de concluir su trabajo, dice que la
Nueva España no fué la única colonia española que hizo uso de la pin-
tura para representar los diferentes grados de mesticidad. Añade qvie,
en sus relaciones profesionales con médicos de la América Central, de
Colombia, de Venezuela y del Perú, á los cuales mostró las fotografías
de los cuadros del Museo de México, preguntándoles si habían visto en
sus países pinturas análogas, la respuesta fué siempre negativa. Esto
no quiere decir que no existan. El Dr. Blanchard cree que, á excepción
de los países en los que el elemento negro no ha penetrado (Argentina,
248
Clñle, Paraguay y Urug'uay), se podrán encontrar documentos de esta
naturaleza en las antiguas colonias españolas de América.
El Profesor Blanchard dirigió entonces á España sus investigacio-
nes. Escribió al doctor Bolívar, director del Museo de Historia Natu-
ral de Madrid. La contestación no se hizo esperar. En dicho Museo
había cuadros análogos á los de los Museos de México y de París, y
por ellos, el Dr. Bolívar le enviaba unos gráficos y un cuadro de inscri]}-
ciones de las mezclas de las castas en las antiguas colonias españo-
las.
He aquí el cuadro de inscripciones formado por el director del Mu-
seo de Historia Natural de Madrid.
1. — Indios infieles de la Montaña, Misionarios.
2. — Indios serranos tributarios civilizados.
3. — Español é india serrana ó civilizada, produce mestizo.
4-. — Mestizo y mestiza, produce mestizo.
5. — Español y mestiza, produce cuarterón.
6. — Cuarterona de mestizo y español, produce quinterón.
7. — Español con quinterona de mestizo, produce español.
8. — Negros bozales de Guinea, ídem.
9. — Negra y espíiñol, producen mulato.
10. — Mulatos, Ídem.
11. — Mulata con español, cuarterón de mulato.
12. — Español y cuarterona de mnlato. ]:)roduce quinterón de mu-
lato.
13. — Quinterón y requinterona de mulato, español.
14. — Español y requinterona de mulato, produce gente lilanca.
15. — Español y gente blanca, produce casi limpios en su origen.
16. — India con mulato, produce chino.
AZTECA.
En el «MUXDU.L Magazine.» París, Yol. II, iiúni. TI, de Marzo de 1912.
-2.^^
XVIII CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
HISTORIA COLONIAL.
DIVISIÓN TERRITORIAL DE NUEVA ESPAÑA EN EL AÑO 1636.
MEMORIA
rOR F. Dl'L PASO Y TROXCÜSO.
Anales. T. IV.— 32.
»ar c^^^x^2^ <^^:'>^^cj3^>;^c^]j^r!^H^y ^CE^'
No entraba en mis intenciones escribir este artículo, porque la idea
primitiva del asunto no es inía, sino ajena, y me fué sugerida por suje-
to establecidoen Italia, quien, colaborando, según medice, con otra per-
sona en obra importante que ambos escriben acerca de México, me hi-
zo, en carta de recientedata, estas dos preguntas: «¿Podría Ud. decirme
«cuál era la división exacta del territorio de Nueva España en 1636?
« ¿Eran las provincias: Nuevo Reino de Galicia, Nueva Vizcaya, Guate-
«mala, Yucatán, Soconusco, Nuevo Santander, con varias islas?» Plan-
teadíi la cuestión en talestérminos,á ella respondo por capítulos, y, co-
mo al hablar de aquel vastísimo territorio, que llamaban Nueva Espa-
ña, tendré que referirme á las diversas partes que lo integraban, y á la
cohesión ó dependencia ó simples relaciones de buena vecindad que ha-
bía entre todas ellas, téngase presente, para disculpar las deficiencias
de mi trabajo, que la máquina de gobierno y administración de los do-
minios españoles en ambas Américas — hasta que se creó la división por
Intendencias afines del siglo XVIII — fué complicadísima y funcionó em-
brolladamente por cerca de tres siglos. Hoy tenemos dificultad para
entenderla, )' para mí pienso que muchos de aquellos tiempos tampoco
la entendían.
ORIGEN Y EXTENSIÓN DEL NOMBRE NUEVA ESPAÑA.
El nombre Nueva España era muA^ elástico, ya que se aplicaba no
solamente al Reino así llamado, sino también á territorios que con él
colindaban, ó que á él se avecindaban, ó que de él dependían á cortas ó
252
á largas distancias, y que caían, por decirlo así, dentro de su zona de
influencia. Impúsole Hernán Cortés á las costas que antes habían des-
cubierto Hernández de Córdoba y Grijalba; 3' cuando D. Hernando y
sus compañeros, después de conquistadas aquéllas, fueron descubriendo
y dominando nuevos territorios, el nombre Nueva España extendióse
á todas las tierras nuevas por donde aquellos aventureros iban pene-
trando; así es que lo explorado entre los años 1521 y 1525 por Cor-
tés en la Huasteca; Olid en Michoacán;SandovalenCoatzacoalco y Za-
catilla; Francisco Cortés y Alonso de Avalos en Colima y cantones del
Sur de Xalixco; Diego de Godoy en Chiapa; Orozco y Rangel en Oaxa-
ca; Pedro de Alvarado en Tecuantepec, Soconusco, Guatemala y el Sal-
vador; Olid, Francisco de las Casas, y luego el mismo Hernán Cortés
en Tabasco, el Peten, la Verapaz y Honduras; todo aquello nombróse
Nueva España, como quiera que de orden de D.Hernando y con elemen-
tos que de México salieron, se habían descubierto, conquistado y pobla-
do en parte, ó explorado por lo menos, todas aquellas provincias. En
mapas antiguos arranca el nombre Nueva España desde Centro-Amé-
rica, 3- en informaciones de méritos hechas por sujetos que no habían
conquistado, no en México ni en otro de sus territorios actuales, sino
en Guatemala exclusivamente, llámanse ellos á sí mismos «Conquista-
dores de Nueva España.»
El Real Consejo de Indias dio todavía ma3-or extensión al nombre
Nueva España cuando, hecha la demarcación general de las comarcas
del Nuevo Mundo pertenecientes á la madre patria, ideó subdividir
aquel continente vastísimo en dos grandes fracciones, para cada una
de las cuales creóse — dentro del Consejo y á fin de facilitar el despa-
cho de los negocios — una Secretaría especial que, por el título de los
dos únicos ViiTe3-es que había en América entonces, tomaron los nom-
bres de Secretaría de Nueva España 3- Secretaría del Peni. Las regiones
comprendidas en cada una de a(|uellas vastas demarcaciones, designá-
banse respectivamente bajo el nombre de Indias Occidentales de Nueva
España ó Indias Occidentales del Perú.
Las Indias de Nueva España, en 1636, comprendían todo lo domi-
nadopor la madre patria en aquel tiempo, desde Costa Rica (inclusive)
para el Norte; así es que sus territorios correspondían casi todosá Nor-
te-América, salvo el de Venezuela en Sud-América, incor]oorado en la
Secretaría de Nueva España por depender de la Real .\udiencia de la Is-
la Española ó Santo Domingo, 3- exceptuand o también el territorio de las
Islas Filipinas, que no caía 3-a dentro del Continente americano, pero
que de él dependía políticamente. Las Indias de Nueva España esta-
ban subdivididas en cinco grandes regiones, con sendas Audiencias, cu-
3'as metrópolis, eran respectivamente: 1"' Santo Domingo, en la Isla
homónima; 2* Guatemala, en el Reino del mismo nombre (ho3' Centro-
América), 3* Guadalajara, en Nueva Galicia; 4-'' México, en Nueva Espa-
ña; 5* Manila, en las Islas Filipinas.
253
l'-í REGIÓN: AUDIENCIA DE SANTO DOMINGO.
La Audiencia de Santo Domingo tenía bajo su jurisdicción, el año
1636, á las cuatro Antillas mayores (pues Jamaica no fué conquista-
da por Inglaterra sino vuios veinte años más tarde), á la península de
Florida (en la cual tenían los españoles la ciudad de San Agustín, con al-
gtmos fuertes), Y á toda la Costa Firme, desde Maracaibo inclusive has-
ta la Guaj-ana española, más allá del Orinoco; las cuales comarcas de
Sud-América estaban sujetas, no sólo política sino eclesiásticamente, á
las Antillas, pues el Obispo de Venezuela era sufragáneo del Arzobispo
de Santo Domingo, y las provincias de Cumaná 3' Guayana, con las is-
las de Trinidad y Margarita, dependían de la mitra de Puerto Rico.
Las Antillas menores (de Sotavento, de Barlovento, Vírgenes y Lucayas)
salvo las dos de Sotavento, ya nomljradas ( Margarita y Trinidad ) , nun-
ca las pobló España, y por ese tiempo estaban, unas despobladas, y
otras, las que demoran más al Sur, habitadas por indios caribes, ca-
níbales, gentiles é independientes. En las despobladas hacían escala,
por tiempos, aventureros europeos (franceses, holandeses é ingleses)
que venían á piratear, y los cuales, en fuerza de visitarlas, fueron que-
dándose de asiento, saliendo á saltear, desde allí, las posesiones espa-
ñolas y los buques de cabotaje que hacían el pequeño comercio entre
todas ellas. Primero D. Fadrique de Toledo, con la gran armada que
llamaban del Océano, y algunos años después el Marqués de Cadere^-ta
— luego Virrey de Nueva España — con la flota de Indias, desalojaron á
los piratas de las pequeñas Antillas y destruyeron sus establecimientos
en las islas de San Martín y de San Bartolomé, quedando al finalizar el
primer tercio del siglo XVII, presidiadas las dos por soldados españo-
les. Mas no cesó por esto la plaga de piratas: echados de una isla, ve-
nían otros nuevos á tomar asiento en islas más lejanas, dentro del mis-
mo archipiélago, para continuar sus depredaciones, tanto, que fué ne-
cesario abandonar con el tiempo los presidios de San Bartolomé y San
Martín para llevar los soldados á otros puntos de maj'or importancia
y donde había más crecidos intereses que defender; quedando, por tan-
to, las Antillas menores á discreción de aquellos aventureros, que sin
obstáculo, fueron ocupándolas todas. La navegación por el mar Anti-
llano era muy difícil, y penosísima la vida en todas aquellas posesiones
españolas, que poco á poco iban despoblándolas; de modo que sus ren-
tas no bastaban á cubrir los fuertes gastos que, para su defensa y con-
servación, era necesario hacer. Como Nueva España era colonia riquí-
sima, se ordenó al Virrey que cubriera ese déficit, y aquel funcionario,
periódicamente situaba las cantidades en metálico, y aun á veces en vi-
tuallas, que las Antillas mayores, los fuertes de la Florida, y el castillo
254
de Araya en Cnnamá (quedefendía las salinas hümónimas) necesitaban
para completar sus gastos ó provisiones, y hacía el Virrey la situación
por medio de barcos artillados que favorecían así la comunicación en-
tre aquellas desoladas colonias. Nueva España servíales, pues, de am-
paro, y ya se comprende por qué se hallaban dentro de su zona de in-
fluencia.
2' REGIÓN: AUDIENCIA DE GUATEMALA.
La Audiencia de Guatemala extendía su jurisdicción á todo Centro-
América, y además, á Soconusco y Chiapa, que hoy pertenecen á Aléxi-
co. Fué creada poco antes de mediar el siglo XVI, }• llamóse primero
«Audiencia de los Confines de Guatemala y Nicaragua» solamente; pe-
ro se formó con provincias que habían estado en tres jurisdicciones dis-
tintas: Chiapa y Guatemala, que habían correspondido siempre al
distrito de la AudienciadeNuevaEspaña; Honduras, que había pertene-
cido en cierto tiempo á la Audiencia de Santo Domingo; y Nicaragua y
Costa Rica, primitivamente comprendidas en la jurisdicción del Darién.
Advierto, sin embargo, que todas las provincias de Centro- América en-
traban ya en el distrito de la Audiencia de Nueva España cuando se
creó la de los Confines, pues desde que se instaló en México, el año
1528,1a 1* Audiencia, trajo Cédula para que la obedeciesen lasprovincias
comarcanas, citándose allí expresamente á Guatemala, y en confirma-
ción de tal derecho, se ordenó, seis años después, que un Oidor de Méxi-
co visitase á Guatemala. Extendióse más lejos aún la jurisdicción de
Nueva España con la real Cédula comunicada el año 1533 al Gober-
nador de Honduras para que informase á la Audiencia de Nueva Es-
paña de lo que conviniese proveer para su gobernación; 3' más íntima
dependencia resultó de otra Cédula, expedida el año 1537, ordenando
cjue las justicias de la provincia de Nicaragua obedeciesen á la Audien-
cia de Nueva España. Todo lo que hoj- es Centro-América, estuvo, por
tanto, sujeto, desde aquel tiempo y liasta 1544, al Virrey de ^México.
Por otra parte, la Avidiencia de los Confines, durante cierto tiempo,
ni tuvo asiento estable, ni límites precisos ó fijos, ni jurisdicción cierta,
siendo tan mudable su distrito cuanto lo fué su cabecera, pues cuando
en 1544 comenzó á funcionar, entraron en su jurisdicción —juntamente
con todas las provincias de Centro-América — Chiapa y Yucatán, en-
tonces gobernadas por D. Francisco de Montejo, y que también fueron
quitadas á la Audiencia de México; pero pasado algún tiempo se dio
Cédula para la devolución de Yucatán á México, por la dificultad que
había para visitar la península desde Gracias á Dios, primer asiento de
la Audiencia de los Confines, 3- aun desde Guatemala, donde se trasladó
á los cinco años; en cuj^o nuevo asiento, con varias vicisitudes, perma-
neció hasta el año 1563 próximamente, y en esa época, no sólo se qui-
255
tó la Audiencia de allí para ponerla en Panamá, sino cjue sus antiguos
territorios fueron divididos en dos fracciones, tirando la línea divisoriíi
desde la bahía de Fonseca en el mar del Sur, al río de Ulúa (jue desem-
boca en el mar de las Antillas; de modo que todo lo situado al Ponien-
te y Norte de la dicha línea, quedase dentro del distrito de la Audiencia
de México, y lo sitviado al Oriente y Sur corresjjondiese á la Audien-
cia de Panamá ó de los Confines, ala cual se dio por límite al Sur híistacl
río del Darién por un mar, y hasta la costa de Buenaventura por el otro.
Volvió, pues, álajurisdicciónde Nueva España casi todo lo que se habííi
conquistado en tiempo de Cortés, ó poco más tarde, con elementos lle-
vados de México, es decir: Chiapa, Soconusco, la Verapaz, Guatemala,
el Salvador y tma parte de Honduras, incluyendo la villa de Gracias á
Dios y el puerto de San Gil de Buenavista, c[uedando Guatemala y sus
distritos, reducidos á la condición de simple gobierno de provincia, con
lo cual, en cierto modo, asistíase al descjuite de las pretensiones corte-
sianas contra la emancipación de D. Pedro de Alvarado.
Esta nueva distribución de territorios no i)re\'aleció, sin embargo,
porquecinco años después, en 156(S, el Consejo de Indias ordenó que se
pusiera nuevamente Audiencia en Guatemala, y volvieran á su jurisdic-
ción los territorios que formaban el distrito de la Audiencia de los Con-
fines en 1563, menos Yucatán, que antes por Cédula se había ordenado
fuese devuelto á México. Ambas datas marcandos épocas de resonan-
cia histórica, pues en el año 1563, había vuelto con gran aparato á
Nueva España el 2° IVIarqués del Valle, D. Martín Cortés, quien estuvo
á punto de realizar la emancipación de aquel Reino; y en 1568, los jue-
ces pesquisidores, enviados con este motivo á México por Felipe II, vol-
vían á España dejando sólidamente afiíTnado el prestigio de la Corona.
Pero el peligro había sido muy serio, porque si la conjuración del Mar-
qués del Valle hubiera triunfado en México, siendo Guatemala simple
provincia, en imión más íntima con aquel Reino hubiera perdido Espa-
ña simultáneamente las dos regiones; de modo que, á mi manera de ver,
la conjuración fué una de las causas determinantes del restablecimiento
de la Audiencia en Guatemala, y este acto, la consecuencia lógica y na-
tural de aquel fracaso de los criollos, ávidos de independerse antesde
tiempo. La sentencia dice bien: «Divide y dominarás.» Eso fué lo c|vie
hizo España en este caso.
En cuanto á Chiapa y Soconusco, no les tocó, al correr de los tiem-
pos, la misma suerte simultáneamente. Chiapa, en gran parte, fué con-
quistado por los años 1523 y 24, gobernando Cortés en México, y sus
pueblos, encomendados á la Villa del Espíritu Santo, en Coatzacoalco;
posteriormente rebeláronse los indios, 3^ á su pacificación envió en 1527
Alonso de Estrada, que gobernaba entonces en México, á Diego de Ma-
zariegos, quien fundó la 1' puebla española con el nombre de Villa Real,
cambiado sucesivamente por los de Villa Viciosa, San Cristóbal de los
Llanos y Ciudad Real de Chiapa. La 1" Audiencia de México reempla-
256
zó á Mazariegos por D. Juan Enríquez de Guzmán el año 1529; 3' en
tiempo de la 2' Audiencia de Nueva España, que comenzó á gobernar
en 1531, se concertó poner la jirovincia bajoel gobierno de D. Pedrode
Alvarado, quien hizo nuevo concierto, años después de ceder Chiapa, re-
cibiendo en cambio á Honduras, gobernado entonces por D. Francisco
de Montejo, y este último tuvo quieta posesión de la provincia por al-
gunos años más, hasta que, instalada el de 15-t4 la Audiencia de los
Confines, ésta le quitó la gobernación de Chiapa. Hasta ese tiempo es-
tuvo la provincia, constantemente, bajo la jurisdicción de ^México, ala
cual volvió en 1563, y definitivamente salió de ella seis años después pa-
ra quedar bajo la de Guatemala, cuando allí se puso Audiencia de nue-
vo. La provincia de Soconusco, en el siglo XVI, comprendía toda la
costa, desde los límites de Tecuantepec hasta el río Tilapa ó tal vez
más adelante, y, á raíz de su conquista, D. Hernando Cortés, goberna-
dor entonces de Nueva España, la puso en su cabeza, ó, para más claro
hablar, encomendó la provincia en sí mismo, y la poseyó como enco-
mendero, 3'a material, 3'a virtualmente, hasta que, por la Cédula de los
veintitrés mil vasallos que debía comprender su Marquesado, salió Soco-
nu.sco de su dominio, y se puso en corregimiento por el Rey. Como aque-
lla renta era pingüe, quedaba el territorio junto á Tecuantepec poseído
por el Marqués, y á éste le convenía no cejaren su pretensión sobre Soco-
nusco; al fin obtuvo que se le concediera el residuo del tributo, como si
dijéramos, la renta líquida, restados los gastos de administración ó de
corregimiento; así es que Soconusco, siendo de la Corona políticamente,
aumentaba los haberes de Cortés con sus rentas. Es de creer que cesa-
ra esta combinación al morirel conquistador: lo cierto es que la provin-
cia (formada entonces por los departamentos de Tonalá y Soconusco,
en Chiapa) continuó, aún después de creada la Audiencia de los Confi-
nes en 1544, incorporada á Nueva España por varios años aún, estan-
do regida por un Corregidor ó Alcalde mayor, nombrado por el Virrey,
quien hacía visitar aquélla cuando convenía. En 1556 se mandó incor-
porar á la Audiencia de los Confines; volvió al dominio de México en
1563, y de nuevo se ordenó en 1569 quedase bajo la jurisdicción de la
Audiencia restablecida en Guatemala. Desde 1561 se puso en Soconus-
co gobernador popio, el cual era nombrado por el Rey directamente.
Con lo expuesto en los párrafos anteriores, queda explicado que la
Audiencia restablecida en Guatemala fuera pretorial, ejerciendo juris-
dicción plena en todas sus provincias. Era, pues, independiente, política
3' administrativamente, como asimismo lo era en ramos de guerra 3'
hacienda, pues económicamente bastábase así misma, por ser niU3- rica
la tierra en producciones, 3- bien poblada de indios que pagaban tribu-
to; pero en lo eclesiástico dependía aún en 1636, de Nueva España, por-
que no había sido creado entonces el Arzobispado de Guatemala, erec-
ción que se hizo hasta 1742; asíesque todavía por más de un siglo, sus
obispados (con excepción del de Honduras, dependiente del Arzobispo
257
de Santo Doniintio) fueron suíratiáneos del Afzobis]3ado de Mcxieo. De
eonsiguiente, si la dependeneia polítiea cesó, había Cjuedado sienij^re Gua-
temala dentro de la zona de influencia de Aléxico, no sólo por su depen-
dencia eclesiástica, sino por otros dos concejDtos: las relaciones de co-
mercio }• las relaciones de cultura.
En ]5unto á comercio, adviértase que, por ser mticho más poljlada
la costa del Pacífico, y quedar bien distante la del mtir de las Antillas
— adonde anualmente venían naos de España con mercancías, — 3- estar
este mar infestado de piratas, v ser difíciles y costosas las comunicacio-
nes con aquella costa, dependía el comercio de Guatemala, en parte del
de Nueva España y en parte del de Panamá, desde donde iban algunas
embarcaciones al puerto de Realejo en Nicaragua; pero mu}- activo era
también su comercio con Nueva España, 3'a terrestre por la vía de Oa-
xaca 3' aun Tabasco, ya marítima por embarcaciones que de nuestras
costas del Pacífico iban al puerto de Acaxutla. En cuanto al comercio
directo con España por lasnaos de Honduras, había decaído en aquellos
tiempos, porque los piratas extendieron á tal grado sus depredaciones,
que ocuparon é impusieron rescate á Trujillo, quemaron á Puerto Ca-
ballos, é incesantemente capturaban las embarcaciones que de Golfo
Dulce iban á los otros puertos; pretendiendo la Audiencia de Guatema-
la, con tal motivo, por los años 1626 á 28, pasar su comercio direc-
to con España del mar de las Antillas al Seno Mexicano, para cu3-o efec-
to pidió que se anexase á su distrito la provincia de Tabasco, depen-
diente de la Audiencia de México, mas como la Cédula de erección de
ésta, dábale como jurisdicción costera todo el Seno Mexicano, las pre-
tensiones de Guatemala fracasaron, 3- su comercio siguió dependiente en
parte del de Nueva España.
En cuanto alas relaciones de cultura, crecieron después de 1568 más
bien que decaer. Dije ya que Guatemala seguía dependiendo eclesiásti-
camente de Aléxico, 3', por la unión estrecha que Iglesia 3' Estado man-
tenían entonces, la instrucción era eclesiástica principalmente, 3' Guate-
mala bebía en las fuentes de cultura de México, de cuya floreciente Uni-
versidad salían criollos eminentes mexicanos — como Zapata Sando-
val, González Soltero, Sáenz Mañozca, Gómez de Cervantes, Gómez
de Parada — que iban de Obispos después á Guatemala, difundían allí la
cultura de Nueva España, estrechaban los lazosde unión entre criollos,
y robustecían por ese camino la zona de influencia del Reino de Nue\'a
España en el de Guatemala. Por lo demás, la independencia política
del último Reino tenía más de apariencia que de realidad. No era raro
que Oidores de Nueva España — como Alonso Maldonado, Antonio Ro-
dríguez de Quesada, Pedro de Villalobos— fueran á Guatemala de Visi-
tadores 3- aun de Presidentes de Audiencia. A ma3'or abundamiento, el
prestigio del Virre3- de México en las Indias de Nueva España, era incon-
trastable, como único Presidente de Audiencia que ostentaba la repre-
sentación directa de la persona del Rev: la Corte misma cuidaba de no
AN.A.LES. T. IV.— 33.
258
restarle influencias: toda pretensión, de las otras Audiencias, que podía
menoscaliar ese ascendiente, pasábase á consulta del Virrey mismo:
Así fué rechazada la pretensión de Guatemala de anexarse TalDasco: así
también fracasó la erección de Arzobispado en Guatemala, solicitada
por la Audiencia de aquel Reino desde principios del siglo XVII. Y es
que auxiliaba poderosamente al brazo político el eclesiástico, 3' entra-
ba en el interés de la Corte que siguiera ejerciendo el Virrey de México,
por tales medios, influencia en Guatemala.
3^ REGIÓN: AUDIENCIA DE GUADALAJARA.
Gobernaba el Reino de Nueva Galicia, políticamente, y ejercía juris-
dicción para las apelaciones, en el Reino de Nueva Vizcaya, por lo cual
se la consideraba como Audiencia no pretorial, 3- así se la llamaba; dan-
do á entender con esto, que no ejercía jurisdicción plena en todas sus
comarcas; de modo que los territorios que caían dentro del distrito de
la Audiencia dcGuadalajara, unos eran administrados por ésta 3- otros
no; así es que conviene tratar de losdos Reinos de Nueva Galicia y Nue-
va Vizca^'a, en sendos párrafos, con la separación debida, como en se-
guida lo hago:
1>— REINO DE NUEVA GALICIA.
Estaba enclavado por completo en el territorio actual de nuestra
República, 3' su jurisdicción comprendía, en 1636, lo siguiente: (1")
El Estado de Xalixco, menos tres Cantones (La Barca, Sayula, Zapo-
tlán), parte del de Autlán y algo del de Tequila (Etzatlán), que todo
esto dependía de Nueva España. (2") El Territorio de Tepic, salvo los
indios Coras de la sierra del Xa3'arit, gentiles ó independientes enton-
ces, pues no se les redujo y cristianizó sino un siglo más tarde, por ma-
no de los Jesuítas. (3°) Una parte del Estado de Sinaloa ó sea la pro-
vincia de Culiacán, cu3'o distrito, al Sur, comenzaba en el río Elota 3-
terminaba unas 28 leguas al Norte de Culiacán; gobernábala un Alcal-
de ma3'or, puesto por el Presidente de la Audiencia de Guadalajara, 3-
era la única región del Estado de Sinaloa que dependía de Nueva Gali-
cia, con cu3'os territorios no tenían continuidad, pues toda la parte
comprendida entre los ríos Elota 3- Cañas, era del di.strito de Nueva
Vizca3'a. (4-°) Los Estados de Aguascalientes 3' Zacatecas, por entero.
(5') Los tres Partidos actuales de Catorce, Moctezuma 3' Salinas, del
Estado de San Luis Potosí, en cu3'a región estaban 3-a fundadas las po-
blaciones de Cedros ó Cedral, Charcas 3- Venado, que gubemativamen-
259
te dependían de Nueva Galicia; el resto de lo que hoy es Estado de San
Luis caía en la jurisdicción de la Audiencia de Nueva Esi)aña, y estaba
repartido entre las diócesis de Michoacán 3- México.
Los territorios de que hablo aquí, fueron explorados en gran parte
por la expedición que salió de México el año 1529, á las órdenes de
Ñuño de Guzmán, émulo y enemigo de Cortés; en odio al cual impuso
Guzmán á las tierras nuevas otro nombre, para que constara no haber-
las descubierto D. Hernando, y borrar así en todo aquéllo el nombre
Nueva España, creado por Cortés 3- que se iba generalizando; pero no
prosperó su malintento, pues en el Consejode Indias resolvieron que lo
descubierto se llamara simplemente Nueva Galicia, y á mayor abunda-
miento, una Real Cédula expedida el año 1533, dirígese á Ñuño de Guz-
mán como «Gobernador de la Galicia de Nueva España,» lo que parece
bastante significativo sobre la conservación del nombre geográfico ge-
neral creado por Cortés, 3^ que aquel otro inquieto gobernante había
querido prescribir. En esa misma cédula, 3- en otra del año 1537, de-
clárase la supremacía de Nueva España, pues la primera Cédula impone
al Gobernador de Nueva Galicia la obligación de informar sobre sus co-
sas á la Audiencia de México, 3' la 2'' Cédula ordena que obedezcan las
justicias de Xalixco ala misma Audiencia.
Todo esto cesó, naturalmente, al ser creada en 1548 la Audiencia
de Nueva Galicia, que comenzó á gobernar por sí misma, primero en
Compostela, de donde se tlasladó dos años después á Guadalajara, 3-
cuyo Presidente provéela de autoridades subalternas átodo su distrito;
pero, con todo, en los ramos de Hacienda 3'Guerra, dependía Nueva Ga-
licia del Yirre3-de Aléxico; así, por ejemplo, quedaban las salinas de Pe-
ñón Blanco en la jurisdicción de la Audiencia de Nueva Galicia, pero las
administraba el Virre3' de Nueva España, 3- éste mismo hacía los nom-
bramientosde administradores de azogues, 3- de soldados 3' capitanes á
guerra, como entonces decían. Llegó á tal grado la cosa, que se trató
alguna vez de suprimir la Audiencia de Nueva Galicia, y entiendo no se
hizo, más bien por consideraciones judiciales, que políticas. Esta de-
pendencia económica y militar se comprende bien, recordando que Nue-
va Galicia, por el hecho de no tener costa sino en el Pacífico, debía pro-
veerse de mercancías europeas en los mercados de Nueva España, v de
este último Reino procedía todo su comercio con el exterior. Además,
por su misma situación geográfica, era déliil Nueva Galicia para de-
fenderse con sus propios elementos, y ocurría en casos de peligro al Vi-
rre3- de Nueva España, quien proveía lo necesario por estar el otro Rei-
no dentro de su zona de influencia.
La Cédula de erección de la Audiencia de Nueva Galicia, dábale co-
mo jurisdicción «las provincias de Nueva Galicia y Culiacán, con las de
Cópala, Colima, Zacatula 3- los pueblos de Ávalos» (ho3' Cantón de Sa-
yula en Xalixco); pero no entró en posesión de todo aquéllo la nueva
Audiencia, porque lo contradijo la de México, según quedará explica-
260
do más adelante. Las competeneias de jurisdiocióii entre Xneva Galicia
y Nueva España, estuvieron á punto de causar un rompimiento en
tiempo del Virrey Villamanriqíie, pero resolvióse la cuestión en favor
de México y quedaron las cosas como van apuntadas arriba. Só-
lo después de mucho tiempo entró en el distrito de la Audiencia deGua-
dalajara todo lo que I103' comprende Xalixco 3- aun Colima; Cópala,
en 1636, era de Nvieva Vizcaya; en ciianto á Zacatula, con las costas
de Michoacán ó provincia de Motines, jamás obtuvo Nueva Galicia
que se le adjudicaran, y fueron siempre de Nueva España.
2'?— REINO DE NUEVA VIZCAYA.
El Reino de Nueva Vizcaya entraba en el distrito de la Audiencia de
Nueva Galicia, virtualmente, para las apelaciones judiciales; pero regíase
por sí mismo, siendo su autoridad suprema un Gobernador, que al mismo
tiempo era Capitán General y tenía facultad para nombrar las autorida-
des subalternas de la provincia, de modo que no estaba subordinado en
lo político al Presidente de Guadalajara, y, como él, dependía, en los ra-
mos de Hacienda y Guerra, del Virrc}- de Nueva España, quien nombra-
ba los militares que guarnecían los presidios fronterizos del Reino, y
aun tenía bajo su inspección á los misioneros que hacían entradas por
las tierras nuevas para catequizar á los indios infieles, y luego los con-
gregaban en pueblos. La supremacía del Virrey- de México en Nueva
Vizcaya, llegaba al extremo de que, si vacaba el gobierno por muerte del
titular, ú otras causas, el Virrey tenía facultad para proveer la plaza
de Gobernador y Capitán General, interinamente, mientras el Conse-
jo de Indias proveía la vacante.
Cabeza del Reino de Nueva Vizca3-a era la ciudad de Durango, sede
3-a de una diócesis creada en 1621 con el título de Obispado de Gua-
diana, por haberse llamado así también, al principio, aquel distrito.
La jurisdicción de Nueva Vizcaya, en 1636, comprendía lo que sigue:
(1") El Estado actual de Durango, salvo la villa de Nombre de Dios,
cuyo territorio estuvo primeramente comprendido en la Audiencia de
Nueva Galicia; pero, á causa de la guerra con los Chichimecos, se suje-
tó entonces, 3- por algún tiempo lo estuvo, al Virre3- de Nueva España,
de quien dependía el Alcalde ma3'or de la Villa, no obstante que la Au-
diencia de Guadalajara lo contradijo, hasta que se devolvió á Nueva
Galicia más tarde, y finalmente se agregó, con el curso de los años, á
Nueva Vizca3'a. (2°) Los tres distritos meridionales del Estado de Coa-
huila, donde no había, en el tiempo dicho, sino dos poblaciones dignas
de mención: la villa del Saltillo, de labradores españoles, y el pueblo de
Parras, de indios regnícolas de varias naciones (Irritilas principalmen-
261
te), congregados por los PP. de la Compañía. (3") Todo el Estado ac-
tual de Sinaloa, menos la provincia de Ciiliacán, cuyos límites apunté
al tratar de Nueva Galicia; los territorios (jue allí pertenecían á Nueva
Vizca^'a estaban, unos al Norte y otros al Sur de Culiacán. Al Sur que-
daban dos provincias, comprendidas entre los ríos Elota por el Norte,
y Cañas por el Sur: la más septentrional llamábase Provincia de Có-
pala, cuj'a cabecera era la villa de San Sebastián, y la más meridional
era la Provincia de Chiametla, que más tarde se llamó del Rosario.
Al Norte de Culiacán dependía de Nueva Vizcaya una sola comarca, y
era la Provincia de Sinaloa, siendo su cabecera la Villa homónima de
San Felipe y Santiago; estaba dividida la provincia en dos fracciones
por el río del Fuerte, de modo que su antiguo territorio corresponde
actualmente á dos Estados de nuestra Repúljlica. (4") EnelEstadoac-
tual de Sonora entraba la parte septentrional de dicha Provincia de Si-
naloa, en la otra banda del río del Fuerte, y que llegaba por el Norte
hasta el río Mayo, donde los PP. de la Compañía tenían ya misiones,
que poco á poco fueron estableciendo más y más al Norte del río Ma-
yo, en el territorio que más tarde se llamó Provincia de Ostimuri. Ha-
bitaban el resto de Sonora indios gentiles, no reducidos atin; aquella
región y también la Baja California, pertenecían, sin embargo, virtual-
mente á España, que había exjilorado sus territorios é intentado algu-
nos establecimientos coloniales desde la primera mitad del siglo XVI,
pero sin perseverar en ellos. (5') En el Estado de Chihuahua pertene-
cían entonces á Nueva Vizcaya los distritos del Sur, donde ya estaban
fundadas estas poblaciones: la villa de Santa Bárbara, el valle de
San Bartolomé (hoy Allende), el Real de minas de Todos Santos (hov
Jiménez), y por último, San José del Parral (actualmente Hidalgo del
Parral), que tomó forma de pueblo en el año 1632. Alientras que los
franciscanos del convento de Santa Bárbara doctrinaban á Tepehua-
nes y Conchos, los PP. Jesuítas habían descubierto j-a, por ese tiempo,
á los serranos Tarahumares, comenzaban á convertirlos, y sus misio-
nes, como siempre, dependían del Virrey de México. El resto de Chi-
huahvia estaba sólo habitado por indios infieles, y en mucha parte sin
habitantes, pues papeles de la época dicen que para ir á Nuevo Aléxico,
desde la última población de Nueva Vizcaya, pasábanse unos llanos des-
poblad os de trescientas leguas de extensión.
3'— REINO DE NUEVO MÉXICO.
En ese tiempo llamaban provincia interna, con toda propiedad, á
la que no tenía costas, y el nombre aplicábase muj' bien á la Provincia
de Nuevo México, el rincón más remoto 3' septentrional puesto bajo el
amparo del Virrey de México en las Indias de Nueva España. Bien con-
sideradas las cosas, no debía figurar en esta reseña Nuevo México, po- -
262
que ocurrió su levantamiento y se.ííregación de la comunidad cristiana,
unos años apenas después de 1636, 3-, además, porque no dependía su
gobierno de Nueva Galicia ni de Nueva Yizca3'a en aquel tiempo, sino
directamente del Virrey- de Nueva España: pero considerando que, des-
pués de ocurrida su recuperación, quedó en la zona de Nueva Galicia
para las apelaciones, 3' para lo eclesiástico en Nueva Vizca3'a, por cer-
canía; considerando también que, para ir allá, era forzoso el paso por
Nueva Vizca3'a, pongo en este lugar lo referente á esa remota región,
que será bien poco. La provincia ó Reino de Nuevo México, en 1636,
podía compararse, idealmente, á una isla cristiana perdida en medio de
un mar pagano, 3'a que por Occidente, Norte 3- Oriente cercábanla tie-
rras muy dilatadas, recorridas á tiempos por indios cazadores 3' salva-
jes; mientras ciue, por la banda del Sur, la tierra cristiana más próxi-
ma, distaba, como dije, centenares de leguas, con escasos habitantes en
el intermedio, gentiles también. Aquel reducido núcleo de cristianos es-
pañoles é indios agricultores, recién convertidos (pues no tenían 4-0
años de conquistados), habitaba el alto valle del Río Grande del Nor-
te, cerca de su nacimiento, 3^ estaba regido por un Gobernador que te-
nía las mismas facultades del de Nueva Vizca3-a; pero, como su provin-
cia estaba cercada de indios de guerra, quedaba subordinado, por ese
concepto, al Virre3" de Nueva España, quien tenía bajo su inspección á
los misioneros franciscanos de la Custodia de Nuevo ¡México, íinicos
doctrineros de ac^uel apartado territorio.
4* REGIÓN: AUDIENCIA DE MÉXICO.
La Audiencia de México era la segunda en antigüedad de las cinco
que se crearon en las Indias de Nueva España, precediéndola en data,
solamente la de Santo Domingo, pues la de México entró en funciones
á fines de 1528. Su jurisdicción era la más extensa, rica é importante
de todas, pues tenía costas en ambos mares, 3- un autor demárcalas
como sigue: «Desde el cabo de Honduras hasta el de la Florida, por el
mar del Norte, 3' por la del Sur desde donde acaba la Audiencia deGua-
temala, hasta donde comienza la de la Galicia.»
La demarcación por el mar del Norte resulta clara. Comenzando
por el cabo de Honduras, hasta el cabo de la Florida, comprendía to-
da la costa del Seno Mexicano, 3- la costa oriental de Yucatán en el
mar de las Antillas. Esta es la demarcación que fijaron á la dicha Au-
diencia al tiempo de crearla en 1527, y la razón que para ello hubo
fué, que por esa época, poco más ó menos, capitulóse con Montej o la con-
quista de Yucatán, con Panfilo de Narváez la de la Florida; se confió el
gobierno de Panuco á Ñuño de Guzmán, 3- se dio la Cédula, xa por mí
citada, para que obedecieran á la Audiencia de México todas las pro-
vincias comarcanas, cre3-endo que la expedición de Narváez no fracasa-
263
ría, 3- por tanto, t|ue toda la costa del Seno Mexicano, desde Yucatán
hasta el cabo de Florida, (luedaría conquistada y poblada. Entiendo
((ue para tal señalamiento se tuvo á la vista en Esjjaña un mapa del
Seno Mexicano, de aquel tiempo, que publicó Navarrete, algo cambia-
do, y que publicaré yo de nuevo en facsímile, para conservarle su origi-
naliilad. La Cédula que hal)la de las provincias comarcanas, bañadas
])or el mar del Xorte, dállalas como pobladas en 1527, porque, dividi-
vlo ese litoral en cuatro zonas, una de ellas ocupada ya, contábase con
(juc las otras tres c|ucdarían ocu]5adas también sin dificultad. Ln I''
zona, que comprendía la costa entre Cabo Hibueras y Laguna de Tér-
minos, tocó á Montejo 3^ él había 3'a emprendido su conquista. La 2''
zona, desde Tabasco á los límites de la Huasteca, estaba A-a poblada
por los conquistadores de México. La 3* zona, entre la Huasteca 3- el
Río Bravo, se dio, con la gobernación de Panuco, á Ñuño de Guzmán;
él halló poblada 3-a la co-sta de Huasteca veracruzana, é hizo explorar
])or su teniente Sancho de Caniego la otra costa que va de Río Panuco
á Río Bravo, pero no la pobló ni se pensó en poblarla después. En
cuanto á la 4-' zona, entre Río Bravo 3- Cabo de Florida, fué campo de
acción de Panfilo de Narváez, cu3-a expedición fracasó, 3' por tanto, que-
dó esa costa despoblada. Y todavía un siglo después, en 1636, seguían
las cosas en el mismo estado casi, porque la costa poblada, de la cual
estaba Nueva España en posesión real, era solamente la que corre
al Sudeste, desde la boca del Panuco (cerca de la cual demoraba la vi-
lla de Tampico) hasta la bahía de Chetemal, en cu3-a cercanía estaba
la villa de Salamanca de Bacalar. De allí al Cabo de Higueras, la cos-
ta no tenía pobladores españoles, ni tampoco los había desde la boca
del Pántxco al Cabo de la Florida; pero España se creía con legítimo de-
recho á todo aquéllo, por halier tomado posesión Caniego de la costa,
entre los ríos Panuco 3- Bravo; 3- haber explorado 3' tomado posesión
de una parte de la costa entre Río Bravo, 3^ el Cabo de la Florida, pri-
mero Panfilo de Narváez, que de España fué allá; luego Hernando de
Soto 3'- sus compañeros, que fueron desde Cuba, 3- por último, D. Tris-
tán de Arellano, c|ue salió de Nueva España; por más que fracasaran
esas tres expediciones, hechas de 1527 á 1559; pero se creía en Espa-
ña tener aún pleno derecho á la posesión de aquellas costas, porc(ue la
•i' expedición, que fué con Pedro Menéndez de Aviles en el último tercio
del siglo XYL logró permanecer en la costa oriental de Florida, 3- algo
en la costa occidental, aunque de modo precario.
La costa correspondiente al Reino de Nueva España en el mar del
Sur, sí estaba enteramente poljlada, pero sus lindes resviltan vagos tal
como los traen los autores, pues escriben éstos, como dije arriba,
que comienza esta costa donde acaba la de Guatemala, 3^ acaba donde
comienza la de Nueva Galicia, lo cual es indicio de que no había límites
fijos entre las tres Audiencias, por la parte de la costa, sino variables,
inciertos y litigiosos, como era la verdad; pues por la banda de Gvia-
264
témala, cixando se creó su Audiencia, ésta no poseía la costa de Soco-
nusco, que no se le dio definitivamente sino hasta el año 1569, restán-
dola de Nueva España; y así, el año 1636, lajurisdicción costanera de la
Audiencia de México empezaba, por ese lado, en la línea fronteriza en-
tre Soconusco y Tecuantepec. Más vaga todavía era lajurisdicción cos-
tanera de la Audiencia de México por la banda de Nueva Galicia, pues,
ateniéndonos á la Cédula de creación de esta última Audiencia, debían
entrar en su jurisdicción «las provincias de la Nueva Galicia 3' Culia-
cán, con las de Cópala, Colima y Zacatula, y los pueblos de Avalos.»
Ahora bien, Nueva España 3' sus gobernantes nunca se avinieron á los
límites cjue por el Sur eran concedidos á Nueva Galicia, porqr.e los pue-
blos de Avalos (ho3' Cantón de Sa3'ula en Xalixco) 3' Colima 3' Zacatu-
la, fueron desculjiertos 3' sometidos 3- cristianizados por los conquista-
dores de México, y la Audiencia de Nueva España, defendiendo su buen
derecho, supo conservarlos hasta la época de que hablo. Ha3'más aún:
tengo á la vista una Memoria escrita en Guadalajara por el año 1610,
3' en ella declara su autor que, auncjue las provincias de Avalos, Autla,
Amula, Tenamaztlan 3' Euzatlan eran del Obispado de Nueva Galicia,
en lo político dependían del VirTe3- de Nueva España, quien nombraba
todos los ministros de justicia que en ellas ejercían: de Zacatula, Coli-
ma, Zapotlán y La Barca no habla esa Memoria, porque tocaban al
Obispado de Michoacán, 3' por tanto, á Nueva España. Presumo que
las incursiones de corsarios ingleses 3' holandeses por el mar del Sur,
habrán sido inotivo para que conservara Nueva España la costa que
ho3' es del Cantón de Autlán en Xalixco, á fin de proteger así el puerto
de Salagua, en la costa de Colima, que 3-a era de Nueva España, ejer-
ciendo acción combinada 3- uniforme para salvar aquellos puertos de
una incursión; y lo cierto es que unos cuarenta años después de haber
sido escrita la Alemoria citada, se conservaba todavía esa costa bajo
el amparo del Virre3^ de México, dado que los amagos de aquellos ene-
migos aun no cesaban. Digo, pues, que, poraqueltiempo, la jurisdicción
costanera de la Audiencia de México, por el mar del Sur, acababa en la
provincia de Autlán, comprendiendo el puerto de la Navidad, 3-, como
comenzaba en Tecuantepec, extendíase á los litorales de los Estados de
Oaxaca, Guerrero, ¡Michoacán 3- Colima, 3- á una parte del de Xalixco.
Tal era lajurisdicción costanera, completa, de Nueva España, en am-
bos mares, 3' según ella, podemos decir qué provincias gobernaba di-
rectamente, 3- cjué otras regiones tenían gobiernos especiales, pero siem-
pre dependientes del Yirre3' de Aléxico 3- comprendidos en el distrito de
su Audiencia. La costa del mar del Sur, 3-a señalada, salvo la de Au-
tlán 3- puerto de Navidad, en litigio con Nueva Galicia, entraba por en-
tero en el Reino de Nueva España propiamente dicho; mas no así la del
Seno Mexicano, en cjue Nueva España gobernaba solamente desde la
boca del Panuco hasta la costa de Tabasco, empezando allí el gobierno
de Yucatán, que, siguiendo la costa, remataba en el Cabo de Honduras.
265
A su vez las costas, entonces despobladas, cjue hoy son de Tamauli-
pas, y aun las de Texas en gran parte, podían atribuirse al Nuevo Rei-
no de León, dada la vaguedad con que se fijó su extensión al ser crea-
do en el último cuarto del siglo XYI. Hablaré, pues, en sendos párra-
fos, primero del Reino de Nueva España, luego del Nuevo Reino de León
y finalmente de la Provincia de Yucatán; advirtiendo que, si una sola
de esas tres comarcas constituía el Reino de Nueva España propiamen-
te dicho, y las tres reunidas formaban el distrito de su Audiencia, la es-
fera de acción del Virrey extendíase mucho más lejos aún, que la de la
Audiencia por él presidida, ya que tutelaba ese funcionario, en cierto
inodo, á la Audiencia de Nueva Galicia, al gobierno de Niieva Vizcaya,
al de Nuevo Aléxico 3- á todos los territorios en general, que con el tiem-
po llamáronse Provincias Internas; que á todo el conjunto de regiones
enumeradas llegaba la autoridad del Virrey', y todas ellas, de consi-
guiente, desde Yucatán á Californias, constituían el vasto Reino de
Nueva España.
I"?— REINO DE NUEVA ESPAÑA, PROPIAMENTE DICHO.
La subdivisión del Reino de Nueva España en provincias, no existía,
si nos colocamos en el punto de vista civil, pues antes de la creación
de Intendencias, á fines del siglo XVIII, no se pensó en agrupar peque-
ñas comarcas para formar, con cierto número de ellas, regiones que
fueran centros secundarios de gobierno y administración: el Reino está
subdividido en pequeñas jurisdicciones, llamadas Alcaldías mayores y
Corregimientos, que no tenían cohesión unas con otras, por más veci-
nas que fueran; ni menos obedecían á un centro regional que fiscaliza-
ra constantemente y de cerca, su administración, sino que directamen-
te dependían todas 3' cada una del centro común, ó sea de México mis-
mo, por grande que fuera su distancia. La idea de subdividir aquel Rei-
no vastísimo en centros regionales diversos, estuvo, sin embargo, en ger-
men desde los primeros tiempos del poder colonial, pues pasados ape-
nas trece años de la Conc[uista, expidióse Real Cédula subdividiendo el
Reino en cuatro provincias: Aléxico, Michoacán, las Mistecas 3^ Coa-
tzacoalco, de las cuales fijábanse los linderos, pero simplemente llevá-
base la mira de instituir en cada una de ellas un Prelado que las admi-
nistrara espiritualmente, de modo que aquellas cuatro regiones no eran
sino provincias eclesiásticas con sendos Obispos, 3' por cierto que, no
habiendo hallado práctica la institución del Obispado de Coatzacoalco,
se suprimió esa provincia, 3^ su pro3^ectada jurisdicción, dividida en frac-
ciones, fué pasando con el tiempo á otros tres Obispados, uno de los
cuales, el de las Mistecas figuraba en la Cédula, 3- los otros dos: Chia-
pa y Yucatán, fueron creados posteriormente.
An.\les. T. IV.— 34.
266
La jurisdicción de la sede proyectada en Coatzacoalco, es curiosa y
merece tig"urar en la Historia, bien que sus linderos no sean claros: atri-
buíasele toda la costa del mar del Norte, desde la boca del río Alvarado
hasta la punta de Xicalanco y Puerto de Términos. Por el Oriente su
lindero es vago, pero claro resulta que abrazaba parte del distrito del
Carmen (Campeche); todo Tabasco; gran parte de Chiapa, compren-
diendo la jurisdicción de la Yillaviciosa (que así se llamó jirimero en
Chiapa la que después fué Ciudad Real), y de allí por las sien-as hasta
dar en Soconusco. Por el Sur, toda la costa de Soconusco, advirtien-
do que antiguamente se daba este nombre á los dos departamentos de
Soconusco 3" Tonalá en Chiapa. Finalmente, por el Oeste y Sudoeste
los límites actuales entre Tecuantepec 3- Chiapa, luego la Sierra de Oa-
xaca y el cauce del Río Alvarado hasta su boca, de modo quedentrode
la provincia de Coatzacoalco entrasen Xaltepecy Tuchtepec. En suma,
los territorios comprendidos dentro de los linderos, vienen á ser los tér-
minos antig~uos de la Villa del Espíritu Santo, antes que se fundaran las
villas de la \'ictoria en Tabasco, la Yillaviciosa (luego Ciudad Real) en
Chiapa, y la Villa de San Ildefonso (después Villa Alta) en Oaxaca; es
decir, tenemos reproducidas en ese amojonamiento, las pretensiones de
los vecinos de la Villa del Espíritu Santo en Coatzacoalco, segtin quedan
expuestas en la Historia de Bemal Díaz, por lo que habían ellos con-
quistado en Chiapa, Tabasco y Oaxaca con antelación al establecimien-
to de las otras tres villas, 3- aun lo que ellas, por su parte, habían con-
quistado más tarde; pretensiones que no tuvieron efecto en cuanto á la
diócesis pro3-ectada, pues con el distrito de la Villaviciosa se formó el
Obispado de Chiapa; el distrito de la Villa de la Victoria se dio más tar-
de al Obispado de Yucatán, 3' la diócesis de Oaxaca ó Antequera quedó
ensanchada desde la sierra de la Villa de San Ildefonso hasta la costa que
corre de la boca del Río Alvarado en Veracruz á la barra de Santa Ana
ó tal vez á la de Chiltepec en Tabasco.
El ntunero de Obispados, creados porla Cédula, debió reducirse á tres
por la supresión del de Coatzacoalco; pero se manttivo el número de
cuatro por un acuerdo de la Audiencia de Nueva España, con data
de 1535, distribu3endo los territorios adjudicados á la Mitra de Méxi-
co, entre ésta 3- la de Tlaxcala, cu3-o Prelado administraba 3-a las flore-
cientes poblaciones del valle de Puebla de los Ángeles.
Las cuatro provincias eclesiásticas fueron entonces, Aléxico, Tlax-
cala, Michoacán 3- las Mistecas. No existiendo, de consiguiente, otra
grandivisióndelReino, que diré cuál era el estado que guardaba, en 1636,
cada vina de las cuatro sedes nombradas.
Diócesi de México. — Erigida primero en Obispado, pasó á me-
diados del siglo XVI á ser Arzobispado, del cual eran sufragáneos los
demás Obispos, 3-a en Nueva España, 3'a en Nueva Galicia, ya en
Centro - América (salvo el de Honduras). El Arzobispado de Mé-
xico pasaba de mar á mar, teniendo la costa de la Huasteca en el
2ft7
mar (U-l Norte ó Seno Alexieaiio, y la de Acapulco en el Océano I'aeífico,
llamado antes mar del Sur. Comprendía lo siuniente: (1") El Distrito
Federal y los tres Estados actuales de México, Morelos é Hidalgo. (2°)
El Estado de Querétaro, con excepción de la sierra entonces habitada
por indios Pames, gentiles é inde])en(lientes, pues no se redujeron si-
no un siglo después por mano de misioneros franciscanos. (3") La Huas-
teca potosina, ó sean los tres Partidos de Tancanhuitz, Valles y Tama-
zunchale,del Estado de San Luis. (4-'-') La Huasteca veracruzana, ó sean
los Cantones de Ozuluania y Tanto^'uca en el Estado de Veracruz. (5'')
Dos distritos del Estado actual de Guanajuato, á saber: Iturbide (Ca-
sas Viejas) y Victoria (Xichú). (6'') Cincodistritos del Estado actual de
Guerrero, á saber: Alarcón (Taxco), Aldama (Teloloapan), Bravos(Chil-
pancingo), Hidalgo (Iguala) 3- Tavares (Acapulco).
Obispado de Tlaxcala. — Con asiento en Puebla, por lo cual fué lla-
mado más tarde Obispado de Puebla de los Angeles. También pasaba
de mar á mar, teniendo en el del Norte la costa veracruzana desde Alva-
rado á Tamiahua, y en el mar del Sur la costade Ayutla óde la provin-
cia marítima que antiguamente llamaban «de Xalapa.Cintlaj- Acatlán
de la Costa,» en el actual Estado de Guerrero. Comprendía lo siguien-
te: (V-) Los Estados actuales de Tlaxcala y Puebla. (2°) Casi todo el
Estado de Veracruz, menosdos Cantones septentrionales: Tanto^'uca v
Ozuluama, pertenecientes á la Mitra de México; tres Cantones del Sud-
este, completos: los Tuxtlas, Acayúcan, Minatitlán, y además, imapar-
te del Cantón de Cosamaloápan, administrado todo ello por la Mitre
de Oaxaca. (3'-') Los tres distritos de Huaxuápan, Tzilacayoápan v
Xiuixtlaliuácan (hoy Justlahuaca) del EstadodeOaxaca. (4") Los cin-
co distritos de Aliénele (Ayutla), Álvarez (Chilapa), Guerrero (Tixtla),
Morelos (Tlapa), y Zaragoza (Cuamuchtitlán) en el Estado de Gue-
rrero.
Obispado de Michoacán. — La Cédula erigiendo la provincia en 1534
declaraba capital á Tzintzimtzan; pero el primer Obispo trasladó la
sede á Pátzcuaro, y más tarde se pasó á \'alladolid de Guaj-angareo,
donde ya estábil en el viltimo cuarto del siglo XVL Sólo tenía costas
en el mar del Sur, y eran las de Colima, las de la provincia de Motines
(hoy distrito de Coalcomán) en el Estado de Michoacán, y las de la
antigua provincia de Zíicatula, en el actual Estado de (Guerrero, hasta
Técpan. El mapa coetáneo del Obispado, que publicó el cronista Gon-
zález Dávila en el siglo XVIL da muy buena idea de los extensos terri-
torios que administraba. El Obispado comprendía, en 1636, lo si-
guiente: (l°)Los Estados actuales de Michoacán y Colima, por entero.
(2') Casi todo el Estado de Guanajuato, salvo los distritos de Xichú v
Casas Viejas (hoy Victoria é Iturbide), que pertenecían á la Mitra de
México. (3") Dos Cantones del Estado de Xalixco: Zapotlán y La Bar-
ca, de modo que la laguna de Chápala estaba por mitad comprendida
en el Obispado. (4") Tres distritos del Estado deGuerrero, á saber: Ga-
268
leana (Técpan), La Unión (Coahuavutla y Zacatilla), y Mina (CoA'uca
de Catalán y Ciizamala). (5") Una gran parte del Estado de SanLnis
Potosí, salvo los tres distritos de Catorce, Moctezuma y Salinas, que
pertenecían al Ol3Íspado de Guadalajara, y otros tres distritos de la
Huasteca potosina (Tancanhuitz, Valles y Tamazunchale), qvie corres-
pondían al Arzobispado de México.
Obispado de Anteqiiera de Oaxaca. — La región llamada «Provincia
de las Mistecas» en la Cédula, cambió su nombre por este otro, en ra-
zón de haberse declarado asiento del Obispo la ciudad de Oaxaca. Te-
nía costas el Obispado en los dos mares: en el Sur la que corre desde
Tecuantepec hasta el distrito de Abasólo en Guerrero (inclusive); por
el mar del Norte ó Seno Mexicano le correspondían las costas de los Es-
tados de Veracrtiz y Tabasco, desde el río de Alvarado hasta los Agua-
lulcos ó algo más al Oriente. Su jurisdicción extendíase á lo siguiente:
(1°) Casi todo el Estado actual de Oaxaca, menos los tres distritos de
Huaxuápan, Xiuixtlahuácan y Tzilaca3'oápan, pertenecientes á la Mi-
tra de Puebla. (2") El distrito de Abasólo (antes de Ometepec) en el
actual Estado de Guerrero. (3°) Tres Cantones y parte de otro en el Es-
tado de Veracruz, á saber: los de los Tuxtlas, Acayúcan y Minatitlán,
completos, y una parte del Cantón de Cosamaloápan comprendiendo
los pueblos de Chacaltiánquiz, Tesechoacan, Otatitlán, Tlacoxálpan,
el famoso y antigaio pueblo de Cuauhcuezpaltepec, hoy arruinado, y
extensas llanuras hasta la sierra. (4") El Partido de Huimanguillo
(antes de los Ahualulcos) en el actual Estado de Tabasco. En papeles
antigtxos he visto inscritos también, como del Obispado de Oaxaca,
pueblos que ho3' pertenecen al Partido de Cunduacán en Tabasco.
Estas cuatro provincias eclesiásticas constituían la Nueva España,
propiamente dicha; pero había otras comarcas que caían dentro de su
jurisdicción y que integraban el distrito que gobernaba y administraba
su Audiencia. Esos territorios hallábanse, unos en el Obispado de Nue-
va Galicia y otros en el Obispado de Yucatán, sujetos á la Audiencia de
México, y eran éstos:
En el Obispado de Nueva Galici.\ la Audiencia de Nueva España
gobernaba los Cantones de Autlán,Sayula y el distrito de Etzatlán, cu-
yas justicias eran nombradas por el Virrey' de México y de él dependían
directamente, habiendo un Alcalde Mayor en Atitlán, que tambiénloera
del Puerto de Navidad; otro Alcalde Mayor de los pueblos de Avalos
en Saj'ula, 3- otro Alcalde Ma^-or del Real de minas de Etzatlán, pues-
tos los tres por el Virre3'. Atrás expuse las razones de tal dependencia.
En el Obispado de Yucatán estaba sujeta la provincia de Tabasco
á la Audiencia de México y gobernaba esa provincia un Alcalde MaA-or;
la cabecera, fundada pocos años después de la Conquista, se llamó pri-
mero Villa de la Victoria, pero ha ido cambiando nombres, pues en
1636 llamábanla San Juan de Villa Hermosa; en el siglo XVHI Villa
Hermosa de la Victoria 3' ho3'es la Ciudad de San Juan Bautista de Ta-
269
basco; era residencia del Alcalde Mayor, pero éste ])ara mayor seguri-
dad contra los piratas del Golfo, pasábase por tiempos unas veces á
Xalapa, otras á Tacotalpa, dejando en la cabecera un simple Teniente.
Tabíisco anduvo por mucho tiempo unido A Yucatán, porque lo dio en
gobernación á Montejo la Audiencia de México, en virtud de Real Pro-
visión, para que de allí reorganizara la reconquista de la Península; en
1636, sin duda por las pretensiones de Guatemala, se declaró de nuevo
que Tabasco estaba sujeto ala Audiencia de México, tal como á raíz de
su fundación lo estuvo.
2"? NUEVO REINO DE LEÓN.
Capituló su descubrimiento y población el capitán Luis de Carva-
jal en 1579, con título de Gobernadorpordos vidas, dándole á la tierra
nueva 200 leguas de latitud jotras tantas de longitud y poniéndole su
jurisdicción hasta la boca del Panuco, donde Carvajal debía construir
un fuerte. Según parece, poco se hizo, hasta que se mandó continuar la
empresa en 1583. La 1* exploración se hizo partiendo de la Huasteca
para ir á Mazapil, desde donde se pasó á la tierra nueva. La primera
puebla fundada se llamó Santa Lucía, y la tierra descubierta el Nuevo
Reino de León. Pasado algún tiempo, el Conde de Monterrey; pero to-
davía en 1610 persistía el nombre de Santa Lucía, según el autor de la
Memoria escrita en Guadalajara, de que hablé atrás, quien dice que
Monterrej- era en acjuel tiempo un lugar miserable de 20 vecinos esca-
sos, labradores españoles muy pobres, quienes ni aun casas de adobes
tenían, sino de palizadas embarradas, 3' agrega, que aquel Nuevo Reino
se podía llamar con razón Reino de Anillo, por no contar con otro po-
blado sino aquel pobre lugar á pesar de lo cual tenía la tierra nueva lí-
mites oficiales y muy dilatados, colindando con la Nueva España por
la Huasteca y río Panuco, y siendo su lindero por el Oriente la costa
del Seno Mexicano, en la extensión A-a dicha. Gobernando el Marqués
de Guadalcázar, y muerto 3'a el descubridor, nombró el Virrej- Gober-
nador y Teniente de Capitán General al capitán Agustín de Zavala,
quien gozó de los empleos doce años.
Cuando comenzó á gobernar el Alarqués de Cerralvo, aun no había
en todo el Nuevo Reino de León más poblado español que la Villa de
Monterrey, pobre siempre; al grado de que se daba ración á los vecinos
por cuenta del Re_v, sosteniendo allí Justicia Mayor y una escuadra de
soldados con su capitán, que ocasionaban crecidos gastos, para que la
villa no se despoblase. Lucieron por aquel tiem]jo mejores días para
ese rincón del mundo, pues el hijo del capitán Zavala, llamado D. Alar-
tín, capituló en Madrid el año 1625 la fundación allí de dos nuevas vi-
llas, obteniendo para sí título de Gobernador y Teniente de Capitán Ge-
270
neral, con facultad de nonabrarlos ministros de justicia, como la tenían
ya los gobernadores de Nueva Vizca^-a y Nuevo México. Pasó primero á
la villa de Nuestra Señora de Monterrey, duplicó el número de sus ve-
cinos, la hermoseó, 3' de allí fué á fundar la Nueva Villa de San Gregorio
de Cerralvo, cu^-o sitio era rico en minas, con lo cual prospero la villa
recién fundada, que Zavala señaló para cabecera del Nuevo Reino. A es-
ta fundación que tuvo higar el año 1627, sucedió diez años después la de
la villa de San Juan Cadereyta, situándola en camino para el puerto
de Tampico y la Huasteca, tal vez con la mira de que no prescribieran
los límites señalados al Nuevo Reino hasta la costa del Seno Mexicano,
á raíz de su primera fundación, pues exploró Zavala el territorio por el
Sur, descubrió salinas por ese rumbo, se puso en contacto con los in-
dios del tránsito y llegó hasta la Huasteca. La nvieva villa se pobló
con agricultores 3- ganaderos 3- abrió camino más tarde, bien que mu3'
lentamente, para la exploración en zonas limitadas de los despoblados
que hasta la costa existían.
Tal era el estado (jue guardaba el Nuevo Reino de León por el año
1636, ó poco después. Había tres villas de españoles fundadas: el terri-
torio, espiritualmente administrado por la^Mitra de Guadalajara, esta-
ba en el distrito de la Audiencia de México, 3' sus autoridades por el Vi-
rre3- de Nueva España; se había concertado la paz con los indios vagos,
3" prosperaban por tanta agricultura, minería 3- sobre todo ganadería;
pero aun estaba en mantillas aquel Nuevo Reino despoblado; ni bien
andado ni trillado de españoles como decía un autor de la época; sin
linderos determinados por la parte del Norte, 3- separado aún de los lí-
mites fijos que se le habían dado al Sur 3- Oriente (Río Panuco y la cos-
ta del Golfo) por el desierto de Jaumave, como entonces decían, 3- la
sierra de Tamaolipa ó Tamaolipan, según escribían, también con más
propiedad que ho3\ Por más de un siglo, aquella zona quedó inexplo-
rada casi, por lo menos de un modo general y metódico, 3- á ello contri-
bu3-ó el nuevo estado de vagancia en que se pusieron los indios; pero
exploraciones limitadas fueron haciéndose por varias partes 3- con el
curso de los tiempos, á medida que fueron aumentando las crías de ga-
nado, pues los pastores de las haciendasllevaban los ganados á los des-
poblados en busca de nuevos pastos, 3- se les protegía contra las depre-
daciones de los indios con partidas cortas de soldados, que llamaban
«escolteros,» porque daban escolta; pero esto no bastaba para orga-
nizar en forma el avance de la cultura, y la vasta zona, entre las costas
3' el Nuevo Reino, seguía despoblada de cristianos, y sólo recorrida por
partidas de indios infieles.
El nombre de Nuevo Santander todavía no se creaba en 1636, ni se
creó y empleó sino cuando había pasado 3-a más de un siglo, 3- esto res-
ponde á una de las preguntas cjue se me dirigieron y puse al principio
del opúsculo. Ese nombre que se impuso á la zona despoblada que ha-
bía entre la costa y el Nuevo Reino de León, se aplicó al .ser aprobado
271
el proveció ¡¡rescntado ])oi' el Cui-oiiel I). José de Eseaiidóii, más tarde
Conde de Sierra Gorda, ])ara fundar en la zona inhabitada ])or cristia-
nos, varias i)oblaciones, desde la sierra de Tamaolijjan hasta la costa.
Previamente se habían hecho cuíitroexi)k)raciones, alguna de ellas por
la parte del Norte, cruzando el río Bravo desde Texas, ya en parte habi-
tada jjor cristianos; otra por la parte del Sur, viniendo de la Huasteca,
y que hizo Escandón mismo el año 1 74-4-, jjoco más ó menos, en la cual ex-
ploración se impuso á la barra de Soto la Marina el nombre de barra
de Santander, que hasta hoy conserva y cjue llevó toda ki provincia de-
finitivamente. Aprobado, pues, el provecto del Coronel Escandón, con
dictamen favorabledel Oidor Mai"qués de Altamira, en tiempo del Virrey
Güemes y Horcasitas, Conde de Revillagigedo (casado con Da. María
de Padilla), que goljernódelT-tBá 1755, tomáronse los apellidos del Vi-
rrey, desu esposa, y el título nobiliario paradar nombre á cuatro pobla-
ciones; Güemes, Horcasitas (hoy Maxixcátzin), Padilla y Revillagigedo
(ho\' Guerrero); otrosdos nombres de pueblas: Llera 3- Escandón, salie-
ron de apellidos de la familia del Coronel fundador; otros tres tomáronse
de poblaciones de la provincia montañesa en España: Santander (íioa'
Jiménez), Reinosa^-Laredo, quedando jjara toda la provincia nueva, el
nombre de Nuevo Santander, que conservó por tres cuartos de siglo,
mientras duró el período colonial, y que se cambió por el de Tainauli-
pas, consumada la Inde¡)endencia.
Resumiendo: el Nuevo Reino de León, en 1636, tenía por demarca-
ción los territorios de los dos Estados actuales de Nuevo León y Ta-
mauli])as. Cuando en 1579 se determinó su creación, se le atribu^'óima
extensión de 200 leguas Norte-Sur y otras tantas Oriente-Poniente; pe-
ro sus límites eran indeterminados al Norte y Poniente, porque aun no
se fimdaba la provincia de Nueva Extremadura (ho\'Coahuila), no la de
Nuevas Filipinas (después Texas), fundaciones que se iniciaron: la 1*
medio siglo después, en tiempo del Conde de la Monclova, y la 2" más
tarde aún. Por el Oriente y Sur sí tenía límites fijos, pero virtuales: la
costa del Seno Mexicano y la provincia déla Huasteca, perteneciente al
Arzobispado de México, de las cuales quedaba separado el Nuevo Rei-
no por desiertos, montañas y despoblados que no ha1)ían sido bien
explorados aún en 1636; por el Poniente y Sur tenía contacto con te-
rritorios habitados ya y pertenecientes á Nueva Vizcaya (Saltillo), á
Nueva Galicia (Cedral), y al Obispado deMichoaeán en Nueva España
(Guadalcázar). Por ese mismo tiempo, el Nuevo Reino de León no te-
nía sino tres villas fundadas: Monterrey, Cadereyta y Cerralvo, siendo
ésta última la cabecera. Dependía del Obispo de Nueva Galicia en lo ecle-
siástico, de la Audiencia de México para las apelaciones, del Virrey de
Nueva España en asuntos de Guerra y Hacienda, y de su Gobernador
propio en los de administración interior.
272
3" — PROVINCIA DE YUCATÁN.
Anduvo mucho tiempo unida con Tabasco por los motivos que di en
el 1°, al fin, cuando traté del Reino de Nueva España, propiamente di-
cho. La península exclusivamente, forma hoy los dos Estadosde Cam-
peche al Poniente, Yvicatán al Norte, y el territorio de Quintana Roo al
Oriente. Fué dos veces conquistada, primero por Montejo y Alonso de
Avila en 1526 y 27; pero subleváronse los indio3 y tuvieron que aban-
donar el país aquellos primeros conquistadores. Para organizar el des-
quite, Montejo obtuvo de la Audiencia de México, y en virtud de Real
Provisión, el Gobierno de Tabasco, y hecha ya la reconquista en 15403'
41, quedaron unidas las dos provincias, que formaron juntas el Obispa-
do de Yucatán, cuando éste fué creado. Su Gobernador era Capitán Ge-
neral también; nombraba las autoridades menores, los guardas 3' vigi-
lantes de las costas, los Capitanes á guerra, 3' tenía otra facultad de
que sólo gozaban él 3^ el Presidente de Guatemala: encomendar indios,
pues los encomenderos eran necesarios en aquella provincia, á fin de te-
nerla poblada con gente castellana que servía para organizar la defen-
sa del país contra los constantes amagos de piratas 3^ corsarios.
La provincia caía dentro del distrito de la Audiencia de México y
dependía de aqviel centro, no sólo en las causas de apelación, sinoporla
facultad especial que tenía el Virrey de Nueva EsiDaña, cuando vacaba
el gobierno de Yucatán por muerte del titular ú otras causas, de nom-
brar Gobernador 3- Capitán General interinamente, mientras venía el
cargo, proveído en propiedad por el Consejo de Indias, que á tanto equi-
valía esta facultad, cuanto á mantener la provincia en tutela del Virre3%
como también lo estaba la Nueva Vizca3-a, según quedó atrás decla-
rado. Yucatán, por otra parte, se mantuvo casi siempre comprendido en
la jurisdicción de la Audiencia de México, desde que ésta se creó, salvo
unos cuantos años, de mediados del siglo XVI, que se puso bajo la
dependencia de la Audiencia de los Confines, pero volvió pronto á ser de
Nueva España, según quedó explicado al tratar de la Audiencia de Gua-
temala. La primera Cédula para devolver Y'ucatán á México, fué del
año 1548, pero en otros papeles he leído que, por desavenencias entre
un visitador que fué de México 3^ los franciscanos de Yucatán, volvió
este gobierno á la Audiencia de los Confines poco después, hasta que se
dio 2*' Cédula en 1560 para que Yucatán y Tabasco fueran del distrito
de la Audiencia de Nueva España.
273
5=' KEÍÍIOX: ArDIEXCIA DE MANILA.
La Secretaría de Nueva España en el Consejo de Indias despachaba
tamT)ién los nejíocios de otra región con Avuliencia propia, y era la
5^, comprendida en la zoníi de influencia del \'irreY de México; pero esa
región, constituida por un grande archipiélago, no formaba parte del
Continente Americano, del cual hablábase á gran distancia, v de consi-
guiente, no quedaba comprendida en las Indias Occidentíiles, bien que,
por estar al Occidente de México, se dio á la región, al principio, el nom-
bre de «Islas del Poniente,» que más tarde se cambió por el de Islas Fi-
lipinas. En la exploración de ellas, á raíz de su descubrimiento por Ma-
gallanes, tuvo Nueva España intervención directa y exclusiva, desde...
1527 que las exploró AlvarodeSaavedra. enviado antes de mediar el si-
glo por el Virrey Mendoza, y al fin, conquistándokis López de Legíizpi en
1565, con expedición que de un puerto de Nueva España salió también,
como las dos anteriores. Sin embargo, por el conjunto de circunstan-
cias expuesto antes, el nombre Nueva España no se híicía extensivo á
ellas, materialmente, aunque á decir verdad, de las cinco Audiencias que
dependían de la Secretarííi de Nueva España en el Consejo de Indias, la
de Filipinas ó de Manila era, después de la de Nueva Galicia, la que tenía
más íntima relación con Nueva España, porque todas sus transacciones
con la Península Ibérica .se hacían forzosamente á través del territorio
mexicano; sus funcionarios civiles, militares ó eclesiásticos, para llegar
á Filipinas, yendo de la madre patria, pasaban necesariamente por Mé-
.xico y hacían allí escala; tanto, que los misioneros que doctrinaban á
los filipinos tenían hospicios fundados en México, donde se albergaban
y descansaban y se reformaban, antes de ir á ejercer allá sus ministe-
rios; el comercio filipino con España se hacía exclusivamente á través
del Reino de Aléxico (cuyo Virrey nombraba los capitanes de mar que
hacían ese comercio), 3- había, finalmente, migraciones mutuas, de filipi-
nos á México, donde formaron la casta llamada «de los chinos,» y de
mexicíinos á Filipinas, bien que la última era muchas veces forzada, por
leva militar ó por deportación, pues la gente maleante, á Filipinas era
enviada por castigo; en suma, las IsUis Filipinas, en la data de 1636,
podían considerarse como una sub-colonia del Reino de México, á la
cual, sin embargo, no alcanzaba el nombre común de Nueva España, bien
que se hallara dentro de su zona de influencia, va que, al ocurrir la va-
cante del más alto funcionario de aquel archipiélago — que llevaba el tí-
tulode Gobernador, Capitán General 3' Presidente de su Audiencia, — te-
nía facultad el Virre\'de México para nombrar al sucesor, interinamen-
te, mientras iba de nuevo provisto el cargo, por el Consejo de Indias, 3-
asimismo proveía el Virre3- un pliego cerrado, que se llamaba de «mor-
Anales. T. IV.— 35.
274
taja,» para designar por escala cierto níimero de personas, ininediata-
mente después de la vacante, hasta que llegaba el nombrado ad interim.
por el mismo Virrey. En suma, no estaban las Filipinas en la Nueva
España continental, pero integraban los territorios en ese tiemi)o lla-
mados «Indias de Nueva España.»
RESUMEN.
Lo haré, concretándome á las preguntas que han motivado esta re-
seña Y que se han puesto al principio de la Memoria; para decir, según
ellas, cuál era la división exacta del territorio de Nueva España en
1636: tenemos que considerar la cuestión colocados en tres puntos de
vista diferentes: (1°) El distrito de gobierno de la .\udiencia de Mé-
xico, es decir, lo que directamente gobernaba ésta. Entonces Nueva
España estaba dividida en cuatro provincias eclesiásticas: México, Pue-
bla, Michoacán, Oaxaca, y gobernaba parte de otros dos Obispados:
Nueva Galicia y Yucatán, como se puede ver en las secciones res])ectivas
pormenorizadamente. (2") La esfera de acción directa del Virrey de
México; entonces el gran Reino de Nueva España comprendía todo lo
que directamente gobernaba su Audiencia, expresado en el níimero an-
terior, y además, los Reinos de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya, Nuevo
México, Nuevo León y Provincia de Yucatán, según queda por menor
expuesto en los capítidos de referencia. (3°) La zona de influencia del
Virrey de México, que abarcaba la zona geográfica vastísima, llama-
da entonces «Las Indias de Nueva España,» y comprendía todos los te-
rritorios expresados en losdosniímeros anteriores, y además, los distri-
tos de las Audiencias de Santo Domingo, Guatemala y Filipinas, con
regiones, unas continentales y otras insulares, como atrás queda tam-
bién explicado.
Madrid, Mayo de 1912.
MATAMOROS.
APUNTKS RIOCrAfICOS
POR EL DR. J. M. DE LA FUENTE.
PREÁMBULO.
Cuanto más admiralia la honorabilidad, honradez y enertíía de Ma-
tamoros, sus dotes administrativas, su actividad y acierto para orga-
nizar, instruir y disciplinar sus tropas, cual ningún otro insurgente
supo hacerlo, así como su valor sereno 3' sus hechos heroicos, tanto más
aumentaban mis deseos de conocer algunos antecedentes de ese ilustre
mártir de nuestra Independencia, que entre todas sus glorias tuvo la de
haber sido segundo en jefe del gran General Don José María Morelos;
pero ningún historiador da luz alguna sobre el nacimiento, patria y
prosapia del héroe, y todosellos, copiando áAlamán, comienzan su bio-
grafía desde el 16 de Diciembre de 1811, en que Matamoros se le pre-
sentó á Morelos en Izúcar. Aun han sido pocos los C[ue, saliendo de ese
cartabón, han copiado la noticia que nos daBustamante deque Mata-
moros hizo sus estudios en el colegio de Tlatelolco. Sus mismos biógra-
fos, que podían estar mejor informados, nada nuevo nos dicen y ellos
mismos se lamentan de cjue las tinieblas que envuelven los antecedentes
del héroe, no les hayan permitido siquiera descubrir cjué Estado, qué
ciudad ó qué lugar puede gloriarse de haber sido la patria del heroico
cura de Jantetelco, 3* tan sólo en algunos artículos de periódicos es en
donde he leído algunas veces que Matamoros, según unos, fué michoa-
cano, según otros, poblano, y otros handicho C[ue nació en Tlaxcala.y
hasta han señalado im pueblo de aquel Estado en donde, según dicen,
se meció su cuna.
En vista de esta falta de noticias serias \' fidedignas, emprendí inda-
gaciones por mi propia cuenta 3- registré algunos archivos, entre otros,
los de Puebla, pero sin ningún resultado; mas no por esto me di por
vencido: lejos de esto, seguí mis investigaciones con todo empeño 3- con
278
la esperanza, aunque remota, de encontrar algún día las noticias del
héroe que perseguía.
A la vez que yo hacía estas indagaciones, emprendía trabajos aná-
logos el conocido erudito y sabio arqueólogo Sr. Lie. D. Cecilio A. Ró-
belo, actual Director del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Et-
nología, quien también, como 3-0, registró los archivos de Puebla y
otros varios; pero todas sus pesquisas fueron infructuosas, 3' entonces,
siendo como es, justo apreciador de los méintos del héroe, 3- entusiasta
admirador de sus renombradas hazañas, siendo Magistrado del Tribu-
nal Superior inició ante el Congreso del Estado de Mótelos, un pro3-ec-
todeW por el queel Estado deMorelosadoptaracomohijobenemérito
al heroico caudillo de la Independencia, D. Mariano Matamoros, cu3-o
pro3-ecto fué aprobado por la Legislatura, 3' elevado á la categoría de
ley, se promulgó el 9 de Ma3'o de 1888, á la vez que se le erigía un mo-
numento en Jantetelco al ilustre caudillo, el que se inauguró el .ó de Ene-
ro del siguiente año de 18S9, 3- el cual se debió también á iniciativa del
señor Róbelo, segTÍn se desprende del telegrama que le dirigió el Sr. Go-
bernador Preciado el día de la inauguración, el que á la letra dice:
nSr. Lie. Cecilio A. Róbelo. — En medio del mayor entusiasmo, se des-
«cubrió solemnemente á las 10 de la mañana, el monumento consagra-
ndo á Matamoros. — Con positiva satisfacción lo felicito por este suceso,
nque la iniciativa de Ud. preparó y que el Gobierno de mi cargo ha
«realizado con la Patriótica y distinguida colaboración de Ud. — Je-
1.1 sus H. Preciado. «
Entretanto que el señor Róllelo satisfacííi sus patrióticos deseos,
honrando la memoria de Alatamoros, 3-0, por mi parte, é ignorante de
sus trabajos, seguía mis investigaciones; pero éstas fueron por mucho
tiempo completamente infructuosas, hasta que al ñn vinoá ocurrírseme
una idea, que debió haber sido la primera que se me ocurriera, 3- ésta fué
C|ue, habiendo sido sacerdote Matamoros, era de rigor, según las le3-es
de su época, el que hubiera recibido algún grado universitario, aunque
sólo hubiera sido el de bachiller en Artes, y por lo mismo, era en los li-
bros de la extinguida Universidad en donde podría encontrar algún ra3-o
de luz que alumbrara el camino de mis investigaciones, 3- con esa con-
vicción, registré los libros en que se asentaban los grados de bachilleres
en Artes, 3- en el correspondiente álos añosde 1770á 1794, me encontré
un asiento por el que consta que Matamoros recibió el grado de Bachi-
lleren Artes en26 de Agosto de 1786, y que presentó fe de bautismo, con
la quecomprobó ser hijo legítimo de español 3- naturalde México, 3- en el
libro de bachilleres en Teología, que comprende del año de 1776 al de
1810, encontré otro asiento que comprueba que Matamoros recibió el
grado de Bachiller en Teología el 26 de Octubredel789,y que presentó
sus certificados de ser natural de México 3- colegial de Tlatelolco. '
1 Véanse adelante las copias ínte^as de estos asientos.
279
En ])osesión ya de estos datos jirincipales, fácil me fué encauzar mis
investigaciones sol)re una senda firme y segura, puesto que sabiendo
que Matamoros había sido originario de México, en los archivos exis-
tentes en esta ciudad era en donde podía encontrar, probalilemente,
las noticias cpie buscaba, y aun concebí la esperanza de poder encontrar-
me con algún descendiente de la familia Matamoros, que pudiera con-
servar algunas tradiciones ó documentos de familia, con los cuales pu-
diera aclararse el misterio que durante un siglo híi envuelto la patria y
la prosapia del héroe.
Todo era ya cuestión de constancia, paciencia y tiem])o.
En efecto, pasó algún tiempo, y un día me encontré con la Sra. Jose-
fina Salazar y Aranda Matamoros, bisnieta de Matamoros, y ella me
proporcionó algunos datos interesantes de la familia y se prestó gusto-
sa á ayudarme en mis trabajos, y al efecto, me presentó con sus primas
hermanaslasSras. Luz y Concepción Aranda y Matamoros, quienes me
I)usieron al corriente de muchos datos genealógicos de la familia; me fa-
cilitaron retratos, un árbol genealógico de la familia Aranda Matamo-
ros y cdgunos otros documentos.
Luego me presentó Josefina con su tía la Srita. Angela Salazar y
Kujano, sobrina segunda de Matamoros por la línea materna y la más
anciana de los supervivientes de la familia, pues cuenta actualmente
noventa años de edad, los que cumplióel 3 de Agosto último de este año
de 1911, 3' es también sobrina carnaldeDa. Catalina, la que fué aman-
te de Matamoros y en quien éste tuvo á su hija Benita, de la qvie á su
tiempo hablíiré.
Da. Angela, como la más anciana y más allegada á Matamoros, es
la que conserva mayores datos y tradiciones de familia, y por herencia
conserva también varios objetos que pertenecieron á Matamoros y á
su hija Da. Benita, perocostó un verdadero triunfo hacerla hablar: á to-
do contestaba «no me acuerdo,» y por último, dijo que nada diría por-
C(ue eran secretos de familia que había ofrecido guardar, \^ sólo tras de
muchas instancias y con la a^-uda de su sobrina Josefina, pude obtener
que me comunicara algunos datos, los que paulatinamente fué amplian-
do en los días subsecuentes, hasta que al fin terminaron por completo
sus reservas y no tuvo ya inconveniente en comunicarme todo cuan-
to ella sabía relativo á la familia Matamoros, y terminó por enseñarnos
lasreliquias de Matamoros y de su hija Benita, queella conservaba como
sagrados recuerdos de familia, entre las que figuran una Divina Infanti-
ta, que ella tiene en la cabecera de su cama y dice que quiere conservar-
la hasta su muerte, y un Niño Dios que es el que utilizaba Matamoros
en las posadas que hacía anualmente; esta imagen se encuentra hoy en
la parrocjuia de San Pablo, adonde la regaló Da. Dolores, hermana ma-
yor de Da. Angela, que era quien conservaba todas esas reliquias de fa-
milia, las que á su muerte quedaron en poder de su hermana Angela,
quien á mis instancias, las vendió al Museo Nacional, en donde
280
ho3' se encuentran, exoe])t() las dos imásíenes de Cjue he hecho refe-
rencia.
Como era natural, deseando que esta biografía fueselomás comple-
ta posible, no quedé del todo satisfecho con los datos que hasta allí ha-
bía adquirido y con los que me proporcionaron los supervivientes de la
familia Matamoros, sino que seguí mis investigaciones en los archivos,
Y mis trabajos no fueron del todo inútiles, puesto que en el Archivo Ge-
neral de la Nación me encontré un autógrafo de Matamoros, que es el
¡irimero y único hasta hoy que se ha conocido de este caudillo, y el cual
])ublico aquí en el lugar que le corresponde; además me encontré copias
de importantes cartas de Matamorosy otros varios documentos, entre
los cuales los hay que aclaran algunos hechos históricos y otros que
evidencian los errores en C|ue híin incurrido algunos historiadores en lo
muy poco que liablan de Alatamoros.
En el archivo del Arzobispado me encontré los datos completos de
la carrera eclesiástica de Matamoros, desde las primeras licencias que
se le concedieron para celebrar, al recibir las sagradas órdenes, y la no-
ticia de las parroquias que sirvió, como vicario y como cura, hasta
la de Jantetelco, de donde se lanzó á la revolución.
En el archivo del extinguido Convento de San Francisco, el que, en
parte, existe hoy en la Biblioteca del Museo Nacional, en la carpeta R.
me encontré el informe c|ue rindieron en 5 de Febrero de 1773, los R. R.
P. P. Fr. Francisco Villerías, vicario del Convento de religiosas de San
Juan de la Penitencia y Fr. Pedro Priego, predicador y morador de la
Recolección de San Cosme de la ciudad de México, y que fueron comisio-
nados para investigíir las cosas notables que hubiere en el archivo del
Convento grande de San Francisco, y en ese curioso informe me encon-
tré dos asientos, por los que se ve claramente que los antepasados de
Matamoros fueron también originarios de la ciudad de México y que
eran poseedores de algunos bienes de fortuna, según lo que se lee en los
asientos referidos; el primero de ellos, que se encuentra en el folio 4 del
informe, dice textualmente: «D. Nicolás Matamoros dexo mil pesos en
« un sitio ó Chinampa para vna fiesta á S. S. Miguel, no produce lo que de-
« hiera por lo que ya no alcanza para sermón, deberá reducirse solamen-
i< te á la misa cantada por ser mui poco lo que produce la Chinampa. «
Y el segundo de estos asientos se encuentra en el folio 2, vuelta, del
«Resumen de las obras pías,» anexo al mismo informe, y á la letra dice:
«Z^.'T Francisca Díaz y Matamoros r su marido instituyeron 212 misas
« las 52 cantadas, y las 160 rezadas, con el capital de 20,000 ps. sobre
« un ingenio de azucaren Xalapa ó su jurisdicción.))
«Se perdió esto enteramente, y quedó el convento declarado por ab-
« suelto por N. P. Soto, bajo la compensación que se dice en la tablilla
i( del Choro.»
En el archivo del Ministerio de Guerra y Marina, existe un volumi-
noso expediente relativo á los servicios que prestó á la causa de la In-
Anales. — Tomo IV.
L.ÍM. 28.
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i>. .\Iiuiano Matamoros.
A.NAM-S.— TdMii I\'.
I,ÁM, 20.
Objetos que pertenecieron á Matamoros.
La camisa es de niño, de cambray de lino, adornada con randas, y es tradición de familia
c|uc esta camisa fué la c|ue le pusieron á Matamoros jiara bautizarlo.
( )bJctos (.¡ne pertenecieron á .Míitanioros.
La mascada es de camliray de seda, adornada con randas, deshilados y liordados
de seda, todo blanco.
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Sra. Concejjción Araiida Matamoros é Ibellez y sus hijos Enrique, Alfredo y Arturo;
bisnieta y tataranietos de Matamoros, respectivamente.
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AxAi.ES. — Tomo IV.
LÁM. 32.
Niño Dios (¡ue perteneció á Matamoros.
281
depeiulencia el Teniente Ci)ronel,,!j;ríulua(lode Coronel, D. Mariano Ma-
tamoros, de quien la historia no habla tina sola palabra, 3- de quien por
tratarse de vm homónimo y tal vez pariente del eaudillo insursíente,
eonsignaré aquí, aunque sólo sea ágríindes rasgos 3- á título de euriosi-
dad, los más culminantes datos que nos i^roporciona, sobre su carrera
militar, el expediente á que me refiero.
A princijjios de Enero de 1809 sentó plaza como soldado raso en el
regimiento de Dragones del Comercio, provinciales de Puebla, en el que
sirvió hasta 1S12, en que se fué á presentaral señor Matamoros en Izú-
car, quien lonombró alférez y lodestinó al regimiento de San Pedro, en
donde sirvió hasta la derrota de Puruarán, en la cjue, desbaratadosu re-
gimiento, se reunió á Morelos, C|uien lo destinó con el empleo de capitán
al regimiento de la Libertad, cjuc mandaba Rosains.
En el ejército trigarante sirvió como ayudante del General D. Nico-
lás Bravo, y después de consumada la Independencia, sirvió sucesiva-
mente en los regimientos de Dragones núm. 8, San Fernando3'Granade-
ros á Caballo, habiendo ascendido durante ese tiempo hasta Teniente
Coronel efectivo 3' Coronel graduado, y hal)ientlo pedido su retiro, se le
concedió, pero se le confirió una comisión en Oaxaca, en donde, á conse-
cuencia de una diarrea, falleció el 28 de Abril de 1849, después de haber
prestado sus servicios 4-7 años, 11 meses, 27 días, dejando viuda v con
cinco hijos pequeños á María Trinidad García.
He consultado también dos importantes documentos: uno de ellos
es la (^Historia del Sitio de Cunutla.n escrita por el capitán D. Felipe
Venancio Montero, quien fué testigo presencial de los hechos, pues mi-
litó á las órdenes de Morelos, lo acompañó en toda la campaña 3- fun-
gía como su escribiente cuando Morelos fué hecho prisionero en la des-
graciada acción de Texmalaca.
Dice Morelos en su declaración, contestando á la vigésima primera
preguntíi: que Montero, que fué su último escril:)iente, fué pasado por
kis armas después de su prisión en Texmalaca; ' pero lo dijo jjrobable-
mente por algún falso informe que tuvo, pues Montero vivió muchos
añosaún, se radicó en Cuantía, endonde desempeñó el importante pues-
to de alcalde 3- murió en a(|uella poljlación, en la que existe su se])ulcro,
y en ella radican sus descendientes, que son de los más distinguidos ve-
cinos de aquella histórica ciudad.
Ese interesante manuscrito, cu3-o original rae enseñó en Cuantía
1 y uc Joaquín Salinas, su primer Sticretario, murió en Ti.xtla; Félix ürtiz que lo acom-
pañaba ahora con el cargo de Contador, tué el segundo. El Lie. Sotero Castañeda, que
también lo acompañaba con el título de Vocal, filé el tercero. Que Juan Neponniceno Ro-
sains, que según ha oído decir ^-a está indultado en esta ciudad, fué el cuarto, v que últi-
mamente ya no tenía Secretario, pero sí escribiente. Estos fueron, un tal Samaniego, que
está con Serrano; Juan Nepomuceno Marroquín, que se quedó en la Junta Subalterna de
la provincia de Valladolid, y Felipe Montero, que fué pasado por las armas después de su
prisión en Texmalaca. — Hernández Dávalos, Documentos. Tomo VI, pág. 35.
A.N.^LE.s. T. IV,— 36.
282
D. Lucio Montero, permaneció inédito muchos años, y á esto se debe el
que hayan sido mu3r excepcionales los historiadores cjue lo havan con-
sultado, jjues sólo filé hasta iiltimamente cuando lo publicó el Dr. D.
Antonio Peñafiel en las páginas 170 y siguientes del tomo correspon-
diente al Estado deMorelos, de sus «Ciudades Coloniales.))
El otro documento á que me refiero, y que es aiin mucho más desco-
nocido que el anterior, es una comedia que escribieron los caracteriza-
dos vecinos de Jantetelco, D. Carmen Tajonar, D. José Catarino Esca-
zán, D. Primo Alusitu y D. Zenón Montenegro, quienes la intitularon:
(iCoilEDIA HISTÓRICA DEL BENEMÉRITO MATAMOROS, CuRA PÁRROCO DE
Jaxtetelco,» X en ella consignan las tradiciones que se conservan en
aquella polslación, de los hechos históricos que allí tuvieron lugar el 13
de Diciembre de 1811, en que Matamoros abandonó su curato para ir á
presentársele á Morelos en Izúcar, así como las que se verificaron en los
días subsecuentes á su salida \' las que tuvieron lugar cuando regresó á
Jantetelco á levantar gente, cuj-as tradiciones son las que forman la
trama del argumento de la referida comedia.
Debido á la amabilidad del señor cura actual de Jantetelco, Presbíte-
ro D. Valeriano García Martín, y á la de algunos otros amigos, he lo-
grado obtener copias de las constancias y documentos relativos á Ma-
tamoros, que existen en los libros de la parroquia y en los archivos de
la población, y cometería una falta in]ierdonable si no aprovechara es-
ta oportunidad para hacer presente mi gratitud, tanto al Sr. Cura
García Martín, como á las demás personas que tan bondadosamente
me han ministrado tan importantes como valiosos datos.
Por último, teniendo noticias de que en el archivodel Arzobispado de
Morelia se encontraba la causa original que se formó á Matamoros
por la jurisdicción eclesiástica, hice ini viaje á acjuella ciudad con el fin
de obtener una copia de ese importante documento, que hasta hoy ha
permanecido inédito y aun se consideraba perdido; la que pude obtener
debido á la proverbial caballerosidad del ilustrado prelado que feliz-
mente gobierna aquella arquidiócesis, limo. Sr. Dr. D. Leopoldo Ruiz,á
quien viviré siempre reconocido por las inmerecidas atenciones cjue me
dispensó 3- por la franca 3- buena voluntad con que dio sus órdenes pa-
ra que pudiera yo buscar _v copiar los documentos que quisiera, tanto
en el archivo del Arzobispado como en los demás archivos eclesiásticos
de la ciudad, 3- aprovechándome de tan amplio permiso, busqué la par-
tida de defunción de Matamoros en el archivo del Sagrario, 3' no la en-
contré, no obstante que los libros se encuentran completos 3- bien con-
servados, lo que prueba que sepultaron el cadáver sin haber asentado
la partida. Con la esperanza de encontrar algunos datos sobre este
asunto en el archivo de los hermanos del Tercer Orden de San Francis-
co, fui en busca de ese archivo 3- me encontré con que no existe ni un so-
lo libro anterior al año de 1857: todos se perdieron; pero en cambio, en
el a.chivo de San Agustín encontréun asiento relativo á Matamoros, el
283
(|ue copiíiré en su o])()rtuni(líi(l, y en el archivo del Ayuntamiento en:
contré también algo que se relaciona con Matamoros. Investigando
entre particulares, conseguí una relación del teniente de granaderos D.
Manuel Montano, que fué testigo ]5resencialde la ejecución de Matamo-
ros y de la exhumación de sus restos el año de 1823, c[ue los trajeron á
la catedral de México. Esa relación es muy iteresante por las noticias
muy pormenorizadas que contiene de la muerte de Matamoros.
Sólo me apena no haber podido encontrar la ptirtida úc bautismo
de Matamoros, á pesar de haberla buscado con todo em]3eño.
En el archivo de la parroquia del Sagrario de México, sólo ])ude en-
contrar las píirtidas de bíiutismo de Da. Benita, hija de Matíimoros, v
la de Da. Luz Aranda y Matamoros, hija de Da. Benita; pero no encon-
tré laspartidas de matrimonio de estas señoras, por pie faltan en el ar-
chivo los lil)ros de matrimonios correspondientes á los años en cjtic éstos
deben haberse verificado.
En el archivo de la ])arro(ju¡ade San Pablo, faltan los libros de bau-
tismos del año de 1770 al de 177-i, que son precisaiiientelos de los años
en que debería encontrarse la partida de batitismo de Matamoros.
En la parroquia de la Palma sólo existen libros desde fines de 1772;
los anteriores á esta fecha, según vma razón que existe en uno de les li-
bros,«se mandaron á la parroquia del Sagrario por temor de (¡uc ye per-
dieran con motivo de la revolución;)) pero en el Sagrario no existen ta-
les lil:)ros, ni tampoco en la Secretaría de la Alitra.
El archivo de la ]jarroc|uia deS;int:i Ana está inservible é incapaz de
poderse registrar: todos los libros antiguos están podridos y borrados
con la humedad, y muchos de ellos tienen las hojas unidas y con sólo
tocarlas se desmoronan; me dijo el señor cura actual que cuando él
recibió la parroquia encontró esos libros tirados dentro del agua, de don-
de él los sacó.
En la parroquiíi de Santa Catarina no existe líi partida de bautis-
mo de Matamoros ni tampoco pude encontrarla en las parrocpiias de
la Soledad, San Aliguel, la Santa Veracruz, ni Santa Alaría la Redon-
da: en esta última y en la Soledad faltan los libros corres¡)ondientes á
los años en que debería encontrarse la partida.
Todavía después de esta infructuosa labor, en la cpie emplié víirios
meses, no perdí la esperanza de encontrar la partida que buscaba, la
que forzosamente tenía C|ue encontrarse en el expediente de órdenes, v
fui á buscarla en los archivos; pero desgraciadamente sólo encontré una
nueva decepción, pues tanto el archivo del Arzobispado como el del
Seminario, están truncos: todos los libros y expedientes antiguos se per-
dieron coninotivodel cambio de locales, cuando se verificó la expropia-
ción de bienes eclesiásticos, y ho}' se conservan solamente unos cuantos
libros antiguos; pero en ninguno de ellos está el expediente de órdenes
de Matamoros.
Me quedaba como último recurso el expediente que se formaba para
284
probar la leptimidad y limpieza desangre de todo aquel que pretendía
ingresar como alumno á algún colegio, 3' sin cuyo requisito no eran ad-
mitidos, y como ese expediente, en caso de existir, debería encontrarse
en el archivo del extinguido colegio de Santa Cruz, el cual, con los de-
más archivos que fueron de los franciscanos, aunque no completos, se
encuentran hoy en la Biblioteca del Museo Nacional; fui en su busca
y allí fueron mis apuros: ese archivo, por mil títulos interesantísimo,
qi^e consta de 2S9 tomos con pasta holandesa, es un verdadero mnre
mágnum; el bibliotecario que mandó empastarlos en tan descomunal
desorden, merece un premio por su laboriosidad: todos esos volúme-
nes tienen impresa en el lomo esta única inscripción: «Asuntos de Co-
legios Y Conventos,» v un núinero de orden; pero ni tienen el año á
que pertenecen los documentos que contienen, ni tamjjoco tienen índi-
ce, de lo que resulta que para buscar algo en ese interesante archivo,
ha^- la necesidad deregistrarlibroporlibroyhojaporhoja,y vienetoda-
vííi áíiumentar las dificultades el hecho de que ni en la numeración de los
tomos, ni en la colocación de los documentos se siguió el orden crono-
lógico, sino que todo se hizo á la ligera, sin seguir orden ni método al-
guno. Por fortuna el señor Lie. Róbelo, actual Director del Museo, ya
se dio cuenta del desbarajuste en que se encuentra ese importante archi-
vo y ha dado sus órdenes para que se remedie ese mal, y dada la com-
petencia y laljoriosidad del actual Bibliotecario, D. Vicente A. Galicia,
ese mal se remediará, aunque no tan pronto como sería de desearse,
pues ese trabajo, por su misma naturaleza, tiene necesariamente que
ser nniy dilatado.
Sin embargo de todas esas dificultades, he registrado 17S tomos de
ese archivo, además de otros 21 que afortunadamente se escaparon de ha-
Ijcr sido empastados á la moderna y permanecen aún con sus forros
de badana y pergamino, pero en ellos tienen escrito el año á que pertene-
cen y el asunto de que tratan, y en ninguno encontré el expediente de
limpieza de sangre de Matamoros, aunque encontré los de varios co-
ristas del convento de San Francisco, por lo que he perdido ya la últi-
ma esperanza que me quedaba de haber podido encontrar la partida
de baxitismo de Alatamoros; pero me consuela al menos que esto no ha
sido por falta de diligencia para Ijuscarla, sino porque es un hecho cjue
ella se perdió con el libro que la contenía, el cual se extravió con los otros
muchos que faltan en losarchivos,y (|ue no parece sino que la fatalidad
se empeñó deliberadamente en cjue éstos fueran precisamente los corres-
pondientes á los años en que la partida debería haberse encontrado.
Los documentos y tradiciones que dejo mencionados, los que no
con pocos trabajos he podido coleccionar, son los que servirán de base
á este humilde trabajo, 3' si él resulta deficiente, no será por cierto por
falta de material, sino más bien á que, debido á mi insuficiencia é inca-
pacidad, no sepa 3-0 utilizarlo debidamente.
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Anales.— Tomo IV.
Lam. 34-.
Ciirmiel I.'. Luis Salazar.
Casa lu'uii. 12 í\i¿ la calle de- la .Mhúluli.ua, (loiulu vivió V. Mamicl .MaLanioros
JS5
CAPITULO I.
La casa dei. PrEni.o. — Las familias Salazar y Matamoros.
La casa número 22 de la primera calle de la Merced de la ciudad de
México, conocida por «La Casa del Pueblo)) allá por la época de los Vi-
rreyes, no era de vecindad como ahora lo es; era entonces una casa
particular haljitada por sus projjios dueños, los que solamente arrenda-
ban las dos accesorias que tiene la casa á los lados del zaguán, accesorias
que, andando el tiempo, vinieron á hacerse célebresen el último tercio del
siglo que acaba de pasar, porque en una de ellas estuvo por muchos
años la antigua y afamada guitarrería de D. Macedonio Granados, co-
nocido por vCbolón,» ven la otra, estaba el expendio del no menos afa-
mado arroz de leche de Da. Guadalupe Ramírez, á la que siempre se
le veía risueña y afanosa expendiendo su mercancía, la Cjue exhibía en
sendos casos de cobre estañado, en la puerta de su comercio.
Por el año de 1720 «La Casa del Pueblo,» hoy número 14S de la
8' de Captichinas, era de la familia Salazar, la C|ue conservó la propie-
dad de ella hasta por el año de 1820.
La familia Salazar estaba íntimamente unida, por enlaces matri-
moniales, con la familia Matamoros, á tal grado, qvie las dos familias
formaban una sola, que era la que habitaba en aquella época la casa
referida.
Los jefes de dichas familias eríin entonces D. Ca^^etano Salazar 3-
su primo hermano y cuñado D. Manuel Matamoros y Salazar. D. Ca-
yetano estaba casado con su prima hermana Da. María Guadalupe
Matamoros y Salazar. hermana de D. Manuel, de cuyo matrimonio tu-
vo cuatro hijos, que fueron: Manuel, Alargarita, José 3- Catalina.
Manuel, el hijo maj-or, casó con Da. Mariana Rujano y tuvo por
hijos á Merced, Joaquín 1° 3' Joaquín 2", Manuel, María Dolores 3' Án-
gela, que vive aún 3- es la que me ha comunicado estas genealogías.
D. Manuel Matamoros casó con Da. Gertrudis Orive, hija de D.
Eduardo Orive 3- Da. María de los Dolores Martínez, y de svi matri-
monio tuvo los hijos siguientes, según el orden de su nacimiento: Cata-
lina; Mariano Antonio, ilustre general insurgente, Benemérito de la
Patria en heroico grado; ^ María Soledad; Herminia; Rafael; Antonio
José; María del Refugio; Guillermo; Nicolás 3- Lauro.
Imposible sería, además de cansado é innecesario, el ocuparme, aun-
que sólo fuese mu3' ala ligera, de escribir algunos rasgos biográficos de
1 .Airtículo 13 del decreto cíe 19 de Julio de 1823, dado por el Soberano Congreso
Constituyente,
286
cada uno de los miemljros de tan numerosas familias, 3' tan sólo me
ocuparé, 3^ esto mu3^ someramente, de D. Manuel Matamoros, padre del
héroe D. Mariano, 3' de aqiiellos individuos de la familia que, por cir-
cunstancias especiales, fuere necesario híicerlo.
Don Mam'EL Matamoros y Salazak.
D. Manuel Alatamoros nació en la ciudad de Aléxico, de donde eran
originarios sus padres, á fines del año de 1758; fué hijo legítimo de
D. Ricardo Matamoros 3- de Da. Sara Salazar.
El padre de Alatamoros era de estatura pequeña 3- mu3' delgado,
color blanco, pelo 3^ barba rubios 3^ ojos garzos; usaba toda la barba,
pero se la recortaba para no llevarla mu3' crecida; usaba el pelo largo
hasta cubrirle el cuello; era de carácter franco y afable v tenía tan
arraigado el vicio de fumar puro, quenunca selo quitaba de la boca, 3-
siendo 3-a decrépito se quedaba dormido con el puro en la boca 3' á esto
se debió el que una noche se le quemaran las ropas de su cama\' sufrie-
ra varias quemaduras en el brazo y pierna derechos.
Cuando, después de la caída del Imperio de Iturljide, se estalíleció
la República, en recompensa de los meritorios servicios que prestó á la
patria su hijo D. A'Iariano, á ijuien el Congreso Constituyente había
declarado benemérito de la patria en grado heroico, el Gobierno nombró
conserje de la Presidencia de la República, á D. Manuel, 3- fué el prime-
ro que desempeñó ese empleo.
Por aquella época D. Alanuel tenía 3^-1 muchos años de viudo; sus
hijos é hijas se habían muerto los más, 3' los que quedaban estaban ca-
sados, 3- por consiguiente, no le quedaba 3^a más familia que su nieta Be-
nita, la hijíi de Alatamoros, con la cual vivía en la casa del Pueblo, en
la calle de la Alerced, cuando recibió el nombramiento de conserje, 3-
entonces se fué á vivir á Palacio, llevándose consigo á Da. Benita, la
que contalja entonces diez y seis años de edad 3- no se había casado
aún.
Casi dos años hacía que vivían en Palacio, cuando se casó Da. Be-
nita con D. Alariano Aranda; pero siguió viviendo con D. Manuel, el
que nunca la abandonó, cumpliendo así con el encargo C[ue le hizo su
hijo el curíi D. Mariano en una carta que le escribió desde Vallad olid, po-
co antes de ser fusilado, en la cual le decía el triste fin que le esperaba:
se despedía de él 3- le encíirgaba que no abandonara á su hija Benita,
con cu3^o encargo cumplió fielmente D. Manviel, teniéndola siempre á su
lado, con su esposo 3- sus hijos, hasta que la vio morir3-le dio sepultura.
Esa última carta que Alatamoros escribió á su padre, después de la
muerte de éste, la recogió el Coronel D. Luis Salazar, v á la muerte de
él se quedó con ella su nuera. Da. Alariana Purrúa, esposa de su hijo el
287
General D. Carlos Salazar, fusilado ])or Méndez en Urua]3an, y como
■esta señora murió sin haber dejado sucesión, se perdió esa preciosa re-
liquia histórica.
Permaneció D. Manuel 28 ¿iños desempeñando la conserjería, y no
siéndole ya posible atenderla por su avanzada edad,lojul)iló el Gobier-
no, siendo Presidente de la República el General D. Mariano Arista; ])e-
ro sin duda, teniendo presentes los brillantes antecedentesdel Cura Ala-
tamoros, quiso el Gobierno que ese empleo fuese una herencia de la fa-
milia de Matamoros, }■ así fué como, para substituirá D. Manuel en la
conserjeiúa, fué nombrado su l^isnieto D. José María Aranda, hijo de
Da. Benita, que apenas contaba entonces poco más del9años de edad.
Al terminar D. Manuel su misión en Pfdacio, se fué á vivir á su anti-
gua Cítsa de la calledela Alerced, adonde se llevóá Da. Benita, que iba
ya grave de una enfermedad de las llamadas de la cintura, que venía
padeciendo, yde ella murió pocos meses después de haberse separado de
Palacio.
Despviés déla muerte de Da. Benita, se fué D. Alanuel á vivirá la
calledela Albóndiga, núm. (3, en la casa desu sobrino segundo el Coronel
D. Luis Salazar, cuya familia la formaban: el Coronel, su esposa Da.
Guadalupe Silva, sus hijos Concepción, Manuel 3- Carlos y las huérfa-
nas Dolores é Isabel Iljelles, á qviienes el Coronel crió desde muj' chicíis;
estas dos hermanas, que llevan el apellido de Salazar, viven aún y á
ellas debo estas noticias.
El Coronel D. Luis Salazar fué hijo de D. José Salazar, hermano de
Da. Catalina, la madre de Da. Benita, por consiguiente, fué primo herma-
no de Da. Benita, sobrino segundo deD. Manuel Matamoros y sobrino
tercero del Cura Matamoros.
Vivieron en la Albóndiga unos tres aiíos y se cambiaron á la calle
de Jesús, n". 2, en donde permanecieron como dos años 3- se cambiaron á
la calle de Ortega, n''3, que fué donde murió el padre del ilustre caudillo
insurgente D. Mariano Matamoros, debido á un accidente que vamos
á relatar.
Vivían en la calle de Jesús, y un día que era de pago fué D. Alanuel
á cobrar su pensión, y como era muj' goloso, tenía la costumljre deque
cada vez que recibía dinero, compraba dulces, fruta, pasteles y cuanta
golosina encontraba, \' llegaba ala casa cargado con ellas: repartía una
parte ala familia 3^ la otra la guardaba paraél;eldíaá que nos referimos,
después de recibir su dinero, se fué á los portales á comprar sus golosi-
nas de costumbre, y luego se dirigió á su casa por las calles de la Mon-
terilla; en esos momentos se desató un fuerte huracán que azotaba con
furia la ciudad, y como él era 3-atan viejo, queandaba trabajosamente,
ap03'ándose en grueso bastón, al voltear la esquina de los Bajos de
San Agustín 3' Jesús, lo tiró el aire 3' se causó una herida en la parte iz-
quierda de la frente 3- otra en la rodilla del mismo lado, de cu3'as heridas
estuvo padeciendo cerca de dos años, 3^ de sus consecuencias falleció al
288
ñn del mes de Junio de 1858, álos 99 años, 7 meses de edad, 3- su cadáver
fué sepultado en el panteón de Sta. Paula.
Con motivo de haber tomado participio en la revolución el Cura Ma-
tamoros, fueron víctimas de la persecución del Gobierno y la Inquisi-
ción varios individuos de su fainilia, según las tradiciones que conservan
sus descendientes, las que he podido comprobar con documentos ofi-
ciales que existen en el Archivo General de la Nación, en donde en los
libros que pertenecieron al Archivo de la Inquisición ' se encuentra ori-
ginal una acusación que hizo ante la Inquisición Da. Leonarda Neira,
española, de veinte años y doncella, según ella lo asegura, en contra de
D.Antonio Matamoros, casado con Da. María Villegas y sobrino del
Cura Matamoros, el cual, segvín afirma la denunciante, se expresaba
mal del Gobierno y decía que se había de ir con los insurgentes para
vengar la muerte de su tío el Cura. -
Y anteriormente á este individuo fueron también denunciados como
amigos de los insurgentes cdgunos otros miembros de la familia Mata-
moros, siendo uno de ellos su hermano menor D. Rafael, quien, temero-
so de caer en las temibles garras de la Inquisición, se fugó de México y
se dirigió á Oaxaca en busca de su hermano el Cura, que entonces se en-
contraba en aquella provincia; pero cuando el llegó, j^a Matamoros
había marchado á incorporarse con Morelos, y á D. Rafael no le quedó
otro recurso que internarse á Chiapas, que entonces pertenecía á Gua-
temala, y fué á radicarse á Comitán, en donde, algún tiempo después,
contrajo matrimonio con la señorita Juana Flores, de cuyo matrimo-
nio tuvo por hijos á Juana, Dolores y Francisca, ésta última murió cé-
libe.
Juana casó con el agrimensor D. Manuel Carrascosa y tuvo, de su
matrimonio á Romualdo, Dominga, Rita y Rosa.
Dolores contrajo matrimonio con D. José Ma. Castellanos, y de ese
matrimonio nacieron:José María, Matías, Manuel, Isidoro, Alaría, Isa-
bel y Sebastiana. '
De estos dos troncos descienden las familias Carrascosa y Castella-
nos, de Comitán, las que tanto han figurado en la política y en la mili-
cia de Chiapas, distinguiéndose siempre por sus ideas liberales.
1 Inquisición.— 462.— Tomo 1.— 1811 á 1818.— Siglo XIX, flo. 2, fte.
2 Véase este curioso documento en el .apéndice, donde lo publicamos íntegro.
3 Estos datos, relativos al matrimonio y descendencia de D. Rafael Matamoros, los
he obtenido de su bisnieto, mi apreciable amigo el Coronel P. Manuel Carrascosa, ex-go-
bernador de Chiapas y actualmente Diputado del Congreso de la Tnión.
289
DESCENDENCIA DEL CURA D. MARIANO MATAMOROS.
Matamoros tuvo dos hijos, un hombre y una mujer: el primero lo tu-
vo, antes de ordenarse, en una señora del iDarrio de Tlatelolco, cuj-o nom-
bre no nos ha conservado la tradición, y sólo sabemos que murió lase-
ñora cuando el niño contaba unos dos ó tres años de edad, y que Matíi-
moros lo recogió y lo acabó de criar y educar, 3- nunca se separó de él;
en todos los curatos en donde estuvo lo tuvo en su compañía, hacién-
dole pasar como su hijo adoptivo, y cuando se pronunció en Jantetelco,
el 13 de Diciemijre de 1811, lo acompañó su hijo, el que figura con el
nombre de Apolonio Matamoros en la lista de los cuarenta y siete p;i-
triotas de Jantetelco que formaron el pie del ejército de Matamoros.
No habrán olvidado nuestros lectores que entre los hijosdeD. Caye-
tano Salazar y Da. María Guadalupe Matamoros, figura en cuarto lu-
gar Da. Catalina, la cual era prima hermana de Matamoros, pero vi-
viendo en familia y en la misma casa, estrecharon sus relaciones é inti-
midades de parentesco, á tíd grado, que las convirtieron en amorosas,
\' como fruto de ellas, Catalina dio á luz una niña el día 3 de Abril de
1807, época en que Matamoros era Cura de la misión de San José
de Bucareli.
Tal acontecimiento, como era de esperarse, ocasionó la consiguien-
te sori:)resa y consternación en las familias Alíitamoros y Salazar, las
que se pusieron de acuerdo para ocultar aquel hecho, y al efecto, come-
tieron el fraude de hacer pasará aquella niña como hija de su abuelo D.
Manuel Matamoros y Catalina Salazar, y para que el secreto no tras-
pasara los muros de la nCasa de] Pueblo,» donde nació Benita, fueron
sus padrinos los hermanos de Catalina, José y Margarita.
Estas tradiciones se comprueban perfectamente con la partida de
bautismo, que no con pocos trabajos pude encontrar en los libros déla
Parroquia del Sagrario, cu^-a copia dice textualmente:
a Una estampilla de cincuenta centavos, legahnente amortizada con
« un sello de tinta azul que dice: Parroqii.^ del S.\grario Metropoli-
«TAXO DE MÉXICO.»
vEl que suscribe. Cura más antiguo de la Parroquia del Sagrario
« Metropolitano de México.»
«Certiñca: que en el libro de bautismos marcado con el número diez
uy siett, á fojas cuarenta y dos frente, liar una partida que á la letra
« dice : »
«Al margen: Benita Ricarda Matamoros.» — Dentro. — «En quatro
« de Abril del año del Señor de mil ochocientos siete, con lie." del Sr. D.
«Juan Doming.^ Cura Decano de esta Santa Iglesia, Yo el B.'^ D. José
A.N.iLES. T. IV. — .')7.
290
(i María del Castillo, bautisé una infanta que nació ayer, pusela por
« nombres Benita, Mariana, Ricarda ' hija legma. de legmo. niatriwo-
i^nio de D. Manuel Alatamoros y D.^ Catalina Salazar, naturales de es-
lí ta ciudad, fueron sus padrinos D.José Salazar y subermana D." Mar-
«ffarita, advertidos de su obligación.)) — Juan Francisco Domínguez, rú-
«brica, á José María del Castillo, rúbrica.»
^íY para constancia legal se expide la presente en la ciudad de Méxi-
« co. Parroquia del Sagrario Metropolitano, á veinticinco del mes de
« Octubre de mil novecientos once. — Vicente F. Díaz. — Rúbrica.»
Desde que encontré los descendientes de Matamoros, supe por ellos es-
ta misteriosa historia del nacimiento de Da. Benita, y ([ue ésta vivió y
murió en la creencia de que su abuelo D. Manuel había sido su padre;
que sólo hasta que ella murió fué cuando sus tías y D. Manuel comu-
nicaron el secreto á sus hijos; pero recomendándoles que lo guardaran
como un secreto de familia, el que sólo á la hora de su muerte deberían co-
municar á sus hijos, encargándoles la misma reserva; pero yo consideré
estas noticias algo exageradas y solamente creí, que para cubrir la fal-
ta del cura ante la sociedad, era solamente á Da. Benita á quien se ha-
bía hecho creer que su abuelo había sido su padre, 3' para aclarar todo
este asunto, fué por lo que busqué con mayorempeño la partida de bau-
tismo de Da. Benita, y sólo cuando la encontré, vine á convencerme de
Cjue el engaño se hizo hasta á la misma parroquia en donde ella recibió
las aguas liautismales, inscribiéndola como hija legítima de legitimo
matrimonio de su abuelo D. Manuel, el cjue nunca llegó á casarse con
su sobrina Catalina ni con ninguna otra, pues después de muerta Da.
Gertrudis (^rive, perniíineció viudo hasta su muerte; pero se explica ese
doble engaño cuando consideramos que, debido á él, se consiguieron
dos cosas, tan importante lá una como la otra: la primera, ocultar la
falta del sacerdote, cometida con la agravante de ser primo hermano
de su cómplice, y la segunda, el que Benita no apareciera como hija na-
tural, lo que en aquel tiempo era una nota de infamia, la que no sólo la
privaría de las consideraciones sociales, sino que privaría á sushijosde
hacer carrera alguna, puesto que no podrían comprobar su legitimidad
y limpieza de sangre, requisitos qvie, en aquel tiempo, se les exigía para
que pudieran ser admitid os en algún colegio; mas no se conformaron con
esto solainente las familias Matamoros y Salazar, sino que pusieron en
juego cuantos medios tuvieron á su alcance para separar á los dos pri-
mos, á fin de impedir el c¡ue repitieran su falta \- que esto los pusiera en un
nuevo aprieto para ocultarla, y al efecto, ya haya sido que se valieran
de algunas influencias, ó que, con las debidas reservas, hayan comuni-
cado el caso al señor Arzobisjjo para que les impartiera su ayuda para
1 Benita, por el día en que nació, Mariana, por el nombre de su padre, y Ricarda,
por el nombre de su bisabuelo, y por coincidencia también por el día en que nació.
291
conseguir su objeto, el hecho fué que consiguieron cjue se le diera á Mata-
moros un curato distante de la capital para alejarlo de su prima Ca-
talina. Esto lo colijo del hecho de que hal)iendo nacido Benita el 3 de
Abril de 1807, á los ocho meses y diez días después, el 10 de Diciembre
del mismo año, tomó posesión Matamoros del curato de Jantetelco. Es-
to pudiera ciertamente ser considerado como una simple coincidencia
por quienes no estén al tanto de los antecedentes; pero nosotros, que es-
tamos al corrientedeellos, no podemos considerarlo como tal, sino como
un corolario de los acontecimientos primordiales, tanto más cuanto que
tenemos documentos oficiales por los que se deduce que Matamoros,
por los amores de su prima, probablemente, abandonaba la adminis-
tración de las parro<|uias Cjue el Arzobispo le confiaba en lugares poco
distantes de México: así lo comprueba el asiento que existe en los libros
de Licencias del Archivo del Arzobispado, el que textualmente dice:
Al margen. — v.Matamoros.n — Dentro. — vEn 4 de Diciembre de 1806,
« se dieron licencias de celebrar, predicar y confesar hombres y mujeres
(I administrando en hi misión de Bucareli, al Prho. D. Mariano Mata-
« moros por el tiempo de dos años, y suspenso de tod.\s en el punto
«QUE DEJE LA ADMLNISTR.VCION.))
Esta amenaza de quedar suspenso en el ])unto cjue dejara la admi-
nistración, la cual no se le hace en ninguna de las licencias que se le die-
ron anteriormente, ni tampoco consta en los libros que consulté, (jue se
haya hecho á ningún otro sacerdote de los que allí consta cjue se les die-
ron licencias, demuestra lo ((ue dejo dicho, esto es, que Matamoros
abandonaba la administración de las parroquias que tenía á su cargo,
y esto era, nnn- ])robableniente, por venirt-e á la capital á ver á su pri-
ma; así (|ue, cuando con el nacimiento de Benita, se puso en claro la
causa porque abandonaba la administración de las parroquias (|ue te-
nía á su cargo, se le mandó á Jantetelco, parrocjuia bastante a]jarta-
da de la capital, no sólo por la distancia, sino jjor los malos caminos
de la tierra caliente, que en aquella época estaban en peores condiciones
que lo están hoy, y es probable que al mandársele allá, se le haj-a im-
puesto una especie de destierro, prohibiéndi^le viniera á la capital, pues
existe en la familia la tradición que desde que se fué á Jantetelco, no vol-
vió ya jamás á México, y murió sin que su familia lo hubiera vuelto á
ver.
Da. Benita contrajo matrimonio en la parroquia del Sagrario con
D. Mariano Aranda á fines del año de 1824, ó al principiar el de 1825,
á juzgar por lo que dicen sus nietas y por el hecho de cjue su primer hi-
jo nació en Septiembre de 1825; pero yo no encontré en el archivo del
Sagrario su partida de matrimonio, porque faltan los libros de este
ramo desde el añi) de 1823 hasta el final de 1825, que son precisamen-
te en los que la partida debió haber estado.
Da. Benita tuvo cuatro hijos de su matrimonio: el primero de ellos
fué Jesús, que nació en Septiembre de 1825; la segunda fué María de la
292
Luz, que nació el 11 de Sejjticnibre de 1828; ' la tercera, Ana, que na-
ció en 1831 y murió en la infancia, y el cuarto, José María, que nació en
27 de Agosto de 1833.
D. Jesiis casó en ])rimeras nupcias con Ma. Dolores Núñez, y tuvo de
ese matrimonio á Rafael, Carolina, Concepción y Enriciue, y de su se-
gundo matrimonio, que contrajo con Soledad Carbajal, tuvo á Elisa,
Carmen, Miguel y Mariana.
D. Jesús fué Capitán de Granaderos á Cal^allo, en tiempo de Santa-
na; tomó parte en la defensa de la patria contra la invasión americana,
asistiendo á todas las acciones de guerra en que tomó participio su re-
gimiento, y algún tiempo después de haber terminado aquella guerra,
pidió su licencia absoluta, la que le fué concedida, y le dieron una colo-
cación en Palacio como aj'udante de su hermano José María, que des-
empeñaba la conserjería de la Presidencia de la República, en donde du-
ró con su hermano muchos años, hasta el regreso de Juárez, de Paso del
Xorte, quien los destituyó por haber seguido desempeñando sus pues-
tos durante el Imperio de Maximiliano.
Después de separado de Palacio, obtuvo un empleo en la Dirección
de Obras Públicas y en él permaneció hasta el 27 de Agostodel897,en
el que falleció de congestión cerebral, en la casa número 4 del Puente de
Carretones, á la edad de 72 años, según consta de su partida de defun-
ción, la que á la letra dice: «N'^ 519. — «En nombre de la República Me-
«xicana, y como Juez del Estado Civil de este lugar, hago saber á los
« que la presente vieren, y certifico ser cierto que en el libro núm. 437
«del Registro Civil que es á mi cargo, á la foja 71 fte. se encuentra asen-
« tada una Acta del tenor siguiente:»
«1555. — Mil quinientos cincuenta y cinco. — En la Ciudad de México,
«á las 11 once de la mañana del día 27 veintisiete de Agosto de 1,897
«mil ochocientos noventa y siete, ante mí, Enrique Valle, Juez del Esta-
ndo Civil, compareció el Ciudadano Arturo Bonnet, de México, casado,
«empleado; vive en la calle de la Maríscala, núm. 3 tres, y dijo: que hoy
1 El que suscrilje. Cura mas :intiguii de la Parroquia del Sagrario Metropolitano de
.México.
Certifica: i|ue en el libro de bautismos marcado con el número once, á fojas docientas
veinte, vuelta, liay una partida (|ue á la letra dice: al margen. 1081. — María de la Luz
Guad.^ Alariana Macedonia Aranday Matamoros.» — Dentro. — «En catorce de septiembre
de mil ochocientos veinte y ocho, con licencia del D."' y Mtro. D. Joaquín Koman, segun-
do Cura interino de esta santa iglesia, Yo el Presbj'tero D. José Mariano Dávila, bauti-
cé á una niña que nació el día once del presente, púsela por nombres María de la Luz,
Guadalupe. Mariana, Macedonia, hija legitima de legitimo matrimonio del Ciudadano
Mariano .\randa y de Benita Matamoros, nieta por línea paterna del Ciud.° José Ma-
riano Aranda y María Clara Cervantes y por la materna del Ciud." Manuel Matamo-
ros y Catalina Salazar, fué su madrina D? María de la Asumpción Coronel advertida de
su obligación. ^oaq." Román, rúbrica.» — V para constancia legal se expide el presente
en la ciudad de México, Parroquia del Sagrario Metropolitano á veintiocho de Septiem-
bre de mil novecientos once. — Vicente F. Díaz, rúbrica.
Anales.— ToxK I I\'.
LÁM. 35.
Ha. licniía Matamoros y Salazar, liija del Cura
I). Mariano Matamoros.
-2^'
Anales, — To.md I\'.
LÁM. 36.
V.\ Capilñii D.Jesús .\r;inil;i y MatiinKiro
I). Jii.sé María .^rancla v MataiiKims.
293
«á líis 4. 14 cuatro y cuarto de la mañana, en el Puente de Carretones,
«número 4 cuatro bajos, falleció de Conjjestión cerebral, el Ciudadano
(Jesús Aranda, de México, de 72 setenta y dos años, empleado, viudo
«de María Dolores Nuñez, hijo de los finados Rafael Aranda y Benita
«Matamoros. Se dio boleta para 6" sexta clase en el Panteón de Dolo-
«res. Son testigos Crescencio Jiménez 3' Francisco Cabrera, de las ge-
nnerales y domicilio del compárente. Leída esta acta la ractifiearon y
«firmaron; agregando que el finado no era pensionista del Erario Fede-
«ral. E. Valle. — A. Bonet. — C. Jiménez. — Franco. Cabrera, rúbricas.»
«Y para los usos legales expido la presente copia en México, á los 7
«siete días del mes de Septiembre de 1911 mil novecientos once. — W.
«Briseño, rúbrica.
Da. Ma. de la Luz casó con D. Manuel Salazar, hijo del Coronel D.
Luis Salazar y Da. Guadalupe Silva, y tuvo de su matrimonio los si-
guientes hijos: Ricardo, que fué teniente de caballería, )' que murió sin
sucesión; Juan, que vive en la frontera del Norte y está empleado en la
Gendarmería Fiscal; Concepción, que murió célibe; los gemelos Miguel
y Carlos, este último murió en la infancia y Miguel vive y está emplea-
do en la Subdirección de Rentas del Distrito Federal; Soledad, ([ue mu-
rió y Josefina que vive, l
Da. María de la Luz falleció de tuberculosis pulmonar, en la casa
número 10 de la 1" calle de la Amargura, á la edad de 61 años, el día
(5 de Abril de 1888. 2
Y el último hijo de Da. Benita, D. José María, contrajo matrimonio
con Da. Elena Ibellez, de cuyo matrimonio tuvo ocho hijos que, por
1 Un sello que dice: «Parroquia de la Santa \'eracruz. — México. — El i|ue suscribe. Pá-
rroco de la Santa Veracruz de esta ciudad, Certifica en la forma debida f|ue en el libro de
bautismos n? 91 que obra en el archivo de esta Parroquia que es á mi cargo hay una
partida n° 186 que fielmente así dice:
«En veintisiete de Marzo de mil ochocientos setenta. Yo el Lie. José María Gonzá-
lez, Cura de esta Parroquia de la Santa Veracruz, bauticé solemnemente á una niña que
nació el diez y ocho de este raes, á la que puse por nombre María Josefina, hija lejítinia
de Míinuel Salazar y de Luz Aranda, Abuelos paternos, coronel Luis Salazar y Guadalu-
l)e Téllez de Salazar; abuelos maternos, Mariano Aranda y Benita Matamoros, fué la
madrina Luz Alegría á la que advertí su obligación y parentesco espiritual. V para que
conste, lo firmé. José M* González, una rúbrica. Doy fé. Manuel P. Tejada: una rúbrica.
y para los fines C|ue convengan extiendo el presente en México, el día 11 de SeiJtiem-
brede 1911.
Manuel P. Tejada, rúbrica.
2 Un sello que dice: Para las Actas del Registro Civil.
800 ochocientos. — Aranda Luz.
En la ciudad de México á las 12 y Vt doce y cuarto del día 7 siete de Abril de 1889
mil ochocientos ochenta y nueve, ante mí, Enrique Valle, Juez del Estado Civil, compa-
reció el Ciudadano Cipriano Cázales, de México, soltero, empleado, vive en la calle de la
Maríscala número 10 diez, bajos, y expresó que falleció la Señora Luz Aranda, de Méxi-
co, de 61 sesenta y un años, viuda de Manuel Salazar, hija de los finados Mariano Aran-
da y de la Señora Benita Matamoros. Se le dio boleta de 5^ quinta clase en el Panteón
294
orden de su nacimiento fueron los sigaiientes: Alaría de la Luz, Manuel
1' y Alanuel 2°, Ángel, Eduardo, Fernando, Concepción y José. D. Jo-
sé María fué empleado de la Imprenta del Gobierno, 3- cuando el Gobier-
no jubiló á su bisabuelo D. Manuel Matamoros, que como dejo dicho,
desempeñaba el empleo de Conserje de la Presidencia de la República,
fué nombrado él para substituirlo, y poco tiempo después se nombró
como su a3'udante á su hermano don Jesús y los dos hermanos, que por
varios años vivieron en Palacio, eran conocidos allí por Alatamoros
grande (Jesús) y Matamoros chico (José María).
El 30 de Mayo de 1863, día en cjue el Presidente D. Benito Juárez,
con motivo de haber tomado Puebla los franceses, abadonó la capital
y se trasladó con su gobierno á San Luis Potosí, los hermanos Ma-
tamoros fueron los únicos que quedaron en Palacio encargados de su
cuidado, pero D. José María tvivo miedo 3- se escondió, dejando solo á
su hermano Jesús, quien estuvo al cuidado de todo hasta que el General
Salas se encargó provisionalmente del gobierno, y éste dejó en sus em-
pleos á los hermanos Aranda, los que permanecieron en ellos durante el
Imperio de Maximiliano, 3- cuando Juárez regresó á México, después del
triunfo del ejército repul:)licano en Ouerétaro, los encontró en los mismos
empleos en que él los había dejado; pero pocos días después de su llegada
los destituyó por haber servido al Imperio.
D. Jesús consiguió un empleo en la Dirección de Obras Públicas, el
que conservó hasta su muerte, como dejo dicho, 3- D. José María se co-
locó como jefe del obrador de la entonces afamada cerería de Nuestra
Señora de Guadalupe, que tenía su despacho en el número 5 de las Re-
jas de Balvanera 3- era de la propiedad de D. Ca3-etano Salazar, su pa-
riente cercano, quien en aquella época había vendido 3a su casa nú-
mero 22 de la 1' de la Merced y se había comprad o otra en la calle con-
tigoia de las Cruces, que era la que entonces habitaba.
D. José María falleció de 53 años de edad, el día 3 de Agosto de
1886, 3' de sus ocho hijos sólo viven actualmente, M'dela Luz, Feman-
do, Concepción 3- José.
M* de la Luz casó con D. Manuel Sánchez en la parroquia del Sa-
grario Metropolitano, el día 27 de Noviembre de 1878, 1 de cu3-o ma-
de Dolores. Son testigos los Ciudadanos José Liñan y Adolfo Cerecero, de las generales
del compareciente, con que el viven.
Leída esta acta la ratificaron y fimió el que supo. — E. Valle. — Cipriano Cázales. —
Rúbricas.
Y para los usos legales expido la presente en la ciudad de México, á 21 veintiuno de
Agosto de 1911, mil novecientos once. — .\nto. Crespo, rúbrica.
.\1 margen un sello que dice: «Departamento de Archivo y Supervivencias.— Regis-
tro del Estado civil. — México.»
Confrontado. — Carlos Guzmán. rúbrica.
1 En la Ciudad de México, á las cuatro y media de la mañana del día veintisiete de
Noviembre de mil ochocientos setenta y ocho y en la Parroquia del Sagrario Metrópoli-
295
trinionio tuvo á Miguel, Sara, Gonzalo y Augvisto; el ])riinero está em-
pleado en el Instituto Médico, el tercero, en la Administración de Co-
rreos, y el cuarto cursa sus estudios en la Escuela Preparatoria.
Cocepción, que nació el 17 de Junio de 1877 y se bautizó el día 23
del mismo mes en la parroqtiia de la Santa Veracruz, ha tenido tres hi-
jos, que son: Enrique, Alfredo 3' Arturo.
Resumiendo: los parientes y descendientes del Benemérito de la Pa-
tria, Teniente General D. Mariano Antonio Matamoros y Oribe, que
actualmente viven en esta capital y fuera de ella, son los sig"uientes:
Una sobrina segunda: señorita Angela Estevan Salazar y Rujano, na-
cida el 3 de Agosto de 1821, y bavitizada en la parroquia de Santo To-
más de la Palma el 4 del mismo mes y año.
BiiNiETOS: María de la Luz Aranda Matamoros é Ibellez, y .sus her-
manos Fernando, Concepción y José.
Josefina Salazar, Aranda y Matamoros y sus hemanos Juan y Mi-
guel.
Elisa, hija de D. Jesús Aranda 3' Matamoros, de su segundo matri-
monio con Soledad Carbajal.
Tatara.metos. Hijos de María de la Luz: Miguel, Gonzalo 3- Augus-
to.
Hijos de Concepción: Enrique, Alfredo 3' Artviro.
Hijo de Josefina, Gabriel.
Hijos de Rafael, hijo de D. Jesús: Rafael, Alberto, María Luisa, Gm-
llermo, Carlos 3- José.
CAPITULO II.
El Cura dk Ja.ntetelco.
D. Mariano Antonio Matamoros y Orive nació en la ciudad de Mé-
xico, capital, entonces, de la Nueva España, en la casa número 22 de la
taño de México, contrajeron matrimonio el Sr. D, ¡Manuel Sánchez y la Srta. Luz Aran-
da, hijo el primero del Sr. D. Luis Sánchez y D" Dolores Escudero; y la segunda, de los
señores D. José M. Aranda y W Elena Ibellez: el primero de veinticinco años de edad y la
segunda de diez y ocho; fueron sus padrinos los Sres. D.Ricardo .Martínez y su esposa
D* Agustina Preciado de Martínez.
Precedieron las amonestaciones prevenidas por el rito católico, conforme al cual se
celebró dicho matrimonio; y cuyas amonestaciones se lejeron en el Sagrario y en la Pa-
rroquia de la Santa Veracruz, también de esta Ciudad, los días diez, diez y siete y vein-
ticuatro del mismo Noviembre, habiéndose hecho la correspondiente presentación el día
nueve del propio mes en la repetida Parroquia del Sagrario, fueron testigos jjor parte de
D. Manuel Sánchez D. Febronio Lucio López y D. José Pérez y por la ])artc de D* Luz
.\randa D. Gabriel Moreno y D. Jesús .Matamoros.
Y para constancia firmaron la acta dichoscontrayentes y testigos. — Kscopia simple.
-Mé-xico, 11 de Noviembre de 1878,
296
primera calle de la Merced (ho^' 8* de Capuchinas, nvimero 148), por
los años de 1769 á 1770. Fueron sus padres D. Manuel Matamoros 3-
Salazar y Da. Gertrudis Orive y Martínez, originarios de la ciudad de
México; fueron sus aijuelos paternos, D. Ricardo Matamoros y Da. Sara
Salazar, 3' los maternos, D. Eduardo Orive y Da. María de los Dolores
Martínez.
Da. Angela Salazar, sobrina segunda de Matamoros, y todos los
bisnietos de éste, á cjuienes he interrogado, individual y separadamente,
sobre el lugar en donde nació Matamoros, están contestes en que éste
fué la casa conocida por «Casa del Pueblo,» sita en la primera calle de la
Merced, que es la misma quedejo señalada, y están conformes también
en la genealogía del héroe, que dej o expuesta, por lo que considero esos dos
puntos como incuestionablemente verídicos y fuera de toda duda; pero
ninguno de la familia sabe la fecha en que nació el caudillo: sólo Da. An-
gela dice que la oyó decir allá, en sus mocedades, pero que no la recuer-
da. En vista de la carencia de datos sobre este importante asunto,
puesto que hasta la partida de bautismo de Alatamoros se perdió, to-
mando por base los años en que se graduó de bachiller en Filosofía 3-
Teología, así como en el que se ordenó, que fué el de 1796, es como he
calculado que ki fecha de su nacimiento fué por los añosdel769 á 1770,
como dejo dicho.
Matamoros aprendió las primeras letras en una escuela de su ba-
rrio, 3' luego ingresó al colegio de Santa Cruz, que tenían los francisca-
nos contiguo á su convento de Santiago Tlatelolco, cu3'o edificio exis-
te aún, 3' ho3' está destinado á prisión militar, y allí hizo todos sus es-
tudios hasta recibir las órdenes sagradas.
Creo pertinente el que nos detengamos un momento aquí para ha-
cer una ligera reseña histórica del célebre colegio de Sta. Cruz, en donde
Matamoros hizo sus estudios.
En 1535 erigieron los franciscanos la provincia del Sto. Evangelio
en México y ftmdaron el convento grande, la recolección de San Cosme,
el convento de Santiago, en Tlatelolco, 3- los curatos de Toluca 3' Tex-
coco. 1
Felipe II, en cédula fechada en Barcelona el 1° de Agosto de 1543,
concedió al convento de Santiago Tlatelolco la administración parro-
quial, la que ejercieron los franciscanos hasta el año de 1770, en que por
real orden se secularizó la parroquia 3' pasó á la iglesia de Sra. Sta.
Ana, pero por orden del Sr. Obispo de Nicaragua, Dr. D. Juan de la To-
rre, quedó el colegio de Sta. Cruz bajo la dirección de los francisca-
nos. -
Esto es, á grandes rasgos, en lo cjue concierne al convento, veamos
ahora lo relativo al colegio.
1 limo, señor \ era. Catecismo Histórico, Geoirráfico y Estadístico de la Ij;lesia Me-
.xicana. Pá";. 23.
2 Alfaro Peña. pág. 68.
¿,í>'~*
Anales. — Tomo IV.
L.\M. 37.
D. Miguel Sánchez y Aranda Matamoros, tataranieto de Matamoros,
y su esposa la Sra. Antonia Europa de Sánchez.
-^^
'f. C
o
■■/. 2
I
Anales, — Tomo IV.
Lam. -tO.
Fachada de «La Casa del Pueblo.» donde nació Matamoros.
Inicrior de la iiii.'inia ea.-a.
297
El Virrey D. Antonio de Mendoza eoneiliió la idea de fundar un co-
legio para (¡ue en él se educaran los hijos de los indios nobles, y al efec-
to, mandó construir un edificio, de su ])ro]3Ío peculio, contiguo al con-
vento de franciscanos de Santiago Tlatelolco, con el fin de (jue el cole-
gio quedase bajo la dirección _v administración de aíjuellos religiosos, y
para formar el fondo del colegio, le donó, el mismo Virrey-, unas hacien-
das y estancias de su propiedad, que formaban un total de ocho fincas
con un valor de $78,800.
Se terminó el edificio afines del año de 1536, y desde luego comenza-
ron á hacerse los preparativos para la inauguración del colegio, comen-
zándose por los estatutos, los que rezaban que los colegiales deberííin
ser niños indios, de 10 á 12 años, hijos de los caciques ó señores de los
pueblos principales de los alrededores de México; que su traje para sa-
lir debería ser manto azul y becas blancas, y el ¡programa de enseñanza
se reduciría á enseñarles á hablar el español, lectura, escritura, las cua-
tro reglasfundamentalesde aritmética y la doctrina cristiana; peropo-
co tiempo después fué aumentado este programa por el Obispo Ramí-
rez de Fuenleal, quien para probar (dos ingeniosyi de los indios, según
dicen los autores, i dispuso que á los niños que A^a hubiesen aprendido
á leer, se les enseñara gramática latina y por añadiduríi filosofía y ló-
gica, quedando el programa de enseñanza aumentado con estas tres
asignaturas más, y siendo el colegio de Sta. Cruz de Tlatelolco el pri-
mer colegio de la Nueva España en donde se enseñaron estas materias.
Terminados estos preliminares, se procedió á reunir los futuros co-
legiales, tra^-éndose dos ó tres niños, de diez á doce años, de cada ])ue-
blo de los principales, que eran cabeceras, y reunieron sesenta niños, con
los que se inauguró el colegio el día 6 de Enero de 1536, con gran so-
lemnidad. En la mañana de ese día se reunieron en el convento de San
Francisco de México, el Virrey D. Antonio de Mendoza, el Arzobispo Fr.
Juan de Zumárraga, el Obispo de Sto. Domingo, D. Sebastián Ramírez
de Fuenleal, Presidente que había sido de la Real Audiencia, el Ayunta-
miento, los vecinos principales y una multitud de gente de todas las cla-
ses sociales, con cuyos elementos se organizó una solemne procesión, en
la que inarchaban los futuros colegiales, luciendo sus trajes talares con
sus mantos azules y sus becas blancas; esta procesión, recorriendo las
calles principales de México, se dirigió á Tlatelolco y al llegar al cole-
gio se procedió, con toda solemnidad, al acto de la inauguración en el
que se predicaron tres sermones, siendo el más notable de ellos el que
predicó el Dr. D. Francisco de Cervantes Salazar, y terminó la ceremo-
nia con la apertura de las clases.
Fué el primer Rector de este colegio Fra^^ García de Cisneros, que fué
también el primer Provincial de los franciscanos en México.
Fué notable este colegio, tanto por los sabios que en él figuraron
1 Cavo. «Los tres siglos,» libro 3?, pág. 113. — Torquemada. — Monarquía Indiana.
T. I, pág. 607.
A.NALES. T. IV.— 38.
298
como maestros, como por los hombres ilustres que hicieron allí sus es-
tudios. Entre los primeros figuran: Fra^- Andrésde Olmos, distinguido
poliglota; FrayJuandeGama, déla Universidad de París; Fray Francis-
co de Bustamante, notable sabio é insigne predicador; Fray Juan Fo-
cher, francés, Doctor de la Universidad de París; los bien conocidos lite-
ratos é historiadores Frav BernardinodeSahagúnA^ Fra^' Juan de Tor-
quemada,y otros varios, que sería largo enumerar, \- éntrelos segundos,
que fueron muchos, figura el ilustre y notable indio de Azcapuzalco, D.
Antonio Valeriano, de la sangre real de Moctehozoma, del que hace Tor-
quemada grandes elogios y dice que fué su maestro de mexicano, y el
egregio general D. Mariano Matamoros.
Con el tiempo fué decayendo el colegio hasta dejar que se derribara
el edificio, del que sólo quedó una sala con una escuela primaria, y así
permaneció hasta el año de 1728, en queel Oidor y Juez de Colegios Rea-
les, Dr. D. Juan Olivares Rebolledo, en vista de los fondos existentes y
los derechos y acciones del colegio, y en atención á su venerable antigüe-
dad y á los hombres ilustres por su saber, que allí habían estudiado,
mandó reconstruir el edificio y se verificó su reapertura el día 19 de No-
viembre de 1728, con un acto solemne al que concurrieron los nuevos
colegiales con sus mantos azules 3^ sus becas blancas, los cuales no eran
3'a solamente los hijos de indios nobles, sino que también eran recibidos
criollos y españoles, según los nuevos estatutos.
Tal es, á grandes rasgos, la historia del colegio de Sta. Cruz, endon-
de Matamoros hizo sus estudios, los que comenzó allí el año de 1781, se-
gim se deduce de la fecha en que se graduó de bachiller en artes, cuya
fecha, así como en la que se graduó de bachiller en Teología, están bien
comprobadas con los asientos que enconté en el archivo de la extingui-
da universidad, los que á la letra dicen:
nLibro en que se asientan los grados de Bachilleres en Artes, 1770 á
«1794.n
En la foja 307 vta., ha}- un asiento que dice:
«■Mariano Antonio Matamoros y Orive.— probados fas Curios reci-
libio el Grdo de Br. en Artes, por examen, aprobación v suñciencla, pa-
ara cualesquiera facultad, de mano del Dr. y Mro. qe eñe firma, en vein-
atiseis de Agosto de mil setecientos ochenta y seis. — argüyeron los Doc-
lítores qe en el inmediato, l de qe doy feé.^presentó fé de Baptismo de
{(legitimo y Español, esnatural de México. — Dr. y Mro. Pina, Rúbrica
« — Ante mi. — Diego Posada. — Serio, rúbrica.)^
Y en la foja 147 vta. del Libro en que se asientan los grados de Ba-
chilleres en todas facultades, que comprende del año de 1776 al de 1810,
existe otro asiento del tenor siguiente:
nEl Br. Dn. Mariano Antonio Matamoros y Orive, recibió el grado
ii.de Br. en Theologia en veintiséis de Octubre de mil setecientos ochentay
1 Fueron éstos: N. M. R. P. Fy Joph. Rafael Olmedo, Dr. D.Juan AntoinoAndonegui
y Dr. D. Joachin .\ntonio Eguia Muro.
299
{(nueve de mano de! Dr. r/e esta firma.— Probó fus curfos y las diez lec-
mciones con puntos y termino de veintiquatro : tuvo su actillo en el que
^argüyeron los Brs. Dn. Domingo ligarte, Dn. Mariano Hamaña y Dr.
(iün.Juan Ignacio Vicuña de r/e. doy feé. — Presentó sus certificados, en
«México. — Dr. Ignacio Ilsarhe, rubrica. — Ante mi. — Diego Posada. Serio,
(.(.rubrica. — AI margen:» t(TlateloIco.n
Matamoros era delgado, de estatiira pequeña, color blanco amari-
llento, ligeramente picado de viruelas; pelo y barba rubios, ojos garzos,
algo más pequeño el izquierdo que el derecho, debido ala caída del pár-
pado, 1 lo ([ue es característico de la familia; pues lo mismo tuvo los ojos
su padre D. Manuel, su hija Da. Benita, los hijos de ésta, D. José Ma-
ría 3' D. Jesiis y su nieta María de la Luz, que aún vive, lo que po-
drá observarse en sus respectivos retratos, que aquí publicamos. Incli-
naba Matamoros la cabeza sobre el hombro izquierdo y su voz era
gruesa y hueca; tenía tan arraigado el vicio de fumar puro, que nunca
se lo quitaba de la boca, y en la silla donde se sentaba había hecho un
agujero en la vaqueta, aun lado tlel asiento, el que le servía para clavar
su puro cuando tenía que entrar á la iglesia ó hacer algo en que éste le
estorbaba.
La diminuta estatura de Matamoros, de quenos habla la tradición,
ha venido á ([uedar comprobada con las pequeñas dimensiones de los
huesos de su esqueleto y con las suelas de sus zapatos que nos encontra-
mos con sus restos, los que miden solamente 25 centímetros, y el pie
solamente 24.
Era Alatamoros mu^' devoto de la Virgen de Guadalupe, de cuva
imagen colocó un cuadro en el corredor de la casa donde vivió, 3- al pie
de él puso una lámpara de aceite, laque ardía continuamente; este cvia-
dro existe aún en el corredor del entresuelo de la Casa del Pueblo, en el
mismo lugar donde Matamoros lo colocó.
Cada año celebraba con gran pompa y entusiasmo el día 12 de Di-
ciembre y la Noche Buena; convertía en teatro el patio de la casa y
allí se representaban coloquios y pastorelas, en las ([ue él tomaba par-
te como director 3' como actor, antes de ordenarse, y después de orde-
nado de subdiácono, sólo figuraba como director.
Hacía también unas «posadas» muv solemnes 3' concurridas, como lo
eran también sus ftmciones de teatro, pues unas y otras se habían he-
cho famosas en el barrio de la Merced.
El niño Dios, que servía á Matamoros para sus «posadas,» existe hov
en la parroquia de San Pablo, á donde, como dejo dicho, lo regaló
Da. Dolores Salazar, 3- allí se le tiene en gran veneración; continuamente
lo traen en las casas de los vecinos católicos del barrio, á donde lo llevan
para festejarlo 3' hacerle novenas, especialmente á las casas en donde
ha3- algún enfermo.
1 Ptosis ó blefaropasino, incompleto, cono;énito, atá\'ico.
300
Matamoros hizo una buena carrera literaria y tenía una vasta ins-
trucción, y debido á esto seguramente, es por lo que Llano le da el título
deLicenciado, i yen vista de esto consulté los libros de la ex-Universidad
y no existe en ellos ninguna constancia que compruebe que haya reci-
bido el grado de Licenciado en alguna facultad; tampoco en las cons-
tancias que existen en los librosdel Arzobispado, seledaese título, sino
solamente el de Bachiller.
Nuestro biografiado recibió las órdenes de presbítero de manos del
limo, y Rmo. Arzobispo de Aléxico, Sr. Dr. D. Alonso Núñez de Haro
y Peralta, el aña de 1796, y se le expidieron por el mismo prelado las
primeras licencias, sólo para decir Alisa, en las parroquias de Sra. Sta.
Ana, Sta. Catarina Mártir y el Sagrario, el día 26 de Marzo del mismo
año de 1796, por el término de dos años. 2
No consta en los libros del Arzobispado la fecha en que se ordenó,
pero es un hecho que eso tuvo verificativo en las témporas últimas, an-
teriores al día en que se le expidieron las licencias, y éstas cayeron en-
aquel año en los días miércoles 23 y sábado 26 de Febrero, por conse-
cuencia, fué en uno de esos dos días cuando Matamoros se ordenó.
Permaneció en Méxicodisfrutando de sus licencias para celebrar en
las tres parroquias mencionadas, un año, cuatro meses, }• el 13 de Julio
de 1797 se le ampliaron las licencias por dos años más, dándoselas tam-
bién para confesar hombres y mujeres, y predicar en la jurisdicción de
la parrocjuia de Tepetitlán, á donde fué como vicario 3' permaneció allí
dos años, cinco meses, hasta el 3 de Enero de 1800, que pasó con el mismo
carácter de vicario á la parroquia de Pachuca, en donde permaneció
hasta el 3 de Enero de 1803, en que fué nombrado cura encargado
de Escancia, cuya parroquia administró durante frésanos, hasta el4de
Diciembre de 1806, en que, con el mismo carácter de cura encargado, pasó
á la Alisión de Bucareli 3 y allí solamente permaneció un año, pues en
Diciembre de 1807, lo mandaron ájantetelcoá substituir al cura encar-
gado y Juez Eclesiástico Br. D. Diego Martínez, durante una licencia
que se le concedió; pero como el señor Martínez, no sabemos por qué
causa, ya no volvió á Jantetelco, quedó Matamoros al frente déla pa-
rroquia hasta ellSde Diciembredel811,en que se lanzó ala revolución,
dejando encargado de la parroquia á su vicario el Br. D. Matías Za-
bala;pero como éste, pocos días después de que Matamoros se fuéá reu-
nir con Morelos, levantó gente 3- se fué en su seguimiento, quedó la parro-
1 Carta original de Llano al Virrey. Archivo Gral. Operaciones de «íuerra. T. 18, fo-
lio 4 vta., y el mismo título le da en todas sus comunicaciones y también se le da el mis-
mo título de Licenciado en la causa que se le formó por la jurisdicción eclesiástica.
2 Archivo del Arzobispado, «Libro quinto de Licencias de celebrar, confesar y predi-
car, que da principio el 25 de Julio de 1795,» fio. 48 vta.
3 Esta parroquia y la de Escancia se segregaron del Arzobispado de México el 1° de
Marzo de 1862, en que se erigió el Obispado de Querétaro para formar parte de aquel
Obispado.
'i'-
Analks. — Tomo IV.
Lam. 41.
KxLcnor (le la I'risióii Militar ile Saiitia.iío, antifíiio Colegio de Sta. Cruz.
Tlatclolco, Mc.\¡co.
Interior de la Prisión Militar de Santia.ao. aiiti.mio Cole.ijio de Sta. Cruz.
Tlatclolco, Míxico.
50<^
Anales. — To.mu IV.
LÁ.M. 47
Parroquia de Santa Ana. — México. D. F.
3oo
Anales.— Tomo IV.
LÁM. ■4-2.
Cura Ii. jcpsé María Morelos v Pavón.
301
qiiia acéfala hasta el 4- de Octubre de 1812, en que tomó posesión de ella
el Br. D. lynacio Alvarez Hernández, según consta de una nota que
existe en el libro de entierros, inmediatamente después de la última
partida firmada ])or Matamoros, laque textualmente dice: iiEnqiiíitro
«de Octubre de uiil ochocientos doce el Br. D. Ignacio Alvarez Hernán-
íidez, cura encargad o y Juez Ecco., tomó posesión de la parroquia del
«.pueblo de Xantetelco y sus Anexos, y en este libro comienza las parti-
«das de entierros de indios por no haber libros útiles donde escribir las
^referidas partidas y encontrar todo el archivo perdido y desordenado
«r siguen las partidas de mi quenta en la fecha qe comienza. >^
La villa de Jantetelco de Matamoros, l está situada al pie del cerro
conocido conel nombre de «Peñón de Jantetelco» _v la barranca de Ama-
tzinac, que se surte de las aguas que bajan de los ventisqueros del Popo-
catepetl; es la que proporciona el agua á la población y riega la fértil y
hermosa campiña donde ésta se asienta.
Jantetelco es cabecera de la Municipalidad de su nombre, la cuíü per-
tenece al Distrito de JonacatepecdelEstadode Morelos, de cuya capital,
Cuernavaca, dista 18 leguas hacia el S. E. y 2 leguas al N. de Jon icate-
pec, y cuenta con una población de 4,468 habitantes. 2
«Jantetelco. — Xantetelco. — En el montón de adobes: comp. de xa-
umitl, adobe; tetelli ó tetella, montón alto, y co, en, lugar.
«Algunos creen que puede significar «en el arenal pedregoso;» pero en-
«tonces debería decirse Xaltetelco,áe xali, arena y tetl, pedregoso, mu-
«cha piedra (porque se duplican las primeras dos letras de tetl piedra)
y co, en.»
Tal es la etimología de Jantetelco, que nos da el señor Lie. Róbelo, .3
la cual está conteste con la que se lee en la «Onomatología Geográfica»
del señor Reyes, sólo que este autor agrega, que esta etimología dima-
na de que el templo gentílico de Jantetelco estaba construido sobre una
pirámide formada de adobes, semejante á la de Cholula.
La parroquia de Jantetelco fué fundada por los Agustinos en el siglo
XYI y se secularizó el 16 de Ma3'o del771, en que por muerte del último
cura religioso Fray Francisco Gallo, tomó posesión de ella el primer cura
seglar, Br. D. Antonio Eguiluz. 4
Lo que es hoy el curato, era el convento de Agustinos, cua-o edificio
era de dos pisos, techados de bóveda; pero deliido ala acción destructo-
ra de los siglos, por una parte, y por otra ala incuria y al abandono, se
derribaron el segundo piso y las bóvedas, no quedando masque las pa-
redes del piso bajo, las q-ae se aprovecharon para el actual curato, te-
1 Con este nombre se erigió en villa por el decreto N° 29, de 12 de Enero de 1874, del
Congreso del Estado.
2 García Cubas. Diccionario Geográfico, T. 3, pág. 300.
3 Nombres geográficos del Estado de Morelos, pág. 37.
4 limo. Sr. Vera. «Erecciones Parroquiales,» pág.l2.
302
chándolas de madera y ladrillo, que es como actualmente se encuentra.
En el tiempo en que Matamoros fuécuradejantetelco, y aun muchos
años después, perteneció la parroquia al Arzobispado de México, y en
cuanto á la jurisdicción civil, pertenecía á la Intendencia de México, la
que después de la Independencia tomó el noml^re de Estado, pero con-
servando sus mismos límites, hasta que posteriormente se fraccionó, y
de él se formaron: el Distrito Federal, el Estado de México actual y los
Estadosde Guerrero, Morelosé Hidalgo, ala vez que también el Arzobis-
pado quedó dividido, en el Arzobispado de Aléxico y los Obi-spados de
Ouerétaro, Tenancingo, Chilapay Cuernavaca, 3' en virtud de estos frac-
cionamientos, pertenece hoy Jantetelco á la Mitra de Cuernavaca y al
Estado de Morelos.
Matamoros tomó posesión del curato de Jantetelco el 19 de Diciem-
bre de 1807, según se colige délos librosde la parroquia, cuyas partidas
están firmadas por su antecesor el cura D. Diego Martínez, hasta el día
18, y ya el 19 aparece firmada por Matamoros y escrita de su letra la
primera partida de bautismo que él celebró, la que textualmente dice:
nEl 19 de Diciembre de 1807, enesta iglesia parroquial de Jantetelco,
v^yo elBr. Dn. Mariano Matamoros, por a usencia legítima del encargado
«de cura, el Br. Dn. Diego Martínez, bapticé solemnemente á una cria-
ntura de cinco dias de nacida á la qe. puse por nombre José Mariano,
«dicen español de calidad hijo legmo. de Pascual Antonio Aragón y
«Gertrudis Sandoval del Rancho de Amazongo: fueron sus padrinos
•iVictoriano Nicolás Cerezo y Narcisa Josefa Gavilán, á quienes advertí
«el parentesco qe. contraxeron y para qe. conste lo firmé. — Mariano
«Matamoros,» rúbrica.
La familia que llevó Matamoros á Jantetelco, se componía únicamen-
te de su hijo Apolonio, el que él hacía pasar por su hijo adoptivo, y
su servidumbre, que la constituían una negra esclava, llamada Gregoria
Cordero, y su mozo Ignacio Noguera.
Vivió Matamoros cuatro años tranciuilamente en su curato de Jante-
telco, en donde bien pronto se captó las simpatías y el aprecio de sus feli-
greses, por su trato amable, su carácter bondadoso 3- tolerante y su
acendrado amor á los indios 3^ á los pobres, por lo que sus feligreses no
sólo veían en él al solícito pastor, sino al amigo sincero con quien con-
sultaban todos sus asuntos, 3' al amoroso padre que los consolaba ca-
riñoso en sus aflicciones 3' los socorría con mano pródiga en sus necesi-
dades.
Matamoros, educad o por los franciscanos, no sólo tenía mu3' arraiga-
das las ideas religiosas de aquella época, sino que era, hasta cierto pun-
to, un cre3^ente escrupuloso 3' timorato, 3' ese temor á las censuras déla
Iglesia 3* al infierno, con que se le había aterrorizado desde su niñez,
obraban en él como los anillosconstrictores de una boa 3' no le permitían
determinarse á realizar sus nobles aspiraciones de libertar á su patria
de la esclavitud en que España la tenía, y así es como se explica que sien-
303
do, como era, un gran patriota y convencido liberal, permaneciera por
tanto tiempo vacilante \' sin decidirse á tomar una parte activa en la
lucha que Hidalgo había iniciado en Dolores y Alorclos continuaba tan
heroicamente en el Sur, y sin embargo de que su noble corazón exterio-
rizaba los sentimientos de su alma y los ponía de relieve, ya con su ma-
nera de proceder, tratando á todos con amor é igualdad, sin distinción
de clases ni condiciones sociales, ó ya no haciendo un misterio de sus
simpatías por los insurgentes, las que manifestaba siempre calurosa-
mente en las conversaciones que tenía con sus amigos; cuando se le pre-
sentaba la oportunidad de lanzarse á luchar por sus ideales, veía delante
de sus ojos el terrorífico fantasma de las excomuniones y el infierno, y
retrocedía espantado; tal sucedió cuando en Agosto de 1S13 tuvo noti-
cia de que Alorelos había llegado á Chilapa: temió sin duda no poder
resistir á la tentación de incorporársele, y para conjurar ese peligro, es-
cribió al Cabildo eclesiástico de México, sede vacante, dándole aviso de
la proximidad de Alorelos 3- pidfendo permiso para «retirarse á /a cap/ía/
para no Terse complicado en mil compromisos que se le presentaban en
la imaginación)) 1 pero la Providencia, que en sus inescrutables fines te-
nía 3'a escrito el nombre de Alatamoros en el rol de los héroes inmorta-
les, no permitió que el Cabildo eclesiástico le contestara 3^ sí permitió un
incidente que vino á obligar á Alatamoros á que se lanzara á la revolu-
ción, pasando por encima de sus escrúpulos 3^ sus terrores.
Un sujeto de Jantetelco, por un resentimiento ridículo que tenía con
Matamoros, lo denunció como simpatizador de los insurgentes ante el
Administrador de Rentas de Cuantía de Amilpas, D. Anselmo Rivera,
encargado de justicia en aquel tiempo 2 y de ahí dimanó la persecución
que se le hizo, 3' que en seguida relatamos, la cual lo obligó áabandonar
su curato é irse á poner á las órdenes de Alorelos.
A fines de 1811, era comandante militar de Cuautla, ácuA-a jurisdic-
ción pertenecía Jantetelco, el capitán Garcilazo, 3'á éste fué á quien se di-
rigió Rivera para darle aviso de que Alatamoros tramaba una cons-
piración en Jantetelco, lo cual era vina solemne mentira, pues si bien no
hacía Alatamoros un misterio de sus simpatías por la causa de los in-
surgentes, como hemos dicho, no por esto había iniciado trabajo alg"uno
para pronunciarse; pero Garcilazo, á quien siempre le sobró miedo y le
faltó prudencia, no se metió en averiguar si la denuncia tenía ó no algún
fundamento, si no que, sin más, mandó inmediatamente que fuera á
aprehenderá Alatamoros, obrando conla mayor reserva y cautela, una
fuerza compuesta de campesinos de las haciendas y ranchos délas inme-
diaciones de Cuautla, la que puso alas órdenes de algunos españoles, ve-
cinos principales de la población, éntrelos que figuraban en primer lugar
D. Casto García y D. Isidoro Nodal; llegó esta fuerza ájantetelcoenla
1 Dejlaración de Matamoros en su causa eclesiástica, que existe original en el archivo
del Arzobispado de Michoacán.
2 Declaración de Matamoros en su causa eclesiástica, acallada de citar.
304
mañana del 12 de Diciembre de 1811, y algunos vecinos de las orillasde
la población, que se dieron cuenta de ello, sabiendo que no había por
allí pronunciados ni cosa alguna que justificara la presencia de aquella
tropa, temieron que fuerana aprehenderá Matamoros, cu3-as ideas libe-
rales eran bien conocidas, y corrieron al curato á darle aviso para que
se escondiera. í
Matamoros había celebrado aquella mañana una función solemne en
honor de la Virgen de Guadalupe, y después de ella había verificado un
bautismo, cu^-a partida estaba escribiendo cuando llegaron los vecinos
que iban á darle aviso de la llegada de la tropa, y tan luego como oyó
tal noticia, se levantó y salió violentamente del curato, dejando sin fir-
mar la partida, la que en ese estado se encuentra en el libro respectivo,
hasta ho3'.
Cuando la tropa llegó al curato, pusieron centinelas para cubrir las
salidas, aunque de una manera disimulada, y preguntaron por Alata-
nioros, á lo que los semaneros les contestaron que había salido fuera á
una confesión; los jefes déla fuerza, siempre con elmav-or disimulo, bus-
caron al cura portodas partes, y no habiéndolo encontrado, después de
permanecer algún tiempo en el curato, regresaron á Cuantía. Entretan-
to, Matamoros estuvo observando todos los movimientos de la tropa
desde una casa en ruinas que se hallaba á poca distancia del curato -
en donde permaneció hasta que le avisaron que la tropa había salido de
la población con rumbo á Cuantía; regresó entonces al curato, en don-
de encontró reunidos los vecinos más caracterizados de la población v
otros muchos que, sabedores deacjuella inusitada novedad, haljían ido
á tomar informes y á ofrecer sus servicios.
La primera providencia cjue dictó Matamoros á su regreso al curato,
fué la de disponer que se pusiera un vigilante en la torre para que obser-
vara los movimientos de la tropa de Cuantía, y en caso de que los viera
que regresaran, diera inmediato aviso, y una vez cjue hubo dispuesto to-
do aquello c^ue consideró más oportuno para evitar una sorpresa, hizo
pasar á la sala del curato á los vecinos que se habían reunido, y allí co-
menzaron á deliberar sobre loque sería más conveniente hacer en el ca-
so de que volvieran los de Cuantía: iinos opinaban porque se ocultara el
señor Cura en la sierra y permaneciera allí hasta que pasara el peligro,
y los más opinaban que permaneciera en la población, y que cuando los
vigilantes avistaran la tropa, tocaran la campana para que se reuniera
el pueblo y cjue todos se dejarían hacer trizas antes que permitir que se
llevaran al señor Cura. Entretanto los más reposados procuraban cal-
mar los ánimos, diciéndoles, que todas aquellas opiniones eran prema-
turas y sin fundamento, puesto que no se sabía con certeza cuál había
sido la misión que llevara aquella tropa,yciuelomás prudente sería in-
1 Historia del Sitio de Cuautla poreltestig;!) presencial, Capitán O.Felipe Venancio
Montero.
2 La misma Historia de Cuantía, acabada de citar.
305
formarse con cautela (\\ié olijeto lialiían llevarlo, y caso de que fuese el
que sosjjechaban, entonces se determinaría lo (|ue fuera más con-
veniente. En estas discusiones estaban, cuando se presentó el Padre
D. Matías Zavala, Vicario fijo de Tlayacac, perteneciente á la mis-
ma parroquia de Jantetelco, quien les dijo: (¡ue estando él en su
vicaría vio pasar la tropa de Cuantía y se supuso que irían á Sta.
Clara ó Jonacatepec; i)ero cjue cuando regresaron entraron unos
soldados á comprar algo en una tienda _v que uno de ellos les dijo
á los otros: aá que Cura, cómo se nos escondió, si no, lo Hevar»-
mos aquí amarrarlo,» y que un individuo cjue estaba en la tienda
y oyó lo que dijo el soldado, se fíié inmediatamente á decírselo, y él,
al oír aquéllo, sospechando que se trataría tal vez del señor Ma-
tamoros, mandó ensillar su caballo y sídió violentamente para Jan-
tetelco á darle el aviso á su compañero, por si de él se tratara. Apenas
había terminado su relato el Padre Vicario, cuando se presentaron dos
individuos vecinos de la población, manifestando: que cuando la tropa
regresaba para Cuantía, estaban ellos trepados en un árbol, á in-
mediaciones del camino, y comi^ vieron que se desjjrendió de la fuer-
za un grupo de soldados, se apearon violeaitamente del árbol v
echaron á correr, metiéndose á una barranca, hasta donde los si-
guieron los soldados, disparándoles algunos tiros y los anduvieron
buscando en la barranca; pero que ellos estaban bien ocultos en
la maleza y no pudiendo encontrarlos, se fueron á reunir con la de-
más tropa.
Estas noticias vinieron á aclarar, sin dejar ya ninguna duda, que la
tropa de Cuantía había ido á aprehender á Matíimoros, y se reanudaron
las discusiones, y viendo Matamoros el aspecto que iban tomando aque-
llas exaltadas opiniones de sus feligreses, y previendo (|ue de aceptarse
el parecerdelos vecinos allí reunidos, le ¡jodrían venir incalculables niíi-
les á la población, puesto queno contaba con elementos ningunos para
su defensa, tomó la palabra y expuso: que él creía que lo más acertado,
en aquellas circunstancias, sería el cjue él fuera á presentarse á Morelos,
que estaba en Izúcar, y dieiéndole lo que pasaba, ponerse á su disposición
para que utilizara sus servicios como quisiera: ya como .sacerdote, ad-
m nistrando alguna parroquia de kis comjjrendidíisenel territorio con-
quistado por Morelos, ó bien destinándolo al servicio de las armas, con
lo que él estaría más conforme; pero que se sujetaría con gusto á lo que
el generalísimo dispusiera. Pareció bien á sus feligreses lo cjue su cura
había resuelto y sólo manifestaron el gran pesar que sentían por su au-
sencia; pero él los consoló ofreciéndoles que les escribiría con frecuencia
de donde cjuiera que estuviese. Adoptada esta resolución, encargó el cu-
rato á su vicario el Presbítero D. Matías Zavala y le ordenó que á esa
misma hora, que serían las nueve y media de la noche, se regresara á su
vicaría de Tlavacac y dispusiera que estuviera siempre listo un hombre
á caballo para que,casodeque volviera la tropa, partieraáescapeádar
Anales. T, IV.— 39.
306
el aviso á Jantetelco, para que se pusieran en salvo las personas de su
amistad, pvies él ya no estaría allí. 1
Amaneció el día 13 de Diciembre, y como Matamoros no recibiera el
aviso convenido con su vicario, pasó el día haciendo los preparativos
de su marcha, y por la noche mandó llamar al preceptor D. Joaquín Ca-
macho j' á D. Ignacio Chavarría y los invitó á que lo acompañaran pa-
ra ir á ponerse alas órdenes de Morelos y lanzarse ala revolución en de-
fensa de la independencia nacional. Sus dos amigos aceptaron con entu-
siasmóla invitación, y en vista de ello, dispuso Matamoros que fueran
á proveerse de caballos, armas y lo más que creyesen necesario para la
expedición y fueran á esperarlo ala orilla del río, á donde iría á reunirse
con ellos; y poco tiempo después. Matamoros, acompañado de su hijo
Apolonio y su mozo Ignacio Noguera, se reunió con Camacho y Chava-
rría en la orilla del río y se pusieron en marcha en busca de Morelos. 2
CAPITULO III.
El General Insurge.nte D. M.\riano Matamoros v Orive.
El gran Morelos, el genio de la guerra, que sin más elementos para
su magna empresa que su nombramiento de Lugar Teniente que Hidal-
go le dio en Indaparapeo y veinticinco de sus feligreses armados de
lanzas, había salido de su curato de Nucupétaro para insurreccionar la
costa del Sur y tomar Acapulco; en menos de un año había realizado,
en gran parte, su temeraria empresa; en pocos meses había reunido 3-
armado un considerable ejército, á cuyo frente se cubrió de gloria en las
memorables batallas tpie libró á inmediaciones de Acapulco contra los
jefes realistas Calataj'ud, Páris, Sánchez Pareja, Cacio, Regules y Fuen-
tes; y su nombre, hasta entonces ignorado y obscuro, voló en alas de la
celebridad por los ámbitosde la nación mexicana, sembrando la inquie-
tud 3' el pavor entre los realistas, sin que de ella se librara el mismo Vi-
rre3- de la Nueva España.
Y luego, después de esos brillantes triunfos 3' de haber intentado un
asalto al castillo de San Diego, el que fracasó debido á la traición de
Pepe Gago, dejó todas sus fuerzas al denodado Avila, para que tuviera
en jaque á Acapulco, 3- él, con sólo trescientos hombres, marchó á Chil-
pancingo insurreccionando todas las pol:)laciones, haciendas 3' ranche-
rías del tránsito; atrayéndose á sus filas á los (pie fueron sus más deno-
dados y valiosos colaboradores, como lo fueron los Bravo 3- los Galea-
na; haciéndose de grandes elementos y aumentando cada día más su
1 Montero. Historia de! sitio de Cuautla.
2 Tradiciones de Jantetelco, conservadas en una comedia titulada «Comedia histórica
del Benemérito Matamoros, Cura párroco de Jantetelco.»
307
renombre y prestigio militar con la derrota cinc infirió á Fuentes y Ga-
rrote, después de las cuales se dirigió á Chiautla.en donde derrotó á P.
Mateo Musito, á pesar de que estaba fortificado en el inexpugnable
convento de San Agustín; lo hizo prisionero 3' lo fusiló, y continuó s'.i
marcha á Izúcar, á cuya población entró el 10 de Diciembre y el día 12
predicó en la función de Nuestra Señora de Guadalupe.
En Iziicar Morelos tuvo noticia deque un desertor de su fuerza había
ido á informar á D. Ciríaco de Llano, Comandante militarde la provin-
cia de Puebla, del escaso número de fuerza con que él contaba, y que
Llano, queriendo aprovecharse de esa favorable circunstancia, había
ordenado á D. Miguel Soto Macedo que, con seiscientos hombres (|ue
tenía á sus órdenes en los Llanos de Apam, marchara á atacarlo, y Mo-
relos se propuso esperarlo en Izúcar, á cuyo fin, con la actividad qiic le
era característica, comenzó desde luego á fortificar la población, diri-
giendo personalmente los trabajos. En estas faenas y en las de organi-
zar su tropa se hallaba ocupado, cuando, el 16 de Diciembre de 1811,
se le presentó Matamoros con sus cuatro acompañantes, refiriéndole
mu^- pormenorizadamente todo lo cjue le había pasado, v Morelos, con
su natural penetración, adixñnó desde luego que aquella estatura di-
minuta y raquítica, aquella actitud humilde y aquella mirada tímida
que siempre se dirigía al suelo, ocultaban el alma de un héroe, admi-
tió con gusto sus servicios, ordenando que Matamoros, con el grado
de Coronel, formara parte de su Estado Mayor, para de esta manera
tenerlo á su lado y darle la conveniente instrucción y poderle encomen-
dar más tarde el mando de algún regimiento. 1
Matamoros, en su primera entrevista que tuvo con Morelos, le hizo
ver lo expuestas que estaban Jantetelco y todas las poblaciones de
aquel rumbo con las fuerzas que estaban en Cuantía yChalco, cuvos je-
fes los tenían entre ojos, y sólo esperaban el auxilio que les habían ofre-
cido de México, el cpie llegaría pronto, para hostilizarlos.- Con este in-
forme corroboró Morelos el que le había dado D. Francisco Aj-ala, que
acababa tambiénde presentársele, huyendo de la persecución de que ha-
bía sido víctima en Mapaxtlán.y lotenía también en su Estado Mayor
para instruirlo en la milicia.
Con estos informes, Morelos cambió de jiarecer, y en vez de ir á ata-
car á Puebla, como lo tenía pensado, se determinó á marchar sobre
Cuantía, después de desembarazarse de Soto, que estaba yaá las puer-
tas de la población, para desbaratar las fuerzas de Garcilazo y dejar
af|uel rumbo libre de enemigos; 2 quedar así con el dominio absoluto de
toda la tierra caliente, 'i lo (¡ue le sería de fácil logro, puesto cjue las po-
cas poblaciones de toda aquella zona, que estaban guarnecidas, lo esta-
ban por fuerzas insignificantes 3^ sumamente desmoralizadas 3- temero-
1 Montero. Historia del sitio de Cuautla.
2 Montero, Historia del sitio de Cuautla.
3 Castillo Xegrete. T. IV.pág. 354-.
308
sas de ser atacadas por Morelos, cu^-o prestigio militar era cada día
maj'or.
Entretíinto, Matamoros, de acuerdo con Morelos, escribió á su vi-
cario el Br. D. Matías Zavala\'á sus amigos dema^-or confianza, D. Jo-
sé Perdiz, subdelegado de Jantetelco, D. José de Jesús Alcocer, D. Pepe
Pinto, D. José Figueroa, D. Miguel Paredes y D. Mariano Ramírez ^
para cjue levantaran gente en Jantetelco. 2
El 17 de Diciembre se presentó frente á Izúcareljefe realista Soto
Macedo que, cumpliendo con las órdenesde Llano, ibaá atacará More-
los; pero para la narración de esta memorable batalla cederemos la
jjalabra al erudito D. Lucas Alamán, quien, en la página 328 del tomo
2 de su «Historia de México,» se expresa así:
«Soto se acercó á la plaza el 17 de Diciembre con el objeto de hacer
«un reconocimiento; pero instruido de que habían de llegar pronto á
"reforzar á Morelos los Bravo (D. Leonardo y D. Nicolás), que cones-
"te objeto se habían separado deGaleanaenTepecuacuilco, resolvió dar
«el ataque sin demora. En consecuencia, hizo que el teniente de navio
"D. Pedro Micheo, con parte de la fuerza, ocupase el cerro del Calvario
«ciue domina la entrada del pueblo, y que bajando de aquel punto, ata-
«case por la derecha, mientras el mismo Soto lo hacía de frente.
«Ambos penetraron fácilmente en las calles, pero llegando á la pla-
"za, encontraron en las entradas de ésta formados parapetos de piedra
«defendidos por artillería y fusilería, 3- las casas circunvecinas corona-
"das de multitud de gente, armada de piedras, hondas y flechas. Enva-
«no por cinco horas empeñaron el atacpie, hasta que habiendo Soto re-
"cibido dos heridas mortales de bala, la una en la cabeza y la otra en
«el vientre, tuvo que dejar el mando al capitán D. Mariano Ortiz, quien
"dispuso la retirada. Esta no fué sin dificultad, y no haloiendo lugar
«ninguno inmediato en que pasar la noche con seguridad, resolvió Or-
«tiz llegar á la altura de la Galarza. Detenida la artillería en la subida
«l)or el cansanciode las mulasde tiro, sobrevino la noche yaprovechán-
«dose de la obscuridad, se presentaron los insurgentes á la retaguardia
«Cjue viéndose ésta envuelta, los soldados en dispersión, sin oiría voz
«de susjefes, se precipitaron á subir la cuesta, abantlonando el obús y el
«cañón de á 6, pues el otro por su corto peso había ya subido. Ortiz lo-
«gró rehacer su tropa en la altura, y habiendo procurado reanimarla,
«intentó recobrar los cañones perdidos, saliendo al frente de la compa-
«ñía de granaderos del batallón de Santo Domingo; pero cayó muerto
«de un balazo á corta distancia, con lo que la tropa se replegó á la al-
1 Ramírez llegó á general, tuvo fama de hoiiradi), pundonoroso y valiente; pero muy
tolerante y complaciente con sus subalternos, y con este motivo se le atribuyeron infini-
dad de cuentos por el estilo de los que se achacaban alGral. Santibáñez;rué muy popular
y bien (|uendo entre los militares, quienes lo designaban con el apodo de "Ouijíiáotas;»
prestó importantes servicios á su patria v murió muchos años después de consumada la
Independencia.
2 Montero, obra citada, pág. 173.
309
«tura y se mantuvo en ella haciendo tuejio hasta las diez de la noche.
«A esa hora se retiraron los independientes, y á las once salió la divi-
cisión bajo el mando de Micheo, en l)uen orden, llevando por delante sus
cibajíajes, y marchando sin detenerse toda la noche, entraron á las siete
«de la mañana en Atlixco unos doscientos hombres, habiendo sido los
«demás, muertos, heridos, dispersos ó prisioneros. Después de un corto
«rato de descanso, siguieron los restos de la división á Cholula,en d(jn-
«de murió StJto el 19, y su cadáver fué enterrado en la catedral de Pue-
«bla, con mucha solemnidad, con asistencia del Obispo Cainjiillo y del
«cabildo eclesiástico. La división entró en Puebla el mismo día 19.
«Alorelos tomó en esta acción, además del obús y el cañón, sesenta
«y siete armas de fuego y otros tantos prisioneros, los más de los cua-
«les, por empeño de los eclesiásticos, fueron puestosen libertad; algunos
«pocos fvieron remitidos al ¡jresidio deZacatula,y otros, en corto núme-
«ro, se agregaron á los insurgentes.»
Bustamante dice que en esa acción se mostró Morelos con extraor-
dinaria bizarría y serenidad, tanto C|ue, habiendo muerto cerca de él un
oficial de artillería español, se llegó á él y lo absolvió para morir, y en
seguida agrega: «Soto Macedo murió á los dos días en el convento
«de franciscanos de Huaquichula, alo perro, pues poco antesde expirar,
«un fraile le exhortó á que se confesase y lo echó al tal; sin embargo
«se le enterró en catedral. Pusiéronlo en el féretro con botas, y notando
«con su lente el canónigo Olmedo desde el coro, que tenía herraduras, di-
ajo donosamente: «Hé aquí la primera bestia herrada que se entierra
«en este santo templo.» l
Tal fué la brillante jornada en que Alatamoros hizo su debut, hecho
que todos los autores callan, pero que la razón 3- la lógica nos revelan,
puesto que no es de creerse que habiéndose incorporado Matamoros á
Alorelos el día 16, víspera de la batalla, no ha^^a tomado participio en
ella, pues habiéndolo destinado Morelos á su Estado Mayor desdeel mo-
mento en C|ue se le presentó, es un hecho que tanto él como Ayala, es-
tuvieron siempre al lado de su General, ocupando, como éste, los puntos
de maj'or peligro, ])ues no parece sino que en aquel día se propuso Mo-
relos darles la primem lección á sus dos bisónos discípulos, portándose
con un valor temerario, hasta el grado de batirse cuerpo á cuerpo con
sus enemigos, á la vez que demostraba su serenidad y sangre fría, ab-
solviendo con toda calma á los moribundos, con la misma tranquili-
dad con que quince meses antes absolvía á sus feligreses, sentado en el
confesonario de su pacífica parroquia de Nucupétaro.
Después de esta memorable victoria, permaneció Morelos en Izúcar
tres días, 3* dejando allí una guarnición de doscientos hombres al man-
do de D. Vicente Sánchez, salió el día 21 con sólo doscientos hombres 3'
los cien que formaban su escolta, rumbo á Taxco, con el fin de reunirse
1 Cuadro Histórico. Toiiio 2, páj;. 26.
310
con Galeana, y de paso jjor Cuantía batir á Garcilazo; pero éste no lo
esperó y huyó áChalco, abandonando un cañón y algunos retacos que
Morelos recogió el día 25 en que llegó á Cuautla, en donde permaneció
hasta el día 28, y dejando allí unos doscientos hombres al mando de D.
Leonardo Bravo, marchó, el 29, con sólo su escolta, á Taxco, en donde
se reunió con Galeana y el Padre Benavente, que habían tomado aque-
lla plaza, haciendo prisionera su guarnición y al jefe de ella el Coman-
dante García de los Ríos.
En el camino de Izúcar á Cuautla se separó Matamoros de Morelos
3' se dirigió á Jantetelco con el fin de reunir gente é írsele á incorporar
nuevamente.
La llegada de Matam oros á su curato fué motivo de gran regocijo para
sus feligreses, quienes lo recibieron cariñosamente y rebosantes de j úbilo.
Tan luego como llegó al curato se le presentó el subdelegado D. Jo-
sé Perdiz para darle cuenta del resultado del reclutamiento que había
emprendido por su encargo, y al efecto le presentó una lista que conte-
nía los nombres de cuarenta patriotas que gustosos se habían inscripto
como soldados del ejército insurgente. ¡Matamoros manifestó á Perdiz
su satisfacción y agradecimiento, y le entregó un despacho de Coronel,
á nombre de Morelos, encargándole que á la ma3'or brevedad reuniera
el mayor ni^mero de gente cjue le fuera posible y con ella se le fuera á reu-
nir, pues él tenía que salir luego con la poca gente que se había yii alis-
tado á incorporarse con Morelos, 3- que al efecto, fuera á reunir la gen-
te y la hiciera formar en la plaza, dándole parte cuando estuviera 3-a
lista para emprender la marcha.
Apenas hubo salido Perdiz á cumplimentar las órdenes recibidas,
cuando se le presentaron á AlatamorosD. IgiuicioDíaz 3' su esposa Da.
Mariana N. de Díaz, llevando consigo á sus dos únicos hijos Cristóbal
y José María, y tomando la palabra D. Ignacio, después de felicitar á
Alatamoros por haber empuñado las armas en defensa de la indepen-
dencia de su patria, le expuso, que él por su avanzada edad no podía
acompañarlo en su gloriosa empresa, como vehementemente lo desea-
ba, pero que de común acuerdo con su esposa iba á ofrecerle á su patria
lo que en ma3-or estima ^tenían, que eran sus dos hijos Cristóbal v José
María, los cuales eran el único amparo con cjue contaban en su senec-
tud; pero que, antes que ellos, estaban los intereses nacionales, 3- por
esta consideración suplicaba á Matamoros aceptara á sus hijos como
soldados de la justa 3' gloriosa causa que se había propuesto defender,
pues creía llegado el caso de cjue sus hijos se ofrecieran en holocausto
por la independencia 3- libertad de su patria, como en remotos tiempos
se ofrecían en holocausto por tan sagrados principios las vírgenes ga-
las sobre los dólmenes ó piedras sagradas de los druidas. 1
1 Este hecho jílorioso, del que de1)en justamente mostrarse orgullosos los hijos de
Jantetelco, lo tomo de las tradiciones de atiuclla población, conservadas en la comedia
de Matamoros.
311
Este acto de tan sublime patriotisnu), del (|ue la misma Esparta se
mostrara satisfecha y orj^ullosa, si le hubiera cabido en suerte regis-
trarlo en las páginas de su inmortal historia, conmovió profundamen-
te á Matamoros y á cuantos con él lo presenciaron, 3- mayor fué el
asombro de todos ellos cuando los dos jóvenes, rebosantes de patrió-
tico entusiasmo suplicaron á Míitamoros que ordenara se inscribieran
sus nombres, como últimos soldíidos, en la lista de sus hermanos de la
población, que formaban ya el pie de la división que ilja á coadyuvar
con el ejército libertador que comandaba el Generalísimo D. José María
Morelos, á derrocar el gobierno colonial é independer á su patria del
dominio ibero.
Matamoros, profundamente conmovido, dio las gracias á D. Igna-
cio j^á su esposa, elogiándoles calurosamente su abnegación y patriotis-
mo, y ofreciéndoles que él cuidaría á sus hijos como si de él lo fueran,
y que para tenerlos siempre á su lado, los nombraba desde luego sus
a^'udantes; en seguida abrazó á los dos jóvenes y ordenó se les inscri-
biera en la lista de los patriotas voluntarios de Jantetelco.
Llamó en seguida al preceptor D. Joaquín Camacho 3' lo nombró
capitán abanderado, haciéndole, con toda solemnidad, la entrega déla
bandera de la naciente división, la cual tenía por escudo una imagen de
la Virgen de Guadalujje.
En aquellos momentos se presentó el Padre Vicario D. Matías Za va-
la, quien al tener noticia de la llegada de Matamoros á Jantetelco, em-
prendió el viaje desde su vicaría de Tlayacac para ir á saludar al Cu-
ra 3- darle cuenta de la gente que, por su encargo, había reclutado en-
tre los vecinos de su vicaría, 3' á la vez suplicarle íiceptarasus servicios
como capellán de su división; pero Alatamoros le dijo que le parecía
más conveniente utilizar sus servicios como soldado 3- no como sacer-
dote, lo que Zavala aceptó gustoso, y entonces le ordenó Matamoros
que regresara con él á Tla3acac, para donde luego iba á salir con su
tropa 3' que allí reuniera su gente, 3- juntos marcharían á reunirse con
Morelos. En estas pláticas estaban cuando se presentó Perdiz dando
parte de que la gente estaba ya lista 3- formada en la plaza, 3' Matamo-
ros le ordenó que mandara pasar lista 3' en seguida ordenara que em-
prendieran la marcha para Tla3"icac.
Matamoros, desjiués de haber terminado elarreglodetodoslosasun-
tos que tenía pendientes en Jantetelco, 3- después de haber dado am-
plias instrucciones á Perdiz, acompañadodel Padre Zavala, su hijo Apo-
lonio, sus ayudantes 3- su fiel sirviente Ignacio Noguera, salió de su cu-
rato y tomó el camino de Tlavacacpara ir á reunirse con los patriotas
vecinos de Jantetelco (|ue formaban la pequeña fuerza con que dio prin-
cipio á su brillante y gloriosa carrera militar.
La Historia, en esta vez, como en otras muchas, se ha olvidado de
escribir en sus páginas inmortales los cuarenta y siete nombres de los
ilustres patricios que formaron el pie del ejército de Matamoros, de
312
aquel ejército que dio honra _v .tíloria á su patria é inmortalizó su nom-
bre en las memorables batallas de Oaxaca, Tonalá, el Palmar y otras
muchas; pero nosotros honraremos estas humildes pátrinas, consitrnan-
do en ellas esos nombres por mil títulos respetables y c|ueridos, que has-
ta hoy sólo han sido conocidos en Jantetelco, en donde se conserva la
lista que los contiene, la que en seguida copiamos textualmente:
Lista de los patriotas hijos de Jantetelco que formaron el pie de Ejérci-
to de Matamoros.
1 Pbro. Matías Zavala, Vicario de Tlayacac.
2 Joaquín Camacho, preceptor de la escuela de niños.
3 Joaquín Ariza.
■i José Torres.
5 Francisco Sandoval.
6 José Pliego.
7 Mateo Cerezo.
8 Mariano Rojas.
9 Pablo Rojas.
10 Vicente Rojas.
11 Bernardo Rojas.
12 José Escoto.
13 Andrés Ariza.
14 José Camacho.
15 Apolonio Matamoros, hijo del Cura .Matamoros.
16 Francisco Alcázar.
17 Ignacio Chavarría.
18 Ignacio Noguera, mozo de Matamoros.
19 Claudio Ramírez.
20 Toribio Hernández.
21 Antonio Hernández.
22 Cristóbal Díaz.
23 José Ma. Díaz.
24 José Beatriz Sedeño.
25 Rafael Sedeño.
26 Crisanto Sedeño.
27 José Mauricio Sedeño.
28 Ru]3erto Sedeño.
29 Vicente Zedillo.
30 Francisco Vara.
31 Agustín Vara.
32 Antonio Vara.
33 Mariano Ursúa.
34 Francisco Aragón.
35 Pedro Ursúa.
36 Pablo Aragón.
313
37 Ramón Alcázar.
38 José Alcázar.
39 Martín Muñoz.
40 Silverio Muñoz.
41 Juan Muñoz.
42 Dionisio Ursúa.
43 Juan Vivas.
44 Zacarías \'ivas.
45 José Ma. Vivas.
46 Manuel Ursúa.
47 Mariano Olivares.
Total 47
El día que salió Matamoros de Jantetelco pernoctó en Tla3'acac con
su pequeña tropa, la que aumentó con la que el Padre Vicario había re-
clutado allí, 3- con toda esa fuerza salió el día siguiente para Cuautla,
en donde A'a no encontró á Morelos, que sólo había permanecido allí
tres días; siguió al día siguiente á Taxco, en donde se reunió con él.
Incorporado Matamoros al ejército de Morelos, marchó con él á
Tecualo3'a,en unión dcGaleana y Bravo, 3' tomó participio en los com-
bates de Tecualo3'a el 17 de Enero y en el de Tenancingo el 22 del mis-
rao mes (1812), en el que fué derrotado Porlier 3' obligado á retirarse
á Toluca con la poc<-i gente cjue le quedó, dejando toda su artillería en
poder de Morelos.
Después de estos triunfos, regresó Matamoros con Morelos á Cuau-
tla, á donde llegaron el 9 de Febrero de 1812 con tres mil hombres, 3-
como Morelos supiera que Calleja se disi^onía á salir de México con su
división para batirlo, dispuso esperarlo en Cuautla, y al efecto, tan lue-
go como llegó á la población, con la actividad que en todo acostum-
braba, hizo continuarlas fortificaciones f|ue había comenzado á formar
D. Leonardo Bravo, que había c|viedíido allí de guarnición durante la
expedición de Morelos al Valle de Toluca.
Poco antes de que llegaran á Cuautla, se incorporó á la fuerza de Ma-
tamoros D. José Perdiz, con 700 hombres que había reunido en Jante-
telco 3- con él iba D. Alariano Ramírez, con el grado de sargento ma3H)r.
El 18 de Febrero hizo Calleja su primer intento de ataque sobre
Cuautla, 3' dio principio el memorable sitio de aquella plaza, (jue eterni-
zó el nomljre de Morelos 3- de los valientes jefes qiielo secundaban, y C|ue
cubrió de gloria las armas mexicanas.
Matamoros 3- D. Víctor Bravo estuvieron encargados de la defensa
de las fortificaciones de la hacienda de Buenavista.
Estrechado el sitio, todos los esfuerzos de Morelos se dirigieron á
romper la línea de circunvalación, y ponerse en comunicación con sus
partidas de fuera para proporcionarse víveres, con cvn'O objeto, en la
Anales. T, IV.— 40.
314
noche del 30 de Marzo intentó apoderarse del reducto del Calvario, qne
estaba á cargo del Comandante de granaderos D. Agustín de la Viña.
Amenazando diversos puntos y generalizando el fuego en toda la línea,
D. José Ma. Aguayo, con v?rios piquetes de costeños, cargó con vigor
al reducto; siguióle Galeana,3'elataque fué tan vivo, que algunos asal-
tantes lograron entrarporlas mismas troneras, agarrándose de lasbo-
cas de los cañones, habiendo muerto al ladode Viña el capitán gradua-
do D. Gil Riaño, hijo del Intendente de Guanajuato. El batallón de
aquella ciudad, que marchó del cuartel general en auxilio del reducto
atacado, y la tropa que con el mismo objeto mandó Llano de su cam-
po, hicieron retirar á los insurgentes, l
Frustrado este primer intento 3' estrechando másymásla necesidad,
Alorelos trató de hacer el último esfuerzo para introducir un convoy de
víveres y procurarse auxilios de fuera. En la noche del 21 de Al^ril hizo
salir á Matamoros y al Coronel Perdiz, con cien hombres, forzando la
línea por el camino de Santa Inés. D. José Perdiz fué muerto, así como
D. Joaquín Camacho, con muchos de los que lo acompañaban, pero
Matamoros logró salir á salvo. -
Este hecho, que los autores dejan pasar casi desapercibido, habla
muy alto en favor del valor}' pericia militar de Matamoros, pues mien-
tras que jefes de reconocido mérito y acreditado valor, como Galeanay
Aguayo, llevando una considerable parte del ejército, no pudieron rom-
per la línea enemiga en el heroico ataqtie que dieron al Calvario, él, con
sólo cien dragones, dando una vigorosa carga de caballería, pudo rom-
per la línea enemiga é ir á ponerse de acuerdo con D. Miguel Bravo, en
Tla3acac, para introducir á la plaza el considerable convoy de víveres
y municiones que Bravo tenía dispuesto con ese fin, en cuya empresa
fracasó, porque habiendo interceptado Calleja la carta en que le daba
aviso á JMorelos del plan que se había formado para introducir ala pla-
za el convoy, 3- que esto debía hacerlo por la Barranca Hedionda, apro-
vechando Calleja esas noticias, le preparó una emboscada en la que per-
dió el convoy- por el aplastante número de enemigos inesperados que
cargó sobre él; pero no obstante esto y la sorjiresa, se batió con heroís-
mo, desordenando el batallón de Lobera 3' causando innumerables ba-
jas á los realistas. Pero habiendo Calleja mandado fuerzas de refresco
en gran número, tuvo que retirarse para salvar su tropa, lo que hizo
con honor, no en precipitada 3' vergonzosa fuga, sino batiéndose con
denuedo en retirada, contra las fuerzas del Coronel Andrade, que lo per-
siguieron hasta entrar en sus fortificaciones de Tla3-acac, donde se vio
3-a libre de la persecución de Andrade, que no atreviéndose á atacarlo
en el pueblo, regresó á su campamento.
Después de que Morelos rompió el sitio de Cuantía, se reunió con él
Alatamoros en Chiautla y allí recibió orden de Morelos deque se situa-
1 .\lamán. T. II, págs. 391 y 392.
2 .\lainán. T. 11, pág. 392.
315
ra en la hacienda de Santa Clara y C[ue aumentara sii fuerza y la or-
ganizara. Santa Clara está inmediata á Jantetelco, á cuya Parroquia
pertenece, así, ([ue situado en aquella finca Matamoros, estaba entre
sus feligreses, y aprovechando el influjo cjue sobre ellos qercía y el afec-
to que éstos le tenían, pudo aumentar su tropa consideniblemente; pe-
ro buscando un lugar de maj'ores elementospara organizar su división,
equi¡)arla y mimicionarla, cambió su cuartel general á Izúcar, en prin-
cipios dejunio de 181 2, lo que Armij o comunicó al Virre\' desde Yautepec,
en carta fechada el 13 de Junio de 1812, en la que le dice que Matamo-
ros se ha fugado de Santa Clara y ha tomado el rumbo de Izilcar. ^
En Izúcar estableció Matamoros una fábrica de pólvora, para lo
que se jjrovcía de muy buen salitre de los pueblos de Huacayan y To-
chimilco, i)or lo que Armijo le propuso al Virre\- que se pusiera un des-
tacamento de voltxntarios al pie del volcán, para quitarles á los rebel-
des aquel recurso. 2
Para defensa del pueblo, fortificó Matamoros el cerro (¡ue está in-
mediato á la población, y todos los días daba instrvicción á la tropa el
Mayor de Plaza D. Ignacio Vilchis.
Los soldados de su escolta los uniformó Matamoros con chaquetas
azules con vueltas amarillas. '■'>
Todas las noches daba serenata una buena música que tenía.
La Plana Mayor de Matamoros la componían los Coroneles: Peña,
Cura de Huamuxtitlán; D. Antonio Sesma, Tesorero que fué de Pueljla
3' Marqués de Sierra Nevada; Sargento Mayor, D. Mariano Ramírez;
Capellán, el Bachiller Matías Zavala y otros cuatro Padres del mismo
pueblo.
Su fuerza se componía de veintisiete compañías, con su correspon-
diente dotación de oficiales; algunas compañías tenían 150 jilazas, v su
artillería se componía de nueve cañones de diversos calibres, -l-
Según esta noticia de Armijo, la fuerza de Matamoros era de muv
cerca de 3,000 hombres, porque 27 compañías de 100 hombres cada
una, nos dan 2,700 plazas; míis como, según Armijo, tenían 150 hom-
bres algunas compañías, la fuerza ascendía á 3,000 aproximadamente.
Esta fuerza la componían: el regimiento de infantería del Carmen,
con 800 plazas, al mando del Coronel D. Mariano Ramírez; los regi-
mientos de caballería de San Ignacio y de San Luis 3' el famoso regimien-
to de dragones de San Pedro, con su estandarte negro 3- ima cruz roja en
el centro, con esta le3'enda: «Inmunidad eclesiástica,» lo que significa-
ba que estaba dispuesto á defender ese fuero de que privaba á los ecle-
siásticos insurgentes el bando del Virre3', de 25 de Junio de 1812.
1 .\rchivo General de la Xación. Operaciones de Guerra. — .\rniii(j. Tomo I, fol. 39.
2 ídem., ídem.— Carta de 28 de Junio de 1812.
3 Tomo estas noticias de la noticia privada que dio .\rmijo al \inev sobre las fuer-
zas de Matamoros, la que existe (jriifinal en el Archivo General.
4 El mismo informe privado de .\rmijo, j-a citado.
316
La artillería, compviesta de ocho cañones y un obús, estaba al man-
do de D. Manuel Mier v Terán.
Es fama que en todo el ejército insurgente no hubo una división tan
bien organizada, tan bien instrtiída, moralizada, disciplinada, unifor-
mada V equipada, como la de Matamoros.
Matamoros no sólo no consentía que sus soldados roldaran, sino
f|ue perseguía con tenacidad álos bandidos que tomaban el nombre de
insurgentes para cometer, bajo su amparo, sus depredaciones, 3' así fué
como, teniendo noticias de los robos que cometía el Padre Tárelo, que
capitaneaba una gavilla, diz que de insurgentes, comisionó á Rosains
para que lo persiguiera y éste lo fusiló por haber encontrado en su po-
der el ganado robado en la hacienda de Alzayanga.
La señora Ignacia Ruiz,rica propietaria de Izúcar, quese distinguió
por su patriotismo y amor á la Independencia mexicana, prestó á Ma-
tamoros importantes servicios en Izúcar, auxiliándolo con dinero, ce-
reales, forrajes y de cuantas maneras pudo hacerlo, y Matamoros, en
compensación á su patriotismo y buenos servicios, le extendió el siguien-
te documento:
«Don Alariano ^Matamoros, Mariscal de Campo y 2." General en Je-
(ife por nombramiento del Señor Capitán General Don José María Mo-
lí reíos, &., &.»
«En atención al buen patriotismo, fidelidad y derechos que goza Do-
«ña Ignacia Ruiz en nviestra justa causa, mando á todos los Oficiales,
«Capitanes y avanzadas de América así de mi mando como de otra Di-
«vición, no la perjudicjuen por ninguna manera, ni á ella, ni á sus bie-
«nes 3' fincas, como así lo encargo á los Gobernadores, para cu^'a cons-
«tancia le doy la presente en esta Comandancia de Izúcar, á 13 de Octu-
«bre de 1812. — Mariano Matamoros.»
Permaneció Matamoros en Izúcar hasta fines de Octubre, en que fué
llamado por Morelos, que se encontraba en Tehuacán, á donde fué á
reunirse con él; pero antes de abandonar á Iziicar, mandó destruir las
fortificaciones que había construido allí para su defensa.
Morelos quedó muA' complacido déla brillante división cjue había
organizado Alatamoros en tan poco tiempo, y con ésta, cjue se compo-
nía de 2,500 hombres de las tres armas; 2,000 hombres con que se le
incorporó D. Nicolás Bravo, 3' 800 que Morelos tenía en Tehuacán, se
formó un ejército de 5,000 hombres, con el que marchó Alorelos sobre
Oaxaca, emprendiendo su salida de Tehuacán el díal°de Noviembre de
1812, 3' el2411egó á una hacienda que sólo dista tres leguasdeOaxaca.
El siguiente día, 25 de Noviembre, por la mañana, intimó Morelos
la rendición de la plaza en término de tres horas, mas como no recibió
contestación alguna, dejó pasar doshorasmásdelplazo fijado, seacercó
á la ciudad V se dispuso á atacarla, dividiendo su ejército en seis partes;
de éstas, dos se situaron en el camino de Guatemala, para cortar la re-
tirada á los defensores de la plaza; otra á retaguardia, para cubrirla 3-
3''-
Anales. — Tomo IV.
LÁM. +3.
Cuantía.
Plaza de Cuantía.
-+
I
<
6<j
O
317
custodiar los bagajes, 3' de las otras tres, i)uso una al mando de
Sesma, D. Ramón hijo de D. Antonio, con orden de atacar el for-
tín y convento de la Soledad; otra á las órdenes de Matamoros y
Galeana, ordenándoles que entraran á la ciudad por la calle del Mar-
cjuesado, y la otra columna quedó de reserva, á las órdenes del mismo
Morelos.
A las once de la mañana dio Morelos la orden de ataque, y mientras
líi columna de Sesma atacaba vigorosamente la Soledad, destruyendo
los fortines con los certeros tiros de su artillería, la que dirigía D. Ma-
nuel Mier y Terán, y ponía en vergonzosa fuga á Regules, que era el je-
fe de aquel piinto, Matamoros y Galeana penetraban á la ciudad por
la calle del Marquesíido, dispersando á los realistas y abriéndose paso
á la ba3'oneta.
No quedaban yn más puntos ocupados por los españoles, que los
conventos de Santo Domingo y el Carmen; al primero se dirigió Galea-
na, 3' tras un vigoroso ataque, hizo que se rindiera la guarnición de
aquel punto, la cual se componía de 300 hombres con tres cañones, y
Matamoros se dirigió al Carmen, en donde hasta los frailes hacían fue-
go desde la azotea, y en poco tiempo logró apoderarse del convento á
viva fuerza, 3- allí aprehendió al cobarde Regules, quien, cuando hu3^ó
(le la Soledad, se fué á ocultar al Carmen dentro de una caja de muer-
to, de donde lo sacó Matamoros.
Entretanto, Sarabia, que era el jefe de la plaza, se había puesto á la
cabeza de la caballería, pretendiendo contener el avance de los insur-
gentes, pero sus soldados lo fueron abandonando hasta dejarlo solo, 3'
tuvo que ocultarse en una casa; pero fué aprehendido tres días después
y en el acto lo fusilaron por orden de Morelos, quien ordenó también las
ejecuciones de Regules, Bonavia, Aristi y vni muchacho guatemalteco,
criado de Sarabia.
En sólo dos horas fué tomada Oaxaca por las denodadas huestes de
Morelos, ([uien para celel^rar el triunfo, dispuso (jue se verificaran dos
funciones religiosas en acción de gracias: una, en la iglesia de Betlemi-
tas, á la Virgen de Guadalupe, y la otra en Catedral, á la qvie asistió
él con todo su Estado Ma3"or.
Mandó tamljién que se celebrara con gran pompa el juramento de
obediencia á la Junta de Zitácuaro, 3' como ésta lo había ascendido á
Capitán General, asistió á esa solemnidad vistiendo el uniforme bor-
dado, correspondiente á ese alto grado militar, CU30 uniforme le fué re-
galado por Matamoros. Este célebre uniforme ca3'ó en poder de Con-
cha, con el equipaje de Morelos, el 5 de Noviembre de 1815, día en que
hizo prisionero á Morelos en la desgraciada acción de Tesraalaca, 3' Con-
cha entregó el unilorme al Virrey, quien lo remitió á España y perma-
neció en el Museo de Artillería de Madrid hasta el año de 1910, en que
el Re3- D. Alfonso XIII dispuso devolverlo á México, con motivo de la
celebración del primer centenario de la proclamación de la Independen-
318
cia, y lo remitió con su enviado esjiccial el Marqués de Pola vieja, quien
hizo solemne entrega de él al Presidente de la República, en el Palacio
Nacional, 3- ho3' se encuentra el referido uniforme en el Museo de Artille-
ría de México.
Lo más curioso de la historia de este uniforme, es que fué bordado
por una india que mandaron de México con la misión de ir á envene-
•naráMorelos. Oigamos cómo refiere el mismo Morelos ese suceso, en la
declaración que rindió en su causa: «Ig-ualmente declara que estando
«enTehuacan le presentó su segundo Matamoros auna muger cuyoas-
«pecto era de india ó de un nacimiento vulgar diciéndole Cjue esta habia
« salido de la Capital de México con el objeto de darle al que responde
«un veneno segiin ella misma le habia manifestado en una prolixa dela-
«cion á Matamoros quien no obstante esta circunstancia la tenia ocvi-
«pada en bordar un uniforme que después le regaló al exponente: igno-
« ra este si fué ó no cierta la comisión de la citada muger, porque ha-
«biendola visto de una clase inferior la miró con el desprecio que era
«consiguiente, y la reputó según las expreciones de Matamoros por útil
«en su gavilla, respecto á su oficio el cual sirvió para que bordase á al-
«gunos de su comitiva los uniformes que después usaron, con cuya co-
« misión siguió hasta Oaxaca la referida muger.»
El 9 de Enero de 1813, salió Morelos de Oaxaca para Acapulco por
el camino de la Mixteca, y ordenó á Matamoros que quedase de guar-
nición en Yaliuitlán, con mil quinientos hombres, para seguridad de las
Mixtecas.
Situado Matamoros en Yahuitlán, con sus mil quinientos hombres,
con la actividad que le caracterizaba 3- su genio organizador, de (lue ya
había dado pruebas, en sólo dos meses aumentó su división á más de
seis mil hombres, bien armados, equipados y disciplinados, como tuvo
siempre toda su tropa.
A fines de Marzo de 1813, habiendo tenido noticia Matamoros de
cjue había arribado á Huatulco un bergantín, comisionó al Coronel D.
Antonio Sesma para cjue fuera á tratar con el capitán del buque, quien
partió al desempeño de su comisión, llevando sólo unos doce hombres
de escolta, pero no llegó á Huatulco, pues en el camino recibió orden de
Matamoros para que hiciera gente y fuera á reunirse con él en Tehuan-
tepec. Sesma abandonó el camino que llevaba y tomó el de Tehuante-
pec, y despviés de catorce días de marcha, se reunió con Matamoros cer-
ca de aquella población, con setecientos hombres que había reunido de
los pueblos y rancherías por donde pasó, l
El motivo de esa contraorden y la expedición de Alatamoros á Te-
huantepec, fueron motivadas por las noticias que recibió de que el Ca-
pitán general de Guatemala, D. José de Bustamante y Guerra, había
puesto alas órdenes del Coronel D. Manuel Junquito, Gobernador de
ciudad y la Provincia de Tabasco, una división del ejército guatemal-
1 Carta de Sesma á sii .■¡nbrina Micaela Frontán. — .\rchivo General.
319
teco, á las órdenes del itídiano Teniente Coronel D. Manuel Servando
Dambrini, l con el fin de (jue recuperara Oaxaca, lo que parecía muy fá-
cil por haber marchado Morelos para Acapulco. Dambrini pasó la fron-
tera con su gente, y el 25 de Febrero de 1813, derrotó en Aliltcpec á una
]Dequeña partida de insurgentes C(ue mandaba D. Julián Suárez.á quien
hizo prisionero y lomando fusilar con otros veinticinco más. Estos he-
chos cjue llegaron á conocimiento de Matamoros, fueron los que deter-'
miníiron su marcha á Tehuantepec, para ir al encuentro de Dambrini,
que se encontraba en aquella población.
Como dejamos dicho, cerca de Tehuantepec se reunieron Sesma 3'
Matamoros, éste último con mil doscientos hombres de infantería j' ca-
ballería, habiendo dejado atrás otros cinco mil hombres de las tres ar-
mas, para cubrir su retirada. Avanzaron ambos jefes con su tropa hasta
una legua de distancia de Tehuantepec, donde acamparon para dispo-
ner el ataque de la plaza, que debían verificar al día siguiente.
A media noche, seguidos de una escolta. Matamoros 3' Sesma hicie-
ron un reconocimiento de la población, penetrando hasta los barrios, sin
ser molestados por el enemigo, 3- luego dispuso Matamoros que el ata-
que fuera al amanecer, dividiendo sus fuerzas en dos columnas: una, que
debería atacar por el puente, 3- la otra se colocaría convenientemente
para cortar la retirada al enemigo.
Al amanecer emprendieron el movimiento que se había acordado
para el ataque de la plaza, 3- Sesmíi.cjue mandaba la descubierta, pene-
tró hasta la plaza de la población, sin encontrar al enemigo, pues éste
había huido durante la noche, cargando cuanto pudo, - lo que se veri-
ficó el Martes Santo de 1S13.
Matamoros, por consideración ano derramar sangre en los días san-
tos, se detuvo en la población hasta el Sábado de Gloria, día en que
salió al alcance de Dambrini; 3 pero éste iba tan de carrera, que fué
preciso que los insurgentes hicieran jornadas de diez 3^ ocho leguas, para
jíoder darle alcance, lo c|ue efectuó el lunes 19 de Abril, á inmediaciones
de Tonalá. -t
Dambrini, viendo ya que era imposible evitar un combate, se situó
sobre un elevado cerro, rodeado de un espeso bosque.
A las tres de la tarde se presentó la vanguardia de los insurgentes,
c[ue constaba de ciento noventa 3- tres hombres, de los cuales eran: cien
dragones del famoso regimiento de San Pedro, treinta granaderos 3- se-
senta 3' tres infantes del regimiento de infantería del Carmen.
1 .\lamán dice que eran setecientos hombres; pero Sesma, testigo presencial, dice en
su carta que eran más de mil; Matamoros dice que eran dos mil quinientos, y Junquito
dice en su parte al Virrey, que eran en número suficiente para haber castigado á los ven-
cedores.
2 Carta de Sesma, ya citada.
3 Parte de Matamoros á Morelos.
+ Carta de Sesma.
320
Mientras llegaba el grueso del ejército se intentó hacer un reconoci-
miento de la fuerte posición que ocupaba el enemigo, pero los soldados
insurgentes imprudentemente rompieron el fuego, el que fué contestado
por Dambrini,y se trabó el combate en condiciones muy desventajosas
para los asaltantes, pues el boscaje y lo escabroso del terreno no les
permitía hacer uso de la artillería, ni aun siquiera evolucionar, 3^ así no
tenían más remedio que aguantar el fuego del enemigo; pero esto no los
desalentó: haciendo un supremo esfuerzo, lograron que los granade-
ros flanquearan la derecha del enemigo, 3* ííI toque de «degüello» empren-
dieron el asalto, poniendo á Dambrini en vergonzosa fuga, 3' sus solda-
dos, en su rápida carrera, sólo gritaban: abí están ya los judíos del go-
rro amarillo, l
Toda la artillería, cargas, equipajes 3- muchas armas de Dambrini,
quedaron en poder de Matamoros, qtiien con menos de doscientos hom-
bres que cargaron á la ba3-oneta 3' sin disparar un solo cañonazo, lu-
chando en terreno desventajoso para ellos, derrotó 3- puso en vergon-
zosa fuga á dos mil doscientos hombres que Dambrini tenía á sus ór-
denes. 2
D. Manuel Junquito, Comandante Militar de Tabasco, en el parte
que, con fecha 12 de Ma3'o de 1813 da al Virre3', dice así: -^ «La Divi-
«cion (de Dambrini) se mantubo en Tehuantepeque hasta el dia 13 de
«Abril en q.e impuesto el Comandante del desagrado con q.e aquellos
«habitantes miraban á la tropa, y de q.e los cabecillas Matamoros 3-
«Sesma trataron de atacarlo, se replegó con su fuerza q.e3'a había prin-
«cipiado á desertarse, 3' continuó hasta llegar á la frontera. En el in-
« termedio se puso el enemigo sobre las Tropas q.e le presentaron bata-
«11a 3' jamas quisieron entrar en acción en campo raso q.e fue donde se
«les presentó; mas el 19 del citado Abril estando la División en mifron-
«tera fue amenazada por el enemigo 3- la Cavalleria sostubo un fuego
«vivo hasta q.e conociendo la superioridad del enemigo se replegó so-
«bre la Infantería, arrolló parte de ella y principiando el desorden se
«dispersó la División q.e con la fuerza cj.e á cada instante se le iba dis-
« minu3-end o sostuvo el fuego cerca de quatro horas. Toda la Artillería
«se perdió y lo mismo las cargas 3- equipajes.»
Y más adelante agrega: «Todo esto lo ha originado la insubordina-
«cion de la tropa cu3^ü número era suficiente para haber escarmentado
«al vencedor; mas como era una fuerza vizoña, sin disiplina,3- poco dis-
« puesta á otra cosa í\.e á revmirse á sus familias, de aqui se debe el ha-
« ber experimentado tal desgracia.» +
Matamoros mandó una fuerza de caballería en persecución de Dam-
brini, pero éste traspasó la línea divisoria de Guatemala, antes que los
1 Carta de Sesma, ya citada.
2 Carta de Matamoros al señor Obispo de Ciudad Keal. — .\rchivo General.
3 Archivo General. Tomo 49.
4 Véase este parte íntegro en el .apéndice de esta obra.
321
insurgentes pudiesen alcanzarlo, tal era la prisa que llevaba; pero esto
ha de haljer sido por el vivo deseo que tenían sus soldados de reunirse
á sus familias, según lo que afirma Junquito.
Matamoros, después de levantar el campo, en lo que tardó algún
tiempo, por lo cuantioso del botín, acampó á extramuros deTonalá,en
donde permaneció más de un mes; pero durante ese tiempo no estuvo
ocioso, sino trabajando activamente por insurreccionar la provincia de
Tabasco, á cuyo fin procuró relacionarse, él y sus subordinados, con
los habitantes de los pueblos y rancherías de aquella provincia, para
desimpresionarlos del mal efecto que produjeron en su ánimo las calum-
nias propaladas por Dambrini y los su3-os, que por donde quiera iban
aconsejando á las gentes que abandonaran sus casas y se escondieran,
porque los insurgentes eran judíos, que saqueaban, forzaban alas muje-
res, les cortaban los pechos, mataban á los niños y después de muertos
los cargaban ensartados en las bayonetas; i y tanto para que por su
correcto comportamiento y buen trato se convencieran aquellas gen-
tes de que todas esas especies propaladas por los españoles no eran
otra cosa que cahimnias empleadas como armas de mala \ey para des-
conceptuarlos, como para hacer propaganda délos principios que la re-
volución proclamaba, prolongó su estancia en aquella provincia; mas
como no era posible ponerse personalmente en contacto con todos los
pueblos de aquella comarca, expidió una circular á los gobernadores
y repúblicas de naturales, la que á la letra dice:
«Al Gobernador y República de Naturales del Pueljlo de Ocosocoutla.
«Queridos hij osmios: Con harto dolor de mi corazón conozco los tra-
« bajos q.e estáis pasando por el engaño con q.e os tratan vuestros Cu-
« ras, vuestros Jueses y todos los que os engañan, diciendoos q.e los
« Americanos y sus Tropas somos una gavilla de ladrones, q.e mata-
«mos, q.e somos Judíos, 3' q.e hacemos mil perjuicios.
«No, hijos mios, os engañan, somos más cristianos q.e los gachupi-
« nes y q.e los q.e abrazan sugovierno, áninugno q.e no nos hace daño
« lo perjudicamos: Defendérnosla \ey de Dios, nuestras tierras, nuestros
«bienes y á nuestros hermanos los criollos. Sólo venimos contra los ga-
« chupines y el Govno., por q.e quieren á mas de pensionarnos como nos
« han pensionado, entregarnos por sus fines particulares á los franceses
« ó á los ingleses. Por esto es la guerra, queridos hijos mios, defende-
« mos ser libres en nuestras tierras, govemamos nosotros y no ser es-
« clavos de nadie. En este supuesto os desengañamos, os prevenimos
«qto. pasa p.a q.e os unáis, si queréis ser felices gozando de otra liber-
«tad y comercio con todos nuestros Reynos, q.e no tenemos otra pen-
«sión, q.e pagar los diezmos á la Iglesia de Dios 3' quatro por ciento de
«alcabala p.a mantener el Estado contra nuestros enemigos.
1 Carta de Sesma, va citada.
Anales. T. IV.— ti.
322
«Ya habéis sabido cómo hemos derrotado el Exercito de Guatema-
«la q.e enviaron contra nosotros, y así acabaremos con quantos se nos
« opongan. En esta intehgencia no tengan miedo en quererse unir con
«nosotros 3- defenderos, os ayudamos con soldados valerosos hechos á
« vencer los Exercitos del Govierno Español, y así espero vuestra con-
« testación para facilitaros cuantos auxilios necesitéis.
((S03' el segundo del Oral, de los Exercitos del Sur autorizado, por la
«Suprema Junta Nacional ci.e nos gobierna, y así os hablo en nombre
«del Exmo. Sor. Capitán Gral. Dn. José María Morelos.
«Dios os gu.e m.s a.s en la libertad 3' felicidad q.e os deseamos.
«Quartel pral. de Tonalá á veinte j uno de Abril de mil ochocientos
« trece. »
«Mañano Matamoros.» l
Esta misma carta fué enviada á otros varios goliernadores de repú-
blicas de indígenas de diversos pueblos de aquella provincia.
Y no fué solamente á los indios 3' al pueblo á quienes Matamoros tra-
tó de atraerse á su partido, sino también á los personajes más promi-
nentes de aquella provincia, como lo demuestra la carta que, con fecha
24 de Abril, escribió al señor Obispo de aquella diócesis, la que textual-
mente dice:
«Remo. Sor. Obispo de ciudad Rl. 2
«Como segundo Gral. de los Extos. del Sur, representando en esta
«parte los derechos de la Nación, á nombi-e del Exmo. Sr. Capitán Gral.
«Dn. José María Morelos, en quien recidelasoveranía, me veo en lapre-
« cisión de exhortar á V. R. Illma. suplicándole encarecidamente, en cum-
«plimiento de mis deveres, mi representación 3' mi carácter sacerdotal,
«vuelva en sí V. R. Illma. abra los ojos, 3' llene las obligaciones de buen
« Pastor, no sea el destructor de sus obejas, no se heche sobre sí este car-
«go á la faz de la Nación, de todo el orbe 3' á los ojos del todo Pode-
«roso.
«He venido con mi Exto. por el corto territorio qe. he pisado de V.
n R. I. 3- no ha3' un Ministro en todo él q.e cumpla con su ministerio. Las
«gentes están muriendo sin sacramentos. A Dios no se le da culto, 3-
«por ultimo, inis Capellanes han tenido que exercer por necesidad las
«funciones que se han ofrecido de Misa, entierros y sacramentos. ¡Oh
«q.e dolor! ¡q.e responsabilidad! ¡q.e cargo ante el Altísimo! No creoq.e
«V. R. I. sea capaz de padecer estas preocupaciones, de sostenerlas, y de
«fomentar este abismo. El Exto. Americano para nada se metía con los
«cobardes Guatemaltecos; si hubiera querido cuando rendimos á Oaxa-
« ca nuestra hubiera sido hasta esta Prov.a pues sabíamos qe. estaba des-
1 Archivo General. Operaciones de Guerra. — Realistas. — Tomo 49 F. y K., fol. 120
vta. á 121 fte.
2 El mismo tomo 49 acabado de citar, fol. 121 \-ta.
323
«armada, espantada y q.e no teníamos mas q.e mandar unas cortas
«tropas ]3ara cj.e se hubieran rendido.
«Ahora pudiera hacer lo mismo; tengo tropas valerosas, equipadas
«de quanto necesitan, y me piden va3'aá hacer una visita á V. R. I. Es-
«toj' satisfecho q.e todív la Prov.a no puede resistir, q.e no tienen dis-
« posición para ello y mucho menos con la derrota q.e he dado al Ita-
«liano Dambrini, Comandante de esos infelices Pueblos.
«No han llegado á docientos hombres mios los q.e entraron en fun-
«cion contra el E.xto Guatemalteco q.e se hallaba situado en una emi-
« nenciíi con disposición de sostenerse, como lo procuró hacer emboscan-
«do mi tropa 3' cubriendo su retirada por otro espeso bosque.
«No he tirado un cañonazo, todo lo han hecho las pocas tropas mías
«q.e entraron en acción á la baj-oneta y al fusil. Dos mil docientos
«hombres de Y. R. I. q.e se batían fueron derrotados y puestos en fuga
«por sólo docientos de America q.e se hallaban en punto mu^^ inferior.
«La Artillería de Dambrini, todos sus pertrechos, armamento, equi-
« pajes, los intereses de los q.e le acompañaban, todo está en mi poder,
« todo es de la Nación Americana y hasta sus propias posesiones.
«No, R. I. S., la Nación Americana es muA' católica, no defiende otra
«cosa q.e los derechos é inmunidad déla Iglesia, la libertad de su G.ovo^
« q.e el español no quiera subj'ugarla á dominación francesa ó inglesa,
« según debe ser por el deplorable estado de la Monarquía Española,
«todo lo q.e dicen á Y. R. I. y los demás papeles puljlicos del G.ovo Es-
« pañol es falso para alucinar 3' seducir los infelices Pueblos: Lo q.e
«expongo á Y. R. L es la verdad, 3' por lo tanto creo q.e persuadido de
«ella hablará á sus ovejas, las conducirá á la felicidad espiritual 3- tem-
« poral y abrirá la correspondencia con nosotros, y se adherirá á una
«causa tan justa como la q.e defendemos, p.a evitar deeste modo laefu-
« sion de sangre, la destrucción universal de esta Prov.a q.e siempre se-
« rá nuestra el día q.e queramos.
«Sepa Y. R. L q.e el G.ovo Español no tiene un palmo de tierra en el
«Sur, q.e en la costa del Norte es poco lo q.e le queda, 3- la capital de Alé-
«xico pronto rendirá la cabeza, q.e en las Prov.as de Guadalajara, Ya-
«lladolid y demás tierras á dentro le quedan mu3- pocos rincones, pues
«todos se están uniend o á nuestra Suprema Junta; tenemos todo elNor-
« te de América q.e nos presta auxilios, en las Prov.as de tierra á dentro
« ha3- veinte mil guerreros anglo americanos p.a dar la ultima mano.
«En ningún tiempo se llamará á engaño Y. R. I., no dirá q.e ha sido
« sacrificada su diócesis con ignorancia y sólo le quedará el arbitrio de
« sufrir la pena del arrepentimiento, y á nosotros la satisfacción como
« una Nación generosa q.e brinda con la paz 3' prodiga su felicidad. Es-
«pero la contestación de Y. R. L para cubrir los deberes de mi obliga-
«cion, teniendo el honor de ofrecerme á Y. R. L 3^ le acreditaré q.e seré
« siempre su ma3'or servidor.
«Dios gu.e á Y. R. I. m.s a.s
324
«Campo de Tonalá del Rno. de Guatemala, Abril veinte y quatro
« de mil ochocientos trece.
«I. S. S.
«Mariano Matamoros.))
Esta carta, las circulares á los gobernadores de las repúblicas indí-
genas 3' la carta de Sesma á su sobrina Micaela Frontán, son á las que
alude Junquito en su comunicación al Virrey-, de fecha 12 de Mayo de
1813, y de las que le dice que le acompaña testimonio de ellas, que no
circularon á causa de la actividad y exactitud con que sus tenientes
cumplen las órdenes cjue les comunica, i
Después de estos trabajos de propaganda, Matamoros se dirigió á
Oaxaca con su división, llevando consigo la artillería, cargas, equipa-
jes, armas y municiones que había quitado á Dambrini, é hizo una pom-
posa entrada triunfal á aquella ciudad el 28 de Ma^'o de 1813. Mata-
moros, vistiendo su uniforme de Mariscal de Campo, iba al frente de su
ejército vencedor, y los habitantes de Oaxaca lo recibieron con entusias-
tas manifestaciones de regocijo.
Morelos, cuando recibió el parte de la derrota de Dambrini, premió
á Matamoros con el ascenso á Teniente General.
A principios del mes de Octubre del mismo año de 1813, estando
acampado Matamoros en Tehuicingo, se le presentó el cura de Cosco-
matepec, manifestándole que D. Nicolás Bravo se encontraba sitiado
por Águila en aquella población, escaso de víveres y municiones, lo que
agravaba su situación. Con tal motivo, Matamoros salió inmediata-
mente con su ejército á auxiliar á Bravo, pero como supo en el camino
que Bravo, burlando á sus sitiados, había salido de Coscomatepec la
noche del -í de Octubre, dispviso regresarse á sus posiciones; pero el 13
de Octubre, estando en la hacienda de San Francisco, tuvo aviso de que
había salido de Orizaba un considerable convo}^ de tabaco, custodiado
por el batallón de Asturias, al mando de su jefe Cándano 3- una consi-
derable fuerza de caballería á las órdenes de Moran, cuj'O convoy debía
pernoctar esa noche en San Agustín del Palmar. Con tal noticia, dispu-
so Matamoros que fueran á obser^-ar el movimiento 3' le dieran aviso
de ello, para disponer lo más conveniente. El Ma3'^or del regimiento de
San Pedro, D. Rafael Pozos, Arro3-o, Sánchez v D. Vicente Gómez y él,
fueron á situarse con sus tropas á la hacienda de San Pedro, 3' allí dio
una orden inponiendo la pena de muerte al que volviera la espalda al ene-
migo, 3' tres carreras de baquetas por doscientos hombres, al que se en-
tretuviera en coger alguna muía cargada, ó en otra cosa que lo distra-
jese del combate. 2
Alamán, tomándolo del parte que rindió el mismo Matamoros, fe-
chado en Tepecuacuilco el 12 de Diciembre, hace el relato de este me-
1 Archivo General.
2 Alamán. Tomo III, pág. -KIS.
325
morable combate, de feliz remembranza, (|uc cubrió de gloria las armas
mexicanas, en los siguientes términos: i
«Desde el lugar conocido con el nombre de la Agua de Quechula, por
«una fuente que allí hay, se extiende por cosa de seis leguas un dilatado
«valle hasta San Agustín del Pahnar, estrechándose más ó menos, por
«medio del cual va el camino que conduce de aquel lugar á Puebla. Elcon-
«voy se puso en marcha el 14 de Octubre, al amanecer, llevando á van-
«guardia la cahallería, tras de la cual seguían las muías de carga, y la
«retaguardia la custodiaba Cándano con su batallón. Esta disposición
«del terreno y de la marcha del convoy, hizo que Matamoros se arre-
«glase á ellas en sus providencias; viendo al amanecer del día 14 el con-
«voj' extendido en todo el camino, dio orden al Mayor Pozos para que
«con la caballería del regimiento de San Pedro, dividida en tres partidas,
«atacara su retaguardia, y al Teniente Coronel del mismo, D. José Rodri-
«guez, para que con el resto del cuerpo, pie atierra, unido á la infante-
ana del Carmen, formando cinco guerrillas, atacase portodo el costado
«derecho la línea del convoy. Este siguió su marcha, y el Comandante
«Martínez, sin tratar de auxiliará la retaguardia, vivamente atacada,
«previno al Coronel Moran, que mandaba la vanguardia, que acelerase
«lo posible el paso, con lo que el cargamento de tabaco llegó con sólo
«la pérdida de 75 cargas á Tepeaca. Matamoros no se empeñó en se-
«guirlo y dirigió todas sus fuerzas contra el batallón de Asturias, que
«cubría la retaguardia; el Comandante Cándano, habiendo hecho for-
«mar un cuadro, marchó con éste, defendiéndose por espacio de más de
«dos leguas, casi hasta desembocar del valle al llano de la Agua de Que-
«chtila.
«Hizo entonces Matamoros situardos cañones, cargados á metralla,
«á la retaguardia de la caballería, cubiertos por ésta, la que hizo una
«retirada falsa, y seguida por las guerrillas que destacó Cándano á su
«alcance, creyendo segura la victoria, abrió claros para descubrir laar-
«tillería, que hizo en aquéllas tremendo estrago; las guerrillas en desor-
«den volvieron sobre el cuadro, que se desordenó también y acabó por
«dispersarse, siendo cargad o por la caballería de Matamoros; los solda-
«dos españoles, arrojando sus armas se rindieron, gritando: ¡¡viva la
«América!! para moverla piedad del vencedor, pero fueron hechos prisio-
«neros. La pérdida de los realistas fué: 215 muertos, 368 prisioneros, en-
«tre éstos el Comandante Cándano; dos capitanes, trece subalternos,
«treinta 3- dos sargentos y nueve cornetas y tambores, con 521 fusiles;
«la de los insurgentes fué mucho menor.
«Matamoros hizo conducir los prisioneros á San Andrés Chalchico-
«mula, en donde celebró su victoria con solemne Misa de gracias, «Te
«Deum » y salvas de artillería y de infantería, estando formadas en el atrio
«de la iglesia las compañías de granaderos del Carmen.
«En seguida mandó pasar por las armas al Comandante Cándano
1 Alamán. Tomo III, págs. 408 y 409.
326
«y á otro oficial mexicano, pues aunque había condenado ala misma pe-
«na al Capitán D. Bartolomé Longoria, estando apunto de ser ejecuta-
«da, le concedió la vida aniego del cura y vecinos de San Andrés, quie-
«nes aunque se interesaron por todos, no pudieron obtener el perdón
«más que de éste.»
No tomó el pueblo ningún participio en este asunto, como errónea-
mente asienta Alamán, pvies la petición que se le hizo á Matamoros pi-
diéndole la vida de los prisioneros, cua^o original encontré en el Archivo
General de la Nación i está subscripto solamente por el cura 3' su clero 3-
no se hace en él ninguna alusión de la intervención que en ello hubiese
tenido el pueblo; pero esa humanitaria y noble petición tampoco fué
obra del cura de San Andrés y su clero, sino del mismo Alatamoros, á
cuya alma noble y generosa repugnaba el derramamiento de sangre; pe-
ro que teniendo que cumplir como soldado con las órdenes de sujete
Morelos, de pasar por las armas á todos losjefes y oficiales realistas que
cayeran prisioneros, no le quedaba otro recurso para satisfacer sus hu-
manitarios sentimientos y á la vez poner á salvo su responsabilidad,
que valerse de algún subterfugio, 3- así fué como «convino secretamente
con el cura de San Andrés que le presentara un escrito demandando la
vida de los oñciales prisioneros :ii así lo diceelmismo Matamoros en su
declaración, 3' en ese documento, sugerido por él mismo, puso de su pro-
pia letra el proveído correspondiente, el que escribió en el margen 3' lo
autorizó con su media firma, siendo éste el único autógrafo de Mata-
moros que 3'o sepa cjue existe 3- el cual había dormido ignorado, duran-
te un siglo, entre los 1,025 volúmenes que constitu3'en el ramo de Histo-
ria en el Archivo General, de donde lo he tomado para publicarlo, por
vez primera, en estas páginas, 3- dice textualmente:
(nExmo. Sor.»
((El Párroco de esta Feligresía, consuclero: noticioso que los prisio-
«neros tomados encampana en el ataque del camino del Palmar, están
«.sentenciados al último suplicio, penetrado de los sentimientos de urna-
anidad, á la superioridad de V. E. rendidamente ruega y suplica, que
«aquella parte de gracia que pueda tenerla Justicia, espera del piadoso
ncorazon de V. E. seles aplique por medio del indulto, perdonándoles la
«vida, cuia gracia remunerará el Dios délos Exercitos»
«Dios gue. á V. E. m.s a.s»
«San Andrés, Octubre 18 de 1813.))
«José López de León, rúbrica.»
«^7 Sor. Tente. Gral.
«Dn. Mariano Matamoros.)) 2
1 Historia. — Operaciones de Guerra.— Díaz de Ortega R.— Tomo 3, fio. 135 frente.
2 Este documento, que se encuentra original en el Archivo General de la Nación, lo re-
cogió en San Andrés el Coronel de Saboya D. Melchor Álvarez, quien lo remitió al Co-
mandante militar de la provincia de Puebla, D. Ramón Díaz de Ortega, el que á su vez lo
remitió al Virrey D. Félix M* Calleja, en 30 de Enero de 1814.
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327
Al mareen de esta solicitud escj-ibió Matamoros el siguiente proveído:
aQuartel Gral. en San Andrés, Octe. 18, 1813.))
ítNo pende absolutamente de mis facultades la absolución de ningu-
víno de los reos hechos prisioneros en el ataque del Palmar; pero usando
<ide la piedad conque mi corazón mira á estos infelices, sólo trato de po-
aner en Capilla á los tres Cabecillas más criminosos, y para acreditar
ȇ todo el clero, qe. quiero servirlo, aun sin embargo de la responsiva en
uque quedo con mi Generalísimo, el Serenísimo Sor. D. José Alaría Mo-
nrelos, doy orden al Fiscal de las declaraciones para qe. absuelva al ci-
vtado Capitán Bartolomé González Longoria, de la pena capital, y mar-
Hcbo con los demás en la cuerda qe. ha á salir.»
^Matamoros, rubrica.»
Publicamos aquí un facsímile de este curioso é importante documen-
to, el cual tomamos del original que existe en el Archivo General de la
Nación.
«La toma de Acapulco por Alorelos, la resistencia gloriosa de Bra-
«vo en Cosconiatepec, y la victoria de Alatamoros en el Palmar, lle-
«naron de entusiasmo á los insurgentes, en especial á los que favore-
«cían este partido en México y otras ciudades principales, y la circuns-
«tancia de haber sido europeas casi todas las tropas empleadas en elsi-
(ctio de Coscoraatepec, y serlo también el batallón de Asturias que ha-
«bía rendido sus armas en el Palmar, lisonjealía extremadamente elor-
«gullo nacional, no dejando de comparar, en el exceso de entusiasmo, el
«último de estos sucesos, á la batalla de Saratoga en los Estados Uni-
«dos, en que el General inglés Burgoine rindió las armas y quedó prisio-
«nero de los norte-americanos, con todo el ejército que mandaba.» l
Los prisioneros del Palmar los mandó Matamoros al presidio de
Zacatula y él volvió á ocupar suposición de Tehuicingo, en donde, con
su actividad acostumbrada, se ocupó de reorganizar é instruir á su tro-
pa, hasta el mes de Noviembre del mismo año de 1813, en que fué lla-
mado por Morelos, y dejando de guarnición en Tehuicingo áD. Maria-
no Ramírez, con el batallón del Carmen, 2 fué á reunirse con D. Nicolás
Bravo, á quien también había llamado Morelos, y ambos marcharon
juntos á incorporarse con él en Cutzamala, desalojando á su paso por
Tepecuacuilcü las fuerzas de Moreno Daoiz, quien al saber que se aproxi-
maban, se retiró hasta Cuemavaca.
Reunidas las fuerzas de Matamoros y Bravo con las que Morelos te-
nía en Cutzamala, se formó un ejército de cinco mil setecientos hombres
de las tres armas, con treinta cañones de todos calibres y una gran can-
tidad de municiones.
1 Alamán. Tomo III, pág. 410.
2 Llano, en una carta que escribió al Virrey, fechada en Valladolid el 17 de Enero de
181-t, le dice, que le ha dicho el Lie. Matamoros que no quedan ningfunas fuerzas insur-
gentes en Oaxaca, más que una pequeña gavilla que dejaron á las órdenes de Ramírez.
—Archivo Gral. Operaciones de Guerra. Tomo 18. Llano Ciríaco, fols. 4 y 5.
328
Una vez que M órelos hubo concentrado en Cutzamala la maj'or par-
te de sus fuerzas, marchó con ellas sobre Valladolid, por el camino de
Huetamo, 3' pasando por su antiguo Curato de Carácuaro, celebró allí
la fiesta de la Virgen de Guadalupe el 12 de Diciembre, y continuó su
marcha por Tacámbaro, Acuitzio y Tiripitío, hasta Valladohd, en don-
desepresentó con todassusfuerzasenlaslomasde Santa María, el 22 de
Diciembre, y el 23 mandó al Comandante Landázuri una intimación
para que lindiera la plaza en término de tres horas, y al mismo tiempo
mandó al Obispo Abad y Queipo una carta en la que le pedía que influ-
yera para que la ciudad se entregase á discreción, en el término de tres
horas, y mandó otra carta al Ayuntamiento, en iguales términos: el
Aj'untamiento, queriendo hacer alarde de su fidelidad al Rey, mandó
quemar la carta de Morelos, por mano del verdugo, en la plaza princi-
pal, y para dar ma3-or solemnidad al acto, dispuso que éste ñiera prece-
dido de la publicación de un bando, en que se daba cuenta al pueblo del
acto que se iba á ejecutar.
Alamán 3' los demás autores que he consultado hablan solamente
de la intimación qiie Morelos dirigió á Landázuri 3- al Obispo Abad y
Queipo, pero nada dicen de la que dirigió al A3'untamiento, 3' por consi-
guiente, tampoco dicen ni una palabra del acuerdo que éste dictó, man-
dándola quemar pilblicamente por mano del verdugo; pero todo esto
está bien comprobado en la comunicación que dirige Calleja al Ayunta-
miento, la que me encontré original en el Archivo del A3'untamiento de
Morelia, l 3- á la letra dice:
«iis muy propio de la acreditada ñdelidad de v.s el desprecio con q.e
viniró el ridículo papel que le dirigió el rebelde Morelos cuando sitiaba esa
«■ciudad, pretendiendo q.e ese cuerpo cooperase á la rendición de ella, y
ido es igualmente el acuerdo q.e v.s tomaron de hacer que dicho papel se
v-quemase por mano del verdugo en la Plaza Constitucional, para dar
n-un testimonio público de sus sentimientos patrióticos y su adhesión á
úa justa causa, precediendo un Bando para instruir al pueblo, como
iiF.s me participan en oñcio de 3 del corriente.
«Dios gu.<: á -v.s muchos años.
üMéxico, Febrero 14 de 1814.
aCalleja. — (Rúbrica).»
Morelos, sin esperar la contestación del comandante de la plaza, co-
menzó á dar sus disposiciones para el ataque de la ciudad, la que sólo
tenía unos ochocientos hombres de guarnición 3- no tenía otra esperan-
za para salvarse de caer en ¡joder de Alorelos que la de que llegaran
con oportunidad Llano é Iturbide, que venían en su auxilio.
No habiendo recibido ninguna contestación Morelos, emprendió el
ataque de la ciudad á las nueve de la mañana del día 23, rompiendo
el fuego sobre las fortificaciones de la loma del Zapote, mientras otra
1 Legajo lu'nu. 17-1-. — .A.ño de 1S14. — E.xpecliente núm. 8.
Anales. — Tomd IV.
LÁM. 45.
33.
41;..-- _,^;^^ij;e!u!iitoi#^
j. >i-i.t
;;íi;i.-
ds^^
MoiTÜn. — Cntcdrnl.
Hacienda de l'uruaián, Histntd de Taeáiiiliani. Mielioaeá)i. (Mur.)
339
parte de insurgentes atacaba por el llano de Santa Catarina, para lla-
mar la atención del enemigo. Galcana y Bravo tomaron el fortín de la
garita del Zapote y mientras Galeana (juedaba allí, custodiando el for-
tín, Bravo se adelantó con su fuerza por el camino de Charo, que era el
que debían traer Llano é Iturbide, que sabía venían en auxilio de la
plaza; en esos momentos Landázuri cargó toda su reserva sobre Galea-
na Y lo despojó del fortín del Zapote; mas habiendo regresado Bravo,
tomaron él y Galeana nuevamente el fortín; pero en esos momentos se
presentó Llano por el frente, atacándolos con dos cañones y el 2° ba-
tallón de la Corona, á la vez que Iturbide se presentaba con la caballe-
ría, por la izquierda, y la guarnición de la plaza volvía ala carga por la
retaguardia; en tal situación, Galeana se retiró en dispersión 3- Bravo,
que quiso retirarse en buen orden, atacado por todos lados, ]ierdió ca-
si toda su infantería, tres cañones, banderas, parque y doscientos trein-
ta y tres prisioneros, de los cuales la mayor parte eran desertores de
las tropas del Rey, y muchos de ellos españoles: todos fueron fusilados
al borde de las sepulturas que debían cubrir sus cadáveres.
El día 24 entraron á Valladolid las divisiones de Llano é Iturbide,
mientras los insurgentes permanecían quietos en su campamento de
Santa Alaría, hasta en la tarde, en que Matamoros mandó pasar lista,
para lo cual hizo formar toda la infantería en una débil línea de dos en
fondo, en la llanura que media entre la ciudad y la loma de Santa Ala-
ría, teniendo á la cabeza todos sus batallones su música respectiva,
mientras la caballería quedaba formada en el mismo orden sobre la
loma.
Llano, que observó ese movimiento, no sabiendo á qué atribuirlo y
crej'endo que sería un preparativo para atacar la ciudad en la noche,
mandó á Iturbide que hiciera un reconocimiento llevando consigo cien-
to cincuenta infantes de la Corona, Fijo de Aléxicoy Compañía de Ma-
rina, y ciento noventa caballos de Fieles del Potosí, dragones de San
Luis y San Carlos }• lanceros de Orrantia. Iturbide emprendió su mar-
cha sobre el enemigo llevando los infantes á la grupa de los caballos, 3-
en vez de un reconocimiento emprendió un ataque, y fácilmente pudo
romper la línea, que no estaba formada para resistir un ataque que no
se esperaba, sino simplemente para pasar lista y así fué como piado
Iturbide, mediante una brusca é inesperada carga, desbaratar la línea
formada por la infantería, y sin detenerse, trepar la loma para irá ata-
car á Morelos en su mismo campamento, en lo que fué favorecido por
la alarma 3'- la sorpresa producidas en el campamento insurgente, de-
bidas á aquel inesperado ataque del enemigo; las tinieblas de la noche
que envolvían el campo, 3- la llegada inoportuna del Padre Xavarre-
te, que venía á reunirse á Morelos con su fuerza, á quien los insur-
gentes tomaron por realistas que los flanqueaban, rompieron el fuego
sobre ellos trabándose un encarnizado combate entre los mismos in-
surgentes 3' produciéndose un espantoso desorden que aprovechó Itur-
Ax.\LES. T. IV.— 4-2.
340
bidé, apoderándose de algnnas banderas y cuatro cañones, con los C|ue
regresó á Valladolid á las ocho de la noche; mientras que los insur-
gentes, cuatro horas después, todavía seguííin batiéndose en retirada
unos con otros.
Los españoles no se dieron cuenta de su triunfo sino hasta el día si-
gxiiente, en que Llano salió con todas sus fuerzas á atacar el campa-
mento de Alorelos, en el que sólo encontró al Padre Gómez, que estaba
herido de gravedad, y lo hizo conducir á Valladolid, donde lo mandó
fusilar.
Morelos, en su retirada, se detuvo en la hacienda Cupio y de allí se
dirigió á la hacienda de Pviruarán, en donde se le reunió D. Ramón Ra-
yón con setecientos hombres, con los que reunió unos tres mil hombres
con veintitrés cañones, 3- sabiendo que Llano había salido de Vallado-
lid á perseguirlo, dispuso fortificarse allí para esperarlo. Alatamoros,
RaA'ón y todos los jefes que lo acompañaban se opusieron á esa deter-
minación, tanto porque en el estado de desmoralización en que se en-
contraba la tropa era una temeridad esperar al enemigo, como porque
Puruarán no era un punto á propósito para la defensa; pero Morelos
insistió en llevar adelante su decerminación, mandó que se hicieran al-
gunas obras de defensa y dispuso que Matamoros tomara el mando de
las fuerzas, y él con su escolta se retiró á la hacienda de Santa Lucía,
distante dos leguas de Puruarán.
Luego que Morelos salió para Santa Lucía, Rayón trató de con-
vencer á ^Matamaros que no cometiera la temeridad de esperar á Lla-
no en aquel kigar, donde la derrota era segura, pues todo estaba en
contra de ellos; aun las mismas cercas de piedra de la hacienda, las que
tan luego como el enemigo pusiera en juego su artillería, converti-
ría las piedras en proyectiles, en vez de servirles de resguardo; pero
Matamoros, aunque estaba convencido de que la resistencia allí era
imposible v que la derrota era segura, dijo que tenía que obedecer las
órdenes de Morelos, porque la disciplina estaba sobre todo, 3' dando
las órdenes que consideró más oportunas, esperó tranquilamente al
enemigo, que bien sabía que lo iba á aniquilar.
Llano salió de Valladolid con su división, en persecución de More-
los, el 30 de Diciembre, 3' no obstante su empeño en darle alcance, has-
ta el 3 de Enero logró saber que Morelos se estaba fortificando en Pu-
ruarán (22 leguas al S. O. de Valladolid), 3- allá se dirigió á atacarlo;
el día 4 en la tarde acampó á dos leguas de distancia de aquella hacien-
da, en d onde supo por sus espías que efectivamente lo esperaban los insur-
gentes, quienes habían puesto unas emboscadas en unas barrancas que
están á la izquierda del camino. El día 5 dispuso Llano que el sargen-
to mayor D. Domingo Claverino, con un batallón de 3- su cuerpo, el regi-
miento de Nueva España, pasara las barrancas para sorprender las
emboscadas, mientras él con todas sus fuerzas se aproximaba al enemi-
go, y al llegar á Puruarán desde una altura observó con el anteojo el
341
campo enemigo, y determinó ocupar una altura desde donde el alcance
del cañón dominaba el campo de los insurgentes; mandó colocar allí
un obús y dos cañones de á cuatro, al mando del Teniente Coronel de
artillería D. Nicolás Pinzón, y en el acto en que la artillería romjjió el
fuego, se vio á los insurgentes ocupar sus puestos en las fortiñcaciones
3' en la línea de defensa, cubiertos por la cerca de piedra suelta de la ha-
cienda; pero no iludiendo ai'in Llano, darse cuenta del número del ene-
migo, dispuso que el Teniente Coronel graduado D. Francisco Orran-
tia fuera á hacer un reconocimiento, llevando á sus órdenes el batallón
segundo de la Corona, el batallón Fijo de México, doscientos caballos y
un cañón. Este movimiento tenía el doble objeto de hacer que el ene-
migo descubriera todas sus fuerzas, y si se presentaba un momento fa-
vorable, se atacase la línea fortificada del enemigo, y al efecto, mandó
ásu A^'udante de campo, Cajsitán D. Alejandro Arana, que reconociera
bien la línea para el ataque que pensaba hacer en la noche, i
La ajjroximación de las fuerzas de Orrantia no intimidó á los insur-
gentes, (¡ue se mantuvieron serenos en sus puestos, esperando el mo-
mento oportuno de romper el fuego, lo que verificaron con denuedo,
tan pronto como los españoles estuvieron á su alcance; pero éstos ata-
caron simultáneamente por todos lados, emprendiendo el asalto mien-
tras que las balas de su artillería hacían volar en mil fragmentos las
piedras sueltas de las cercas, las que producían el desastroso efecto de
la metralla en los insurgentes, sembrando en sus filas la muerte y el es-
panto, lo que facilitó que los deOrantia tomaran por asalto las fortifi-
caciones que los insurgentes abandonaban al huir en desorden para pa-
sar el río por un estrecho puente que tenía.
Matamoros, vestido de paisano con chaqueta de indianilla y mon-
tando un caballo tordillo, después de haber arengado á su tropa y de
haber formado su línea de defensa y dado sus órdenes á los jefes de los
cuerpos, se situó debajo de uno de los arcos del acueducto que conduce
el agua á la hacienda, desde donde tenía á la vista todo su campo y
podía dirigir la acción; pero repentinamente vio que los españoles esta-
ban dentro de las cercas y parapetos, C[ue svis soldados corrían en des-
orden á ganar el puente para escaparse, y entonces, viéndose solo, se
determinó á huir; pero, como no conocía el terreno, en vez de tomar el
camino del puente bajó al lecho del río, en donde perdió algún tiempo
buscando el puente ó vado para pasarlo, 3' cuando logró llegar al puen-
te vio que en el camino adelante, había caballería española, 3- entonces
regresó, se apeó de su caballo y se metió á un jacal de los peones de la
hacienda, en donde se ocultó tras un petate con ánimo de entregarse
cuando hubiera pasado la efervescencia y estuviesen más calmados los
ánimos, para que no lo mataran, «pues aunque tenía la convicción de
1 Tomo toda esta relación del parte original de Llano, que se encuentra en el Archivo
General.— T. 18, fol. 2.— Operaciones de Guerra.— Llano, Ciríaco, Brigadier.
342
(¡ue no le habían de perdonar la vida, no quería que lo mataran allí
de improviso, sino morir como cristiano ;i» l pero después de un rato de
estar allí escondido, vio que entraron unos soldados y se entregó á
ellos, diciéndoles que no lo mataran por amor de Dios, que eni sacer-
dote, y les enseñó la corona entregándoles su espada envainada; los
soldados lo llevaron al puente 3- allí se lo entregaron al Comandante
D. Pío M' Ruiz, quien lo entregó para su custodia al Teniente D. José
Guiral, y éste lo llevó, en la noche, á un cuarto de la hacienda, en don-
de estuvo preso hasta que se lo llevaron para Valladolid.
Todo lo relativo á la prisión de Matamoros, que difiere completa-
mente de lo que dicen Alamán y demás íiutores que hablan de este asun-
to, lo he tomado de lo que el mismo Matamoros refirió á los Capita-
nes D. Vicente Filisola, D. Alejandro Arana, D. Bernardo del Camino 3-
al Teniente D. José Guiral, en conversaciones que tuvo con ellos en su
prisión. A' éstos lo relatan en el informe que dieron á Llano, cuyos ofi-
cios existen originales en el Archivo General de la Nación, 3' constitu-
3^en el expediente que se formó con motivo del informe que pidió á Lla-
no el Virre3- Calleja, sobre si era cierto que el dragón José Eusebio Ro-
dríguez había sido el aprehensor de Matamoros, como lo aseguraba
Iturbide en su oficio de 1° de Ma3'o, dirigido al Yirre3- desde la Villa de
San Felipe, en el ciue pedía una recompensa para Rodríguez, por su he-
roica acción de haber aprehendido á Alatamoros. Ese expediente, en-
cabezado con el informe de Llano, demuestra plenamente que ni Rodrí-
guez ni ningún otro aprehendió á Alatamoros, sino que él mismo se en-
tregó. Por ser desconocido hasta ho3-, lo publico en el Apéndice.
Esa misma relación, hecha por boca de Matamoros, desmiente lo que
cuenta Bustamante respecto á la manera como se verificó su aprehen-
sión, pues este autor la refiere así: «Pasaron de seiscientos los muertos
«3^ de setecientos los prisioneros, entre los que lo fué igualmente el Gene-
eral Matamoros que se halló sin caballo, pues se lo tomó su herma-
«no D. Nicolás 3- lo dejó en la pelazga. En vano quiso huir en uno ma-
ído de un dragón 3- pasar el río, pues no pudo superar los obstáculos
«que se le presentaron, estando el puente completamente embarazado
«con tercios 3' cargas que hacían casi imposible su tránsito; entróse en
«una casilla inmediata, 3- uno de sus oficiales lo denunció, entregándolo
«traidoramente; según he podido averiguar, también fiíé pasad o por las
«armas al siguiente día en premio de su bajeza. Su aprehensor fué el sol-
idado de Frontera, Eusebio Rodríguez.»
No es cierto cjue su hermano Nicolás se llevara su caballo 3- lo dejara
en la pelazga, pues de ser eso cierto, así lo habría dicho Matamoros, pe-
ro lejos de esto, dice que estuvo montado á caballo durante la acción,
bajo uno de los arcos del acueducto, 3- cjue cuando vio que 3'a el enemi-
go estaba dentro de las cercas de piedra 3- que la caballería insurgente
1 Palabras del mismo Matamoros: véase en el Apéndice el informe del Capitán D.
Vicente Filisola.
343
huía á escape por el jiuente, cjuiso él escapar, ])ero cuando llegó al puen-
te, vio cjue los dragones de Orrantia ya estaban delante en el camino y
entonces se volvió, se apeó r/e su caballo tordillo y se metió en un jacal
de los peones.
No es tampoco cierto que el puente estuviese embarazado con tercios
y carga, pues de haber sido así, no habrían podido pasar por allí, á es-
cape, todo el grueso déla caballería insurgente ni la caballería de Orran-
tia é Iturbide, que iban en su persecución.
Tampoco es cierto que haya habido ningún oficial delator, puesto
que Matamoros se entregó él mismo á un granadero de la Corona y á
un soldado del Fijo de Aléxico, 3' de aquí que tampoco sea exacto que
Rodríguez hubiese sido su aprehensor, y si bien es cierto que el Virrey
Calleja premió á Rodríguez con doscientos pesos por la supuesta apre-
hensión de Mat;imoros,estofuédebido á la ligereza con que obró Calle-
ja dejándose sorprender por el oficio que le dirigió Iturbide desde San
Felipe, y tan esto fué así, qixe Calleja, avergonzado de su ligereza y que-
riendo evitar que el público se diese cuenta de ella, mandó archivar el
informe de Llano y no lo mandó publicar en la Gaceta, no obstante de
que Llano le pidió en su mismo informe que así lo hiciera, el cual está
fechado en Acámbaro el 24 de Julio de 1814, en el que se expresa así:
vEn la Gaceta de esa Capital, de 30 de Junio, he visto impreso lo conte-
«nido en el superior oficio de V. B. de 19 de Junio sobre este asunto, y
vpara que el público no viva engañado en creer que el dragón hizo una
vacción heroica, espero de la equidad de V. E. estampará en la misma
«Gaceta este mi oficio y los que originales acompaño con los números
al, 2, 3 y 4.
Y el hecho mismo de no haber mandado Calleja que se publicara el
informe de Llano, para no ponerse en ridículo, es lo que ha dado lugar
á los errores en que han incurrido todos los autores al referirla mane-
ra como fué capturado Matamoros.
Los insurgentes dejaron en el campo de Puruarán más de seiscien-
tos muertos, entre los que se encontraban varios jefes y oficiales y tres
sacerdotes de quienes sólo pudo reconocerse al Br. D. Matías Zavala,
á quien Alamán llama Juan; pero fué el mismo vicario de Matamo-
ros que lo había acompañado desde Jantetelco. También dejaron sete-
cientos prisioneros, entre los que se encontraban varios frailes de diver-
sas órdenes religiosas y diez y ocho jefes entre coroneles, tenientes co-
roneles y otros de menor graduación, y todos ellos fueron fusilados en
el acto, reservándose solamente á Matamoros para llevarlo á Vallado-
lid como trofeo de guerra y hacer más ostentosa su ejecución; recogie-
ron también los realistas, como botín de guerra, 23 cañones y 300 car-
gas de toda clase de municiones, l
1 Parte de Llano, fechado en Puruarán á las 10 de la noche del 7 de Enero de 1814,
cuyo original existe en el Archivo General de la Nación. — Operaciones de Guerra. — Lla-
no, Ciríaco. — Tomo 18, fol. 2 fte.
344
Llano nombró Juez instructor de la causa de Matamoros á su Ayu-
dante el Capitán D. Alejandro Arana, cjuien en la misma noche del día
5, le tomó su primera declaración en una pieza de la hacienda, que le ser-
vía de prisión.
Los días 6 A' 7 se ocupó Llano en levantar el campo 3- arreglar lo ne-
cesario para la conducción de la artillería 3' municiones quitadas á Ma-
tamoros, pero no habiendo podido consegruir las muías suficientes, man-
dó destruir gran parte de ellas.
Calculando Llano que lo penoso del camino j lo escabroso de la
cuesta que tenía que subir para salir de Puruarán eran un tropiezo pa-
ra la marcha del ejército, á fin de facilitar ésta dispuso cjue el día 7 á
las tres de la tarde saliera la tercera sección con toda la artillería hasta
el rancho de los Sauces, que sólo dista media luega de Puruarán, y no
obstante de ser tan corta la distancia y de cjue los prisioneros ayuda-
ban á las muías á subir la artillería, con mil trabajos pudieron llegará
los Sauces á las diez de la noche.
El día 8 salió todo el ejército, llevando á Matamoros en una muía
aparejada y bien asegurado con esposas 3^ grillos, 3' pernoctaron esa
noche en los ranchos de los Hacheros; el 9, en otro rancho de los mis-
mos; el 10, en el rancho de Zatñó; el 11, en el pueblode Santa Clara y el
12, llegaron á Pátzcuaro, en donde se detuvo Llanodosdíasporelfiíer-
te temporal de aguas que se había desatado, 3- durante esos dos días,
aprovechando los ratos en que dejaba de llover, mandó exponer á
Matamoros á la expectación piiblica en la plaza principal de la pobla-
ción, 3' el día 15, salió de Pátzcuaro 3- llegó á Valladolid. 1
En Vallad olid, como en Pátzcuaro, filé expuesto Matamoros á la
expectación pública en la plaza principal de la ciudad y se le destinó
por prisión la Cárcel Correccional clerical, cu3-o edificio existe hasta
hoy en el mismo estado y está destinado á colegio católico. Esta cár-
cel eclesiástica la mandó construir, anexa al Obispado, el señor Obispo
Elizacoechea, á mediados del siglo XYIIL
Tan luego como llegaron á Valladolid, continuó el Capitán Arana
el simulacro de proceso cjue estaba encargado de fi>rmará Matamoros,
y con tal actividad anduvo, que el 16 lo terminó 3- el 17 dirigió Llano
al Obispo electo Abad 3^ Queipo, el siguiente oficio:
«Illmo. Sor.»
«En el ataque dado en 5 de Enero á las Fuerzas de los rebeldes en
«la Hacienda de Puruarán, fortificada por ellos, fiíé hecho prisionero el
«Lie. Mariano Matamoros, Ciira encargado q.e fué de Xantetelco,
«Tente. Gral. de los rebeldes \' segundo del iniquoM órelos. Sostuvoman-
1 El itinerario que siguió Llano de Puruarán á Valladolid, llevando prisionero á Ma-
tamoros, lo he tomado de su parte que rindió al Virrey, fechado en Valladolid el 21 de
Enero de 1814. — Archivo General.— Operaciones de Guerra. — Llano, Ciríaco. — Tomo 18,
fol. 22 V siguientes.
345
«dando en xefe, los puestos de dicha Hacienda, hasta q.e nuestras va-
«Uentes tropas la tomaron por asalto.»
«La notoriedad de q.e este rebelde ha sido el principal cabecilla, 3' los
«daños incalculables q.e ha causado ala Nación Española, lo sabe V. S. I.
«lo mismo q.e 3-0; debiendo sufrir la pena de muerte, p.a escarmiento del
«Público, he determinado dar á Y. S. I. este aviso p.a las medidas q.e
«V. S. I. tenga á bien tomar por lo respectivo á las Censuras, y demás
«trámites de su Jurisdicion.»
« Vallad olid, Enero 17 de 1814.»
«Ciríaco de Llano,» rtibrica. l
Y el obispo de Michoacán, en vista del anterior oficio de Llano, en su
decreto de 18 de Enero, que en seguida copiamos, decretó la
Degradación de Matamoros.
«Valladolid, Enero 18 de 1814.»
«Yisto el oficio q.e antecede del Sr. Brigadier D. Ciriaco de Llano, Co-
«mandante General del Exercito del Norte: siendo público y notorio
«cuanto en dicho Oficio se expone, esto es, q.e el Lie. Alariano Alatamo-
«ros. Cura encargado q.e fiíé de Xantetelco del Arzobispado de México,
«filé preso en el ataque de Puruarán el día cinco del corriente, siendo el Xefe
«como Tente. Gral. de los rebeldes, y segundo de Morelos: q.e no sóloes
«reo deApostasia, de lesaMagestad \' alta traición, sino q.e por la opi-
«nion q.e habia adquirido con los infamadores q.e siguen y protejen la
«insurrección, habia venido á ser su principal apo\-o, y ha sido en efecto
«la causa eficiente 3^ moral de una serie de males incalculables q.e hanafli-
«gido al Reyno:q.e por consiguiente se halla innodado con las Censuras
«eccas. fulminadas por los sagrados Cánones contra este género de per-
« turbad ores públicos, publicadas pornuestros Edictos, 3- por los Edictos
«de los otros Ihistrísimos Señores Diocesanos, 3- en los del Santo Oficio de
«la Inquisición, expedido últimamente, los quales violó, delinquiendo en
«los mismos territorios con tanto escándalo 3^ desprecio de la Iglesia. Por
«tanto declaramos q.e dicho Lie. Mariano Alatamoros, perdió por sus
«crímenes notorios el privilegio del Fuero y el privilegio del Canon, v
«lo declaramos lisa y llanamente entregado ala Potestad militar, q.e lo
«aprehendió 3' conoce de su causa: y q.e no puede ser absuelto de otras
«Censuras eccas. sin q.e antes satisfaga á la Iglesia por medio de una
«desaprovación pública de los escándalos con q.e le ha ofendido, 3' abju-
«re los errores de Impiedad y Heregía en q.e parece ha incurrido, en el
«hecho de sostener en sus escritos, 3' con la espada, q.e la actual reve-
«lion de la Nueva España es justa 3' legítima, siendo notoriamente
«lo contrario, 3' reprobada por el Derecho natural, por el Derecho di-
1 Causa original de Matamoros, fol. 1, fte.
346
«vino, por el Derecho de gentes y por el Derecho público de todas las so-
(iciedades humanas; ó se compurgue de la veemente sospecha q.e contra
«él resulta en esta razón, v por su ensordescencia en las Censuras: y sa-
«tisfaga los daños causados á la Sociedad en el modo posible, esto es,
«absolviendo con verdad, y buena fe todas las questiones, q.e legitima-
«mente le hiciere el Tribunal militar q.e conoce de su causa, y q.e pue-
«dan conducir á la pacificación general y á detener el fuego de la insu-
«rreccion q.e todo lo devora y destruye. Y para q.e pueda meditar, y
«comprender la necesidad en q.e se halla de hacer estas re])araciones,
«suplicamos al Sor. General, q.e luego q.e el Sor. Provisor (áquienseco-
«mete) notifique al reo este Decreto, se sirx'-a S. Sría. mandar, q.e no se
«le perturbe con ninguna diligencia judicial ni esta tarde, ni mañana,
«ni pasado mañana, esto es, miércoles y jueves: previniendo al Oficial
«de Guardia, dexe entrar á dicho Sr. Provisor, y al confesor q.e ha ele-
agido todas las veces q.e el reolopidiere, á fin de q.e le faciliten losauxi-
«lios convenientes, en el concepto de q.e el viernes á las ocho de la ma-
«ñana el mismo Sr. Provisor pasará á poner en diligencia judicial lo
«q.e resultare de estas medidas, 3- sedará quenta con testimonio al mis-
«mo Sor. General, para los procedimientos ulteriores. Acompáñesele
«ahora testimonio de este Decreto en contestación de su citado oficio.
«El Illmo. Sor. Dr. Dn. AlanuelAbad y Oueipo, Canónigo Penit." de es-
ata Santa Iglesia, Obispo Electo, y Gobernador de esteObispado, asilo
«decretó y firmó.»
«Ahacl, Obpo. Electo. Rubrica.»
«•Santiago Camina, Serio. Rubrica.»
El mismo día líS le fiíé notificado á Matamoros el anterior decreto,
3" desde ese momento debe haber comenzado una lucha terrible entre el
Provisor, á quien ha de haber a^-udado mu^' eficazmente el confesor de
Matamoros; el jDrimero, tratando de convencerlo de Cjue para librarse
de las penas del infierno debía de cumplir con lo mandado por el Prela-
do, esto es, que para absolverlo de las censuras en que había incurrido
y que pudiera recibir los sacramentos, era condición precisa que satis-
faciese á la Iglesia <ipor medio de una desaprobación pública de los es-
cándalos con que la ba ofendido, )> y durante esos tres días de lucha no
se pudo conseguir otra cosa, sino fué el que firmara una declaración re-
dactada por el mismo Provisor, quien para no hacerla sospechosa, in-
trodujo en ella algunos hechos que Matamoros le había referido en sus
conversaciones, y algunos pequeños párrafos qtie redactó el mismo
Matamoros y en los que se reconoce perfectamente su estilo, muA- seme-
jante al que se ve en su carta al Obispo deTabasco 3- en su proclama de
Tonalá, 3- el cual contrasta notablemente con el estilo en que está escri-
to el resto de la declaración que se le obligó á firmar, amedrentándolo
con no absolverlo de las censuras, para que pudiese recibir los sacra-
mentos que él anhelalja tan vivamente para salvar su aliña de las pe-
347
ñas del infierno. Así nos lo (Icniuestra niu\- claramente este ])árrafo de
su declaración, redactado ¡jor Matamoros, el cuíd dice así: nY concluye
«.pidiendo al Illnio. Sor. Obispo Electo, Gobernador de esta Diócesis,
vq.e si S. S. I. discurre algún otro medio de reparar estos daños y sa-
«tisíacer á la Iglesia nuestra Madre, á sus Prelados y al Gobierno ofen-
vididos, se sirva sugerírselo, para ponerlo prontamente en execucion,
^.suplicándole así mismo, y con el mayor rendimiento, mande absolver-
ido de todas las censuras con q.e se halla ligado, para tener el consuelo
«de recibir los Santos Sacramentos, y fortalecer con ellos su alma para
«e/ último trancen
Cubierto con la capa de la humildad y el arrepentimiento, no se
ve otra cosa en la primera parte del párrafo que acabamos de copiar,
que un amargo despecho, cuando le dice al Obispo que si no queda con-
forme con que firme aquella inicua declaración, discurra cuanto más
quiera j'se lo sugiera para ejecutarlo; pero que lo absuelva délas censu-
ras para recibir los sacramentos, y en el fondo se trasluce ima velada
protesta contra aquel acto indecoroso que se le obliga á ejecutar, á la
vez que una explicación á la posteridad de los motivos que lo obligaron
á firmar aquella declaración que está en abierta pugTia con lo asentado
por él diez meses antes en la carta que escribió en Tonalá al Obispo de
Tabasco; pero no obstante su oferta de hacer cuanto le ordenara el
obispo para desagraviar á la Iglesia y al Gobierno, no consintió en ha-
cer la manifestación pública que se le exigía, condenando como errores
los principios Scigradüs de libertad é independencia de su patria, por los
que iba á derramar su sangre en un cadalso, \- esto se encarga de con-
firmarlo el mismo Obispo Abad y Queipo en su auto de 21 de Enero de
ISl-i, en el cjue se expresa así: «Visto este Expediente, saqúese testimo-
«nio del Decreto y diligencia q.e precede, en q.c se acredite q.e el reo Ma-
lí tamoros ha cumplido ex parte con el tenor de Nuestro Decreto de diez
«3- ocho del corriente, y parece dispuesto á darle cumplimiento en el
fUodo.»
Y en ese mismo decreto, del que se le mandó una copia á Llano, se le
suplica conceda á Matamoros los ocho días francos que solicita para
disponer su alma, á lo que contestó Llano, que «en vista de las críticas
circunstancias del día, no podía darle más que el tiempo necesario de
tres días para la disposición de su alma, puesto que tenía adelantado
el tener confesor á su satisfacción desde ocho días antes.»
En vista de ese oficio de Llano, el Obispo Abad y Queipo decretó el
siguiente proveído:
« Vallad olid, Enero 27 de 1814.»
«Agregúese al expediente del asunto, y pase al Señor Provisor para
«q.e proceda á la absolución del reo Mariano Matamoros por anteNo-
«tario.y con arreglo al Ritual Romano, omitiendo solamente la percu-
«sion con vara; lo que pondrá por diligencia. El Illmo. Sr. Dr. Dn. Ma-
AxALEs. T. IV.— 4.3.
348
«nuel Abad y Queipo, Obispo Electo 3' Gobernó. r de esta Diócesis asi lo
«decretó y firmó.»
vAbad, Obispo Electo.)) Rubrica.
«Santiag'o Camina, Serio.» Rubrica.
Y en cumplimiento del auto que precede, al siguiente día procedió el
Provisor á la absolución de Matamoros, según lo testifica el certifica-
do del notario que dio fe del acto, el cual dice textualmente.
«El infrascripto Notario majnir, y Público certifico en cuanto pue-
«do, debo y el derecho me permite q.e hoy día de la fecha á las diez de
«la mañana pasó el Sor. Licenciado D. Francisco de la Concha Casta-
«ñeda. Provisor y Vicario general de este Obispado, á la Cárcel episco-
«pal de esta Ciudad donde se halla preso Mariano Matamoros, y ha-
«biéndose revestido de Sobrepelliz, bonete y estola morada, nos introduxo
«el Oficial de guardia á la bartolina del citado reo, y puesto este de ro-
«dillas ante el expresado Sr. Provisor, recibió la absolución de las Cen-
«suras en q.e ha incurrido por sus delitos públicos, conforme á lo pre-
« venid o en el Ritual Romano, esepto la percusión con vara, excluida en
«el superior decreto de su comisión, y p.¡^ q.e conste donde convenga,
«en virtud de lo mandado, siento la presente en esta Ciudad de Valla-
«dolid á veinte y ocho de Enero de mil ochocientos catorce.»
«En testimonio de Verdad.»
viRamon Franco de Aguilar.)) Rubrica.
«Nt.o Mao.r y Publico.»
No obstante de que, según la determinación de Llano, solóse le con-
cederían á Alatamoros tres días para disponer sti alma, se dejaron
transcurrir seis días, después de haberlo absuelto de las censuras, para
haberlo ftisilado, lo que sólo se explica por la contumacia de Alatamo-
ros en negarse á dar la pública condenación de sus errores, que con
tanto empeño se le exigía, y sólo cuando llegaron á convencerse de que
les era imposible domar aquella inquebrantable voluntad de hierro,
fué cuando procedieron á ejecutarlo, sin haber logrado al fin el que el
denodado caudillo insvirgente condenara públicamente como errores
aquellos mismos principios que había defendido como justos y legíti-
mos, según lo asentó bajo su firma, en su carta al Obispo de Tabasco y
en su proclama que expidió en Tonalá; pues es un hecho incuestionable
que tanto el oficio que dizque subscripto por Matamoros media hora
antes de morir, segtin dice Llano en su oficio de 3 de Febrero de 1814,
con el que remite ese documento y el manifiesto, dizque de Matamoros,
son apócrifos, pues ni en el oficio ni en el manifiesto se ve el estilo que
Matamoros usaba en sus escritos. En Morelia me contó un anciano ca-
racterizado, que él supo por su padre que el famoso manifiesto atribuí-
do á Matamoros, y publicado en el núm. 516 de la Gaceta de 12 de Fe-
brero de 1814, fué confabulado por Llano y el Obispo Abad y Queipo,
349
que fué quien lo escribió, y en efecto, si comparamos cuidadosamente
ese documento con los escritos del obispo electo de Valladolid, encon-
tramos una notoria semejanza en el estilo, lo que me induce á conside-
rar como verídica esa versión, tanto más cuanto cjue ella está de acuer-
do con el juicio que todos los autores han emitido respecto á ese docu-
mento, pues ni el mismo Alamán, tan dispuesto siempre á creer todo
cuanto fuere degradante para los insurgentes, pudo tragar semejante
pildora, como lo demuestra muy claramente en una nota, en la página
17 del tomo IV de su Historia de México, en la que se expresa así, refi-
riéndose al apócrifo manifiesto tle Matamoros:
«Llano, en el oficio de 3 de Febrero, día de la ejecución, con que re-
«mitió al virrey el manifiesto de Matamoros, publicado en la Gaceta de
«12 del mismo mes, número 516; con todo lo demás relativo, dice que lo
«manda original, loque no habría hecho si fuese supuesto;l sin embargo,
«habiéndolo buscado en el Archivo general no se ha encontrado. 2 Por el
«estilo pedante de este documento, parece cosa que escribió algún otro
«V ñnnó Matamoros, porque no escribe así quien va á morir dentro de
«media hora. Véanse, por el contrario, en el apéndice del tomo 2°, do-
«cumentos núm.s 1-i 3- 15, las manifestaciones de Hidalgo 3- deD. Juan
«Aldama, que tienen, por el contrario, todo el carácter de origina-
(des 3' propias de las circunstancias.»
Es probable t[ue si Llano no hubiera recibido la orden apremiante
del Virrev para que fusilara inmediatamente á Matamoros, habría dila-
tado otros días más su ejecución, con el fin de hacerlo que escribiera ó
al menos firmara acjuel anhelado manifiesto, que tan útil creía para
minar y extinguir la revolución; pero en vista de la orden terminante
del Virre3', tuvo c^ue proceder á fusilar á Matamoros 3' conformarse con
publicar, para los fines que se proponía, un manifiesto apócrifo, á falta
del original, que no pudo obtener.
De la orden del Virrey, á que me refiero, existe la minuta en el Ar-
chivo General, 3 3' dice así:
«Teniendo noticia p.r el Com.te militar de Valladolid, Tente. Coel.
«D. Domingo Landúzuri q.e en una de las acciones q.e el Exercito al
«mando de V. S. sostuvo contra los rebeldes en esa Provincia aprehen-
«dió al Sacriligo clerico Matamoros y otros cabecillas, prevengo á V.
«S. q.e disponiendo se forme á dichos rebeldes una brebe sumaria de
«sus horribles crímenes los haga ¡jasar por las armas en cualquiera nri-
«mero q.e sean sin inas dilación q.e la necesaria p.a q.e se dispongan
1 ¿Y por qué no, si el Virrey y todos ellos tenían interés en el asunto?
2 Yo también lo busqué, y no existe ni en el Archivo ni agregado á la causa de Ma-
tamoros, en donde, de haber sido auténtico, podía haberse mandado agregar para memo-
ria; pero como no lo fué, se hizo necesario destruir el original para que no se descubriera
el fraude, y esto prueba que ni siquiera tenía la firma de Matamoros, como supone
Alamán.
3 Operaciones de Guerra. — Llano, Ciriaco. — Tomo 18, fol. 21.
350
«cristianamente, y p.r niiigíin caso remita V. S. á esta Capital nin-
«guno de esos individuos, pues si conviniere ampliar la Sumaria ó
«formar por separado una información sobre los planes v proyectos
«de los facciosos, y sobre la relación y comunicaciones q.e tengan con
«individuos de esta Capital ú otros lugares del Reyno, todo debe eba-
«cuarse en ese Exercito, procurando V. S. q.e se reserve cuidadosamen-
«te lo q.e exigiere secreto, \- dándome cuenta oportunamente con sus
«resultas.»
«D.— México. Enero 20 de 1814-.»
«S. D. Ciríaco de Llano.»
El día 24' de Enero fué admitido Matamoros como hermano de la
cofradía de Ntra. Sra. de la Consolación, según consta del asiento que
existeenla página20del «Libro en q.e se asientan los Coírades deNtra.
»Sra.de la Consolación ó del Cinto de Sn. Ag-ustin de Valladolid,» exis-
tente en el archivo del extinguido convento de San Agustín de Morelia,
cuyo asiento dice: «En 24 de Enero de 1814 asenté por herni.o á D."
uMariano Xlatanioros, clérigo reo q.e está en la cárcel de Palacio i y le
nenihié el cinto. «
Es probable que también se haya inscripto Matamoros como herma-
no del tercer orden de San Francisco, puesto que esa hermandad fué la
que recogió y dio sepultura en su capilla á su cadáver, y mientras se
verificaba su ejecución, se celebraban en el mismo templo unas honras
fúnebres por el alma del caudillo insurgente; pero esto no lo pude com-
probar por el hecho de haberse perdido el archivo antiguo de los fran-
ciscanos, como lo dejo ya referido en el Preámbulo.
MUERTE DE .M.\TAMOROS. -^
El martes 1" de Febrero de 1814, fué puesto en capilla Matamoros
y fué fusilado el jueves 3 del mismo mes.
En la mañana de ese día la caballería realista cubrió las entradas
de la ciudad, colocando retenes en las garitas, 3' avanzadas en los cami-
nos, en previsión de que los insurgentes quisieran hacer alguna inten-
tona para salvar á Matamoros, á la vez que la infantería formaba el
cuadro en la plaza principal, donde debía verificarse la ejecución, y la
artillería cubría las bocacalles que daban acceso á la plaza, colocando
en cada una de ellas un ctiñón cargado con metralla y los artilleros
con la mecha encendida, listos para hacer fuego á la primera manifesta-
1 Palacio episcopal.
2 Los datos relativos á la muerte de Matamoros, los tomé de la relación del Tenien-
te D. Manuel Montano, que fué testigo presencial.
AnAI.KS.— TclMcl IV.
LÁiM. +0.
Miirclin, — Cñrccl cleri<1al en donde esUivn ]ires<> Matanionis.
Analics. T. IV.
I.ÁM. +S.
^[orelia, Portal del Santo Ecce-Homo, hov Portal de Matf
351
ción de sinij^atía qtie el pueblo hiciera á favor del reo. La tuerza que
custodiaba la plaza, se componía de más de tres mil hombres, inclusa
la artillería y una compañía de cien infantes que al mando del fiscal
de la causa. Capitán D. Alejandro Arana, formó el cuadro para la eje-
cución.
Sirvió de patíbulo un tablado improvisado, de seis varas en cua-
dro, que se levantó junto á una de las columnas del portal del Santo
Ecce Homo i El cadalso estaba totalmente cubierto por paños negros
y en el centro, pegado á la pilastra del portíd, estaba el pie de gallo
que debía ocupar el reo para recibir la muerte.
Poco antes de las diez de la mañana, las campanas de Catedral co-
menzaron á tocar agonías, cuyo lúgubre toque fué secundado por las
campanas de todas las iglesias de la ciudad, y como si esto hubiese sido
una señal convenida, dieron principio, en esos mismos momentos, unas
honras fúnebres en la iglesia del Tercer Orden de San Francisco, las que,
según dice Alamán, 2 fueron costeadas por los afectos á la revolución;
pero 3'0 creo que las celebraron los mismos terceros por el alma de su
cofrade, que estaba próximo á morir, pues no es de creerse que los afec-
tos á la revolución, anonadados, como han de haber estado, por los te-
rribles golpes que ésta acababa de sufrir, hayan querido exponerse á
sufrir el castigo que de fado se les habría im])uesto por haber manifes-
tado tan públicamente su condolencia por un insurgente condenado al
último suplicio.
Al comenzar el toque de agonía, en las iglesias, el Capitán Arana,
fiscal de la causa de Alatamoros, y el Teniente de la Corona, D. Anto-
nio Esnaurrízar, al frente de una fuerte escolta, se dirigieron á la Cárcel
Correccional para condvicir al reo al lugar del suplicio.
Pocos momentos después de haber llegado á la prisión el Capitán
Arana y el Teniente Esnaurrízar con su escolta, apareció Matamoros
en la puerta, acompañado de su confesor el Br. D. Santos Villa 3' de
otro sacerdote, y tan luego como pisó la calle, se quitó los zapatos y
marchó descalzo al patíbulo; pero en lugar de que sus verdugos lo con-
dujeran calle recta al lugar del cadalso, del que sólo dista la Cárcel Co-
rreccional unas dos cuadras hacia el Sur, lo hicieron caminar rumbo al
Este, por las calles de la Amargura y el Reloj, siguiendo por las del Es-
tudiante y la Aduana, y doblando á la derecha, pasó por el frente del
portal de la Nevería, 3 dejando á su izquierda el atrio de Catedral; pe-
netró á la plaza y la atravesó para llegar al lugar del suplicio.
Matamoros, desde que salió de la prisión, marchó con paso seguro
y continente altivo, rezando en voz alta y serena el Miserere. En el tra-
yecto de las calles de la Amargura y el Reloj, se reconcilió tres veces,
para lo cual se arrimaba contra la pared con su confesor, y los solda-
1 Hoy portal de Matamoros.
2 Nota del Tomo IV, pág. 17.
3 Hov Portal de Iturbide.
352
dos retiraban la gente. Al llegar al cadalso, subió con pie firme y fué á
colocarse en el pie de gallo, sin dejar, ni por un momento, de recitar el
Miserere. Cuando llegó al pie de gallo, le ordenaron que se arrodillara,
pero se negó á ello con dignidad y permaneció de pie; lo ataron al ma-
dero del respaldo del pie de gallo, con xm cordel, por debajo délas arcas,
y le vendaron los ojos con un pañuelo; en seguida, á una señal del Te-
niente Esnaurrízar, los soldados que formaban el pelotón encargado de
la ejecución, hicieron la descarga fatal, pero con pésima puntería, pues
Matamoros, aunque mal herido, quedó con vida, y con voz agonizante,
pero fuerte y serena, siguió recitando el Miserere, mientras los soldados
se disponían nuevamente para hacer una segunda descarga, la que aca-
bó con su existencia á las once de la mañana del jueves 3 de Febrero
de 1814.
El cadáver quedó expuesto á la espectación pública en el mismo lu-
gar del suplicio, hasta las tres de la tarde que lo recogieron los herma-
nosdel Tercer Orden y lo llevaron á sepultar en su capilla, la queestaba
contigua á la iglesia del convento de S. Francisco, la que todavía exis-
te; pero de la capilla donde estuvo sepultado Alatamoros, no quedaron
ni vestigios: hace muchos años que la derribaron sin motivo alguno, y
no queda más memoria de ella que una vista que pintó al óleo mi muy
querido amigo el Sr. Lie. D. Mariano de Jesús Torres, que es de la que
tomé la fotografía que aquí publico.
Los restos de Matamoros permanecieron sepultados en la capilla
del Tercer Orden hasta Septiembre de 1823, que fueron trasladados ala
Catedral de México, donde hoj- se encuentran.
Cuando supo Morelos la prisión de Matamoros, propuso al VirrcA^,
desde Coyuca, el canje de Matamoros por doscientos prisioneros del
batallón de Asturias y otros cuerpos expedicionarios que tenía en sus
prisiones; esa proposición la mandó con uno de los prisioneros europeos
que tenía en su poder, á quien puso en libertad y lo hizo conducir has-
ta Toluca; pero éste llegó á México hasta el 5 de Febrero, dos días des-
pués de la muerte de Matamoros, y aunque el Virrey no tenía aún noti-
cias de ese suceso, pues la comunicación de Llano, en que le noticiaba
la ejecución de Matamoros, la recibió hasta el día 10 en la tarde, i na-
da había resuelto en ese tiempo ni resolvió al fin sobre la proposición
de Morelos.
Morelos esperó en vano larespuestcidelVirrej-, y cuando supo el trá-
gico fin de Matamoros, exclamó: ¡Me han cortado mi brazo izquierdo!
1 Gaceta del 12 de Febrero de 1814-, Tomo V, pág. 169.
353
CONCLUSIÓN.
Si 3'o me propusiera hacer aquí el elogió de Matamoros, seguramen-
te que no faltaría quien lo tachara de parcial, por eso prefiero ceder la
palabra á sus mismos enemigos, y ellos serán quienes se encarguen de
esa tarea, sin despertar sospechas; oigámoslos:
El Obispo electo de Michoacán, D. Manuel Abad 3' Qtieipo, bien co-
nocido como uno de los más recalcitrantes realistas, en el informe c¿ue
mandó á Ferntindo Vil, el cual está fechado en México el 20 de Juliode
1S15, se expresa así: «Se perdió Onzava, se perdió Oaxaca, se destrosó
«el invicto \^ glorioso batallón de Asturias l y los insurgentes se hicie-
«ron de armas y recursos infinitos: MoRELOS y Matamoros vinieron
«ÁSERELOIiJETO DE LA ADMIRACIÓN V DEL AMOR DEL PARTIDO INSURGEN-
«TE oculto 3' manifiesto, el cual engrosó prodigiosamente desde aquella
«fecha.»
Y el mismo Prelado, en su decreto de 18 de Enero de 1814, por el que
degradó á Matamoros de su fuero eclesiástico, dice; «Esto es, que el
«Lie. o Mariano Matamoros Cura encargado q.e fue de xantetelco del
«Arzobispado de México, fue preso en el ataque de Puruaran de cinco
«del corriente siendo el xefe como Tent.e Gra.l de los rebeldes, y segun-
«do de Morelos: qs no solo es reo de apostasia, de lesa Magestady al-
afa traición, sino q.e por la opinión q.e bahia adquirido con los infa-
«niadores que siguen y protejen la insurrección, había venido á ser su
«PRINCIPAL APOYO, v ¿a sido en electo la causa enciente y moral de una
«serie de males incalculables que han añigido al Rey no.»
Y Alamán, que jamás desperdició la más insignificante oportunidad
para incriminar á los insurgentes, refiriéndose á Matamoros se expre-
sa en estos términos: ^ «Matamoros fué el auxiliar mas útil q.e Atóre-
nlos tuvo, 3- el jefe mas activo 3' feliz cpie habia habido en la revolución:
«ninguno de los que en ella tomaron parte ganó acciones tales como la
«de Tonalá contra las fuerzas de Guatemala 3' la del Palmar en c^ue fue
«derrotado 3- hecho prisionero el batallón de Asturias; en el sitio de
«Cuantía, lo hemos visto salir á viva fuerza de aquel pueblo para pro-
1 Ese cuerpo, con su coronel, jefes y oficiales, fué el que hizo prisionero Matamoros
en la batalla del Palmar.
2 Tomo IV, págs. 17 y 18.
354
«curar introducir viveres á él, 3- en la toma de Oaxaca tuvo una parte
«muj' principal, habiendo sido constantes sus esfuerzos para organizar
«tropas y establecer el orden y la disciplina militar entre los insurgen-
(ítes, por todo lo cual Morelos lo crej'ó digno de rápidos ascensos, los
«que sin embargo excitaron no poca rivalidad entre sus compañeros.
«La pérdida de Matamoros fue por todos estos motivos muy sentida,
«considerándola irreparable en el estado en que habia quedado larevo-
«lucion después de tantos reveses.»
Honores que se han tributado á la memoria de AIatamoros.
El Soberano Congreso Constituyente, en el artículo 13 de su decre-
to de 19 de Julio de 1823, declaró Benemérito de la Patria, en heroico
grado, á Matamoros, lo mismo que á Hidalgo, Allende, D. Juan Alda-
ma. Abasólo, Jiménez, Morelos, D. Leonardo \- D. Miguel Bravo, Galea-
na, AIina,Moreno y Rosales, considerándolos como los más jjrominentes,
ameritados é ilustres caudillos insurgentes, y es de notarse que de estos
trece conspicuos mexicanos, Matamoros fué el único que nació en la
ciudad de México, y su ciudad natal es la cine menos se ha preocupado
de honrar su memoria, pues apenas haliautizado con su nombre una de
las calles más insignificantes de un apartado barrio de la ciudad.
El puerto del Refugio, en el Estado deTamaulijjas, lleva hov el nom-
l)re de Matfimoros, y el mismo nombre llevan: una imjiortante pobla-
ción del Estado de Coahuila;el portal del Santo Ecce Homo, en donde
fué fusilado, en Morelia; Izúcar de Matamoros, en donde se revmió con
Morelos; pero el Estado que más se ha distinguido en honrarla memo-
ria de Míitamoros, ha sido el de Alorelos: allí .se le declaró hijo adopti-
vo del Estado, 3- se ordenó por la Legislatura, que el 3 de Febrero,
día de su muerte, se enarbole el pabellón nacional á media asta, en se-
ñal de duelo; se declaró villa el pueblo de donde fué Cura, con el nombre
de Jantetelco de Matamoros; se le mandó erigir en la misma población
un monumento, 3- se declaró monumento jjúblico del Estado la pieza
tiue sirvió de recámara á Matamoros, y en ella se formó un pequeño
museo, con varios objetos que allí existían, ¡ícrtenecientes al caudillo
insurgente.
FL\.
Anales — T. IV.
LÁM. 52.
í^^ítáL
Morelia, Capilla del Tercer Orden, donde se sepultó el cadáver de Matamoros.
^4-
355
EPILOGO.
Los RESTOS DE MATAMOROS.
Los restos de Matamoros, como los de los demás caudillos insur-
gentes, lo mismo que sus gloriosos nombres, permanecieron olvidados
hasta el 19 de Julio de 1823, en que el Soberano Congreso Constituí-en-
te expidió su memorable decreto, cu\-os artículos conducentes dicen:
«Art. 13. El Congreso declara Beneméritos de la Patria en Heroico
«Grado, á los Señores Dn. Miguel Hidalgo, Dn. Ignacio Allende, Dn.
«Juan Aldama, Dn. Mariano Abasólo, Dn. José María Morelos, D.\. AIa-
«RiANO AIatamoros, Dn. Leonardo 3- Dn. Miguel Bravo, Dn. Hermene-
(igildo Galeana, Dn. José Mariano Jiménez, Dn. Francisco Javier Mina,
«Dn. Pedro Aloreno y Dn. Víctor Rosales: sus Padres, Mujeres é hijos}-
«así mismo las hermanas de los Señores Allende, Morelos, Hidalgo
«Y AIatamoros, gozarán de la pensión que les señale el Supremo Poder
«Ejecutivo, conforme á los extraordinarios servicios C|ue prestaron,
«guardándose el orden de preferencia que previene el artículo 10.»
«Art. 14. Y respecto c[ue al honor mismo de la Patria reclama el
«desagravio de las cenizas de los Héroes consagrados á su defensa, se
«exhumarán las de los Beneméritos en Grado Heroico, que señala el ar-
«tículo anterior, 3' se depositarán en una caja que se conducirá á esta
«Cíipital, cu3'a llave se custodiará en el archivo del Congreso.»
«Art. 15. El terreno donde estas víctimas fueron sacrificadas, se ce-
«rrará con verjas, se adornará con árboles, 3- en su centro se levantará
«una sencilla Pirámide, que recuerde á la posteridad el nombre de sus
«primeros Libertadores.»
«Art. 16. Los A3'untamientos respectivos cuidarán bajo la inspec-
«ción de sus Diputaciones Provinciales del cumplimiento del artículo
«anterior, pudiendo sacar sus gastos de sus fondos de propios 3' ar-
«bitrios.»
Tales son los artículos principales del decretodel9 de Julio de 1823,
que previenen los honores que debían trÜDutarse á los caudillos insur-
gentes, á quienes el mismo decreto declaró Beneméritos de la Patria en
Grado Heroico.
A.XALES. T. IV.— 14.
356
Dice Alanián l (jue délos nionumciitos mandados levantar en los lu-
jíares en que se verificaron las ejecuciones, sólo se eriüieron en Puebla,
en el paseo, en el luyar en que fué fusilado D. Miguel Bravo, y en More-
lia, en el sitio en ([ue murió Alatamoros.
Esta última afirmación de Alamán es errónea; no se levantó en Mo-
relia ningún nuinumento en el sitio donde murió Matamoros, por no
prestarse acpiel lugar para tal fin, por lo que el Apuntamiento acordó,
en su sesión de 27 de Agosto de 1823, consultar al Gobierno construir
el monumento en el cementerio de la Iglesia de San Francisco, lo que se
demuestra con el acta respectiva, la (jue en lo conducente dice: 2
«Cabildo de 27 de Agosto de 1823.»
«Se leyó el Soberano Decreto de 19 de Julio sobre premiar á los Be-
líneinéritos de la Patria y hacer los honores corresponte.^ á los gran-
¥.des Héroes que menciona, y se acordó consultar al Gob.o sobre la in-
uconiodidad que presta el lugar en que fué victima el Sor. Matamoros,
«para cumplir con lo que previene el artículo 15, y que en su lugar po-
ndrá hacerse en el cementerio del Convento de Sn. Francisco por haber
«sido sepultado en la Iglesia de la tercera orden de esta religión.»
No pude averiguar cuál fué la resolución que el Gobierno dio á la
consulta del Ayuntamiento, porque ni en el archivo déla Prefectura ni en
el del Gobierno pude encontrar ningunos docvunentos de aquella época;
pero sí es un hecho que el monumento no se erigió en ninguna parte, 3-
fué hasta el año de 1860 (siete años después de la muerte de Alamán),
cuando la Junta Patriótica que funcionó aquel año colocó una lápida
conmemorativa en la columna del portal del Santo Ecce-Homo donde
fusilaron á Matamoros, cuya inscripción dice textvialmente:
Por haber defexd.o
LA Independencia de México
fué fusilado en este lugar
el día 3 de febrero de 1814,
por orden del gobierno español
el benemérito ciudadano
Mariano Matamoros.
La Junta Papriótica
DE 1860.
Mas si no pudo cumplimentarse en Alorelia, el año de 1823, lo pre-
venido en el íirtículo 15 del decreto de 19 de Julio, sí se cumplimentó lo
1 Tomo V, pág. ÓS3.
2 Archivo del .\yuntamiento de .Morelia, «Liljro de actas que coiiiprcndc los años de
1823, 1824- y 1S25. fol. 37, vuelta.
357
que ordena el artículo 14 del mismo decreto, á cuj'oefecto, á las cuatro
de la tarde de uno de los primeros días del mes de Sc[)tiembre de 1.S23,
en presencia de las autoridades y gran multitud del puel)lo C|ue había
concurrido á presenciar aquel acto, se abrió la fosa que guardaba los
restos de Matamoros, la que estaba junto al altar mayor de la Iglesia
del Tercer Orden de San Francisco, y abierta la caja se encontró el es-
queleto completo, el cual fué colocado en una urna y ésta conducida
con gran solemnidad al templo de San Diego, saliendo el cortejo fúne-
bre de la Iglesia del Tercer Orden á las seis y media de a(|uella tarde.
Hizo los honores de ordenanza el 6'' Batallón permanente, y la escolta
de htjnor estuvo á las órdenes del Teniente de Cazadores D. Manuel
Montano: toda la tropa marchó llevando las armas á la funerala. En
el templo de San Diego c[uedaron depositados los restos, con su corres-
pondiente guardia de honor, hasta la mañana del siguiente día, que fue-
ron conducidos á México, convenientemente escoltados, y en todas las
])oblaciones del tránsito fueron recibidos con los honores correspon-
dientes, hasta llegar á la Villa de Guadalupe el día 14- de Septiembre y
allí se reunieron con los delosdemás caudillos insurgentes, que llegaron
ese día y el siguiente de distintos lugares de la República, y fueron éstos los
de Hidalgo, Allende, D.Juan Aldama, Jiménez, Morelos, Moreno, Rosales
3- Mina, los que el martes 16 fueron conducidos por el Alcalde de la Villa
hasta la garita de Mé-vieo, en donde fueron recibidos á las cuatro de
la tarde, por el Presidente de la Repúljlica, General Guerrero; la Audien-
cia, el Congreso, el Ayuntamiento, todas las autoridades, las corpo-
raciones civiles y eclesiásticas y el Ejército que guarnecía la Plaza, y en
procesión solemne fueron conducidos al templo de Santo Domingo, á
donde entraron á las seis de la tarde por la puerta del costado.
A las seis de la mañana del día siguiente se cantó una misa de vigi-
lia en Santo Domingo, y á las ocho se presentó el General Guerrero, acom-
pañado de las autoridades y toda la comitiva del día anterior; fueron
colocadas las urnas que contenían los restos en un carro conveniente-
mente adornado y conducidos en procesión por las calles de Santo Do-
mingo, Tacuba, San José el Real, Espíritu Santo, Portal de Agustinos
y Diputación, y de allí siguió á Catedral, á donde llegó jiocos minu-
tos antes de las doce, penetnindo por la puertíi principal; en seguida
se celebró una solemne función religiosa, en la que predicó un sermón
(|ue duró una hora y nueve minutos, el Dr. D. Francisco Argándar, y ter-
minada la ceremonia se depositaron los huesos en la cripta de los vi-
rreyes, que está debajo del altarde los Santos Ke\^es, en donde se coloca-
ron en el orden que demuestra el plano adjunto, el cual tomé del cartón
número 43 de la colección de cartones históricos de Hernández y Dava-
les, que se conserva en la Biblioteca del Museo Nacional.
Setenta y dos años permanecieron los restos de los caudillos insur-
gentes en la bóveda de los virre3'es, ocupando los mismos lugares en que
fueron colocados el año de 1823, hasta el de 1895, en que, á iniciativa
358
de la sociedad «Gran Familia Modelo,» apo3-ada por el Ajuntamiento,
se trasladaron, con gran solemnidad, á la capilla de Señor San José,
en la misma Catedral, donde actualmente se encuentran.
Pero fué el caso que el 27 de Julio de 1895 la Comisión del Ayunta-
miento que trasladó los restos de los héroes á la capilla de San José, de-
jó olvidados losde Matamoros, los que permanecieron en la criptadelos
virre3-es hasta el sábado 30 de Diciembre de 1911, en que, tras vina lar-
ga y afanosa labor, logré que se trasladaran á la capilla de San José,
donde hoA' se encuentran.
Relataré esos hechos.
Con el fin de ilustrar esta Ijiografía con mía fotografía del cráneo
de Matamoros, y á la vez aprovechar esa oportunidad para trasladar
sus restos á la capilla de San José, en carta fechada el 17 de Octubre de
1911, supliqué al señor Director del Museo Nacional, que si le parecía
bien mi idease sirviera ordenar se recabara el permiso correspondiente, y
con la misma fecha dictó el señor Director el siguiente acuerdo: «Se concede
«como lo pide, librándose las órdenes respectivas.rt — «Róbelo. — Rúbrica.»
Dos meses transcurrieron en la tramitación de este asunto, que por
final se resolvió favorablemente, y entonces me ocurrióla idea de que el
Dr. D. Nicolás León, Profesor de Antropología del Museo Nacional, hi-
ciera un estudio antropológico del cráneo de ^Matamoros, cuya idea
comuniqué al Sr. Lie. Róbelo, quien se sirvió aprobarla, y con fecha 19
de Diciembre nombró á los Profesores de Historia y Antropometría,
Sres. Ing. Galindo y Villa y Dr. León, y al autor de estas líneas, así co-
mo al fotógrafo y á im empleado del Fotograbado del Aluseo, para que
procediéramos á sacar las fotografías de los restos de Matamoros y
demás trabajos ciue había yo iniciado, 3- para cumplir con nuestro co-
metido nos reunimos en la Catedral á las diez 3- media déla mañana del
sábado 30 de Diciembre, 3' desde luego se procedió á levantar la pesada
losa que cubre la entrada de la cripta; pero para la narración de ese
suceso, cedo la palabra al Sr. D. Antonio Rivera de la Torre, quien en
la crónica que publicó en Nueva Era el domingo 31 de Dicieml^re de
1911, en lo condvicente á este acto, se expresa así:
E.\ L.\ CRIPT.\ DEL Altar de los Reyes.
«A3-er, á las once 3- media de la mañana, bajaron á la cri])ta del Al-
tar de los Re3'es, en Catedral, las siguientes personas:
«Dr. D. José Alaría de la Fuente, Dr. D. Nicolás León, Profesor de
Paleontología del Museo Nacional; Ing. D. Jesús Galindo 3- Villa, Pro-
fesor de Historia en el mismo Museo; Dr. D. Emilio Várela, A3'udante
del Departamento de Antropología en el mismo Aluseo; Dr. D. Everar-
do Landa, A3'udante del Departamento de Antropometría; D. Virgilio
Enrícjuez Toledo, ,\yudante de la Secretaría del Aluseo; Antonio Rive-
A.NAi.Ks.— T. IV.
4-S
LÁM. «.
Morelia. Pilastra del Portal del Santo Ecce-Homo: ' lucrar donde
fué fusilado Matamoros.
1 Hov, Portal de Matamoros.
A.NAl.KS— T. IV.
I.ÁM.
yo
Orden cmi ^iie fnewn coíocaU
los hius,s J, krjrmewAs /. /^ /^,^,¿ ,„ ,,„^
H'^'i, con hunwo .y SjJ^mnf^d}jivmario juc se/fs X^
eftatílw diá fu/'/iuSmu J^lí/ia Catedral Metn>/¿í>/ttAtui^ {)i-)
Altar maynr ^
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(rene raí Dúff
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la del EtitTo. Sr.
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ortanJi'ei-
ROSALES.
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Ejnño. Sr.Ten.** '"^ £Í« ca?auej-a^^
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JCIMEHKZ . .\ú>njiHO .
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Simo S. CrerMirsL^íSt -
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México ád Afola J^ 2p cíe ^:^fie/n ¿re íLJS^'Í-^Z. Q°
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359
ra de la Torre, representante de Nuera Era; E. Chagoya Ortega, repre-
sentante de El Heraldo Mexicano; Prof. José J. Aléndez, José Urilie, Je-
te de la Sección de Cementerios, en la Dirección de Obras l'fiblicas; An-
tonio Carrillo, fotógrafo del Museo y los mozos Ignacio Ortiz, Juan
Soto, Herón Esquivel y Felipe Cárdenas.
«A fuerza de brazo fué levantada la pesada tapa de la cripta, 3' ba-
jamos por una escalinata estrecha de un metro de abertura y siete pel-
daños de piedra bruñida.
«La cripta es abovedada en forma de cruz, figurando como un octá-
gono central. La tccinunbre es una estrella de la más perfecta construc-
ción.
«Observamos un gran tlesorden en el interior: un ataúd negro con
cordeles, una urna, también negra, vacía; otra urna del lado derechode
la entrada, correspondiendo á la oquedad marcada por el brazo de la
cruz, con unos tablones ó restos de otra urna cercana; una gran capíi
de tierra en el pavimento, almacenada jjor los años y trozos de caliche
dispersos.
«El Dr. León y el Ingeniero Galindo y Villa dirigieron la explora-
ción.
«Abrieron la urna que se hallaba hacia la izcpiierda y la encontra-
ron vacía. Se fijaron después en una urna del laclo opuesto, y al regis-
trarla, vieron restos humanos, que fueron examinados, pieza ]Dor pieza,
con el ma\'or escrúpulo.
Se resuelven l.\s dudas.
«La Historia nos dice que los restos del Cura Matamoros quedaron
fuera de la urna grande que sirvió para los restos de otros héroes, y un
plano que existe en el Museo Nacional, formando parte de los cartones
de Hernández y Dávalos, señala el lado de la Epístola al «baulito enlu-
tado» que contenía atjuellos restos.
«Nuestro compañero Rivera de la Torre proporcionó vma calca de
este plano, llevada al sitio con toda intención, y el Dr. León indicó cpie
no había duda en que aquéllos eran los restos de Matamoros.
«La circunstancia de que la urna encontrada tuviera los ángulos en
corte diagonal, como el plano lo señala, fué otro indicio importante.
«Los restos de una urna vacía, colocados cerca de la cjue se buscaba,
hicieron cavilar á los profesores. ¿Cómo puede explicarse esta duali-
dad? ¿Una urna vacía junto á la otra cjue contiene restos humanos?
Cotejando ambas, midiéndolas, reuniéndolas, superponiéndolas, vinoá
comprender cjue la Urna de mayor tamaño fué la de enipaciue de la que
contenía los restos, y se explica esto, porque á las urnas de lujo, envia-
das á grandes distancias, se les da una envoltura resistente ó se les em-
paca en otra caja maj-or, por regla general.
360
«El Dr. León y sus a3'udantes procedieron con el ma\'ür cuida-
do á recoger un plato de peltre usado que estaba sobre la urna y los
caliches que rodeaban á ésta. Después fueron extraídos los restos
mortales y depositados en una caja envidriada provisional que lleva-
ron del Museos' quedaron recogidos en el plato unos restos de género
que parecían haber sido de paño, unos fragmentos de ataduras 3- dos
plantillas de zapatos, que se conservaban perfectamente.
«Fuera de la cripta, despaldas del Altar Ma^'or ó sea el Ciprés de la
Catedral, fueron tomadas distintas fotografías, al formarse sobre una
mesa, parte del esqueleto.
PlEZ.\S E.NCO.NTRADAS.
«Falta el cráneo de Alatamoros, (luizás por haberlo destruid o la ma-
no del tiempo. De la cabeza no queda niás C(ue un fragmento del maxi-
lar inferior izquierdo.
«Las otras piezas del esqueleto son: una tibia; los dos huesos pero-
nés, un calcáneo, un metatarsiano, dos astrágalos, una rótula, ocho
costillas, los dos ilíacos, el sacro y catorce vértebras de la columna
dorsal.
«Estos restos quedaron depositados provisionalmente en la capilla
deSanJosé,dondesehallandesdel895 losdelos otros héroes de la Inde-
pendencia.
«El S'r. Dr. León va á hacer un estudio antropológico especial, ol)-
servando también los cráneos de Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez y
parte del de M órelos, que son los cjue existen.»
Los datos que, según el Sr. Rivera de la Torre, sirvieron para identi-
ficar los restos de Matamoros, no son los únicos que existen, hay to-
davía otros tan importantes como aquéllos, y son: las pequeñas dimen-
siones de los huesos, cjue coinciden con la diminuta estatura que tenía
Matamoros, según la tradición que conserva su familia y el testimonio
de D. Carlos Bustamante, quien lo conoció y trató personalmente; el
hecho comprobado de que en la bóveda donde estaba este escjueleto no
existían más restos que los de Matamoros, que se quedaron allí olvida-
dos el año de 1895 enc|ue fueron trasladados á la capilla deSanJosélos
de los demás héroes insurgentes que se encontraban allí, y la pre-
sencia de fragmentos de cordel con los restos, lo que sería inexplicable
tratándose de algún otro muerto, pero no así tratándose de Matamo-
ros, quien, según testifica en su relación el Teniente Montano, que fué
testigo presencial, lo ataron al pie de gallo por debajo de las arcas con
un cordel, jjara ejecutarlo, y este cúmulo de pruebas es lo que nos trae
la convicción íntima de que los restos de que tratamos son los de Ma-
tamoros.
Por haberse interpuesto dos días festivos, no ]nide ocuparme de bus-
361
car el cráneo de Matamoros, que no encontramos con sus restos; pero
el día 2 de Enero fui á la Catedral con ese objeto, para lo que llevé á
uno de los mozos del Museo, y me dirigí al Padre Sacristán el Sr. Pbro.
D. Eduardo Paredes, en solicitud de la llave de la cripta y el ijermisorcspec-
tivopara buscar el cráneo, v al enterarse de mi solicitud medijoelSr. Pa-
redes C|ue él tenía el cráneo que yo buscaba; que se lo había dado á guar-
dar el Ingeniero director de las obras dealbíiñilería, c|ue se habíanprac-
ticado en Catedral, quien lo recogió para evitar que lo fuesen á profanar
los albañiles, y acto continuo me lo entregó. En vista del dicho del
Padre Sacristán y de que las dimensiones del cráneo que me entregó
convienen con las de los huesos de Matamoros, no me quedó duda al-
guna de que éste era el cráneo que buscaba y lo llevé al Museo, donde
lo entregué al señor Director, Lie. D. Cecilio A. Róbelo, quien ordenó se
me entregara el recibo correspondiente, el cual obra en mi poder.
Me resta contestar algunas objeciones que se han hecho sobre los
restos de Matamoros, las Cjue tienden á sembrar la duda sobre su avi-
tenticidad, y por lo mismo, no puedo dejarlas pasar desapercibidas.
Comenzaremos por la de las suelas de los zapatos. De éstas se híi
dicho cjue por su tamaño y por ser sencillas y no dobles como las que
se usan en el calzado de hombre, demuestran ser más bien las de los
zapatos de una mujer.
En cuanto al primer punto, ó sea al pequeño tamaño de las suelas
en cuestión, es precisamente una prueba de que pertenecieron al calza-
do de Matamoros, pues habiendo sido éste de pequeña talla, tienen ne-
cesariamente que haber estado las dimensiones de su pie en relación
con ella, así es que este argumento les resulta contraproducente á los
objetantes, y en cuanto á que las suelas que encontramos con los res-
tos sean sencillas, no prueban otra cosa sino que Matamoros llevaba
zapatos de una suela cuando estuvo preso, lo que nada tiene de extra-
ño, j)ues en aquella época y muchos años después estaban muy de mo-
da en los hombres los zapatos de una suela sin tacón ó con tacón muj-
1)ajo, de dos ó tres tapas de suela solamente: llamaban á estos zapatos
morunos, y á los de dos suelas y tacón les llamaban cíe punto. Toda-
vía muchos años despiiés de la época de Matamoros, cuando era yo
muchacho, se usaba mucho en mi tierra esa clase de calzado, j' siempre
(|ue me mandaba hacer zapatos, me preguntaba el zapatero si los que-
ría ¡nortinos ó de punto; así es que ese argumento se desmorona como
alfeñique, sin más esfuerzo que recordar las modas y las costumbres de
aquella época.
Pasaremos ahora á contestar las otras objeciones que se han hecho,
tratando de sostener el mismo tema, pero aduciendo argumentos al
parecer más sólidos. Dicen que por lo pequeño de los huesos de que
tratamos, pertenecen probablemente al escjueleto de una mujer ó de un ni-
ño, y aquí nuestro ya repetido argumento de la pequeña talla de Ma-
tamoros, no tienen gran valor, puesto que lo que íihora se trata de
362
dilucidar es si los huesos pertenecieron á una mujer, á ini niño ó á un
adtilto, como era Matamoros, y esta cuestión, que parece tan intrinca-
da como difícil de resolver, es de lo más fácil de contestarse satisfacto-
riamente, y para ello no tenemos más trabajo que interrogar á la Ana-
tomía 3^ ésta nos contestará inmediatamente: que los agujeros svib-
pubianos de la jjelvis del hombre, son de forma oval y grandes, mientras
que los de la pelvis de la nmjer, son de forma triangular 3- pequeños, y
como la pelvis del esqueleto en cuestión tiene los agujeros sub-pubianos
de forma oval y grandes dimensiones, queda plenamente demostrado,
sin cjue ha^-a lugar á la menor duda, que esos huesos pertenecieron á
un hombre y no á una mujer.
Interrogiiemos nuevamente á la Anatomía para que nos resuelva la
duda de si esos huesos pertenecieron á una jiersona adulta ó á un ni-
ño, como se sospecha, esto es, á tm muchacho menor de 17 años, 3- en
seguida oigamos con toda atención lo que la ciencia nos contesta: Los
huesos de la pelvis se desarrollan por tres puntos de osificación primi-
tivos: uno por la fosa ilíaca, otro por el cueqjo del pubis 3' otro por la
tuberosidad isquiática. Estos tres huesos se reúnen hacia la edad de
quince á diez 3- seis años en la cavidad cotiloidea, y antes de completar
su perfecta osificación forman tres líneas cartilaginosas en forma de una
Y. Nos dice también la «Embriología y desarrollo del hombre:» que la
soldadura de las vértebras sacras se hace de abajo á arriba, comenzan-
do á los diez 3' ocho años de edad, no terminándose sino después de los
veinticinco, 3- si siguiéramos estudiando las demás piezas del esque-
leto, mucho más nos dirían; pero para ntiestro intento con esto bas-
ta y sobra. Ahora bien, examínese con toda la atención y el detenimien-
to que el caso recjuiere, la pelvis del esqueleto, origen de estas dudas,
3'desde luego podremos notar la completa ausencia de cartílagos ó ves-
tigios de ellos en los huesos ilíacos 3* la perfecta 3- completa osificación
3' soldadura de tres huesos de que éstos se coiuponen, así como la per-
fecta soldadura de las vértebras sacras, todo lo que demuestra, de una
manera clara, terminante 3' sin dejar lugar á dudas ni disputas, que los
huesos en cuestión no pertenecieron á un niño ni á una mujer, sino aun
hombre adulto 3' de mucho más de veinticinco años de edad, 1 3- éste no pu-
do haber sido otro que Matamoros, pues la Historia y la tradición es-
tán contestes en que sus restos eran los únicos que se encontraban en
la cripta de los virre3-es, 3% por lo mismo, desprendiéndonos de toda pa-
sión, tendremos necesariamente que convenir en (|ue su autenticidad es
real é indiscutible.
1 Ci>ntalja Matamoros unos 4-1- ó 4-5 años cuantío murió.
Anales. — T. IV.
LÁM. .^1.
Restos de Matamoros.
1, 1. Suelas de los zapatos; 2. plato que contiene
fragmentos del cordel con que lo ataron para ejecutarlo.
Cráneo de Matamoros.
363
ANKXOS
liocuiiicntii m'nii. 1.
DECRETOS EXPEDIDOS POR LA LEGISLATURA DEL ESTADO DE JIORELOS
EN HONOR DE MATAMOROS.
Francisco Leyva, Gobernador del Estado Libre y Soberano de Mo-
relos, á sus habitantes, sabed:
Que el Congreso ha decretado lo siguiente:
Decreto número 29.
El Congreso del Estado de Morelos decreta:
Art. 1" — Se erige en Villa el pueblo de Jantetelco, perteneciente al
Distrito político de Jonacatepec.
Art. 2'' — En lo sucesivo se denominará
«Jantetelco de Matamoros.»
Lo tendrá entendido el Gobernador del Estado, haciéndolo impri-
mir, publicar, circular y ejecutar.
Dado en Cuernavaca á nueve de Enero de mil ochocientos setenta 3-
cuatro.— /osé Fandiño, Diputado presidente.— /osé Nicolás Arce, Dipu-
tado secretario.
Imprímase, i^ublíquese, circúlese y obsérvese.
Cuernavaca, Enero 12 de 1874. — F. Leiva.— Pedro Ruam, Secreta-
rio general.
Jesús H. Preciado, Gobernador del Estíido de Morelos, á sus habi-
tantes, sabed:
Que el Congreso ha decretado lo siguiente:
El Congreso de Morelos, decreta:
.\.N.\i.Es, T. IV, — 4-5.
364
Número 43.
Art. 1*' — Se declara monumento público del Estado la habitación
que fué del caudillo de la Independencia Nacional, Don Mariano Mata-
moros, en el pueblo de Jantetelco, del Distrito de Jonacatepec.
Art. 2° — Para la conservación de dicho monumento y de los obje-
tos que fueron de la pertenencia del expresado caudillo, se crea una pla-
za de conserje, cu^^o nombramiento será de las facultades del Ejecutivo.
Art. 3° — El conserje disfrutará por sueldo la suma de ciento ochen-
ta pesos anuales, quedando por ahora adicionado con esa partida el
presupuesto de egresos del año fiscal de 1886.
Al Gobernador del Estado para su promulgación y cumplimiento.
Luis G. de la Piedra, Diputado presidente. — Manuel Rivera, Diputa-
rlo secretario.
Por tanto, queda promulgado para su observancia.
Cuemavaca, Diciembre 30 de 1885.— /esús H. Preciado. — Francisco
S. Segura, Secretario.
Jesús H. Preciado, Gobernador del Estado de Morelos, á sus habi-
tantes, sabed:
Que el Congreso ha decretado lo siguiente:
El Congreso de Morelos decreta:
Número 29.
Art. 1° — El Estado de Morelos adopta como hijo benemérito ;ü he-
roico caudillo de la Independencia
Mariano Matamoros.
Art. 2" — El día 3 de Febrero, fecha de su nuierte, se izará el Pabe-
llón Nacional á media asta, en señal de duelo.
Al Gobernador del Estado para su promulgíición y cumplimiento.
José Casarín, Diputado presidente. — Luis G. de la Piedra, Diputado
secretario.
Por tanto, queda prt)nuilgado para su observancia.
Cuemavaca, Ma^-o 9 de 1888.
Jesiís H. Preciado. — Francisco S. Seguirá, Secretario.
365
nocumento níini. 2.
nOCl'MEXTOS RELATIVOS A LA ERECCIÓN DEL MONUMENTO Olí MATAMO-
ROS EN LA VILLA DE JANTETELCO.
El nioiiumento foéinaufíurado con ,!¿ran solemnidad por el Goberna-
dor del Estado de Alorelos, General D. Jesús H. Preeiado, á las diez
de la mañana del día 5 de Enero de 1889.
Constituyen el monumento, la estatua de Matamoros y el jx'destal
sobre C|ue esta descansa.
En las cuatro caras del pedestal se leen las siguientes iiiscri])ciones:
1*
Se erigió este monumento
en el gobierno
del C. Gral. Jesús H. Preciado.
Enero 5 de 1889.
2*
Nació (?)
proclamó la Independencia
en este pueblo
el 13 de Diciembre de 1811.
3*
Fué sacrificado en Vallad olid
(hoy Morelia)
el 3 de Febrero de 1814-.
4?
Fué el brazo izquierdo de M órelos,
como Galeana era el derecho.
Ninguno antes de él
supo dar batallas á campo raso
V salir vencedor.
366
ALOCUCIÓN DEL C. Gobernador del Estado, leída el 5 de enero
DE 1889, EN EL ACTO DE DESCUBRIR EL MONUMENTO ELEVADO EN JaN-
tetelco, á la memorlv del Cura D. Marl\no Matamoros.
Señores:
Pocas veces he experimentado, en mi vida pública, una satisfacción
tan legítima, como la que he disfrutado al descubrir, en presencia del
patriota pueblo de Jantetelco, el monumento que consa.uramosála ve-
nerable memoria del gran Alatamoros.
Aquí, en donde parece que traen todavía las auras el eco de su a'Oz;
cerca del templo en donde ejerció su ministerio de paz; aquí mismo es
preciso confesar que la gloria material cjue venimos á triijutarle, no ha
nacidodela vanidad, sino que es el resultado de nuestra convicción pro-
funda hacia las virtudes del valeroso insurgente que no vaciló en sacri-
ficar su vida en aras de la libertad mexicana.
Yo he tenido singnilar veneración por aquellos héroes de la guerra de
Independencia, que como el indómito Morelos, no desvirtuaron jamás
el mérito de sus acciones. Por eso, desde que me honró por primera vez
este pueblo con su voto, para regir sus destinos, supe bien que sería
ayudado en mi difícil misión por ese mismo pueblo, que ha seguido sin
hipocresía la senda de honor y de trabajo qwe le trazaron aquellos
apóstoles de la libertad.
Así he visto coronadas mis esperanzas en el mayor grado que ambi-
cioné, y poseído de tal confianza, no engañé al pueblo de Jantetelco
cuando ofrecí á la memoria de Matamoros un recuerdo permanente,
sencillo, pero inspirado en legítimo sentimiento de admiración.
Lo hemos realizado al fin, y me complace el honroso entusiasmo
con que los buenos hijos de Jantetelco han acogido y celebrado la idea
(|ue .se ha consumado hoy.
Básteme, para expresar mi deseo en esta ocasión solemne, con deci-
ros: que así como viviré seguro de que el recuerdo del gran Matamoros
os inspirará siempre respeto ala ley 3- el amor á la patria, así también
yo la invocaré con toda sinceridad para que todos mis actos como go-
bernante, se normen á las nobles aspiraciones del pueblo de Morelos y
puedan causarme la dicha que anhelo, de ver que el Estado alcanzará
su verdadero progreso por el camino de la paz y del trabajo.
Después de esta alocución escribió el señor Gobernador, en el Álbum
de Matamoros, el siguiente
367
Pensamiento.
«El día 30 de Juliode 1885 ofrecí elevar un mcmumento á tu inmortal
«mieniorin:
«Mipromesa está cumpHdayrecordaré siempre esta fecha — 5 de Ene-
(irt) de 1889, — en la que pude dar una forma sencilla, pero sagrada, al
«pensamiento de mi veneración y cariño hacia tí.»
xMATAMOROS.
No cabe duda, en la guerra de nuestra emancipación política. Mata-
moros es una interesante figura histórica.
El genio y el valor las más veces no se muestran ni se desarrollan
en las épocas de quietud y de paz, como no se muestra la ciencia del pi-
loto cuando el mar está sereno y el viento sopla bonancible; pero cuan-
do se opera un cambio en el modo de ser de las sociedades; cuando los
pueblos son sacudidos por esos terribles cataclismos que se llaman re-
voluciones, entonces aparecen los hombres de genio, brillan con clari-
dad extraordinaria, atraen hacia á ellos todas las miradas \' se van
elevando sobre el nivel de sus contemporáneos hasta escalar las regio-
nes de la inmortalidad.
En Atenas, conmoviihi por Darío, aparece Alilcíades é ilustra la his-
toria de su patria con la victoria de Maratón; en Esparta, conmovida
también ante los persas, aparece Leónidas é inmortaliza el paso de las
Termopilas; Koma, pró.ximaá sucumbir ante los Galos, produceá Man-
ilo 3' á Camilo; y durante la lucha trabajosa cjue precedió á las nacio-
nalidades americanas, aparecen: Washington y Bolívar, Hidalgo y Mo-
relos, y la pléj-ade de sus colaboradores, entre los cuales Ijrilla con luz
propia Matamoros.
Pertenece á una época muy cercana, cuyos hechos han sido bien es-
tudiados y son conocidos en sus más nimios detalles, y sin embargo, los
padres de Matamoros, su nacimiento, su infancia y su educación, son pa-
ra nosotros un misterio. Y mientras las investigaciones históricas no
arrojen luz soljre estos puntos, la biografía de nuestro héroe tiene que
comenzar el 13 de Diciembre de 1811, día en que proclamó la Indepen-
dencia en Jantetelco, de donde era cura, y marchó con cuarenta y seis
jantetelciuenses á unirse á las huestes de Morelos.
Su carrera histórica, que comenzó entonces, terminó dos años más
tarde en el patíbulo de Valladolid. ¡Corta carrera! Pero cuan fecunda
en hechos heroicos 3' grandes enseñanzas. Cuantía, Izúcar, Oaxaca, To-
naláy el Palmar, son los puntos culminantes de su vida, donde se os-
tentan la grandeza de alma del patriota, el valor y pericia del soldado
y la abnegación del apóstol de la libertad. Allí sus manos ungidas, mu-
368
chas veces santificadas con la presencia del Altísimo, tremolaron dig-
namente el lábaro santo de la justicia y del derecho.
Aquella serie de triunfos, sin embargo, no debía continuar, porque
Dios quiso que la vida de Matamoros tuviera digno remate en el mar-
tirio. Su muerte, como la de todos los hombres de su talla, fué dignia
de su vida. ¡Qué hermoso es el destino de esos hombres! Viven luchan-
do, pero mueren triunfando; porque la muerte, que para el común de
los mortales es hundirse en las simas del olvido, para ellos es llegar al
fin de la escala misteriosa de Jacob y vivir perdurablemente en el cielo
de la inmortalidad.
El recuerdo de las virtudes y de los hechos gloriosos de Matamoros,
nomorirájamás entre nosotros, aunque muera la nacionalidad mexica-
na, como no murió con Grecia la memoria de Arístides, ni con Cartago
la memoria de Aníbal. La posteridad, casi siempre justa, conservará
esos hechos y los grabará en mármoles y Isronces.
¡Dichoso pensamiento y justo tributo el de levantar monumentos á
los grandes hombresl Porque si bien es cierto que la Divinidad recoge
sus obras, las guarda y conserva, y C]ue reciben en la otra vida su más
precioso galardón, también lo es que los monumentos atestiguan la
gratitud de un pueblo; le recuerdan constantemente las virtudes de
sus héroes; le inspiran altos y generosos pensamientos, y presentan á
las generaciones futuras el ejemplo de los que vivieron antes.
Las grandes naciones de la Tierra se muestran orgullosas cuando
erigen estatuas á sus libertadores, á sus sabios, á sus poetas ó á los
bienhechores de la humanidad; nuestro Estado debe también de estar
orgulloso y satisfecho, porque ha cumplido con lo que es para los pue-
blos cultos un deber sagrado ineludible. Matamoros tiene ya en Jan-
tetelco un monumento recientemente inaugurado. Es muy honroso pa-
ra el pueblo y el Gobierno haber rendido tal homenaje al segundo de
Morelos. Que pronto rindamos á éste un homenaje semejante, alzando
en Cuautla, á su memoria, un monumento grandioso, digno de la fama
y merecimientos de aquella figura conspicua!
Miguel Salinas.
369
SONETO.
En ignorado pue1)lo residía,
Haciendo sólo el Ijien, sin íimbiciones;
Dando calma á los tristes corazones
Que el dolor de tres siglos consumía.
Y él mismo en su retiro no sabía
Que el honor de este suelo, hecho girones
Por la feroz codicia y las traiciones,
Muy pronto sus servicios pediría
Y llegó la ocasión 3- el manso cura,
Obedeciendo al Hado Soberano,
A la lid se lanzó con su fe pura,
Y arrancando mil lauros al tirano.
Los puso presviroso, con ternura,
A his plantíts del ¡)ueblo mexicano.
J. Flores Valvercle.
A MATAMOROS.
Con razón el Estado de Alorelos
elevó un monumento á tu memoria:
exiguo pedestal de tu gran gloria,
conquistada con l)élicos desvelos.
Una página Ijella de la Historia,
C|ue despierta en los héroes vivos celos,
refiere Matamoros, las hazañas
con C|ue hiciste temlílar á las Españas.
E. de Arccharala.
370
Documento iiúm. 3.
EXTRACTO DEL ÁLBUM QUE EXISTE EX LA CASA DE MATAMOROS, EN JAN-
TETELCO.
El Presidente de la República pone, con grata satisfacción, el princi-
pio de las inscripciones de este álbum, que le ha presentado con tal ob-
jeto el ciudadano Carmen Tajonar, para honrar la memoria del bene-
mérito de la patria, Mariano Matamoros, uno de los primeros ilustres
caudillos de la Independencia Nacional.
México, Febrero 5 de 1874.
S. Lerdo de Tejada, rúbrica.
Eterna gratitud 3' veneración á la memoria del ilustre mexicano que
nos dio patria.
Joaquín O. Pérez,
Gobernador del Distrito Federal.
Loor eterno á los CC. del municipio de Jantetelco por el honroso
título de ese pueblo, con el nombre de uno de los hombres más ilustres,
valiente y patriota que nos dio libertad en la primera guerra de nues-
tra Independencia, Mariano Alatamoros. Así como mi gratitud á la
«Sociedad Matamoros de Jantetelco,» por la honra que me hicieron
nombrándome padrino de este memorable é imperecedero álbum.
México, Febrero 8 de 1874.
Feliciano Echevarría.
Por la gratitud y respeto que debo á uno de los ])rimeros héroes
de mi patria, me honro en firmar el presente álbum.
M. Rira Palacio.
371
A la memoria de uno de nuestros primeros héroes de la primera In-
dependencia, el más humilde de los mexicanos, pero su mejtjr admira-
dor.
M. Escohedo.
Deseo c|ue la República tenga muchos imitadores de las virtudes del
benemérito ¡Mariano Matamoros.
México, Febrero 7 de 1874.
Ramón Corona.
Recuerdo al 2" General en Jefe del Ejército de Morelos, al valiente
caudillo Mariano Matamoros.
México, Febrero 9 de 1874.
M. Par no.
Ha}- frentes que ni en la tumba se convierten en polvo, porque las
baña el sol inmortal de la gloria. Matamoros tiene la imperecedera de
habernos dado patria.
México, 6 de Febrero de 1874.
Hilarión Frías v Soto.
Tu nombre venerado ¡oh Matamoros! honra los íinales de la prime-
ra Independencia de mi patria. Tu sangre derramada por la Libertad,
inscribió tu noml)re en el martirologio de Aléxico, y el último de los hi-
jos de la República cumple con el santo deber de firmar este álbum, co-
mo un monumento de gratitud.
Cuerna vaca. Febrero 11 de 1874.
Francisco Clavería.
Es irresistible el tributo (jue los libertos deben consagrar á los hé-
roes de su patria, y siendo uno de éstos el benemérito General C. Ma-
riano Matamoros, me honro en tributarle este homenaje de justa
admiración, que, aunque pequeño, significa la expresión del más pro-
fundo respeto al insigne caudillo de nuestra primera Independencia;
deseando c^ue el presente álbum sea subscrito por todos los mexicanos
\- que la gloria del indicado héroe, se abra paso hasta el último confín
del Universo.
Morelos, Febrero 12 de 1874.
Lie. Vicente Peláez.
.\NALES, T. IV.— 16.
372
El Estado de Tainanli])as ha honrado hi inemoria del inicifidor de
hi Independencia, ])oniendo el nombre de Matamoros á una de sus
principales ciudades. En su nondjre svdjseribe este álbum histórico.
D. Balandrann.
Redactor en jefe del Diario Oficial.
Alatamoros, el Cura de Jantetelco, sij^uió las doctrinas de Cristo,
el Redentor de los homljres. Soldado, si_uuió las banderas de Morelos,
jjrocurando la redención de su ptitria. Veneración al sacerdote; íidmi-
ración al héroe; respeto al jnieblo que tan tierna y cariñosamente
conserva su memoria.
Joaq. M. Alcalde.
El deber del hondjreesamar y defender á su ¡)atria: tal deberlo llenó
el benemérito Presbítero Don Mariano Matamoros, en 13 de Diciem-
bre de 1811, proclamando la Independencia y Libertad de México.
¡Página íiloriosa! En este álbum que se consagra á su memoria, con
la más grata satisfacción le consagro mi gratitud profunda 3- mi res-
petuosa admiración á tan admirable héroe, y hago votos paní que mis
comijatriotas de la villa de Jantetelco, admiren, veneren é imiten lano-
Ijilísima conducta de tan gran Patriota.
Cuernavaca, F'cbrero 11 de 1874-.
F. Leiva.
Gobernador de .Morelos y miembro honorario de la «Soeiedad Malaiiioros.»
Astro brillante en el cielo de mi querida patria, aparece el heroi-
co caudillo C. Mariano Matamoros, encarnación de las glorias nacio-
nales. Bendigo y venero su memoria, teniéndome por feliz al poner
mi humilde firma en este álbum, recuerdo tierno de los hijos de Jante-
telco.
Cuernavaca. Febrero 11 de LST-t.
Miinacl S. Moran.
El Presbítero C. Rafael Rann'rez, actual Cura de esta villa, al fir-
mar este álbum, manifiesto la honra y satisfacción que tengo de haber
sido feligrés del Benemérito de la Patria, Mariscal de Campo C. Ma-
riano Matamoros; de haberlo acomjiañado desde el campamento de
Santa Clara hasta el Valle de Izúcar, ahora ciudad de Matamoros,
desde el día 2 de Junio del año de 1812, hasta el día sábado 28 de
Agosto de dicho año. Tensio también la honrosa satisfacción de ser
373
Cui"a, (le donde él lo fué cuando se ciñó la espada para consciíuimos
la libertad de que hoy disfrutamos, y de haber usado los jiaranientos,
vasos sagrados y ornamentos que él usó, y haber entregado algu-
nos de ellos al C. Carmen Tajonar, jiara que los ponga ala expectación
del público, para (|ue les tributen el homenaje, acatamiento 3- venera-
ción debida, así como los libros donde con su puño y letra asentó las
])artidas de bíiutismos, casamientos y entierros.
Villa de Jantetelco de Matamoros, Febrero 20 de 1874.
Ríifíicl Rriinírez.
Como mexicano te venero, como soldado te admiro, como Gober-
nador del Estado ofrezco erigirte un monumento para perpetuar tu
memoria.
Jantetelco, Julio 30 de 1S85.
Jesús H. Preciado.
El 30 de Julio de 1885 ofrecí elevar un monumento á tu inmortal
memoria y grabé mi oferta en tu álbum. Mi promesa está cunqjlida
y recordaré siempre esta fecha: «5 de Enero de 1889,» en la que logré
dar una forma material, sencilla, pero sagrada, al pensamiento de vene-
ración y cariño (|ue siemjirc me has ins]iira(lo.
Enero 5 de 1889.
Jesús H. Preciado.
El año de 1910, con motivo de la celebración del primer centenario
de la proclamación de la Inde])endcncia, los patriotas hijos de Jante-
telco, que en su noble corazón conservan imperecedera la memoria glo-
riosa del que fué su Cura, D. Mariano Antonio Matamoros y Orive 3-
de los hijos de la ])oblación cjue con él se jironunciaron por el ])lan de
Hidalgo el 13 de Diciemljre de 1811, para perpetuar, á la vez que paní
glorificar la memoria del benemérito Cura y sus heroicos feligreses,
inauguraron las siguientes obras:
En la puerta de la entrada de la habitación que ocupó Matamoros,
se colocó una lápida ovalada con esta inscripción:
«Esta pieza fué dormitorio del Benemérito de la Patria Mariano
Matamoros.»
El Dr. D. José M. Carvajal, Presidente del Comité del Centenario,
de Jonacatc])ee, donó inia lájiida (¡ue se colocará abajo de la anterior,
la cual contiene la siguiente leyendji:
«Homenaje de admiración á la heroica señora Mariana de Díaz,
"quien con estoica abnegación entregó sus dos hijos Cristóbal y José
374
«María al invicto Caudillo Mariano Matamoros para que le ayuda-
(tran á luchar por la Independencia de la Patria. )>
ajantetelco. Diciembre 13 de 1910.
nDr. José M. Carvajal.»
Y á ambos lados de la puerta de la pieza que fué dormitorio de Ma-
tamoros, se colocaron unas lápidas que contienen los nombres de los
47 hijos de Jantetelco que formaron el pie del ejército insurgente de
Matamoros y con los cuales se unió á Morelos en Izúcar el 16 de Di-
ciembre de 1811. 1
1 Esto es un error: cuando Matamoros se presentó á Morelos en Izúcar. el 16 de Di-
ciembre de 1811 , sólo llevaba cuatro hombres en su compañía: los 47 hijos de Jantetelco
que formaron su pie de ejército, se le incorporaron á su regreso de Izúcar, y con ellos fué
á incorporarse con Morelos en Tasco. Véanse las páginas .34 y 39 que anteceden. —
X. del A.
375
Documento núni. 4.
ACUSACIÓN CONTRA UN SOBRINO DE MATAMOROS. 1
«Leonarda Xeira: Española, Doncella de veinte años, vecina de esta
Corte en la calle de Zuleta N° 9, cuarto cinco abajo, viviendo arriba
una Señora viuda nombrada Da. María de la Luz. En cumplimiento
<á lo mandado comparece ante V. S. lUma. y denuncia en toda forma á
un Reo de estado q.f ha producido las proposiciones siguientes, 3^ es
Dn. Antonio Matamoros, casado con Doña Francisca Villegas, Plate-
ro deoficioexercitado por á hora en hacer varios juguetillos p.<i Niños,
vecino de esta Corte en la calle del Refugio, casa del Molino de Ace3-te
arriba en la última vivienda á mano izquierda: Cuyas producciones
son mu3^ repetidas sin mirar calidad de personas, 3' q.e le contienen en
estos como principios de sus Conversaciones.
«Que estaba determinado á irse con su tío el cabecilla Matamoros
antes q.e le hubieran quitado la vida.
«Que el Gobierno de nada sirve.
«Que no ha3^ Re3' q.e nos mande.
«Maldice al Gobierno pj q.e persigue á los Insurgentes hasta qui-
tarles la vida.
«Que se ha de ir con ellos siempre q.e tenga proporción, para vengar
lo q.e hicieron con su tío Matamoros.
«Que si huviera podido librar á Morelos q.e estuvo prisionero en la
Cindadela lo huviera hecho.
«Que el Gobierno no es por el Re3' de España 3-a Muerto.
«Todo lo cual, como testigo de ovdo en varias ocaciones i(.e haliló
delante de mi 3' de otras Gentes, estoy pronta á confirmar la verdad de
estas proposiciones bajo la Sagrada Religión del Juramento.
«México, 24 de JuHo de 1816.
«No sabe firmar, u
1 Archivo General. — Inquisición. Tomo I. lol. 2 fte.
376
Documento níím. 5
CARTA DKL CORONEL D. ANTONIO SESMA A SI' SOHRINA MICAELA
FRONTÁN. 1
«Mi f|uerida Micaela:
«La suerte me arrastra á no se cj.e y así cada día repito á la Sta.
Providencia nuevas gracias, y me ofrezco á q.c el Sor. disponga de mi
lo q.e sea su Sta. voluntad.
«Me comisionó el Gral. á tratar con un bergantín (|.e había arriba-
do al Pto.de Guatulco, y estando \-a en el caminóme previene q.t haga
gente, y me dirigí sobre Tehuantepeque á atacar al bárbaro de Dam-
brini, q.e sin conocimientos, tropas valerosas, y otras circunstancias
militares se había posesionado de esta villa.
«Considérame en Guatulco: con doce hombres (|.f únicamente te-
nia de escolta emprendo esta expedición y en catorce dias, mediante
Dios, apronté setecientos, alarmé las Provincias por donde transité
hta. incorporarme serca de Tehuantepeque con el Sor. Mariscal de
Campo, Gral. en Gefe D. Mariano Matamoros, q.e á marchas dobles
y con mil docientos infantes y dragones escogidos de su divicion venia
á socorrer á Sierra, dejando así este Sr. Gral. como yo resguarda-
das las espaldas con el resto hta. cinco mil de tropa q.e vcnian siguién-
donos por cualesquiera acaso de la guerra.
«Nos situamos á una legua de Tehuantejicfiuc j)ara atacar uno ])or
el ¡juente y otro por la retirada del enemigo.
«A media noche salimos á reconocer la plaza y sus puntos, llegan-
do así nuestra avanzada como nosotros hasta los barrios de la Villa,
sin otra novedad que la de estar oyendo correr la palabra enemiga.
En fin, antes de amanecer huyó Dambrini y su divicion cargando
quanto pudo en términos q.e con la descubierta tomé posesión de la
Plaza y el Sr. Matamoros se regresó á recoger el grueso del Exercito.
Seguimos al alcance de Dambrini cj.e volaba aniquilando los Pueblos
y parages por donde pasaba, aterrorizando alas pobres gentes, dicien-
doles q.e abandonasen sus hogares, y se pusieran en salvo por q.e nos-
1 Archivo Gral.— Realistas, — Tomo 49, fol. 132 y siftuieutes.
377
otros lloramos Judíos, forzábamos íi las nuitícrcs, k-s cortábamos los
pechos, iiiataljaiiios á sus hijos y los cargábamos después de muertos
en las l)ayonetas, y otras especies hijas de la falcedad, y cobardia, con
cuyo motivo se encolerizó la tro])a, y deseosa de vengar tales impostu-
ras, no recusó en el alcance de Dambrini hacer jornadas de diez y (jcho
leguas. Tal es el valor y entusiasmo del Exercito del Sr. Matamoros,
pues sin solicitar descanzo, ni comer en algunos dias, solo apetecia .al-
canzar al ponderado Exercito Guatemalteco.
«Se cumplió por fin este deseo en la ra3-a de Tonalá, lugar en (|.*; por
auxilio de un cerro escogió Dambrini para esperarnos, cubriendo nues-
tra entrada (j.t devia ser por tm espeso bosque, y asegurandtj por otro
su retirada ¡Infeliz Gral.! ¡Pobre Exerto.! No reconoce quando ntra.
vanguardia á las tres de la tarde del segundo dia de Pascua indiscre-
tamente comenzó la acción q.<^ se sostuvo con dos compañías del dis-
tinguido regimiento de Dragones de San Pedro, compuestas de cin-
quenta hombres cada una, treinta granaderos y una com]:)añia dividi-
da en varios picpietes del Regto. de Infantería del Carmen; de suerte
q.e toda la tropa con q.e se dio principio á la campaña apenas llegó
al corto número de ciento noventa y tres hombres, teniendo q.e resistir
porq.i; el terreno no nos permitía ni evolucionar con la tropa, ni hacer
usode la Artillería, á la fuerza de más de mil hombres q.e constituía el
Exerto. enemigo; pero a((uel solo metiéndose por debajo de los fuegos,
de este, consiguió con sólo los granaderos y toque de degüello, flan-
quearle la derecha, y poner á Dambrini en vergonzosa fuga conten-
tándose los Guatemaltecos solamente con decir á gritos en su carrera:
haí están ya los Judios del gorro amarillo.
«Este choque, si Dios no me hubiese favorecido, pudo haber sido
para mi el último, por q.e estando sobre el cerro dando mis ordenes,
vino de rechazo de un palo una bala, y me infirió vm golpe contuso de
q.e adolezco.
«Esto es pvmtualmente todo lo q.e aconteció en el ataque q.e dimos
á Dambrini, y este cobarde intruso perdió toda su artilleria, todo su
pertrecho, mucha parte de su armamento, y por ultimo toda la carga,
de modo q.e el botin hecho hasta aqui es de bastante consideración.
«Por ahora estamos entendiendo, y tratando de evitar la destruc-
ción de este Reyno, de no trastornar la publica tranquilidad, y de ci.e
conozcan sus habitantes q.e somos cristianos, q.e somos cavalleros, y
cj.e no deseamos otra cosa q.e el bien y felicidad de ambos emisferios.
((Tt)do el Sur está por nosotros, la costa del Norte muy poco ó na-
da tiene ya cj.e conquistar, y México sera dentro de breve atacado por
mas de cien mil hombres.
«La correspondencia con el angloamericano está abierta: me dice el
Sr. Gral. q.e ha^- sobre Salcedo veinte mil de estos, y qe las avanzadas
de ese cabecilla han sido ya derrotadas por ellos.
«El Virrey se marcha para España: Calleja quedíi en su lugar para
378
q.e le truene el eohete en la mano: mira como esta el Govierno. Esta
noticia tan exacta q.e te doy comunicala á nuestros Arzobispos ami-
gos y al Pre.sdte. Bustamante q.e es hombre prudente, y sabe lo (j.e es
revolución, 3' encárgales no quieran ser cómplices en la devastación de
tantos infelices Pueblos. Da dolor ver q.e estos no han dejado los Cu-
ras alucinados, Dambrini y otros, con sus imposturas y engaños, un
sacerdote q.e administre los santos Sacramentos. Svis feligreses se es-
tan muriendo como perros, y para obiar estos males, por necesidad
nuestros Capellanes han tenido qs suplir la falta de Ministros q.e tie-
nen obligación de cuidar á sus ovejas. Sin cmbíirgo de q.e podriainos
adelantar nuestra conquista hasta Ciudad Real, y aun mas adelante,
no queremos, por q.e esperamos q.e este Reino, penetrado de nues-
tra causa tome el mismo partido, y por q.e nuestro animo no es el de
destruirlo; á menos q.e ellos como ha sucedido con Dambrini, por me-
dio de intrusos y cobardes nos provoquen; con cuya mira aguardamos
c|.e repuesto del golpe q.e á hora ha sufrido, habilitado nuevamente
de armas, 3- tropas, vuelva en si, y conozcan cj.e en ningún tiempo po-
dran con los crecidos Exercitos del Re\mo Alexicano.
«Espero me contestes con la cinseridad y claridad q.e \'o lo hago,
pues deseo saber de Izquierdo y de la familia, \' de todos los amigos; y
con esto a Dios, tiuien te guarde como desea tu amante tio.
n Antonio Sesma.»
379
Oocuiiicnlo núiii. (j.
Parte di; la Batalla oe Tonalá, qve da al Virrey el Coronel D.
Manuel JuxQuiTo, Comandante Militar déla Provincia de Ta-
ba se o. 1
«Exmo. Sor:
«El dia 21 del mes p"p", tuve la satisfacción de comunicar á V. E. el
buen éxito de la Divicion q.e tenia de tropas para la defenza de esta
Provincia de mi mando, al cargo del Tente. Coel. D. Manuel Servando
Dambrini (|.i; no contento con haber escarmentado á los insurgentes
en el Pueblo de Xiltepecjue avanzó hasta Tehuante])cque, á cuyo pro-
greso se referia el último párrafo del citado oficio.
«La Divicion se mantuvo en Tehuantcpc(|uc hasta el dia 13 de Abril
en L[s impuesto el Comandante del desagrado con que aquellos habi-
tantes miraban á la tropa, y de q.e los Cabecillas Matamoros y Sesma
trataron de atacarlo, se replegó con su fuerza, q.e ya habia principia-
do á desertarse, y continuó hasta llegar á la frontera. En el intermedio
se puso el enemigo sobre las Tropas q.f le presentaron batalla y jamas
quisieron entrar en acción en campo raso q.e fué donde se les presen-
tó; - mas el 19 del citado Abril estando la Divicion en mi frontera fué
amenazada por el enemigo y la Cavalleria sostvivo un fuego vivo has-
ta q.e conociendo superioridad se replegó á escape sobre la Infantería,
arroyó parte de ella 3- principió el desorden y se dispersó la Divicion
ci.e con la fuerza q.e á cada instante se le iba disminuyendo sostubo el
fuego serca de cuatro horas. Toda la Artillería se perdió y lo mismo
las cargas y equipajes. No hubo muerto alguno y de heridos no tengo
noticia de otro q.e del Capitán D. Agustin Cea cj.^' á ftierza de traba-
1 .-VrchivoC.ral. — Operaciones de guerra. 1810álS21. — Realistas. — F. v K. — Fol. 116
duplicado.
2 Por respeto á los días santos, Matamoros no persiguió á Dambrini en su fuga de
Tehuíintcpec, sino hasta el Sábado de Gloria, de modo cjue le llevaba tres días de ven-
taja, por lo (|ue tuvo que hacer marchas dobles para poderlo alcanzar el día 19, en tjue
nmediatameule lo liatió en su inexpugnable posición, y esto prueb.n ser falso lo tpie dice
Junquito. — N. del A.
A.N.VLiis. T. 1\'.— 17.
380
jos esta aliviado. El enemigo se situó en el Pueblo de Tonalá sujeto A
la comprensión de mi mando, y en él v su jurisdieion hizo quantas co-
rrerlas quiso, robó la cíiballada y ganado q.e se le presentó, taló los
campos y saqueó las casas hasta de los mas despreciables, rompiendo
lo q.e no pudo cargar. ^ Todo esto lo ha originado la insubordinación
de la Tropa, cuyo numero era suñciente para haber escarmentado al
vencedor, mas como era una fuerza visoña, sin disciplina, y poco dis-
puesta á otra cosa c|ue á reunirse con sus familias, de aqui se debe el
hal^erse experimentado tal desgracia.
«Matamoros y Sesma pensaron hacer de su partido estos habitan-
tes para lo cual escribieron las cartas q.c en Testimonio acompaño á V.
E. para su conocimiento, y fines (|.e convengan, las cuales no han circu-
lado á causa de la actividad y exactitud con q.c mis Tenientes cum-
plen las ordenes q.^lcs comunico. -
«El día ])rimero del actual íibandonó el lllmo. Sor. Obispo esta Ca-
pital, con motivo de los recelos q.c le asistieron, pero se mantiene en su
Diócesis donde ha dado principio á su visita por la parte confinante con
las Provincias de Tavasco y Yucatán.
«El 26 de Abril último comunicjué al Sor. Gobor. de Vera Cruz esta
desgraciada ocurrencia, y le supliqué q.e si le ftiese dable me remitiese
por Villahermosa quinientos hombres veteranos con sus respectivos
oficiales de los q.e llegaron de la Península; nos servirían no sólo para
la dcfcnza de esta Provincia, la de \'illahermosa 3- Yucatán, sino jja-
ra q.t permitiéndolo las circunstancias se dirijiesen al j)initü cj.e m;is in-
teresaseenesteReyno, sobrcloq.e esperodis]>ondrá V. E. lo q.<-* crea mas
conforme en beneficio de este Reyno.
«Dios gue. á V. E. m.s a.s Ciudad Real, Mayo 12 de 1813.
«Exmo. Sor.
«Manuel Ja iiquito. — Rubrica.
«Exmo. Sor. \'irrcy, Gobor.y Cap.t;»" Gral. de X. E. D. Félix M" Ca-
lleja. «1
1 Esta es una calumnia que hace Junquito á Matamoros con el fin de desprestij;iar-
lo, pues es bien sabido que Matamoros jamás admitió bandidos en sus filas, y que su
tropa se distinsiuió siempre por su corrección, su honrado comportamiento y su discipH-
na; por consiiruiente. no es de creerse que hayan cometido esos robos y saqueos que .gra-
tuitamente les atribuye Junquito. — X. del A.
2 Las cartas á que se refiere, son lascircuhires que dirigió Matamoros á los pueblos;
la carta del mismo al Obispo de Chiapas, y la carta del Coronel Sesma á su sobrina Mi.
cáela Frontán.las cuales ya publicamos aquí en el lugar que á cada una les corresponde.
381
It(ic'iiiiK-iiti) núiii.
I'artk dk Matamoros á Morelos acerca dií i, a derrota á Damiíri-
Ni, Pi'iiUCADO en ee «Correo Americano dee Ser," en Teiieante-
im:c, dií 17 DE Ji'Eio DI-: ISl.'i.
«¥A Sr. Mariscal de caní]») I). Mariano Matamoros al Excnio. Sr.
general del Sur.
«Exmo. Sr. — La valiente división, ((ue teníío el honor de mandar, ha
triunfado completamente del enemigo, sin embarco de (|ue éste ha rcu-
sado el choc|ue en todas ocasiones; de suerte C|uc hemos tenido (|uc ca-
minar muchas le.iiuas para efectuar el combate. Creia batirlo en Tc-
huantepec, y axin esperaba yo que él me atacase antes, según los deseos
que me dixeron teniíi Manuel Dambrine, oa])ataz de la C)ua<lrilla, de co-
nocer á V. E., pues preguntaba á menudo por su |)ersona;mas como el
brio y valor de estos malvados consiste solo en las ¡lalabras, todo ha
sido huir de nosotros.
«Hallábame acam]iado en Xalapa, punto inmediato áTchuantepec,
esperando que latrojja se repusiese de la fatiga anterior correspondien-
te á tanlarga caminata, y Cjue pasasen los dias de jueves y viernes santo,
(¡ue crei no debíamos emplear en derramar sangre, f|uando el martes
por la noche tuve noticia segura de que Dambrine levantaba <-'i toda
prisa el cantón, sin duda para fugarse á Guatemala. En el momento
dispuse mis soldados para impedir acjuella marcha; de manera cpie á
las cinco de la mañana siguiente llegué áTehuantepec en compañia del
Sr. intendente de exército D. Antonio Sesma y Alencaster, cpie se me
acababa de reunir. Encontré la villa despoljlada, porcjue desde Ifi no-
che precedente habian desamparado la plaza los bandidos con tal ])rc-
cipitacion, cjue ni las cargas de ma^-or importancia, objeto común de
sus desvelos, pudieron llevarse consigo.
«Con todo, procuré asegurarme de que aquella salida no fuese algún
ardid: registré los puntos que inc parecieron peligrosos; observé si se
haljian alojado (lor las inmediaciones ó refugiado en ídgun ])ueblo veci-
no, y descubrí riue no habian tenido otro motivo ])ara salir, (jue un
382
miedo inexplicable al ruido solo de nviestras armas. Alli me informé de
que aquellos fanáticos venian tan presuntuosos, porque estaban creí-
dos en que Y. E.habia sido derrotado completamente por loscobardes
Paris y Rionda; y en que Oaxaca se hallaba amenazada ]5or diversos
puntos de un número considerable de tropas: va se ve. tal es el éxito
que tienen los miserables por sus credulidades.
«Por la religiosa consideración de que hablé antes, no salí hasta el
sábado inmediato en su persecución, resuelto á desbaratarlos donde
quiera f|ue los alcanzase. Ya podra considerar Y. E.la ventaja que nos
habian sacado, como que estaban descansados, iban en cal^allos de re-
fresco, y llevaban tres dias de camino, mas sin embargo emprendimos
la marcha. Hubo jomada de diez 3- seis leguas, de suerte que quando
nuestra descubierta llegó á divisar álos fauos, 3'a mis soldad os estaban
fatigadisimos; pero siempre ardiendo en deseos de vengar los agravios
hechos á su nación.
«El Domingo de pasqua, cjuando yo ya desconfialia de alcanzarlos,
recibí parte del capitán D. Rafael Buenbrazo á cuyo cargo iba la avan-
zada, de que habia conseguido ficcrcarsc á la enemiga, la qual después
de haber hecho algunas escaramuzas de poco interés, habia vuelto á
continuar su fuga. El dia siguiente, como á las dos de la tarde, recibí
otro parte del capitán de avanzada D. Manuel Zavala, puesto cerca de
la raya que llaman de Tonalá, en que me participaba haber alcanzado
un trozo del enemigo como de doscientos hombres, v' que por hallarse en
punto desproporcionado y sin orden expresa al efecto, no rompía el
fuego; pero que los .sesenta hombres que llevaba estaban deseosísimos
de romperlo.
«Noticia tan placentera me hizo comunicar las ordenes correspon-
dientes para acelerar la marcha. Dispuse que solo trescientos hombres
de caballeria, algunos infantes y tres cañones se adelantaran para poder
llegar pronto á las manos con los perversos, y entretenerlos, mientras
cjue el resto de la división .se acercaba á exterminar tan pestífera raza:
así fué, con la circunstancia de que de momento en momento se adelanta-
l)an algunos soldados por las ganas que tenían de devorar á los minis-
tros del tirano; de manera que su artillería 3' con aquellos pocos comenzó
la acción de la ra\'a de Tonalá. Conforme iban llegando los demás,
les destinaba \-o el lugar quedebian tomar, hasta que tuve la desgracia
de que una bala de fusil me rozara el muslo izquierdo, sin haberme cau-
sado más daño que romper el pantalón y quemarme el pellejo. Por lo
pronto creí qvie fuese grave la herida, y me retiré un instante á vendar
la pierna; pero mirando que no era cosa de cuidado, volví á continuar
mis disposiciones.
«El punto que el enemigo eligió para resistir, fué un cerro que tendría
de alto como cíen varas, 3' de circunferencia como quinientas, corona-
do de peñas mu3- gruesas al derredor; de forma que estaba en la mejor
disposición para defenderse de un exército entero. Tenia colocada su
383
artillería del modo mas cómodo, y parapetado con los peñascos diritria
los fuefíos con acierto.
«A jioco de comenzada la refriega llegó el brioso Sr. Intendente de
exércitocon un trozo de tropa que colocó en un l)osc|Uccillo, desde don-
de pudo o1)rar con provecho. El choc|ue empezó a las tres de ki tarde,
y eran mas de las cinco sin ((uc ])or ninguna parte seadvirtiese ventaja,
íi pesar de (|uc el luego era vivisimo jjor ambas: ansioso yo entoncesde
que tomase asjíccto favorable el combate, ordené que Don José Anto-
nio Rodríguez, teniente coronel del regimiento de S. Pedro, con treinta
dragones de su cuerjx) y alguna infantería del de la virgen del Carmen,
y el teniente D. Joaquín Miranda con diez granaderos del mismo, avan-
zasen j3or el frente, principal entrada al cerro, con el designio de que
divertido el enemigo por este punto mirando nuestros conatos por allí,
flestínase mayor niimero de gente por aquel paraje, desatendiendo un
algo los demás, y mientras un trozo de americanos pudiese sorprender-
lo en la eminencia. Entre tanto se executaba por tal punto esta dispo-
sición, ya D. Mariano Rodrigviez, capitán de la primera compañía de
granaderos del Carmen con quarenta de ellos, el de fusileros D. Fran-
cisco Quíroz, el de igual clase Fr. Pasqual Ximenez, el teniente de dra-
gones de S. Pedro, D. Mariano Serrano, y vni sargento con quatro hom-
bres de este regimiento marchaban con serenidad por el lugar que se
les habia señalado para flanquear al enemigo, y trepar á la cima del
cerro.
«Casi al mismo tiempo que los perversos abandonaron el punto por
donde el teniente coronel Rodríguez los atacaba, dexíindo allí seis ca-
ñones, se presentaron sobre ellos el capitán Rodríguez y sus compañe-
ros, arrojando el fuego mas horroroso: aturdidos entonces los malva-
dos, y azorados al ver casia suspechos las bayonetas de los granaderos,
dieron la estampida mas vergonzosa, desamparando quanto habia y
gritando «ahí están los judíos de las gorras amarillas.» Era ya de
noche ciuando se terminó la obra, y como los facciosos se fugaron por
entre un bosípie muy espeso, apenas pudo perseguirlos im trozo que
destiné al efecto: ni era prudencia empeñarse mucho en el alcance, por-
que en aquel lugar montuoso seria fácil que nos causasen algún daño.
«Les hicimos presa de quantos cañones y pertrechos traían, de diez
y seis armadas, de muchas armas de fuego y de distintos renglones
de comercio, todo lo qual consta mas círcimstanciadamentc en los tres
estados C[ue acompaño á V. E. Otras muchas armas perdió Dambrine,
que nosotros no pudimos aprovechar porque las estrellaban los fugiti-
vos en las peñas, reduciéndolas á menudos fragmentos, con el intento
de que no nos sirviesen.
«La perdida enemiga no se pudo averiguar apunto fixo; pero de al-
guna consideración, pues auncjue en el cerro hallamos pocos muertos y he-
ridos, al día siguiente se encontraron por los montes y breñales mas de
catorce cadáveres. La dispersión fué tal que no quedaron diez hom-
384
bres reunidos, ca\'endo algunos prisioneros. Por nuestra parte perecie-
ron cinco, y uno ú otro herido. Consistía la fuerza en setecientos hom-
bres de fusil, doscientos de lanza y trescientos de caballería.
«Las circunstancias solas de la expedición están recomendando el
valor y constancia de la tropa, que en esta ocasión me ha parecido in-
imitable, y aunque no mas los oficiales de fpie hehabladocxi)licaron su
denuedo, arrojándose sobre el enemigo en los términos que lo hicieron,
no les faltó deseo á otros muchos; sino que fué preciso contenerlos, pa-
ra que no desamparasen sus compañias y los puntos de (|ue estaban
encargados. Puede descansar Y. E. en la valentia de esta división, ase-
gurando que no desmentirá el grado de repvitacion que justamente se
ha granjeado el exército del sur. Ale ha parecido conveniente dexar en
la raya un destacamento de doscientos hombres, para evitar nueva
ocupación de nuestros territorios.
«Es inconcebible el punto de ferocidad á que han llegado estos bar-
baros. Luego que se vieron perdidos, no tuvieron otro deshaogo que
disparar sus fusiles contra los prisioneros quesin delito alguno, habian
cogido en Tehuantcjx'c; de manera que unos murieron, otros resultaron
mu}- mal heridos \- algunos tuvieron la fortuna de escapar.
«No se á que atribuir el j^rocedimiento de estos perversos, executad o
enTequisistlan; lo cierto es que encontré allí enterrad os entre la basura
un crucifixo del Sr.de Esquipulas y una imagen de la Purísima Concej)-
cion. He mandado f[ue am1)as se conduzcan á Oaxaca ]3ara colocarlos
en alguna iglesia ó convento con la debida venenacion.
«De Tehuantcpec en adelante tenian estos malévolos tan infatuada;!
la gente con sus patrañas, que no habia ¡jueblo que no encontrásemos
vacio; pero en el dia han vuelto ya muchos de sus vecinos, 3- están lle-
gando continuamente, en virtud de las proclamas que he dirigido por
todos rumbos, desengañándolos del concepto que de nuestros exércitos
les habian hecho formar esos idiotas desgraciados. No asi los Tehuan-
tepecanos, cuyo porte me ha dexado lleno de satisfacción, y creodeber-
lo recomendar á V. E. para que sepa que en esta villa puede contar con
muy buenos jjatriotas. Tuve que celebrar el cjue las inditas del pais
iban diariamente á esperar que abriesen las puertas de los hospitales,
]3ara alimentar, medicinar y socorrer á los enfermos insurgentes.
«Remito á V. E. copia del manifiesto que he enviado al Sr. Obis])o de
ciudad Real, á su Iltre. Ayuntamiento y á las repúblicas de afjuellas
demarcaciones para que abriesen los ojos.
«No (jueda que desear: todo se ha concluido felizmente. Los pueblos
se hallan en la mayor tranquilidad, y yo con la confianza de cjue no
volverá el gobierno de Guatemala, sino con temeridad, á disponer otra
expedición que nos moleste. Dambrine va azorado y lleno de escarmien-
to. En quanto acabe de arreglar las cosas por estos paises marcho á
Oaxaca, á esperar las ordenes que V. E. tenga á bien imponerme.
«Dios guárdela muy imjiortantc vida de V. E. muchos y felices años.
o85
— Telilla ntcjícc, mayo (S de ISl.'!. — Exino. Sr. Maiiaiu) Matamoros. —
Exmo. Sr. D.José Alaria M órelos, eapitun general délos exéreitosame-
rieanos.»
Los estados (¡iic ¿icomp.iñuhnn ú este parte, contienen lo siguiente:
AkWI.VS V IMÍUTKECHOS.
«Cañones de artillería de varios ealibres, 9. — Fusiles, 136. — E.seojje-
tas, 57. — Armadas de G eañones cachi una, 16. — Lanzas, 84-. — Pólvora
en granel, 19 eaxones. — Saquetes, 422. — Metralla, 8 eaxones. — Saque-
tes, 204-, — Estopines, 1 ,600. — Balas de cañón, 6. — Cartuchos embalados
de fusil, 8,720. — Bala suelta de id., 14- arrobas. — Cureñas inútiles, 5. —
Hachas vizcaínas, 13. — Llantas de fierro, 14. — Machetes cortos, 34.
— Fierro platina, 5 arrobas. — Id. viejo, 6 y media arrobas. — Azadones,
13.— Pieos, 2.— Martillos, 5.— Hoces, 16.— Pujabantes, 2.— Pares de te-
nazas, 2. — Coas, 3. — Barretas, 10. S. C.
«En l.\ imprenta nacion.vl del sur.»
386
Hocmiicnti) No. S.
EXERCITO DEL NORTE.
Relación déla Artillería cogida á los Insurgentes en los dias 23, 24 y 25
de! mes de la lecha en r/.f .se acanton."" en esta Ciudad.
«Culebrinas de á 4 3
«Cañones de á 4 1
Idni. dea 31/2 1
Idni. dea 1/2 3
Idni. de á V* 1
«Cañón de á 9 1
]dni. de á 4 2
Idni. de á 3 5
Idni. dea 21/2 3
Idni. de á 2 2
Idni, de á IV2 3
Idni. de á 314, delgados. ...2
Fabriea del Kev.
Fabriea InsursTeiitc.
«Algunas de estas piezas están montadas en eureñas inútiles, y las mejores ne-
eesitan eomposieion. Valladolid, 27 de Dieiembre de IHIS.— José M." Ccvilla.—
Y" B"—Behifcr.
«Es copia.
«Arana. — Rúbrica.»
387
ESTADO gral. de his Municiones, Pertrechos de Guerra y dcnias cogi-
dos A los Insurgentes en la derrota r/.e padecieron el dia 25 de Di-
ciembre de 1813 q.e atacaron esta Ciudad, bajo las ordenes del Ex-
Cura de Caráquaro José Ai.-' Morelos titulado General.'"'^ de los
Exercitos Nacionales del Sud.
Municiones.
Cartuchos de calibre de á 6...
Idm. itlm. de á 4-...
Idm. idm. de á 3...
Idm. iilm. de á 2V'2
Idm. idm. de á 2...
Total.
Bala rasa.
Metralla.
26
20
390
136
153
22S
16
no
91
73
676
4-,') 7
Balas ensalexadas.
Del calibre de á 5 2i
Idm. dea 4- 200
Idm. dea 8 380
Idm. de á 27 39
Idm. de á 2 51
Total 697
Kazimos de Metralla.
Del calibre de á lo loo
Idm. de á -1- 536
Idm. dea 3 178
Idm. dea 2 275
Total 1,089
Balas sueltas.
Calibre de á 6 30
Idm. de á 4- 404
Idm. de á 3 136
Idm. de á 2 100
Total 670
A.NALKS. T. IV
388
«Diversos.
Cartuchos de onza p." fusil 20,300
Idm. cle% p." carabina y pis-
tola 4,780
Cartuchos p." escopeta 2,250
Cartuchos de varios calibres p.-'
salva 24-5
Manos de cañuela de pólvora.. 60
Estopines de varios calibres 3,700
Cajas de pólvora suelta 6
Libras de Yesca 6
Docenas de buscapiez grandes
con bomba 22
Docenas de buscapiez chicos con
bomba 17(>
Docenas de buscapiez cortos en
vara ; 123
Piedras de chispa p.* fusil y pis-
tola 3, 4-00
Cargas de guangoche p." trin-
cheras 30
Granadas de mano cargadas... 106
Bombas incendiarias 112
Balas sueltas p." fusil, carabina
y pistola 31,G.S(I
Ollas de campaña de cobre
Peroles de cobre p.^» mixto
Tiendas de campaña
Baquetas p.'' cubrir los armo-
nes
Aparejos viejos desavilitados...
Fustes de sillas vaqueras, idm.
Azbalexos y platillos de á -í p.-*
Metralla
-Azbalexos y platillos de á 3
Idm. de á 2
Sorteros de á 4
Idm. de á 3 1....
Idm. de á 2
Fusiles sin cañón desavilitados.
Cajas de Guerra servibles
Idm. inservibles
Muías de silla y carga
Caballos madrineros
Saquillos de manta para cartu-
chos de á 2
Guarniciones de tiro muy mal-
tratadas
1
23
2
147
382
248
346
471
227
3
3
2
63
1
120
34
«Nota.
«Xo hace exprccion este estado del numero de piezas de .\rtilleria y sus cali-
bres por estar ya dada cuenta por separado de las q.'^ son, al Sr. D." Domingo
Landuzuri, y p.'' consiguiente al Sor. Subinspector del cuerpo nacional de Arti-
llería.— Valladolid, 28 de Diciembre de 1813.— ^uan Francisco de la Torre. — V°
B"— Bo/u/er.
• Es copia.
t Arana. — Rúbrica.»
389
Documento núm. 9.
Parte de ea batalla de Pitkuarán, ole da Llano al Virkf:y.
«Exmo. Sor.:
ttEii mi ultimo oficio á mi salida de Valladolid,dixe á Y. E. qs salia
con parte de mi Exercito á perseguir á Morelos, Matamoros, Muñiz y
todos los Cíibeciilas q.e se estaban reuniendo en Tacámbaro, la Hacien-
da de la Loma y otros puntos. Desde el 30 p.r la mañana q.e me puse
en marcha, no pude alcanzar á ver el enemigo hasta el cinco á las doce
del (lia. Desde el tres sabia 3-0 por un confidente, q.e Morelos se estaba
fortificando en la Hacienda de Puruaran (22 leguas al S. O. de Valla-
dolid) y el cuatro á la tarde, habiendo yo acampado á dos leguas de
dicha Hacienda, me confirmé en q.e los rebeldes me esperaban con todas
sus fuerzas y ademas tenian dos fuertes emboscadas en las Barrancas
laterales de mi izquierda del camino.
«Para trastornar el plan de Morelos dispuse q.e ima División de In-
fantería al mando del Sargt." mo.r D. Domingo Claverino, atravesase
las penosas Barrancas de nuestra izquierda para sorprender á los em-
boscados, c[S no podian ni siquiera recelar el movimiento de Clave-
rino.
"En el Ínterin, yo, con todo el resto del Exercito, seguia mi nuirclia
á a]jroximarme al enemigo. Desde tnia altura inmediata á Puruaran
observé con elanteojo la posecion del enemigo, y determiné ocuparuna
altura q.e al alcance del cañón dominaba los puntos fortificados de
los reincides.
«Haljiendocolocado un obusy dos eañonesde á cuatro, mandé rom-
l)er el fuego, y las granadas, dirigida su puntería por el Tent.e Coronel
graduado del primer Regimiento de Artillería D." Nicolaz Pinzón, cave-
ron en los puntos mas inmediatos q.e ocupábanlos enemigos en reduc-
to y trincheras. Los rebeldes se colocaron al momento en todas sus li-
neas de defenza.
1 .archivo (k-iicnil. — OpL-rncioiiL-s de Guerra. — Llano Ciríaco, Bri>;adier. — Tomo
XVIII, f,)l. 2.
390
«No imclieiido aun ver con claridad el numero de gente, dispuse q>'
el Tent.e Coe.l graduado D. Francisco Orrantia, con el Batallón se-
gundo de la Corona 3- el Batallón Fixo de México, con 200 caballos y
vina pieza, hiciese un reconocimiento sobre la linea enemiga, con el do-
ble objeto de asi descubrir todas sus fuerzas, y si hubiese un momen-
to favorable se atácasela linea fortificada del enemigo, pues al intento
mandé á mi Ayudante, Cap." D. Alexandro de Arana reconociese bien
la linea p.a el ataque q.e pensaba por la noche.
«La aproximasion de Orrantia con sus cuerpos á las cercas y para-
])ctos, no intimidó á los reincides, pues se mantuvieron con serenidad
en los puestos de defenza; pero al acercarse rompieron el fuego los ene-
migos, y empeñado por los nuestros, habiendo hecho parte de la Ca-
ballería un movimiento sobre la izquierda y avanzando en orden de
ataque los cuerpos de Infantería de México y la Corona, se tomáronlos
parapetos por asalto, casi á un tiempo por todos los puntos.
«Desordenado el enemigo iba huyendo su Infantería en dispersión
y la nuestra al alcance. Visto por mi desde mi primera posición de es-
tar decidida la acción, hice q.e saliese toda la Caballería á la persecu-
ción, y empezó á baxarse toda la Artillería y Parcjue p.a la Hacienda.
El resto de la Caballería al mando del S.r Coe.' D. Agustín Iturbíde,
los persiguió dos leguas.
«Los rebeldes han perdido mas de 600 muertos con muchos xefes:
700 prísioneros, 23 piezas, 300 cargas de toda clase de municiones. Es-
tá prisionero el Tent.e Gra.l Mariano Matamoros, segundo de Alore-
los, de cuya causa sumaria está encargado mi Ayudante el Cap." D.
.\lexandro de Arana.
«Entre los muertos hay dos ó tres sacerdotes, pero solo se ha podi-
do conocer al B.r D. Juan Zavala, y ademas hay prísioneros varios
Frayles de diferentes religiones.
«Nuestra perdida consiste en 5 muertos y 36 heridos.
«El detal circunstanciado, lo remitiré á V. E. en la primera ocacion
segtira, v en el ínterin le adelanto este parte, p.a q.e Y. E. tenga la no-
ticia déla derrota ydispersion completa de todas las fuerzas q.e More-
los y sus prale.s cavecillas habían introducido á esta Provincia.
«Dios gud.e á V. E. m.s a.»
«Hacienda dePuruaran, 7 de Enero de iSl-t, á las 10 de la noche.
«Exmo. Sor.
(iCirinco de Llano, rúl^rica.
«Exmo. Sor.Virrev D." Félix María Calleja del Rey.»
391
Documento núiii. 10.
Oficio de Llano al Vikkey, en el que le da parte pormenorizado
DE su MARCHA DE PURUARÁN Á VaLLADOLID.
«Exnio. Sor.
«Nadie inejor q.e V. E. conoce la necesidad q.e las tropas tienen de
alfíun descíinsü, después de marchas p.i' paises malísimos, y después
de una acción tan desidida como la del 5 de Enero en Fumaran.
«Los dias 6 3- 7 se mantuvo el Exercito en dicha Hacienda recogien-
do los despojos y habilitándose p.a su conducción la Artillería enemiga,
y municiones, aunque mucha parte de esta fue inutilizada p.r falta de
muías para conducirla.
«Lo penoso del camino á mi venida, apesar de ser baxada, me hizo
conocerla gran dificultad q.e habia p.a subirla Artillería, p.r lo cj.e dis-
])use el 7 á la tarde, saliese la tercera sección con toda ella, á inedia le-
gua de distancia al rancho de los sauces, apesar de este corto espacio,
no pudo llegar hasta las diez de la noche, apesar de haber salido á las
tres de la tarde a^-udada de los Prisioneros. El ocho salió todo el resto
del Exercito, y el doce llegó sin novedad á Paztcuaro, habiendo hecho
noche en los ranchos de los Acheros, Zatñó y pueblo de St.a Clara. El
temjjoral de aguas tan fuerte, me hizo detenerme en Paztcuaro dos dias,
y el 15 llegué á esta Capital.
«En todo el camino ninguna noticia ])ude adcjuirir del paradero de
M órelos, pero no deviendo jjermanecer en inacción, parte de este Exer-
cito, hice salir el 19 al Sargt." AIo.i' de X. E: D." Domingo Claveríno,
con una fuerte Divicion, compuesta del le.r Batallón de la Corona, el
1" de N. E., 4- piezas de montaña y 361 Caballos.
1 Archivo General. — Operaciones de Guerra. — Llano Ciriaco. — Tomo W'III, t'ol. 22
y siguientes.
392
«El obgeto de su expedición se reduce á ir directamente á Tíicamba-
ro, pues aunque no hay noticia de ninguna reunión, destruirá las Mas-
tranzas de Aluñiz, q.e tengo noticia están en las Barrancas de Acoco-
rin, 3' ademas quantos hornillos, frag"uas y fundiciones de cañones
encuentre por aquellas Haciendas. Quemará también todas las cañas
q.e haya en las Haciendas, sin perjudicar estas, pues de su laborío de-
pende la conservación de la canalla. Dará una vuelta por el pueblo de
Ario, y retomará á esta Ciudad. Instrucciones en general han sido es-
tas, pero le he encargado particularmente q.e averigüe el ¡varadero
de ^klorelos, y me de aviso. Ademas, le he encargado q.e el primitivo
obgeto es no comprometer jamas las armas del Rey, y q.e si tuviese
noticia de alguna gran reunión, se acerque á esta Ciudad de donde se
dispondrá batirlos con fuerzas competentes, p.a aumentar las glorias
de las tropas del Re^-. El Sor. Claverino es sugeto de instrucción y co-
nocimientos militares, 3- no dudo adelante algo á mis instrucciones.
«El 19 salió el Sor. Iturbide con la Divicion del Yagio á reconocer
la Provincia de Guanajuato, y á donde sus conocimientos y mucha ac-
tividad q.e V. E. conoce mejor q.e a'o, no dudo q.e nada nos dejará q.e
desear. He acordado con este Gefe q.e en caso de necesidad le daré avi-
so oportuno p.:i nuestra reunión.
«He escrito al Sor. Enriquez q.e averigüe p.r medio de confidentes el
estado en q.e se hallan de enemigos por las cercanias de Tlalpu.xahua,
Zitacuaro y Laureles; pues por estos rumbos á la menor novedad, des-
pacharé Divicion en la maA'or fuerza q.e me sea posible p.;^ no compro-
meterlas 3' escarmentar al enemigo.
«Ninguna noticia tengo del paradero de Morelos, ni de sus pro3-ec-
tos; pero tengo determinado q.e si aun no han salido de la Provincia,
en reunir mis Exercitos é irlos á vuscar, pues no dudo un momento en
q.e mis valientes Tropas losvatiran en cualquiera numero q.e sean. En
esta parte, creo puede V. E. confiar en lo q.e digo, pues no perderé mo-
mento en aprovechar cualquiera lance.
«Mi Ayudante, el Capitán D. .\lexandro Arana, está encargado p. alas
declaraciones secretas del rebelde Matamoros. Confio en sus conoci-
mientos, sacará el mejor partido 3' mas noticias p.a pasarlas á V. E.: 3-
(le su ho.r conocido me he fiado p.a asuntos de tanta importancia.
«El 22 estará todo concluido 3- succesivaraente será pasado p.r las
armas publicamente con todas las formalidades posibles.
«Ahora q.e son las 7 de la noche acabo de tener las noticias siguien-
tes q.e me dá una persona de carácter.
«Hasta Canario llegó el mozo cj.e embié á tierra caliente sin poder
«pasar adelante p.r la revolución de los insurgentes q.e han hecho mil
«destrosos p.r alia. En el mismo Canario hicieron dos muertes: allí se
«aseguró ha d os dias q.e Morelos está en Xecupétaro: q.e su gavilla grue-
«za estaba 3'a deste lado del Rio mas acade Axuchitan. Esto lo dixeron
«en la misma Hacienda de Canario, 3- cj.e decia llórelos á los de su ga-
393
«villn, q.*; aunciuc habia venido á la .i;uerra no había dispuesto cosa al-
«nuna: esta y otras disculpas las da sin duda p.a ((.<; no le dcsiuriven;
«pero yo se q.f están confundidos.
«Dios gu.c á V. E. ni.í* a.s \'alladolid, 21 de Enero de 1.S14-.
«Exmo. Sor.
«Cirílico de Llano. — Kuljriea.
«Exnio. Sor. \'irrey D. Féli.K M" Calleja.»
394
Documento núm. 11.
EXERCITO DEL NORTE, i
Estado q.e maniñesta los muertos, heridos y contusos qs tuvo la Divi-
cion q.e atacó á los Rebeldes en Fumarán el cinco de este mes.
MUERTOS.
HERIDOS.
CONTUSOS.
1
Oficia-
les.
Tropa
Total.
Oficia-
les.
Tropa
Total.
Oficia-
les.
Tropa
Total.
'2o Ríitallon rlp la Corona
9
16
9
17
i
Infantería 1
i. lo Batallón Fixo de México...
o
1
1
2
1
1
1
1
2
3
Cabalk-ría
1
.2
2
2
o
1
2
2
3
j
i
1
1
1
Id. de Sn. Fernando dcCe-
1
i
Total .
1
4
;")
2
34:
36
1
o
3
Nota.
El oficial muerto fué el Capitán D. Estevan Rosas; los heridos: elSul>
teniente D. Luis Pullado y el Teniente D. Juan Arro3-o; contuso, el Sar-
gento Alayor D. Pío María Ruiz.
Vallad olid, 17 de Enero de líSl-i-.
de Llano. — Rúbrica.
José M.!' Calderón. — Rúbrica.
1 .\rchivo General. — Operaciones de guerra. — Llano Ciríaco, Brigadier. — T. XVIII.
fol. 62.
s Enemisros en la Hacienda ele Pnrnarán
Cañones
mas. ,^ Total,
sueltos.
5 252
803
Balas de Piedras de Galápagos
fusil.
chispa. de plomo.
Id. de cobre, i
, Lanzafuegos
estopines.
Caxo
Tercie O
Tota
t
O
00
12
00
25
2
O
12
25
170
83
253
2*
muías que la cargíiran.
ites al tiempo de su fuga.
José M." Ca/derflii.—\iv\hr\ca.
1 Archi
Documento N*^ 11?.
EXERCITO DEL NORTE. ^
Estado (|ii(.- m.-mififsta las Piezas de Artillería, Armas, Municiones y demás efeetos coo^idos á los Enemigos en la Haeienda de ruruarán
el dia cineo del jjresente mes.
Cañones.
Calibre de { ídem de
ki. á 3.
ídem de
í-2.
ídem de
á 1,
ídem de 4
onzas.
Total.
Fusiles.
Carabinas.
Cañones
sueltos.
Total.
1
5
12
4
1
23
226
325
252 803
MUNICIONES.
Caxones.
Tercios...
Total...
Cartuchos
de bala raza
dea 4.
Metralla
idcm.
Cartuchos
de bala raza
deán.
.Metralla
ídem.
Cartuchos
de bala raza
de á 2%.
Cartuchos
de bala raza
de 4 2.
Metralla ' Cartuchos
Ídem. de canon
sin bala.
Cartuchos
de fusil con
bala.
Pólvora
suelta.
Granadas
de
8 pulgadas.
1 1
, , , Balas de , Piedras de
Id. de mano. 1 , .,
fusil. chispa.
Galápagos
de plomo.
Id. de cobre.
Lanza fuegos
y Total,
estopines.
22
00
11
00
2
46
2
0
1
0
9
0
1 I 24
0 00
56
00
17
00
13
00
12 7
0 00
00
12
00
25
O
0
170
83
22
11
48
2
1
9
1
24
56
17
13 i 1 ' 2 ' 7
1
12
25
2
253
NOTAS.
V' De las expresadas imiiiieiones i'ue necesario inutilizar algunas, principalmente de la pólvora suelta, por falta de muías que la cargaran.
2'-' Los 252 cañones sueltos tpie aijarecen en este Est;ido, fueron de carabinas y fusiles q.e inutilizaron los Insurgentes al tiempo de su fupi
Valladolid, Enero 17 de 1814.
\-" li"
tic A/íC//().— Rúlirien.
José M." Cal dci'oii .—\<«^irK-A
1 .\rcllivci C.ciicral.— Opcrai-iuiK-s ilc .micrr.-i.— Llaim Cirincn, Krifradier.— Toinii 18, ídI. Q¡'A.
395
Pocumento míni. 13. '
«Exmo. Sor.
«En el ataque de la Hacienda de Puruaran, se cogieron á los rebel-
des, novecientas cincuenta y una armas de fuego, entre fusiles, carabi-
nas y retacos; ademas, docicntos cincuenta y dos cañones de fusiles
sueltos.
«Con el Estado adjunto, q.c dirijo á V. E. se ve la distribución q.ede
ellos se ha hecho, tanto al Sor. Iturbide, como á los demás cuerpos
de este Exército, q.e en él se expresan.
«Dios guíirde á V. E. muchos años.
«Valladolid, 28 de Enero de 1814-.
«Exmo. Sor.
((Ciríaco de Llano. Rúbrica.
«Exmo. Sor. Virrev Don Félix M'-' Calleja.
1 -Vrchivolícncral. — Operaciones de Guerra. — Llano Ciriaco. — Tomo XV III. — Fol. 35
Anales. T. IV.— 49.
396
EXERCITO DEL NORTE, i
Noticia qs manifiesta el destino dado á mil docientas tres armas de
fuego g.c se tomaron álos Insurgentes el 5 del corriente en la acción
de la Hacienda de Puruaran.
Fusiles.
Cañones
sueltos.
Total.
377
48
19
38
269
119
2
(K)
7
124
696
50
19
45
393
El Tente. CorL D. Matías Aguirre, para el Ba-
tnllon de Mévico v su Esouadron
El Sargento Maj-or D. Domingo Clavcrino, pa-
ra el Batallón de K. E. y el Esquadron de S.
Carlos
El Capitán U. Marcos Rodríguez, recibió p.=» el
Existentes en el Parque de Artillería de esta
Ciudad
1,203
Valladolid, 28 de Enero de 1814.
de Llano. — R ti b rica.
José M.''' Calderón. — Rúbrica.
1 El mismo tomo, acabado de citar, fol. :)6, fte.
397
1 iiKimicntii m'mi. 11.
Expediente que se formó e\ averiguación de si el dragón de
Frontera José Eusebio Rodríguez, fué el aprehensor de Ma-
tamoros.
«Exilio. Sr.
«Con el snjjcrior oficiodc\'. E.de 19 de Junio de 181-t, qs recibí con
mucho atraso el 12 de Julio, es en mi poder la copia del oficio q.e puso
á V. E. el Sor. Coel. Dn. Asíustin Iturbide, relativo al apresamiento del
rebelde Matamoros en la Hacienda de Puruaran el dia 5 de Enero de
1814..
«Nada es mas interesante que la .sabia disposición de V. E. á efecto
de premiar en los Soldados las acciones distinguidas, al q.e justamente
lo merece.
«Para hacer las averiguaciones con lacircvmspeccion q.*^ exije la ma-
teria, oficié con fecha 22 del corriente á los Capitanes D. Vicente Filiso-
la, D. Alexandro Arana, D. Bernardo del Camino v Tente. D. José Gui-
ral.
«Acompaño á Y. E. sus quatro oficios en respuesta originales. Por
ellas verá V. E. q.e en ninguna manera está aclarado, q.e el Dragón de
Frontera José Eusebio Rodríguez, fuera el q.f hizo pri.sionero al rebel-
de Alariano Matamoros, pues aseguran contestes los quatro oficiales
haberles dicho Matamoros q.e él se entregó á unos Soldados en el xa-
cal donde se refugió por temor de f(.e en el acto le diesen muerte.
«Sin profundizar mas la averiguación, de si el aprehensor fue el ex-
presado Dragón José Eusebio Rodríguez, manifestaré á V. E., q.e aun-
que el fuese no hubo meríto de ninguna cla.se, y q.e el Sr. Iturbide se
equivoca en su oficio de 1" de Ma\'0 en asegurar q.e fiw acción distin-
guida y q.e la conducta es recomendabilisima.
«Nada hay cierto de ninguna de las dos cosas afirmadas. V. E. cono-
ce mejor q.e a-o lo q.e es acción distinguida, y de ninguna manera entien-
do yo q.e lo sea el coger á un homlire dentro de vui xacal, en donde es-
tá refugiado; y q.e no solamente no hace defensa para no ser cogido, si-
no q.e se presenta suplicando no lo matasen. La conducta jamás será
recomendabilisima, por q.e el Dragón debió estar montado en su caba-
398
lio, 3- en persecución de los enemigos, y no pie á tierra entrando en un
xacal, á donde no pudo llevarle el objeto glorioso de lidiar con los ene-
migos, sino el de ver q.e habia en la casilla, incurriendo en esto en una
falta de diciplina conocida, por alejarse del jiarage donde estaban sus
compañeros.
«Me podia alargar sobre esto, haciendo ver á V. E. hasta la eviden-
cia los torcidos pasos q.e ha llevado este asunto.
«El 5 de Enero fue el pasageq.fsecita: ni en este dia ni en la marcha
á Valladolid, ni en la mansión en acjuella ciudad, se presentó ningún
Soldado reclamando esto por mérito.
«Creo c^.e V. E. jusgará como yo q.e no era asunto tan indiferente, ni
para un soldado ni para un oficial, si el apresamiento de Matamoros
hubiera sido defendiéndose el prisionero, v no metido en el xacal pidien-
do la gracia q.e no lo matasen. Pero esta petición residta á los quatro
meses, y desde la villa de San Felipe.
«En su copia asegura el Sor. Iturbide, q.e la averiguación hecha por
D. Francisco Orrantia fue de mi orden. Yo no he dado semejante orden
ni al Sr. Iturbide ni á Orrantia, y aunque asi hubiera sido, creo de la
obligación del Sr. Iturbide, el haberme pasado todo lo actuado; esto es,
si me considera el conducto regular como Comte. Gral. del Exército y
Provincias en donde él opera con una de las Diviciones.
«En la Gaceta de esa Capital de 30 de Junio, he visto impreso lo con-
tenidoen el superior oficio de V. E. de 19 de Junio, sobre este asunto, y
para cj.e el público no viva engañado en creer q.e el Dragón hizo una ac-
ción heroica, espero de la equidad de V. E. se estampará en la misma
Gaceta este mi oficio y los q.e originales acompaño con los números 1,
2, 3 y 4.
«Constante 3- sabido es á todos los individuos de este Exército, to-
do lo q.e llevo referido, he suspendido hasta la superior determinación
de V. E. el dar la orden ])or q.e recala sobre informe equivocado.
«Dios Guarde á V. E. muchos años.
«Acámbaro, 24 de Julio de 1814.
«Exilio. Señor.
«Exmo. Sor. Virrey Dn. Félix Alaría Calleja.»
399
A'." 1.
«En cumplimiento á la orden ((.f V. S. me eomimica en su olieio le-
cha de hoy, p.^' q.e diga lo q.é sepa á cerca de la prisión de Matamoros
hecha, según dice el Sr. Coel. Itvirbide por el Dragón de Fronteras José
Eusebio Rodriguez, debo decir á V. S. que ignoro hasta la fcha. el q.f el
citado Rodriguez hubiera sido el q.*-' cogió al expresado Cabecilla; por
q.f lo único que supe á cerca de esto fue, q.e un Granadero del 2" Bata-
llón de la Corona y un Soldado del 3" Bta.o" Fixo de México, lo encon-
traron en un jacalucho 3' al disparar uno de ellos le dixo se contuviera
q.e era sacerdote, enseñándole al mismo tiempo la corona; esto se con-
cilla muy bien con lo q.e el mismo Padre me dixo cuando 3'a preso, pre-
guntándole como lo hablan aprehendido, dixo q.e cuando quizo huirse
ya nuestras Tropas hablan pasado el Riachuelo del otro lado de la
Had.a y q.e viendo q.e era imposible escaparse, se le ocurrió el entraren
un xacal para evitar el q.e le dieran muerte en aquel acto, y luego pre-
sentarse después de rato á q.e lo cogieran cuando el espíritu de los Sol-
dados estviviera menos irritado, y mas capaces de razón: q.e el siemijre
juzgó inevitable la muerte, pero le pareció (|.e asi lograrla morir como
cristiano.
«Es quanto puedo decir sobre el particular.
«Dios gue. á V. S. m.s a.s
«Acámbaro, 22 de Julio de 1.S14.
«Sor. Comt.e Gral. del Exército del Norte Brigadier D." Ciríaco de
Llano. )>
A^." 2.
«Al oficio de V. S. de ayer en q.e manda diga lo q.e sé acerca del
aprehensor del Revelde Mariano Matamoros, digo: üue tomada por
400
asalto la cerca de Piedra que servia de defenza á los reveldes en la
Had.a de Piiruaraii el 5 de Enero de 1814, se abrió un pequeño porti-
llo para el Pasaye q.e fue el Batallón Fixo de México 3- habiendo pa-
sado ídgunos Cavallos se emprendió la persecución de los enemigos:
hallándome yo mas adelante de las casitas de los operarios de la
Had.-i camino á Turicato me dijo un soldado q.o Alatamoros estaba
preso.
«Fui al momento á ver y hallé entre ocho ó diez soldados de Infante-
ría á un hombre con chaqueta de Indianilla á quien conoci y era Mata-
moros. En aquel momento habiendo prendido fuego la Bagacera de la
caña molida fui á dar las disposisiones de apagarla y estando á mi la-
do el Teniente del Fixo de México D. José Guiral le encargué la custodia
segura de Matamoros.
«Hasta entonces no pude saver quien lo habia hecho prisionero, pe-
ro habiéndome comisionado Y. S. jj.i'sus declaraciones secretas, en con-
versación jjarticular le pregunté quien lo baldía hecho prisionero, y me
dijo: Que tratando de fugarse por el camino de Turicatcj vio q.e no po-
día pasar por hal^er algunos Dragones delante y se apeó del Cavallo y
se metió en una de las casillas de la Quadrilla p.i' el temor de q.e si lo
encontraba algún soldado lo matase: q.e apoco rato de estar en ella
pasaban unos soldados q.e 3'endo á entrar en la casita donde él estaba
se presentó á ellos diciendo q.e no lo mataran poramordeDios, y q.e á
uno de ellos le entregó la espada enbainada. Que luego lo llevaron ha-
cia el Puente en cuyo })arage lo encontré. Ale dijo f|.e ignoraba el nom-
bre de los Soldados, 3^ cj.e fue en la manera dicha, sin hacer resisten-
cia ni señales de ella pues todo su temor era c|ue lo matasen al punto.
Creo q.e á varios oficiales del exército dijo lo mismo acerca de su pri-
sión.
«Esto parece lo mas sencillo según el parage en donde fue apresado,
pues Matamoros, según su relación, se hallaba á Cavallo bajo vino de
los Arcos de la Cañería c[.e l)a al Trajjiche de dicha Hacienda, cuando
3'a vio sobre el parapeto los soldados del Fixo de Alexico y la Bandera
del Batallón.
«En este tiempo q.e la Cavalleria enemiga huia por el Puente, Ma-
tamoros tomó el lado de la Izquierda de dicho Rio y habiéndolo equibo-
cado se retardó hasta subir por la pecjueña cuesta q.e forma el cauce.
Va á este tiempo el Teniente Coel. D." Fran.eo Orrantia q.e halíia en-
trado por la Bagacera y subido por la derecha del Puente hacia el ca-
mino de Turicato tomó la delantera p.r lo q.e no pudo pasar Matamo-
ros. Se apeó de su Cavallo tordillo en que iba montado 3' entró en la
casita en donde se presentó á los Soldados.
«Es quanto puedo decir á V. S. sobre su aprehensión sin saber el
nombre de los Soldados á quienes se presentó 3- qs tampoco durante la
mansión en Fumaran y Viage á Vallad olid se presentó ningún Dragón
401
(lando por incrito el liahcrlo cocido lmi cuyo ticiii]») liuliicra sido fasilí-
sima la aclaración en presencia del mismo reo.
«Dios Gud.e á V. S. m.s a.s
«Acambaro, Julio 23 de 1814.
o^lMoMcUiP diMrm.
«Sor. Comte. Gral. del Exército del Norte Brigadier Dii. Ciríaco de
Llano.»
X» 3.
«En contestación al oficio de V. S. de aA-er dirixido á q.e exprese
cuanto sepa sobre la prisión del Rebelde Mariano Matamoros acaecida
el 5 de henero último en la Hacienda de PuruaranjJor el Exto. del Nor-
te al mando de V. S. Digo: q.c en la noche del mismo dia entré en la pri-
sión de este cabecilla á comunicar una orden de V. S. al oficial q.e lo
custodiaba, \ entre otras cosas le pregunté quien lo habia hecho prisio-
nero? Y me respondió lo siguiente: á mi no ine hicieron prisionero 3'ome
presenté á unos soldados y les dije: no me maten yo soy el Cura Mata-
moros; el Capitán Dn. Alexandro Arana podra informar con más ex-
tensión en este particular, mediante á q.e tuvo varias sesiones con el
expresado Alatamoros.
«Dios gud.e á V. S. m.s a.s
«Acambaro, 23 de Julio de 1814.
d'm
«Sor. Comte. Gral. del Exto. del Norte Brigadier Dn. Ciríaco de
Llano.»
402
N." 4.
«En la tarde del cinco de Enero próximo pasado entregaron los sol-
dados Terrasas y otro del Regimiento de la Corona á mi Comandante
Dn. Pió iVI" Ruiz al cabecilla Matamoros, y a3^andome yo junto á mi
xefe en el instante me ordenó asegurar al expresado cabecilla hasta la
llegada de V. S. A pocos momentos me encontró el Capitán D. Alexan-
dro Arana (juien de nuevo me lo rencargó como lo verifiqué hasta el
anochecer, en cuya hora mandó V. S. continuase la custodia particular
del expresado.
«Conducido Matamoros á un quarto de la Had.a de Puruaran le
pregunté como habia sido su prisión, y me contestó: q.e habiéndose en-
trado en un xacal y escondido debajo de vin petate entraron im Dragón
y algunos Infantes á registrar la casa en la q.e ayandolo á poco, entre-
gó al Dragón el sable y se vino con los infantes q.e lo conduxeron
preso.
«Que en aquel rato no fue conocido por nadie pero sí al llegar á la
Capilla, por uno del Fixo de México á qien no pudo negarse.
«Es cuanto puedo decir á V. S. en contestación á su oficio de ayer.
«Dios Gud.e á V. S. muchos años.
«Acambaro, 23 de Julio de 1814.
«Sor. Comte. Gral. del Exto. del Norte Brigadier D. Ciriaco de
Llano.»
403
Documento mím. 16.
Causa de Matamoros, que se le formó por la jurisdicción eclesiástica,
copiada textualmente de la original que existe en Morelia en el ar-
chivo del Arzobispado.
Valladolid.— Año de 1814.
tOficio del Sr. Brillad ier y Comandante General del Exercito del norte. D. Ciríaco Llano,
participando la resuelta execucion del Licd." Mariano Matamoros, cura encargado
q.^ fue de Xantetelco. Teniente General de los rebeldes, r segundo de Morelos: y
provid.^ consiguiente de S. Sria. Illma. en q.^ lo declaró desaforado del Fuero y pri-
vilegio del Canon y entregado lisa y llanamente á la Potestad Militar q.^ lo aprehen-
dió y conoce de su causa; y comisión q.^ S. Sria. Illma. confirió al Sr. Provisor, noti-
ficación, y demás Disposiciones que contiene la misma providencia.
«limo. Sor.
«En el atacjue dado en 5 de Enero á las Fuerzas de los rebeldes, reti-
ñidas en la Hacienda de Puruarán, fortificada p.r ellos, lúe hecho jjri-
sionero el Lie. Mariano Matamoros, Cura encargado q.e íue de Xan-
tetelco. Tent.e Gra.l de los rebeldes y segundo del iniquo Morelos. Sos-
tuvo mandando enxefe lospuestosde dh.-i Hacienda hasta q.»-' nuestras
valientes tropas la tomaron por asalto.
«La notoriedad de q.e este rebelde ha sido el pinncipal cabecilla y
los daños incalculables c[.e ha causado á la Nación Espaiíola, lo sabe
S. S. L lo mismo q.e yo; debiendo sufrir la pena de muerte, p.a escar-
miento Publico, he determinado dar á V. S. L este aviso p.a las medidas
q.e V. S. L tenga á bien tomar por lo respectivo á las Censuras }■ de-
mas tramites de su Jttrisdicion.
«Valladolid, Enero 17 de 1814-.
«Ciríaco de Llano. — Rúbrica,
«limo. Sr. Obispo electo D. Manuel Abad y Queipo.»
A.x.iLES. T. IV. — 50.
404
«Yalladolid, Enero IcS de 1814.
«Visto el oficio q.e antecede del Sr. Brigadier D. Ciríaco Llano, Co-
mandante General del Exército del norte: siendo publico y notorio
quanto en dicho oficio se expone, esto es, q.e el Licd.<> Mariano Mata-
moros, Cura encargado q.e fue de Xantetelco del Arzobispado de Mé-
xico, filé preso en el ataque de Puruarán de cinco del corriente siendo
el xefe como Tent.e Gra.l de los rebeldes, y segundo de Morelos: q.e no
solo es reo de apostasia, de lesa Magestad y alta traición, sino q.e por
la opinión q.e habia adquirido con los infamadores, q.e sigen y prote-
jen la insurrección, habia venido á ser su principal apoyo, y ha sido en
efecto la causa eficiente 3' moral de una serie de males incalculables qs
han afligido al Reyno: q.e por consigTiiente se halla innodado con las
Censuras eccas. fulminadas por los sagrados Cánones contra este géne-
ro de perturbadores piiblicos, publicadas por nuestros Edictos, y por
los Edictos de los otros Ilustrisimos Señores Diocesanos, y en los del
Santo Oficio de la Incjuisicion expedido últimamente, los cuales violó,
delinquiendo en los mismos territorios con tanto escándalo y desprecio
de la Iglesia. Por tanto declaramos que dicho Licd." Mariano Alata-
moros perdió por sus crímenes notoríos el privilegio del Fuero y el pri-
vilegio del Canon y lo declaramos lisa 3- llanamente entregado á la Po-
testad militar q.e lo aprehendió 3^ conoce de su causa: 3' q.e no puede
ser absuelto de otras Censuras eccas, sin q.e antes satisfaga á la Igle-
sia por medio de una desaprobación pública de los escándalos con q.e
le ha ofendido, 3- abjure los errores de Impiedad y Hereg"ía en q.e pare-
ce ha incurrido, en el hecho de sostener en sus escrítos 3' con la espada,
q.e la actual revelion de la Nueva España es justa 3' legitima, siendo
notoríamente contraria 3- reprobada por el Derecho natural, por el De-
recho divino, por el Derecho de gentes 3' por el Derecho público de todas
las sociedades humanas; ó se compurgue de la veemente sospecha q.e
contra él resulta en esta razón, 3- por su ensordescencia en las Censu-
ras: 3' satisfaga los daños causados á la Sociedad en el modo posible,
esto es, absolviendo con verdad 3' buena fé todas las cuestiones, q.e le-
gítimamente le hiciere el Tribunal militar cj.e conoce de su causa y q.e
puedan conducir á la pacificación general y á detener el fuego de la in-
surrección q.e todo lo debora 3- destruvc. Y para q.e pueda meditar, y
comprender la necesida en ((.e se halla de hacer estas reparaciones, su-
Ijlicamos al Sr. General q.e tan luego como el Sr. Provisor (á quien se
comete) notifique al reo este Decreto, se sirva S. Sria. mandar, q.e no
se le perturbe con ninguna diligencia judicial ni esta tarde, ni mañana,
ni pasado mañana, esto es, miércoles 3' jueves: previniendo al Oficial de
Guardia dexe entrar á dicho Sr. Provisor, y al confesor q.e ha elegido,
todas las veces q.e el reo lo pidiere, á fin de c|.e le faciliten los auxilios
405
convenientes, en el concepto de c|.<^ el viernes á las ocho de la mañana
el mismo Sr. Provisor pasará á i)oner en diligencia judicial lo t|A- resul-
tare de estas medidas, y se dará tinenta con testimonio al mismo Sor.
General, para los procedimientos ulteriores. Acompáñesele á hora tes-
timonio de este Decreto en contestación de su citado oficio. El Illmo.
Sor. Dr. D. Manuel Abad y Queipo, Canónigo Penit.o de esta Santa
Iglesia, Obispo Electo, y Gobernador de este Obispado así lo decretó y
firmó.
«Abad, Obispo Electo. — Rúbrica.
uSantiago Camina, Serio. — Rúbrica.
«M. T. — Con la misma fecha se paso al Sor. General el testimonio
prevenido.»
«En la Ciudad de Valladolid, á veintiuno de Enero de mil ochocien-
tos catorce: Estando en la Cárcel Episcopal y en la Bartolina donde se
halla preso el Presbitero Mariano Matamoros, Cura encargado de Jan-
tetelco del Arzobispado de México, el Sor. Provisor Vic.o gra.l de este
Obispado, Licd.o D. Francisco de la Concha Castañeda le notificó de
nuebo el Supo.r Decreto q.e antecede q.e ya se le habia intimado el dia
diez y ocho del corrt.e 3- habiendo usado el expresado Presbitero de
los dias q.e le concedió el Illmo. Sor. Obispo, de acuerdo con el Sr. Bri-
gadier D. Ciriaco Llano, Comandt.e Gra.l de Exert.o del Norte, en el ci-
tado Decreto, p.a q.e meditase con espacio el contenido y contestase con
toda la circunspección q.e corresponde á la gravedad del asunto de q.e
se trata después de haberlo hecho asi según ha insinuado en este acto, 3-
después de habérsele leido otra vez. — Dixo: q.e lo 03-e. 3^ se conforma ente-
ramente con la sentencia del Illmo. Sor. Obispo, en q.e lo declara privado
de los privilegios del Fuero 3- del Canon 3' entregad o lisa 3- llanamente á
la jurisdicion militar, reconociendo q.e lo tiene bien merecido porsusde-
litos. Que asi mismo reconoce q.e la insurrección es inicua, injusta, con-
traria al derecho natural, divino3-de gentes, protestando con toda ver-
dad,3'noporvia dedefensa suva, q.e aunque quando entró en ella q.efue
puntualmente el diez 3- seis de Diciembre del año pasado de mil ochocientos
once, se alucinó con la razón de q.e el mismo derecho q.e tenia España
p.a nombrar Juntas q.e gobernasen en la ausencia 3' cautividad de ntr.<>
Soberano, tenia también este Reyno y qualquiera otra parte de la Mo-
nartiuia, 3- con otras q.e han extendido los Insurgentes; pero q.e pos-
teriormente, esto es, desde Noviembre último áesta parte ha estado va
desengañado, 3- aun habló con uno q.e otro del Exercito de Morelos
q.e eran de su confianza sobre el intento de separarse del Partido Re-
belde, lo q.e no pudo verificar por q.e su mismo empleo lo hacia muv
406
visible, y lo tenían rodeado continviamente de Soldados: q.e igualmen-
te protesta, y con la misma verdad, q.e antes de la fecha citada opinó
como fiel vasallo y como ecc.<> arreglado acerca de lo injusto de la Re-
volución, como lo prueloa su notoria conducta en aquel tiempo, y la
consulta q.e hizo luego luego q.e Alorelos llegó á Chilai)a, distante solo
diez y ocho leguas del Pueblo de su cargo, al V.e Cabildo Sede vacante
de México sobre el modo de manexarse en circunstancias tan angustio-
sas, ó si les parecería q.c se retirase á atjuella Capital p.'-^ q.e no se viera
conplicado en mil compromisos q.e se le presentaban á la imaginación,
capaces ya q.e no de seducirlo, si de desacreditarlo, y poner en duda el
honor q.e siempre habia tenido, ó de causarle algún peligro por parte
de los rebeldes; pero q.e la imprudente y falsa denuncia q.e por vn re-
sentimiento ridículo, hizo cierto Sugeto, á q." le perdona de todo cora-
zón, de q.e él era uno de ellos, á D." Anselmo de Ribera, Admo.'" de Ren-
tas de Cuautla de Amilpas, encargado de justicia en aquel tiempo, y la
persecución de su persona q.e se siguió á dicha denuncia, sirvió de Oca-
.sion á su miseria y fragilidad para huir de su Pueblo, y presentarse en
Izucar á Alorelos en la fecha enunciada: todo lo cual refiere no por via
de defensa ó de disculpa como ha dicho, sino por un efecto de sinceri-
dad y deseo de manifestar su Corazón. Que asimismo confiesa q.e sin
embargo de la alusinacion q.e lleba manifestada, se consideró y se ha
considerado incurso en las Censuras de Dr.o las del extinguido Santo
Oficio, y las q.e han promulgado los Illmos. Seres. Diocesanos, con la
Sinodal de todos los Obispados de este Re^-no, sobre salir los Clérigos
de su propio domicilio sin licencia del Prelado, y quizá otras de q.e no
tiene conocimiento: q.e también se ha considerado irregular desde q.e
abrazó el Partido insurgente, de manera q.e no ha exercido acto algu-
no, si no es absolver á algún moribundo en caso de extrema necesidad,
asi por q.e ha mandado combates en q.e ha habido efucion de sangre
como por q.e siendo Insurgente ha sido un cooperador de toda la q.e se
ha derramado, como igualmente por q.e se vio en presicion de mandar
fusilar al Comt.e Cándano y á otro Oficial Americano del Batallón de
Asturias y á otro Capitán del mismo Batallón, q.e se vio en presicion,
por q.e conforme á las ordenes de Morelos debían haberse fusilado to-
dos los prisioneros q.e se cogieron en el combate de Huaquechvda, q.e
eran cerca de quatrocientos, la ma^-or parte Europeos, y asi se lo pedia
con insistencia un Oficial Insurgente; pero q.e escogió á solo tres por
410 parecer c|.e faltaba á su obligación de xefe, entre ellos al comandan-
te Cándano, á otro oficial americano y al capitán Longorio, de los
r|uales á este ultimo lo libertó conviniendo secretamente con el Cura de
S." Andrés q.e le presentase un Escrito demandando la vida de ellos, 3--
á los otros dos todavía les permitió q.e fuesen á comtdgar á la Parro-
quia con el fin de q.e se acogieran al asilo de la Iglesia y se le pidiese
causion p.:' extraerlos y se librasen de esta manera la vida; pero q.e no
lo executaron, y el numero de tres q.e ha insinuado se fusilaron de su
407
orden lo completa un Capitán de los mismos ])risioneros (po por haber-
se fugado habiéndolo puesto en libertad y agregado á las armas fue
menester executarlo en el Pueblo de Qüesala á instancias de los Oficia-
les Insurgentes. Que repite q.e no manifiesta esto por disculparse; pues
conoce la gravedad \' multitud de sus delitos, como son haber apostatado
de su Estado Santo no solo con los hechos, sino aun desnudándose de
los vestidos clericales conservando únicamente la corona y su Brebia-
rio p.;i rezar el Oficio Divino como lo ha executado indefectiblemente
todos los dias á pesar de los embarazos de la inicua carrera q.e abra-
zó, haljcr tomado las armas contra el Rey 3^ contra la Patria, siendo
causa de innumerables males, y desastres, 3' escandalizando á todo el
Re\no con su depravada conducta; haber avandonado su feligresía dan-
do un pésimo exemplo á lasObejas q."-' tenia á su cargo en vez delibrar-
las de los lobos q.e las rodeaban; 3- otros muchos de q.<-' le acusa su
conciencia, 3' pide perdón á Dios, á los Prelados ecco.s 3' al Gobierno
legni.o, protestando en esteacto q.e aunq.*^ efectivamente ha desprecia-
do las Censuras, las Le3'cs y todos los respetos humanos q.e debia ha-
Ijcr tenido presentes, no ha sido á la verdad por efecto de impiedad de
corazón relativa á algún error en laFée ó acerca déla legitimidad de las.
Autoridades y Potestades Espirituales 3' Temporales de este Ke3-no, y
de todíi la Monarquía, sino arrastrado únicamente de la fuerza de sus
pasiones; pues reconoce á estas mismas potestades, 3- ha obrado contra
el dictamen de su conciencia, como lo prueba el q.e no se ha atrevido
á celebrar el Santo Sacrificio de la Misa, ni á exercer otro acto de sus
ordenes fuera del caso de extrema necesidad como ha insinuado: Que
por tanto desaprueba con todo su corazón la insurrección 3- todos los
delitos ci.e son consiguientes á ella, especialmente los peculiares suyos,
]3rotestando su obediencia 3- sumisión á las Leyes canónicas v civiles, 3-
á las potestades tanto ecca.s como seculares de este Re3'no, debiendo
añadir q.e jamas por escrito ni en conversación privada ha manifesta-
do lo contrario, sinosolamente con sus hechos; pues una sola proclama
q.e salió en Oaxacti bajo su nombre no trataba de estas materias sino
de alentar al Pueblo para q.e no extrañase el retiro de la tropa Insur-
gente: Que por lo mismo protesta C{S con verdad 3- buena fée, ocupado
como está por la misericordia de Dios, de un cinsero interés 3' deseo de
la pacificación de este Re3'no, ha declarado 3^a 3- está pronto á declarar
á potestad militar q.e lo jusga cuanto sea conducente aun fin tanapre-
ciable siendo su ánimo reparar con est03' conlasprotestas3'declaracio-
nes q.e ha executado en el acto los males q.e ha causado tanto en lo
moral como en lo temporal; 3' conclu3-e pidiendo al Illmo. Sor. Obispo
Electo Gobernador de esta Diócesis, q.e si S. S. I. discurre algún otro me-
dio de reparar otros daños 3^ satisfacer á la Iglesia nuestra Madre, á
sus Prelados, 3' al Gobierno ofendidos se sirva sugerírselo jjara poner-
lo prontamente en execucion, suplicándole asimismo, 3' con el ma3'or
rendimiento, mande absolverlo de todas las Censuras con q.e se halla
408
ligado para tener el consuelo de recibir los Santos Sacramentos, y for-
talecer con ellos su alma p.a el ultimo trance; y q.e por efecto de su ca-
ridad paternal tome el mayor interés en q.e el Sor. Comt.e general, des-
pués de evaquadas las declaraciones q.e sean convenientes tomarle, le
conceda ocho dias francos p.a dedicarse á disponer su alma con vnos
exercicios Espirituales dirigidos por el confesor q.c ha elegido, cuia gra-
cia no duda q.e se conseguirá de la piedad del mismo Sor. Comandan-
te. Esto respondió y firmó con el expresado Señor Provisor por ante
mi el infrascripto Notario mayor y Público de q.e do3' fée.
uLic.o Concha. — ^Rúlirica. Mariano Matamoros. — Rúbrica.
uRanion Franc." de Aguilar. — Rúbrica.
Xot.o Mo.r Y Pub.o»
«Valladolid, Enero 21 de 1814.
«Dése quenta con estas diligencias al Illmo. Sor. Obispo Electo
Gobo.r de esta Diócesis. El Sr. Licd.» Franco de la Concha Castañe-
da, Provo.r y Yic.o gra.l de este Obisp.o asi lo determinó y firmó.
«Lic.o Concha. — Rúbrica.
«Ramón Franco de Agnilar. — Rúbrica.
dXot." Alo.!" V I'ub.o»
«Valladolid, Enero 21 de 1814.
«Visto este Expediente, saqúese testimonio del Decreto y dilig.íi q.e pre-
cede, en q.e se acredita q.e el reo Alatamoros ha cumplido en parte con
el tenor de nuestro Decreto del diez y ocho del corriente, y parece dis-
puesto á darle cumplimiento en el todo; y remítase con el Oficio al Sor.
General q.e conoce de la causa, para q.e en su vista mande evaquarlas
diligencias judiciales q.e estimare convenientes; 3- evaquadas q.e sean
se sirva darnos aviso oportuno, á fin de disponer la absolución del reo
dé las censuras ecca.s en q.e se halla incurso. Y le suplicamos encare-
cidamente se digne conceder al reo los ocho dias francos q.e solicita p.a
prepararse mejor al trance terrible q.e le espera, por la gracia de Dios
y con los auxilios de su Confesor. El Illmo. Señor D.r D." Manuel
Abad 3' Oueipo, Canónigo Penitenciario de esta Santa Iglesia, Oliispo
Electo, y Gobernador de este Obispado, asi lo decretó 3- firmó.
«Abad, Obispo Electo. — Rúl)rica.
«Santiag^o Camina. Serio. — Riibrica.
(iM. J. — Se pasó el testimonio y oficio prevenidos al Sr. Comt.e Gra.l
con la misma fecha del At.'^ anterior.»
409
«Illmo. Sor.
«Con el oficio de S. S. I. de 21 del corriente recibí el testimonio de la
diliííencia ])racticada por el Sor. Provisor 3' Vicario General de este
( )bispado, con el reo de Infidencia, Mariano Matamoros, Teniente Ge-
neral de l(js Insurgentes.
«Concluido por mi Ayudante de Campo, D. Alexandro Arana, el in-
terrogatorio, de q.e está encargado, con dicho reo, puede V. S. I. pro-
videnciar la absolución de las censuras; pues habiendo prometido como
Christiano, decir verdad, á lo q.e se interrogara, no hallo motivo p.a
dudar cj.e halla faltado á ella.
«Las críticas circunstancias del dia, no me permiten darle mas q.<;
el tiempo necesario de tres dias, para la dis])osicion de su alma; pues
tiene adelantado el tener Confesor á su satisfacción, hace ocho dias.
«Valladolid, Enero 27 de ISl-i.
ttCiríaco de Llano. — Rúbrica.
«Illmo Sr. Obispo Electo D." Manuel Abad y Queipo.»
«Valladolid, Enero 27 de 1814.
«Agregúese al exjiediente del asunto, y pase al Sr. Provisor p.a q.e
3' con arreglo al Ritual Romano, proceda ala absolución del reo Maria-
no Matamoros por ante Notario, omitiendo solamente la percusión con
vara, lo q.e pondrá por diligencia. El Illmo. Sr. Dr. D. Manuel Abad
3- Queipo, Obispo Electo \' Gobernador de esta Diócesis, asi lo decretó 3-
firmó.
víAbad, Obp." Electo. — Rúbrica.»
«Santiae'o Camina, Serio. — Rúbrica.»
«Valladolid. Enero 27 de 1814.
«Cúmplase lo prevenido en el Su])erior Decreto antecedente con asis-
tencia del jjresente Notario, fiuien certificará el acto, 3' verificado dése
quenta al Illmo. S.'' Obispo Electo, Gobernador de esta Diócesis, de q."
procede la comisión. El Provisor Lie." D." Francisco de la Concha Cas-
tañeda, Vicario Gríi.l de este Obispado, así lo decretó y firmó.
«Lie." Conclia. — Kúbricíi.
nRaiiioii Fraile." de Agiülar, Xot." Mo.'' v Puljc." — Rúbricíi.»
«Yo, el infrascrii)to Notari(j mayor y Púl)lico, certifico en cjuanto
¡)ued(), debo y el dr." me ])ermitc q.e hov dia de la fecha á las diez de la
410
mañana pasó el S.r L¡c.<> D. Francisco de la Concluí Castañeda, Provi-
sor y Vicario General de éste Obispado, á la Cárcel episcopal de esta
Ciudad donde se halla preso Mariano Matamoros, y habiéndose reves-
tido de Sobrepelliz, bonete y estola morada, nos introduxo el Oficial de
iíuardia á la bartolina del citado reo, y puesto éste de rodillas ante el
expresado Sr. Provisor, recibió la absolución de las Censuras en q.e ha
incurrido por sus delitos públicos, conforme á lo prevenido jjor el Ri-
tual Romano, esepto la percusión con vara, escluida en el superior de-
creto de su comisión, y p." q.e asi conste donde convenga, en virtud de
lo mandado siento la presente en esta Ciudad de Vallad olid á veinte y
ocho de Enero de mil ochocientos catorce.
«En testimonio de verdad.
uRamoii Franc." de Aguilar, Not-<> Mo.i' v Pubc.'> — Rúbrica.»
411
NOTA DEL AUTOR.
La ileclíiración de Alataiuoros que eonsta en estíi eausa, se pulilicó
trunea en el Tomo V, página 169, de la Gaceta número 525, correspon-
diente al sábado 12 de Febrero de 181-t, en cuyo periódico se publicó
también, el mismo día, el famoso manifiesto apócrifo conocido por «La
Retractación de Matamoros,» el cual dejo ya refutado en las anterio-
res páginas y por lo mismo no me ocuparé aquí de ella, y tan sólo lo
haré de la declaración á que me refiero, la que, por los términos en que
está concebida, se ha considerado también como una retractación del
cíiudillo insurgente; pero esto es un error bien manifiesto, aunque por
otra i)arte es disculpable, puesto que sólo se conocía la declaración
trunca publicada en la Gaceta, 3- se desconocían en lo absoluto los an-
tecedentes que constan en la causa, los que fueron el motivo, ]jcrfecta-
mentejustificado, de que Matamoros firmara ese documento, el que no fué
redactado por él, según lo he demostrado ya; ])ero sí me consta, en vis-
ta del original, f[ue está autorizado con su firma auténtica; mas no por
esto deja de ser nulo, jjucstoque es un principi(j legal, bien conocido, que
todo documento (jue se le obliga á firmar á un individuo por medio de
engaños ó ameníiztis, es nulo y de ningún valor, y no podría ser de otra
manera, jjues nci sería ni lógico ni legal el considerar como válida una fir-
ma (|uc no ha dimanado de la deliberada 3^ espontánea voluntad del
firmante, sino que se ha obtenido por medio de hechos criminosos como
1') son el engaño y las amenazas que infunden en el ánimo el temor de
sufrir ma3-ores males: y este es precisamente el caso que aqvií se nos
presenta con esta supuesta retractación de Matamoros, cpie aparece
en su declaración. El Obispo electo de Alichoacán, D. Alanucl Abad y
yueipo, en su decreto de 18 de Enero de 1814, el cual consta en la cau-
sa qvie comentamos, después de degradar á ALitamoros de sus fueros
eclesiásticos 3' decretar que loentrega lisa y llanamente á la jurisdicción
militai; agrega: «Y qe. no puede ser absuelto de otkas Censuras
sin (je. antes satisfaga á ea lüeesia por medio de una desaproba-
ción pública de los escándalos con qe. la ha ofendido, y abjure
los errores en qe. parece ha incurrido en el hecho de sostener
en sus escritos y con la espada qe. la actual revolución de la
Nueva España es justa v legítima, siendo notoriamente lo contra-
rio, &.»
A.NALKS T. IV.— ,")1.
412
Y ante tan terminante intimación ((iiedó Matamoros irremisible-
mente en idéntica sitnaeión que el pla.Liiado íicjuien seencierra, se le pri-
va (le alimentos y se le amenaza con darle muerte si en el perentorio
jilazü qne se le designa, noentrega la cantidad de dinero que se le exige,
y no le queda más remedio que entregarla ó soportar las consecuen-
cias, y aun 3-0 creo que la situación de Matamoros era todavía mucho
más grave y angustiosa que la del plagiado, en el hecho de que el de-
creto del Obispo no le amagaba con la muerte temporal del cuerpo, si-
ncj con la muerte eterna del alma, la que para un cre\-ente como Mata-
moros es mucho más terrible y espantosa, y ésta era inevitable, según
su criterio religioso, si se presentaba ante el Tribunal Divino agobiada
con el peso de las censuras y sin haber podido recibir, ])or causa de
ellas, la absolución de sus pecados y demás sacramentos indispensa-
l)les para su salvación, y ante tan terrible disyuntiva de condenar su al-
ma á las eternas penas, negándose á firmar, ó salvarla deellas, firman-
do aquella declaración, optó por firmarla para que se le absolviera de
las censuras y poder así recibir la absolución de sus pecados y t|ue se
le ijudiesen ministrar los sacramentos; pero aun esto no lo hizo sino des-
pués de una larga resistencia y como último recurso, y díindo todavía
desjjués de ello, un sublime ejemplo de valory viiñl energia, negándose
rotundamente á expedir la retractación pública que se le exigííi, cuyos
honrosos hechos se deducen muy claramente de las constancias que
obran en la causa, las cuales hemos comentado ya en las jíáginascjue an-
teceden.
Todas estas consideraciones nos traen hi convicción íntima de que
Matamoros no sólo no se retractó, sino que murió grande, admirable
y digno, sosteniendo coino justos y legítimos sus patrióticos principios,
c|ue defendió siempre con valor y denuedo en el campo de batalla, y se-
lló con su heroica sangre en el cadalso de Valladolid.
FIN.
413
Doi-uincntii Xci. 17.
COMEDIA HISTÓRICA DEL BENEMÉRITO MATAMOROS,
CriiA I'ÁKUdCii lili janti;tki.cii,
Compuesta por Carmen Tajonar. José Catarino Escasán, Primo Musitii y Zenón Montenegro.
Quienes la dedican ai C. Gobernador del Estado Libre y Soberano de Morelos.
i'Kiíso.N.\|iís:
Hl Sr. Cur;i H. .Mari.-mn MMtanionis. A'> años.
D. Joa(|inii Caiiiaclid. 50
D. Ifíiíaciii Cliavanía. 'J2
Apolonio, hijo a(lc)])tiv<) (Itl Sr. Cura Mala-
moros. 23
I<;nncio Xoniicra, doiiií^stico. 50
Líi t'scciiít i>íis¿i, en 1;\ nftclic del 7.V tic Dicit'iiihre ¡le IS 1 1, en el ¡mehhi fie /ítinetclco,
en iinn de las ¡ilezas de las eusns enrnles que servin de ilnrmiton'n ;tl Benemérito Mata-
moros.
Apnreee Míitíimoros sentado ¡unto á una mesa, apovaito en ella v en actitud de me-
dit ación.
ACTO PRIMERO.
Esc K. NA I.
Matamoros. — \oy á entraren un camino desconocido jiara mí; es ne-
cesario .i>uai"dar el corazón en lo más profundo del pecho y no obrar
bajo la impi-esión de sus arranques: obedeceré al pensamiento, él
será mi consejero \'oy á atravesar una vía sangrienta y
dolorosa; cada pasode avance dejará un abismo tras de mí, pronto
á devorarme si retrocedo \'a á estallar la revolución déla hu-
manidad, (|ue será el ])rimer sacudimiento que la des]3Íerte de su
Ictarsío ; nada podrá detenerme; yo mismo seré impotente,
l)or(|ue seguiré envuelto en las olas de ese torrente que atravesará
los valles y las montañas Yo tenía el presentimiento de esta
hora 3' la buscaba con latidos demi corazón ;Diosine impul-
sa á obedecer su mandato (se acerca ala ventana.) La noehe
414
está obscura como el fondo del océano; en su senoha^- un pueblo en-
cadenado que gime; romperé esas cadenas, ¡sí! las romperé, porque
ha llegado el díade la resurrección ¡Pueblo, levántate 3- anda...
.... cjue YO haré dos mil pedazos los eslabones de esa pesada cadena
y dejarás de humedecer con tu llanto el mendrugo de pan que el vil
tirano te arroja con el más alto desprecio, en cambio de tus rif]uc-
zas, y entonces serás libre 3- volverás á poseer pacíficamente este
vasto continente!
(Sacando el reloj). Ya es la hora cumplida en que deben llegar
los vecinos con quienes debo contar para llevar á efecto ese sublime
pensamiento de Hidalgo, que quiso levantar las armas de sus ma-
yores: aquellas armas Cjue se comjionían de hondas, flechas y los
instrumentos de labranza, ostentadas por Guatimotzin entre las lla-
mas del tormento, y ametralladas por Hernán Cortés en el inolvi-
dable sitio de México, a' que 3'acen á la faz del pueblo conquistado,
abolladas por el caballo del tirano europeo Parece que oigo pa-
sos: seguramente serán losciue han secundado mis mismos pensa-
mientos, según creo.
Escena ii.
Matamoros y Apolonio.
Apolonio. — Señor; el preceptor D. Joaquín Camacho desea hablar
con Ud.
Matamoros. — Dile que pase adentro. (Vase Apolonio.)
Escena iii.
M a T a M o ROS.
¡Oh Virgen de Guadahipe; apoA-o de la Independencia! aA'uda á
mi pensamiento, para que con el auxilio y entusiasmo de estos com-
pañeros, pueda yo empuñar las armas para dar patria á esta na-
ción mexicana.
Escena iy.
Matamoros y Camacho.
Camacho. — Buenasnoches, señor Cura; aquí estoj- alas órdenes de Ud.
Matamoros. — Bien venido, querido Camacho; 3'a esperaba con impa-
ciencia tu llegada 3' la de Ignacio Chavarría. Siéntate, que no delíc
dilatar.
Camacho. — Señor Cura, Ud. sabe que siempre le he profesado vm since-
ro cariño, 3" por lo mismo me ha sido sumamente satisfactorio el ha-
ber recibido su atento recado, porque me es mu3' grata su conver-
sación, 3' como su más adicto feligrés esto3- dispuesto á servirlo á
Ud. en lo que tenga á bien ordenarme.
415
Matamoros. — Gracias, hijo.
C.\M.\CHO. — Puede Ud. con entera iVanciueza mandar á su inútil servi-
dor, que está pronto á obedecerlo.
Mat.\moros. — Sabrás mu\- pronto, hijo mío, el motivo de esta entre-
vista, en la que debemos tener una conferencia de amibos, de muchí-
simo interés.
C.\M.vcHO. — Señor Cura, sea de una manera ó de otra, estoy á las órde-
nes de Ud.
M.VT.wiOROS. — No debe dilatar un momento en que demos principio
á nuestra interesante conversación, y ])ara ello sólo esperamos á
otros amiuos.
Camacho. — Tanta bondad me honra 3- me admira.
Esc E. NA V.
Dichos v Apolomo (desde la puerta del fondo).
Apoloxio. — Acaba de llegar el Sr. D. Ignacio Chavarría, que trae un
negocio interesante, según dice.
Matamoros. — Queentre, yllíimaá Ignacio Xogviera. Camacho, mi caro
amigo, ha llegado el momento de poner en planta cnanto hemos
acordado en nuestras juntas.
Cam.\cho. — Estoy de acuerdo en todo cuanto hemos tratado.
Escena vi.
Dichos y Chavarría.
Ch.\v.\rría. — Buenas noches, señores.
Mat.\moros. — Buenas noches, Chavarría.
NoGUER.\. — Mande Ud., señor Cura. Buenas noches, señores.
Matamoros. — Siéntense.
Apolonio, cierra la puerta y dile al semanero que sólo que me
busquen para alguna confesión, que te lo avise.
Apolonio. — Muv bien, señor Cura. (Mutis por la ])tierta del foro.)
Escena vii.
Dichos y AIatamoros.
Matamoros. — He querido hablar con Uds. por última vez, para hacer-
les presente todo el riesgo de la empresa y todos los peligros que
vamos á afrontar una vez lanzados á la revolución: vamos á com-
batir contra un tirano que cuenta con los elementos necesarios;
pero yo sé que los emprendedores de una grande obra, nunca ven el
fruto de sus trabajos Esa sentencia jamás ha dejado de reali-
zarse pero nosotros dejaremos la semilla sobre el campo de la
patria entre este día y el de .sti conclusión, media un abismo que
416
ck'bc llenarse acaso con nuestra sanare pero cuando veo azotar
á los ]K)bres indios por mandato de los (iobernadores, jjoruna leve
falta cuando veo á los criollos arrastrados á las cárceles de la
esclavitud, cargados de cadenas cuando veo en las haciendas
tratar á los negros peor que á los animales, teniendo que sufrir la-
tigazos Y arrastrar unos trozos de madera, pendientes de los pies,
y traficando con su venta como si fueran los más viles efectos del
comercio cuando veo que para despojar á los hombres honra-
dos de todos sus intereses, basta una simple denuncia, apo^-ada por
esa maldita Inquisición, que en nombre de la religión del Crucifica-
do sella las puertas de sus casas para que nadie las toque y que-
dando en medio de la calle aquellas desgraciadas familias, hacién-
dose dueños absolutos de todos sus bienes y por fin, cuando veo
al pueblo entero en la esclavitud; porque nosotros no somos más
que unos simples esclavos de los españoles, pienso cjue del^emos le-
vantarnos contra ese europeo tirano, y no tener por señores sinoá
nuestros amigos y paisanos: llamarnos libres é independientes y
13oder decir al pueblo: ¡ya no eres esclavo! ¡estas tierras son tuyas!
¡estas minas te pertenecen! ¡estos sembrados que riegas con el sudor
de tu frente, vuelven á tu dominio! ¡te los habían usurpado: tú eres
su legítimo dueño!
Camacho. — Xo me halile l'd. así, señor Cura, por(|ue me siento enlo-
quecer.
Chavarría. — Yo soy de opinión Cjuc todo tiene su hora vcreo infalible-
mente que ésta ha llegado.
Noguera. — Yo, á pesar de no tener ninguna instrucción y no ser más
que un simple doméstico de nuestro señor Cura, secundólos buenos
sentimientos de Uds., no sólo por el respeto que le profeso, como mi
amo, sino porque me entusiasma su patriotismo, y ojalá que todos
los que tomamos parte, concluyamos primero con nuestra existencia
antes que faltar á nuestros deberes.
AIatamoros. — Y no lo desmentiremos: hasta hoy estamos humillados
por los jefes que nos vienen de España: no nos hemos batido, pero
va á llegar el momento y verán esos gachupines si somos ó no ca-
paces de luchar con todos ellos.
La hora ha sonado en el reloj del porvenir 3- no haj^ más que
afrontar los peligros: j-a no podemos sufrir por más tiempo la bár-
bara opresión que nos han impuesto los conquistadores; Uds. aca-
so pudieran resignarse ¿pero ésta es la herencia que preparan á sus
hijos?
Todos. — ¡Xo, mil veces no; juramos por la patria y en níjmbre de nues-
tra bandera derramar la sangre de nuestras venas en defensa de la
libertad de México!
Matamoros. — ¡Bien, así lo quiero! Su sangre se enciende en el fuego del
patriotismo; nada los acobarda: impetuosos, valientes 3- denodados,
417
desafían al ])t'li,L:i'o; yo los aconi])añaré y mipccho serviríi de mura-
lla ])ara guardarlos délos ])riiiieros tiros Nada vale mi sangre,
natía mi existencia, ])ero toda es de la patria, toda délas genera-
ciones, cuyos destinos tijamos en esta memoríible noche del 1^5 de
Diciembre de 1811.
Camacho. — La independencia ó la muerte.
CiiAV.VKKÍA. — Yo secundo la opinión de nuestro compañero Cíiniacho.
No(írKUA. — Yo seguiré á mi amo _v señor Cura hasta el último mo-
mento.
M.\TAMoK<)S. — Supuesto(|UC Vil (piedamosconvcnidos, vayan enel acto
mismo íi ijroveensc de armas, caballos y cuanto crean conveniente
l)ara ponernosen marcha y buscar al General Morelos hasta donde
lo p(Klamos encontrar y ponernos bajo sus órdenes; la reunión nvies-
tra será en la orilla del río, dentro de media hora á más tardar; la
suerte de América está echadarjuguemos el todo porel todo: j^olos
conjuro en nombre de nuestros antepasados que nuirieron por la
lil)ertad y que expiraron en las llamas del tormento antes que do-
blegar su cuello al yugo de la conquista; los conjuro en nombre del
porvenir y de la emancii)ación de este pueblo.
Todos. — ¡Yiva la IndeiKiidencia de México!
ACTO SEGUNDO.
(LcT escvna p;ian en Jnntetclco, en ¡n ensn del Siilnlcleííntlo, Sr. Ü.José I'crdís. Apa-
rece en Sí' despneho como meditando, y entra el vicario de Tlayacae, Sr. U. Matías Za-
vala.)
Escena i.
I'HKDÍS y K1. VICAKIO QUK EXTKA COX PRKCIPITACIÓ.X.
X'iCAUío. — ¿Cómo está Ud., señor Subdelegado? Disimule Ud. que me
introduzca sin anuciarme, pero la urgencia del caso así lo permite.
Perdís. — ¡Oh, señor Yicario; beso á l'd. la mano! Deseando estaba el
verlo para saber si Ud. tenía noticia de nuestro párroco el Sr. Ma-
tamoros, que hace tres días que ha desaparecido y no sabemos el
rumbo que ha tomado.
Vicario. — Puntualmente traigo una carta para Ud., pero con la condi-
ción precisa de que, bajo de juramento, me diga que si no acejjta
esta invitación, no la descubra, porcpie así me lo ordena el mismo
Cura Alatamoros.
PerdÍs. — Estoy dispuesto á cumi)lir c(ni su mandato.
418
\'iCAKio. — Pues bien: ponjia Ud. la señal de la cruz. ¿Jura l'ú. á Dios v
ala vSanta Cruz nodeseubriresta invitación encasodenoadniitirla?
Perdís. — ¡Sí, juro!
Vicario. — Pues aquí está la carta: infórmese Ud. de ella. (Se la entrega.)
Perdís. — (Después de leerla, dice:) Es muy justa la invitación y me lle-
na de entusiasmo.
Vicario. — Supuesto que está aceptada, Ud. que está bien informado de
los ánimos de los jantetelcjuenses y de los que considere que secun-
darán el sublime pensamiento, queda Ud. al encargo para formar
la tropa que pueda reunir: entre tanto, 3-0 haré en mi vicaría de
Tlavacac cuanto esté de mi parte para aumentar la fuei-za que po-
damos presentarle cuando llegue. Ahora lo que se necesita es la ac-
tividad y vigilancia, por lo que pueda sobrevenir. Ale retiro muy
satisfecho y hasta la vista, señor Sul)delegado.
Perdís. — Hasta la vista, señor vicario. (Toca la campanilla.)
E.SCENA II.
I'liKDÍS Y el mozo.
AI020. — Mande su merced.
Perdís. — Llámame al Secretario al momento.
Mozo. — ¿No manda su merced otra cosa?
Perdís. — No. (Vase el mozo.)
Escena iii.
Perdís y el Secretario.
Perdís. — Es necesario no descubrir este encargo si no es hasta i|ue estén
presentes todos los que en lista voy á poner.
Secre:tario. — ¿Ud. me ha mandado llamar? Aquí estoA- á sus órdenes.
Perdís. — Tome Ud. papel y escriba los nombres que le vo3- á decir.
Secretario. — (Sentándose iy tomando la pkmia.) Estoy dispuesto á
servir á Ud.
Perdís. — Beatriz Ariza, Juan Ramos, Andrés García, Laiux'ano Cama-
cho, Miguel Acatitla, Martín Muñoz, Mateo Cerezo, Pablo Rojas,
José Mariano Rojas, Franci.sco Sandoval 3- Joatjuín Ariza. Mánde-
me Ud. llamar á todos estos buenos vecinos 3- (jue se me ])resen-
ten en el acto.
Secretario. — \'<>3- al momento.... (Mutis.)
Escena iv.
Perdís solo y después ei. Secretario.
Perdís. — Esta i^esolución sublime de heroísmo, cuadro grandioso de
donde se destaca la figura gigantesca de un pueblo en la lucha de su
419
Inflc]icn(lencia, será una lección palpitante, una enseñanza histórica
á los pueblos subyugados.
La palabra Independencia no será en adelante una frase sin sen-
tido, repetida al acaso, como la inscripción puesta en esa bandera que
lleva el tirano español como enseña en los combates, sino que se
elevará terrible en el j)orvenir, como las erupciones del Vesubio
Secretario. — La casualidad ha obrado tan bien, que ya están todos
reunidos; sólo faltan dos ó tres que no deben dilatar.
Perdís. — Haced que pasen adentro. (Se asoma el Secretario ala puerta
del foro v hace ima seña v entran los citados.)
Escena v.
Perdís, el Secretario, Cerezo, Rojas, Sandoval, Beatriz v
JOAQUÍ.X.
Todos. — Señcjr Subdelegado, á las órdenes de Ud.
Perdís. — Bien venidos, señores. Siéntense.
Pues señores: los he mandado llamar para tratar de un asunto
sumamente serio 3' reservado; en la inteligencia de que, penetrado
de los Ijuenos sentimientos que abrigan todos los jantetelquenses,
como buenos mexicanosy amantes de su patria, no tengo embarazo
para manifestarles una proclama que nuestro Cura D. Mariano Ma-
tamoros me dirige, 3- es la siguiente: (La lee.)
«Jantetelquenses: En la noche del día quince de Septiembre de
mil ochocientos diez, se o\'ó por primera vez el grito de Libertad é
Independencia en el pueblo de Dolores, dado por el esclarecido Cura
D. Miguel Hidalgo _v Costilla, 3- desde ese día de patriótico recuer-
do, mi corazón ofreció secundar los grandes sentimientos, 3- ho3-
quiero cumplir con el deljer (|ue me impuse Precisoes que ahora
todos los hijos leales de México, apo3-en, cada cual en su esfera, la
grande obra de la regeneración sociíil. De esta manera mi tarea no
será infructuosa, 3- 3-0 seguiré con ánimo enteróla senda que hasta
aquí se ha recorrido trabajosamente. Ojalá me ayude vuestra con-
fianza y vuestra voluntad ])ara que nos sea dable jjoder gozar
el anhelado fruto de nuestra lÜDertad. Yo permaneceré firme en el
puesto á que me llamó mi ]jatriotismo y conciencia tranquila, 3- á
pesar de todas las dificultades, no vacilaré en el cumplimiento de
mis deberes, porque un verdadero hijo de México no abandonará
el campo de batalla en el momento del peligro. El Generalísimo Cura
D. José María Morelos, me ha elegido General de su división, pa-
ra que haga valer sus derechos contra los enemigos de la verdadera
Independencia. Protejamos, ])ues, este pensamiento, queridos Jan-
tetelquenses, puesto cjue es una sacrosanta verdad v la voz de un
pueblo abatido.
A.NALES. T. IV.— 52.
420
Jantetelquenses: ¡Viv;i la Independencia y la sant;i memoria de
nuestros mártires!
«Izúcar, Diciembre 15 de 1811. — Mariano Matamoros. »
Ya qxiedan entendidos de su contenido, y ahora espero que, con
toda la franc[ueza qvie los caracteriza y ese valor con que se distin-
guen, j- reanimadosdelpatriotismodenuestro padre Cura, digan su
opinión, y si todos la secvindan, llegará día en que todas las cadenas
se roinpan, jjorque Dios no permite cjue los ])ueblos sufran eternamen-
te: nosotros moriremos, sí, pero sabemos que la Libertad pronto
encontrará asilo en las generaciones futuras; yo tengo fé en el por-
venir, porque los crímenes que comete ese poder tirano son la sen-
tencia quelo condena á desaparecer para siemprede entre nosotros;
veo que los pueblos tienden á sacudir el yugo que los oprime y so-
foca, y con la constancia se verán libres, aunque todos estamos pre-
destinados al martirio 3' lo sufriremos con resignación Esas
cadenas se quebrantarán en las piedras nuestras 3' las del pueblo: se
romperán en la frente de sus opresores: esos monstruos que nos han
impuesto un A'Ugo tan oprobioso, tarde ó temprano expiarán sus
crímenes, porque ellos morirán entre el fuego del remordimiento de
la ambición, 3' nosotros trancjuilos con la vista á los que sufren vía
esperanza en Dios.
Cerezo. — Llegó 3'a el tiempo, .señor Subdelegado, 3' yo estoy indignado
al presenciar los atentados de ese hombre que se hace llainar Virre3-,
y no es más que un fenómeno con forma humana.
Perdís. — ¡Oh, amigo mío D. Mateo Cerezo! me siento sumamente agra-
decido por las grandes muestras de valor y patriotismo con que se
distingue. (Lo abraza.)
P.VBLO Rojas. — Señor Subdelegado, esto3' dispuesto á seguir á nuestro
señor Cura Matamoros hasta donde termine mi existencia ó vea-
mos á los pueblos libres del 3^ugo extranjero.
I'krdís. — Será reconocimiento, Sr. D. I'al)lo Rojas, deque le viviré agra-
decido.
Mariano Rojas. — Yo secundo el pensamiento y esto3' dispuesto á em-
])uñar las armas en defensa de mi ])atria.
í'erdís. — Sr. D. Mariano Rojas: la Providencia Divina permita que hi
generación de Rojas nunca desmienta de su grande patriotismo.
Sandoval. — En este mismo momento estoy dispuesto3- secundo la opi-
nión, señor Subdelegado.
Perdís. — Con tan valientes compañeros triunfará la Independencia,
Sr. Sandoval.
Los DOS Arizas. — Nosotros, llenos de entusiasmo, sólo esperamos la
hora de marchar.
Perdís. — Pues ésta dilatará ínter llegue nuestro Cura, Sres. D. Beatriz
y D. Joaquín Ariza.
Parece que todos estamos convenidos, 3' como es preciso que en
421
este momento salga elcorreocon nuestra resolución, pueden decir á
una voz si abrazan el partido que les he comunicado.
Todos. — El señor Cura tiene sobrada razón y nosotros estamos dis-
puestos á dar el grito de alarma.
Pekdís. — Mi entusiasmo crece á medida Cjue veo su animación, porque
considero que las generaciones venideras y nuestros descendientes
se llenarán de orgullo al recordar que Jantetelco fué un pueblo que
regó con su sangre el árbol plantado por la obra sublime de Hidal-
go, y para lo cual firmamos el acta que, original, remitiremos al
Sr. Cura D. Mariano Matamoros, hasta el punto donde se halle.
Señor Secretario, lea Ud. el acta, según de lo que se ha tratado.
Secretario. — (Leyendo.) «En el pueblo de Jantetelco, á los diez y seis
días del mes de Diciendjredel año de mil ochocientos once, reunidos
los que subscribimos en la casa del señor Subdelegado, por invitación
de éste, después de leída la proclama c|ue nos remitió el señor Cura
párroco de este pueblo, D. Mariano Matamoros, fecha quince del
presente mes, y vistoal mismo tiempo por la referida proclama, tan
loable sentimiento de patriotismo y abnegación, secundamos desde
luego sus mismos pensamientos y sólo aguardamos la señal para
ponernos en movimiento; así como también nos proveeremos délas
armas que nos fuere dable conseguir. Y en prueba de lo acordado,
de nuestra libre y espontánea voluntíid, levantamos esta acta, que
firmamos: José Perdis. — Mateo Cerezo. — Pablo Rojas. — José Ma-
riano Rojas. — Beatriz Ariza. — Francisco Sandoval. — Joaquín
A riza.
Todos. — \Luy bien nos parece y firmamos.
Perdís. — No olviden que llegará día en que, llenos de entusiasmo y re-
gocijo, gritemos en presencia de nuestros opresores: ¡Viva la Liber-
tad! ¡Viva la Independencia!
Todos. — ¡Viva! (Se abrazan \' se despiden, (juedando solo Perdís, el cjue
después de pasearse, se sienta.)
ESCE.N.V VI.
Perdís. — La suerte está echada 3110 me acobarda el peligro, no; moriré
con honra, como un buen hijo de México, luchando sin cesar, y de-
rramaré hasta la última gota de mi sangre; después de haber dado
el ejemplo ámis camaradas, no importa sucumbir, porque por cada
uno de los insurrectos se levantarán mil, y entonces, trono de Cas-
tilla, ¡tiembla! porque experimentarás el fuerte y rudo choque del
azteca y perderás este vasto continente que te has usurpado, sin
tener jamás la esperanza de volver á emprender nueva conquis-
ta, porque desde nuestras tu:nbas gritaremos con enérgica voz á
nuestros hermanos, diciéndoles: ¡Compatriotas, defended con denue-
do la herencia que os legaron los qvie sucumbieron en la lucha! v
422
ellos pelearán con entusiasmo, sin temer á la muerte (Queda
pensativo.)
Escena vii.
Perdís y Ramos, que entra apresurado.
Ramos. — El vi^ía de la torre da aviso de que por el camino de Amayuca
se aproxima una fuerza á esta población. (Vase.)
Perdís. — Pues esperemos con calma.
Escena viii.
Perdís, Basilio Sanjaco, Coronel español, y un Ayudante
CÁSTULO Bodieris.
Coronel. — Dios guarde al señor Subdelegado.
Perdís. — A las órdenes de Ud., señor Coronel.
Coronel. — Señor Subdelegado: Su Excelencia el Virrey ((lue Dios guar-
de) me ha dado orden expresa de que pasea este pueblo rebelde 3- diez-
me á sus habitantes por haber conspirado contra el gobierno de
Su Majestad católica.
Perdís. — Señor Coronel: los vecinos de este i)uebloson inocentes, sumi-
sos y obedientes: acatan 3- respetan á su soberano; pues culpa de
ellos no ha sido cjue su jiárroco el Sr. Matamoros, con dos vecinos
y dos de su servidumbi-e se hayan lanzado ala revolución. (Aparte.)
Mala bomba lo estrelle.
Coronel. — Noobstante á k) qvie decísdela obediencia ciegaycariñocjuc
profesan vuestros habitantes á Su Majestad católica, es preciso ha-
cer un ejemplar para escarmiento de esos malvados conspiradores.
Perdís. — No siendo culpables, no pueden recibir, no, un castigo que no
merecen, pues se encuentran en el seno de sus familias, viviendo pa-
cíficamente, ocupándose en siis quehaceres domésticos para adquirir
la subsistencia.
Coronel. — La ordende Su Excelencia está terminante y debo cumplirla
al pie de la letra, y por lo mismo os prevengo, de orden de Su Majes-
tad católica, que sin pérdida de momento reunáis á vuestro vecin-
dario en la plaza de este pueblo, porque es mu\- justo que los habi-
tantes de Jantetelco reciban el condigno castigo, siendo igualmente
preciso que los infames conspiradores tengan una lección que no se
les olvide nunca.
Perdís. — Pero, señor
Coronel. — Sin pérdida de tiempo.
Perdís. — Voy á dar las órdenes para cumplir con la prevención que á
nombre de Su Majestad me hacéis.
423
Coronel. — Sin tardanza espero el cumplimiento de vuestro celo y ac-
tividad.
Perdís. — Hasta después. (Saludando vase y al dar el medio mutis dice
aparte.) El Demonio cargue contigo 3' tu raza.
Escena ix.
El Coronel v el Ayudante.
Coronel. — Señor Ayudante, la hora ha sonado del castigo: no podéis
imaginaros el regocijo que mi pecho siente en verter sangre de los
criollos, pues deseo con vehemencia extinguir de un solo soplo á la
raza fizteca, porque de ellos sólo apetezco sus riquezas.
Ayud.\nte. — Señor Coronel, mi íinhelo es el mismo, j-de esa manera ca-
da español conquistará más gloria, ciñénd ose ellaurel déla victoria.
Coronel. — No dvidéis que la victoria está de nuestra parte, porque esos
insurrectos no cuentan con los recursos necesarios, y además
están desprovistos de armas y municiones, á pesar de queesos con-
denados arrojan las piedras en esas malditas hondas con una cer-
teza que al ginete más valiente y gallardo que le toca un golpe de
esos furiosos, lo hace vacilar por fuerza perdiendo los estribos.
.\vrD.\NTE. — Xo obstante la muchedumbre de ellos, que es asombrosa,
y la vergüenza que hemos sufrido á consecuencia de la derrota que
tuvimos en el monte de «Las Cruces,» (y otras que no es del caso
referir) donde ese sacerdote sacrilego, Miguel Hidalgo y Costilla, nos
batió con heroico denuedo, tengo fe, por esa luz que nos alumbra y
]3or el Dios de las batallas, cjue hemos de salir felizmente con nues-
tra empresa 3' que algún día llegaré á recibir por mis interesantes
servici(js las condecoraciones que merezco por haber luchado con va-
lor contra esa canalla de Lucifer.
Coronel. — Si no triunfamos, me quito el nombre de Basilio Sanjaco.
Avi"D.\.\TE. — Y 3'o dejaría de llamarme Cástulo Bodieris.
Escena x.
Dichos v Perdís, qi'e entra violentamente.
Perdís. — Los tojiiles ciue están á mis órdenes han salido en todas di-
recciones convocando al pueblo ])ara que se reúna en junta.
Escena xi.
Dichos v Ramos.
K.VMOS. — Señor Subdelegado, señor, señor; un correo que en este momea-
424
to acaba de llegar de la Hacienda de Santa Clara, viene casi sin
aliento y auguro (como su merced dice) que trae malas noticias.
Perdis. — Que pase.
Ramos. — (A la puerta.) Adelante, amigo.
escen.\ xii.
Dichos y el correo.
Correo. — Este pliego cerrado explicará á su merced el motivo demi ve-
nida y de la novedad que ocurre: sólo podré decir que he visto que
ha llegado á la Hacienda de Santa Clara el Sr. Cura Morelos, con
muchísima gente.
Perdís. — Trae acá el pliego.... (Lo recibe y lee con rapidez, jiasándolo en
seguida al Coronel; éste lo toma, después de leerlo con señales de
inquietud, dice al Aj-udante y sigue hablando en voz baja.)
Coronel. — ¡Caracoles! estos criollos malditos creo que se levantan de
sus tumbas para ser nuestra pesadilla, ¡cinco mil! ¡cinco mil! ¡cin-
co mil hombres! es un número considerable, y habérselas con est;i
turba de demonios! ¡Cáspita! el casoesarduo: esto pasa de cas-
taño obscuro.
Perdís. — (Aparte al correo.) ¿Qué dicen nuestros amigos? ¿vienen bien
equipados?
Correo. — Señor, estancóme Dios los haprovisto; pero á falta de armas,
tienen nuestros generosos amigos un valor inaudito, como que i)e-
leanpor la justa causa }■ la fortuna los favorece proporcionándoles,
y con bastante abundancia, las metrallas que la misma natura-
leza produce; además de esto, traen regulares lanzas, machetes, fle-
chas y una que otra carabina.
Perdís. — Ese gachupín sanguinario que ves allí y que tiene cara de perro
dogo, 3'a me acaba la paciencia, pero Dios es clemente y justo y es-
pero de su bondad que nos protegerá.
Correo — (Aparte.) Ciertamente que se parece al Demonio.
Escena xiii.
Perdis. — (Interrumpiendo la plática del Coronel 3- del Ayudante.) En
servicio de Su Alajestad católica me retiro con vuestro permiso, con
el objeto de poner la vigilancia y exploradores correspondientes,
para que observen el nKivimiento del enemigo.
Coronel. — Ya, y no tardéis. (Vase, acompañad o del corretJ y de Ramos.)
Escena xiv.
El Coronel y el Ayidante.
Coronel. — La crítica situación en cpie nos encontramos, es bastante se-
425
ria y debemos al nioinento evacuar esta plaza, por(|ue es un núme-
ro considerable el de los insurrectos, v por lo mismo os ordeno, se-
ñor A3'udante, que inmediatamente dispongáis la partida, aunque
siento en el alma nojjoder cumjilir con las órdenesdeSu Excelencia.
Ayudante. — Al instante, con el permiso de Usía me retiro para dispo-
ner la marcha. (Medio mutis.)
Coronel.— Dispensad: es preciso la precaución: lo determinaréis todo
sin que se dé el toque de botasilla.
ESCEN.\ XY.
El Coronel y Perdís.
Perdís. — Toda clase de precaución he dispuesto.
Coronel. — Todo lo que os comuniquen vuestros exploradores, me da-
réis aviso violento al pueblo de Tlayacac, donde pernoctaré, porque
me retiro en este instante mismo y niu}- pronto regresaré á cumplir
fielmente con las órdenes que se me han comunicado, porque es fuer-
za que se aplique el castigo á los culpables y la vindicta pública
quede satisfecha, y por ahora, quedad con Dios.
Perdís. — Él os guíe.
Escena xvl
Perdis solo, después de una pequeña pausa se pasea y dice:
Perdís. — Qué hombre sin religión y sin conciencia, pero lo juro por
Dios omnipotente, Cjue antesdeque efectúe su intento, le traspasaré
sin clemencia los hígados de una estocada. (Se pasea.) Cree que el
azteca es un hombre que carece de valor suficiente para sacudir
el ominoso yugo, rompiendo para siempre esa gruesa cadena que
tiene unidos á los dos mundos, América y Europa, y se ha equivo-
cado, porque el pueblo es soberano y el árbol de la Libertad, plan-
tado por el Sr. Cura Hidalgo, será regado con nuestra sangre, y el
estandarte nacional tremolará en el antiguo alcázar de Aloctezuma.
(Se asoma á la ventana.)
Ya desfila ese malvado con esa canalla de satanás y Dios nos
libre de ese sangriento mostruo.
Escena xvii.
Perdis y K a m o s .
K.\MOS. — Mi corazón de regocijo en mi pecho no cabe, pues que libres
nos vemos de ese oropeo.
426
Perdís. — ¡Animal! se dice: e-u-ro-peo, europeo.
Ramos. — Eropeo, oropeo; así sí sale bien, por eso quiero á su merced,
porque me da lecciones para enseñarme, y prometo á su merced que
ya no se me olvida la lección. E-u-ro-peo, oropeo, oropeo.
Perdis. — Dale con la misma cosa: europeo, europeo.
Ramos. — Dispense su merced, que muy pronto me sabré explicar, por-
que triunfando nuestro párroco el Sr. Matamoros, que Dios conser-
ve y libre de mal, habrá escuelas para nosotros los criollos y pro-
curaré adelantar.
Perdís. — La suerte nos favorece y alcanzaremos el sagrado fin que nos
hemos propuesto: sabiendo conservar ileso este vasto Continente,
por doquiera que volvamos la vista respiraremos el ambiente puro
déla Libertad.
Ramos. — ¡Viva la Libertad! ¡Viva la Independencia! (Tirando el som-
brero á lo alto repite tres veces la misma frase.
Perdís. — Es necesario ser prudente, porque las paredes tienen oídos y
las hierbas ojos, 3- así es preciso obrarcon precaución, porque es fá-
cil que nuestras buenas intenciones
Ramos. — Punto en boca y paciencia.
Perdis. — Anda al momento, mi fiel amigo, á la Hacienda de Santa Cla-
ra, donde encontrarás alSr. Cura Matamoros y le darás un atento
recado, manifestándole lo que ha pasado y que deseo con ansia su
arribo á esta población, que todo está dispuesto.
Ramos. — Está muy bien. (Medio mutis.)
Perdís. — De paso di á Vicente Sedeño que ensille los caballos y que tengíi
listas las armas: que saque las que tenemos ocultas, para distri-
buirlas á los muchachos que nos han de acompañar.
Ramos. — Al instante vo\-. (Vase.)
Perdís. — ¡Jantetelquenses! mientras Perdísexista no sufriréis el diezmo,
y morirá, os lo juro, por la patria y para daros libertad.
ACTO TERCERO.
Personajes.
Matamoros. Ignacio Díaz.
Vicario Zavala. Mariana (su esposa).
Perdís. Cristóbal Dí.\.z.
Camacho. José María Díaz.
Chaa'arría. Gregoria Cordero (negra
Noguera. esclava de Matamoros).
La escena pasa en las casas aírales tic Jantctelco. en la noche del 16 de Diciembre de
1811.
427
Escena i.
Matamoros, í'kkdís ^■ Ciiavakkía á i,a derecha, v Camacho
á la izoiierda.
Matamoros. — No pueden ñj^urarse Uds. el regocijo (jue me causó al ver
en el acta que me remitieron, la animación y entusiasmo con (|uc
han secundado mi proclama mis amados feligreses de este ¡¡ucblo,
pues han sabido recordar que son los descendientes ilcl intrcjiido
Cuauhtemoctzin.
Perdis. — Yo no sé haljlar para ])odcr decir \- explicar lo (|ue pasa ])or
mi corazón; pero las palabras de Ud. son la expresión de lo que pa-
sa en mi pecho y en mi cerebro; ya sabeUd. que he aceptado cuanto
pudiera salji'evenirme; ya os puedo dar cuenta de mis trabajos.
He reclutadotreinta voluntarios, nativos de este pueblo, y como
quince de los pueblos circunvecinos; el Sr. Vicario Zavala creo que
habrá hecho otro tanto en su vicaría, según (piedamos en nuestra
última entrevista; he fabricado mil cartuchos y estoy mediana-
mente satisfecho; tengo unas treinta carabinas que he tratado de
l>oner en el mejor estado que me ha sido posible; tengo (|uince lan-
zas con sus astas respectivas; algunas espadas y hondas para lo
que se nos pueda ofrecer, de lo que podrá Ud. disponer á su satis-
facción, empezando por mi vida.
Matamoros. — Quedo plenamente satisfecho, y este abrazo es la señal
de mi sincero reconocimiento por su actividad 3^ lealtad, y en pre-
mio de los interesantes servicios que ha prestado á la justa cíiusa,
desde este día cjueda Ud. condecorado con esta Ijanda de Coronel.
(Se la pone.)
Perdís. — Yo acepto el empleo cpte confía Ud. á mi persona; aunque
no tengo los méritos suñcientes para merecerlo, lo acepto en testi-
monio de la amistad que profeso á Ud. y como un recuerdo de f(uc
he recibido esta condecoración de la patria, de manos de una persona
de mi niaj^or estimación y respeto: la acepto coino lazo de unión
entre nosotros, y en virtud de este mando con que me reviste Ikl.,
designo, en nombre del pue))lo cjue compone nuestra compañía, al
alférez D. Joaquín Camacho para que empuñe el estandarte, sím-
bolo de la nacionalidad mexicana, en la brigada del Sr. General
Matamoros.
Capitán Chavarría, entregue Vd. á nuestro compañero Camacho
la enseña venerada de nuestra sacrosanta Independencia.
Chavarría. — -Compañero Camacho: esta bandera que entrego á Ud.en
nombre de la Nación Mexicana, la clavaréis triunfante en los reduc-
tos del poder tirano, y será como una herencia para los hijos de este
]iueblo histórico, que conservará como una tradición religiosa, la
memoria de esta noche de esperanzas y recuerdos.
Anales. T. 1\".— 5:í.
428
Ca.m.vcho. — Yo recibo con yusto Ui enseña (jue nos servirá de _<;uííi en
los combates, y me conornitiilo porcjue considero que por donde
quiera que pasemos el suelo estará alfombrado de rosas y adoniíi-
do con arcos triunfales: así lo merece la abnegación de nuestro Ge-
neral Matamoros.
Matamoros. — Coronel Perdis, puede usted pasar revista de toda la fuer-
za, armas y municiones con C|ue se cuenta, pjira orgíinizarnos á la
posible brevedad.
I'ekdís. — Me retiro á dar cumplimiento con la orden.
Escena n.
Dichos, menos Perdís.
Matamoros. — Yo no sé nada en materia de guerra, pero mi patria me
manda sacrificarme jjor ella y cumpliré como mexicano.
Escena ni.
Dichos v Xooiera.
XoGiER-x.. — El Sr. Yicario D. Matías Zavala acaba de llegaren este mo-
mento, y con urgencia desea hablar con Ud.
Matamoros. — Dile que espero con ansia su llegada. (Yase Noguera).
Escena iv.
Dichos v el Yicakio, .menos Noguera.
Yic.vRio. — Señor compañero Matamoros, al saljer la llegada de Ud.,
emprendí violentamente mi marcha paratenerel honor de felicitar-
lo y para ponerme bajo sus órdenes, porque quiero ser algo que
abarque todo su ejército: seré el Cai)ellán de todos sus soldados.
M.VTAMOROS. — ¿.Y qué engañarnos, señor Yicario? Hace tres años que es-
taraos en perfecta armonía; he reconocido á Ud. desde los primeros
días que me recibí de este Curato de Jantetelco: conozco su capaci-
dad y alcanzo hasta dónde llega el claro talento que lo distingue.
Yicario. — Mucho me favorece la opinión de Ud., Sr. Matamoros.
Matamoros. — Ud. no ha nacido para servir de Capellán de mi ejército,
sino que su genio lo llama á una posición más elevada, cual es la
re]3resentación de mi persona, en caso preciso.
\'iCAKio. — Señor Cura, yo quiero ser su soldado \- seguir militando bajo
su bíindera; mi espíritu se agita inspirado por sus palabras: meco-
munica l'd. la fe de sus pensamientos y me lleva más adelante aún
que mi misma imaginación.
429
Matamokos. — X'icario, Vú. no del )c confundirse en el mar incjuieto de
ese ejército; eso sería oljscurecerlo: sefiíiircnios juntos en el camino
que el ji'enio abre delante de miestro destino Sea l'd. soldado,
pero soldíulo de la ])atria: combatiremos juntos v nonos scjjara re-
mos sino hasta (|ue esa mano invisible de la Fatalidad nos marijue
«el hasta aqvií.»
Vicario. — Sea de una vez, señor Cura: tengo positivosdeseosde ijue me
diya Ud. lo que lo im[)ulsó tan repentinamente á empuñar las ar-
mas para tan delicada em¡)resa; porque de lo ([ue estamos hablan-
do depende el porvenir de una nación entera.
Matamoros. — Dormía tranquilo en el silencio de mi Curato, en esa cal-
ma terrible que hace tres siglos pesa como la losa de la tumba so-
bre nuestra existencia, cuando me recordó la memoria el grito
solemne dado en el pueblo de Dolores, en la noche del día 15 de Sep-
tiembre de 1810, por el benemérito Cura D. Miguel Hidalgo y Costi-
lla, y al punto creí sentir bajo mis pies moverse las cenizas de
nuestros mayores como lavas de un volcán, cuya erupción comen-
zaba en aquellos momentos; creí ver alzarse los templos, subir las
deidades á las aras de donde fueron arrancadas por las manos bru-
tales de los concjuistadores; me parecía tjue la hora de la venganza
había sonado; ((ue la vindicación de la raza azteca era señalada
por el Destino, y (]ue kis cadenas que nos ataban con el mundo an-
tiguo, crujían azotadas jjor el Océano \- estaban prontas á rom-
perse Que la América quemaba á su vez las naves como Hernán
Cortés. Mi corazón se sintió conmovido en una palpitación de fie-
bre y entusiasmo, y entregado á la contemplación de mis j)ensa-
mientos, delante de mi conciencia que se erige en tribunal imjjlaca-
ble de mis acciones oí la voz de mi destino; sentí algo que me
impulsaba desde lo más íntimo de mi alma: entonces abandoné
aquellas vestiduras del culto cristiano, evoqué mis memorias juve-
niles, cuando en las expansiones de mis esperanzas me soñaba sol-
dado guerrillero, porque yo he soñado en las horas ardientes de mi
edad, cuando veía los hechos de nuestros primeros padres, esas tra-
diciones guerreras elevadas á la fábula y trasmitidas á nosotros
en los campos inmortales de la guerra, que mi pecho .se ceñía una
coraza; que mis sienes sostenían un casco y mi diestra el acero de
los independientes, y oía el grito délos combatientes, el redoble
de los tambores y el clamoreo de la victoria ¡todas ac[uellas ilusio-
nes se apagaron en las sombras de la iglesia y desaparecieron ante
lo místico déla tribuna religiosa, para reproducirse candentes en la
hora de la revolución. Sí, aquí estoy: el hombre de la juventud re-
nace: el vigor de mis años me devuelve el ardor de los jirimeros
días: quiero pelear, combatir: llevar ejércitos al camjjo del honor
y atravesar el suelo de América en la conquista de sus libertades, y
morir como los héroes.
430
Vicario. — Ud. ha despertado á una raza entregada al sueño de la escla-
vitud; en su persona se encuentra el ííeniodela idea; yo nic siento sa-
tisfecho porque tenemos en nuestro estandarte el pensamiento de
la Independencia.
Matamoros. — Pues bien, Sr. Zavala: supuesto que 3'a (juedamos con-
venidos, puede Ud. disponer lo f|ue crea conveniente, para cjuc cuan-
to antes esté retmida su fuerza y sigamos el movimiento.
Vicario. — Con el permiso de Ud., y ardiente de entusiasmo, me vo\' en
este momento, y sólo aguardo sus órdenes para jionernos en mar-
clia. (\'ase.)
Escena v.
Matamoros y Perdís, que extra .al salir el Vicario Zavala.
Perdís. — Mi general: tengo el honor de presentar A Ud. la lista de revis-
ta 3' el estado de armas y municiones con que cuenta nuestra fuerza.
Matamoros. — Principio quieren las cosas: son sumaiuente escasos los
elementos con que contamos, pero contamos también con nuestra
abnegación, y esto nos basta; Coronel, puede Ud. ordenar que en el
acto se preparen para marchar.
Escena vi.
Matamoros, Noguera, Ignacio Díaz, su esposa Mariana v sus dos
hijos, Cristóral y José María.
Noguera. — D. Ignacio Díaz y su esposa, suplican á Ud. se digne reciljir-
los.
Matamoros. — Diles que ]jasen.
Noguera. — (A la puerta.) Mi general concede permiso para (¡ue pasen
adentro.
DÍAZ Y Mariana. — ¿Cómo está Ud., señor Cura? (Le besan la mano.)
Matamoros. — Hijos míos, tengo grande regocijo de veros en mi ]iresen-
cia: digan en qué puedo servirlos.
DÍAZ. — Señor Cura: ha sido grande el regocijo que me causa ver á Ud. em-
puñando la espada de la reparación; pero más grande sería toda-
vía el que yo me encontrara con vigor para partir con Ud. los peli-
gros que son consiguientes en la guerra; pero 3-a mis fuerzas no me
lo permiten: esto\' en el último período de mi vida; pero, en cambio,
vengo á suplicarle se digne recibir en el número de sus soldados á
estos dos hijos que el Supremo Hacedor del hombre me ha dado, los
cjue ofrezco como un holocaiisto en las aras de la patria.
AÍARiANA. — Sí, señor Cura: mi esposo y yo hemos tenido un mismo ])cn-
samiento, teniendo cuidado de infundir á nuestros amados hijos
431
los sentimientos (jue nuestros i)nnieros i)adres tuvieron ;il presen-
tarse el invasor español; estos hijos son los únicos á f|uienes consa-
gramos todo el cariño de padres ])ero hoy la madre patria nos
reclama sus brazos y C|uerenios cumplir con el sagrado deber de hi-
jos de Jantetelco.
Ellos también al saber que üd. se ha pviesto á la cabeza del mo-
vimiento, nos han dicho llenos de entusiasmo: cjue su]3uesto que la
patria es su segunda madre, ciuieren defenderla de sus tiranos, pa-
ra que si sobreviven después de la lucha, sean libres é independien-
tes.
Matamoros. — Impuesto de la presencia espontánea de l'ds., mi cora-
zón se desborda como una corriente para demostrarles que su ver-
dadero amor á la patria me anima más a- más para afrontar el pe-
ligro que nos presenta la situación. ¿Están l'ds. conformes para
seguirme y acomptiñarme y llevar á cabo el pensamiento de la In-
dependencia?
Cristóbal. — Sí, señor Cura; nuestros padres que están acjuí presentes y
que aunque somos los únicos cjue les podemos ministrar los auxilios
necesarios para su subsistencia, se conforman con quedar solos y
entregados á la voluntad del tiempo, confiados en que la Divina
Providencia nunca desampara á sus hijos.
José M.\ría. — Además de que deseamos servirá la sacrosíinta causa, he-
mos creído hacer carrera: tenemos valor y deseamos distinguirnos,
muriendo con honor, como buenos mexicanos.
Cristóbal. — Sobre todo, queremos demostrar nuestra olx'diencia á
nuestros muy amados padres y manifestarles el reconocimiento de
los sacrificios que han hecho por nosotros en nuestra tierna edad.
Matamoros. — Muy bien, hijos míos: no se entristezcan l'ds.: los nom-
bro mis ayudantes: yo los cuidaré mucho y sacaré unos hombres de
provecho; tengan Uds. este obsequio que disfrutarán en nomljre
de Mariano Matamoros, no creyéndose ofendidos por esto, pues es-
toy satisfecho de su grande patriotismo; jjero también estoy con-
vencido de la exigencia.
Vuelvan Uds. á su casa, C|ue yo en estos momentos me marcho,
y tan luego como se presente un conducto .seguro, les remitiré la mi-
tad del sueldo.
Den el abrazo de despedida á sus queridos padres.
Cristóbal v José Marí.\. — (Abrazándolos.) Adiós, queridos ]jadresl...
Díaz. — ¡Adiós, mis queridos hijos! En estos momentos de suprema tri-
bulación para mí, mi corazón se oprime dolorosamente ante nues-
tra separación, y en medio de mi dolor mecjvieda el consuelo de que
Uds. cumplirán con el deber de ser unos hombres que no empañarán
la memoria de nuestros antepasados, manchándose con el crimen 3-
el asesinato
Mari.v.n.v. — Si quieren (|ue yo liaje trancjuila á la tunih;i, cumplan con
432
el encaríjo de su píidre; esta es mi voluntad y la de <|uicii les ha da-
doelser y que les eonsatíra todo su amor Adiós, hijos míos!
(Los abraza.) El cielo se encargue de protegerlos.
Cristóbai^. — Marcharemos serenos á nuestro destino, con la esperanza
de que se cumplan las profecías que Uds. nos han dicho y que nos-
otros guardaremos en el arca de nuestra fe, que es el corazón. (Van-
se Díaz y Mariana, después de besar la mano á Matamoros.)
Matamoros. — Cristóbal, llámame al Coronel Perdis.
Ckistób.vl. — Voy al momento. (Medio mutis.)
Escena vii.
Matamoros, Cristóbal, Josk M' v Perdis.
Perdís. — Estoy á las órdenes de l'd.
AIatamoros. — Dé Ud. de alta en la fuerza á estos dos jóvenes, y en líi
orden del día los dará l'd. á reconocer como niis ayudantes.
Perdis. — Asilo ordena mi general 3' daré el debido cunq^limiento. (\'an-
se los tres. )
Matamoros. — Cómo no tiene mil imitadores el ejemplo cjue acabo de
presenciar? No ha dejado de conmover mi sensiliilidad este rasgo
de verdadero ])atriotisnio.
Escena viii.
Matamoros v Ckistókal.
Cristób.vl. — Señor General, dice mi Coronel que ya está la fuerza foi--
mada.
Matamoros. — Dile que pase lista de todas las plazas que componen la
compañía de Jantetelco, y concluida que sea, C|ue desfile rumbo á
Tlayacac.
Cristóbal. — Está mviy bien. (Mutis.)
Escena ix.
m.vtamoros solo, y al pasar list.v se aso.ma .\ la ventan.\.
Matamoros. — ¡Qué bello espectáculo el de tm pueblo que camina en ma-
sa á defender sus libertades! ¡Qué sublime espectáculo el de un ejér-
cito en que se confunden los viejos, los jóvenes y aun hasta las mu-
jeres, todos saludando á un mismo estandarte; todos invocantlo al
Dios de las batallas!
¡Gran Dios! Seguiré el camino del Calvario, en donde encarnará
la libertad de esta grande América.
433
¡Adiós, ])uchlo (le Janlctelco! No te dejo ninnún recuerdo de (jtie
])ucda.s (juejarte de mí, y ([uién sal)e si mi mano ya no volverá á es-
trechar las de mis amados felijíreses Sí; se necesitará nna nrie-
va generación que ])ronuncie los acontecimientos de (jue hoy eres el
t'-'atro, y quién sabe si se olvidarán híista de nuestras tumbas, tal
vez cavadas en suelo extraño! ¡Cuántos de estos hombi-es cjue hcn-
me acompañan, desaparecerán en medio de la tormenta que se nos
prepara! ¡Cuántas generaciones pasarán sin c|ue hagan un so-
lo recuerdo de los hijos de este puelílo que ofrecieron gustosos de-
rramar su sangre paríi regar ese árbol queel anciano Hidalgo ¡jlan-
tó! ¡Quién sabe, si la segunda y tercera generaciones olviden
que por sus venas circula la sangre de éstos que á la voz del Cura
caminan serenos al Gólgota de hi encarnación de la patria! Pero
no; cómo comentar ideas tan ilusorias? ¿Come) abrigar una ilu-
sión para ofenderá los jantetelquenses? Preciso es que nunca se
denigren, porc[ue tan afrentoso egoísmo no merece el sacrificio que
presentan hov ante la faz del mundo Salve, salve tres veces, pue-
blo de Jantetelco, que sirves de algún modo de cuna á la Libertad y
al herf)ísm()! ¡Que el sol de los recuerdos ilumine tu frente en un día
inmortal! ¡Que la sombra de nuestros mayores que vaga indecisa
sobre tus muros, vele tu sueño, y el genio te cul)ra con sus alas, co-
mo el sagrario quecontiene las hostias de nuestras esperanzas y de
nuestras creencias! ¡¡Adiós, Jantetelco!! ¡¡Adiós!!
A C T O C I' A K T () .
Personajes.
Matamoros. Okicial. ,
OmSPO. SlíCRETAKIOS.
Fiscal. Familiares.
Ordexa.nza.
E s c E .\ A I .
M.\TAMOROs. — Vo sufro demasiado! Creí que un llamamient(j generoso
sería escuchado por nuestros implacables enemigos pero no se
han olvidado de su crueldad antigua: el tiempo ])resente los encuen-
tra lo mismo que cuando llegó Hernán Cortes
Yo he llamado álos coml)ates á la generación desheredada, pa-
ra cuyo fin me valí de mi prestigio y hcn- me miro al pie del ca-
dalso, jjronto á cebar la ira de mis jurados enemigos Bus(|ué
la paz y ]jor eso aliracé el estandarte ([ue en días felices tremoló el
434
fuerte brazo del yrandc eavulillo de D()lt)res Yo no tenu) ]jor
el fin que me espera, jiorque la muerte es el porvenir de los que se-
cundamos esta grande oljra; á mí nunca me desanimaron las vici-
situdes Quisiera servo la última víctima
Yo he visto subir al cadalso á mis hernumos _v correr su sangre
por los campos de batalla: cada gota de esa síingre ])arece destilar
de mi corazón Veo ante mí á los huérfanos y siento un dolor
espantoso Necesito recordar ala patria, estaren vigilias con
esa idea, ])ara acallar mis sufrimientos y discid])arme ante mi con-
ciencia Todcjs los mártires c[ue han sucumbido en pos de la Li-
bertatl y han muerto en esa gran lucha, es jjijrfiue Dios ha dispues-
to que ese árbol sacrosanto lleve ¡¡or ramas y por rocío la sangre
de los hombres y de hjs pueblos
EsCEiNA n.
Dichos v el Ordenanza.
Ordenanza. — Aquí tiene Ud. este pliego que remite el Sr. Brigadier Lla-
no. (Lo entrega y mutis.)
Escena ui.
Los MISMOS, MENOS EL ORDENANZA.
Fiscal. — (Abre el pliego y lee.) «Haga Ud. que cuanto antes sea con-
cluida la causa que se sigue contra la persona de Mariano Mata-
naoros.
«He recibido ima comunicación particular de su excelencia el Vi-
rrej-, en donde me ordena diga v'O al Fiscal que está encargado de
la referida causa, cjue la sentencia sea de una manera que a])arezca,
que tanto por el Estad o como por la Iglesia 3' hi Santa Inquisición, se
decreta para quesea pasado perlas armas en el lugar más público.
Por tanto, espero (pie así obre Ud., por exigirlo la obediencia de su
excelencia el Virrey. Dios guarde á Ud. muchos años. Valladolid,
Febrero 2 de 1814.— El Brigadier, Llano."
En esto debemos fundarnos ¡)ara concluirel ]jroceso. (Sigue ha-
blando en voz baja con los Secretarios, los que se ponen á escribir.)
Matamoros. — Adiós, pueblo de Jantetelco Damedesdeallá el último
abrazo de la muerte Yo sigo el ejemplo sublime del anciano Hi-
dalgo
¡Pero qué soledad tan espantosa! ¿Me estaba reservado el
morir de esta manera? ¿Cómo no llegó esta hora en el campo de ba-
talla y caí atravesado por tina de esas balas traidoras al frente de
mis scjldadüs? Pero la Patria Patria nn'al portívo3' á sacri-
435
ficar «íiistoso mi existencia pero tú quedas Mañana hablaré
con las sombras de mis antepasados y allá nos abrazaremos en el
cielo Perdona si alguna vez pero no; Dios está delante de mí
y ve el fondo demi conciencia j-a vuela hasta la Eternidad
Escena iy.
Dichos y el Obispo.
Obispo. — Señor Fiscal, paso á ver el estado que guarda la causa del re-
voltoso Matamoros.
Fisc.\L. — Sólo ag-uardo que se ejecute la degradación para terminar
con la sentencia.
Obispo. — Con ese objeto vengo y voy á proceder en el acto: mandad
que saquen al reo. (El Fiscal toca la campanilla y se present.-i el
Ordenanza en la puerta.)
Fiscal. — .\1 oficial de guardia.
Escena v.
Los mismos V EL Oficial.
Oficlvl. — Alande vuestra señoría.
Fisc.VL. — Que el reo Matamoros sea conducido ante este Tribunal.
Oficial. — Con vuestro permiso me retiro á obsequiar la orden. ( Yase.)
Escena vi.
Los mismos y después Matamoros que es conducido.
Fiscal. — La captura del revoltoso Matamoros es de mucho mérito,
pues con ella se consolida la paz del reino de Nueva Es])ana.
Obispo. — Ciertamente que es tni hombre perverso.
Fiscal. — Efectivamente es de costumbres relajadas (Entran con el
reo, y los familiaresdel Obispo lo revisten con los ornamentos .sacer-
dotales 3' le ponen el cáliz cu la mano.)
Obispo. — Oviítenle las cadenas.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Familiares. — Amén.
Obispo. — Porcjue Nos, delegadodel .\rzobispo, porla gracia de Dios vile
la Sede Apostólica, conociendo del crimen de alta traición contra
el presbítero Mariano Matamoros, Cura de Jantetelco, hemos en-
contrado por su misma confesión y por legítimas pruebas, que ha co-
metido dicho crimen, y que no sólo es grande, sino también con-
denable y dañoso, y de tal manera enorme, que no sólo ofende á
la Majestíid de Dios, sino cjue también ha conmovido al públi-
co; por lo cual se ha hecho indigno del oficio y beneficio eclesiástico.
Por tanto, Xos, jjor la autoridad de Dios Omniíjotente, del Padre,
A.nai.hs. T. IV.— 54.
436
del Hijo y del Espíritu Santo, y por la nuestra, sentenciosamente
juzgando, perpetuamente privamos en estos escritos al mismo Cura
Matamoros, de todo oficio de esta clase y de todo beneficio, y de
palabra lo deponemos de ellosy pronunciamos que se debe deponer
y degradar, real _v actualmente, según la tradición de los cánones:
Quitamos de tí, ó más bien manifestamos que se te quita toda po-
testad de ofrecer á Dios el sacrificio divino de celebrar misa, tanto
por los vivos como por los difuntos. Con esta rasura te quitamos
. la potestad de sacrificar, consagrar y bendecir, que recibiste en la
unción de tus manos y pulgares. Con razón te desjKyamos del ves-
tido sacerdotal, que significa caridad; pues la perdiste, así como to-
da tu inocencia. Torpemente desechaste la señal del Señor por esta
estola, y por lo mismo te la quitamos y te volvemos inhábil para
ejercer todo oficio. (Los familiares le quitan lo demás, y tan luego
como concluyen, el Obispo sigue diciendo):
Declaramos ciue la curia secular reciba á éste en su foro, desti-
tuido de toda orden y jjrivilegio clerical.
Señor Fiscal, os suplicamos, con todo el afecto que podemos,
que por amor de Dios, en vista déla piedad y misericordia, y por
intercesión nuestra, suplicamos no infiráis á este miserable ningún
peligro de muerte ó mutilación.
M.\T.vMOROS. — Haced lo que os parezca. Yo protesto contra vuestra
talsedad y vuestra hipocrecía. Se me degrada porque he llevado en
mi conciencia el sagrado pensamiento de la libertad de América; tal
vez si hubiera einpuñado las armas para sostener ese poder virrei-
nal que, con afrenta de la sociedad, ha extendido su dominio hasta
en el puñado desal quesazona nuestros alimentos á ese alcázar,
de la Inquisición, monumento vergonzoso de la crueldad huma-
na á ese poder clerical corrompido, C[ue ha tenidoel atrevimien-
to de llamarme hereje, blasfemo y asesino tal vez, como llevo
dicho, si olvidando las verdaderas doctrinas del Salvador, me hu-
biera hundido en ese fango odioso y hubiera derramado raudales
de sangre, haciendo quemar á millares de inocentes, se me hubiera
condecorado con un arzobispado y quién sabe si más tarde con el
título de Pontífice; pero como mi pensainiento fué dar liljertad al
pueblo esclavizado, se me premia con el envilecimiento a- la muerte.
Obispo. — Yo te conjuro en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. (Vase después de saludar al Fiscal.)
Escena vii.
Dichos, menos el Obispo v i amillares.
Fiscal. — Señores Secretarios, procedamos á cumplir con el mandamien-
to de su excelencia el Yirre^', para lo cual necesitamos penetrar en
la prisión.
437
Escena vm.
Matamoros y el Fiscal.
Fiscal. — Sr. Matamoros, un asunto de grande importancia para toda
la nación, no menos que para la disciplina eclesiástica
M.vTAMOROS. — Explicaos, señor Fiscal, porque no percibo el punto de
contacto que tengo con todo ello.
Fiscal. — Vais á recibir con toda la caridad cristiana la noticia de vues-
tra muerte.
Matamoros. — Es cosa que no me preocupa, señor Fiscal; el destino del
hombre es morir, y esa sentencia la traemos desde las entrañas de
nxiestra madre.
Fiscal. — Es cierto, señor. Se trata de c|ue escribáis iiii manifiesto, y en
él aconsejéis la paz, que es vuestra misión como sacerdote: abjuréis
de vuestros errores y que pidáis jjerdón á svi excelencia el Virrey-, á
la Santa Iglesia y al Santo Oficio.
M.VTAMOROS. — ¡Mis errores! Yo he obedecido á mi conciencia v no
pasaré por la humillación que venís á proponerme No me reba-
jaré ante el ])ueblo mexicano ni haré vacilar su fe: eso sería detener-
lo en la marcha gloriosa que ha em])rendido para hacer su emanci-
pación
Os ruego que me dejéis tranquilo en mis últimos momentos: no
vengáis á insultarme al borde del se]ndcro.
Fiscal. — Ya tenemos formado el documento, y vuestra firma aparece-
rá al calce.
Matamoros. — ¡Sois un miseralile! Venís á escupir sobre mi frente, que
3'o quería presentarla sin mancha ante la posteridad Venís á
empañar mi nombre
Fiscal. — Así lo exigen la paz del Estado, la respetabilidad de la Iglesia
3' el acatamiento de la Santa Inquisición.
Matamoros. — La Iglesia El Estado La Inquisición ¿Qué le
debo á la Iglesia? susanatemas ¿Qué le debo al Estado? misen-
tencia de muerte ¿Quéledebo ala Inquisición? verme degradado
y envilecido Y en nombre de esos poderes es como venís á pro-
ponerme vina abjuración?
¡Atrás sicarios! Yo os inaldigo en noinbre de ese pueblo sumiso
y avasallado Matad mi nombre; llenad de baldón mi memoria.
que la revolución seguirá adelantíindo hora por hora, jjorqvie escri-
to está que los pueljlos sacudirán el yugo de las tiranías.
Fiscal. — Sr. Cura Matamoros, morís impenitente.
Mat.\:moros. — De entrevosotros saldrá el que proclame que yo hemuer-
tü llevando intacto en mi fe y en mi conciencia el sagrado pensa-
miento de la libertad de América.
438
Fiscal. — Oíd vuestra sentencia 3^ el documento de vuestra retractación,
que publicaremos.
Señor Secretario, dadles lectura.
Secretario. — «Supremo Tribunal de Chancillería. — Sala 1' del Virrey-
nato de México. — Vista en grado de súplica la causa del ex-Cura
D. Mariano Matamoros, instruida en esta Corte por haber toma-
do las armas, sublevando y seduciendo á sus mismos feligreses que
se le encomendaron para su instrucción católica, cambiando el in-
censario de su profesión por el cañón fratricida y la espada destruc-
tora contra los subditos de S. M. el Virrey de esta Nueva España,
apostatando y perjurando su propia vocación de carácter sacerdo-
tal: Visto también y confirmado el auto del Tribunal Supremo de la
Real Inquisición, con todo lo demás de que consta la causa y ver
convino. — Considemiulo; C|ue el reo está confeso y ratificado queto-
mó las armas para combatir el despotismo y hacer á su patria in-
dependiente, posponiendo su eminente grado y jiosición más afor-
tunada, paríi tan grande y temeraria empresa. — Considerando: que
no solamente pensó en tan criminal atentado, sino con todo lo ra-
tificado se unió á otro evangelizad or, á D. José María Morelos,
quienes en masa con otros han hostilizado jior varios puntos del
Virreynato á las tropas de la real Corona, según los datos oficiales
que obran en la gran Chancillería de esta real Corte. — En fin. — Con-
siderando también: (pie para cortar los rápidos progresos cjue va
tomando la insurrección, S. M. el Virrej'^ está dispuesto á poner
los más eficaces resortes de su poder para apagar cualquiera rebe-
lión, por insignificante (pie resulte, en alguno de los puntos de su rey-
nado, castigando ejemplarmente á los motores de ella. — Por los
propios fundamentos cpie el señor Fiscal asienta en sus pedimentos
de (y con fundamentos), lo jirevenido en la lev prime-
ra, título veintiuno, libro doce de la Novísima Recopilación, contra
los reos de S. M., debíamos de fallar y fallamos: Se confirma el Su-
premo ¿lutn de la reíd Inquisición, en que, además, se ordena la de-
gradación sacerdotal del reo D. Mariano Matamoros, se le condena
á la pena ordinaria del último suplicio. Que se ejecutará pasándolo
por las armas traicionalmente,como á los demás de su clase que se
revelan contra su Señor. — Así lo provej-eron y firmaron los señores
Ministros que forman la Excelentísima 3* Sala del Supremo Tribu-
nal de Justicia de este Virreynato. — Valladolid, Febrero 2 de lcS14.
— Valentín Carrasco.»
Fiscal. — Continúe Ud., señor Secretario, con la lectura del documento.
Secretario. — «Confieso que nada de cuanto he hecho piiede conciliar-
secón la doctrina del Evangelio ni con mi estado sacerdotal; que re-
conozco y confieso de buena fe que mi empresa ha .sido tan injus-
ta como impolítica; que ella ha acarreado males incalculables á la
Religión y más particularmente á esta América.
439
Le pido rendidamente perdón délos sustos é incomodidadestiue
su Señoría Ilustrísinia ha tenido (¡ue sufrir por mi causa, é i<íual-
mente lo pido al Santo Tribunal de la Fe, asimismo al excelentísi-
mo señor Virrey de la Nueva España por mi inobediencia, _v á los])uc-
blos por el mal ejemplo que les he dado, en cu3'a virtud les ruej^o se
aparten de los caminos de la insurrección, que no pueden llevarlos
sino á su ruina temporal y eterna. \'alladolid, Feljrero 2 de 1S14-.
— Mariano Matamoros.
Matamoros. — Os ten.s;o compasión: no son esas frases las que pueden
atribuirse al hombre que ha desafiado á vuestro poder, os ha com-
batido y morirá sereno mañana enel cadalso Publicad e.sedocu-
mento, circuladlo entre los vuestros, porque no será creído por mis
soldados Esas palabras no lastimarán su fe,por(|ue hallarán en
ellas un rasgo nada más de vuestra perfidia.
¿Creen Uds. que con esto ])uedcn apagar la hoguera encendida
de la revolución? Vo en paz mañana, estaré liljre de estas cadenas,
y mi espíritu volará en torno de ese ejército y de ese pueblo á quien
oprimís y que combate por sus libertades
Fiscal. — La Historiíi no podrá penetrar este misterio
ALytajiokos. — Basta! Basta! ¡Dejadme!
Escena ix.
Matamoros solo.
Matamoros. — No! no! Estoy traníjtiilo: la calumnia viene á herirme en
mi propia tumba Mis enemigos son implacables Ese mani-
fiesto, esas declaraciones apócrifas pueden desmoralizar al ¡mueblo
en estos momentos: cuando sepan (jue he vacilado va á comenzar el
desconcierto y acaso me maldecirán Esa idea me al)ruma ycal-
cina el cerebro Quiero revelar en petiueñez el estado de mialma,
ya que el puel^lo no puede penetrar en este calabozo Escribiré al-
go Yo debo sonreír; los ((ue me rodean podrán contarlo; quiero
dejar en la tradición la historia de estas últimas horas Sí, escri-
biré, hablaré Esa será la mejor revelación de que no esto}- ate-
rrorizado, de (|ue ni las palabras de mis enemigos ni las solemnida-
des de la degradación han influido en mi alma ¡Dios mío! ¡Dios
mío! que mi nombre no se empañe, para que la Hist(M-ia no reniegue
de mí!
Escena x.
Matamoros, un oficial v soldados.
Oficial. — Sr. Akitamoros 3'a es hora!
Matamoros. — Vamos, señores; dadme el abrazo de despedida: es justo
.\nales, T. IV. — 5.").
440
decirles adiós y más cuando el viaje es lariio. (Los abraza y des-
pués dice):
Ahora sí: estoy á vuestras órdenes. (Los soldados lo conducen
al jjatíbulo.)
Escena última.
Matamoros. — La Patria ciue píi rece haberte abandonado, como Dios á
su Hijo en las horas solemnes de la redención humana, te abre el
cielo del Porvenir. Levantará altares á tu gloria y prosternados
ante tus])lantastesaludaránct)n el incienso déla gratitud v los can-
tos inmortales de la Libertad. ¡Mexicanos! acordaos que era yo in-
vencible: mi espada el rayo que alumbraba como el Sol en el campo
del combate Aún soy el homl)re de ayer Voy á morir co-
mo he vivido: los héroes me presten su aliento!
Yo llamo á la losa de esas tumbas que guardan las reliquias
de esos mártires; evoco sus sombras jjara que desmientan á sus ver-
dugos: ellos han descorrido yíi los velos del misterio al atravesar
las regiones eternas
No son las doctrinasde Jesucristo, estampadas en las páginasde
los libros sagrados, las que conducen al fuego á la raza humana:
ellas hablan de misericordia, y los hombres quebrantan esas senten-
cias en el torrente desbordado de kis pasiones.
¡No eres Tú, Divino Mártir del Gólgota! en cuyo nombre se han
levantado las hoguerasy los patíbulos, el ([ue has predicado la san-
gre y la matanza: tus hibios han sido una emanación purísimayde
consuelo: jjor eso Tú, llevando sobre los hombros la enseña sacro-
santa de la libertad humana, ]3resides esa eterna sucesión de márti-
res, que aún siguen atravesando por la faz devastada de la Tierra.
;¡¡Gran Dios!!! Recibe mi esjjíritu en el seno de tus escogidos
Perdona á estos miserables que van á privarme de la existencia que
me has dado No te olvides del pueblo mexicano que gime enca-
denado por la oprobiosa Concjuista; coloca la espada regeneradora
en otra mano cjue tenga más vigor ¡Adiós, compañero More-
los! No me lamento porcjue voy á morir, sino porque ya no le
serviré de nada ámi I'atria pero si un sólo indio legítimo de es-
te suelo de Anáhuac quedase, éste bastará para derrocar á ese po-
der tirano C|ue hoy decreta mi sentencia. ¡Adiós, soldados míos, que
han tenido la suertedemorir como yo en el cadalso! ¡Adiós, me-
morable Jantetelco! Adiós!
441
LlocLiiucntd núm. IS.
Noticia reservada que mandó Artnijo al Virrey. 1
«En el cerro frontero q.e domina el Pueblo (Izúcar) se están forman-
do tres Valuartes, distantes uno de otro como quatro quadras, los
c[.e privan todas las entradas v distan como cinco quadras del Pueblo.
«Todas las boca calles están cerradas con piedra y adobes.
«En la Plaza Mayor, se nombra la de Armas, con cinco trincheras v
cada una de estas con tres cortinas de madera en las entradas q.e tiene
otra Plaza.
«Existen de pie cosa de trecientos homljres, de estos ciento cincueutíi
armados. Guando ocurren de todos los PucIdIos se quentan como tre-
cientas armas de fuego detodasclases — como quarenta Lanzas. — Ca-
ñones calibre de á dos y quatro son nueve hasta aora, estos están aco-
modados en la Plaza Maior, y siguen fabricando mas en San Martin.
«Todos los dias tienen Exercicio, mandado por el Maior de Plazíi
D. IgnacioVilchis.
«Los Soldados de la Escolta de Alatamoros se presentan uniforma-
dos con chaciueta azul y bueltas aniarillas, y de noche sacan su música
á la retreta.
«La Plana Mayor se compone de los Coroneles, el Cura de Guamus-
titlan, Peña, dos de la Provincia de Puebla, Síirgento Mayor D. Ma-
riano Ramirez, Regidor espedido por voto de aquella Junta á D. Anto-
nio Sesma tesorero q.e fue de Puebla, y Marqués de Sierra Nevada. Ca-
pellán el B.i' D. Matias Zavala y otros quatro Sacerdotes del mismo
Pueblo q.e asistian á las juntas, no metiéndose en nada el Cura.
«De Comandante de avanzadas se halla un Padre Joanino. De Sul)-
delegadoun tal Ci^ellar.
«Se quentan veinte y siete comp.s siendo algunas de estas hasta de
150 homljres teniendo cada una Capitán y subalternos.
«Munición de MetríiUa tienen jjoca, la pólvora la están haciendo alli
mismo, traiendo del Pue1)lo de Guaiapan el Salitre para el efecto. Es-
tíin reuniendo bastantes bi veres.
1 .\rchivi) Gral. — Üi)eraci(>iit.'s de Guerra. — .\niiij(). José Gabriel. — Tomo I, lol. 96.
442
«Es positivo q.e Morelosse fue para Guajapan con Galeana, llevando
cosa de siete á ocho mil hombres, siendo su intención reunir ttjdas sus
diviciones, 3' no largarlas un punto, y venirse para Izucar.
«Se dice cj.e Puebla desea lleguen los Insurgentes p." yncorporarse
con ellos.
«Matamoros escribió á Morelos q.e quanto antes se reuníi á aquel
punto para atacará Puebla, por las noticias q.e tiene de estar aque-
llos adictos á su causa.
«La Ciudad de Cholula se ha insurgentado, y está de Puebla á dos
dias, Y se verifica por los pasaportes q.e á estos dan los de Izucar, v
todos los caminos q.e tienen son por el mi.smo Rumbo de Guejosingo,
Cholula hasta Puebla.
«El Individuo q.e me ha comunicado todas estas noticias es de ver-
dad y se puede creer, q.e servirá á V. E. de vnteligencia.
lAriuijo. — Rúbrica.»
RECTIFIC.\CIüX.
En l;i páfiiiia 295. al enumerar los hijos que tuvo la Sra. Luz .\randa, de su niatri-
monio con D. Manuel Sánchez, pusimos entre ellos, en cuarto lugar, al joven Augusto, v
hoy nos dice la Sra. Aranda, Vda. de Sánchez, y nos pide que así lo hagamos constar, que
el joven Augusto y otros tres más que se le murieron, los tuvo después de viuda y son hi-
jos del Sr. Ing. D. Mateo Rojas, y por consiguiente, .\ugusto no lleva el apellido de Sán-
chez, sino el de Rojas.
4- 4- "i»
TOPONIMIA TARASCO-HISPANO--MHOA
Lie. CECILIO A. RÓBELO.
AxAi.KsT. IV.— .-)(>.
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ADX'EKTEXCIAS.
PRIMERA.
Si('ii(li)nu' ilcsciindciilii d ¡(lininii t.-ii';iscii. nnn rii su iniirl\iliiL;í:i ñ cstructu-
i'M . pni'ii li.i:ir 1:1 sÍLriiilic;ir¡i'iii cíi^fclhiiiii ilc Ins ni mil ircs <Ii' \n< lu^nrcs lii' cdii-
sult:i<ln \:iri:is ;j;i;iln:itic:is y ilici-iiiiKii'idS, muy |iiirti<'ulanni'iilc el ili'l Sr. I)r.
Antonio Pí'ñiitii'l. titulailn Xmiu Drlatuni (l( onráfini di- México; ;\sí es (inc. lian-
do por exacta esa signiticaririn, lie Hjailo la del idioni!\ na'lmatl, de la que sí
me declavo responsaMe.
Cuando he eneontradn (|ue a' un iiuinlire tarasco se le atriluiyeii varias
signiñi'aciones. las lie piiesto tudas, sin discutir cuál sea la verdadera, por mi
ignorancia <lel idioiiia, y lie puesto tauíliiéii las diversas signilicacinues ualinas
iiue les correspiHiden .
sK(irxi).\.
('linio la Xnnii iichitiiru iJUe furnia este liliro un es rifínrusaniellte mi IHrcin-
iiiii-ii) ( ¡nii/riij¡i-(i. pues no cumiireiide siquiera todos los imnilires taraseus de lu-
gar, porque nmclios no tienen signifií-idn ciiiKíeidn, me lie apartadii de la t'nr-
nia rigurosa que tienen las nliras de ese génern. y lie ado|)lado el niétndn (pie
generalmente emplean Ins autores de PicníiuiiDns ¡h l'i-iin iirml isimix y (pie tan-
tii reeiiniienda el saliio aeadt'iiiico leazlialeeta . I']ste método iierniite e.xplica-
ciiines y oliservaeiones ipie im ealieii en la estrecliez de la definicii'in (') signiti-
caci(')n de los nomlires; da caliidn a' reiniíiiseencias y aiu^cdutas ([ue eontriliu-
yen grandemente al cnnueiiiiieiitii del urigen y significado de los niismns nom-
bres, y se presta asimisnid á dar cierta amenidad relativa :i un trali;!.]" áridn
de suyo, con lo cual se logra mayor númem de lectores y la difiisiini del eniid-
cimientii de muchas hechos liistfíricos.
Tal ha sido el motivo de las Xolos con que he ilustrado algunos artículos de
la 'riijiíiituitm.
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NOTAS.
(1 ) ¿Cuál es el origen del idioma tarasco? Xi la Historia lo ha dicho, ni la
ciencia lo ha podido averiguar. Sólo la fábula, que tiene el privilegio de escalar
los cielos, de sondear los mares y de penetrar hasta el centro de la tierra, ha des-
cubierto ese arcano. La mitología mosaica nos ha dado á conocer el origen de
la pluralidad de idiomas revelándonos la confusión que resultó en Babel eviando
los hombres intentaban erigir altísima torre para eludir los peligros de vni nue-
vo diluvio. La mitología azteca nos ha revelado también la confusión de len-
guas que surgió entre los individuos de una tribu nahuatlaca emigrada del C/»'-
comoztoc, á su paso por la comarca qvie hoy se llama Michiiacan, y de la cual
confusión surgió hasta con su gramática la hermosa y sonora lengua en que
exhaló sus postreros gemidos el último rey de Tzintziintzan. (V. la nota 14-.)
Un cronista indio, Muñoz Camargo, en su Pedrizo de Historia, hablando de
la peregrinación azteca, dice que contentándoles mucho la laguna en que mora-
ron ])or mucho tiempo en Michuacan, «consultaron los sacerdotes al dioslluitzi-
"lopocluli, que si no era aquella la tierra que les había prometido, que tue.sc
"servido quedarse á lo menos poblada de ellos; el ídolo de ellos les respondió en
«sueños que le plazía lo que le rogaban, que el modo sería que todos los que en-
«trasen á bañarse en una laguna grande que está en un lugar de allí que se dice
«Pázcuaro, así hombres como mujeres, después de entrados se diese aviso á los
«que fuera ciuedassen, les hurtassen la ropay sinquelosintiessen alzassenelReal,
«y así se hizo; los otros que no advirtieron el engaño con el gusto de bañarse,
«cuando salieron se hallaron despojados de sus ropas, y así burlados y desampa-
«rados de los otros, quedando muy agraviados, por negarlos en todo n^udaron
«el vestido y el lenguaje y así se diferenciaron de la gente ó tribu Mexicana.»
Por supuesto que á la Filología de nada le ha aprovechado este mito.
Los dos idiomas, tarasco y náhuatl, son igualmente hermosos, y am-
bos son polisilábicos. Del primero dijo el P. Nájera: « Cuando se estudia
«este idioma, se vé que si se hubiera de inventar una lengua no se haría
«sino imitando el tarasco. Nada le falta, y es tan sencilla que parece nada
«tiene.» Del náhuatl dice Buschman: «La lengua antigua de Anahuae está á la
• altura de los idiomas más perfectos del antiguo mundo, y ofrece material pa-
«ra los análisis más finos de gramática.» No obstante las perfecciones, comunes
á uno y otro idioma, es tan protunda la diferencia en su estructura ó mortolo.
gía, que no se les puede atribuir un mismo origen, y tiénese que confesar que los
hombres que hablan esas lenguas, no sólo son de nación diferente, sítio que esas
naciones tienen su origen étnico muv diverso.
470
Aun la misma palabra tíirasco no tiene una significación definida. El P. La-
gunes dice que viene de tarhascue, que significa suegro ó yerno; y el cronista Bau-
mont agrega: «Llamaron los españoles ícírascos á los habitantes deMichuacán,
«porque los padres entregaban sus hijas á los conquistadores, y en su idioma,
«tarascue quería decir yerno, v sin duda llamando así ellos á los españoles, llega-
«ron ellos á aplicarles ese nombre.» El P. Sahagún dice que se llamaban tarascos
del nombre de un dios Taras. En medio de tan diversos pareceres ninguna luz
traen id asunto la Filología y la Historia.
(2) El 19 de Septiembre de 1526 se fiíndó el pueblo de San Francisco Acárn-
baro, que fué la base de operaciones para la conqviista de Ouerétaro, pues toda
aquella tierra estaba bajo el poder de los chichiniecas que no habían querido do-
blar la cerviz al yugo de los españoles.
Trazóse la población en el llano del Kamadero, tomando por centro de ella
una cruz que se había puesto allí de madera de sabino, de cinco brazadas de alto.
Señaláronse diez calles, cinco de Oriente á Poniente y cinco de Norte á Sur, y se
hizo una ermita provisional, en la que colocaron dos campanas; al día siguiente
el presbítero D. Juan Bautista, cura de Tula, dijo una misa al Espíritu Santo, á
la que asistieron los nuevos pobladores, las tropas del cacique y gente de los pue-
blos inmediatos. Se rezó el rosario y se cantó el alabado, vinieron de poblado-
res seis caciques principales de Jilotepec, que se consideraba del reino de la Nue-
va Galicia, todos ellos jóvenes de veinte años; éstos tuvieron los solares principa-
les en las esquinas délas calles; seis caciques otomíes y seis tarascos, cada uno de
treinta años de edad y cada solar de cincuenta brazadas de cuadro. Al acabar
de repartirse estos solares, el alférez real D. Pedro de Cristo Moctezuma tremoló
su bandera, dispararon los capitanes y oficiales sus armas de fuego, lanzaron al
aire sus flechas los indios amigos, repicaron las dos campanas y los seis tambo-
res tocaron, y todos los que estaban presentes gritaban ; Vítor y vítor al rev
nuestro señor don Carlos V, rey de España.' En este mismo tiempo en uno délos
cerros inmediatos los chichiniecas, qvie estaban de guerra, también gritaban y
lanzaban sus flechas, algunas de las cuales iban á caer hasta el pueblo, pero sin
atreverse á atacar, porque, según parece, á solemnizar aquella ftmdación habían
concurrido cerca de diez mil indios.
La relación anterior está tomada de la que hizo el cacique de Jilotepec, don
Nicolás de San Luis Montañés, pariente de Moctezuma Xocoyotzin y conquista-
dor que fué de Querétaro.
En otro lugar dice que en la tarde de ese día hubo paseo solemne, al que con-
currió, y describe así su traje: «subí en mi caballo blanco que le llamaba Walo-
«na. Yo siempre tengo armado mi cuerpo con las armas que dejó Cortés cuando
«vino á esta tierra, puesto el morrión con sus tres plumajes con tres colores de
«blanco colorado y azul, y el peto en la mano siniestra, y la conducta en la dere-
«cha, y así mismo salimos á hacer el paseo por todas las calles de la fundación
«del pueblo nuevo para su cumplimiento. Duró el paseo hasta las cinco de la
«tarde, se acabó de hacer el paseo, cuatro horas duró el paseo; se gastó seis arro
«bas de pólvora » 1
(3) Apaseo tuvo legal fundación por merced que provej'ó el virrey D. Anto-
nio de Mendoza el 20 de Marzo de 1538, en el lugar que también era llamado por
los mexicanos Atlayahualco.
1 México á través de los siglos. Tomo IL
471
Según el Sr. Peñafiel, signíñcahioar de comadrejas; según el Sr. Riva Palacio,
rosa amarilla; y seganí el Sr. Pedro González, donde se hizo la paz. Como nin-
guno de los tres da razón de sii dicho, no se puede discutir la etimología.
El Sr. Pedro González dice que los mexicanos llamaban Apaseo á Atlava-
hvalco que significa Donde el riego rodea la tierra. No es muy exacta esta in-
terpretación. Atlayahitalco .se compone de «í/, agua; de tlavahualli, rodeo, y de
c-o, en; y significa: «En el rodeo del agua.» Tal vez con esa agua que rodea riegan
las sementeras en aquel lugar, y de ahí vino la interpretación del Sr. González.
(4-) En 24 de Octubre de 1814 se expidió en .\pacingan la primera Constitu-
ción Política para la libertad de la .América Mexicana, y, aimque fueron once los
constituyentes, sólo la firmaron D. José M. Licéaga, el Ctira D. JoséM.More-
los y el Dr. D. José M. Cos.
(5) De Carácuaro era Cura el Sr. D. JoséM. Morelos cuando el Cura Hidal-
go dio el Grito de Dolores, y de ese pueblo salió á proclamar la insurrección en
las costas de Acapulco, después de la entrevista qvie tuvo con Hidalgo en Inda-
parapeo, donde le nombró general del Sur.
(5*) El Sr. Pedro González dice queCoroneo significa «lugardondeserodea.»
porque, estando situado el pueblo en la cima de una loma con arroyos que impi-
den la entrada y salida cómodamente, eso sólo se hace por un lado, que es el del
camino de Terécuaro.
(5**) El Sr. Pedro González dice que Cuerámaro viene de cuera, librar; ma,
uno; y ro, lugar: j' no de Citaramii-ro, lugar de ocotes, que no los hay en la loma
árida donde está situado el pueblo, ni en la parte baja, que es un fértilísimo
valle.
En Cuerámaro se meció la cuna del insigne patriota Santos Degollado.
(6) Desde 1548 empezaron los españ oles á descubrir vetas de minas, y en 1 558
se descubrió laVeta Madre que tiene másde 14,000 varas de extensión. Un siglo
después, en 1658, mandó el virrey un comisionado á beneficiar las platas del era-
rio, y se le recomendó que procediera á la fundación oficial del Real de minas de
Guanajuato. En 1587 se le había puesto al Real el nombre de Santa Fe, porque
en este año llegó D. Perafán de Rivera con el nombramiento de Primer Juez ^■ de
Superintendente de las minas, expedido por el Emperador, y trajo consigo la es-
tatua de la Virgen que existía en Santa Fé de Granada, como particular regalo
de Carlos V. 1
(7) Hayaquiro no significa literalmente «corral de puercos;» porque dice ej
Dr. Peñafiel, que no teniendo nombre propio, en tarasco, el puerco ó cerdo, usa-
ron de bayaqui, que significa «ratón,» por la semejanza que pudiera haber entre
estos animales.
Significando Huayaquiro, literalmente, «corral de ratones,» el eqtnvalcnte
mexicano propio es Quimichtetzacuilco ó Quimichtepancalco ó Qiiimichcalco.
(8) El 19 de Octubre de 1810, el Cura Hidalgo, después de haber engrosa-
do su ejército, salió de Valladolid para ir á atacar la capital del Virreinato.
1 Fcdro González. Breve Estudio sobre Guanajuato.
A.N.\LES. T. IV.— 59.*
472
«En Indaparapeo — dice D. Vicente Riva Palacio — se le presentó un clérigo
«pidiéndole servir en el ejército con calidad de Capellán. Díjole que él amaba tam-
«bién á su patria y que estaba pronto á dar su sangre por ella; que desde algu-
«nos meses atrás se preparaba á la ludia fortificando su curato de Carácuaro;
«que había llegado á sus oídos la proclamación de la Independencia en Dolores,
«saludándola como el principio de una era feliz para la patria, y que le permitie-
«ra marchar con las tropas. La voz de aquel hombre se animaba gradualmente,
«y al concluir su corta y ardiente relación, su acento era tempestuoso v terrible.
«Los principales jefes del ejército, presentes á esta entrevista, escucháronle con
«silencioso respeto. Hidalgo, que había reconocido en su interlocutor, á un anti-
«guo discípulo suyo, en la época de su rectorado en el Colegio de San Nicolás de
«\'alIadolid, pidió recado de escribir, y después de trazaralgunas líneas entregó
«un papel á aquel hombre, diciéndole: — Seréis mejor general que capellán; ahj
«tenéis vuestro nombramiento. — Ese papel contenía lo siguiente: líPor el presen-
«te lo comisiono en toda forma á mi lugar teniente el Br. Don José María More-
(i/os, cura de Carácuaro, para que en las costas del Sur levante tropas, proce-
ndiendo con arreglo á las instrucciones verbales que le he comunicado. — Miguel
'Hidalgo y Costilla.i Morelos no pidió armas, hombres ni dinero, y sóloadmitió
«el nombramiento que Hidalgo acababa de poner en sus manos. En seguida se
«separaron aquellos dos ilustres defensores de la Independencia para no volver á
«verse más.»
(9) Tres etimologías muy diversas se dan de Pázcuaro, y no hay elcnien.
tos pai'a distinguir la verdadera. *
En esta población de Pázcuaro hicieron mansión los mexicanos, durante mu-
chos años, en su pei-egrinaeión de Aztlán al Valle de .\nahuac. (V. la nota 1*)
Después de la Conquista dejó de ser capital del Michuacán Tzintzuntzan, v
lo fi-ié Pázcuaro hasta el año de 1541 en que se fundó Valladolid (hoy Morelia I
y se declaró capital del reino.
(10) El 23 de .Abril de 1541, el virrey D. .\ntonio de Mendoza ordenó la fun-
dación de la ciudad de Valladolid, hoy Morelia; el 18 de Mayo de 1541 tomaron
posesión del sitio de la ciudad, en el valle de Guarano^areo, Juan de Alvarad o,
Juan de Villaseñor y Luis de León Romano; todavía el 10 de Diciembre de 1543
se concedió una prórroga por el mismo virrey para la traza y asiento de dicha
ciudad.
La ciudad se fundó exi un terreno que pertenecía á Gonzalo Gómez. Se le dio
el nombre de Valladolid por ser el virrey- Mendoza natural de la ciudad qvie lleva
ese nombre en España.
El Sr. Lie. E. Ruiz dice que Guayangareo es corrupción de Gueyangareo, que
significa «loma de semblante aplastado.» y que por esto algunos traducen loma
chata.
(11) Pomoca no es nombre tarasco, es simplemente el anagrama de Ocam-
po. El Sr. D. Melchor Ocampo, sabio naturalista, autor de la mayor parte de
las Leyes de Reforma, y mártir de la guerra fratricida (18G1 ), poseía un rancho
en el Estado de Michoacán, qiie hoy se llama de Oe£impo, y le puso el nombre de
Pomoca. *
* Véanse al fin de estas notas las Rectificaciones.
473
(12) \o están conformes los autores en la etimología de Oiierétaro. El Dr.
Peñafiel dice que significa "juego de pelota,» y el Sr. Y. Kiva Palacio le da la sig-
nificación de «pueblo grande.» El primero no descompone la palabra; el segundo
da á conocer la estructura del vocablo, pero es varia la explicación, pues en un
lugar dice ciue se compone de queri, grande; de ireta, reunión de muchos que vi-
ven juntos, y de nro, lugar; y en otra parte de la misma obra dice que se forma
de queri, grande, y taro, lugar poblado. Nosotros nos inclinamos á creer que
la etimología qvic da el Dr. Peñafiel es la exacta, porque está tomada del diccio-
nario del P. Fray Maturino Gilberti que escribió en 1539, treinta años después
de la conquista.
Querétaro, á raiz de ésta, era uu gran pueblo habitado porchichimecas indó-
mitos. Los caciques de Jilotepec, cpie se habían sometido á los españoles, des-
pués de fundar Acámbaro (V. la nota núm. 2), habían hecho algunas entradas .
intentando asentar y pacificar el pueblo, pero no se consiguió el objeto hasta el
año de 1531, quedando la tierra pacificada completamente hasta 1555.
La primera entrada á Querétaro fué el 25 de Julio de 1522, día de Santiago
apóstol, entonces se hizo allí la primera congregación de naturales, y se admi-
nistró el bautismo, y entre los bautizados estaba el capitán de los chichimecas,
á quien pusieron pornombre don Juan Bautista Criado,y su mtijer, que se llamó
doña Juana Chichimecas Criado. Después de bautizados los caciques celebraron
su matrimonio conforme á los ritos de la iglesia católica.
El capitán de aquella conqviista, D. Nicolás de San Luis Montañés, dice: «así
«mismo fuénombrado Capitán general porel Reymi Señor Su Magestad parala
«conqviista de esta Gran Chichimeca, la cual la conquistamos veinte é cinco mil
«indios Chichimecos bárbaros y gentiles, c|ue estaban agregados á este pueblo,
«que se llama la gran Chichimeca, é después se intitidó el pueblo de Santiago de
«Querétaro, provincia de Jilotepec »
No dejaban sosegar los chichimecas á las tropas del cacique D. Nicolás que
estaban en Querétaro; afanábase por traerlos de paz el recién convertido caci-
que don Juan Bautista Criado, representándoles que era inútil y malo tan gran
derramamiento de sangre; pero como se einpeñasen los enemigos en pelear, el
cacique donjuán Bautista sugirió un medio original para impedirlas matanzas.
Los conquistadores habían colocado en un cerro que llamaban Sangremal,
en donde ahora está el convento de la Cruz en Querétaro, una gran cruz de «pie-
dras decolores, blanca, colorada y morada,» y el cacique donjuán Bautista Cria-
do dispuso que al pie de la Cruz se depositasen todas las armas, quedando en
guardia de ellas mil chichimecas, y el resto, desarmado ya, saliese á hacer la gue-
rra á puñetes y á patadas y á mordidas como los gallos contra los enemigos
que vendrían también sin armas.
Dióse esta singular batalla en 1522, y salieron vencedores los cristianos des-
pués de haber peleado desde antes de salir el sol hasta muy entrada la tarde. No
por eso se dieron de paz los cristianos; todavía en tiempo del virrey don Luis
de Velasco tuvo el cacique don Nicolás de San Luis que hacer una expedición, pa-
ra la cual envió el virrey treinta escopetas y cien caballos; y don Nicolás refiere:
— «me puse en mi caballo blanco, que se llama XííWaIoma, con un lunar en la frén-
ate, es caballo muy gentil, y sólo en oír la caja y clarín se ponía en el aire; en
«tiempo de la guerra mordidas les daba á los indios chichimecos bárbaros. Me
«puse las armas de punta en blanco con todos mis cacic[ues, principales capita-
«nes 3' caudillos, alféreces, sargentos, maestre de Campo y alguacil déla guerra,
474
«y clen:ás de mi ejército, y salimos á conquistar á todos los indios chichimecos
«bárbaros gentiles que había en esta comarca." 1
La historia de la Cruz es muy importante en la conquista de Ouerétaro, por-
que se refiere en crónicas coetáneas, que los chichimecas exigieron para abrazar
el cristianismo que se colocase en el cerro de Sangremal una cruz semejante á la
que sus adivinos los zaurís les dijeron que se había de adorar. Pusiéronles pri-
mero una cruz de madera; pero los indios no quisieron admitiida, diciendo que
no era aquella la verdadera cruz; colocóse después, por darles gusto, otra de pie-
dra, con la que tampoco estuvieron contentos; entonces el cacique don Nicolás
encargó á donjuán déla Cruz, queyase llamaba «maestro arquitecto, »y que en-
tendía el oficio de cantería, que saliese á buscar una cruz que pudiera agradar á
los indios para tenerlos pacíficos. Salió acompañado de cincuenta caciques, y
encontró cantera para labrar una cruz de «tres colores, blanco, colorado y mo-
rado y piedra de cantera espejosa.»
Fabricóse la cruz y fué colocada en el lugar C|ue se había designado, condu-
ciéndose hasta allí en gran procesión en que iba todo el ejército; se dijo tina mi-
sa, A- los chichimecas llamaron al ¿aun para consultarle, y éste declaró que esa si
era la verdadera cruz, porque vio resplandores y ángeles y palmas y coronas de
rosas circundando la cruz bajo una nube azul que les daba sombra. En la con-
quista de Querétaro se multiplicaron, además de la de la Cruz, las relaciones ma-
ravillosas: referíase que el sol había detenido su carrera hasta que los indios cris-
tianos acabaron de vencerá sus enemigos; que en uno de los combates había apa-
recido el apóstol Santiago en un caballo blanco y completamente armado aj-u-
dando á los cristianos, y multiplicábanse las noticias de los milagros hechos por
la cruz.
No tuvo Querétaro en su fundación grande importancia: fué sólo una con-
gregación de indios, famosa por los combates que se dieron allí entre los indios
cristianos y los idólatras. El movimiento comercial y la propaganda religiosa
hicieron después del humilde cacicazgo de don Juan B. Criado una ciudad impor
tante. *
(13 bis.) El Dr. Peñafiel dice que Tajimaroa es una palabra del idioma tarasco
(cuya significación no dá) que los mexicanos tradujeron fonéticamente por Tla-
himaloyan, carpintería.
ElSr.V.Riva Palacio dice que los esijañoles Rieron los que le dieron al pueblo
el nombre de Tajimaroa.
En medio de tan encontradas aseveraciones, no se puede asegurar que el nom-
bre sea tarasco ó mexicano, y por esto nos hemos abstenido de poner en el cuer-
po del Diccionario su significación castellana y la equivalente náhuatl.
(14) Consumada la conquista de la gran ciudad de México, Cortés tuvo co-
nocimiento, por las conversaciones de los mexicanos, del gran pueblo de Michua-
can, j- envió á un soldado llamado Villadiego á que fuese á explorar aquellas tie-
rras, y le dio por compañía algunos naturales amigos, y lo proveyó de objetos
de los que acostumbraban regalar los españoles y eran de tanto aprecio en el país
como presentes ó como rescates de oro; pero Villadiego partió y no volvió nun-
ca á saberse de él ni de los que lo acompañaban, quedando sólo coino refrán has-
1 México á través de los siglos. Tomo II.
* Xo hav nota 13 en el oritrinal.
475
ta nuestros días el tomar las de Villadiego, que se dice de uno que parte sin que
haya seguridad de que vuelva. 1
Pocos días después mandó Cortés á Francisco Montano acompañado de tres
españoles, de veinte señores mexicanos y de un intérprete. Seis días hicieron de
camino para llegar á Tzintzuntzan, que era la capital de Michuacan, situada á
setenta y ocho leguas de México, y residencia del rej-, á quien los antiguos cro-
nistas llamaron Tangajuan, y sus vasallos Tzintzicha, que, en opinión de algu-
nos, quiere decir voz dulce, ó palabras agradables, ó bellos dientes, como quie-
ren otros. Alojados convenientemente los embajadores, los visitó el rey, y des-
pués de varios días y de grandes vacilaciones, ofreció su amistad á Hernán Cor-
tés, por medio de los enviados. Hizo á éstos grandes presentes, y envióles acom-
pañados de muchos de .sus vasallos que llevaban cargando todos los regalos; v
en cambio de tan fácil condescendencia no exigió más que un lebrel que uno de
los castellanos llevaba consigo, y el cual perro ftié sacrificado por los michuaca-
nos en el altar de sus dioses, como víctima expiatoria de la triste debilidad del
rey y de sus consejeros.
Al regresar la embajada á México vinieron ocho señores principales que en-
viaba Tzintzicha para hacerle presentes á Cortés y comunicarle su resolución de
presentarse ante el conquistador para darle pruebas de su buena voluntad y del
deseo que él y sus vasallos tenían de conocer al verdadero Dios y la verdadera
religión.
A la vuelta de sus embajadores quedó Tzintzicha espantado con la relación
que le hicieron de lo que habían visto en el campo de los españoles. Por gratitud
de los ofrecimientos, ó más bien dicho por el temor que se había apoderado de su
ánimo, quizo Tzintzicha partir en el acto á presentar su homenaje al conquista-
dor; pero sus cortesanos lo convencieron de que tanta diligencia era indigna de
un gran monarca; y entonces resolvió enviar á su hermano Uhitziméngarí (Ca-
ra de perro), el que con muy grande acompañamiento llegó hasta Coj-oacán,
donde le recibió Cortés con mucho miramiento, haciéndole simulacros de guerra,
paseos á las ruinas de la ciudad de México y recíprocos regalos. Los mexicanos,
porque Vhitziméngari venía del país de los colibríes, le llamaron Huitzitzin, Co-
librí; y los historiadores, adulterando el nombre, lo llamaron Uchichilzi.
Tomó Uhitziméngarí muy satisfecho á la corte del rey su hermano, y por la
relación que le hizo, ya Tzintzicha no pudo resistirse, y después de grandes pre-
parativos, partió de Tzintzuntzan adelantando mensajeros para prevenir á Cor-
tés que ya iba á comenzar el viaje.
Al aproximarse á Coj-oacán encontró á Cortés que había salido á recibirlo
con gran pompa. La primera entrevista de Tzintzicha con Cortés, en medio del
campo, produjo mala impresión, no sólo en los mexicanos, sino entre los espa-
ñoles y entre los señores de Michuacan, por que Tzintzicha se humilló tanto á
Cortés, que más parecía un subdito en presencia de su soberano, que un monar-
ca delante de un capitán.
Lujosamente vestidos y ataviados iban todos los señores que acompañaban
á Tzintzicha, y hacíase por esto más notable el humilde traje en que se presentó
3' con el que andaba siempre en compañía de Cortés, suponiendo todos los que le
veían, que aquello, más que modestia ó sencillez, provocaba empeño de mover
en el ánimo del Conquistador un sentimiento de lástima ó de benevolencia. Tan-
1 En la ópera compuesta por el maestro R. Castro, titulada Atzimha, se da razón del
paradero de Villadiego.
Anales T. IV.— 60.
4/0
lo por esto, como por el respeto que mostraba en todas sus acciones, los mexica-
nos, que de antigua tenían mala voluntad á Tzintzicha y de peor talantelo veían
pasear con los dominadores de Tenoclititlan, pusiéronle al rey de Michuacan el
apodo de Caczoltzin, que quiere decir en el idioma náhuatl Calzado iñejo, y los
españoles, por serles más fácil pronunciar esa palabra, llamáronle Cahonzí, y
así lo nombran la mayor parte de los historiadores. Los cronistas religiosos,
que ensalzan la sumisión de Tzintzicha, aseguran que el apodo de Caczoltzin
con que los mexicanos le llamaban, significa que podía andar calzado delante
del emperador de México, cuando á todos los demás señores de la corte y tribu-
tarios les estaba prohibido.
Tzintzicha volvió á su capital, y poco tiempo después llegó allí Cristóbal de
Olid con tropas españolas y abadas, en busca de nuevos descubrimientos de las
costas del mar del sur. Así quedó conquistado y sometido, en 1522, el reino de
Michuacan.
Veamos ahora el desgraciado fin del pusilánime y desventurado rey de los
tarascos.
Cuando el feroz NuñodeGuzmán, presidente de la Audiencia de México, resol-
vió expedicionar por el interior del país, la cual expedición dio por resultado la
sangrienta conquista de la Nueva Galicia, hoy Jalisco, mandó llamar á México
á Caczoltzin, y salió con él el 22 de Diciembre de 1529. .W llegar á Ixtlahuaca
le hizo poner giillos, y al llegar áTzintzuntzan lo encerró encadenado en un cuar-
to inmediato á la cámara en que él dormía. Así encerrado le pidió Guzmán con
gran exigencia diez mil hombres que sirvieran como Tamemes (cargadores), en
el ejército, víveres en gran abundancia y todo el oro que tuviera guardado y pu-
diera conseguir.
Después de permanecer Caczoltzin varios días engrillado y gimiendo en estre-
chísimo aposento, contestó á los emisarios de Guzmán que ya había mandado
recoger el oro y que fuesen á desengañarse á su casa; fueron, en efecto, 3- encon-
traron allí gran cantidad de rodelas y platos de oro y plata que fueron entrega-
dos á NuñodeGuzmán; pero nada satisfacíala insaciable codicia de este hombre,
V después de quince días de haber tenido preso al rey, para más urgirle y sacar-
le mayor cantidad de oro, mandó que le dieran tormento. Lo llevaron á otra
casa, y allí, ya atado y delante del brasero en que debían quemarle los pies, lle-
garon dos frailes é impidieron que se llevase á cabo aquella bárbara disposición,
y Caczotlzin volvió á su cárcel en donde fué encerrado. Pasaron así siete días
durante los cuales llegaron los indios que Ñuño de Guzmán había pedido para
Tamemes; repartiéronse entre los españoles, pero temiendo que se fugasen, á la
mayor parte de ellos se les puso una cadena al cuello, como fieras, y así cargaron
con el fardaje del ejército.
Salió Nviño de Tzintzuntzan llevando prisionero á Caczoltzin, y llegó á Pu-
ruándiro, último pueblo del reino de Michuacan. .\ tres leguas de Puruándiro
estableció Guzmán una colonia, en la orilla del río de Conguripo, que llamó San-
ta María de la Purificación. Allí plantaron cruces, oyeron misas y sacaron pro-
cesiones. ¡Qué cristianos eran estos bárbaros!
Al establecer el campamento mandó Ñuño de Guzmán construir en un lugar
ajjartado un cuarto que destinarse debía á las ejecuciones de justicia, que tenía
va el pensamiento de hacer; á ese lugar mandó llevar, en dos días distintos, á dos
intérpretes de Caczoltzin, indios. Tres alguaciles dieron tormento á aquellos des-
graciados exigiéndoles que confesasen los cristianos que había matado Caczol-
zin V en dónde tenía ocultos sus tesoros y sus mujeres; pero como nada confesa-
477
ron con el tormento del potro ni con el riel a^ua, aplicáronlesel del fuegocon tan-
to rigor que les consumieron los pies hasta los tol)illos, sin haber conseguido (|ue
alguno de ellos declarase algo de lo que se les preguntaba.
Al otro día aplicóse tormento á dos parientes de Caczoltzin, sin ijue de am-
bos hubiera podido obtenerse tampoco confesión alguna. Pero no era Guzmán
hombre de detenerse ante la inutilidad de todas aquellas horribles ejecuciones,
ni de tener compasión de los sufrimientos de aquellas víctimas, sobre todo, délos
intérpi'etes, que habían quedado tan maltratados del tormento, que era preciso
llevarlos siempre en camillas.
Resuelto, como estaba, á obtener de Caczoltzin hasta el último grano de oro
C|ue pudiera encontrar en Michnacan y además todas las mujeres de su familia,
quizo tentar el último extremo. Buscando pretexto para atormentar á Caczol-
tzin, inventó en su contra varias calumnias, y una de ellas fué que siendo bauti-
zado había tornado á la idolatría volviendo á la adoración de los ídolos y sa-
crificándoles víctimas humanas. Exigióle, pues, que entregase las pieles de esos
españoles que había mandado adobar para colocarlas como ofrendas en los ado-
ratorios.
Un día, después de haber atormentado á los amigos y á los intérpretes del
rey de Michuacan, fué llevado éste á la casa que estaba fuera del campo, y allí,
con asistencia de cuatroalguacilcs, dos intérpretes y vni escribano, dióse tormen-
to al monarca. Cada vez que en fuerza de los dolores se sentía Caczoltzin falle-
cer, pedía hablar conNviño de Guzmán; apartábanse todos los demás, hablaba el
intérprete, y continuaba la ejecución. Por fin, la víctima fué retirada del tormen-
to por haber prometido más oro á Ñuño de Guzmán. Las mujeres de la casa de
Caczoltzin fueron traídas ense¿fuida al campo, y la suerte que corrieron — dice un
historiador — se comprende con lo que dice un cronista anónimo, délas jornadas
de Ñuño de Guzmán: — «Esto yo lo vi, porque como á río revuelto, yo hube dos
«señoras, la vina muy principal, parienta de Calzonzi, que me dio Juan Pascual,
«lengua, á excuso de Nvu^ío de Guzmán, por no la ver andar maltratada, la cual
«envié en una hanmca luego á su tierra, con sus criadas y ciertos indios sus va-
«sallos »
Lviego que regresaron los que habían ido á Michnacan á traer oro y plata,
al día siguiente Ñuño de Guzmán mandó envolver á Caczoltzin en un petate, es
tera de los indios, y así envuelto lo hizo atar á la cola de un caballo, que lo
arrastró por todo el real; después, aimque muy maltratado, lo sujetaron áim ma-
dero, y rodeado de leña, se le puso fuego hasta que se convirtió en cenizas, rjue
fueron arrojadas al río.
Así terminó su vida el último de los reyes de Michuacan. Su asesino. Ñuño
de Guzmán, murió en su cama, con todos los auxilios espirituales, como dicen
los devotos, desmintiendo una vez más las palabras que los cristianos atribuyen al
Espíritvi Santo: el que á fierro mata á fierro muere.
La capital de la provincia de Michuacan encontráronla los conquistadores
en Tzintzuntzan; allí estableció el obispado D. Vasco de Quiroga, su primer obis-
po. Trasladó después su silla á Pátzcviaro y, en 15S0, se pasaron definitivamen-
te la capital y la silla apostólica á Valladolid.
Tzintzuntzan fué fundada por los tecos, en la rivera sudeste del lago de Pálz-
cuaro; y por la asombrosa cantidad de colibríes que hav allí, le inisieron ese nom-
bre, que, como hemos visto, equivale al nombre mexicano Iluitzitxilla.
Carlos V, por cédula de 28 de Septiembre de 1534-, declaró que Tzintzuntzan
se llamase «Ciudad de Michuacan, con el goce de primicias, privilegios é inmuni-
478
dades de ciudad,» pero como los de Pátzcuaro, en razón de haberse pasado allí
el asiento del Obispado, pretendiesen la preeminencia, el rey Felipe II confirmó
los títulos y antigüedades de Tzintzuntzan como ciudad de Michuacan.
(15) En la sierra de Nahuachín y Faradio hav un punto cpie se llama Ohhpo
Tirccua. que quiere decir «lugar donde comió el obispo,» y lo llaman así sólo por-
que una vez, pasando el señor obispo Quiroga por allí, se detuvo en aquel lugar
para tomar algíin alimento. Tan grande así es el amor de los tarascos al vene-
rable Ouiroga, y tan grande el recuerdo qtie conservan todavía de su memoria.
(16) El inmortal obispo de Michoacán, D. Vasco de Quiroga, importó á la
Nueva España c\ plátano, lo plantó en Ziricuaretiro, j'de allí se propagó á todo
el país.
Un biógrafo del ilustre obispo, citado por el Dr. A. Feñafiel, dice á ese pro])ó-
sito: — «determinó traer consigo, el obispo Quiroga de la isla de Santo Domingo,
«donde estuvo á hacer agua (á su vuelta de España, en 1547), algunas plantas.
«Y de hecho sabemos que hasta esta provincia traxo cinco, las cuales puestas en
«ini terreno, cpie consideró á propósito, han midtiplicado progresivamente, se
«plantaron en Tziriquaretiro, cerca de Taretan, lugar sin duda el másacomoda-
«do por la semejanza en el temperamento con la isla de Santo Domingo.» En otro
lugar dice el mismo biógrafo: — «Aquí fué donde se dieron los primeros plátanos
«de la Nueva España, y de aquí se ha llenado toda ella.»
(17) A propósito del pueblo de Paracho, es digno de conocerse lo que refie-
re el Gral. Vicente Riva Palacio para ponderar la veneración que tienen en at[uc-
llos lugares por la memoria del ihistre obispo D. Vasco de Ouiroga. *
Dice el ilustre historiador: — «En el año de 1866, en tiempo de la guerra con-
«tra los franceses, pasaba yo con una división de infantería por la sierra de Fara-
«cho, y en un punto en que el camino se ensanchaba formando una pequeña pla-
«zoleta, descubrí un pequeño altar ó monumento rústico de cantera, de im poco
«más de un metro de altura 3' sin adorno de ninguna clase; por delante y al pie
«de este monumento el terreno estaba algo hvindido formando una pequeña
«oquedad, como esas que se ven en los caminoscarreteros muy transitados y po-
«co cuidados; la curiosidad me hizo detener; procuraba buscar algo que me indi-
«cara el objeto ó el origen de aquel monumento, cuando vi desprenderse de las
«filas á muchos soldados que llegaban corriendo y sin atrepellarse, metían el pie
«derecho en aquella oquedad del terreno y volvían á tomar su colocación en la
«columna. Muchas mtijeres hicieron lo mismo, y si llevaban niños cargando, los
«ponían en tierra y les hacían meter también el pie derecho; uno de los oficiales
«me explicó lo que aquello significaba. »
«Pasando una vez á pie por aquel kigar el obispo Ouiroga, por ser tiempo de
«aguas, el terreno estabafalso,y aldar un paso se le hundió el pie derecho dejan-
«do marcada profundamente la huella. Desde entonces, y hace más de trecientos
«años, aquella huella se ha conservado, porque desde entonces cuantos indios pa-
«san por allí van á meter el pie derecho en aquel agujero, y con objeto de que no
«vacilen ó pierdan el lugar se colocó aquel rústico monumento.»
(18) En Zitácuaro sufi"ió el insurgente D. Ignacio Rayón una derrota por las
* V. el fin de estas notas.
479
tropas realistas al mando del feroz general Calleja. Después del triunfo, 2 de
Enero de 1812, mandó Calleja qvie todos los vecinos abandonaran la ciudad pa-
ra que á la salida del ejército fuese reducida á cenizas. El conde de casa Rui fue
el encargado de la ejecución de este bárbaro decreto. Antes de salir de la ciudad
las tropas del re^-, se les concedió licencia para saquear todas las casas, y después
de haberla abandonado, siniestros resplandores se alzaron por los cuatrosjpun-
tos, y las llamas consumieron en pocas horas ala noble Zitácuaro convirtiéndola
en informe y negro montón de ruinas calcinadas. ¡ Qué amor nos tenían mies,
tros padres los gachupines! ¡Con razón Alamán los elogia tanto!
El señor Lie. E. Rviiz dice que Zitácuaro se compone de zitacua, medida de
sembradura de maíz (dos fanegas) y de ro, lugar; de suerte que en náhuatl co-
rresponde á nanbcaaubacalnulpa, que significa «cuatro medias fanegas de sem-
bradura.»
(19) Fué ima de las poblaciones conquistadas á los chichimecas en el año
del54-(). Esa conquista fué consumada por los PP. Agustinos. El provincial de
éstos, Fr. Diego de Chávez, hizo un lago artificial, en 154S, desviando las aguas
del río Lerma, y con ese inmenso caudal de agua, 50 millones de metros cvibicos,
se han regado los terrenos del Bajío, cerca del Valle de Santiago. El vaso de esa
laguna es un cráter apagado, de los varios que hay en el Valle de Santiago, que
llamaban Hapúnclaro, «Laguna;» pero cuando el P. Chávez empezó á formar el
lago artificial, arrojaban en dicha laginia los cadáveres de los que morían en los
trabajos, y desde antes echaban también en ella los cadáveres de los que mo-
rían en la guerra de conqiiista. Por esta circunstancia llamaron después al lago
y también al pueblo Yuririahapúnclaro, que significa «Laguna de Sangre.» El
actual gobernador de Guanajuato, Sr. Obregón González, ha iniciado última-
mente la obra de construir un gran dique que aumente la capacidad de la lagu-
na para que pueda suministrar ciento veinte millones más de metros cúbicos
de agua. *
El insurgente D.José M. Licéaga, huyendo de la persectición que le hacía el
jefe realista D. Agustín Iturbide, se retiró, en 1812, á la laguna de Yuririapúnda-
ro, donde fortificó á toda prisa los dos islotes que en aquella se hallan, y dio su
nombre al de mayor extensión. Licéaga los unió con una calzada de tres varas
de ancho, y en ésta y los islotes mandó abrir fosos y levantar parapetos y esta-
cadas, Iturbide empezó por batir á las nuinerosas partidas que, diseminadas á
orillas de la laguna, tenían la misión de apoj'ar á los defensores de los islotes, y
las destruj'ó en 19 acciones de guerra consecutivas; fusiló sin piedad á cuantos
prisioneros cayeron en su poder, y pudo situar su campamento á tiro de cañón
del islote mayor. En la noche del 31 de C)ctubre asaltó la fortificación, y tras la
débil resistencia que opusieron los independientes se rindieron desarmados y ven-
cidos. De los defensores de la isla no escapó ninguno, pues los que no cayeron en
manos de Iturbide, que fueron fusilados, perecieron en el agua, á la que se arro-
jaron.
Con esta catástrofe quedó confirmado el nombre de Laguna de Sangre que
desde la conquista se les dio á aquellas aguas.
(20) El Sr. Pedro González dice que Uriangato no significa «Donde hay ba-
ños termales,» como se dice en la «Nomenclatura Geográfica de México,» pues ni
* V. al fin.
-J80
en los contomos hay tales baños. Segrin el Sr. González, Vriangato significa
«Donde el sol se pone levantado,» porque el pueblo está situado en la cuenca que
hacen los cerros del Capulín, del Comal, y de Ciipuato, los que impiden ver ple-
namente la salida y la ocultación del astro. Tal significación se dice en mexica-
no Tountiiihicalaqiiian occüc-í/ct/j, lacual, por no caber en un solo vocablo, no la
pusimos en el Diccionario.
(21) Fué ñmdado este pueblo con indios hiiachichiles, en 12 de Noviembre
de 154.2. »
A Péniamopertenece la hacienda de Corralejo de qvie fiíé administradorel pa-
dre del cura Hidalgo.
(22) Es más aceptable la segunda significación de Irapiiato, porque el Sr.
Pedro González, de quien la tomamos, dice que la población se ubicó en una su-
perficie cóncava, donde el agua del subsuelo está á muy poca profundidad, al gra-
do de que en el antiguo panteón, para hacer las inhumaciones, había que desa-
guar las cepas ó que echar los cadáveres en el agua.
Irapuato fiíé fundado por españoles el 15 de Febrero de 154-7.
(23) Refiriéndose á Silao, dice el Sr. Pedro González: — «Ha sido imposible
«descifrar la etiinología de este nombre: mientras el Sr. Dr. Romero inanifiesta que
«viene de una planta umbelífera que allí se produce, pero que no se conoce; la co-
«rrupción de Siralnia parece que es el origen de las voces silaguay sinagiia, pvies
«los primeros pobladores escribían y designaban ala población, llamándola San-
'tiago Silagua, aunque sinagua procede de tzinacua, y silagua de s/ragr/a, la hu-
«mareda. ¿Se podría conjeturar que la población otomí primitiva era este kigar,
«donde el vapor del agua caliente hace una perpetua humareda y es puntoenque
«se curan enfermedades? ¿Cuál de los nombres debiera aceptarse?»
En 1553 D. Francisco Cervantes Rendón, con siete familias de españoles y
otras de indios otomíes, formó una congregación que lué el nilcleo de la actual
Silao.
(24) El Sr. Lie. D. Eduardo Rniz dice que Tiiricato se compone de tvri, ne-
gro, v de huato ó huata, cerro, y que significa Cerru negro.
* V. las Rectificaciones.
RECTIFICACIONES
En la pág. 4-60 dice Paracbo (19); léase Paracbo (17).
, ,, ,, Paízcoaro (11); léase Patzcuaro (9).
„ „ „ 461 „ Pén/aíjjo (23); léase Pén/amo (21).
,, ,, 464 ., Taretnn (13). No hay nota 13 en el oriojinal.
XYIII Concreso Internacional de Americanistas.
ESCRITURA PICTÓRICA
MEMORIA roK
FRANCISCO DEL PASO Y TRONCOSO.
Dc^'^
t\%'^
^^^s~
EL CÓDICE KINiaHOROEGII. ALGO DE LO (ILli NOS ENSENA.
Espero se apruebe por los americanistas la iledicatoria (jue del «Me-
morial de los indios de Tepetlaoztoc» hice á uno de sus antiguos po-
seedores, el noble y malogrado Kingsborough, víctima de su altruis-
mo, á quien no se había hecho, hasta ho}-, el homenaje de un Códice
que perpetuara su memoria entre los estudios; á los que hizo él tanto
bien poniendo en circulación la primera obra monumental en que las
pinturas indianas tuvieron preferente lugar, cjuedaron coleccionadas
formando serie, v se pudo hacer de ellas, por lo mismo, un estudio com-
parativo que dio grande impulso á los estudios americanistas en gene-
ral. Defectos tuvo y grandes la obra; ]3ero son im¡)utíibles nuis bien
que á Kingsborough yá suscolaljoradores, al atraso de la época y á la
ineficacia de los medios entonces empleados para la reproducción de
originales de a(juel género. La intención de Kingsborough fué sanísima;
su concepción del plan de ki obra resultó grandioso 3- admirable para
el tiempo en que se llevó á cabo, y nuestro agradecimiento á Lord
Kingsborough debe ser ilimitado, por haber sido él, con el Duque de
Louhat, los dos grandes propagadores del Americanismo, bien que no
haj'an recogido uno y otro el mismo tributo de consideración de sus
contemporáneos respectivos. Al Duque de Loubat, por justos títulos:
como gran Alecenas, como protector del .americanismo y de los que á
él se consagran, profesámosle afecto sin límites, y por él sentimos gran-
.\.NALES. T. VI.— 61.
484
(le admiración, y nos inspira prutuntlo respeto, mientras que los coetá-
neos (le KinLísljoroiiLíh vieron su olira con indiferencia, y no estimaron
el saeriticio ([ue aquél procer había hecho en aras de la Ciencia, de la
cual murií') mártir, á raíz de haber agotado en su empresa, con la inte-
liiiencia, su fortuna, y de haber perdido con la libertad, su salud. Recibíi
])ues, en desagravio, este pequeño tributo que á su memoria dedico; 3'
cuando los estudiosos hojeen este Códice que lleva su nombre, pongan
el pensamiento en aquel joven malogrado, y consagren también á su
memoriíi un recuerdo afectvxoso. (|ue bien lo merece de todos nosotros.
Dicho esto, entremos en materia.
Como cjucda escrito en el aviso puesto al respaldo del forro del cua-
derno en que se ha publicado la reproducción fototípica del Códice, á
esta edición .seguirá un 2° Cuaderno con la traducción paleográfica y
lui comentario extenso del mismo Códice. Actualmente me limito, por
lo mismo, á dar una ligera idea del partido que se puede sacar del Me-
morial de agravios elevado al Alonarca español por los indios de Te-
petlaoztoc contra los encomenderos del pueblo. — Ante todo, hablaré
brevemente del Códice mismo, diciendo que su estado de conservación
deja nmcho que desear; pero, con todo y eso, la reproducción se ha he-
cho esmerada y fielmente, gracias al empeño de tres buenos artistas:
Air. Donald Alacbeth, en Londres, y los Señores Hausen y Alenet en Ma-
drid. Hay en el Códice tres ninneraciones, dispuestas por folios de dos
páginas, y todas, por motivos que diré al dar á luz el comentario gran-
de, tuve qtie desecharlas, poniendo arriba numeración ni:eva por pla-
nas ó páginas, á lo cual me voy á referir en el esbozo de comentario,
hecho al correr de la pluma, que tengo la honra de ofrecer al Congreso,
con el testimonio de mi profundo respeto.
;yuc nos enseña este Códice?, dirán los escépticos. ¿Qué podemos
aprender en el examen de las quejas que serranos campesinos recién
convertidos elevaban, tosca y rudamente, contra sus encomenderos, en
odio tíd vez á la raza que los haljíaíUjminado? Aquí repito lo cjue hace
veinte años, con motivo del ((Códice de Santa Catarina Texúpan,» dije:
que no ]ior ser aquél, sencillamente, un cuaderno de cuentas, hechas en
pueblo de poca importancia, dejaba de tener interés en el estudio de
varias cuestiones referentes á la Antigüedad indiana, y entonces lo de-
mostré con ejemplos. Así quiero hacerlo ahora, con la posible breve-
dad, repitiendo lo que dije aquella vez, y agregando: que tiene más im-
l)ortaneia el Códice tepetlaoztocano que aquel otro, puesto que ateso-
ra datos históricos, y que, hasta de la entraña desús quejasy agravios
brotan muchasenseñanzas; además, aparte de todo eso, el Códice Kings-
boríjugh nos enseña, de luego á luego, lo que habían aprendido los in-
dios por la observación simple de lo que veían practicar á los españo-
les, imitando sus procedimientos y métodos.
Tenemos como ejemplo sus adelantos en pintura revelados por este
Memorial. — Dibujan los indios en sus Códices prehistóricos figuras hu-
485
luíin.'is rÍL;i(1;is,cn actitudes forzadas, faltas de flexüiilidad en los movi-
mientos, con semblante sin expresión, y sobre aqiiellíis liguras exten-
dían los colores por igual, sin tener en cuenta los efectos de luz y som-
bni, como cjiíiera ([ue no habían puesto línea secundaria ninguna en el
semblante, ni pliegues en el ropage. Pero vieron, después de eoncpusta-
dos, las pinturas espafiolas, y, sea que por afición las imitaran, sea (|ue
les enseñaran ]os]5rocedimientos nuevos — C|uedetodo hul)o, i)or(|ue los
misioneros pusieron también escuela de pintura — el hecho es cjue se asi-
milaron los indios el arte de sus dominadores, é introdujeron en su' es-
critura figurativa lo cjue, ])or ajena enseñanza ó por sí mismos, haliían
aprendido. El Memorial Tepetlaoztoc es un buen ejemplar de lo que
digo, pues, bien examinada la pintura y analizado su desempeño, debo
confesar (¡vie, de todas las escrituras figurativas que por mi mano han
pasado, es una de las más perfectas y acabadas, admirándosela finura
de la ejecución, la corrección de varias figuras, la exacta expresión de
los sentimientos (|ue animan á muchas de ellas: poseídas de la cólera,
como el Factor Salazar {púg. 54); ó afectadas por el dolor, como el in-
dio á c|uien está maltratando {ibid.); ó revestidas de la gravedad ])ro-
pia de un juez, como las figuras de Vergara y el Doctor Ouesada {[)])■
70 y SS) : están bien pintados los ropajes y representados con viveza la
brillantez de los colores y bástalos visos que hacían; finalmente, no era
el indio que acjuello dibujó é iluminó un pintor vulgar, sino verdadero
artista, que se asimilóy adoptó, en mucha i)arte, losprocedimentos eu-
ropeos. Acertó perspicazmente á representar, aún, el diverso estado de
ánimo en los f|ue realizaban un mismo acto, verbigracia, el de cruel<l;id:
compárese la faz airada y actitud mcjvida de aciuel impulsivo que fué
Gonzalo de Salazar (pág: 54), en cuyo semblante se retrata la cólera y
que proyecta su cuerpo adelante, con la posición erguida,y la expresión
duray fría de aquel par de bellacos, Espinosa 3' Luis Vacfi (pp. 44 y ó'O),
sirvientes del Factor, y se verá claramente cómo quiso decir el jiintor
f|ue los criados eran más perversos que svi amo: nótese además (|ue,
también á postura erguida, la misma expresión de frííi dureza se retra-
taba en el sembrante de aquel otro sayón, criado de Cortés {pág. 1 7),
que atormenta con fuego á 4- indios principrdes, y se verá de nue\ o (nu-
la opinión del pintor acerca de los criados dclosencomenderos<'itril)uía
mayor crueldad á sus actos, ejecutados á sangre fría, cjuc á los (|ik-
procedían de un ímpetu de cólera, irresistible á veces en el amo.
Este Memorial puede, así mismo, prestar un buen servicio á la Ico-
nografía, y es otra de las enseñanzas que nos resultan desu estudio, ¡jor-
que tenemos en él ima verdadera galería de retratos tle ])ersonajes his-
tóricos, algunos de los cuales desempeñaron papel mu}' princijjal en los
acontecimientos de aquel tiempo; y no se me diga que debemos descon-
fiar de ellos por venir de cjtiien vienen, que otros hay más dignos de des-
confianza por ahí, sin tener esa procedencia. La mayor ptirte de los
retratos contenidos en el Memorial no figuran, cjue \'o sepa, en galería
486
ninguna, de modo que vienen á llenar lui vacío y tienen para nosotros
el mérito, siquiera, de haber sido pintados por contemporáneos que co-
nocieron <á los ]iersonajes, y no se inventaron de cuerpo entero desptiés,
como varios de aquella edad C|ue jjor ahí corren: con estos retratos del
Códice Kingsborough podemos decir, por lo menos, cómo representa-
ban los indios á sujetos españoles, coetáneos, mientras que los otros
retratos que dije carecen de pruebas fehacientes que los acrediten. — Del
célebre personaje que fué Gonzalo de Salazar; de los gobern.'intes de
Nueva España en aquella época, sin duda él más traído y llevado, por
sus actos de arbitrariedad y jjor el arrojo con que los acometió; de él,
digo, hay varias figuras, alguna con semblante plácido ipág. 64), como
qijiera que andaba solicitando un concierto con los indios áél encomen-
dados, á fin de que le proporcionaran víveres y otros efectos que necesi-
taba para ir á la guerra de Xalixco; pero la figura es demasiado peque-
ña, 3' A'O le preferiría la otra ya citada (pág. 34), porque nos le deja ver
tal como era, dominado por sus propensiones impulsivas 3' nos le figu-
ra en la propia edad que debía tener entonces, cuando había 3'a echado
canas. — Otro personaje que formó parte de los Consejos de Gobierno de
Nueva España, el Doctor Antonio Rodríguez de Quesada, quien fué con
el tiempo gobernante de Guatemala, también tiene aquí su retrato (pág.
88), sentado el sujeto ensilla de brazos, gravemente desempeñando su
cargo, con vara de justicia en mano. Fué durante varios años Oidor
de la Audiencia de México, en tiempo de los Yirre3-es Mendoza 3- Velas-
co el Viejo, jiasando más tarde, por sus merecimientos, como Visitador
á Guatemala, de la cual Audiencia se le nombró, el año 1555, Presi-
dente, 3' desempeñando ese alto cargo acabó su vida, unos dos ó tres
años después. — Personas de menos importancia, pero de nombre bien
conocido, también figuran, retratados por los indios, en este Códice:
Miguel Díaz (pág. 22), conquistador, uno de los encomenderos del pue-
blo; Diego de Ocampo (pág. 18) que le precedió en la encomienda, per-
sona bien conocida cjue vino á Nueva España con Don Hernando Cor-
tés 3' fuédelosprimeros conquistadores; por último, Juan Sánchez (pág.
16), criado de Cortés 3' también conqujstador de los primeros.
Ha3- que convenir, sin embargo, en que las páginas del Códice que
ma3'or interés ofrecen son las doce ó trece del principio, que registran da-
tos históricos y geográficos déla época prehispánica, interesantísimos.
— Líi páginíi 1" esundibujo, sin acabar, de Tetzcoco 3-sudistrito. La ca-
becera tiene un determinativo harto singular, formado por altos riscos
cerca de los cuales ha3^ un hondero: su condición de metrópoli queda
expresada en las otras dos figuras que á los lados tiene, y son dos ce-
rros con tigre 3^ águila encima, indicando que allí radicaba el señorío 3'
nobleza (Cuauhtli Océlotl) de aquella tierra: el determinativo geográ-
fico de Tetzcoco se robustece con otros parecidos queha3^ en el «Códice
cruciforme» del Atlas Boban (pp. XV-XVII). La principal población
del distrito de Tetzcoco, allí dibujada en preferente lugar, es Cnntl—idwn,
487
con determinativo característico, donde se vea la culebra, Coatí, echa-
da junto á las gradas de un íenii)l(j cuyo techo es puntiagudo, como si
aquella fuera su habitación, ichan. Vénse allí también los pueblos de
Papalotla, Soltépcc y otros; pero Tepetlaoztoc no figura en el cuadro,
faltando así en esta página. La jjlaiia útil que sigue, por estar la inter-
media en blanco, es la página ó'<! y ésta, bien que no lo parezca, es la
misma página 1" en la (jue faltan 3-a Tetzcoeo, Soltépecy otros varios
pueblos; pero subsisten Papalotla y Coatl-ichan, con su determinati-
vo propio, esdecir, el mismo templo de techo puntiagudo, solo qtie á su
I)ie no está la culebra. Hay en el cuadro hermosísimos detalles y acci-
dentes de bosques y montañas, de riscos y barrancos, de arroyos ó cur-
sos de agua y caminos, que dan al cuadro interés positivo: allí figura
ya Tepetlaoztoc, estando su jeroglífico, bien conocido, en una punta ó
remate ó extremo de serranía, y en lugar preferente, representando así
el cuadro todo, á Tepetlaoztoc y su comarca. Con estas dos páginas
quisieron los indios del Memorial, en cierto modo, localizarse, para (pie
se tuviera conocimiento de quienes lo escribían, desde qué lugar, y cuál
era la provincia ó distrito (Tetzcoeo) á que pertenecían.
En las cuatro planas que siguen (pp. de 4 á T) han pintado la ge-
nealogía de sus caciques, con la prole del que gobernaba cuando los es-
pañoles llegaron; cada personaje con su determinativo propio, en lo
cual hay riqueza silábico-figurativa, como también la ostenta una se-
rie de aldeas ó estancias que servían á sus cacicpies, y cada una de las
cuales viene acompañada de su determinativo geográfico, y del número
de tributantes que allí habitaban. En la página 4". una hermosa com-
binación de figuras de brillantes colores representa el jeroglífico del pue-
blo, en que hay elementos silábico-figurativos redundantes, con los
cuales el nombre se puede fácilmente deletrear: Te (labio,) petl (estera,)
tía (diente,) óztoc (en la gruta.) Las dos planas 6x7 son tal vez las
más iniportantes del Códice; colocándonos en el punto de vista histó-
rico, ¡jorque registran la serie de sus caciques, desde los ¡primeros
que vinieron á fundar el pueblo, hasta el que gobernaba cuando el Me-
morial se hizo, formando una serie de ocho señores, cada uno con su
nombre respectivo en elementos silábico-figurativos, que fácilmente se
deletrean. Las figuras están hermosamente dibujadas é iluminadas,
viéndose á los dos primeros caciques llegar como vagabundos, vestidos
de pieles, dispuestos para la caza; _v á los que siguen, ya sentados, y
ofreciendo con el curso de los tiempos un modo de ser más culto, reve-
lado por svis trajes de tela, y asientos de resijaldo.
Finalmente, la parte que tiene datos prehispánicos referentes á la
Historia termina con 6 planas (pp. 8-13), la última ocupada con una
larga é instructiva inscripción, las cinco primeras con veinte figuras de
indios sentados dispuestas á 4 por página, cada personaje con el deter-
minativo de su nombre, 3' constituj'cndo los 20 la enseñanza más origi-
nal del Códice, porque nos revela cómo estaba organizado aquel pueblo,
488
que, además de su Señor iiíitural, tenía 20 mayorazgos, heredando de
padres á hijos la dignidad, que les constituía en proceres de aquella
sociedad, libres de pecho y servicio, 3- al contrario, servidos como el Se-
ñor mismo, por aldeas que les proporcionaban el sustento y comodida-
des de la vida. Es una revelación documentadadelo que significan esos
nombres de pueblos en donde un ntimero está siempre combinado con
un sufijo geográfico, sin otro aditamento; verbigracia: el nombre Chi-
conauh-tla, lugar del 9, ó el de Cempoal-lan, lugar del 20. Así nos expli-
camos lo que realmente quieren decir esos nombres geográficos, 3- to-
mando como ejemplo el segundo, Cempoal-lan, ó Cenipoala como noso-
tros decimos corrientemente, loque significará es: que había en el pueblo
de referencia 20 señores de 2" categoría, como si dijéramos: una cla-
se de senadores vitalicios ó por derecho propio, cu^'o número nopasal^a
de 20, y que transmitían sus títulos 3- prerrogativas de padres á hijos,
á manera de ma3'orazgos.
Aquí terminan los datos prehispánicos, 3' conclu3'e también el esbo-
zo de comentario, que deja mucho en el tintero, de capital interés, por
la tiranía 'del tiempo 3' el temor de cansar á los Señores Congresistas
con las nuevas divagaciones que serían necesarias para comentar las
primorosas figuras que todavía encierra el Códice dedicado por mí á la
memoria del Lord Kingsborough. La difiero para el 2'' Cuaderno de
la edición.
Madrid, Mayo de 1912.
.\utorizo I.'i [lublicacióii.
Troncoso. — Rúbrica.
DOCUMENTOS
RELACIONADOS CON LA HISTOKLV DE
MÉXICO
EXISTENTES EN LA NIEVA
BIBLIOTECA PUBLICA DE NUEVA YORK
TRABAJO PRESENTADO POR EL SOCIO
SR. PROF. D. ALBERTO M. CARREÑO
4-^í
ü^'^\
En el últinu) viaje que acabamos de haeer á la metrópoli america-
na tnvimos el propósito de buscaren la Biblioteca de la ciudad de Nue-
va York, elementos que nos sirvieran para el estudio que hemos em-
prendido acerca de las cuestiones de límites de México y los Estados
Unidos; y al efectuardicha busca, encontramos cjue existen muchos ma-
nuscritos que seguramente habrán de ser de positiva utilidad para la
historia de México, aun cuando algunos de ellos no sean originales si-
no copias, bien que, en su mayor parte, antiguas y tomadas de archi-
vos tan importantes como el de Simancas, el Escorial, etc.
Pero antes de hablar de los documentos en cuestión, creemos perti-
nente dar una ligera idea de lo que es este edificio público.
La legislatura del Estado de Nueva York expidió un decreto en 19
de mayo do 1897, acordando la erección del mencionado edificio, en el
cual habrían de concentrarse la antigua Biblioteca de Nueva York y las
fundaciones llamadas Astor, Lenox y Tilden.
El sitio elegido para la Biblioteca está ubicado en un solar situado
entre las avenidas quinta y sexta y las calles 40 á 42.
Colocando la iDrimera piedra del edificio en 10 de noviemljre de
1902, la Biblioteca fué abierta al público el día 23 de mayo de 1911.
El edificio es un rectángulo de 390 pies de largo por 270 de fondo y
tiene, además del sótano y de un piso bajo, tres pisos superiores. El
área total del edificio es de ciento quince mil pies cuadrados.
Este edificio contrasta en gran manera con el de la Biblioteca del
Congreso situada en Washington, porque la ornamentación es de una
severidad completa 3' no haj' los frescos y mosaicos que se encuentran
en la última de las citadas bibliotecas; pero la suntuosidad del edificio
es notable, porque el mármol se ha prodigado á manos llenas 3^ los mu-
ros, las escaleras, los pavimentos, todo es de mármol y las puertas, las
lámparas, etc., de bronce.
Anales. T. IV— 62.
492
Llama la atención principalmente en este edificio, que á la inversa
de lo que ocurre en muchos otros establecimientos americanos, la Inz
natural alumbra de modo perfecto todos los departamentos interiores, y
aun cuando es posible que haya algunos en los que la luz artificial sea
necesaria durante del día, nosotros no llegamos á ver ninguno, en las
diversas ocasiones cpie estuvimos en la expresada Biblioteca.
Tamlíién es digno de notarse que, independientemente del salón
principal de lectura, hay otros muchos especiales, en los que uno puede
obtener libros sin necesidad de ocurrir al salón principal. Así por ejem-
plo: c[uien desea consultar libros raros ó manuscritos, puede ocurrir al
departamento respectivo, de las diez de la mañana á las seis de la tar-
de, y allí se le proporcionan; y sólo después de cada hora, y hasta las
diez de la noche, tendrá necesidad de acudir al salón principal de lectu-
ra para pedir en él los libros raros ó manuscritos que pretenda consul-
tar.
La literatura judía, sea otro ejemplo, tiene también su deioartamen-
to especial de lectura, como lo tienen los documentos públicos, es decir,
los documentos del Gobierno, y muchos otros libros.
En esta Biblioteca, como sucede en varias otras americanas, se acos-
tumbra lo cjue todavía nosotros, por desgracia, no podemos hacer, 3-
(jue resulta por extremo conveniente para lectores que carecen de tiem-
po para acudir á la Bibliotecíi.
Quienes tienen domicilio conocido, ó, sin ser residentes en la cividad,
dan la referencia de personas con domicilio fijo en Nueva York, que las
abonen, pueden sacar los libros para u.sarlos en sus casas, para lo cual
tales lectores son provistos de tarjetas especiales. En el piso bajo se
obtienen tales tarjetas.
En este mismo piso se encuentra el salón de periódicos antiguosj-a
empastados, así como el de lectura para niños, puesto que en los salo-
nes generales sólo pueden considtar libros los niños de diez y seis años
en adelante, salvo que estén acompañados por algún adulto.
En el primer piso superior se encuentra el salón para recibir visitas,
el destinado para la exhibición de libros, mapas y mantiscritos raros, el
departamento de periódicos de actualidad, la Ijiblioteca para ciegos, la
tecnológica y la de patentes, así como algunas oficinas.
En el segundo piso están las oficinas del Director y Subdirector, las
biljliotecas eslava, judía 3' oriental, 3' los departamentos consagrados
á «Ciencias,» «Economía Política 3^ Sociología» 3' «Documentos Públi-
cos.»
En el tercer ¡siso se hallan el salón principal de lectvira 3- el departa-
mento de catálogos.
En dicho departamento están catalogados todos los libros de la
Biblioteca por medio de tarjetas, que es, sin duda alguna, el más apro-
piado sistema para la formación de grandes catálogos.
Ha3' en este salón mesas, primorosamente talladas por cierto, en
493
donde el lector puede llevar las cajas qvie contienen las tarjetas 3' allí
buscar cómodamente el libro que desea, ya por el nomljre del autor ó
3-a por la materia especial que necesita; pues las tarjetas están ordena-
das por orden alfabético de autores y de materias.
En el salón principal de lectura existen, á lo largo de todos los mu-
ros, estantes en los cuales se encuentran libros de historia, de sociolo-
logía.dc lingüística, etc., que los lectores puedan tomar á voluntad, con
la obligación de reponerlos en sus lugares, tan pronto como hayan
concluido sus consultas. En este salón, donde los lectores que desean li-
bros que estén depositados en otro lugar, presentan sus boletas de so-
licitud respectiva, y en un período no mayor de quince minutos, según
lo indican avisos especiales, debe recibir el solicitante la obra pedida.
Las remisiones de libros .se hacen por medio de un mecanismo de aire
comprimido, de igual modo que se efectiía en la Biblioteca de Wash-
ington.
En el mismo piso tercero están el salón llamado Stuart, porque en
él se conservan los valiosos donativos de Air. Robert S. Stuart en pin-
turas, grabados y otros objetos de arte; el departamento de libros so-
bre arte y arc|uitectura; el de libros sobre imprenta; el de mapas; el de
historia americana; el de genealogía A' el de mvisica, así como las gale-
rías de pinturas.
Debemos hacer especial mencióndelSr. John B. Elliot, del «Departa-
mento de libros raros y manuscritos,» que con amabilidad exquisita .se
sirvió facilitar nuestras pescjuizas.
La circunstancia de que nuestro buen amigo el Sr. Ministro D. Vic-
toriano Salado Alvarez hubiera escrito una «Breve noticia de algunos
de los manuscritos de interés histórico para México, qvie se encuentran
en los archivos y bibliotecas de Washington, D. C.» nos sugirió la idea
de adicionar, ya que no completar el trabajo del Sr. Salado Alvarez,
publicando la lista de los manuscritos de interés histórico para Méxi-
co que se hallan en la citada Biblioteca de Nueva York, atmque muchos
^'•a son bien conocidos y algtmos corren impresos desde hace tiempo.
Dice Salado Alvarez en el folleto, y con razón, que es por extremo
conveniente indicar las diversas fuentes dondelos historiadores pueden
encontrar elementos para sus trabajos, 3- nosotros estimamos que esun
deber patriótico de todos los hombres cultos que viajan por el extran-
jero procurar, hasta donde sea posilile, catalogar, por decirlo así, aque-
llo que pueda ser de utilidíid para ki historia de México.
Por desgracia el tiempo de que podíamos disponer para examinar
los documentos que inmediatamente nos interesaban para el estudio á
que antes hemos hecho referencia, era muy corto 3-, en consecuenciíi, tu-
vimos necesidad de dividirlo para llenar ese objeto 3^ para poder cum-
plir nuestro propósito de formar el expresado catálogo. Por este moti-
vo vamos á presentar sólo una sencilla nota bibliográfica, que resulta
de consultar el catálogo especial que tiene formado el «Departamento
494
de libros raros y manuscritos,» aunque sin hacer un estudio detallado de
todos los manuscritos mencionados. Si llegamos á realizar algún otro
viaje á Nueva York procuraremos hacer un examen tan cuidadoso co-
mo sea posible.
Debemos, sí, agregar que la mayor parte de los manuscritos cita-
dos, que existen en la Biblioteca de Xueva York 3- que antes estallan en
el departamento conocido por Lenox Lil^rarv, corresponden a la «Co-
lección Rich.»
La parte más considerable de la citada colección fué formada por
D.Antonio de Uguina, de Madrid, y comprende casi todos los docu-
mentos coleccionados por su amigo Muñoz para escribir la Historia
del Xuero Mundo, de la cual sólo se publicó el primer volumen. Tam-
bién Xavarrete, amigo de Uguina, le proporcionó muchos de los ma-
nuscritos que había obtenido para escribir su «Colección de Yiajes.» A
la muerte de Uguina, Temaux Compans, de París, coleccionador de
manuscritos relacionados con la América española, adquirió toda la
colección del citado Uguina, que pasó después á poder de Mr. O. Rich,
quien la adicionó con algunos manuscritos pertenecientes ala colección
de Lord Kingsborough y con algunos otros C|ue él había obtenido en
España.
Mr. James Lenox, á su vez, adquirió la citada colección compuesta
de ciento cuarenta y dos volúmenes, empastados en piel, en el año de
1848.
El «Departamento de libros raros y manuscritos» tiene form.-ido un
catálogo especial de los manuscritos que se relacionan con México y la
América Central; pero nosotros hemos modificado aquel catálogo, agre-
gándole algunos otros documentos qiie, sin duda alguna, tienen gran
interés para nuestra historia, tales como la correspondencia de Jack-
son relacionada en gran parte con la cuestión de Texas, una colección
de documentos relacionados con la campaña del 46 al 48, algunas car-
tas dirigidas á Poinsett, y algunos manuscritos referentes á lenguas in-
dígenas, bien que, como ya asentamos antes, hay manuscritos de los
que se conservan en aquella Biblioteca, ciue ya corren impresos.
Salado Alvarez, en su citado folleto, intitulado «Breve noticia de al-
gunos manuscri.tos de interés histórico para México, que se encuentran
en los archivos y bibliotecas de AYashington, D. C.,» asegura que «en
la librería de la Pennsylvania HistoricalSociety se encuentran íntegros
los papeles de aquel famoso Joel R. Poinsett,» y como podrá verse,
nuestro amigo, á ese respecto, no consideró los que se hallan en la Bi-
blioteca de Nueva York.
Nosotros revisamos esos documentos que consisten en cuarenta j-
tres distintas cartas y de ellas dos, especialmente, son muy interesan-
tes: una de D. Bernardo González, nombrado Secretario de Hacienda
en 12 de enero de 1829, dirigida á Poinsett, y otra, dirigida al mismo
por Juan M. Riesgo, «Comisario General Provisional en el Estado de
495
Occidente.» Esas dos cartas prueban de modo evidente la significación
que tuvo en los asuntos políticos de México aquel Ministro americano.
En el mismo legajo donde están los papeles de Poinsett aparece un
recibo de D. Francisco Cortés Cliimalpopoca, por diez pesos, otorgado
á Fra}^ Aiiguel de San Joseph, Prior del Carmen, como interés del prin-
cipal de doscientos ]ies()S, impuesto sobre un sitio de tierras del Conven-
to de San Joaquín de Carmelitas descalzos. Como se ve, este documento
nada tiene que hacer con los papeles de Poinsett; pero es indudable
que estaba junto con la corresi)ondencia que formaba el legajo compra-
do en una venta de manuscritos notables.
Al mencionar Salado Alvarez las cartas y el diario de Polk que se
hallan en la Chicago Historical Society, asegura c[ue existe tand)icn
en la New York Public Lilirary, Lenox Branch, «un traslado mu\' fiel
del Diario.»
El ilustrado escritor á que nos referimos omitió decir C[uc también
se encontraba en la Lenox Librar}^ refundida ho3' en la Biblioteca Pú-
blica de Nueva York, una copia fiel de toda esa correspondencia, como
podrá verse en la pecjueña nota bibliográfica que hoy presentamos.
Independientemente de los manuscritos que mencionaremos adelan-
te, existen otros muchos que se relacionan, ya especialmente con los
Estados Pnidos, j'a con puntos importantes de la América Central y
Sud— América; pero creímos (jue bastaba á nuestro objeto el cnumci'ar
aqiiellos que seguramente tienen relación directa con nuestra histo-
ria, aquellos que con toda probabilidad pueden tenerla. Para hacer una
colección apropiada, sería indis]jensable efectuar ima revisión cuidado-
sa de todos los documentos citados, para entonces modificar y perfec-
cionar nuestro índice.
La Biblioteca de Nueva York publicó en el boletín correspondiente
al mes de julio de 1901 un catálogo de los manuscritos existentes, tan-
to en la misma Biblioteca como en sus diversas siicursales, y de ese bo-
letín se tomó el catálago que, como antes hemos dicho, sirve hoy en el
«Departamento de libros raros y manuscritos,» para el manejo de és-
tos por los empleados. Sin embargo, en aquel boletín, quizá por error,
no se incluj-eron algunos manuscritos pertenecientes á la colección Rich
y nosotros hemos cuidado de agregarlos en nuestro índice, tomando
en cuenta las adiciones cjuc, á su vez, han hecho al suyo los empleados
del referido «Departamentej de libros raros y manuscritos.»
Hemos traducido en muchos casos la cita del catálogo, cuando se
halla en inglés ó francés, para mayor claridad; pero dando al mismo
tiempo literalmente la parte esencial de dicha cita, para que quien ten-
ga oportunidad de pedir alguno de los mencionados manuscritos, no
encuentre obstáculo alguno.
Los manuscritos son los siguientes:
Alcedo (Antonio de), Bibliotheca Americana. — Catálogo délos Au-
tores cjue han escrito de la América en diferentes Idiomas, y Noticia de
496
su Vida y Patria, años en que vivieron, i Obras que escril^ieron. 1807.
468 11., con seis cartas autógrafas dirigidas á Alcedo. 5" Piel. — Rich.
Am.\t (Manuel). — Noticia sacadas de varios autores, istoricos, phi-
sicos, 3- sisthcmaticos del Continente de la Nueva Es])aña, desde los
paj-ses septentrionales hasta la unión de estos con la China. Tartaria
y Japón. 1754.— Copia (1780?) 80 11. 4'^ Tela y piel.— Rich.
A.MÉRiCA, Colonias Españolas. — Documentos diversos relacionados
con España y la América Española, de 1369 á 1535, copiados por Mu-
ñoz, de los archivos de la Torre de Tombo, Simancas, Sevilla, etc. Co-
pias 1785. 520 11. F? Piel.— Rich.
En la Biblioteca de N. Y.: America Spanisb Colonies.
América, Colonias Españolas. — Cartas y Documentos relativos á
Guatemala, 1532-1576; Informes acerca de la Isla de San Juan (Pvier-
to Rico) por Sedeño, 1535; entrada de los franceses en la Habana; des-
cripción de las Provincias de Tierra firme, 1514-1541; diversos docu-
mentos referentes á la Nueva Galicia, 1525-1590. — Copias de los archi-
vos de Simancas. 1783? 268 11. F'-' Tela y Piel.— Rich.
En la Biblioteca de N. Y.: America Spanisb Colonies.
América, Colonias Españolas. — Documentos 3- cartas diversos, rela-
tivos á las Indias Occidentales, España, Las Indias, etc. 150S-15G9. —
Copias de los Archivos de Simancas. 183-252 11. F" Tela y piel. — Rich.
(Inscripción: «Indias. Relaciones varias.»)
En la Biblioteca de N. Y.: America Spíinish Colonies.
América, Colonias Españolas. — Aliscelánea de cartas y documentos
refei'entes á las Indias Occidentales, los nativos, Perú, etc.; con una no-
ta de J. B. Muñoz, describiendo su plan para escribirla historia de Amé-
rica.— Copias de los archivos de Simancas \- otras varias fuentes. 1783.
262 11. F-? Tela y Piel.— Rich.
{Inscripción: «Indias. Relaciones varias.»)
En la Biblioteca de N. Y.: America Spanish Colonies.
América, Colonias españolas. — Escritos acerca de Nueva España,
México 3' sus habitantes, Guatemala, Baja California, Indias Occiden-
tales, Panamá, Perú 3' los Jesuítas en América, 1563-1827, la ma3'or
parte de tales escritos hecha en el siglo XVII. 243 11. F" Piel. — Rich. —
{Inscripción: «Indias. Documentos Originales.»)
América Ce.ntral, AIéxico, Nuevo México. — Carta de Hernando
Cortés, deTemistitan, 1526; Escritos acerca de Guatemala, Nicaragua,
Honduras, etc., alrededor de 1520-1550; Alemoria sobre las aparicio-
nes 3' el culto de Nuestra Señora de Guadalupe de México; descubri-
miento de las Siete Ciudades, 1539; Documentos acerca de Nuevo Mé-
xico, etc. Copias de los archivos de Simancas 3' otros lugares. 1783?
—356 11. F-? Tela y Piel.— Rich.
En el Catálogo de la Biblioteca: Central América, México, Nuevo
México.
Arte de lengua de las Misiones, del Río Ñapo de la Nación de los
497
infieles Oiien((ueli(>yos; Idioma .L;eiieral de los más de ese Kío Payoliua-
jes: Aneoteres: en cavellados. Juntamente tiene la doetrina Christiana
en dicha lengua, y en la del yntía: al Veníate. 1753. 75 11. 12'-' — Rich.
Ascensión (Antonio de la). — Breve relación en que se da noticia del
desevibrimiento que se hizo de la Nueva España por el Mar del Sur. —
1627. Copia 1800? 40 11. S"?— Piel.— Rich.
Bancroft (George) 3^ H.vkkis (J.G.) — Correspondencladelañode....
1887 acerca de los documentos del Presidente Polk, referentes á la his-
toria de su administración. 15 Originales y copias en máquina. 4"- Te-
la.— Bancroft.
Bk.vumont (PílIjIo dcki Purísima Concepción). — CrónicadeMichoa-
cán. — Copia (1750?) con mapas y dibujos á colores. 5 vols. F'-' Tela
y Piel.
Los dos primeros volúmenes forman la introducción y contienen hi
historia general del descubrimiento de América y de la Conquista de
México. La historia de Michoacíin se halla en los volúmenes III a V.
Para una descripción más completa, véase el número 94 del catálo-
go de venta de la Biblioteca Mexicana de Ramírez.
Existe otra copia en la colección deRich hecha probablemente en....
17S0 y le faltan los dos volúmenes de la introducción y las ilustracio-
nes. 3 Vol. F" Piel.
Bhnavides (Alonso de). — Memorialdcl RcydcEs])aña haciéndole re-
lación de Nuevo México. 1630. Traducido al Inglés por John G. Shca.
49 11. F'-' Tela y Piel.— Moore.
Bruté (S.)— Diccionario Hurón portátil. Copia.— 1850. 43 11. 4" Sin
empastar. — Rich.
Carrera (Esteban de la ) y Portugués (Manuel Alonso ) . — Conversa-
ción familiar é interesante solare el nuevo jjlan y método chic se manda
observar en el arrivo y despacho de los Navios de Filipinas, entre Don
Estevan de la Carrera 3^ Don Manuel Alonso Portugal, ambos officia-
les reales de la Ciudad y Puerto de los Reyes de Acapulco. 1770? 190 11.
4" Tela y Piel.— Rich. "
Castañed.\ de Nágera (Pedro de). —Relación déla jomada de Cíbo-
la donde se trata de acpiellos jjoblados 3' ritos 3' costumbres, la cual
fué el año de 1540. — Historia del Conde Fernando Gonzáles. Impresa.
Fechada 1596.-157 11. 4'? Tela y Piel.— Rich.
Castellanos (Juan de). — Elegías 3' Elogios de Varones Ilustres
de Indias. Segunda 3' tercera parte. Copia (1780?) 4 vols. 4" Piel. —
Rich.
{Sólo se imprimió la primera parte en 15S9.)
Cobo (Bernaljé).— Historia del Nuevo Mundo.— Copia 1800? (I),....
327, (0) 11. F'' Piel.— Rich.
Se refiere especialmente á la historia natural de América.
Colección de viajes. — Descripción de la India Oriental por Fernan-
do Magañanes, Piloto Portugués; Viaje de las Indias Orientales 3' Occi-
498
dentales por Miguel de JíUjue, 1606; Viaje de Don José Solano, Mar-
(jués del Soeorro, en las I'rovineias de Guayana. 175-i; Relación del
descubrimiento de las tierras intermedias entre los Ríos Cuchivero y
Cavira; Noticias de los Países que median entre Vera Cruz y las minas
de Guanajuaco, por Antonio L'lloa; Noticia de los minerales de Oro y
Plata que contienen las provincias de la Nueva España, 1764. — Copias.
—1780? 497 11. F"' Piel.— Rich.
CoLÓ.N (Cristóbal). — Papeles de Colón; diario de su primer viaje; con-
venio con sus Católicas Majestades; carta describiendo su tercer viaje
3' su testamento; carta de Fernando Colón á Carlos V, su declaración
acerca de los derechos de la corona de Castilla, su testamento y docu-
mentos relativos á él y á la familia de Colón. 18 copias 1780? 18 vols.
F-? Tela y Piel.— Ricli.
En la Biblioteca de N. Y.: Cohimhus (Cbrístopber).
Colón.— ^Tres cartas de Diego Colón y vina de Francisco Roldan,
Sancho Bobadilla, Juan de Trasierra, Nicolás de Ovando, Miguel de
Passamonte y Domingo de Alendoza, respectivamente, en su mayor
parte dirigidas desde Santo Domingo y relacionadas con asimtos de
las Indias Occidentales. Además una copia contemporánea de una car-
ta del Rey Manuel de Portugal.— 1500-1512. 10 cartas, acompañadas
de co¡)ias modernas, sin empastar. — Rich.
En la Biblioteca de N. Y.: Cohimhus.
Cortés (Hernando). — Carta al Emperador Carlos V fechada: «Se-
gura de la Frontera de Nueva España, Oct. 30, 1520.» Traducida al
Inglés por C. W. Montgomers-, 1831. 100 11. F"?- Rich.
Esta ñié impresa como la seg^incla carta de Cortés, y está tomada
de Lorenzana, 1770.
Cortés (Hernando). — Cartas de Cortés y documentos relativos á él,
1518-1544. Copias de los Archivos de Simancas, etc. 1782. 372 11. F"
Piel.— Rich.
Di.ÍLOGOS familiares de la Agricultura Indiana entre nn irlandés ca-
tólico y un escocés protestante. Copia (?) 1780? 317 11. Tela y Piel.
—Rich"
DuR-YN (Diego). — Historia Antigua de Nueva España. Copia moder-
na del original existente en la Biblioteca Real de Madrid, con dibujos
á colores, representando pinturas mexicanas, jeroglíficos, etc.— 2 vols.
F"? Piel.— Rich.
Echeverría (Mariano Fernández de).— Baluartes de México, rela-
ción histórica de las quatro milagrosas Imágenes de Nuestra Señora
que se veneran en la Ciudad de México, y descripción de sus magnífi-
cos Santuarios, 1778. Con notas de Francisco Sedaño; ISOl y tres
grabados. Copia (1801) 300 pp. 8- Pasta española.
EcHEYERRLv (Mariano Fernández de).— Historia del origen de las
gentes que poblaron la América Septentrional. — Copia 1800?— Dibu-
jos á colores. 2 vols. F" Piel.— Rich.
499
España. — Documentos relativos á los asuntos cs])afioIes de la últi-
ma parte del si.ylo X\'I1 y ¡¡rineipiodel W'III; documentos relativos á
América y el comercio; órdenes reales y decretos del siylo XVIII; dos
órdenes reales impresas, dos mapas grabados. — Co])ias y originales.
24.1 11. F" Piel Y Tela.— Rich.
El volumen está marcado «Indias. — Consultas y Decretos.»
Para consvdtas en la Biblioteca de N. Y. véase: Spaiii.
EsTKELL.v (Juan Christobal Calvete de). — Derebus Indicis.ad Phili-
])iun Catholicum. Hispaniaruní, et Iiidianarum Kcgcm. In Latin. Co-
pia. (1780?) 255 11. F" Piel.— Kich.
Fa(íes (Pedro). — Continuación y Suplemento á los dos Impresos, el
uno con título de Extracto de noticias del Puerto de Monterrey, etc.,
1770 y el otro Diario histórico de los viajes de mar y tierra hechos al
Norte de la California, etc., del mismo año. Firmado por Fages, Méxi-
co, 1775. 81 11. F" Piel.— Rich.
HcKKTA (Alonso de). — Arte de laLengua Quechua general de los In-
dios de este Re3mo del Piru. 1616. Copia? 1750? Cerca de 50 11. 4'
rústica .
Indios. — Colección Chaliners de cartasydocumentos relativos cá los
indios, 1750— 1755, incluNcndo extractos de tratados, ¡¡roccdimientos
3' acuerdos con varias tribus, conocimiento de ellas pro])orcionado
por esjiías, cartas de Sir William Johnson, discursos, cartas y diarios
de oficiales acerca de la frontera. 50 dociunentos. F'-' Piel.
En la Biljlioteca de N. Y.: Indians.
JoiHOX LeSr. y Hanicle, Le Sr. — Descripción de los ])untos principa-
les del mar del Sur desde los 52° 30' Sur, en que está el estrecho de Ma-
gallanes, hasta los 4'2° Norte en cjuese halla la Isla de California, hecha
sobre los sitios mismos por Jouhon de la Guilbaudiere. Los planos cjue
acompañan estas memorias fueron preparados y dibujados ])ür Hani-
cle. Ingeniero ordinario del Rey en el año de 1696. 220 pp.con 35 ma-
pas á colores. F'-' Piel.
Donación de Alexander Maitland. Existe una descriíjción de este
manuscrito en la obra de G. Marccl «Les Fuégiens á la fin du XVII sié-
cle.>— París, 1892.
Las Casas (Bartolomé de). — Historia de las Indias. Primera, Segun-
da y Tercera partes. Copia (1820?) O vols. F" Piel. — Rich.
Las Casas (Bartolomé de). — Historia Apologética de kis Indias Occi-
dentales. Copia. (1820?) 4- vols. F" Tela y Piel.— Rich.
Las Casas (Bartolomé de). — Documentos y cartas de LasCasasó re-
lacionados con él y con los indios, 1516-1534-, incluyendo la de Toribio
Motolinía contra Las Casas. 10 copias de los Archivos de Simancas.
1780? 64 11. F" Tela y Piel.— Rich.
Lhxoi'as I.NDÍcii.NAS. — La doctrina Christiana en lengua del Peni.
Elementos para la formación de una grama tica de las lenguas salvajes de
las naciones de Pian, de Illinois y de Ali; Worterverzeichniss von der
Ax.\LEs. T.IV.— (53.
500
Oiioiidagoischc Sprachc von David Zeisberger: Vocabulario Chactas;
Pakassa en Perú. 1800? Cerca de 50 11. F'-' Tela y Piel.— Rich.
En la Biblioteca X. Y.: Indiaii Languages.
Medel (Tomas López). — Tratado cuio titulo es de los tres elemen-
tos, Aire, Agua 3- Tierra, en {[ue se trata de las Cosas que en cada uno de-
llos acerca de las Occidentales Indias, naturaleza engendra y produce
comunes con las de acá y particulares de aquel Nuevo Mundo. Coi>ia
1800? 165 11. F" Tela y Piel.— Kich.
MÉXICO. — Documentos comerciales, juicios, cartas privadas y, en ge-
neral, misceláneadedücumentosmexicanos, ensumaj'orpartede 1790 \-
1840, habiendo algunos de fechas anteriores. — Cercadel,000 documen-
tos sin empastar, comprados en la venta «Poole,» en 1893.
MÉ.xico. — Informe del Goljicrno y Virreynato de México, su descrip-
ción, rentas, cargas, comercio, etc. Hecho porel E. S. Virrey y Arzobis-
])o, cuA'a firma original se halla al fin. 1697. 7911. F° Tela y Piel. — Rich.
MÉXICO Inquisition. — Documentos relativos á la Incjuisicióii en Méxi-
co, 1622-1680; edictosyprocedimientosdelos conquistadores. 4-4- 11. F"
Sin ])asta. — Comprado en la venta «I'oole,» 1893.
MÉXICO. — r^Iiscelánea dedocumentos relativos á Méxicoy á los na-
tivos mexicanos en el siglo XVI. Copias de los archivos de Simancas
y de algunos otros. 1783? 237 11. F'-' Tela y Piel.— Rich.
MÉXICO. — Aliscelánea déla Nueva España. Fragmentos de historia
de Nueva España, copiados de un exem])lar que posee Diego Panes; In-
forme de los méritos de la ciudad de Tlaxcala que sacó Boturini en
174-0; Octava Maravilla por Bartolomé de Góngora, 1628 (Extractos
del poema y del contenido del libro); Lista de los conquistadores de
Nueva España; Cédulade Cortés, 1526.— Copiasdel siglo XVIII. 1-58,
61-145 11. 1 pl. F^' Piel.— Rich.
Otro volumen con la misma inscripción contiene otra copia de los
«Fragmentos» y del «Informe;» y también dos cantares del Emperador
Nazahualco^'otl, traducidos de lengua náhuatl. 276 11. F'-' Tela y Piel.
—Rich.
MÉXICO. — Petición de la Ciudad de México á Don Carlos III. 1771;
otras peticiones de hispano-americanos, 1765-1771; carta de un Chi-
leno á Don Josephde Calvez, 1776. 4- copias 1780? 123 11.4-° Tela y
Piel.— Rich.
MÉXICO, Presidios. — Relación 3'ndi vidual en que se expresan por me-
nor los presidios de la Nueva España terrestres y marítimos, sus situa-
ciones y de que número de militares se compone cada una. 1722. — 3011.
F'' Tela y Piel.— Rich.
El volumen está marcado: «México. — Relaciones Varias. 1720-
1811.»
En la Biblioteca N. Y. consúltese: México— Army.
MÉXICO. — Real Hacienda. Relación general del producto 3- valor de
toda la Real Hacienda de la Nueva España 3- provincias de la Nueva
501
Galicia, Nueva Vizcaya. Yucatán y Tabasco 1716-1 720. S 11. F'' Te-
la y Piel.— Kich.
El volumen está marcado:» México. — Relaciones \'arias. 1720-1811.»
Mí:xico. Rf,.\l Hacienda. — Real Hacienda de Xneva España. 1 Si 2?
ÚG 11. I'" Tela y I'iel.— Rieli.
El vülunien está marcado: «México. — Relaciones varias.» 1720-1 Mi 1 .
MiCHC)AC.\N". — Relación de las ceremonias y ritos y ])ol)lación y yo-
l)ernación de los Indios de la ¡¡rovincia de Meclinac;in. Co])ia 17S0?
Con dibujos á colores. 30S 11. F" Piel. — Ricli.
MoNUME.NTOS Gi^.vOALiiPANOS. — ()rÍL;inales y co])ias de los siglos
XVII, X\TII y XIX acerca del culto y ap.irición de la viri^en de (nia-
dalupe, sermones, discursos, piezas en lenguaje nativo y ídiíunos graba-
dos. 1"' serie, 3 vols. !S"; 2" serie. 2 vols. F" Tela y Piel. — Rich.
Mota Padilla (Alatíasdela). — CoiK|uistndela Nueva Galicia, en la
America Septentrional, F'undacion de su capital ciudad de Gruadal.ixa-
ra, Breve descripción délos Reynosde la Nueva \'izcaya, Nueva Toledo,
ó Nayarit, Coahuila, Texas, etc. con noticia de la Isla de Calilbrnia.
174-2. Copia? 1780? F" 274 11. Tela y Piel.
MoTOLiNÍA (Toribio de Benavente). — Ritos antiguos, sacrificios v
idolatrías de los Indios déla Nuevíi España y de su conversión á l;i r\'e;
y (juienes fueron los (pie ])riniero la predicaron. Coi)i;Mlel liscorial. ;i()()ll.
F'-' Piel.— Kich.
Muñoz (Juan Bautista). — índice de la colección de nianuscritosiicrte-
necientes á la Historia de Yndias que escribía Don Juan Bautista Mu-
ñoz, y por su muerte se han hídlado en su librería. — Co])iíi. ISOO?
210 i)p. F" Tela y Piel.— Rich.
Empastado con su Historia del Nuevo Mundo.
Mi'.Ñoz (Juan Bautista). — Historia del Nuevo Mundo. Tomo 2" Es
cuanto dexo escrito de esta obra. Cojjia. ISOO? ()9 pj). y 27]i]).de notíis
suplementarias, correcciones y documentos ilustrativos. F ' Tela y Piel.
—Rich.
NazahuaI-COYOTL. — Dos cantares del Emijcrador Xazahnalcoyotl.
traducidos de lengua Náhuatl en la castellana (|ue redujo á pocsí.i I),
l'ernandt) de Alva; también un jiedíizo de historia de la vid.i de Xaza-
hualcoyotl. Copia (Siglo X\TII?). 20 11. F" Sin emi)ast;ir.
Hay otra copia empastada en «México. — Miscelánea de la Nueva
España» y otra en «.America— Spanish Colonies.» Marcado: «Indias. Re-
laciones Varias.»
Nuevo México, etc. — Noticia y reflexiones sobre la guerra que se tie-
ne con los Vndios Apaehesenlas Provinciasde Nueva España; Deseri])-
ción compendiosa (luedelasCalilbrnias forma Fr. Franciscode Ajofrin,
México, 1764; Relación íibi'eviada de la Reijublica (|uc los Jesuítas
establecieron en los dominios ultramarinos; Memorial cpie el Padre
Provincial del Paraguai presentó al Marfjues de Valdelirios en que su-
plica suspenda las disposiciones de guerra contra los Vndios de las
502
Misiones, 1793; Relaciun de las operaciones de las tropas sublevadas
de la expedición de America, 1820. 14, S, 16, 16, 12, 11. 4"? Tela v Piel.
— Rich.
Otiírmix i Antonio de). — Diario de Don .Antonio de Otennin, (íoberna-
dor \' Capitán General del Kejnio 3- Provincias del Nuevo Méjico, año
de 1(>S1. Copia. 1S60? 26,S II. 4" Tela y Piel.— Bancroft.
(J VIUDO (Gonzalo Fernandez de). — Documentos y cartas relativos á
Oviedo 3- sus obras, 1537—1542. 6 copias de los archivos de Simancas
y otros. 1750? 25 11. F" Tela y Piel.— Rich.
Oviedo (Gonzalo Fernandez de). — Historia Natural yGeneral de las
Indias.— Libros 27-47. Copias, 1750? 3 vols. F"? Piel.— Rich.
Pakkkk (WilliamB). — Vocabulario de las lenguas Conianche, Caddo
y Witchita. 1854. 10 11 4"— Sin emjiastar.
Peña (Don Pedro Gómez de la). — Parae.scrivir a todas las ciudades
de los Reynos de Nueva España, y Guatemala e Yslas adyacentes, sus
Villas, Lugares, etc. .\ño de 1802. 10 11. 708 ])p. 4" Piel.— Rich.
Peña (Pedro de). — Observaciones sobre el IV Concilio Mexicano re-
mitido por Don Francisco Antonio dcLorenzana; y sobre los dos tomos
de disertaciones del 03-dor Don Ant. Joach. de Ribadene^-i'a, etc. IMa-
drid. 1774. 203 11 F"^ Tela y Piel.— Rich.
l'oi.NSETT (JoelRoljerts). — Cartas á PoiiLsett, 1814-1840, de algunos
cni])lcados mexicanos 3- chilencjs, escritas la ma3-or parte durante su
])criaanencia en México c<jmo Ministro; así como algunos otros docu-
mentos. 44 ejemplares sin emjiastar.
Poi.K (JamcsKno.x). — Corres]5ondcnciade Polk con Andrewjaekson,
Martin Van Burén, James Buchanan, George Bancroft, Siles Wright 3-
otros; cartas 3' documentos relativos á Polk, acerca de la política 3-
asuntos públicos de los Estados Unidos entre 1821 3' 1849, especial-
mente acerca de la anexión de Texas, la guerrtí con México 3- otros
acontecimientos de la administración de Polk. 164 copias en máquina.
—1887. 4 vols. 4'-' Tela y Piel.— Bancrcjft.
Polk (James Knox). — Diario del Presidente Polk de 26 de Agosto de
1845 a 29 de abrilde 1849. Copia en máquina. 1887? 18 vols. 4" Tela
3' Piel. — Bancroft.
PoNCE DE León (Diego de Vargas, Zapata Lujan). — Documentos de
la Ynsurrección de los indios en Nuevo Méjico, por su Reconquistador
Ponce de León, 1G93; Autos de guerra déla Reconquista de Nuevo Mé-
jico 3' victorias conseguidas por Ponze de León, 1694. Copias. 1880?
76-66 11 4'' Tela y Piel.— Bancroft.
Rafinesque (Constantine Samuel). — \Vallamt)lum ó tradiciones en
pinturas délos indios Linapi, traducidas por C. S. Rafinesque Schmaltz
1833, con un fragmento de la historia de dichos indios desde 1600 en
que termina el Wallamolum. Cojiia. 1850? 40 11 4" Sin empastar.
Relación acerca de los indios .Xorlc-.^mericanos a la cual seagre-
gan Misceláneas indias rcunidasiioriui ilustrado c ingenioso ca-
503
ballero de la Provincia de PennsyKania. Londres R.C,rifíiths. 1 Tfi-t. Co-
pia. l.SoO? ,S6 pp. cS" Tela y I'iel.
Para el título de la edición impresa véase el eatálotío de John Cár-
ter Brown, ])arte 3, p. 26S.
En la Biblioteca de N. Y.: Somertccnunt ofthe North-Aiiicncíui lu-
cí ians.
Revilla Gir.KDO (Conde de). — Informe del Virrey de Nueva España,
Conde de Revilla— Gi.u'edo, st)hre las Misionesdeaquellos dominios, com-
parando el actual estado de ellas con el (pie tenúin las que entregaron
los Ex— Jesuitas al tiempo desu expatriación. Firmado, Kevilla-Gigcdo,
México, 1793, con dibujos á tinta china. 199 11. F" Piel.— Kich.
Kevill.v— GiGEDO (Conde de). — Instrucción reservada del reyno de
Nueva España, que el Exmo. Sor. Conde de Revilla-Gigedo dio á su
sucesor el Exnio. Señor Marques de Brancilorte el año de 1794-. Co-
pia. 1800? 281 11. py Tela y Piel.— Rich.
Pvxiste otra cojiia en la Biblioteca, comprada en La venta de la co-
lección Mt)orc.
Revilla-Gigedo (Conde de.) Noticias de Nueva España en 1805.
27 11. F'^ Tela.— Rich.
Ribadenevra y Barriextcs (Antonio Joaquín de.) — Compendio de
todo lo trabajado durante el Concilio IV Mexicano, comenzado en Mé-
xico á 13 de Henero de 1771. 419 11. F" Piel.— Rich.
SahagÚx (Bernardino de). — Historia Universal de las Cosas de la
Nueva España. Copia 1800? 2 vols. F" Tela y Piel.— Rich.
Serra (Junípero déla) vCkespi (Juan). — Viajes Apostólicos en Cali-
fornia de los Religiosos de Projjaganda F^ide, del Colegio de San Fer-
nando de México. 1772. 312 11. F'-' Tela Piel.
Véase la nota descriptiva de Ramírez.
SiGÜE.xZA V Gó.NGORA (Carlos).— Descripción de la Bahía de Santa
María de Galve (antes Panzacola) déla MovilayRío de la Palizada en
la Costa Septentrional del Seno Mexicano hizo en compañía de Don
Andrés de Pez 1693; con otras copias de documentos relativos á
Panzacola ó al viaje de Sigüenza, 1689-1753; y correspondencia 3' pro-
cedimientos del Real Tribunal de México, relativos á la copia de tales
documentos, 1784-1788, de acuerdo con una real orden fechada en Nov.
16 de 1783. 140 11. F"? Tela y Piel.
El tomo está marcado: «Documen' Histórico Mexicano.» La Descrip-
ción fué jjublicada en Aléxico en 1694. \'éase Sabin. 80971.
Texas. Documentos para la guerra deTexas. — Noticia sobre la guerra
entre México y Texas, con documentos y copias, procedencia mexicana,
siendo en su mayor parte corespondencia entre el Comandante del Ejér-
cito del Norte con el Secretario de Guerra, 1836-1839. 5 Vols. F" Sin
empastar.
Tezozomoc (Fernando Alvarado).— Crónica Mexicana por los años
de 1598. Copia. 1780? 32911. F'' Piel.— Rich.
504
ViZARRÓN Y Eguiarrete (Juaii Antonio ele). — Papel responsivo á los
seis cargos de la residencia del Arpo, de México, Dr. Dn. Juan Antonio
de \'izarrón y Eiíuiarrete, por el tiempo en que fue Virrey de Nueva Es-
l^aña (1734-174-0); con otros dos escritos acerca de su gobierno.
(1742?) Copias del Siglo XVIII. 1 p. 1. G9. (1) 10 6 11. F'? Tela y Piel.
El vol. está marcado: «Mé.xico. Relaciones Varias. 1720-1811.»
Yi'CAT.ÍN. Secretario General del (Gobierno. — Borrador de la Memo-
ria presentada A las Augustas Cámaras legislativas del Estado de Yu-
catán, ]3or el Secretario General de Gobierno en 15 y 18 de Septiembre
de 1843, D. S. Francisco Martínez de Arredondo. 80 pp. y 94 11. de do-
cumentos oficiales, impresos y manuscritos, así como mapas y planos.
F" Tela y Piel.— Rich.
YxTLVLXOCHiTL (Fenuimlodc Alva). — Relaciones de Yxtlylxochitl y
Historia Chichimeca. Copia. 1792. 255-233 11. F'-" Piel.— Ricíi.
ZuRiT.v (Alonso de). — Breve y sumaria Relación de los Señores, mane-
ras y difcrcnciíis que avía de ellos en la Nueva Es])aña. Copia. 1780?
27011. Tela y Piel.— Rich.
Febrero de 1912.
Uí
I
is limos «iiJiiis
DE LA NUEVA GRANADA
HECHA POK JUAN SUAKEZ DK CEPEDA.
1581.
^(f
rol
1. — la ciudad de la palma en este nuebo rreyno de granada es pue-
blo de españoles y esta fundada en la gobernación déla trinidad en una
provincia de vndios que los xpianos llamamos colimas: por haver ha-
llado este nombre ^aitroducido en ellos: esta vocación es general aun-
que la tierra que abraca }• comprehende esta provincia tiene partidas
de diversos apellidos puestos por los que primero las abitaron: de donde
también ellos tomando denominación á quedado hasta oy en sus suce-
sores: estos nombres pvisieron los vndios á estos pedacos de tierras
dándoselos de aquellas cosas que en ellas vieron y hallaron quando
las vinieron a poblar lo qual paso desta manera — los que íicaso llegaron á
un puesto que en el avia arboleda y esta era de unos arboles que noso-
tros llamamos guamos en nuestra lengua 3' ellos en la suya gurisy pa-
resciendoles bien asentaron en ella por rrazon de aqtxellos arboles y de
su fruta que es comestible aquella parcialidad que alli pobló quedo con
llamarse ^uripaes que dirá pobladores de las guamas o de los (,"uris; y
si por ventura otros acertaron á poblarse en parte dondeabia muchas
hormigas de vinas qiie ellos llaman marpes nombráronse marpapies que
se entiende vecinos de las hormigas: los que cayeron en lugar lodoso ó
de barros que en su lengua llaman caparra de ay se apellidaron caparra
pies desta forma y manera tomaron muchos y diversos apellidos por
donde eran conocidos 3^ se trataban piiesto que comunmente los llama-
mos á todos colimasesta situada esta provincia entre otras dos p obla-
sones provinciales de 3-ndios llamados la una musos que conforma con
los colimas en el lenguaje mudando eu algunos nombres silabas 3' acen-
tos la otra se llama panches 3' es totalmente diferente de entrambas
con las quales dos probincias esta de colimas confina y termina su ju-
risdicion correspondiendo la de los musos á la ciudad de la Trinidad 3'
la de los panches á la de mariquita3^ así esta de la palma las tiene á cu-
Anales. T. IV.— 6-t.
508
trambas C(>lateralincntc por cDinarcaiiíis la de la trinidad por la parte-
oriental 3' la de mariquita por ki de occidente: este es el territorio 3- co-
marca de la ciudad de la palma
— llamóse esta provincia de los colimas por tener como esta dicho
este mesmo nombre los naturales della cuya ethimolosjiaA' significa-
cado es matador cruel y fue puesto este nombre á esta gente y nación
por la de los panches vezinos y cíipitales enemigos su\-os — desto se en-
tenderá que colima es nombre del lenguaje Panche y no del de los coli-
mas que positivamente lo tienen: la rrazon que se á entendido por que
los dichos panches llamaron colimas á estotros es por cpjc en las barba-
ras y carniceras guerras que los unos con los otros trataran siendo los
colimas gente de mas puianca y mayor exercito que los panches hecvi-
taban cu ellos terribles y espantosas muertes — esta brabeza y ferocidad
se á templado 3- á tajo plantándonos los xpianos entre ellos por medios
convinicntes 3- de aqui vino que quando poblamos esta ciudad dimos á
la tierríi el nombre que hallamos en los 3'ndios della —
— el apellido desta gente colima en su propia 3- materna lengua es
llamarse tapases 3^ asi singularmente hablando de un3'ndiosolosedira
tapas: 3- en lo plural tapases todos, tapas quiere decir cosa hecha de
piedra ardiente ó encendida: componese este nonibix de tapa que quiere
decir piedra y de as que significa encendido ó ardiente: juntándose al
nombre tapa la sílaba as queda formado el compuesto tap£is debaxo
del sentido dicho Cjue es hombre ó cosa hecha de piedra ardiente ó en-
cendida— dicen qvxe la ocasión original que tubieron para llamarse asi
nació de la furia 3' encendimiento con que se mueven á sus actos v cosas
3' considerando la duresa de los huesos de que son compuestos viendo
como quando mvieren son desechos 3' convertidos en tierra que es ma-
teria de piedra: también argu3'en esta opinión de la costumbre que tie-
nen de enxugar 3' quemar sus difuntos sobre grandes llamas notando
allí como la carne con el calor 3' fuego que le dan se consume 3- distila
engrosura que arde cjuedando los huesos enteros blancos 3- duros de
donde estos barbaros vienen á creer lo que se á dicho 3' maginado con
alguna subtilesa: las quales por otra manera común se llaman 3vis en
lo plural y singularmente 3-vi cada uno: á este nombre 3'vi no le dan
otro entendimiento mas de lo que en nuestra lengua española querrá
decir varón ó macho pero los cagnomentos que tienen son muchos to-
mados á su alvedrio de piedras | de plantas | de 3-ervas ! de hojas | de
rra3'ses | de aves | de animales | 3' de otras cosas | á que se 3'nclinan ó
aficionan: por este mesmo camino van las mugeres las quales en toda
la provincia se llaman vicas cu3'o sentido es muger ó hembra: — esto sea
entendido asi desta nación lo mas curiosamente que á podido ser lo
cjual todo me pareció combenir al capitulo primero de la 3-nstruccion
rreal de su magestad á que se rresponde. —
2. — cjuien fué el descubridor de esta probincia a3- mucha dificultad en
saber 3- averiguar lo cierto por que luego como el licenciado don gonca-
509
lo ximenes de quesada adelantado (jiie fué deste rrej'iio lo deseiibrió
con una perseverancia y sufrimiento tan hero3'co como contra los tra-
bajos y necesidades que se le ofrecieron tubo y pobló en el la ciudad de
santa fec 3' otros caj^itanes las de tunjA 3- Velesdiscurriendocon la gen-
te española que tra3-an por los i)a3-ses del 3- hollando sus proviuciíis
travesaron algunos dellos por estasdemusos y colimas dexando de po-
blarlas 3' detenerse en ellas auncjue las rreconocieron por fértiles y abun-
dosas de gente por tenerlas por de poco provecho 3- mucho peligro: lo
qual pudieron 1)icn verentoncesenla pobresa de los yndios 3' en la mor-
tal y rraviosa ponzoña ([ue trayan y de que husaban en las armas
con que peleavan, lo mas que se ha podido entender es que en el tlicho
tiempo pisaron de paso estas dos provincias dos 6 tres de los dichos ca-
pitanes llamados el uno martinez 3' otro martín gonrales | y rrÜDC-
ra: después de algunos años entro por ella otro capitán llamado i^edro
de orsua con gente y hiso en ellas poco asiento tornándose á salir por
algunos pretensos y fines (jue tra3-a: — quien conquisto esta provincia
colima y fundo ki ciudad de la i)alma en ella fué don gutierre de ovalle
abtor desta rrelacion de lo cpial y del año en que lo hizo y por cuyo or-
den 3- mandado se tratará: en lo que toca al noveno capitulo de la vns-
truccion real sobre que se hace esta rrelacion.
3. — el temperamento desta provincia en la nia3'or parte es agrada-
ble de un frescor temijlado suave 3- sano tiene el cielo alegre el sol claro
3' el a3-re ordinario tan concertado con estas partes dichas que las go-
zan todos los moradores de la tierra sin ninguna pesaduml^rc mu3' sa-
tisfechos dellas en (|uales((uier meses: es tierra mas húmeda (jue seca v
á esta cabsa las mañanas engendran 3' despiden de si algunas niel)las:
tiene sus tiempos hordenados naturalmente en los cjuales el año se par-
te en quatro divisiones ynterpoladas que son dos3'nbiernos yotrosdos
veranos: el primer 3'nvierno entra con el mes de Octubre el qual llueve
hasta el de diziembre, su verano eomien(,-a en el mes de henero 3- co-
rre hasta alcanvar el de man,o allí para: 3- da lugar á la entrada
del segundo 3-nvierno quentrara hasta el mes de ma3'o 3- en el concluve
tomando el quarto tiempo de enxuto los meses de junio 3- jullio 3- agosto
con parte del de Septiembre: en estos cuatro tiempos se siembran 3- co-
jen dos sementeras de grano con cu3-as sazones vienen las de los arbo-
les frutales acudiendo con sus frutas según su naturaleza — las aguas
destos tiempos tienen sus acaescimientos conformes á los accidentes del
cielo 3' luna siendo unas veces moderadas ó escasas otras tempes-
tuosas é ymportunas — los vientos aunque en lo general soplan rregu-
lada y mansamente padecen algunas ecepciones violentas y estas acae-
cen en los tiempos pluviosos 3' con menos dubda en los meses de mar-
go V abril siendo su hordinario y cierto correr de los orizontes de norte
A sur.
4. — esta provincia casi toda ella es de gran fragosidad v aspereza de
penosos altos y congoxosas honduras tierra mas montosa que rrasa A
510
cuya cabsa es falta de pastos para ganados 3- asi es estéril de crias y
multiplico dellos. en lo demás alcanga fertilidad de frutos y no pe-
nuria de aguas puesto que estas casi todas son gruesas y de peciueños
cabdales.
5. — los yndios que la juridiscion dcsta ]irovincia agora tendrá poco
mas ó menos según se juzga por las encomiendas que dellos a^- hechas
en cinquenta 3- sca's vecinos que somos los desta ciudad 3- numerados
por los que de cada ima se been acudir á su encomendero para servir
en los exercicios 3" aprovechamientos jíermitídos serán siete ó ocho mil en
otro tiempo uvo ma3-or copia dellos pero la rrazon de ser menos en es-
te que en aquel es lo que an hecho sus mesmas guerras civiles 3' circun-
vecinas en las quales siendo ordinarios se matavan 3' comian unos á
otros después destas las que con noscjtros tubieron al principio de su
pacificación donde mediante su dureza 3- tesor en 3'nclinar la cervis pa-
ra rrecivir el 3'ugo de la subjecion rreal fué necesario mostrarles la
constancia con que los españoles saben sufrir los tral^ajos 3- esperar
las armas de sus enemigos mostrándoles las suyas 3- sus ánimos: tam-
bién les han dañado arto las bisitas de algunas enfermedades que á
tiempos ciertos les suelen acudir como son cámaras de sangre 3- de hu-
mores que rrepentinamente les zaltean dolores de barriga 3- de costado,
sarampiones, hidropesía que general y violentamente los aprietan 3- en-
tresacan á cabsa de ser gente estrañamente viciosa 3- rregalona: son
hombres ciue alcanzan medianos entendimientos y que conforme á ellos
preguntan y rresponden lo que desean saber ó dubdan: persiven y to-
man lo que se les muestra con poca dificultad pero dexandoestavia na-
tural siguen fácilísimamente lo adquirido de sus costumbres 3' lo que
aprendieron 3- se les mostró en las escuelas de sus predecesores que es á
ser borrachos: admirablemente j crueles | ladrones | mentirosos | rrevolve-
dores | testimunieros | luxuriosos | suzios | desagradecidos | fugitivos
masque ningunas fieras | desconocidos | desamorados sin venevolen-
cia aun con sus propias sangres y carnes | hechiceros | erbolarios
I 3'nsconstantes | varios | desvergonc^ados | atrevidos: — tratan verbal-
mente con el demonio, casanse 3- hazen diborcios y rrepudios á sus
antojos 3' alvedrios ellos 3- ellas 3- llamanflonos á nosotros los
xpianos papas nombre entre ellos reverencial 3' que en su lengua sue-
na padre ó persona á quien se devc y á de tener rrcspecto 3- obedien-
cia es cada uno papa en sus propios negocios 3' dispensaciones sin
querer otra abtoridad toman lasmugeres 3' maridosque quieren con ma-
dres 3" hijas juntamente: cuñados con cuñadas con dos ó tres hermanos
ó hermaníis juntos con primos 3' primas 3' teniendo esta manera de
contraer sus matrimonios por cosa licita 3- sin herror creen ser culpa sin
remisión abominable: juntarse por ninguna via hombre ni mugerde un
apellido con persona de aquel mesmo apellido y así el 3-ndio Ó3ndiaque
tropieza en aquesta bestial ceguedad es tenido por enemigo común 3'
aborrecido y perseguido de todos: — tanta es la demencia y engaño des-
511
tos que afirman que los a]K'lli(los son la cierta consayuinidad y ])aren-
tcsco 3^ cjue este se á de guardar y temer y no lo que verdaderamente lo
es: — son gentes sin señores y que andan desnudos barbaros que por
sentir celos ó estar borrachos no dubdan de privarse de sus mesmas vi-
das y se dan rrabiosas 3' desesperadas mtiertes de j-erva freehandose con
sus mesmas manos — por solo su gusto y pasatiempo se echan en las
comidas 3- vevidas á que se convidan tosieos con que se matan huespe-
des á huespedes vecinos á vecinos deudos á deudos madres á hijos — no
tienen pueblos formados ni se á podido aunque se á procurado por di-
bersos medios acabar con ellos que se ordenen en este caso su manera
de casas 3' el orden dellas es desliordendo básenlas de vara en tierra en
forma de cofres tumbados altas de estado 3- medio ó dos el largo 3' ancho
según la vecindad 3' familia que dentro se ha de rrecojercondos portezue-
las á los estreñios dellas para el entrar y salir; pueblan por las cu-
chillas 3' cumbres de las lomas y por las medias laderas dellas dividida-
mente é lexos unos de otros pero donde el lugar 3^ sus antojos se concier-
tan se congregan algunos barriezuelos de seis ó siete vezinos en casas
juntas sin guardar concierto la lengua desta provincia es toda una sin
diferencia en nada.
6. — la elevación 3- altura del polo en que esta este pueblo 3- su provin-
cia no se á podido saber por falta de 3'nstrumentos.
7. — a3' desta cividad á la de santa fee donde rreside el abdieneia
rreal deste rre3'no según lo cjue comunmente se platica y trata veinte y
dos ó veinte 3' tres leguas 3- á la de la trinidad donde n-eside el gover-
nador desta governacion asi mesmo j)or común opinión c(uince leguas
á la ciudad de santa fee tiene esta de la palma á la parte del sur 3- lo
de la trinidad á la oriental como queda significado.
8. — dista esta ciudad de la palma de la de mariquita por la parte
occidental con la qual como scdixo parte sus términos quince leguas: —
estas leguas 3* las dichas en el capítulo de arriva son tasadas ó 3'magi-
nadas 3- no medidas segtin lo qvie se an tardado en andar las jornadas
de ellas conforme á la estimativa de a((uellos que primero las anduvie-
ron v pusieron nombre cuentanse 3- son tenidas por largas: los caminos
por donde se tratan y siguen son niu3- ásperos 3- se pasanmuy grandes
altivaxos 3' laderas hechos todos á fuerca de bravos 3- palas de ai,adü-
nes son mu3' torcidos 3' de largas bueltas harto trabajosos: el que se lle-
va á la ciudad de santa fee cabera dcste rrc3'no tiene desta maleza doce
leguas después dellas es todo llano y tierra mu3- apacible fria ¡lor po-
blazones de 3'ndios llamados muscas de la juridicion de aquella ciudad
formados 3- hordenados en una manera pulitica 3' permanente: — i)ara ir
a la ciudad de maricjuita desta de la palma a3- de la mesniíi aspercsa y
dobla dviras dichas doce leguas las quales ataja el rrio grande de la
magdalena pasado este lo que queda es llano 3- abonado hasta llegar
al pueblo pero para la ciudad de la trinidad 3' hasta entraren ella se
lleva desta áspero montoso y torcido de grandes vueltas.
512
9. — este puelílo como se ha dicho tiene nombre de ciudad y sobre-
nombre de la pahua puesto que en su fundación se puso y yntitulo la
ciudad de rronda por quien la fundo é pobló en el sitio en que agora es-
ta que fué don gutierre de ovalle el qual conquisto su provincia é la pa-
cifico como se apunto en el capitulo tercero desta rrelacion: la cabsa
por que le puso y dio este nombre y titulo de ciudad de rronda fué por
ser el natural en los rreynos de españa de otra ciudad deste mesmo
nombre rronda: hizo esta formada por horden y mandado de la dicha
abdienciarreal deste rreyno siendo en ella oydores: los licenciados graje-
da, ángulo é arteaga en el año de sesenta y dos: tubo para su efecto
sesenta y dos compañeros soldados los quales todos hizo vecinos des-
ta mesma ciudad rrepartiendoles solares tierras yyndios según las cos-
tumbre que en esto se ha seguido en estas partes:— los que agora ay
son cinquenta 3' seis como esta declarado en el capitulo quinto desta
rrelacion los que faltan muriendo se an rresumido en los que viven: — la
ocasión que ubo para mudarle el dicho titulo y nombre fundamental
de rronda en el de la palma á esta ciudad después de aber bivido go-
zándole algún tiemjjo por general manera se tomó de aquí: — pocos me.
ses antes que el abdiencia mandase hacer la jornada á don gutierre de
ovalle avia salido de la ciudad de mariquita con horden del cabildo
della un alcalde de los ordinarios que en aquel año alli lo eran llama-
do don antonio de toledo á fin de quedebaxo ese color de visitarlos tér-
minos de su ciudad 3- provincia de panches aprovechándose de una oca-
sión cjue á la mano tenian de cierta copia de soldados vacos sin entre-
tenimiento con ellos 3- algunos vezinos de la dicha mariquita se me-
tiese el dicho alcalde en esta provincia de colimas de quien los panches
cada dia lesdavan grandes querellas y queen la partedonde con menos
peligro V rriesgo pudiese llegar procurase poblar una villeta que queda-
se é fuese subjeta á la juridicion de su ciudad mariquita v que heclio
asi dcxase por presidio en ella para defensa de las ofensas que los pan-
ches rrecibian de los colimas ac|uella ¡ente detenida en el cebo del servi-
cio y aprovechamientos dellos el dicho alcalde en cumplimiento de su
horden salió 3- llego al principio desta provincia de donde comeni.o alia-
mar los naturales dándoles á entender ser su pretensión pas é amistad
con ellos los quales le rrecibieron con la mesma muestra y de consenti-
miento suyo se metió el dicho don antonio con la gente que traya la
tierra adentro: poco mas que una legua alexado de la rraya y termi-
no de los panches donde en una loma rrasa por parte mas segura po-
bló la dicha Villeta dándole nombre de villa de la palma ó de las pal-
mas: lo qual devio hacer por rrespecto de ser esta tierra abimdantissima
destos arboles palmas diferentes en naturaleza de las africanas berbe-
riscas datileñas aunque su fruto es también en rracimos y á la forma
de dátiles pero no se dexan comer crudos ni alcani,"an aquella dulzu-
ra 3^ suabidad que ellos — hecho lo que se ha dicho don antonio de tole-
do aun(iue herido un pie <lc una púa con jioca dificultad se salió 3-
51H
torno ;i la ciudad de iiiar¡i|uila: — los colimas .sirvieiidocabtclosamcntc
el presidio de la \illadesde á ¡jocos días [¡arcciendoles larga dilación la
de tres ó nuatro meses (|iie avia ((ue sustentavan cabesi xpianos con-
servándoles la pas y amistad (jue les avian dado y prometido como
gente desacostumbrada á turai mucho en vni proposito y que sentían
por cosa dura y penosa la carga hordinaria A cuestas determinaron de-
xarla caer y echar de si\' en la coyuntura que para esto un diales ofres-
cio andando ciertos soldados vezinos de la villa desviados della en bus-
ca de sus pretcnsiones cada uno: todos mas desmandados y confiados
i|ue debieran estar en la amistad y rrostro de sus enemigos: los colimas
dieron sobre ellos 3- matanilolos acudieron hecha junta siguiendo vcon-
tinuando su victoria sobre las rrcliquias de la desdichada villa y con tanta
fuerera le pusieron los hombros i|ue la íirrancaron venciéndola que en
ella aviaconstruiendo á los defensores (¡ue rresistiendo mucho eHaipetu
bárbaro hicieron su devcr amparando sus casas que dexandoselas pt)r
despojo se rretirasen á la ciudad de maricjuita:^le aquestos acacsci-
mientos tubo noticia el abdiencia y aviendcj precedido otros que en esta
rrelacion son escusados moljido de algunos rrespectos justos mando
prender al dicho don antonio de toledo: — á la conclusión desta causa
hallándose don gutierre en la corte de síinta fe donde ella se seguía le
fué encargado y mandado hacer la dicha jornada i)or los oydores di-
chos á quien entonces yncumbia elgoviernodeste rreyno parescicndoles
ser cosa conveniente á la necesidad de algunos peligros rreprimir y ata-
jar la sangrienta 3" sobervia furia de los yndomitos colimas haciéndo-
les ynclinar las caberas hasta el suelo llenos de confuso espanto con el
sonido y bos del potentísimo catholico ynvencible y vien abenturado
nombre lleno de alegría 3' gioriadelamagestadymperial3'rrealdelrre3'
don phelípe nuestro señor: debaxo del qual fué mandado don gutierre
dándole horden 3' despachos para ello: — el qual después de aver gastado
y ocupadose un año de tiempo en la conquista y pacificación desta
provincia 3' poblado esta ciudad distribuyendo 3- rrepartiendo sus co-
sas c<jmo esta scrípto 3' aviendole prove3'do el abdiencia subcesor en la
administración de la justicia salió á darle quenta de lo quedexava he-
cho:— estando la cosa en este estado 3' punto vino probevdode los rrev-
nos de españa á este por la magestad rreal por su presidente y gober-
nador el doctor venero de leyva de buena memoria 3- con el estando en
su silla negocio don antonio estimulado quita de algún pensamiento
coxquilloso cjue le eausava la memoria de cosas pasadas como nueva-
mente le cometiese el tornar árrcpartir los yndios y tierras rrepartid os
3'a á esta ciudad lo qual el presidente le concedió prebenido de algunas
yntercesiones que bastaron para ello:— despachado el dicho don anto-
nio v iDenido á este pueblo los vezinos queriendo darle sabor con cosas
nuebas no siendo esto novedad en el mundo parescioles que pretenderían
mas seguramente tornando la ciudad de rronda á las primeras manti-
llas en que avia sido embuelta cpiando nació y cortalle el nombre
514
Y aljtoridad á la medida dellas y asi lirevisinianiente lo hicieron
yiititulandola \'il!a de la palma cjue i'ué la hechura de don anttmio
que los Isarbaros deshicieron hasta (juc el niesnio don antonio con-
cluyo y que el doctor Venero de leyva proveyó otro corregidor á es-
ta ciudad que ya era villa: — á este tiempo no se como ni quien se
acordó de la injuria que rronda padescia y se le avia echo y traydo
el caso en platica 3- conferencia con los ministros del gobierno justicia
y rregimiento della por congregación de consistorio acordaron y
fué mandado que la villa se despidiese y fuese donde nunca mas se oye-
se y cjue ronda se rrevocase 3- dcsculjierta su cara sonase su nombre
de la manera ([ue don gutierre deovalle lo dexo hordenado:deste favor
gozo rronda algunos dias pero duróle poco la ventura por que no de-
xandole enmollecer el asiento hiivo negociaciones y paresceres en con-
trario de algunos de los mesmos vecinos con el propio presidente me-
diante los quales rronda se torno á descomponer y á ser rrenombrada
cuarta ves y dieronle de rronda la ciudad y de la Villa la palma y que-
do como esta del genero común de dos llamada la ciudad de la palma
siendo rronda el quinto y hultimo pueblo de los que don gutierre como
capitán poljlo y como soldado avia ayudado á poblar en estas partes
de yndias sirviendo á surre\^ y señor exercitandose hasta aquel tiempo
veinte v tres años en los trabajos costas y peligros no ynmeritos de al-
guna estimación que en tales jornadasy los trances dellasse suelen pa-
decer j pasar: y esto es lo que toca á la conquista fundación y nombres
y mudanzas dellos desta ciudad y su j^rovincia.
10. — el asiento 3- sitio que tiene este pueblo es entre alto 3- baxo 3-
no totalmente llano por que conforme á la dispusicion de toda la tie-
rra desta provincia tiene la suya esta ciudad la qual esta cercada por
todas partes de los dichos altibaxos de morros 3- cerros 3- medias lade-
ras:— asentóse en este puesto por ser el mas que otro ninguno acomo-
dado é alDundoso de las cosas necesarias á su conservación y sustento:
— lo demás que coviene á este décimo capitulóse bera en la tra^a Tras-
cuñada en debuxo que con esta rrelacion se enbia á su magestad: —
este asiento antes que xpianos le poblásemos le llamaban los 3-n-
dios amonca: por rrespecto de unos pantanos que tiene cerca de si:
agora los mesmos naturales le dicen carche que quiere decir cosa cer-
cada: — en lo que toca á los honze, doze 3- trece capitules a3' poco que
decir por lo que esta dicho: — es la manera de su poblazon llevada sin
seguir borden de pueblos congregados sino de casas salteadas á la me-
dida de sus antojos en la inudan^a de las quales también son rregidos
por ellos dexandolas á los tiemxios que les paresce 3' pasándose á don-
de les agrada á esta cabsa no se puede medir por la ymaginacion ni
stimativa las leguas cjue a3- destas poblazones á las de otros 3mdios
ni á los pueblos de españoles por que lo lexos ó lo cerca destas partes
sera como cada casa ó barriezuelo estuviere poblado á respecto de lo
dicho los caminos de toda esta tierra y provincia son de grande aspe-
reza 111113- torcidos 3' bolteados Iri lengua sin diferencia es toda una 3'
la colima —
14-. — estos colimas son homljres que no se entiende dellos quejamás
rreconociesen señor ni mortal ([ue sobre sus libertades tuviese imperio
hasta que se subjetaron á la magestad rreal del rrcy don Phelii)e nues-
tro señor: — fueron 3- son en costumbres barbaros y de tan bestial be-
hetría aniñada 3' sin discreción ()ne en las cosas mas graves éde consejo
cjue por junta é consulta an de tratar el consistorio dellas y su sala es
la casa donde se ordena nna solene borracliera 3- beviendo alii la jilati-
can celebrando la fiest.'i con sus sones 3' ba3des y si por el jiarescer de
los mas honrrados 3- ancianos apipas queensu lengua se entienden va-
lientes guerreros se rrecive alguna determinación por rresoluta en salien -
do de través un mochachuelo de los que andan sirbiendo á baclio 3-
ministrando la taca en la mano ó nna bejezuela plegada maestra de
hacer muertes con ponzoñosa 3-er\-íi 3'decretandiciendo no aveis delia-
cerlo que decis vosotros sino esto que digo 3'0 que es tal ó tal cosa
todos juntos con alarido apruevan aquello aunque seagrandisimodis-
parate: — nunca pagaron tributos ni auntubieron de que porque hasta
agora que con la 3-nteligcncͣi de las cosas que an visto 3- de las en (|ue
an sido cathetizados van olvidando sus brutedades é algunos errores
venciéndolos dios eterno para C[ue rreconoscan su magestad dibina 3^
bivan bebaxo de las le3-es de la humana siguiendo su pulicia. siempre
despreciaron todas las cosas de estimación teniendo por preciosas las de
ninguna virtud ni valor y dándoseles nada por oro jjlata ni ]3Ícdras
preciosas teiiian por rriqucza 3* jo3-as contezuelas de canillas de anima-
les 3' aves 3' de otros oscsuclos hechas 3- juguetes de conchillas 3- cara-
coles de mar 3' rrios unas sortijuelas de unos coquillos quedan unosar-
boles del grandor de avellanas ó nuezes pequeñuelas de los quales las
obran 3' puestas en perfección quedan 111113- negras 3- rred ondas tiesas
luzias 3' lisas estas sirven á varones 3- hembras de carcillos ó arraca-
das poniéndose en cada oreja muchas juntas asidas unas de otras: —
deste niodoni tuvieron pretensoresdetributonicomoestadicho ellos de
que pagarlos: — tampoco se á podido averiguar que tuviesen criatu-
ra en la tierra ni en el cielo á quien adorasen ni cosa de yndustria hecha
para este efecto, solo se contenta víin con sembrar 3- cojer bever3-matar
3- comer carne: siguiendo excesivamente en esto losenemigos del alma:
— dan á entender que hablan con el demonio 3- que le hacen preguntas v
r''eciben del rresiDuestas 3- del son cada memento engañados: — alcanca
esta nación noticia del dilubio universal y asi lo platican: puesto que
como barbaros teniendo en este caso 3' en otros opiniones rridiculosas
3- entre ellas esta la una: dicen que á 111U3' largos años según á venido
de generación en generación que el mundo todo se anegó tomándose
aqui la parte por el todo porque su discurso no se estiende á tener por
mundo mas de aquella parte del á donde llega su phantasia conforme
á lo que an visto de tierra 3' gentes ó á los quentos que desta forma les
Anales, T. IV.— fió.
516
quedan en memoria historial scriptos por las lenguas de sus predeceso-
res:— quando el diluljio fue, cuentan que en cierta parte de la tierra avia
una loma muj- alta 3' larga cu3-o nombre era acá 3' no armenia 3' que
fue tanta la pujanca de las aguas que también señorearon aquella cum-
bre subiendo sobre ella el agua de aqviella 3'nundacion dicen que venia
sigiendo los pasos de un perro mu3^ grande cjue la tra3'a tras si 3' que el
perro 3-ba tañendo un atambor á cu3'o son el agua bailando crescia 3'
que espantados los hombres de ver caso tan rrepentino 3- peligroso co-
rrieron á aquella sierra y se subieron á guarescer en ella del 3'mpetu 3-
poderio del agua donde de hambre perescio casi todo el genero humano
é quédelos pocos que quedaron descubierta la tierra se tornó á multipli-
car 3' procrear el universo: — creen 3^ asi lo confiesan cjue el perro entonces
se metió en una laguna de grandisimo espacio donde agora esta y bive
y que los 3'ndios que mueren lo van alli á ver 3^ que hecho esto pasan á
poblar unas sierras nevadas donde esperan los que quedan 3' todos an
de permanecer para siempre: — dicen que el mais verde que en aquel tiem-
po tenian sembrado como el agua lo cubrióse torno papaga3'os ver-
des 3' que asi mesmo el mais negro se convirtió en papaga3-os negros
y que á esta cabsa los unos 3' los otros papaga3-os son agora tan ami-
gos de comer mais por ser procedientes del, 3' vienen en los'tiempos
de las sementeras en berca á comérselas en el campo: las macanas que
son armas é 3^nstrumento3 obrados por sus manos que las unas les sir-
ven de espadas para sus pendencias 3- ple3'tos de demandas 3' rrespues-
tas: 3' los otros de rrocar 3- limpiar sus sementeras 3- son hechos de pa-
los de palmas mu3' negros y duros- los arcos3' frechas las tinajas en que
cuesen y guardan su vendimia 3^ vino el qual contino es de mais ó 3'u-
cas: las culebras los tigres leones 3' otros animales 3' cosas creen que
resultaron y nacieron del humo 3- vapores de aquella 3'nundacion: otras
creencias tienen desviadas deste caso nacidas de opiniones desvariadas
y fundadas en doctrinas heredadas tan viciosas comolas dichas: — afir-
man que quando alguno de los dos luminares celestiales padece eclipse
procede de que una vieja colima muy antigua cu3-o nombre dicen ser
auxicuc: que se entenderá cosa ó madre de los primeros hombres sale
de aquellas sierras nevadas rreferidas 3- á casa escura 3' morada senpi-
terna su3'a 3' de todos los que en esta fe murieren por que entonces tie-
ne ella gana 3' le da deseo de que la lloren sus descendientes en este siglo
3" que para provocarlos al planto 3' moverlos á el tristemente se pone á
jugar con una de las dichas dos lumbreras la que quiere 3^ que andando
en la burleria le pone las manos sobre la cara con las quales se la cubre
3- dexa escondida la luz 3- cre3-endo loscu3-tados miserables esto en vien-
do la privación de la claridad comienzan la música acordada de bozes
3' abllidos discordes 3' aborrecibles con golpes de tinieblas ynsufri-
bles 3" temerosos: — en acjuellos tiempos comen tierra 3- piedras 3* hacen
otras ceremonias lutosas hasta ser el sol ó luna rrestitu3'dos en su pri-
mer estado entonces cre3-endo que an satisfecho el intento 3- voluntad
517
de la buena vieja y que ella aplacada \- contenta á dexado la lucha ])a-
lestra cesan: teniendo todavia por muy cierto que sus gritos 3- devoción
la forv'aron á recojerse á su ynfierno: — quando veen alguna cometa co-
mo casualmente suelen parescer ardiendo en el a^'re dicen que es un pa-
xaro que la raesma auxií.uc embía de los que se crian en sus jardines y
bosques bolando el qual se llama caxir que quiere decir matador con
macana y que la cabsa de mandarle salir de la tierra y venir al cielo es
por cjue esta enojada de alguna cosa y que quiere hacer por esta oca-
sión guerra á los hombres tomando por j-nstrumento medianero del
castigo aquella ave que viene á destruir y secar las sementeras de los
colimas porque faltándoles mantenimientos mueran hanljrientos 3' que
asi mismo aquel caxir trae horden de su matrona para que esgrima su
macana 3' mate muchos panches con ella, deve serpor que no gocen so-
los sus amigos de sus mercedes deviendo de concederles á estos barba-
ros que en algunas cosas destas van oliendo y rrastreando lasque con-
sisten en buena philosophia natural aunque escurescidav confusamente
por falta de la verdadera lumbre 3- asi desatinan: los rravos que se es-
tienden y esparcen de la cola ó cabsga de la cometa dizen que son plu-
mas 3' pelos del paxaro que 3'endo bolando las vá despidiendo para fin
de las cosas que viene á acabar: y para mitigar 3' rregalar la 3ra de la
furia atajando por algún buen medio esta plaga a3'unan según su cos-
tumbre que es cesar 3' abstenerse en sus comidas del gusto 3^ apetito de
la sal 3^ su sabor prosiguiendo esta santimonia por quince diasal fin
délos quales se lavan y en sus labran^:as arman unas rredes de hilo
mu3^ de proposito estas dizen que son para enrredar 3' cacaren ellas la po-
bre cometa y hazer della lo que dellos ella queria hazer en pago de la
rru3'n 3aitencion que tra3'a lo qual nunca acaban de hazer ni de desen-
gañarse—á los tiempos que según el curso 3' horden del movimiento de
los cielos parescen en su orizonte las estrellas que vulgarmente se llaman
cabrillas asi como las veen corren á comer 3' comen piedras 3' terrones
como si fuesen turrones 3' melcochas v dicen que hazenesto para asegu-
rar los dientes 3- afirmarlos que no se les ca3-gan 3' asi esperan que lesa
de suceder sintiendo como bestiales el efecto contrario de lo que procu-
ran 3' querrían— llaman al lucero del alva toro caqui que quiere tleeir el
rredondo grande, toro significa cosa rredonda y caqui grande, este
nombre dicen que le pusieron por vituperio 3- 3-nominia 3' por escarne-
celle y afrentalle movidos los abtoresdela3'mbencion de enojo que con-
cibieron contra el los pasados 3-tura hasta los presentes cabsado de
que el clandestinamente se caso el lucero 3' tuvo acceso cubicular con
una 3'ndia colima llamada api cjue se entiende agüela ó bisaguela: lo
qual dicen que fué esta de toda la generación colima v que el dicho caso
se rrecibio por 3-njuria común quedando del ellos muy agraviados 3' sen-
tidos V la strella luzero con su nombre tan temeroso y lleno de miedo
que no osa parescer en el cielo á otra ora sino á aquella por ser tiempo
en que todos ellos están rrecogidos 3' durmiendo 3- tener sabido que si
518
travesase el cielo descubiertamente y ele modo que pueda ser visto lean
de prender y echallo en una laguna donde se ahogue 3- fenesca — quando
tienen voluntad y querrían que el sol abreviase su jornada y corriese
iTias que corre á encerrarse en su ocaso cudiciosos de la noche aunque
sea de mañana por dormir ó no travajar ponense á mirarle y soplarle
mu^- apriesa arrancándose las pestañas y cejas de los ojos y arrojándo-
selas con aquellos antojos \- creen que iDasta esto á hacer fuerg-a al sol
para que se subjete á su querer desatinado: — el mesmo rrito y ceremo-
nia tienen y observan contra los aguaceros y tempestades 3-maginando
que con soplos de su ayre an de rresolver las aguas y detener los vien-
tos:— los temblores de tierra 3' terramotos que se veenj^subceden cuentan
por cosa ^-ndubitada que son cabsados por una culebra queen cier-
ta parte del mundo abita y bive dentro de una grandísima agua el qual
animal lo pintan y figuran tan fiero y monsturoso que según la traca su
cucqoo tiene de grosor mas que ocho bueyes juntos 3- de largor le dan y
señalan masdedosmill passos: llamanle 3-vichicuco: dándole este nom-
bre de el mesmo canto que tiene: esta culebra afirman que sale de su ca-
sa V estancia en aquellos tiempos compelida de necesidad de comer 3-
con hambre á buscarlo sabiendo bien antes que parta donde le esta 3-á
la mesa puesta 3' aparejada la cena 3- que haciendo su camino es tan-
ta la terribilidad y furia que trae cargando la tierra v apretándola que no
pr.diendola sostener ni sufrir ensima de si se abre y hunde y tiembla: el
yntento que lleva la culeljra que engaño á eva y engaña á estos para
hartarse: dicen ser llegar á parte donde á aquella ora a3- gran concurso
3- junta de gentes colimas 3- ¡Danches donde sin ser sentida de cosa que
biva los cerca enrroscandose 3- dexando ceñida dentro del anbito de su
circunferencia toda aquella congregación y que al tiempo que le parece
combenir 3' quiere zuena unos cascabeles naturales que trae á la punta
de la cola horriblemente á cu3-o rru3-do la turba espantada como gana-
do asombrado quiere hu3'endo escapar del peligro 3- tomando sin con-
sejo la primera senda ó camino que se les ofrece guiados asi por lo que
dispone el culebro vana dar áporfía3-de tropel ala cueva de su boca don-
de los recive v traga sorviendolos dentro de si aunque sean mili juntos:
— entendida yo la credulidad con que esta jente pobre afirma esto qui-
se saber y \-nquirir particularmente en este caso sobre que estrivaba el
fundamento del 3- preguntando á algunos 3-ndios con quien al parescer
mas lugar tenia el crédito que con otros halle dos ó tres que me certifi-
caron no aver dubda en el 3- aver ellos mesmos visto caminar el dicho
3-vichicuco paresciendoles en aquel ¡Dunto estar fuera deste mundo: Pero
confieso que tanpoco cre3- estos como álos mas mentirosos 3' asi dubde
de su verdad teniéndola por cesa apócrifa phantaseada 3^ vana como
las otras su3"as 3' creo si algo esto ó en otros vieron fué á satanás en
aquella figura — otras minchas costumbres rritos y ceremonias 3' ob-
servaciones brutales 3- demoniaticas tienen estos colimas que la toca
della se podría sacar por la lista destas dichas.
5 1 O ,
15. — tenían guerra estos ^-nclios colimas como se á dicho con los
panches vezinos provinciales suyos y esta era común como contra ene-
migos capitales y asi generalmente se juntavan para ella apellidándose
ó dándose noticia del día en que se avía de hazer la caga 3' es así por
que la pretensión destos barbaros en la guerra contra los panches y
aun en algunas que tenian entre si mesmos de apellido contra apellido
á manera de vandos la cosa que principalmente pretendían era la car-
ne de que se abian de hartar: y assí quando de las borracheras que pa-
ra este fin se hacían donde se determinaba la dicha caga de guerra sa-
lió la noticia á bolar los colimas del vando contrario de aquellos
que la hordenavan y Cjuerian hallarse en ella tratavan partido de lo que
aviíin de ynteresarpor yrles á aA-udar contra los panches de sus carnes
para comer convenidos se juntavael exercito éj'van al efecto, la mane-
ra de la caga 3^ guerra era ó dar de noche sobre los enemigos quebran-
tándoles el sueño ó saltearlos dedia saliendoles á los caminos por don-
de 3'van á sus haciendas 3' contrataciones también trataban con ellos
mercados en partes 3- días señalados donde la una nascion con la otra
feria van las cosas que llevavan todas menudencias apocadas 3' después
de averse acavado el contrato por el quedad con dios 3' andad ñora
buena: comeni^^avan las puñadas arremangándose para ello 3^ dar la
primera sangría el que mas a3'na le vino el antojo hombre ó muger vie-
ja ó mochacha. desta manera se travava la escaramu(,a 3- batalla cam-
pal donde cada uno hacia lo que podía peleando sin horden ni cabdillo.
al antojo de su ojo 3' que se valiese por sus puños probando como me-
jor pudiese por que la mesma behetría es la de los panches: allicl que mas
caberas de aquellas botijas cortaba 3' mas anothomias en sus cuerpos ha-
zla mas cargado de peso v alegría volvía á su casa sielescapava3' mas vi-
no bevia donde llegaba, teníase quenta con que sí en los dichos asaltos no-
turnos ó diurnos ó en la batalla de los mercados matava el colima una
yndia pancha ó de otra nación qualquiera que como esta dicho esta
nación llama á las mugeres vicas quedava el matador con titulo de
apípavica: que es matador de la muger 3' si matava niño ó mochacho
decíase apipa y vichípi que es matador del hombre niño:— en estas gue-
rras también avía prisioneros 3' se tomava gente ávida especialmente
mugeres mo(;as y mochachuelos de los quales se servían á sus apetitos
como de personas deslibertadas pero tenian grandísimo cuidado en que
de los muertos no se perdiese onga de carne ni gota de sangre: que cru-
do ó guisado bevido 3- comido se avia de envasar en sus cueros sin que
quedase á las aves ni animales carniceros que poderles agradecer.
16. — la rropa que estos yndios vestían era la de que la naturaleza
los bistió no tenian otra ni ze fatigíivau por ella sus armas ofensivas
eran arco y flecha macana 3' dardo las defensivas unos pavesillos he-
chos de cueros de animales los quales tendían sobre un armazón de pa-
lillos corvados dexando el envés de aquellas pieles á la parte exterior
pintándolas de rra3-as3-jestos varios 3- desvariados sin horden niforma
520
— estas rrodelejas llevavan á la guerra quando se hacia de acuerdo co-
mo dicho es 3' davanlas á aquellos soldados á quien cabia la suerte y
oficio de arrodelar los frecheros y desto servian aunque con flaca defen-
sa para su munición: — en este tiempo van ya cansando 3' se quedan
atrás estas costumbres 3- crueldades barbaras entrando en su lugar
otras jiuliticas 3- catliolicas que la fuerza 3- 3-ndustria xpiana les hace
tomar mediante lo cual estos 3-ndios colimas se aplican á obrar algunas
telas de algodón hilado de que se van vistiendo 3- cubriendo acercándo-
se á lo honesto 3- vergonzoso de qvie se les dá exemplo y muestra — los
mantenimientos de que común 3' ordinariamente hnsavan para sus-
tentarse eran mayz que es su grano 3^ una legumljre que llamamos fri-
sóles— 3'erljas y hojas diferentes destas y del ma3-s molido 3- cozido con
ellas en agua hacen unas masamorras C|ue es guisado al modo de las
poleadas ó gachas que llaman en españa: estas comen prove3'das de
Siil ó de agua della teniéndolo por manjar detodas oras 3- por mas jirin-
cipal sabroso y socorrido que ninguno de todos los demás que alcan-
i,fin en salud ó enfermedad tenian batatas y 3-ucas que son rra3zes co-
noscidas 3^ de sustento otras rravses campesinas 3' diversas comen, á to-
das generalmente llaman arocueche que es rra3ces de la tierra tenian
au3'amas que son legumbres á la manera de unas calabazas rromanas
3- buena comida comian frutas de sus arboles de cultura y de los silves-
tres carnes de mas de la humana la de otras cacas que 3'ndustriosa-
mente podian matar destas mesmas comidas se sirven 3' aprovechan
agora ecepto la que les defiende el temor alargándose esta gente ase-
gurada por la familiaridad con (¡ue los conversamos á comer también
de todos nuestros manjares asi los hordenad os por arte como crudos
por su naturaleza de los quales al principio de su pacificación mostra-
van grandes cscruj^ulos 3' hfician muchos ascos y por esta desemboltu-
ra 3' por lo que se les á 3-mpedido en sus bestiales excesos jusgamos los
españoles que en este tiempo conservan mejor sus saludes 3- vidas que
en los pasados y creemos ser asi por lo que se vee 3' avemos entendido.
17. — cerca del asiento desta ciudad se á tratado lo que ay que dezir
del en el capitulo décimo desta rrelación á cu3'a cabsa se escusará en
este.
18.— el puesto y sitio deste pueblo se tiene y conoce sano sin averse
sepirimentado hasta agora el contrario desto por enfermedades parti-
culares ni cabsadas accidentalmentepormudanvas de a3'rcs ni 3'nfiuen-
cias de cuerpos superiores á que notablemente se a3'a podido tener rres-
]jecto porque como dicho está el temple desta tierra se tiene por alegre
sobroso 3- sano.
19. — esta ciudad ni su provincia no tiene cordillera señalada sino
quisiese rrespetarse saliendo de sus términos la generalísima 3- casi uni-
versal sierra que corre por cima de la ciudad de santa fee cabega deste
rre3'no de la qualaviendo de escriviralgoaqui sera solamente decir que
pasa lexos de esta ciudad por la parte de medio dia las ve3'nte 3- dos ó
521
ve^-nte 3- tres leguasdichasllanianla estos coliinashoiiiojíayni c|iie quie-
re dezir el cerro ó loma muj' grande y larga.
20. — en sus términos no alcanza esta ciudad rrio de quien por su cab-
dal 3' abundíincia ó cosas peregrinas y notables que crien sus aguas ó
a^-a en sus rriberas se deva hacer caso del haciéndose aqui la salva al
famoso rrio de la magdalena nonl^rado en muchas partes del orbe asi
por su largo curso y hermosa estension como por los monstruosos la-
gartos ca^-manes que procrea: — en la ribera deste cabdalosisimo rrio
tiene esta ciudad poblado un puerto donde se desembarcan 3- rrecetan
las gentes 3- mercadurias que suben á este rre3'no para su sustento ve-
nida de los de españa á lascostas de Cartagena 3' santa martha el qual
el abdiencia rreal provee de alcayde por arrendamiento de los derechos
rreales tiene este puerto esta ciudad distante por la vanda del norte
cerca de tre3-nta leguas y alcanza el rrio por lo mas cercano y conjun-
to á ella que es mirando al occidente en los términos de maric[uitaádü-
ze leguas: otros rrios a3' en los términos deste pueblo pero pequeños
los cuales hasta agora son de ningunos 3'ntereses ni aprovechamien-
tos ni se veen en ellos cosas que prometan ma3-ores esperanzas por lle-
var como llevan sus carreras niU3- metidas en barrancas.
21. — lagos ni lagunas ni fuentes señaladas y notables no a3- en esta
probincia no siendo digno de tenerse por tales dos fuentes de agua sa-
lada que sirven á la provisión de los naturales por nacer ki una delias
dentro de un rrio de agua dulce 3- casi en el medio del la qual rrebienta
por lo alto de una peña que sube masciue el agua del rio harto forma-
da á manera de una rrvieda de molino con su ojo y es tan continuo y
3-nfalible el apo3'o della que sustentando dos poblazones de 3mdios di-
ferentes en apellidos llamados los unos murcas 3' los otros guachipaes
que van tendidos por los altos de sus rriberas de una parte 3- otra ja-
mas se agota ni apoca esta fuente ó manantial es mu3- salado 3^ tienda
esta ciudad lexos de si poco mas que una legua al oriente — la segunda
de las dichas dos aguas saladas nace al occidente á media legua desta
ciudad la qual sale en dos ojos poco apartados el uno del otro rreben-
tando por debaxo de un cerro ó loma mu3- grande 3' grueso á la orilla
de una quebrada que se hace entre este 3' otro cei'ro su vecino la qual
es de agua dulce pequeña 3- hecha de aguas que acuden alli venidas de
entrambos altos por la parte dicha salen aquellos dos ojos de agua sa-
lada á encontrarse con esta dulce á la qual por ser tanto el cabdal déla
contraria la constriñen á tomar su sabor 3- gusto de sal 3- crecer tan-
to que pueden después de juntas servir á batanes de rropa v molinos
de pan 3- no a otra cosa por 3-r como las demás abarrancada entre an-
gosturas.
22. — la ma3-or parte desta tierra es abolcanada 3- de fiuemazones pe-
ro cerca deste articulo no 33- particular cosa de que se pueda haser rre-
lación.
23. — a3- en esta i)rovincia arboles frutales silvestres de diversosnom-
0¿¿
bres yfrutasdiferentesen formas Y.Lrustosde los qualesdire aquí los que
é visto 3' de los que he podido tener noticia.
PALMAS. — a3- unas palniíis campesinas^-ncultas que aunque dan frii-
ta en rrasimos v á manera de bellotas de ensina no se come: ni es da-
ñosa desto sirve la hoja para cubierta de casas y es para las de acá muy
buena cobija, la madera no sirve por ser estoposa y corruptible.
GUAMOS. — guamos que son los arboles apuntados ya en el exhordio
desta rrelacion aj' tres ó quatro géneros dellos la fruta destos es larga
como tres ó quatro palmos rrolliza á manera de valas de cera ó sebo el
cuero duro 3' acanalado en muchas particulas de largo á largo: la car-
ne que dentro se cria es sobre tina pepita negra á modo de ciruela pa-
sa lisa ella es blanquísima hordenada á trechos conjuntos y .señalados
á la forma de copicos de algodón sazonado en su capullo es muA' dulce
xugosaysuabedebuen olor — la madera destos arboles no sirve comun-
mente mas que de leña por no ser apta para otra cosa.
GUAYABOS. — íiy gua^-abos que son unos arboles que llevan una fruta
(jue se come rredonda y masiva sin hueso cuya carne es encarnada sa-
brosa 3' sana de cuero delicado 3' liso cria dentro de si gran suma de
pepitas mu3- menudas 3- tíin duras qvie cabsan desabrimiento al desha-
zerlas entre las muelas: la madera destos gua3-abos aunque es tiesa 3'
dulce de labrar no sirve á edificios 3- podra servir a otras cosas de obras
menudas — ay destos arboles unos que dan la fruta dulce 3- otros agrá.
CUROS. — a3- unos arboles grandes y hermosos de heredades, la fruta
destos es á manera de peras verdiales de españa pero algunas muv ma-
3'oresllamanse euros 3- deril^adamente cura la fruta de agradable pares-
cer la carne destas es sabrosa 3' grasa tiene la pepita de la hechura 3'
grandor de un huevo de gallina es la cura comida de mucho sustento
3- buen mantenimiento — la madera destos arboles sirve en pocas cosas
por ser vedriosa muelle y estoposa.
NISPERO.S. — a3' nisperos que son arboles que llevan la fruta como los
de Castilla en forma sabor 3- olor y asi como aquellos se cojen verdes 3'
maduran en paja ó otro abrigo: la madera destos sirve en pocos me-
nesteres.
XAGUOS. — 33- unos arboles que llaman xaguos son mu3- crecidos en
altor 3' grosor 3- de hermosos troncos 3- rramas 3' hojas llevan una fruta
rredonda de cuero pardo 3- cascara gruesa 3- dura á esta cabsa lo co-
mestÜDle della es poco pero dulce 3- suave es tan grande como un huevo
de gansa tieneuna propiedad natural graciosa 3- es que mascada ó mo-
lida deshecha en agua 3- dejada asentar queda tan clara como si no lle-
vara mixtura ó fuera destilada 3" labada con ella las manos ó cara tie-
ne los cueros de las personas dexandolos por nueve días negros mas
atezados que loestan 3-sonlos mu3-escoiidos de guinea sin que para des-
pintar aquella 3-mpresion por el nobenario aya cosa que baste sino deso-
llar, estos arboles aunque son silbestres son rraros en maderaes suave
de labrar V de muv graciosa tez haze unas diferencias de colores en el cor-
523
te de blanco y morado bien galanas, sirve y puede servir en obras ca-
seras y en otras de mas pulicia aunque es algo vedriosa.
CAVMiTOS. — ay caymitos que son arboles llamados asi de mediano
grandor montañeses de madera que ptiede servir y aprovechar en hedifi-
cios llevan vina fruta que se come del grandor y forma y color de tina
naranja madura en toda sazón, lo cjue della se come es á manera de un
tremada dulce y de sabroso gusto.
NOGALES. — nogales aj- en abundancia en algunos montes, la madera
destoses como la de los de españa y asi puede servir, diferenciase la fru-
ta en ser mas tiesa y dura de despedir de su casa: y no tiene en la caxa
aquellos apartamientos quarteados que las otras hasese destas verdes
buena conserva.
ANONES. — anones ay que son unos arboles llamados por este
nombre los quales son montañeses y aj- los también de cultura de
medianos cuerpos, su madera es jaihutil por ser delgada y tierna lle-
van una fruta á manera de coravones de vaca y alguna de aijuel gran-
dor de cuero delgado y sembrado por la superficie de unas púas tier-
nas á manera de abrojos, la carne es blanca xugosa y muy azucarada
y suave.
GUANÁBANOS. — guauabanos ay que son arboles montañeses y de huer-
tos por la pretensión de su fruta los quales aunque son de mayores cuer-
pos y bracos que los anones dichos, la madera no es de mas provecho
cjue ellos la fruta en lo exterior y ynterior es de su mesma forma ecep-
to c(ue el sabor destas guanábanas es entre agro y dulce meloso 3- ellas
son mayores mucho que los anones por que ay guanábana destas que
pesa cinco ó seis libras 3^ la mayor fruta anón no pesa dos.
CIRUELOS. — ciruelos a}', estos son unosarboles cuya madera no sirve
en obras ni en hedificios por ser pequeños su fruta es amanera de carago-
cies de españa ecepto que son de poca carne y algo seca y harinosa el
hueso como uno de aceituna y muy estoposo.
PLÁNTANOS. — ay Plátanos que son arboles caseros y de heredades,
son de hermoso mirar el tronco ó mastel de estos arboles es todo com-
puesto de camisas ó cascos como cebollas muy tierno y aguanoso y
nervioso ynhutil para qualquier aprovechamiento de obras es su fruta
en rracimos que cada rracimo tiene treinta ó cjuarenta frutas mas ó
menos según alcanza la fertilidad de su asiento en la tierra, cada fruta
destas es larga como palmo y medio á la forma de un cuerno de terne-
ro pero mas parejo del nascimiento á la punta, un pie destos arboles no
da mas que un fruto ó rrazimo rremitiendo la procreación á otros hi-
jos que deja enjendrados 3^ nacidos. 3' asi van procediendo por naturale-
za no dando cada árbol mas Cjue un fruto 3' multiplicando á rredor de
su cepa muchos hijos: son de largo altor 3- de mu3' hermosas 3- anchas
hojas 3' comunes á todas las 3'ndias 3- notorios 3' vistos en algunas par-
tes de españa.
TATis. — a3', tatis que son unos arboles de monte cuya madera se
Anales T. IV.— 66.
524
puede aplicar á qualquicr oljra. tienen una propiedad natural y nui^-
tierna que si es herido en qualquier parte de su tronco ó rraniasdeuna
cuchillada llora por ella distilando ini licor á la manera de trementi-
na rregalada al que llamamos caraña los xpianos en mucha abundan-
cia es una masa esta que respira de si un olor aromático fuerte en
calidad y es ella de tanta virtud que cura heridas y llagas y otras en-
fermedades— destos arboles ay harta cantidad en algunas montañas
desta provincia: sacanla los naturales que abitan cerca dellasjjaradar
a sus encomenderos y aprobecharse ellos della.
TATIBI'CO. — a}- otros arboles que llaman los ^-ndios tíitibucos casi
de la mesma naturaleza de los tatis dichos: la diferencia qvie ay entre
estos dos géneros de arboles es en la goma ó rresina por que la deltati
siempre es tierna y rregalada pero la del tatibuco en conieni,ando á co-
rrer y salir de su herida se viene ciando y espesando de manera que en
muy breve espacio se pone dura como una piedra y blanca como cal y
por esta rrazon es llamada tatibuco compuestamente que tati quiere
decir como esta dicho trementina ó caraña: y buco blanco en lenguaje
colima: nosotros tenemos esta goma por anime muy fino por queensu
olor 3' color y efectos es muy semejante á el y asi se tiene de su virtud
3' operaciones larga esperiencia.
ROBLES. — Robles a^- en todo muy parecidos á los de españa y asi
sirven acá como ellos allá.
gvERPA. — a^- otra madera que los indios llaman i,"uerpa cu^a arbo-
leda es de gran crescimiento a- labrada es mu\- blanca y lisa buena pa-
ra obras v hedificios la fruta destos es al modo deljellotas de qucxigos
y asi se come y sabe cozida.
cocos. — ay una arboleda montañesa que llamamos cocos por rres-
pecto de su fruta que es á la manera de los cocos de guinea de palmas
aunque maA-ores que aquellos de la qual no se come la carne pero el
hueso sirve de vasija á los A-ndios para el servicio de sus casas y de ca-
mino estos arboles son grandes y su madera es tiesa y buena para lo
que quisieren.
CEDROS. — a^- cedros generalmente en toda esta provincia aricóles
cuA-a noticia es muA- estendida por el Universo \- de celebrada memoria
por averia de ellos en tantas scripturas a' de la virtud y fragancia 3-
lindeza de su madera para qualesquier obras 3' particularmente para
las subtiles primas 3' pulidas es escojida cosa.
GUAYAC.\xES. — a^' unos arboles que también por noticia son conoci-
dos en hartas partes del mundo á cabsa de su virtud 3- efectos llaman-
se gua3-acanes con cua-o polvo aserraduras ó picaduras hordenado
medicinalmente se curan las enfermedades de dolores de co3-unturas
que llaman bubas 3- otras: su madera es durissima 3- de larga dura de-
baxo de tierra puede servir en todo lo que quisieren emplearla de hedi-
ficios de casas 3' asi sirve acá en las que se hacen.
CHIPAS. — a3- otros arboles de montaña los quales se llaman chipas
525
de mucha íírandeza casi de la naturaleza del gua^'acan y de sus partes
ecepto en virtud medicinal podrá servir como ellos.
OVPES. — ay arboles á quien llaman cape que son al modo de los di-
chos y asi podran servir.
i-.vuKTíLES. — a^- laureles que son casi en todo arboles como los mes-
mos de españa su madera servirá como la de aquellos.
:\iOES. — ay unos arboles f|ue llaman moes su madera tenida ])or tan
provechosa y buena como la del cedro.
jMAKca. — ay otro genero de arboleda de montaña cuyo nondjre es
marca son arboles gruesos y altos y de madera para toda obra buena.
AUP.\. — otro genero de arljoleda ay en los montes llamada aupacjue
es tan aparejada para servir como la dicha — otras muchas y diferentes
maneras a\' de arboledas en las montañas desta provincia criadas cu-
yas frutas de mas de ser comestibles son dulces y no enfermas ni daño-
sas y sus maderas son buenas ])ara aprovecharse dellas.
PLANTAS TRAYDAS DE ESPAÑA
x.\RA\jos. — ay de las plantas arboledas de cultura traydas de esjiíi-
ña naranjos dtdces y agros destos los cjue hasta agora se an ])lantado
en este pueblo el primero y segundo fruto son buenos de alli adelante
declinan hasta acabarse en breves años tengo la condición desta tierra
por dura para la tierna destos arboles v asi creo que se casa mal con
ella.
MMAS Y LIMONES. — a^' limas y limones cintres y rreales y de otros
géneros estos géneros de fruta agrá se dan fértilmente 3- es de larga
vida stí arboleda.
LIMAS DULCES. — av Hmas dulces de un genero marabilloso dan la
fruta muA' crecida y hermosa en un orden graciosisimo por que nazen
en rrazimos apiñados á la forma de una cruz de cinco pievas y ellas son
de linda hechura.
HIGUERAS. — aA' liigucras las qualcs parece que esta tierra las cria
como madrastra y asi crecen muy desmediadas y son presto perdidas.
GRANADOS. — ay granados los quales aunque se crian con frescura y
alegria rresponde el fruto tibia y perezosamente.
PARRAS. — Parras se an yntentado aplantar cultibandolas con todo
el cuidado y rregalo que se á podido entender serles provechoso pero
nunca se á podido ver fruto dellas ni aun las tengo por planta perma-
nente en esta tierra puesto que las salvajes se dan bien y frutiñcan mu-
cho en ella.
(.IDRAS. — ay (.idras de dos ó tres suertes un genero de las quales se
da tan crecido y hermoso que ay algunas dellas poco menores que bo-
tijas peruleras.
526
CIRUELOS DE NICARAGUA. — aj uiios arbolcs de huerta y cultura á
los que llaman ciruelos de Nicaragua deve ser por aber venido la plan-
ta de aquella provincia llevan la fruta como la cabera del dedo pulgar
prolongada y gruesa el color es rrosado después de sazonada ó madu-
ra de alegre vista y un sabor muj^ gustoso y xugoso templado entre
dulce y agro.
GRANOS Y SEMILLAS
24.— los granos y semillas de que los A-ndios se sustentavan y sus-
tentan son como lo tengo scripto maíz y frisóles y no otras, las ortali-
sas que sembravan y 03- husan dellas para sustentarse son las batatas
y A'ucas y otras rrayses que dellas y de sus ojas se sirven para comer-
las cozidas pero el mayor rregalo suyo y su rrecreacion y jardines eran
5^ son los maj-zes en berga tiernos por comerlos en majorca, agies que
son los que en españa llaman pimientos de las yndias — es el tiempo del
maiz verde para estos culimas como el déla cereza en castilla para los
vergantes que en el dexan de servir 3- se dan á hurtar 3- en esta pulicia
nunca fueron mas curiosas estas gentes.
25. — a3- agora para el huso 3^ sustento de los españoles en esta ciu-
dad en los huertos de sus casas 3- estancias casi de toda la hortaliza 3-
verduras de españa las quales se dan 3^ semillan bien produce el trigo
3^ la cevada medianamente y así acude y dase lino 3' garbani,'o y qual-
quier otra cosa de grano ó cabega lo demás tocante á este capitulo que
es seda grana vino azeite de todo es caresciente este pueblo 3- tierra.
26. — las plantas y 3-erbas aromáticas con que estos yndios colimas
se curan esta dicho que son la caraña 3' anime llamados tati y tatibu-
co en su lengua no se an sabido deste genero mas de otros tienen mu-
chas verbas 3- rra3-ses que son de grandes virtudes y efectos las quales
no quieren descubrir por ninguna via aunque por muchas se á 3-nten-
tado la rrevelacion deste secreto porque tienen en el caso tal aviso y
astucia que si para alguna necesidad nuestra son llamados sus médi-
cos á los quales llaman caraes ó cara 3- vienen vista la enfermedad y
oyda la rrelacion della van por el rremedio de sus yerbas y traenlas
disfracadas en figura que la madre que las parió no podrá conocer-
las en ella por que an de venir ó mascadas con la boca ó majadas entre
dos piedras 3' desta manera lo aplican al lugar ofendido de llaga dolor
6 herida divirtiendo solamente el <,mmo de aquella medicina exprimida
sobre el mal: por cjue estos no saben que cosa es emplastar ni ligar cu-
rando ni tienen otras prevenciones ni modos mas que este dicho 3- la-
var con agua fria ó tibia las llagas ó enfermedades y dar á bever los
Cumos de las 3'erbas ó rra3'ses desatados en chicha que es su vino de
maiz: también chupan los lugares 3- partes apasionadas aunque sean
mu3' zucias 3- estén mu3' podridas con sus propias bocas y rresuellos
527
sin ningún asco soplando á mentido el a3're volviendo los rrostros á
muchas partes: — también ay en esta tierra gran diversidad de ycrvas
pon(;oñosas y tosicales que con algunas dellas confacionan la rrabiosa
y mortal que hacen jiara imtar las flechas que tiran con los arcos y las
]5uas que siembran en los caminos para matar á sus enemigos: por (jue
á los amigos y deudos y huespedes que por sus antojos y pasatiempos
quieren enviar con embaxadas al perro del diluvio á aquel chaos don-
de esta ó á la madre de las furias auxicuc al bolean de la sierra nevada
donde arde mas disimulado y secreto les dan el despacho en sus borra-
cheras y conbites como está dicho y no olvido dios el rremedio deste
peligro husando de su ynfinita misericordia y eterna sabiduría criando
otras yerbas benditas y virtuosas que ay con las quales se salvan yes-
capan algunos sintiendo el engaño y acudiendo al rreparoconprestesa
3' á tiempo.
27. — los animales bravos que en los campos desta provincia secrian
3' a3' en sus montañas son tigres 3- leones pardos venados pequeños de
unos que llamamos bermejuelos á diferencia de los grandes pardos que
se veen en la tierra fria y izáramos: a3- otras muchas salvajinas de di-
versos cuerpos y formas que de ellas se comen de las qviales amansan y
domestican pocas los 3'ndios por no ser en ello curiosos — los animales
que de los traydos de españa ay en este pueblo para el sustento del te-
nidos de algunos vecinos son bacas puercos 3' 3-eguas 3'destosay pocos
asi á cabsa de la pobreza como por la de ser los pastos cortos — y
brabos.
28. — en esta provincia aunque con mucha diligencia y dibersasbezes
se á 3mtentado por los vecinos desta ciudad buscar 3' descubrir minas
de metales y piedras preciosas asi por servir á su magestad como por
3dlustrar su pueblo consiguiendo sus hutilidades nunca an podido ha-
llar otros veneros inas que de cobre cristales 3' azabaches 3- esto se pue-
de rresponder á este capitulo 3' al subsequente
30. — este pueblo 3- su provincia no tiene salinas ni en este caso al-
canza mas que las fuentes de agua salada dichas con otros manantiales
que en algunas partes diversas de aquellas se hallan que sirven á los
naturales que alli ay poblados:de dondelos vezinos desta ciudad se pro-
veen de sal 3' de rropa para vestir 3- de otras cosas necesarias para el
sustento de sus casas 3' el hornato dellas es de las ciudades de santa fea 3-
mariquita y de los moradores en sus jurisdiciones que las poseen y tie-
nen las quales se contratan yan dellosátreuco de lo que cada uno tiene
ó puede como se declarara en el capitulo treinta 3' tres desta rrela-
cion rrespondiendo al del mesmo numero de la 3-nstruccion rreal á
que rresponde.
31. — los hedificios de casas C|ue los vecinos desta ciudad hacen para
vivir 3' la forma dellas son unos cuartos que según el posible 3- necesidad
del hedificador asi los hordena 3- traca dando á su casa como les parece
un rrecibimiento 3" aposentos distintos: — estos cuartos tienen 3'mitada-
528
mente la forma de los que en españa se hedifican sin altos ni doblados
pero diferencian en los materiales por que acá hasta asrora todo loque
se á hcdificado á sido de madera del suelo al techo siendo la cobija de
paja ó de hojas de palmas aunque las cercas se hazen de tierra pura la
qual se beneficia á manera de mésela cncorporandole paja cortada
menuda y asi la meten apretadamente entre la armazón de los palos
que se an hincado en el suelo para hace pared y sustentar la techumbre
á la casa y detienese alli la tierra mediante unas cañas ó varas que se
traviesan atadas por los dichos palos estantillos de tmaparte^- de otra
dellos desde lo baxo á lo alto j-endo puestas atrechos de un palmo poco
masó menos por todo lo que á deservir de pared con las quales se liase
ytrava: esta obra vatodaataday no clavada y atase con una manera
de cuerdas que naturalmente proveyó en estas partes quien provee y
crio todas las cosas que es dios omnipotente las quales llamamos bexu-
cos que generalmente nacen y se crian en las montañas y suben y se
enrredan por los arboles dellas son maravillosamente rrezios y ay los
muy largos delgados ó gruesos como los quieren: tienen una blandura
tan humilde que se dejan doblar y anudar al arbitrio del que dellos se
á de aprovechar: el enmaderamiento destas casas para lo alto dellas es
de unas cañas que llamamos guaduas que son admirablemente largas
y gruesas crianse en lugares húmedos y xugosos^-aydeellastan mons-
truosas que tienen mas de sesenta pies de largo 3- algún canuto su-
yo traga media arroba de agua: — esta es la manera y forma de los he-
dificios de casas deste pueblo 3- los materiales dellos los quales se hallan
en la mesma tierra y provincia del.
33. — los vezinos españoles desta ciudad tienen muj' pocas granjerias
3' asi son rraras sus contrataciones por falta de cabdales para ellas á
cabsa de las estrechísimas a\'udas que los naturales les hazen y asi los
tratos suj'os y nuestros an ydo hasta aqui siguiendo el paso deste hor-
den que á sido mu\' corto 3- trabajoso — por rredimir esta vejación an
comentado algunos vezinos á plantar caña de acucar 3' para su bene-
ficio hecho molinos de cavallos favorescidos para esto mas de sus 3'n-
dustrias 3' exercicios que de los socorros y aprovechamientos que an
tenido 3' de las lavores procedentes de aquel dulce 3- de otras que en sus
casas se obran de hilo y aguja 3^ telas por el cu3'dado y diligencia de
las mugeres alivian algunas necesidades contratando estas cosas por
otras que an menester 3' esta es la contratación aprovechamientos 3-
granjerias de los vezinos desta ciudad sin aver otras.
34. — cae esta ciudad déla palma en la diócesis del arzobispado des-
te rre3Uio 3' en el partido de la ciudad de santa fee corte del abdiencia
rreal que en ella reside ay deste pueblo á ella como se á dicho veynte 3'
dos ó ve3^nte y tres leguas en ella esta la Chathedral deste rre3'no aque-
lla ciudad tiene á esta á la parte del norte lo que toca á los caiuinos 3-
su aspereza y dobladuras se á dicho en el séptimo capitulo.
35. — en esta ciudad a3' sola la 3'glesia matriz que se fundo quando
529
ella, las prcvcndas (|uo tiene son el curato y un beneficio con dos ó
tres cofradias que los vezinos an ynstituido todo lo sirve 3- goza una
persona y ministro por que como el pueblo es nuevo y tan pobre aun
para solo ella es escasa la comida y sustento.
36. — aj- un convento y es de la orden del seraphicopatriarcha santo
francisco mi señor fundóle un rreligioso della llamado fray garcía Her-
nández siendo su provincial en este rreyno fray diego ximenezen daño
de sesenta y seis.
37. — en este con vento ayhordinariamente un prelado y c[uatro ócin-
Cü rrcligiosos ocupados en las doctrinas de los naturales.
3S. — cerca de los demás capítulos de las dichas ynstrucciones rrea-
les no ay en esta rrelacion que escrivir por convenir á lugares y pueblos
marítimos y no á mediterráneos como este ni tampoco a^- en el hospi-
tal ni otra obra mas que las dichas de que hacer memoria y rrelacion á
su magestad y esta hecha va por cierto firmada del nombre de su ab-
tor y de las personas que se hallaron presentes con el al hordenarla y
verla que son — don gutierre de ovalle — francisco hernandez floriano —
Juan mexia — francisco ortiz de cavallero — miguel de eastiblanco— juan
pastor (cada uno con su rubrica).
(Al dorso de este documento se lee).
Relación hecha á su magestad en primero dia del mes de Octxibrc de
mil y quinientos y ochenta y un años siguiendo el borden capitular
de una ynstruccion rreal de molde que el mu3' Yllustre y muy virtuoso
cavallero Juan Suarez de cepeda gobernador y capitán general i)or su
magestad de la ciudad de la trinidad y desta de la palma y sus pro-
vincias enbio á los justicias liordinarias della para que la hiciesen de la
qual es autor don gutierre de ovalle vezino é uno de los alcaldes della en
el dicho año hallándose presentes con el á verla scrivir y hordenar
francisco hortiz asi mesmo alcalde contemporáneo y social suj'o: y fran-
cisco hernandez floriano. miguel deeastilblanco rregidores. Juan mexia:
juan pastor: todos vezinos concjuistadores y pobladores desta dicha
ciudad y su provincia, vá escripta en diez y seis hojas.
Archivo General de Indias. Sevilla. Le,í;aji) de documentos adquiridos por el .Minis-
terio de Ultramar. Número 7.
6lP
s^\
mWll ACERCA DE Ll
PARROQUIA DE TLALNEPANTLA
POR LA SKITA. PROFESORA
ISABEL RAMÍREZ CASTAÑEDA
(EXCURSIÓN ARQrirOI.ÓC.ICA DEL DÍA 7 DK DICIIvMBRE DE 1907)
Anales T. IV.— 67
Tlalnepantla, de thüli, tierra, y nepantla, en medio, fué el lugar de-
signado para la excursión verificada el día 7 de diciembre del año pró-
ximo pasado, por el profesor y los alumnos de la clase de Arqueología
del Museo Nacional; se me concedió el honor de acompañarlos y pude
recoger y aprovechar las observaciones y explicaciones del maestro,
tan indispensables, por ser este un estudio demasiado difícil y tardío,
pues hemos visto á sabios eminentes que han dedicado todo su tiempo
y sus energías á estas investigaciones, obtener con frecuencia deduccio-
nes falsas.
Muy penoso es para mí hacer estos ligerísimos apuntes, pero tengo
que llenar una obligación y pretenderé descifrar lo cjue probablemente
significan los monumentos allí existentes.
El conocimiento de la escritura jeroglífica está rehitivamente ade-
lantado. Es muy extenso, y constantemente encontramos que un mis-
mo signo está sujeto á continuas variaciones, según era el pintor, es-
cidtor ó artífice que lo usaba.
En el continuo trabajo qtic tenían los artistas de dilnijar jeroglífi-
cos figurativos, simbólicos y íilgunos fonéticos en todos los ol)jctos,
hasta en los de barro de uso diario, fueron estilizando sus signos aun
para representar á sus dioses, dificultando con ésto, cada vez más, su
lectura.
Como no haljían llegado los pueblos antiguos al fonetismo com-
pleto, su simbolismo es interpretado por semejanzas y diferencias;
pues una sola figura contiene reunidos varios elementos aislados c[ue
se encuentran formando parte de otras tantas figuras que á la vez
tienen otros caracteres distintos.
Existen diversos moiunnentoscnla Parroquia de Tlalnepantla: unos
534
sirven de pilas 3- otros, empotrados en los muros, adornan el exterior
del templo.
Las figuras números 1 y 2 representan dos pilas: la primera está
en el templo con agua bendita y la otra junto á una gran pila en el bau-
tisterio; son de gran mérito, porque parecen haber sido contemporá-
neas de los primeros frailes agustinos que se establecieron en ese lugar,
quienes tal vez dirigieron su ejecución ó quizá fueron donadas por algún
cacique de aquella época. (Véanse las láminas níims. 52 y 53.)
La forma exterior es la que indica, según creo, que fueron construi-
das para el efecto á qiie están destinadas, pues no se conoce actualmen-
te ninguna pieza de las llamadas cnnuhxicalli que represente esta
galiba.
La greca (fig. 3) que se ve en la lámina número 52 formando
círcvilos que encierran en el centro un símbolo del culto católico, no era
empleada por los indios en monumentos religiosos, donde generalmen-
te grababan un chalchihiiitl (esmeralda), un tonathih (sol) ó sus va-
riantes, ó también represental)an á la deidad que deseaban ofrendar, ó
simplemente los símbolos é instrumentos de mortificación y autosa-
criñcio.
^
SZSZZZZS^
El dibujo que está en la misma pila (fig. 4), es un cordón ó soga
anudada y que bien pudiera ser el símbolo del nezabuaUiztli (ayuno),
por el parecido que tiene con los relieves de los ciiaiihxicalH dú Mirseo
Nacional. (Figs. 5, 6 y 7.)
Y en esta vez no hicieron sino imitar estos antiguos monumentos,
Anales. — Tumo IV.
LÁM 52.
Láiii. 1. — Pila para agua l)ciulita (¡iie existe en el templo de Tlalnepantla.
Anales. — Tomo IV.
LÁM. 53.
Láin. 2. — Pilas bautismales del templo de Tlalnepantla.
535
ó acaso por tener también el símliolo de Cristo, represente un cordón
anudado como los que nsaljan los frailes.
^^^^^
t
En la lámina número 53 se ven unos signos aztecas
(fig. 8), que son sin duda los que forman el jeroglífico de
Tenango (de tcí3a/íJ/í/, pared ómuro y la terminación «o ó
co, que indica lugar). Pero suele también encontrarse es- 8
te mismo dibujo en algunos códices, firnamentando la parte superior
de los templos. (Figs. 9 y 10.)
Me parece que en este caso, dicha figura no tiene
otro objeto que el decorativo. De la propia manera
V al mismo tiempo fueron hechas las estelas colocadas
en la parte alta de la puerta nortedeltemi)loy que re-
luescntan imágenes de santos cristianos, habiéndose
lalu'.'ulo en una de ellas el mismo dibujo en relieve.
<» ®i3©
Jeroglífico
de Teiians'o.
10
En mi concepto, dichas pilas son postcortesianas}' trabajadas por
indios conversos, consistiendo en esto su inmenso valor.
Entre las piedras empotradas en los muros del templo, solamente
536
de una me voy á ocupar, porque algunas están colocadas á grande al-
tura y no es posible apreciar á la simple vista sus detalles, y otras no
contienen jeroglíficos; su importancia está en que su relieve es un nue-
vo arreglo de ornato con elemento azteca y europeo. (Fig. 11.)
11
El monumento á que me refiero (lámina número 54) es una piedra
traqviítica de forma prismática y que mide 0.4-3 x 0.39 x 0.27 m.
Pertenece á la civilización azteca y parece conservar todavía peque-
ños restos del aparejo con que probablemente estuvo pintada. Por estar
empotrada en el ángulo nordeste de inia pilastra del templo, únicamen-
te se ven dos interesantes superficies de perfecto arreglo 3' delicada
ejecución. Las caras ocultas serán más ó menos importantes, pero tal
vez forman el complemento de su interpretación. De todos modos
convendría, si es posible, trasladarla al Museo Nacional para inter-
pretarla con más seguridad y exhibirla convenientemente.
La cara que ve al norte (lámina número 55) contiene dos relieves
semejantes.
El de la derecha parece representar una ofrenda dedicada á un dios,
y para comprobarlo, necesitaría conocer las caras no visibles.
Es una planta de maíz tierno, porque sólo tiene hojas y dos
miahuatl (espigas) en la parte superior.
El símbolo inferior muj- bien puede ser el collar de los dioses del
agua, y que esté tomada aquí la parte por el todo, como lo hacían
frecuentemente los antiguos en sus representaciones jeroglíficas. (Fi-
guras siguientes: 12, 13 y 14.)
537
Cód. Fejcrvary.
Anteras
12
Xóchitl (flor)
13
Alazaíl (venado)
14 rialoc
(dios de las lluvias, etc.
Refiere Sahagím en su «Historia Generalde la Nueva España» (tomo
I) que en la fiesta del mes Hueytozoztli (gran ayuno ó sacrificio),
adornaban sus casas con ramos de iczoyatl (palma) y á los dioses que
tenían en ellas les ofrendaban con flores. «Después de esto — sigue di-
ciendo el autor— iban por los maizales y traían cañas de maíz (que
aún estaba pequeño) y componíanlas con flores, é íbanlas á poner de-
lante de sus dioses íi la casa que llamaban calpulli (casa grande de
barrio), etc.»
Hacían esta fiesta en abril, época en que le comienza á salir el xilotl
(jilote) á la planta del maíz y cpie son las flores femeninas que crecen
en las axilas de las hojas en donde más tarde se desarrollará el yelotl
ó elote.
Los señores Yeytia 3-
del Paso y Troncoso co-
locan la fiesta Xilomn-
niztli (ofrendas de maíz
tierno) en el mes Atla-
caualco ó Qiiauitleloa,
mes que, según el prime-
ro, comenzaba el 3 de
abril, lo que nos indica
el cuidado que tenían los
indios para mejorar el
terreno firme ó chinam-
pa en donde sembraban
el maíz y que por enton-
ces ponían tanto esme-
ro en cultivíirlo, hasta
obtener plantas logra-
das que ofrecerá sus dio-
ses como primicias.
Como en la ñcsta Xiloinaniztli era solemnizada también la diosa A7-
loinen (diosa del maíz tierno), el medio círculo que tiene en nuestro
Diosa de la fiesta XUomanizili
538
Dios de la fiesta Atlacabualo.
dibvijo 3' cubre la parte inferior de la planta ú ofrenda, semeja en al-
go al símbolo del Chalchihuitl A ynopuedeconftnidirseconelde
un medio sol, porque le falta lo / \ que siempre acompaña al tona-
tiub, los raj-os en esta forma (^A^ y f|"e cuando menos son cua-
tro, como se ve en los códices. (Figs. 15 á 18.)
j
TMW
lü
■^1 71-
539
lyíi i)ie(lni cronoiíráfica del sol ticncoclior.'i vos, lo mismo ciuc la ])ie-
(1ra glacliatoria de Tízoc. En el códice Nuttall encontramos un dibujo
llamado «manta del sol» y que difiere de los otros tonatiuh por referir-
se éste á la propiedad del sol como fuente de calor, ¡mes el dil)uj() re-
presenta cuatro jí2papc'í/oí/ (mariposa), símbolo del fuego y de la diosa
del poniente. (Fig. 19.)
19
El relieve semejante que acompaña al descrito en la cara que ve al
norte, representa una planta de maíz con elotes y espigas, y probablemen-
te es una ofrenda dedicada al dios Tlaloc (de tlalli, tierra, 3' octli, pul-
que, ó sea el jugo de la tierra, pues era el dios de la lluvia). Tiene, ade-
más, esta planta el awatetehiiitl (adorno sagradodepapel) 3' estaban,
según las historias y los códices, pintados decolores ó goteados de ulli
(hule) 3' recortados en la orilla inferior. (Figs. 20 á 25.)
•ALJi_iL
23
En la fiesta ctzalciializtli (comida de maíz y frijoles) ó cxolcualiztli
(comida de ejotes ó judías verdes), según Vcytia, acostumbrábanlos
Anales, T. IV.— G8.
5-10
indios comer el ctzalli (poleadas de maíz cocido entero á manera de
arroz). (I*. Sahagún.)
Era dedicada á honrar á los dioses llamados Tlaloques ( I'. Duran),
y así como en la fiesta xilomaniztli ofrecían á la divinidad el maíz tier-
no, ahora, agradeeidosde ver logradas sus sementeras, la solemnizaban
ofreciendo á su deidad y comiendo después ellos lo que da nombre á es-
te mes, el etzalli. En casi todas las casas lo hacían, y después de gustar-
lo bailaban y se regocijaban.
Eran múltiples las ceremonias ejecutadas por los sacerdotes; prime-
ramente, con tuUi, planta acuática, tejían pctlnuie (esteras) sobre las
(|ue practicaban sus ritos, y desde el templo incensaban á los cuatro
puntos cardinales. El bajo pueblo, mientras se verificaban las ceremonias,
iba de casa en casa solicitando el etzalli, y de esa manera no quedaba
nadie sin comerlo. Los sacerdotes, después de aA'unar cuatro días, se
dirigían en procesión para sepultar en las aguas las ofrendas de los
devotos y los corazones de las víctimas sacrificadas en honor de Tlaloc.
Continuaban con una ablución general que hacía todo el pueblo, con
lo que daban por terminada la fiesta del dios de las aguas, que con sus
lluvias había favorecido á la tierra y fecundado las mieses.
Dios (le la fiesta Et/.ídci¡uli/.lli.
0 41
Por último, estosdos relieves de la lámina nilmero 54 son de «íran-
de parecido por tener las mismas hojas _v dos espigas bastante percep-
tibles, diferenciándose en el símbolo inferior y en que una tiene dos
elotes. Por eso creo que la primera ])odrá ser la ofrenda del maíz tier-
no con el adorno de los dioses del agua y que aquí simboliza á la plan-
ta preciosa que se desarrolla y que más tarde producirá el maíz, ali-
mento jirincijjal de Iíís indios. En el otro ^-a se ven dos elotes ó seít el
maíz logrado, ofrenda ([ue dedican al dios Tlaloc, C[ue con la lluvia
fertiliza las plantas y tiene por eso en la parte inferior del adorno de
]3ai)el recortado flotando las divisiones hacia arriba. Creo que la \ñn-
tura debió ser ésta. (Figs. 26 y 27.)
OTRJD
I^a piedra que vé al oeste (lámina número 55) es una figura circular
([uc tiene á cada lado una hilera vertical de cuatro pecpicños círculos
cada uno. A la figura central le encuentro parecido con las figuras
sisíuientes:
28
29
Jeroglífico de Chalco.
El mismo dibujo se encuentra en la jjiedra cronográfica del sol que
tiene los signos diurnos sobre el gran chalchihuitl, de cuyos bordes sa-
54:
len ochorayos. En los dibujos cielos códices estos símbolos casi siempre
tienen cuatro círculos tangentes como en las figuras anteriores. Nues-
tro relieve tiene doce círculos al rededor, el de la base roto, y no son
círculos concéntricos, sino más bien parecen pequeñas aspas semejantes
á las laterales; vacilo en asegurar cjué sea el símbolo de la piedra jire-
ciosa, pero quizá sea una variante como el de la fig. 29, de la cual el Dr.
Seler diceen su inventario: «16. — Civilización Azteca. — Piedra, etc. Enla
superficie lateral tiene cuatro veces el jeroglífico áelchnlchilniitl, piedra
preciosa.» /"^T^
Las líneas que tiene en el centro l r\ \ y que forman una cruz,
no son, según mi opinión, el signo \J J ollin (movimiento), por
encontrarlo diferente de los que existen en monumentos
pétreos, códices, etc.
I ü versas maneras de representar el signo ollin. movhnicnlr).
Enelaí/as déla «Historia Antigua» porOrozcoyBerra se encuentran
algunos otros, pero es probable que estén mal dibujados y además no
dice de dónde fueron copiados.
A la derecha y á la izquierda del relieve central están dos cintas,
aunque no del mismo ancho ni en posición vertical, pues se ensanchan
en el medio y esto debe tener sin duda su causa, porque el de la derecha
representa símbolos principales ó superiores á los de la izquierda, y
sabido es que los indios eran demasiado precisos en todos sus trabajos,
como lo demuestra esta piedra que fué labrada con cuidado.
■En estas cintas se encuentran sobrepuestos los signos
que no son numerales; éstos siempre acompañan á cualquie-
ra de los veinte símbolos diurnos; por ejemplo: (Figs. 30, 31
y 32.)
b
AXALES. — ToMl) I\'.
LÁM. 5-i.
Piedra con ierojilíticns que estuvo empotrada en un ángulo del leinjilo de Tlalnei>autla.
r*i^i^'"'^;^^'^^'w-^
.^ Cí^^5^^SSv5^"S^^SSE^»^
Lánis. 3 \ -i. — I 'na cara de la piedra con jeroglíficos.
Anales. — Tomo IV.
LÁM. 55.
/.
Láiu. o. — Una cara de la piedra con jeroglíficos.
543
30 Yei Xóchitl.
(Tres flores.)
31 Mnc uilli tccputl^
(Cinco líedernales.)
32 Chicóme cuaiihtii.
(Siete águilas.)
Sin ser nunca otra cosa que un círculo ó dos concéntricos j no va-
rían algunas veces sino en el color.
Pudieran tener más semejanza á un ojo con su ceja:
así los tienen pintados ciertas divinidades. Los ojos eran el
símbolo de la estrella, como se puede ver en los cielos estrella-
dos de los códices y monumentos del Aíuseo, donde encontramos al-
gunos de estos signos que junto con el de la mariposa representan el
cielo estrellado.
Pero más bien creo que son los signos aislados que forman la peri-
feria del símbolo chalcbibuitl, y que sirven de elemento ornamental en
dichas cintas.
México, 6 de enero de 1908.
IV'^
Anales.— Tomo IV.
1,.\M. 5(5.
Lám. 6. — Puerta nortt del templo de Tlalnepantla que contiene en la parte
superior derecha el jeroglífico de Tenango.
índice de materias
Págs.
Arqueología
Francisco del Paso y Troxcoso. — Escritura Pictórica. El Códice Kiiigs-
borough. Algo de lo que nos enseña 481
Dr. Alfonso Prineda — Informe del Delegado de México en el XVIII
Congreso de Americanistas 145
Srita. Isabel Ramírez Castañeda.— Apuntes acerca de los monumentos
de la Parroquia de Tlalnepantla 531
V.\Rios autores. — Tamoanchan. Estudio arqueológico é histórico 41
Bibliografía
Prok. Alberto M. C,\rreño. — Documentos relacionados con la historia
de México, existentes en la nueva Biblioteca Pública de Nueva York, 4S9
Biografía
Elías Amador. — Miguel López y José María .\rmenta, primeros mártires
de la Independencia en Oaxaca 185
J. Ignacio Dávila Garibi.— Apuntes biográficos del Exmo. é limo. Sr. Dr.
D. Juan Cruz Ruiz de Cabanas y Crespo, Obispo electo de la Sede de
León de Nicaragua y Gobernador tle la de Guadalajara en la Nueva
Galicia 5
Dk. José María de l.\ Fiexte. — Matamoros. Apuntes biográficos 275
Cosmogonía
Lie. Cecilio A. Róbelo. — Los cuatro soles. Poema solsre cosmogonía
nahoa B3
Etnología
.\nóxi.mo. — Cuadros de mestizos del Museo de México 237
546
Págs.
Carlos Macías. — Caracteres étnicos en sjeneral 109
Juan Suárez de Cepeda. — Relación de los indioscolimas déla Nueva Gra-
nada. 1581 305
Geografía
Francisco del Paso y Troncoso. — División territorial de Nueva Hs])aña
en el año IfiSO 249
Historia
Jesús M. Escudero. — Guerra de Independencia en las Colonias Españo-
las de América HT
Manuel Romero de Terreros v Vinent.— Las órdenes militares en Mé-
xico lí>7
Lingüística
Lie. Cecilio A. Róbelo. — Toponimia tarasco-hispano-nahoa 443
^¡^^
índice i>e ilustraciones
Retratos
limo. Sr. Dr. D.Juan Cruz Ruiz de Cabanas 8
Simón Bolívar 98
D.José María Morelos y Pavón 112
Miembros del XVIII Congreso Internacional de Americanistas 14-8
D. Mariano Matamoros 280
Sra. Concepción Aranda Matamoros é Ibellez v sus hijos Enrique, .Alfre-
do y Arturo; bisnieta y tataranietos de Matamoros
Srita. .\ngela Salazar y su sobrina la Sra. Josefina Salazar y .\randa Ma-
tamoros ,,
Sra. María de la Luz .\randa Matamoros é Ibellez, bisnieta del Cura
Matamoros : ..
Coronel D. Luis Salazar 28+
Doña Benita Matamorosy Salazar, hija del Cura D. Mariano Matamoros. 292
El Capitán D. Jesús .\randa y Matamoros
D. José María Aranda y Matamoros
D. Miguel Sánchez y .Aranda Matamoros, tataranieto de Matamoros, y
su esposa la Sra. .\ntonia Europa de Sánchez 296
D. Eduardo .Aranda Matamoros é Ibellez
D. Gonzalo Sánchez y .Aranda ^Matamoros, tataranieto de Matamoros...
Augusto Sánchez y .Aranda Matamoros, tataranieto de Matamoros ,,
Gabriel Ábrego y Salazar, tataranieto de Matamoros
Cura D. José María Morelos y Pavón 300
"Vistas de lugares y edificios
Edificio de la Universidad de Londres en donde se efectuaron las sesiones
del XA'III Congreso Internacional de Americanistas 152
Casa núm. 12 de la calle de la .Albóndiga, donde vivió ü. Manuel Mata-
moros 284
Fachada de «La Casa del Pueblo,» donde nació Matamoros 296
Interior de la misma casa
Exterior de la Prisión Militar de Santiago, antiguo Colegio de Sta. Cruz
Tlatelolco, de México '. 300
5-48
Interior de la Prisión Militar de Santiago, antiguo Colegio de Sta. Cruz
Tlatelolco, de México „
Parroquia de Santa Ana, México, D. F ,,
Cuautla 316
Plaza de Cuautla ,
Morelia.— Catedral 328
Hacienda de Puruarán, Distrito de Tacáinbaro, Michoacán ,
Morelia. Cárcel clerical, en donde estuvo preso Matamoros 350
Portal del Santo Ecce— Homo, hoy Portal de Matamoros ,,
Capilla del Tercer Orden, donde se sepultó el cadáver de Mata-
moros 3ó-t
Morelia. Pilastra del Portal del Santo Ecce-Honio, lugar donde fué fusi-
lado Matamoros 358
Tlalnepantla, D. F. — Puerta norte del templo 5-1--1-
Facsímiles de documentos
Carta del Cura de San Andrés, D. José López de León, á Matamoros, de-
mandando la vida de los realistas prisioneros en la acción del Palmar. 326
Orden en que fueron colocados los restos de los héroes de la patria en la
cripta de la Catedral de México 358
Diversos objetos
Uniforme de M órelos 132
Esqueleto de gorila 172
,, ,, hombre europeo
Calavera de gorila
Joven Akka (África). Pigmeo
Tipo de cabellera lisa
,, ,, ., ondulada
„ ,, ,, bucleada
.. » » rizada
,, ,, ,, lanosa
Cráneo braquicéfalo
dolicocéfalo
,, de negro
„ mongol
,, ,, olmeca
,, ,, yucateco:
Hábitos de las órdenes de Calatrava, Santiago, Alcántara, Montesa y
San Juan ó Malta 204
Cuadros de mestizos del Museo de México 240
944
Objetos que pertenecieron á Matamoros 2S0
Niño Dios que perteneció á Matamoros ,,
549
Págs.
Divina Inlantita que perteneció á Matamoros 284
Sobrepelliz que perteneció á Matamoros ,,
Suela del calzado de Matamoros 3()()
Uniforme de Generalísimo que regaló Matamoros á Morelos 31()
Restos de Matamoros 362
Cráneo de Matamoros ,
Códices y objetos arqueológicos
Chale liicueye ( iS
Atonatiuh ,,
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Mosaicos existentes en el Museo Británico 1 ">()
Lápidas esculpidas provenientes de Menché, Usumacinta, y llevadas al
Museo Británico por el Sr. Alfredo P. Maudslay IrtO
Antigüedades mexicanas existentes en el Museo Británico ,,
Piezas de alfarería del antiguo Perú, existentes en el Museo Británico 164
Pila para agua bendita que existe en el templo de Tlalnepantla 534
Pilas bautismales del tem])lo de Tlalnepantla ,,
Piedra con jeroglíficos que estuvo empotrada en un ángulo del templo de
Tlalnepantla 542
Una cara de la piedra c(5n jeroglíficos „
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